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Perfiles latinoamericanos

versão impressa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.29 no.57 México Jan./Jun. 2021  Epub 06-Set-2021

https://doi.org/10.18504/pl2957-015-2021 

Ensayos

Las formas narrativas del populismo: un método de indagación

Narrative shapes of populism: a research method

María Mercedes Patrouilleau* 
http://orcid.org/0000-0002-9221-4342

* Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Docente titular de la carrera de Sociología, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (Argentina) | patrouilleau.mercedes@gmail.com


Resumen:

Este ensayo propone un método para analizar los discursos populistas, con énfasis en la dimensión narrativa: el análisis narrativo en profundidad. Este se construyó integrando teorías posestructuralistas, conceptos de la narratología y de la teoría literaria, además del aporte del análisis causal por capas. El método se apoya en premisas narratológicas, que establecen las capas de análisis sobre la secuencia narrativa, el cronotopo, los mitos y las voces narrativas, desde las cuales es posible analizar una diversidad de corpus discursivos y se aportan nuevos elementos para la comprensión de las experiencias populistas en América Latina.

Palabras clave: populismo; discurso; narración; análisis narrativo en profundidad; estudios prospectivos; análisis causal por capas

Abstract:

This paper proposes a method for analyzing populist discourses, with emphasis on the narrative dimension: narrative layered analysis. This method was built by integrating post-structuralist theories, concepts of narratology, literary theory and the contribution of Causal Layered Analysis. The method is based on narratological premises, which establish the layers of analysis on narrative sequence, chronotopo, myths and narrative voices, from which it is possible to analyze a diversity of discursive corpus and to contribute new elements for the understanding of populist experiences in Latin America.

Keywords: populism; discourse; storytelling; in-depth narrative analysis; futures studies; Causal Layered Analysis

Introducción: discurso narrativo y populismo

Como han sostenido muchos pensadores y científicos desde diferentes corrientes y disciplinas, la narración constituye una forma omnipresente en el discurso social. Y así como subyace en múltiples espacios discursivos, tiene también un lugar destacado en la formación del discurso político, y puede decirse que comporta también una forma particular en los discursos propios de los procesos populistas. El interés por ahondar en la cuestión de las “narraciones”, reside en que estas nos permiten, a su vez, ahondar en la raigambre cultural del discurso político.

En los estudios clásicos sobre el populismo en América Latina, si bien la narración como modalidad discursiva específica no ha sido desconocida, puede decirse que fueron otros los aspectos que primaron. La dimensión antagónica, la cuestión de los dispositivos de enunciación, la difusión de la ideología política a través de la propaganda y de los aparatos ideológicos del Estado, o las disputas a través de los significantes, son algunos ejemplos de los ejes de indagación privilegiados. Pero en los últimos tiempos, se ha dado un “giro narrativo” en las humanidades y las ciencias sociales que habilita a pensar el discurso político y los populismos desde este otro lugar. El énfasis en la narración se ha pronunciado en las ciencias sociales en las últimas décadas desde diversas teorías posestructuralistas y por medio de intersecciones multidisciplinarias entre el análisis del discurso, la crítica literaria, la filosofía de la historia y la teoría política, desarrollándose nuevas síntesis teóricas y nuevas posibilidades de abordajes empíricos.1

En los estudios políticos latinoamericanos la narración comenzó a abordarse como dimensión hermenéutica de los procesos políticos, vinculando las dimensiones de lo cultural, lo estético y lo político. Tal es el caso del libro de Soria et al. (2010), con renovadas miradas sobre el peronismo, con influencia de la teoría crítica norteamericana y de los enfoques posestructuralistas; o también los estudios de Rosano (2006) y Poderti (2011). Desde un estilo ensayístico, los trabajos de Dardo Scavino (2010, 2012, 2017) también contribuyeron a profundizar sobre la imbricación entre narración y política, retomando las teorías, por ejemplo, de Lévi-Strauss, de Sorel y Lacan.

La influencia de este giro narrativo se ha plasmado en las investigaciones sobre las experiencias populistas y posneoliberales del siglo XXI en América Latina. Por ejemplo, el trabajo de Narvaja de Arnoux (2008) introdujo algunas claves narrativas al analizar de qué modo el discurso del presidente Hugo Chávez Frías retomó el imaginario latinoamericanista desde un cronotopo bolivariano y desde una matriz propia de los relatos modernos. Sobre la experiencia kirchnerista en Argentina se ha destacado la memoria setentista evocada por el discurso presidencial, su particular lectura sobre la historia política reciente (Montero, 2012) y sobre la historia más larga nacional (Dagatti, 2015); así como los modos de representación del tiempo pasado, el presente y el futuro (Maizels, 2015), en los discursos presidenciales, entre otros aspectos narrativos. En trabajos previos, se ha señalado el modo en que el discurso presidencial se construyó a través de los “rodeos narrativos”, que sostienen los significantes, que son a la vez fuentes de articulaciones y antagonismos (Patrouilleau, 2010), así como la reivindicación de una tradición femenina del peronismo durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en la disputa semántica con el discurso de la prensa escrita (De Grandis & Patrouilleau, 2010). Para el caso argentino, también desde la tradición ensayística, Casullo (2007) y Altamirano (2011) han señalado la forma en que el kirchnerismo ha reinstalado una forma de interpretar la historia nacional y ha revitalizado el pasado.

Los estudios sobre las formas narrativas en el discurso se van constituyendo así en un campo de indagación en crecimiento, pero aún existe un trabajo conceptual, analítico y metodológico por desarrollar, procurando las intersecciones multidisciplinarias que son habilitadas a partir del giro narrativo, así como desde las teorías posestructuralistas y de la teoría del populismo. Estos campos teóricos habilitan recortes problemáticos y abordajes metodológicos capaces de comprender la complejidad de los procesos discursivos y políticos en juego en las experiencias populistas contemporáneas en América Latina. El enfoque narrativo permite también tomar nota de las transformaciones en materia de comunicación que ponen a las ciencias sociales ante desafíos metodológicos y hermenéuticos.

En este ensayo se presenta un abordaje teórico y un método de indagación para abordar las formas narrativas del discurso populista.2 A partir de integrar diferentes teorías sobre la narración, teorías posestructuralistas, así como herramientas analíticas de la narratología y de los estudios prospectivos, el trabajo propone un método de indagación sobre los discursos populistas, buscando un desarrollo instrumental que permite en la práctica investigativa, trabajar sobre corpus amplios y diversos, integrando manifestaciones discursivas de distinto tipo (en registros lingüísticos pero también icónicos, audiovisuales, escenográficos) y desarrollando un ejercicio de hermenéutica sobre los procesos políticos, que busca aportar a la comprensión de los procesos populistas latinoamericanos.

El método propuesto retoma y adapta un método de análisis posestructuralista diseñado en el marco de los estudios prospectivos3 por Sohail Inayatullah (1998a), denominado Causal Layered Analysis (CLA). Este es resignificado desde premisas narratológicas y adaptado como: análisis narrativo en profundidad. El método diseñado propone cuatro capas para el análisis narrativo del discurso: la capa de la secuencia narrativa, la del cronotopo, la capa del mito y la de las voces narrativas.

A continuación, se explicitan las premisas narratológicas que inspiraron la adaptación sobre el método CLA. Luego se expone la epistemología del método CLA, de la cual se tomaron algunos rasgos de sus capas, pero fundamentalmente el trabajo analítico de integración de las mismas, y se desarrollan las características del método propuesto, de análisis narrativo en profundidad. Finalmente, a partir de estos andamiajes se derivan las hipótesis teóricas sobre las formas típicas de las narraciones populistas, que recuperan también los aportes y discusiones sobre el tema en las ciencias sociales latinoamericanas.

Cuatro premisas narratológicas para el análisis del discurso político

En la investigación se concibe a la narración como una metaestructura discursiva (Van Dijk, 1978), que resulta constitutiva del discurso político. La forma de la narración conlleva ciertos encuadres que aportan al discurso político elementos y dinámicas que hacen a la interpelación y a su eficacia. Uno de estos rasgos es el de poner en el centro del argumento a la acción, y la consecuente configuración de personajes individuales o colectivos, protagonistas de esta acción, o también de entes personificados, que se configuran en el contexto discursivo como actantes. El discurso político, a su vez, en su construcción de sentido, va narrando las características del tiempo y del espacio, contenedores de la acción; y pone a esta última en el centro de la escena, al proponer un plan de acción. Es por eso que la narración se constituye en un eje destacado de los estudios del marketing político (D’Adamo & García Beaudoux, 2013). Para ahondar sobre estos rasgos narrativos, en esta investigación se conformó el método de análisis narrativo en profundidad, que se sostiene sobre cuatro asunciones narratológicas fundamentales:

  1. La secuencia y su causalidad implícita: la narración es una forma de temporalidad representada, que comporta una estructura y una forma de causalidad implícita.

  2. Los cronotopos: existen ciertas figuras narratológicas (los cronotopos) que operan como condensadores de múltiples sentidos, que brindan el encuadre espacio-temporal de las tramas narrativas, y que se constituyen en un marco para la vivencia sociocultural y la construcción discursiva.

  3. Los mitos: en los discursos sociales y políticos operan los mitos, entendidos como relatos sobre un tiempo pasado que mantienen una eficacia permanente, dotando de sentido y emotividad al tiempo presente y futuro. Los mitos ponen en juego horizontes temporales y sentidos, que son habilitados a través de distintos recursos narrativos.

  4. Las voces narrativas: el discurso político es un campo polifónico, del que participan, en diferente medida, las voces narrativas. Estas voces se personifican en cuerpos individuales o construcciones colectivas (plurales), se forjan también a través de dispositivos comunicacionales, y expresan distintos puntos de vista sobre la trama, sobre el núcleo de acción de la misma y sobre la construcción de los personajes (o entes personificados) de dicha narración.

Sobre la primera de estas premisas, un rasgo destacado de la narración es el de contener una forma de representación de la temporalidad (Ducrot & Todorov, 2005, p. 340). Esto significa que este tipo de discurso, el narrativo, va a operar sobre, y va a incidir en, forjar un concepto de temporalidad; es decir, una experiencia sobre el tiempo, y sobre el papel de la acción humana en este transcurso temporal. Retomando el trabajo de Contursi & Ferro (2000, p. 12), se comprende que la narración puede definirse como una forma de uso del lenguaje (oral, escrito, visual) ligada a una noción de tiempo que transcurre y que contiene actores o factores que producen o sufren cambios. Las autoras citadas advierten que la especificidad está dada no solo por una sucesión lineal y temporal de instancias o elementos, sino por una lógica singular del relato que se caracteriza por introducir un problema, una complicación, y a una reacción del sujeto o factor personificado, que da lugar a una resolución entre la situación inicial y final (Contursi & Ferro, 2000). En el relato se pone en juego una secuencia prototípica (Adam, 1992), cuyas características son: una situación inicial, una complicación que conlleva una reacción, una resolución de la complicación y una situación final. El conjunto del mensaje incluye a partir de la resolución, una moraleja, evaluación o epílogo.

A la lógica de esta secuencia debe agregarse también el concepto implícito de causalidad narrativa (Adam, 1992; Van Dijk, 1978). Contursi & Ferro (2000), retomando el trabajo de Adam (1992), destacan de la secuencia narrativa el modo en que esta se constituye en una herramienta comunicativa y cognitiva. No es una simple sucesión lineal y temporal lo que propone un relato, sino una lógica singular caracterizada por la inserción del problema y la resolución. Y, lo fundamental, es que esta forma lleva implícita una idea de causalidad.

En la causalidad narrativa, el centro tiende a ser la acción, de un personaje, o de otro tipo de entidad pero en algún punto personificada, es decir, puesta a actuar (con su lógica, su capacidad de proyección, su racionalidad), y colocada en el centro argumental de la secuencia. La acción conforma, entonces, el núcleo central de la trama y también el centro de atención. Es el centro de interés de los relatos. El resto de los objetos (las circunstancias) quedan subordinados. Esto ayuda a comprender por qué la narración puede tener un espacio privilegiado en el contexto de la escena política, en el marco de los ejercicios de gobierno, en donde un candidato, un/a líder, un mandatario, una voz singular, debe colocarse en el centro de la escena para plantear su plan, su propuesta, y convocar el acompañamiento por parte de la comunidad.

