SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33 número66El Reto al Tepozteco: una tradición ancestral frente al covid-19Religión y política en la 4T Debates sobre el Estado laico índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Alteridades

versión On-line ISSN 2448-850Xversión impresa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.33 no.66 Ciudad de México jul./dic. 2023  Epub 12-Ene-2023

https://doi.org/10.24275/nijy7339 

Investigación antropológica

Experiencias de vida de personas mayores en una colonia marginal de la Zona Metropolitana del Valle de México

Life experiences of elderly people in a marginalized neighborhood of the Metropolitan Zone of the Valley of Mexico

Martha De Alba González1  **
http://orcid.org/0000-0002-1247-9122

1Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, Departamento de Sociología. Av. Ferrocarril San Rafael Atlixco núm. 186, col. Leyes de Reforma 1A sección, 093 10 Iztapalapa, Ciudad de México <mdealba.uami@gmail.com>.


Resumen.

Con objeto de observar la relación entre curso de vida y envejecimiento en condiciones de pobreza urbana, el artículo analiza narrativas de personas mayores residentes en una colonia con alto nivel de marginación del municipio de Ixtapaluca, Estado de México. Los resultados de las entrevistas a cinco hombres y cinco mujeres mayores indican que transitaron de la precariedad rural a la urbana sin lograr mejorar sus condiciones de vida a pesar de los esfuerzos que implicó la migración del campo a la ciudad. La principal limitación del estudio es que los resultados no pueden generalizarse con niveles de confianza estadísticos. Sin embargo, se examinan detalladamente procesos de envejecimiento desde el punto de vista psicosocial, ambiental y cultural, considerando el entramado de trayectorias vitales relacionadas con las condiciones de alta vulnerabilidad en las que se afronta la vejez, resultantes de la perpetuación de la pobreza estructural.

Palabras clave: envejecimiento; pobreza urbana; curso de vida; periferia; ZMVM

Abstract.

This article presents the analysis of narratives of elderly people living in a highly marginalized neighborhood in the municipality of Ixtapaluca, State of Mexico, in order to observe the relationship between life course and aging in conditions of urban poverty. The results of the interviews with five older men and five older women indicate that they transitioned from rural to urban precarity, without managing to improve their living conditions in spite of the prospects that migration from the countryside to the city implied. The main limitation of the study is that the results cannot be generalized with statistical confidence. However, the aging processes are analyzed in detail from a psychosocial, environmental, and cultural point of view, considering the life trajectories related to the highly vulnerable conditions in which they face old age, resulting from the perpetuation of structural poverty.

Key words: aging; urban poverty; life course; periphery; ZMVM

Envejecimiento y pobreza urbana

El envejecimiento es un proceso biológico, psicológico, sociocultural y ambiental que se produce a lo largo de la vida, y que implica varios aspectos asociados al desarrollo humano, como cambios continuos en las personas, desde el nacimiento hasta la muerte. Tales transformaciones son tanto favorables como desfavorables y se relacionan con los diferentes entornos en los que transcurre el curso de vida (Schaie y Willis, 2011). En los países latinoamericanos, el envejecimiento se ve agravado por las condiciones de pobreza en las que viven amplios sectores de la población mayor (Maldonado, 2019).

A través del análisis de las narrativas de diez personas mayores residentes en una colonia con altos índices de marginación, ubicada en la periferia oriente de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), observaremos lo que significa envejecer en situaciones de pobreza, poniendo el acento en la dimensión socioespacial del envejecimiento y en las experiencias subjetivas en el contexto de esta colonia marginal de un municipio periférico de la ZMVM. ¿Qué ha significado envejecer en condiciones de precariedad socioeconómica para quienes residen en situación de pobreza ur bana? ¿Qué papel juegan las dinámicas de ocupación territorial en el proceso de envejecimiento?

Para responder a estas preguntas organizamos el artículo de la siguiente manera. Primero presentamos un panorama general de la situación de pobreza de las personas mayores en México, así como antecedentes de investigaciones sobre el envejecimiento en situación de pobreza urbana en el país. Después planteamos los aspectos metodológicos de la investigación, las hipótesis que guiaron el análisis, y los resultados.

Panorama de la situación de pobreza de las personas mayores en México

En el reporte sobre pobreza y personas mayores en México del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2020) se indica que la población de edad avanzada tiene mayor riesgo de encontrarse en situación de pobreza debido a la combinación de varios factores: disminución de las capacidades físicas, retiro del mercado laboral, deterioro de la salud, bajo nivel educativo, bajos ingresos y falta de protección social.

De acuerdo con el Coneval (2020), 41.9 por ciento de personas de más de 65 años se encuentra en situación de pobreza, 19.4 por ciento carece de acceso a servicios básicos en la vivienda y 18.2 por ciento de acceso a alimentación. Este organismo reporta que las pensiones que reciben estas personas, sea por derecho laboral o por programas sociales, son insuficientes para soportar los gas tos básicos.

Los bajos ingresos están estrechamente vinculados con el alto porcentaje de rezago educativo (54.5 por ciento) de la población mayor de 65 años en México, ya que 62.7 por ciento de quienes reciben ingresos menores a la línea de pobreza presentan rezago educativo (Coneval, 2020). El rezago educativo, sobre todo el analfabetismo, va en detrimento del bienestar subjetivo de las personas de edad residentes en zonas urbanas marginadas (González y Salgado, 2006) y determina las condiciones de vida desfavorables (Sánchez, 2007). Pelcastre y Márquez (2006) observan una relación entre bajos niveles educativos y problemas de prevención o tomas de decisiones desfavorables sobre la salud.

Los datos del Coneval indican que la marginación social de la población de 65 años y más se observa en una proporción más elevada en el ámbito rural (56.1 por ciento) que en las ciudades (36.1 por ciento). Sin embargo, varios estudios señalan la importancia de poner atención a las personas mayores en condiciones de marginación en las ciudades, debido a la fragilidad de la salud con el avance de la edad, cambios en los patrones de consumo y estilo de vida, carencia de servicios adecuados y de cobertura institucional (Maldonado, 2019; Pantoja, 2010; Salgado y Wong, 2006).

Salgado y Bojorquez (2006) encontraron que las personas mayores que viven en medios urbanos precarios padecen graves problemas de salud, los cuales tienden a ser desatendidos por la falta de acceso a servicios médicos. A pesar de los bajos ingresos, las personas mayores encuestadas hacían un uso frecuente de servicios privados de salud, cuyo alto costo mermaba seriamente la economía familiar. También hallaron una alta prevalencia de síntomas depresivos en la población encuestada. Ello concuerda con los resultados de Pelcastre y Márquez (2006), quienes puntualizan que las personas mayores entrevistadas en colonias marginadas de varias ciudades de la república mexicana se dicen insatisfechas en la vejez y tienen representaciones sociales negativas de ésta, asociándola con cansancio y decaimiento.

Las representaciones sociales negativas de la vejez y las condiciones precarias de vida afectan el bie nestar subjetivo de estas personas, sobre todo cuando perciben que no pueden cambiar varios aspectos de la situación en la que viven, como la imposibilidad de aumentar sus ingresos económicos, el residir en viviendas precarias, en asentamientos irregulares, carentes de servicios urbanos, médicos, educativos y culturales (Maldonado, 2019).

La situación de precariedad en la que están las personas de edad avanzada en nuestro país las ha con ducido a mantener o buscar un trabajo remunerado, pues 33.5 por ciento de la población económicamente activa en México es mayor de 65 años (Coneval, 2020). Los distintos estudios revisados para este artículo reportan que las personas mayores en medios marginados conservan trabajos remunerados hasta que la salud se los permite, pocos reciben pensiones y la mayoría depende de la familia cuando no tienen ingresos o se deteriora su condición física (Márquez, Pelcastre y Salgado, 2006). En contextos precarios, la responsabilidad del cuidado físico y emocional de las personas mayores recae sobre todo en la familia y no en los apoyos que pueda otorgar el Estado (Pelcastre-Villafuerte et al., 2011; Ronzón, Baca y Murguía, 2017; Flores, 2019). Hay que considerar, sin embargo, que la dependencia de la familia conlleva dificultades, pues en el interior de éstas las personas mayores no son ajenas a los conflictos propios de las dinámicas familiares (Montes de Oca, 2014). En ocasiones, las redes de apoyo informales vienen a complementar a las familiares (Montes de Oca, 2005).

El entorno urbano puede facilitar el envejecimiento saludable, o bien entorpecerlo cuando no ofrece las condiciones de calidad de vida para el desarrollo humano y el bienestar. Pantoja (2010) identificó que la calidad de vida disminuye en zonas alejadas de las regiones más urbanizadas de las zonas metropolitanas y que los padecimientos propios de la vejez se complican en entornos familiares, ambientales, socioculturales y políticos que no les permiten satisfacer sus necesidades. La vulnerabilidad de las personas mayores aumenta por el aislamiento provocado por la disminución de la movilidad en contextos urbanos marginales, cuyas características dificultan el desplazamiento: pisos, banquetas y calles de tierra, con orografía irregular, ausencia de alumbrado, alcantarillado, drenaje, agua potable, etcétera (Vázquez y Mendo, 2019).

Sánchez (2007) observa que la vulnerabilidad de las personas mayores es el resultado de la combinación de varios problemas que enfrenta la población de 60 años y más en México: pobreza, falta de acceso a seguro médico y social, deficiencias en la vivienda y soledad. El autor señala que es necesario investigar más sobre la situación de las personas mayores a escala municipal, poniendo especial énfasis en las colonias y manzanas, ya que es en los municipios en donde recae la atención directa de las personas mayores.

Los datos e investigaciones presentados revelan que en México existe un problema importante de marginación social que atañe a las personas mayores residentes en zonas urbanas empobrecidas. Coincidimos con Sánchez (2007) en cuanto a la necesidad de estudiar el envejecimiento a nivel territorial de los barrios y colonias, por ser el espacio donde las políticas públicas pueden tener incidencia inmediata y donde transcurre la vida cotidiana de las personas mayores, sobre todo en etapas más avanzadas del envejecimiento (Cortés-Topete y Tavares-Martínez, 2022; de Alba, 2010, 2017; Garrocho y Campos, 2016; Zamorano et al., 2012).

Objetivos y método

El presente trabajo tiene como objetivo analizar las condiciones de envejecimiento en una colonia marginada ubicada en el municipio de Ixtapaluca, en el Estado de México, que denominaremos La Colonia.1

Retomaremos las narrativas de personas mayores de 60 años residentes en esa colonia, que constituyó un caso de estudio para un proyecto sobre representaciones sociales y memoria de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) (Conacyt CB 2006-2011). Para este estudio se realizaron diez entrevistas en profundidad y observaciones de campo. Se compararon colonias seleccionadas haciendo un contraste socioeconómico, su tipo de urbanización y la distancia con respecto al centro de la Ciudad de México. La Colonia era el caso más alejado del centro, con los mayores niveles de marginación de acuerdo con las estimaciones del Consejo Nacional de Población (Conapo, 2002), y con una urbanización precaria. La relación centro-periferia se hizo bajo el supuesto de que, por su desarrollo histórico, las colonias ubicadas en las áreas centrales de la ciudad cuentan con mayores servicios y acceso a equipamientos médicos, culturales y de entretenimiento; mientras que las colonias pe riféricas, como La Colonia, dificultan un envejecimiento activo, la movilidad y la atención médica.

La metodología consistió en hacer recorridos en colonias seleccionadas con la finalidad de observar las condiciones urbanas y socioeconómicas en las que vivían las personas mayores residentes en ellas. Durante tales recorridos se detectaron sitios concurridos por personas mayores para invitarles a participar en el estudio mediante entrevistas. En el caso de La Colonia, las personas mayores fueron contactadas a través de las oficinas del colectivo que vendió los terrenos que habitan, así como por un muestreo de bola de nieve. La guía de entrevista iniciaba con preguntas sociodemográficas, enseguida se trataba de re construir la biografía de las personas en función de sus trayectorias familiares, residenciales, educativas y laborales. Las preguntas se centraban en las memorias y representaciones sociales de los espacios habitados a lo largo de su vida. Las entrevistas se realizaron en las propias casas de las y los entrevistados, tuvieron una duración promedio de 40 minutos, fueron grabadas y transcritas, para luego ser analizadas por medio de análisis de contenido temático.

Dos hipótesis de trabajo guían este análisis. La primera es que las condiciones de envejecimiento se encuentran estrechamente relacionadas con el curso de vida, el cual es determinado por el contexto so cioeconómico y cultural en el que han tenido lugar las diferentes trayectorias seguidas por las personas (familiar, educativa, laboral, residencial); la segunda es que la precariedad endémica que marca el curso de vida disminuye la calidad de vida durante el enveje cimiento, calidad que está asociada a las características de los espacios de residencia.

Abordaremos estas hipótesis a través de dos ejes de análisis: el curso de vida de las personas mayores de 60 años entrevistadas en La Colonia, y las condiciones de marginación socioespacial de este sitio, como un contexto que dificulta la calidad de vida de las personas mayores.

