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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.28 no.55 México ene./jun. 2020  Epub 02-Jul-2020

https://doi.org/10.18504/pl2855-016-2020 

Reseñas

Migración y transnacionalismo. Extrañando la tierrita…, de Ana Melissa Pardo Montaño

Jorge Arturo Mirabal Venegas* 

*Maestro en Antropología Social por El Colegio de San Luis, A.C. Actualmente estudia el Doctorado en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro (México) | nawatti@live.com.mx

Pardo Montaño, Ana Melisa. Migración y transnacionalismo. Extrañando la tierrita…. México: Flacso México, 2017. 170p.


En los últimos diez años se ha vuelto la mirada para revisar las nociones de la región, los espacios y sus hechos sociales como un cúmulo en cadena, relacionándolos para comprender las implicaciones territoriales y los movimientos poblacionales. El libro de Pardo Montaño sigue este curso, pues acerca la geografía a una metodología interdisciplinaria en la que se asume la necesidad de observar y retomar todo elemento constitutivo del espacio o hecho social. Así, la autora nos coloca ante la emergencia en las ciencias sociales de las discusiones alternas que ayudan a entender la complejidad de todos los aspectos que conforman un hecho social, su contexto y sus estructuras subyacentes.

La obra aborda espacios tradicionales y espacios en movimiento desde la perspectiva de la geografia para analizar la migracion y su relación con el espacio. La geografía de la población le ha dado un sitio nuevo a las lógicas espaciales derivadas del fenómeno migratorio (p. 8), las cuales representan un estudio directo de la relación de una población con su espacio de origen y un espacio en constante movimiento tomando en cuenta las estructuras y elementos que lo integran.

La aportación de la obra consiste en dar respuesta a cómo la migración internacional produce, transforma y reconstruye el espacio y qué implicaciones se derivan de dicha producción (p. 9). Es una investigación que se enfoca en el flujo migratorio de Axochiapan, Morelos, México, a las Ciudades Gemelas en Minnesota, Estados Unidos. Una migración que tuvo su mayor auge en la década de 1990 y que no ha cesado hasta la actualidad.

En el primer capítulo, el libro nos presenta un valioso análisis de los autores que han hecho de la migración su objeto de estudio. Así, hay quienes la han concebido como totalidad o como una teoría de la causación acumulada, tesis en la que se entiende que la migración genera más migración. Otros han propuesto que el transnacionalismo es la migración entrelazada con un antes y un después que no están aislados ni separados, sino que se unen y relacionan en todo momento en la vida del migrante. Algunos han profundizado en las relaciones que se dan entre el lugar de origen y el de destino. También hay quien ha señalado que una importante herramienta analítica sería definir el espacio como una totalidad conformada por personas, empresas, instituciones, medio ecológico e infraestructuras (p. 10). O bien, hay quien ha propuesto analizar el fenómeno migratorio y su influencia en las modificaciones y la construcción del espacio, de tal modo que convendría entenderlo como un proceso dinámico, cuyas dimensiones no pretenden dividirlo sino unificarlo, una idea que a la postre se transforma en el eje de la metodología de la investigación que ofrece este libro de Melisa Pardo.

Acerca de la producción material y económica, la autora refiere que hay que entenderlas como un recurso simbólico que actúa sobre las modificaciones de la migración internacional en el espacio por lo que habría que comprenderlas desde el concepto de tiempo. Esto es, como una etapa de consolidación o de materialidad en las modificaciones y sus consecuencias para el lugar de origen y el de destino (p. 11). Comprender entonces el flujo migratorio en esta investigación abarca prácticas entendidas como transnacionales, es decir, como el contacto continuo entre la población de origen y la de destino, y el reenvío de remesas.

La investigación consta de 41 entrevistas semiestructuradas y en profundidad hechas con informantes clave en Axochiapan y otras localidades aledañas y en el lugar de destino, es decir, en Mineápolis y Saint Paul, en Minnesota, donde se entrevistó a migrantes, no migrantes, y mayordomos y participantes de la festividad de san Pablo Apóstol (p. 13).

En su primer capítulo, la autora aborda las teorías y conceptos que fundamentan su estudio de la relación del espacio con la migración desde la perspectiva de la geografía. En el segundo, expone los antecedentes del proceso migratorio del lugar de origen y del de destino. En el tercero, se ocupa de las prácticas materiales de los procesos económicos y políticos, y finalmente, el cuarto, analiza el espacio desde el enfoque de lo simbólico a partir de las prácticas religiosas, los sentidos de pertenencia, la identidad transnacional, y el espacio imaginado o cómo este se lo representa el migrante a través de su apropiación y percepciones del lugar de origen y el de destino (p. 14).

Para la autora, a pesar de la abundancia de estudios existen vacíos conceptuales o falta de interacción entre la sociedad y la geografía, aunado a que esta última no siempre entiende al espacio como objeto de estudio, lo que la convierte en la viuda del espacio (p. 20). El nuevo discurso de la geografía privilegia la dimensión social, donde las relaciones espaciales se entienden como manifestaciones de las relaciones sociales de clase en el espacio, producidas y reproducidas por el modo de producción (Delgado, 2003, p. 79). Un esfuerzo destacado en el libro es que retoma el discurso humanista y social de la geografía en el que esta toma el papel de una ciencia social inclusiva que utiliza el discurso de los elementos físicos que componen el espacio, pero también el de quienes lo habitan y lo significan, de tal manera que al final se arriba a un discurso compuesto de todos los elementos que integran el territorio habitado.

La producción del espacio se compone de distintas realidades. Esto es, la geografía radical de Milton Santos, en la que el espacio estructura la sociedad, en la que hay una producción social del espacio, y en la que este se comprende como todo elemento físico más la sociedad misma: “cada fracción de la naturaleza abriga una fracción de la sociedad actual” (Santos, 1986, p. 2). El espacio, desde esta perspectiva, tiene una configuracion geográfica, espacial o del paisaje, pero son las relaciones sociales que en él se desarrollan las que le dan vida.

El libro de pardo Montaño retoma la teoría de la causación acumulativa (Durand & Massey, 2003) con el fin de analizar la migración desde el lugar de origen y el de destino (p. 27). Esta teoría entiende que la migración es un fenómeno autosostenido, es decir, que produce más migración. Por eso el estudio de la migración en términos transnacionales implica reconocer la emergencia de un proceso social en el que los migrantes establecen campos sociales en los que se cruzan territorios geográficos, culturales y políticos (Sinatti, 2004, p. 94). Las fronteras generan relaciones.

Respecto a la reconstrucción del espacio, Pardo Montaño -apoyada en las tesis de Bobes (2011)- nos hace ver que la ciudadanía se está reescalando por encima de los Estados-nación y que la globalización promueve ciudadanías transnacionales, las cuales surgen a partir de distintas identidades étnicas y culturales (Bobes, 2011). Es decir, que la identidad se traslada de un espacio a otro, pero siempre se transforma por las relaciones sociales que un migrante enfrenta en el lugar de destino. Se abandona fisicamente un lugar, pero este se mantiene presente, como, por ejemplo, el no abandono de las raíces y el aspecto simbólico e imaginario donde se involucran los lugares de origen y de destino (p. 39). El migrante internacional1 resignifica el espacio receptor con todos los imaginarios y elementos de su lugar de origen y da lugar a nuevas representaciones y conformaciones desde lo simbólico e imaginario: produce, crea y recrea espacios simbólicos.

En el segundo capítulo, “Tiempo de migrar: antecedentes del flujo migratorio” (p. 51), la autora retoma el concepto de tiempo y cómo es que los eventos más importantes son los que sobreviven en el colectivo imaginario del migrante; por esto, para comprender la migracion, hay que entender los contextos pasados y actuales, el antes y el después de haber migrado, en suma, asumir la migracion como proceso.

Por ello, en este libro se retomaron las localidades urbanas y sus transformaciones con base en la migración (p. 53). Así, si en Axochiapan las actividades principales son la extracción de yeso y de cantera, la migracion ha provocado su caída, aunque conserven su importancia en esa localidad. Los datos que ofrece el libro sobre la agricultura muestran los efectos de la migración: el 38.8% de la superficie municipal es de agricultura de riego y un 25.4% de temporal por lo que genera empleo una vez al año (p. 54). Esto explica la realidad que se vivía y se vive en el lugar de origen. Por eso los entrevistados dan cuenta de que muchas de las tierras han sido abandonadas debido a que los hombres son los que más han migrado y ellos son quienes mayormente se ocupan de los campos.

