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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.25 México ene. 2006

 

Nacionalismos e identidades

 

Volem viure: nacionalismo occitano en el sur francés

 

Valente A. Contreras Romero*

* Universidad Complutense de Madrid, España.
Dirección electrónica: valente_fr@yahoo. com

 

Recepción del original: 28/08/05.
Recepción del artículo corregido: 15/02/06.

 

Resumen

El presente trabajo intenta mostrar la particularidad del movimiento nacionalista occitano que surgió en el sur de Francia durante los años setenta. El trabajo está compuesto por dos partes: en la primera explicaremos el surgimiento del movimiento occitano a partir de tres pronunciamientos de reivindicación social estrechamente ligados con la globalización económica y la modernización tecnológica; analizaremos cómo se fue construyendo su identidad nacional y cuáles fueron las causas que no permitieron que cuajara como un levantamiento nacionalista fuerte; en la segunda se expondrá el contexto actual del movimiento político occitano y su efecto en la sociedad francesa.

Palabras clave: nacionalismo, occitanismo, movimiento político, colonialismo interno, identidad.

 

Abstract

This paper aims to show the peculiarity of the Occitan nationalist movement that arose in southern France during the 1970´s. The paper is divided in two parts: the first one explains the rise of the Occitan movement, which arose from three social resurgence movements that were closely linked to economic globalization and technological modernization; it also analyzes how the locals went about building their national identity and which were the causes that did not allow for the movement to consolidate itself as a sound nationalistic movement. The second part describes the current situation of the Occitan political movement and its effects on French society.

Keywords: Nationalism, Occitanism, political movement, internal colonialism, identity.

 

¿QUÉ ES LA OCCITANIA?

La extensión occitana comprende las regiones de Aquitania (Languedoc–Rousillon, Limousin, Midi–Pyrénées, Provence–Cote D´Azur, Auvergne y Rône–Alpes), en el sur francés. En el siglo XIII, los oficiales de la corona francesa dieron el nombre de Occitania a los territorios anexados del sur, en especial Languedoc (tierra de habla Oc). Esta denominación abarcaba al idioma que se hablaba en el territorio del Midi (medio día, o el sur): "desde hace siglos existieron por lo menos dos grandes civilizaciones subyacentes, cada una de ellas con su reino lingüístico: la civilización de oïl que resultó victoriosa y la civilización de Oc a la que el destino reservó la situación en general de casi una colonia".1

Esta lengua es de origen latino: el significado de la palabra Oc quiere decir "sí" (Oc, del latín hoc). La lengua de Oc presenta caracteres sintácticos, léxicos y fonéticos cercanos al italiano, español y portugués.

Los lingüistas distinguen tres grandes ramas (algunos incluyen el catalán como una cuarta rama) del occitano contemporáneo:

1.   El occitano central (languedocin y provenzal), que es el más próximo del occitano clásico. El más utilizado por los movimientos renacentistas culturales contemporáneos.

2.   El occitano del norte (limusin, auvergnat y alpino), que forma la base de la lengua de los trovadores.

3.   El gascón, que es, quizá, el más hablado y gramaticalmente original.

Actualmente el término occitano está vinculado a una serie de revueltas económicas y nacionalistas que se dieron en esta zona desde los años sesenta y que respondieron a los movimientos de descolonización en Europa y en especial al auge de los nacionalismos internos en España y el Reino Unido.

El territorio occitano es inusualmente grande para formar una minoría nacional: 13 millones de habitantes en un territorio de 190 mil km2. Su variada geografía nos presenta diversas realidades, así como problemáticas hasta cierto punto contradictorias. La Costa Azul poco o nada tiene que ver con el macizo central, y esto se manifiesta en sus demandas económicas y políticas.

Para explicar el surgimiento de este grupo nacionalista analizaremos tres movimientos de protesta social que fueron determinantes en la composición del movimiento político occitano.

 

PRIMER ACTO: DECAZEVILLE

A inicio de la década de 1960, la Francia del general De Gaulle comenzó un proceso de modernización económica, dentro del cual se contemplaba una desaceleración de la industria del carbón que dejaba de ser rentable para el Estado y estaba siendo sustituida por el petróleo y el gas. El anuncio de la regresión del carbón fue hecho en el verano de 1960 por el ministro de industria Jean–Marcel Jeanneney; dicho programa respondió, por una parte, a la entrada de mercados carboníferos canadienses y estadounidenses muy competitivos y, por otra, al descubrimiento de yacimientos petrolíferos en Medio–Oriente, África y América. Este petróleo permitiría alimentar a precios más módicos a las industrias de transformación.

Una de las cuencas mineras afectadas fue la de Decazeville, ubicada en la región de Aveyron, en el Midi–Pyrénée, zona de influencia occitana. Ante el anuncio de regresión minera del ministro de industria, el municipio comunista de Aubin y los municipios socialistas de Cransac y de Decazeville se mostraron discordantes ante el proyecto oficial. En el otoño de 1961, el gas de Lacq llegó a Decazeville provocando una serie de despidos y reubicación de obreros, con la excepción de ocho de ellos que fueron trasladados a otras regiones alejadas de su casa; el traslado de estos obreros, sumado a la desaparición de Paul Ramadier, líder obrero de Decazeville, fue el inicio de un conflicto que abarcaría dimensiones importantes en el plano nacional.

El 24 de noviembre de 1961 se organizó una gran manifestación en Decazeville: 5 000 personas protestaban tras el despido de varios obreros por parte de la compañía UCMD. Ante la poca disposición de las autoridades a dialogar, el comité intersindical (CGT, CFTC, FO, CGC) decidió emplazar a huelga el 19 de diciembre de ese mismo año. Entre sus exigencias estaban la reinserción de los obreros despedidos, un replanteamiento del proceso de cierre de minas, mantener las actividades mineras después de 1965, mantener la afiliación a la seguridad social y el pago inmediato de un seguro de retiro proporcional del que gozaban antes del plan de reconversión.

El 21 de diciembre se manifestaron cerca de 15 000 personas en Decazeville acompañados por los Jóvenes Obreros Católicos (JOC), campesinos y la Cámara de Comercio de Rodez–Villefranche.

En un comunicado, el 24 de diciembre el ministro de industria, Jean–Marcel Jeanney, explicó al pueblo los beneficios de su política de conversión y ofreció a los ocho mineros despedidos volverlos a contratar en su misma ciudad. No obstante, este anuncio lejos de apaciguar los ánimos aceleró el problema y la respuesta llegó por medio de la Iglesia: monseñor Ménard ofició la misa de Navidad en una mina solicitando ayuda para las familias de los obreros en huelga.2

A esta importante participación de la Iglesia católica en una zona de fuerte influencia religiosa, se sumó un interés notable por parte de la prensa, especialmente durante el periodo navideño, momento en que no es común que surjan movimientos sociales.

El 26 de diciembre estalló una huelga de 24 horas en las minas de Cévenne, en solidaridad con los mineros de Decazeville; el 27 de diciembre, seis hijos de mineros iniciaron una huelga de hambre y 307 municipios anunciaron la intención de dimisiones a partir de enero de 1962.

Después de Navidad, la derecha comenzó a denunciar el juego sucio de los comunistas respecto al conflicto minero. Le Figaro condenó la visita a Decazeville del secretario general adjunto de la CGT quien fue a recoger una estatua en bronce de un minero para obsequiársela en Cuba a Fidel Castro.3

Durante los primeros días de 1962, el frente sindical se dividió. No obstante, continuaba la solidaridad con los mineros. El 9 de enero se instaló una huelga general en el departamento de Aveyron y se concentró una manifestación masiva con cerca de 30 000 personas que bloquearon por unas horas la línea ferroviaria de París–Toulouse.4

La simpatía por el movimiento llegó a la Asamblea Nacional donde algunos diputados dieron donativos destinados a los mineros. Este gesto molestó severamente al ministro de industria, que, el 15 de febrero, envío a sus representantes Raymond Barret y Alexandre Verret para negociar una salida digna al conflicto; la huelga de hambre cesó el 16 de febrero y el conflicto concluyó el 20, cuando, después de muchas horas de discusión, la intersindical aceptó la vuelta al trabajo. Fueron 66 días de huelga en los que los mineros apenas lograron beneficios de fondo.

 

DECAZEVILLE: ¿MOVIMIENTO NACIONAL O REGIONAL?

La huelga de Decazeville fue el primer gran conflicto que tuvo que enfrentar el gobierno de Charles de Gaulle como consecuencia de su política energética de sustitución de carbón por petróleo y que evidenció la falta de estrategias claras respecto a la nueva situación de los mineros y la movilidad laboral que el gobierno impulsaba como factor importante para la modernización económica.

Este movimiento minero fue muy bien aceptado por la sociedad francesa. Los lazos solidarios llegaron de diferentes capas de la sociedad. Achille Blondeau, secretario de la CGT, declaró: "jamás en la historia de la clase obrera un conflicto había tenido tal unanimidad de intereses y una verdadera solidaridad".5

No obstante, la oposición política al régimen gaullista era todavía débil y la opinión pública seguía temerosa de un radicalismo que pudiera desembocar en violencia.

La huelga minera de Decazeville pasó de un ámbito meramente regional a un plano nacional al ser cubierto por la prensa y despertar oportunismo en sindicatos y grupos políticos de izquierda; por esto, el gobierno intentó mostrar mano dura y así dar ejemplo de firmeza ante posibles secuelas. Jeanneney, ministro de industria, declaró el 2 de enero: "la reivindicación de mineros en la materia del plan de retiro proporcional y seguridad social no fue aceptada por el gobierno (...) era un peligroso precedente para otros grupos no mineros".6

La cobertura de la prensa también sufrió modificaciones conforme el gobierno endurecía su postura. En L´Humanité, el periódico más favorable al movimiento minero, apareció la noticia de la huelga de los mineros diez veces en primera plana entre el 21 y el 31 de diciembre; durante el mes de enero 19 veces y en febrero, cuando el conflicto estaba en su punto más importante, tan sólo apareció seis veces.7

La solidaridad que mostró el norte francés también fue muy ambigua: en un llamado a la huelga en la mina de Nord–Pas –de–Calais–solamente siguieron ésta 40% de los trabajadores. En cambio, la clase política del sur francés empezó a regionalizar el movimiento. Los diputados comenzaron a manejar el hecho de que defender Decazeville era defender la región y a formular programas alternos al gobierno sobre el proceso de reconversión industrial. Esta apelación al regionalismo fue bien canalizada por los grupos occitanistas pero no tanto por el comunismo francés, que no quería comprometerse en una empresa regionalista. "El conflicto de Decazeville presentó un gran número de cuestiones nuevas a las que el Partido Comunista Francés no pudo una vez más ofrecer respuestas".8

El movimiento minero de Dezcaville fue para muchos el inicio del movimiento político occitano que rendiría sus frutos en los años setenta; el conflicto del carbón se hizo ver como un proceso colonialista por parte del Estado francés, algo parecido a lo que sucedía en las colonias africanas pero ahora internamente; este fue un ejemplo que encuadraba muy bien en las teorías florecientes de colonialismo interno de la época.

Recordemos que después de la Segunda Guerra Mundial el mapa europeo y mundial se transformó provocando el surgimiento de nacionalismos históricos y de teorías nacionalistas; el modelo de colonialismo interno sugirió una reacción de la periferia cultural contra el dominio del centro. En este sentido, bien podemos ubicar al movimiento occitano como una reacción de la periferia atrasada, agrícola, dependiente del sur de Francia contra un centro industrial dominante en París.

En 1962, la región parisiense que componía el 2% del territorio francés constituía 18% de la población en donde residía 26% de la industria de la transformación; en particular 34% de obreros metalúrgicos y 63% de la industria automotriz.9

El manejo de la lengua occitana fue un elemento constante durante el conflicto minero. Robert Lafont afirmaba: "la huelga minera fue una huelga occitana; los mineros eran hombres de Oc que cantaban en occitano".

Pero, aunque si bien es cierto que la mayoría de los mineros conocía la lengua occitana, también tendríamos que reconocer que el aspecto lingüístico no tuvo un papel fundamental;10 la lucha se centró más en una reivindicación económica contra la política de liquidación de la industria del carbón, y era precisamente esta lucha, apoyada en toda una teoría de colonialismo interno, la que posteriormente daría impulso a un auge regionalista.

La misma prensa intentó no vincular el conflicto con un posible movimiento regionalista. Cabe señalar la excepción del trabajo de Serge Mallet quien en el periódico France Observateur, en un artículo escrito el 11 de enero de 1961 con el titulo "La révolte des colonisés de l´intérieur", hizo mención a esta idea de colonialismo interno para explicar la problemática del Midi.11

Pero...¿por qué es Decazeville el inicio del movimiento político occitano? Como podemos observar, si bien el movimiento minero tuvo lugar en un espacio determinado del sur francés, la problemática fue más bien nacional (reestructuración energética). Y fue precisamente el sur francés el que mayormente resintió este cambio económico debido a su atraso respecto al centro parisino.

Este hecho fue bien aprovechado por un nuevo occitanismo impulsado sobre todo por el Instituto de Estudios Occitanos (IEO), creado después de la Segunda Guerra Mundial para limpiar la imagen de colaboracionistas que tenían todos los movimientos nacionalistas en Francia tras el régimen de Vichy.

 

EL COEA

A inicios de 1962, en Narbonne, se fundó el Comité Occitan d´Etudes et d´Action (COEA) donde Robert Lafont se convirtió en el líder de este nuevo organismo renunciando a la presidencia del IEO y dejando clara en un manifiesto su orientación hacia el colonialismo interno. Entre los miembros de esta nueva organización destacaron Henry Espieux, quien escribió la primera historia de Occitania en occitano.

Su teoría nacionalista, a diferencia de la desarrollada por el Partido Nacionalista Occitano (partido racista y extremista) y los felibriges (grupo cultural conservador), se distinguió por buscar una conexión directa entre regionalismo y democracia. Esta idea permitía combatir por un lado un poder regional pequeño burgués a favor de una base democrática de ciudadanos, y por otro exigir un respeto a las decisiones tomadas en las regiones por parte del centro, así como mayores competencias en lo económico y político.

Los análisis económicos que realizó el COEA respondieron a una clara tendencia ideológica dominada por la teoría del colonialismo interno que se venía desarrollando desde tiempo atrás en el sur francés por personajes como Rouquete, que abordó el problema del turismo de la Cote Azur como un foco rojo de explotación ambiental indiscriminada, y Larzac, que estudió la crisis agrícola como el resultado de los diferentes y sucesivos procesos de neocolonialismo.12 La idea de nacionalismo en el COEA distaba de la presentada por el PNO; criticaba el patriotismo vacío y peligroso de este partido político y se manifestaba a favor de un nacionalismo más moderado; eran reticentes al federalismo tradicional o provincialista y apostaban más por un nacionalismo integral, plural, donde el etnicismo no fuera un punto de exclusión.13

Respecto de la naciente construcción europea, el COEA se mostraba desconfiado de las vías por las que se estaba construyendo este súper–Estado. La organización se manifestaba por una Europa de las regiones, en donde se respetaran las diferencias culturales y se apoyara el desarrollo parejo de las diferentes regiones. En este sentido, su posición era de espera y poco definida, a diferencia del PNO y el PCF, que se manifestaron abiertamente antieuropeístas.

 

Les vingt glorieuses (1962–1980)

El momento más activo del occitanismo políticamente hablando vendría a partir de 1968. Este periodo de revueltas juveniles permitió el surgimiento de varias organizaciones occitanas; una de las más importantes fue sin duda Lutte Occitane (LO, 1968–1974), que vino a sustituir al COEA.

1968 fue un parteaguas histórico en la mayor parte de Europa, algo que supieron aprovechar muy bien los movimientos regionalistas. Las demandas estudiantiles se sumaron a la idea de un colonialismo interno y de un modelo económico en proceso de transformación en donde las regiones más pobres eran las más afectadas. En este sentido el occitano no fue el único movimiento nacionalista dentro del hexágono francés, puesto que movimientos minoritarios como el bretón, el corso y el savoiano nos ofrecen otros contextos dentro de los cuales se desarrollaron diferentes demandas y formas de lucha política. En Savoia,14 los primeros antecedentes de movilización regional se dieron en los años setenta, motivados por la creación de la región Rhone–Alpes por el Estado francés. La creación de esta región administrativa culturalmente artificial representaba una amenaza económica e incitó a la formación de grupos como el Movimiento Regional de Savoia (MRS), el cual reivindicaba la vieja creación de las regiones en Francia. Este regionalismo moderado se fue transformando hasta llegar al surgimiento de la Ligue Savoisienne, partido independentista creado en 1994 y que se insertó con relativo éxito dentro del espacio público local.

El movimiento savoiano tiene cierta originalidad en comparación con su homólogo italiano y otros movimientos de Estados centralistas como el occitano: la débil importancia en las reivindicaciones culturales y, sin embargo, un peso decisivo en las reivindicaciones socioeconómicas. Cabría destacar además el alto grado de desarrollo de un modelo político alternativo.

El movimiento bretón, sin embargo, estaba ligado en un inicio a la defensa de la religión católica animada por una ideología conservadora en un contexto regional periférico, es decir, con una fuerte dependencia económica del centro del país. En 1950 se creó el Comité de Estudios y de Liason de Intereses Bretones (CELIB). Éste se declaró apolítico y su reclamo estuvo siempre enfocado hacia un regionalismo moderno, respetuoso con el marco nacional y opuesto al movimiento bretón de entre guerras. Después nació el Movimiento de Organización de la Bretaña (MOB) en 1957, dirigido por Yann Fouere; el MOB estaba constituido por gente de varios extractos: antiguos militantes del partido nacionalista bretón, simpatizantes de la Argelia francesa y también por militantes de ideas marxistas o tercermundistas. En 1963, un grupo de estudiantes socialistas se apoderó del movimiento provocando una escisión en el interior del MOB y fundando así la UDB, Unión Democrática Bretona, en 1964.

En este marco de demandas nacionalistas en Francia y Europa (vascos, irlandeses, etcétera), los occitanos estaban trabajando ya sobre un modelo de colonialismo interno tercermundista que les permitiría insertarse muy bien en este canal abierto de oportunidades. Las nacientes organizaciones occitanas se mezclaron con demandas muy variadas que, en muchas ocasiones, no estaban muy enfocadas a la creación de una conciencia occitanista o en la formación de un grupo político regional sólido que pudiera tener representación a escala nacional.

La tendencia histórica del Midi a la izquierda hizo que se confundiera y en muchos casos se manipulara la imagen de un Midi autónomo en beneficio de ciertos grupos de interés, fueran comunistas o socialistas; la ambigüedad y desordenada participación de las organizaciones occitanas sólo permitieron crear un movimiento importante de fuerzas sociales mientras la rueda motriz del propio 68 se los permitió.

El aporte más importante de esta época fue quizá el dar a conocer la palabra occitana al resto de Francia; incluso la bandera occitana ondeaba por primera vez en todos los mítines occitanos y regionalistas. Los mismos occitanos empezaron a conjugar el sueño del 68 con una nación occitana. La producción editorial se disparó y las historias occitanas empezaron a publicarse; autores de importancia nacional como Michel Le Bris, Alain Touraine o el mismo Jean–Paule Sartre dieron a conocer la singularidad occitana, independientemente de la producción de las organizaciones históricas como los Felibrige, el IEO y Lucha Occitana.

Por lo tanto, estamos ante un periodo muy fructífero en la difusión de la cultura occitana y de sus organizaciones políticas.

 

SEGUNDO ACTO: GARDAREM LO LARZAC

La revuelta campesina de Larzac, que se inició en 1971 y se extendió por casi diez años de protestas, puede considerarse como la primera gran manifestación occitana donde ya está bien conjuntada la protesta económica con una reivindicación territorial o de sentimiento nacionalista. Larzac fue un claro ejemplo que constataba el colonialismo interno del que se sentían objeto los grupos occitanistas de izquierda.

 

El conflicto

Larzac es una región agrícola pobre del sur de Francia, una zona de suelo calizo de cerca de 100 000 hectáreas situadas en el departamento de Aveyron. Las mismas condiciones difíciles de su geografía no permiten una actividad agrícola importante, lo que genera una constante emigración y despoblamiento. Este terreno fue propicio para las ambiciones expansionistas del ejercito francés, que ante la inercia de la Guerra Fría intentaba participar en el negocio armamentístico que estaba rindiendo sus frutos bajo el pretexto de la autodefensa; en este sentido la expansión de bases de entrenamiento y producción militar era una prioridad en el gobierno del general De Gaulle.

El conflicto en Larzac estalló cuando el gobierno decidió agrandar su campo militar en este lugar de 3 000 a 17 000 hectáreas. En el informe realizado por el grupo del gobierno se notificaba que eran terrenos desérticos y que no afectarían a ningún poblado.

La protesta vino de parte de numerosos líderes religiosos, laicos, occitanistas y partidos políticos. Un factor importante a tener en cuenta a la hora de explicar este movimiento es la experiencia de 1968, donde la inclusión de nuevos actores políticos permitió orientar esta lucha y tomarla como un símbolo de la resistencia regional y global; tales fueron los casos de los diversos grupos ecologistas y occitanos.

La lucha de Larzac nos ofreció también una "reinvención" de la identidad occitana y el inicio de una construcción nacionalista; en este sentido vemos el valioso aporte del trabajo de Hobsbawm y Ranger, La invención de la tradición, en donde nos explican los medios a los que recurren los grupos sociales a fin de establecer y justificar una identidad particular que resida en la creación de las tradiciones; la construcción de esta identidad funcional en el interior de la región alentó la cohesión de elementos sociales dispares y que no terminaban de cuajar debido a las grandes diferencias ideológicas de las que estaba impregnado el Midi.

El terreno que pretendía anexar el ejército era en su mayoría comunal, de pastoreo y con una producción importante de leche. La extensión del campo militar haría desaparecer cerca de 22 000 animales, entre los que se cuentan 16 000 cabras que producían 350 toneladas de queso Roquefort.15

El 6 de noviembre de 1971 se llevó a cabo la primera manifestación masiva en Millau: 6 000 campesinos marcharon juntos con llamados constantes a la realización de actos violentos; incluso Le Monde dedicó una página entera a la manifestación.

Posteriormente, el movimiento se transformó de un inicio furibundo a una reflexión más interesante, lo que permitió una larga duración al conflicto, con la base de la no–violencia. "Larzac da la vida, la armada como brazo del Estado evocaba al poder central y por consecuencia la represión".16

 

La construcción de la protesta social

Hubo una serie de símbolos importantes en el movimiento de Larzac que contribuyeron a la construcción de esta identidad nacional y que sirvieron para vincular el movimiento económico y político occitano. En su trabajo sobre Larzac, Alland analizó dos símbolos constantes durante la lucha campesina: el cordero y el cardo (vegetal espinoso).

El cardo representaba las propiedades geográficas de la región (tierra dura y árida), y fue el símbolo de la tenacidad por su características: las espinas que lo defienden de sus enemigos aludían a la autodefensa; por otro lado, el cordero encarna el modo de subsistencia de sus pobladores: su leche, el queso roquefort, símbolo de su mayor actividad y de vida y fuerza, además de que en la religión católica (a la que pertenecen la mayoría de los campesinos) representa al cordero de dios y es símbolo del sacrificio.

Otros símbolos importantes fueron los tractores con banderas en occitano, lemas como: Volem viure al pais (Queremos vivir en el país), Occitania libertat Gardem lo Larzac (Cuidemos Larzac), IRA–Larzac meme combat (IRA–Larzac el mismo combate) nos mostraban una combinación de protesta social con reivindicaciones nacionalistas; la bandera occitana comenzó a ondear en casi todos los mítines. Las manifestaciones eran acompañadas por grupos tan diversos como viticultores, comunistas, ecologistas, sociedad de caza, grupos de izquierda parisinos e, incluso, de la Internacional.17

La lucha de Larzac se dio en dos frentes: uno legal, referido a las órdenes de expropiación por parte del Estado y donde los campesinos por esta misma vía intentaban retrasar el proceso de expropiación; y el otro simbólico, donde la comunidad se sentía agredida por un Estado centralista que despreciaba sus intereses. Este sentido simbólico fue muy bien canalizado por los nuevos actores sociales que se encontraban pululando sin ubicar una causa por la cual luchar, lo que dio un carácter más regionalista al conflicto.

Esta convergencia entre los campesinos de Larzac y los nuevos movimientos sociales resulta interesante y a la vez contradictoria pues, por una parte, encontramos una sociedad agrícola conservadora y enormemente religiosa con un sentido de pertenencia a la tierra bien fortalecido que permitió la entrada de grupos occitanistas; y por otra, tenemos grupos de intelectuales, ecologistas, comunistas y radicales que intentaron participar del movimiento para intentar llevar cada uno agua a su molino. La penetración de grupos pacifistas, ecologistas y occitanistas permitió que el movimiento fuera de una resistencia civil nunca antes vista y que la no–violencia evitara pretextos por parte del gobierno para reprimirlos o para manipular a la opinión pública.

La importante tradición cultural de la región occitana favoreció para llevar a cabo un movimiento con mucha imaginación y creatividad plasmada en algunas viñetas y actos culturales; fue un movimiento singular comparado con los más agresivos de esa época en otras partes de Europa. "Durante y después de la lucha, la comunidad de Larzac evolucionó creando diferentes asociaciones, muchas de ellas se disolvieron poco después del triunfo de 1981".18

 

Lutte Occitane

El presidente Georges Pompidou llevó a cabo una reforma regional que buscaba generar una mayor descentralización administrativa en los departamentos y métodos más democráticos en la designación de un ejecutivo regional, así como la creación de agencias regionales de empleo y crédito público; dichas reformas fueron vistas como insuficientes tanto por el PNO como por Lutte Occitane.

Lutte Occitane estaba compuesta por un amplio sector de la izquierda francesa (maoístas, troskistas, anarquistas, sindicalistas obreros y campesinos), aunque esta organización, como en su tiempo COEA, intentó diferenciarse de la izquierda parisina buscando su propia identidad; renunciaron a formas de protestas radicales o violentas típicas del 68 y optaron por una protesta más cultural y pacífica que ganó la desaprobación de ciertos grupos extremistas.19

Así, Lutte Occitane fungió como una alternativa dentro del incipiente movimiento nacionalista, y aunque buscó una alternativa interesante en la demanda de un respeto a la identidad regional, nunca logró consolidarse como una fuerza importante en el espectro político de Midi; la búsqueda de su originalidad y la innegable dependencia a los partidos políticos tanto socialista como comunista no le permitieron ser una oferta atractiva en un momento histórico donde la protesta social se radicalizó y donde los interlocutores oficiales de gobierno no eran válidos.

Ante la muerte inesperada de Georges Pompidou en 1974, Robert Lafont se propuso como candidato presidencial y fue apoyado por esta organización, aunque finalmente el Consejo Constitucional no lo aprobó e invalidó su candidatura. Lo importante en este proceso fue que el grupo de apoyo en torno a la candidatura de Lafont se transformó en otra organización política occitana que protagonizaría la lucha occitana de 1974 a 1987; estamos hablando de Volém Viure Al Pais (VVAP).

 

TERCER ACTO: EL VINO

El vino fue un elemento de conflicto constante entre los pequeños viticultores del Midi y el gobierno central; ya en 1907 había estallado una crisis de proporciones considerables para el gobierno francés la cual empezó a crear ciertos vínculos regionales entre los campesinos viticultores. Este primer conflicto de inicio de siglo no tuvo una solución estructural o de fondo, y los problemas de base se acumularon peligrosamente hasta que empezaron a manifestarse en 1967, y con mayor fuerza, primero, en 1971 y después en 1976.

El 29 de diciembre de 1975 cerca de 5 000 viticultores cerraron los accesos al puerto de Séte como protesta simbólica al escándalo de las importaciones italianas de vino; al día siguiente, el gobierno ofreció la creación de una oficina interprofesional de vino de mesa para regular el monopolio de la importación de vino.

En los inicios de 1976 se inicia una campaña de desprestigio del movimiento vitícola y el Comité de Acción Vitícola (CAV) empezó a difundir material de información sobre la crisis vitícola. El CAV creó un órgano de difusión llamado Ville Morte financiado por el partido comunista, socialista y grupos occitanos como Volem Viure Al Pais. Así comenzó una serie de campañas de difusión de la problemática y de acciones movilizadoras que permitían un espacio para la manifestación de diferentes intereses políticos, entre los que se encontraban los grupos occitanistas que, como vimos desde la misma fundación de Ville Morte, tenían que compartir escenario con los partidos de izquierda.

Las constantes manifestaciones mostraron la fuerza del movimiento y fueron una señal que llamó la atención de los partidos políticos nacionales, pues estaban en un año electoral en el que lo primordial era obtener votos; esta necesidad les acercaba más al movimiento y en consecuencia fortalecía la importancia de éste. El 25 de marzo, François Mitterrand, secretario general del Partido Socialista, se entrevistó en Carcassonne con los responsables vitícolas para tratar su problemática y manifestarles su simpatía por el movimiento pero sin hacer referencia a su vinculación con el occitanismo.

Es interesante la postura que tomó el Partido Comunista respecto al movimiento vitícola y sobre todo con el occitanismo. El partido comunista consideró importante la preservación de la cultura occitana en un sentido un tanto folclórico y muy parecido a la línea Felibrige, en donde cualquier idea de autonomía o independencia sería inaceptable. Al mismo tiempo, condenó la participación de grupos occitanos en los movimientos sociales, para los cuales, afirmó el Partido Comunista, existían otros canales políticos de solución, como podrían ser los sindicatos o los mismos partidos políticos: "nosotros somos favorables a todos los movimientos de expresión cultural occitano. Nosotros pensamos igualmente que no puede existir un movimiento político occitano".20

Las pugnas y diferencias ideológicas y políticas entre Volem Viure Al Pais y el Partido Comunista fueron evidentes desde que nació ésta. Se produjo entonces un intento de desmarcarse de cualquier influencia política comunista o socialista, e intentaron darle al movimiento una dimensión más nacionalista y ajena a intereses que no respondieran a la particularidad occitana.21

Esta desvinculación del Partido Comunista Francés frente al movimiento occitanista fue contraria a la de su similar en España, en donde sí hubo un apoyo al movimiento catalán, sobre todo ante la caída de la República y la dictadura de Franco.

En este sentido, es curioso observar la postura semejante entre el PCF y los felibrige en torno a la idea de una Occitania cultural y apolítica, sobre todo viniendo de un grupo de izquierda y otro de derecha conservador. Resulta interesante ver esta similitud, aunque sus justificaciones son totalmente diferentes ya que para el PCF esta postura mucho tenía que ver con su antagonismo respecto al Partido Socialista Francés, el cual, aunque no de una manera muy clara, estaba a favor de una Francia descentralizada. La idea de nacionalismo fue mejor acogida entre los círculos socialistas, lo que generó una contraposición de muchos comunistas empantanados en una actitud ambigua respecto a los nacientes nacionalismos en Europa; mientras, los felibrige seguían constantes en su idea original de una Occitania cultural y conservadora.

 

¿Por qué la cólera?

Con una superficie global de 450 000 hectáreas, el área vitícola de Languedoc–Roussillon constituía la más basta reserva de vinos de mesa del mundo, representando 35% del vino francés y 5% del vino mundial.

Mientras los precios de la carne y otros productos básicos aumentaban, el del vino no sólo se mantenía igual sino que disminuía (de 8.98 francos en 1973 a 8.66 francos en 1975). El origen de esta crisis es estructural; desde la revuelta vitícola de 1907 se empezó a gestionar un importante cambio en la producción y elaboración del vino. La azucarización (mouillage) del vino transformó una forma tradicional en la elaboración de este producto y además disminuyó la calidad en beneficio de una mayor producción. La reticencia de los viticultores del Midi al mouillage, les condenaría a una competencia desigual con las grandes marcas y con los precios del producto. La notre, celle des vins naturels; et l´autre, celle des vins sophistiqués.

Además, debemos añadir que hay un desequilibrio entre el crecimiento demográfico y el consumo de vino; la población empezaba a consumir vinos extranjeros de mediocre calidad y en consecuencia más baratos respecto al vino francés. Esto era posible y en parte impulsado por la nueva política económica de la alianza europea.

El vino de Midi también enfrentó un retroceso en su exportación. La pérdida de los mercados extranjeros se debió en parte a la competencia que representaron el mercado estadounidense, japonés e inglés: "el primer exportador mundial de vino, Francia, se encuentra actualmente en el cuarto lugar por detrás de Portugal, Italia y España".22

La importación de vino italiano era ascendente y las condiciones de producción entre ambos países desigual: mientras que Francia aplicaba unas tasas de 17.6% a la producción de vino, Italia sólo aplicaba el 3%; mientras que en Francia existía una regulación de mercado muy estricta, en Italia no existía ni tan siquiera un mecanismo de control de crédito estatal tan asfixiante como el Crédit Agricole francés. Otro aspecto que jugó en contra del vino de Midi fue la constante devaluación de la lira italiana que traía como consecuencia una disminución en el precio del litro de vino italiano en el mercado francés (en 1974 se pagaba once francos, y en 1976 sólo ocho), colocándose así con una tarifa inferior al precio del vino francés.

Esta competencia desleal fue producto de una mala política económica por parte del Estado francés de cómo defender los intereses de sus propios productores. La ambición, los nuevos factores económicos (mercado común) y la falta de una reglamentación específica europea respecto de la calidad y producción de vino afectó una labor que ya estaba "tocada" desde inicios de siglo.

La tradición y la estructura social de la Occitania se enfrentaron con un nuevo modelo de Estado donde se daba prioridad a la producción con un rendimiento más cuantitativo que cualitativo; en este sentido, la frase de Maffre–Baugé, Nous parlons avec le coeur et des arguments de bon sens et on nous répond avec la régle á calculer (Nosotros hablamos con el corazón y argumentos de buen sentido y ustedes nos responden con una regla de calcular), es muy representativa del momento histórico que estaba atravesando el movimiento vitícola en Midi.

Es importante recordar que la composición social del mundo vitícola en Midi no era homogénea, ya que convivían tanto grandes capitalistas como pequeños productores en una economía casi de subsistencia. Esto hace más complejo el panorama vitícola. El banco de Crédit Agricole y la industria de agroalimentos son los propietarios reales de la mayoría de los medios de producción.

La evolución que se fue determinando en Languedoc marginó a los pequeños propietarios al tener que competir con grandes industrias y al enfrentarse a una serie de obstáculos tanto administrativos como de corrupción e intermediarios. Los menos afectados fueron los grandes capitalistas que, aun así, veían peligrar sus ingresos, sobre todo por la mala regulación del mercado internacional.

La entrada al mercado común europeo en 1970 fue la consecuencia de una política de Estado más liberal donde, como ya vimos, el Estado, en su afán modernizador, se enfrentó con grandes problemas propios de una sociedad tradicional que empezase a transformar sus medios de producción y a diversificar su economía en detrimento de viejas estructuras tanto organizativas como de producción. El Midi tenía una tradición de comerciantes independientes y un sistema de cooperativas donde se destacaba el trabajo comunitario como parte de una tradición y una forma de estructuración social fuertemente arraigada en el campo, el diálogo y la participación del Estado. Esto fue una constante durante muchos años, pero conforme este Estado se desvinculó, fue fácil suponer la entrada de la ideología de izquierda en ciertos sectores del sur occitano. "Si existe en la economía francesa un sector enteramente dirigido y planificado por el Estado, éste es la viticultura (...) El Estado ha modificado la lógica de su intervención después de los años sesenta mucho más liberal".23

 

VOLEM VIURE

Del colonialismo interno al derecho de las minorías

Conforme fue avanzando el fenómeno de las minorías nacionales en todo el mundo y sobre todo en Europa, se fueron desarrollando también diferentes teorías para explicarle; la propuesta del "colonialismo interno" ya no era suficiente. Los diversos factores que empiezan a intervenir en los procesos políticos contemporáneos así como la inevitable apertura a los mercados internacionales (Unión Europea), y el avance en materia de derechos humanos y protección de grupos étnicos o minorías nacionales, dio el marco para abordar este problema desde diferentes perspectivas y no sólo desde la económica o de relación centro–periferia.

 

Nacionalismos minoritarios: un nuevo debate

Anthony Smith, en su trabajo sobre nacionalismo, concibe la identidad nacional esencialmente multidimensional; no puede reducirse a un solo elemento y tampoco ser imbuida fácilmente en una población utilizando métodos artificiales.

Uno de los puntos más importantes en la tesis de Smith es el referente al carácter cultural de la identidad nacional más que étnico; explica que era irrelevante para la identidad griega lo que hicieron en el pasado, sólo adquiriría importancia en la medida que sintiesen los de hoy su condición de griegos: "es irrelevante porque las ethnias no se basan en línea de descendencia física sino en el sentido de continuidad, de recuerdos compartidos y destino colectivo; es decir, recuerdos, símbolos y valores característicos conservados por una unidad cultural de población".24

La nación no sólo ha de vanagloriarse de tener un pasado lejano en el que basar sus promesas de inmortalidad, sino que debe ser capaz de desplegar un pasado glorioso que pueda dar significado a sus promesas de restauración.

En el caso occitano, la fuerte creación de una historia e identidad occitana contrastan con una no muy clara idea nacionalista sobre el futuro de la comunidad; las propuestas a largo plazo sobre el destino del movimiento son muy difusas. La mezcla entre intereses nacionales, locales y regionales combinados con una ideología de izquierda frente a una de derecha y católica frente a una laica dan por resultado una ambigüedad a la hora de definir un rumbo en torno al occitanismo.

Para Michael Keating, el actual nacionalismo es posible que sea un intento de reconstituir un área de decisión y de deliberación democrática en un mundo de organizaciones y poderes ocultos. En lugar de ver este nacionalismo como un regreso al tribalismo y de rechazo a la modernidad, deberíamos verlo como parte de la modernidad misma.

Keating describe lo que llama stateless nation–building (construcción nacional sin Estado), y que son estos nacionalismos modernos que operan en mercados globales y que deben mirar hacia adentro, para fomentar solidaridad, y hacia fuera, para poder operar en un ámbito económico más amplio.

No basta una identidad colectiva basada exclusivamente en el pasado (sea real o ficticio) si ésta no ofrece las bases necesarias para enfrentarse al presente y al futuro. Los nacionalismos exitosos deben unir el pasado y el futuro.

En el caso occitano, a pesar de algunos momentos excepcionales (fundación PNO) podemos estar hablando de un nacionalismo de identidad cultural más que étnica. Durante la historia del movimiento rara vez encontramos llamados étnicos a una supuesta raza diferente; normalmente es más bien en el sentido de unas costumbres tradicionales, valores e historia compartida, donde la integración es posible.25

La idea de la construcción nacional sin Estado que propone Keating va más acorde a nacionalismos donde la identidad y solidaridad interna es muy fuerte y permite crear fuerzas políticas lo suficientemente capaces para guiar sus demandas al exterior y además proyectar planes de incorporación a la economía tanto nacional como internacional (pensamos quizá en el caso vasco o catalán). La debilidad del occitanismo no permite construir estos lazos solidarios y mantener una comunidad cohesionada. La diversidad y amplitud territorial, el sistema electoral a doble vuelta donde los partidos minoritarios no pueden sobrevivir sin alianzas, sumado a la marginación rural económica que enfrenta, le hace más difícil el camino a una construcción nacional.

En la Teoría de los movimientos sociales, Sidney Tarrow nos resume estos últimos en cuatro propiedades empíricas que nos ayudan a analizar el proceso de construcción de la acción colectiva en el caso occitano y nos propone la posible causa del fracaso del movimiento social:

1. Desafío colectivo: es la acción directa disruptiva contra las élites o autoridades. Lo vemos muy claro en el movimiento occitano a finales de los años sesenta, cuando se actúa contra el Estado centralista.

2. Objetivo común: es la base de la acción colectiva y es donde se encuentran intereses y valores comunes. Con los occitanos encontramos una situación de subdesarrollo económico común para toda esta zona, pero una muy diversa gama de valores e intereses.

3. Solidaridad: es la explotación de sentimientos enraizados como el nacionalismo o la religión. Este también lo vemos manifiesto en nuestro caso, aunque de una manera más débil quizás que enotros movimientos nacionalistas. El problema de nuestro movimiento se encuentra en el cuarto punto que destaca Tarrow.

4. Mantenimiento de la acción: en este punto, si el movimiento no mantiene su desafío identificable contra su oponente, se desvanecerá, se estabilizará en oposición intelectual (como es nuestro caso), o retrocederá hasta el aislamiento. En este sentido, después de los años setenta el movimiento occitano no supo mantener un desafío identificado contra el Estado, dejando al movimiento en una posición más intelectual que política.

La creación de oportunidades políticas fue bien aprovechada de inicio por el movimiento occitano. Pero conforme avanzó el desarrollo histórico del proceso, los objetivos comunes se disiparon y el desafío colectivo no pudo mantenerse al no poder identificar a un enemigo claro (gobierno, transnacionales, capitalismo, etcétera), generando desencanto en algunos miembros, sumado al complejo colectivo que comprendía este movimiento.

 

El occitanismo actual

El movimiento occitano fue perdiendo fuerza durante los años ochenta. Gran parte de este declive se debió a la falta de una verdadera unión entre la identidad cultural y una posible unidad política, las divisiones internas en las mismas organizaciones occitanas y el constante enfrentamiento entre los diferentes grupos occitanos (Felibrige, PNO, VVAP, IEO). A todo esto, se sumó un territorio muy amplio con una población muy variada que estaba evolucionando y que no podía sentirse identificada con un proyecto romanticista secentero que no reflejaba la nueva situación social.

En 1986, el movimiento occitano fue borrado del paisaje regional. Las consignas habían casi desaparecido, las librerías occitanas cerraron y los discos en occitano eran difíciles de encontrar. Con el arribo de la izquierda a Francia en 1981 se empezó un proyecto de descentralización que culminó con la ley de 1982 que si bien fue un tanto incompleta, fue el primer paso serio hacia una descentralización de las regiones; esta nueva política restaba fuerza al discurso occitano sobre regionalización y en consecuencia debilitaba mucho a la mayoría de los movimientos regionalistas.26

 

La región

Francia se ha constituido como un Estado unitario centralizado donde los Departamentos (que serían como una especie de administración interior subordinada al Ejecutivo) estarían controlados por un prefecto que dirigiría las políticas centralistas.

Con la llegada de François Mitterrand en 1981 se suscitaron nuevas esperanzas puesto que además de ser un hombre de izquierdas era también un nativo del sur francés que había pactado un proyecto de descentralización a cambio del apoyo político de las minorías nacionales francesas, el cual culminó con la ley de regionalización de 1982 (aunque ésta no restauró las históricas divisiones occitanas y sí disgregó más sus territorios en diversas entidades regionales). No fue sino hasta la ley de 1992 que se creó una redistribución horizontal entre las regiones, generando un fondo de corrección de los desequilibrios regionales (art. 64).

La difícil visión geográfica del movimiento occitano no permite hablar de una cultura occitana homogénea: regiones como Aquitaine, donde conviven con minorías vascas, Provence–Alpes Cote D´Azur, donde ciudades como Niza, con un desarrollo turístico importante, laico y poca agricultura, contrastan con un Auvergne y Rhône–Alpes católico y campesino. La Cote D´Azur de extrema derecha y antiseparatista contra un Limousin comunista y autonomista.

En las encuestas realizadas en 1994 por el Observatorio Interregional de Política (OPI) podemos observar el rango de identificación de la población con su región en Francia:

 

Observatorio Interregional de Política, 1994

Regiones como Ile–de–France y Alpes, por su desarrollo económico, escogieron la opción de "un lugar de desarrollo económico", pero las regiones sobre todo del sur se inclinaron por "un espacio histórico cultural". Esto nos muestra un fuerte vínculo con la región que no llega a transformase en un reclamo independentista, y sí en un sentimiento folclórico más que de búsqueda de transformación económica.

 

La política del Estado francés respecto a Occitania

A pesar del principio de indivisibilidad de la República, la ley francesa ha permitido la incorporación de ciertos territorios con características singulares; en 1919, después de la reincorporación de los departamentos del Alto Rin, del Bajo Rin y del Mosela, se permitió mantener en gran parte una legislación de origen alemán; sobre todo en lo que concernía al régimen administrativo y financiero de los municipios. Con la Constitución de 1958, los departamentos de ultramar se consideraron objeto de las "adaptaciones derivadas de su situación especial" (art. 73).

Posteriormente, en la ley de diciembre de 1982, se les concedió a París, Lyon y Marsella un régimen especial que les permitía elegir directamente a sus consejos de distrito. Con estas reformas surgirían regímenes especiales propios que respondían a situaciones especiales como el caso del "Estatuto de Córcega". El único límite parece consistir en que la regulación de las situaciones especiales no puede llegar hasta el reconocimiento de derechos subjetivos a una entidad, como lo habría sido el aceptar la entrada de la expresión "pueblo corso" en el Derecho, porque ello sería contrario a la concepción unitaria del pueblo francés.27

En este sentido, tal parece que desde una perspectiva jurídica las regiones en Francia son una entidad territorial al igual que los municipios y los departamentos, pero sin que su existencia goce de garantía constitucional. Sin embargo, el principio constitucional de libre administración de las entidades territoriales resulta aplicable respetando siempre el principio de Estado unitario.

La relación del Estado francés respecto al nacionalismo occitano se ha desarrollado dentro de esta dinámica descentralizadora, pero sin un reconocimiento pleno de su singularidad; la descentralización regional en Francia dista mucho de la regionalización española donde existe un reconocimiento histórico a las regiones, consideradas como un espacio singular dentro del Estado español. Actualmente, el problema de incorporación de comunidades diversas dentro del Estado francés no viene de dentro, sino de fuera (inmigrantes); pero el debate de las minorías nacionales sigue pendiente y es una de las tareas más relevantes en un futuro cercano.

 

Cuestión electoral

En Occitania tenemos una región central que corresponde en parte a las regiones de Auvergne y Rône–Alpes (que incluso algunos consideran excepciones en la geografía occitana), en donde encontramos una alta votación de apoyo a la derecha, a diferencia de regiones como Limousin, Languedoc–Rousillon y Midi–Pyrénées que tienen un muy alto rango de votación por la izquierda. Pero la geografía del voto de la derecha se ha venido combinando también con el voto por partidos outsiders,28 como el partido de "la caza y la pesca" y el "ecologista", que obtienen sus más importantes victorias en el sur.

El partido de "la caza y la pesca" es fuerte en la región católica y conservadora del oeste (Aquitaine, Auvergne, Midi–Pyrénées), mientras que el ecologista obtiene más de la mitad de sus votos en la Costa Azul (Rône–Alpes y Povence–Alpes Cote D´Azur), donde están instaladas muchas empresas turísticas y en donde el abandono del campo y la destrucción ambiental han sido más evidentes. Esta geografía de la Costa Azul nos propone una sociedad concentrada más en valores postmateriales y que refleja cómo el Partido Occitano (PO) no ha podido ofrecer una alternativa diferente en las inquietudes de esta región.

El Partido Occitano, creado en 1987, fue parte de una fusión del VVAP y otras organizaciones culturales occitanas; se declaró como un movimiento político independiente a todos los partidos políticos, pugnó por emerger la cuestión occitana en el campo político, se pronunció contra una industria del turismo depredadora y basó sus planes de autonomía en el proyecto autonómico de 1980 con gran influencia del modelo español. Promueve asimismo una defensa común de la lengua occitana y una sociedad democrática, justa tanto en lo social como en lo económico, con respeto a los derechos individuales y colectivos, solidaria con el Tercer Mundo, por la paz y el respeto del planeta.

Como podemos observar, el PO añade cuestiones ecologistas y ter–cermundistas que ya había propuesto desde los años sesenta, mostrando un avance en el plano ideológico de sus propuestas: "Actuar en lo político respetando el conjunto cultural".29

El índice de votaciones del Partido Occitano fue muy bajo, y aquí es importante remarcar el sistema electoral francés de dos vueltas que reduce las posibilidades de representación nacional de cualquier partido sin una serie de alianzas para asegurar su continuidad institucional. Como podemos apreciar en su escasa vida institucional, el PO no ha podido tener un rango de votación que le permita ganar muchas posiciones políticas en el aparato regional de gobierno.

Las primeras elecciones regionales con sufragio universal fueron en marzo de 1986, participando cinco listas occitanas en colaboración con grupos ecologistas y una lista del PNO. La alta participación en estas primeras elecciones se debió en parte a la influencia que todavía tenían los movimientos occitanos, producto de los años setenta, y también a un importante grupo de individuos que aprovechó esta oportunidad para manifestar su descontento contra el sistema sin tener una adhesión ideológica con los movimientos occitanos; esto se vería reflejado más adelante, cuando el porcentaje de votaciones decreció considerablemente.

Los resultados electorales de los candidatos nacionalistas occitanos continúan siendo en la práctica insignificantes en la década de 1990: en las elecciones regionales de marzo de 1998 los dos candidatos que se presentaron con la etiqueta de "autonomista" en el departamento de Alpes Marítimos recibieron 1.16 y 0.87% de los votos.30

El modesto rango de votos que manifestó en sus inicios marcó un retroceso por lo menos en las elecciones nacionales de 1 a 0%, aunque, por otra parte, se ha visto beneficiado por la creación del Partido Democrático de los Pueblos de Europa (PDPE) en el Parlamento europeo, permitiéndole tener una participación aunque sea a escala europea.31

La participación del movimiento occitano representado en el Partido Occitano dentro de la Unión Europea le ha permitido llevar varias de sus demandas al Parlamento europeo.

El PDPE–ALE sostiene que las naciones sin Estado tienen derecho al autogobierno y a la participación en el mundo y en la Unión Europea, en términos de igualdad con las otras nacionalidades, sean o no poseedoras de la estructura estatal. El proceso de una mayor integración europea no sólo es compatible, sino que además fortalece el reconocimiento de tales naciones y de este nacionalismo inclusivo y cívico.32

El movimiento occitano actualmente se posiciona a favor de pertenecer a una Unión Europea, siempre desde esta perspectiva de integración y reconocimiento. El actual concepto de subsidiariedad, tal y como está formulado en el Tratado de la UE,33 se interpreta generalmente sólo como una regulación de las relaciones entre la Unión y los Estados. El movimiento occitano propone que este concepto se expanda a las regiones y autonomías.

Una de las demandas constantes no sólo del nacionalismo occitano sino de los demás nacionalismos respecto al Parlamento europeo es reformar las leyes electorales para garantizar que las naciones internas constituyan distritos electorales separados y así garantizar una mayor participación de éstas. Esto beneficiaría sobre todo a aquellos nacionalismos, como en el caso occitano, que están dentro de un sistema electoral donde el diseño de sus instituciones no les permite tener una representación efectiva en el congreso.

La participación del Partido Occitano dentro de la Unión Europea ha servido como un espacio que le permite desenvolverse con mayor libertad y mediante el cual puede vincularse con otras minorías nacionales.

La participación del Partido Occitano en la vida social de la región es más simbólica (véanse cuadros), la verdadera fuerza del movimiento sigue siendo cultural. En la actualidad existen muchas organizaciones culturales y el Instituto de Estudios Occitanos continúa trabajando en varias regiones, incluida París. En 1999 se creó el CIRDOC, antiguamente el Centro de Desarrollo Occitano (CIDO), como un organismo de difusión y conservación de la cultura occitana. Asimismo, se promueve la existencia de varias Calandretas, escuelas de enseñanza en lengua occitana, como las ikastolas vascas o Diwan bretonas, que además de ser gratuitas son de carácter laico y funcionan asociadas al servicio público de enseñanza francés; cuentan también con la Universidad Occitana de Estudios en Nimes y más de 45 publicaciones occitanas, entre revistas anuales, semanales o diarias, sin contar las de investigaciones publicadas por los diferentes centros culturales.

Este análisis refleja en buena medida algunos de los problemas de origen de este movimiento nacionalista al que sumamos la dificultad de unir una población de cerca de 13 millones de habitantes.

Hablamos de la "minoría nacional" más amplia de Europa y las dificultades que esto contrae, pero por otro lado también hablamos de una historia común, de un agravio constante y de un pueblo que existe aunque no sabe dónde exactamente.

En un discurso, el presidente del Partido Occitano, reflexionando sobre la debilidad del movimiento político occitano, hablaba de sustituir una actitud puramente reivindicativa del hecho occitano por una actitud de afirmación: "el proceso de maduración en el que se encuentra hoy el movimiento occitano debe de conducir a sustituir una actitud puramente reivindicativa por una de afirmación del hecho occitano".

 

CONCLUSIONES

En el proceso de la invención de la tradición pudimos observar cómo el occitanismo actual no logró construir imágenes lo suficientemente fuertes para formar un colectivo importante que les permitiera ser la base de su activismo político. Alain Touraine mencionaba que la imaginación no sólo era la facultad de formar imágenes, sino la facultad de deformar esas imágenes en beneficio de una identidad colectiva.

Quizá uno de los errores del movimiento nacionalista occitano fue que en este afán de reconstruir la vieja Occitania, quisieron incluir una amplia zona que muchas veces no se sentía identificada con el movimiento y que, lejos de fortalecer, creaba un ambiente de ambigüedad, siendo un lastre enorme con el que nunca pudieron avanzar.

Los diferentes grupos políticos occitanos sólo tenían influencia en ciertas áreas, y el intentar abarcar más allá les llevaba a un desgaste político innecesario y en el que regularmente tenían que pactar con otras fuerzas.

La cuestión lingüística tampoco es fácil de abordar ya que estamos hablando de un idioma que está compuesto por varios dialectos, lo que hace difícil la creación de una gramática única que permita unificar esta lengua y lograr así un vínculo lingüístico que genere identidad entre los habitantes de Oc; recordemos que la lengua es un elemento básico en la formación de una minoría nacional pues es a partir de ésta que se consigue crear una especificidad respecto al resto del Estado–nación. Hablar un idioma diferente crea una complicidad entre los actores sociales que fortalece y cohesiona los lazos entre la comunidad (esto lo podemos apreciar muy bien en el caso vasco donde el euskera es un símbolo de identidad e incluso de beneficios económicos).34

Actualmente, los dialectos occitanos van en declive; la creación de las Calandretas, escuelas creadas con capital público y privado, tiene como fin rescatar esta lengua, aunque sus matriculas siguen siendo bajas ya que, a diferencia del caso vasco y el catalán, ser bilingüe en Occitania no reditúa en beneficios económicos o sociales.

En conclusión, el movimiento político occitano sufrió en la década de 1990 algo parecido a lo sucedido con las izquierdas en todo el mundo: una indefinición sobre su futuro sobre todo a raíz del derrumbamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del claro avance de las derechas ultraconservadoras y de las políticas de neoliberalismo. A pesar de que el movimiento occitano siempre intentó desvincularse de los partidos tanto comunistas como socialistas, está claro que nunca lo logró; la mayoría de los dirigentes occitanos tenían vínculos muy próximos a estos partidos y era normal notar esta influencia en sus acciones; aunque siempre intentaron mostrar independencia, las constantes divisiones de la izquierda en Francia afectaban de una u otra forma al movimiento político occitano.

El ascenso de la izquierda en los ochenta dejó al movimiento en una inmejorable condición para negociar y obtener beneficios que fortalecieran su posición frente a la sociedad, pero, irónicamente, sucedió todo lo contrario, ya que los avances sobre todo en materia de descentralización regional fueron percibidos por la población más como un logro del gobierno de izquierda que como una victoria de los grupos políticos occitanos, a los que sólo les quedó exigir mayores reformas a este proceso descentralizador y, en este sentido, continuar un reclamo inútil ya que perdieron a su enemigo visible (el centro parisino) y tendrían que buscar un nuevo contrincante.

El discurso colonialista de los años sesenta empezó a perder fuerza; los logros alcanzados en materia de defensa de las minorías nacionales, sobre todo en el Parlamento europeo, dejaban como inoperante esta teoría. El movimiento occitano, como bien dijo el presidente del PO, se quedó en la adolescencia, no maduró, intentando subsistir con un discurso romántico y desfasado por la nueva realidad.

En un mundo donde las políticas económicas globalizantes han afectado la relación del Estado respecto de la sociedad, donde las fronteras entre lo público y lo privado se confunden y el Estado está inmerso en un proceso de reconstrucción del espacio público y de su participación en cuanto a la defensa de los límites nacionales no muy clara, notamos un sentimiento de vacío institucional o abandono que está siendo rellenado con la exaltación de sentimientos de pertenencia a un lugar o de reivindicación de tradiciones.

El futuro del movimiento político occitano está en saber asimilar los cambios que suceden en el mundo y en especial en Europa, lograr una postura política clara respecto de los partidos políticos nacionales, en especial los de izquierda, y resolver la cuestión de sus fronteras tanto territoriales como lingüísticas.

Occitania es una región que vive y es quizá en este sentido en el que deben trabajar los grupos occitanistas para definir un proyecto regional incluyente, donde las diferencias no sean obstáculo o símbolo de conflicto, sino (como ha sido tradición en estas tierras desde tiempos remotos) de convivencia y pluralidad.

 

REFERENCIAS

1 Fernand Braudel, La identidad de Francia, Barcelona, Gedisa, 1993, p. 81.        [ Links ]

Le Figaro, 26 de diciembre de 1961.        [ Links ]

3  Éric Kocher–Marboeuf, "La gréve des mineurs Decazevillois de 1961 ou le combat d´un pays noir du sud qui ne voulait pas mourir", Le Midi dans la nation Francaise, Toulouse, CTHS, 2002, p. 199.        [ Links ]

L´Humanité, 10 de enero de 1962.        [ Links ]

5  "Jamais dans l´histoire de la classe ouvriére un conflit n´aura vu une telle unanimité et une telle solidarité", Le Monde, 22 de febrero de 1962, p. 15.        [ Links ]

6  "Les revendications des mineurs en matiére de retraite proportionnelle et de sécurité social ne peuvent etre acceptées par le gouvernement (...) Et un dangereux précédent pour d´autres secteurs non miniers", Le Figaro, 3 de enero de 1962, p. 7.        [ Links ]

7  Michel Daynac, "Decazeville: autopsie d´une gréve (décembre 1961–février 1962)", Cahiers d´histoire de l´institut de recherches marxistes, núm. 9, 1982, p. 107.        [ Links ]

8 "Le conflit de Decazeville posait un grand nombre de questions nouvelles auxquelles le PCF n´était pas encore prrt á apporter des réponses", en Daynac Michel, op. cit., p. 118.

9  Henri Jeanjean, De l´utopie au pragmatisme? Le mouvement occitan, Perpignan, Trabucaire, 1992, p. 36.        [ Links ]

10 Los "Carboniers de la Sala" fue el nombre de una canción que manifestaba la lucha de los mineros occitanos en la defensa de su trabajo y de su tierra con una cierta simpatía comunista al mencionar a la Internacional.

11  Aunque la primera formulación en este sentido la realizó Charles Brindillac en su artículo para Espirit en diciembre de 1957 "Décoloniser la France".

12  Podemos encontrar más detalladamente el trabajo de estos autores en Le Petit Livre d´Occitania del COEA donde además viene una breve historia de Occitania así como del movimiento político y cultural.

13  COEA, núm. 5, diciembre de 1963, p. 5.

14 Savoia fue el último territorio incluido dentro del territorio francés en 1860; esta área no ha tenido un regionalismo intenso.

15  Michel Le Bris, Occitanie: Volem Viure, París, Gallimard, 1974, p. 296.        [ Links ]

16  Ibid., p. 85.

17 Algunas propagandas como la que hace referencia a IRA eran retiradas y el orden de aparición de los manifestantes en los mítines era como se menciona arriba, dando mayor peso a los campesinos y a las consignas en occitano, aunque la televisión y los medios nacionales evitaban reportar el uso de banderas en occitano. Véase Lutte Occitane, núm. 1, mayo de 1972, p. 4.        [ Links ]

18 Ibid., p. 240.

19 El teatro de Carriéra nació durante esta época como una alternativa cultural en contra de la confrontación.

20 Esta fue una declaración para el semanario SUD, núm. 8, del secretario de la Federación de Hérault del Partido Comunista a una pregunta sobre la participación de líderes occitanistas en el movimiento.

21 Habrá que recordar que Volem Viure Al Pais nació de la plataforma política que impulsó la campaña presidencial de Robert Laffont.

22 Pierre Bosc, Le vin de la colére, París, Galilée, 1976, p. 74.         [ Links ]

23 Luis Quere, Jeux interdits a la frontiere, París, Anthropos, 1978, p. 234.        [ Links ]

24 Anthony Smith, La identidad nacional, Madrid, Trama, 1997, p. 26.        [ Links ]

25 En este caso vemos cómo la liga de Savoir, a pesar de su identidad étnica, en sus propuestas autonómicas tenía un apartado para la inclusión de inmigrantes, aunque al principio fue muy limitada por las influencias de grupos conservadores, pero finalmente fue ampliada a todo aquel que se sintiera integrado a este colectivo mostrando su adaptabilidad a una realidad actual.

26 Recordemos que la mayoría de los movimientos nacionalistas en Francia no buscaba la separación del Estado francés sino una mayor independencia respecto del centro, por lo tanto la ley de 1982 satisfacía en parte esta demanda y sólo dejaba a los movimientos negociar sobre una mayor apertura regional.

27 "Informe del comité director de las autoridades locales y regionales", traducción de José Manuel Rodríguez Álvarez, Madrid, Ministerio de Administración Pública, 2000.

28 Palabra para denominar a los partidos políticos creados fuera del sistema tradicional electoral y político; por lo regular son creados sólo en momentos puntuales de la política nacional.

29 Declaración en un discurso del presidente del Partido Occitano Gustav Alirol en 1999.

30  Núñez Seixas, Movimientos nacionalistas en la Europa del siglo XX, Madrid, Síntesis, 1998, p. 287.        [ Links ]

31  En 1984, una serie de partidos nacionalistas con grupos ecologistas crearon un grupo denominado Arc–en–Ciel en el parlamento europeo, pero en las elecciones de 1989 los ecologistas se separan y se incorporan nuevos partidos nacionalistas, como: Volksunie, Scottish National Party, Eusko Alkartasuna/Esquerra Republicana de Catalunya, Avvene Corsu, Partito Sardo d´Azione, Independent Fianna Fail, Partido Andalucista, Coalición Canaria. Con la ruptura de la Liga del Norte se creó la Alianza Libre Europea–Partido Democrático de los Pueblos de Europa (PDPE–ALE) que reúne a partidos políticos comprometidos en la búsqueda de un mayor autogobierno para las naciones sin Estado.

Posteriormente se anexaron más partidos, entre los que destacamos al Bloque Nacionalista Gallego, Mouvement Région Savoie, Partei der Deutschsprachigen Belgier, y el Partit Occitan.

32  Declaración de Bruselas del 9 de noviembre de 2000 sobre naciones y regiones en el gobierno de Europa.

33  Subsidiariedad se interpreta de forma amplia como el instrumento esencial que justifica que la toma de decisión se realice lo más cerca posible de los ciudadanos.

34 En el País Vasco el dominio del euzkera implica obtener mejores puestos de trabajo y mayores oportunidades de empleo.

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