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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.28 no.56 México jul./dic. 2020  Epub 30-Ago-2021

https://doi.org/10.18504/pl2856-005-2020 

Artículos

Repertorios y espacio público de trabajadores y estudiantes en Chile a comienzos del siglo XXI

Repertoires and public space of workers and students in Chile at the beginning of the 21st century

Nicolás Orellana Águila* 

*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Posdoctorante en el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Profesor en la Universidad Bernardo O’Higgins (Chile) | nicolasorellana@iap.uchile.cl


Resumen:

Este artículo examina los repertorios de contestación de trabajadores y estudiantes en Chile y la relación de ello con el espacio público, durante los primeros doce años del siglo XXI. Con base en las Cronologías del Conflicto Social del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, se han elaborado catálogos de acciones contestatarias describiendo sus formas, adversarios y el carácter de las demandas de cada actor, para construir los repertorios de contestación. Se explora cómo estos últimos implican un uso y apropiación diferencial del espacio público, constituyéndose así en el punto característico del impacto público e institucional que las movilizaciones tienen en la discusión política de cada actor.

Palabras clave: Chile; repertorios de contestación; trabajadores; estudiantes; espacio público; siglo XXI

Abstract:

This paper examines the workers and student’s repertoires of contention and its relationship with public space in Chile during the first twelve years of 21st century. Building event catalogues of contentious actions based on the Cronologías del Conflicto Social of the Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, forms of action, adversaries, and character of demands are described according to each actor, to construct their repertoires of contention. Then, it explores how these repertoires imply a different use and appropriation of the public space, which constitutes a distinctive point of the differential impact that the mobilizations have on the political discussion of each actor.

Keywords: Chile; repertoires of contention; workers; students; public space; 21st century

Introducción

Durante las últimas tres décadas, la movilización en Chile ha sido persistente en la realidad social y política, aunque de forma discontinua. Desde el fin de la dictadura cívico-militar (1973-1990) se han vivido épocas de desmovilización y de removilización de distintos actores que han emergido en la escena contestataria, con distintos niveles de extensión, duración y magnitud (Durán, 1997; Garcés, 2012). Entre las movilizaciones más relevantes, se encuentran las de estudiantes, trabajadores, pueblo mapuche, pobladores y, en la última década, las medioambientales. En este marco, la agenda de investigación sobre la movilización y la protesta social en Chile ha tenido un gran avance (Aguilera, 2012; Garcés, 2012; Salazar, 2012; GESP, 2015; Salinas, 2016; Mayol & Azócar, 2011; Cancino, 2012; Dodemel & Peña y Lillo, 2008). El ciclo de movilización iniciado en 2006 con las protestas estudiantiles secundarias marcó un punto de inflexión para la investigación social del tema, hasta entonces centrada en la explicación de los procesos de desmovilización y desafección política propia del periodo de transición (Álvarez, 2014; Baño, 1997/1998; Durán, 1997; Bastías, 2010; Moulian, 1994; Osorio & Gaudichaud, 2018; Rovira, 2007; Valdivia, 2013). Desde ese momento los estudios del campo han documentado abundantemente distintas movilizaciones, en particular las estudiantiles, apuntando el aumento de la conflictividad social, la transformación de los repertorios de movilización y el impacto de las demandas en la institucionalidad política (Mayol, Azócar & Brega, 2011; Durán, 2012; Borri, 2016; Agacino, 2013; Fernández, 2012; Núñez, 2012).

Si bien se ha incrementado de manera sustantiva el acervo de conocimiento en el área, una parte importante de las investigaciones acerca de los procesos de movilización y de protesta social en Chile de principios de siglo, comparten la idea de que las estrategias y tácticas de los manifestantes se han transformado en tal magnitud que se habría operado un cambio en los repertorios de contestación (Tricot, 2012; Aguilera, 2012; Fernández, 2013; Cancino, 2012; Aguilera & Álvarez, 2015; Pulgar, 2011; Rifo, 2013; Millaleo & Velasco, 2013; Berroeta & Sandoval, 2014; Molina, 2013; Cuadra, 2014), entendidos como el conjunto limitado de rutinas que expresan demandas y conflictos entre actores (Tilly, 2005). Estas transformaciones, movilizadas sobre todo por los estudiantes, habrían instalado nuevos repertorios en el conjunto social contestatario, cuyas innovaciones incidirían en el impacto social y político de las demandas.

Sin embargo, la evidencia global y sectorial pareciera mostrar que las formas de la protesta varían según los actores, que cada uno de estos despliega repertorios mucho más estables y limitados de lo que se piensa, y que los que más se movilizan no son necesariamente los más visibles en la escena pública (Garretón, Joignant, Somma & Campos, 2017; Orellana, 2017). Esto es en particular evidente al comparar los casos de trabajadores y estudiantes, los que más se movilizan en Chile. Cada uno de ellos ha experimentado una historia distinta por cuanto a su interacción conflictiva con el Estado, las leyes específicas que los regulan, y las formas organizativas que han desarrollado. Quizás el ejemplo más ilustrativo, para el caso de los trabajadores, es el Plan Laboral de 1979, cuyos decretos ley sobre organización sindical y negociación colectiva (D. L. 2.756 y D. L. 2.758, respectivamente) restringieron el poder y la capacidad de movilización del mundo laboral. Para el caso de los estudiantes, la creación de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) en 1984, como plataforma para luchar por la democracia (CEQUIF, 2014), además de organizaciones secundarias como la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) y la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones), han permitido mantener un nivel de coordinación y una capacidad de movilización del mundo estudiantil más allá de las coyunturas políticas. Estas distintas situaciones han repercutido en procesos distintos, cuyos repertorios son diferentes y cuyas movilizaciones, que significan un uso y apropiación distinta del espacio público, han tenido impactos diferenciales en la agenda pública, con una resonancia a nivel político institucional que también dista sensiblemente.

En tal marco, en este artículo se indaga en las distintas maneras en que el uso y apropiación del espacio público, expresados en los repertorios de contestación de trabajadores y estudiantes, han influido en la incidencia política de las movilizaciones de estudiantes y trabajadores en Chile durante el periodo 2000-2011. La hipótesis-guía es que las diferencias en los repertorios de estudiantes y trabajadores implican un uso y apropiación distintos del espacio público, lo que incide en el impacto desigual de las demandas de cada actor en la esfera pública político-institucional. Se mostrará así que los estudiantes despliegan un repertorio de contestación modular, cosmopolita y autónomo, imbricado orgánicamente con el espacio público, mientras que los trabajadores han usado un repertorio que tiende a lo particular, que es parroquial y bifurcado e imbricado en sus lugares de trabajo. Estas particularidades involucran diferentes lógicas de contestación, que inciden en el impacto de las movilizaciones de cada actor en la discusión pública, ya que si los primeros logran insertar su agenda en la esfera político-institucional, los segundos emergen públicamente en situaciones contingentes.

Para esto se han utilizado los datos de las Cronologías del Conflicto Social del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), cuyos informes representan una valiosa contribución para describir y analizar los procesos de movilización que se llevaron a cabo en la primera década del presente siglo.1 A partir de estas cronologías se elaboró un catálogo de movilizaciones que va de enero de 2000 a diciembre de 2011, el cual describe, entre otros aspectos, al actor, sus formas de acción, el adversario y las demandas. De este modo se han identificado 2272 acciones, seis categorías de actores, diez formas de acción, cinco adversarios principales y nueve demandas centrales.

La información de las cronologías se basa en revisión de prensa, lo que conforma un valioso cuerpo de evidencia para analizar el conflicto social. Basarse en este tipo de datos lleva a priorizar los periodos de movilización pública y discontinua (Tilly, 2005), por sobre las formas cotidianas de compromiso político y social. Sin embargo, entendiendo que tanto los momentos de latencia como de visibilidad se relacionan recíprocamente (Melucci, 1989; Véron, 2016), esta información debe ser tratada con precaución evitando equiparar el activismo con la protesta pública. La revisión de prensa, por otra parte, exige una mirada atenta del tratamiento que los medios de comunicación dan a los conflictos sociales, ya que difícilmente captan sus temporalidades e intensidades (Aguilera & Álvarez, 2015). Las cronologías del CLACSO enmiendan esto recurriendo, desde 2004, a fuentes de circulación nacional (El Mercurio, La Tercera), y otras locales (Mapuexpress, IndyMedia Chile, Punto Final, Liberación, entre otros). Tomando estas precauciones se puede evitar interpretaciones ingenuas de la conflictividad en Chile.

Con estas consideraciones, este artículo presenta, en primer lugar, la discusión teórica que lo guía, la cual se centra en los conceptos de espacio público y de repertorios de contestación. Luego, a partir de los datos de las cronologías, se analizan las características y diferencias de los repertorios de contestación de trabajadores y estudiantes. En la tercera parte se comparan estos repertorios, para finalizar analizando su relación con el espacio público respecto del impacto político e institucional de los conflictos de cada actor.

Espacio público y repertorios de contestación

El espacio público puede entenderse como aquel al que “todos los ciudadanos tienen el derecho de acceder” (Bloomley, 2009, p. 602). Asociado tradicionalmente con la esfera pública, el espacio público es el sitio de deliberación y de acción comunicativa donde se debate por medio de discursos racionales (Habermas, 1991). Mientras que en su sentido de espacio social o colectivo (Delgado, s. a.), estaría articulado al lugar de la expresión democrática. Sin embargo, la integración de esta esfera pública, libre de arbitrariedades y que permita efectivamente un debate democrático y la construcción de ciudadanía, habría sido colonizada por la razón instrumental, lo que hace de ella una promesa incumplida de la modernidad (Salcedo, 2002).

Se puede argumentar que, producto de las transformaciones estructurales de las últimas décadas, ese espacio público, además de incumplido, pareciera estar vaciándose, privatizándose, y desplazándose hacia espacios de consumo y de sociabilidad privada, deviniendo pseudopúblico (Low, 2006), como los centros comerciales y las comunidades cerradas que, desarticulados de la actividad urbana tradicional (Bähr & Borsdorf, 2005; Janoschka, 2002; Mella, 2013), crean archipiélagos fragmentados (Davis, 2006). En estos los grupos dominantes pueden excluir a los demás actores del uso de espacios con enclaves restringidos, abiertos y espontáneos, pero controlados, vigilados y comerciales, esto es, que son lugares de ejercicio del poder sobre oprimidos, y de construcción de ciudadanía para las élites (Salcedo, 2002). Estas transformaciones han dislocado el espacio público de la esfera pública, de tal modo que el primero se ha desplazado a ser pseudopúblico o aun privado, y la segunda hacia espacios restringidos hasta formalizarse en una institucionalidad política cerrada.

Esta concepción de espacio público, si cuestionada por un ideal normativo y utópico (Fainstein, 1994), ha excluido a gran parte de la población de forma persistente en la historia, y su incorporación paulatina de ciertos segmentos se ha debido a prácticas de resistencia y apropiación radical (Salcedo, 2002); sin embargo, no deja de ser verdad que la sociabilidad contemporánea se ha movido en buena medida hacia espacios semiprivados, como lo demuestra la proliferación de este tipo de estructuras en la ciudad contemporánea. Y que aunque el debate democrático parece tender a cerrarse en la institucionalidad política formal, en realidad no logra completar ese desplazamiento debido a las prácticas de resistencia y de apropiación del espacio público que los actores contestatarios llevan a cabo.

Esto se advierte al observar que existe y persiste la movilización social que ocupa, se apropia y transforma el espacio público, utilizándolo para el debate. El análisis de los repertorios de contestación permite develar los modos en que se ocupa y quiénes ocupan el espacio público como espacio democrático, lo que lleva a distinguir tendencias a largo plazo y los posibles efectos de ello.

El análisis de los repertorios de contestación se encuentra estrechamente vinculado al desarrollo de la investigación sobre los movimientos sociales. Si bien más cercana a la teoría de movilización de recursos (McCarthy & Zald, 1977; McAdam, McCarthy & Zald, 1996; McAdam, Tarrow & Tilly, 2001; Tilly, 1997), la investigación de repertorios se desmarca de esos límites, ya que aborda la acción contestataria desde una perspectiva interactiva y dinámica (Tilly, 2010), lo que es relevante al considerar que los rasgos característicos de los conflictos es que se presentan como estructuras segmentadas y policéfalas, en una suerte de latencia de cada célula respecto de otra (Melucci, 1983).

Hablar de repertorios requiere abordar empíricamente la acción contestataria, la cual es una acción conflictiva, misma que, además de involucrar al menos dos oponentes, se refiere a actores o a grupos sociales en pugna (Tilly, 2005, 2006; Melucci, 1978; Orellana, 2017). Estas acciones pueden situarse temporal y espacialmente, lo que permite identificar actores, formas de acción, demandas, y analizar los ciclos de protesta con su eventual disruptividad (Tarrow, 1997). Es a partir de la elaboración de grandes catálogos de estas acciones que se pueden identificar los repertorios, esto es, “[…] un conjunto limitado de rutinas que son aprendidas, compartidas y representadas a través de un proceso relativamente deliberado de elección” (Tilly, 2005, p. 42). Los repertorios, por otra parte, son construcciones analíticas que designan la interacción conflictiva entre actores, y su estudio, al centrarse en datos de largo aliento, reduce “la tentación de dejar que pocos espectaculares y bien documentados conflictos dominen la interpretación del cambio” (Tilly, 2005, p. 65).

Al analizar los repertorios, Charles Tilly (1978, 2005, 2006, 2010) observa su transformación en Gran Bretaña entre los años de 1758 y 1834, demostrando que habían pasado de ser parroquiales, porque intereses e interacciones conflictivas se circunscribían a una comunidad singular, a cosmopolitas, porque los conflictos afectaban temas e intereses de centros de poder pertenecientes a varias localidades; de ser particulares, por desplegar acciones distintas en función de los temas, grupos, localidades y los objetos de las demandas, a modulares, en los que la gente despliega acciones similares a través de un rango amplio de temas, grupos, localidades y objetos de demandas (Tilly, 2005, p. 349); y de ser bifurcados, porque al involucrar temas locales se recurría a la acción directa, aunque cuando se trataba de temas de temas nacionales se recurría a la autoridad local, a ser autónomos, porque partían de la iniciativa de los demandantes y establecían comunicación directa entre ellos y los centros de poder nacional (Tilly, 2005, pp. 45-46). Esta transformación tuvo su origen en la expansión del Estado y el desarrollo del capitalismo, los cuales comportaban la nacionalización y la parlamentarización de la contestación (Tilly, 1997, 2008).

La investigación de Tilly es útil como referencia metodológica, ya que comienza describiendo las formas de contestación para luego analizar en el largo plazo la transformación de un repertorio de contestación. En este artículo se utilizarán estas distinciones para acercarse al cómo diferentes actores (estudiantes y trabajadores) en un mismo territorio (Chile) despliegan repertorios que devienen diferentes impactos en la escena social y política a nivel nacional. Se delimita así el ámbito de análisis, y se discrimina entre una forma de acción y un repertorio, a fin de observar en qué divergen los repertorios de cada actor, y constatar si dicha variación conduce a un uso y apropiación diferencial del espacio público.

Es con tal base que se ha elaborado, a partir de las cronologías del CLACSO, un catálogo de acciones contestatarias que contiene 2272 acciones que se dieron entre enero de 2000 y diciembre de 2011, y que involucraron a 75 actores de primer nivel empírico agrupados en seis categorías, 34 formas de acción agrupadas en diez categorías, y a cinco adversarios principales, y nueve demandas centrales. En lo que sigue se describirá y analizará la acción contestataria midiendo todos los años del catálogo (2000-2011), identificando los principales actores y situándolos en el marco global de contestación en Chile. Luego se profundizará en los actores estudiantil y trabajador para describir sus formas de contestación, con el propósito de analizar y contrastar sus repertorios y su incidencia en el espacio público.

Contestación social en Chile a principios del siglo XXI: principales actores

Identificar los actores de la contestación en Chile es relevante para situar en su contexto global a estudiantes y trabajadores. Las cronologías del CLACSO permiten identificar y describir quiénes son esos actores. La Tabla 1 los muestra en función de su categoría y porcentaje de participación por año.

Tabla 1 Porcentaje de participación por actor por año, 2000-2011 

Actor/Año 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total general
Estudiantes 32.7 23.4 9.1 15.6 12.5 29.4 19.3 15.9 22.6 9.9 14.0 41.0 22.5
Civil/Social 6.2 7.1 9.1 26.7 27.5 23.5 22.5 24.0 19.4 8.4 15.3 12.9 15.8
Pobladores 0.6 1.4 0.0 0.0 0.0 11.8 10.5 3.9 2.8 5.7 2.2 2.2 3.9
Pueblos originarios 22.2 28.4 21.6 22.2 12.5 23.5 17.9 20.5 12.7 25.2 15.7 11.3 18.3
Territorial 2.5 2.8 1.1 0.0 0.0 0.0 4.6 1.8 4.8 3.1 5.2 12.0 4.8
Trabajadores 35.8 36.9 59.1 35.6 47.5 11.8 25.3 33.9 37.7 47.7 47.6 20.6 34.7
Total general 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Elaboración propia con datos de CLACSO 2000-2011.

La Tabla 1 da cuenta, en primer lugar, de que el actor más movilizado son los trabajadores con más de un tercio del total de acciones contestatarias (34.7%, o 788 acciones), y que fue más de la mitad en 2002 (59.1%). Doce puntos abajo se encuentran los estudiantes con 22.5% de participación (512 acciones), la cual tuvo su punto más alto en 2011, con 41%, seguida del año 2000 con 32.7%, y la más baja en 2009 con 9.9%.

Los pueblos originarios, con un 18.3% de participación, y los militantes civiles y sociales, con 15.8%, se sitúan en un nivel intermedio, cada uno con variaciones específicas que podrían indicar coyunturas sociopolíticas o la emergencia de otros actores relevantes. Finalmente los actores territoriales y los pobladores, con 4.8% y 3.9%, respectivamente. Estos son los seis actores más movilizados según el catálogo elaborado.

Los datos muestran que los estudiantes, a pesar de la espectacularidad de sus movilizaciones, no son los que más se manifiestan en Chile, ya que su participación en los años catalogados alcanza 22.5%, mientras que los trabajadores alcanzan el 34.7%. Esto lleva a preguntarse por qué si los estudiantes se manifiestan menos veces que los trabajadores la repercusión de sus movilizaciones es mayor, pues cuatro exdirigentes estudiantiles fueron elegidos diputados en las elecciones de 2013,2 y diversas organizaciones que emergieron de las movilizaciones estudiantiles consiguieron la elección de veinte diputados y un senador en 2017, hechos que los trabajadores están lejos de obtener.

Atendiendo a tal pregunta, es relevante describir las formas de acción contestataria de trabajadores y estudiantes, para observar similitudes y diferencias y analizar así si contienen usos distintos del espacio que pudiesen influir en las repercusiones públicas.

Repertorios de contestación de trabajadores y estudiantes

En la Tabla 1 se vio que los trabajadores se han movilizado más en Chile entre 2000 y 2011, seguidos por los estudiantes. Si las repercusiones de sus demandas y movilizaciones son tan disímiles, ello tal vez se deba a las diferencias en sus repertorios, es decir, a sus formas de movilización, tipo de demandas, adversarios o interlocutores a los que se dirigen. En lo que sigue se mostrarán estas dimensiones con miras a construir analíticamente el repertorio de cada actor.

Formas de acción contestataria de trabajadores y estudiantes

Las formas de acción contestatarias son el aspecto más visible de una movilización conflictiva. Con él se puede rastrear un conflicto entre actores, pues constituye un observable empírico. La Tabla 2 resume las formas predominantes de los actores que se movilizaron en los doce años catalogados.

Tabla 2 Formas predominantes de acción contestataria de trabajadores y estudiantes, 2000-2011 (en %) 

Año 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total
Forma de acción TRABAJADORES
Asamblea/Comunicado 0.0 1.9 0.0 0.0 10.5 0.0 2.8 2.1 3.2 7.2 5.5 1.2 3.3
Corte/Bloqueo 10.3 17.3 15.4 12.5 5.3 0.0 13.9 14.6 6.3 1.6 2.8 4.7 8.2
Huelga de Hambre 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 4.2 1.0 4.2 4.0 7.3 4.7 3.2
Judicial 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.1 1.6 0.9 0.0 0.5
Negociación/Acuerdo 17.2 9.6 5.8 12.5 15.8 0.0 18.1 19.8 10.5 17.6 15.6 8.1 14.1
Ocupación 6.9 11.5 9.6 0.0 5.3 12.5 6.9 13.5 7.4 4.8 6.4 4.7 7.5
Otro 0.0 0.0 0.0 0.0 5.3 0.0 1.4 0.0 0.0 0.8 1.8 1.2 0.8
Paralización/Huelga 20.7 21.2 34.6 56.3 36.8 0.0 30.6 36.5 30.5 52.0 43.1 41.9 36.9
Provocación/Violencia 6.9 3.8 1.9 0.0 10.5 0.0 2.8 0.0 7.4 0.0 0.0 1.2 2.4
Reunión contestataria 37.9 34.6 32.7 18.8 10.5 87.5 19.4 12.5 29.5 10.4 16.5% 32.6 23.1
ESTUDIANTES
Asamblea/Comunicado 0.0 3.0 0.0 0.0 0.0 0.0 7.3 13.3 5.3 3.8 9.4 16.4 9.0
Corte/Bloqueo 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 6.7 1.8 0.0 0.0 4.1 2.1
Huelga de hambre 1.9 0.0 0.0 0.0 0.0 5.0 0.0 0.0 0.0 0.0 6.3 5.8 2.7
Judicial 0.0 0.0 0.0% 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.6 0.2
Negociación/Acuerdo 13.2 12.1 0.0 0.0 20.0 15.0 14.5 2.2 1.8 3.8 3.1 2.9 6.3
Ocupación 41.5 12.1 12.5 28.6 20.0 10.0 27.3 28.9 35.1 42.3 31.3 18.7 26.0
Otro 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.2 0.0 3.8 0.0 0.0 0.4
Paralización/Huelga 5.7 9.1 12.5 14.3 0.0 5.0 10.9 6.7 5.3 3.8 0.0 1.8 4.9
Provocación/Violencia 1.9 3.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.8 6.7 3.5 11.5 3.1 4.1 3.7
Reunión contestataria 35.8 60.6 75.0 57.1 60.0 65.0 38.2 33.3 47.4 30.8 46.9 45.6 44.7

Fuente: Elaboración propia con datos de CLACSO 2000-2011.

La Tabla 2 revela que existen diferencias significativas entre las formas de acción contestataria de los trabajadores y las de los estudiantes. Para el caso de los primeros, la principal se compone de paralizaciones y de huelgas laborales hasta sumar el 36.9% (291) del total, cifra en la que el 20.3% corresponde a huelgas, y el 79.7% a paros laborales locales (32.6%), sectoriales (45.7%) y nacionales (1.4%). Los trabajadores recurren también a la manifestación pública en un 23.1% (182 acciones), destacándose las marchas y los paros nacionales. En tercer lugar, hay que señalar las negociaciones y acuerdos a los que llegan con sus interlocutores. Dado que la negociación forma parte del proceso del conflicto y que el acuerdo es su resolución, es relevante notar que estos conforman un 14.1% del total de acciones.

El caso de los estudiantes dista significativamente del de los trabajadores. Se observa en la Tabla 2 que su forma fundamental de manifestación es la reunión contestataria, es decir, “asambleas públicas visibles en las que intereses en conflicto están claramente en juego” (Tilly, 1978, p. 8), que reflejan un 44.7% (229) de sus acciones. Casi el doble, porcentualmente hablando, respecto de los trabajadores. En segundo lugar, los estudiantes echan mano de la ocupación en el 26% de sus acciones (133), típicamente tomas de liceos, carreras, facultades o universidades, o de irrupciones en instituciones en momentos de reunión de las autoridades políticas. La toma u ocupación de facultades o liceos es una forma tradicional de la movilización estudiantil, y se las encuentra en cada proceso de movilización desde mediados de la década de 1990. Una tercera forma de acción son las asambleas y comunicados, que conforman el 9% (46 veces). Esta forma de acción importa por cuanto ella comienza a utilizarse de modo sistemático en 2006 hasta ser el 16.4% en 2011, lo que quiere decir que tanto la forma de organizarse, como la comunicación pública de sus resoluciones, son relevantes para este actor.

La Tabla 2 entrega elementos para un análisis comparado de repertorios. Mientras que las formas de acción predominantes de trabajadores se sitúan en su ámbito de trabajo, con más del 50% de sus acciones en interacción con su espacio laboral mediante la paralización, la huelga, la negociación o el acuerdo, entre los estudiantes más del 50% de sus formas de acción pertenecen a la expresión pública de demandas, sea mediante reuniones contestatarias que ocupan masivamente la calle, o mediante comunicados públicos y asambleas. Para los trabajadores la contestación pareciera ceñirse al espacio laboral; para los estudiantes la apropiación del espacio público comunica demandas que se extienden más allá de sus límites en tanto actor.

Las formas de acción son el primer aspecto con discordancias significativas entre ambos actores. Para profundizar el análisis de repertorios, es necesario saber quiénes son los adversarios principales con los que aquellos interactúan conflictivamente, y su tipo de demandas. Ambas dimensiones se presentan a continuación.

Principales adversarios de trabajadores y estudiantes

Si las formas de acción contestataria son el componente inmediatamente observable para comenzar a rastrear un conflicto, la identificación del adversario es por igual relevante, por cuanto define la interacción y el potencial alcance de ella, en el sentido de que adversarios más generales implicarían actores más cosmopolitas, y los más particulares a actores más parroquiales. La Tabla 3 muestra los adversarios principales de trabajadores y estudiantes.3

Tabla 3 Principales adversarios de trabajadores y estudiantes, 2000-2011 (en %) 

AÑO 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total general
ADVERSARIO ESTUDIANTES
Empresa 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 3.8 0.0 3.5 1.4
Gobierno central 52.8 84.8 75.0 85.7 40.0 70.0 72.7 46.7 64.9 30.8 90.6 74.3 67.6
Gobierno local 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.8 2.2 1.8 0.0 6.3 2.3 1.8
Gobierno regional 0.0 9.1 12.5 0.0 0.0 15.0 3.6 13.3 1.8 0.0 0.0 0.6 3.3
Institución 39.6 0.0 12.5 14.3 20.0 0.0 9.1 24.4 24.6 53.8 0.0 2.9 14.3
Total 88.3
TRABAJADORES
Empresa 17.2 21.2 15.4 18.8 5.3 12.5 30.6 62.5 45.3 23.2 51.4 51.2 36.5
Gobierno Central 62.1 53.8 69.2 56.3 57.9 75.0 41.7 24.0 32.6 60.8 40.4 26.7 44.8
Gobierno Local 8.6 3.8 9.6 0.0 5.3 0.0 2.8 1.0 4.2 1.6 1.8 14.0 4.6
Gobierno Regional 5.2 5.8 3.8 6.3 0.0 0.0 2.8 3.1 0.0 2.4 1.8 0.0 2.4
Institución 0.0 1.9 0.0 0.0 0.0 0.0 16.7 4.2 11.6 3.2 2.8 0.0 4.4
Total 92.8

Fuente: Elaboración propia con datos de CLACSO 2000-2011.

Como se ve en la Tabla 3 el gobierno central es el principal adversario de ambos actores, pero mientras que para los estudiantes es una demanda fundamentalmente exógena, para los trabajadores es principalmente endógena, pues el 55.3% la realizan los trabajadores del propio Estado (empleados públicos y profesores).4 Los estudiantes, en cambio, tienen una clara tendencia a concentrar sus demandas exógenamente en el gobierno central, con más de dos tercios, 67.6%, o 346 de sus acciones, independientemente de su tipo de demandas. Muy por debajo se encuentran las demandas endógenas orientadas hacia la institución (14.3%), esto es, conflictos entre los estudiantes con un liceo, facultad o universidad. Los otros adversarios aparecen como irrelevantes. Los trabajadores, por el contrario, tienden en demasía a identificar su adversario de modo endógeno, ya que el 36.5% (288 acciones) lo compone la empresa, además de que el 55.3% de las demandas hacia el gobierno central la realizan trabajadores del propio Estado, con lo que suman 61.2%.5 Además, el total de los conflictos de trabajadores cuyos adversarios son los gobiernos regional y local, son también endógenos. Esto quiere decir que el 72.6% son de este carácter. Mientras para los estudiantes demandante y demandado están separados institucionalmente, para los trabajadores los adversarios pertenecen esencialmente a la propia empresa o institución.

A esta disímil orientación de adversarios se corresponde una disímil diversidad de los mismos. El gobierno central es una figura que conlleva a que el conflicto, independientemente del personaje al que se oriente la demanda (presidente, ministros o subsecretarios), se sitúa a nivel político y nacional, por ejemplo, la demanda estudiantil en 2011 de educación pública, gratuita y de calidad. En una sola figura se concentra el conjunto de demandas públicas, y sus resultados afectan a sectores más amplios que a los propios estudiantes. Pero cuando el adversario es una empresa o la propia institución, la lógica de acción es distinta, sobre todo porque su alcance se limita a la interacción conflictiva entre los contestatarios y los directores de las empresas o instituciones, concentrando demandas principalmente privadas. En estos casos, los adversarios son particulares y los efectos de la movilización afectan solo a los contendientes, como el acuerdo para aumentos salariales entre trabajadores y directivos de Alsacia en julio de 2007. Emerge así una variedad de adversarios cuyo alcance es limitado. Para los estudiantes, solo el 14.3% de sus demandas se dirigen a la institución, mientras que entre los trabajadores, ese porcentaje aumenta al 61.2% (4.2 veces). Este aspecto indica que si para los trabajadores prima la dispersión y un limitado alcance de adversarios y conflictos, para los estudiantes prima la concentración del adversario, y un incremento del alcance de los conflictos.

Los adversarios configuran una segunda dimensión para construir los repertorios. Aquí se mostró que, en tanto los estudiantes concentran sus demandas de modo exógeno y esencialmente en el gobierno central, los trabajadores observan un carácter endógeno, lo que lleva a una mayor dispersión y multiplicidad de adversarios en función de su lugar de trabajo. Una descripción del tipo de demandas que realiza cada actor dará cuenta de forma más completa sobre cuál es la orientación conflictiva general de trabajadores y estudiantes.

Tipos de demandas de trabajadores y estudiantes

Si las formas de acción contestataria componen el modo de expresión empírico y los adversarios definen la interacción y su potencial alcance, las demandas constituyen el contenido de la interacción conflictiva, puesto que ellas dan cuenta de lo que se desea transformar. En esta dimensión es de esperar que cada actor enarbole demandas que afecten directa, aunque no necesariamente de modo exclusivo, sus intereses. La Tabla 4 reseña las principales demandas de estudiantes y trabajadores.6

Tabla 4 Principales demandas de trabajadores y estudiantes, 2000-2011 (en %) 

AÑO 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total general
TRABAJADORES
Condiciones 0.0 1.9 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 10.5 16.8 14.7 11.6 7.4
Derechos humanos 0.0 0.0 0.0 0.0 5.3 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.1
Derechos sexuales 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.1 0.0 0.0 0.0 0.3
Educación 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.4 0.0 2.1 3.2 0.9 1.2 1.1
Empleo 8.6 21.2 21.2 12.5 10.5 37.5 1.4 4.2 5.3 1.6 19.3 9.3 9.5
Laborales 58.6 44.2 42.3 62.5 52.6 25.0 79.2 83.3 68.4 68.8 59.6 58.1 64.0
Política económica 27.6 21.2 17.3 6.3 0.0 0.0 1.4 4.2 4.2 0.0 0.0 1.2 6.0
Servicios básicos 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.4 1.0 1.1 0.8 1.8 0.0 0.8
Solidaridad 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.4 0.0 1.2 0.5
89.6
ESTUDIANTES
Condiciones 5.7 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 12.3 11.5 21.9 2.3 4.7
Derechos humanos 1.9 3.0 0.0 0.0 0.0 0.0 3.6 15.6 0.0 3.8 3.1 2.3 3.3
Derechos sociales 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 3.1 0.0 0.2
Educación 75.5 33.3 100.0 100.0 80.0 75.0 78.2 46.7 75.4 69.2 37.5 73.7 68.0
Empleo 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.6 0.2
Política económica 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 6.3 0.0 0.4
Servicios básicos 7.5 48.5 0.0 0.0 0.0 20.0 7.3 26.7 5.3 0.0 9.4 6.4 11.1
Solidaridad 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 4.4 1.8 3.8 9.4 0.6 1.6
89.5

Fuente: Elaboración propia con datos de CLACSO 2000-2011.

La Tabla 4 indica que las demandas de ambos actores son distintas. Las de los trabajadores de tipo laboral suman directamente el 64% del total, e indirectamente un 22.9%, incluyendo condiciones laborales, exigencia de empleo y rechazo de políticas económicas que afectan el trabajo. Por su parte, el 68% de las demandas de los estudiantes se concentran en temas educativos, y un 15.8% en cuestiones relacionadas con infraestructura y servicios estudiantiles como pasaje escolar y becas de alimentación. Esto quiere decir que el 86.9% de las demandas de los primeros tienen que ver directa o indirectamente con el trabajo, y el 83.8 % de las estudiantiles se relacionan directa o indirectamente con lo estudiantil, lo que pone de relieve un estrecho vínculo entre demandas e intereses de cada actor.

Si se desagregan los datos en el impacto de las demandas, se observa otra diferencia relevante para analizar los repertorios. Las demandas directamente laborales (64%) y educativas (68%) de trabajadores y estudiantes, se distinguen en función de si sus efectos involucran a otros actores, agrupaciones o individuos distintos de ellos. Es decir, si sus demandas los desbordan e involucran intereses de grupos sociales más amplios.

La tabla 5 nos dice que entre los trabajadores predominan las demandas cuyos efectos se centrarían en sus intereses inmediatos, con el 81.7% del total de sus acciones. Esto es consistente en el tiempo y, salvo entre 2003 y 2005, en todos los años sus demandas tienen ese comportamiento. Si se considera que el 61.2% de sus adversarios son endógenos, se mantiene la idea de que sus intereses, demandas y acciones se restringen a su ámbito laboral interno y local, lo que sostiene el carácter parroquial de su repertorio.

Tabla 5 Efectos de las demandas de trabajadores y estudiantes, 2000-2011 (en %) 

TRABAJADORES
Efecto 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total general
No 86.7 81.8 63.6 40.0 50.0 0.0 93.5 86.7 84.2 80.0 78.1 89.8 81.7
13.3 18.2 36.4 60.0 50.0 100.0 6.5 13.3 15.8 20.0 21.9 10.2 18.3
ESTUDIANTES
Efecto 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total general
No 94.9 90.9 87.5 100.0 100.0 100.0 41.5 55.6 32.6 70.6 63.6 3.6 48.0
5.1 9.1 12.5 0.0 0.0 0.0 58.5 44.4 67.4 29.4 36.4 96.4 52.0

Fuente: Elaboración propia con datos de CLACSO 2000-2011.

En cambio, entre los estudiantes la tendencia, a pesar de que en el global se observa una sensible diferencia respecto de los trabajadores, donde el 81.7% de los efectos de sus demandas desbordarían a este actor, no es muy distinto durante gran parte de los años catalogados ya que, salvo 2006, 2008 y 2011, el tipo de demanda estudiantil beneficiaría a los propios estudiantes. El año 2011, que representa más del 40% de las acciones estudiantiles, inclina la balanza global. Sin embargo, existen diferencias significativas con los trabajadores: primero, que en 2006 y 2011, los años de mayores manifestaciones estudiantiles, predominan las demandas cuyos efectos desbordan al actor estudiantil (58.5% y 96.4%, respectivamente), y segundo, que el adversario principal es, exógenamente, el Estado, con un 67.6% (Tabla 3). Estos dos elementos distintivos entre trabajadores y estudiantes indican que los primeros expresan intereses e interacciones conflictivas circunscritas a su espacio particular, en tanto que los segundos, en los años de mayor actividad contestataria, refieren temas e intereses generales que afectan centros de poder e involucran varias localidades. Esto significa que los trabajadores se expresan prioritariamente de modo parroquial, y que los estudiantes lo hacen de modo cosmopolita.

Análisis de repertorios y repercusión pública entre trabajadores y estudiantes

En las páginas precedentes se observó que los trabajadores y estudiantes son quienes más han participado de acciones contestatarias entre 2000 y 2011 (34.7% y 22.5%, respectivamente), pero que sus modos de manifestarse, adversarios y demandas difieren hasta conformar repertorios distintos de contestación. Estos son, como se indicó, “maneras establecidas en las que pares de actores realizan y reciben demandas que pesan sobre los intereses de los otros” (Tilly, 2005, p. 43), que designan interacciones conflictivas, desplegando conjuntos limitados de rutinas aprendidas, compartidas y representadas. Dilucidar el repertorio de contestación de cada actor deviene relevante, pues sus rasgos y lógicas ayudan a comprender, por un lado, si sus diferencias son significativas como para pensar en dos repertorios distintos y, por el otro, si dichas diferencias implican usos y apropiaciones distintas del espacio, que podría ser un factor relevante de los impactos diferenciales que han tenido las movilizaciones de cada actor en la escena nacional. En las páginas siguientes se analizan ambos elementos.

Repertorios disímiles de trabajadores y estudiantes

Ya fue señalado arriba que los trabajadores, como actor más presente de la conflictividad en Chile, despliegan un repertorio parroquial, pues sus intereses y demandas se limitan a una interacción directa y localizada entre ellos y su adversario. Así, el 61.2% de sus adversarios son endógenos, el 86.9% de sus demandas son laborales directas e indirectas, y el 64% de ellas son salariales o por condiciones laborales. En suma: una marcada tendencia a delimitar el conflicto al ámbito laboral directo e inmediato, primando un comportamiento localizado y disperso, con conflictos en esencia económico-corporativos (Gramsci, 2007).

Los estudiantes, en cambio, despliegan un repertorio cosmopolita, ya que sus conflictos abarcan temas e intereses nacionales, además de a diversas instituciones. La mayoría de sus acciones involucran a más actores y sus demandas son generales. Así, en 2006 más del 55% de ellas era contra la Ley Orgánica Constitucional de Educación; en 2008 más del 65% era contra la reforma a esa ley propuesta por el gobierno que mantenía los fundamentos de la anterior, y en 2011 más del 90% de sus acciones presentaba demandas por transformaciones políticas de largo plazo a nivel nacional, bajo la consigna de educación pública, gratuita y de calidad. En suma, los estudiantes protestan de modo cosmopolita, y sus demandas se sitúan más a nivel político, pues sus intereses “pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados” (Gramsci, 2007, p. 415), lo que da lugar a una disputa política e ideológica, más que económica y corporativa.

En segundo término, los trabajadores despliegan un repertorio de acciones particulares porque las realizan en función de los temas, grupos y objetos de demandas considerando una interacción endógena con sus adversarios, y en menor medida modulares, porque algunas de ellas atraviesan varios temas, grupos y localidades, cuando se trata de trabajadores repartidos en el territorio nacional, como es el caso de empleados públicos y profesores. Futuras investigaciones pueden profundizar en sus ciclos de protesta para analizar en qué medida son relevantes los periodos de discusión presupuestaria de las instituciones y empresas, con el objetivo de analizar el peso que las estructuras de oportunidades y amenazas políticas tienen en la emergencia o declive de sus procesos conflictivos (Tilly, 1978, 2006; Snyder & Tilly, 1972; McAdam, McCarthy & Zald, 1996; Tarrow, 1997; Meyer, 2004; Meyer & Minkoff, 2004; Redding & Viterna, 1999; Marks & McAdam, 1996; Giugni, 2009).

Los estudiantes, por su parte, se inclinan más por un repertorio modular, ya que cerca de la mitad de sus acciones (44.7%) son reuniones contestatarias, y más de un cuarto (26%) son ocupaciones, ambas consistentes durante los doce años catalogados, lo que indica que sus maneras de presentar demandas, en tanto creaciones culturales, son extremadamente limitadas, independientemente de su tema, grupos y objeto. Los estudiantes son consistentes con las performances que despliegan, y ello pareciera ser ajeno a las oportunidades políticas. Es posible que la preponderancia del gobierno central como adversario (67.6%) y el nivel político del conflicto apuntalen esta modularidad.

Finalmente, la autonomía implica que los actores recurren a una acción que comienza por iniciativa propia, buscando establecer una comunicación directa entre ellos y los centros de poder nacional. En el caso de los trabajadores, se vio que el 72.6% de sus demandas se orientan a la empresa o institución propias, concentrando su campo de acción y de comunicación a la interacción al interior de ellas. Por su parte, las demandas de los estudiantes, en un 67.6% se dirige al gobierno central de modo exógeno, estableciendo una comunicación directa con este, y abarcando gran número de localidades, temas y objetos. Si bien las iniciativas de acción de ambos actores pueden ser de tipo autónomo, la interacción se da en distintos niveles y con diferentes alcances, porque los trabajadores se limitan a la interacción con su institución, mientras que los estudiantes amplían el alcance de sus demandas hasta abarcar lo político nacional.

Los trabajadores, como actor más movilizado en Chile, despliegan un repertorio parroquial, porque sus intereses y demandas se restringen a la interacción entre ellos y su adversario, marcadamente particular; porque sus acciones, en esencia endógenas, varían dependiendo de temas, grupos y objetos de demandas, y este carácter dificulta la comunicación directa con los centros de poder y, por lo tanto, de desplegar un repertorio autónomo. Los estudiantes, por su lado, despliegan un repertorio cosmopolita porque sus conflictos -que involucran varias localidades, temas e intereses- se orientan a centros de poder; modular, porque sus acciones son similares sin importar la época, tema, grupo o localidad, y autónomo, porque al ser fundamentalmente exógeno y político, establecen comunicación directa entre ellos y los centros de poder.

El repertorio de los estudiantes sería consistente con la centralización política y parlamentarización de la contestación (Tilly, 2005, 2008), en tanto que los trabajadores se inclinan mayormente por disputas locales con los detentores de un poder económico que se circunscribe a la organización de la que forman parte. Queda por ver si estas diferencias en los repertorios inciden en los efectos dispares de las contestaciones estudiantiles y de los trabajadores en Chile, dado que los estudiantes lograron no solo representación parlamentaria directa, sino también porque a partir de sus movilizaciones emergieron movimientos y partidos que terminaron instalándose en el escenario político nacional.7

Repertorios de contestación y apropiación del espacio público

El cosmopolitismo, la modularidad y el carácter autónomo del repertorio estudiantil es la diferencia respecto del repertorio de los trabajadores. El cosmopolitismo, que es la transversalidad de temas e intereses a nivel nacional, y la modularidad, que es el despliegue de acciones similares independientemente de los temas, grupos y los objetos de demandas, además de la autonomía en cuanto a la comunicación que establecen a nivel político y nacional, son rasgos que convergen en que se despliegan y transmiten fundamentalmente en la calle, espacio que sintetiza la diferencia nodal que atraviesa todas las dimensiones entre el repertorio de los trabajadores y el de los estudiantes. Así, mientras el espacio público es un espacio que estos últimos disputan en cada proceso de movilización, hasta ser más del 50% de sus formas de acción (44.7% son reuniones contestatarias y 9% asambleas y comunicados), para los trabajadores ello se reduce a 26.4% (23.1% reuniones contestatarias y 3.3% de asambleas y comunicados), esto es, que lo disputan en coyunturas o ciclos de protesta particulares.

Si el espacio público es aquel en el cual todas y todos tienen derecho de acceder (Bloomley, 2009), no todos lo utilizan para un debate democrático mediante la expresión de demandas. Mientras algunos lo consideran central, otros lo ven como marginal de acuerdo a sus intereses, y se vuelcan en una conflictividad endógena en espacios semipúblicos o privados. El análisis de este artículo muestra que los estudiantes se inclinan marcadamente por el espacio público, haciendo de la calle el mejor sitio para expresar sus demandas. Y que los trabajadores concentran sus demandas en el espacio privado o semipúblico, ante la empresa o institución como locus de expresión contestataria.

Los trabajadores parecieran manifestarse coherentemente respecto del vaciamiento del espacio público como lugar significativo de expresión de conflicto, centrándose en un repertorio que es particular y parroquial, difícilmente autónomo. Su acción se ciñe a una interacción conflictiva endógena entre ellos y su empleador: 61.2% de sus adversarios son endógenos, el 86.9% de sus demandas son laborales, y solo el 23.1% de sus acciones conlleva el uso y apropiación del espacio público para expresarlas. Asimismo, cerca del 70% de sus acciones tienen lugar en espacios laborales, sumadas todas sus formas de acción en ellos o en sus alrededores. Esto indica que el repertorio de contestación es coherente con el carácter endógeno de la interacción conflictiva, y con la utilización de espacios privados o pseudoprivados para expresarlo, donde el propietario tiene el derecho de excluir a otros (Macpherson, 1978). Los trabajadores, cuyos intereses son fundamentalmente laborales y económicos, ocupan marginalmente el espacio público como expresión democrática.

Los estudiantes, en cambio, ostentan un repertorio cosmopolita, modular y autónomo en su interacción con los centros de poder de nivel nacional. Su acción se despliega sobre todo en el espacio público, apropiándoselo y transformándolo en esfera pública, es decir, en debate democrático. Más de la mitad de sus acciones se dan allí, y más de dos tercios de sus demandas son exógenas, orientadas hacia el gobierno central (67.6%). La expresión de sus intereses y demandas se dirigen a un adversario de alcance nacional, usando y apropiándose de un espacio al que todas y todos pueden acceder para transformarlo en público. Es factible decir que los estudiantes conciben este espacio como uno consagrado a prácticas colectivas (Delgado, 2007), que se disputa en la configuración de la ciudadanía (Fernández, 2013; Fernández-Droguett, 2017).

Estos rasgos implican que los estudiantes, por su cosmopolitismo, modularidad y autonomía, tienen otra diferencia respecto de los trabajadores. Estos últimos, al limitarse a espacios privados en su interacción conflictiva, restringen su interlocución con su relación adversarial endógena, conformada por la empresa o el Estado. Y los estudiantes, al apropiarse del espacio público y tener una relación adversarial exógena y principalmente con el Estado, distinguen adversario de interlocutor: su adversario se sitúa en la esfera política e institucional, pero su interlocución se da con la sociedad en general, ya que al expresarse conflictivamente ocupando y apropiándose del espacio público, el debate no se cierra con el adversario, sino que comunica sus demandas al conjunto de la sociedad a través de los rituales de sus reuniones contestatarias (Delgado, 2004). Los trabajadores limitan la interlocución a una interacción conflictiva endógena, los estudiantes desbordan su interacción para llevarla al espacio público y a la sociedad en general. Si a este desborde se le añade la capacidad del actor estudiantil de irrumpir masivamente8 en la cotidianidad (Delgado, 2004; Tarrow, 1997), pareciera que el carácter cosmopolita, modular y autónomo de su contestación se reafirma con su despliegue en el espacio público, permitiendo la visibilización del actor, sus demandas y conflictos, hasta hacer de ambos causas plausibles del apoyo social durante las movilizaciones de 2011, con un pico de 79% en agosto (Adimark, 2013), así como de la consolidación de su impacto en la esfera pública y política institucional.

Es muy posible que esto se deba a cambios organizacionales y de mecanismos de decisión de largo plazo (Donoso, 2013), los cuales reflejan una identidad activista que facilitó la difusión y masificación de demandas más allá de sus límites en tanto actor (Palacios-Valladares, 2016). En este sentido, la Confech, la ACES y la CONES, todas de carácter nacional y agrupando distintas federaciones, centros, o colectivos de estudiantes, han facilitado la emergencia y el mantener procesos de movilización que alcanzan rápidamente un carácter cosmopolita, modular y autónomo. Posiblemente también el repertorio de trabajadores, al ser parroquial y particular, interactivamente endógeno y con demandas centradas en aumentos salariales, dificulten la realización de manifestaciones masivas, dado que las empresas tienen números limitados de trabajadores y, salvo circunstancias excepcionales, la solidaridad del grupo social o de clase no parece impactar. El mundo laboral, que hasta 1973 fue un sujeto político central en la historia del país, hoy parece más “un grupo de personas que comparten alguna propiedad específica, sin que dicha propiedad o característica aún se haya, si esto es posible, constituido en fuente de identidad colectiva” (Agacino, 2006, p. 6. Cursivas en el original). Los decretos leyes que conforman el Plan Laboral de 1979 parecen ser el factor decisivo en este proceso que ha afectado el poder y el carácter de la movilización de los trabajadores.

Conclusiones

Lo cierto es que la visibilización del actor estudiantil, de sus demandas y adversarios, permiten un uso político del espacio público, transformándolo en campo de debate democrático, y posicionándolo como actor central de los procesos sociales contemporáneos. Sus interacciones conflictivas pueden, por tanto, situarse directamente en la esfera política, y han sido capaces de elegir representantes en la institucionalidad. Los trabajadores en cambio, cuyo repertorio es parroquial, particular y difícilmente autónomo, se manifiestan en espacios privados, sus demandas son económicas, y su interacción conflictiva es endógena, por lo que no pueden convocar masivamente, ocupar y apropiarse del espacio público para convertirlo en campo de debate democrático, lo que les ha impedido representarse a sí mismos en la esfera política institucional.

El despliegue de un repertorio y articulación con el espacio público revela no solo lógicas de acción, sino que parece relevante para comprender los impactos y efectos de las movilizaciones contestatarias de determinados actores en la escena nacional. Así, los trabajadores con su repertorio parroquial, particular y poco autónomo, difícilmente pueden articularse con un espacio público para transformarlo en esfera democrática, por lo que sitúan sus conflictos en la relación endógena y a nivel económico corporativo, dificultando su capacidad de devenir un actor político. Para los estudiantes, en cambio, parece clara la relación entre un repertorio cosmopolita, modular y autónomo, con una apropiación masiva del espacio público para transformarlo en esfera pública y democrática, cuya lógica de acción contribuye a la capacidad política de un actor social.

Investigaciones posteriores podrían indagar con más detalle en varias dimensiones que emergen a partir del presente análisis, en particular en dos. Primero, en la profundización a largo plazo de los repertorios de los actores tratados aquí. Por ejemplo, si fueran los trabajadores, se podría observar cómo afectó el Plan Laboral en la transformación de sujeto político a categoría estadística como indica Agacino (2006), y para los estudiantes, si la estructura de oportunidades políticas ha afectado los distintos procesos de movilización (Tilly, 1978), en específico los estallidos de 2006 y de 2011. Segundo, comparando los repertorios vistos aquí para el caso de actores distintos a trabajadores y estudiantes. En particular con el pueblo mapuche, cuya larga tradición de lucha en contra del Estado chileno ha tenido múltiples momentos; con los pobladores, que al igual que los trabajadores, fueron un actor político destacado hasta 1973, y con las movilizaciones medioambientales, que han surgido con fuerza desde mediados de la primera década de los dos mil. La articulación entre repertorio y espacio público puede ayudar a comprender los aspectos relevantes en cuanto a la capacidad política de cada uno de estos actores. En los casos aquí desarrollados, los repertorios que despliegan trabajadores y estudiantes han mostrado que para los primeros su interacción con su adversario constituye el límite de su campo de acción, y que para los segundos el espacio público representa un campo de acción que se extiende hacia el conjunto social.

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1Los informes de las Cronologías fueron trimestrales entre enero de 2000 y abril de 2007, y pasaron a ser mensuales entre mayo de 2007 y agosto de 2012.

2Camila Vallejo, Karol Cariola, Giorgio Jackson y Gabriel Boric.

3Se suprimieron adversarios marginales para ambos actores, por ejemplo, carabineros (0.2% para estudiantes; 0.1% para trabajadores). Pero con fines comparativos se mantuvieron los que para uno eran relevantes y para el otro marginales, por ejemplo, la empresa (28% para trabajadores; 1.4% para estudiantes). La sumatoria de adversarios incluidos para ambos es de alrededor de 90%.

4Datos extraídos del catálogo elaborado con las cronologías del CLACSO.

5El 55.3 del 44.8% es 24.7, el cual se suma al 36.5% de la empresa.

6Se han suprimido las demandas marginales. La suma de demandas seleccionada es de alrededor de 90%.

7Para las elecciones de 2017 formaron el Frente Amplio que logró veinte diputados y un senador, y la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez, que estuvo ad portas de llegar a segunda vuelta con 20.3% de los votos, detrás de Sebastián Piñera de Chile Vamos (36.6%) y Alejandro Guillier, de Nueva Mayoría (22.7% de votos).

8Destacan el jueves 18 de agosto de 2011 (170 mil estudiantes en todo Chile), o el 30 de mayo de 2006 (ochocientos mil estudiantes secundarios se sumaron al paro nacional, y cien mil universitarios a las protestas) (CLACSO, 2011, 2006).

Recibido: 05 de Mayo de 2019; Aprobado: 17 de Febrero de 2020

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