SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número41La protesta social en América Latina. Cuaderno de Prospectiva Política 1 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.21 no.41 México jun. 2013

 

Reseñas

 

Laura Álvarez Garro. El mito democrático costarricense. La constitución de la práctica política en periodos de conflicto

 

Javier Antonio Torres Vindas*

 

México, Flacso, 2011, 264 pp.

 

* Candidato a doctor en Ciencias Sociales con mención en Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede académica de México.

 

En este trabajo Álvarez articula y responde a las siguientes preocupaciones: ¿Cómo se articula el mito democrático en periodos de conflicto político y social? ¿El mito democrático actúa como propulsor de movimientos sociales que procuran profundizar en la democracia o por el contrario, es un limitante que se oculta bajo los cánones de la democracia procedimental?

La investigación se orientó por esta hipótesis: la construcción de la noción de democracia en Costa Rica está atravesada por un planteamiento particular ideológico-nacional, que actúa como modelo de identificación imaginaria y simbólica que da por resultado que los actores en conflicto apelen al mito democrático como un mecanismo privilegiado en la búsqueda de la legitimidad. Sin embargo, si bien los diversos actores parten de una construcción mítica compartida, ésta tiene impactos diferenciales de acuerdo con el lugar de enunciación que tienen los actores, produciendo una disputa por la idea de democracia y, por ende, de sujeto y sociedad. Por consiguiente, en esta investigación se sostiene que los efectos imaginarios y simbólicos del mito democrático cambian de acuerdo con el uso político que los actores en conflicto realizan de éste (p. 9).

Esta hipótesis nos lleva a una pregunta teórica que articula desde su título lo investigado: ¿Mito? La autora aborda su respuesta desde dos tradiciones (p. 96-103): a) La tradición Sorel-Cassirer, para quienes el mito es una emoción que luego deviene plan de acción, pero con la salvedad de superar sus imposibilidades y hacerse ideológico [Zizek]. Acá los intelectuales tienen una gran participación en la construcción de discursos hegemónicos, dado su capital simbólico. b) La de R. Barthes, para quien el mito es un habla, un mensaje, una forma. Con ello el mito se aleja de la contingencia y se vacía. Jugando su existir entre el sentido y la forma, se deforma. El mito es una inflexión de sentido, que a la vez neutraliza y despolitiza la acción. La función principal del mito sería, por tanto, purificar las cosas, volverlas inocentes, fundir la naturaleza y la eternidad. Así el mito democrático se hace una forma estable, cristalizada, que elimina oposiciones y contradicciones. Allí su potencial político-apolítico: ser una forma a la que apelen los actores como espacio de encuentro y anulación de las diferencias. Como muestra Álvarez, se trata de un dispositivo hegemónico que anula las disputas, a la vez que reduce el espacio político de las diferencias. En otras palabras, el mito se inscribe como un movilizador o un antimovilizador, como un agente que promueve el cambio mientras que en otro momento lo evita.

Por otra parte, es destacable la forma pertinente y audaz de construcción del entramado metodológico, donde Álvarez articula sus orientaciones teóricas con sus observables [llamados casos] mediante el estudio riguroso de tres casos que le permiten poner a prueba su modelo de estudio (pp. 111-235): Caso 1. Ley de Pensiones del Magisterio Nacional 1995; Caso 2. Ley del Mejoramiento de los Servicios Públicos de Electricidad y Telecomunicaciones y de la Participación del Estado (Combo ICE) 2000, y Caso 3. Movilización social en contra del Tratado de Libre Comercio Centroamérica-República Dominicana con Estados Unidos (CAFTA) en el mes previo al referéndum del 7 de octubre de 2007.

El examen prueba sus hipótesis, pero ante todo ofrece un diagnóstico iluminador sobre la "omnipresencia" del mito democrático costarricense y adelanta una crítica [fundamentada en su marco teórico y sus hallazgos] a los límites de la democracia procedimental. El centro mismo de la disputa mítica es la legitimación de un statu quo. ¿Cuál? El de los vencedores, en las gestas discursivas y otros recursos con los que cuentan los actores sociales ganadores en diversos momentos coyunturales de conflicto sociopolítico, e histórico, tal como afirma Walter Benjamin en su afamada tesis VII contenida en el opúsculo titulado Sobre el concepto de historia.

El lenguaje — como presenta la autora— se convierte en arma de lucha, en espacio de luchas sociales; porta las visiones de mundo encontradas, la arena donde los actores desde una dialogía gestan y despliegan una monología que subyuga, mas no anula las otras voces (Mijaíl Bajtín, Marxismo y filosofía del lenguaje). De ello trata la pesquisa: de encontrar en esas luchas sus "silencios", sus "victorias", para luego de esa fenotextualidad retomar el magma —como llama Castoriadis a ese subsuelo de sentido— que legitima en el imaginario colectivo del Mito democrático costarricense.

La autora expone en siete capítulos su argumentación. En la introducción (pp. 7-10) se inicia con la constatación empírica y documentada de la arraigada y ya sexagenaria democracia costarricense (tomando como partida la guerra civil de 1948), que desde 1953 a 2010 ha logrado sin interrupción la sucesión democrática del poder mediante quince justas electorales. En una región —la centroamericana— caracterizada desde 1954 [fin de la primavera democrática guatemalteca] por dictaduras y golpes de Estado, amenazada en 2009 por el golpe de Honduras, en la nueva era democrática  desde el cese de la guerra en la década de los noventas del siglo anterior. Esto es, la democracia procedimental como mecanismo para decidir y legitimar quién ostenta el poder y su sucesión. Más aún, Álvarez, basándose en Macpherson, ve lo procedimental más allá: en su imaginario colectivo, con el cual los diversos actores se identifican y lo toman como fuente para sus disputas, al convertir "la democracia costarricense" en un dispositivo de poder ideológico en conflictos coyunturales. Para ello, Álvarez analiza y compara los tres casos —conflictos— ya mencionados (pp. 111-235).

En el capítulo I (pp. 11-24) se analiza el problema investigado. Para ello, se hace un balance crítico de la literatura existente sobre el tema democrático y se discute la postura e indicadores de diversos organismos internacionales, que hacen del caso costarricense en diversas medidas y estudios un caso excepcional —"demoperfectocracia"—. Con ello, se detectan los núcleos argumentales en los cuales su investigación adquiere pertinencia teórica y desmarca su análisis del estudio del régimen democrático para avocarse a un objetivo más estricto: "[...] plantear a la democracia como un constructo que está relacionado con una determinada concepción de sujeto, y por ende, con una concepción de sociedad particular" (p. 8). Ergo, Álvarez dispone un entramado de conceptos a indagar que le permitan asir su objeto en estudio: democracia, sujeto, sociedad e ideología.

El capítulo II (pp. 25-69) da cuenta de las diversas narrativas históricas —no literarias: novela, cuento, ensayo, etc. — que a lo largo del siglo XX dieron forma delineada a tal mito democrático costarricense. Estas narrativas revelan una lucha por establecer "la" historia del mito, a su vez que develan las pugnas propias de la legitimidad de "la historia". El primer subapartado incita a la polémica "Había una vez.". Acá la autora juega con esa tensión académica entre History and Story, no con un ánimo burlesco, sino con el rigor científico de enunciar claramente cuáles han sido las vicisitudes propias de construir la "excepcionalidad" costarricense. Prosigue la autora en la búsqueda de ausencias y omisiones. Para ello revisa dos puntos de vista: las luchas sociales (pp. 39-56) y construcción de un mito (pp. 57-69). Con ello, Álvarez logra mostrar dos narrativas bien definidas en la literatura especializada sobre los procesos sociohistóricos costarricenses: a) la narrativa del "paraíso" costarricense que le hace una excepcionalidad en Centroamérica [priman los conceptos valor de "democracia rural", "el labriego sencillo", "igualitico", "aislamiento" "blancura", "pacifismo"], y b) la narrativa del conflicto social, la polarización social y la lucha de actores sociales no privilegiados. Narrativa desde las izquierdas, para quienes el enfrentamiento social debe ser canalizado al momento procedimental de la democracia. En ambas narrativas, el mito democrático funge como horizonte regulativo desde y hacia el cual los diversos actores disputan sus posiciones. Surge la pregunta "¿cuál es el uso político que se realiza del mito democrático en periodos de conflicto?" (p. 69).

La respuesta empieza a partir del capítulo III (pp. 71-103) y se despliega hasta el final del texto. En esta sección se enfrentan los conceptos centrales para el análisis: política, sujeto, mito, sociedad, ideología, identificación simbólica e imaginaria, hegemonía. Para tal efecto recurre a Gramsci, Althusser, Sorel, Cassirer; pero con mayor perseverancia a los aportes del psicoanálisis en sus contribuciones a la teoría política — Álvarez posee formación de grado en psicología, por la ücr—. Para ello pasa revista a la obra de Schmitt, Lefort, Zizek, Laclau, Rancière, Freud y Barthes.

Con aquellas herramientas —como Foucault denomina los conceptos, en Arqueología del saber — prosigue en el capítulo IV (pp. 105-109) con el diseño metodológico. La estrategia de investigación es cualitativa, mediante el Análisis crítico de discurso. Siguiendo la tradición de la Teoría fundamentada, selecciona su unidad de análisis mediante el muestro teórico en los tres casos de contrastación, los cuales se enmarcan en el periodo histórico reciente —1995-2007—, con el fin de responder a la pregunta de la página 69, ya mencionada. Se debe poner especial atención a "Matriz de análisis" (p. 109), con la cual Álvarez emprende el estudio de los casos seleccionados de forma sistemática y que le permite luego las comparaciones entre fenómenos históricos singulares. Muy buena estrategia para resolver el dilema sociológico de la aprensión de objetos sociohistóricos, preocupación de Jean-Claude Passeron en su libro El razonamiento sociológico.

Como ya adelantamos, en capítulo V (pp. 111-235) se hace el análisis minucioso de los casos en estudio. Es el apartado más amplio del escrito. En él la autora, guiada con la Matriz de análisis (p. 109) procede de forma rigurosa y muy documentada a presentar los aspectos más determinantes de esas disputas de sentido en esos tres momentos-casos de conflicto social. Al ser un estudio centrado en el discurso, Álvarez decide buscar la voz de los actores en esos conflictos. Para ello recupera los campos pagados que esos actores hicieron circular en los periódicos La Nación y La Extra. En total se analizan 128 campos pagados para los casos 1-1995 46, 2-2000 29 y 3-2007 53 (p. 111). El discurso porta esas luchas, las expresa y condensa. Al respecto acusa:

[en] la estrategia argumentativa y enunciativa desplegada en estos campos pagados se realiza una transmisión acerca de ideales comunes sobre lo que significa la sociedad, el sujeto, la nación, y por supuesto la democracia; asimismo, se pone en escena cuál es la concepción que sobre la democracia tienen los diversos actores sociales involucrados en este momento de conflicto social y político, y por consiguiente, su propuesta ideológica, de sujeto, sociedad y nación. (p.10).

El capítulo VI (pp. 237-249) presenta una síntesis interpretativa en dos actos. La democracia "omnipresente" (pp. 238-246) y una problematización de la democracia liberal procedimental (pp. 246-249). En el primero, apoya su argumento en Lefort, quien propone el supuesto de la democracia como un lugar vacío, que no tiene contenido sustancial o esencial per se. Ergo, nuestra autora constata empíricamente (cap. V) lo que había anunciado en el capítulo II: los actores costarricenses en momentos de conflicto social, donde anteponen intereses que pueden polarizar y hasta dicotomizar la lucha política apelan en última instancia a la búsqueda de soluciones amparadas en la institucionalidad de la democracia procedimental.

Esto es, los actores en disputa buscan en todo momento formas "legítimas" de actuar y de presionar según sus intereses, que no rebasen los marcos institucionalizados de la democracia instituida. En esto irrumpe un segundo mecanismo sociopolítico e ideológico: apelar al mito democrático costarricense. El espacio político se ve entonces organizado por este mito, a la vez que el mismo actúa como cierre del campo de estrategias políticas alternativas. Este mito actúa como un soporte de legitimidad e identificación de los actores, en momentos en los que otros referentes de significado e identidad fallan, o al menos pierden sus límites de referencia. Este mito, tal como muestra Álvarez a lo largo de su estudio, se ha venido sedimentando y alimentado en narrativas del "ser costarricense" que ubica dicho origen desde la independencia (1821) y que ha ido tomando fuerza desde fines del siglo XIX hasta el presente. El mito atraviesa visiones de mundo compartidas sobre el sujeto y la sociedad; decanta en tres conceptos-valor [significantes] que reoperan en su eficacia en momentos de crisis de sentido histórico-social-político: diálogo, paz, consenso. Con ello se "eterniza" no sólo el mito, sino las prácticas de los actores y sus posibilidades de ampliar el campo de lo político (p. 245). El segundo subapartado avanza en la reflexión teórica del problema de la democracia procedimental como límite a la acción política, no sólo en el caso específico costarricense, sino incluso en las posibilidades de apertura en la reflexión de lo político e ideológico, en la obra de Lefort y Zizek. "La pregunta queda abierta" (p. 249). Concluye el libro con las referencias bibliográficas (pp. 252-262).

En definitiva un argumento riguroso, un texto que abre caminos a la discusión del mito democrático costarricense y/u otros mitos políticos. Muestra la existencia de narrativas que han alimentado este mito y la operatividad material y simbólica que se da entre los actores en momentos de conflicto social, aun sin ser plenamente conscientes de ese magma de sentido que les arropa en sus luchas en pro o en contra de las disputas particulares. Acierto y ejemplo de un trabajo esmerado, minucioso y creativo en lo metodológico que logra aprovechar con "maestría" lo conceptual como herramienta para la interrogación de lo empírico y de retorno como "helicoide", y de allí al cuestionamiento teórico de que partió. Parafraseando a Hegel: lo que carece de historia deviene mito.

 

Información sobre el autor

Javier Antonio Torres Vindas

Flacso México Carretera al Ajusco #377 Col. Héroes de Padierna. México, D.F., C.P. 14200 Tel: +55 30 00 02 00 javier.torres@flacso.edu.mx

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons