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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.28 México ene. 2007

 

Empoderamiento de las mujeres

 

Memorias de mujeres. Un trabajo de empoderamiento

 

María Herminia Beatriz Di Liscia*

 

* Investigadora adscrita al Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa, Argentina.
Dirección electrónica: mhdiliscia@cpenet.com.ar

 

Recepción del original: 08–01–07
Recepción del artículo corregido: 22–10–07

 

Resumen

El estudio sobre la construcción de la identidad–ciudadanía de las mujeres lleva a abordar los procesos y contenidos de la memoria. La cultura se crea y almacena a partir de códigos de género, aprendidos para ser recurrentemente enseñados en la socialización; derivados de ellos, se desarrollan procesos de inclusión/exclusión, por lo que la memoria es el resultado de las relaciones históricas de poder. El género femenino manifiesta como anclaje una narrativa entre su identidad individual y las identidades sociales intergenéricas. A partir de estos pilares se da sentido, valoración y resignificación a lo experimentado en el pasado, por eso es que recuperar el valor de la memoria posibilita su empoderamiento.

Palabras clave: memoria, empoderamiento, identidad, género, política

 

Abstract

In order to study the construction of women identity and citizenship, we must deal with the processes and contents of memory. Culture is created and stored by particular gender codes that are learned and generally taught through socialization. Inside them, inclusion and exclusion are developed, therefore memory is the result of historical power relations. A unique female narrative is manifested as an ancor between individual acknowledgment and the link with inter–generical and social identities. Because of this, they strengthen and take place in the present in order to value their lives and re–analyze the facts of the past to recover women's memories and make possible their empowerment.

Keywords: memory, empowerment, identity, gender, politics

 

CONSIDERACIONES INICIALES

Desde hace varios años estudiamos la caracterización de la identidad política y los procesos de constitución de la ciudadanía femenina.1 Para esto, buscamos rescatar la memoria y conocer cómo se ha construido en torno a sus experiencias y a las coyunturas políticas a nivel provincial o nacional.

Un importante número de entrevistas y observaciones acumuladas a lo largo de más de diez años provee de una base empírica que –aunque parcial y no unificada– permite apoyar la argumentación que se presentará a lo largo de este trabajo.2 Se tomarán además, fragmentos de relatos de otras investigaciones.3 El recorrido que nos proponemos realizar supone no sólo identificar prácticas sociales, sino desentrañar cómo son significadas a través de: la relación entre lo "expresado" y lo "vivido", la apropiación de ideas con sus efectos en el discurso, así como las imágenes y los recuerdos.

No se trata ya sólo de reproducir unos discursos y unos saberes específicos de las mujeres, ni tampoco de atribuirles poderes olvidados. Lo que hay que hacer ahora es entender cómo se constituye una cultura femenina en el interior de un sistema de relaciones desigualitarias, cómo enmascara los fallos, reactiva los conflictos, jalona tiempos y espacios y cómo piensa, en fin, sus particularidades y sus relaciones con la sociedad global.4 La búsqueda de la participación femenina en acontecimientos políticos, junto al compromiso de "dar la voz" a quienes han estado ancestralmente ocultas y marginadas en su expresión, implica una continua tarea de recolección y análisis constante con testimonios orales que remiten a memorias. Rescatar y reconquistar la memoria, posibilitar la palabra, así como contribuir a develar identidades, son tópicos que tienen una enorme vigencia al encontrarse en expansión desde diferentes perspectivas.

La emergencia de nuevos sujetos de la historia y el desarrollo de los estudios de género en sus distintas miradas abrió la posibilidad –más bien la necesidad– de recurrir a nuevas técnicas y revalorizar otras antes calificadas como pre–científicas. Así, sujetos/as antes inadvertidos/as y nuevos temas, admitieron, desde el plano metodológico, un auge de las fuentes orales y reivindicaron el valor del abordaje cualitativo en sus diversas formas y aplicaciones. Un área particularmente sensible y fructífera para ahondar en las memorias es la de los movimientos sociales, en los cuales el registro y las experiencias individuales se cimientan en el contacto con el conjunto. Surge así el interés por las identidades colectivas, su construcción y sus memorias.

Las vivencias bajo regímenes de opresión, totalitarios y recuerdos de las guerras han emergido como un tema de estudio y análisis de las distintas ciencias sociales. América Latina no es una excepción. Un importante conjunto de investigaciones recientes bucean en lo profundo de las identidades y de la memoria durante la represión de gobiernos militares. Dentro de estos, nos interesan particularmente aquellos que intentan vislumbrar los modos, circunstancias y aspectos de la memoria que relatan las mujeres.5

¿Cómo se constituye una cultura de las mujeres dentro del patriarcado? Lugar tradicional en el que los significados se han creado dentro de relaciones de subordinación, donde ha sido difícil elaborar términos propios. Para el feminismo este ha sido un tema central de preocupación de lingüistas, filósofas e historiadoras. La cultura se crea, recrea y almacena, se guarda a partir de códigos particulares, aprendidos y recurrentemente enseñados en la socialización. Los estudios de la memoria articulan lo individual y lo social, puesto que remiten a lo que la sociedad ha plasmado en el pasado en una persona, cómo y qué le ha enseñado, cómo la ha condicionado o qué le ha posibilitado recordar, cómo significa el presente a partir de lo vivido.

La socialización supone procesos de inclusión y exclusión (de significantes, de símbolos, de espacios, de proyecciones y proyectos) en relaciones de poder más o menos explícitas. Así, la memoria es el resultado de específicas y particulares posibilidades de ser, de recordar, construye y se construye a partir del autoreconocimiento y valoración. Esto último es particularmente relevante al estudiar memorias de mujeres.

 

SOBRE EL CONCEPTO DE MEMORIA: ¿MEMORIA O MEMORIAS?

Paradójicamente, la memoria ha estado olvidada. Los estudios académicos sobre memoria, memorias y sus componentes, recién en los últimos años han comenzado a "revisitar" autores y corrientes teóricas en la búsqueda de su tratamiento. Los aportes de Maurice Halbwachs se han redescubierto y son tomados como inicio de análisis anclados en diferentes apropiaciones del pasado.

Desde el campo de la historia, Pierre Nora crea el concepto de lieux de memoire que conjuga las conmemoraciones que se desenvuelven en un espacio oficial nacional, en el que se identifican fechas, fiestas, ritos, héroes, gestas:

... lieux de memoire no se reduce a objetos puramente materiales, sino que es una noción abstracta, de dimensión simbólica, destinada a desentrañar la dimensión rememoradora de los objetos, que pueden ser materiales, pero sobre todo inmateriales (...) Se trata de comprender la administración general del pasado en el presente (..) Lo que cuenta, repetimos, es el tipo de relación al pasado y la manera en que el presente lo utiliza y lo reconstruye, los objetos no son más que indicadores y signos de pista.6

Así, se advierte que, nuevamente de manera paradójica el pasado no ha pasado y, como plantea Regine Robin; "el pasado no es libre, el pasado del pasado está fijado. El pasado es controlado, gestionado, conservado, explicado, contado, conmemorado, magnificado o envilecido, guardado".7 Con ello se crea y alimenta la "memoria colectiva", entendida ésta como una absorción/asimilación del pasado que se almacena a través de imágenes, gestos, consignas, disposiciones corporales.

Junto a la cronología, hay una subjetividad del tiempo que remite a procesos; a vivencias de hombres y mujeres concretos/as que actúan y sufren, a sus instituciones y organizaciones en los que "los sentidos de la temporalidad se establecen de otra manera: el presente contiene y construye la experiencia pasada y las expectativas futuras. La experiencia es un pasado presente cuyos acontecimientos han sido incorporados y pueden ser recordados".8 La memoria colectiva se elabora a partir de asociaciones y movilizaciones ancladas en sentidos preexistentes. Constituye un espacio complejo e impreciso en el que coexisten olvidos compartidos y proscriptos, recuerdos espontáneos y prescriptos, fantasías y utopías.

La sociología durkheimiana entendía a la memoria (dentro de los componentes de la conciencia colectiva), como hecho social que otorgaba integración e identidad a individuos y grupos y su desarrollo estaba muy extendido en las sociedades tradicionales. En esta misma línea, otros teóricos clásicos de la sociología sostuvieron la idea de que la sociedad moderna iba abandonando progresivamente la tradición, por eso, la influencia del pasado sobre el presente era algo sin demasiado interés, la memoria era un rasgo de sociedades primitivas que debía desaparecer en la modernidad.9

Durante el siglo XIX, la profusión de autobiografías, diarios, memorias y epistolario de autores (sobre todo varones) reflejan la vida cotidiana y la moral burguesa, la afirmación del individualismo y "los límites de lo prohibido o permitido, así como las incumbencias de los sexos".10 Frente a esa esfera subjetiva, se delimita el espacio público, donde se afirma la sociedad estatal, se diferencia del privado propio de la sociedad civil. La memoria se va constituyendo en un asunto público con el objeto de aglutinar identidades en la compleja sociedad industrial.

Los teóricos de la posmodernidad han otorgado a la memoria un papel central, pero frecuentemente la han utilizado ahistóricamente, perfilan pronunciadas discontinuidades entre los estados de memoria modernos y posmodernos. Muchos de estos autores consideran tal ruptura del sentido de continuidad como característica de una sociedad, excesivamente influida por instituciones y medios de comunicación en comparación con épocas anteriores. En las últimas décadas del siglo pasado, ha comenzado a diferenciarse entre historia y memoria:

Historia entendida como un saber acumulativo con sus improntas de exhaustividad, de rigor, de control de los testimonios, y por otra parte, la memoria de estos hechos cultivada por los contemporáneos y sus descendientes. Si bien se ha podido plantear una distinción de conjunto entre la disciplina científica y la construcción social del recuerdo, ha sido menos fácil precisar sus inevitables relaciones.11

El mundo contemporáneo defiende un estilo de vida en el que el cambio acelerado, lo transitorio y fugaz son valores indudables. Paradójicamente (de nuevo), los procesos y estudios de la memoria se encuentran en auge.

La revisión, enjuiciamiento y reconstrucción de hechos de regímenes dictatoriales y represivos ha motivado, en el mundo occidental fundamentalmente, una revitalización de estudios, procesos de recuperación de documentos, lugares y testimonios. Por otra parte, el rescate de acontecimientos y gestas protagonizados por grupos y comunidades marginados, dominados y silenciados, han marcado líneas de trabajo de descubrimiento y fortalecimiento de la identidad y su valorización. Nos interesa especialmente desarrollar esta última perspectiva, es decir, situarnos desde el lugar de las personas que recuerdan, silencian o han olvidado, más que en la institucionalización que se lleva a cabo a través de acciones estatales, aunque sin duda, ambas miradas están vinculadas.

Si consideramos que "la memoria" es una sola, se está obviando el proceso de su construcción, se la toma como "verdad" sin admitir disputas en cuanto a su capacidad de edificación de legitimidades. Se invisibiliza también a los/as actores/as sociales que están omitidos, ausentes, silenciados. Este es el enfoque que Alessandro Portelli plantea debe ser superado, es decir, la perspectiva que sostiene que la memoria colectiva tiene que ser unificada, que tiene que haber una sola memoria:

La memoria no es una cosa estática, está en movimiento (...) En la memoria colectiva están los marcos sociales que influyen en lo que se puede decir, en lo que se puede recordar. Pero no son fijos, son un espacio de expresión cultural y política que va cambiando. Y también influye en la manera en que se recuerda. Pero cómo se recuerda, qué se recuerda, cómo se relata un hecho, es muy personal y muy conflictivo. Lo que hace que una memoria sea democrática es su pluralidad, y no que sea compartida (..) La memoria está dividida, y sí, tiene que estar dividida.12

 

DE QUÉ ESTÁN HECHAS LAS MEMORIAS

Recuerdos, olvidos, silencios, omisiones, nostalgia, cambio, identidades, son los conceptos que se entrelazan para explicar la naturaleza de las memorias.

No sólo puede recordarse y olvidarse lo que se ha vivido, sino que también hay recuerdos que vienen a través de narrativas familiares, grupales o sociales. Así, pueden advertirse niveles y capas en las memorias que remiten a procesos conflictivos, a tensiones que expresan experiencias vividas y transmitidas. La memoria está sujeta a procesos individuales y vinculares, es una relación intersubjetiva, basada en actos de transmisión y reinterpretación.

El proceso individual se inicia en la experiencia, entendida esta en dos dimensiones: una de conocimiento y otra que es del orden de lo sufrido, de la implicación psicológica del sujeto, es la experimentación sobre el mundo que se asienta en las redes de conservación de estas informaciones en la memoria.13 La vivencia remite a un estado que el sujeto siente de manera emocional pero, también, a un momento donde toma conciencia de su subjetividad, de su identidad. Este estado puede ser privado, sin posibilidades de expresión, pero puede corresponder a una fusión de la conciencia individual en la totalidad colectiva.14

Se le encuentra de nuevo en el caso de los movimientos sociales cuando un conjunto de situaciones afecta de manera similar, sobre el plano emocional e identitario, a los miembros de un grupo, o de una clase o de una formación social, o cuando un destino común que está impuesto por las condiciones de vida, las relaciones sociales o las coacciones materiales y contra el que ellos se levantan. Esta es la dinámica de esta experiencia compartida que da cuenta del impacto de los movimientos feministas o ecologistas (...) Al lado de esa dimensión vivida, la experiencia trae consigo una dimensión cognitiva en la medida en que favorece una experimentación del mundo y sobre el mundo y concurre a la construcción de la realidad según las categorías o las formas que son socialmente dadas.15

Experiencias y vivencias se fundan en representaciones sociales,16 entendidas como sistemas de significaciones que permiten interpretar el curso de los acontecimientos; expresan la relación que los individuos y los grupos mantienen con el mundo y los otros; sistemas forjados en la interacción y el contacto con los discursos que circulan en el espacio público, inscriptos en el lenguaje y las prácticas; y que a su vez funcionan como un lenguaje en razón de su función simbólica y de los marcos que proporcionan para codificar y categorizar lo que compone el universo de la vida.

Son los procesos de simbolización que se encuentran en todas las sociedades los que permiten a los/as actores/as situados/as en este espacio, elaborar los esquemas organizadores y las referencias intelectuales que ordenarán la vida social. Esta simbolización constituye un a priori a partir del cual la experiencia de cada uno se construye y remite a tópicos y formas de recordar, jerarquizar, seleccionar y omitir en la memoria. Sin embargo, no debe devaluarse la dimensión de los/as actores/as como personas que deciden, que actúan intencionalmente. La etnometodología primero y luego otras corrientes que se alimentan del paradigma interpretativo, plantean una perspectiva progresista sobre la de la sociología clásica, rescatando la agencia humana.

Edward P. Thompson considera que la experiencia "incluye la respuesta mental y emocional, ya sea de un individuo o grupo social, a una pluralidad de acontecimientos relacionados entre sí (...) surge del interior del ser social con el pensamiento de hombres y mujeres sobre lo que les ocurre a ellos y su mundo".17 La investigación social habilita, al rescatar y permitir la expresión de las experiencias, el retorno de los seres humanos como sujetos, sus relaciones, intereses y conflictos pueden advertirse dentro de la cultura y conciencia. Pero las experiencias de las personas, agrega Thompson, no están sólo constituidas por ideas, sino como sentimientos y éstos están marcados por normas, obligaciones y reciprocidades, como valores.

Qué recuerdan, qué anudamientos con otros hechos y otros recuerdos realizan mujeres al narrar actividades políticas propias y ajenas remite a su posicionamiento en la sociedad, a sus posibilidades de expresión, de poner en palabras sus experiencias, a incluirlas en los "marcos" de memorias sociales y de su género.

Joan Scott, desde una óptica feminista, considera que la experiencia incluye tanto sentimiento como pensamiento y aparece como testimonio subjetivo.18 Remarca que siempre la experiencia refiere a individuos y quedan naturalizadas las categorías de hombre, mujer, negro, blanco, heterosexual, homosexual, tratándose como características de esos individuos. Remite a la concepción de Teresa De Lauretis, que redefine la experiencia como "trabajo de la ideología", trabajo en el cual la subjetividad es construida a través de relaciones materiales, económicas, interpersonales, de hecho sociales y en la larga duración, históricas, cuyo efecto es la constitución de sujetos como entidades autónomas y fuentes confiables del conocimiento que proviene del acceso a lo real.19

Josefina Cuesta Bustillo y Elizabeth Jelin aluden a la memoria como trabajo.20 Es interesante tomar en cuenta esto ya que se problematiza la consideración de la memoria como algo espontáneo e incluye la dimensión activa de los(as) sujetos(as). ¿Por qué hablar de trabajos de la memoria? El trabajo como rasgo distintivo de la condición humana pone a la persona y a la sociedad en un lugar activo y productivo. Uno/a es agente de transformación, y en el proceso se transforma a sí mismo y al mundo. La actividad agrega valor. Referirse entonces a que la memoria implica "trabajo" es incorporarla al quehacer que genera y transforma el mundo social.

Las personas al rememorar realizan operaciones, "esfuerzos" conscientes,21 "utilizan palancas"22 para revivir y expresan una narrativa sobre los hechos o situaciones, que en su discurso devela, junto al recuerdo, categorías aparentemente opuestas: el olvido y el silencio. Sin embargo, estas permiten también ser interpretadas y cada vez más su descubrimiento es un desafío tan relevante como el de interpretar los contenidos e informaciones. En este punto, resulta útil recurrir nuevamente a Halbwachs con su concepto de "marcos de la memoria", entendidos como espacios de expresión y de fijación que posibilitan –o restringen– lo que se puede recordar, por lo tanto, lo que se puede olvidar.

Los sistemas de género de la sociedad condicionan vivencias y experiencias que incluyen mecanismos de registro, transmisión y apropiación simbólica, establecen una normativa de comportamientos y expectativas, llevan a cabo inculcaciones y aprendizajes. Por lo tanto, dentro de los "trabajos de la memoria" también se incluye lo que se "debe" recordar, y lo que se "debe" olvidar. Si buscamos hacer brotar vivencias de las mujeres, el olvido no necesariamente puede ser interpretado como ausencia, sino como presencias ocultas, silenciadas, que necesitan de un tiempo y de "marcos" (situaciones compartidas, procesos de valorización individual y grupal) para emerger.

 

MEMORIA POLÍTICA DESDE EL CUERPO(OTRA FACETA DE "LO PERSONAL ES POLÍTICO")

¿Qué recuerdan las mujeres y cómo lo hacen? ¿cuáles son sus valoraciones, sus indicios? Una serie de trabajos empíricos que reúnen testimonios aproximan elementos de análisis.23

Estudios sobre la militancia setentista en América Latina en la que las mujeres fueron protagonistas, permiten examinar cómo ha sido la construcción de los roles de mujer, militante y madre que, al coexistir, formaron un complejo altamente conflictivo en el que se han hecho más evidentes los cimbronazos entre la "moral tradicional" y la filosofía del "Hombre Nuevo".24 Las mujeres, al reflexionar y narrar sus experiencias pueden hacer –algunas, no todas– un análisis en función de su género, cuestión que en el pasado no era usual pensar.

La cárcel, la tortura, parir en el encierro, los golpes y la desaparición han mostrado de forma más evidente la asimetría de poder entre varones y mujeres, donde la fuerza física, la ideología patriarcal de dominación y servicio macho–hembra, se ostentaba en todas las formas del abuso y violación. Dicotomía ancestral del cuerpo femenino: dolor y placer exacerbada en múltiples y retorcidas metodologías de tortura y sujeción. Memorias para armar, obra que reúne las experiencias de cárcel y de represión de militantes uruguayas, a través de un trabajo de taller, permite poner en palabras la represión sobre el cuerpo, vejámenes y torturas, las vivencias de la rebeldía, los recuerdos de la necesidad de la pareja, el aislamiento por el encierro, el vidrio que separaba e impedía tocar al otro y prohibía el acceso a una caricia.25 Las mujeres recuerdan que sus cuerpos "hablaban" a través de amenorreas, pérdida de cabello y todo tipo de trastornos.

Otros estudios situados en diferentes geografías, épocas y sucesos muestran, en el mismo sentido, los pliegues y repliegues en las memorias de mujeres, los avatares personales del recuerdo y los rasgos lagunares del mismo.26 Son reveladoras las experiencias de las que vivieron en los años de represión "la vida común" en su hogar y en el trabajo, en una sociedad demarcada y vigilada. En estos relatos se encuentran filtraciones de diferentes procesos políticos, efectos de políticas y prácticas culturales, narrados como experiencias particulares en la recordación de la vida diaria, en lo que no es diferente ni grandioso, sino en las rutinas.

¿Cómo impacta lo político, las transformaciones estatales, las medidas gubernamentales sobre la vida concreta de las mujeres? La mirada sobre la cotidianeidad, a partir de un análisis atento y cuidadoso permite también advertir modificaciones en apariencia nimias o irrelevantes desde lo macro–social, que pueden ser consideradas como gérmenes de empoderamiento o transformaciones radicales si las miramos desde la perspectiva de quienes actuaron. En este sentido, es interesante la reflexión y comparación en el ámbito de la entrevista entre la situación y condición de quien habla y la de sus congéneres de otras generaciones. Es posible, así, atisbar cambios y reflexiones que dan cuenta de diferentes modelos de género y de la crisis de los mismos.

Si la memoria –construida a partir de vivencias y experiencias– es parte de la socialización, mujeres y varones almacenan su propia vida y el pasado social circundante de manera diferente, de acuerdo a los presupuestos de género vigentes. "En la medida en que la socialización de género implica prestar más atención a ciertos campos sociales y culturales que a otros y definir las identidades ancladas en ciertas actividades más que en otras (familia o trabajo, por ejemplo), es de esperar un correlato en las prácticas del recuerdo y de la memoria narrativa". 27

Según manifiestan algunos estudios, las mujeres son más detallistas y descriptivas en sus relatos, expresan emociones y cuestiones íntimas. Sobre esto, consideramos pertinente citar in extenso, las apreciaciones de Trevor Lummnis sobre las investigaciones de Bertaux Wiame:

Isabelle Bertaux Wiame ha señalado que las mujeres evocan con más precisión que los hombres los acontecimientos familiares –cuántos parientes tenían, cuántos murieron, de qué se ocupaban, adónde su mudaron y otros detalles similares de la trama social–. Creo que esto también es válido para las entrevistas en Inglaterra. Según Bertaux Wiame, los hombres se ven a sí mismos como esforzados individuos y refieren sus vidas principalmente en términos de sus experiencias ocupacionales y personales. Las mujeres, en cambio, se encuentran mucho más atadas a la esfera doméstica y se apoyan en las relaciones interpersonales con los parientes: por ello suelen referir su historia vital usando el "nosotros" más que el "yo", lo que proporciona una pintura más cabal de la trama de relaciones sociales que incluye sobre tantos acontecimientos. Dada la tradicional división en roles, esto no resulta sorprendente. Las mujeres cuidan de la generación precedente y crían a la siguiente, tarea esta que se realiza con mayor eficacia en el seno de una trama familiar.28

Las mujeres contextualizan sus relatos en entornos familiares, en la cotidianeidad; en las tareas diarias hacen ingresar relaciones interpersonales diversas, se refieren más extensamente a vínculos con otros. El yo femenino se refiere más bien al polo de una relación, es un yo entroncado a otros. Estudios sobre la participación femenina en los movimientos urbanos en México, plantean las mismas características:

Es una memoria enraizada en la dinámica de la vida cotidiana que nos dibuja un mapa cognoscitivo de la ciudad con el paso de sus cuerpos, partiendo del lugar más íntimo de la relación conyugal, pasando por la cocina de la vivienda, continuando por las calles del barrio o las brechas del asentamiento periférico y, probablemente, llegando hasta los edificios sede de los máximos poderes públicos (..) contiene sus olvidos, como cualquier memoria humana, pero además, con otras palancas del olvido que han operado sobre la existencia de las mujeres, de tal suerte que quedaron sin acceso a dimensiones de la vida social que les correspondía conocer y participar porque eso no es para mujeres; la exclusividad del recuerdo le pertenece a los hombres.29

Los varones reflejan sobre todo narrativas en las no se salen de sus roles, de su "deber ser" de militantes, los sentimientos y flaquezas no se explicitan. La investigadora Jo Stanley, que estudia biografías políticas de integrantes del partido comunista en Gran Bretaña, y que precisamente se ha ocupado de rescatar lo personal, ha advertido que hablar sobre las emociones y la vida personal es más común en los relatos femeninos y que sus entrevistados varones eran reacios a hablar de sí mismos.30 Cuando incorporaban algún aspecto de su vida privada siempre era para justificar alguna tarea encomendada por el partido que no habían podido cumplir. Es necesario entonces, delinear las contribuciones de la perspectiva de género al estudio de las memorias sobre la participación política. La sociedad patriarcal ha diseñado la esfera política para los varones. El feminismo ha develado que el Hombre (entendido como universal), no siempre –o casi nunca– es verdaderamente universal.31

Durante el siglo XX se generalizaron en el mundo los derechos políticos para las mujeres. Sin embargo, esto no ha garantizado una igualdad real. La divisoria de los espacios público/privado ha continuado condicionando e impidiendo el ejercicio de la democracia plena para las mujeres. "La distinción público/privado, central como lo ha sido para la afirmación de la libertad individual, actuó como un poderoso principio de exclusión. Mediante la identificación entre lo privado y lo doméstico, desempeñó un importante papel en la subordinación de las mujeres".32

Aún cuando el espacio doméstico no las ha confinado totalmente, siguen marginadas de los cánones generales de la política. Esta situación se debe, en gran parte, a la rígida demarcación entre lo público y lo privado. En el ámbito público las mujeres tienen una posición subalterna y el espacio privado es identificado con lo doméstico, cuyas labores se les asignan casi exclusivamente. Esta demarcación por género produce también un doble reduccionismo,33 ya que lo doméstico queda despolitizado y la política queda limitada a lo público, ocultando las implicancias políticas que tiene lo doméstico. Precisamente la demarcación de lo público y lo privado ha definido lo permitido y lo prohibido, lo tolerado y esperado para cada género. La actividad política no es primordialmente para las mujeres, por tanto, no es "natural" que se grabe, que se recuerde. Asistimos en esto al silenciamiento, que es muy diferente del olvido.

