SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.29 número57Adrian Gurza Lavalle, Euzeneia Carlos, Monika Dowbor y José Szwako (Organização), Movimentos Sociais e Institucionalização: políticas sociais, raça e gênero no Brasil pós-transição, Río de Janeiro, Editora da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, 2019, 410 pp.El marco de las coaliciones promotoras como un enfoque emergente de política pública: Entrevista con Christopher Weible de la Universidad de Colorado índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.29 no.57 México ene./jun. 2021  Epub 06-Sep-2021

https://doi.org/10.18504/pl2957-018-2021 

Reseñas

Flavia Freidenberg (Ed.). La Ciencia Política sobre América Latina. Docencia e investigación en perspectiva comparada. Santo Domingo, República Dominicana, Fundación Global Democracia y Desarrollo, 2017, 695 pp.

Vladimir Marquez Romero* 
http://orcid.org/0000-0001-7197-373X

*Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México | Profesor de asignatura, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (México)| vladimirmr@comunidad.unam.mx

Freidenberg, Flavia. La Ciencia Política sobre América Latina. Docencia e investigación en perspectiva comparada. Santo Domingo, República Dominicana: Fundación Global Democracia y Desarrollo, 2017. 695p.


La Ciencia Política sobre América Latina. Docencia e investigación en perspectiva comparada es una obra colectiva en la que se analiza, de manera clara y desde una perspectiva comparada, el estado actual de la ciencia política en América Latina, partiendo de las semejanzas y diferencias de la disciplina en los países de la región, de sus principales temas de estudio y de los desafíos que enfrenta. Describe además la forma en que la investigación politológica europea y estadounidense estudia a América Latina, y sugiere en qué aspectos la ciencia política latinoamericana debe fortalecerse para “dialogar” de manera directa con la ciencia política dominante.

El desarrollo de la ciencia política como disciplina autónoma se dio durante la década de 1950, cuando tuvo lugar un debate académico en el seno de las ciencias sociales -sobre todo en Estados Unidos- para definir la autonomía de los estudios políticos mediante el desarrollo de una rama propia para analizarlos. Si bien tal debate concluyó con una influencia multidisciplinar, en particular desde la macroeconomía y el uso de los métodos cuantitativos,1 el gran logro fue la distinción de la ciencia política frente a la sociología y el derecho.

Por otra parte, dicha disciplina y la investigación científica que se le relaciona han tenido un crecimiento según el contexto de cada país. Es decir, la creación de instituciones para su enseñanza ha estado condicionada a la estabilidad política de los regímenes y a la situación económica y social. En este sentido, los regímenes autoritarios y el posterior proceso de transición democrática en América Latina han influido en sus características actuales. Esto explica por qué su institucionalización ha sido diversa en esta región; entendiendo aquí institucionalización como la existencia de centros para su investigación y enseñanza, de programas de pregrado y posgrado, de redes de vínculos profesionales y de su capacidad para dialogar con la ciencia política dominante.

El estudio comparado de la ciencia política en y sobre América Latina permite identificar dos elementos en el libro editado por Freidenberg. El primero es que en aquellos países en los que no se dio un debate en pro de la autonomía de la ciencia política respecto a otras ciencias sociales, la institucionalización de la primera será baja. En cambio, en los países en los que sí tuvo lugar, a pesar de gobiernos autoritarios, esta disciplina se retoma y consolida una vez llegada la transición a la democracia.

El segundo elemento es la influencia de la ciencia política estadounidense, la cual se manifiesta en la hegemonía de los métodos cuantitativos en las investigaciones y la publicación de sus resultados en revistas académicas en inglés. Debido a ese influjo, las investigaciones politológicas suelen clasificarse en blandas: aquellas que utilizan métodos cualitativos para obtener resultados, y en duras: aquellas que pretenden generalizar sus resultados con el uso de modelos estadísticos.

Ya que un indicador de la institucionalización de la ciencia política es el diálogo entre pares a través de la publicación en revistas especializadas, y a que lo más importante se publica como investigación dura escrita en inglés, esto representa un obstáculo para politólogas y politólogos de América, no solo por una cuestión del idioma, sino porque en la producción de América Latina predominan los métodos cualitativos, lo que deviene en relación asimétrica de investigaciones duras que no dialogan con sus pares blandas.

Dos contribuciones destacadas de la obra reseñada aquí son que trasciende la mera descripción de la ciencia política en América Latina y el estudio de esta región en Europa y Estados Unidos, y que propone una mayor institucionalización de la disciplina mediante: i) la creación de redes de colegas y la participación en congresos internacionales, ii) del mejoramiento o, en su caso, de la creación de programas de ciencia política con una visión multidisciplinaria cuyo objetivo sea que el estudiantado adquiera las herramientas para llevar a cabo investigaciones sin que se limite a los análisis teóricos, y iii) mediante el desarrollo y defensa del uso de métodos plurales más allá del enfoque cuantitativo.

El libro se compone de 22 capítulos y de cuatro partes. En la primera, “La enseñanza de la Ciencia Política”, se examinan las características de este campo del conocimiento en América Latina, desde sus orígenes hasta las particulares en cada país, para concluir que hay una asimetría en su nivel de institucionalización. En la segunda, “La investigación politológica sobre América Latina”, se evidencia cómo en el estudio sobre América Latina fuera de la región, a pesar de la falta de vínculos culturales e históricos, se converge en temas como la transición democrática y el funcionamiento de las instituciones, destacándose también los distintos niveles de institucionalización de la ciencia política fuera de América Latina.

La tercera parte, “Sobre las publicaciones”, da cuenta de cuáles son los enfoques metodológicos de las publicaciones politológicas y los temas que abordan. La cuarta, “Sobre la profesionalización y los niveles de institucionalización”, describe los rasgos de la ciencia política en los países en los que esta disciplina se encuentra más institucionalizada para plantear una hoja de ruta que permita potenciarla en América Latina.

Los capítulos de la primera parte explican cómo los países en donde la ciencia política se encuentra más institucionalizada: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, México y Uruguay, destacan por la fundación de instituciones dedicadas a la investigación de dicha disciplina y por la creación de programas de grado y posgrado para su estudio, y porque aun en aquellos que vivieron gobiernos autoritarios con el consiguiente estancamiento de la disciplina, esta recobró bríos con la transición democrática.

Precisamente la falta de instituciones y programas específicos de ciencia política es lo que no ha permitido su consolidación en Nicaragua, Panamá o República Dominicana. El caso de Venezuela es excepcional, pues aunque contó con un programa de estudios políticos desde la década de 1970, la Revolución bolivariana les ha incorporado un sesgo ideologizado, además de que a las universidades que no se adaptan a los planes educativos del gobierno se les ha reducido el presupuesto.

Los capítulos de la segunda parte se focalizan en la ciencia política fuera de América Latina. Pérez Liñán explica cómo en Estados Unidos ella se encuentra institucionalizada por el acceso a un gran número de recursos y por su orientación metodológica cuantitativa, lo que se destaca en su capacidad para realizar generalizaciones de las explicaciones a fenómenos políticos. A su vez, la calidad de investigadoras e investigadores se mide con base en la cantidad anual de sus publicaciones en revistas especializadas.

Pero el nivel de institucionalización de la disciplina también varía en función del contexto político de cada país. Como lo explican Freidenberg para España y Došek, Kouba y Springerová para República Checa, en ello han influido los procesos de democratización. En España esto se da luego de la muerte de Francisco Franco a finales de los setenta, y en República Checa después de la desintegración del bloque soviético en los noventa. En ambos casos, la institucionalización de la ciencia política ha encontrado los mismos desafíos que en América Latina: publicar en inglés y la necesidad de crear redes de colegas si se quiere discutir la problemática latinoamericana. Sin embargo, en aquellos dos países se fomenta la celebración de congresos internacionales y los estudios sobre América Latina en los centros universitarios, aunque parten de la ventaja comparativa de que allí la disciplina se diferencia por completo de otras.

Esta segunda sección del libro concluye con las aportaciones de Dabène, Birle y Buck, quienes, ocupándose de Francia, Alemania y Noruega, respectivamente, observan que aunque es una disciplina institucionalizada en estas naciones, poco se estudia a América por los escasos vínculos históricos. Aun así, los procesos de transición democrática, los cambios políticos y el giro a la izquierda durante la primera década del siglo XXI, son temas que han despertado el interés académico en estos países.

La tercera parte se enfocan en las publicaciones como parte fundamental de la institucionalización de la ciencia política. Por un lado, Cardona-Restrepo, Patiño y Muñoz analizan las publicaciones politológicas en Colombia y confirman la importancia del uso de métodos cuantitativos y de la publicación de artículos en inglés, pero proponen impulsar la creación de revistas especializadas en la región respaldadas por instituciones científicas y universidades, así como aumentar el trabajo colaborativo para proyectar las investigaciones sobre y desde América Latina.

Por su lado, Chasquetti describe en su capítulo los temas fundamentales de la producción científica sobre América Latina: democracia, instituciones de gobierno, políticas públicas, partidos y sistemas de partidos, todos tópicos vigentes en la ciencia política dominante; sin embargo, ante el predominio de los estudios de caso, Chasquetti propone el uso del método comparado para alcanzar conocimientos más robustos, impulsar la formación a través de posgrados fuera del país de origen y promover los cursos de metodología en las universidades y centros de investigación.

Los capítulos de la cuarta parte profundizan en el estudio de las características de los países con mayores niveles de institucionalización de la ciencia política en la región. Si bien, como señala David Altman, en todos estos países los departamentos de ciencia política están homologando sus requerimientos con los de la academia estadounidense para el desarrollo de carreras académicas en el sentido de privilegiar el número de publicaciones en revistas especializadas, existen diferencias entre estos países.

Bulcourf y Cardozo, en la misma cuarta parte de esta obra, señalan que, aunque hay similitudes entre los países latinoamericanos como, por ejemplo, la presencia de asociaciones integradas a la International Political Science Association (IPSA), también son claras las diferencias entre los programas de estudio; así, mientras Argentina y México son profusos en licenciaturas en comparación con Brasil, en el caso de México, los programas doctorales son multidisciplinarios y no son de formación dura ni especializados.

Por su parte, Víctor Alarcón hace ver que los centros de investigación para dicha disciplina se concentran en un pequeño número de ciudades, y que si bien en México la distribución territorial es mayor, la mayoría de los investigadores profesionales se encuentran en la capital del país.

Por último, Andrés Malamud y Flavia Freidenberg destacan cómo en Argentina, a pesar de ser un país con una alta institucionalización de la ciencia política, esto se ve afectado por el alto número de politólogos que realizan sus estudios en el extranjero y que no regresan a su país. No obstante que los autores no pretenden explicar el porqué del hecho, es interesante que este fenómeno no ocurra en otros países conosureños como Brasil o Uruguay.

Esta publicación resulta una gran noticia para América Latina, porque no solo expone con detalle el origen y desarrollo de la disciplina en esta región, sino que, a partir de evidencia empírica, señala los aspectos en los que se debe trabajar para consolidar su institucionalización defendiendo el uso de la riqueza metodológica que lleve a entender los fenómenos políticos latinoamericanos, pero con la capacidad de adquirir los conocimientos y técnicas necesarias para dialogar con el mainstream dominante. El libro editado por Freidenberg es una herramienta de extrema utilidad para toda persona interesada en la ciencia política.

1Aguilar Villanueva, L. F. (1996). Estudio introductorio. En L. F. Aguilar Villanueva (Comp.), El estudio de las políticas públicas (pp. 15-76). México: M. Á. Porrúa.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons