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Política y cultura

versão impressa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.31 México Jan. 2009

 

Experiencia social en la resignificación de la historia

 

Memoria histórica de la insurrección cívica purépecha en 1988*

 

Tatiana Pérez Ramírez**

 

** Profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Correo electrónico: tatiana_prz@hotmail.com.

 

Artículo recibido el 05–01–09
Artículo aceptado el 05–05–09

 

Estas son las voces bajas que quedan sumergidas por
el ruido de los mandatos estatistas. Por esa razón no
las oímos. Y es también por esta razón que debemos
realizar un esfuerzo adicional, desarrollar las
habilidades necesarias y, sobre todo, cultivar la
disposición para oír estas voces e interactuar con ellas.
Porque tienen muchas historias que contarnos...

RANAJIT GUHA

 

Resumen

El año de 1988 constituye uno de los momentos clave para la transformación del Estado mexicano. A escala nacional se llevó a cabo una elección presidencial que generó un espacio de movilización política opositora al partido hegemónico (PRI). Uno de los estados donde este movimiento cobró mayor fuerza fue Michoacán, en especial en las comunidades indígenas de la Sierra Purépecha, donde se gestó una organización política sin precedentes. Con apoyo de la metodología de historia oral, en este escrito se muestra la experiencia política de los indígenas purépechas durante el proceso electoral de 1988 y la manera en que esta participación cívica se transformó en una insurrección.

Palabras clave: elección presidencial de 1988, Michoacán, Sierra purépecha, organización política purépecha, insurrección cívica.

 

Abstract

The year 1988 is one of the key moments in the transformation of the Mexican State. The Presidential election opened a space of political mobilization against the hegemonic party, the PRI. Michoacan was among the states where this movement grew stronger, especially in the indigenous communities of the Sierra Purepecha which gave birth to an unprecedented political organization. The present essay, supported on oral history methodology, shows the political experience of the Purepechas who organized themselves during the 1988 electoral process and how this civil mobilization turned into an insurrection.

Key words: 1988 presidential election, Michoacan, Sierra Purepecha, purepecha political organization, civic insurrection.

 

La década de 1980 constituye un periodo de ruptura en el funcionamiento del pacto estatal mexicano. El gobierno se insertó en el proceso de reestructuración de la economía mundial denominado neoliberalismo.1 En estos años, como resultado de las transformaciones de la época, el Estado mexicano experimentó una serie de crisis que afectaron la economía, la política y la vida social.

En el gobierno de Miguel de la Madrid se presenta una crisis nacional por el incremento de la deuda externa, el alza de la inflación, la pérdida del poder adquisitivo del salario, el crecimiento del desempleo y subempleo, el aumento de la canasta básica, entre otros. Esto generó una mayor inconformidad de distintos sectores de la sociedad hacia las acciones gubernamentales. Fue el momento de la articulación de distintos movimientos sociales, caracterizado por la formación de coordinadoras y frentes y por el surgimiento de la llamada "sociedad civil".2

Dicha crisis también afectó las relaciones políticas de la élite gobernante. Evidencia de esto fue la fractura dentro del mismo grupo dirigente con la formación de la Corriente Democrática (CD)3 y la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas por el Frente Democrático Nacional (FDN)4 en las elecciones presidenciales de 1988. Posteriormente, la crisis política se agudizó ante la falta de claridad de los resultados electorales y la acusación de fraude por parte de los cardenistas al gobierno federal y al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Lo que se presentó en la elección de 1988 fue resultado de la confluencia de las demandas de distintos movimientos sociales —con experiencias organizativas previas—, la inconformidad de algunos sectores de la población con el gobierno y la fractura del grupo gobernante. Esta crisis política hizo pública la conformación de una resistencia a los cambios de la época mediante los mecanismos democráticos. Por eso, en la campaña del FDN se dieron muestras de respaldo y solidaridad desde distintos grupos de la sociedad. De tal forma que este proceso político no se limitó a una disputa partidista pues también intervinieron grupos sociales que actuaron dentro y fuera de los canales institucionales. Dicho escenario nacional de transformaciones sirve como marco general, pero, alejándonos de las confrontaciones y disputas de los políticos y dirigentes, tomando distancia y mirando hacia otras esferas políticas y sociales, nos preguntamos, ¿cómo vivió la población este momento histórico?

Considerando que de forma paralela a estos grandes acontecimientos se gestan movimientos locales, y partiendo de la importancia de recuperar la actividad política de actores secundarios que inciden en los procesos nacionales, y con el interés de ampliar los horizontes de investigación, en este trabajo se mostrará la manera en que los pobladores de cuatro pueblos se organizaron en 1988, los recuerdos de su experiencia política de este periodo y lo que en su memoria continúa presente.5 Nos referimos, en concreto, a lo sucedido en la región purépecha del estado de Michoacán. Ubiquemos la importancia de remitirnos a este lugar.

Uno de los sitios organizativos claves, mas no el único, para la campaña política de la oposición en 1988 fue el estado de Michoacán. Para entender tal hecho, cabe señalar que en este espacio geográfico, desde los años treinta, ha tenido importancia la presencia y figura del general Lázaro Cárdenas del Río. Para la coyuntura de 1988 este pasado y peso histórico cobró gran relevancia, sobre todo en la parte de la Sierra Purépecha,6 donde los habitantes se organizaron en apoyo al FDN, participaron en las elecciones presidenciales y, ante el fraude electoral, realizaron actos de protestas, desde los más sutiles hasta los más radicales. Así, después de las elecciones del 6 de julio, en noviembre de ese año tomaron los ayuntamientos municipales y establecieron gobiernos populares.

De esta manera, el objetivo principal de este trabajo es la descripción de los motivos por los cuales los purépechas se organizaron, sus mecanismos de participación y el momento en que su intervención en una campaña electoral se convirtió en una rebelión ante sus gobernantes municipales. En suma, se mostrarán las memorias, experiencias y percepciones de cómo se vivió el 1988 en los pueblos de Nahuatzen, Cherán, Charapan y Paracho. Conozcamos entonces a estos actores y escuchemos sus voces, que tienen mucho que contarnos.

 

INCONFORMIDADES

Los factores que provocaron inconformidad estuvieron anclados en distintos niveles, uno fue el plano material–económico y el otro moral–simbólico; los dos se fusionaron en distintos momentos.

En el ámbito económico se presentó una situación precaria y de carencias en bienes materiales dentro de la comunidad, así como un deterioro en las condiciones de vida y el abandono de las actividades agrícolas. Uno de los problemas fue el aumento de los precios y la inflación monetaria que tuvo un efecto profundo en la alimentación de las familias.7 El encarecimiento de los alimentos repercutió en la calidad de vida, según lo expresa una mujer que en 1988 escribió lo siguiente: "Nos estan matando de ambre nuestros hijos estan muriendose de ambre nunca comen a acabalarse porque no nos alcanza lo que ganamos. Si es carne comen una ves al mes si es pan comen una ves a la quincena en cuestion de vitaminas jamas las an probado".8

Preocupaciones vitales por el alimento y la subsistencia de las familias indígenas y sus descendientes. Así también, como las actividades en el campo y el trabajo agrario. De este panorama, en la memoria de Luis Vázquez Morales, comerciante de Nahuatzen, se registra: "Empezamos a ver que los terrenos estaban baldíos, ya no sembraba el maíz, ya tiene como treinta años que no pasa del precio, es el mismo, las tierras ya están ociosas, todo eso que se ve pues que hace falta que aiga más apoyo al campo porque lo han dejado muy vacío".9

Los recuerdos del señor Luis muestran que el cese paulatino del apoyo estatal a las actividades agrarias constituyó un serio problema para las comunidades purépechas. La problemática consistió en dos impactos; uno fue material, que se reflejó en la disminución de la cosecha; el segundo, que está directamente relacionado con el primero, fue la modificación de la relación del campesino y su tierra. El hecho de que las actividades de cultivo tuvieran menor apoyo, como parte de una política del gobierno federal, provocó que la población destinara menor tiempo a este tipo de trabajos. Por tanto, la producción familiar y regional disminuyó. Aunque, en realidad, no fue un golpe tan duro a la economía local debido a que existían otras fuentes de ingreso, como la manufactura de artesanías, el trabajo con la madera y los ingresos vía remesas resultado de la emigración.

El mayor problema fue de orden simbólico. Dentro de la cultura purépecha la riqueza material e inmaterial se encuentra en la tierra, y alude a la estrecha relación entre el hombre y la naturaleza. Para estos pobladores existe una "seguridad psicológica" en el momento en que se cultivan y se obtienen productos de la siembra.10 La idea del mantenimiento del ciclo reproductivo de las tierras asegura en mayor o menor medida el sostenimiento de las familias y sus descendientes. Para la década de 1980 todo esto se transformó.

Otra fuente de inconformidad fue el conflicto por la escasez de agua. Detengámonos un poco en este problema para entender la magnitud de la demanda. La carencia de agua potable se ha presentado en el transcurso de la historia de esta región, desde tiempos ancestrales, como resultado de las condiciones geográficas y físicas de la sierra, con un suelo de altos grados de porosidad que no permiten la retención del agua y la formación de mantos acuíferos. Hecho natural que incide en la forma de vida y organización social, desde las labores domésticas y las actividades en el campo, en las festividades y en los rituales.

Así, encontramos en este elemento una relevancia en el orden material–simbólico y mítico que forma parte de la cultura de respeto a la naturaleza de los purépechas. Apreciamos esto en la reproducción, hasta nuestros días, de historias, leyendas, rituales y fiestas que giran en torno a la escasez, bonanza o disputa por el agua.11

El valor de este vital líquido radica en que es considerado un patrimonio comunal y de usufructo colectivo. La comunidad es dueña del agua y responsable de su cuidado. "Las decisiones sobre su acceso, uso, manejo y distribución se han establecido a través de reuniones y asambleas comunales".12 En estos espacios se define la dotación para cada familia, así como los lugares destinados para el consumo humano y de los animales. Existe cooperación entre comunidades y también conflictos por la repartición y los sistemas de distribución. Se establecen diversas penalidades y castigos ante la falta de atención a esta lógica organizativa.13

Vemos, entonces, que de acuerdo con la cultura purépecha el agua es un recurso con un alto valor que es nodal para la reproducción de la comunidad. En consecuencia, su escasez lleva a una situación de crisis constante, la cual empeoró en los años ochenta. Para este periodo, la carencia de este recurso se ahondó debido a las fisuras en los mantos acuíferos provocadas por diversas causas: los sismos, en especial el de 1985; el aumento del consumo del agua por el crecimiento de la población; la deforestación de los bosques; la deficiencia de distribución, ocasionada por la falta de mantenimiento de los sistemas hídricos; y el acaparamiento de este servicio por parte de las autoridades locales y los grupos de caciques.14

Como se aprecia, la obtención del agua no se limitaba a condiciones biofísicas sino a factores sociales y políticos. Desde la década de 1970 los recursos naturales comunales (bosques, maderas, tierras y agua) fueron explotados por determinados sectores de la comunidad. Esto provocó la formación de élites locales con poder económico y político que regulaban o intervenían en la distribución del agua, lo cual ha terminado en conflictos y pugnas entre la población y los ganaderos o los grupos políticos del PRI.

Pero las insatisfacciones no sólo eran por la tierra y el agua, sino también por los servicios públicos que ofrecía el gobierno a sus comunidades. Para la década de 1980, los servicios eran insuficientes y deficientes. Faltaban escuelas, hospitales, servicios de electricidad, redes hidráulicas y carreteras. Además los costos de los servicios, ya deteriorados, eran elevados. En suma, las condiciones de vida eran más que precarias.15

Como resultado hubo una valoración negativa hacia los gobernantes locales por la falta de atención a los problemas materiales de la comunidad, además del ejercicio político centralizado y autoritario. Algunos pobladores señalan que había "descuidos del gobierno y el Partido Revolucionario Institucional" que los mantenían en una situación de marginación respecto de otras poblaciones, que bajo la autoridad de estos grupos políticos, como advierte el profesor Gregorio Uribe de Cherán, "no íbamos a trascender, no iba a haber una atención especial para las poblaciones indígenas".16

En el caso de Charapan, la señora Margarita Rincón opina que el presidente municipal era "prepotente, que no nos quiso escuchar nada y se seguían dando las situaciones de cacicazgo".17 El trato era despectivo, existía un abuso de poder y de autoridad. Así, marginación, imposición, nula representación política, falta de justicia y expectativas de cambio, fueron algunos de los reclamos que bien expresa la señora Alicia Bonaparte, de Charapan:

Pues que era conveniente de que hubiera un cambio, porque la gente estaba cansada de que lo tenían a uno marginado [...] La inquietud era, que, ¿por qué unas cuantas personas van a decir "este va a ser presidente"? Entonces, ellos decían que debía de unirse la gente y sacar una persona que gobernara aquí por el pueblo, no por unos tres o cuatro personas [...] La gente tenía esperanzas que quería que ya no fuera lo mismo, nomás los presidentes del PRI que estaban en sus casas, y bueno, todo tenían ellos, nada más ellos se beneficiaban porque otra gente no, los caciques, y de entonces la gente no estaba de acuerdo, solita la gente iba viendo que no era justo, que ya no era justo y así empezó todo esto.18

 

ORGANIZACIÓN

La dinámica organizativa purépecha de este periodo tuvo múltiples aristas. Como punto de partida, no hay que olvidar el entramado organizativo distintivo de las comunidades indígenas. En este caso, es notable la estructura comunal.

Esta organización se distingue porque reúne a un selecto grupo de personas originarias del pueblo que administran las tierras comunales. La dirigencia la tiene el presidente de Bienes Comunales que organiza y convoca a los demás comuneros de forma periódica. A partir de ésta, se distribuyen las tareas y los papeles de mando en cada pueblo, y se conservan las tradiciones indígenas. Además de que enfrentan problemáticas sobre sus recursos naturales dentro de la comunidad, también confrontan y negocian con las autoridades municipales, estatales y federales.19

Como en el pasado y el presente, estas formas de reunión tradicionales se han construido a lo largo del tiempo como parte de una costumbre. Los comuneros y sus familias asisten frecuentemente a las instancias organizativas comunales. En Charapan, la esposa de un comunero lo describe de esta forma: "Por ejemplo, de todos estos problemas en la casa comunal, es donde se empezaron a platicar de los problemas que había. Es una casa de la comunidad indígena, ahí fue donde empezaron a organizar, fueron todos los comuneros que empezaron con el movimiento".20

La casa comunal ha sido un espacio de discusión sobre los asuntos locales y el acontecer cotidiano, como los problemas de los usos y recursos naturales, sobre el bosque, las disputas de tierras e invasiones. Sirve también como un centro de socialización, de actividades entre los miembros de cada familia, y para el intercambio de ideas. Está, además, la asamblea comunal, donde se discuten los problemas, se toman decisiones importantes avaladas por la mayoría y se comentan acontecimientos y noticias nuevas. De esta manera llegó la información sobre la elección presidencial en 1988, la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y la campaña del FDN. Al respecto, uno de los integrantes de la comunidad indígena de Cherán explica la dinámica de esta organización y su relación con la movilización de 1988:

Creemos que fue un poco el ejemplo de la forma de cómo organizarnos en nuestra comunidad de Cherán por tener nuestros usos y costumbres, se facilitó, porque siempre para resolver un problema social, un problema que afecte a la comunidad, siempre se hace a través de las decisiones de una asamblea comunitaria, desde ese punto de vista las decisiones y los acuerdos que se den se sujetan todos los comuneros para realizar las actividades correspondientes, ya sea de tipo político, económico, de trabajo, de mano de obra y de más, siempre lo hacen y sencillamente se dio esa forma de organización [...] simplemente es la obligación de mantener organizada en buena forma a una comunidad y desde ese punto de vista se dio la organización para que pudiéramos participar junto con la comunidad, en este gran movimiento nacional.21

La vida organizativa indígena cuenta con los espacios antes mencionados pero también existen otros, que cumplen funciones similares. Nos referimos a las constantes reuniones familiares y de amigos, así como a las festividades religiosas.

Para entender esta lógica destacamos la importancia de la vida cotidiana comunitaria que gira en torno a la solidaridad y reciprocidad que se materializan en los momentos de algún festejo. Las fiestas de los pueblos implican mucho más que una celebración, conllevan a estrechar lazos entre los pobladores, conocerse, discutir, organizarse, ponerse de acuerdo, repartir las tareas. El resultado de la fiesta es el conocimiento de todos, sus conductas, sus actividades y capacidades. Dice el sacerdote de Nahuatzen:

[...] la comunidad va a girar en su organización anual a través de lo que se llama la custikua, que es la fiesta; aparentemente puede ser una fiesta patronal pero más bien es el parteaguas de su organización social de un año, donde se va a ver quién tiene el cargo, es decir, quién va a servir más a la comunidad; de la comunidad de prestigio, si me doy a entender, van a empezar a salir las personas más importantes de la comunidad por el servicio y se va a formar lo que es el cabildo o grupo de ancianos atakencha, que viene siendo lo que van a ser los que capitalizan la tradición no en el sentido peyorativo sino en el sentido vital. Entonces, la organización de las comunidades da el orden a sus tradiciones y da el orden a su sentido de comunidad.22

En estos eventos, la población refuerza los lazos familiares y de amistad. Tanto en los bautizos como en las bodas se genera una relación más cercana, porque constituyen redes colectivas de solidaridad entre familias y vecinos: un claro ejemplo es la formación de compadrazgos. También se encuentran las festividades religiosas, que desempeñan un papel fundamental ya que son un punto de encuentro en donde se asignan las labores que se realizarán durante todo el año.

En la fiesta es donde se reconocen las personas, pero también es el momento en donde se muestra la bonanza que puede ofrecer una familia a toda la comunidad. Regularmente, el momento del festejo implica grandes gastos y sacrificios económicos para quien realiza dichas actividades. A partir de esta organización se va conformando el prestigio de ciertas personas dentro de la comunidad. Así, la idea de prestigio es uno de los valores más importantes en la cultura purépecha. Se reconoce como principal a la persona honrada que trabaja en beneficio de su pueblo.

Entonces, la "economía de prestigio" supone una riqueza en donde no cuentan los bienes materiales ni la posesión de territorios, sino la capacidad de servir a la colectividad. Por tales razones, el trabajo comunitario tiene un papel fundamental en la vida y reproducción de la comunidad y sus miembros. Anota Aguirre Beltrán:

El trabajo, sobre todo el trabajo de la tierra en el cultivo de la cosecha indígena básica, el maíz, tiene en la siembra y en la recolección características ostensibles que alejan considerablemente del trabajo asalariado de signo capitalista. Los servicios a la comunidad, que se inician desde temprana edad y no terminan sino hasta la muerte, son otra manifestación del ethos de esta cultura que alcanza su más alta significación en la serie de dispendios e intercambios ceremoniales que regulan la economía de prestigio y que tienen, como propósito último, el de consolidar y robustecer las fuerzas que mantienen unida a esa sociedad. La educación, la religión, las restantes constelaciones de cultura, todo en fin, está dirigido a dar forma y consistencia y vigor a la idea de comunidad como lo más valioso de las metas de la vida. Si hubiéramos de caracterizar en una síntesis compendiosa a los pueblos indígenas de la Meseta Tarasca diríamos, sin temores ni dudas, que constituyen una sociedad que ha creado una cultura centrada en la comunidad.23

Esta cultura del mérito mantiene la reproducción del pueblo, establece y afianza las jerarquías junto con los papeles que cada persona cumple en la comunidad, y fomenta la cohesión entre habitantes. Además, el trabajo colectivo conocido como faena constituye otro mecanismo de organización y responsabilidad. Es parte de un servicio social que se da al pueblo y que se aprende desde el seno familiar. Estas son algunas costumbres que rigen la vida comunitaria que se heredan generacionalmente. Aunque, también es necesario anotar, este tipo de ethos comunitario se transforma, por lo que no estamos haciendo referencia a un sistema de relaciones sociales estático e inmutable, sino por el contrario, se alude a una forma de articulación social que se modifica constantemente.

Para 1988 tal dinámica de vida social fue importante, ya que en el momento del conflicto y la disputa política salieron a la luz estas formas de organización y asignación de tareas. Los entrevistados comentan que siempre había reuniones, donde se platicaba sobre las noticias externas e internas. La existencia de espacios de plática y discusión se daban en diversos lugares, desde la casa comunal, las fiestas familiares, las fiestas religiosas, "hasta en las esquinas", donde empezaba todo.

Considerando la lógica comunitaria señalada, un problema que logró reunir a la población fue el relacionado con la distribución equitativa a toda la población de agua potable. En Charapan destaca la participación de las mujeres amas de casa, que preocupadas por la falta de servicios, se reunieron, desde 1982 en adelante, para nombrar representantes que dialogaran con el presidente municipal para la búsqueda de nuevos ojos de agua, excavaciones y tuberías.

Ante la falta de respuesta del gobierno local, las comisiones fueron a la capital del estado para demandar atención a sus problemas. Margarita Rincón comenta que tampoco se concretó el apoyo por parte del gobierno del estado y que esto fue motivo para que ellos actuaran: "Se fue varias veces a Morelia a tratar de arreglar todas estas situaciones, pero no fuimos escuchados, nos decían: 'vamos a solucionarles los problemas'; como los apoyos para la construcción y mantenimiento de servicios no se lograban se conformó una organización civil".24

En otros pueblos esta problemática tuvo una respuesta diferente. En Cherán se creó un grupo de jóvenes estudiantes que habían regresado a su comunidad después de sus estudios en Morelia o la Ciudad de México; motivados para la transformación de su pueblo, se reincorporaron para intervenir en los trabajos referentes a la búsqueda de agua y otros servicios. Hicieron gestiones personales y lograron algunos servicios, creando así una organización efectiva que tejió alianzas con otros grupos.

Por otra parte, la organización política fue a partir de la unión de los militantes del PRI inconformes con su partido. Algunas personas que habían participado activamente en el PRI se unieron a la Corriente Democrática y rompieron con el partido oficial, como el médico Adalberto Muñoz y el profesor Froilán Velásquez, en Cherán, y Luis Vázquez Morales, Alfredo López y Mauro Sánchez, en Nahuatzen. Estas personas expresaron su desacuerdo contra la falta de libertad política en este periodo:

No había una apertura del pueblo para opinar, sino como que estábamos todos sujetos a unas disposiciones que se dictaban a nivel del municipio, era la misma autoridad municipal [...] ese tiempo nada más los comités eran del PRI, le mandaban un documento a uno en donde le decían de que formaba parte del partido y muchas veces uno, como una inercia, como una persona robot, hacía lo que los jerarcas municipales hacían, no había otra opción, sabíamos que la lucha en ese tiempo no existía ni el respeto por la diferencia de opiniones en ese tiempo del partido que existía. Se nos nombraba que era uno candidato y ahí íbamos.25

Pero en el año de 1988 esta situación se terminó: los antiguos priístas se adhieren a la Corriente Democrática, luego con el llamamiento de Morelia26 se insertan al PARM y finalmente al FDN para apoyar a Cárdenas, quien había sido gobernador del estado de Michoacán en 1980–1986.

 

MEMORIA HISTÓRICA Y MITO CARDENISTA

Retomando el terreno simbólico, es necesario poner atención a dos conceptos claves para entender el apoyo hacia Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, que son: memoria histórica y mito.27 La campaña electoral de Cárdenas despertó a un México profundo que había estado marginado a lo largo de su historia, que dentro de las transformaciones de la época moderna no encontraba un lugar para persistir. En consecuencia, bajo el cobijo de la imagen del General de los años treinta, Cuauhtémoc Cárdenas fue un referente de confianza y certidumbre.

Los habitantes de la región purépecha dicen que uno de los motivos importantes para depositar su apoyo al candidato del FDN fue el respeto, la admiración y el agradecimiento hacia el general Lázaro Cárdenas del Río. Había una sensación de esperanza de que Cuauhtémoc Cárdenas ayudara a la población como en el pasado lo había hecho el general. Pedro Sánchez, de Cherán, resume esta idea de la siguiente manera: "Teníamos la esperanza de que a lo mejor Cuauhtémoc Cárdenas pudiera tener el mismo sentir de su papá que fue el general Don Lázaro Cárdenas que hizo mucho por México, entonces, también por su hijo teníamos la misma esperanza, que pudiera hacer lo mismo por México, a lo mejor en parte por su padre".28

En estas comunidades, la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas simbolizó la posibilidad de continuar con el proyecto político paternalista que Lázaro Cárdenas había realizado en las regiones indígenas. El sacerdote de Nahuatzen advierte que el "ingeniero Cárdenas empezaba a presentar la continuación de la utopía de su padre",29 lo que lo llevó a dar una lucha democrática y a ser más reconocido por los purépechas.

Los pobladores de la región manifiestan que mucho de lo que cuentan es resultado de las actividades del general, como lo llaman. Dentro de su memoria está presente que en los tiempos de Lázaro Cárdenas recibieron tierras, construyeron carreteras, realizaron instalaciones de luz, hicieron escuelas, crearon infraestructura para proveer a la población de sistemas hidráulicos y obtuvieron apoyos de diversa índole. La llegada de Lázaro Cárdenas era un momento de fiesta; así lo recuerda Martina Cacho:

Nos apoyó mucho, yo cuando estaba chica pues lo conocí, a él, al general Lázaro Cárdenas, papá de Cuauhtémoc que era el General, General Lázaro Cárdenas así lo nombraban, ¡ah! pues él nos visitó mucho y él fue el que nos empezó a dar aquí, por él fue el hospital, la escuela primaria Benito Juárez y por él fue que también la luz, la luz de Charapan. Él venía seguido, seguido venía, pues cada que venía se le hacía comida, se le esperaba, salían las güares que le bailaban, le cantaban, unas en tarasco, como es la Meseta Purépecha, pues le cantaban en tarasco, era un gusto que lo recibiéramos a él. Porque al ver así, le daba a uno gusto ver que le decía uno y Charapan va a hacer esto, se va hacer esto, y así nos daba mucho gusto.30

En los recuerdos, Cárdenas fue el gobernante que estuvo en contacto permanente con el pueblo. Y, además, porque su paso por las comunidades se concretó en las construcciones y apoyo materiales a los indígenas de la sierra.

La presencia de Lázaro Cárdenas en las comunidades purépechas se remite al periodo cuando fue gobernador de su estado en 1928, con proyectos como la creación de ejidos en la sierra y la campaña de "desfanatización". Sin embargo, Cárdenas enfrentó múltiples conflictos en la región porque los pueblos vivían bajo una organización comunal de la tierra y con una cultura altamente religiosa.31 Durante este periodo se crearon los Centros de Educación Indígena (CEI) y más tarde el Internado Indígena de Paracho, que se empezó a construir en 1936.32 También en estos años comenzó la participación de líderes agraristas que actuaron con el respaldo de Cárdenas, si bien después de su periodo de gobierno estos grupos resintieron el rechazo de los indígenas. Así, se suscitaron grandes confrontaciones y linchamientos contra los agraristas, principalmente en Cherán.33 De esta forma intervino el general en la región purépecha durante su periodo presidencial. No obstante, el desempeño como presidente a nivel nacional, con la reforma agraria y la expropiación petrolera, tuvo mucho impacto en el imaginario colectivo de las comunidades michoacanas.

La figura de Cárdenas se consolidó cuando participó como vocal ejecutivo de la Cuenca del Tepalcatepec. Dentro de esta comisión consiguió que las obras de infraestructura también se destinaran hacia la Meseta Purépecha, donde consideraron a las comunidades de Charapan, Cherán, Nahuatzen y Paracho. El argumento para incluirlas fue que esa parte de la sierra estaba conectada con la cuenca por una "corriente subterránea de agua" que llegaba hasta Tierra Caliente.34

Entre 1950 y 1953 la Comisión del Tepalcatepec había logrado "poco más de 40 obras construidas y las que faltaban por terminar sumaban más de 120. Aproximadamente 20 carreteras y terracerías estaban en construcción; había ya 14 escuelas edificadas gracias a la comisión".35

Este trabajo tuvo continuidad con la Comisión del Balsas, creada en 1959. Mediante la Subsección del Balsas, Lázaro Cárdenas apoyó la construcción de servicios para los purépechas. Era un referente de apoyo, capacidad de gestión y obtención de servicios para la sierra.36 Los pobladores que recuerdan este periodo reconocen que "el general tenía los recursos financieros y nosotros teníamos los recursos humanos".37

Los vestigios de toda esta obra quedan plasmados en la memoria de la población beneficiada. Los logros y las conquistas de lo que ocurrió cuando el general estaba vivo y llegaba a la Sierra Purépecha se han convertido en historias que se transmiten generacionalmente; así lo comenta Gregorio Uribe, de Cherán, profesor de una de las comunidades ampliamente beneficiada:

La situación del cardenismo, un poco en la historia pues, era la defensa del patrimonio económico, del petróleo. El hecho mismo de los comentarios de nuestros abuelos, de nuestros padres en el sentido de que el general Lázaro Cárdenas recorría la región y entre ellas le tenía a Cherán una diferencia de atención y comentan que de esta diferencia que tenía pues finalmente llega la carretera, una escuela primaria de las primeras aquí en la región y todo esto es muy familiar entre nosotros [...] en cualquier momento llegaba a Cherán, se comunicaba con la gente [...] Esa es la razón de habernos involucrado en el asunto del cardenismo.38

Observamos que el general Cárdenas es fuente inagotable de una historia oral que se ha transmitido en el curso de los años y se ha fundido con la historia oficial. La gran mayoría de los pobladores de la sierra platican que conocieron o tuvieron contacto de alguna forma con él. Fue el gobernante que se acercó a ellos, una presencia protectora que continúa vigente en sus vidas y su entorno. En consecuencia, dentro de la memoria colectiva aún está presente algún lazo o relación con el general. Algunos recibieron tierras que el general entregó personalmente; otros recibieron animales; muchos más recibieron algún regalo que guardan con especial cuidado, ya sea un rebozo o una manta; algunos más tuvieron su auxilio en situaciones de extrema necesidad, como en los momentos de enfermedad o en la erupción del Paricutín.

Por estos motivos, los pobladores de las comunidades lo llamaron "Tata" Lázaro Cárdenas, "pues siempre lo vimos como nuestros antepasados, lo vimos como Tata, que quiere decir en purépecha el papá, el papá de los purépechas".39 Para ellos el general simbolizó una fuente de apoyo y cobijo. Así, advertimos que los elementos mágicos, religiosos y míticos perduran de manera significativa en la vida cotidiana de estas comunidades.40

Esta memoria, colectiva e individual, forjada en el curso de la historia, tuvo un papel trascendente en la coyuntura electoral presidencial de 1988. La presencia mítica del General Cárdenas resurgió durante la campaña política de su hijo.

De esta manera, la vigencia del mito del cardenismo fue fundamental en el contexto de 1988. Fue la creencia colectiva de la figura protectora, el guardián atento a las problemáticas locales, que además había revitalizado la cohesión social de la comunidad. Esta idea fue aún más arraigada ante el panorama de transformaciones nacionales. Garante de certezas, el cardenismo fue visto como esa idealización de una forma del ejercicio de la política desarrollada por Lázaro Cárdenas, en donde un general participante de la Revolución Mexicana se acercó a la gente del pueblo y dio beneficios materiales. Este imaginario cobró sentido cuando el hijo del general, o del "Tata", rompió con el partido oficial y retomó en su agenda política el ideario de su padre.

Siguiendo el relato de la historia del cardenismo, los purépechas quisieron recuperar esta parte del pasado, mas no para regresar en el tiempo, sino para incorporarlo en el presente y pensar en el futuro.

Entonces, recuerdos, historia y mito estuvieron guardados en la memoria de los habitantes de las comunidades de la sierra. Estos elementos cobraron relevancia cuando el hijo del general Cárdenas pasó por estos lugares.