Las imágenes del poder, de los organismos gubernamentales, de lugares de decisión, están dominadas por figuras masculinas (próceres, nombres de calles, de plazas, etc.). Además, toda la memoria de la represión está atravesada por imágenes sexuadas: la violencia del poder la expresan los militares, los rostros de las juntas castrenses. Por otro lado, las víctimas, las madres y abuelas que buscan a sus hijos y nietos, en una simbología paradigmática de mujeres con un pañuelo blanco en su cabeza. También el poder se hizo dueño de los cuerpos de distinta manera: las mujeres fueron torturadas allí donde la feminidad es paradigmáticamente objeto de placer, violadas y obligadas a parir en cautiverio. Paradójicamente, las mujeres que ancestralmente han estado asociadas al espacio privado (donde la intimidad es lo más recóndito) son las que han comenzado a sacar a la luz sus documentos íntimos, a mostrar sus cartas, a animarse a recordar y construir las memorias de la represión en Argentina.

Documentos elaborados por Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de Argentina compilaron, en 1985, testimonios –que son mayoritariamente femeninos– de los regímenes carcelarios entre 1974 a 1984. Otros ejemplos son las historias en el encierro de Hilda Nava de Cuesta y la obra colectiva de las sobrevivientes de la esma.34 La reciente edición de dos obras, una que contiene la historia de la represión argentina a través de recuerdos de prisioneras políticas y de más de quinientas cartas desde el presidio; la otra, la edición de cartas y un diario de una militante (labor que realizaron sus compañeras luego de su fallecimiento), aportan a la construcción de un área de análisis que no era tenida en cuenta en la militancia setentista: política, subjetividad y género.35

Dentro de esta línea, algunas autoras como Graciela Sapriza, se preguntan si las mujeres son portadoras de una memoria particular sobre el pasado reciente y de qué manera sus memorias pueden contribuir a construir una historia no lineal que muestre la diversidad de puntos de vista sobre los procesos históricos.36 Lila Pastoriza, sobreviviente de la esma (Escuela de Mecánica de la Armada), uno de los campos de concentración más importantes del régimen represivo, alude al compromiso del testimonio y a los "trabajos de la memoria" como tarea que emprenden para vincular pasado con presente.37

 

MEMORIAS DE LA MADRE. MATERNIDAD Y POLÍTICA

Elizabeth Jelin considera que en un primer nivel la relación entre memoria e identidad es casi banal, y sin embargo, importante como punto de partida para la reflexión: el núcleo de cualquier identidad individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia (de ser uno mismo, de mismidad) a lo largo del tiempo y del espacio.38 Poder recordar y rememorar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad. Identidad y memoria no son "cosas" sobre las que pensamos sino cosas con las que pensamos. Esta relación de mutua constitución implica un vaivén: para fijar ciertos parámetros de identidad (nacional, de género, política o de otro tipo), el sujeto selecciona ciertos hitos, ciertas memorias que lo ponen en relación con "otros".

Una constante se puede advertir al leer diversos testimonios de mujeres que han sufrido diferentes situaciones de violencia en gobiernos dictatoriales, son las alusiones hacia embarazos y maternidad. "Una cosa que me acuerdo mucho es el tiempo que tuvimos los bebés en el pabellón, duró un poco, pero todas colaborábamos", recuerda hoy una mujer de la provincia de La Pampa (Argentina) que estuvo presa casi dos años en el penal de Villa Devoto (Buenos Aires–Argentina). Hallamos alusiones similares en relatos de presas políticas en el Uruguay:39

1) Ella era una de las rehenes y quedó embarazada. Por esa época trajeron a las rehenes al Penal y ella tuvo una nena a la que llamó Paloma. No la podíamos ver, pero una vez fuimos a tender ropa y las del sector B, donde estaba Jessie, hablaban con Paloma, o lo hacían entre ellas para que nosotras oyéramos (,...) Son formas de comunicación increíbles que se van desarrollando en esa situación. E.L.

2) Una cosa que sentí mientras estaba embarazada estando presa fue que el hijo era como una protección también para vos y que te daba muchísima fuerza. Y, de hecho, el ser mamá era eso, era transmitir todos los valores, todo lo que vos tenías lo estabas pasando al hijo. V.G.

3) Que me encantan los niños y en una época estaba una muchacha que tenía una nenita que era absolutamente divina y la adorábamos, le hacíamos todos los mimos. La nenita chiquitita. Fue maravilloso. Para ella era horrible y para la madre también. No se puede criar un niño adentro de la cárcel... Pero para nosotros era maravilloso... E.L. Las memorias políticas de las mujeres están atadas a sus cuerpos y a sus maternidades. También lo testimonian mujeres que participaron en el Cordobazo,40 de los que seleccionamos algunos ya que nos dan cuenta de esto:41

4) Ese año operaron del corazón a mi pequeña hija (...) en ese año yo tenía 30 años y tres hijos, casada con quien aún me acompaña (...) Ni el partido ni mucho menos la sociedad darían respuesta y/o contención a procesos personales muy fuertes que me tendrían como absoluta, aunque no solitaria protagonista. El año del cordobazo aborté por primera vez. (Marta Sagadin)

5) Podíamos ser militantes fuertes sin abandonar a nuestros hijos. En ese momento tenía tres hijas, después vino una cuarta. Me hacía tiempo para trabajar, militar, volver a casa, atenderlas, conversar y contarles lo que yo hacía (..) Hoy, abuela y próxima a ser bisabuela, recuerdo aquellos sueños, aquella lucha y aquella entrega (Ana María Medina Nené Peña)

6) En el 68 me casé (...) en el 69 ya militaba en la Juventud Peronista con mi compañero (...) Nació mi hijo mayor. En el 70 dejé de trabajar en la fábrica y me dediqué a la peluquería, porque mi hijo requería más tiempo. Lo mismo seguí militando, en ese entonces en la Juventud Peronista Revolucionaria. En el 73 nació mi segundo hijo, Marcos (...) cuando el cordobazo, por esos días estaba trabajando en una fábrica de zapatos, estaba embarazada de mi hijo mayor, en estado bastante avanzado (Marta Aguirre).

7) Cuando entré en el Buen Pastor... ¿viste que cuando te privan de la libertad el sistema hormonal acusa recibo y dejás de menstruar? A la mayoría de las mujeres les sucede (...) Me tenía que poner un óvulo y no conocía mi vagina...una compañera me ayudó a que me explorara yo misma y encontrara el huequito de la vagina... tení a 24 años (...) Cuando nos fuimos del país fuimos a Puno, ahí fui a un médico que me hizo un aborto (...) En 1980, golpe de Estado en Bolivia. Volví a Perú y me reencontré con mi compañero, volví a quedar embarazada (...) hice el aborto (...) Al tiempo llegó mi compañero, nos cuidábamos del embarazo, hasta que un día decidimos tener una hija (...) golpe de Estado del narcotráfico en Bolivia... decidimos irnos a Brasil, y antes del nacimiento regresamos a Córdoba, donde nació Luz María en la Maternidad Provincial. (Inés Bruno)

8) En 1975 nació mi primera hija. Estábamos en pie de guerra en todo el país (...) 1978: Parí a mi tercera hija. Cambié de laburo a otra institución, ya habíamos formado una especie de cooperativa, reclamábamos tierras ante el Ministerio de Acción Social...suena raro ¿no? ¡estábamos locos!. (Isabel Guzmán).

Los recuerdos de las mujeres en la militancia en los años de represión, en la cárcel, se piensan y relatan con las experiencias de sus cuerpos, con sus maternidades y con el trabajo de cuidado. Los "marcos" de estas memorias están "acunados" (utilizo aquí la más que apropiada expresión de Mónica Herrero)42 en los hijos, afectos y la atención a otros.

La militancia de los 70 tenía el contexto de la revolución sexual, de los movimientos de liberación, del acceso de las mujeres al mercado laboral y a la educación. Se supone así que las que participaban en política, eran tributarias, de alguna manera, de estos cambios. ¿Por qué, entonces, los testimonios hablan persistentemente de la maternidad? ¿Por qué se mantuvo la maternidad aún en situación de riesgo como la represión o la guerrilla?

Una explicación es la de la escritora Diamela Eltit, quien plantea que los cuerpos femeninos abandonaron la inferioridad física para hacerse idénticos al de los hombres en la construcción de un porvenir colectivo e igualitario.43 Sin embargo, puede advertirse que, al mismo tiempo que el discurso incorporaba estos nuevos contenidos, menos esterotipados respecto a lo femenino, también subyacen dictámenes ancestrales que moldean conductas, prácticas y actitudes. "Se genera así una importante distancia entre las prácticas y los discursos. A veces, las prácticas son más modernas que los discursos y otras, la distancia se produce en el sentido contrario".44 Los relatos de las mujeres no ponen en cuestión la maternidad, o por lo menos, no lo verbalizan.

 

LA IMPLICACIÓN FEMINISTA Y LA BIOGRAFÍA PERSONAL. CIMBRONAZOS EN EL PROPIO CUERPO

El trabajo prolongado con testimonios, la práctica de la entrevista, la búsqueda y análisis de documentos de y sobre mujeres, nos lleva a una reflexión sobre la tarea misma de estudiar y comprender relatos de mujeres, y ser una de ellas. En este sentido, la clásica significación empática del término "comprender" nos ha conducido en muchas oportunidades a vi–venciar los dichos no sólo en el momento del encuentro con nuestras informantes, sino a posteriori, refiriéndola a la propia historia personal.

Sabido es que en toda investigación social con enfoque cualitativo se establece y alimenta una relación entre las dos partes –investigadora /investigadas– que tiene diferentes características y alcances. En varios casos, esta relación se ha visto potenciada por otros aspectos: la simetría de generación, (a veces de pertenencia universitaria), de lugar, de conocimiento de personas y sucesos locales nos ha producido a lo largo del tiempo, sensaciones contrapuestas. Por una parte, sin dudas, la posibilidad de indagación y comprensión más completa sobre detalles y características del acontecer de la época explorada, vocabulario y reflexiones en una dimensión y "frecuencia" compartida. Por la otra, me ha transportado a mi vida personal, y me ha hecho pensar cómo estaba viviendo esa coyuntura política y social.45

Frecuentemente se ha avivado en mí la pregunta, al pertenecer a la juventud de los 70 y haber transitado esos años en la universidad, y el compartir la utopía de un proyecto de sociedad, tener amigos/as que fueron presos y desaparecidos, me cuestiono cuál fue el misterioso designio por el que no pasé por esas dolorosas experiencias.46 Hablar con mujeres que remiten a sus experiencias recordando personas, lugares y sucesos cercanos ha representado constantes autointerrogaciones47 y trances emocionales en los que he revivido mi propia historia y la de mis compañeros(as) y amigos(as) encarcelados(as) y desaparecidos(as).

Los aspectos señalados apuntan a destacar la importancia de explicitar las vivencias propias, la no censura a reflotar recuerdos personales en la tarea de recolectar y analizar memorias de mujeres. También, a develar cómo se reformula el concepto de "cientificidad" para los estudios feministas, cuyo sentido de la objetividad cobra un significado de involucramiento. Así, acordamos plenamente con lo planteado por Ana Vázquez, quien escribe que:

Cuando se analiza un problema, la "objetividad" exige que se la mire desde afuera, lo que hace que el sujeto de la frase aparezca siempre en tercera persona. Pero en este caso soy juez y parte y me parece absurdo (por qué no decirlo, francamente hipócrita) tratar de disimular lo implicada que me siento en los problemas del feminismo hablando de "las mujeres", como si yo no fuera una de ellas. Me parece que hay que invertir la perspectiva, trataré de ser objetiva, justamente porque me siento intensamente comprometida con el feminismo.48

La elaboración de una historia de vida de una militante socialista (Rosalba D'Atri),49 en la que advertimos sus menciones hacia sus maternidades, nos hizo revisar materiales obtenidos anteriormente de otras mujeres y reflexionar sobre los recuerdos propios. Así, al rememorar y referirme a la Guerra de las Malvinas, siempre he recordado y señalado que en ese momento yo estaba esperando a mi segundo hijo, y he comentado la desazón que me producía estar embarazada en un país en guerra.

Las entrevistas a Rosalba se realizaron en dos épocas: las primeras en 1991, en la que se requirió información centrada en su historia de vida pública, su participación política; las segundas en 2005, donde el objetivo central fue indagar sobre la uma (Unión de Mujeres Argentinas). En estos dos momentos, con catorce años de diferencia, se observa claramente la constante señalada que jalona su memoria, que constituye sus marcos: las referencias hacia la maternidad, los ciclos de crianza de los hijos y la familia.

En la búsqueda de recuerdos en su memoria, pareciera que es necesario primero identificar algún hito ligado a la llegada de alguno de los hijos, para luego "ubicar" las actividades públicas.

(Entrevistada): Lo de la uma aparece...no se, no me acuerdo. (Entrevistadora): Yo puedo decirte en qué momento, en el 71. (Entrevistada): Claro, fue cuando yo quedé embarazada de Ariel, el penúltimo, el bebé que tuvimos que lo perdimos después o no sé si empezó antes, en el 71 empezó? (...) Mi participación debe haber venido por la relación que teníamos con N (se refiere a una militante del PC). Y nos reuníamos en casa, en esa época yo tenía tantos chicos que a mí me resultaba más cómodo que nos reuniéramos en casa y yo empecé a participar porque me gustaba, me gustaba la participación

(...) Ese era el tema, las necesidades de la mujer, me acuerdo de las reuniones que se hacían en casa, no te puedo decir que temas específicos se trataban. Lo que pasa también es que era una época, cuando nació Ariel, Selva tenía 5 ó 6 años y después de Selva todos eran seguiditos. Además fue una situación muy dramática nuestra desde lo económico

(...) Y como para mí la responsabilidad era una cosa habitual, yo asumí el trabajo en el diario, no como la Señora de Saúl o la hija de papá. Pero yo nunca me sentí dependiente de nadie, era mi forma de ser (...) Entonces claro, se fueron dando situaciones distintas pero yo corría mucho. Porque nosotros fuimos teniendo un hijo casi cada un año y medio. Los cuatro primeros son muy seguidos, y yo amamantaba a los hijos. Eran épocas bravas, así que tenías que coser de todo (...) Nosotros habíamos sido educados en un culto a la cocina, por ejemplo, yo cocinaba mucho. Después a medida que fuimos teniendo muchos hijos fui simplificando la cocina, pero el amasado en casa era norma. Yo dejé de amasar cuando nació Irina, ya era la tercera; ya directamente no podía porque eran épocas bravísimas. Entonces, yo dejé de trabajar en el Diario entre que quedé embarazada de Irina y después nació Sonia (...) los primeros diez años del Diario fueron terribles, porque salvo en ese período que te decía hoy, esos tres años que nació Irina y que nació Sonia. Bueno, después que nació Sonia en el '62, que la situación política era tan tremenda con Ongania, prácticamente no había actividad política, por lo menos yo no la tenía.

En ninguna de las dos etapas fue requerido hablar sobre sus hijos ni sobre la organización familiar, sin embargo, son estos los mojones que delimitan, organizan y estructuran sus remembranzas.

Diferentes generaciones, situaciones laborales y espacios dentro de nuestras investigaciones nos muestran a la maternidad como eje organizador de los relatos. En la indagación de la primera vez que las mujeres votaron en Argentina, que en La Pampa constituye un hecho especialmente relevante, ya que cambia el status político del área (pasa de ser Territorio Nacional a Provincia Eva Perón), encontramos el testimonio de Jovita, pobladora de una pequeña localidad quien manifestó su recuerdo de la primera votación así: "Sentí una gran responsabilidad, cuando emití el voto lo hice con mucho nerviosismo, estaba a pocos días del nacimiento de mi primer hija y apenas tenía 20 años, ya sabía de muchas mujeres que habían luchado por la igualdad en cuanto a la elección de las autoridades".

Como sujetos/as sociales que somos, nuestras palabras no son sólo nuestras, ya que el discurso siempre participa de interdiscursos en los que hay más que un autor/a responsable de la enunciación. Los diferentes relatos, que pueden permitir vislumbrar particularidades, nos llevan, sin embargo, a encontrar presupuestos de género comunes, más allá de las diferencias de clase, de instrucción y de experiencias.50

 

EMERGENCIA Y EMPODERAMIENTO

Un estudio que hemos realizado51 sobre la huelga más importante y prolongada de la provincia de La Pampa llevada a cabo durante varios meses en Salinas Grandes, nos mostró que la labor llevada a cabo por las mujeres: cocinar en la olla popular para sostener a las familias obreras a las que se les había suspendido el salario, se encontraba invisibilizada. No sólo no había sido registrada como hecho político, sino que ellas quedaron indiferenciadas en una labor "doméstica" y nadie recordaba siquiera sus nombres.

Un minucioso trabajo de localización de las participantes y de distintos actores políticos del conflictos nos permitieron construir una sinfonía de voces en las que interactuaron los roles de género, las memorias de la época y el reconocimiento de quienes fueron protagonistas. A partir de bucear sobre la olla popular, se pudo hacer emerger que las mujeres también fueron partícipes de muchas de las acciones desplegadas en la huelga, como marchas, movilizaciones a la capital provincial, asambleas, piquetes y pintadas de carteles. Sin duda que cocinar en la olla popular fue una actividad pública, pero fue significada como privada, al ser actuado por mujeres. Y al estar simbolizado como privado no hay objetivación, no hay iguales sino "idénticas",52 indiferenciadas, es el espacio de la indiscernibilidad.

En la práctica concreta, las concepciones acerca de la política, inclusive de la militancia de izquierda, reprodujeron ideas y actitudes de subordinación de los varones militantes sobre las mujeres, encasillándolas en determinadas tareas, marginándolas de otras, en definitiva, menoscabando una participación igualitaria en las posibilidades de ser artífices del cambio social. En el caso expuesto, más aún tratándose de amas de casa y obreras sin experiencia, salineras y militantes fueron rotuladas como "acompañantes" del conflicto.

Pero para las protagonistas que hemos rescatado, los días de la huelga con las diferentes actividades: la distribución de tareas, que implicó organización de víveres, turnos y grupos para alimentar a contingentes que eran numéricamente variables, el traslado a la capital y la interacción con otras personas ajenas a la colonia, han quedado indeleblemente marcadas en sus recuerdos como una época de continuo intercambio y dinamismo, que rompió la rutina del ghetto de Salinas.

Es posible que las mujeres no hayan decidido el rumbo de la huelga ni hayan tenido posiciones definidas en torno a ella, pero su aporte fue vital y mucho más allá de las tareas asistenciales. Se mantuvieron firmes frente a un conflicto prolongado para el que no estaban preparadas. Afrontaron una circunstancia donde la propia supervivencia estaba en juego ya que debieron resistir sin salario, en una situación prácticamente de encierro en cuanto a infraestructura y servicios, dependientes en todo de la patronal. No hay que olvidar también la amenaza siempre posible y latente de la represión física ya que hubo algunos ensayos represivos y las mujeres pusieron el cuerpo para frenarla. Existieron también otros desafíos: enfrentar a los "rompehuelgas" y resistir a las provocaciones que podían ocasionar reacciones de violencia y miedo. Ensayaron y pusieron en práctica nuevas formas de vivir en la rutinaria colonia de Salinas en la que hemos rescatado una militancia desdibujada en el tiempo que, sin embargo surge con fuerza –aunque con diferentes matices– en una lectura atenta de sus recuerdos. A través de los hechos que hemos rescatado, pueden observarse manifestaciones políticas sui generis.

Como en otras coyunturas políticas que hemos estudiado, en la huelga de Salinas Grandes interactuaron dos grupos de mujeres: salineras y militantes, muy diferentes en formación, en experiencias, pero igualmente marginadas de la reminiscencia colectiva. De entre las militantes, interesa destacar el siguiente testimonio, perteneciente a una periodista, dado que fueron estos dichos lo primero que ella recordó al ser entrevistada, lo que muestra, al igual que los relatos del apartado anterior la constante de las coordenadas maternales en el almacenamiento del recuerdo:

Fíjate que me acuerdo siempre una cosa de mi hijo... Bueno, él tenía que hacer una composición para la escuela y él escribe esto: Hay un lugar, que queda muy lejos de mi campo, porque claro, cada vez que salíamos de Santa Rosa, enseguida era el campo, y la gente vive toda junta, está toda junta pero no trabaja, está de huelga, y hacen fiestas muy lindas porque vamos a comer. ¡La fiesta esa de navidad que fuimos! Lo de la olla popular y todo eso a él le pareció, una recepción increíble. Y no tienen para comer pero la gente les da. Y vienen camiones y camiones y camiones de todo el mundo... (risas) con paquetes de comida y con eso hacen la comida.

La memoria rescatada nos ha permitido advertir que las mujeres pudieron emerger a través de situarlas en la olla, y de ahí en las otras actividades de la huelga y del trabajo. Hasta nuestro estudio los actores eran sólo los hombres, porque no puede haber una huelga sin trabajadores, y los trabajadores son "naturalmente" varones. La memoria colectiva se construye sobre la base de una variedad de recursos: mitos públicos, historias encontradas, reputaciones buenas y malas, la división del pasado dentro del tiempo de antes y el después del suceso.

Analizar la huelga de Salinas Grandes permitió hacer visibles y audibles a las mujeres que ancestralmente han tenido nulas o escasas posibilidades de construir su identidad autónomamente. Ahora, las narraciones de otros participantes han comenzado a incluirlas53 y ha posibilitado el inicio de un proceso de apropiación del relato a las que fueron protagonistas y a otras mujeres y de autovaloración.54

En una investigación anterior,55 en la que estudiamos la participación de mujeres en la conducción de comisiones vecinales de la capital provincial, encontramos también, en instancias de grupos focales en los que se socializaron experiencias de las participantes, discursos que remitían a identificaciones de las trayectorias de otras congéneres, y la apropiación de esas vivencias como colectivo.

 

MEMORIAS DE MUJERES: UNA SAGA EN CONSTRUCCIÓN

Como hemos planteado, qué recordar y cómo, nos remite a vivencias, lazos sociales manifiestos y latentes, pero también a saberes, creencias, patrones de comportamiento, sentimientos y emociones que son transmitidos y recibidos en interacción social, en los procesos de socialización. Los contenidos y formas de guardar la memoria están atravesados por presupuestos de género.

Estudios tanto históricos como sociológicos han mostrado ampliamente que la participación de las mujeres en el espacio público, se nutre tanto de los argumentos de la maternidad social (la sociedad las justifica porque son más que madres biológicas y extienden esa función en varias instancias: en el trabajo, en la vecindad, en las instituciones) como de la autojustificación que ellas mismas realizan remitiendo sus experiencias "extramuros" a hitos maternales, a fin de disculpar omisiones o posibles desatenciones y confirmar su rol. La tensión entre lo público y lo privado es una constante.

La tarea feminista se aboca a dos grandes cuestiones. Por una parte, desmontar las características de la sociedad patriarcal, desnaturalizar la pretendida universalidad de mecanismos que excluyen a las mujeres y luchar por sus derechos. Por la otra, buscar formas y estrategias de recapturar a las mujeres para sí mismas, desarrollar mecanismos para crear y reforzar su identidad y así empoderarlas(nos).

El empoderamiento surge de una actitud interior, un reconocimiento de los recursos personales, una construcción de un sentido de humanidad a través del conocimiento de lo que se puede hacer, de aquello a lo que se tiene acceso –como los derechos humanos, como el acceso a recursos naturales, a ecotecnias Vg.— para combatir la vulnerabilidad y la pobreza. Escribir nuestra historia es sustento para el empoderamiento: poder trazar nuestra genealogía para sustentar la autoestima y sustituir el síntoma de la "orfandad de género" con el reconocimiento de nuestro linaje, nos habilitará para poder negociar los cambios domésticos, comunitarios, nacionales y extrafronteras que se requieren (..) Si exponemos los mecanismos que nos han mantenido en el silencio, en el cautiverio, posibilita nuestra autonomía.56

La escritura de nuestra historia, la búsqueda y reconstrucción de genealogías, el trabajo del recuerdo en la revitalización de las memorias de mujeres puede permitir superar la situación de orfandad ancestral. Reconocer el valor del cuidado, de las experiencias del cuerpo y asimilar su importancia a lo público/político en sentido clásico, en nuestra experiencia de trabajo ha posibilitado que muchas mujeres que en principio consideran no tener nada para decir, pueden revisitar sus recuerdos y experiencias y primero, valorarlos para sí mismas, para su vida particular.57 Luego, reconocer y reconocerse en otras. Además de un trabajo de justicia de identidad, contribuimos a análisis sociales más completos, que enriquecen con nuevas perspectivas.

Si como plantean Elizabeth Jelin y Josefina Cuesta Bustillo, la memoria es un "trabajo" en el que las personas se autoconstruyen y cimientan memorias sociales, para las mujeres esta tarea supone procesos permanentes de deconstrucción y elaboración, en los que dan cuenta de tensiones entre su invisibilización y desvalorización de sus experiencias, y de una lenta recomposición, en la resistencia, muchas veces desde los márgenes.58

Como dijimos al comienzo, rescatar la memoria es incorporar a quienes no fueron reconocidas (ni siquiera por ellas mismas), pero también señalamos que es una tarea de reconquista, puesto que las historias "instituidas" pueden cobrar diferentes significados e instaurar valor a quienes han estado ignoradas.

Las memorias, son espacios de lucha política, en los que cada generación crea y recrea, se reconoce en un "nosotras", en la inauguración de genealogías femeninas y feministas. En estos espacios de lucha, los trabajos de la memoria se tornan en empoderamiento para las mujeres.

 

REFERENCIAS

1 Nuestras investigaciones están situadas en el interior argentino, en la provincia de La Pampa, con un arco temporal de mitad del siglo XX hasta el presente.

2 Contamos con entrevistas de mujeres que actuaron como legisladoras, docentes y enfermeras en el primer peronismo; militantes y trabajadoras de la década de 1970 e integrantes de agrupaciones de mujeres, comisiones vecinales y movimientos sociales de los 90 a la actualidad. Puede advertirse así la heterogeneidad de generación, clase social y nivel de instrucción.

3 Sobre todo se han seleccionado los referidos a experiencias de la dictadura y represión en Argentina, Chile y Uruguay. Se detallan en las próximas citas.

4 A. Farge, en Isabel Morant, "El sexo de la historia", en Guadalupe Gómez–Ferrer Morant (ed.), Las relaciones de Género, Ayer–17/Marcial Pons, Madrid, 1995, p. 42.        [ Links ]

5 Entre otros, los estudios realizados por: Cristina Godoy (comp.), Historiografía y memoria colectiva. Tiempos y territorios, Miño y Dávila, Buenos Aires, 2002;         [ Links ] Elizabeth Jelin, "El género en las memorias de la represión política", en Mora, Revista del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, núm. 7, octubre 2001, pp. 127–137;         [ Links ] Silvina Jensen, "Reflexiones sobre el lugar de las mujeres en la memoria del exilio. Las exiliadas argentinas en Cataluña", en Sara Beatriz Guardia (comp. y ed.), La escritura de la Historia de las Mujeres en América Latina. El retorno de las diosas, Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina (cemhal), Lima, 2005;         [ Links ] y Graciela Sapriza, "Memorias del cuerpo", en Andrea Andújar, Débora D'Antonio, et al. (comps.), Historia, Género y Política en los '70, Feminaria editora, 2005, consultado en www.feminaria.com.ar        [ Links ]

6 Pierre Nora, "La aventura de Les lieux de memóire", en Josefina Cuesta Bustillo (ed.), Memoria e Historia, Marcial Pons, Madrid, 1998, p. 32.        [ Links ]

7 Regine Robin, Literatura y biografía, (s.e.)

8 Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo XXI, Madrid, 2002, p. 12.        [ Links ]

9 Jeffrey Olick, "Memoria colectiva y diferenciación cronológica: historicidad y ámbito público", en Ayer 32, Madrid, 1998, pp. 119–145.        [ Links ]

10 Leonor Arfuch, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, FCE, Buenos Aires, 2002, p. 33.        [ Links ]

11 Josefina Cuesta Bustillo (ed.), op. cit., p. 204.

12 Ingrid Jaschek y Sandra Raggio, "Entrevista con Alessandro Portelli", en Puentes. Comisión Provincial por la Memoria, La Plata, año 5, núm. 15, septiembre 2005, p. 38.        [ Links ]

13 Dense Jodelet, Experiencia y representaciones sociales, (trad.) María Eugenia Ríos Martín, Material bibliográfico del Seminario de Posgrado: Las representaciones sociales y la investigación en América Latina, Instituto para la Educación, el lenguaje y la sociedad, General Pico, Argentina, julio 2005.        [ Links ]

14 Esto puede advertirse en situaciones grupales (espontáneas o provocadas) en las que se expresan experiencias individuales que en un contexto de privacidad no había sido manifestado.

15 Denise Jodelet, op. cit.

16 Moscovici en Dense Jodelet, Representaciones sociales: contribución a un saber sociocultural sin fronteras, (trad.) Massimo Modonesi, Material bibliográfico del Seminario de Posgrado: Las representaciones sociales y la investigación en América Latina, Instituto para la Educación, el lenguaje y la sociedad, General Pico, Argentina, julio 2005.        [ Links ]

17 Edward P. Thompson, Miseria de la teoría, Crítica/Grijalbo, Barcelona, 1981, p. 19.        [ Links ]

18 Leonor Arfuch, op. cit., p. 92.

19 Teresa Lauretis, "Sujetos excéntricos: la teoría feminista y la conciencia histórica", en Cangiano y DuBois, De mujer a género. Teoría, interpretación y práctica feminista en las ciencias sociales, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993.        [ Links ]

20 Josefina Cuesta Bustillo, op. cit.; y Elizabeth Jelin, op. cit.

21 En varias oportunidades mis entrevistadas mencionaron necesitar algunos días para pensar ("para hacer un poco de memoria") sobre los temas que planteamos indagar y luego, a posteriori, manifestaron haber recordado otras cosas y que se quedaron pensando y nuevamente reviviendo las situaciones conversadas.

22 Expresión utilizada por Alejandra Massolo, Por amor y coraje. Mujeres en movimientos urbanos de la ciudad de México, El Colegio de México, México, 1992.        [ Links ]

23 Entre tantas otras: Lourdes Peruchena y Marina Cardozo, "Yo soy la misma libertad. La construcción de género y la memoria de las presas políticas uruguayas", en Sara Beatriz Guardia (comp. y ed.), op. cit., 2005; Silvina Jensen, "Reflexiones sobre el lugar...", op. cit.; Elizabeth Jelin y Susana Kaufman, "Los niveles de la memoria: reconstrucción del pasado dictatorial argentino", en Entrepasados, Revista de Historia, año X, núm. 20/21, 2001, pp. 9–34;         [ Links ] Mónica Herrera, "Memoria de la resistencia de las mujeres uruguayas a la dictadura en el Establecimiento de Reclusión Militar Nº 2, Penal de Punta de Rieles", en Andrea Andujar, Débora D'Antonio, et al. (comps.), op. cit.; y Graciela Sapriza, "Memorias del cuerpo", op. cit.

24 Este concepto, expuesto por Ernesto Che Guevara, alude a la creación de un ser humano diferente, basado en los principios del comunismo, libre del egoísmo y de la alienación burguesa. Sostenía que la Revolución no es sólo transformación de las estructuras, sino que requiere de una profunda transformación de los hombres, de su conciencia, de sus costumbres, valores y hábitos, de las relaciones sociales.

25 AA.VV., Memorias para armar, Editorial Senda, Montevideo, 2002;         [ Links ] Reseña de Nélida Bonaccorsi en La Aljaba, segunda época, Revista de Estudios de la Mujer, Universidades de La Pampa, Luján y Comahue, vol. VIII, 2003, p. 279.        [ Links ]

26 Véase María Herminia Di Liscia, "La UMA era una organización nuestra", en Género y política en los '70, 2005, (s.e.).; María Herminia Di Liscia, "Memorias de la Huelga de Salinas Grandes", en Convergencia, Revista de Ciencias Sociales, uaemex, México, 2005;         [ Links ] Dariela Kovalskys, "Dimensión subjetiva del género: una aproximación desde los relatos de vida", en Proposiciones, núm. 29, Ediciones Sur, Chile, 1999;         [ Links ] Daniel James, "Historias contadas en los márgenes. La vida de Doña María: historia oral y problemática de géneros", en Entrepasados, Revista de Historia, año II, núm. 3, 1992, pp. 7–24;         [ Links ] y Debbie Guerra, "La historia de vida como contradiscurso: pliegues y repliegues de una mujer", en Proposiciones, núm. 29, Ediciones Sur, Chile, 1999.        [ Links ]

27 Elizabeth Jelin, op. cit., p. 107.

28 Trevor Lummis, "La memoria", en W. Moss, A. Portelli, R. Fraser, etal., La historia oral, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991, p. 98        [ Links ]

29 Alejandra Massolo, "Testimonio autobiográfico. Un camino de conocimiento de las mujeres y los movimientos urbanos en México", en La Ventana, Revista de estudios de género, núm. 1, UDG, México, 1995, pp. 72–73.        [ Links ]

30 Jo Stanley, "Incluir los sentimientos: darse a conocer a uno mismo a través del testimonio político personal", en Taller, Revista de Sociedad, Cultura y Política, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, vol. 6, núm. 18, Buenos Aires, abril 2002, pp. 135–155.        [ Links ]

31 Luisa Muraro plantea: "Y me esforzaba por cumplir con aquella especie de deber mental que consiste en incluirme a mí también que soy mujer en "hombre", un ejercicio al cual fui adiestrada desde que comencé a ir a la escuela y que debería por tanto habérseme vuelto automático, de la misma manera que comenzar con mayúscula después del punto. Sin embargo no, quizás porque de tanto en tanto aparece un "hombre" en el cual No tengo que incluirme, es decir, un hombre de sexo masculino exclusivo." (Luisa Muraro, La alegoría de la lengua materna, Centro de Documentación sobre la Mujer, Buenos Aires, 2006, p. 3)        [ Links ]

32 Chantai Mouffe, "Feminismo, ciudadanía y política democrática radical", en Debate Feminista, vol. 7, México, 1993, p. 5        [ Links ]

33 Ana Sojo, Mujer y Política. Ensayo sobre el Feminismo y el sujeto popular, Departamento Ecuménico de Investigaciones, San José de Costa Rica, 1985        [ Links ]

34 Nos referimos a: Gorini y Castelnuovo, Lili, presa política, Antarca, Buenos Aires, 1986;         [ Links ] M. Actis, C. Aldini, L. Gardella, M. Lewin, y E. Tokar, Ese infierno. Conversaciones de cinco mujeres sobrevivientes de la ESMA, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2001;         [ Links ] y Estela Vallejos, Por amor a la libertad, Dialéctica, Buenos Aires, 1989.        [ Links ]

35 Libro colectivo, Nosotras. presas políticas. Obra colectiva de 112 prisioneras políticas entre 1974 y 1983, Nuestra América, Buenos Aires, 2006;         [ Links ] y La Lopre, Memorias de una presa política 1975–1979, Grupo editorial Norma, Buenos Aires, 2006.        [ Links ]

36 Gabriela Sapriza, op. cit.

37 (Lila Pastoriza, "Una mirada que se abre al futuro", en Puentes, Comisión Provincial por la Memoria, año 5, núm. 13, noviembre 2004, La Plata, pp. 54–57).         [ Links ] Puede señalarse también la experiencia de Memoria para Armar, creado en 1997 en Uruguay. Formado por un grupo de ex presas políticas comenzaron a trabajar sobre la memoria colectiva de los años de dictadura en ese país. El tiempo las fue llevando a buscar coincidencias con otras mujeres que habían vivido la represión del gobierno de otras formas. (Elena Zaffaroni, "Uruguay y la experiencia de Memoria para Armar. Las mujeres teníamos mucho para decir", en Puentes, Comisión Provincial por la Memoria, año 5, núm. 13, noviembre 2004, La Plata, p. 50–53)        [ Links ]

38 Elizabeth Jelin, op. cit., pp. 24–25.

39 Se han tomado de Lourdes Peruchena y Marina Cardozo, "Yo soy la misma libertad. La construcción de género y la memoria de las presas políticas uruguayas", en Sara Beatriz Guardia, (comp. y ed.), op. cit.

40 El Cordobazo fue un estallido social y político con amplia participación de base en la ciudad de Córdoba, Argentina, en 1969, en repudio al gobierno militar de Onganía. Los testimonios han sido extraídos de: Mujeres desde el Cordobazo hasta nuestros días, Editado por el Movimiento de Mujeres de Córdoba, Córdoba, 2006.

41 En este apartado, salvo el único testimonio de la ex presa de la provincia de La Pampa, no hemos utilizado testimonios obtenidos en entrevistas propias, con el fin de ampliar el espectro empírico, aunque no interesa una "representatividad" –en distintos aspectos– sino el potencial analítico de los casos presentados para aproximar interpretaciones teóricas.

42 Mónica Herrero, op. cit.

43 Citada por Graciela Sapriza, op. cit.

44 Dariela Kovalskys, op. cit.

45 Permítaseme utilizar la primera persona para aludir a la implicación propia, para diferenciarla de la tercera persona usualmente empleada para referir tareas, aclaraciones, etc. referidas al trabajo académico desarrollado.

46 León Rozitchner prologa el libro de M. Actis, C. Aldini, L. Gardella, M. Lewin, y E. Tokar, op. cit., con las siguientes palabras: "Nuestras sobrevivientes viven bajo este mismo insistente e implacable interrogante: ellas obsesionadas, se siguen preguntando –y será una pregunta que las acompañará toda la vida– con la necesidad de comprender lo incomprensible: el misterioso designio de haber transitado también ellas los límites del horror y haber quedado vivas cuando muchos miles fueron muertos".

47 Vino a mi memoria la requisa a la que fui sometida en un ómnibus en el que viajaba el día de la muerte del Comandante del Tercer Cuerpo de Ejército en Rosario (donde estudiaba), suceso mencionado en una carta de una presa política que he analizado.

48 Ana Vázquez, "Feminismo: dudas y contradicciones", en Alberto Koschützke (ed.), Y hasta cuándo esperaremos mandan–dirun–dirun–dan. Mujer y poder en América Latina, Nueva Sociedad, Caracas, 1989        [ Links ]

49 Nació en Santa Rosa, La Pampa, Argentina, en 1934. Se recibió de Perito Mercantil. Comenzó a militar en el socialismo desde muy joven. Tiene 6 hijos. Trabajó en cooperativas, en la administración pública y en el diario La Arena, propiedad de su familia, del que integra el directorio actualmente. Fue presidenta de la uma y candidata a intendente en 1983.

50 Nos animamos a realizar esta afirmación no sólo por las características heterogéneas de nuestras entrevistadas (que incluyen también diferentes generaciones y épocas en las que se han registrado los relatos), sino también por la bibliografía consultada expuesta en citas anteriores.

51 Parte de los resultados del mismo se han publicado en María Herminia Di Liscia, "Memorias de la Huelga de Salinas Grandes" en Convergencia, Revista de Ciencias Sociales, UAEMEX, año 12, núm. 38, mayo–agosto 2005, México, pp. 133–153;         [ Links ] y Ana María Lassalle, y Paula Lassalle, "Cuéntamelo otra vez: Relatos de mujeres en la época de la huelga grande. Mujeres, política y vida cotidiana en la huelga de Salinas Grandes (1971–1972)", en La Aljaba, segunda época, Revista de Estudios de la Mujer, Universidades de Luján, Comahue y La Pampa. vol. IX, 2004–5, pp. 123–138        [ Links ]

52 Las implicancias de los conceptos de "iguales" e "idénticas" son abordados en Celia Amorós Puente, Mujer, participación, cultura política y Estado, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1990         [ Links ]

53 Es interesante señalar que a partir de nuestra indagación, un militante que reconoció en la entrevista, "sentir vergüenza por no recordar a las mujeres", en otras entrevistas pudo incorporar la existencia de mujeres dentro de los actores de Salinas Grandes. Esto pudimos constatarlo en el análisis que sobre la huelga se brinda en Norberto Asquini, Crónicas del fuego. Luchas populares, peronismo y militancia revolucionaria en La Pampa de los '70, Santa Rosa, Amerindia, 2005.        [ Links ]

54 El estudio de la Huelga de Salinas Grandes se difundió, además de en artículos académicos, en una Muestra de Voces e Imágenes: "Destapando la olla". Presencia y participación de las mujeres en la huelga de Salinas Grandes, que se presentó, entre otros lugares, en Ma–cachín, población a la que se trasladó la fábrica de sal y en la que viven salineros y salineras protagonistas del conflicto. Los diálogos y comentarios de la observación de la Muestra en ese lugar y en el hall de la Universidad Nacional de La Pampa, Santa Rosa, donde viven otras familias que ya no trabajan ahí (que fueron despedidos y trasladados como "arreglo" del conflicto), revelan lo que planteamos y ha sido analizado en María Herminia Di Liscia, Ana María Lassalle, Paula Lassalle, "Las formas de la memoria: una mirada de género a la huelga de Salinas Grandes (1971–2)", en Actas de las Decimoséptimas Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa, General Pico, 2005, publicación en CD.        [ Links ]

55 Nos referimos a nuestra Tesis de Maestría, Política, participación y relaciones de género. Las Comisiones Vecinales de la ciudad de Santa Rosa (La Pampa), flacso, 2000;         [ Links ] algunos de sus avances fueron publicados en "Las relaciones de género en un contexto local. Comisiones vecinales de la ciudad de Santa Rosa (La Pampa)", en Taller, Revista de Sociedad, Cultura y Política, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, vol. 4, núm. 9, abril 1999, Buenos Aires.        [ Links ]

56 Lilia Granillo Vázquez, "La escritura de la historia como gestión de la identidad: perspectiva de género", en Sara Beatriz Guardia, op. cit., p. 36.

57 Remitimos a nuestras investigaciones sobre la Huelga de Salinas Grandes y Comisiones Vecinales mencionadas en el apartado anterior y a varios estudios sobre movimientos sociales, entre ellos los realizados por Alejandra Massolo, op. cit.; Beatriz Schmukler y Graciela Di Marco, Madres y democratización de la familia en la Argentina contemporánea, biblos, Buenos Aires, 1997;         [ Links ] María Luisa Tarrés, "Campos de acción social y política de la mujer de clase media", en Vania Salles y Elsie Mc Phail (coords.), Textos y pre–textos. Once estudios sobre la mujer, El Colegio de México, México, 1994.        [ Links ]

58 Elizabeth Jelin, op. cit.; y Josefina Cuesta Bustillo, op. cit. Política y Cultura, otoño 2007, núm 28, pp. 43–69        [ Links ]

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