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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.18 no.35 México ene./jun. 2010

 

Entrevista

 

El neoliberalismo en Chile: entre la legalidad y la legitimidad. Entrevista a Tomás Moulián

 

Neo–Liberalism in Chile: Between Legality and Legitimacy. Interview with Tomás Moulián

 

Juan José Carrillo Nieto*

 

* Maestro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente se desempeña como profesor del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, Unidad Xochimilco Calzada del Hueso 1100 Villa Quietud. CP 04960 Coyoacán México, D.F. 5483 7177 E–mail: jjcnieto@correo.xoc.uam.mx.

 

Recibido el 16 de junio de 2009.
Aceptado el 29 de septiembre de 2009.

 

Introducción1

Para los organismos financieros internacionales, Chile es un ejemplo a seguir en América Latina, en virtud de que ha completado las llamadas reformas estructurales sin demasiada resistencia. No obstante, quienes se congratulan al mirar el caso chileno, olvidan la forma en que comenzó el proceso de reestructuración hacia el neoliberalismo; olvidan que el modelo neoliberal inició con la ruptura constitucional y de la implantación de una dictadura militar que transformó radicalmente el pensamiento de la sociedad chilena y desarticuló a la oposición política a través de una feroz represión, de una magnitud tal que hasta el momento no ha sido posible contabilizar el número de personas detenidas, torturadas o desaparecidas.

La aplicación del modelo neoliberal en Chile significó la transformación no sólo de la estructura económica y jurídica (con la creación de una nueva constitución política), sino también la transformación de la sociedad, insertando los valores del individuo racionalizador y maximizador en prácticamente cualquier relación social, flexibilizando el trabajo y redireccionando el desarrollo social en filantropía exculpatoria.

A poco más de tres décadas del golpe militar que derrocó el gobierno constitucional de Salvador Allende, son muchas las preguntas que surgen, no sólo de las posibilidades reales de un gobierno socialista en tiempos de la guerra fría, sino también sobre las políticas conservadoras impulsadas por la dictadura militar y sus consecuencias, no sólo en el nivel y forma de vida de la población chilena, sino también de sus impactos en la región.

En la presente entrevista, el destacado sociólogo Tomas Moulián, ex rector de la Universidad de Arcis y ex candidato presidencial por el Partido Comunista de Chile en 1999, reflexiona sobre el conjunto de transformaciones que ha significado la aplicación del neoliberalismo en aquel país, la forma en que se impulsa el programa, el papel de la Constitución Política vigente, publicada durante la dictadura, y la forma en que la población ha asimilado la dominación neoliberal.

 

JJCN: ¿Cómo fue la transformación del Chile desarrollista al Chile actual?

TM: El Chile en el cual comienza a instalarse un régimen democrático estable, más estable que profundo, data del año 1933, pues a partir de entonces puede decirse que hay elecciones presidenciales regulares y mantenimiento de un sistema de separación de poderes que podemos llamar democrático; eso era una diferencia en una América Latina inestable desde el punto de vista político: el chileno y el uruguayo eran los casos en los que había estabilidad y orden político democrático, sin embargo, ese orden político democrático era muy poco profundo; durante por lo menos diez años, los comunistas fueron legalmente excluidos del sistema político, por lo tanto podemos decir que se trataba de una democracia con un pluralismo restringido, dado que en Chile el Partido Comunista había alcanzado una importancia política significativa, llegando a obtener en la elección de 1947 un 17 por ciento de preferencia del electorado, que fue lo que suscitó la puesta fuera de la ley de ese partido. Entonces, a este Chile con una tradición democrática (como se le entiende habitualmente), hay que matizarlo.

Efectivamente, hay un sistema político con reglas, con separación de poderes, con elecciones que funcionan, pero hay restricciones a la participación que permiten adjetivar esa democracia como una democracia restringida, más amplia y más estable que las otras existentes en el continente, pero igualmente restringida. Esa democracia, en la década de los sesenta se va ampliando, entra en una dinámica de ampliación, se elimina la ley de defensa de la democracia que ponía fuera de la ley al Partido Comunista y empieza el ciclo de revoluciones pacíficas que comienza con Frei y termina con Allende. La presidencia demócratacristiana hay que caracterizarla de un modo más adecuado de lo que ha hecho la izquierda habitualmente, que ha señalado que se trataba de un reformismo, usando las palabras de la época que oponían reforma versus revolución.

Se trataba, sin duda, de un reformismo, pero de uno bastante radicalizado que realiza la reforma agraria, que moderniza la educación haciendo obligatorios ocho años de enseñanza, por lo tanto se trataba de un régimen reformista radicalizado (profundo), que tiene un efecto sobre la correlación de fuerzas existente en la sociedad chilena, una influencia muy fuerte, consistente en que el sistema político se abre y los extremos se hacen cada vez más distantes, justamente por la profundidad de las reformas instaladas por el gobierno de Frei. Frente a esas reformas, la Unidad Popular radicaliza su discurso para mantener su identidad y la derecha radicaliza también el suyo, convirtiéndose en una fuerza que no está dispuesta, en ninguno de los casos, a apoyar de nuevo a un candidato demócratacristiano. Entonces, tenemos una doble polarización del sistema político, doble polarización que crea las condiciones para el triunfo de la Unidad Popular, que es el triunfo de una batalla en la que hay una relación de fuerzas muy ajustada, en la que los tres candidatos presidenciales estuvieron más o menos cerca de obtener el triunfo y en la que Allende gana por una ventaja mínima al candidato de la derecha; o sea, no sólo triunfa un candidato que dice que quiere hacer el socialismo por la vía pacífica, sino que la ventaja de su triunfo es mínima.

Así que hay una doble debilidad en la correlación de fuerzas, además de que en el marco del capitalismo mundial, intentar recurrir al socialismo, por la vía que fuera, era sumamente difícil y sería una experiencia que necesariamente pondría en movimiento a Estados Unidos, al imperialismo. La palabra imperialismo se usaba corrientemente en esa época, no quiero entrar a evaluar el concepto, sino señalar que se usaba corrientemente.

Obviamente, hay una reacción imperialista y también hay una reacción interna, y la combinación de la polarización del sistema político interno y de las maniobras conspirativas que había desde el exterior hacen totalmente comprensible el golpe de Estado, más raro era que no hubiera nada, más raro era que Allende llegara al gobierno pacíficamente. El golpe de Estado restaura lo que en aquel entonces se consideraba la normalidad del sistema político, igualmente, no debatiré mi acuerdo o desacuerdo con esto, pero obviamente que todo el mundo estaba sorprendido de que ese régimen reformista radical sobreviviera, pues en el marco de la guerra fría era muy raro. Hoy en día, quizá se podría realizar una valoración distinta de esto, pero en aquel entonces, en el marco de la guerra fría, era muy singular el éxito de una experiencia como la reinante en Chile.

La dictadura militar chilena también es una dictadura militar que es necesario caracterizar, ya que tiene algunas diferencias con los meros golpes de Estado que se habían dado en el continente durante la década de los cincuenta contra Pérez Jiménez (1958, en Venezuela), contra Rojas Pinilla (1957, en Colombia). El golpe de Estado en Chile se vincula más con el tipo de golpes que se inaugura en 1964 en Brasil, pero el chileno también es diferente de esos golpes, en el sentido de que el golpe brasileño es desarrollista y en Chile se inauguran los golpes neoliberales, que serán bastante familiares en el continente, por ejemplo, en Argentina y Bolivia.

Pero en aquella época, el neoliberalismo era una rara avis porque todavía no habían aparecido Ronald Reagan ni Margaret Thatcher. Entonces, se armó el golpe militar chileno con un programa neoliberal que se ejecutó a partir de 1975 e inaugura una era de hegemonía neoliberal que no hubiese tenido la importancia que tuvo si no hubiesen existido Reagan y Thatcher. El puro golpe militar chileno hubiese tenido una importancia limitada de no haberse conectado con una transformación del capitalismo mundial, pues se transformó de ser un capitalismo con tendencias al Estado benefactor, a un capitalismo con tendencias al predominio del mercado y relaciones laborales flexibles.

El hecho de la existencia de la Unidad Popular crea condiciones culturales y políticas para que este radicalismo de derecha se instale en una sociedad que había tenido, lo que se llamaba entonces, una tradición democrática profunda. Por mucho que dudemos de ésta, así se consideraba en aquella época.

Son dieciséis años de dictadura y de instalación en 1975 del programa neoliberal que traen los Chicago Boys, que son una alianza entre los economistas de la Universidad Católica y la Escuela de Chicago en Estados Unidos; son economistas que permanecen en un segundo plano hasta 1975. Tienen una importancia oscura, que es necesario investigar para ponerlos en evidencia, en los programas llevados adelante en los años anteriores a 1975, pero después de esta fecha aparecen como la solución para la vía chilena al capitalismo pleno, profundo y con dictadura. Lo que demuestran los Chicago Boys es que sólo el predominio del mercado permitirá que el capitalismo que se desarrolló en un país de las características del chileno y que los intentos de hacer eso con intervencionismo estatal quedaron atrás, pues ya no eran las formas de desarrollo del capitalismo vigentes en este país.

Estos dieciséis años de dictadura significan un programa estable y consistente que tiene éxito en la realización de sus premisas: genera un desarrollo sumamente desigual, pero permite un crecimiento económico relativamente estable y de larga duración, cosa que en Chile no había sucedido por la inestabilidad de los programas que se llevaban a cabo y la muy fuerte influencia de los programas antiinflacionarios que estaban obligados a llevar adelante los gobiernos de esa democracia.

 

JJCN: ¿Cómo se lleva a cabo el programa neoliberal en Chile?

TM: Este programa tiene una condición política: la existencia de la dictadura. Eso no significa que un programa neoliberal necesite de una dictadura; en el caso de Chile, necesitó de una dictadura. No sabemos si también se hubiese podido desarrollar el capitalismo de un modo profundo en Chile sin ese programa neoliberal y sin esa dictadura, pero el hecho es que instauró por fin un orden capitalista que alcanzó una cierta profundidad. En Chile, en 1975, inició un programa en el que la mayor parte de los resguardos estatales o de la sociedad civil se mandan desaparecer, empieza a haber una primacía del mercado que no tiene que ver sólo con los precios ni con la libertad de precios y de la circulación de los productos en el mercado, sino con la flexibilidad en el tratamiento de una mercancía fundamental, que es la fuerza de trabajo.

Como bien dicen los análisis de Marx, que son muy lúcidos, es el manejo flexible de esa mercancía fuerza de trabajo, particularmente en el caso chileno, lo fundamental para el éxito del programa neoliberal; si no hubiese habido flexibilización respecto de la fuerza de trabajo, no habría habido éxito del programa y para eso, en el caso chileno, una dictadura crearía una condición positiva. Esta dictadura se convirtió en una que permitió que el capitalismo desarrollara sus potencialidades, cuestión que los programas mixtos que existían anteriormente no habían podido poner en funcionamiento.

En Chile, diremos que la dictadura es una condición esencial en el desarrollo capitalista neoliberal, ésta genera las condiciones políticas, lo cual no es una regla general, sino una regla que valió para Chile y que no podemos decir que fue necesaria. Yo no me atrevería a plantear su necesidad porque la prueba argumental de ello no es muy sólida.

Se trata de la instalación, en las relaciones entre capital y trabajo, de una flexibilidad que no tuvo Chile desde 1932 hasta 1973, porque las relaciones entre el capital y la fuerza de trabajo estaban reguladas por las condiciones del campo de fuerza, que hacían que se fuesen generando reformas, sobre todo desde los años cincuenta, cuando el sistema político limitaba bastante la posibilidad de que los capitalistas ejecutaran una dictadura sobre la fuerza de trabajo. Entonces, se tenían que introducir algunas mejorías, algunas alzas de salario, ciertas garantías para el funcionamiento de la fuerza de trabajo, que en un capitalismo con mercado estrecho y con producción de bienes para el mercado interno básicamente dificultaban que hubiera condiciones para el desarrollo del sistema.

Posiblemente, en un país como Brasil, con un mercado interno de otras dimensiones, no hubiese tenido el efecto que tuvo en Chile. Pero lo que ocurre en la década de los sesenta es que estas crecientes reformas sociales vuelven más difícil todavía la instalación de un capitalismo eficiente y expansivo.

 

JJCN: ¿Cuál es el origen de la Constitución vigente?

TM: Se trata de una Constitución que se aprobó a través de un plebiscito realizado en la dictadura. Se evitó que ese plebiscito se llevara cabo sin registros electorales, por lo tanto fue un plebiscito con estos registros. Obviamente, hay niveles de manipulación del voto bastantes fuertes, pero yo creo que el nivel de aprobación del gobierno de la dictadura era alto cuando se hizo el plebiscito, por lo tanto yo creo que el plebiscito ganó. Quienes estaban a favor de que esa Constitución se instalara en un marco de manipulación, lo hacían porque la dictadura militar chilena generó crecimiento y las puras ansias de democracia no son una condición para que digamos que bastaba para anular la creencia de que el sistema neoliberal, a la larga, generaría crecimiento, y yo creo que eso existe en Chile.

Si uno realiza una encuesta para saber qué piensan los sectores políticamente progresistas respecto de la sociedad, veríamos que la mayor parte no concibe un sistema social muy diferente al actual. Hay una hegemonía del sistema capitalista actual. Evidentemente que nadie estaría de acuerdo en que hubiese de nuevo un programa muy extremo de reducir los salarios, pero la sensación de que este sistema es uno que funciona y que a la larga genera crecimiento, yo creo que es mayoritaria en la población chilena.

 

JJCN: ¿Qué papel cumple la Constitución política chilena para la continuidad del sistema neoliberal?

TM: Chile es un país muy legalista, pese a que en los años de la dictadura las violaciones a la ley fueron constantes, de todas formas hay un paradigma legal que funciona en la cabeza y hay, por lo tanto, un efecto simbólico de la dictadura en la Constitución de 1980 que le da legalidad a lo que hacía y creó condiciones para que resultase muy difícil la existencia de gobiernos en un futuro, que no aplicasen programas de continuidad. El sistema binominal está destinado a permitir una democracia restringida con continuidad, porque resulta muy difícil que una tercera fuerza que no sea la derecha o la Concertación2 se inserte vigorosamente y que tome el poder para ejecutar reformas importantes.

Lo que básicamente hace la Constitución de 1980 es dificultar las reformas profundas, obstaculiza que el soberano no tenga la total libertad para cambiar este sistema con gran influencia del mercado. Eso es lo fundamental de la Constitución y no se ha modificado porque las reglas de modificación de la Constitución misma son muy complicadas. Está hecha para no ser cambiada, de modo que las condiciones favorables al desarrollo neoliberal permanezcan y las modificaciones hechas si bien han mejorado algunos aspectos, no han ido al punto central.

 

JJCN: ¿Por qué si el gobierno de la Concertación ha continuado con la aplicación del modelo neoliberal hay una sensación de bienestar en la población?

TM: Es que el capitalismo no siempre genera pobreza. El sistema neoliberal se ha mostrado como el mejor sistema para que el capitalismo se desarrolle en Chile. Evidentemente que esto significa que se desarrolla en Chile un sistema con crecimiento, pero con enorme desigualdad, entonces diríamos que se ha demostrado que el desarrollo capitalista con desigualdad generaría crecimiento, eso es lo que demuestra Chile, y ese crecimiento genera mejores condiciones en comparación con las que existían antes, no en relación con las clases entre sí, pues ahí aumenta la diferencia, ya que el sistema es muy desigual, pero respecto del sistema anterior, en el cual el desarrollo era poco, es obvio que la existencia de un crecimiento relativamente sostenido permite la imagen de bienestar, que además dificulta el cambio porque el sistema crece estable, pues ya no hay, como en los sesenta, una especie de conciencia generalizada de que el capitalismo no servía. Ahora existe todo lo contrario: la creencia de que el sistema capitalista neoliberal sirve y se basa en que mantiene ciertos niveles de crecimiento. Chile no crece como crecía antes, y ya no es el país de mayor crecimiento en América Latina, por ejemplo, Perú crece mucho más que Chile. Pero en éste hay muchos años de aplicación del mismo programa, por lo tanto, las reformas hechas ya son muy profundas.

 

JJCN: ¿La Concertación ha mitigado de cierta forma los efectos del modelo neoliberal?

TM: La única forma de mitigarlo, la más efectiva de mitigarlo, es restaurar la capacidad de acción de la fuerza de trabajo. Como eso no se ha hecho, no se ha actuado sobre el aspecto principal. Hay cambios que permiten mayor expresión de los partidos políticos, posiblemente habrá cambios que permitan ampliar la participación de los sectores relacionados con la oposición más radical, en este caso vinculados al Partido Comunista u otros sectores que tengan mayor capacidad de presión. Seguramente habrá cambios en el sistema binominal, pero todo eso no permitirá que los trabajadores tengan la capacidad de organización requerida para poner en jaque este sistema; entonces, estos cambios no son esenciales. Este sistema no generará por sí mismo su corrección, tampoco es muy factible que la corrección emane de movimientos sociales ni de movilizaciones sociales, yo veo una situación estancada, pues mientras no se genere una conciencia de los límites del sistema capitalista mundial, no se avanzará mucho.

 

JJCN: En las universidades se observa publicidad que invita a los estudiantes a realizar actividades filantrópicas, ¿hay en la sociedad chilena una noción de que la forma de resolver los problemas es a través de la filantropía?

TM: La palabra filantropía no es una que se use demasiado en Chile, al menos no en el discurso habitual de las elites, pero cuando el sistema no puede abrirse más, una de las formas de dar algo es a través de la filantropía y tiene su influencia, pero también hay, sobre todo en el nivel de los municipios, la posibilidad de que generen ciertas modificaciones que recaen en ciertos sectores, abriéndoles espacios. No es sólo la acción filantrópica, sino también la posibilidad, en el plano local, de cambios que abran algunos pequeños espacios, pero el sistema central está reservado.

La filantropía es la forma conservadora de dar. Se ha retornado al Chile anterior al de los años sesenta, el país donde el cambio se consigue porque los "buenos muchachos" van al pueblo y llevan la luz, por ejemplo. Hay filantropía y conservadurismo muy fuerte.

 

JJCN: ¿De que forma alteró al sistema político la movilización de los estudiantes secundarios que inició en 2006?

TM: Se trata de una movilización sumamente importante, que no ha tenido efectos sobre la forma como se concibe la educación en el capitalismo. Los rasgos fundamentales del sistema educacional chileno, en el cual tiene una enorme importancia el sector privado (intensificada con la dictadura), lo que continúa y significa que en el largo plazo habría acciones que mitiguen la desigualdad, pero en el corto plazo esos efectos no se ven y los cambios terminarán reforzando el sistema, porque se descubrió que no está tan cerrado y que con movilizaciones bien llevadas se alcanza algo, ciertas cosas las obtienen los secundarios, pero no consiguen su programa máximo porque sería un programa que suscitaría cambios centrales, y este asunto no está sobre la mesa de discusión.

El hecho de que sean los secundarios es una novedad, pues Chile nunca fue país de grandes movilizaciones, dado el carácter sumamente institucional de la lucha política. Esta abre un hueco en el carácter institucional de la lucha política donde los partidos funcionan. Y se trata del sector social que más capacidad de movilización tiene, gracias a que son jóvenes sobre quienes la aplicación de una política de fuerza tiene cierta influencia; si fuesen trabajadores, yo creo que el tratamiento sería muy distinto, pero como aún son niños, estudiantes, la sociedad vuelca sobre ellos su benevolencia, además, lo que se les ha concedido en sus demandas no cambia la naturaleza del sistema.

 

JJCN: Se trata de la primera generación que nace en la democracia, ¿ello tendría que ver con la posibilidad de algún cambio en la sociedad?

TM: Constantemente hay cambios en la sociedad, algunos de los cuales provienen del interior del sistema capitalista. Hay posibilidad de que, mediante movilizaciones, se consigan algunas cosas, pero siempre que eso no cambie el aspecto central de la correlación de fuerzas. Si fuesen trabajadores con otras exigencias, se generarían otras respuestas. Aquí se les otorga a los estudiantes concesiones aceptadas por ellos como significativas, pero que no modifican centralmente el sistema, entonces, éste aparece como dador, y no está en peligro, pero se muestra que las movilizaciones servirían y no sabemos qué efectos tendría en el futuro, aunque no veo la posibilidad de que surjan movimientos radicales que a través de movilizaciones cambien el fondo de las relaciones sociales.

 

JJCN: Conociendo que el cobre es el recurso natural más importante de Chile, ¿cuál es su situación frente a las trasnacionales?

TM: La nacionalización del cobre se hizo por unanimidad. Todas las fuerzas políticas se pronunciaron en pro de la nacionalización del cobre, una demanda que desde hacía mucho tiempo se hallaba latente en la sociedad chilena. De hecho, durante el gobierno de Frei se había "chilenizado"; entonces, la nacionalización era un paso más en esa dirección. Pero desde 1973 y, sobre todo con la Concertación, lo que hay es una desnacionalización y una privatización de las nuevas minas. De ahí pues que el crecimiento de la producción minera se haga sobre la base del capital privado, manteniéndose la antigua minería en manos de Codelco,3 una empresa pública, pero los nuevos crecimientos son privados, en un sector en el que la proporción de mano de obra en relación con el capital es muy baja y, por lo tanto, no tenemos grandes concentraciones de fuerza de trabajo dedicada a los minerales para que cifremos en éstas las esperanzas de que de ahí surgirían movimientos que modifiquen la situación del cobre o que apunten a la modificación global de la sociedad.

Los mineros del cobre son una proporción relativamente baja de la fuerza de trabajo en relación con su aporte al PIB, que en ocasiones han generado movimientos importantes, por ejemplo, la concentración de Trabajadores del Cobre estuvo a la cabeza de las movilizaciones de 1983 contra la dictadura, pero nunca ha sido una fuerza revolucionaria, pese a que en ellos radicase la fuerza del Partido Socialista o del Partido Comunista, nunca ese sindicalismo fue lo que podemos llamar revolucionario.

Las fuerzas armadas se reservaron un tiempo parte del ingreso que se recibía con la venta del cobre, pero eso ya se modificó, aunque tienen una proporción del presupuesto muy alta y en eso opera el miedo a las fuerzas armadas. No se prevé que en el futuro haya modificaciones presupuestarias respecto de las fuerzas armadas. Todavía tienen un peso político importante, aunque no hablen, aunque estén en silencio, con excepción del general que recién apareció y que puso en evidencia cuestiones que se creía habían cambiado (porque no ha habido por parte de las fuerzas armadas un tratamiento del problema de este general),4 pero aún estando en silencio, las fuerzas armadas poseen una enorme influencia y una especie de poder de veto hacia grandes reformas. Por ello abogan por un capitalismo con este tipo de democracia, en eso dejaron atrás el poder de la dictadura, se manifiestan a favor de este capitalismo democrático y seguirán manifestándose en favor de eso, a menos que haya un peligro respecto del sistema, pues si hubiere alguno, ya sabemos cómo actúan las fuerzas armadas, no nos podemos hacer ilusiones de que son neutras.

 

JJCN: ¿De qué manera ve la sociedad civil a las fuerzas armadas?

TM: Hay una sociedad civil ideológicamente fragmentada, en la que algunos sectores están a favor de una participación de las fuerzas armadas, que siguen apoyando la política golpista. Hay una derecha político–social fuerte, ya no nos podemos hacer ilusiones de que las elites de derecha son democráticas; lo son mientras la democracia no perjudique su capitalismo, ésa es una lección que ya aprendimos.

 

JJCN: ¿Se trata de una fragmentación social propiamente clasista o hay cierta transversalidad?

TM: No tengo suficientes datos y no sé si podría contestar esta pregunta, pero yo diría que hay una sociedad civil fragmentada con transversalidad. Hay sectores de la clase obrera que apoyaron la dictadura. Eso no significa nada esencial, aunque creo que en el Chile democrático que veíamos antes de 1973 hay una sociedad en la que ciertos sectores ideológicamente unidos a la elite son militaristas y partidarios de la dictadura del capital. Eso no se observará mientras no haya una crisis, pero si la hay, ya sabemos que lo más probable es que apoyen un golpe, tanto los grupos empresariales como los militares, cosa que es natural en un sistema capitalista o en cualquier sistema político que quiere defenderse contra las posibilidades de un cambio radical.

 

JJCN: Muchas gracias.

 

Reflexiones finales

Los aportes brindados en esta entrevista por Tomás Moulián al análisis de la transformación del sistema político chileno proponen nuevas vías para conocer los procesos de reestructuración neoliberal en América Latina. Lo explicado por él permite conocer, más allá de las consecuencias económicas y sociales del modelo económico, las repercusiones que éste ha tenido en el sistema político chileno y en su sistema jurídico constitucional.

Como puede observarse, el proceso de reestructuración neoliberal implicó, en el caso chileno, su constitucionalización y a partir de su inclusión en el sistema jurídico se profundizó para conseguir que, por la vía legal, sea imposible su transformación. Este es uno de los puntos centrales que debe analizarse cuando se cuestiona la profundidad de las reformas sociales de los gobiernos de la Concertación y la posibilidad de repensar un gobierno progresista en el siglo XXI.

Es sumamente importante destacar lo señalado por Moulián, en el sentido de que el patrón de acumulación neoliberal en Chile logró, por determinado tiempo, generar crecimiento económico, el cual, a pesar de ampliar la desigualdad social, provocó una sensación de bienestar en la sociedad chilena. Esta perspectiva la reforzó la dificultad del modelo de ampliación de la explotación del trabajo, al tener limitada la fuerza laboral disponible para su uso, produciéndose, como caso único en América Latina, un neoliberalismo con estabilidad económica y social, pero profundamente desigual.

Desde esta perspectiva, observamos también que una mirada sobre la desigualdad desentendida de sus causantes se explicaría a partir de la profundización del patrón de acumulación, el cual rebasó la estricta relación trabajo–capital y permeó el resto de las actividades de la sociedad chilena.

  

Notas

1 Entrevista realizada en el marco de la investigación "Estrategias jurídicas de dominación neoliberal en América Latina", del Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. La entrevista fue realizada con ayuda de la Dirección General de Estudios de Posgrado de la UNAM. Agradezco particularmente el apoyo de los doctores Óscar Correas (CEIICyH, UNAM), Lucio Oliver (CELA, UNAM) yAtilio Boron (UBA, Argentina) por las facilidades para el desarrollo de esta investigación.

2 Concertación de Partidos por la Democracia (coalición de cuatro partidos políticos chilenos: Partido Demócrata Cristiano, Partido por la Democracia, Partido Radical Social Demócrata y Partido Socialista).

3 Corporación Nacional del Cobre.

4 En referencia a la declaración del general retirado, Raúl Eduardo Iturriaga Neumann (11 de junio de 2007), quien desconoció la sentencia que lo condenó a cinco años de prisión por el delito de secuestro cometido durante la dictadura, cuando se encontraba como general en funciones.

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