 

LA CAMPAÑA Y LAS ELECCIONES

Veamos ahora el momento de la acción cívica. Los habitantes de esta región no sólo se organizaron para hacer pública su crítica al partido hegemónico durante la campaña del FDN, sino que hicieron uso de sus derechos como ciudadanos para expresar su desacuerdo con las prácticas del grupo gobernante. Dicho ejercicio fue en dos planos, que se traslaparon y confluyeron constantemente. Por una parte, reafirmaron su presencia como pueblos indígenas y mantuvieron sus estructuras comunitarias para intervenir como opositores al gobierno. De forma paralela, intervinieron en el proceso institucional de la elección en su calidad de ciudadanos e hicieron del voto un acto de protesta y posibilidad de cambio.

En los inicios de la organización, en la sierra se crearon los comités locales del FDN. Estos comités no tuvieron financiamiento ni apoyos económicos de los políticos nacionales de la CD, sino que se sostuvieron por cuenta de las personas de cada pueblo. Así lo expresa el presidente del comité de Cherán:

Los comités municipales no se forman por la CD, nunca tuvo un reconocimiento como tal ni tampoco el FDN, era más la iniciativa de la gente en participar, en cooperar; en las salidas como no hay, no había el financiamiento de autoridades, sino que aquí la gente se manifestaba con la mejor disposición, pero cada quien sufragando sus gastos, era una situación que a los que nos tocó vivir esa experiencia, era una situación bien entregada a lo que en ese momento se pensaba y se quería.41

Fue una organización independiente desde su sustento hasta la toma de decisiones importantes. En algunos momentos definitorios se realizaban acciones autónomas dependiendo del interés de la comunidad. Existía un espacio de libertad para decidir y actuar cuando las comunidades purépechas no estaban de acuerdo con los dirigentes. No obstante, los comités reconocían el liderazgo del FDN; siguieron los llamados, las convocatorias, y también acataron las decisiones que tomaban las cúpulas como parte de un proceso de coordinación de actividades. Hubo un flujo constante de información entre la dirigencia del comité municipal y el comité estatal. Las reuniones se hacían en Morelia, y los dirigentes de cada municipio viajaban de un lugar a otro. Este intercambio se daba entre los diferentes municipios que sobrepasaban los límites geográficos de la Sierra Purépecha.

A partir de ese momento, los pobladores de la sierra hicieron uso de su derecho como ciudadanos. Ya que con los comités empezaron a conocer el proceso electoral, la forma en que se manejaba el padrón y la credencial de elector. En elecciones pasadas, doña Martina Cacho recuerda que en los poblados "no, no, no, no sabían que en las elecciones tenía que sacar uno la credencial".42

La difusión de la candidatura de Cuauthémoc Cárdenas se realizó mediante entrevistas personales, regularmente a los familiares o a los amigos cercanos. La información pasó de familia en familia, entre grupos de amigos y entre los vecinos del mismo barrio. En algunos momentos, las conversaciones fueron privadas, debido a que en el pueblo la autoridad estaba en manos de priístas que se oponían al candidato rupturista. Sin embargo, llegó un momento en que éstos fueron rebasados.

La difusión interna fue una labor compartida entre hombres y mujeres, pero recayó más en las mujeres ya que los hombres fueron comisionados para ir a otras comunidades y comentar los acontecimientos. Esto se debía a que las mujeres se mantenían más ligadas a las labores domésticas y a la familia que los hombres. Esto no quiere decir que las serranas no se movilizaran a otras regiones, puesto que tal proceso sí sucedió, aunque con menor frecuencia. Se presentaron casos muy conocidos de movilización de mujeres, principalmente en la comunidad de Charapan. Lucrecia Isidro Rangel comenta sobre esta organización:

Y me iba con Lupe Álvarez, la esposa de Lenchito, con Fidelina o con Rosa, yo me juntaba así de diferentes partes, acá me iba con la mamá de ese Guadalupe Hernández [...] [y les decía] "aquí va haber esto para que salgas a avisar", "va haber una reunión extraordinaria en tal lugar para que les avises", "ahí nos vemos a tales horas" y así yo caminaba [...] me iba de orilla a orilla. Y ya la reunión y a tales horas va a estar una flecha que vamos a contratar para ir [...] ¡Nombre si es un relajo!43

Bajo esta misma lógica, las y los cardenistas tomaron parte en los mítines, y se movilizaron hacia distintas ciudades del país para reafirmar su apoyo al FDN. Llegaron a ciudades como Apatzingán, Uruapan, Los Reyes, Jiquilpan, Zamora, Morelia, entre otros poblados de Michoacán, y el Distrito Federal. El costo de los traslados, tanto los pasajes como la gasolina, se solventaban con la cooperación de los asistentes y de quienes permanecían en la comunidad.

El día de la elección la gente acudió a la plaza en donde estaba la casilla. Los cardenistas ya habían encontrado formas de organización que se presentaron durante la votación, así lo dice Pedro Sánchez: "Nos dedicamos a cuidar las casillas, fuimos muy celosos, nos concentramos, cada quien teníamos la comisión de estar cuidándonos".

A pesar de los esfuerzos en el espacio local, los resultados nacionales indicaron una ventaja cuestionable al candidato del PRI. Después de una serie de graves irregularidades del proceso electoral, aunado a las "fallas" del sistema de cómputo en la presentación de los resultados electorales, se dio como triunfador de la presidencia al priísta Carlos Salinas de Gortari. Un joven de Nahuatzen, que en la actualidad se dedica a la carpintería, registra dentro de sus recuerdos: "La impresión que tenemos y lo que sencillamente se sabe es que el ingeniero ganó, todo lo demás fue la trampa del mismo sistema que se encargó de hacer chapuza, lo que nunca vamos a creer que ¿cómo es posible que el sistema de cómputo se haya caído?, ¿cómo es posible que esas cosas en un país moderno hayan sucedido?"44

Esta noticia fue recibida con desagrado y desaliento. Pero no fue un sentimiento de derrota, porque ellos reconocían que no habían perdido, sino que les habían hecho un fraude. En ningún momento se asumió que Cárdenas había sido derrotado sino que le habían arrebatado el triunfo mediante trampas, fue un triunfo robado. En Charapan, Margarita Rincón afirma: "¡Aquí ganó! En donde quiera dijeron que aquí ganó, y allá [en la ciudad de México] van a dar los resultados y fue una sorpresa los resultados legales [..] fue una situación dura, difícil de controlar".45

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LA INSURRECCIÓN CÍVICA

Los efectos del cómputo final de los votos, dados a conocer por la Comisión Federal Electoral, provocaron diversas reacciones. En las cuatro comunidades purépechas se pasó de la tristeza a la indignación, de la ofuscación al enojo y de la desconfianza de los resultados electorales a la realización de acciones más radicales.

Las comunidades purépechas no disolvieron su organización, por el contrario, se consolidaron en torno a tres demandas fundamentales: el principal reclamo, a nivel nacional, fue la falta de legitimidad de Carlos Salinas y el desconocimiento de su presidencia; la segunda demanda, a nivel estatal, fue la remoción del gobernador del estado Luis Martínez Villicaña;48 y a nivel municipal hubo manifestaciones contra los presidentes del Ayuntamiento.

El periodo electoral había terminado y las vías institucionales estaban agotadas, los cardenistas decidieron participar bajo sus propias normas y medios. La dirección política de Cárdenas ya había disminuido, entonces, los purépechas actuaron por su parte. De esta forma, el 26 de noviembre de 1988, en distintos municipios de Michoacán, se dio el momento de condensación de las manifestaciones contra las elecciones del 6 de julio de ese año.49 Las movilizaciones más contundentes se hicieron públicas con la toma de 49 municipios michoacanos.50 Algunos municipios dejaron las instalaciones del Ayuntamiento, pero en aproximadamente 32 continuaron. En las cuatro comunidades de la Sierra Purépecha fue la muestra de una insurrección cívica que no concluyó sino hasta finales del siguiente año.

Las tomas se realizaron a partir de una reunión general en la plaza de cada comunidad. En Charapan se realizó una marcha interna y al final de ésta se tomó la presidencia. En Cherán la gente se juntó y mediante el toque de las campanas se llamó a toda la población a reunirse, posteriormente ocuparon las instalaciones. El ingeniero Francisco Sixtos Huerta recuerda:

Sonaron las campanas, la gente acudió al llamado y decidimos encabezar, me acuerdo muy bien, fuimos, yo y Leopoldo y Juan Ramos, y más gente a tomar el palacio municipal. "Que somos miembros del FDN y venimos con la gente a tomar pacíficamente para que respeten el voto, el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas, va a estar tomado por tiempo indefinido así es que les pedimos que se salgan y desocupen", y protestaron en aquel entonces [y las autoridades] preguntaron: "¿por qué?" [se les dijo] "Que esa era una decisión que había tomado la mayoría del pueblo". Empezó a llegar la gente, no queriendo, se salieron las autoridades, y saben: "que vamos a poner sellos en las puertas para que no haya vandalismo, robos"; y levantamos un inventario a todo lo que estábamos recibiendo y a partir de esa fecha por un año mantuvimos tomado el palacio municipal. Alrededor de un año.51

La apropiación de los espacios de poder político local ocurrió de esta manera. No intervinieron todos los integrantes de la comunidad, sin embargo, grandes grupos respaldaron la acción. El paisaje de la plaza principal y del Ayuntamiento se trasformaron, aparecieron entonces los plantones afuera de los edificios de gobierno y comenzó a construirse un espacio deliberativo en donde los disidentes podían actuar y discutir. Así estuvieron, en plantón por algunas semanas.

La presencia de la policía no se hizo esperar: desde finales de noviembre y a lo largo del mes de diciembre llegaron grupos policiales que intentaron desalojar a los insurgentes, donde participaron tanto hombres, mujeres y niños en defensa de su pueblo.52 Fueron los momentos de mayor confrontación y violencia.

Después de la toma de posesión de Salinas de Gortari se hizo público que Luis Martínez Villicaña dejaba la gubernatura del estado de Michoacán. Había pedido una licencia para ocupar la Dirección de Caminos y Puentes Federales.53 Hecho considerado como una victoria para los cardenistas, tanto a nivel estatal como local.

En este punto es imprescindible señalar que la insurrección cívica, tal como se presentó para los purépechas en 1988, fue resultado de un proceso deliberativo. Las acciones resultaron de la iniciativa de la dirección nacional pero discutida por la población; se hizo una valoración de esta decisión que circuló previamente como rumor: "Ya habíamos hecho un número importante de mítines donde ya amenazábamos con la toma de la Presidencia", expresa José Luis Esquivel Zalpam, de Paracho.54 Después fue motivo de reuniones para evaluar los riesgos:

Sí, se tomó la presidencia, fuimos nosotros a tomarla, yo y otras [...] A finales de noviembre para que no entrara el otro presidente, iba a entrar el otro presidente, entonces hubo reuniones, como le digo, ahí en la casa donde se hacía del partido del PRD, las reuniones se llevaban así con calma y ya en la reunión se tomó el acuerdo de que se iba a tomar las presidencia pues porque ya no podíamos pues, fuimos y la tomamos.55

En estas últimas cinco semanas de 1988 se llevaron a cabo decisiones que cambiaron la vida de los purépechas de la sierra. Fue el lapso temporal donde tomaron los ayuntamientos en reclamo de democracia y por los derechos infringidos; resistieron a la ocupación de la policía y el ejército; intentaron negociar con el gobierno de Villicaña, luego, con el gobernador Genovevo Figueroa Zamudio; finalmente conformaron una estructura de "gobierno paralelo" que funcionó durante el año de 1989. No sin discusiones, pugnas internas, oposiciones y conflictos, los cardenistas lograron llevar a cabo el ejercicio de gobierno y consiguieron disputar el mando político local, bajo sus reglas y sus mecanismos.

El año de 1988 fue el detonador de una insurrección cívica contra los gobernantes del PRI. Durante este tiempo se tomaron acciones y se realizaron actividades antes inimaginables. A partir de este momento, se constató que la movilización y la organización, cívica y comunitaria, eran posibles para modificar el rumbo de los acontecimientos. Fue una experiencia de aprendizaje que concluyó con la suma de nuevas demandas tanto de democracia como de autonomía. Además, dejó una nueva estructura de poder en la comunidad, se dio un proceso de movilidad política y se formaron nuevos liderazgos.

De esta manera se gestó la insurrección cívica purépecha, desde la participación activa en la campaña electoral hasta la toma de los ayuntamientos. Luego, inició otro proceso, en donde los indígenas de estos cuatro pueblos, utilizando los mecanismos y las estructuras comunitarias, establecieron gobiernos "paralelos" o "populares" que duraron hasta finales de 1989, cuando nuevamente participaron en elecciones, ahora a nivel local y ya dentro de un partido político recién formado.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Los acontecimientos presentados durante el proceso electoral de 1988 no sólo fueron resultado de una situación coyuntural como el llamado de Cuauhtémoc Cárdenas y el FDN, sino que respondieron a una serie de factores económicos, políticos, sociales, históricos y culturales preexistentes.

Para la gente de la sierra, 1988 es un momento de cambio y reacomodo en sus comunidades. La dinámica de vida se trastocó a partir de que las personas salieron de sus casas y empeñaron su dinero, tiempo y energía por frenar las dinámicas del gobierno nacional, estatal y municipal. Este tipo de experiencia política se construyó a partir de los procesos políticos nacionales y locales, de los problemas del presente, así como por un pasado idealizado que persistía en la memoria colectiva.

Lo que se observa en estos municipios es que perduró un mundo mítico y de creencias que sirvió como motor para la movilización de la gente. Por eso la importancia del rescate de la memoria histórica, porque la gente se inspiró en un mito que preservaba su comunidad y que era legítimo para ejercer el poder. Por tanto, la memoria, colectiva e individual, forjada en el curso de la historia tiene un papel trascendente. Si se parte del hecho de que el presente se construye y se explica a partir del pasado, y que cada actualidad es resultado de diversos tiempos —así como lo propone Fernand Braudel–,56 se entiende que el tiempo corto de las movilizaciones de 1988 alude a los movimientos políticos y las crisis de esta década; el tiempo mediano hace referencia a la actividad política de Lázaro Cárdenas del Río, del mito del General y del Tata, así como los derechos ganados en la década de 1930, que se funde con el tiempo largo de la historia de las comunidades indígenas, con sus creencias, mitos, religión y estructuras comunitarias. Todo esto en defensa de su futuro y para reivindicar su pasado.

Pero además, aprovechando la coyuntura nacional, los indígenas de esta región participaron en la elección de sus gobernantes, incursionaron en la campaña electoral y discutieron sobre el cambio a partir de éstas. Lucharon por demandas democráticas e incluyeron el voto electoral como mecanismo de protesta y resistencia. La participación de los habitantes de la Sierra Purépecha se basó en sus estructuras comunitarias, y en su historia, pero también innovó en cuanto a sus estrategias de lucha de acuerdo con los tiempos actuales.

Así, durante la campaña política del FDN, y sobre todo con la insurrección del 26 de noviembre de 1988, como respuesta al fraude electoral, en la Sierra Purépecha se hizo pública una esfera autónoma de decisión y movilización de los grupos subalternos. No fue algo espontáneo sino que se puso a la luz una organización que ya se había conformado con anterioridad que respondía a una estructura primigenia dentro de su pueblo.

De esta manera, en la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se presentó un nuevo momento dentro de la organización popular en Charapan, Cherán, Paracho y Nahuatzen, donde se utilizaron mecanismos de participación antiguos y modernos. Se hizo público un ámbito propio distintivo de los grupos indígenas conscientes de las acciones que realizaban para incidir en la política local y estatal. En este complejo proceso político se evidenciaron los mecanismos de organización, movilización, deliberación, negociación y conflicto dentro de las comunidades.

Finalmente, la experiencia política purépecha muestra un tipo de participación indígena híbrida donde se cruza la dinámica organizativa de la vida comunitaria y los mecanismos de participación cívica–democrática. El caso de los cuatro pueblos purépechas revisados aquí muestra cómo los espacios de participación política institucional pueden ser utilizados, rebasados y adaptados.

 

NOTAS

* La idea original se toma de la ponencia presentada en el XV Congreso Internacional de Historia Oral, "Los diálogos de la historia oral con el tiempo presente", organizado por International Oral History Association, 23 al 26 de septiembre de 2008, Guadalajara, México. La presente versión contiene correcciones y modificaciones para su publicación.

1 Para el caso de México existe una amplia bibliografía, en este trabajo se retoma el texto de Héctor Guillén Romo, La contrarrevolución neoliberal, México, Ediciones Era, 1997.        [ Links ]

2 Por mencionar, en el contexto de movilidad de la década de 1980 encontramos huelgas en algunos sindicatos y la conformación de frentes y coordinadoras. Además, destacan movimientos como el urbano popular y la formación de la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup), la Coordinadora Única de Damnificados (CUD) y la Asamblea de Barrios (AB); el Ayuntamiento Popular de la Coordinadora Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) en alianza con el Partido Comunista Mexicano (PCM–PSUM); las movilizaciones magisteriales, principalmente en Chiapas, Guerrero y Oaxaca; la organización de la sociedad civil a partir del terremoto de 1985; y el movimiento estudiantil de 1986–1987 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Véanse Jorge Alonso et al. (coords.), El nuevo Estado mexicano. III. Estado, actores y movimientos sociales, México, Universidad de Guadalajara/Nueva Imagen/CIESAS, 1992;         [ Links ] Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, Era, 2002;         [ Links ] Massimo Modonesi, La crisis histórica de la izquierda socialista mexicana, México, Juan Pablos/UCM, 2003;         [ Links ] Carlos Monsiváis, Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza, México, Era, 1987;         [ Links ] y Elena Poniatowska, Nada, nadie. Las voces del temblor, México, Era, 2002.        [ Links ]

3 Desde julio de 1986, la disidencia dentro del PRI constituyó a la Corriente Democrática (CD); sus dirigentes fueron Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez. Este grupo se afirmó como nacionalista, rechazó el viraje político del partido, cuestionó las reformas modernizadoras y al mismo tiempo la falta de democracia interna. A partir de este periodo inicia una ruptura histórica dentro del partido hegemónico. Véase Arturo Anguiano (coord.), La transición democrática, México, UAM–Xochimilco, 1988, p. 58.         [ Links ] También esta ruptura se debió a un proceso de sustitución de la élite en donde los tecnócratas desplazaron de los puestos de poder a los políticos nacionalistas. Para un análisis detallado de la CD desde su constitución hasta la postulación de Cárdenas como candidato por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) véase Luis Javier Garrido, La ruptura. La Corriente Democrática del PRI, México, Grijalvo, 1993.         [ Links ] Ahora bien, cambios y discusiones se presentaron también en los partidos de izquierda como el Partido Mexicano Socialista (PMS) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Véase Massimo Modonesi, La crisis histórica..., op. cit.

4 La campaña de Cárdenas, iniciada el 29 de noviembre de 1987 en Morelia, se fortaleció con la constitución del Frente Democrático Nacional en la ciudad de Jalapa, Veracruz, el 12 de enero de 1988. El FDN fue la instancia donde se reunieron distintas organizaciones políticas y sociales, con diferentes ideologías, que tenían en común el apoyo a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Desde sus orígenes estuvieron las siguientes organizaciones: Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), Partido Popular Socialista (PPS), Corriente Democrática (CD), Partido Socialdemócrata, Partido Verde Mexicano, Partido Nacional del Pueblo–Comité de Defensa Popular, Partido Liberal Mexicano (PLM), Unidad Democrática, Fuerzas Progresistas de México, Consejo Nacional Obrero y Campesino, Corriente Política de Masas. Posteriormente se sumaron: Grupo Poliforum, Asamblea de Barrios de la Ciudad de México, el Movimiento al Socialismo, Movimiento de Acción Popular, Organización Revolucionaria Punto Crítico, Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, Movimiento del Pueblo Mexicano, Convergencia Democrática, Movimiento Revolucionario Popular, Comité Nacional de la Defensa de la Economía Popular, Frente Nacional de Acción Popular, Coordinadora Nacional Revolucionaria, Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular, Asamblea Democrática por el Sufragio Efectivo, Federación de Organizaciones Obreras del Distrito Federal y la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo. Respecto de su plataforma política, este frente postuló cuatro ejes principales: 1) la formación de un gobierno democrático; 2) combatir la pobreza; 3) impulsar el desarrollo independiente del país; y 4) la defensa de la soberanía e identidad nacional. Estas fueron las bases programáticas de la candidatura presidencial del FDN, difundidas en los siguientes meses (La Jornada, 13 de enero de 1988, p. 14).        [ Links ]

5 Para este trabajo utilizo la metodología de la historia oral, ya que la historia de los pueblos indígenas se encuentra, además de en los archivos de propiedad de territorios, en la gente. Su historia se ha transmitido de padres a hijos de manera sucesiva. Esa historia oral es una cadena difícil de quebrantar que dota a la comunidad de un pasado en donde relatan tanto los logros, como el despojo y la violencia. Esta historia muestra procesos de resistencia que constituyen una base para el presente y el futuro. Véase Guillermo Bonfil Batalla, "Historias que no son todavía historias", en Carlos Pereyra, et al., Historia ¿para qué?, México, Siglo XXI Editores, 2004, pp. 234–239.         [ Links ] Los entrevistados fueron hombres y mujeres de 40 a 70 años de edad que participaron en las movilizaciones de 1988, actualmente habitan en las cabeceras municipales de Nahuatzen, Cherán, Paracho y Charapan. Estas entrevistas fueron recolectadas en los meses de julio, agosto y septiembre de 2005 y junio de 2007, y trabajadas en el transcurso del 2006 y 2007. Las entrevistas se contemplan como parte del archivo personal de Tatiana Pérez Ramírez, Sierra Purépecha. Proyecto Historia Oral 1. 45 entrevistas (ATPR–SP.PHO).

6 La Sierra Purépecha es una de las regiones más elevadas de Michoacán, se ubica entre tres ciudades: al sur Uruapan, al norte Zamora y al este Pátzcuaro. Pertenece a la región del sistema montañoso central. Su altura promedio es de 2 300 metros sobre el nivel del mar. Tiene abundantes bosques de pino y pino–encino, su clima es semifrío húmedo con lluvias en verano. Es una zona con actividad volcánica (erupción del Paricutín, 1943), por lo que el suelo se compone en mayor medida por rocas basálticas de alta porosidad. Una característica importante es que hay una gran escasez de agua desde la época precolombina, debido a su situación geográfica (Patricia Ávila García, Escasez de agua en una región indígena. El caso de la Meseta Purépecha, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1996, p. 47.         [ Links ] También: Marco Antonio Calderón Mólgora, Historias, procesos políticos y cardenismo, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 2004).        [ Links ]

7 La inflación anual en 1982 fue de 98.8%, en 1983 pasa a 80.8% y en 1984 a 59.2%. Sin embargo, para 1985 aumenta a 63.7%, en 1986 a 105.7% y en 1987 alcanza 159.2%. En 1988 se logra reducir a 51.7%. (Héctor Guillén Romo, El sexenio de crecimiento cero. México 1982/1988, México, Era, 1990, p. 79).        [ Links ]

8 Fragmento de la carta recibida por Cuauhtémoc Cárdenas durante su campaña política en 1988, enviada por una mujer michoacana. Este material se conserva en el libro que coordinó Adolfo Gilly en 1988, donde se recuperaron las cartas de apoyo, mismas que fueron seleccionadas, organizadas, transcritas y analizadas [en Adolfo Gilly (coord.), Cartas a Cuauhtémoc Cárdenas, México, Era, 1989, p. 69].        [ Links ]

9 Entrevista al señor Luis Vázquez Morales, 28 de julio de 2005. ATPR–SP.PHO 1/7–1.

10 Gonzalo Aguirre Beltrán, Problemas de la población indígena en la Cuenca del Tepalcatepec, vol. I, México, Universidad Veracruzana/Instituto Nacional Indigenista/Gobierno del Estado de Veracruz/Fondo de Cultura Económica, 1995, pp. 304–305.        [ Links ]

11  Patricia Ávila, Escasez de agua en una región indígena..., op. cit., pp. 89–107.

12 Ibid., p. 109.

13 Ibid., p. 110.

14 Idem.

15  "La región es considerada como una de las más pobres de Michoacán, debido a que las condiciones materiales de existencia de la población (ingreso, empleo, vivienda, salud y educación) están muy por abajo del promedio estatal y nacional [...] el índice de bienestar social de los municipios de Paracho, Nahuatzen, Cherán y Charapan en 1980 era de 16.8, 15.5, 12.1 y 8.9, respectivamente; mientras que el promedio estatal era de 18.2 y el nacional de 22.5" (ibid., p. 133).

16 Entrevista al profesor Gregorio Uribe Guardián, 27 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO– 1/2).

17 Entrevista a la señora Margarita Rincón Hernández, 12 de agosto de 2005 (ATPR–SP. PHO 1/20–1).

18 Entrevista a la señora Alicia Bonaparte Mora, 11 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/19). Las cursivas son mías).

19 Dentro de los grupos de comuneros se han creado organizaciones formales que atienden conflictos constantes por tierras y bosques. Uno de los movimientos con mayor arraigo y logros es la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ). La UCEZ fue una organización que se fundó en octubre de 1979 en la Meseta Purépecha, la cual logró articular a más de 150 comunidades y ejidos y fue una de los fundadores de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA). Fue una de las organizaciones campesinas mejor articuladas del país y la de mayor importancia en Michoacán, debido a la satisfactoria resolución de conflictos. Esta organización tuvo una importante presencia durante los ochenta y estuvo en constante disputa por el problema de tierras; la UCEZ mantuvo una estructura organizativa apegada a las normas y lógicas indígenas. Uno de sus dirigentes más destacados fue Efrén Capíz, oriundo de Nahuatzen, un campesino con prestigio y una amplia trayectoria política que se convirtió en asesor jurídico de esta organización (Jorge Zepeda, "No es lo mismo agrario que agrio ni comuneros que comunistas. La UCEZ en Michoacán", revista Estudios Políticos, núm. 2, vol. 3, abril–junio de 1984, México, pp. 63–67.        [ Links ]

20 Entrevista a la señora Alicia Bonaparte M., 11 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/19).

21 Entrevista al ingeniero Salvador Campanur, 23 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/32).

22 Entrevista al sacerdote de Nahuatzen Francisco Martínez Gracián, 28 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/8).

23 Gonzalo Aguirre Beltrán, Problemas de la población indígena..., op. cit., pp. 248–249.

24 Entrevista a la señora Margarita Rincón Hernández, 12 de agosto de 2005 (ATPR–SP. PHO 1/20–1).

25 Entrevista al médico Adalberto Muñoz Estrada, 27 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/1–1).

26 Véanse Luis Javier Garrido, La ruptura..., op. cit., pp. 175–176; Cuauhtémoc Cárdenas, Nuestra lucha apenas comienza, México, Nuestro Tiempo, 1988, pp. 40–45.        [ Links ]

27 El concepto de mito lo tomamos de Enrique Florescano: "En contraste con la historia, que se refiere a hechos 'verdaderamente ocurridos', el contenido del mito puede ser un acontecimiento real o imaginario, o un episodio que nunca ocurrió pero que muchos piensan que efectivamente tuvo lugar. En otras palabras, la verdad del mito no está en su contenido sino en el hecho de ser una creencia aceptada por vastos sectores sociales. Es una creencia social compartida, no una verdad sujeta a verificación. Su validez y eficacia residen en su credibilidad. El mito es el conducto por donde fluyen los sentimientos más íntimos que conmueven a los diversos grupos sociales. Es el lenguaje escondido para comunicar los anhelos de felicidad, paz, armonía, justicia y buen gobierno" (Enrique Florescano (coord.), Mitos mexicanos, México, Taurus, 2004, pp. 11–12.        [ Links ]

28 Entrevista al señor Pedro Sánchez Robles, 27 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/3).

29 Entrevista al sacerdote de Nahuatzen Francisco Martínez Gracián, 28 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/8).

30 Entrevista a la señora Martina Cacho Rosas, 19 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/28).

31 Marco Antonio Calderón M., Historias, procesos políticos y cardenismo..., op. cit., p. 145.

32 Ibid., pp. 176–177.

33 Ibid., pp. 153–154.

34 Ibid., pp. 228–229.

35 Estos beneficios llegaron a las comunidades purépechas; las autoridades y la población tenían conocimiento de esto y reconocían la capacidad de obtención de materiales y gestión por parte de Cárdenas. Tanto los representantes de Cherán y Nahuatzen hicieron público su agradecimiento hacia el general por la construcción de un camino que comunicara a estos dos pueblos (ibid., pp. 231–233).

36 Ibid., pp. 238–239.

37 Entrevista al señor Antonio Torres Salvador, 15 de septiembre de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/39).

38 Entrevista al profesor Gregorio Uribe Guardián, 27 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/2).

39 Entrevista al profesor Javier Torres Cano, 10 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO 1/18).

40 Gonzalo Aguirre Beltrán, Problemas de la población indígena..., op. cit., p. 251–252.

41 Entrevista al profesor Gregorio Uribe Guardián, 27 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO –1/2).

42 Entrevista a la señora Martina Cacho Rosas, 19 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/28).

43 Entrevista a la señora Lucrecia Isidro Rangel, 13 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/22).

44  Entrevista al señor Carlos Onchi, 28 de julio de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/5).

45 Entrevista a la señora Margarita Rincón Hernández, 12 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/20–1).

46 Tomamos un fragmento del cuadro que presenta Patricia Ávila que se titula Evolución del comportamiento electoral en la Meseta Purépecha, 1988–1992. Para los fines de esta investigación sólo se reproducen los resultados de las elecciones federales de 1988 en los cuatro municipios (Patricia Ávila García, Escasez de agua en una región indígena..., op. cit., p. 294).

47 Cuadro tomado de José Woldenberg et al., La mecánica del cambio político en México: elecciones, partidos y reformas, México, Cal y arena, 2000, p. 202.        [ Links ]

48 Luis Ramírez Sevilla, Dibujo de sol con nubes: una aproximación a los límites y potencialidades del PRD en un municipio michoacano. Historia de una utopía nonata, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1997, p. 134.        [ Links ]

49 La Voz de Michoacán, 27 de noviembre de 1988.        [ Links ]

50 Al inicio, la prensa nacional reportó la toma de 42 a 45 municipios, donde sólo mencionaron los casos más conocidos. Las cifras iniciales de los ayuntamientos tomados varían. Por ejemplo, en el diario La Jornada dieron los datos de 42 alcaldías tomadas, en el diario La Voz de Michoacán se registraron 45 casos. No obstante, en este trabajo se toman los datos de un estudio posterior realizado por Patricia Ávila, donde señala que fueron 49 municipios tomados en el periodo de octubre a diciembre (Patricia Ávila, Escasez de agua en una región indígena..., op. cit., p. 292.

51 Entrevista al ingeniero Francisco Sixtos Huerta, 24 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/35).

52 La Jornada, 30 de noviembre de 1988, p. 33.        [ Links ]

53 La Jornada, 4 de diciembre de 1988, p. 1.        [ Links ]

54 Entrevista al profesor José Luis Esquivel Zalpa, 15 de septiembre de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/38).

55 Entrevista a la señora Alicia Bonaparte Mora, 11 de agosto de 2005 (ATPR–SP.PHO–1/19).

56 La historia de larga duración se toma de Braudel: "Para nosotros los historiadores, una estructura es indudablemente un ensamblaje, una arquitectura; pero más aún, una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar y en transportar. Ciertas estructuras están dotadas de larga vida que se convierten en elementos estables de una infinidad de generaciones: obstruyen la historia, la entorpecen y, por tanto, determinan su transcurrir. Otras, por el contrario, se desintegran más rápidamente. Pero todas ellas, constituyen, al mismo tiempo, sostenes y obstáculos" (Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza Editorial, 1968, p. 70.        [ Links ]

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