¿De veras hay otros capitalismos? Fue lo primero que me vino a la mente. Interpelado por el título fui al contenido y, poco a poco, iba cayendo en cuenta de que soy víctima de una visión en blanco y negro de la economía, la del pensamiento único de “todo o nada”.

Este libro de ningún modo pretende hacer una defensa del capitalismo; tampoco busca soslayar las contradicciones y limitaciones de un sistema social cuya historia ha estado marcada por las crisis recurrentes, por la creación de abismos de riqueza y pobreza entre los grupos sociales y entre los países, por la depredación de la naturaleza. El capitalismo presenta una enorme diversidad y posee una gran elasticidad, por lo que se pueden advertir diferencias en cuanto a muchas de sus variables definitorias [p. 19].

En estado puro y abstracto el capitalismo es una entelequia. En los hechos, es un sistema caótico, complejo a más no poder, salvajemente injusto que, sin embargo, funciona. Y funcionará mientras tenga insumos. La enorme diver sidad de sus formas no sólo está en perpetua crisis, sino que constituye un peligro mortal para el hábitat humano en la biósfera, lo cual nos tiene perplejos y sin saber qué hacer al respecto. ¡Menudo problema al que se enfrenta el autor! Pensar que la estructura flexible y maleable beneficia al sistema -de modo tal que habría unos capitalismos más adaptativos que otros- es un subterfugio. El autor advierte desde el principio -desde el epígrafe mismo- que el sistema tiene grietas. A través de ellas a veces se cuela algo de luz y esperanza. Sobrevivimos entre las ruinas de un desastre ecológico-civilizatorio que no entendemos del todo, pienso yo, pero el autor no se rinde. La obra resume todas o casi todas las discusiones sobre el tema, con una notable capacidad de síntesis y con un enfoque crítico ponderado que sólo la antropología puede proporcionar.

No hay un criterio único a partir del cual evaluar a las sociedades. Los capitalismos son configuraciones muy complejas, con múltiples dimensiones. No son negativos o po sitivos en todos los aspectos, además de que habrá diferentes opiniones al respecto. Más que buscar rasgos inamovibles, ya sean nocivos o provechosos, de lo que se trata es de indagar las diversas posibilidades y los factores que inciden en ellas [ p. 22].

Antaño un muro separaba el socialismo “real” del capitalismo “sin alternativas”. La pregunta es qué hacer ahora dada la globalización. El autor encuentra inspiración en los movimientos contemporáneos a escala local que no se proponen salvar el mundo, sino atender la realidad inmediata, los problemas que es posible resolver. Los movimientos feministas, las luchas por los derechos humanos y las causas comunes que defienden los ambientalistas son ejemplos de modos de acción concreta que pueden implementarse ahí donde se presentan los problemas.

El libro es un repertorio de temas y puede leerse según lo que interese al lector. La obra es resultado de años de investigación en distintos lugares del mundo. El profesor Reygadas asesora tesis a raudales e imparte cursos interactivos sobre los temas relacionados, de modo que sus alumnos tienen el mérito de contribuir directa o indirectamente a sus publicaciones. Ahora nos ofrece una herramienta para el trabajo de campo. Cuando salgo a hacer investigación, suelo llevar conmigo un manual de bolsillo que en unos cuantos pasos ayuda a identificar los especímenes de las plantas a partir de sus características morfológicas externas. El vademécum me sirve para dar nombre propio a las especies, desde las que crecen a ras del suelo, pasando por los arbustos, hasta los árboles pequeños y grandes. El libro de Luis Reygadas sobre los capitalismos permite identificar, de manera análoga, las “especies económicas”, incluidas las contratendencias y las “des-economías” en curso. Una de las conclusiones del autor es que

para el capitalismo, la depredación podría volverse más agresiva con nuevos monopolios en torno a la energía, los recursos naturales o la propiedad intelectual, respaldados por el poder estatal […]. El capitalismo podría profundizarse, convirtiendo cualquier cosa en propiedad, desde genes y melodías hasta el fondo del océano [p. 21].

Pero hay una grieta grande en todo esto. Un libro logrado sobre la base de tanto trabajo de picar piedra se ofrece gratuitamente en la red. ¿Quién me lo puede explicar? Me refiero a un comportamiento manifiestamente irracional, a todas luces no capitalista de su autor, especialista en antropología económica. El mensaje de Luis es el don. El don como algo propio de la vida social humana. Eso creo. Además, pienso que los capitalismos pueden sobrevivir precisamente gracias a este distintivo de la vida en común, a la que parasitan sin parar “hasta agotar existencias”.