Envejecimiento y curso de vida: la última etapa de la vida en La Colonia

El concepto de curso de vida (Elder y Kirkpatrick, 2003) nos permite abordar la dimensión psicosocial del envejecimiento con respecto al contexto históricocultural en el que se desarrollan las trayectorias fami liares, educativas, laborales y residenciales de los en trevistados. Elder y Kirkpatrick (2003) reconocen la capacidad de agencia y la toma de decisiones individuales que van marcando el curso de vida de las personas; no obstante, señalan que la acción individual se ve acotada por las posibilidades que ofrecen las condiciones culturales, institucionales y estructurales, en los dis tintos momentos históricos en que transcurren las vidas particulares de los miembros de una sociedad.

Con base en esta perspectiva teórica, ampliamente utilizada en los estudios sobre vejez (Ferraro, 2021), observaremos que la situación de las y los entrevistados de La Colonia fue el resultado de una lucha permanente por la sobrevivencia en condiciones de preca riedad, que se inició en sus lugares de origen y se perpetuó cuando decidieron migrar a la ZMVM. Todas las personas entrevistadas dijeron que la migración fue motivada por la falta de oportunidades de mejorar en sus comunidades rurales. No obstante, debido a sus escasos o inexistentes grados de escolaridad, en la ciudad accedieron a empleos informales con bajos salarios, con los que apenas lograban mantener a sus familias y conseguir viviendas precarias en la periferia de la ZMVM.

En una investigación sobre el envejecimiento en zonas urbanas marginales, Wong (2006) indica que las instituciones de seguridad social y de educación recién creadas en el México posrevolucionario tendieron a favorecer a las clases medias y altas en medios urbanos en comparación con las zonas rurales, generando un acceso desigual a los servicios de atención médica o de desarrollo de capital humano. A partir de la década de los treinta del siglo XX la economía mexicana enfatizó la industrialización en las ciu dades del país, lo que provocó un éxodo de población del campo a las grandes urbes, principalmente a la capi tal. Estos fenómenos explicarían que las personas mayores originarias de zonas rurales, como nuestros entrevistados (nacidos entre 1934 y 1949), no hayan tenido acceso a la educación en sus localidades y que hayan decidido migrar a la Ciudad de México en busca de oportunidades para mejorar su calidad de vida. A partir de datos censales del año 2000, Vega et al. (2011) reportan que alrededor de 70 por ciento de las personas mayores de 60 años en el país carecía de instrucción o tenía primaria incompleta.

Wong (2006) también precisa que en las áreas urbanas se crearon nuevos empleos que favorecían a quienes tenían mayor capital cultural. Ello se vincula con el hecho de que nuestros entrevistados, de origen campesino, se emplearan en trabajos que requerían de habilidades físicas, como la albañilería o el trabajo doméstico; sin posibilidad de acceder a empleos que exigieran competencias ligadas a la educación formal. Vega et al. (2011) puntualizan que las generaciones nacidas entre las décadas de los treinta y cincuenta del siglo XX, hacia 2010 conformaban la población de personas mayores “iletrados, empobrecidos, desempleados o sin pensión por jubilación y carentes de seguridad social” (p. 35).

Las trayectorias laborales y educativas no fueron las únicas que marcaron el curso de vida de quienes entrevistamos. Los valores culturales, como las relaciones de género y las representaciones sociales dominantes sobre la familia, tuvieron un gran peso en sus trayectorias residenciales y familiares. Para ilustrarlo, haremos una breve descripción del curso de vida de cada persona entrevistada, iniciando con las mujeres. Hemos cambiado sus nombres, por respeto a su identidad.

Biografías de las mujeres entrevistadas

Catalina nació en 1949 en Hidalgo, creció en una familia de campesinos y es analfabeta. Cuenta que migró a la Ciudad de México cuando huyó de su casa a los 13 años porque su padre la había comprometido, por interés económico, con un hombre mucho más grande que ella. Se empleó como trabajadora doméstica para sostenerse. A los 14 años se casó y con su pareja construyeron una vivienda con láminas y madera en un terreno invadido en el pedregal de Santo Domingo (Coyoacán). Al poco tiempo consiguió trabajo como pepenadora en Santa Cruz Meyehualco (Iztapalapa) adonde se mudó con su esposo para ocupar un terre no donado en los tiraderos de basura. Posteriormente vivieron en distintos asentamientos irregulares de Nezahualcóyotl y Chalco, hasta que, hacia 1991, Catalina tomó contacto con una lideresa de la organización del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que vendía terrenos en La Colonia. En pocos meses construyeron una casa de láminas y tablones de madera, donde se instalaron con sus tres hijos. Entonces el lugar estaba deshabitado casi en su totalidad. La familia sufrió tres desalojos en los que se destruyeron las viviendas, lo que no sólo representó una pérdida material, sino heridas dolorosas y humillaciones. La familia logró construir su casa de tabique porque el esposo de Catalina migró a Estados Unidos desde donde les enviaba dinero. Al momento de la entrevista, Catalina vivía con su esposo (66 años) y dos de sus hijos. Abrieron una tiendita en su casa, pero lo poco que vendían no generaba suficientes ingresos. Su hijo trabajaba para sostener a la familia. Al cabo de años de trabajos y de construir viviendas precarias en terrenos inhóspitos, Catalina cumplía 60 años con un estado de salud deteriorado en extremo. Estaba casi ciega y caminaba con dificultad. La transportaban en un triciclo a los hospitales más cercanos.

Josefina llegó a La Colonia aproximadamente en las mismas fechas que Catalina, también vivió los desa lojos. Cuando se realizó la entrevista tenía 63 años, vivía con su esposo (69 años), su hija y dos nietos, en los cuartos que construyeron en el predio. Su hija (madre soltera de 25 años) laboraba en una fábrica de cuadernos y era el pilar económico de la familia. Los otros seis hijos de Josefina son casados y viven en Ix tapaluca, con excepción de uno que emigró a Estados Unidos. Josefina proviene de una familia de campesinos del estado de Querétaro, donde estudió hasta primero de primaria y se casó a la edad de 13 años. Hacia 1965 sus padres abandonaron la siembra de maíz y frijol en Querétaro para instalarse cerca del centro de Ixtapaluca. Josefina y su familia llegaron a vivir con ellos. Su esposo y sus hijos trabajaron como albañiles, ella como empleada doméstica en casas y comercios hasta los 61 años, cuando decidió abrir una tienda en su casa. Josefina fue mudándose a áreas cada vez más periféricas de la zona metropolitana, donde siempre padeció la falta de servicios públicos. De la colonia La Venta se mudó al predio de uno de sus hijos en la colonia Jiménez Cantú, erigida algunos años antes que La Colonia, bajo el mismo esquema de invasión y comercio informal de predios. Dijo no pa decer ninguna enfermedad y se consideraba en buen estado de salud, lo que le permitía realizar las labores domésticas diarias, el cuidado de sus nietos y atender la tiendita, donde vendía las servilletas que bordaba.

La señora Lupita nació en 1942 en Hidalgo. Además de la agricultura, sus padres criaban vacas, chivos y borregos. No asistió a la escuela, junto con sus cinco hermanos ayudó a sus padres en las labores rurales, hasta que contrajo matrimonio a los 16 años, momento en que se fue a vivir con la familia de su esposo, con quien tuvo ocho hijos. La familia migró a la ZMVM en busca de mejores oportunidades económicas en 1977. Se instalaron en la casa de familiares que vivían en Nezahualcóyotl. Un año más tarde se mudaron al predio donde vivía uno de sus hijos en Iztapalapa, de donde se trasladaron a La Colonia en 1994. Desde que llegó a la zona metropolitana, Lupita ha alternado el trabajo doméstico con la venta de tamales, dulces, paletas y congeladas; mientras que su esposo se ha dedicado a la albañilería. Hasta el momento de la entrevista ella y su esposo vivían con los ingresos generados por estas actividades. Tres de sus hijos vivían en la zona metropolitana y cinco emigraron a Estados Unidos, pero prácticamente no recibían apoyo económico por parte de ellos. La pareja vivía al día.

Marcela, de 73 años, era originaria de una comunidad rural del estado de Guerrero, se dedicó a las labores del campo hasta casarse a los 14 años. Su grado de escolaridad es segundo de primaria. Tuvo ocho hijos (fallecieron cuatro), con quienes migró a la Ciudad de México, a los 40 años de edad, huyendo de la pobreza que padecían en el lugar de origen. Fue empleada de limpieza en distintos comercios e instituciones hasta los 67 años. Después de vivir en diversos lugares, compró un terreno en Iztapalapa, donde construyeron cuartos para compartir con sus hijos y nietos. Hacia 1994 vendieron esas viviendas para comprar varios te rrenos en La Colonia, donde también se instalaron dos de sus hijos con sus respectivas familias. También sufrieron los desalojos. Marcela era viuda y, en lo económico, dependía de sus hijos. Estaba prácticamente ciega y tenía problemas para caminar, por lo que no era autónoma para realizar sus actividades cotidianas.

María, de 85 años, tenía serios problemas para ver y para caminar. Era originaria de una comunidad rural de Veracruz, migró a la Ciudad de México con su familia a los 14 años. Pasó de residir en colonias céntricas de la ciudad a otras cada vez más periféricas, hasta comprar el terreno en La Colonia a inicios de la década de los noventa. Se desempeñó como emplea da doméstica casi toda su vida. Empezó a vivir con su pareja después de haber iniciado la menopausia, por lo que no tuvo hijos propios. Enviudó a los pocos años de llegar a residir a La Colonia y compartía el predio con su hijastro, quien trabajaba como albañil durante todo el día y a veces no llegaba a dormir. Pasaba la mayor parte del tiempo sola. Algunas de sus vecinas se compadecían de ella y la visitaban para ofrecerle algo de comer o ayudarla a comprar medicinas o víveres. Padecía una fuerte depresión que se manifestaba tanto en sus deseos de morir como en la falta de motivación para realizar actividades y salir de su casa. Cuando se enfermaba, su hijastro o alguna vecina la acompañaba a las farmacias Similares en Ixtapaluca. En la foto 1 se observa la entrada principal de su vivienda, construida con tabique, madera y lámina. El interior tenía piso de tierra.

Foto: Elizabeth Trujillo, recorrido de campo (2009).

Foto 1 Vivienda de la señora María 

El curso de vida de las cinco mujeres entrevistadas en La Colonia tiene patrones similares: todas nacieron y vivieron en comunidades rurales, tuvieron niveles de instrucción nulos o mínimos (segundo de primaria), y se desempeñaron como trabajadoras domésticas casi toda su vida, a partir del momento en que migraron a la ZMVM. Con excepción de María, iniciaron una familia propia entre los 13 y los 16 años, momento en el que combinaron la maternidad (de entre tres y ocho hijos), con las labores domésticas y el trabajo remunerado. Tres de las entrevistadas presentaban problemas graves de salud, que les impedía ser autónomas. Las otras dos mantenían la doble jornada de trabajo al ocuparse del hogar y el cuidado de los otros miembros de la familia, al tiempo que vendían productos en sus hogares, algunos de los cuales eran elaborados por ellas mismas (comida y servilletas bordadas).

El promedio de edad para vivir en pareja y formar una familia propia en los varones fue de casi 22 años, mientras que el de las mujeres entrevistadas fue de alrededor de 14 años. Ello podría indicar que, para esa generación, en los contextos rurales, era usual que las mujeres contrajeran matrimonio siendo púberes, poco después de iniciar la menstruación y tener la posibilidad de ser madres. Lo que no ocurre con los varones entrevistados, pues ninguno de ellos contrajo matrimonio antes de la mayoría de edad. También se observa que en esos años las familias de origen campesino solían ser numerosas, pues el promedio de hijos de las y los entrevistados es de siete.

Como se advierte, las representaciones sociales dominantes de la mujer en el contexto espacio-temporal en el que crecieron las entrevistadas conllevó marcadas desigualdades de género.

Biografías de los hombres entrevistados

Francisco, 63 años, era originario de una comunidad rural de San Luis Potosí, donde vivió hasta los 18 años, edad a la que migró a la ZMVM. Residió en Los Reyes La Paz y otra colonia de Ixtapaluca antes de radicarse en La Colonia. Era analfabeto, se dedicó a las labores del campo hasta los 18 años y a la albañilería desde su llegada a la ZMVM, hasta que tuvo lesiones en la espalda provocadas por cargar bultos y objetos pesados. Tuvo ocho hijos con su primera esposa, con quien contrajo matrimonio a los 18 años. Vivía en La Colonia con su segunda pareja (en unión libre desde los 55 años), una de sus hijas y una nieta, desde 2001. Su hija y su pareja mantenían económicamente el hogar.

Lucas nació en 1949 en el estado de Puebla, donde se ocupaba en las labores del campo. Trabajó como albañil desde que llegó a vivir a la Ciudad de México con su esposa (con quien se casó a los 26 años) y sus diez hijos. Dijo que su pueblo natal no ofrecía condi ciones de desarrollo, apenas de sobrevivencia, por lo que migraron buscando mejores oportunidades de trabajo. La familia rentó vivienda en Chalco, después compraron terreno en La Colonia a mediados de los noventa, donde se mudaron cuatro de sus hijos. Cuatro de sus demás hijos emigraron a Estados Unidos y dos radican en Tlaxcala y Puebla. Lucas no encontraba tra bajo con facilidad, por lo que se mantenía muy activo en La Colonia. Participó en la construcción de las escuelas y de la iglesia. Relató que la vida en La Colonia no había sido sencilla por la falta de servicios. Cuando llegaron a vivir ahí pasaban días sin bañarse, porque tenían que ir a recolectar el agua a las colonias aledañas.

El señor Nicanor tenía 74 años, nació en el estado de Hidalgo, donde vivió gran parte de su vida, dedica do al cuidado de animales y al cultivo del maíz, hasta que migró a la ZMVM a los 56 años. No asistió a la escuela. Se casó a los 22 años, tuvo diez hijos y enviudó hacía tiempo. Llegó a vivir con uno de sus hijos a Aragón. En 2003 un amigo le recomendó comprar en La Colonia, donde se instaló con dos de sus hijos. Se dedicaba a la albañilería y al cuidado de animales en su terreno. Comentó que, además, ganaba dinero haciendo préstamos. Sus hijos también trabajaban como albañiles. Afirmó que tuvo mejores oportunidades económicas en la Ciudad de México que en su pueblo, pero que la vida en la ciudad era más difícil.

La familia de Celso migró de Guadalajara a la Ciudad de México cuando él tenía dos años. Abandonó su hogar a los nueve años por maltrato y violencia familiar. Mencionó que no había estudiado, por lo que se consideraba analfabeto. Toda su vida se ganó la vida vendiendo algo en las calles. A los 16 años vivió con su primera pareja. A la edad de 27 años se unió en matrimonio con su esposa actual, con quien procreó tres hijos. La familia compró terreno en La Colonia en 2001, después de haber vivido por casi 30 años en Nezahualcóyotl. Tenía 60 años al momento de la entrevista, se dedicaba a vender pulque y pollo en La Colonia, donde estaba muy involucrado en las actividades de la organización que invadió los terrenos, por estar afiliado al PRI.

Luis nació en 1940 en Oaxaca, donde tuvo la oportunidad de estudiar hasta preparatoria con los jesuitas. Se hizo maestro rural y se vio obligado a huir por conflictos políticos. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía 22 años, con la esperanza de estudiar en la Normal de Maestros. Sueño que tuvo que abandonar por su situación económica. Se casó a los 26 años con su primera pareja (fallecida hacía años), con quien tuvo dos hijos. Vivió 15 años en San Juanico, 30 en Coacalco y llevaba cinco años residiendo en La Colonia, con una de sus hijas, pues se divorció de su segunda pareja. Laboró en diversas imprentas durante muchos años, hasta que se empleó durante diez años como velador en la compañía Luz y Fuerza. Luis era el único entrevistado de la colonia con estudios de preparatoria, y que contaba con seguridad social por haber tenido un empleo formal. Sin embargo, recibía una pensión muy baja, por lo que se mantenía vendien do tacos en La Colonia desde su jubilación en 2004. Tenía 69 años.

Todos los varones, excepto Francisco, dijeron tener buen estado de salud, lo que les permitía mantener una actividad remunerada. Los tres entrevistados que se dedicaron al campo se emplearon como albañiles al migrar a la ZMVM. Sólo un entrevistado alcanzó el nivel educativo medio superior (primero de preparatoria), otro hizo primero de primaria y los demás no estudiaron.

De la precariedad rural a la marginación urbana

Encontramos que nueve de las diez personas entrevistadas en La Colonia migraron de comunidades rurales a la ZMVM, provenientes de medios precarios, con nulos o bajos niveles educativos que no los facultaban para competir por empleos formales en la ciudad. El oficio de albañilería para los hombres y el trabajo doméstico para las mujeres perpetuaron las condiciones de precariedad socioeconómica a lo largo de sus vidas. Un entrevistado migró de provincia a muy temprana edad, pero al huir de casa desde los nueve años vivió a su suerte en las calles de la ciudad, sin tener opciones de mejorar su situación a través de la educación formal. El único entrevistado que concluyó la educación básica (primaria y secundaria, más un año de preparatoria), accedió a empleos formales que dieron acceso a servicios de salud y a una pensión, aunque raquítica.

Vemos que la falta de oportunidades de empleo que les permitieran acceder a créditos, ingresos seguros y prestaciones está asociada, en el caso de las y los entrevistados, a la imposibilidad de educarse. Ello estuvo estrechamente relacionado con el hecho de haber nacido y crecido en contextos rurales, donde no había escuelas próximas de sus hogares, y donde, según las narrativas, se daba prioridad a las faenas del campo frente a la asistencia a la escuela. La mayoría migró a la ciudad con familias formadas desde sus comunidades de origen, buscando mejorar su situación económica. La prioridad a su llegada fue encontrar un empleo y vivienda barata. El curso de vida de las y los entrevistados indica que la ciudad no necesariamente modificó sus condiciones de vida, pues nunca dejaron de vivir en la precariedad.

Es importante notar que, en varios casos, algún miembro de la familia emigró a Estados Unidos de Norteamérica en busca de empleo. Parece repetirse el patrón de migración en las familias, pero ya no del campo a la ciudad, sino de la ciudad a otro país.

Las trayectorias residenciales de todas las personas entrevistadas estuvieron marcadas por transaccio nes inmobiliarias informales para acceder a viviendas de autoconstrucción en colonias de la periferia oriente de la ZMVM, que con frecuencia carecían de servicios básicos. La compra de un terreno en La Colonia representaba una estabilidad en las trayectorias residenciales, misma que fue trastocada por tres desalojos traumáticos. Entonces se vieron obligados a aferrarse a vivir en una gran incertidumbre con respecto a la permanencia en los terrenos adquiridos de manera informal, con el riesgo de volver a perder lo que habían construido con grandes esfuerzos. La única opción en la última etapa de sus vidas implicaba envejecer en una situación de alta marginación e inseguridad en la tenencia de la tierra, como lo habían hecho a lo largo de sus vidas.

Ahora presentamos una descripción de La Colonia como contexto marginal, así como los relatos sobre las formas de vida de las y los entrevistados en La Colonia.

Marginación socioespacial: experiencias de autoconstrucción en los linderos de la zona metropolitana

La Colonia es representativa de las formas de urbanización informal que han caracterizado la expansión de la zona metropolitana de la Ciudad de México desde hace décadas (Duhau y Giglia, 2008).

Aplicamos el concepto de marginación socioespacial al caso de esta colonia en dos sentidos, uno geográfico y otro social. Desde el punto de vista geográfico, La Colonia es marginada porque se ubica en los márgenes de la ZMVM, lo cual dificulta el acceso en costo, tiempo y oferta de transporte público. La otra connotación de marginación socioespacial tiene que ver con el estado de pobreza de los pobladores y a la precariedad de los servicios con los que contaba este asentamiento cuando se realizaron las entrevistas.

La Colonia se ubica a un costado de los kilómetros 37 y 38 de la autopista México-Puebla; fue creada a principios de los noventa por la invasión de predios ejidales por parte de una organización política afiliada al PRI. Cuando realizamos el trabajo de campo (2009), La Colonia representaba uno de los rostros más visibles de la miseria urbana: casas a medio construir en terrenos baldíos, polvorientos, calles sin pavimentar, sin sistema de drenaje ni servicios urbanos. En la foto 2 se observa una calle de La Colonia.

Foto: Elizabeth Trujillo, recorrido de campo (2009).

Foto 2 Calle de La Colonia 

La dinámica de ocupación de este tipo de colonias es que los residentes erigen sus viviendas con sus propios medios, casi siempre, con sus propias manos; por lo que son conocidas como zonas de autoconstrucción. Podemos decir que la autoconstrucción se aplica a la construcción de la vivienda, pero también a la vida misma, que se va haciendo en ese contexto precario, en el que se configura una vida cotidiana altamente enfocada en la satisfacción de las necesidades elementales por no contar con los servicios básicos (drenaje, agua potable, electricidad).

Conforme pasa el tiempo, se da un proceso de consolidación urbana en estos asentamientos y las organizaciones presionan a los gobiernos locales y federales para que introduzcan servicios (electricidad, drenaje, pavimentación, agua potable, escuelas).

La informalidad en este tipo de transacción inmobiliaria genera serios problemas en la tenencia de la tierra. Los pobladores de La Colonia sufrieron tres de salojos al poco tiempo de haber comprado los terrenos a la lideresa de la organización que los comercializó. Estos hechos violentos, ocurridos entre 1994 y 1995, marcaron al lugar con una historia de sufrimiento y de mayor empobrecimiento, debido a que los desalojados tuvieron que reconstruir las casas destruidas en cada expulsión. Fueron eventos traumáticos, inesperados para los pobladores que confiaron en que la lideresa tenía la fuerza política suficiente para asegurar la ocupación de los terrenos. Una de las entrevistadas relata sus recuerdos sobre la adquisición del terreno con la esperanza de crear un lugar para disfrutar su vejez al lado de su marido. Anhelo frustrado por los desalojos:

[Mi marido] viene y me dice: “estos terrenos están bien buenos, cómprate ahí”… Venimos a verlos, “mira está más alto ese terreno que este…”, le digo “no, está muy abajo este terreno, no me gusta, aquí nos vamos a morir viejitos”, “Pues cómpralos” dice… Al poco tiempo que nos tiran. Todo afuera, nos vino la máquina y órale, ahí está… Pero ni avisaron, nada más llegaron con las máquinas y tiraron… Unos perros así, unos perrones grandísimos para que se saliera la gente… A mi viejo lo llevaron hasta la cárcel, porque mi viejo subió a sacar las cosas... Ya estaba la patrulla, golpearon a la gente, un chamaquito en el pozo fue a parar, en una posa, ¿se moriría?, ¿saldría? no sé, fue un despapaye eso, señorita… La culpable es doña Carmen […] Porque la señora Carmen se metió de paracaidista sin comprar los terrenos, un ejidatario vino: “nosotros somos los propietarios de aquí señora”, me dijo. Ella nunca le quiso pagar a los ejidatarios por eso no nos han dado un papel como debe de ser… Nos quedamos por necedad de mi esposo, nos volvimos a quedar, le digo: “viejo nos van a tirar otra vez gordo, y se oyen los rumores de que nos van a venir a votar”. “¿Cómo? ¿Sí híjole qué hacer?” [María].

Los pobladores de La Colonia resistieron los desalojos violentos porque no tenían alternativas para irse a otra parte, pues ya habían gastado su capital en la compra de los terrenos. De las distintas versiones sobre las causas de los desalojos que observamos en las entrevistas se deduce que éstos se debieron a desacuerdos entre la organización local afiliada al PRI y el gobierno municipal, en manos del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Las expulsiones cesaron en cuanto el PRI recuperó el poder en el municipio, apoyando a la organización que vendió los predios. A partir de estos acuerdos, los líderes locales solicitaron la instalación de los servicios a la colonia. Sus demandas tardaron años en ser escuchadas.

En 2009 estaban haciendo las obras para la red de agua en la colonia. El abastecimiento se hacía por medio de pipas que surtían el agua por tambos. Todavía no tenían drenaje, luz, pavimentación ni servicio de recolección de basura. El drenaje lo solucionaron con fosas sépticas. Los vecinos conectaban cables de los postes de luz de la colonia vecina para llevar electricidad a sus viviendas. En la foto 3 se observa un tablero de cajas de interruptores de luz que los pobladores tomaban de la colonia vecina. Ellos mismos instalaron los postes de madera e hicieron el cableado.

Foto: Elizabeth Trujillo, recorrido de campo (2009).

Foto 3 Tablero de cajas de luz 

La recolección de basura no era municipal, sufrían tolvaneras y lodazales por falta de pavimentación. En sus 16 años de existencia, La Colonia era un lugar desolado, donde la pobreza extrema se asomaba por los resquicios de las casas de lámina, madera, o de ladrillo gris, en los casos más afortunados.

Los propios residentes participaron en la construcción de las escuelas, desde kínder hasta la nueva preparatoria. En 2008 una base de combis comenzó a dar servicio al centro de Ixtapaluca, lo que evitaba largos y cansados trayectos a pie para salir de la colonia. Sin embargo, la mayoría de las personas mayores entrevistadas usaba poquísimo el transporte público, por el alto costo que representaba para sus magros ingresos. En la foto 4 se observa el paradero de combis.

Foto: Elizabeth Trujillo, recorrido de campo (2009).

Foto 4 Paradero de combis de La Colonia 

La colonia no tuvo ninguna farmacia hasta 2009, fecha en que concluimos los recorridos de campo. Desde hacía algunos años se instalaba un tianguis una vez por semana, única posibilidad de abasto accesible, pues las tienditas subían los precios de sus productos, por la lejanía con el centro de Ixtapaluca.

Los servicios de salud les quedaban muy distantes, no había ningún centro de salud, o algún centro comunitario que pudiera dar ayuda médica o social en la colonia. Algunos vecinos acudían a las oficinas de la organización de la lideresa en caso de necesitar orientación o ayuda de algún tipo. No obstante, sabían que ese apoyo tendría que pagarse con respaldo político hacia ella y su organización.

La iglesia constituía un sitio importante para los colonos, pues la mayoría profesaba la religión católica, por lo que participaron en su construcción, pero el sacerdote oficiaba sólo una vez por semana y el recinto no ofrecía ningún tipo de soporte social.

Para beneficiarse de cualquier apoyo gubernamen tal, los vecinos tenían que caminar a la colonia vecina o trasladarse al centro de Ixtapaluca. Acceder a estos sitios requería toda una logística de traslado y de acompañamiento.

Pese a las malas condiciones de su vivienda y de la colonia, las y los entrevistados se aferraban al terreno que lograron adquirir con esfuerzos. Les gustaba su casa y La Colonia, porque ya habían echado raíces ahí, sobrevivieron a los desalojos y lograron construir un raquítico patrimonio, fruto de grandes esfuerzos de trabajo. Es el lugar donde se veían en el futuro, donde vivirían su vejez.

Aun cuando las y los entrevistados manifestaran cierto apego a sus viviendas, hay que reconocer que las condiciones de la colonia dificultaban su vida cotidiana; por ejemplo, el trabajo doméstico representaba una labor pesada por el acarreo de agua en cubetas, por la falta de electricidad, por el mal estado de las calles sin pavimento, o el recorrer las pendientes para llegar a la tienda, la iglesia o el sitio de combis. En la foto 5 se observa la inclinación de algunas calles. Dificultades que se acrecentaban para quienes no gozaban de un buen estado de salud. Durante la época de lluvias las calles sufrían serios deslaves, el viento y el agua se infiltraban en las casas construidas con materiales poco sólidos o por las ventanas improvisadas.

Foto: Elizabeth Trujillo, recorrido de campo (2009).

Foto 5 Una calle de La Colonia 

No había alumbrado público en la colonia, y por tal razón los entrevistados evitaban salir a la calle en cuanto oscurecía; por lo que las actividades fuera del hogar las realizaban únicamente de día. Además, reportaban que no era un lugar seguro, debido a la delincuencia y al tráfico de drogas en el lugar.

Conclusión

El envejecimiento implica un paulatino deterioro de las funciones corporales que en edades muy avanzadas conlleva la pérdida de movilidad y autonomía. En países como México, la vulnerabilidad física se ve agravada por la vulnerabilidad social, pues un gran porcentaje de la población mayor se ve obligada a afrontar el proceso de envejecimiento natural en la pobreza. En el contexto urbano, el panorama es preocupante para las generaciones con más rezago educativo, pues la falta de instrucción escolarizada dificultó el acceso a empleos formales, que les permiti rían gozar de pensión y seguridad social en la vejez.

Nuestros resultados, así como los de otras investigaciones similares, coinciden en que las personas mayores residentes en áreas urbanas precarias reciben muy bajos ingresos o ninguno y, por ello, tanto hombres como mujeres deben emplearse hasta el agotamiento de sus fuerzas físicas. Las mujeres suelen tener doble jornada laboral a lo largo de su vida, primero ocupándose de la familia propia, posteriormente de sus nietos. El mandato de género tiene un gran peso en las formas de vida de las personas mayores en nuestro país.

Este estudio corrobora el hecho de que el curso de vida tiende a determinar las condiciones de envejecimiento. En el caso de nuestros entrevistados y entrevistadas se constata que, aun cuando migraron a la ZMVM con la ilusión de mejorar su situación socioe conómica (activamente promovieron un cambio en sus vidas), no lograron escapar de la pobreza debido a varios factores: la falta de un capital cultural que les permitiera cierta movilidad social, la prioridad de conseguir vivienda barata y manutención para familias numerosas. Pasaron de la precariedad rural a la ur bana, lo cual no sólo no cambió a lo largo de su vida, sino que empeoró conforme avanzaba el proceso de envejecimiento, por el hecho de percibir escasos ingresos, no contar con seguridad social ni servicios médicos cercanos ni económicos, residir en viviendas y entornos urbanos precarios.

Observamos que la marginación geográfica y socio económica induce al aislamiento. Las y los entrevista dos con problemas de salud estaban confinados en sus casas. La orografía del terreno, la falta de pavimentación y banquetas dificultaba la movilidad en las calles, pese a que estuvieran acompañados. Quienes gozaban de mejor salud estaban relativamente atrapados en La Colonia, pues les era difícil asumir el costo del transporte para acceder a los equipamientos o servicios de Ixtapaluca o de otras zonas de la ZMCM.

El acceso a la vivienda de las y los entrevistados se relaciona con las oportunidades que ofrecía el mercado inmobiliario informal en la ZMVM, caracterizado por la dinámica de ocupación de terrenos ejidales por parte de organizaciones políticas que fundaron colonias en la periferia metropolitana a base de transacciones económicas, pero también de clientelismo político.

La situación de pobreza de las personas mayores se inserta en el panorama general de las grandes desigualdades sociales que enfrenta México. De cara al envejecimiento demográfico, es urgente reforzar programas sociales y de salud incluyentes, que ayuden a las personas mayores a llevar una vida digna. Las investigaciones en este campo, así como los resultados de este estudio, apuntan a la implementación de programas de apoyo a nivel comunitario, en las colo nias, pueblos y barrios de las localidades tanto urbanas como rurales.

Fuentes

Alba, Martha de 2010 “Sentido de lugar y memoria urbana: Envejecer en el Centro Histórico de la Ciudad de México”, en Alteridades, año 20, núm. 39, pp. 41-55. [ Links ]

Alba, Martha de 2017 “Representaciones sociales y experiencias de vida cotidiana de los ancianos en la Ciudad de México”, en Revista de Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 63, núm. 21, pp. 663-700. doi: http://dx.doi.org/10.24201/edu.v32i1.1616. [ Links ]

CONAPO 2002 Índice de marginación urbana 2000, Consejo Nacional de Población, Ciudad de México. [ Links ]

CONEVAL 2020 Pobreza y personas mayores en México, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Ciudad de México <https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/Pobreza_Personas_Mayores.aspx>. [ Links ]

Cortés-Topete, Martha y Rafael Tavares-Martínez 2022 “Oportunidades de inclusión y bienestar de las personas mayores en sus vecindarios”, en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 37, núm. 2, pp. 719-746. doi: http://dx.doi.org/10.24201/edu.v37i2.2031. [ Links ]

Duhau, Emilio y Giglia, Angela 2008 Las reglas del desorden. Habitar la metrópoli, Siglo XXI Editores/Universidad Autónoma Metropolitana, Ciudad de México, 570 pp. [ Links ]

Elder, Glen y Monica Kirkpatrick 2003 “The life course and aging: Challenges, lessons, and new directions”, en Richard Settersten (ed.), Invitation to the Life Course: Toward New Understandings of Later Life, Routledge, Nueva York, pp. 49-84. [ Links ]

Ferraro, Kenneth 2021 “Frontiers of social science research on aging”, en Kenneth Ferraro y Deborah Carr (eds.), Handbook of Aging and the Social Sciences, Elsevier, Londres, pp. 3-12. [ Links ]

Flores, Livia 2019 “Redes sociales de adultos mayores que viven en situación de pobreza”, en Margarita Maldonado, Rocío Enríquez y Everardo Camacho (eds.), Vejez y envejecimiento. Una aproximación interdisciplinaria, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Guadalajara, pp. 89-118. [ Links ]

Garrocho, Carlos y Juan Campos 2016 Segregación socioespacial de la población mayor, El Colegio Mexiquense, Toluca, 232 pp. [ Links ]

González, Tonatiuh y Nelly Salgado 2006 “El bienestar subjetivo y la salud en los adultos mayores de zonas urbanas empobrecidas en cuatro ciudades de México”, en Nelly Salgado y Rebeca Wong (eds.), Envejecimiento, pobreza y salud en población urbana. Un estudio en cuatro ciudades de México, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, pp. 97-110. [ Links ]

Maldonado, Margarita 2019 “Factores relacionados con el bienestar subjetivo en ancianos que viven en situación de pobreza semiurbana”, en Margarita Maldonado, Rocío Enríquez y Everardo Camacho (eds.), Vejez y envejecimiento. Una aproximación interdisciplinaria, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Guadalajara, pp. 27-56. [ Links ]

Márquez, Margarita, Blanca Pelcastre y Nelly Salgado 2006 “Recursos económicos y derechohabiencia en la vejez en contextos de pobreza urbana”, en Nelly Salgado y Rebeca Wong (eds.), Envejecimiento, pobreza y salud en población urbana. Un estudio en cuatro ciudades de México, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, pp. 71-84. [ Links ]

Montes de Oca, Verónica 2005 Redes comunitarias, género y envejecimiento, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales (Cua dernos de Investigación), Ciudad de México, 157 pp. [ Links ]

Montes de Oca, Verónica (coord.) 2014 “Introducción”, en Verónica Montes de Oca (corrd.), Vejez, salud y sociedad en México: aproximaciones disciplinarias desde perspectivas cuantitativas y cualitativas, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales, Ciudad de México, pp. 9-30. [ Links ]

Pantoja, Josefina 2010 Envejecer en la ciudad: pobreza, vulnerabilidad social y desigualdad de género en adultos mayores. Un estudio en la ciudad de León, Gto., Universidad Iberoamericana León-Promoción de la Cultura y la Educación Superior del Bajío, Ciudad de México, 140 pp. [ Links ]

Pelcastre, Blanca y Margarita Márquez 2006 “El significado de la vejez en adultos mayores que viven en condiciones de pobreza extrema en cuatro ciudades del país”, en Nelly Salgado y Rebeca Wong (eds.), Envejecimiento, pobreza y salud en población urbana. Un estudio en cuatro ciudades de México, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, pp. 135-154. [ Links ]

Pelcastre-Villafuerte, Blanca, Sandra Treviño-Siller, Tonatiuh González-Vázquez y Margarita Márquez-Serrano 2011 “Apoyo social y condiciones de vida de adultos mayores que viven en la pobreza urbana en México”, en Cadernos de Saúde Pública, vol. 27, núm. 3, pp. 460-470. doi: https://doi.org/10.1590/S0102-311X2011000300007. [ Links ]

Ronzón, Zoraida, Norma Baca y Verónica Murguía 2017 “Los recursos de la población envejecida en el Estado de México: ¿de la pobreza urbana a la pobreza rural?”, en Zoraida Ronzón, Felipe Vázquez y Verónica Murguía (coords.), Vejez y vulnerabilidad, Universidad Autónoma del Estado de México/Gedisa, Ciudad de México, pp. 41-56. [ Links ]

Salgado, Nelly e Ietza Bojorquez 2006 “Estado de salud y utilización de servicios de salud en adultos mayores que viven en pobreza urbana”, en Nelly Salgado y Rebeca Wong (eds.), Envejecimiento, pobreza y salud en población urbana. Un estudio en cuatro ciudades de México, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, pp. 55-70. [ Links ]

Salgado, Nelly y Rebeca Wong (eds.) 2006 Envejecimiento, pobreza y salud en población urbana. Un estudio en cuatro ciudades de México, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca. [ Links ]

Sánchez, Diego 2007 “Envejecimiento demográfico urbano y sus repercusiones socioespaciales en México. Retos de la planeación gerontológica”, en Revista de Geografía Norte Grande, núm. 38, pp. 45-61. [ Links ]

Schaie, Warner y Sherry Willis (eds.) 2011 Handbook of Psychology of Aging, 7ª ed., Elsevier, Londres, 408 pp. [ Links ]

Vázquez, Elba y Alejandro Mendo 2019 “Movilidad personal de adultos mayores residentes en barrios precarios”, en Margarita Maldonado, Rocío Enríquez y Everardo Camacho (eds.), Vejez y envejecimiento. Una aproximación interdisciplinaria, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Guadalajara, pp. 57-88. [ Links ]

Vega, María, Guillermo González, Elba Arias, Carlos Cabrera y Lorena Vega 2011 “¿Vivir más o vivir mejor? Marginación y condición de seguridad social en el adulto mayor en México”, en María-Elena Flores, María-Guadalupe Vega y Guillermo González (coords.), Condiciones sociales y calidad de vida en el adulto mayor: experiencias de México, Chile y Colombia, Universidad de Guadalajara, Ciudad de México, pp. 13-36. [ Links ]

Wong, Rebeca 2006 “Envejecimiento en áreas urbanas marginadas de México: condiciones mixtas de privilegio y desventaja”, en Nelly Salgado y Rebeca Wong (eds.), Envejecimiento, pobreza y salud en población urbana. Un estudio en cuatro ciudades de México, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, pp. 97-110. [ Links ]

Zamorano, Claudia, Martha de Alba, Guénola Capron y Salomón González 2012 “Ser viejo en una metrópoli segregada: adultos mayores en la ciudad de México”, en Nueva Antropología, vol. XXV, núm. 76, pp. 83-102. [ Links ]

1 Sustituimos el nombre real de la localidad por La Colonia a fin de mantener el anonimato de las personas entrevistadas para este trabajo.

Recibido: 12 de Septiembre de 2022; Aprobado: 14 de Noviembre de 2022

**

Agradezco a las y los evaluadores de este artículo por haberlo leído y realizado sugerencias para mejorarlo.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons