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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.25 México Jan. 2006

 

Diversa

 

Las mujeres en la producción de la nación1

 

Cristina Palomar Verea*

* Universidad de Guadalajara, México.
Direcciones electrónicas: genero@cencar.udg.mx y genero@udgserv.cencar.udg.mx.
Este texto fue leído en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, en noviembre de 2005 como presentación del libro señalado.

 

Como el género, la nacionalidad es un término relacional que produce identidades derivadas de la pertenencia a un sistema de diferencias sociales. Del mismo modo en que las categorías "hombre" y "mujer" suelen definirse a sí mismas recíprocamente (aunque no simétricamente), la identidad nacional está determinada no sobre la base de sus propias propiedades intrínsecas, sino como una función de lo que no se es. Al implicar algunos elementos de alteridad para su definición, una nación es forjada determinantemente por aquello a lo que se opone. Parker señala dos consecuencias del hecho de que tales identidades dependan constitutivamente de la diferencia: un atrapamiento inevitable de las naciones por sus diversos otros definitorios, y la obligación de cubrir la ambigüedad inherente a la fundación de las naciones con la idea de una "unidad" que es modelada sobre y a costa de una gran variedad de culturas internas y de normas de género y sexuales, produciendo una ficticia homogeneidad interna.2

El interés sobre el tema del género y la nación inició a mediados de la década de 1980, cuando los estudiosos de género hicieron notar las debilidades en las teorías del nacionalismo que no daban cuenta ni del papel que las mujeres desempeñaban en los proyectos nacionales ni del impacto de los prejuicios de género en las dificultades para entender a la nación y al nacionalismo. El núcleo del vínculo entre el género y la nación está, según algunos de sus analistas,3 en los llamados "proyectos nacionales" que se basan en la retórica artificial de "la equidad para todos", ya que son múltiples las evidencias de que la nación ha sido y es aún ahora una entidad basada en el empoderamiento de algunos, en detrimento de otros. En la actualidad, es ya ampliamente reconocido el hecho de que la misma naturaleza de las naciones y del nacionalismo (o de los proyectos nacionales) está atravesada por el género, y se ha llegado a aceptar que es necesario desarrollar una perspectiva teórica que incorpore al género en todos los ámbitos del estudio de este campo.

El libro coordinado por Natividad Gutiérrez Chong titulado Mujeres y nacionalismos en América Latina. De la Independencia a la nación del nuevo milenio, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México en 2004, participa en este campo de trabajo que hace el puente conceptual entre el género y el nacionalismo como territorios que participan en la producción de identidades. Se trata, además, de un libro muy bien hecho, con ilustraciones atractivas y pertinentes y un buen cuidado de edición. Además, empieza con una excelente introducción que permite visualizar, de una manera clara y esquemática, el contenido y la estructura general del texto.

Se trata de un conjunto de textos producidos alrededor del proyecto de investigación denominado "Mujeres y nacionalismo. Estudios de patria, territorio y región" que tuvo como objetivo: "explorar la vinculación de las mujeres con el nacionalismo en América Latina" (p. 10); estos textos analizan, tanto sociológica como antropológicamente, el nuevo campo de estudios conformado por el vínculo entre el nacionalismo y el género.

Dos cuestiones son, probablemente, los méritos mayores del libro que hoy nos ocupa: por un lado, llevar las teorizaciones producidas en otras latitudes en el campo de los estudios de los nacionalismos y de los estudios de género a la realidad mexicana y latinoamericana, y con esto inaugurar una nueva línea de investigación; y, por el otro, desarrollar, en este nuevo contexto de exploración, una perspectiva teórica que incorpore la categoría de género en las explicaciones de las relaciones entre etnicidad, el parentesco y el simbolismo, así como en la explicación sociológica de ciertos sucesos y en las interpretaciones históricas indispensables para el desarrollo de las naciones. Este libro, por lo tanto, es el exitoso resultado de un esfuerzo por teorizar facetas de los nacionalismos con casos específicos de mujeres, presentando distintos ejemplos de América Latina, y mostrando una gran calidad en la investigación y la reflexión teórica, al mismo tiempo que demuestra originalidad y creatividad en el uso de materiales y documentos, y abre nuevos retos para la indagación en el campo de la historia cultural y el nacionalismo.

El supuesto que está en la base del libro es el reconocimiento de que "las teorías del nacionalismo (...) han subestimado y excluido a las mujeres de toda discusión, proceso o proyecto relacionado con la nación" (p. 9), por lo que su objetivo se centra en desmentir esa óptica, mostrando que "las mujeres de México y América Latina han hecho y se han dado patria, y su futuro está en la conservación y reproducción de los ideales que nos confieren independencia y soberanía" (p. 58). De esta manera, el libro participa en esa labor característica de la teoría feminista: traspasar las cortinas discursivas del género que impiden ubicar a las mujeres como verdaderas partícipes sociales cuya capacidad de agencia tiene efectos precisos en la construcción de la dimensión nacional.

En el afán de mostrar esta participación de las mujeres en la construcción de los nacionalismos latinoamericanos, este texto incorpora cuatro tendencias: la primera identifica de qué forma las mujeres han contribuido a construir las diferentes etapas de la nación y problematizar los procesos por los cuales el Estado y sus instituciones han determinado la exclusión de las mujeres de la nación con argumentos étnicos o raciales; la segunda explora las maneras de participación de las mujeres en los movimientos nacionalistas y étnicos contemporáneos; la tercera tendencia demuestra cómo se significa el cuerpo de la mujer en el contexto de producción del conjunto de símbolos nacionalistas, atribuyéndole motivos esencialistas; y, finalmente, la cuarta muestra el intenso interjuego entre la nación, la identidad y la cultura en procesos específicos de mujeres ligadas a quehaceres de construcción y divulgación de la cultura, la historia o la soberanía.

El libro se ha organizado en tres partes: la primera incluye igual número de excelentes artículos que, en un plano conceptual, establecen las coordenadas teóricas que prevalecen en los terrenos de las teorías de nacionalismo y de los estudios de género. El primer artículo, cuya autora es Natividad Gutiérrez –doctora en sociología con amplia trayectoria en los estudios de nacionalismo y etnicidad–, titulado "Tendencias de estudio de nacionalismo y mujeres", ayuda a identificar los principales cuerpos teóricos del género y el nacionalismo, y sus intersecciones en el contexto de la bibliografía más reciente. Identifica las tensiones, las contradicciones y los puntos de contacto, recuperando ejemplos y señalando las tendencias hacia el futuro, y planteando una útil diferenciación entre tres tipos de nacionalismo: la independencia, la construcción nacional y la nación del nuevo milenio. Para el análisis de estos tres tipos, la autora va mostrando diversos acontecimientos en los que son reflejados. Las conclusiones en este artículo subrayan la transmisión modernista de ideas y su concreción en nacionalismos que las mujeres han actuado y vivido, impregnándose y aprendiendo de éstos cómo hacer y pensar activamente la patria y la nación.

El segundo artículo, "Género y nación", de Nira Yuval–Davis –una académica feminista reconocida por sus aportes teóricos y empíricos de las mujeres, el nacionalismo, el racismo, el fundamentalismo y la ciudadanía en diversos contextos–, es una excelente traducción del original aparecido en la revista Ethnic and Racial Studies en octubre de 1993, y en el cual la autora resume algunos de los principales espacios en donde las relaciones de género son decisivas para comprender y analizar la fenomenología de las naciones y el nacionalismo. A partir de su observación de que en las discusiones sobre la "producción" y la "reproducción" de la nación los especialistas se centran en los burócratas o intelectuales del Estado o en los grupos étnicos, las ideologías y las fronteras, la autora plantea que no obstante, son las mujeres y no la burocracia o los intelectuales quienes llevan a cabo la reproducción nacional –biológica, cultural y simbólica–, y se pregunta por qué, si esto es así, las mujeres quedan "escondidas" por lo general en las diversas teorías sobre el fenómeno nacionalista. Este último es analizado por Yuval–Davis con una triple tipología que establece una distinción entre las facetas de las ideologías nacionalistas enfocadas a la ciudadanía de los Estados específicos (en territorios definidos), aquéllas que se centran en determinadas culturas (o religiones) y las que se construyen en torno al origen específico de la gente (o de su "raza"). Afirma que los distintos aspectos de las relaciones de género tienen un papel importante en cada una de esas dimensiones de los proyectos nacionalistas y son decisivos para cualquier teorización válida sobre ellos. Presenta cada uno por separado, y menciona las principales cuestiones que se deben analizar en ese contexto. Su conclusión es que las mujeres desempeñan papeles definitivos en la reproducción biológica, cultural y política de las colectividades nacionales y de otras comunidades, y agrega que las relaciones de género han demostrado ser significativas en todos los ámbitos de los proyectos nacionales, sea cual fuere su dimensión. No obstante, subraya que no se puede incluir a todas las mujeres en una categoría homogénea, sino que se debe poner atención a las divisiones sociales de carácter étnico, racial, de clase, de edad, de sexualidad y otras que pueden explicar la incorporación diferencial de algunos grupos femeninos en los proyectos nacionalistas.

El tercer artículo titulado "Multiculturalismo, poder y mujeres", de Margarita Zárate Vidal –doctora en antropología y profesora–investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa–, examina el tema de la participación política de las mujeres y su contribución al debate sobre la construcción de una nación multicultural en México, partiendo de la doble afirmación de que la oposición culturas–nación no es suficiente para resolver el problema de la desigualdad y de que la alternativa más justa es establecer un nuevo modelo multicultural de nación. Se destaca que dentro de la construcción social de culturas y nación prevalece una enorme desigualdad de género. El texto tiene distintos apartados: el primero se compone de algunas discusiones sobre la situación del concepto de multiculturalismo y la asociación de la mujer con la figura de nación en términos generales; en la segunda parte se aborda de manera más específica la discusión sobre multiculturalismo en México, la noción de ciudadanía y sus implicaciones para un modelo de género más justo. El siguiente apartado presenta materiales etnográficos que muestran las nociones de poder involucradas en la participación política de las mujeres campesinas e indígenas, y se analizan las normas de género que pautan su acción. Luego se discute el papel que tiene en estas luchas el rol de la maternidad y, finalmente, en las conclusiones se debate acerca del poder y las mujeres, a partir del descubrimiento de que las identidades de género múltiples cuestionan la idea de una nación monocultural y desafían un "multiculturalismo desde arriba".

La segunda parte del libro incluye cuatro artículos agrupados en torno al tema de la participación de las mujeres en las luchas de independencia, de liberación nacional y de movimientos etno–naciona–listas. El primero, de Elena Lazos Chavero –doctora en antropología y socioeconomía especializada en el campo del multiculturalismo y el desarrollo sostenible–, se titula "Mujeres nahuas en lucha: pequeños espacios, grandes carencias" y se sitúa en la intersección de los temas de población indígena, ambiente, pobreza y desarrollo, ligados al llamado desarrollo sustentable. La autora parte de la afirmación de que no se han podido construir políticas integrales para el bienestar de los grupos domésticos rurales que retomen procesos participativos, y mucho menos se han impulsado políticas que se centren en las mujeres indígenas. Con este artículo, Lazos Chavero discute las limitaciones y posibilidades que existen para construir procesos de sustentabilidad con el fin de que uno de los sectores más marginados y pobres del medio rural –las mujeres–pueda participar en la toma de decisiones sobre el desarrollo de sus comunidades, y en el acceso a sus recursos. A partir de un estudio de caso, propone una reflexión sobre las grandes desigualdades sociales existentes para las mujeres, particularmente las indígenas, para promover una verdadera participación y una apertura política en sus propias comunidades.

El siguiente artículo se titula "Mujeres y derechos indígenas: la propuesta del Congreso Nacional Indígena", y es de Siri Espeland –maestra en antropología, especializada en derechos indígenas y la situación de las mujeres en organizaciones políticas indígenas–. En este trabajo se describe el proceso histórico de conformación del Congreso Nacional Indígena, como un ejemplo de las nuevas organizaciones surgidas a partir de 1994 en México; se analiza su composición y la posición de las mujeres en el interior de este organismo indígena, a partir de un análisis más general de lo que ha sido la participación de las mujeres en la lucha de las mujeres indígenas. La conclusión es que ellas apenas están creando un espacio propio, enfrentando situaciones nuevas y difíciles en un mundo dominado por los hombres y sin ninguna práctica en las exigencias que deben enfrentar pero, participando en una lucha más general que busca la construcción de un México plural.

El tercer artículo de esta segunda parte es de Leticia Paredes Guerrero –candidata a doctora en antropología y especializada en la participación política de las mujeres yucatecas– y se titula "La participación de la mujer maya al interior del Partido Revolucionario Institucional", en donde la autora "da cuenta del tipo de participación política que las mujeres mayas yucatecas asumen en el interior del Partido Revolucionario Institucional, retomando como hilo conductor del trabajo la experiencia de una líder del medio rural yucateco. Para explicar esta participación, Paredes retoma algunas de las concepciones de Miguel Bartolomé sobre la dinámica social que adquiere la cultura maya desde su condición de subalternidad y los planteamientos de Ángelo Panebianco sobre el poder y los incentivos de participación política. Sus conclusiones destacan la capacidad de las mujeres para ocupar diversas posiciones, a veces contradictorias, en un mismo contexto.

El último trabajo de este apartado, "(Re)ordenando el discurso de la nación: el movimiento de mujeres indígenas en México y la práctica de la autonomía", de Maylei Blackwell –profesora en el Centro César E. Chávez para Estudios Chicanos en la Universidad de California, Los Ángeles, Estados Unidos–, examina cómo las mujeres se han convertido en nuevos e importantes actores en el movimiento indígena y también cómo han logrado expandir sus demandas políticas al analizar cómo el poder político y cultural se estructura a partir de la intersección de género, indigeneidad y clase social. Plantea que la participación efectiva de las mujeres indígenas en la creciente movilización de la sociedad civil mexicana, sus demandas frente al Estado y al orden económico, y su insistencia en la autonomía de las mujeres en sus propias comunidades, desmantela la noción de que otros pueden hablar por ellas. Afirma Blackwell que el surgimiento de los movimientos de mujeres indígenas en México ha creado olas que sacuden los cimientos del discurso de la nación, desplazando el diálogo sobre la representación política, la violencia, las prácticas culturales y el ordenamiento del poder.

La tercera parte del libro se compone de otros cuatro artículos que muestran distintas facetas del proceso mediante el cual distintas mujeres colaboran en la producción de un imaginario colectivo y de la cultura llamada "nacional". El primero de estos trabajos es de Arnd Schneider –doctor en antropología e interesado en el arte contemporáneo, la etnicidad y las migraciones internacionales– y lleva el título de "Indias a la moda: el caso de 'Huellas 2000' de Gaby Herbstein". El autor explora la complejidad de las representaciones visuales de los indígenas en la Argentina contemporánea, intentando mostrar cómo dichas representaciones recurren a estereotipos que reflejan ulteriormente las ideas de género y de Estado–nación a partir del supuesto de que los encuentros de los europeos y sus descendientes con las poblaciones indígenas de la Argentina, durante la Colonia y posteriormente, resultan de un proceso histórico que se analiza brevemente en el ensayo. Dichos encuentros, señala el autor, son plasmados en imágenes de la época, que quedaron impresas con ideas de género y de Estado–nación, y dedica la sección principal de su artículo al análisis del calendario "Huellas" que Gaby Herbstein, fotógrafa de modas argentina, produjo para el año 2000. El autor muestra así que no hay enfoques simples para entender las representaciones de las poblaciones indígenas en la Argentina contemporánea, ya que lo sustantivo está ligado con las perspectivas políticas y de género de los participantes, así como con su concepción de la nación.

El segundo artículo de esta parte es un trabajo de María Eugenia Choque y de Guillermo Delgado –la primera profesora de la Universidad de San Andrés en Bolivia, y el segundo profesor en la Universidad de California, Santa Cruz, Estados Unidos– titulado "Las mujeres indígenas y sus luchas trans/nacionales: notas sobre la re/narrativización de la memoria social". En este ensayo los autores se proponen delinear una cronología basada en el re/posicionamiento de las mujeres indígenas en la década de 1990. Concluyen que aun cuando las indígenas han debatido contra el feminismo angloeuropeo, tales debates han contribuido al reposicionamiento y la re/narrativización de un emergente "feminismo indígena" que se vincula con una necesidad de ser vistas desde la perspectiva aguda de mitologías renovadas, historias orales, lenguajes, memoria y conocimiento, y que ha colaborado a revivir lo que las mujeres indígenas piensan que es posible restaurar y que conlleva lo que los autores denominan "poder ginecocrático".

El artículo siguiente, titulado "Mimí Derba y la Azteca Films: el nacionalismo y la primera realizadora de cine en México", de Irene García –candidata a doctora en la Universidad de Nueva York, con una investigación sobre la producción y circulación de media en la frontera entre México y Estados Unidos–. En este artículo, la autora parte del análisis del giro definitivo que tuvo en 1910 la producción cinematográfica en México y que propició el surgimiento del documental de la Revolución cuyo papel en la producción de "lo mexicano" fue fundamental. Plantea que el esfuerzo más destacado y serio por iniciar una industria cinematográfica mexicana fue el de Mimí Derba, quien participó en la producción de un verdadero arte nacionalista que contribuyó en la conformación de un discurso nacionalista que sería consolidado más tarde en la época de oro del cine nacional.

Finalmente, el artículo de Gabriela Bernal Carrera –antropóloga y docente en la Escuela de Antropología en Quito, Ecuador–, titulado "Dolores Cacuango y el origen de la patria: semilla para la kichiwización del mundo", trata de un acercamiento inicial a la figura de esta mujer líder indígena del Ecuador, no como la leyenda que circula comúnmente, sino a partir de su propio discurso sobre la patria, ya que este relato –considera la autora– habla sobre el origen de la patria y es una prodigiosa muestra de cómo los elementos culturales específicos a la etnicidad juegan entre ellos para sustentar las luchas y demandas por la tierra y la especificidad cultural del movimiento indígena de la primera mitad del siglo XX en este país. Señala que el discurso de Dolores Cacuango ha llegado a ser actualmente retomado para proponer la idea de expandir la cultura indígena como posibilidad civilizatoria alternativa que no se limita a los pueblos indígenas, sino al conjunto de la población del Ecuador.

La última parte del libro la compone un apartado de conclusiones elaborada por quien hace el trabajo de coordinación. En ésta se hace un análisis del material compilado en el texto y se destacan los diversos hilos tejidos en el conjunto de trabajos presentados. En resumen, se plantea que el elemento común a todos ha sido la exploración de algunos de los procesos o asociaciones metodológicas que suelen estar presentes en los estudios sobre mujeres y nacionalismos en América Latina, entre los que destaca el carácter excluyente que el fenómeno nacional implica en la medida que se ha popularizado la idea de que el nacionalismo es una doctrina inventada en Europa que tiene su expresión en ámbitos públicos, es decir, bajo dominio y control del género masculino.

La autora cierra el libro con una reflexión que resume el planteamiento principal que se obtiene de la lectura de los trabajos que lo componen: que todo nacionalismo actúa en contradicción, ya que busca formar una unidad nacional incluyente al mismo tiempo que excluye significativamente a etnias y mujeres y, en consecuencia, a las mujeres indígenas. En contra de la usual afirmación de que el nacionalismo está en proceso de extinción, este libro nos ayuda a leer en los resurgimientos indígenas dentro de los Estados–nación, la vigorosa presencia de las mujeres indígenas que se plantean la capacidad de crear autonomía e independencia para tener poder de decisión para vivir sin violencia, para tener igual acceso a y control sobre los recursos, así como para vivir con sus derechos garantizados. De esta manera, concluye la autora, los nacionalismos han dejado de ser doctrinas fabricadas en Europa, importadas o transmitidas por los hombres de élite de los Estados–nación del nuevo continente.

 

REFERENCIAS

1 Natividad Gutiérrez Chong (coord.), Mujeres y nacionalismos en América Latina. De la Independencia a la nación del nuevo milenio, México, UNAM, 2004.        [ Links ]

2 Parker, Andrew, et al. (1992), Nationalisms & Sexualities, Nueva York, Routledge, 1992.        [ Links ]

3 George L. Mosse, Nationalism and Sexuality. Respectability and Abnormal Sexuality in Modern Europe. Howard Fertig, Nueva York, 1985;         [ Links ] Tamar Mayer, Gender Ironies of Nationalism. Sexing the Nation, Londres, Nueva York, Routledge, 2000.        [ Links ]

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