La segunda premisa recoge el concepto de cronotopo de Bajtín y su aplicación al análisis literario y de la cultura. Más allá de esta forma secuencial de los relatos que se acaba de presentar, existen diferentes e innumerables tramas narrativas, que plantean distinto modo de operar una secuencia, a través del manejo de los motivos, de la tematización de la acción, del carácter del personaje que construyen, y de la composición temporal y espacial que presentan a partir de estas composiciones. Bajtín trabajó su crítica literaria desde el concepto de cronotopo. Este término es tomado por el autor de la física cuántica, de la teoría de la relatividad de A. Einstein. La noción de tiempo y espacio implícita en la idea del cronotopo, es trasladada por Bajtín al análisis de las tramas literarias:

Vamos a llamar cronotopo (lo que en la traducción literal significa «tiempo-espacio») a la conexión esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la literatura. Este término se utiliza en las ciencias matemáticas y ha sido introducido y fundamentado a través de la teoría de la relatividad (Einstein) […] es importante para nosotros el hecho de que expresa el carácter indisoluble del espacio y el tiempo (el tiempo como la cuarta dimensión del espacio). Entendemos el cronotopo como una categoría de la forma y el contenido en la literatura (Bajtín, 1989, p. 237).

Para Bajtín en la obra de arte, especialmente en su análisis de la novela, el tiempo y el espacio se funden en una unidad indisoluble, en un cronotopo, tanto en el argumento como en las imágenes aisladas. El autor observa, por ejemplo, el modo en que el tiempo histórico se ve concretado en el paisaje, cómo se condensa allí y se vuelve visible, y el modo en que cada acontecimiento es considerado como algo que se cumple en este y solo ese mundo geográficamente determinado y humano. El tiempo se localiza en un espacio concreto y se encuentra impreso en él. Y el espacio se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del argumento, de la historia (Bajtín, 1982). Bajtín reconoce que la función del cronotopo es temática y figurativa, opera como un centro organizador de los acontecimientos, a través del cual se atan y desatan los nudos de la trama, se moldea el sentido de la narración y también se configura el personaje (centro de la narración).

Retomando los aportes de Bajtín, Pampa Arán (2009) sostuvo también que el concepto de cronotopo insta a mirar desde otro lugar, desde un excedente, una exotopía, que observa el dinamismo que el tiempo y el espacio imprimen a la cultura. Las cronotopías representan vivencias culturales, como “una totalidad significativa que articula una serie de coordenadas semántico compositivas […]” (Arán, 2009, p. 122). El cronotopo no solo produce la puesta en escena del espacio-tiempo, sino que gobierna o regula la aparición de sujetos y discursos en situaciones cronotopizadas, en una época y en un espacio tiempo determinado. Constituye así el centro organizador del mundo narrado, desde el cual se van desplegando diferentes “vectores cronotopizados” (Arán, 2009, p. 132), a partir de los cuales se pueden ir estableciendo las redes de motivos.

Resta considerar que siempre hay en la obra un cronotopo que abarca o domina más que los demás. Pero que en cada obra hay muchos cronotopos menores, que trabajan múltiples y complejas relaciones y motivos (Bajtín, 1989, p. 402). Se forman entonces cronotopos dominantes y otros motivos encadenados que van construyendo la trama de la narración, a través de deconstruir las redes de motivos. En su identificación opera la interpretación del crítico o del investigador.

La tercera premisa remite a los mitos. Desde las herramientas que brindaban los desarrollos estructuralistas en el campo de la lingüística y del formalismo ruso, Lévi-Strauss aplicó la lógica de este pensamiento estructural a los mitos, poniéndolos en el centro de las indagaciones antropológicas. Al autor le interesaba colocar al mito en un tercer nivel, diferente de la lengua y del habla, el nivel del discurso, del cual observa una dinámica particular, y lo ilustra con un ejemplo:

“Un mito se refiere siempre a acontecimientos pasados […] Pero el valor intrínseco atribuido al mito proviene de que, estos acontecimientos, que se suponen ocurridos en un momento del tiempo, forman también una estructura permanente. Ella se refiere simultáneamente al pasado, al presente y al futuro… […]

¿Qué hace el historiador cuando evoca la revolución francesa? Se refiere a una sucesión de acontecimientos pasados, cuyas lejanas consecuencias se hacen sentir sin duda todavía a través de una serie, no reversible, de acontecimientos intermediarios. Pero para el hombre político y para quienes lo escuchan, la Revolución Francesa es una realidad de otro orden; consecuencia de acontecimientos pasados, pero también esquema dotado de una eficacia permanente, que permite interpretar la estructura social de la Francia actual, y los antagonismos que allí se manifiestan y entrever los lineamientos de la evolución futura (Lévi- Strauss, 1968, p. 189, la cursiva es nuestra).

Así, Lévi-Strauss planteó que los mitos constituían estructuras narrativas con eficacia permanente, que en la modernidad adquieren la forma, por ejemplo, de la ideología política, y para su análisis proponía hacer pie en la lógica estructuralista, dando cuenta, más allá de las variantes en que los mitos pueden presentarse, de las operaciones lógicas que llevan implícitas, de las relaciones entre sus partes. Pero el aporte del antropólogo sobre la función de los mitos -y también en otros puntos- permitió también trascender el análisis estructural hacia uno posestructuralista,4 en el que la lógica estructural sufre una abertura, un falla, dando lugar a un énfasis sobre la dimensión significante. En este sentido, Lévi-Strauss planteaba, por ejemplo, como recomendación a los investigadores de los mitos, que sean capaces de transportarse por la música que está en los mitos: “agazapada en el fondo de una selva de imágenes y de signos, bien penetrada aún de los sortilegios, gracias a los cuales puede conmover” (Lévi-Strauss, 1978, p. 157). Esta cuestión de “la música de los mitos” puede trasladarse a otra disciplina artística: la “literatura (o la narrativa) de los mitos”. En la reelaboración que nuestro estudio propone en función de las capas narrativas, el mito opera y resignifica sentidos sociales a través de ciertas figuras retóricas que lo enmarcan (como la metáfora, la metonimia o la sinécdoque) y que estimulan la reelaboración de sentidos.

