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Perfiles latinoamericanos

Print version ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.12 n.25 México Jan./Jun. 2004

 

Artículos

 

Elecciones en Estados Unidos: Bush contra Kerry

 

Miguel Ángel Valverde Loya*

 

* Doctor en Gobierno (Ph.D., Government)., Universidad de Georgetown, Washington, D.C., Estados Unidos. Director Adjunto de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública, EGAP, Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México.

 

Recibido en noviembre de 2004.
Aceptado en noviembre de 2004.

 

Resumen

En noviembre de 2004 se llevaron al cabo elecciones presidenciales en Estados Unidos. El presidente George W. Bush, republicano, enfrentó al candidato demócrata John F. Kerry. Se esperaba una contienda sumamente reñida, centrada en los temas del desempeño de la economía y la seguridad nacional, pero fue el segundo el que marcó la pauta de las campañas, aun cuando hubo una significativa participación motivada por la cuestión de los "valores morales". Se llegó a pensar también que por lo cerrado del resultado, se podría llegar a recurrir a los tribunales ante impugnaciones de cualquiera de los dos bandos, tal y como sucedió cuatro años antes. Al final, el presidente Bush logró una clara victoria, tanto en el voto popular como en el colegio electoral, y su partido amplió su mayoría en ambas cámaras del congreso.

Palabras clave: elecciones, presidencia, Estados Unidos, campañas, seguridad nacional, política exterior.

 

Abstract

In November 2004, presidential elections took place in the United States. President George W. Bush, a Republican, confronted Democratic candidate John F. Kerry. A very close race was expected, focusing on the economic situation of the country and national security, but it was the latter the one which prevailed during the campaign, even as significant participation was motivated by the issue of "moral values". It was thought that due to the closeness of the contest, any of the sides could appeal to judicial tribunals, just like four years before. At the end, President Bush achieved a clear victory; both in the popular vote and the electoral college, and his party increased its majorities in both chambers of Congress.

Key words: elections, presidency, United States, campaigns, national security, foreign policy.

 

Introducción

En noviembre de 2004 se llevaron al cabo elecciones presidenciales en Estados Unidos. El presidente George W. Bush, republicano, enfrentó al candidato demócrata John F. Kerry. Se esperaba una contienda sumamente reñida, centrada en los temas del desempeño de la economía y la seguridad nacional, pero fue el segundo el que marcó la pauta de las campañas, aun cuando hubo una significativa participación motivada por la cuestión de los "valores morales". Se llegó a pensar también que por lo cerrado del resultado, se podría llegar a recurrir a los tribunales ante impugnaciones de cualquiera de los dos bandos, tal y como sucedió cuatro años antes. Al final, el presidente Bush logró una clara victoria, tanto en el voto popular como en el colegio electoral, y su partido amplió su mayoría en ambas cámaras del congreso.

 

El perfil de la contienda y los candidatos

El presidente Bush no enfrentó rivales para llegar a la nominación de su partido, lo cual ha dado históricamente gran fortaleza a los titulares del ejecutivo que buscan la reelección, al no tener un partido dividido y mantener sólido el apoyo de sus bases. El demócrata Kerry, por otro lado, aun cuando tuvo un buen número de contendientes, entre los que sobresalieron el gobernador del estado de Vermont Howard Dean, el senador de Carolina del Norte John Edwards y el general Wesley Clark, no tuvo necesidad de asumir posiciones tan extremistas frente a ellos, lo cual le permitió un pronto acomodo hacia el centro del espectro de su partido, y aglutinar a sus diversos grupos. El más radical de sus oponentes, el gobernador Dean, tuvo un marcado ascenso a principios de año, con una crítica aguda y frontal a Bush, en particular respecto a la intervención en Irak, y sentó precedente al lograr recaudar decenas de millones de dólares para su precampaña a través de Internet. Sin embargo, tan rápido como surgió, su candidatura se desmoronó cuando las encuestas mostraron las escasas posibilidades de un candidato tan radical frente al presidente. A partir de entonces Kerry, el experimentado senador moderado del estado de Massachusetts, conservaría la delantera.

Como candidato a la vicepresidencia, Kerry seleccionó a su rival más cercano durante las primarias demócratas, el senador John Edwards. Miembro del senado apenas desde 1998, Edwards fue considerado por muchos el complemento ideal: un abogado litigante exitoso, sureño, de origen modesto, un par de generaciones más joven que Kerry. Su limitada experiencia pública resultaba compensada por su habilidad para hacer campaña, capaz de inyectar nuevos bríos y energía al esfuerzo un tanto deslucido del equipo demócrata. Edwards permitió establecer un contraste con el vicepresidente Dick Cheney, sumamente experimentado (en especial en materia de política exterior), pero muy cuestionado por sospechas de "conductas inapropiadas" (como favorecer sus intereses petroleros privados en Irak, específicamente los de la empresa Haliburton), hasta el grado de que se hablara de que Bush lo sustituiría.

Sin embargo, Edwards causó recelo entre algunos demócratas, pues su tema de precampaña de "las dos Américas" (una de ricos, otra de pobres) causó incomodidad, al igual que sus posturas proteccionistas relativas al comercio internacional (declaró, por ejemplo, que se opuso al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, y que favorecería la revisión de parte de su contenido). Por otro lado, aun cuando Kerry se declaró "decididamente" en favor de la liberalización del comercio, tuvo que atender a sectores del electorado y de su partido preocupados por la pérdida de empleos industriales ante la competencia del exterior. Los sindicatos conforman la estructura de movilización y promoción del voto del partido demócrata en varios estados del medio-oeste, y su apoyo era crítico. Así, conforme avanzó la campaña, se manifestó por la revisión de los tratados comerciales internacionales firmados por su país, por una aplicación más efectiva de las salvaguardas ambientales y de protección laboral, así como por una defensa más "vigorosa" de los intereses comerciales estadounidenses, dentro y fuera del seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC). De cualquier manera, el impacto de la incorporación de Edwards fue más bien moderado, y los demócratas perdieron en todos los estados sureños, incluido Carolina del Norte, la tierra natal de su candidato a la vicepresidencia.

Al igual que su rival, Kerry proviene de una familia acomodada del noreste del país (la del presidente se establecería después en Texas), pero a diferencia de aquél, es el prototipo de la aristocracia liberal y demócrata de Nueva Inglaterra. Su situación económica desahogada pero no boyante mejoró considerablemente cuando en 1996 se casó con Teresa Heinz, acaudalada viuda heredera de un conglomerado alimentario, lo que le ayudó a fijar sus aspiraciones en la presidencia de Estados Unidos (había sido ya precandidato en 1992). Kerry combatió en la guerra de Vietnam y obtuvo varias condecoraciones por su valor y servicio distinguido, aunque a su regreso —al igual que muchos de su generación—, se opuso activamente a la guerra, para luego modificar su posición y declarar su apoyo. Esto le permite establecer un contraste con Bush, quien sirvió en la guardia nacional sin abandonar el territorio estadounidense. Para convencer al público norteamericano de su capacidad de mando y sus habilidades de liderazgo en tiempos de guerra, durante la convención demócrata que oficializó su candidatura a finales de julio, apareció rodeado de militares de alto rango de filiación demócrata, y de compañeros veteranos de Vietnam, quienes resaltaron su heroísmo y camaradería en batalla. Sin embargo, esta estrategia le resultó contraproducente.

Desde los inicios de su carrera política, un grupo de excombatientes, molestos por su entonces oposición a la intervención en Vietnam, cuestionaron las acciones y los hechos que acreditaban a Kerry como héroe. Para la campaña presidencial de 2004, se creó un organismo denominado "veteranos de lanchas rápidas por la verdad" (Swift Boat Veterans for Truth), en alusión a la unidad de combate en donde Kerry sirvió, cuyo propósito era recaudar fondos para producir anuncios que pusieran en duda sus méritos militares, y difundirlos en televisión. El candidato demócrata condenó los anuncios y acusó al equipo de Bush de estar detrás de ellos, pero nunca confrontó directamente las acusaciones, en particular la de que jamás había realizado operaciones en Camboya —supuestamente neutral, y que Kerry mencionaba como muestra de los excesos de la guerra— (Romano y VandeHei, 2004: 4).

Si bien un abogado que participó en la campaña de Bush se vio forzado a renunciar por sus vínculos con la organización, nunca se comprobó que tuviera un nexo inequívoco con los republicanos. Esto representó un duro golpe a la credibilidad del demócrata, y contribuyó a la pronta pérdida del repunte en las encuestas que obtuvo por la atención que la convención de su partido generó. Para complicar más aún las cosas, poco después se filtraron documentos a la cadena de televisión CBS sobre supuestos privilegios para Bush durante su servicio en la guardia nacional en la época de Vietnam, los cuales resultaron falsos. Incluso cuando el equipo de campaña de Kerry no tuvo nada que ver, la televisora tuvo que disculparse públicamente, y se alimentó la sospecha de que los enemigos del presidente estaban dispuestos a inventar historias para desacreditarlo.

 

La seguridad nacional y la política exterior

En las primeras elecciones posteriores al atentado terrorista de septiembre de 2001, parecía muy probable que los temas de seguridad nacional y combate al terrorismo fueran centrales. La política exterior, y en particular la intervención en Irak, ocupaban también un lugar prominente en la mente del electorado.

En estas áreas el presidente en funciones suele tener una cierta ventaja, por su posición de visibilidad y mando de los recursos militares y de inteligencia, aun cuando su desempeño sea cuestionado (Kull y Destler, 2002: capítulos 10-12). Pero desde su incorporación en el senado en 1986, Kerry había decidido concentrarse en asuntos de política exterior, lo que le permitió desenvolverse con conocimiento y autoridad en la materia. En el cálculo estratégico de su equipo de campaña, se llegó a la conclusión de que era inevitable afrontar estos temas, y para sorpresa (y luego beneplácito) del equipo de Bush, se decidió dar preeminencia a la seguridad nacional y el conflicto en Irak.

En cuanto a Irak, Kerry acusó al presidente del mal manejo de la intervención militar, de su alto costo financiero y de la pérdida de vidas estadounidenses e iraquíes, así como de su apartamiento de los países aliados tradicionales y de la comunidad internacional. Pero el demócrata pronto se encontró a la defensiva. Se le criticó por haber votado en favor de la intervención, pero luego en contra de una provisión para dar más recursos a las tropas norteamericanas. Durante las elecciones primarias de su partido había justificado la acción bélica, y ahora criticaba que no se hubiera esperado lo suficiente para que surtieran efecto las sanciones económicas impuestas al régimen de Sadam Hussein. Cuando se le preguntó si de haber sido presidente hubiera ido a la guerra, aun sabiendo que no había armas de destrucción masiva, contestó afirmativamente. Propuso primero un retiro sustancial de tropas en seis meses, para después señalar la necesidad de fortalecer la presencia armada, con el apoyo de otros países inclusive. Su posición se volvió confusa y cayó en contradicciones, lo que el equipo de Bush aprovechó para calificarlo de indeciso y cambiante de opinión (flip flop). Sus propuestas se redujeron a ofrecer un enfoque más "sensible" a la guerra, y promover una mayor participación internacional en la ocupación.

Por otro lado, las visiones de los dos candidatos respecto de la política exterior y la seguridad nacional se aproximaron. El presidente Bush ha modificado, si no es que abandonado, su doctrina de acción unilateral. En respuesta al elevado costo en vidas estadounidenses y en recursos de la ocupación en Irak, recurrió al apoyo de la ONU para traspasar la soberanía a un gobierno interino iraquí. Los esfuerzos de reconstrucción y cimentación de un nuevo estado recaerán ahora principalmente en manos de políticos locales, con el respaldo de una fuerza de coalición cada vez más discreta (al menos en su visibilidad). Buscó y consiguió el respaldo de la OTAN (aunque con la renuencia de Francia y Alemania) para el entrenamiento y capacitación de fuerzas del orden iraquíes, y envió a Saddam Hussein a enfrentar a la justicia en su país. La falta de evidencia de armas de destrucción masiva en Irak, así como el descrédito por el escándalo de los abusos perpetrados a los reclusos de la prisión Abu Ghraib, repercutieron en la opinión pública estadounidense, y Bush actuó en consecuencia. Así, la propuesta principal de Kerry de impulsar una colaboración mayor y más extensa con los aliados y los organismos internacionales, dejó de ser distintiva en los hechos.

Renuente, Bush aceptó la creación de una comisión bipartidista que investigara los atentados terroristas de septiembre de 2001. El informe de dicha comisión generó una gran expectativa, y apareció la tercera semana de julio. El presidente salió bastante bien librado, pues se mencionan omisiones y errores importantes en materia de seguridad tanto por parte de la administración Clinton como por parte de la de Bush, y no se identifican culpables. Sin dejar de recalcar las deficiencias atribuibles a Bush, Kerry respaldó el informe, el cual contiene, a su vez, recomendaciones como la de crear una unidad antiterrorista dentro del FBI, y la de nombrar un oficial encargado de coordinar las diversas agencias de inteligencia, adjunto a la presidencia pero con imparcialidad política (National Comission..., 2004). Bush tardó en reaccionar, pero ante la mejora de Kerry en la percepción del electorado, declaró que iniciaría de inmediato acciones para implementar estas y otras medidas, y al demócrata no le quedó más que señalar que él lo haría con mucha mayor rapidez. En el congreso se alertó respecto de la "politización" del informe, y la lluvia de propuestas de reformas apresuradas y mal diseñadas al calor de las campañas. El tema de la reorganización de la comunidad de inteligencia se dejó finalmente para después de noviembre.

Fue hasta inicios de septiembre, después de una reunión con el ex—presidente Bill Clinton —convaleciente de una cirugía del corazón—, cuando Kerry re—enfocó su campaña (Romano y Balz, 2004). Tras incorporar a varios ex colaboradores de Clinton en su equipo, identificó claramente dos puntos que lo diferenciarían del presidente en torno a Irak. En primer lugar, sostuvo que la intervención militar se había convertido en una distracción de la verdadera tarea urgente, la de combatir y derrotar al terrorismo, y en segundo, que él aplicaría las disposiciones de la Convención de Ginebra para los prisioneros de guerra a los detenidos por acusaciones de terrorismo, algo que Bush se negaba a hacer. El presidente, por su parte, fue criticado duramente tras declarar en una entrevista que la guerra contra el terrorismo "no se podía ganar", y tuvo que corregir enfáticamente, asegurando que se estaba ganando y que "se ganaría" sin duda alguna. Ambos resaltaron el reto de lidiar con las aspiraciones de Corea del Norte e Irán de poseer armas nucleares, y Kerry favoreció conversaciones directas, además de negociaciones colectivas. En este contexto se dio, a fines de septiembre, el primer debate presidencial centrado en el asunto de Irak, en donde la percepción general fue de que Kerry había salido mejor librado.

Dentro de la política exterior, América Latina se tocó sólo marginalmente. Kerry acusó al presidente de olvidarse de su existencia, y ofreció dar una mayor atención a la región. El demócrata retomó la idea de un "perímetro de seguridad" en América del Norte, que incluyera a México, y propuso un plan migratorio que permite la regularización de los inmigrantes que llevan cierto tiempo en territorio estadounidense. Bus, por su lado, buscó una "reconciliación" con México después de las desavenencias sobre Irak, e invitó al presidente Fox a su rancho en Texas a principios de 2004. Anunció entonces convenientemente su plan migratorio, que incluía permisos para los trabajadores temporales, pero no la residencia o la ciudadanía para los inmigrantes.

Aunque las prioridades de la muy diversa comunidad hispana suelen revelar su preocupación por asimilarse y progresar en el seno de la sociedad estadounidense, en particular en el renglón de la educación, se busca apelar a ella en los temas de inmigración y relaciones con América Latina. Pero el voto hispano no tuvo un peso tan considerable en estas elecciones, pues estados importantes como California, Texas o Nueva York, en donde se le considera potencialmente determinante, ya estaban definidos con holgura a favor de algún candidato. Siguió siendo significativo en lugares como Arizona y Nuevo México, pero con una relevancia menor a escala nacional. Esto se reflejó en una relativa falta de atención por parte de ambos candidatos. La excepción fue, por supuesto, Florida, en donde se decidió la elección del 2000, y que cuenta con un número de votos significativo en el colegio electoral. Los demócratas hicieron un importante esfuerzo por cortejar a los votantes hispanos de origen distinto del cubano, pero los republicanos lograron imponerse, y movilizaron a un electorado motivado por la candidatura al senado del ex Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de Bush, el cubano-americano Mel Martínez (Ayón, 2004: 15-26).

 

La política interna

El desempeño de la economía suele ser el factor más confiable para predecir el resultado de las elecciones estadounidenses. Si la economía crece durante cierto periodo previo a la elección, el presidente tiene la ventaja para reelegirse.1 Hubo modelos que predijeron, utilizando estas variables, una victoria de Bush hasta por ocho puntos porcentuales. Sin embargo, el hecho de que la recuperación de la economía estadounidense aún no fuera robusta, y no se reflejara en una mejora salarial, y todavía más importante, que las ganancias recientes de empleo no compensaran las pérdidas acumuladas durante la administración de Bush, dieron suficiente batería a Kerry para atacar al presidente. El candidato demócrata propuso, entre otras cosas, anular los recortes de impuestos a los sectores de mayor ingreso, favorecer la creación de empleos manufactureros mediante el otorgamiento de créditos fiscales, y aumentar el salario mínimo. Bush ofreció más programas de capacitación laboral, ampliar los recortes de impuestos, y simplificar el sistema para su cobro.

