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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.24 México ene. 2005

 

Ilustración de las políticas neoliberales

 

Respuestas al neoliberalismo en Argentina1

 

Patricia Davolos*
Laura Perelman**

* Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina.
Dirección electrónica: davolos@mail.retina.ar

** Instituto de Desarrollo Económico y Social, Buenos Aires, Argentina.
Dirección electrónica: lacperel@mail.retina.ar

Recepción del original: 10/01/05.
Recepción del artículo corregido: 30/09/05.

 

Resumen

Hacia finales de la década pasada comienza a cobrar dinamismo la protesta social en Argentina como respuesta a la crisis resultante de las políticas neoliberales que dominaron la escena nacional en los noventa. En ese contexto, grupos de trabajadores ocupan empresas en riesgo de cerrar sus puertas, organizándose para operarlas en forma autogestionaria. Aquí se estudian las características del mercado de trabajo, así como las tradiciones y los recursos que permitieron a los trabajadores llevar adelante este tipo de acciones, delineando distintas trayectorias que otorgaron inteligibilidad al fenómeno analizado.

Palabras clave: fábricas recuperadas, mercado de trabajo, sindicatos, acción colectiva, desempleo.

 

Abstract

Towards the end of the past decade, social protests in Argentina started to gain strength and become more dynamic in response to the crisis that ensued from the neoliberal policies that were predominant in said country during the 1990's. In such framework, workers' groups started to take over companies who were at risk of shutting down, thus organizing themselves to manage and operate said companies under a self-rule scheme. This paper reviews the labor market characteristics as well as the traditions and resources that enabled workers to undertake and advance such kind of actions, through an outline of various courses of action that provided intelligibility to the situation and events being reviewed.

Keywords: reclaimed faetones, labor market, labor unions, collective action, unemployment.

 

 

INTRODUCCIÓN

Este trabajo analiza un hecho que forma parte de los modos no convencionales de organización y protesta que fueron adquiriendo relevancia en Argentina a fines de los noventa. La intensificación de las disputas sociales resultó el corolario de las cada vez mayores desigualdades sociales a las que dio lugar la puesta en marcha de un programa de liberalización económica que, entre sus aspectos más destacados, incluía: suprimir las barreras a las importaciones, una tasa de cambio fija con fuerte apreciación de la moneda local, privatizar las empresas públicas y desregular el mercado laboral.

En particular, este artículo analiza el caso de "empresas recuperadas por sus trabajadores". Estas experiencias se enmarcan dentro de las formas novedosas que asumió la protesta en Argentina hacia fines de los noventa, porque significaron una respuesta que se extendió más allá de los límites tradicionales que adoptaban las disputas laborales durante ese periodo.

Desde la primera mitad del siglo pasado y a diferencia de la mayoría de los países de América Latina, el mercado de trabajo argentino se caracterizó por un grado relativamente elevado de formalidad y por tasas de ocupación cercanas al pleno empleo, en el marco de un modelo de crecimiento centrado en la producción industrial. Estas características implicaron que la mayoría de los sectores populares se socializara tempranamente en el mercado de trabajo urbano, dando lugar a la constitución de un movimiento obrero asociado a una fuerte cultura sindical y a organizaciones gremiales poderosas con capacidad de influir en el sistema político. De esta forma, la historia de la conflictividad en Argentina estuvo centrada en la protesta laboral llevada a cabo por el movimiento obrero organizado.

El modelo de apertura, que en una primera versión fuera impuesto por la dictadura que se instaló en 1976, trajo graves alteraciones en esta dinámica de funcionamiento debido al impacto negativo que tuvo en sectores clave como el industrial. Pero es durante la década de los noventa que en Argentina se adoptan en forma dogmática las políticas "recomendadas" por los organismos financieros internacionales. Su puesta en práctica adquiere tal grado de intensidad que Argentina se constituye, desde la perspectiva de estos organismos, en un caso paradigmático a seguir por el resto de los países de la región.

Entre las consecuencias más importantes de la aplicación del modelo neoliberal destacaron el agudo proceso de desindustrialización que tuvo lugar en el periodo y el crecimiento sin precedentes del desempleo abierto y de la precariedad laboral. Estos procesos se agudizaron con la larga recesión a partir de 1998. Pero es también hacia finales de la década que cobró auge la protesta social en Argentina, no sólo porque los conflictos se multiplicaron sino además por la conjunción de formas tradicionales e inéditas de manifestación. Este proceso alcanza su punto más culminante en las jornadas de diciembre de 2001, desencadenando la abrupta caída del gobierno de Fernando de la Rúa.

Es en este contexto que distintos grupos de trabajadores comenzaron a ocupar empresas en situación de quiebra inminente o que acababan de cerrar, autorganizándose para volver a poner en marcha la producción. Se trataba de empresas que atravesaban un proceso de crisis que adoptó diferentes formas: declaración de quiebra, convocatoria de acreedores, vaciamiento de la empresa mediante maniobras fraudulentas o abandono de la actividad productiva por parte de los propietarios. En general, estas circunstancias eran la culminación de procesos cuya génesis databa de mediados de la década de los noventa, momento en que se produjeron numerosos despidos y suspensiones entre el personal de estas plantas. A partir de 1998, a las reducciones de personal se sumó la acumulación de importantes deudas salariales, la generalización del pago en vales y en forma fraccionada, fuertes deudas previsionales, etcétera. En un contexto de alta conflictividad social, las primeras experiencias de recuperación de empresas obtuvieron una importante difusión pública y se desencadenó una suerte de multiplicación, aumentando el número de trabajadores que adoptó esta modalidad para preservar su fuente de trabajo.

En el análisis que se presenta a continuación, el vínculo entre las características que fue adoptando la conflictividad laboral y la dinámica del mercado de trabajo constituye el punto de partida para comprender cómo se fueron modificando intereses en las filas de los trabajadores y delineando ciertos agravios como intolerables. Una vez caracterizado el contexto general, el análisis se centra en los distintos recursos organizativos y materiales que permitieron a los trabajadores llevar adelante este tipo de acciones y poder sustentarlas en el tiempo.

Es objetivo del trabajo rastrear los orígenes del fenómeno, qué novedades aporta y qué constantes guarda con las formas de organización y acción colectiva que ya caracterizaban a distintos segmentos del movimiento obrero. Desde esta perspectiva, una variable central del análisis es el papel que desempeñaron los sindicatos en las distintas experiencias que constituyeron el universo de las empresas recuperadas, en relación con dos dimensiones: a) la existencia de alguna instancia de intervención sindical, en tanto proveedora de recursos organizacionales y materiales, y b) la presencia de diferentes trayectorias sindicales en tanto promotoras de diversas prácticas y orientaciones respecto de la recuperación de empresas.

Finalmente, el trabajo se propone delinear diversas trayectorias de acuerdo con las variables planteadas y presentar el tipo de redes de organización que se fueron construyendo alrededor de distintos procesos de recuperación. Dada la importancia que tuvo en Argentina el movimiento obrero organizado, resulta de interés examinar cuáles fueron las respuestas dadas desde estos sectores a la crisis resultante de las políticas neoliberales que dominaron la década de los noventa.

 

EL CICLO DE LA PROTESTA2 Y LA RECUPERACIÓN DE EMPRESAS

Como ya se dijo, la recuperación de empresas3 tuvo lugar en aquellos sectores o unidades productivas que atravesaban situaciones muy críticas como procesos de quiebra, convocatoria de acreedores, que en muchos casos respondían a maniobras fraudulentas y vaciamientos de las empresas.4 En general se dio por medio de medidas de acción directa como toma y ocupación de la fábrica (a veces durante meses), lo que implicó en muchos casos una ardua resistencia frente a las fuerzas represivas que intentaban desalojar a los trabajadores.5 Cabe destacar que las acciones fueron realizadas casi exclusivamente por trabajadores ligados directamente al proceso productivo (blue collars). Por eso al momento de poner en marcha nuevamente las empresas, ellos debieron realizar también las tareas de gestión, comercialización y administración.6

La recuperación de empresas se desarrolló mayoritariamente en el sector industrial (70% ), y dentro de éste la rama que concentró el mayor número de casos fue la metalúrgica (36%). El fenómeno se localizó en las regiones tradicionalmente más industrializadas del país, básicamente en la ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano Bonaerense (75% del total).7 Por tanto, la relación entre crisis productiva y de empleo, y el uso del recurso de la recuperación de empresas fue particularmente significativa en el sector manufacturero. Éste tuvo durante los noventa uno de los comportamientos más negativos en cuanto a la demanda laboral, incluso cuando en algunos periodos y en algunas ramas se produjo un crecimiento productivo importante. A partir de 1998 se registró una cantidad considerable de cierres de establecimientos y procesos de racionalización del empleo mediante la reducción de las plantillas de personal o suspensiones. También se incrementaron los atrasos y deudas salariales, pasando a convertirse estos reclamos -junto con aquellos referidos a despidos y suspensiones- en las causas más importantes del conflicto laboral hacia finales de la década.8 Un ejemplo de esta dinámica fue el sector metalúrgico, donde a partir de 1998 se incrementaron considerablemente los conflictos por los motivos antes señalados.

Diciembre de 2001 significó para la sociedad argentina un punto nodal en la fuerza y el dinamismo que cobró la conflictividad. La crisis económica y financiera aunada a la creciente debilidad del gobierno, debido a la falta de respuestas y políticas alternativas, propiciaron una generalización de la acción colectiva, que desembocó en la caída del gobierno encabezado por Fernando de la Rúa.9

A partir de ese momento adquirieron difusión social "las empresas recuperadas por sus trabajadores". Sin embargo, varios de los procesos de recuperación se desencadenaron en los últimos años de los noventa, en el contexto del ciclo recesivo que se inició en 1998,10 y que fue el más largo y radical que ha registrado la historia argentina. Si bien el actual ciclo de recuperación de empresas se inició antes de diciembre de 2001, el clima social imperante y los sucesos desatados durante esta fecha resultaron decisivos en su desarrollo, precipitando la coordinación de los grupos prexistentes que actuaban en forma aislada, suministrando liderazgos y convirtiendo la ocupación y recuperación de plantas en un camino posible frente a circunstancias similares. Así, las primeras experiencias brindaron coordinación, saber acumulado y recursos organizativos y materiales (asesoramiento legal, contable, medios de subsistencia durante los conflictos, etcétera) a las recuperaciones posteriores.

El encuentro entre las diferentes experiencias fue propiciando las primeras acciones conjuntas y, finalmente, la conformación de un movimiento cuyos lemas centrales fueron "tocan a una nos tocan a todas" y "ocupar, resistir y producir". No obstante, al interior del movimiento existían distintas corrientes que pugnaban, entre otras cuestiones, modos diversos de propiedad social y vínculo con el Estado. Estas diferencias encuentran su correlato porque en su génesis y desarrollo incidieron distintos tipos de actores y organizaciones. Pero más allá de estas diferencias, a las que se hará referencia a lo largo del trabajo, la consolidación de instancias organizativas permitió que la recuperación de empresas por parte de los trabajadores se constituyera en un recurso disponible y comenzara a producirse una suerte de multiplicación en un clima social propicio.

Las características del contexto favorecieron el encuentro y la solidaridad con otras organizaciones sociales (nuevas y ya existentes) que fueron cobrando significación en la protesta, como los movimientos piqueteros o las asambleas barriales.11 Las circunstancias políticas y sociales posibilitaron o limitaron la acción colectiva en un determinado sentido. Es por esto que el ciclo de la protesta se constituyó en una variable relevante para entender el grado de difusión que alcanzó en un momento histórico específico este tipo de experiencias. Sin embargo, para comprender la relación entre las características del contexto y la predisposición de estos trabajadores a la acción colectiva, es necesario introducir en el análisis otros elementos como los recursos organizativos disponibles12 y las identidades colectivas involucradas que fueron definiendo agravios e injusticias como "intolerables". En las páginas que siguen, a partir de analizar las continuidades y las novedades presentes en estos procesos, se dará cuenta de estos aspectos haciendo intervenir la red de relaciones anterior, durante y después de los sucesos que constituyen la "recuperación".

DEL RECLAMO LABORAL TRADICIONAL A LA RECUPERACIÓN DE EMPRESAS

Una de las hipótesis de este trabajo es que existe continuidad entre el tipo de acciones colectivas que caracterizaron los conflictos laborales durante los noventa y la difusión hacia finales de la década de acciones que se orientaron a la recuperación de empresas por parte de sus trabajadores. Esta continuidad estuvo marcada por la relevancia que fue adquiriendo la preservación de la fuente de trabajo en las acciones colectivas emprendidas por los trabajadores desocupados. La mayor significación de este reclamo estuvo asociada no sólo con la crisis que dio lugar a cierres de empresas y ajustes en los planteles permanentes, sino también al aprendizaje social en torno a las consecuencias que tuvo para muchos trabajadores la salida de la empresa, aun entre aquellos que cobraron elevados montos por concepto de indemnización o retiro voluntario.13

Durante los noventa, las condiciones del mercado laboral se fueron tornando cada vez más críticas para un número creciente de trabajadores. Las tasas de desempleo alcanzaron índices sin precedente. En 1989, la tasa de desempleo era del 6%, muy cercana a lo que fue el promedio histórico del país, en 1994 ya se había elevado al 12%, y en la crisis del 2001 ascendía por encima del 20%. Es decir, que en algo más de 10 años la tasa de desempleo abierto se había más que triplicado. Paralelamente, crece el empleo no registrado ante la seguridad social y la precariedad laboral como consecuencia de una serie de reformas al régimen de contrato de trabajo orientadas a eliminar las restricciones para que los nuevos asalariados pudieran ser contratados en forma temporaria.14 En estas condiciones creció la inestabilidad laboral, pues se registró un proceso de sustitución de trabajadores, aquellos que tenían contrato por tiempo indeterminado fueron despedidos y en su lugar se ocupó a trabajadores temporales.15 A finales de la década, la mayor parte de los trabajadores que ingresaron a una nueva ocupación lo hicieron mediante contratos precarios, aun aquellos con mayor escolaridad y calificación. El análisis de las trayectorias de corto plazo muestra dos fenómenos en crecimiento: el desempleo de larga duración y el desempleo repetitivo. El primero (más de un año) creció sobre todo entre quienes habían tenido un empleo estable y protegido, ellos probablemente permanecieron por periodos más prolongados buscando un empleo de características similares al que habían tenido.16 Sin embargo, muchos terminaron ingresando a empleos precarios y por tanto expuestos a un desempleo repetitivo.17

Las condiciones en las que se desarrolló el mercado de trabajo produjeron un efecto disciplinador en el sentido de mantener los salarios deprimidos, intensificar las condiciones de trabajo,18 erosionar el poder sindical y regular al margen de conflicto.

El principio de la década de los noventa marcó una caída en los índices de conflictividad laboral respecto del periodo anterior (1984-1989), sobre todo en el sector privado. Esto significó, a su vez, un desplazamiento del conflicto desde el sector industrial hacia el sector público.19 También desde mediados de la década los motivos principales del conflicto se tornaron más defensivos, pasando de los reclamos por recomposición salarial a demandas por despidos y suspensiones y por pagos adeudados. Reclamos estos últimos que continuaron predominando entre los asalariados ocupados hasta el 2001. Otro desplazamiento significativo que se produjo a lo largo de la década fue el ámbito de aplicación del conflicto, que pasó de la rama de actividad al de la empresa.

Este cambio resulta relevante si se tiene en cuenta que la organización gremial argentina se caracterizó históricamente por un alto grado de centralización en ramas de actividad, tanto en los procesos de negociación como en la organización de la acción colectiva. Esto se vio favorecido por la legislación laboral que le otorga el monopolio de la representación y de la negociación colectiva al sindicato mayoritario, en general, organizado en torno a una determinada actividad. Además, dentro de este esquema organizativo, el control financiero que ejercieron históricamente las cúpulas sobre los fondos sindicales reforzó la centralización, ya que su administración discrecional fue utilizada frecuentemente como una herramienta de disciplinamiento interno respecto de las estructuras de representación regional y de las empresas.20

El repliegue de la conflictividad a los límites de la empresa supuso, por un lado, la persistencia de prácticas de organización y acción colectiva en torno a las estructuras representativas de base (cuerpo de delegados de planta y comisiones internas), pero por otro, destacó la heterogeneidad histórica existente en la organización gremial en torno a variables como tamaño, rama de actividad y tradición en la organización gremial. De hecho, entre ramas que atravesaron procesos importantes de ajuste como la metalúrgica y la textil, se registraron índices disímiles de conflictividad, observándose en la primera un número de conflictos bastante más elevado que en la segunda.21 También es importante señalar la heterogeneidad existente al interior de un mismo sindicato, entre distintas regionales o seccionales. Casos paradigmáticos fueron los diferentes grados de confrontación evidenciados por distintas regionales de los sindicatos telefónicos, de estatales y dentro del sector industrial de los metalúrgicos.

Paralelamente al hecho de que se fueron tornando más defensivas las acciones de protesta de los ocupados, comenzó a adquirir visibilidad pública el destino común para la mayor parte de los trabajadores que eran expulsados de su empleo: el desempleo de larga duración o el repetitivo. Un caso paradigmático fue el de los trabajadores de los burócratas que "aceptaron" el retiro voluntario durante el proceso de privatización. Según estudios que registraron las trayectorias laborales de estos trabajadores, una buena parte de los mismos no lograron reinsertarse en el mercado laboral.22 De hecho, muchos de los que habían sido desligados de las empresas petroleras pasaron a formar parte de los primeros grupos "piqueteros"23 que surgieron en las paradigmáticas protestas que tuvieron lugar en las localidades de Cutral-Có y Plaza Huincul (Neuquén) o Tartagal y General Mosconi (Salta).24 Entre los ocupados, las acciones se fueron concentrando cada vez más en la preservación de la fuente de trabajo o -ya en última instancia- el reclamo se centró en el cobro de la indemnización, que en muchos casos se volvió dificultoso. Este fue el repertorio tradicional a partir del cual los sindicatos enfrentaron los procesos de cierre o reducción de personal.

Pero a su vez, y paralelamente a las transformaciones comentadas, el cierre de la fuente de trabajo y el incumplimiento del contrato salarial devinieron fuentes de "agravio moral y del sentimiento de injusticia".25 La ruptura de la relación salarial -intrínsecamente asimétrica- se vuelve intolerable justamente cuando se produce por quien detenta mayor poder en la relación. De esta manera, la percepción del significado del cierre de la empresa como "inaceptable" se vio reforzado en aquellos casos donde -como sucedió en un porcentaje elevado- los trabajadores advirtieron que se trataba de cierres por quiebras fraudulentas o procesos de vaciamiento y crisis inducida.

Es en este contexto donde se inscribe el cambio en las formas de expresión de los reclamos, pasando del tradicional a la toma y recuperación de las plantas. Por tanto, la ocupación de empresas por parte de sus trabajadores y su puesta en producción se inscribió en acciones defensivas y de resistencia que constituyeron una prolongación de los reclamos por la fuente de trabajo a partir de métodos alternativos que no eran parte del repertorio tradicional de la lucha sindical. La recuperación de empresas surgió entonces como una forma de esquivar el destino casi seguro de pasar a engrosar el ejército de desocupados en un contexto donde las protecciones frente al desempleo eran débiles y transitorias: la indemnización se consumía y el seguro de desempleo al cabo de un corto periodo dejaba de percibirse.

 

ACCIÓN COLECTIVA Y RECURSOS ORGANIZATIVOS

Trayectoria sindical y recuperación

Si bien en los últimos años se han producido novedades, la historia de la conflictividad en Argentina estuvo centrada en la protesta laboral realizada por el movimiento obrero organizado. Las sucesivas leyes promulgadas durante el primer y segundo gobierno peronista (1946-1955) consolidaron una estructura de representación sindical y de negociación colectiva centralizada en el ámbito de las actividades económicas. Estas características, sumadas a un mercado de trabajo altamente integrado, y a la fuerte identificación existente entre sindicatos y peronismo -movimiento político26 al cual se adscribía la mayoría de la clase trabajadora-, le otorgaron a la clase obrera organizada una fuerte capacidad de movilización y de presión sobre el Estado. A su vez, estas particularidades favorecieron -aunque de manera desigual entre sectores y tipos de establecimiento- el desarrollo de comisiones internas vigorosas afianzando una cultura de la resistencia en los lugares de trabajo. Los intentos posteriores por modificar esta estructura de representación no prosperaron ni aun en contextos de relaciones de fuerza muy desfavorables para el sector laboral, como lo fue la década de los noventa. Sin embargo, la histórica relación del sindicalismo con el partido justicialista sufrió una fuerte sacudida a partir del ascenso de Menem como representante de este partido a la presidencia de la nación a fines de los años ochenta.27 La puesta en práctica de un plan de restructuración económica de corte neoliberal planteó desde un principio una fuerte paradoja para todo el espectro sindical, que resultó en un creciente fraccionamiento del movimiento obrero organizado, debido a la divergencia en las estrategias que siguieron. A pesar de que los sindicatos lograron mantener los atributos centrales de la estructura sindical y de negociación colectiva a partir de la preservación del principio que adjudica el monopolio de la representación al sindicato con mayor número de afiliados y el predominio de los ámbitos de representación superior en la negociación colectiva,28 en muchos casos las organizaciones centrales perdieron gravitación en la vida interna de los sindicatos, en parte como consecuencia de la escasa actividad negociadora que los caracterizaba. Es probable que en este contexto se haya registrado una mayor autonomía en las instancias de representación locales y de base, más alejadas de la influencia histórica que habían ejercido las conducciones centrales de los gremios. Como veremos, este contexto resultó propicio para que en algunos casos seccionales, o regionales disidentes respecto de las conducciones nacionales de los gremios, adoptaran o apoyaran formas de acción que no constituían parte del repertorio sindical tradicional, como fue el caso de la recuperación de empresas.

Un punto importante en el análisis es con qué recursos organizativos, materiales y simbólicos contaron estos trabajadores para realizar una acción que implicaba reformular la lucha laboral típica, y que a la vez permitiera la sustentabilidad en el tiempo de las acciones. En este sentido, se tomó como variable central para diferenciar trayectorias el tipo de intervención sindical y la experiencia que los trabajadores tenían como asalariados en la situación inmediatamente anterior a conformar el universo de las empresas recuperadas.

Se distinguen de esta forma tres tipos de trayectorias de acuerdo con el modo de intervención sindical previa y durante el proceso de recuperación:

1)  Dentro de la primera trayectoria se agrupa a aquellas empresas donde ya existía una fuerte organización gremial de base, y la regional sindical a la que pertenecían acompañó tanto a los conflictos que antecedieron a la recuperación como al proceso de recuperación mismo. Entre las experiencias más significativas se encuentran las plantas metalúrgicas pertenecientes a la seccional Quilmes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), la empresa Cerámicas Zanón, el Supermercado Tigre y los yacimientos carboníferos de Río Turbio.

2)  En la segunda se ubican aquellas plantas donde también había una importante presencia sindical. En estos casos, el sindicato acompañó los conflictos previos apoyando las reivindicaciones tradicionales de los asalariados, pero no visualizó, no apoyó o directamente se opuso a formas alternativas de acción como la recuperación de las empresas por parte de sus trabajadores. Frente al cierre de los establecimientos, la intervención sindical se limitó a la negociación o presentación de acciones judiciales para que los trabajadores pudieran cobrar los sueldos atrasados, la indemnización, etcétera. En este grupo se destacan varias de las metalúrgicas pertenecientes a distintas seccionales de la UOM, que no contaron con un apoyo directo del sindicato durante el proceso de recuperación (por ejemplo, las empresas actualmente recuperadas Los Constituyentes y Unión y Fuerza) o diferentes experiencias pertenecientes al sector de transporte, donde el sindicato (la Unión Tranviaria Automotor, UTA) directamente se opuso a la recuperación.

3) La tercera trayectoria refiere a aquellas recuperaciones de empresas en las cuales la organización gremial en las plantas era muy débil o directamente no existía, e incluso -en algunos casos- actuó confabulada con la patronal. Constituyen ejemplos de esta trayectoria la textil Brukman o la alimenticia Grissinópoli. En estas empresas, la falta de apoyo de la organización sindical en la cual estaban encuadradas formalmente es en parte el correlato de una debilidad histórica: gremios con escasa presencia en la organización de los trabajadores en las plantas, situación que se refuerza en aquellos establecimientos de escasa envergadura.

Respecto de la primera trayectoria, se trató en general de seccionales controladas por corrientes político-gremiales diferenciadas u opositoras a las conducciones nacionales. En muchos casos, dentro de estas seccionales se produjo un fuerte proceso de reorganización y debate interno que posibilitó que éstas ganaran comisiones internas de fábricas y posteriormente las seccionales donde actuaban. Por ejemplo, en el caso de la UOM de Quilmes (una de las principales impulsoras de la recuperación de empresas en el periodo), la renovación de la conducción se produce a mediados de los ochenta, en el marco del proceso de democratización sindical que impulsó el gobierno de Alfonsín.29 El caso del ex supermercado Tigre de la ciudad de Rosario se enmarca en el impulso que genera la comisión de acción gremial de la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario durante la década de los noventa, al alentar un proceso de discusión democrática con el fin de consolidar en los lugares de trabajo una corriente de oposición a las políticas practicadas por el gobierno de Menem. En cambio, la renovación de las conducciones de las seccionales en el caso de los ceramistas de la ciudad de Neuquén (donde está emplazada la fábrica Zanón) y de la Asociación de Trabajadores del Estado donde se encuadran los mineros de Río Turbio de Santa Cruz, se produjo a finales de la década (2001 y 1999, respectivamente).30

En todos estos casos, aun cuando estas corrientes político-gremiales no constituyeron la línea dominante dentro de la estructura sindical, el control sobre una seccional implica no sólo el acceso a una serie de recursos materiales sino también organizacionales y de identidad. Por un lado, los procesos de movilización y debate que precedieron al recambio en estas conducciones regionales permitieron consolidar su estructura organizativa, así como las tácticas y estrategias de negociación y confrontación que las caracterizaban. Pero además, la fuerte presencia sindical que alentaron en el ámbito de los establecimientos también supuso al momento de los conflictos que antecedieron a las recuperaciones, una historia prexistente de redes de solidaridad y contención ligadas a la acción gremial de base en torno a las cuales se fueron estructurando creencias comunes entre los trabajadores respecto de los criterios de justicia y de la valoración de la acción colectiva.31

De modo que estas experiencias de recuperación se caracterizaban por la fuerte continuidad que poseían respecto de las modalidades previas de organización y de lucha ligadas a las distintas tradiciones sindicales de las cuales formaban parte. A su vez, es importante subrayar que las experiencias aquí nombradas que tuvieron apoyo de sus seccionales o regionales, provenían de tradiciones sindicales diferentes entre sí en cuanto a su contenido y al tipo de prácticas sociales que sustentaban.

Por último, cabe agregar que la mayoría de las plantas que contaron con apoyo sindical a escala local ya estaban tomadas (aunque no todas puestas a producir) con anterioridad a diciembre de 2001, momento en que se produjo un aumento y una acelerada difusión de la acción colectiva desde los sectores más organizados hacia los menos organizados. Estas primeras experiencias se constituyeron en ejemplo a seguir frente al riesgo de perder la fuente de trabajo. Además, en torno a las mismas se van a ir constituyendo distintas redes organizativas que unieron a las empresas recuperadas.32

Las experiencias incluidas en la segunda trayectoria se caracterizaron por el hecho de que las organizaciones sindicales a las cuales pertenecían acompañaron los conflictos a partir de los repertorios tradicionales (conflictos por salarios adeudados, reclamo por las indemnizaciones, etcétera), pero no fueron parte del proceso de recuperación.33 Dentro de este universo, la historia particular de cada planta desempeñó un papel central en las características que adoptó el proceso de recuperación. Por ejemplo, durante la década de los noventa en algunas empresas metalúrgicas los trabajadores habían participado activamente en conflictos en oposición a los procesos de racionalización de mano de obra. En muchas de estas plantas, la organización gremial de base estaba muy consolidada, sin perjuicio del apoyo que recibieran del sindicato regional.

No obstante, una vez agotada la vía tradicional para defender la fuente de trabajo, la falta de apoyo activo del sindicato hizo que estos trabajadores llegaran a consustanciarse con la recuperación a partir de relacionarse con redes sociales específicas que se fueron constituyendo en torno a estos procesos. Estas redes tendieron a consolidarse -como se señaló al principio de este trabajo- a partir de diciembre de 2001, permitiendo que la recuperación de empresas fuera un recurso disponible más allá del apoyo sindical con el que contaran.

Es entonces a partir de plantearse el horizonte de la recuperación de la empresa que surgió en estas plantas la necesidad de obtener apoyos externos al sindicato que permitieran sostener esta acción en el tiempo, tanto a partir de medidas de fuerza como por medio de la lucha por obtener legalidad, aunque sea en forma precaria y transitoria. En general, en estas experiencias la recuperación implicó un cierto corte con el pasado, en la medida en que se produjo un desplazamiento desde la organización en torno a la estructura sindical, hacia organizaciones que agrupan específicamente a empresas recuperadas. Decimos un corte porque a diferencia de la primera trayectoria, este desplazamiento implicó un distanciamiento de las organizaciones tradicionales de los asalariados.

La tercera trayectoria identificada se caracterizó directamente por una débil presencia sindical que, en muchos casos, también se correspondía con una endeble o ausente organización al interior de las plantas. La falta de organización previa implicó que muchos de los conflictos que habitualmente antecedieron al proceso de recuperación no se realizaran de forma manifiesta, si bien existían los motivos del reclamo. En estos casos, más que en los otros, el ciclo de la protesta y la constitución de redes respecto de la recuperación de empresas constituyeron una condición fundamental para su desarrollo y consolidación. El contexto de surgimiento de nuevas formas de organización y de solidaridad entre organizaciones populares (movimientos piqueteros, asambleas barriales) creó una red de protección frente a los posibles desalojos ordenados por la justicia que tuvieron que enfrentar. Muchos de estos casos adquirieron mayor difusión pública por la necesidad que tuvieron de sacar "a la calle" el conflicto para poder generar un clima favorable de apoyo a sus reclamos. Justamente, la mayor parte de estas experiencias se produjeron luego de que se generalizó la protesta social que desembocó en los enfrentamientos ocurridos entre el 19 y 20 de diciembre de 2001, y que culminaron con la caída del gobierno encabezado por De la Rúa.

En este sentido, resulta paradigmático lo ocurrido en el territorio de la capital federal, donde la mayoría de las experiencias pertenecieron a la tercera trayectoria: no contaron con apoyo sindical, las recuperaciones se llevaron a cabo luego de diciembre de 2001 y fue central en el proceso el apoyo de otras redes alternativas al sindicato, como el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), al cual se hará referencia más adelante. En este caso, y al igual que en otras localidades, las experiencias de recuperación previas a la propagación del suceso -que fueron posibles gracias a la presencia de algún tipo de organización sindical- se constituyeron en referentes y orientadoras de las nuevas y les suministraron recursos organizativos e incluso materiales.34

Cabe agregar que, si bien para todos los trabajadores involucrados la recuperación significó enormes procesos de aprendizaje, entre quienes pertenecían a plantas con escasa o nula organización gremial se registraron fuertes quiebras con la dinámica anterior como asalariados y complejos procesos de organización para poder sostener estas acciones en el tiempo.

 

Las redes organizativas de recuperación de empresas

A partir de diciembre de 2001 se fueron estructurando básicamente tres tipos de redes de organización que definieron formas diferenciales de "resolución" de la recuperación. En la actualidad se les reconoce como espacios distintos, ya sea por el tipo de forma social que propician, como por el tipo de relaciones que fueron tejiendo con el resto de la sociedad. Estos espacios se fueron constituyendo alrededor de algunas experiencias consideradas fundantes, todas éstas encuadradas en la primera trayectoria descrita en el punto anterior. Es decir, empresas que ya tenían una fuerte organización gremial previa a la recuperación y que durante el proceso de ocupación y puesta en producción por parte de los trabajadores contaron con el apoyo de la organización sindical (fundamentalmente regional) a la cual pertenecían.

El MNER se constituyó en el agrupamiento más importante35 -donde la metalúrgica IMPA y las pertenecientes a la seccional Quilmes de la UOM fueron los actores más importantes en la estructuración del movimiento-, posee una fuerte tradición sindical y promueve la formación de cooperativas para lograr mantener las plantas en funcionamiento. La política de este sector fue aprovechar los resquicios que permitía el régimen legal vigente para lograr la expropiación de las empresas a manos de los trabajadores, evitando que la deuda contraída por los antiguos dueños (que anteceden a las quiebras o convocatorias de acreedores) recaiga sobre los ex asalariados.

Aun cuando las empresas organizadas en torno al MNER optaron por la figura legal de cooperativa, en general los trabajadores pertenecientes a este movimiento establecieron distancias con el "mundo cooperativo", al que vieron más cercano al sector de los pequeños empresarios e incluso ligado a estrategias fraudulentas para encubrir relaciones asalariadas (prácticas frecuentes en Argentina). De este modo, los trabajadores distinguieron entre el cooperativismo como una "salida obligada", frente a la actitud empresarial de no garantizar la continuidad de la relación asalariada y la autogestión obrera de la que se sentían más cercanos al identificarla con la tradición de lucha del movimiento obrero. Por último, este sector sostenía que la construcción de este espacio debía guardar autonomía respecto del Estado y de los partidos políticos.

Por su parte, el frigorífico Yaguané presidió la Federación Nacional de Cooperativas de Trabajo en Empresas Reconvertidas (Fencooter), al cual los que no estaban integrados en este espacio, le adjudicaban falta de independencia del Estado (la Fencooter es dependiente del Instituto Nacional de Economía Social) y relaciones con la "burocracia sindical" que cumplió un rol pasivo o poco crítico frente a las transformaciones de corte neoliberal que se efectuaron durante la década de los noventa.

A diferencia de las empresas vinculadas con el MNER, muchas de las que se agruparon en la Fencooter han comprado el paquete accionario a partir de las deudas salariales y de la indemnización, lo cual ha implicado hacerse cargo de las deudas prexistentes. Esta modalidad, que se encuadra dentro de los límites legales que ponen el acento en el resguardo de la propiedad privada, no implica que en el periodo previo no se hayan desatado importantes conflictos en las plantas, como es el caso paradigmático de las luchas sostenidas por los trabajadores del frigorífico Yaguané.

Finalmente, se encuentra el fenómeno que abrieron los trabajadores de la empresa de cerámicos Zanón. El agrupamiento sindical al que pertenecía la comisión interna de esta planta ganó la seccional del sindicato de ceramistas de la provincia de Neuquen, casi un año antes de que se realizara la recuperación. Esta corriente político-sindical está ligada a un partido de la izquierda trotskista y, en consonancia con otros partidos de izquierda, exigen "estatización bajo control obrero" donde la aspiración es que el Estado expropie sin pago la fábrica, sin resignar el derecho de que los trabajadores sean quienes controlen y administren la producción. Estos grupos plantearon que la recuperación de empresas debía enmarcarse en la elaboración de un plan de producción que permitiera reorientar la actividad productiva de estas plantas en función de las necesidades más apremiantes de la población y donde los organismos y reparticiones públicas (escuelas, hospitales, viviendas, etcétera), pasaran a abastecerse con los productos suministrados por las empresas en manos de los trabajadores. Este planteamiento estaba unido -además- a la propuesta de creación de una banca estatal única, capaz de darle el financiamiento necesario a estas iniciativas y en cuyos directorios deberían incorporarse representantes de las empresas autónomas estatizadas.

Esta línea de recuperación sería seguida por un escaso número de empresas. Sin embargo, el caso Zanón constituyó una experiencia trascendente por tratarse de una fábrica con tecnología de punta, por ocupar una cantidad significativa de trabajadores y por haber desarrollado una importante articulación con otros movimientos sociales del mismo territorio provincial, privilegiando dentro de éstos a las organizaciones de desocupados.

Como surge del análisis, es posible advertir identidades diferenciadas dentro de los agrupamientos que se fueron delineando en torno a la recuperación de empresas. No obstante, también se debe señalar que existen instancias abiertas de vinculación y se propugna la unidad en la acción (no por objetivos políticos), aunque hasta el momento dicha vinculación se ha expresado en forma fragmentada y diferenciada.36

Aun cuando se fueron conformando distintos sectores bien diferenciados, existe una cierta unidad básica de criterio en las caracterizaciones y efectos sociales que produjeron respecto de la legitimidad de la recuperación de fábricas en un contexto de elevado desempleo abierto, así como en el desafío que proponen a la sociedad, no sólo a la legitimidad del reclamo sino a la legalidad de las acciones. Es decir, a partir de la legitimidad que fue adquiriendo la lucha de estos trabajadores por la preservación de la fuente de trabajo, se instalan en el debate público nacional aspectos como la experiencia del control y la gestión obrera de la producción, por un lado, y el tema de la legitimidad de la propiedad privada frente a la comprobación del incumplimiento flagrante de las obligaciones empresariales y a la función social que le corresponde al capital productivo, por el otro. La discusión planteada encuentra sus fundamentos alrededor de dos principios básicos presentes con igual peso en la constitución: el derecho a la propiedad privada y el derecho al trabajo. A partir de esto, los sectores políticos y las organizaciones sociales que apoyan estas experiencias bregan por rediscutir aquellos aspectos incluidos en la normativa que obstaculizan su consolidación desde el punto de vista legal, entre las que se destacan la Ley Nacional de Expropiación y la Ley de Concursos y Quiebras. Incluso, se han presentado proyectos de ley con el objeto de despenalizar a los trabajadores por la ocupación y puesta en producción de fábricas si existe previamente un incumplimiento del contrato salarial por parte de los empleadores.

Este proyecto surge como respuesta a los procesos penales que se le han iniciado a varios trabajadores por usurpación de la propiedad privada.37

 

CONCLUSIONES

El estudio realizado tomó como punto de partida para el análisis las características y dinámica que adoptó la conflictividad laboral durante la década de 1990, enmarcadas en el fuerte disciplinamiento que resultaba de altas tasas de desempleo y una regresión en las protecciones laborales. Específicamente se utilizaron, tomando en cuenta el contexto general, las bases sociales que dieron lugar al surgimiento y el desarrollo del proceso de recuperación y autogestión de empresas, fenómeno que cobró fuerte dinamismo y se constituyó en una de las manifestaciones de la fuerte conflictividad social que registró Argentina hacia finales de 2001.

Las transformaciones en el mercado de trabajo alteraron la forma de percibir los intereses en las filas de los trabajadores, estableciendo cambios en los motivos y las formas dominantes del reclamo laboral durante la última década. A lo largo del trabajo se estableció un vínculo entre este escenario dominado por medidas gremiales de carácter defensivas y el surgimiento e intensificación de la recuperación de empresas por parte de los trabajadores. El análisis avanza en comprender el significado y orientación que tomaron estas luchas, cómo estas experiencias se anclaron en organizaciones prexistentes (los sindicatos en sus diversas instancias de representación) y en qué tipo de nuevas redes organizativas y de solidaridad se fueron inscribiendo.

Una interrogante que queda todavía abierta es el grado de incorporación de esta experiencia al repertorio de lucha de los trabajadores y sus organizaciones. El concepto de "repertorios de la acción colectiva" trabajado por Tilly,38 toma en cuenta la transformación en las formas y contenidos del repertorio, lo que implica la observación del proceso de aprendizaje social que va teniendo lugar en el más largo plazo. Es decir, de qué manera determinadas formas de protesta se institucionalizan y pasan a formar parte del acervo de prácticas disponibles para un sector social determinado. En otras palabras, la pregunta es si la recuperación de empresas quedará incorporada al repertorio de lucha de los trabajadores como una de las respuestas disponibles frente al riesgo de caer o permanecer en el desempleo, o bien quedará limitada a una forma que alcanzó una difusión relevante en una coyuntura muy particular.

En parte, esto dependerá de que un mayor número de organizaciones de los trabajadores incorpore a su repertorio de acción este tipo de prácticas, pues hasta la actualidad su difusión es todavía limitada. En el ámbito sindical estuvo más bien localizada en los estadios inferiores de representación (regionales, seccionales, comisiones internas), muchos de los cuales no están alineados con la orientación de las conducciones centrales. También de modo muy incipiente, organizaciones piqueteras han comenzado a utilizar esta forma para recuperar fuentes de trabajo. Por otro lado, un sindicato con gran tradición y peso en el movimiento obrero, como ha sido la Unión Obrera Metalúrgica, ha incorporado recientemente en su estatuto el reconocimiento como afiliados activos a los trabajadores de empresas recuperadas, lo que implica que pueden votar autoridades y ser representantes en los congresos de delegados.

Pero si bien el involucramiento de los sindicatos en estas acciones fue acotado y aun estuvo signado por la ambigüedad o la ausencia, cabe destacar que las primeras experiencias estructuradoras y articuladoras de las distintas redes del movimiento de recuperación de empresas que se difundió a principios de esta década, fueron aquellas "de origen sindical". Es decir, donde el proceso de recuperación se realiza con el apoyo activo de alguna de las instancias de representación gremial de los trabajadores. En otras palabras, si bien la participación sindical fue acotada, las experiencias que tienen este origen resultaron relevantes para el conjunto, siendo -aunque todavía muy jóvenes- las que se encuentran entre las de más larga historia.

Uno de los puntos significativos en el análisis fue distinguir el tipo de redes en las cuales participaron estas experiencias y el horizonte de solidaridades en el que se inscribieron, en el intento de trascender la particularidad de cada planta y su exclusiva reproducción como unidad económica. Las experiencias de "origen sindical" tienen la característica en general de que continúan participando en el sindicato e interactuando en las mismas instancias que los trabajadores asalariados. Esta interacción permite la confluencia entre trabajadores con diferentes inserciones en el mundo del trabajo, poniendo un coto a los efectos que la mayor segmentación y heterogeneidad de la clase trabajadora tiene sobre la constitución de una identidad colectiva.

Al cierre de este artículo se ha producido un cambio en la coyuntura económica y política en la que se desarrolla la protesta social en Argentina. Luego de la grave crisis que devino caída de la convertibilidad y la devaluación de la moneda local, se abre un ciclo de crecimiento económico. Si bien todavía se mantienen altos índices de desocupación y precariedad laboral, se está produciendo una lenta mejora del mercado laboral y una reducción significativa de los concursos preventivos y quiebras de empresas. En este nuevo contexto, resurgen con mayor intensidad las modalidades típicas de conflicto laboral, y un estancamiento en el número de empresas recuperadas por sus trabajadores.

Finalmente, aun cuando el fenómeno de la recuperación de empresas en los noventa se originó como una medida defensiva, dio lugar a una reformulación importante de las relaciones laborales en las cuales habían sido socializados los trabajadores, reactualizando algunos temas que habían sido desplazados de la "agenda sindical". En todos los casos y más allá de la heterogeneidad existente en el universo de las empresas recuperadas (por trayectoria sindical previa, redes en las que se encuentran inmersas, etcétera), la recuperación constituyó un disparador de nuevos criterios de justicia y de discusiones acerca del "modo de producir".39

Si bien en lo inmediato no existen condiciones para que estos temas tengan un impacto directo en las demandas y condiciones de trabajo de los asalariados, podrían constituirse en un ejercicio estratégico en la formación política de los trabajadores. Esto dependerá -nuevamente y más allá de la riqueza de las discusiones que se desplieguen en el interior de esas plantas- de la vinculación que estas experiencias establezcan con el resto de las organizaciones que agrupan a las distintas fracciones de los trabajadores.

 

 

1 Las autoras agradecen los comentarios anónimos realizados por los dictaminadores. Regresar

2  Concepto utilizado por Sydney Tarrow en Poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Madrid, Alianza, 1997, p. 264. É         [ Links ]l mismo refiere a una fase de intensificación de los conflictos y a una rápida difusión de la acción colectiva entre sectores organizados y no organizados, a partir de formas tradicionales e innovadoras de confrontación. Regresar

3 Hacia fines de 2003 se contabilizaban 170 fábricas recuperadas que empleaban aproximadamente a 10 000 trabajadores. Regresar

4  Para dar una idea de la magnitud del fenómeno, se pueden contrastar las cifras de concursos preventivos y quiebras actuales respecto de las que se registraban en el 2000-2001. En lo que va del presente año el promedio mensual se ubica en 128, algo menor al registrado en el 2004 que ascendía a 145. Tanto en el 2000 como en el 2001 el promedio mensual era superior a los 240 concursos y quiebras. Ministerio de Economía, www.mecon.gov.ar Regresar

5  El 70% de las recuperaciones implicaron alguna medida de fuerza como toma de fábrica, acampe en la puerta, etcétera. Véase, varios autores, Fábricas y empresas recuperadas. Protesta social, autogestión y rupturas en la subjetividad, Buenos Aires, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 2003.         [ Links ] Es decir, que en una proporción reducida de casos se llega a la recuperación mediante un proceso de negociación con la patronal, por ejemplo, el traspaso de las acciones societales a los trabajadores a cambio de la deuda salarial y previsional. Regresar

6 Esto dio lugar a procesos acelerados de aprendizaje y revisión en las formas de producir de estas empresas. Sin embargo, el proceso no estuvo exento de conflictos y problemas internos. Este tema fue abordado con mayor exahustividad en Patricia Davolos y Laura Perelman, "Empresas recuperadas y trayectoria sindical: la experiencia de la UOM Quilmes", idem. Regresar

7  Los datos previamente presentados respecto de las características del universo de empresas recuperadas hasta 2003 son tomados de Fajn (coord.), idem. Regresar

8 Juan Iacona y Sandra Pérez, Informe estadístico de conflictividad laboral, Argentina, Secretaría de Trabajo, Coordinación de Investigaciones y Análisis Laborales, periodo 1998-2001.         [ Links ]Regresar

9 Fernando de la Rúa, perteneciente al Partido Radical, ganó las elecciones presidenciales producto de una alianza con un frente de fuerzas pertenecientes a la centroizquierda (FREPASO). Esta alianza se impone al Justicialismo, partido que había llevado adelante durante los noventa las reformas de corte neoliberal. Si bien durante la campaña electoral esta alianza se presenta como un cambio respecto de dichas políticas, una vez en el gobierno sigue básicamente los mismos lincamientos en materia económica, laboral y social vigentes hasta el momento. Regresar

10  Existen experiencias anteriores, que si bien constituyen un antecedente, su génesis está ligada a un contexto diferente. De la década de 1980 se pueden mencionar la metalúrgica General Mosconi, Lozadur empresa fabricante de utensilios de loza para cocina o la textil La Bernalesa. Regresar

11 También comienzan a acercarse a estas experiencias algunos partidos políticos, grupos de profesionales, estudiantes. Regresar

12 La importancia de la organización para la acción colectiva -en el camino del descontento hacia la protesta o rebelión-, es subrayada por autores como Tilly, Barrington Moore y Hobsbawn. Dentro de las teorías de la movilización de recursos, J. McCarthy y M. Zald consideran fundamental los recursos organizativos y la capacidad de iniciativa de los líderes y activistas. Véase "Resource Mobilization and Social Movements: A Partial Theory", American Journal of Sociology, vol. 82, 1977.         [ Links ]Regresar

13  El retiro voluntario fue una modalidad de desvinculación muy difundido entre las empresas de servicios públicos privatizadas y en las estatales. En muchos casos, los trabajadores terminaron aceptando esta "salida" luego de experimentar fuertes presiones en su entorno laboral. Para el caso de los trabajadores telefónicos, véase Patricia Davolos, "Después de la privatización: trayectorias laborales de trabajadores con retiro voluntario", Estudios del Trabajo, núm. 21, primer semestre, Buenos Aires, 2001.         [ Links ]Regresar

14  En 1990, un 25% del total de asalariados no percibía los beneficios sociales que establece la ley. A finales de la década esta cifra se había elevado a casi 40% (EPH, INDEC). Además, con posterioridad a las reformas a la ley de empleo de 1995, se reduce la proporción de trabajadores con contratos por tiempo indeterminado, que pasa del 92% en 1996 al 83% en 1997, mientras que en este último año las modalidades temporarias representan 80% de las nuevas contrataciones (MTSS, 1997). Regresar

15  Véase Laura Perelman, "El empleo no permanente en la Argentina", Desarrollo Económico, vol. 41, núm. 161, abril-junio, Buenos Aires, 2001.         [ Links ]Regresar

16 En este periodo aumentó considerablemente el desempleo de larga duración (más de un año desocupado), que se elevó del 1% a principios de la década al 10% a finales de los noventa. Entre los trabajadores que habían tenido un empleo estable y protegido, este porcentaje se elevaba a más del 20%. Estas cifras resultan elevadas si se tiene en cuenta el escaso alcance que tiene en Argentina el seguro de desempleo. Véase Laura Perelman, Patrones de participación en el mercado laboral de los trabajadores del Gran Buenos Aires, Serie Documentos de Trabajo núm. 141, Equipo Técnico Multidisciplinario/OIT, Santiago de Chile, mayo de 2002.         [ Links ]Regresar

17  En mayo de 1998, más del 35% de los trabajadores que habían ingresado a una relación asalariada, en octubre de 1997 estaban nuevamente desocupados o habían pasado a la inactividad (Perelman, op. cit.). Regresar

18 Un ejemplo muy ilustrativo es la extensión "de hecho" que se produjo en la jornada laboral. En el 2000, un 50% menos de trabajadores que realizaban horas "extras" percibían una remuneración por dicho concepto, en relación con los registros de principios de los noventa. Juan Santarcángelo y Martín Schorr, "Desempleo y precariedad laboral en la Argentina durante la década de los '90", Estudios del Trabajo, núm. 20, segundo semestre, Buenos Aires, 2000.         [ Links ]Regresar

19 Véase Ricardo Spaltemberg, "Cambio y continuidad en el conflicto laboral. Un análisis sectorial", trabajo presentado en el seminario organizado por el PESEI-IDES, Buenos Aires, 2000.         [ Links ] Javier Auyero, "Los cambios en el repertorio de la protesta social en la Argentina", Desarrollo Económico, vol. 42, núm. 166, julio-septiembre, Buenos Aires, 2002.         [ Links ]Regresar

20  Véase Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 1990.         [ Links ] Esto no obsta que en otros momentos históricos, como a fines de la década de los sesenta, la acción gremial en el ámbito de los establecimientos haya adquirido mayor protagonismo en lo que se conoció como luchas antiburocráticas en oposición a las cúpulas sindicales. James, op. cit., 1990 y Mónica Gordillo, "Movimientos sociales e identidades colectivas: repensando el ciclo de protesta obrera", Desarrollo Económico, vol. 39, núm. 155, octubre-diciembre, Buenos Aires, 1999.         [ Links ]Regresar

21  El hecho de que ramas que atravesaron importantes procesos de ajuste, cierres y reducción de personal presentaran diferentes grados de conflictividad, constituye un indicador de la relevancia del grado de organización gremial en la organización de la protesta. Regresar

22  Véanse los trabajos de Patricia Davolos, "Después de la privatización: trayectorias laborales de trabajadores con retiro voluntario", Estudios del Trabajo, núm. 21, primer semestre, Buenos Aires, 2001         [ Links ]y Dora Orlansky y Andrea Makón, "Sindicatos, empresarios y el mercado de trabajo", 2002, mimeo.         [ Links ]Regresar

23  El piquetero es la personificación social más importante que surgió en las nuevas formas de protesta que tuvieron lugar en la última década. Las protestas piqueteras se caracterizaron por el desplazamiento del conflicto hacia afuera de las fábricas y, a medida que avanzó la década de 1990, se fueron constituyendo en la forma dominante que utilizaron las organizaciones de los desocupados, y se caracterizaron por el corte de rutas, calles y caminos. Cabe destacar además que esta modalidad también fue tomada por sindicatos y organizaciones barriales. Regresar

24  Estas localidades del interior del país se desarrollaron en torno a la empresa estatal petrolera. El proceso de privatización y fuerte reducción de personal tuvo un impacto muy negativo sobre el conjunto de la población, dando lugar a movilizaciones y protestas masivas. Véase, Javier Auyero, op. cit. y Paula Klachko, "La conflictividad social en la Argentina de los '90: el caso de las localidades petroleras de Cutral-Có y Plaza Huincul (1996-1997)", en Bettina Levy (comp.), Crisis y conflicto en el capitalismo latinoamericano, Buenos Aires, CLACSO/Asdi (Colección de Becas de investigación), 2002.         [ Links ]Regresar

25  Como señala Barrington Moore en La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión, México, UNAM, 1996:         [ Links ] "Es evidente que las reglas sociales y su violación son componentes fundamentales del agravio moral y del sentimiento de injusticia. El contrato social inherente a las relaciones de autoridad siempre está siendo puesto a prueba y renegociado, y en las revoluciones puede derrumbarse casi completamente. A modo de hipótesis podríamos afirmar que hay ciertas formas de violación de este contrato que por lo general producen agravio moral y un sentimiento de injusticia entre quienes están sujetos a la autoridad... En las relaciones de autoridad, las situaciones arquetípicas de esa relación son aquellas en las que el dirigente no hace su trabajo de manera adecuada, es decir, no proporciona seguridad y busca su ventaja personal a expensas del orden social" (1989:18-35). Regresar

26 Movimiento político identificado en el ámbito partidario con el "justicialismo". Regresar

27  Véanse Steven Levitsky, "Del sindicalismo al clientelismo: la transformación de los vínculos partido-sindicato en el peronismo, 1983-1999", Desarrollo Económico, vol. 44, núm. 173, abril-junio, 2004;         [ Links ] M.V. Murillo, "La adaptación del sindicalismo argentino a las reformas de mercado en la primera presidencia de Menem", Desarrollo Económico, vol. 37, núm. 147, 1997.         [ Links ]Regresar

28 Adriana Marshall y Laura Perelman, "Estructura de la negociación colectiva en la Argentina: ¿avanzó la descentralización en los años 90?", Estudios del Trabajo, núm. 23, 2002.         [ Links ]Regresar

29 Este proceso fue en respuesta a la caracterización que hacía el gobierno radical respecto a la participación que las cúpulas sindicales habían tenido durante la dictadura militar. Regresar

30 En el caso del sindicato gráfico de la ciudad autónoma de Buenos Aires, si bien en un primer momento no apoyó e incluso desalentó la práctica de recuperación (por ejemplo, en relación a la experiencia de la actual cooperativa Chilavert), posteriormente y frente a la difusión pública y al clima social favorable respecto a la recuperación, cambió su actitud apoyando las acciones llevadas adelante por los trabajadores pertenecientes a la actual cooperativa El Sol. De todos modos, estas experiencias son muy diferentes a las que hemos incluido en esta trayectoria, ya que el cambio en la actitud sindical responde a los cambios en el contexto y no forman parte de una tradición u orientación político gremial, como en las otras. Para más detalles de estos dos procesos de recuperación véase la publicación Empresas recuperadas de la ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Desarrollo Económico/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Regresar

31  En muchos casos, la actividad gremial se ve alentada por la participación en redes sociales que exceden al ámbito de trabajo como, por ejemplo, actividades sociales, barriales, deportivas, recreativas, etcétera Regresar

32 Cabe agregar que además de las experiencias comentadas en esta trayectoria, previamente a 2001 también existían algunos casos de recuperación que corresponderían a la segunda trayectoria ya comentada. Regresar

33  Sin embargo, esto no impidió que en la mayoría de estos casos las plantas siguieran teniendo relaciones cordiales con sus seccionales como, por ejemplo, el acceso a la obra social sindical. Regresar

34 En Buenos Aires, la experiencia más relevante es la cooperativa IMPA, que hacia fines de 1997 experimentó un importante proceso de renovación impulsado por un grupo de militantes con una extensa experiencia gremial y política. El IMPA se constituyó en uno de los principales referentes no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino también a escala nacional, debido a su rol central en el apoyo y consolidación de un movimiento que agrupara estas experiencias. Regresar

35 En la actualidad, un grupo de cooperativas se desprendió del bloque original conformando lo que hoy se conoce como "Movimiento de Fábricas Recuperadas por sus Trabajadores". Éste no establece diferencias importantes con el MNER, sino que la disputa pareciera centrarse en el tipo de proyección política que está construyendo el líder de esta fracción. Regresar

36 Más allá de la solidaridad declamativa, la coordinación en la acción sólo se ha dado en casos puntuales. Regresar

37 En la actualidad, el sostén jurídico a estas situaciones novedosas es transitorio, ya que mediante las legislaturas provinciales o municipales se les han otorgado expropiaciones precarias, que hasta el momento se han ido prorrogando a medida que vencían, pero sobre las que todavía no se han dictado sentencias firmes. En algunos casos, el colectivo de trabajadores ha procedido a la compra de los activos en la quiebra. Regresar

38  CH. Tilly, The Contentiuos French: Four centuries of popular struggle, Cambridge, Mass., The Belknap Press of Harvard University Press, 1986, p. 390.         [ Links ] Este autor subraya que los repertorios existentes tienden a constreñir la acción colectiva, ya que usualmente se actúa dentro de los límites conocidos y a innovar en los márgenes. Regresar

39 Algunos de estos temas fueron analizados en Patricia Davolos y Laura Perelman, "Empresas recuperadas y trayectoria sindical: la experiencia de la UOM Quilmes", en varios autores, op. cit. Regresar

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