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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.23 México ene. 2005

 

Cambio global y migración laboral

 

Trabajadores indocumentados y nuevos destinos migratorios en la globalización

 

Ana María Aragonés Castañer*
Timothy Dunn**

 

*Universidad Nacional Autónoma de México
amaragones@servidor.unam.mx

**Universidad de Salisbury, Estados Unidos de América
tjdunn@salisbury.edu

 

Recepción del original: 27/05/04
Recepción de artículo corregido: 13/01/05

 

Resumen

En este documento se estudian las nuevas condiciones económicas en las que se producen los flujos migratorios en el marco de la globalización. Se analizan los nuevos procesos de trabajo asentados en la flexibilización y desregulación laborales que favorecen la incorporación de los trabajadores migratorios y, de manera muy especial, de los indocumentados. Se cuestionan algunos conceptos teóricos tales como el de las redes sociales como promotoras de la migración y se examinan los nuevos destinos migratorios, así como el papel que desempeña Estados Unidos en la globalización mundial como exportador de productos agroalimentarios, cuyos requerimientos laborales promueven el fenómeno migratorio.

Palabras clave: Migración indocumentada, globalización, flexibilidad y desregulación laboral, nuevos destinos migratorios

Abstract

This paper studies the new economic conditions that give rise to migratory flows under the aegis of globalization. It analyzes new working processes based on increased labor flexibility and deregulation, which favor the employment of migrant workers and, most particularly, of undocumented migrants. It questions certain theoretical concepts, such as the role of social networks in promoting migration, and it examines the new destinations of migration and the role played by the United States in worldwide globalization as an exporter of agricultural goods, the labor requirements of which encourage the migration phenomenon.

Key words: Undocumented migration, globalization, labor flexibility and deregulation, new destinations for migration

 

INTRODUCCIÓN

Existe la idea muy generalizada de que uno de los acontecimientos que caracterizan al final del siglo XX y el inicio del XXI es el de la migración como un fenómeno masivo y desproporcionado que se desplaza a lo largo y ancho del mundo. Por nuestra parte, estaríamos de acuerdo en que estamos ante una época migratoria que tiene nuevas características, pero nos resistimos a considerar la migración como un fenómeno caótico de alcances tan graves que podría llegar a ser un atentado contra la paz mundial, como se ha planteado en diversos momentos. Al analizar la magnitud del número de migrantes respecto del de la población mundial, se observa que aquélla es reducida, y si se le compara con otros momentos históricos —por ejemplo las famosas “migraciones transoceánicas” del siglo XIX y principios del siglo XX—, la de hoy representa una proporción mucho menor: apenas 3% de la población del planeta.1 Si se tiene en cuenta la población económicamente activa, se verá que las cifras son aún más indicativas de que no se enfrenta un fenómeno explosivo, ya que se sitúa entre 1.4 y 1.6% de la fuerza de trabajo mundial, que es de 2 600 millones de personas.2

Sin embargo, lo que habría que destacar es que las migraciones tienen un efecto más amplio de lo que estas cifras sugieren, tanto en las comunidades que expulsan migrantes, pues favorecen la disolución de las estructuras económicas y sociales tradicionales, como en las que reciben inmigrantes, que también experimentan cambios drásticos.3 Todo ello es motivo de reflexión.

Las condiciones del nuevo orden económico mundial han exacerbado la polarización social, y si bien las causas no son visibles, sí lo son los migrantes, por lo que es fácil señalarlos como los perturbadores del orden económico. Tal situación tiene efectos muy perniciosos para estos seres humanos; entre ellos pueden mencionarse la sobreexplotación a la que están sujetos, la constante violación de sus derechos humanos y el incremento de la xenofobia y el racismo. La idea de la “explosión” de la migración proviene, en parte, de que en estos momentos la proporción de trabajadores indocumentados en los flujos migratorios parece estar por encima de la migración legal. Se tiene así la sensación de haber perdido el control de las fronteras, hecho que provoca la aplicación de políticas claramente antiinmigrantes en el polo receptor en el contexto de la globalización.

Los obstáculos a los flujos migratorios fueron característicos de momentos históricos en los que se intentó salir de la crisis poniendo en marcha políticas proteccionistas y nacionalistas, como ocurrió en la primera posguerra y después de la crisis de 1929, que afectaron el curso normal del comercio internacional, de las inversiones de capital y de las migraciones, con lo cual retrocedió el proceso de internacionalización. Sin embargo, desde los años ochenta, con el nuevo modelo de acumulación, los flujos migratorios enfrentan una profunda contradicción, ya que si bien se ha producido —como nunca antes— la liberalización de los movimientos comerciales y del capital, paradójicamente se restringen los movimientos migratorios.

Por lo tanto, cabe preguntarse: ¿por qué esta estrategia contra la migración en el contexto de la globalización, y cuál será el efecto de esta regresión que está impidiendo el libre tránsito de los factores de la producción? En este trabajo se intentará responder a estas preguntas y se analizarán los nuevos elementos del problema. Se toma como objeto de estudio básicamente a Estados Unidos y la inmigración latina, particularmente la mexicana.

Se presentan aquí resultados preliminares de una investigación que se realizó entre 2003 y 2004 en la Universidad de Salisbury, en Estados Unidos, continuación de un estudio anterior desarrollado entre 2000 y 2001 en la península de Del-Mar-Va (Delaware, Maryland y Virginia; Delmarva de aquí en adelante). En el año 2000 se entrevistó a unos 90 migrantes, la mayoría de ellos mexicanos,4 y en 2003 se continuó la investigación —de la cual se presentan algunos avances en este artículo— como parte de un proyecto más amplio para la asociación de librerías locales, y en la que se aplicó una extensa entrevista a 185 migrantes hispanos, 75% de los cuales fueron mexicanos.

Desde mediados de los noventa la península de Delmarva, a la que se considera un nuevo destino migratorio, está viviendo un extraordinario crecimiento de la migración latina, pero desde 2000 estos flujos se han acelerado (paradójicamente, después de los graves acontecimientos del 11 de septiembre). Esta región no ha experimentado una migración significativa desde la época colonial, y por lo mismo enfrenta una situación totalmente novedosa. Los migrantes se han incorporado de manera fundamental a las industrias polleras, aunque habría que decir que estos migrantes, de acuerdo con esta investigación, han ido diversificando sus trabajos, y ahora se les encuentra en otros sectores productivos, tales como la construcción, los servicios, en restaurantes y, por supuesto, en la agricultura. Provienen de diversas regiones, pero habría que destacar que se están incorporando de manera creciente de estados de México que hasta estos momentos prácticamente no habían vivido este fenómeno; tal es el caso de Veracruz y Chiapas.

Se detectó una serie de características básicas que conforman un panorama de los migrantes mexicanos en la región señalada, aunque debe decirse que a pesar de haber entrevistado a 90, y después a 185 de ellos, todavía no podría decirse hasta qué punto estas características se encuentran difundidas. El estudio se centró en trabajadores y trabajadores pobres asentados en la región que hubieran estado mayor tiempo que los temporales para la agricultura o para el trabajo relacionado con la industria del pescado, del pollo y otras ocupaciones, como resultaron ser la construcción y los trabajos en las madererías.

Antes de iniciar la investigación se revisaron brevemente los datos censales sobre la economía de la región y se compararon con los referentes a los guatemaltecos. Pudo observarse que el porcentaje de latinoamericanos ha crecido en forma extraordinaria entre 1990 y 2000, si bien en números absolutos su número sigue siendo relativamente pequeño.5

CONSIDERACIONES TEÓRICAS

La migración es un “elemento estructural del desarrollo de las sociedades capitalistas, que si bien se activa como producto de las contradicciones y de las graves desigualdades que genera el sistema, también es resultado de las tensiones entre los factores de expulsión/atracción, vinculados a las necesidades de la acumulación capitalista”.6 Es decir, la migración cambia sus características de acuerdo con los requerimientos de los patrones de acumulación, los que le asignan una función determinada, características enmarcadas en la permanencia y el funcionamiento del sistema.

