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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.23 México Jan. 2005

 

Cambio global y migración laboral

 

¿Hacia un mercado laboral integrado en el sudeste asiático?

 

Alfredo Pérez Bravo*
Iván Roberto Sierra Medel**

 

*Embajador de México en Malasia
embamex@po.jaring.my

**Consulado General de México en Sacramento, Estados Unidos de América
psacramento@sre.gob.mx

 

Recepción del original: 31/05/04
Recepción de artículo corregido: 14/01/05

 

Resumen

A la luz de la situación demográfica en el Extremo Oriente, caracterizada por la convergencia de un país con amplias reservas laborales que vive un acelerado desarrollo económico (China), algunas sociedades prósperas que experimentan un estancamiento poblacional (Japón, Corea del Sur y Taiwán), y una región de perfil predominantemente joven que suma 550 millones de personas (el sudeste asiático), los autores analizan el dinamismo de los flujos de trabajadores migratorios en el interior de ASEAN y examinan el posible estrechamiento de los lazos de colaboración para llegar a un mercado de trabajo más armonizado que fortalezca la competitividad global del área.

Palabras clave: Mercado laboral, migración, economía, regionalismo y sudeste asiático

 

Abstract

In light of the demographic situation in the Far East — characterized by the convergence of a country with vast labor reserves that is undergoing accelerated economic development (China), a number of prosperous societies with population stagnation (Japan, South Korea, and Taiwan), and a region that is predominantly young and accounts for 550 million people (Southeast Asia) — the authors analyze the dynamics of flows of migrant workers within ASEAN and examine the possible emergence of closer collaborative ties, leading to a more harmonized labor market that would strengthen the region’s global competitiveness.

Key words: Labor market, migration, economy, regionalism, Southeast Asia

 

INTRODUCCIÓN

La migración internacional ha ejercido un impacto considerable en las naciones del Pacífico Asiático. En el plano de la sociedad y la economía, los desplazamientos masivos de población han desempeñado un papel quizás definitorio para moldear en su forma moderna a gran parte de los países de la zona. Y las tendencias actuales sugieren que historia y demografía se han combinado para convertir a los migrantes en uno de los actores de mayor peso en la configuración del porvenir en la región de mayor dinamismo económico del mundo.

Una primera aproximación a la evolución poblacional reciente en Asia-Pacífico ciertamente daría la impresión de que se trata del sitio más propicio para la materialización de un escenario malthusiano, toda vez que en los últimos años el número de habitantes se ha expandido a pasos agigantados, hasta llegar a casi dos mil millones de personas (ello, sin incluir al subcontinente indio). Que tal explosión demográfica no haya causado un desastre humanitario de proporciones mayúsculas, sino que por el contrario, fuera acompañada de un aumento general en los estándares de vida (con excepciones, como en el caso de Corea del Norte), se debe en buena medida a transformaciones económicas en las que la migración laboral ha sido un factor importante.

Para comprender la importancia de los flujos migratorios en la conformación y el avance de las economías asiáticas, resulta elocuente el testimonio de la experiencia reciente: con la posible excepción de Singapur, cada uno de los procesos de acelerado desarrollo económico en la región, del milagro japonés al despegue de los originales dragones, fue antecedido en lo inmediato por grandes movimientos de migrantes. En lo que respecta a Japón, la segunda posguerra forzó el retorno de sus nacionales expatriados en la ola expansiva del imperio militarista. Por su parte, conflictos bélicos enviaron a Taiwán, Corea del Sur y Hong Kong oleadas de refugiados que fueron asimilados con exitosos efectos en sus economías.

Reconociendo el papel de la historia como guía, este trabajo aborda algunos de los aspectos más relevantes del fenómeno migratorio en el Extremo Oriente, y en particular en el Sudeste Asiático, a fin de sopesar las características cíclicas y estructurales que sugieren la articulación de ciertas áreas en las economías de la zona para funcionar, en la práctica, como un mercado laboral integrado.


TRES REALIDADES DEMOGRÁFICAS

Algunos sonados casos de abusos perpetrados contra inmigrantes, como fue el de los 19 nacionales chinos fallecidos en febrero de 2004 en Gran Bretaña mientras recolectaban ostras en la bahía de Morecambe,1 han llamado la atención pública internacional sobre los nuevos retos que enfrentan trabajadores migrantes provenientes de la República Popular de China. En forma elocuente, los episodios trágicos que afloran con el tráfico transfronterizo de seres humanos recuerdan al mundo las precarias condiciones de los nacionales chinos en el extranjero.

Sin embargo, a la luz del peso poblacional de casi 1 200 millones de habitantes y una población rural que supera los 900 millones de personas, el verdadero enigma reside en por qué razón los flujos migratorios internacionales de nacionales chinos, muy considerables en números absolutos (incluso las cifras necesariamente parciales de la emigración documentadas por el Buró Nacional de Estadísticas ubican en el rango del medio millón a los trabajadores chinos en el exterior),2 sean tan pequeños si se les compara con el resto de la población (cuando podrían ser multitudinarios, esto es, de decenas de millones). Evidentemente, sus números resultan de cuantía menor frente a la otra migración china, la interna, la que se registra del campo a la ciudad, del norte empobrecido al sur en bonanza, y del interior a las prósperas regiones costeras.3

En el momento actual, el panorama migratorio chino en términos reales y potenciales está acotado por los acelerados tiempos de crecimiento que ha experimentado el conjunto de la economía a lo largo de dos décadas. Si el aparato productivo mantiene sus tasas de expansión en niveles de 9% anual, la creciente riqueza del país facilitará la creación de empleos y mitigará los efectos del proceso de reconversión de las empresas estatales, llenas de problemas. Uno de los posibles resultados de dicha dinámica podría ser la consolidación de polos de atracción que encaucen en el ámbito local los cuantiosos recursos laborales del país. Pero la mayor prosperidad relativa podría igualmente impulsar a segmentos más grandes con vocación emprendedora para emigrar de manera temporal o defi- nitiva, para continuar la tradición vigente por siglos que ha configurado a la diáspora china como una de las comunidades culturales más distintivas en Asia- Pacífico y otras regiones.

De modo concurrente con la coyuntura económica que posiblemente dará forma a los perfiles migratorios de la República Popular de China, deben tenerse en cuenta consideraciones estructurales, entre las que destaca la aguda presión poblacional sobre recursos territoriales y ambientales cada vez más limitados. En este ámbito, existen fuertes indicios de que nacionales chinos, apoyados en el creciente dinamismo del país, se posicionan ventajosamente para llenar los vacíos que existan en su vecindad geográfica. Este fenómeno se observa con especial nitidez en las zonas fronterizas con el Extremo Oriente ruso, que cuentan con escasa densidad poblacional y crecientes rezagos respecto al resto de Rusia, mientras que, por otro lado, sus lazos con la comunidad china son cada vez más activos e incluyen nuevos asentamientos y flujos laborales transfronterizos. En este contexto, la firma durante el 2001 del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación entre Rusia y China, proporciona un marco institucional para abordar los problemas de una de las subregiones más complejas del área.4

Si el gigante chino se ha caracterizado por las enormes reservas de mano de obra que en distinta medida son absorbidas por un aparato productivo en acelerado crecimiento a partir de modestos niveles de ingreso, tres de las economías más importantes de la región, como son Japón, la República de Corea y Taiwán, presentan dilemas propios en un entorno de prosperidad consolidado lustros atrás. En los tres casos, sociedades en cierto modo autocontenidas (en estimaciones de la OCDE, la población de origen extranjero asciende a sólo 1.4% del total de los habitantes de Japón y 0.5% en Corea)5 enfrentan hacia el horizonte de mediano plazo el desafío de una población en relativo envejecimiento. Según cifras del Fondo de Naciones Unidas para Actividades de Población (FNUAP), en 1980 albergaban de manera colectiva a 180 millones de habitantes, mientras que para el año 2000 el número apenas creció hasta 200 millones de personas.

La estabilización demográfica que en líneas generales ha caracterizado durante las últimas décadas a tres de las economías más desarrolladas de Asia posiblemente influirá en el futuro para que Tokio, Seúl y Taipei introduzcan algunas estrategias más amplias de atracción de fuerza laboral extranjera. Probablemente las políticas que se propongan tendrán una condicionante de primera importancia en la búsqueda simultánea de modalidades de absorción que diluyan el impacto cultural en sociedades que se distinguen por altos niveles de homogeneidad étnica y lingüística.

Si bien son escasas las señales de que en el corto plazo los gigantes económicos de Asia vayan a dar un vuelco promigratorio, no resulta ocioso recordar que, como se apuntó, en el pasado mediato de Japón, la República de Corea y Taiwán, la llegada masiva de flujos poblacionales antecedió periodos de signifi- cativo despegue en los niveles de bienestar. Se ha calculado que ocho millones de nipones retornaron a su país luego de la Segunda Guerra Mundial y contribuyeron en forma considerable al milagro económico.6 Tanto en el caso coreano como en el taiwanés, la inmigración fue en gran escala en relación con la población total de la época: alrededor de 3 millones de refugiados provenientes del norte de la península se insertaron en una sociedad de 15 millones de personas en el sur luego de la Guerra de Corea. Por su parte, los 8 millones de pobladores de la isla de Taiwán tuvieron que asimilar aproximadamente a 2 millones de partidarios del Kuomintang que en 1949 abandonaron el continente.7

En líneas generales, el panorama migratorio en el norte de Asia podría tener como un primer pilar a la RPCh, con grandes reservas laborales, que hasta el momento únicamente en escala modesta han optado por la emigración. Como un segundo pilar destacaría la estabilización demográfica y el consiguiente envejecimiento paulatino de la fuerza de trabajo cada vez más evidente en Japón y, en menor medida, en la República de Corea y en Taiwán. Para las tres sociedades, una apertura más decidida de canales regulados para la inmigración laboral podría figurar en la agenda de la primera mitad del nuevo siglo.

Pero no puede pasarse por alto una tercera realidad demográfica en el Extremo Oriente, en la que se ubican mayormente las diez economías integrantes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, ASEAN. En su conjunto, dichos países contaban en 1980 con una población de 300 millones, mientras que para el año 2000 superaron los 550 millones de habitantes. En consecuencia, disponen de una fuerza laboral mayormente joven que, además de buscar insertarse en sus economías locales, ya concurre activamente a los mercados laborales de la región.

CUADRO 1. Panorama demográfico del Pacífico Asiático

FUENTE: Asian Development Outlook 2004, FNUAP.

En este contexto, el acelerado crecimiento económico en algunos integrantes de la ASEAN, que como región alcanza un PIB conjunto de 700 000 millones de dólares, se apoya ciertamente en la absorción de la mano de obra que representan los migrantes laborales de la región, de los que hay una demanda específica en algunos países de la zona. Para el tercer pilar del fenómeno migratorio en Asia, los mercados laborales se articulan crecientemente con los flujos poblacionales documentados y clandestinos que miran hacia una progresiva institucionalización.


MANO DE OBRA EXTRANJERA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO EN LA ASEAN

Los estudiosos contemporáneos del fenómeno migratorio lo conciben como un sistema complejo en el que interactúan elementos de orden económico, político y sociocultural, para que a través de fronteras nacionales se alimenten mutuamente factores expulsores y polos de atracción de mano de obra foránea.8 En esta perspectiva, en la región de la ASEAN ha confluido en las últimas décadas un completo catálogo de catalizadores de flujos de población:

a) Notable crecimiento demográfico, que en veinte años prácticamente ha duplicado la población de la zona;

b) aumento acelerado de la población en un gigante del área (China) y en dos naciones que igualmente se ubican entre las 15 más pobladas del orbe (Indonesia y Filipinas);

c) proceso de industrialización y de urbanización que ha desplazado a la fuerza de trabajo rural;

d) aumento considerable en los niveles de bienestar en ciertos países que demandan trabajadores foráneos;

e) conflictos internos que generan refugiados y trabajadores migratorios;

f) la intensificación de los intercambios comerciales y la instrumentación de un proceso de integración económica reducen el peso relativo de las fronteras como barreras hacia el exterior; y

g) periódicas crisis económicas que impulsan a los nacionales de ciertos países a buscar oportunidades en el extranjero.

La lista de factores que alientan y condicionan la migración laboral en el Sudeste Asiático se ve acompañada por una tradición histórica en la que figuran tanto la rotación de trabajadores, que únicamente se desplazan de manera temporal, como el asentamiento masivo de inmigrantes, que influye de manera directa en la configuración de las sociedades receptoras. Países como Malasia y Singapur presentan un tejido pluriétnico que los inserta al mismo tiempo en múltiples culturas asiáticas. Quizás el sudeste de Asia sea la única región del mundo en la que naciones predominantemente católicas (como Filipinas y Timor Oriental) colindan con otras mayoritariamente musulmanas (en el caso de Indonesia, Malasia y Brunei) y con países de filiación budista (Myanmar, Tailandia y sus vecinos en Indochina).

En años recientes, varios de los miembros de la ASEAN han emprendido un proceso intensivo de industrialización que, además de alentar el aprovechamiento de los recursos laborales locales, los ha convertido en activos demandantes de mano de obra proveniente de otros países. Por regla general, el reclutamiento de trabajadores migratorios se ha orientado a atender sectores específicos y se ha dado con base en reglas que impulsan las estancias temporales y la rotación con sus países de origen. Entre los captadores de inmigrantes resultan especialmente ilustrativos los ejemplos de Malasia y Singapur.


Malasia

Cruce de caminos en las rutas del comercio mundial, Malasia tiene una dilatada historia como destino de inmigrantes. En el momento actual, la etnia malaya asciende a poco más de la mitad de la población total del país, mientras que los nacionales malasios de origen chino aportan la tercera parte de la población y los originarios del subcontinente indio contribuyen con otro 10 por ciento.

Históricamente, los inmigrantes arribaron en gran número a Malasia en las épocas de auge de industrias extractivas, principalmente la del estaño. Ese tipo de actividades ha perdido importancia relativa con la estrategia de establecer una base manufacturera, que ha seguido el país desde 1970. En ese periodo, la economía malasia mantuvo un ritmo de crecimiento que permitió no sólo incrementar el ingreso nacional, sino mejorar su distribución; como resultado, se abatieron los índices de pobreza, que abarcaban a 49% de la población en los años sesenta, y en una generación se redujeron a 6 por ciento.9

Al mejoramiento general del nivel de vida se añadió un crecimiento vertiginoso de la población, que aumentó en treinta años de 7 millones a 22. La consiguiente expansión en la fuerza laboral del país habría podido actuar en principio como un freno para la captación de trabajadores extranjeros, sobre todo si se tiene en cuenta que, a diferencia de naciones petroleras como las del golfo Pérsico, convertidas en polos de atracción de inmigrantes por sus altos niveles de ingresos, el producto por habitante de Malasia se ubica en el rango de los 4 000 dólares. Con todo, para el año 2003 se calculaba que la economía malasia brindaría empleo a unos 2 millones de extranjeros.

Tanto en números absolutos como en proporción a la fuerza de trabajo nativa (aproximadamente 8 millones), los migrantes laborales en Malasia son un fenómeno con rasgos altamente particulares: a diferencia de lo que ocurre en las economías petroleras del Medio Oriente, en el caso malasio se insertan en un aparato productivo diversificado, orientado a la exportación global de manufacturas y otros productos (aunque el sector de petróleo y gas ha ido creciendo en años recientes, como lo atestigua la nueva presencia internacional de su empresa estatal Petronas, con actividades en 39 países).

A medida que la economía de Malasia ha transitado por transformaciones de tipo estructural, en las cuales confluyen procesos paralelos de industrialización y urbanización, el perfil de los migrantes que llegan al país también ha cambiado: si durante la mayor parte del siglo XX se trató principalmente de inmigrantes que se asentaban en definitiva y terminaban echando raíces en la sociedad receptora, a principios del siglo XXI la política malasia favorece la rotación de trabajadores extranjeros y crecientemente acota la temporalidad de su estancia.10

De acuerdo con la nueva regulación migratoria malasia, que entró en vigor a partir de 2002, los empleadores locales reciben permisos de la autoridad laboral para contratar por periodos definidos a trabajadores migrantes (que provienen principalmente del entorno geográfico inmediato, así como de Asia meridional) que se desempeñan en una gama acotada de sectores prioritarios: construcción, plantaciones de palma aceitera y servicio doméstico. Resulta claro que se trata de tres esferas económicas de intensa localización interna, para las que cuentan lo mismo la disponibilidad de mano de obra en el mercado que la exigencia de mantener costos bajos.

Que los flujos ordenados de trabajadores migrantes han adquirido importancia fundamental para los sectores donde laboran, lo han manifestado los propios líderes del sector privado malasio, quienes durante los reajustes de normatividad en 2002 destacaron el riesgo de que la demora en la emisión de permisos para contratar foráneos se volviera un serio obstáculo para la continuidad de los grandes proyectos en construcción.11 Otra de las actividades que moviliza grandes contingentes de mano de obra inmigrante, las plantaciones de aceite de palma, sin duda se ha convertido en uno de los motores de la economía en su conjunto, toda vez que las exportaciones del producto generan al país ingresos anuales que superan los 5 000 millones de dólares.12

En franco contraste con el dinamismo de los sectores abordados, algunas de las actividades que en su época alentaron llegadas masivas de inmigrantes al país, como la extracción de estaño y las plantaciones de hule natural, han perdido importancia relativa y tienen ahora una presencia marginal en la economía malasia.


Singapur

Consolidado como uno de los polos de atracción de mano de obra migrante en el Sudeste Asiático, Singapur presenta respecto a sus vecinos particularidades tales como un ingreso por habitante superior a los 23 000 dólares y una población de sólo 4 millones de habitantes, con tasas de fertilidad que se han reducido a niveles de 1.2 hijos por mujer.13

Además de una historia nacional caracterizada por la inmigración en sus etapas tempranas, como principal puerto a la entrada del estrecho de Malaca, Singapur requirió apoyarse en los mercados laborales de la región para materializar una estrategia de industrialización que le insertó entre los principales actores del mundo en industrias como la electrónica y la informática. Siguiendo una ruta propia de desarrollo, la economía singapuresa ha dado después un giro hacia el sector de servicios, si bien mantiene una base industrial de suma importancia en sectores como la petroquímica.14

La asimilación de inmigrantes de origen heterogéneo ha dejado en la sociedad de Singapur una huella quizás más visible que en Malasia, como ejemplifica el que se cuente con cuatro lenguas de uso habitual: malayo, mandarín, tamil e inglés. Sin embargo, en la época actual las autoridades han reducido los canales de inmigración definitiva, regulando al tiempo la estancia rotativa mediante permisos de trabajo. En la práctica, las necesidades de reclutar en el exterior por parte de empresas ubicadas en Singapur comprenden tanto especialistas de altos ingresos como mano de obra semicalificada. A los primeros, las autoridades les expiden pases de empleo, mientras que a la segunda categoría corresponden específicamente los permisos de trabajo. De acuerdo con cifras del Ministerio de Recursos Laborales de Singapur, casi 20% de la población total en el país corresponde a no residentes.15

Sin perder su posición de líder en algunas ramas industriales, Singapur ha evitado la incorporación masiva de trabajadores extranjeros en esos sectores gracias a su posición geográfica, que le da la oportunidad de exportar capitales hacia sus vecinos. Al tiempo que las empresas singapuresas han establecido grandes parques industriales en las islas indonesias de Batam y Bintan, las mismas empresas han incrementado sus inversiones en el estado malasio de Johor. Este proceso ha contribuido a que la ciudad malasia de Johor Bahru, con 700 000 habitantes, se convirtiera en la mayor urbe asentada en una división fronteriza en todo el Extremo Oriente. Con todo, se estima que en la fuerza laboral de Singapur, integrada por 2 millones de personas, se cuentan aproximadamente 50 000 nacionales malasios que cruzan la frontera cada día.

Un tercer país en la ASEAN, el sultanato petrolero de Brunei, con menos de 300 000 habitantes, completa el catálogo de economías que son polo de atracción de trabajadores migratorios, para desempeñarse tanto en la industria extractiva como en el sector de servicios.

La dinámica de captación de mano de obra foránea en algunos países de la ASEAN tiene su contraparte en la tradición de otras naciones que envían fuerza de trabajo al exterior. Quizás entre los elementos más distintivos de la articulación migratoria en la ASEAN resida el que la población conjunta de los tres mayores polos de atracción, como son Malasia, Singapur y Brunei (alrededor de 28 millones de personas), asciende a menos de la décima parte de la correspondiente a sus tres vecinos con mayores excedentes de mano de obra (Indonesia, Filipinas y Vietnam).


Indonesia

Cuarto país en el mundo en cuanto a población, con 230 millones de habitantes, de los cuales la mitad se concentra en la isla de Java y el resto se dispersa en un extenso archipiélago, Indonesia cuenta con las mayores reservas de fuerza de trabajo en la zona. Los efectos combinados de una creciente urbanización que desplaza a la población agrícola y de la expansión de oportunidades laborales en países vecinos han impulsado a millones de indonesios hacia los circuitos internacionales de trabajadores migratorios.16

Razones de índole cultural en el país musulmán más poblado del mundo y evidentes restricciones que imponen los polos de atracción de trabajadores indonesios respecto al asentamiento definitivo en su territorio han tenido como efecto que la diáspora laboral de Indonesia presente una constante rotación con su tierra de origen. Por ello, las autoridades de Yakarta mantienen una considerable influencia sobre sus migrantes, lo que se refleja en una multiplicidad de estructuras institucionales para administrar el reclutamiento de trabajadores, manejar de modo ordenado su salida y reingreso, y cuidar sus derechos en el exterior. Tales funciones son ejercidas principalmente por el Ministerio de Mano de Obra y Transmigración con las representaciones de la Cancillería indonesia en el extranjero.

Los cálculos más actualizados de la migración indonesia documentada ubican en 2 millones los trabajadores que laboran principalmente en el Pacífico Asiático y en el Medio Oriente.17 Probablemente las cifras reales sean muy superiores, teniendo en cuenta, por ejemplo, la gran permeabilidad de la frontera terrestre que en la isla de Borneo separa al Kalimantan indonesio de los estados malasios de Sabah y Sarawak.


Filipinas

Existen similitudes indudables entre Indonesia y Filipinas, en su calidad de países donde se originan en gran número migrantes laborales. Los dos archipiélagos tienen economías de perfil eminentemente rural y con población mayoritariamente joven. En lo que respecta a Filipinas, se trata de uno de los países con mayor crecimiento demográfico en el mundo, tendencia que ha elevado a 82 millones el número actual de sus nacionales.

Quizás entre los primeros rasgos distintivos de los flujos migratorios filipinos destaca su orientación a múltiples destinos: probablemente en más de cuarenta países se registra en la actualidad un movimiento importante de trabajadores procedentes de las Filipinas. En algunos casos, por ejemplo Estados Unidos y Australia, las comunidades se asientan de modo permanente, mientras que en otros muchos, como el golfo Pérsico, únicamente lo hacen de manera temporal. Adicionalmente, las tripulaciones de nacionalidad filipina son comunes en los buques amparados en pabellón de conveniencia, como también es el caso de los nacionales indonesios.

De igual modo que en Indonesia, el gobierno filipino mantiene lazos estrechos con sus trabajadores migratorios y, a través de la Administración Filipina para Empleo en el Exterior (conocida por sus siglas en inglés como POEA), opera un sistema de regulación de salidas laborales mediante permisos y acreditaciones.

Inclusive, en 2004 entraron en vigor disposiciones legales para que los filipinos en el exterior ejerzan el derecho de voto en comicios de su país. Precisamente a la luz del monitoreo poblacional de años recientes, con miras a cumplir las disposiciones de la Republic Act 9189, las autoridades filipinas disponen de datos actualizados sobre una diáspora que supera los 6 millones de personas, concentradas sobre todo en el continente americano (dos millones y medio) y en el Extremo Oriente (un millón y medio).18

Con objeto de ampliar las oportunidades laborales para sus nacionales, la POEA realiza misiones de promoción y establece contactos de larga duración con empleadores que tienen permanente necesidad de nuevos reclutamientos, como son las operadoras marítimas. De hecho, las autoridades filipinas mantienen una estrategia especial para trabajadores de mar, complementaria del resto de la migración laboral. En cifras preliminares de 2003, más de 20% de los 868 000 nacionales filipinos contratados en el exterior correspondió a actividades del sector marino.19

Las comunidades filipinas en el exterior realizan una contribución de primer orden a las finanzas nacionales. De acuerdo con estimaciones del Banco Central y la POEA, las remesas de sus trabajadores en el extranjero alcanzaron en 2003 los 7 600 millones de dólares.20 En ese mismo año, el PIB del país se ubicó en 77 000 millones de dólares.

Indonesia y Filipinas destacan en el panorama migratorio del Sudeste Asiático por sus grandes reservas laborales, así como por el activismo con el que han creado canales institucionales para regular la emigración de los trabajadores. Una tercera nación de la zona, Vietnam, tiene igualmente amplias reservas de mano de obra, con una población de 80 millones de personas, la cual adicionalmente ha adquirido una creciente movilidad en función de las reformas económicas localizadas en el sector rural. En el tránsito de la economía socialista centralmente planificada a un sistema de mercado, los nacionales vietnamitas podrían incrementar en forma significativa su ya notoria presencia entre las comunidades de migrantes laborales en la región.

Finalmente, existe en la región un país que por su grado de desarrollo relativo y su posición geográfica probablemente desempeñe el papel tanto de emisor de migrantes como de nación de tránsito y receptora: Tailandia. Si bien el dinamismo económico de años recientes ha mejorado las condiciones de vida de su población rural, el acelerado crecimiento demográfico —que supera ya los 55 millones de personas— ha hecho aumentar rápidamente las reservas laborales. Por su parte, el nivel de ingresos en Tailandia, con un producto por habitante de poco más de 2 000 dólares, lo ubica en un nivel medio en el plano internacional, pero lo hace sumamente atractivo para la joven población de tres de sus vecinos (Cambodia, Laos y Myanmar), donde el PIB anual por persona está por debajo de los 400 dólares. Una presión añadida está en el desplazamiento masivo de población refugiada por conflictos como el que se vive en Myanmar con las minorías Karen y Rohingya.21

CUADRO 2. Principales polos de atracción y países fuente
de trabajadores migratorios

FUENTE: Ahm Zehadul; MOM Singapore; Asian Labour, POEA.



INTEGRACIÓN REGIONAL Y TRABAJADORES MIGRATORIOS

Una primera aproximación al rostro actual de la migración internacional en el Sudeste Asiático pone en evidencia que se trata de un factor sumamente importante para las economías y sociedades de la zona. Por ende, los escenarios de asociación regional a mediano y largo plazos requieren incorporar, bien sea de modo tácito o en forma explícita, el elemento migratorio.

A pesar de que entre los miembros de la ASEAN se encuentran algunas de las más activas economías exportadoras en el momento actual, tradicionalmente las naciones del área han sido cautelosas en establecer instrumentos formales de integración, hecho que contrasta con lo que ocurre en otras zonas del orbe que han materializado acuerdos que engloban regiones enteras, como es el caso del Mercosur.

En función de sus propias estrategias de vinculación más estrecha con sus vecinos, y quizás en alguna medida como respuesta a la activa formación de bloques regionales alrededor del orbe, las naciones del Sudeste Asiático se han comprometido a construir el Área de Libre Comercio de ASEAN, AFTA. Se trata de un esquema pragmático que en lugar de basarse en un solo convenio de integración, se fundamenta en una red de acuerdos de colaboración económica.22 Ante las disparidades que existen en cuanto a niveles de desarrollo y grado de diversificación productiva entre los miembros de la ASEAN, dicho tejido institucional busca permitir que cada país instrumente al ritmo que le sea posible la apertura comercial con sus socios del área.23

El vertiginoso crecimiento económico de China, con su elevada captación de inversión extranjera y la creciente capacidad de llevar sus manufacturas a los mercados mundiales, representa probablemente el mayor desafío de corto y mediano plazos para los países miembros de la ASEAN. Si bien algunos de ellos precedieron a Pekín en materia de apertura económica y desarrollo de una base exportadora, la encarnizada competencia de los productos chinos les exige redefinir sus estrategias para explotar nuevas fortalezas. En este contexto, puede verse la imperiosa necesidad de articular más armoniosamente sus mercados laborales a fin de que su población conjunta de 550 millones de habitantes se convierta en un factor de peso y garantice economías de escala.

En su actual diseño, el AFTA es eminentemente un arreglo comercial con un fuerte componente de facilitación de negocios.24 Pero quizás no esté distante el momento en que se incorporen a su marco estratégico algunos instrumentos de tipo laboral que permitan la plena cristalización del potencial existente. La expansión del comercio e inversión en el seno de la ASEAN ha ido acompañada de tal movilización interna y transfronteriza de la fuerza de trabajo, que tanto los países receptores como los emisores de migrantes tienen mucho que ganar de una mayor eficiencia en sus interacciones. Concebir a los mercados laborales de la región como compartimientos aislados contraviene la evidencia empírica ejemplificada, por citar un caso, en las 233 000 empleadas domésticas de nacionalidad indonesia que las autoridades migratorias de Malasia tienen registradas en el país.25

Hasta fechas muy recientes, han sido las economías receptoras de migrantes laborales las que más activamente han diseñado mecanismos institucionales enfocados en ellos. Destaca por su trascendencia la introducción de medidas legales incluso en el nivel constitucional, incluyendo la prohibición de la doble nacionalidad y las restricciones en el otorgamiento de la ciudadanía, que reducen las posibilidades de inmigración permanente. Como contrapeso, países como Malasia y Singapur buscan hacer más operativo el reclutamiento de tipo rotatorio.

Para los países de origen de migrantes laborales, la protección preventiva de sus nacionales en el exterior se ha convertido en una prioridad, atendiendo tanto a razones humanitarias como a las repercusiones económicas que tienen las remesas en el ámbito local. En esta dinámica, el gobierno de Indonesia ha suscrito acuerdos sobre trabajadores migratorios con Arabia Saudita y Malasia.26

Asimismo, las autoridades de Kuala Lumpur han emprendido negociaciones con Vietnam y mantienen canales de colaboración con Filipinas. Precisamente este último país se ha convertido tal vez en el líder en materia de acuerdos laborales, a los que progresivamente se incorpora personal técnico e incluso profesional. Las negociaciones en temas como el entrenamiento y el reclutamiento de enfermeras con países extrarregionales, como Holanda y Japón, constituyen experiencias valiosas en la ruta hacia la potencial configuración de un mercado laboral más armónico en la ASEAN.

A partir de lo expuesto en estas páginas, puede concluirse que la ruta del crecimiento económico en los países más dinámicos de Asia ha incluido como un elemento importante la movilización de recursos laborales en migraciones tanto internas como transfronterizas. Por tanto, la construcción institucional de mecanismos regionales orientados a estrechar la interacción de las economías, como es el caso del AFTA, cuenta entre sus fortalezas potenciales el diseño de nuevos esquemas que permitan aprovechar mayormente los recursos laborales de la región, pues toda ella en su conjunto tiene mucho que ganar de una mayor colaboración en ese sector.

1 The Guardian, 6 de febrero de 2004.         [ Links ]

2 Xiang Biao, Emigration from China: A Sending Country Perspective, Hong Kong, ILHO, 2004.         [ Links ]

3 Chi Fulin, China’s Economic Reform at the Turn of the Century, Pekín, Foreign Languages Press, 2000.        [ Links ]

4 El monitoreo que realiza la Hong Kong Liaison Office sobre el mercado laboral chino a través de la página www. ihlo.org es quizás una de las fuentes internacionales más actualizadas en la materia.

5 International Herald Tribune, 3 de mayo de 2004.        [ Links ]

6 Anthony Bouscaren, International Migrations since 1945, Nueva York, Praeger, 1963.         [ Links ]

7 Linda Benson, China since 1949, Londres, Longman, 2002.        [ Links ]

8 Thomas Faist, The Volume and Dynamics of International Migration and Transnational Social Spaces, Nueva York, Oxford University Press, 2000.        [ Links ]

9 Alfredo Pérez Bravo e Iván Roberto Sierra, “La estrategia de crecimiento económico con equidad social en Malasia”, Revista Mexicana de Política Exterior, núm. 69, México, IMAR, SRE, junio de 2003.         [ Links ]

10 Ahm Zehadul Karim et al., Foreign Workers in Malaysia: Issues and Implications, Kuala Lumpur, Utusan Publications, 1999.        [ Links ]

11 ISIS Focus, núm. 72, Kuala Lumpur, ISIS, julio-septiembre de 2003.         [ Links ]

12 Ministry of Primary Industries, Statistics on Commodities 2003, Kuala Lumpur, MoPI, 2003.         [ Links ]

13 The Straits Times, 28 de febrero de 2004.         [ Links ]

14 Garry Rodan, The Political Economy of Singapore’s Industrialization, Kuala Lumpur, Forum, 1989.        [ Links ]

15 Ministry of Manpower, Manpower Statistics in Brief, Singapore, MOM, 2003.         [ Links ]

16 Gavin W. Jones et al., “The Social and Demographic Impact of the Southeast Asian Crisis of 1997- 99”, Journal of Population Research, Griffith, mayo de 2000.        [ Links ]

17 The Jakarta Post, 18 de noviembre de 2003.        [ Links ]

18 POEA, Overseas Absentee Voting, Manila, POEA, 2003.         [ Links ]

19 POEA, Annual Report 2003, Manila, POEA, 2004.         [ Links ]

20 OFW, Press Release, 12 de febrero de 2004, en www.bsp.gov.ph

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22 Alfredo Pérez Bravo e Iván Roberto Sierra, “El papel de ASEAN en la liberalización comercial en el Pacífico”, Diplomacia, núm. 98, Santiago de Chile, Academia Diplomática Andrés Bello, abril-junio de 2004.        [ Links ]

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25 New Straits Times, 30 de mayo de 2004.         [ Links ]

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