La cuarta premisa refiere a un aspecto enunciativo, vinculado con el tipo de figura, de “voces”, que componen una narración. La categoría central sobre la que se trabajó en este punto es la de “voz narrativa”, entendida como dispositivo retórico (Martínez García, 2002, p. 198). Se entiende que la figura del narrador es un constructo puesto en juego en la narración. El “narrador de un texto no es, en efecto, otra cosa que un locutor imaginario, reconstituido a partir de los elementos verbales que se refieren a él” (Ducrot & Todorov, 2005, p. 368). Este narrador es un sujeto de la enunciación narrativa cuya voz “cumple las funciones de describir el espacio, el desarrollo del tiempo, los personajes de la novela y sus acciones” (Villanueva, 1995). De este modo, la caracterización de dicha voz, de su posición, en relación con el nudo de la trama, por ejemplo, sirve para dar cuenta de cómo esta se fue constituyendo. El reconocimiento de la voz narrativa también sirve para dar cuenta de la distinta forma en que se posiciona el narrador respecto de lo que narra, o también sobre la transformación de su propia persona de una posición de narrador testigo a una de narrador protagonista.

Desde la narratología se han observado diferentes tipos de voces narrativas. De las muchas de estas formulaciones, retomamos la de Tzevan Todorov (1982), quien planteó la posibilidad de diferenciar distintas posiciones y distancias relativas entre narrador y personaje. Todorov propuso una tipología para distinguir el tipo de voz del narrador (del relato) en relación con los personajes (de la historia). Y diferenció tres formas principales:

La del “Narrador> Personaje” (o visión “por detrás”): en donde el narrador sabe más que el/los personaje/s, conoce todo lo referente a estos y hasta manipula su futuro);

La del “Narrador=Personaje” (la visión “con”, cuando el narrador sabe lo mismo que el personaje, y por ello se identifica con un sujeto actuante dentro de la historia, contada desde la primera o tercera persona, sin ofrecer indicios de lo que pueda suceder más adelante);

Y la de “narrador<personaje” (la visión “desde afuera”), cuando el primero sabe menos que cualquiera de los personajes, describe lo que percibe, pero no tiene acceso a la conciencia (Todorov, 1982, p. 181).

Todorov aclaraba que la “distancia” entre estas distintas figuras puede plantearse en la obra como de orden moral y afectivo, intelectual, temporal y espacial, más o menos explícitas. El tipo de posición asumida en el discurso narrativo nos habla acerca de la posición del narrador en la historia, de su posición relativa sobre otros personajes principales o secundarios, y así va permitiendo deconstruir el marco ilocucionario que forja la trama. Estas diferentes voces permiten profundizar sobre las bases enunciativas de la narración, sobre quién narra, qué relación tiene con la historia, por qué puede contar desde allí lo que cuenta.

Teniendo en cuenta estas cuatro premisas narratológicas, nos concentramos ahora en un marco epistémico integrador de las mismas, que hemos encontrado en el método CLA de Inayatullah (1998a, 2004) y adaptado en función de los marcos teóricos precedentes.

El Causal Layered Analysis (CLA) y el análisis narrativo en profundidad

El método de análisis narrativo en profundidad que se elaboró en esta investigación se inspiró en el Causal Layered Analysis (CLA), de Sohail Inayatullah (1998a). Este método original, el CLA, fue desarrollado en el marco de los estudios del futuro (o bien en el campo de la prospectiva5), específicamente en el marco de la corriente de los estudios críticos del futuro (critical future studies), con el fin de profundizar en el análisis cultural de los futuros asumidos por los discursos sociales, en los futuros negados y en los futuros posibles alternativos, que se pueden deconstruir y reconstruir a partir de este método.

Los estudios prospectivos son un área de conocimiento que nace a fines de los años cincuenta, con impulsos desde los think tanks de las potencias mundiales y de sus centros académicos, y que crece apoyándose en experiencias de la intervención social concreta en el mundo político y empresarial. A lo largo del tiempo fue conformándose también el área disciplinar de los estudios del futuro, con fuertes basamentos en teoría social, en teoría de sistemas y en epistemologías alternativas para el análisis anticipatorio. Lo interesante del enfoque propuesto por Inayatullah en este campo, es que logra integrar en un método de análisis, bagajes fundamentales de las teorías posestructuralistas. Lamentablemente es todavía incipiente el diálogo entre los estudios del futuro y las ciencias sociales en América Latina (Patrouilleau, 2020). Por eso, este trabajo es también un esfuerzo por establecer este puente académico.

El método CLA es comprendido por Inayatullah (1998a) como un “método posestructuralista”, influenciado por los desarrollos de la genealogía, la deconstrucción y la macrohistoria6, entre otros aportes, con la pretensión de forjar a partir de estos marcos un método de indagación. El CLA es un método que hace hincapié en un movimiento de análisis vertical entre diferentes capas, (des)ordenando el material de análisis con el objetivo de ganar profundidad y de deconstruir sentidos subyacentes: “While the postmoder/poststructural turn in social sciences has been discussed exhaustively in many places, my effort is to simplify these complex social theories and see if poststructuralism can be used as a method, even if it is considered anti-method by strict ‘non-practitioners’” (Inayatullah, 1998a, p. 817, la cursiva es nuestra).7

El CLA diferencia cuatro capas del discurso social y también para su análisis:

  1. El nivel de litany:8 el del lenguaje de la “empiria”, las variables, los listados acríticos de factores y causales, eventos, problemas y tendencias presentados de forma desconectada;

  2. El de las causas sociales (sistémicas). Incluyen factores económicos, culturales, político, históricos, en donde los datos son explicados a través de interpretaciones racionales;

  3. El de la estructura y el discurso o visión del mundo que la sustenta. Aquí lo fundamental es identificar las perspectivas fundamentales sobre el tiempo, el espacio, el poder, la familia, la religión, que sustentan los aspectos invariantes y culturales, que raramente se cuestionan;

  4. El de las metáforas y mitos, de las historias profundas, de los arquetipos sociales, que proveen una dimensión emocional, con un lenguaje menos específico, vinculado a la evocación de imágenes visuales (Inayatulahh, 1998a, p. 820) y a lo inconsciente. Este cuarto nivel, el nivel de los mitos y metáforas, es un lugar privilegiado para el lenguaje visual y narrativo.

Inayatullah se apoya para esta elaboración en el pensamiento filosófico hindú, que sostiene que la mente está constituida de diferentes “capas”, y que entonces, moviéndonos arriba y abajo por las capas, es la forma en que se logra un “esclarecimiento espiritual” (Inayatullah, 2004, p. 11). Más recientemente, la propuesta de Inayatullah y de otros colegas que producen en torno al método, incorporó un “giro narrativo”, aduciendo la noción de que las cuatro capas, cada una a su modo, se constituyen de elementos narrativos (Milojević & Inayatrullah, 2015), y que las metáforas (como forma narrativa) tienen un rol central en los discursos sociales (Inayatullah & Milojević, 2015), y por lo tanto están presentes en las cuatro capas del CLA (Kuusi Lauhakangas, & Ruttas-Küttim, 2016). Desde este giro narrativo en el CLA, los autores aducen que la narración media en el entendimiento a través de las tres dimensiones temporales (pasado, presente y futuro), permitiendo tomar decisiones, adoptar estrategias, realizar acciones (Milojević & Inayatrullah, 2015, p. 153) y que su reconocimiento permite deconstruir y reconstruir esas formas de entendimiento, abriendo nuevas posibilidades (los critical future studies proponen deconstruir para construir futuros alternativos). Es posible pensar entonces que, así como los diferentes niveles del CLA son construidos discursivamente, también lo son narrativamente.

Sobre la base de estos aportes del CLA, en articulación con las premisas narratológicas antes presentadas, el planteo metodológico que se propone, contempla un esquema de cuatro capas analíticas para el estudio de las “formas” narrativas que operan en el discurso populista. Las capas de este método se emparentan con las propuestas por el CLA, manteniendo vínculos conceptuales, de hecho algunas de estas capas resultan equivalentes, pero no lo son completamente. Tampoco atribuimos entre las capas una relación de causalidad fuerte, como se propone en el CLA, en donde las capas más profundas (como discursos sociales o mitos) se presentan como fuentes de las otras. En nuestro caso, concebimos que las cuatro capas se condicionan, y solo con fines analíticos damos un lugar central a la segunda capa: la del cronotopo, y la elaboración que este propone sobre los motivos dominantes de la trama. El método de análisis narrativo en profundidad supone las siguientes cuatro capas:

  • Una primera capa en donde prima la enumeración y la repetición, pero en términos de una linealidad temporal, de una secuencia (instancias sucesivas temporalmente), que a la vez alberga una cierta causalidad narrativa. Esta capa se apoya en la primera premisa narratológica. Tiene elementos comunes a la primera capa (litany) del CLA y a la segunda (causas sociales o sistémicas, resignificadas como causalidad narrativa). Llamamos a esta primera capa Secuencia y causalidad narrativa. La narración se construye aquí con base en un racconto más bien lineal (siguiendo la flecha del tiempo), dando cuenta de diferentes sucesos que van impulsando y desarrollando la trama y a la que subyacen causas narrativas que marcan la forma de producción del problema y su resolución.

  • La segunda capa recoge la segunda premisa narratológica, por eso corresponde al campo del Cronotopo. Siguiendo el concepto de Bajtín y sus usos en crítica literaria, en esta capa nos enfocamos en las condensaciones de sentido referidas a la construcción del tiempo y del espacio de la trama y del personaje. Esta capa funciona estableciendo y estructurando redes de motivos dominantes y secundarios (cronotopos y cronotopías). Para ello, se sirve de múltiples elementos narrativos: figuras espacio-temporales cronotopizadas, el uso de cierta jerga y géneros, figuras retóricas, etcétera. Esta capa no es equivalente, pero se relaciona, con la tercera del CLA, la referida a estructura discursiva o visión de mundo.

  • La tercera capa, que responde a la tercera premisa narratológica, está compuesta por los Mitos, con sus representaciones icónicas. Esta capa equivale a la cuarta capa del CLA. Comparte elementos con otras capas, como las figuras retóricas, que se encuentran también como formas condensadoras de motivos narrativos en la capa del cronotopo.

  • La cuarta capa es la de las Voces narrativas. Desde aquí se analizan las diferentes voces que narran el discurso político, cómo son las mismas (si son individuos, o colectivos), el punto de vista de cada voz en relación al nudo de la trama, los tiempos verbales que utiliza. En esta capa hacemos énfasis en el modo de elaboración del discurso, en los dialogismos, en los interdiscursos explícitos o implícitos, en la forma de construcción del nudo y de los personajes. Esta capa no tiene equivalente en el CLA. Y constituye en nuestro esquema una metacapa, porque es constitutiva de las demás. En la Tabla 1 puede verse una comparación entre las capas contempladas por ambos métodos.

Tabla 1 Comparación entre las capas del método CLA y las del análisis narrativo en profundidad 

A -Causal Layered Analysis B- Análisis narrativo en profundidad
1. Litany 1. Secuencia y causalidad narrativa
2. Social/System causes 2. Cronotopo
3. Structure, discourse and worldview 3. Mitos
4. Metaphor or myth 4. Voces narrativas

Fuente: A: Inayatullah (1998a), B: Elaboración propia.

Las capas 1-3 abordan diferentes modos de componer narrativamente, de dar forma al contenido del discurso, con diferentes lógicas, alcances, elementos narrativos, modos de la temporalidad, permitiendo interpretar y deconstruir la formación narrativa de los discursos en un análisis entre capas, buscando la coherencia pero también los quiebres de sentido, los silencios que puedan apreciarse a partir del análisis entre las capas. La capa 4 da cuenta de las voces que componen las anteriores, busca dar cuenta de quién narra, desde qué visión, por medio de qué dispositivos, qué silencios operan. En cuanto a la dinámica analítica y hermenéutica entre las capas, el método CLA imaginó un conjunto de cuatro capas, con diferentes niveles de profundidad, donde la primera es la más visible o evidente, y a la que le subyacen el resto de las capas que la fundamentan causalmente (al modo de la figura del iceberg de la teoría narrativa de Hemingway).

En el método de análisis narrativo en profundidad hemos preferido una figura más bien concéntrica, en donde el centro lo constituye el cronotopo, ordenando los motivos narrativos dominantes. Las capas son enmarcadas por las voces narrativas, y se diferencian por sus lógicas específicas, pero permean entre ellas diferentes recursos retóricos, que se comparten. La trama se va tejiendo a través de las capas. Esta lógica se sintetiza en el Diagrama 1.

Fuente: Elaboración propia.

Diagrama 1 Dinámica de construcción de la trama narrativa 

Para el método propuesto, el cronotopo se mostró como el elemento capaz de una mayor condensación narrativa, porque sintetiza el quién (personaje), cuándo (tiempo), dónde (espacio) y por qué (motivos dominantes). Por eso lo ubicamos “en el corazón” del esquema. Otros elementos narrativos (jerga, cronotopías secundarias, figuras retóricas), se desplazan por la trama, se constituyen en subformas a través de las cuales operan las capas, y su función narrativa está ordenada por lo que cada capa propone.

De este modo se ha configurado un esquema general que puede aplicarse para el análisis de los discursos políticos.

Los motivos y las voces de las narraciones populistas

De la aplicación del análisis narrativo en profundidad sobre el discurso populista surge una serie de rasgos narrativos de dicho discurso. Estos rasgos no conviene asociarlos a “contenidos”, porque como vimos, las premisas narratológicas dan cuenta de cierta “formas” del discurso narrativo. Para realizar esta contrastación se trabajó sobre la teoría del populismo, tanto de la obra de Ernesto Laclau, como de otros autores que produjeron teóricamente a partir de la misma, y también sobre un caso empírico: el caso del kirchnerismo en Argentina, durante sus tres gobiernos entre los años 2003 y 2015.

Si nos guiamos por la teoría de Laclau (2003, 2005, 2006a, 2006b, 2009), un conjunto de elementos resulta constitutivo de un proceso político y discursivo populista:

  1. La apelación a la categoría de “pueblo” en el discurso, que conlleva una ambigüedad constitutiva entre representar la parte (la plebs) o el todo (el populus);

  2. La construcción de una frontera antagónica entre los “amigos” y los “enemigos” del pueblo;

  3. Una articulación de demandas insatisfechas en la forma de una cadena de equivalencias;

  4. La emergencia de un liderazgo, en cuyo nombre se sintetiza la cadena equivalencial.

Desde nuestro método narrativo, pueden destacarse otros aspectos que aportan a caracterizar el discurso y el proceso político populista. Los presentamos sintetizando en cuatro aspectos principales, vinculados con cada capa del análisis narrativo: dos cronotopos dominantes, uno sobre el poder y otro sobre la historia del/la líder, y la construcción de ciertas secuencias en torno a estos cronotopos; las particularidades de los mitos populistas y las de las voces narrativas del discurso populista.

El discurso populista se caracteriza por dos cronotopos dominantes, encadenados en una red de motivos, uno relacionado con “el poder” y otro con la historia de/la líder. El cronotopo relacionado con “el poder”, se establece a partir de marcar una distancia. El poder es en el discurso populista hacia lo que se tiende, pero a lo que no se llega definitivamente. Es un “lugar” al que nunca se termina de arribar. Así como la tensión “los de abajo” y “los de arriba”, que marca la ambigüedad sobre “el pueblo” -entre el todos (populus) y la parte (plebs)- es constitutiva del populismo en la definición de Laclau (2005), aquí otra ambigüedad es definitoria, y tiene que ver con el liderazgo y su posición de “estar y no estar en el poder” (Legrás, 2010). Este discurso dramatiza entonces en torno al camino que deriva en el poder. Sobre cómo ejercerlo, alcanzarlo, cómo se arriba a él, o cómo se derriba. Y es en este marco cronotópico que cobran protagonismo las figuras del pueblo y del líder, la construcción de motivos antagonistas y una trama y una secuencia narrativa que al narrar trazan una cierta espacialización y temporalización del poder, escenificándolo e historizándolo.

Respecto al cronotopo sobre el o la líder, resulta interesante vincularlo con otras aproximaciones que se han desarrollado en los antecedentes. En los estudios sobre el discurso populista la historia del/la líder fue abordada desde dos construcciones analíticas: el “modelo de llegada” (Sigal & Verón, 2002) y el ethos (categoría de la retórica) (Montero, 2012; Dagatti, 2012; Maizels, 2015). El primero marca la forma en que el líder cuenta su historia “antes de la llegada al poder”. La segunda es la imagen de sí que construye el/la líder en su discurso. Ambos dan cuenta de la identidad del/la líder a través de cierta historia narrativa y de cierta dramatización. Pero si enmarcamos los “modelos de llegada” o los “ethos” en nuestro esquema, es posible comprender mejor la identidad y la mutabilidad del líder a lo largo del proceso político, y lo que significa el relato sobre su historia para el proceso populista (y su vinculación con el cronotopo sobre el “poder”). El líder, que aglutina la cadena de equivalencias, que expresa su mayor nivel de síntesis, representa un camino, una direccionalidad, y una secuencia sobre la cual es necesario encauzar la acción, en la propuesta del discurso populista. El cuerpo del líder, su singularidad, a través de su historia, se configura en la representación del “camino hacia el poder”.

Sobre la base de estos cronotopos del poder y del liderazgo, se analizan los mitos que se articulan en el discurso populista. Laclau no ignoraba la importancia de la dimensión mítica,9 pero no la introdujo en su esquema de categorías fundamentales para pensar el populismo en La razón populista. Su síntesis conceptual se concentra en el uso de la categoría significantes vacíos.10 En nuestro esquema, el mito es la capa que permite identificar cómo se arrastran en el discurso relatos del pasado, y se reconfiguran en la nueva trama. Decimos entonces que los mitos subyacen al significante vacío. Para decirlo de un modo figurativo, si uno pudiera tirar de los significantes vacíos para ver qué traen, vendrían los mitos. Pero estos no se reproducen iguales (y acá puede destacarse un rasgo posestructuralista del análisis), los anteriores mitos se abren a la reconfiguración, mediando el trabajo de figuras retóricas, de metáforas, de nuevas imágenes icónicas, de sinécdoques, en el marco de otras voces narrativas y otras secuencias y cronotopos.

Los discursos populistas trabajan especialmente con cierto tipo de mitos, vinculados a la emergencia del pueblo y a la figura del/la líder, incluyendo el vínculo entre estos. Planteándolo al modo de Lévi-Strauss, el pueblo y el líder son dos haces de relaciones principales para analizar desde la dimensión mítica las narraciones populistas. Los mitos operan dentro del discurso al dar cuenta a través de hitos, de imágenes sintetizadoras, de formaciones simbólicas, de la unidad popular, de sus logros y su potencial para el desarrollo de la historia de la comunidad, para alcanzar “el poder”, o cuando destacan la consagración del/la líder ya sea como guía, como vocero/a, o como cualquier tipo de forma representacional. Los mitos aportan un trabajo de idealización (una pretensión de plenitud) y una carga emotiva. Y en este caso, la capa mítica del discurso populista también transmite la añoranza de un goce. Plantea un proyecto de restitución de un goce perdido (Legrás, 2010; Scavino, 2010). Es así que la dimensión mítica trae a cuenta las pasiones políticas, eso que también Laclau tenía presente en sus discusiones con los institucionalismos y los racionalismos.

A partir del cronotopo centrado en la cuestión del poder, los discursos populistas narran también distinto tipo de secuencias, en donde las luchas políticas, las batallas previamente libradas, los fracasos, los liderazgos anteriores, tienen especial asidero, construyendo tradiciones. La dimensión del futuro aparece también en estas secuencias, dando cuenta de cuál es el camino para alcanzar el poder y la felicidad del pueblo.

En cuanto a la cuarta capa de análisis, las narraciones populistas son construidas por ciertas voces narrativas en particular. Este abordaje nos insta a despejar el problema del sujeto de la enunciación.11 No se trata de sujetos concretos sobre los que estamos analizando sus discursos, sino de ciertas figuras específicas que tienen un rol, un papel que jugar en el marco del discurso populista (más allá de que estas estén encarnadas por personas concretas, que le imprimen parte de su marca a la cuestión discursiva). La atención sobre las distintas figuras que aparecen en la escena, sobre las distancias entre las mismas, sobre la direccionalidad de la interpelación, permite una mirada sobre el dialogismo en la producción discursiva.

Desde la identificación de diferentes voces narrativas, se observa el modo en que el/la líder (en tanto narrador/a privilegiado/a del discurso populista) se convierte en personaje, o habla del personaje, o este es hablado por otras voces, que saben más o menos de él, que pueden anticipar o no sus decisiones, que son capaces de contar su historia, o de representar su voluntad, de alertar al líder sobre posibles amenazas o vicisitudes. También se puede percibir cómo el/la líder va ocupando el núcleo narrativo, constituyéndose en el narrador principal de la escena política y estableciendo distancias y posiciones específicas respecto de las otras figuras políticas con las que disputa sentido, mientras va también elaborando y aportando a la discursividad de un cronotopo, que se constituye en un eje de su identidad política. La voz del líder es así una de las voces principales del discurso populista. Pero hay otras.

La voz de los cuadros medios también es una voz narrativa de los discursos populistas. Ellos constituyen una especie de repliegue de la voz del/la líder. Son los que Sigal y Verón abordaron a propósito del exilio del líder, los que hablan en su nombre. También los que Vasallo (2008) señala que estaban en contacto y construían a través de múltiples reuniones la figura de liderazgo en el caso de Perón (aun antes de ser presidente, pero desde un área de la gestión del Estado). Los cuadros medios de alguna manera están habilitados por el/la líder a hablar en nombre suyo, saben (o están habilitados para) interpretar sus ideas y su palabra, y es por esto que median entre la palabra del líder y la del pueblo. Este aspecto de los cuadros medios fue desarrollado con apoyo también en el trabajo de Raanan Rein (2008), que adujo que el liderazgo populista no se sostenía meramente con la comunicación directa con el líder (en los rituales o mediada por dispositivos comunicacionales) sino también a partir de una organización dentro del dispositivo de enunciación. La voz del cuadro medio es una voz diferida, secundaria respecto de la voz principal, que brega por la legitimidad y la eficacia de esta, que habla en su nombre, aunque tampoco lo hacen desde una completa transparencia, sino que contaminan, ensucian, la oratoria principal.

También se identificó a la “voz del pueblo” como constitutiva de los discursos populistas, como una voz colectiva, plural, y que habilita a su vez la voz del líder. Esta puede cobrar cuerpo de forma oral o escrita, también en forma gráfica en pintadas, banderas, grafitis. De forma oral cobra cuerpo en cánticos, por ejemplo, lanzados en actos colectivos, en movilizaciones y en las plazas. En términos escritos también puede aparecer en manifiestos, declaraciones, solicitudes, en pintadas y banderas, en las consignas que se graban para asistir a las movilizaciones. En el espacio de los rituales de interacción es donde pueden observarse mayormente estas voces colectivas, en movilizaciones que, por lo general, son convocadas por el o la líder, u organizadas para apoyarle, para encontrarse con su palabra, para entablar una comunicación. En términos analíticos, para resaltar esta dimensión, se recuperó el trabajo de De la Torre (2008), de Vasallo (2008) y de Poderti (2011). En términos hermenéuticos, en esta capa es necesario analizar no solo la interlocución que se produce en los actos, sino el mismo contexto ilocucionario: el escenario, los oradores, los cánticos, las respuestas, la música, materiales de interacción, la cuestión de la “ubicación” de los grupos en relación con el escenario, etcétera. Cada discurso populista puede a su vez configurar nuevos tipos de voces.12

En síntesis, mediante el análisis de estas distintas capas narrativas, hemos definido algunos rasgos narrativos que distinguen al discurso populista. Cada elemento señalado tiene sus antecedentes desarrollados en los estudios del populismo, de alguna u otra manera. Aquí hemos sumado una visión integral, profundizando sobre la dimensión narrativa, con apoyo en el método propuesto.

Conclusiones teóricas y metodológicas: el valor del marco integrador

Finalmente, se proponen algunas reflexiones que dan una perspectiva teórica y metodológica al planteo que hemos hecho, comenzando por considerar el aporte en términos del análisis del discurso. Desde esta disciplina son innumerables los abordajes que pueden hacerse sobre la materialidad discursiva que acompaña y forja los procesos populistas. Lo que aquí hemos hecho es presentar un método que integra los aspectos que definimos como capas, y desde esa integración se propicia un análisis sistemático sobre distintos aspectos que, de otro modo, se abordan temáticamente por separado, sin comprender del todo su vinculación operativa. Es el caso de los mitos y los significantes, por ejemplo. El método de análisis narrativo en profundidad permite comprender de qué modo estas operaciones discursivas, cognitivas y subjetivas se estructuran en relación. Lo mismo con los cronotopos y las secuencias narrativas que establecen los discursos. O el modo en que el tipo de voces narrativas populistas tienen que ver con sus cronotopos dominantes, y también con la operación de articulación entre significantes. Consideramos de este modo que el método potencia las posibilidades teóricas que plantean las teorías posestructuralistas para trabajar sobre el discurso y sobre lo político.

El abordaje realizado permite asimismo aportar nuevas definiciones sobre el populismo. Comprender por qué tiene un modo particular de narrar. Cuáles son las voces que estructuran su narración. De qué manera sus contenidos principales (cronotopos dominantes) son también su forma, su estructuración discursiva.

Por último, en términos metodológicos el método permite integrar una variedad de abordajes empíricos, de corpus de análisis, con distintos registros, no solo registros orales (la palabra dicha), sino también producciones icónicas, audiovisuales, planteos escenográficos, movilizaciones sociales, etcétera. Y así desarrollar abordajes flexibles, preocupados más por comprender los procesos y desentrañar sus aspectos más significativos, que por la homogeneidad de las muestras o la estandarización de los recortes, restando así grados de arbitrariedad y academicismo en los estudios.

Los aportes nos llevan además a motivar a un programa de investigación que se interese por los estudios comparativos de las experiencias populistas, de aquellas que se dan tanto dentro del espacio latinoamericano como en otras realidades políticas y sociales, para buscar definir las particularidades de los populismos latinoamericanos o de otros espacios, en función de la forma en que en cada latitud se desarrollan los sistemas económicos y políticos y las tradiciones políticas.

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1Entre los esfuerzos de síntesis puede mencionarse el trabajo enciclopédico que reseña categorías, escuelas y autores, elaborado por Herman, Jahn, & Ryan (2005) o los trabajos de Cruz (1986) y Czarniawska (2004). Sobre el rol central de la narración en tanto paradigma para comprender el mundo de sentido de la política y para las ciencias políticas puede mencionarse la obra de Fisher (1985). Muy útil para el estudio sobre los populismos es también el texto compilado por Davis (2002), que hace un aporte sobre el discurso narrativo aplicado a los movimientos sociales. La narración también emerge como una nueva clave analítica en los estudios sobre políticas públicas (Roe, 1994; Miedziński, 2018).

2El ensayo presenta de una manera reelaborada parte de los resultados de una tesis doctoral, desarrollada en el marco de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, titulada Las formas narrativas del populismo kirchnerista (Patrouilleau, 2019). El trabajo contó con la guía de Martín Retamozo, director de la tesis, a quien agradezco especialmente. Quiero agradecer también por sus aportes a las integrantes del jurado que con sus devoluciones enriquecieron estas elaboraciones: Sol Montero, Paula Biglieri y Elvira Narvaja de Arnoux, y a Dardo Scavino por sus comentarios sobre una versión preliminar de este texto.

3No hay una traducción al español demasiado convincente sobre el nombre del campo de estudios de los futures studies, término que a su vez ha alcanzado un consenso para definir internacionalmente a un campo multidisciplinario. El plural en la palabra futures es clave en la definición de esta área de conocimientos y prácticas, pero en español no resulta del todo adecuado hablar de estudios de futuros, y tampoco es equivalente el modo estudios del futuro. Se usa más en nuestra lengua hablar de la disciplina prospectiva o de estudios prospectivos.

4Véase para ampliar los aportes al respecto a Viveiros de Castro (2010), Fair (2015) y Vergalito (2016).

5El campo de los estudios del futuro (futures studies) es más conocido en América Latina con el término derivado de la escuela francesa de la prospectiva.

6La “macrohistory” para este autor incluye grandes cosmovisiones tales como el marxismo, el confusionismo, el darwinismo, el liberalismo, entre otras (Inayatullah, 2008b).

7“Si bien el giro posmoderno o posestructuralista en las ciencias sociales ha sido discutido exhaustivamente en muchos espacios, mi esfuerzo es el de simplificar estas complejas teorías sociales y ver si el posestructuralismo puede ser usado como un método, aun si pudiera ser considerado un anti-método por los no-posestructuralistas” (Traducción propia).

8Litany, letanía o más bien retahíla, hace alusión a una modalidad enumerativa, repetitiva del discurso. En la práctica religiosa letanía refiere a las invocaciones y súplicas dichas por el párroco que suscitan la respuesta de los seguidores.

9Refirió especialmente a ella en su obra Misticismo, retórica y política (Laclau, 2002) y en algunos pasajes de Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo (Laclau, 2000).

10 Javier Balsa (2010) también destacó un cierto olvido de la cuestión del mito en la obra de Laclau. Y Julio Aibar (2014), el silencio teórico sobre la dimensión de lo imaginario en Laclau, siendo que lo mítico se vincula con lo imaginario porque está anclado en representaciones icónicas e imágenes.

11Para ahondar sobre este problema, véase García, Libenson, & Montero (2013).

12Por ejemplo, en el análisis del discurso kirchnerista identificamos dos tipos de voces narrativas más: las voces corales y las expertas. Con “voces corales” se hace referencia a voces de primeras personas, con firma (ciertas personalidades, o grupos de personas), que se engarzan con la palabra oficial, en general a través de la convocatoria de diferentes iniciativas de políticas públicas, y en donde intervienen distintos sectores del activismo cultural. Estas operan en un dialogismo con el discurso político, en una empresa de esclarecimiento mutuo (Nun, 1989), colaboran en tematizar el contexto y el escenario político, sus riesgos, los desafíos. Las voces “expertas” refiere al saber técnico de distintas áreas de gobierno que se amalgaman para construir secuencias, cronotopos secundarios, figuras que permitan explicar, fundamentar o difundir el plan de acción que propone el líder o el movimiento popular (Patrouilleau, 2019).

Recibido: 20 de Diciembre de 2019; Aprobado: 21 de Mayo de 2020

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