En materia de seguridad social, Bush propuso una transformación profunda, que incluye la creación de cuentas de retiro individual para los trabajadores más jóvenes, que puedan destinarse a instrumentos de inversión (un esquema parecido al adoptado en México), a lo que Kerry se oponía. Respecto del seguro médico, el demócrata presentó un esquema en el cual el gobierno federal cubriría las enfermedades y los accidentes graves, y reduciría las primas y los deducibles, mientras que el republicano puso énfasis en los créditos fiscales para adquirir seguros médicos privados. En educación Kerry favoreció un apoyo federal más amplio, en especial a las minorías. Ambos candidatos afirmaron que la implantación de sus respectivos programas permitiría reducir el considerable déficit fiscal del gobierno federal, pero dejaron serias dudas al respecto. Estos temas se incorporaron durante el segundo debate presidencial la primera semana de octubre, cuando las diferencias en política interna quedaron claramente delimitadas.

Tras una reunión con Newt Gringrich, el ultra conservador ex-líder republicano de la Cámara de Representantes, el equipo de Bush decidió incorporar una nueva estrategia durante el resto de la campaña, y frente a un tercer debate presidencial en la segunda semana de octubre. Ésta consistió en identificar a Kerry como un político "liberal", a la extrema izquierda del espectro político estadounidense, alejado de los valores centrales y tradicionales del pueblo norteamericano, y con una trayectoria legislativa carente de logros significativos (Meyerson, 2004). El presidente hizo énfasis en sus diferencias en torno al aborto, al cual se opone excepto en casos de violación, incesto o riesgo grave para la madre, y al que Kerry se opone "personalmente", pero aceptó que se negaría a nombrar jueces que lo restringieran o lo prohibieran. Bush manifestó también su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, y promovió una enmienda constitucional para prohibirlos. Si bien no está a favor de dichos matrimonios, Kerry está en contra de la enmienda (Massachusets, el estado representado por el candidato demócrata, fue el primero en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo en febrero de 2004). Estos temas "sociales" contribuirían significativamente a movilizar a una buena parte de las bases del electorado republicano.

 

El escenario electoral y su desenlace

La posibilidad de la realización de un acto terrorista para buscar influir en las elecciones fue una preocupación constante. Se llegó a pensar que los terroristas se podrían inspirar en la derrota de José María Aznar en España, la cual se atribuye al manejo del atentado en Madrid la víspera de la jornada electoral. Por otro lado, el encargado del Departamento de Seguridad Interna (Homeland Security), Tom Ridge, fue criticado duramente por los demócratas cuando comentó las posibilidades de un atentado y de tener que posponer las elecciones, sin lo que se considerara una evidencia lo suficientemente sólida. Los republicanos fueron acusados de recurrir a "tácticas del miedo", cuando el vicepresidente Cheney declaró que una victoria de Kerry haría que los terroristas tomaran fuerza, dejando al país más vulnerable frente a un ataque. Los demócratas, difundieron, por su parte, la idea de que Bush establecería el servicio militar obligatorio si lograba un segundo mandato. En la semana previa a las elecciones, apareció un video en el que Osama Bin Laden condenaba la "guerra inútil" en Irak, y prevenía a los estadounidenses contra una falsa sensación de seguridad. Pero más que una amenaza inminente, el mensaje se interpretó como un esfuerzo de Al Qaeda por mostrar su supervivencia, y no tuvo efecto prácticamente en el electorado estadounidense (Graham, 2004).2

Debido a la existencia del colegio electoral, la estrategia frente a los comicios en Estados Unidos se dirige a lograr el número necesario de votos para obtener mayoría en cada estado. La dimensión del país y la segmentación de los mercados mediáticos favorecen esta estrategia. Así, la contienda se concentró en unos cuantos estados "competitivos", en donde no había un claro margen a favor de cualquiera de los candidatos. Entre estos estados, los de un mayor número de votos electorales, Ohio y Florida, fueron el foco de atención, sobre todo en los últimos días de campaña. En el primero, a pesar de la preocupación por la pérdida de empleos manufactureros, la mayoría del electorado pensó que Bush estaba mejor capacitado para encabezar tanto la lucha contra el terrorismo, como el camino a una reactivación económica. En Florida, tras intensos esfuerzos por movilizar a los votantes de ambos partidos, terminó predominando el encabezado por el gobernador Jeb Bush, hermano del presidente.

