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Política y cultura

versão impressa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.26 México Jan. 2006

 

Diversa

 

Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800–1845)*

 

Aimer Granados1

 

* Ana Lau Jaiven (2005), Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800–1845), México, Instituto Mora, 285 pp.

1 Profesor–Investigador de la UAM–Xochimilco.
Dirección electrónica: aimer@correo.xoc.uam.mx

 

Por asentista, nos recuerda y aclara Ana Lau, se entendía durante el siglo XIX a los que hoy llamamos contratistas del Estado. La reconstrucción de los avatares por los que tuvo que pasar Manuel Barrera en su calidad de asentista del naciente Estado mexicano durante el período comprendido entre 1800 a 1845, permite a la autora investigar y analizar algunos de los procesos centrales que este tuvo en su camino a la modernidad. Pero además, en su libro Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800–1845), se muestran facetas de una sociedad que transita del antiguo régimen, a una sociedad que aspiraba a introducir la modernidad en todas sus estructuras. Por otra parte, este libro también da cuenta de algunos aspectos relativos a la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad de México durante la primera mitad del siglo XIX, particularmente los relativos a las diversiones públicas (corridas de toros, peleas de gallos, espectáculos callejeros), la recolección de basuras y, la forma como las autoridades de la ciudad atacaron el problema del alumbrado público con el fin de alejar la inseguridad y el peligro que representaba la noche citadina.

Desde la perspectiva de la formación del Estado, el libro que se reseña en estas páginas muestra eficazmente algunas de las flaquezas y debilidades del modelo mexicano que surge de la Independencia a principios del siglo XIX. Es un sistema que en lo financiero estaba parcialmente en la ruina, lo cual explica que con frecuencia tuviera que recurrir a prestamistas y agiotistas con el fin de solventar sus gastos. Pero por otra parte, su precariedad también tiene que ver con su incapacidad para autoabastecerse en cuestiones como la prestación de servicios públicos, las diversiones, la limpieza de calles y parques y, el servicio de alumbrado público. Es aquí en donde el estudio de Ana Lau convierte en protagonista a la figura de Manuel Barrera, pues justamente él es uno de los contratistas más importantes del Estado mexicano durante la primera mitad del siglo antepasado. Ahora bien, aunque Barrera pudo consolidar una fortuna importante a través de la contrata con el Estado en los rubros antes mencionados, además de la importante contrata para "vestir al ejército mexicano" y su otra faceta como empresario inmobiliario, el estudio de Ana Lau muestra lúcidamente las peripecias e incluso conflictos que Barrera tuvo que entablar con autoridades judiciales para poder cobrar sus servicios al Estado. Además de las consideraciones que se pueden realizar en función del frecuente incumplimiento por parte de Barrera para prestar los servicios contratados, razón por la cual el Estado retenía los pagos que le correspondían, también hay que considerar la falta de iliquidez del gobierno para desembolsar estos dineros. Por otra parte, y en esta línea de resaltar las deficiencias del Estado mexicano, este libro también analiza los conflictos habidos entre diferentes instancias de gobierno, como el Ayuntamiento de la ciudad de México y el gobierno del Distrito.

Sastre, agitador, concesionario de los servicios públicos, habilitador de vestuario para el ejército, prestamista, propietario y especulador inmobiliario, miembro del Cabildo metropolitano, contratista de espectáculos, fiador y agiotista, Manuel Barrera representa un actor social que, como muchos otros y en un período de transición, tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones impuestas por la naciente forma de entender el Estado, la sociedad y los negocios. No obstante, como la autora insiste, no hay que perder la perspectiva de que el escenario en donde interactuó Barrera fue de transición y esta consideración tuvo sus implicaciones. Una de las más importantes es que si bien es cierto que los nuevos tiempos introdujeron innovaciones en la forma de acumular capital, por otra parte, la inercia de la sociedad colonial todavía imponía patrones culturales sin los cuales estas nuevas formas de gestionar el capital no habrían tenido éxito. Particularmente me refiero a la relación existente entre las redes sociales y los negocios, anunciada por la autora desde el título de su libro. Como nos lo recordó François Xavier Guerra cuando analizó el tránsito del antiguo régimen a la Revolución en México, desde el punto de vista político dicha transición logra interesantes niveles de explicación si se tiene claro el modelo de las sociabilidades políticas antiguas y modernas que interactuaron durante dicha transición. El modelo interpretativo que nos ofrece Ana Lau para explicar la transición novohispana, justo un siglo antes de la transición estudiada por Guerra, enfatiza en el tipo de sociabilidades de antiguo régimen que sirvieron a personajes como Manuel Barrera para convertirse en un importante negociante. Es decir, las sociabilidades del antiguo régimen no solamente impactaban la esfera de lo político, sino también, evidentemente, como lo muestra la autora de este libro, el ámbito de los negocios. Estas sociabilidades no son otras que las de las redes sociales, de la amistad, particularmente con personajes políticos, las de la familia, los favores, y la pertenencia a gremios como el Ejército, con todo y sus fueros aún vigentes para el período estudiado. Es evidente que las sociabilidades del antiguo régimen en un período de transición, al menos para el caso mexicano, también sirven para explicar procesos de tipo económico como los estudiados por Ana Lau. Así, las ligas de amistad que el asentista Barrera y su clan familiar establecieron con figuras prominentes del naciente Estado mexicano le permitió al grupo Barrera acumular y amasar una pequeña fortuna que, además de los réditos en metal, le permitió al clan un ascenso y prestancia social, que de no ser por sus conexiones de tipo político no se hubieran logrado. Por supuesto que no solamente eran las amistades, los favores, el clientelismo y, en general las sociabilidades antiguas las que favorecieron a Manuel Barrera en su ascenso socio–económico –y en menor medida político–, sino que también ello se debió, como afirma Ana Lau, a las nuevas maneras de entender la acumulación de capital, así como a las capacidades empresariales del personaje en cuestión. La hipótesis sobre la estrecha vinculación entre las redes sociales (amistad, lealtad, favores), los negocios (básicamente la contrata con el Estado) y la política (Ejército, Estado y ayuntamiento de la ciudad de México), en el caso del clan de los Barrera, queda plenamente comprobada cuando en el epilogo del libro su autora analiza el descenso de este grupo, justo bajo el contexto en que la correlación de fuerzas políticas ya no le fue favorable.

Otra de las facetas que quiero resaltar de este libro es la que tiene que ver con un cierto acercamiento que su autora hace a la vida cotidiana de la ciudad y de sus habitantes. Es este un panorama que sin ser el objetivo central de Ana Lau, y no tendría por qué serlo, aparece en función de variables que explican la relación establecida por el asentista Barrera con el Estado. ¿Cuáles eran los espacios para la diversión? ¿cómo se divertía la gente? ¿cómo lidiaba con la basura? ¿cómo vestía el ejército? ¿cómo eran las casas y el mobiliario de los sectores altos de la ciudad? Estas son preguntas que aparecen en la lectura de este libro. Sin embargo, debo insistir en que ellas no son el objetivo central, pero considero que al menos su formulación despierta la inquietud en el lector, que de todas maneras deberá acudir a otros estudios que aborden sistemáticamente estos aspectos de la vida cotidiana de los capitalinos de principios del siglo XIX.

Por último, y a manera de conclusión de este comentario al libro Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800–1845) de Ana Lau, quiero dejar la siguiente reflexión: leyéndolo, constantemente me hacía reflexiones sobre las "trampas", "triquiñuelas", "tapados", "incumplimientos" y "negocios en lo obscurito" que actualmente encontramos en la esfera de los negocios y la política de muchas de las sociedades latinoamericanas. Estos problemas estructurales en la formación de nuestras sociedades, en buena medida tienen explicación en la historia. Pero lo que no tiene razón de ser es que después de casi dos siglos de vida independiente, éstos "malestares" de nuestra cultura política y comercial sigan vigentes. Algo se ha avanzado, pero no hay que quitar el dedo del renglón para que en nuestras sociedades se imponga definitivamente la transparencia en el ejercicio del gobierno al igual que en el manejo de los dineros públicos, junto con un acelerado proceso de acceso a la información de carácter público.

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