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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.15 no.30 México jul./dic. 2007

 

Artículos

 

Cuba: escenario demográfico de un país en vías de desarrollo con decrecimiento poblacional

 

Humberto González Galbán* y Diego Enrique González Galbán**

 

* Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte. Profesor-Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.

** Licenciado en Geografía por la Universidad de La Habana. Jefe del Departamento de Estudios de Población del Centro de Estudios de Población y Desarrollo. Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba.

 

Recibido el 06 de marzo de 2007.
Aceptado el 25 de abril de 2007.

 

Resumen

Un bajo nivel de fecundidad a lo largo de muchos años, sin que medien variaciones sustantivas en otras variables demográficas, condiciona, a mediano plazo, un ritmo de crecimiento poblacional muy lento o negativo, lo que desencadena o acelera, a su vez, otros procesos demográficos con repercusiones socioeconómicas y políticas, como sucede actualmente en muchos países desarrollados.

En Cuba comenzó a manifestarse un decrecimiento poblacional sin antecedentes en América Latina, que debe ser evidenciado y analizado, ya que para la región en su conjunto y, en particular, para los países más avanzados en la transición demográfica, las tendencias del índice de la fecundidad cubano pueden servir, en perspectiva, como patrón de análisis o punto de reflexión y debate en torno a un hecho de implicaciones sociales de gran trascendencia potencial.

Palabras clave: avanzada transición demográfica, decrecimiento poblacional, baja fecundidad, Cuba.

 

Abstract

A sustained low level of fertility, along many years, without concomitant substantive variations in other demographic variables leads in the medium run to very low or negative rates of population growth, which triggers or even accelerates other demographic processes with potentially significant socioeconomic and political repercussions. A similar situation is taking place at the moment in a good number of developed countries.

In Cuba, population decrease has begun to manifest itself, which is a fact without precedents in Latin America that needs to be identified and analyzed for this region as a whole, and in particular for those countries more advanced in the demographic transition. Fertility trends in the Caribbean Island can be seen as a model to be analyzed and reflected about because it may illuminate a pattern of demographic change with great potential social implications.

Key words: demographic transition, population decrease, low fertility, Cuba.

 

Introducción

Desde Malthus hasta la actualidad, el crecimiento poblacional de los países y sus regiones, y el vínculo de este fenómeno con el desarrollo social y económico, ha preocupado a científicos y gobernantes, quienes en muchos casos han visto en las tendencias del incremento poblacional un obstáculo no solo para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del planeta, sino incluso para la propia supervivencia de la humanidad.

A pesar de las predicciones apocalípticas del controvertido clérigo inglés, en el siglo XX la población mundial se multiplicó varias veces en un lapso relativamente corto, sin que llegaran las advertidas catástrofes terrenales. Este hecho y, en última instancia, la inversión del "problema de la población" que se avecina —el decrecimiento poblacional—, parecen sepultar, paulatina pero definitivamente, las posiciones neomalthusianas, a medida que se imponen patrones reproductivos tan bajos que no garantizan el reemplazo poblacional.1

Aunque con diferencias regionales, las tendencias demográficas del mundo entero acusan una importante desaceleración de la procreación. Durante los primeros años de la década de 1950, la tasa neta de fecundidad en el mundo fue de 1,65 hijas por mujer; para el quinquenio 2000—2005, este valor había descendido a 1,12 y se prevé que, pasada la década de 2030, estará por debajo del nivel de reemplazo poblacional.

El descenso del índice de fecundidad se manifestó primero en los países desarrollados que, a finales de la década de 1970, se ubicaron por debajo del nivel de reemplazo. Se espera que los países en desarrollo alcancen ese estatus para la cuarta década del siglo XXI. La región de América Latina y el Caribe, cuya tasa neta de reproducción es en la actualidad de 1,1 hijas por mujer, comenzó su transición demográfica antes que el resto de los países subdesarrollados y se ha proyectado que en la década de 2020 mostrará valores de fecundidad similares o inferiores al del reemplazo poblacional (United Nations, 2005).

El prolongado mantenimiento de niveles de fecundidad inferiores al del reemplazo poblacional condiciona, entre otros aspectos demográficos, el decrecimiento natural de la población, pues llega el momento en que el número de fallecimientos supera al de nacimientos, lo que da lugar al envejecimiento poblacional, es decir, al aumento de la proporción de habitantes de más edad con respecto al total de la población. Así, a menos que haya una inmigración significativa o un improbable descenso sustancial de la mortalidad, la población decrece.

Este escenario poblacional es una realidad en la mayoría de los países desarrollados, entre los que destacan los europeos y Japón, en donde la fecundidad se mantiene en niveles muy bajos y la tasa de crecimiento poblacional está, en muchos casos, por debajo de cero.2

En los países en vías de desarrollo3 también se observan niveles de fecundidad muy bajos durante periodos prolongados, con los subsiguientes procesos relativamente acelerados de envejecimiento y factores condicionantes para el futuro decrecimiento demográfico. Ello atrae el interés de los analistas poblacionales pues, a diferencia de los países desarrollados, los países en vías de desarrollo no tienen la capacidad de atraer corrientes migratorias compensatorias cuyos balances son, por lo general, de signo negativo.

En este contexto el caso de Cuba es peculiar. Desde 1978, este país se ubicó por debajo del nivel de reemplazo poblacional y su ritmo de crecimiento ha venido presentando una tendencia al descenso que en 2006 fue negativa; hecho inédito en Cuba, América Latina y probablemente en el resto de los países en desarrollo que no hayan sufrido desastres naturales, epidemias letales, crisis económicas o políticas de grandes proporciones o conflagraciones militares. Esta situación excepcional justifica su difusión así como el análisis de sus factores condicionantes y sus implicaciones potenciales, para ampliar el conocimiento de las tendencias en los niveles y la estructura de la población en países o regiones en vías de desarrollo con bajos valores de fecundidad.

Así es como este artículo revisa la situación sociodemográfica cubana del siglo XX y los primeros años del actual, según fuentes documentales y registros estadísticos oficiales, con el propósito de ahondar en su comprensión. Analiza, asimismo, las proyecciones de población para esclarecer sus implicaciones sociodemográficas y los retos que puedan imponer los cambios poblacionales a las instituciones nacionales.

 

Antecedentes sociodemográficos de Cuba en su etapa pre-transicional. Periodo 1900-1958

Uno de los supuestos discutibles de la teoría de la transición demográfica es el que afirma que sólo los países europeos —y algunos otros desarrollados— iniciaron dicho proceso en el siglo XIX o a principios del XX; que éste se concretó a lo largo de muchos años, y que los países implicados atravesaron todas sus fases. Hay evidencias que permiten suponer que en ciertos países latinoamericanos los cambios en las variables demográficas que afectarían más adelante el crecimiento poblacional comenzaron en los albores del pasado siglo XX, y que en algunos de ellos la transición demográfica ha avanzado en gran medida o ya concluyó.

En Cuba las tasas de mortalidad comenzaron su descenso a principios del siglo XX, y las de fecundidad desde los años veinte y hasta 1958. Los referidos indicadores brindan elementos que permiten afirmar que la transición demográfica en el país caribeño empezó tempranamente.

Según las estimaciones de Collver (1965) citadas por P. Hollerbach y S. Díaz-Briquets (1983), la tasa bruta de mortalidad, que en el periodo 1900-1904 fue de 23,7 muertes por cada mil habitantes, descendió en 1950-1954 a 11,6; mientras que el indicador de mortalidad infantil —que a comienzos del siglo XX había sido de 136 muertes por cada mil nacimientos—, era de alrededor de 50 a principios de la década de los cincuenta. Dichas cifras estaban vinculadas a una esperanza de vida cercana a los 60 años. Cálculos más recientes (González y Ramos, 1996) estiman que la tasa bruta de mortalidad del periodo 1900-1904 fue de 24,8 por cada mil habitantes, y la de 1955—1959, de 9,71. Estos autores estiman que la esperanza de vida al nacer en estos mismos periodos fue de 37,7 y 62,1 años, respectivamente.

Los cálculos de la tasa global de fecundidad de S. Catasús (1975), citados por L. Álvarez (1985), son de 5,82 hijos por mujer para 1907, y de 3,60 para 1953, lo que indica un descenso de poco más de dos hijos por mujer en la primera mitad del siglo. González y Ramos (1996) obtuvieron valores muy similares para dicho indicador, al que estimaron en 5,95 para 1900-1904 y 3,51 para 1955-1959.

El otro componente del crecimiento demográfico, la migración, mantuvo un signo positivo hasta el periodo 1925-1929, y tuvo un papel muy importante para repoblar el país. Alfonso, J. C. (1992) señala que en las primeras décadas del siglo pasado llegaron al país 1,2 millones de extranjeros, en su mayoría españoles.

Entre los factores condicionantes de la temprana transición demográfica de Cuba Hollerbach y Díaz-Briquets (1983) señalan los siguientes:

• La numerosa inmigración del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.

• Un importante proceso de urbanización.

• El significativo desarrollo de las vías de comunicación y el sistema de transporte.

• El saneamiento ambiental.

• El desarrollo de un sistema médico efectivo.

La inmigración alteró la estructura de la población cubana, por sexo y por edad, y posiblemente también los patrones reproductivos, y condicionó el descenso de los niveles de fecundidad. Las zonas urbanas en que la mayoría se asentó crecieron, mejoraron su infraestructura de servicios, pasaron por un importante proceso de saneamiento ambiental y desarrollaron el sistema de salud. A finales de la década de los cincuenta todo esto conformó una situación demográfica más avanzada que, en general, la de los países en vías de desarrollo.

La situación demográfica de Cuba en 1958 se sintetiza como sigue:

• Mortalidad y fecundidad relativamente bajas y en descenso.

• Crecimiento poblacional natural moderado y en descenso.

• Saldo migratorio moderadamente negativo.

 

Periodo 1959-1977

La toma del poder por el gobierno revolucionario implicó profundos cambios socio-políticos que incidieron de manera evidente y rápida en el comportamiento de las variables demográficas, cuyas tendencias al principio se dislocaron. Los niveles de fecundidad y de emigración se elevaron significativamente, mientras que la mortalidad aceleró su tendencia al descenso (véase el gráfico 1), en particular a partir de los años setenta.

Algunos autores destacan como factor condicionante de dicho panorama demográfico las nuevas posibilidades abiertas por este proceso político en los campos del empleo, la educación, la salud, la seguridad alimentaria y la seguridad social, así como en la búsqueda de equidad de género. Todo ello tuvo un primer efecto estimulante en la fecundidad, que alcanzó su punto culminante a mediados de la década de los sesenta. Sin embargo, esos mismos factores actuaron posteriormente en sentido inverso, incidiendo de tal modo en el descenso de dicha variable que para 1977 ésta marcó un hito en la historia de la transición demográfica cubana: fue el último año en que la tasa global de fecundidad estuvo por encima del nivel de la de reemplazo poblacional.

Este proceso, que comenzó en 1959, incidió también en el aumento de una emigración caracterizada por fluctuaciones dependientes de las relaciones políticas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. La mortalidad se vio favorecida por los mismos factores que afectaron la fecundidad aunque, dados los bajos niveles alcanzados, se fueron logrando descensos más discretos.

De los hechos demográficos que más trascienden en este periodo destaca la explosión demográfica, la cual alcanzó su clímax en 1965 con casi 277 000 nacimientos, lo que significó un aumento de 51,6% con respecto a los registrados en 1958. Es también significativo el rejuvenecimiento de la fecundidad, que en 1975 alcanza una tasa de 135 por cada mil en las mujeres de entre 15 y 19 años (Álvarez, 1985), valor que duplica el estimado en 1958.

Entre las explicaciones contextuales del incremento de la fecundidad, están la terminación de un periodo de guerra y la apertura de una etapa promisoria de mejores condiciones de vida y seguridad social, lo que da lugar al nacimiento de los hijos aplazados. Por otra parte, entre los factores que afectaron el comportamiento de la variable principal de cambio demográfico están los siguientes:

• La aplicación más efectiva de las medidas que penalizaban la interrupción del embarazo.

• La escasez de medios anticonceptivos debida a la agudización del conflicto político entre los gobiernos cubano y estadounidense, y la ruptura de las relaciones comerciales.

• Las campañas en favor de la igualdad social y económica de la mujer, que inciden en la esfera sexual e incrementan las relaciones sexuales al margen de la unión estable y, con ello, los embarazos y los nacimientos.

En relación con la mortalidad, cabe plantear que la salida de un gran número de médicos del país y la escasez de medicinas al comienzo del periodo revolucionario fue compensada, en cierta medida, por las campañas masivas de vacunación y saneamiento ambiental y la extensión de los servicios de salud pública a las regiones más deprimidas del país, en particular a las zonas rurales.

La emigración —sobre todo a Estados Unidos— de una parte de los cubanos de las clases altas debido, principalmente, a la afectación de sus propiedades, repercutió en el contexto sociodemográfico en los planos cuantitativo y cualitativo, ya que en pocos años más de 700 mil personas salieron del país. Cabe suponer que buena parte de ellos eran fértiles, trabajaban y tenían complejos perfiles profesionales.

 

Situación sociodemográfica pos-transicional de Cuba. Periodo 1978-2006

El periodo comprendido entre 1978 y 1999 se caracteriza por un primer descenso drástico de la fecundidad que en 1981 llegó a un nivel mínimo de 1,61 hijos por mujer. A finales de la década de los setenta se evidencia una recuperación que dura hasta 1988, debida a que los nacidos en la década de los sesenta alcanzan la edad fértil. Entre 1988 y 1990 hay cierta estabilidad; en 1990 comienza un nuevo descenso que no cesa hasta 1997, cuando esta tendencia comienza a revertirse para alcanzar el nivel histórico de fecundidad más bajo hasta entonces en Cuba —1,44 hijos por mujer—, tasa comparable con las más bajas del mundo y sólo superior a las de un reducido grupo de países europeos.

Durante la década de los ochenta el mantenimiento de una tasa de fecundidad con variaciones mínimas, una tasa de mortalidad en un nivel bajo, y una migración de signo negativo de cierta magnitud, determinan la tendencia a un bajo crecimiento poblacional; la tasa media de crecimiento en este rubro fue de 13,9 por cada mil habitantes.

Otra de las características de la transición demográfica cubana que se afianzó en este periodo fue la minimización de las diferencias territoriales en los bajos niveles de fecundidad y de mortalidad, en respuesta a una política explícita y efectiva aplicada con ese fin. En sentido contrario, los niveles de los nacimientos entre las mujeres más jóvenes siguieron siendo relativamente elevados, lo que podría estar asociado a que las mujeres nacidas en la década de los sesenta alcanzaron entonces la edad fértil. Todo ello incidió en la postergación de la severa caída de los niveles de crecimiento poblacional en el país.

A comienzos de los años noventa, estalla una de las peores crisis económicas de la historia del país, debida a la desaparición del campo socialista y la intensa interrelación de la economía cubana y la de la entonces Unión Soviética; crisis que se refleja en varios indicadores demográficos y, en particular, en los de fecundidad, que registran tasas globales extremadamente bajas y un rápido descenso entre las adolescentes.

En 1997, al parecer en relación con la inversión de la tendencia a la caída de la economía, las tasas de fecundidad se recuperan y se estabilizan hasta 1999. Parecía que los nacimientos aplazados durante el peor momento de la crisis económica comenzaban a producirse; sin embargo, en 2000 hay otro descenso que se mantiene hasta la fecha.

Esta tendencia a la baja de las tasas de fecundidad, en combinación con los bajos niveles de mortalidad —que descienden a un ritmo moderado— y una migración externa de signo negativo estabilizada desde una década atrás en poco más de 30 mil efectivos por año, ha incidido en la reducción de los ritmos de crecimiento. Así, es la variable de la fecundidad la que está marcando en mayor medida las pautas del crecimiento en Cuba. Ya en 2005 la población creció apenas en 2 500 personas, lo que corresponde a una tasa de 0,2 por cada mil habitantes.

Lo ocurrido en 2006 confirma, finalmente, que la prolongada estabilidad de un muy bajo nivel de fecundidad4 —y el consecuente decrecimiento poblacional—, es, en efecto, una tendencia y no un hecho coyuntural. En 2006 se registraron casi 10 mil nacimientos menos que en el año previo, con lo que la tasa global de fecundidad se ubicó en 1,39 hijos por mujer y, en consecuencia, se produjo un hecho inédito5 en el país: la población decreció. Como se puede apreciar en el cuadro 1, según cálculos preliminares de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) de Cuba, la población decreció en poco más de 3 700 personas, lo que representó una tasa de crecimiento de - 0,3 por cada mil habitantes.

El decrecimiento demográfico no fue más pronunciado en 2006 porque el número de defunciones disminuyó significativamente con respecto al año anterior, hecho frecuente en relación con esta variable.6

Así, en un ejercicio que considere el escenario de población más probable, lo que la proyección de población elaborada en 2004 por especialistas del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la ONE (véase el cuadro 2) pronosticada para 2024 ocurrirá 18 años antes. Lo sucedido en 2004, 2005 y 2006 obligó a los especialistas nacionales a actualizar dicha proyección, lo que hace posible la reconocida confiabilidad de los registros demográficos y, por tanto, las estadísticas oportunas y veraces que de éstos se derivan.7 Así, la población cubana vive una situación de escasos antecedentes entre los países en vías de desarrollo y, por consiguiente, de consecuencias poco predecibles.

Puesto que la fecundidad es la variable que más incide en la disminución de la población en Cuba, se entiende un cuidadoso análisis de su evolución reciente, de su intensidad, de los cambios observados en su calendario y de los factores que condicionan todo ello, así como de la probable evolución de estos aspectos en los próximos años.

En relación con el planteamiento anterior, el descenso en el número de nacimientos puede tener dos motivos generales: la reducción efectiva de la fecundidad (de la procreación efectiva) o la reducción del número de mujeres en edad fértil. Al parecer ambos factores se combinan.

El análisis de la actual evolución de la tasa global de fecundidad muestra una tendencia a la disminución. En 2002 el indicador alcanza su valor máximo, de 1,67 hijos por mujer, cifra similar a las de países desarrollados (1,60),8 considerada baja en el plano internacional. El valor mínimo, por su parte, registrado en 2006 (1,39), está por debajo del promedio en los países ricos y puede calificarse como reducido. De cualquier modo, la contracción del número de nacimientos parece no poder explicarse únicamente por este motivo.

Si bien la masa de mujeres en edad fértil registra un discreto crecimiento, éste no tiene un efecto considerable en la probabilidad de producir nacimientos, ni por su magnitud ni por los grupos de edad en que se acentúa (15-19 y 40-44). En cuanto a la posibilidad de una reducción del número de mujeres en la edad de mayor fecundidad (casi el 75% de los nacimientos se concentran entre los 20 y los 34 años), al cierre de 2005 este segmento se redujo en casi 151 mil mujeres con respecto a 2001.

Si en 2005 se hubiera tenido esta cifra de mujeres en esas edades, habría habido 11 000 nacimientos más, aun con la señalada reducción en la tasa global de fecundidad. Hay que considerar que dicho grupo (de los 20 a los 34 años) está sufriendo una disminución por un proceso de envejecimiento, pues en 2001 representaba 45,4% del total de mujeres en edad fértil, mientras que hoy son el 40,2%.

La situación descrita puede llevar a desequilibrios de importancia en la relación población—desarrollo, no tanto por la disminución de la población como por los cambios en su estructura y la poca preparación que, en general, podrían tener las instituciones nacionales para asumir el reto que ello representa.

Esta situación podría revertirse en cierta medida. Considérese la proporción de la población señalada en algunos estudios, cuyos ideales reproductivos están por encima de la experiencia reproductiva real; es decir, del número de hijos que tienen realmente (CEPDE—ONE, 2003, p, 50).9 El cuadro 5 ilustra esta afirmación. Es significativo que el ideal reproductivo de los hombres sea más alto que el de las mujeres en las dos provincias cubanas consideradas en una investigación sobre salud reproductiva.

La solución podría estar, en parte, en crear las condiciones necesarias para que esos ideales insatisfechos pudieran realizarse. Sería conveniente lograr establecer medidas efectivas para elevar los niveles de fecundidad y, con ello, dar más tiempo a la sociedad para adquirir la preparación necesaria. Europa lleva años en este empeño que, luego de más de cuatro décadas, parece empezar a dar resultados en algunos países. El caso francés es el más emblemático por sus resultados: la tasa global de fecundidad se elevó por encima de 1,9, cifra que, si bien no alcanza el nivel de reemplazo poblacional, permite que el proceso de envejecimiento —que acompaña a la prolongada baja procreación— se atenúe o se dilate en el tiempo.

Sin embargo, las políticas francesas en este terreno podrían difícilmente servir de patrón a las autoridades cubanas (o, en un futuro, a las de cualquier otro país latinoamericano o caribeño que se viera en la misma situación de Cuba), debido a un marcado componente económico:10 asociado al descenso sostenido de la fecundidad o a su mantenimiento en niveles muy bajos —y a la subsiguiente disminución de los habitantes—, se presenta en Cuba otro cambio demográfico importante en la estructura por edad de la población, que pasa en poco tiempo de un proceso de maduración a otro de envejecimiento.

En una centuria la estructura de la población cubana pasó de joven a envejecida. En la década de 1920, la población de 0 a 14 años alcanzó poco más de 40% del total, y en la actualidad llega apenas a 19%. En contraposición, en las primeras décadas del siglo xx, la población de 60 años y más no alcanzaba 5%, y hoy representa 15,8% del total.11 El grupo de personas en edad activa, que es el de mayor proporción en el total de la población, es el que menos variaciones ha sufrido. La edad media en el periodo analizado aumentó más de 12 años, para ubicarse, en la actualidad, en cerca de los 37 años, cifra muy elevada en el contexto de los países en desarrollo.

Los cambios descritos en la estructura por edades han implicado ajustes y esfuerzos especiales en el país. Por ejemplo, las necesidades de servicios de pediatría y de los distintos niveles de enseñanza se han reducido y, en cambio, la población con derecho a la seguridad social ha aumentado. Esta dinámica demográfica de fin de siglo —que incide en la economía y, en general, en la sociedad entera—, tuvo un ritmo relativamente acelerado que pudo, no obstante, asimilarse. Sin embargo, lo ocurrido en lo que va del siglo actual y la perspectiva por delante imponen un reto a las instituciones gubernamentales.

En el tema del envejecimiento poblacional, en concreto, el país pasará de 15,7% actual (según la proyección) a 29,8% dentro de 25 años. Las mujeres, quienes alcanzan la edad de jubilación cinco años antes que los hombres (a los 55 años) por el nivel alcanzado en la esperanza de vida, tendrán una mayor presencia que los hombres en este grupo debido a la llamada "sobremortalidad" masculina. Así, la población de 60 años y más, que es actualmente, la masculina, de poco más de 846 000 personas, y la femenina, de 933 000 personas, se duplicará en los próximos cinco lustros para alcanzar 1,6 millones de hombres y 1,8 de mujeres. La proporción de hombres de 60 y más años en relación con el total de hombres será entonces de 27,8% y la de las mujeres con respecto al total de mujeres, de 32,1%.

En términos de los beneficiarios potenciales de la seguridad social se pasará de los 1,8 millones actuales a 3,4 en el 2030; mientras que la población entre 15 y 59 años pasará de 7,4 millones en la actualidad a 6,3 millones.

Resulta interesante analizar el indicador denominado coeficiente de carga por edad, que relaciona a la población en edad inactiva (0-14 y 60 y más) con la población en edad activa (15-59 años). Según la proyección, este indicador se mantendrá en valores favorables, aunque con tendencia a crecer, hasta 2020. En 2025 alcanzará un valor de 677 personas no activas por cada 1 000 activas, y en 2030, un valor de 806 personas.

Abordando el mismo problema desde otra perspectiva, se tiene que el número de personas que alcanzan los 17 años supera al de las que llegan a los 60; pero esta diferencia se va acortando hasta 2019, año en que la relación se invierte y pasan a ser más los que salen de la edad activa que los que entran en ella. La diferencia aumenta hasta que, en 2030, "los mayores" casi duplican a los más jóvenes.

Con independencia de lo que pudiera hacerse para incentivar la procreación, convendría evaluar acciones que sustenten el envejecimiento como, por ejemplo, aprovechar la experiencia laboral de personas que se jubilan en buenas condiciones físicas y mentales. La participación de estas personas en la actividad económica cubana es fundamental para compensar el elevado coeficiente de dependencia o de carga debido a la temprana edad de jubilación considerada en la legislación y a la elevada esperanza de vida alcanzada.

El envejecimiento poblacional no debe verse como un mal, sino como algo que hay que atender; algo para lo que la sociedad debe prepararse para mantenerse en armonía con el desarrollo económico y social, sin olvidar que es, en última instancia, consecuencia de un sostenido bajo nivel de fecundidad, agudizado por un decrecimiento poblacional.

Lo presentado hasta aquí evidencia las características del proceso demográfico cubano, que pueden ser similares a las de otros países latinoamericanos en un futuro cercano. Mientras que, en general, el decrecimiento poblacional en los países desarrollados tiene un origen natural —donde las muertes pueden llegar a superar a los nacimientos—, en la mayor de las Antillas el peso de la emigración es significativo. Sin embargo, dada la estabilidad de dicha variable en la última década y el mantenimiento del índice de fecundidad en niveles muy bajos, se le atribuye el decrecimiento demográfico.

 

Conclusiones

El decrecimiento de la población que se está manifestando en Cuba puede presentarse en un futuro en otros países en vías de desarrollo de la región latinoamericana; países que, como Cuba, no tengan la preparación socioeconómica e institucional suficiente para enfrentar los efectos indeseables de dicha situación; y más preocupante aún: que desconozcan a ciencia cierta las implicaciones de semejante situación y, por consiguiente, las acciones que podrían contrarrestar esta situación demográfica.

Mientras se estudian los factores condicionantes y las implicaciones de esta situación —nueva o potencial— de la población en los países en desarrollo, y particularmente en Cuba, las políticas públicas deben considerar medidas que incentiven cambios moderados en las variables demográficas, sin violentar los derechos de los ciudadanos.

En cuanto a la variable de la mortalidad, no parece haber más alternativa que continuar con su paulatina reducción —aprovechando las reservas existentes de poblaciones no envejecidas—, dado su bajo nivel, y mejorar la calidad de vida de la población en general, implantando programas dirigidos a sectores no tradicionales, como el de los adolescentes o el de los hombres en edad laboral, sin descuidar los programas en marcha enfocados a las mujeres en edad fértil, a los infantes y a las personas de la tercera edad.

La variable de la migración externa revela la reserva de más de 30 000 personas al año, pero las autoridades correspondientes deben evaluarla detenidamente debido a su costo político y a que se trata, en última instancia, de un derecho individual.

La variable de la fecundidad parece ser la más propia para dirigir las acciones, considerando las potencialidades de agrandamiento de las familias, sustentadas en los ideales reproductivos de las cubanas y los cubanos, que superan el número de hijos que tienen, número que desde hace más de un cuarto de siglo no alcanza la del reemplazo poblacional.

El escenario demográfico actual de Cuba y su baja tasa de fecundidad como condicionante del descenso poblacional deben verse como un suceso trascendente que se avecina en buena parte de los países latinoamericanos, en un plazo más o menos mediato. De aquí que tal fenómeno deba considerarse en los análisis y debates de los especialistas interesados en la situación actual y la perspectiva de la población de América Latina, y su vinculación con el complejo proceso del desarrollo.

 

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Notas

1 Se entiende por reemplazo poblacional cuando el nivel de la fecundidad es tal que las mujeres tengan el número de hijas que puedan sustituirlas en la reproducción. Este valor varía de una a poco más de una hija por mujer, según las condiciones de mortalidad de la región o el país analizado, y se estima mediante los indicadores Tasa Bruta de Reproducción (que no considera la mortalidad), y Tasa Neta de Reproducción (que sí toma en cuenta la mortalidad). Otro indicador más comúnmente utilizado, aunque menos refinado, es la Tasa Global de Reproducción, que se refiere al número de hijos —sin distinción de sexo— que en promedio tendrá cada mujer. Para poder suponer que el reemplazo poblacional se está garantizando, éste debe ser superior a dos.

2 En muchos de estos países el elevado desarrollo económico permite asimilar un crecimiento demográfico natural negativo, pues se trata de zonas de atracción poblacional que generan corrientes inmigratorias desde regiones menos desarrolladas.

3 Entre los países en desarrollo hay un grupo con niveles de fecundidad y mortalidad muy bajos y, por tanto, con probabilidades de sufrir en poco tiempo un significativo envejecimiento poblacional, a no ser que se conviertan en receptores importantes de población o puedan descender de manera significativa su mortalidad. A este grupo pertenecen China y Sri Lanka en Asia, y Cuba, Puerto Rico y Trinidad Tobago en América Latina. Los llamados "Tigres Asiáticos" tienen similares condiciones demográficas, pero algunas publicaciones especializadas los clasifican como países desarrollados por sus indicadores económicos.

4 El nivel de reemplazo poblacional no se alcanza en Cuba desde hace más de 25 años.

5 Constituye un hecho inédito en Cuba y en el contexto latinoamericano, sin que haya intervenido ningún acontecimiento catastrófico como una guerra, una crisis política o social explícita, o un desastre natural.

6 El análisis de la serie de defunciones del país evidencia oscilaciones de cierta magnitud de un año a otro, dentro de una tendencia general al ascenso.

7 Las estadísticas demográficas cubanas han sido reconocidas como confiables por especialistas y representantes de instituciones nacionales e internacionales.

8 World Population 2004. United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division.

9 Se trata del Informe de resultados de los estudios territoriales sobre salud reproductiva, apoyado en una encuesta de hogares en dos provincias del país. En 2006 el levantamiento se amplió a otras cuatro provincias.

10 Por ejemplo, en su emisión del viernes 23 de septiembre de 2005, el diario francés Société anunciaba que en 2006 el gobierno elevaría a 750 euros el pago anual directo a las familias que tuvieran un tercer hijo, para su cuidado, aplicable lo mismo al padre que a la madre. Otras medidas implantadas son el aumento de plazas en guarderías; la duplicación de la ayuda fiscal para el cuidado de los menores de seis años por la contratación de niñeras o la utilización de guarderías; la tarjeta de familia numerosa para adquirir bienes y servicios a precios reducidos; el aumento de la ayuda por hijos discapacitados, etc.

11 Actualmente Cuba es el más envejecido país latinoamericano.

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