Ambos partidos previeron la posibilidad de que hubiera irregularidades, y tuvieron listas sus armas para librar una probable batalla legal en los tribunales. Los republicanos acusaron a los demócratas de dar lugar a anomalías en el registro de electores, y éstos a aquéllos de dificultar el ejercicio del derecho al voto a grupos de minorías. Las decisiones judiciales llevaron a incrementar el número de observadores electorales en Ohio y Florida, en donde, por cierto, no se permitió la presencia de observadores internacionales. A pesar de las reformas implantadas luego de la experiencia del año 2000, persisten numerosas deficiencias en el sistema electoral estadounidense (como la inexistencia de un sistema uniforme de votación, boletas confusas y obsoletas en algunos condados, listas de registro sin el control suficiente para garantizar su confiabilidad o la organización en manos de los partidos). Kerry consideró impugnar la aparente victoria de Bush en Ohio, pero cuando su equipo concluyó que las boletas de voto ausente y provisional que faltaban por contar eran insuficientes para revertir la tendencia, desistió y aceptó su derrota.

En cuanto a su costo —que alcanzó los cuatro mil millones de dólares—, éstas fueron las elecciones más caras de la historia. Por primera vez se aplicó la Ley McCain-Feingold, que limita los gastos y elimina la influencia indebida del dinero en las campañas. Sin embargo, la cuantía del gasto se consideró un reflejo de la intensidad de la participación ciudadana, y una buena parte de los recursos no fue canalizada a través de los partidos, sino de organizaciones independientes de apoyo, denominadas "527s" por la fracción del código fiscal que las regula (como por ejemplo, la de los "veteranos de lanchas rápidas por la verdad"). Aun cuando esto tiene, a su vez, riesgos e inconvenientes (un solo individuo, el financiero George Soros, contribuyó con 27 millones de dólares a estas organizaciones, en contra de Bush), se considera que sus motivaciones son más ideológicas que económicas, y que aminoran la posibilidad de la compra y el tráfico de influencias (The Washington Post, 2004).

Las elecciones de 2004 fueron las más concurridas desde 1968 —cuando la guerra de Vietnam estaba en su apogeo—, con una participación estimada en 120.2 millones de personas, el 59.6 por ciento del padrón electoral. La alta participación y lo intenso de la contienda entre los dos principales partidos diluyó la presencia de terceros candidatos como el activista social Ralph Nader, a quien se acusó de restar apoyo crítico al demócrata Al Gore en las elecciones del 2000.

Durante la mayor parte de las campañas, los dos candidatos estuvieron muy cerca en las encuestas de preferencia de los electores. Sin embargo, la preeminencia de los temas de seguridad nacional y combate al terrorismo, así como la intervención en Irak, terminaron favoreciendo al presidente. Los demócratas calcularon que tenían una mayor "reserva de voto potencial", y que movilizarlo sería suficiente para triunfar. Pero los republicanos hicieron un importante esfuerzo por captar la atención y movilizar a sus partidarios potenciales en sectores como la población rural y la de inclinación religiosa, con mensajes que les fueran atractivos, como la protección de los valores morales tradicionales y el combate a las amenazas a la integridad de la familia convencional. El mismo día de la elección presidencial, se aprobaron en once estados medidas para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que constituyó un importante mensaje social conservador. La victoria de Bush fue clara e incuestionable, con un 51 por ciento de los votos frente a un 48 por ciento de Kerry, y una mayoría estrecha pero suficiente en el colegio electoral. Los republicanos ampliaron además su mayoría en ambas cámaras del congreso, lo que otorga una clara legitimidad a un segundo mandato del presidente George W. Bush.

 

Bibliografía

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Romano, Lois y Jim VandeHei, 2004, "Kerry says group is a front for Bush; Democrat launches counterattack ad on combat record", en The Washington Post, 20 de agosto.

Romano, Lois y Dan Balz, 2004, "Clinton urges Kerry to sharpen his attack; Democrat beefs up campaign staff", en The Washington Post, 6 de septiembre.

The Washington Post, 2004, "Campaign Reform", en The Washington Post, 3 de noviembre.

 

Notas

1 Uno de los estudios más conocidos que desarrolla este argumento es el de D. Roderick Kiewiet, 1993, Macroeconomics & Micro-politics; The Electoral Effects of Economic Issues, Chicago, The University of Chicago Press.

2 Las posibles repercusiones del terrorismo internacional en los ámbitos nacionales son comentados por Audrey Kurth Cronin en "Behind the Curve; Globalization and International Terrorism", en International Security, vol. 27, no. 3, invierno 2002/03: 30-58.

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