En la base de los flujos migratorios se encuentra una distribución específica de los países, cuyas economías están integradas en “un sistema… cuyo patrón de estratificación global divide la economía mundial en áreas centrales (beneficiarias de la acumulación del capital) y áreas periféricas (en constante desventaja por el proceso desigual) y todos los estados nacionales están, en diferentes grados, integrados en su estructura central […]”.7 En este marco, la migración producto de las desigualdades dentro del sistema capitalista mundial, regional y local, desempeñará un papel central para responder a las necesidades de la acumulación capitalista y de la internacionalización capitalista.

Cabe destacar el hecho de que los flujos migratorios, en su gran mayoría, sólo se dirigen hacia aquellos polos en los que existe el factor atracción, y Estados Unidos se ha distinguido a lo largo de su historia como ese poderoso imán que lo ha convertido en el más importante receptor mundial de migrantes desde finales del siglo XIX. Esta situación se ha mantenido hasta nuestros días, ya que 8.6 millones de inmigrantes indicaron que habían llegado entre 1990 y 1998. Dicha cifra representa un crecimiento de 42%. En marzo de 1998, alrededor de 15% de los niños entre 5 y 17 años eran de madre inmigrante, como resultado de la alta proporción de mujeres migrantes en edad de procrear, y se espera que en los próximos años, 17.9% de los niños en edad escolar sean de madre migrante. 8 De acuerdo con los resultados del Censo de 2000 en Estados Unidos, se estimó que la población extranjera indocumentada en 1990 fue de 3 765 906, pero en 2000 se había incrementado a 8 705 419. De esta población, en 1990, 26.8% provenía de México y en 2000 el porcentaje se había incrementado a 44.5 (1 008 372 y 3 871 912, respectivamente).

Todo indica que esta tendencia se sostendrá, ya que se mantiene la demanda en los nuevos mercados laborales. Comprender por qué Estados Unidos sigue siendo un poderoso imán para los trabajadores migratorios, aunque, contradictoriamente, su política migratoria es decididamente antiinmigrante, lleva a analizar el papel que está desempeñando este país en el campo de la alimentación mundial, para comprender su interés por llevar a cabo el proyecto regional de integración comercial en el continente americano, el llamado Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Iniciado con México y Canadá con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se pretende abarcar desde Alaska hasta Tierra del Fuego, según los conceptos de libertad de comercio y de movimiento de capitales, pero no de personas.

Cabe resaltar que, como resultado de la nueva estrategia de Estados Unidos en el campo agroalimentario, se están incorporando nuevos polos de atracción que promueven el fenómeno migratorio. A mediados de los ochenta se empezó a vivir un proceso de reestructuración productiva en los sectores mencionados y en la agricultura intensiva, lo que dio lugar a que las industrias procesadoras de pollo y carne fueran reubicadas en zonas rurales. Esta estrategia les permitió despedir a los trabajadores, la mayoría de los cuales eran nativos blancos que gozaban de un salario superior a la media, y además terminar con el sindicato.9 En las zonas rurales las condiciones laborales empeoraron drásticamente, por lo que dejaron de ser atractivas para esa fuerza laboral, y fueron los afroamericanos en un principio los que se emplearon en esas empresas, pero después, desde los años noventa, los siguieron los migrantes latinos, en su mayoría indocumentados y mexicanos. Esas empresas son conocidas por los bajísimos salarios, sus deplorables condiciones laborales y la casi nula sindicalización. Ésta es una de las razones por las cuales, a partir de los noventa, se ha podido observar un explosivo crecimiento de trabajadores migrantes latinos. Se pudo comprobar que en algunos condados del área donde se llevó a cabo la investigación, en la península de Delmarva, el incremento fue de 100%, y en otros ha alcanzado 1 000%. Los migrantes que se están incorporando a los diferentes sectores productivos son, en su gran mayoría, indocumentados y sin experiencias migratorias previas, es decir, son “nuevos migrantes”.

En la medida en que la migración es un fenómeno de enorme complejidad que comprende una gran cantidad de variables, en este trabajo se presentan sólo algunos de los factores que están afectando a los flujos migratorios y que son importantes para comprender los nuevos momentos que vive la migración de trabajadores. En este mismo sentido, se plantea la necesidad de reorientar teóricamente algunos conceptos para que den cuenta de la nueva dinámica y de la lógica de los flujos migratorios. Se identifican, en primer lugar, las transformaciones del actual régimen de acumulación en el nivel de los procesos de trabajo, según la nueva racionalidad de la flexibilidad y la desregulación laboral, y cómo esta dinámica está afectando al fenómeno migratorio. Por otro lado, las inversiones extranjeras directas (IED) y los flujos migratorios que siempre se han desplazado en forma articulada en periodos anteriores,10 en el contexto de la globalización están desvinculados, por lo que se analiza el efecto que esta nueva situación tiene para los trabajadores migrantes. En este sentido, aquí se disiente acerca del papel que desempeña la “indocumentación” en los procesos económicos actuales y cuyo objetivo sería reducir los costos laborales e incrementar la competitividad en los países receptores; asimismo, se cuestiona el peso de las redes sociales como las causantes de la continuación y permanencia de la migración ante un contexto en el que los nuevos destinos migratorios nos llevan a replantear dichos supuestos, ya que la redes sociales en estos lugares son prácticamente inexistentes. Finalmente, se señala la importancia de los derechos humanos en relación con la migración y la dificultad para que éstos se apliquen.

GLOBALIZACIÓN Y NEOLIBERALISMO (1972- )

“La edad de oro del capitalismo” vio su fin con la crisis de 1972, considerada por algunos autores más severa y profunda que la vivida en 1929. A partir de los años ochenta prácticamente todos los países giran en torno al mercado capitalista, pero habría que recalcar que se trata de una integración excluyente y desigual, con un notable incremento de la movilidad del capital, al tiempo que se produce una persistente restricción al movimiento de mano de obra.

Uno de los elementos que cabe destacar en este nuevo modelo de acumulación es el papel central que están desempeñando las empresas transnacionales (ET) con su extraordinario crecimiento en el ámbito mundial, que “se posicionan como pivote central de la expansión de la economía mundial”,11 lo que ha favorecido la integración prácticamente de todos los países bajo el mercado capitalista.

Hacia mediados de los noventa había 44 500 matrices de ET, de las cuales sólo 7 900 se encontraban en países subdesarrollados, con un total de 276 700 filiales. Sus ventas se incrementaron a un ritmo de 8% y sus exportaciones pasaron de 730 mil millones de dólares en 1982 a 1 850 miles de millones en 1994, pero para el año 2000 alcanzaron un récord: 60 000 empresas transnacionales con más de 800 000 filiales en el extranjero que se han convertido en el motor de la expansión mundial. Los países desarrollados siguen siendo el principal punto de destino de las IED, y a ellos van a parar más de las tres cuartas partes de las entradas mundiales de estas inversiones. Las entradas de IED en los países desarrollados aumentaron 21% y superaron ligeramente el billón de dólares. La tríada Unión Europea/Estados Unidos/Japón acaparó 71% de las entradas mundiales y 82% de las salidas en el año 2000. Pero lo que resulta interesante es el hecho de que Estados Unidos siguió siendo el principal país receptor de IED, con entradas de 281 mil millones de dólares y salidas que alcanzaron 139 mil millones de dólares, aunque disminuyeron 2% en el año 2000.12 Desde mediados de los ochenta dejó de ser un exportador de IE y se convirtió en el más importante receptor neto de IE (cuadros 1 y 2). Esto explica el extraordinario movimiento de migrantes hacia este país, que provienen prácticamente de todos los rincones del mundo, pero en particular de la región latinoamericana, sobre todo de México, como se verá más adelante.

A pesar de su extensión, las IED están repartidas en forma muy desigual. Algunos datos muestran que, en efecto, hubo un acelerado movimiento de IED hacia los países no industrializados, particularmente hacia la región latinoamericana y Asia, cuyo financiamiento para 1990 fue valuado en 2.6 mil millones de dólares, y para 1995 el flujo de las IED se había incrementado a 20.9 mil millones de dólares, pero lo interesante es que finalmente la mayor parte de las IED se dirigió a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).13 Las “entradas de IED” (cuadro 1) a los países receptores muestran cómo se van integrando a la economía internacional, al tiempo que indican cómo se reparten los beneficios de las IED. En el rubro de “salidas de IED” (cuadro 2) se muestra qué países controlan la distribución mundial de estas inversiones. Los 30 principales países receptores del mundo suman 95% de las entradas mundiales totales de IED y 99% de las salidas mundiales de IED y de sus montos acumulados. El comercio se realiza en un porcentaje muy importante entre las casas matrices y sus filiales, lo que les permite ejercer un cuasimonopolio en relación con la generación de tecnologías y el uso de las mismas.

Una de las formas de elevar la productividad es mediante la incorporación de innovaciones tecnológicas y el mantener salarios reducidos, por lo que la inclusión de trabajadores migrantes, en este caso indocumentados, resulta muy positiva para la ganancia. Si a esto se añade la impresionante llegada de IED hacia los países desarrollados, se comprende por qué la migración ha persistido entre 1974 y 1998 (cuadro 3), aunque cabría destacar que la afluencia de migrantes hacia Estados Unidos es muy superior a la de los demás países receptores: 16 721 000.

CUADRO 1. Distribución regional de las IED, 1989-2000
(miles de millones de dólares)
Entradas de IED

FUENTE: UNCTAD, Informe sobre las inversiones en el mundo, 2001: Fomentar vinculaciones, Nueva York/
Ginebra, Naciones Unidas, 2001, p. 5.

 

CUADRO 2. Distribución regional de las IED, 1989-2000
(miles de millones de dólares)
Salidas de IED

FUENTE: UNCTAD, Informe sobre las inversiones en el mundo, 2001: Fomentar vinculaciones, Nueva York/
Ginebra, Naciones Unidas, 2001, p. 5.

 

En relación con las IED y el empleo, la UNCTAD señala que las 100 más grandes ET emplearon a 6 millones de trabajadores en el extranjero (UNCTAD, 1998). Estas cifras hay que ponerlas en las perspectivas nacionales, ya que el efecto de tales empresas en la generación de empleos en los países subdesarrollados es muy pobre. Además, no hay que olvidar que en la medida en que la variable costo es muy importante para estas empresas, los abismos salariales con los países desarrollados se mantienen, y con ello, una de las causas que se encuentran en la base de los flujos migratorios.14 Las ET buscan emplazarse en aquellos lugares donde aumente su competitividad, lo que para las naciones en desarrollo puede suponer la captación de una cantidad significativa de capitales, pero al mismo tiempo, la propia competencia entre los países que esperan captar esas inversiones extranjeras da lugar a lo que algunos autores han denominado como “la carrera hacia abajo” (the race to bottom),15 que significa que los países deberán bajar sus estándares con el fin de resultar más atractivos a las corporaciones.

 

CUADRO 3. Migración neta, 1974-1998
(en miles)

FUENTE: Angus Madisson, The World Economy: A Millennial Perspective, OCDE, 2001, p. 134.


No es extraño, por lo tanto, que un número creciente de países hayan venido aplicando cambios en sus regulaciones sobre inversiones extranjeras. Entre 1991 y 2000 se introdujeron un total de 1 185 cambios, de los cuales 1 121 (95%) tenían por efecto crear un clima más favorable a las IED. Solamente en el año 2000, 69 países introdujeron 150 cambios en su legislación reguladora, de los cuales 147 (98%) eran más favorables a los inversionistas extranjeros (cuadro 4).


Reestructuración productiva y condiciones de trabajo

En la medida en que crece la competencia internacional, las corporaciones se han visto forzadas “a un periodo de racionalización, reestructuración e intensifi- cación del control del trabajo para bajar los costos de producción”,16 con graves repercusiones para los trabajadores.

La globalización supone, en su esencia, la creciente flexibilidad de los procesos productivos y la desregulación laboral con el objetivo de reducir los costos del trabajo. Comprende la desregulación de los horarios, de los salarios, de la estabilidad y de la seguridad social. Esta flexibilidad está asociada a formas precarias de trabajo en los sectores de inmigrantes, negros y mujeres, así como en los países de baja industrialización.17 Esta flexibilización del trabajo ha llevado a una profunda precarización de las condiciones de vida de los trabajadores, aunque “se intenta ocultar la función totalitaria que contribuye a quebrar a los sindicatos, a intensificar el trabajo y hacer creer que no existen tareas rutinarias y alienantes, cuando la verdad es que ahora éstas descansan en las mujeres, en los inmigrantes y en los trabajadores del Tercer Mundo”.18


CUADRO 4. Cambios introducidos en la legislación nacional, 1991-2000.
Número de países que introdujeron cambios en su legislación sobre la IE

FUENTE: UNCTAD, Informe sobre las inversiones en el mundo 2001: Fomentar vinculaciones, Nueva York/Ginebra,
Naciones Unidas, 2001, p. 25.
a Comprende los cambios liberalizadores y los encaminados a fortalecer el funcionamiento del mercado,
así como la concesión de mayores incentivos.
b Comprende los cambios encaminados a incrementar el control y a reducir incentivos.

 

La flexibilización se da en formas como la de los empleos clandestinos (léase trabajadores indocumentados, aquellos no declarados ante las autoridades competentes, o en los contratos por tiempo determinado, trabajos eventuales o temporales). Dichas formas de contratación permiten al empleador reducir costos laborales sin necesidad de entrar en mayores conflictos con sus trabajadores fijos. Por ello estas formas avanzan y se generalizan cada vez más.

La profunda reestructuración posfordista emprendida a partir de los ochenta se propuso abatir los costos de producción, elevar la productividad y fortalecer la originalidad de los productos para competir de manera privilegiada. Se organizaron los procesos industriales y surgió lo que algunos autores denominan “toyotismo”,19 el cual suponía romper con los principios tayloristas y fordistas. Como consecuencia, la fuerza de trabajo se enfrentó a nuevos requerimientos de calificación y a la obsolescencia de ciertos puestos de trabajo.

Para John Atkinson,20 el mercado de trabajo se encuentra dividido en tres grupos: trabajadores núcleos, que son los trabajadores fijos dedicados a las tareas esenciales de la planificación y la producción, y que gozan de contratos permanentes; un segundo grupo de trabajadores periféricos que son contratados a tiempo parcial y como eventuales para realizar las tareas ordinarias y mecánicas. Por último, un grupo de trabajadores externos, los cuales no son empleados de la empresa sino de los contratistas de la empresa, y que desempeñan actividades de las que la empresa ha decidido distanciarse. Los trabajadores subcontratados, en la mayoría de los casos, son considerados trabajadores periféricos por la propia contratista. Para estos últimos trabajadores periféricos y externos las condiciones son sumamente precarias. Reciben salarios inferiores al mínimo y sus condiciones de trabajo son las más riesgosas y penosas, además de la desregulación de todos los principios que sustentaban al trabajo asalariado bajo el fordismo, lo que trae las siguientes consecuencias: inseguridad en el mercado laboral, en la conservación del empleo y en el trabajo, por la inexistencia de normas y de vigilancia sobre seguridad e higiene industrial; inseguridad en los ingresos, no hay pago de utilidades, de bonos de productividad, de prestaciones sociales, ni indemnizaciones por despidos o accidentes; exclusión de los sistemas de seguridad social (médico hospitalario, fondo de desempleo), agravado por las restricciones del gasto social del Estado en materia de salud, transporte y educación. En el marco de la flexibilización laboral los trabajadores indocumentados tienen un papel muy importante como se explica más adelante.


LA MIGRACIÓN INDOCUMENTADA EN ESTADOS UNIDOS A PARTIR DE LOS AÑOS NOVENTA

La lamentable proliferación de la migración indocumentada tiene como sustento la flexibilización de los nuevos procesos de trabajo que favorecen la incorporación de este tipo de trabajador en los diversos procesos productivos. Por ello, no se trata de un fenómeno por el cual pueda afirmarse que programas de legalización como la Immigration Reform and Control Act (IRCA) que amnistió a casi 2 millones de trabajadores mexicanos21 no sirven y que, por el contrario, han provocado mayor migración indocumentada. No hay duda de que esa pieza jurídica buscaba disminuir el número de indocumentados, objetivo que sí se alcanzó en ese momento. Pero la consecuencia de esta estrategia fue que estos trabajadores, una vez favorecidos con la regularización administrativa, tuvieron la oportunidad de moverse hacia trabajos menos precarios, y se produjo así una gran cantidad de vacantes, que los patrones ocuparon nuevamente con trabajadores migratorios legales, pero también, de manera creciente, con trabajadores indocumentados, porque así conviene a sus intereses económicos, dada la extraordinaria ganancia que estos trabajadores producen y la enorme competitividad que como empresas enfrentan. Por lo tanto, no fue la amnistía la responsable de la afluencia creciente de migrantes, ni sería exacto el argumento de que la amnistía después de la IRCA demostró ser ineficaz para solucionar el problema del indocumentado. Si este tipo de flujo se mantiene con estas características, ello tiene que ver con la demanda específica por parte de los mercados de trabajo del polo receptor, vinculado con la necesidad de flexibilizar y desregular los procesos productivos y laborales. Dadas las características de alta vulnerabilidad de los migrantes indocumentados, son más fáciles de sobreexplotar y de retener por los patrones, ante la dificultad para moverse hacia otros sectores de actividad.

De acuerdo con datos ofrecidos por el Urban Institute, la migración indocumentada en Estados Unidos ha alcanzado los 9.3 millones. Esto representa 26% de la población extranjera total en ese país. Los principales países que aportan este tipo de migrantes son México, con 57% del total, es decir, 5.3 millones de indocumentados. Otros 2.2 millones, es decir, 23%, provienen de otros países latinoamericanos, alrededor de 10% provienen de Asia, 5% de Europa y Canadá y 5% del resto del mundo. La distribución por estados es como sigue: 65% de los migrantes indocumentados viven en 6 estados: California (27%), Texas (13%), Nueva York (8%), Florida (7%), Illinois (6%) y New Jersey (4%). Sin embargo, como señalan diversos autores, el más rápido crecimiento de la población indocumentada desde mediados de los noventa se está produciendo en otros estados de la Unión. Estos datos resultan sorprendentes, sobre todo si los ponemos en la perspectiva de la migración legal. Se señala que hay 10.5 millones de migrantes legales con residencia permanente, es decir, 30% son ciudadanos naturalizados; es decir, 10.3 millones, residentes temporales; 1.6 millones (5%) y refugiados, 2.7 millones (8%), que hacen un total de 34.5 millones de extranjeros en Estados Unidos.22

Por nuestra parte, pudimos confirmar la importancia de los trabajadores indocumentados que laboran en la región de Delmarva con los datos obtenidos en las entrevistas: 90% de los entrevistados eran indocumentados —por carecer de papeles, o bien, por tener papeles falsos— y 75.1% de nuestros entrevistados eran originarios de México.

La media de ingreso de los migrantes es de casi 75% de los nativos, y para los recién llegados el ingreso medio es únicamente la mitad de lo que perciben los nativos.23 Respecto de los salarios establecidos por el gobierno federal como nivel de pobreza, los trabajadores de las empacadoras de carne por lo general caen algunos cientos de dólares por debajo de este nivel. En las plantas procesadoras de pollo son más bajos, y en las plantas procesadoras de pescado generalmente caen a la mitad de lo establecido como nivel de pobreza.24

Los migrantes indocumentados ganan mucho menos que los trabajadores nativos, ya que unos 2/3 de los indocumentados ganan menos del doble del salario mínimo, comparado con sólo 1/3 de todos los trabajadores, y 96% es población económicamente activa.25 Esos mismos resultados los obtuvimos en nuestras entrevistas, puesto que sólo 15.1% de ellos estaban desempleados. También pudo detectarse que entre estos desempleados había muchas mujeres que permanecían en su casa para atender a sus hijos pequeños, y otros eran recién llegados, razón por la cual todavía no empezaban a trabajar.

Aun cuando los salarios de los migrantes indocumentados en Estados Unidos están por debajo de los que ganan los nativos y los propios migrantes legales, es evidente que a pesar de ello el salario es más alto que el que podrían ganar en México. Ésta es una de las razones por las que esta variable permanece como uno de los factores de atracción26 y como justificación por parte de los empresarios estadunidenses para mantener esos salarios tan deprimidos. En palabras de los patrones: “ganan más aquí, a pesar de todo; por lo tanto, no se pueden quejar”.


Papel de Estados Unidos en el marco de la globalización

Estados Unidos está desempeñando un papel destacado en la globalización, y esto lo mantiene como el principal receptor de fuerza de trabajo migrante. En las últimas dos décadas llevó a cabo una profunda reestructuración de la agricultura trabajo-intensiva, así como en las industrias procesadoras de carne, hecho que se ha traducido en un extraordinario proceso de concentración. En relación con el sector agrícola, hay cada vez menos granjas que poseen una mayor cantidad de hectáreas, al mismo tiempo que las importantes transformaciones han ido profundizando los efectos negativos en las condiciones de trabajo y de vida de los obreros. Y en relación con las industrias procesadoras de carne (pollo, carne roja, cerdo, pescado), desde los años ochenta también han llevado a cabo un proceso de reestructuración de tipo vertical: se han fusionado algunas de las grandes empresas y han eliminado del mercado a todas aquellas que no tienen capacidad competitiva.

En estas industrias, la estrategia para incrementar la productividad y responder a las necesidades de la competencia interna e internacional ha sido imprimirles más velocidad a las líneas de producción, sin tener que hacer mayores inversiones en tecnología. La productividad laboral se mantiene como la llave de la ganancia y de la sobrevivencia ante la fiera competencia entre las empresas. Esto ha tenido varias repercusiones, todas ellas, por supuesto, negativas para la fuerza de trabajo. Primero, han aumentado las duras condiciones en las que los obreros realizan su trabajo, por lo que se han incrementado las lesiones que sufren, lo cual ha hecho de este tipo de procesos algo verdaderamente insufrible, por lo que cada vez es más difícil reclutar trabajadores para estas empresas. De ahí que los trabajadores indocumentados sean la opción, y hasta podría afirmarse que son alentados por las propias industrias.

De acuerdo con la Administración de Seguridad Ocupacional y Salud de los Estados Unidos, se considera que los trabajos en las procesadoras de carne, pollo y pescado se encuentran entre los más peligrosos en el país. En 1990 la probabilidad de sufrir una lesión en las procesadoras de carne era tres veces mayor que en cualquier otra industria en su conjunto. Dadas las condiciones tan difíciles del trabajo, la rotación es muy alta, factor adicional que explica la incorporación de los migrantes indocumentados, quienes en razón de su vulnerabilidad administrativa quedan en manos de los empleadores, quienes ejercen presión para que los ilegales se mantengan en estos puestos, pues pende sobre ellos la amenaza de la deportación.

La agricultura de trabajo intensiva en Estados Unidos, que se centra en el cultivo de tabaco, vegetales, frutas, nueces, fresas, horticultura y bienes de invernadero, también está en continua transformación. Gracias a esto la producción se ha triplicado en las últimas dos décadas, al tiempo que los granjeros han duplicado sus ingresos. Los importantes desarrollos tecnológicos en relación con la transportación y el almacenamiento, vinculados con los cambios en los gustos de los consumidores —cuyas preferencias favorecen el consumo de frutas y vegetales, de pescado y pollo—, han facilitado esta expansión. En cuanto al sector agrícola, y en un contexto de bajos ingresos y salarios, con un descenso en las condiciones de trabajo y la falta de acceso a servicios básicos, ha sufrido un claro abandono por parte de trabajadores nativos y migrantes documentados, lo que explica que sean ahora los trabajadores indocumentados los que hayan ido cubriendo las plazas que van quedando desiertas.27

Con estas industrias, Estados Unidos está viviendo una etapa de auge expansivo favorecido por la situación del mercado mundial, con un incremento de los sectores mencionados. Dadas las condiciones laborales descritas, esos sectores presentan enormes dificultades en su propio mercado laboral, por lo que han ido incorporando de manera creciente a la fuerza de trabajo migrante documentada, pero también, y de manera significativa, a la mano de obra indocumentada proveniente de la región latinoamericana, sobre todo de México.

El incremento de la productividad en estas industrias no ha sido, por lo tanto, resultado de la aplicación de cambios tecnológicos, ya que se trata de empresas a las que no se les pueden aplicar mayores desarrollos tecnológicos. Ha recaído directamente en el trabajador, y esto no se ha traducido en aumentos salariales ni en mejores condiciones de trabajo, como podría esperarse.

Mientras los patrones están beneficiándose del incremento en el acceso a los mercados globales, experimentando extraordinarios niveles de productividad y obteniendo ganancias nunca vistas, el trabajo no está compartiendo dichos beneficios. 28

Estas condiciones han provocado que también los migrantes mexicanos documentados, que tradicionalmente se han incorporado al sector agrícola de Estados Unidos, a partir de los noventa hayan empezado a buscar mejores condiciones. Esto ha dado lugar a un cambio en el patrón migratorio, ya que los migrantes indocumentados están llenando los lugares de aquellos que abandonan el sector. Se calcula que en 1986, menos de 10% de los trabajadores agrícolas eran indocumentados, pero en 1990 estos mismos cálculos mostraron un ascenso de 40 a 50 por ciento.29

Los migrantes temporales han sufrido una importante reducción, ya que entre 1993 y 1995 pasaron de 792 000 a 543 000, respectivamente, por el efecto de una mayor restricción por parte del gobierno estadounidense a partir de la aplicación de diversas legislaciones marcadamente antiinmigrantes, que obligan a los migrantes a permanecer más tiempo en Estados Unidos para evitarse el dramático paso de la frontera.30 En las entrevistas realizadas para este trabajo la situación fue muy clara, pues a la pregunta de si habían vuelto a su país de origen, 18.4% contestó que sí, en tanto que 81.6% respondió negativamente. En cuanto al motivo por el que no habían regresado, 32.6% manifestó que por falta de dinero, pero 36.7% dijo que por falta de documentos que le impedían cruzar la frontera; agregaron que les daba miedo no sólo ser detenidos, sino volver a sufrir las tragedias de la frontera; 6.1%, por falta de interés, y el resto porque eran prácticamente recién llegados.

La población que ha tenido más de una entrada a territorio estadounidense se redujo ligeramente de 67.2% en el periodo 1993-1994 a 63.3% en el de 1996- 1997. En cambio, la que no había tenido experiencia migratoria alguna se incrementó un tanto, de 32.8% a 36.7%, lo que indicaría que se están recibiendo más migrantes nuevos llegados.

Algunos de los resultados obtenidos en la presente investigación confirman estos datos. Ante la pregunta de si Delmarva era su primera experiencia migratoria, 58.4% contestó afirmativamente, es decir, había llegado directamente a la región, en tanto que 41.6% dijo que no. De tal suerte que podemos considerarlos “nuevos llegados”, situación que se combina con el hecho de que están llegando también a un nuevo destino migratorio, como es la península de Delmarva, cuyas características hemos descrito en la investigación mencionada.

También pudo comprobarse esta situación, pues 77.3% señaló que sólo había hecho un viaje a Estados Unidos, en tanto que 15.1% había hecho dos y 7.6% de los entrevistados, tres o más, lo que confirma la idea de que no sólo son nuevos llegados sino también “nuevos migrantes”.

Según algunas fuentes, Estados Unidos recibió alrededor de 3 millones de inmigrantes mexicanos entre 1980 y 1995, cantidad equivalente a 25% del total de la migración en el país. Algunas proyecciones suponen que un nivel similar de migración de trabajadores mexicanos se producirá entre 1995 y 2010.31

La migración mexicana a Estados Unidos sigue creciendo, y el movimiento más importante se ha producido desde mediados de los noventa, situación que concuerda con los extraordinarios requerimientos de fuerza de trabajo por parte de Estados Unidos en el marco de la estructuración productiva señalada. Y habría que subrayar que el movimiento migratorio a partir del año 2000 ha sido realmente extraordinario. En las entrevistas se encontró que 27.1% llevaba entre 0 y 6 meses, entre 6 meses y 1 año 11.6% de los entrevistados, y 18.7% de ellos contestaron que llevaban entre 1 y 2 años. En total, 73.9% de los migrantes tenían sólo entre 2 y 3 años de haber llegado al país, lo que indica una migración sorprendentemente reciente y en ascenso.

La mayoría de los entrevistados (75.1%) fueron mexicanos; 18.9%, de Guatemala, y 6.0%, de otros países latinoamericanos.

En la medida en que la producción se ha descentralizado y las distintas partes del producto se realizan en otros tantos países del Tercer Mundo, tanto en las maquilas de los países de baja industrialización como en las zonas marginadas de los países de alta industrialización, para mantener las inversiones en los países desarrollados se requiere bajar los costos de producción, incrementar el número de trabajadores subcontratados temporales, tipificados como de bajos salarios con pocos beneficios, y tratar de limitar los trabajos permanentes. Gracias a la posibilidad de captar fuerza de trabajo migrante y pagarle un salario mucho menor, algunas de las empresas se mantienen en sus países de origen, como señalan Durand y Massey respecto del cangrejo importado de Filipinas, que por ser mucho más barato, hace necesario incorporar mano de obra muy barata, como la proveniente de México, para enfrentar la competencia.32 Y, por supuesto, esto mismo ocurre con las plantas procesadoras de pollo, algunos de cuyos consorcios son los más importantes exportadores mundiales.

Sin embargo, habría que decir que los migrantes indocumentados han diversificado de manera extraordinaria su inserción laboral: los servicios, la agricultura, la silvicultura, los invernaderos, la construcción. Todas estas ramas sufren los mismos procesos de flexibilización laboral y desregulación, y los trabajadores idóneos para estas industrias son los migrantes, sobre todo los indocumentados. Los migrantes no sólo se dedican a la agricultura, como sucedía anteriormente. Según las entrevistas realizadas, sólo se dedicaban a este sector 18% de los trabajadores, en tanto que el peso de la construcción fue mucho mayor, con 23%; restaurantes y hoteles, 12.9%; jardinería, 3.8%; servicio doméstico, 4.9%; desempleados, 15.3%, y en otros empleos, el resto.


LAS REDES SOCIALES

En cuanto a las redes sociales, si bien son un fenómeno de enorme importancia y ameritan toda la atención analítica que se les ha dado, en los momentos de la globalización se tiene que replantear el papel que desempeñan en este nuevo contexto económico, si cumplen alguno.

En primer lugar, no cabe suponer que las redes sociales son de alguna manera responsables del proceso migratorio —y las que promueven su permanencia—, o bien, que actúan como una bolsa de trabajo. Más bien, lo que da lugar a la permanencia de los flujos migratorios es la correlación entre los factores de expulsión —como se señaló, las diferencias salariales y el desempleo son razones importantes para el movimiento de trabajadores— y los factores de atracción de los países receptores, los cuales reciben inversiones extranjeras directas que ponen en movimiento procesos productivos cuyas demandas laborales son incapaces de satisfacer con los contingentes internos. Por lo tanto, son las propias condiciones del mercado de trabajo las que expanden los flujos migratorios, y no las redes sociales.

Esta teoría33 justifica tal posición al señalar que en la medida en que las redes sociales reducen los costos y los riesgos de la migración, las diferencias salariales o las tasas de desempleo no están tan fuertemente correlacionadas con la migración internacional, ya que el efecto de estas variables sobre la promoción o la inhibición de la migración disminuye por la caída de los costos y riesgos del traslado. Para esta teoría, la migración internacional es un proceso individual, y en la medida en que crecen las redes sociales, la migración internacional se independiza de los factores que la causaron, sean éstos individuales o estructurales. Por ello, las políticas del gobierno para controlar los flujos migratorios serán ineficientes, pues el proceso de formación de redes está fuera de su control.

Lo que demuestra el proceso migratorio en el marco de la globalización es que los flujos actuales no son consecuencia de un proceso acumulativo, producto de las redes sociales, ya que los polos de atracción están incorporando mayoritariamente a migrantes “nuevos”, es decir, aquellos que no han tenido experiencia migratoria previa. Un hecho fundamental para comprender la estructura de estos nuevos movimientos es que llegan a nuevos destinos, en los que prácticamente no existen las redes sociales. Por lo tanto, los factores atracción/expulsión son tan fuertes que no importan los terribles costos, cada vez mayores, ni los riesgos enormes del traslado. De este modo, lo que aumenta la migración no es, como supone la teoría, la reducción de los costos y riesgos a partir de los cuales se genera un movimiento autosostenido, lo que a su vez incrementa los flujos migratorios, sino que éstos son resultado de la articulación de factores de atracción y expulsión. Las necesidades de los polos receptores, y no las redes, son las que generan los flujos migratorios.

Por otro lado, la migración internacional no puede independizarse de los factores que le dieron origen, como supone la teoría de las redes, pues si esto fuera así, tendríamos que hablar de cualquier otro tipo de flujo, pero ya no estaríamos hablando de la migración internacional de trabajadores, que tiene determinantes estructurales e individuales, todos ellos articulados a la acumulación capitalista.

En el momento actual puede hablarse ya de una nueva geografía migratoria en Estados Unidos que empezó a formarse a partir de los años noventa. Se trata de nuevas regiones de atracción con nuevos migrantes, la mayoría de los cuales son recién llegados, y la inmensa mayoría viene directamente de sus lugares de origen, sin apoyo de ninguna red social, pues prácticamente éstas no existen en los lugares de recepción. Esta situación pudo comprobarse con las entrevistas aplicadas.

A la pregunta de si tenían otros familiares y amigos en Delmarva, en 75% las repuestas fueron afirmativas, pero cuando se les preguntó cuántos estaban en Delmarva antes de su llegada, en 56.3% la respuesta fue que pocos, es decir, se trataba de entre 1 y 3. En cuanto a si estos familiares o amigos fueron “algunos”, la respuesta fue afirmativa en 32.8%, y si se trató de muchos familiares o amigos antes de su llegada, 10.9% respondió en forma afirmativa.

Pensar que las redes sociales son las promotoras de la migración y las que mantienen el fenómeno migratorio es dejar de lado no sólo la responsabilidad del polo receptor en el factor atracción, sino el aspecto estructural de la migración. Las redes sociales serían, en todo caso, resultado y no causa de la migración.

Por otro lado, suponer que los gobiernos tendrán muchos problemas para controlar los flujos migratorios porque el proceso de formación de redes está fuera de su control, parece no sólo incorrecto, ya que los determinantes de la migración están por encima de las redes, como ahora se ha podido comprobar con los nuevos flujos migratorios que son característicos de estos nuevos momentos históricos, sino peligroso, pues éste ha sido uno de los argumentos de algunos políticos que les ha permitido señalar a las redes como las causantes de la migración, y no al propio proceso económico del país. Y si hasta ahora estas políticas no han logrado controlar los flujos migratorios es porque estas leyes responden a diversos intereses, además de que se ha pretendido controlar los flujos mediante políticas policiales, que han producido más bien el crecimiento de los flujos de indocumentados como nunca antes se había visto. Ahora bien, lo que resulta por demás importante, ahora que los flujos migratorios se desplazan a nuevos destinos, es la posibilidad de estudiar, y poner en esta perspectiva, la probable formación de nuevas redes sociales y el papel que desempeñan en este momento histórico.


DERECHOS HUMANOS Y MIGRACIÓN

En cuanto al tema de los derechos humanos, se trata de un asunto fundamental en tiempos de globalización. La defensa de estos derechos ha dado origen a una profunda discusión en los organismos internacionales, pues ahora más que nunca los trabajadores están viendo violados sus más elementales derechos humanos, ya que las ET que están desempeñando un papel central en la economía globalizada se oponen a todo aquello que, en aras de una supuesta “libertad de comercio”, se interponga con los estándares de la flexibilización o la desregulación laboral. Las ET promueven estándares laborales a la baja y los trabajadores, ante los embates del neoliberalismo, no tienen la fuerza para protegerse y poder promover leyes que defiendan sus derechos.

En este contexto, los trabajadores migratorios, y muy en particular los trabajadores indocumentados, enfrentan graves dificultades para hacer valer sus más elementales derechos humanos. De acuerdo con los resultados de esta investigación, es claro que la visión de la teoría de la ciudadanía que condiciona los derechos a un status legal es lo que está afectando a los migrantes mexicanos, especialmente a los indocumentados, quienes de manera especial se enfrentan a prácticas de explotación y de negación de la dignidad en muchos aspectos. La falta de reconocimiento por parte del Estado del status legal migratorio como miembro legítimo, o por lo menos como huésped de la sociedad, cobra relevancia cuando se piensa en los intentos de los gerentes para intimidar a los trabajadores migratorios, ya sea echándolos abruptamente, o amenazándolos de manera velada con la deportación. La misma falta de status legal permite a los empleadores una mayor explotación de los mexicanos migrantes indocumentados y los enfrenta con los trabajadores afroamericanos como una fuerza de trabajo más flexible. Esto se hace evidente en las pésimas condiciones en que viven en los campos de labor. Es más, se les niega el acceso incluso a los servicios sociales que otorga el gobierno, como son las estampillas de comida, el servicio médico fuera de los de urgencia, o el alojamiento adecuado para los trabajadores agrícolas. Por el contrario, el reconocimiento del status de migrante legal permite el acceso a muchos servicios y da una mayor posibilidad de enfrentar las prácticas abusivas.

Los mexicanos migrantes buscan incrementar su bienestar y su dignidad tratando de cambiarse de aquellos trabajos en los que sufren una explotación desmedida, como ocurre en la industria procesadora de pollo y en la agricultura. Buscan entonces mejores tipos de trabajo, y cuando es posible se procuran mejores condiciones de alojamiento. También hay, aunque ciertamente en pequeña escala, organizaciones de residentes locales, la mayoría afiliadas a las iglesias, aunque también algunas ONG y otras con fondos gubernamentales que, por lo menos de manera implícita, adoptan la visión de los derechos humanos buscando asistir a los mexicanos y a otros latinos inmigrantes, sin importar su status legal. Estos actores locales todavía se presentan en pequeña escala, pero sin duda están creciendo, como sucede con los abogados que trabajan para ayudarles a tener acceso a cuidados de salud y educación, así como asistencia legal.

En la globalización los migrantes son nuevos sujetos y actores en el ámbito internacional. Se trata de un movimiento que va más allá del Estado y que invoca los derechos de las personas establecidas en las leyes internacionales, sin importar si es ciudadano o extranjero. Es importante destacar que en la actualidad se enfrentan dos perspectivas para aplicar los derechos humanos: aquella relacionada y centrada en el Estado-nación, quien otorga derechos a los ciudadanos, y en este sentido los derechos son condicionales. Partiendo de esta perpectiva, los migrantes indocumentados no pueden gozar de los derechos humanos por su condición administrativa. La otra perspectiva afirma que los derechos humanos son incondicionales y que, por lo mismo, todos los seres humanos, en tanto que personas, deben gozar de ellos. Se trata de un debate que apenas se inicia y que va a adquirir cada vez mayor importancia por el crecimiento de la migración indocumentada.


CONCLUSIONES

Los flujos migratorios y las IED que llegan a los países desarrollados, pero de manera particular las que se invierten en Estados Unidos, siguieron desplazándose, como lo han hecho históricamente, en forma complementaria. Pero en las nuevas condiciones en que se produce esta relación, es decir, libertad de movimiento para el capital y restricciones para los trabajadores, ha habido repercusiones muy negativas en los trabajadores migrantes, no sólo en sus condiciones laborales, sino que se ha provocado un incremento extraordinario en los flujos de trabajadores indocumentados. Con ello se logra reducir costos laborales y se incrementa la productividad a costa de la sobreexplotación de la mano de obra migrante. Sin embargo, al final, las nuevas condiciones de la globalización tienen un efecto negativo para todos los trabajadores en general, que han visto mermadas también sus condiciones laborales, y la disminución del empleo fijo. En América Latina el empleo fijo representaba, en los comienzos de esta década, sólo 42.7% del empleo total no agrícola.34 Representa un ataque directo a sus niveles salariales y a la propia organización sindical, que verá limitada su capacidad de negociación, lo cual sirve al proyecto de reestructuración de la economía de las ET. Esto lo ha entendido, entre otros, la poderosa central AFL-CIO en Estados Unidos, y por primera vez sus afiliados están decididos a defender a los trabajadores migratorios, como no lo habían hecho antes, a pesar de que también en épocas anteriores se habían promulgado leyes claramente antiinmigrantes.

Los diversos operativos aplicados por Estados Unidos, como son el intento de “sellar” la frontera mediante la construcción de bardas, refuerzos impresionantes en el número de efectivos de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol), así como el empleo de todo tipo de instrumentos sofisticados para localizar a los migrantes en sus cruces, han puesto en peligro físicamente a los migrantes, que ahora se ven obligados a atravesar regiones por completo inhóspitas, tratando de evitar a la Patrulla Fronteriza, lo que ha provocado una enorme cantidad de muertes en los pasos fronterizos. Con ello ha crecido el número de migrantes indocumentados que deciden permanecer en Estados Unidos más tiempo del pensado para evitar volver a pasar la frontera.

La necesidad de trabajadores migrantes se sustenta además en un problema demográfico, derivado del hecho de que la generación del “baby boom” está llegando a 22 millones de personas que en menos de 15 años estarán en condiciones de jubilarse. Por lo tanto, serán los migrantes y sus hijos quienes, por la vía de sus impuestos, paguen parte importante de los fondos de jubilación. La reducción de las tasas de natalidad afecta al mercado laboral, y como dice un autor, “a menos que encontremos nuevas maneras para incrementar nuestra productividad, vamos a tener que traer más gente, simplemente para mantener la tasa de crecimiento, y me estoy refiriendo a más trabajadores migrantes para ocupar puestos en todos los niveles”.35 Sin embargo, si bien esto es así, habría que subrayar el hecho de que hay sectores que no permiten una mayor productividad, por lo que, para mantenerse competitivo en el mercado internacional, la estrategia es bajar los salarios de los trabajadores, situación que puede lograrse más fácilmente con trabajadores migratorios, y en especial con indocumentados.

La propuesta del presidente Bush presentada el 7 de enero de 2004, en la que hacía hincapié en un posible acuerdo migratorio con México basado en trabajadores temporales, se inserta justamente en la estrategia de la globalización: flexibilidad y desregulación para obtener mayor competitividad de las empresas. La base de la propuesta es contratar trabajadores temporales, un mínimo de tres años y con la posibilidad de un máximo de seis, en plena concordancia con las necesidades de las corporaciones para evitar que se vayan del país, pero al mismo tiempo ofreciendo trabajadores sin posibilidades de sindicalizarse y con beneficios mínimos. La temporalidad asegura un flujo constante de fuerza de trabajo que, al tener grandes dificultades para lograr la residencia permanente, tampoco alcanzará —por lo mismo— los beneficios que las leyes laborales ofrecen a todos los demás trabajadores.

Los flujos migratorios, a pesar de la persistencia de las barreras para su ingreso en los países receptores, siguen vinculados a las IED, lo que pone de relieve la incompatibilidad entre las posturas restrictivas y un mundo que avanza hacia una creciente liberalización de los otros flujos. Y esta inconsistencia es la responsable del fenómeno de la indocumentación, además de que deja espacio a delitos que atentan de manera flagrante contra estos seres humanos: los trafi- cantes de indocumentados. Pero aquí es importante poner en perspectiva a estos traficantes, pues si bien hay que castigarlos con todo el peso de la ley, las estrategias de los países que promueven sólo la persecución de estos delincuentes van, nuevamente, a las consecuencias del problema y no a las causas.

Como señala Stephen Castles, cuando los gobiernos restringen el cauce de la migración, pero al mismo tiempo favorecen el libre flujo de capitales y productos, propician la formación de un nuevo tipo de mercado que él llama “mercado global de las migraciones”, organizado por agentes dedicados al reclutamiento de trabajadores y funcionarios de migración que obtienen ganancias de la migración, sea legal o no, pues prohibir los flujos migratorios hace que un movimiento legal se convierta en una práctica ilegal.

Alrededor de 175 millones de personas residen fuera de su país de origen. El número de migrantes en el mundo se ha más que duplicado desde 1975, la mayoría viven en Europa (56 millones), en Asia (50 millones) y en Norteamérica (41 millones). Casi una de cada diez personas que viven en las regiones desarrolladas es un migrante. En contraste, casi una de cada 70 personas en las regiones subdesarrolladas es un migrante.36 Esto indica que el fenómeno migratorio está más que presente en los momentos actuales y que los migrantes, como nuevos actores sociales, están llamando a aprovechar la oportunidad de salir de las autarquías culturales y hacer de este planeta un verdadero lugar de convivencia y tolerancia.

 

[Ana María Aragonés agradece el apoyo brindado por José Francisco Pérez de la Torre en la sistematización de la información.]

 

1 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Globalización y desarrollo, Santiago de Chile, CEPAL, 2002, p. 243.         [ Links ]

2 Roger Zegers de Beijl, “Combatting Discrimination against Migrant Workers: International Standard, National Legislation and Voluntary Measures-The Need for a Multi-prologued Strategy”, ponencia presentada en el seminario Immigration, Racism and Racial Discrimination, Ginebra, Centre for Human Rights, 1997, p. 1.         [ Links ]

3 Stephen Castles, “Globalización y migración: algunas contradicciones urgentes”, texto del discurso inaugural presentado en la Reunión del Consejo Intergubernamental del MOST/UNESCO, 1997.

4 Este trabajo, “Nuevos mercados de trabajo y la migración mexicana en la península de Delmarva, 1990/2000”, se presenta en el libro Retos y perspectivas de la globalización: un debate teórico, México, Plaza y Valdés/FES Acatlán, UNAM (en prensa).         [ Links ]

5 Es importante hacer notar que los datos de la población hispana en la región están subrepresentados, particularmente en lo que se refiere a los migrantes indocumentados quienes, como es obvio, tratan de evitar ser detectados por los representantes gubernamentales. Al parecer, muchos trabajadores agrícolas temporales no se contabilizaron, especialmente en el condado de Somerset.

6 Ana María Aragonés, “El fenómeno migratorio en el marco de la globalización”, Comercio Exterior, vol. 49, núm. 8, México, 1999, pp. 727-738.         [ Links ]

7 Emmanuel Wallerstein, Un mundo incierto, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2002, p. 7.        [ Links ]

8 Stephen Camarota, Insight on the News in US, Census Bureau, Washington, Center for Immigration Studies, 1999.        [ Links ]

9 Véase Donald Michael Stull, J. Broadway y David Griffit, Any Way You Cut: Meat Processing and Small-Town America, Estados Unidos de América, University Press of Kansas, 1995.        [ Links ]

10 Ana María Aragonés, Migración internacional de trabajadores: una perspectiva histórica, 1a. reimp., México, Plaza y Valdés/ENEP Acatlán UNAM, 2004.         [ Links ]

11 John Saxe-Fernández, “Globalización, regionalización y crisis capitalista”, en La globalizacion desenmascarada: el imperialismo en el siglo XXI, Buenos Aires/México, Grupo Editorial Lumen/Hvmanitas, 2001, p. 18.        [ Links ]

12 UNCTAD, World Investment Report: Promoting Linkage, Nueva York, UNCTAD/WIR, 2001, p. 5.         [ Links ]

13 James Petras y Henry Velmeyer, “América Latina: capitalismo a fines de milenio”, en La globalización desenmascarada: el imperialismo en el siglo XXI, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2001, p. 17.        [ Links ]

14 Ana María Aragonés, “Trabajadores indocumentados y políticas neoliberales”, Comercio Exterior, vol. 51, núm. 4, abril de 2001.        [ Links ]

15 Richard J. Barnet y John Cavanaugh, Global Dreams: Imperial Corporations and the New World Order, Nueva York, Simon & Schuster, 1994.         [ Links ]

16 David Harvey, The Condition of Postmodernity, Oxford, Basil Blackwell, 1989, p. 45.        [ Links ]

17 Danielle Leborgne y Alain Lipietz, “Ideas falsas y cuestiones abiertas sobre el posfordismo”, Trabajo, núm. 8, México, 1992, p. 17,         [ Links ] en Juan Elías Milano, “Del fordismo a la flexibilidad laboral: supuestos, crisis y realidades de la regulación social”, Economía y Ciencias Sociales, Venezuela, 1997.         [ Links ]

18 Vicente Navarro, “Producción y Estado de bienestar: el contexto político de las reformas”, Sociología del Trabajo, vol. 12, Madrid, Siglo XXI, pp.18-19;         [ Links ] Danielle Leborgne y Alain Lipietz, “Ideas falsas y cuestiones abiertas sobre el posfordismo”, Trabajo, núm. 8, México, p. 17, en Juan Elías Milano, op. cit.

19 Benjamín Coriat, Pensar al revés: trabajo y organización en la empresa japonesa, México, Siglo XXI, 1992, p. 13.        [ Links ]

20 John Atkinson, “Flexibilidad o fragmentación?: el mercado de trabajo del Reino Unido en la década de los ochenta”, Trabajo y Sociedad, vol. 12, núm. 1, 1987,         [ Links ] en Juan Elías Milano, op. cit.

21 Steven Camarota, op. cit.

22 Jeffrey S. Passel, Randolph Capps y Michael E. Fix, “Undocumented Immigrants: Facts and Figures”, Washington, Urban Institute, 2004.        [ Links ]

23 Steven Camarota, op. cit.

24 David Griffith, Michael Broadway y Donald Stull, “Introduction: Making Meat”, en Any Way you Cut it: Meat Processing and Small Town America, Kansas, University Press of Kansas, 1995, p. 4.         [ Links ]

25 Randolph Capps, Michael E. Fix, Jeffrey Passel, Jason Ost y Dan Perez-Lopez, A Profile of the Low- Wage Immigrant Workforce, Washington, Urban Institute, 2004.         [ Links ]

26 Ana María Aragonés, “Trabajadores indocumentados y políticas neoliberales”, Comercio Exterior, vol. 51, núm. 4, abril de 2001.         [ Links ] Rodolfo García Zamora pudo detectar que “en localidades en donde el salario del sector formal era más alto, se observan tasas menores de actividad migratoria”. En Agricultura, migración y desarrollo regional, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2000, p. 52.        [ Links ]

27 “El porcentaje de patrones que pagan vacaciones bajó de 26% en 1989-1990 a sólo 11% en 1997- 1998; sólo 6% provee seguro médico; 13% de los trabajadores pagaban sus propios gastos de transportación entre 1989-1990, comparado con 34% en 1997-1998; y el porcentaje de trabajadores que pudieron completar sus magros ingresos con un bono descendió de 25% en 1989-1990 a únicamente 15% en 1997- 1988.” US Departament of Labor Report to Congress, 2000.         [ Links ]

28 National Agricultural Worker Survey, “A Demographic and Employment Profile of United States Farmworkers”, Research Reports, Washington, 2000.         [ Links ]

29 David Runsten, “Some Potencial Impacts of a U.S.-Mexico Free Trade Agreement on Agricultural Labor”, Rural California Report, vol. 3, núm. 1, abril de 1991.         [ Links ]

30 “U.S. Departament of Labor Report to Congress”, Washington, 2000.

31 Philip Martin, The Mexican Crisis and Mexico-US Immigration, California, University of California, 1998.        [ Links ]

32 Jorge Durand y Douglas Massey, Clandestinos: migración México-Estados Unidos en los albores del siglo XXI, México, Universidad de Zacatecas/Miguel Ángel Porrúa, 2003.        [ Links ]

33 Douglas S. Massey et al., “Theories of International Migration, a Review and Appraisal”, Population and Development Review, núm. 19, 3 de septiembre de 2000, pp. 5-51.        [ Links ]

34 Pedro Galín, “El empleo precario en América Latina”, en La flexibilización laboral en Venezuela: ¿nuevo nombre o nueva realidad?, Caracas, Nueva sociedad, 1991.        [ Links ]

35 John Miller, “The Politics of Permanent Immigration (Need for Migrant Labor)”, www.findarticles. com, 1998.        [ Links ]

36 Naciones Unidas, International Migration 2002, Nueva York/Ginebra, ONU, 2002.        [ Links ]

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