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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.18 no.36 México jul./dic. 2010

 

Artículos

 

El mercadeo de la barbarie. Paisajes de violencia en la frontera norte de México

 

"El mercadeo de la barbarie". Landscapes of Violence on the Northern Border of Mexico

 

Salvador Salazar Gutiérrez*

 

* Doctor en Estudios Científico–Sociales por El Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Profesor–investigador del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, Departamento de Arquitectura Avenida del CHarro 450 Pronaf., CP 32310 Ciudad Juarez, México Tel. (656) 688 4820 E–mail: salvador.salazar@uacj.mx. Su línea de especialidad es Antropología de la Ciudad.

 

Recibido el 13 de agosto de 2009.
Aceptado el 23 de abril de 2010.

 

Resumen

Este artículo aborda un aspecto del proceso comunicativo relacionado con la producción mediática, en el que más que ubicar a los medios como fuente en la generación y responsabilidad de la violencia y los miedos que ésta produce, se comprenden desde la lógica de la mediación en la que se han convertido en elementos importantes en relación con otros, tales como la comunidad, las instituciones y la colectividad. Analizar la responsabilidad que se asume desde la producción mediática significa también problematizarla a partir de procesos más complejos en el surgimiento y establecimiento de la violencia como referente que comienza a dominar las dinámicas y relaciones cotidianas de la ciudad fronteriza del norte de México.

Palabras claves: cultura, relato–paisaje mediático, clandestinidad cotidiana, estéticas–éticas subversivas, ciudad fronteriza.

 

Abstract

The purpose of the article is to explore a dimension of the communicative process related to media production. Its objective is to go beyond identifying the media as the source of violence and the fears it generates. Rather, it tries to understand the ways the media relates to other factors such as the community and the institutions. To speak about the responsibility of media production, is also to analyze complex processes involved in the generation and permanence of violence, as a referent that begins to dominate the dynamics and daily relations of the frontier city of the north of México.

Key words: culture, media landscape–narration, clandestine everyday life, subversive aesthetics–ethics, frontier city.

 

No hay nada peor que aquellos que quieren hacer el bien, en
particular el bien para los demás... se trata de discursos que
pretenden legitimar el deber ser para imponer como únicas
verdades y universales ciertas maneras de pensar, de vivir y de
percibir el mundo...

MICHEL MAFFESOLI (2005)

 

La crisis moral del habitat posmoderno requiere, ante todo,
que la política sea una extensión e institucionalización de la
responsabilidad moral.

ZYGMUNT BAUMAN (2006)

 

Introducción

Néstor García Canclini (2005) señala que gran parte de la problemática actual que enfrenta el especialista de los estudios culturales —en relación con la temática de la ciudad— es que se había entendido y practicado una antropología en la ciudad y no una antropología de la ciudad, cuestión, esto último, que incorporaría otros campos del conocimiento como la sociología, la economía y, en particular, los estudios de comunicación. Comprender cómo se construye el espacio, escenario o lugar llamado "ciudad" desde múltiples lógicas que confluyen entre sí y trasladando la mirada a una perspectiva más sociocultural que tome en cuenta la dimensión del conflicto y el poder desde una dimensión simbólica, es un paso importante para aquellos que desde diversos campos socioculturales —la antropología, la comunicación, la sociología, la política— se sumergen en este objeto tan complejo y difuso a la vez.

El trabajo que aquí presento forma parte de un proyecto de investigación desarrollado desde 2008 titulado "Desabandonar la ciudad. Dinámicas de exclusión y acuartelamiento", el cual estudia la relación miedos–ciudad–ciudadanía en el contexto de la ciudad fronteriza del norte de México, y que se pregunta primordialmente: ¿cómo se reproducen e instauran los temores–miedos en los sujetos–actores habitantes en el escenario actual de Ciudad Juárez, caracterizado por la irrupción y control de violencias, a partir de la normalización–naturalización de narrativas y estrategias de los miedos condicionadas por campos de dominio (político–empresarial, mediático, religioso, educativo)?

Parto del supuesto de que la ciudad fronteriza, y en concreto Ciudad Juárez, se constituye en escenario donde la condición ciudadana (ciudad–comunidad) se desdibuja mediante la reproducción del miedo–temor como estrategia y dinámica, e incluso como política de procesos que los convierten en referentes centrales en prácticas y narrativas de abandono–acuartelamiento en la ciudad. Es en relación con este eje de articulación miedos–ciudad–ciudadanía en el que se busca debatir las implicaciones producto de un dominio mediático que construye paisajes a partir de múltiples narrativas y representaciones que reproducen un imaginario avasallado por la espectacularización de la violencia y el predominio de los miedos, cuestión que da como resultado prácticas de abandono, ocultamiento y exclusión en la ciudad fronteriza. El artículo está dividido en cuatro apartados:

1. Comprender la cultura como un proceso en marcos de referencia históricamente determinados conduce a entenderla más como lo cultural, como producto–productor de redes de significación que se articulan y configuran en el entorno de lo urbano. En este apartado, la contribución de Arjun Appadurai (2001) al estudio de lo cultural, y referida en concreto a su propuesta de paisaje, permite discernir los mundos 101 imaginados que conforman el referente de anclaje de los individuos y su circunstancia. Destaca también el aporte metodológico que se sostiene en la relación entre los niveles de análisis y la producción mediática como construcción discursiva.

2. El segundo apartado contextualiza (formación discursiva) el escenario de violencia que se ha presentado en la frontera norte de México. Ejemplificado con lo acontecido a partir de 2008 en Ciudad Juárez, plasma el impacto que la violencia ha dejado en la vida cotidiana del habitante de la ciudad fronteriza.

3. El apartado "El dominio de la barbarie. Relatos e imágenes de la violencia", presenta cuatro manifestaciones elaboradas a partir de la relación medios–miedo–ciudad. Aquí observamos desde el relato periodístico que espectaculariza la nota violenta hasta las narrativas creadas por diversos actores en relación con algún acto violento y su afectación en la experiencia compartida.

4. El cuarto apartado se divide en dos momentos: el primero reflexiona el sentido de lo estético mediante la percepción de lo cotidiano y de lo clandestino que otorga un nuevo sentido al concepto de anomia; por su parte, el segundo expone la necesidad de relacionar esta dimensión de lo subversivo manifestada en lo cotidiano —que en este caso concreto se ejemplifica con un evento organizado por la comunidad indígena de Ciudad Juárez— con un anclaje de legitimidad institucional que le permita dar solidez a los vínculos de reconocimiento necesarios para refundar un pacto de eticidadque proporcione cohesión al sentido de comunidad en la ciudad.

Como se puede concluir, este trabajo no atiende a una lógica discursiva disciplinar enmarcada desde una postura unidireccional que lo defina como propio o exclusivo de la antropología, la sociología, la comunicación u otra disciplina. Su objetivo es abrir la discusión a la relación miedos–medios–violencia–ciudad donde la ciudadse convierte en la representación más drástica de la pérdida de la certeza, del proyecto compartido y, por consiguiente, del sentido de reconocimiento indispensable para otorgar nuevamente solidez a la condición de lo ciudadano.

 

Hacia una lectura crítica de lo cultural

Para Arjun Appadurai (2001: 54) "La imagen, lo imaginado, el imaginario son términos que apuntan hacia algo verdaderamente crítico y nuevo en los procesos culturales globales: a la imaginación como práctica social". La imaginación se volvió un campo organizado de prácticas sociales, una forma de trabajo y de negociación con todas las posibilidades de agencia, "es un hecho social en sí mismo y es el componente fundamental del nuevo orden global" (Appadurai, 2001: 45). Al comprender este nuevo orden, este autor plantea cinco dimensiones a las que denomina paisajes —nuevos imaginarios que definen el sentido de la representación—: étnico, mediático, financiero, tecnológico e ideológico; éstos son los bloques elementales con los que se construyen los mundos imaginados, es decir, los múltiples mundos que son producto de la imaginación históricamente situada de personas y grupos dispersos por todo el planeta. En cuanto a esto no podemos dejar de lado la idea generalizada de liberarse que ha expuesto la primera modernidad, es decir, de deshacerse de las ataduras que impiden o constriñen el movimiento. El individuo encuentra una argumentación sólida bajo el panorama actual plasmado en estos paisajes, en la que su finalidad principal es el desplazamiento, claro que controlado y dirigido: uno no se mueve a donde quiera y como quiera, sino a donde se ordena o señala. Situación que reduce las posibilidades de reconocimiento en una renovación del pensamiento moderno:

1. El gradual colapso y la lenta decadencia de la ilusión moderna temprana, la creencia de que el camino que transitamos tiene un final, un estado de perfección, el completo control del futuro.

2. El segundo cambio es la desregulación y la privatización de las tareas y responsabilidades de la modernización.

La dinámica múltiple y diversa se ha salido del control argumentado por esta primera modernidad. La sobreindividualización, tanto de la esfera pública como de la privada, ha resultado en un resurgimiento de la vida colectiva que busca reactivar la responsabilidad ejercida en el pasado por el ciudadano. La primera modernidad logró, con su individualización exagerada, perder la práctica ciudadana como la principal promotora de la vida del Estado.

¿Pero cómo generar comunidades de ciudadanos en una ciudad fronteriza como Ciudad Juárez, que vive la irrupción de una violencia que permea no sólo su instauración en el enfrentamiento teatralizado del Estado contra el "crimen organizado", sino en la cotidianidad del habitante fronterizo? Fernando Mires (2001: 80) señala lo siguiente: "Las diferencias por sí solas no generan reconocimientos [...] se requiere de la toma de conciencia de lo diferente, luego de su aceptación y finalmente de la creación de medios de regulación que posibiliten la comunicación"; es decir, el gran problema de la polarización de las relaciones entre los incorporados y los excluidos es la falta de capacidad de diálogo y de aceptación de la exigencia de la vida en colectividad, no entendida ésta como la negación de la individualidad, sino como la conformación del espacio público colectivo en el que la ciudadanía se reapropia e indaga las estrategias propicias para la convivencia con el otro.

En lo que respecta al aporte metodológico, este trabajo se encuentra fundamentado en la triple relación entre niveles de análisis de lo discursivo —la validez del orden del discurso como mediación analítica para la comprensión de la vida social—, parte de concebir la constitución de la sociedad como un proceso dinámico en el que los actores sociales realizan acciones, generan discursos y construyen sentido sobre el mundo a través de complejos procesos de negociación y siempre desde un lugar situado e históricamente construido (Reguillo, 2000).

Este trabajo se ubica en la primera relación que se establece entre los niveles de las estrategias discursivas, entendidas como la multiplicidad de prácticas y representaciones ejecutadas por los actores de frente a lo social, y los campos de discursividad, referidos a los espacios sociales que, para los fines de investigación, se localizan en el escenario de lo mediático. Ahora bien, ubico un tercer nivel que Foucault (2005) denominó formaciones discursivas, un conjunto de reglas anónimas e históricamente determinadas que se imponen a todo sujeto hablante y que delimitan o condicionan lo enunciable y lo no enunciable en un momento y un espacio; es decir, haría referencia, en un primer acercamiento, a la ubicación contextual desde la cual se construye o reproduce la relación entre las prácticas discursivas capaces de revelar la presencia de las estructuras, reglas, valores de la formación discursiva y los campos de discursividad que son los espacios donde se institucionaliza.1 Esto significa que, si bien el presente artículo enfatiza la primera relación entre los niveles de las estrategias y los campos de discursividad, habría que partir de que no podemos comprender el peso que adquiere la producción discursiva mediática en el escenario de la actual ciudad fronteriza del norte de México, sin antes comprender el contexto histórico–estructural de irrupción de la violencia y su impacto en ambos niveles.

Colocarse desde lo cultural y sus implicaciones en el abordaje del objeto "ciudad", exige replantear los marcos interpretativos tradicionalmente instaurados en campos disciplinares. A continuación se analiza cuatro eventos en relación con la triple configuración miedos–medio–ciudad, y una violencia que trasciende de lo doméstico a la vía pública, constituyéndose en un nuevo paisaje de sobresalto y erosión de la convivencia y el reconocimiento colectivo.

 

Paisajes de violencia en la frontera norte de México

Si bien la finalidad de este artículo es el análisis de la producción mediática —en relación con el incremento del escenario de violencia que se ha presentado en los últimos tiempos en el norte de México—, este apartado, mediante una aproximación descriptiva, contextualiza la violencia cotidiana y su impacto en los habitantes de las ciudades fronterizas.

En los últimos tres años, se ha insistido en la estrategia que el gobierno federal ha puesto en práctica para atacar el llamado "crimen organizado"2 y el incremento de la violencia que se manifiesta principalmente en homicidios,3 secuestros y extorsiones (sin olvidar otros delitos graves como el contrabando de personas).

El impacto de la violencia extrema —ponderada o medida con el número de casos que cotidianamente se presentan en las diversas localidades: tan sólo en Ciudad Juárez se ha llegado a veinte ejecuciones por día—,4 no puede entenderse si no se relaciona con dos estrategias institucionales (tanto de nivel federal como binacional), que lahan acompañado: a) la instauración del Operativo Conjunto Chihuahua–Juárez (conocido por sus siglas OCCH) que se ha convertido en el plan policiaco–militar más importante del gobierno federal por el envío de miles de militares e integrantes de la Policía Federal Preventiva,5 y cuya justificación fundamental ha sido enfrentar o combatir, por un lado, el incremento de la violencia y, por el otro, la disputa por el dominio de la región como punto clave en el tránsito y distribución de droga; y b) el acuerdo bilateral firmado por los gobiernos de México y Estados Unidos conocido como Iniciativa Mérida,6 pacto con el que se establecen las acciones del gobierno mexicano en sus niveles municipal, estatal y, sobre todo, federal, después del compromiso que adquirió sobre capacitación táctico–militar, intercambio de información y adquisición de armamento, condicionado por el gobierno de Estados Unidos.

Dicha estrategia binacional, relacionada estrechamente con la aplicación de los operativos policiaco–militares, como el OCCH, se ha debatido mucho por su énfasis en la instrumentalización de un esquema enfocado en la capacitación táctico–militar y en el otorgamiento de armamento. A partir del incremento de la violencia en la frontera entre ambos países y de que Estados Unidos la ha conceptualizado como una amenaza interna,7 se ha dado un giro a la estrategia, lo que también ha recibido el impulso del cuestionamiento que organismos autónomos e internacionales de derechos humanos han dado a conocer en relación con múltiples omisiones y violaciones que el gobierno mexicano, en sus tres niveles, ha propiciado, y que varios especialistas académicos han definido como "improvisación de la estrategia", concretada en las detenciones sin orden judicial, las desapariciones de cientos de personas por parte de militares, y el significativo incremento de muertes de civiles a causa del enfrentamiento entre el ejército o las policías con grupos delictivos.

Para finalizar este apartado, uno de los aspectos clave para comprender el impacto de la violencia en las ciudades de la frontera del norte de México, es el desplazamiento de una cantidad importante de personas particularmente de un sector de la población de recursos socioeconómicos estables, a consecuencia de los homicidios, las extorsiones y, sobre todo, los secuestros. Si bien la violencia extrema no es condicionante de ciertos sectores de la ciudadanía (aunque respecto de los homicidios, un gran porcentaje es de personas de escasos recursos),8 la situación que se vive en estas ciudades ha llevado a esta población vinculada con el sector productivo empresarial y profesional9 a tomar la decisión de emigrar, con lo que se ha desencadenado el cierre de negocios y la alarmante disminución de la actividad comercial y de servicios.

Como ya se señaló, el apartado sólo analiza de manera general el paisaje que describe la irrupción y el dominio de la violencia como práctica cotidiana en las ciudades fronterizas del norte de México. Ante este panorama histórico–estructural, además de visualizar la constante erosión institucional del Estado mexicano, se debe analizar el dominio de la violencia en lo cotidiano y el impacto que el discurso mediático implica.

A continuación, y como eje central del artículo, se ejemplifica el peso que adquiere la producción discursiva mediática del acontecimiento violento, para así comprender las implicaciones que la violencia extrema ha permeado en el habitante de las diversas ciudades fronterizas de México.

 

El dominio de la barbarie. Relatos e imágenes del miedo

Es frecuente observar en diversas fuentes de noticias —locales o nacionales—, ubicadas en un contexto de irrupción de una violencia extrema que pareciera no dar tregua, constantes llamados por parte de diversos sectores de la población sostenidos en una única posibilidad de sobrevivir bajo el resguardo de lo sagrado, lo íntimo o incluso el abandono. La muerte acecha a cada momento, las ejecuciones se transforman en datos estadísticos que parecieran formar parte de un ranking publicitario en el que distintas ciudades compiten por ser inscritas en primeras planas en el mercado noticioso; el panorama se revuelve en una incertidumbre mitificadora en la que parecieran generarse figuras —crimen organizado, sicarios, narcotraficantes, ejército, policías (en sus diversas adscripciones)— que se apropian de las virtudes heroicas o demoniacas de la tradición clásica, resignificando una nueva tendencia a (o) fundamentar bajo el dominio de lo sagrado–divino, constituyéndose en imaginarios que construyen figuras míticas que reproducen lógicas de un dominio del "sin sentido" característico de nuestras sociedades fragmentadas y erosionadas de principios del siglo XXI.

Aunque son diversas las manifestaciones, me centraré en cuatro ejemplos que permiten vislumbrar esta atmósfera densa de resquebrajamiento que traslada intenciones solidarias y de reconocimiento, en rupturas de las relaciones a partir de la desconfianza como condición única e indispensable de la posibilidad de sobrevivir en un escenario que se ha ido plasmando a partir de representaciones de monstruosidades y cataclismos.

Primer relato. "Mensajes de rebato"

El primer ejemplo con el que quisiera fundamentar el supuesto de que la naturalización y mitificación de figuras y procesos fundamentados en el miedo como estrategia recurrente y dominante en la actualidad es un correo que se difundió por la red, cuyas características de la dinámica de su circulación fue altamente eficiente no sólo para los habitantes de Ciudad Juárez, escenario al que se refiere expresamente este artículo, sino para diversos sectores y lugares donde se difundiera el mensaje —si observamos el nivel del Subject, con que inicia el correo, con las letras FW (forward / "hacia delante") que implica una función propia de diseminar o esparcir el texto en la red.

Subject. FW: Pánico en Juárez
Send: Miércoles, 19 de Noviembre del 2008

Hago este llamado con el fin de salvaguardar la integridad física de ustedes, de sus familiares, conocidos, amigos y gente cercana a la que pueda llegar este mensaje.

De buena fuente les comunico que este fin de semana será considerado como "el más sangriento y sanguinario" en la historia de Juárez.

Este mensaje no es con el motivo de asustarlos, sólo de prevenirlos y que tomen las medidas drásticas y necesarias...

Si salen de día, eviten avenidas principales como la Paseo Triunfo de la República, Tecnológico, Panamericana, Plutarco Elias Calles, López Mateos, etc..

Habrá balaceras y ejecuciones por toda la ciudad en lo que ellos llaman "limpia" en respuesta a las amenazas de "el cartel de Juárez" o de "la línea"... y en relación a la supuesta detención en Parral, Chihuahua, de Pedro Sánchez Arras, alias "el tigre" uno de los principales capos que manejan la droga en la ciudad, además de la destitución de Guillermo Prieto Quintana como Secretario de Seguridad Pública Municipal y el posible nombramiento de un militar jubilado para ocupar ese puesto...

Les envío mis Bendiciones, y de corazón espero este mensaje les sea de utilidad...

Esperemos en Dios, que nada de esto suceda... sin embargo no esta de más tomar en cuenta las advertencias...

Saludos

Enfatizar frases como "el más sangriento y sanguinario" subraya hechos que sobredimensionan actos de violencia que tratan de sostenerse en una espectacularización del acto mismo. Pareciera que la afirmación se circunscribe a un cataclismo que sólo puede enfrentarse bajo el auspicio de la figura relacionada con la protección divina: "envío mis bendiciones" y "esperemos en Dios que nada de esto suceda".

Segundo relato. "Mensajes de amenaza"

Son las 6 de la mañana, en una calle cercana a una zona residencial y varios centros educativos de nivel primaria y secundaria, aparecen el cuerpo de 7 hombres jóvenes ejecutados y con el tiro de gracia. Al parecer, por diversas fuentes periodísticas y de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, los siete hombres fueron llevados vivos hasta ese lugar, los bajaron de dos camionetas por un "comando armado", los colocaron de frente y los acribillaron como si se tratara de un "fusilamiento". En el lugar dejaron dos mantas blancas en la que escribieron con letras negras diversos mensajes que, dicho por la autoridad municipal, "es un mensaje de ajuste de cuentas entre diversos grupos del crimen organizado que se encuentran disputando la plaza."

El dejar mantas con mensajes que en su mayoría10 remiten a acontecimientos próximos en los que se llevará a cabo algún acto violento en contra, principalmente, de policías —destacando en su mayoría agentes municipales y estatales— y con la participación de supuestos integrantes de organizaciones relacionadas con el narcotráfico: en las mantas se pueden leer frases como "vamos por ustedes", "por delatores nos los...", "cuídense pin... puercos policías...", "para el Chapo y todos sus compás...", o en la que textualmente dice lo siguiente: "Bienvenidos, pinches culos, monta perros, vale verga, asusta pendejos, 'mata inocentes', aunque se escondan van a chingar a su madre, sálganle pa toparnos, Chapo, Garduño...", entre otros.

Tercer relato. "Imagen de barbarie"

Si algo caracteriza el escenario actual es la espectacularización del terror y la "barbarie" por parte de un mercado mediático que se ejerce a través de un mercado local–regional,11 que se ha nutrido de una morbosidad asumida como la única posibilidad de "acceso a la información" por varios sectores de la sociedad.12

Un mercadeo del "horror" y "la barbarie" que sigue una estrategia sensacionalista y de escándalo espectaculariza el suceso atrayendo la atención de una población que se concentra en la valoración y consumo de este tipo de mercado noticioso, más que en una búsqueda de fuentes críticas y reflexivas sobre los acontecimientos relacionados con temáticas como la violencia.

Cuarto relato. "El juego de las emotividades"

A partir del hecho violento en el que una persona pierde la vida de forma trágica (como son las múltiples y diversas prácticas de ejecución caracterizadas por una extrema violencia visibilizada: arrojar un cadáver decapitado o colgar un cuerpo sin cabeza ni extremidades de un puente vehicular, ambos en alguna avenida transitada), el uso mediático de las reacciones de quienes son espectadores del acontecimiento o de los familiares de la víctima al enterarse, es una práctica recurrente en los medios electrónicos locales: televisión y radio.13 Veamos el siguiente caso:

El día de ayer martes, por la noche, en el estacionamiento de un bar ubicado en la Avenida Lincon —avenida en la que se encuentran varios lugares de diversión nocturna y que se ha caracterizado en los últimos meses por el cierre y abandono de estos lugares justificado por causa "de la delincuencia"— un joven de 25 años se retiraba del lugar caminando hacia su automóvil; se acercó un hombre de 35 años que trabajaba desde hace cinco años para el bar cuidando los vehículos de aquellos que asistían a divertirse al lugar. Al momento de acercarse para solicitarle una propina, de un vehículo se bajaron uno individuos los cuales realizaron varios disparos contra el joven impactando también al hombre de 35 años —ambos muriendo al instante—. El relato del hecho fue dado a conocer al siguiente día por la mañana desde varios medios, principalmente programas de radio y televisión así como en dos periódicos de la localidad. En uno de estos relatos generado por una radiodifusora local, que al igual que otras más tiene un programa de noticias matutino, el reportero que estaba dando a conocer la nota colocó el audio original de la reacción de la esposa del hombre de 35 años —la cual trabajaba junto con su esposo en el estacionamiento del bar—; quien dirige el noticiero menciona al inicio de la nota "encontramos a la esposa del hombre asesinado, llorando y tirada en el suelo gritando por su esposo, el audio es "fuerte"pero creo que es nuestra labor informar al auditorio" y a continuación se escucha una mujer llorando y gritando, y se alcanza a escuchar entre los gritos y llanto "por qué a él, era mi esposo", "era todo para mí, no es justo, Dios ayúdame"; se deja por varios segundos el audio de la mujer desconsolada y al cortarlo menciona el reportero que se encuentra dando la nota "Como se podrán dar cuenta, la mujer se encuentra toda desolada, pidiendo a quien sea que le devuelvan a su esposo, es triste ver la escena pero creo que es nuestra labor dar a conocer el sufrimiento de alguien que pierde a un ser querido por causa de la violencia; ojalá esto sirva para que los delincuentes se den cuenta del mal que hacen, que vean a esta mujer desconsolada, no es justo"... Cierran el segmento de noticias para realizar algunos comerciales, y al cierre se escucha una voz que dice "lo escuchó y se enteró usted primero aquí en su programa...".14

Los medios han trasladado el uso de las emotividades (de forma eficiente y precisa) hacia relatos publicitarios desde los cuales lo emotivo parece constituirse como un instrumento de mercadeo altamente efectivo. Lo emotivo, condición humana que potencializa lo expresivo como cualidad indispensable del ser humano, se ha diluido en una situación de oferta que busca acceder a espacios de publicidades que mercantilizan la condición humana: el sufrimiento de la mujer es "un dato" altamente ofertable para un escenario en el que el sufrimiento se ha constituido como eje continuo de valoración y consumo.

 

Dramatizando la ciudad

Parecería que lo más obvio es que las incertidumbres y sus manifestaciones instauradas con los miedos son fabricadas; por lo tanto, vivir en la incertidumbre y temor aparece como un estilo de vida que se admite como la única manera posible de vivir. Cuando la ciudad se desdibuja y pierde su sentido de comunidad (político–cultural) surge un lugar territorializado de convivencia forzada, a partir de mínimas o nulas posibilidades de relaciones solidarias. Los miedos deben entenderse como condición de esencia en la dinámica histórico–social de los pueblos; el miedo siempre ha estado presente, e incluso se constituye como un referente central que permite establecer cohesión y pertenencia en una comunidad.

El problema no es el miedo en sí, sino las condiciones y consecuencias que éste presenta a partir de ubicarse en una perspectiva de mediación en la que el miedo es producto y producción de diversas asimilaciones que en gran medida establecen procesos de exclusión, segregación, diferencia y abandono. Afirmaría que podemos catalogar dos sentidos respecto de la trayectoria que los miedos permiten: por un lado, un sentido positivo, en el que el miedo constituye un referente potenciable en cuanto articulación colectiva entre individuos —no por nada las grandes instituciones que dominaron la evolución histórica del poder legítimo–legal de la modernidad, como el Estado nación, se basaba en su capacidad de incorporar al individuo a partir de una estrategia de fomento al miedo, encauzado en el nacionalismo y el patriotismo—; pero, por otro lado, la dinámica que pareciera ejercerse con más intensidad en este momento es el miedo como manifestación de pérdida, resquebrajamiento y "amurallamiento" de las relaciones y reconocimientos; cuando el miedo es utilizado en el sentido de la exclusión, instaura dinámicas que desdibuja la condición ciudadana indispensable en otorgarle a la ciudad su sentido de comunidad.

Ahora bien, ¿por qué hablar de la relación miedo–ciudad en el escenario de la ciudad fronteriza, vista y analizada empíricamente desde las condiciones actuales que presenta Ciudad Juárez y que manifiesta la instauración de los miedos como dinámica de abandono y acuartelamiento? ¿Por qué destacar ahora las implicaciones de la relación violencia–miedo–ciudad? ¿Es nueva la dinámica presentada por los miedos en cuanto a su definición e implicaciones en la evolución histórica de la ciudad fronteriza representada por y desde Ciudad Juárez?

Si los miedos son una condición propia de la evolución histórica–cultural de las sociedades, enfatizar la relación violencia–miedo–ciudad proviene de comprender las implicaciones que estos elementos adquieren en un momento en el que parecieran constituirse en el núcleo de la dinámica social, económica, política y, sobre todo, cultural de la ciudad fronteriza.

En apariencia, el referente central para comprender la ciudad es el miedo como constructo de producción de sentido y condicionante en la generación de estrategias. Cuando el acontecer, que en este caso se ubica en la relación violencia–miedo–ciudad se constituye en acontecimiento, se manifiesta una urgente necesidad de examinarlo como un fenómeno de implicaciones que trascienden lo anecdótico. Enfrentan un gran problema quienes detentan la responsabilidad del estudio de la ciudad como escenario de reproducción ciudadana: si los miedos eran un instrumento utilizado desde las estrategias instituidas y afirmadas normativamente como dominantes, en este momento los miedos han rebasado dicha esfera y se han configurado como eje central de las dinámicas que limitan (e incluso inhiben) la posibilidad de restituir a la ciudad su urgente esencia de comunidad: los miedos de ahora carecen de un anclaje que les permita generar las estrategias de certidumbre; su anonimato, que ha llevado a construir un sinnúmero de "chivos expiatorios" (Girard, 2005), mitificando figuras como el crimen organizado, el narcotráfico, el terrorismo, los sicarios, el inmigrante, los jóvenes, las mujeres o los homosexuales, ritualizando estrategias que enfrentan posiciones, excluyen condiciones y reafirman abandonos, no permite asumirlos como tarea superando su naturalización.

¿Cómo comprender a Ciudad Juárez con base en las manifestaciones actuales que ubican la relación violencia–miedos–ciudad más como un acontecimiento que como situación anecdótica? El tejido que aquí se desarrolla con el rastreo de las marchas y huellas formadoras de relato, conduce a considerar que, bajo la dinámica actual de erosión de la ciudad en cuanto a su sentido de comunidad, se establecen dinámicas de acuartelamiento y exclusión, las cuales se caracterizan por determinar límites espaciales con base en relaciones de aceptación o rechazo. Prueba es que no sólo se limita a las manifestaciones de violencia suscitadas en los últimos años en Ciudad Juárez, sino abarca también la estrategia global que identifica la necesidad de establecer zonas de segregación–exclusión–diferencia, un hecho característico del discurso global que pretende concretizar y visualizar en referencia con los lugares que constituyen la 113 justificación anclada en visiones dogmatizantes de dominio. Es decir, Ciudad Juárez ejemplifica la construcción mediatizada de un lugar perdido–abandonado al que habría que rescatar a partir de buscar el resurgimiento de discursos emancipatorios.

Este panorama o paisaje (Appadurai, 2001), ante la determinación que adquiere la esfera cultural ubicada en la cúspide de la exigencia analítica y reflexiva de las implicaciones actuales de la ciudad glocal, somete a Ciudad Juárez a una dinámica en la que la era de la información global es también la de la segregación, exclusión y abandono local (Castells, 2006). Donde lo institucional dominante, asumido alo largo de la efervescencia moderna, instaurado en las figuras del Estado nación: escuela, familia, Iglesia, fábrica, pierden sentido y se desdibujan como centro de generación de certidumbres y "verdades", apareciendo así una desinstitucionalización que manifiesta la destitución de la norma por la posibilidad de sobrevivir bajo el principio de "el más apto y el más fuerte": "si las tropas de la regulación normativa abandonan el campo de batalla de la vida, sólo queda la duda y el miedo [...]" (Bauman, 2006: 33); aunado a ello, la espectacularización de la violencia y su concretización en la aceptación del terror y la desesperanza como la única asimilación posible, ha transformado la lógica del panóptico de Foucault, en el que unos cuantos observaban y vigilaban a otros muchos, por el sinóptico en el que muchos miran y se deleitan con el sufrimiento de unos pocos: las emotividades han dominado el espacio de escenificación mediática trastornando la racionalidad.

Trasladados estos panoramas a la búsqueda de una recuperación utópica, indispensable en la reasignación de certidumbre y la urgente necesidad de transformar los miedos–temores en tareas que instauren alternativas posibles, una figura que destaca y exige su refundación, para dotarla de nueva densidad de sentido y operativilizarla, es el agora: lugar de encuentro y reafirmación de lazos estrechos.

Cuando la ciudad se muestra como un embrollo de saturación donde la figura destacable es el poblador, el habitante o el usuario, a los que se concibe más como individuo intrumentalizado en visiones de eficientar el traslado de la mercancía o la instrumentalización de la incipiente política; otorgar un nuevo sentido al habitante como ciudadano y transformar el sentido de la urbe como restitución de agora que ubica la dimensión de lo cultural como eje indispensable de reconstitución, se convierte en una urgente prioridad por quienes asumen la responsabilidad de presentar alternativas a las implicaciones de la relación violencia–miedo–ciudad.

Ahora bien, y concluyendo con otras interrogantes, ¿qué alternativas de resistencia surgen ante el fenómeno miedo–medios–violencia–ciudad a partir de la construcción perceptiva que reconstruya imaginarios y "mundos posibles" de una socialidad en reconocimiento, y la necesidad indispensable de otorgar anclaje y legitimidad a la dimensión de lo institucional como elementos estructurantes para legitimar principios que definan nuevos pactos en marcos éticos de reconocimiento y diálogo? El último apartado establece la necesidad de repensar el sentido de lo ético y estético bajo esta doble lógica.

 

Éticas y estéticas subversivas. Enfrentar paisajes de dominio

El discurso sobre la seguridad, la lucha referenciada a una guerra contra el "crimen organizado", la defensa del patrimonio y todo lo que caracteriza que un discurso oficial sea más de enfrentamiento y lucha que de articulación y reconocimiento, ha sido particularidad de la postura de escenarios en desarticulación permanente como el Estado en su representación "en crisis": Estado nación. Los dominios tradicionales que enmarcaban los códigos del deber ser, así como del deber cumplir, se han diluido en dinámicas de autosupervivencia que definen más estrategias y prácticas de enfrentamiento, ruptura y abandono, propias de una condición actual deshumanizante y de barbarie.

La recuperación de una ética que se fundamente no sólo en la restitución instituida de valores y normas comunes, sino también en el entendimiento y rescate de las emotividades características del entramado social: trasladar una ética hacia una eticidad, lo que implica la síntesis articuladora de marcos normativos institucionalizados que definen reconocimientos y compromisos mutuos como comunidad de acuerdo, a partir de la valoración de lo íntimo como manifestación de que se recupera el estar–juntos. Convendría preguntarse al respecto: ¿cómo se constituye una síntesis posible en la articulación de lo efímero, informal y alternativo, con lo instituido, normativo y responsabilidad colectiva, en un escenario como el de la actual ciudad fronteriza, caracterizado más por la erosión de la socialidad, entendida ésta como el proceso que restituya "el estar juntos", y la sociabilidad, en relación con lo instituido? ¿A partir de qué marcos interpretativos encontraríamos algunas respuestas posibles como elementos de rescate a la revisión crítica y de análisis al panorama que presentan las ciudades fronterizas?

 

Desde la clandestinidad cotidiana

Leamos el siguiente fragmento:

El día de ayer (23–octubre–2008) fue uno de los considerados como más violentos del mes de octubre, ya que se contabilizaron más de 18 ejecuciones en la vía pública —y en la semana previa un número aproximado de 40 según datos de la Procuraduría de Justicia del Estado de Chihuahua—. Fui invitado por un grupo de alumnos de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez a un evento organizado por una asociación civil llamada "Voces Unidas" y que es dirigida por diversos miembros de las comunidades indígenas que viven en las periferias de la ciudad. La finalidad del evento es, según palabras de uno de los organizadores (Don Beto, hombre de 65 años, tarahumara, y que vive en Ciudad Juárez desde principios de la década de los noventa, dedicándose a la elaboración y venta de artesanía), "llevar nuestra cultura a la gente que no nos conoce. Decir que nosotros los indios de México no tenemos miedo a lo que sucede. Que la calle y la plaza es de todos y que la compartimos porque nos reconocemos como hermanos". El evento comienza a las 10 de la mañana en la Antigua "Plaza de Armas" de la ciudad (a espaldas de la Catedral y frente a lo que fue el Palacio de Gobierno del municipio) en la zona centro,15 con una representación de un juego de pelota característico de la comunidad tarahumara (que consiste en correr tras una pelota de madera dirigiéndola con patadas y recorriendo un trayecto importante); posterior a ellos varios grupos musicales que tocaban canciones en diversas lenguas (tarahumara, mixteca, tzotzil, náhuatl), y entre cada canción invitaban a la gente del público (transeúntes curiosos que se acercaban al evento) para que cantaran con ellos o practicaran algún juego característico de la comunidad; también se colocaron puestos de venta de artesanía y de comida típica. Destaca que durante todo el evento, que terminó a las 10 de la noche, un grupo de militares en dos camionetas observaban tanto a quienes participaban activamente (principalmente a los indígenas de las diversas comunidades) como a los transeúntes; e inclusive observé que en un lapso de tres horas en varios momentos con una cámara de video y una fotográfica tomaban imágenes en dirección del evento. Varios de los organizadores al percatarse de ello, tomaban el micrófono y dirigiéndose hacia donde estaban los militares mencionaban "todos somos hermanos: la tropa, el indio, el mestizo; y la madre tierra nos cuida" (Diario de Campo: 45).

Transformar el sentido de lo negado, desechado, inverosímil y negativo que ha caracterizado el argumento funcional determinado a lo anómico16 es colocarnos en una nueva postura que haga referencia más a las informalidades siempre presentes que le otorgan dinamismo y dialicidad a la organicidad social (Maffesoli, 2005); es decir, más que ver la anomia en el sentido tradicional de la desarticulación de lo social, trasladarla a una potencialidad reafirmante de lo cotidiano:

de manera que se podría decir que lo que el diablo representa para el cristianismo, lo es la anomia para las formas de socialización [...], la anomia es la dinámica societal, la parte informal, la imponderable que se estructura en la maña, el arreglo, la astucia en la negociación que empuja al cambio en los espacios de incertidumbre al producir una diseminación en la estructura formal, en lo instituido [...] (Maffesoli, 2005: 16).

Debido a este paisaje que se ha construido en relación con la violencia y sus "naturales" consecuencias, diversas estrategias comenzaron a practicarse por sectores de la población —en especial por sectores de altos y medios ingresos, profesionistas o personas ligadas al sector empresarial o político— quienes han utilizado el trampolín mediático en un discurso que enfatiza la necesidad de encerrarse en casa o trasladar su lugar de residencia de ser posible a la ciudad vecina de El Paso, Texas. Ante este panorama desalentador, en la práctica de identificación y reconocimiento que exige una reapropiación del sentido de comunidad y ciudadanía en relación con el escenario ciudad, otro tipo de manifestaciones han comenzado a gestarse, constituyéndose en referentes de anclaje para enfrentar esta carga de pérdida y abandono que privó en el paisaje mediático. Ante esta posibilidad de potenciar una contraofensiva rebelde, bajo la densa nube cobijada por grupos que sostenían la necesidad de resguardo como única condición posible de supervivencia, manifestaciones como la reunión de los grupos indígenas que radican en Ciudad Juárez se convierten en espacios de práctica y relatos que retoman, en el sentido de la socialidad en cuanto reconocimiento y pertenencia colectiva. Prácticas que contienen, y en gran medida ubican, las justificaciones de estrategias de control, como el Operativo Conjunto Chihuahua–Juárez (en el que participan fuerzas federales, destacando la Policía Federal Preventiva y 117 Fuerzas Especiales del Ejército), desde las cuales se asume que estas manifestaciones de revalorización y recuperación "de la calle" (en su sentido más simple de lugar de convivencia y solidaridad mutua) constituyen posibles "atentados" a la seguridad que sólo puede adquirirse en el resguardo y protección de la casa: "podemos decir que así como el diablo es el sostén para Dios, la anomia es el fenómeno que permite, justifica y legitima el establecimiento de reglas y normas, instaura la presencia de las fuerzas del bien [...]" (Maffesoli, 2005: 16).

 

Conclusión. Eticidad en reconocimiento

La costumbre se traduce en práctica, y ésta, a su vez, manifiesta narrativas–relatos que constituyen la representación de un imaginario compartido que establece marcos de dominio que limitan las posibilidades y potencialidades de la percepción y la actuación. En una densa nube que cubre el imaginario a partir de la narrativa del miedo y la violencia como sus ejes articuladores, la renovación ética, a partir de estéticas de resistencia, se ubica en la piedra angular de la revalorización del sentido de pertenencia y reconocimiento indispensables en la reconstitución del agora.

El problema se traslada de la significación como proceso de instauración de sentido, a las implicaciones normativas morales que ésta construye y que enmarcan las condiciones de pertenencia, surge así la pregunta sobre las consecuencias de un paisaje mediatizado que se limita en gran medida a narrativizar una violencia espectacularizada no sólo circunscrita a espacios mediáticos (como la televisión, el radio e incluso la Internet), sino que se traslada a todos los escenarios comunicativos que constituyen actualmente canales de alta propagación de relatos generadores de imaginarios anclados en la desesperanza, incertidumbre y la desconfianza hacia el otro. ¿Cómo enfrentar esta vorágine y sus implicaciones en el sentido de pertenencia y reconocimiento circunscrita a canales subordinados a esta densidad apocalíptica?. ¿Qué nuevas eticidades o formas de educar(se) tendremos que recuperar, generar o descubrir para trascender la búsqueda de la verdad diluida bajo el mando del control y poderío subordinante? ¿Cómo enfrentar estrategias de mercadeo de imaginarios de barbarie que diluyen el sentido del "estar juntos", propio de una comunidad escenificada en la ciudad fronteriza?

Cuando el paisaje se ha cubierto de narrativas–relatos que colocan en el centro un "alarmismo" asumido por el principio de "sobre aviso no hay engaño" (primer relato), la visibilización de las amenazas plasmadas en las narcomanías (segundo relato), el bombardeo de imágenes —convertidas en el gran instrumento actual de discursividad— que buscan espectacularizar relatos, enfatizando elementos de violencia extrema (tercer relato), o la teatralización de emotividades ante acontecimientos violentos (cuarto relato), muestran una devaluación de principios éticos y de responsabilidad, solidaridad y compromiso hacia el otro. Cuanto más se naturalizan estos relatos, sus implicaciones se filtrarán hacia un imaginario que se ha anclado en la base del encubrimiento, de la ocultación y del silencio.

El alarmismo siniestro potencializa la exclusión y el acuartelamiento; la renovación de un nuevo pacto que revitalice la dimensión ética y supere las visiones dominantes catastróficas de una percepción sometida a la voluntad del miedo o terror, constituye una condición primordial para la restitución del reconocimiento y un imaginario que reconstituya el sentido de la memoria colectiva y la pertenencia. Comprender esta relación entre una violencia arraigada y sus implicaciones en la instauración del miedo como principal referente de apropiación de los individuos, nos conduce a atender la erosión que enfrenta como comunidad las dinámicas y procesos de socialidad en las ciudades fronterizas del norte de México (y en general en la ciudad latinoamericana).

 

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Notas

1 Mientras que el concepto de formación discursiva de Foucault atiende a las dimensiones socio estructural es (fundamentales para entender los procesos de producción de sentido), utilizar el concepto de campo de discursividad permite entender esa estructura en términos diferenciales y dinámicos, en reelaboración negociada por los actores sociales. El modo en como los actores sociales negocian, se apropian o se oponen, de las reglas de la formación discursiva y del juego que realizan vía las ubicaciones diferenciadas en el campo discursivo, da origen a las estrategias discursivas que no se refieren a un uso particular del lenguaje sino a la dimensión subjetiva que los actores despliegan en el orden sociodiscursivo (Reguillo, 2000).

2 La declaración que Felipe Calderón, presidente de la República, realizó en diciembre de 2007 (en el sentido de enfatizar la participación del ejército mexicano en tareas de combate a lo que se denomina "crimen organizado" (narcotráfico, secuestro, extorsión, etcétera).

3 A partir de diversas fuentes periodísticas y oficiales, el número de muertos en la vía pública en Ciudad Juárez, desde marzo de 2008 (cuando inició formalmente el Operativo Conjunto Chihuahua–Juárez) a la fecha, es de más de cinco mil asesinatos.

4 Véanse las fuentes periodísticas El Norte deJuárez, El Diario deJudrezy los portales digitales Arrobajuarez (www.arrobajuarez.com) y Puente libre (<http://puentelibre.mx>), los cuales llevan los registros de los miles de asesinatos ocurridos en Ciudad Juárez en los últimos tres años.

5 Según datos oficiales de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedeña), la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), así como de dependencias del estado de Chihuahua, como la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, el número de efectivos militares que ha participado en el operativo ha sido de nueve mil, y cinco mil integrantes de la Policía Federal Preventiva.

6 El acuerdo bilateral conocido como Iniciativa Mérida fue firmado por los gobiernos de ambos países en marzo de 2007, y tiene como principal objetivo el apoyo estratégico de combate al narcotráfico y al crimen organizado. En un primer momento, se enfatizó el apoyo táctico militar a partir de la entrega de armamento y la capacitación de diversos grupos militares y policiacos de México por parte de organismos de combate al narcotráfico de Estados Unidos, así como el intercambio permanente de información (<www.iniciativamerida.gob.mx>).

7 El incremento de grupos delictivos en las ciudades fronterizas del sur de Estados Unidos, y que se constituyen como el eje clave en el tránsito y distribución de droga, así como de otros delitos, contrabando de personas o el secuestro, ha llevado a este país a una serie de estrategias de seguridad interna que se han manifestado en la instauración de operativos de la guardia nacional y de agencias de seguridad como la Patrulla Fronteriza, la DEA y el FBI, en redadas en diversas zonas para buscar contrarrestar el dominio que estos grupos han adquirido en los últimos años. Destaca en el caso de las ciudades de Juárez, Chihuahua y El Paso, Texas, la disputa que se ha presentado entre grupos relacionados con diversos cárteles de la droga: Los Aztecas, relacionados con el cártel de Juárez, y los Mexícles y Artistas Asesinos, que en los últimos meses se han relacionado estrechamente con el cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán.

8 En la investigación que desarrollo, uno de los puntos clave de análisis son las características de los asesinados, que en su mayoría son jóvenes mayores de bajos recursos, residentes en zonas de la periferia de alta marginalidad y, en un número considerable, estaban vinculados al narcomenudeo.

9 Diversas asociaciones empresariales y de profesionistas como la Canaco, Canacyntra, el Colegio de Abogados de Ciudad Juárez o la Asociación de Médicos de Juárez, en sondeos generales que han realizado, principalmente entre sus agremiados, muestran que una cantidad importante de ellos —según la Canaco, cerca de tres mil personas relacionadas con actividades empresariales, y la Asociación de Médicos ofrece el dato de más de trescientos médicos— han dejado la ciudad para residir en El Paso, Texas o Las Cruces, Nuevo México.

10 Como parte de la estrategia denominada "Operativo Conjunto Chihuahua–Cd. Juárez" a cargo del ejército mexicano, la policía federal, así como de diversas dependencias policiacas locales y estatales, se busca establecer un mecanismo de vigilancia y combate contra el "crimen organizado" —y que, al parecer, el narcotráfico y los diversos grupos que se relacionan con éste (comúnmente denominados "cártel") son su principal referente—, así a partir del mes de octubre de 2008 no se darían a conocer a través de los medios de comunicación los contenidos de las mantas, pues los únicos autorizados para dar alguna información sobre esto serían los distintos voceros de las corporaciones de seguridad.

11 En diversos lugares existe un mercado mediático más local (diversos periódicos, programas de radio o televisión) que se han dedicado a explotar una "nota amarillista" y de escándalo. En el caso de Ciudad Juárez son conocidos los diarios de circulación local PMy El Mexicano.

12 En el caso del periódico PM (Pasado Meridiano), su penetración ha sido a partir de factores como: menor costo —es mucho más barato respecto de otros periódicos de circulación local o nacional—, distribución en cruces de avenidas o locales informales "callejeros" en la vía pública de venta de revistas y periódicos que se encuentran principalmente en el centro de la ciudad, y la oferta que destaca el sensacionalismo de algún acto violento y la inclusión de secciones con mujeres jóvenes semidesnudas, deportes, oferta de diversión nocturna (table dance o bares), además de anunciar "masajes íntimos a precio económico y a domicilio".

13 Aquí habría que tener en cuenta el uso que, en los últimos años, se ha dado a la práctica de hacer visibles estos hechos y centrar la atención en las emotividades. El uso de la Internet como escenario virtual por el cual es posible hacer un recorrido de figuraciones y narrativas a partir de insertar un mensaje en una página web. Ejemplo son lugares como My Space o You Tube, que permiten a cualquier "cibernauta" acceder a múltiples mensajes.

14 Fragmento del Diario de Campo (p. 12) elaborado a partir de una estrategia etnográfica y que forma parte del proyecto "Desabandonar la ciudad. Dinámicas de exclusión y acuartelamiento".

15 Como parte de la investigación, se realizó un cuestionario en el que se solicitaba a diversos jóvenes (estudiantes, trabajadores de maquila y desocupados) que mencionaran la zona de la ciudad que consideraban más violenta o peligrosa. La zona que comprende el Centro Histórico de la ciudad sorprende porque obtuvo el porcentaje más alto, los entrevistados destacaron la droga, la prostitución, las desaparecidas y la violencia contra las mujeres jóvenes, entre otras problemáticas.

16 En la sociología clásica, quienes han desarrollado más un argumento teórico respecto del sentido funcional de la anomia fueron Emile Durkheim y Talcott Parsons. Cada cual abordó la temática de las desviaciones del comportamiento como condiciones de disfuncionalidad a las que se debe atender como consecuencias de trastornos en lo social. Maffesoli afirma que el sentido funcional que conlleva el concepto anomia ha sido más por una fuerte relación con la concepción moderna del bien y el mal, caracterizado por el sentido de lo recto y principio de todo fundamento de "deber": el progreso (Maffesoli, 2005: 19).

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