Los impactos de la deportación también son tocados por la autora, quien nos refiere que se ha detectado un aumento de la población en Axochiapan (p. 56). Pero el paisaje urbanizado que encuentra el migrante retornado ha cambiado y esto hace que lo perciba de modo distinto (p. 59). Y también hay transformaciones demográficas. Así, el índice de masculinidad era de 95 hombres por cada 100 mujeres y predominaban los hombres jóvenes entre 20 y 34 años. Ahora la movilidad femenina va en crecimiento. La demografía en Axochiapan se relaciona estrechamente con la migración y las deportaciones desde Estados Unidos.

En cuanto al arribo de las primeras familias de migrantes a las Ciudades Gemelas, la autora señala que llegaron desde Texas, California e Illinois (p. 67), en la década de 1990, y que los pioneros fueron los axochiapanenses que residían ya en Estados Unidos, aunque eventualmente la migración se dio directamente desde Axochiapan (p. 68). Los informantes dan testimonio de sus problemas económicos, y de los que tuvieron por su adaptación y la discriminación antes de llegar a Minnesota.

Lake y Payne son las principales calles de Mineápolis que conforman el área en donde trabajan personas mexicanas, y fue hasta ellas que llegaron los oriundos de Axochiapan desde Saint Paul cuando se dieron cuenta que podían tener mejores ingresos allí. Actualmente diferentes negocios de esta zona son de mexicanos que contratan a otros mexicanos. Incluso algunos ya son residentes legales (p. 74). Si en el pasado trabajaban en la agricultura, hoy son dueños de sus propios negocios.

En cuanto al tránsito ilegal en el espacio fronterizo, que a veces pagan los familiares que ya residen en Estados Unidos (p. 82), el libro plantea cómo ese espacio define que los migrantes arriesguen su vida y cómo la frontera se transforma en un espacio de poder en el que se enfrenta limitantes como la autoridad extranjera. Las dificultades del cruce, por otra parte, han hecho que se migre a través de territorios más inhóspitos y peligrosos, y que no se dimensionen el número de mujeres fallecidas por esta causa ni las extorsiones por parte de los coyotes (p. 84).

El espacio de tránsito, de acuerdo a la autora, es donde las prácticas económicas, políticas y sociales del espacio migratorio se vuelven concretas y donde las desigualdades y la condición de ser migrante indocumentado se notan más (p. 86); es el espacio en donde el migrante se debate con los elementos políticos del lugar de recepción y donde confluyen nuevas apropiaciones espaciales que difieren del lugar de origen.

En cuanto a las prácticas materiales políticas (p. 86), el libro propone que aseguran la reproducción y producción social del espacio. El componente político permite entender, crear y recrear dicho espacio desde la óptica transnacional. La reespacialización le permite al migrante contrarrestar las políticas que lo limitan en derecho y expresión en el lugar de destino, y le ayudan a crear lazos y redes que fortalecen sus derechos humanos y las garantías que comparte con otros migrantes (p. 86). Sin embargo, las prácticas políticas también evidencian desigualdades.

Otro aspecto que toca la obra es la evolución de la legislación migratoria y sus efectos en este fenómeno. La Inmigration Reform and Control Act (IRCA) de 1986 difería del Programa Bracero,2 dado que en el primer caso tenía como propósito regular y frenar la migración, la cual se vio aún más acotada por otras reformas a la ley (p. 88). Es el caso del no acceso a todos los programas sociales, aunque en Minnesota, a diferencia de otros estados norteamericanos, sí es posible que el migrante reciba asistencia médica gratuita o becas para educación sin importar el estatus migratorio de los estudiantes.

En cuanto a los programas para migrantes en México, el libro nos explica cómo han intentado enfrentar y atender las carencias de los migrantes cuando deben regresar o cuando van de tránsito. El Programa 3x1, señala la autora, fue creado para consolidar los lazos entre los migrantes y su lugar de origen mediante una aportación del gobierno que se suma a las remesas de los migrantes para luego usarse en la construcción de obra pública que beneficia al lugar de origen (p. 94). Aunque con cada cambio de gobierno dichas obras se detienen; sin embargo, a pesar de esta ineficiencia estos programas generan un sentido de pertenencia en el migrante y el deseo de hacerse presente en su lugar de origen.

Un recurso que tiene una función parecida es la creación de clubes de migrantes en el lugar de destino; ellos han operado en Minnesota difundiendo derechos y celebraciones y dando apoyo a migrantes mexicanos, y han proliferado, a veces con aprobación gubernamental y sin fines de lucro (p. 100). Como hay migrantes que no acceden a los programas por falta de información o por temor a visibilizarse, en estos clubes han podido acceder a cursos de inglés, a asesoramiento de trabajo y a vivienda.

Los clubes de oriundos en las Ciudades Gemelas han agrupado específicamente a personas originarias de Axochiapan; son organizaciones que no intentan cambiar las relaciones entre México y Estados Unidos, y que se enfocan en atender al migrante y a su estatus y su beneficio. Esa era la intención de enviar una escultura de Emiliano Zapata (p. 105) para que fuera exhibida en las calles del lugar de destino con el apoyo del gobierno mexicano. Un acto que habla del involucramiento de distintas instancias en el afán de trasladar parte de los simbolismos del lugar de origen al lugar de recepción para hacerse presentes y apropiarse del espacio.

En cuanto a las remesas monetarias como práctica material transnacional, Guarnizo (2004) dice que las remesas son vínculos sociales caracterizados por la solidaridad, la reciprocidad y la obligación, lo que une a los migrantes con sus parientes y amigos (p. 109). Las remesas son entonces vínculos de fraternidad con las comunidades de origen y sus lazos familiares. En dicho proceso, señala Pardo Montaño, se han generado empresas mexicanas dedicadas al envío a México e incluso coyotes que llevaban menores de edad legalizados en Estados Unidos e hijos de migrantes a México para reunirse con sus familiares. La investigación de la autora evidencia las redes de fraternidad y de conveniencia que existen en el lugar de recepción y en el de origen. Lo interesante es observar cómo estas redes, tanto en México como en Estados Unidos, mantienen relaciones estrechas y se entrecruzan en distintos momentos.

En relación con el espacio imaginado o de representación, el libro lo define como elaboraciones mentales que incluyen discursos que sirven para asignar nuevos sentidos a las prácticas espaciales. En este caso, la añoranza o nostalgia por el lugar de origen produce nuevos discursos sobre el espacio, nuevos sentidos de pertenencia. (p. 124). La nostalgia se convierte en una parte fundamental en la construcción del espacio ya que el migrante sigue percibiendo que el momento de cruzar la frontera fue uno de los más difíciles de asimilar y eso le genera añoranza por su lugar de origen.

Una aportación más de la autora se refiere a las diferentes percepciones entre el aquí y el allá (p. 132). Así, mientras unos migrantes afirmaron que su lugar de origen era el hogar donde debían estar y donde podían moverse libremente, otros señalaron que, aunque aquel era muy importante, tenían claro que vivían mejor en el lugar de destino.

Sobre la identidad como eje simbólico que genera un imaginario en el migrante y le otorga un sentido humano a su situación espacial (p. 138), Pardo, apoyándose en las ideas de Bobes, explica que la identidad colectiva se divide en una locativa que supone la situación espacial del grupo, y una selectiva con la que se define un nosotros que a su vez permite vislumbrar la otredad y la dimensión integradora que vincula las experiencias pasadas, presentes y futuras en una historia única (Bobes, 2011, p. 191).

La reproducción de tradiciones en el lugar de destino se discute en este libro desde el enfoque de reespacialización, es decir, que en este caso la celebración de distintas tradiciones en el marco de un determinado espacio hace ver que existe una apropiación que reafirma lazos y origina nuevas significaciones y simbolismos.

Dicha función la cumple la festividad de san Pablo Apóstol en Axochiapan, la cual se celebra en el primer mes del año. Su relevancia hace regresar a muchos al lugar de origen, sobre todo en los días 24 y 25 de enero cuando se entregan las mayordomías a los organizadores de la fiesta siguiente (p. 143). En esta festividad se observan también los efectos de la migración, por ejemplo, si un mayordomo ha emigrado entonces se permite que su esposa tome su lugar, cuando antes no se permitía que las mujeres fueran mayordomos. Pero la condición de mayordomo no la pierde el hombre, sino que hay dos, su esposa y él, aunque este último ejerza a distancia (p. 144). Esto habla sobre cómo la migración transforma la organización social, la estructura de parentesco, la organización de las fiestas y los rituales. El libro de Pardo Montaño evidencia las transformaciones en los roles de género y cómo es que las dinámicas debidas a la migración difieren de aquello que se pueda relacionar con otros hechos sociales.

Hay quienes han intentado reproducir la fiesta de san Pablo Apóstol en Minnesota, luego de la iniciativa de un sacerdote que visitó Axochiapan (p. 147). No obstante, diversos aspectos de la fiesta original no se pueden replicar en el lugar de destino, los rituales y el mes entero de celebración, por ejemplo. Pero la festividad originaria de Axochiapan ha motivado el encuentro entre culturas migrantes en el lugar de destino, así sucede con la ecuatoriana y la colombiana, entre otras. Incluso esto se ha extendido a celebrar fiestas de los países de origen (p. 148). La celebración de fiestas religiosas en el lugar de destino ejemplifica una actividad transnacional cultural cuya fuerte carga simbólica facilita la vinculación entre espacios, lugares y comunidades (p.153). Como lo decía un informante: Para no extrañar mucho.

De acuerdo a los migrantes entrevistados, llevar a cabo un festejo típico de su cultura en el destino es una forma de apropiación de su espacio, de reafirmar su intención de permanencia, pues aunque muchos llegan con la idea de estar por un tiempo limitado, otros llevan consigo a sus familias, por lo que estas celebraciones mantienen viva su cultura en las Ciudades Gemelas (p. 157). Cuando el migrante ha permanecido por mucho tiempo en Estados Unidos, la imagen del lugar de origen se la construye por medio de sus recuerdos y la información que obtiene de los que sí pueden viajar constantemente. Es una forma de construir su espacio con lo transnacional.

Una innovación de esta obra fue adaptar el marco teórico de Harvey (1990) al fenómeno social específico de la migración internacional desde una perspectiva transnacional. El espacio como una totalidad en donde confluyen todas las relaciones sociales sin dividirlo en una perspectiva espacial (p. 169). Esto facilitó comprender el espacio transnacional. Así, el espacio de los migrantes no puede delimitarse ni circunscribirse al lugar de origen o al de destino, sino que se construye con las relaciones de los dos espacios e incluso otros como el fronterizo o la interacción con otras comunidades.

La obra propone generar discusiones y metodologías más interdisciplinarias que sean capaces de dar explicaciones a los complejos elementos que se relacionan con un hecho social en un espacio determinado. El transnacionalismo y espacialidad vistos desde la geografía deberán contener marcos teóricos que permitan la comparación entre flujos (p. 170). Así mismo no dejar de lado lo que pueda definir al objeto de estudio. La autora señala que espera que su investigación deje abiertos nuevos cuestionamientos teóricos y empíricos a quienes se interesen por el estudio del espacio y el transnacionalismo. Así, bien se advierte que se usa un método cualitativo puesto que no hay estudios cuantitativos que hablen sobre el flujo migratorio exacto de Axochiapan hasta la fecha.

Referencias

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Guarnizo, L. E. (2004). Aspectos económicos del vivir transnacional. Colombia Internacional, (59), 12-47. doi:10.7440/colombiaint59.2004.01 [ Links ]

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1Las transformaciones identitarias, políticas, religiosas y de cualquier índole del migrante internacional también suceden a nivel regional e interno en un país.

2Los antecedentes del Programa Bracero fueron el sistema de contratación conocido como “enganche” y las deportaciones masivas de las décadas de 1920 y 1930 (Durand, 2007).

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