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Alteridades

versión On-line ISSN 2448-850Xversión impresa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.26 no.51 Ciudad de México ene./jun. 2016

 

La disputa por los mercados

La disputa por los mercados de La Merced

The Dispute over the Markets of La Merced

Víctor Delgadillo* 

*Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Calle Prolongación San Isidro núm. 151, col. San Lorenzo Tezonco, del. Iztapalapa, 09790, México, D. F. <victor_delgadill@hotmail.com>.


Resumen

La disputa por los mercados de la Merced, centro de abasto metropolitano en el centro histórico de la ciudad de México, parte de un megaproyecto de "rescate integral" del gobierno local, anunciado en 2013, que bajo el discurso de la obsolescencia promueve la "recuperación" y modernización de los mercados, con una lógica que pretende mercantilizar el patrimonio (in)tangible. El artículo destaca la oposición diferenciada de distintos comerciantes frente al megaproyecto.

Palabras clave: mercado público; abasto popular; turismo urbano; ciudad disputada; modernización de mercados

Abstract

The dispute over the markets of la Merced, a metropolitan center of supply in the historical center of Mexico city, starts from a megaproject of "comprehensive rescue" by the local government, announced in 2013, which under the pretense of obsolescence, promotes the "recovery" and modernization of the markets, with a logic that intends to commercialize intangible heritage. the article highlights the differentiated opposition from different retailers face to this megaproject.

Key words: public market; popular supply; urban tourism; disputed city; market modernization

Introducción

En 2013 el Gobierno del Distrito Federal (GDF) organizó un concurso de anteproyectos urbano-arquitectónicos para el "rescate integral" de La Merced, una zona urbana que forma parte del perímetro B del centro histórico de la Ciudad de México y aloja una gran actividad comercial formal e informal a través de ocho mercados públicos, plazas comerciales, bodegas, pequeños y grandes comercios, y centenas de vendedores ambulantes. El gobierno pretende aprovechar una oportunidad "inaplazable" (el incendio de la nave mayor, ocurrido en febrero de 2013) para explorar "oportunidades de inversión" (privada) y modernizar La Merced "con una renovada identidad, economía y dinámica social". El megaproyecto consiste en "rescatar" y crear espacio público (un megaespacio abierto que sustituiría algunos edificios), rehabilitar los mercados, construir un centro gastronómico nacional, mejorar la movilidad y los equipamientos públicos, y modernizar el modelo de negocios.

El megaproyecto para La Merced no es aislado, se inscribe en una tendencia adoptada por los gobiernos local y nacional, que paulatinamente abandona la producción alimentaria nacional y los sistemas tradicionales de distribución de víveres, en detrimento de la soberanía alimentaria; y favorece la importación de alimentos y la creciente instalación de cadenas de supermercados. Para estos gobiernos, los tradicionales canales de abasto popular son ineficientes, ineficaces y un lastre para la "modernización"; mientras que los mercados públicos resultan obsoletos en términos físicos, funcionales y económicos, por lo que deberían ser renovados. Se trata, en general, de bancarizarlos para permitir el uso de tarjetas de crédito e introducir "carritos" (de supermercado), estacionamientos y otras mejoras; y en particular, de incorporar selectos mercados, por su ubicación y arquitectura, a los circuitos del consumo del turismo, mediante la patrimonialización del contenedor (edificio) y/o del contenido (productos ofrecidos).

Este artículo analiza la disputa por los mercados de La Merced en el marco de la política pública sobre los mercados de la Ciudad de México. Aquí a) Revisamos la incipiente bibliografía en torno a la transformación de los mercados; b) Bosquejamos las principales tendencias de disputa por los mercados públicos en la megaciudad de México, marcadas por el discurso de la obsolescencia y la necesidad de su modernización, y c) Examinamos el megaproyecto y la disputa por los mercados de La Merced, así como los intereses y discursos de los principales actores implicados. El texto está basado en un estudio sobre el patrimonio urbano del barrio y los mercados de La Merced (Delgadillo, 2014), realizado con métodos cualitativos y cuantitativos: análisis de estadísticas públicas, recorridos de campo, entrevistas con actores involucrados, trabajo etnográfico, encuestas, etcétera. Hacemos el análisis del megaproyecto y de las tendencias actuales de los mercados en la Ciudad de México desde la perspectiva de las políticas públicas que de manera simultánea promueven su modernización, la proliferación de supermercados y cadenas de autoservicio -que afectan a los mercados tradicionales y al abasto popular-, y la intención de convertir selectos mercados públicos en gourmet y para turistas. Aquí reconocemos que las políticas públicas son fundamentalmente política y que la política es correlación de fuerzas entre grupos y partidos políticos que se disputan el poder, con una visión diferente (o coincidente) del "desarrollo" en su más amplia expresión. Asimismo, entendemos que las políticas públicas no sólo se definen entre el gobierno (gobernantes de distinta jerarquía, representantes populares y funcionarios públicos) y el sector privado (inversionistas grandes y pequeños, propietarios, etcétera), sino que además -según la coyuntura- la sociedad civil desempeña un papel importante en esta disputa de las políticas y los bienes públicos, en este caso los mercados que en México son de propiedad pública.

Un tema incipiente en la investigación social

Mercado es un término polisémico que remite a diversas actividades y lugares. En su sentido más extenso el mercado, libre o controlado, alude a la oferta y la demanda de productos, mercancías y servicios; pero también a un espacio generalmente público, abierto o construido, en donde se venden y compran o intercambian alimentos y otros productos básicos. El concepto mercado, como espacio abierto y luego cerrado, ha cambiado en la historia. Para Weber (1992: 939), el mercado es un elemento fundamental para la constitución de la ciudad: ésta, antes que ciudad, fue un lugar de intercambio, un mercado. Actualmente, hablar de mercados no sólo refiere al comercio de productos materiales, sino a flujos de capital a escala internacional, a compraventa de acciones y especulación financiera, a bolsa de valores, etcétera. De acuerdo con Guàrdia y Oyón (2010), la polisemia del concepto mercado tiene la ventaja de posibilitar diversos tipos de análisis: arquitectónicos, históricos, urbanos, sociales. En este trabajo nos enfocamos en los mercados de abasto construidos ex profeso para desempeñar esta función pública.

A diferencia del tema del comercio informal, las investigaciones académicas que se ocupan de la problemática, transformación y disputa por los mercados de abasto en México y América Latina son relativamente escasas e incipientes. Desde la historia, Gamboa (2009) y Olvera (2007) estudian los mercados de la Ciudad de México entre los siglos XVI y XIX. Pintaudi (2006) traza un ciclo histórico y "natural" de vida de los mercados, construcciones que hoy, de manera similar a otro tipo de edificaciones decimonónicas1 (estaciones de tranvías y trenes, puertos marítimos) y del siglo XX (grandes salas de cine), se encontrarían en el ocaso merced a las grandes transformaciones económicas mundiales, la modificación de los patrones de consumo y hábitos alimentarios y de compra de la población. Según Pintaudi, la única forma de mantener las estructuras físicas y una función en los mercados es a través de su radical metamorfosis en centros comerciales o culturales, mercados gourmet, o como lugares de la memoria colectiva, es decir, como patrimonio histórico.

Otros colegas señalan que la obsolescencia física, funcional y/o económica de los mercados no es un proceso natural (González, 2014; Hernández, 2014). La idea de su "ciclo natural de vida" legitima los discursos sobre su decadencia, naturaliza los procesos de despojo y privatización de esos bienes comunes, y pretende atraer negocios privados, apoyados y/o promovidos por políticas públicas que aparentan ser neutras, racionales y despolitizadas. Se trata de procesos programados de destrucción creativa, en la actual fase del capitalismo neoliberal, que procuran nuevos modos de acumulación de capital, favorecen otras formas de distribución de alimentos, y privilegian a cierto sector privado. En este contexto se confrontan la reproducción de las economías locales versus las economías globales, y los mercados de abasto como bienes públicos o privados. En este sentido se inscriben las aportaciones de Torres (1999), Castillo (2003) y Torres (2003), que centran sus estudios en las cadenas de abasto, la soberanía alimentaria en un mundo globalizado y los impactos de los monopolios multinacionales en las economías locales, los mercados y otras formas tradicionales de distribución de alimentos.

Hay trabajos recientes sobre la turistificación y patrimonialización de algunos mercados. Para Lacarrieu (véase su artículo en este volumen), la patrimonialización de los mercados tiene dos vías: 1) La patrimonialización del edificio, si es monumental, tiene un largo pasado o singular estilo arquitectónico, y 2) Cuando los edificios no presentan alguna particularidad se recurre a la exotización de los productos que allí se venden. En San Roque, mercado ubicado en la parte popular del centro histórico de Quito, el gobierno promueve la patrimonialización de los productos originarios, pero evade cualquier vínculo con la población indígena que vende esos productos (Bedón, 2014). Por su ubicación geográfica, contenedor y/o contenido, varios mercados han despertado el interés de la industria del turismo, que encuentra en la arquitectura o la gastronomía local un nicho de mercado. Tal vez en esta perspectiva se inscriben los diversos libros con abundantes imágenes y poca información que últimamente han aparecido en México y difunden una visión estereotipada, "típica y pintoresca" de lo "mexicano" (Armella, 2014; GDF, 2010). El libro Mercados de México, de Martha Chapa (2007), aunque también está profusamente ilustrado, recoge descripciones de mercados escritas por viajeros, conquistadores e investigadores (entre ellos varios antropólogos) entre los siglos XVI y XXI. En Buenos Aires (Aguilar, Contreras y Sanjurjo, 2014) y la Ciudad de México (PRI, 2015) se han publicado compendios con fichas de mercados existentes e información sobre la historia de los mercados en esas ciudades.

Desde un enfoque cultural, los mercados son considerados hitos urbanos, referentes identitarios y lugares de encuentro social, donde se comparten economías y se reproducen costumbres y culturas populares (Kingman, 2012). Asimismo, constituyen espacios de sociabilidad que tienen sus propias jerarquías, juegos de poder y articulan las relaciones de vecindad (Hernández, 2014).

La trasformación de los mercados centrales en centros comerciales (como el mercado La Victoria, en Puebla; El Abasto, en Buenos Aires, o La Central de Abasto, en Tucumán), además de testimonios de la época, apenas dejó algunos trabajos académicos (para Buenos Aires, véase Carman, 2006; para Tucumán, Boldrini y Malizia, 2014). El desplazamiento de las funciones de mercado central se debió a la aglomeración de tráfico y clientes, y al colapso urbano. Sin embargo, estos mercados corrieron con mejor suerte que Les Halles de París, condenadas en 1953 a su muerte, justo un siglo después de su construcción (Mende, 2008).2

Algunos colegas señalan que la reciente transformación y revalorización multidimensional de los mercados de abasto representa una forma de gentrificación comercial, en donde los tradicionales mercados son paulatina o súbitamente modificados en su oferta (productos selectos), sus consumidores (de mayores ingresos) y/o sus comerciantes (González, 2014; Hernández, 2014). Aquí, la gentrificación de mercados constituye un aspecto del urbanismo neoliberal, que gestiona la ciudad como una máquina de negocios.

Finalmente, algunos trabajos incipientes dan cuenta de procesos de resistencia puntual contra diversas iniciativas privadas y públicas de modernización, sustitución y transformación de mercados. Boldrini y Malizia (2014) reseñan la movilización de puesteros del mercado Del Norte, en Tucumán, que han detenido un proyecto de convertir el establecimiento en un centro comercial.

Los mercados públicos en el sistema de abasto de la Ciudad de México

Para el abasto de su población en 2014 el Distrito Federal tenía 329 mercados públicos, 1 303 tianguis, 52 mercados sobre ruedas y 215 concentraciones de venta en la calle. Este conjunto de instalaciones empleaba a 265 mil vendedores. Los tianguis representaban 68% del total de instalaciones de abasto y 64% de los empleados, mientras que los mercados públicos 17 y 27%, respectivamente (cuadro 1).

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Sedeco (2014).

Cuadro 1 Sistema de abasto en la Ciudad de México 2014 

MERCADOS PÚBLICOS. El aún vigente y nunca reformado Reglamento de Mercados para el Distrito Federal de 1951 define a los mercados públicos como cualquier lugar "donde ocurra una diversidad de comerciantes y consumidores, cuya oferta y demanda se refieran principalmente a artículos de primera necesidad". Para el GDF, un mercado público es una construcción que expresamente funciona para la venta y almacenamiento de abasto y tiene los servicios necesarios: locales de venta, sanitarios, bodegas, estacionamientos, entre otros. Algunos cuentan con equipamientos sociales (guarderías, consultorio, biblioteca, etcétera). El propietario y responsable del funcionamiento de los mercados es el Estado. Los locatarios reciben en concesión el uso y usufructo de los locales comerciales y, de acuerdo con el Código Fiscal 2016, pagan 17.49 pesos por metro cuadrado al mes como derecho de piso (incluye el costo de agua y luz). La Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) desempeña labores normativas y de supervisión de las actividades de los mercados, mientras que las delegaciones son responsables de la administración, operación y mantenimiento de éstos. La mayoría de los mercados públicos se localiza en la parte más antigua de la ciudad, pues desde la década de 1970 se decidió no construir ningún otro, sino llevar el abasto a las crecientes periferias de formas distintas. Según la Sedeco (2015), los mercados públicos del Distrito Federal suministraban 46% de alimentos básicos que diariamente consumen los capitalinos.

TIANGUIS. Este vocablo nahua de origen prehispánico se refiere a un espacio abierto destinado al intercambio comercial y a la compraventa de mercancías y productos al aire libre. Estos establecimientos formales reciben de la autoridad un permiso para ocupar el espacio público: plazas, parques, calles.

MERCADOS SOBRE RUEDAS. Modalidad itinerante del tianguis. Tienen autorización para instalarse en el espacio público (plazas, jardines públicos, calles, vialidades primarias) una vez a la semana. Trasladan sus puestos y mercancías en camiones y cada día se ubican en un lugar diferente, para reiniciar la semana en el mismo sitio. Esta política comenzó a finales de los setenta, cuando la ciudad se continuaba expandiendo y se decidió llevar el abasto popular de forma itinerante.

CONCENTRACIONES. Se definen como la "agrupación de comerciantes que ejercen el comercio de productos generalizados en la vía pública o terreno [...], y que carecen de la más indispensable infraestructura para su funcionamiento adecuado" (Sedeco, 2014). Se trata de comercio informal que ocupa la vía pública y se describe como tal por estar al margen de la regulación del Estado. Son actividades económicas con fines lícitos que usan medios "ilícitos", muy diferentes de las actividades ilícitas y delictivas (tráfico de drogas, venta de armas, piratería, trata de personas, contrabando, venta de artículos robados).

TIENDAS DE AUTOSERVICIO. De acuerdo con la Sedeco (2014), en la Ciudad de México había 332 supermercados y 225 tiendas departamentales. Los supermercados, prácticamente desconocidos en el país hasta la década de 1970, se han multiplicado de manera colosal y creciente después de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, en 1994. No es casual que, en contralínea, Elva Mendoza (2010) hable de la Ciudad de México como "La ciudad del Wal Mart", para denunciar la autorización discrecional de las tiendas de autoservicio, sin importar sus efectos en los mercados públicos, tianguis y tiendas de barrio. Mendoza (2010) identificó que más de la mitad de las tiendas de cadenas comerciales que estaban funcionando se establecieron ilegalmente. La Sedeco (2015: 10) reconoce que existen tantos mercados públicos como conjuntos comerciales y que en varias delegaciones hay más supermercados que mercados públicos.

UN INSTRUMENTO JURÍDICO FUGAZ PARA LA DEFENSA DE LOS MERCADOS. Frente a la proliferación de los supermercados, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal expidió en abril de 2011 la Norma de Ordenación Número 29 Mejoramiento de las condiciones de equidad y competitividad para el abasto público (ALDF, 2011), que prohibía la instalación de tiendas de autoservicio, supermercados y minisúper a 500 metros de distancia de los mercados públicos, y sólo permitía su establecimiento en zonas que tuvieran un uso de suelo habitacional mixto. Esta norma fue declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en julio de 2013 por atentar contra la libre competencia.

Tendencias y problemáticas de los mercados

Las políticas neoliberales adoptadas por los gobiernos local y nacional han tendido a abandonar paulatinamente lo público en aras de lo privado. En las ciudades se ha favorecido el establecimiento creciente de cadenas de supermercados nacionales y extranjeras, que disputan la clientela a los tradicionales mercados públicos en una competencia muy desigual. A partir de un seguimiento periodístico sobre la problemática de diversos mercados públicos, planteamos como hipótesis las siguientes tendencias en su transformación y contienda por ellos en la Ciudad de México.

COMPETENCIA DESIGUAL. Los mercados padecen, de forma diferencial según su ubicación geográfica, la presión y competencia de los supermercados, porque éstos ofertan las mismas mercancías a precios más bajos y/o porque resuelven de manera más eficiente las necesidades de las personas: ofrecen: "todos" los productos necesarios, créditos y pago con tarjeta bancaria, estacionamiento para autos, y despliegan fuertes campañas de mercadotecnia en los medios de comunicación.

TRANSFORMACIÓN DE LOS MERCADOS DE ABASTO EN MERCADOS DE COMIDAS. Históricamente los mercados han incluido un área de comidas que da servicio a clientes y locatarios. Sin embargo, derivado de al menos tres factores3 que actúan de manera simultánea, muchos mercados se han reconvertido gradualmente en mercados de comida preparada con precios accesibles.

DECLARACIÓN DE OBSOLESCENCIA DE LOS MERCADOS. En la última década se han realizado algunos diagnósticos que presentan a los mercados públicos como obsoletos, decadentes, deteriorados, inseguros, vulnerables, en condiciones jurídicas irregulares, etcétera. Tal vez todas estas características en conjunto o separadas no disten de la realidad, pero se magnifican coyunturalmente de acuerdo con intereses económicos o políticos específicos. Por ejemplo:

  • En 2009, una diputada local señaló que, por falta de atención gubernamental, en los mercados públicos se vendían productos ilegales y que uno de cada tres locales comerciales estaba abandonado (Cruz, 2009). Este último argumento hacía eco a una declaración de la titular de la Sedeco que en 2007 sostenía que 35% de los locales de los mercados públicos de la ciudad se hallaban abandonados o se utilizaban como bodegas (Reforma, 2007a).

  • En 2013, un diputado local decía que en el Distrito Federal 44 mercados se encontraban en riesgo de colapso por su antigüedad y daño estructural, y que 68% de los mercados tenía entre 40 y 60 años de antigüedad, por lo que esos equipamientos estaban deteriorados (Suárez, 2013: 40).

  • De 160 mercados diagnosticados por la Sedeco (2015), 12 presentaban riesgos inminentes.

  • En 2007, el delegado de Benito Juárez firmó un convenio con el Instituto de Vivienda del Distrito Federal para realizar diversos proyectos habitacionales, entre ellos tres proyectos urbanos de reconversión de mercados públicos considerados obsoletos y objeto de sustitución (Quintero, 2007).

  • El mismo año, la Cámara Nacional de Comercio en el Distrito Federal ofrecía invertir en los mercados públicos que estaban subutilizados e invadidos por el comercio ambulante. Decía que 260 (construcciones de un piso) tenían la posibilidad de crecer en altura para reubicar a los vendedores ambulantes (Reforma, 2007b).

TRANSFORMACIÓN SELECTIVA EN MERCADOS GOURMET. Al igual que ha pasado con algunos mercados decimonónicos en los centros históricos de Europa, recientemente han surgido iniciativas en la Ciudad de México para convertir algunos mercados públicos en mercados de comida gourmet para turistas.

  • En 2011, un investigador de un instituto privado proponía que los mercados, para ser competitivos y atraer a más población y turistas, se deberían modernizar instalando cajeros automáticos, tiendas ancla (tiendas muy atractivas que funcionan como imanes en los centros comerciales) y mejores estacionamientos, además de especializarse en algún tipo de comida "como el mercado de la Boquería en Barcelona" (Reforma, 2011).

  • En 2014, el delegado de Álvaro Obregón anunció que San Ángel tendría un mercado gourmet en el mercado Melchor Múzquiz, construido en 1958, aprovechando los flujos de turistas que llegan a la zona. Dos universidades privadas desarrollaron ese proyecto. En esos estudios curiosamente se señalaba que había algunos puestos que reportaban una ganancia de 25 pesos diarios. El mensaje parece claro: alguna gente no vende por necesidad, sino por costumbre, lo que constituye una forma de obsolescencia económica. El proyecto propuso remodelar el lugar para que "se asemeje al mercado San Miguel de Madrid" y preveía ampliar los pasillos, introducir "carritos" (de supermercados) para las compras, instalar cajeros automáticos y ampliar los horarios de servicio nocturno (Artículo 7, 8 de marzo de 2014).

  • El mercado Tlalcoquemécatl, en la colonia Del Valle, erigido en 1964, fue modernizado completamente y reabierto en marzo de 2014. Según el delegado de Benito Juárez, es "una copia" del mercado San Miguel de Madrid, lo que se mostraría en "los acabados de herrería estilo morisco, luminarias de catenaria, paredes de ladrillo rojo y acabados de madera" (Suárez, 2014). En septiembre del mismo año, la delegación pretendió desalojar a locatarios que no cumplían con el "perfil europeo" del proyecto, es decir, con las formas de exponer las mercancías. Éste fue el caso de un local de disfraces para niños que "invadió" la calle con sus mercancías (Libresur, 2014).

Ideas similares se han propuesto para otros selectos mercados ubicados en áreas interesantes de clase media: los de San Juan y Polanco. Por supuesto que no es necesaria la existencia de un mercado para crear uno gourmet: en 2014 se estableció el mercado Roma, en la colonia del mismo nombre, sobre una antigua estructura industrial, y en San Ángel se abrió el mercado Del Carmen en una casona de estilo colonial. Al parecer, estos mercados se han inspirado en los de San Miguel, en Madrid, y de Europa y Nueva York, respectivamente, y comparten el discurso y mercadotecnia de una nueva forma de entender el mercado y un lugar para crear experiencias únicas de intercambio.

La política local de mercados

Para la Sedeco, el modelo de negocios de los mercados es obsoleto. Por ello, desde 2013 impulsa una política basada en tres ejes: el control y la gestión digital de la tenencia y especialización de los locales comerciales; el acceso a créditos a fin de mejorar la infraestructura y los medios de transporte de las mercancías; y la modernización y bancarizarización de los mercados, para permitir el pago con tarjeta de crédito. En una entrevista colectiva efectuada el 14 de abril de 2014, el director general de Abasto, Comercio y Distribución de la Sedeco nos decía que la bancarización de los mercados se trataba de introducir de "manera ruda y agresiva" y que se estudiaban los modelos europeos de modernización de mercados, destacando la coexistencia del mercado público con tiendas de autoservicio (que pagaban la modernización del mercado), pero reconocía que estos modelos no eran replicables en Iztapalapa. Asimismo, subrayó la iniciativa de patrimonialización de los mercados4que, junto con la Secretaría de Cultura, pretendía otorgar distintivos o "estrellas" a los mercados públicos, cuando éstos accedan al fondo (económico) de mejoramiento, incrementen las medidas de protección civil, introduzcan el sistema de pago digital, etcétera.

La Merced, megaproyecto y problemática

La Merced, en la Ciudad de México, es sinónimo de mercados caóticos, vendedores ambulantes, congestión urbana, inseguridad pública, deterioro físico, decadencia social, prostitución, indigencia y despoblamiento. El nombre original proviene de un convento mercedario que fue casi totalmente demolido, en el marco de las Leyes de Reforma de 1859, para erigir un mercado en el siglo XIX y reubicar en él a vendedores ambulantes y locatarios del mercado El Volador. Ese mercado decimonónico (en el actual perímetro A del centro histórico) se desbordó en las calles aledañas, a través de puestos de comercio informal, y creó congestión urbana, por lo que fue destruido y desplazado a la actual zona de mercados de La Merced (en el actual perímetro B del centro histórico), en calidad de Central de Abasto.

A su vez, La Merced se saturó y congestionó, por lo que se edificó una nueva Central de Abasto en el suroriente de la ciudad.5 Sin embargo, el conjunto de mercados de La Merced ha permanecido en la zona con una vocación metropolitana, y se le han sumado nuevas plazas comerciales y comercio informal, que han reforzado esa función en el área, en detrimento del uso habitacional. La Sedeco estima que entre 200 mil y 250 mil personas acuden diariamente a La Merced para comprar o trabajar.

El conjunto de mercados es un proyecto realizado en 1957 para reubicar a los locatarios del antiguo mercado y a vendedores ambulantes que ocupaban 110 calles del centro (Cetto, 2011). Este proyecto, icono de la arquitectura moderna mexicana y de la política de construcción de mercados del Departamento del Distrito Federal,6 se integraba de cinco mercados públicos (ahora son ocho) con 4 900 locales comerciales (cuadro 2). En su edificación (llevada a cabo en ocho meses) se utilizó tecnología que en su momento era una gran innovación: estructuras de concreto armado y cubiertas con cascarones de concreto.

*Mercados planificados en 1957.

Fuente: Elaboración propia con base en información de la Sedeco (2014).

Cuadro 2 Mercados de La Merced 

Los mercados no planificados en el proyecto de 1957 son los pasos a desnivel que vinculan las naves mayor y menor; El Banquetón, creado con una cubierta de concreto junto a la pared y la banqueta poniente de la nave mayor, en la calle Santa Escuela, para reubicar a locatarios desplazados por la construcción de la estación del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro; y el mercado Ampudia, situado en un edificio de cuatro pisos erigido en la década de 1940.

Por su parte, la "eterna" política de reubicación del comercio informal que ocupa las calles del perímetro A del centro histórico, desde los noventa, ha construido diversas plazas comerciales en la zona de mercados: Corredor Comercial Merced, Corredor Solar Rosario, Corredor Comercial Candelaria, Merced 2000, Plaza Mercado de Hierbas, Plaza Mercado Manzanares, Plaza Mercado General Anaya, Plaza Mercado Esteban Martí, Plaza Mercado Naranjeros y San Ciprián.

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Foto 1. Nave menor 

La actividad comercial informal ha rodeado los mercados y se ha expandido en calles aledañas. La autoridad local no sólo ha tolerado esta actividad, tal vez reconociendo el derecho al trabajo y la falta de empleos, sino que de manera paulatina la ha regularizado y consolidado. Así, la calle Santa Escuela y la explanada de la estación Merced del metro prácticamente han desparecido. Aquí, el gobierno construyó una estructura de fierro con cubierta de láminas para "ordenar", consolidar y regularizar al comercio informal.

La problemática de los mercados

La Merced de antiguo barrio periférico, prehispánico y colonial, se convirtió en parte periférica (siempre periférica) del centro histórico de la Ciudad de México. La vocación decimonónica de mercado se fortaleció con la construcción de los mercados en 1957 y las plazas comerciales de la década de 1990. En esta zona históricamente se ha tolerado tanto la prostitución como el comercio informal. Además, la zona es estigmatizada por la inseguridad real y virtual que padece, y por la gran cantidad de población marginal (indigentes, niños de la calle, drogadictos) que ha encontrado en ese lugar una forma de sobrevivencia.

LOCATARIOS FORMALES VERSUS COMERCIO INFORMAL. Uno de los problemas y conflictos latentes más fuertes que experimenta el conjunto de mercados y plazas comerciales es la presencia estimada de alrededor de tres mil vendedores ambulantes que rodean los mercados y se expanden en las zonas habitacionales adyacentes. Las tensiones entre locatarios y ambulantes son constantes. Los primeros acusan a las autoridades de tolerar la presencia y expansión de los miles de vendedores ambulantes que ocupan las calles adyacentes a los mercados y que constituyen una competencia desleal que no paga impuestos; inundan las calles con las mismas mercancías; "atajan" a los clientes; ocupan las áreas de carga y descarga y los estacionamientos; azolvan los drenajes por la basura que dejan en la calle; se roban la luz; representan un peligro porque cocinan con taques de gas en la vía pública; y dificultan el paso de ambulancias, policía y bomberos. Sin embargo, en nuestras entrevistas con locatarios dos constantes son reconocer que la gente que vende en la calle tiene derecho al trabajo, y que ellos o sus antepasados comenzaron así, antes de acceder a un local en el mercado. En una entrevista realizada el 3 de abril de 2015, Petra,7 locataria damnificada del último incendio ocurrido en la nave mayor, denunciaba que los gobiernos delegacionales transformaron las antiguas guarderías de dicha nave, por supuestas medidas de seguridad, en bodegas que se alquilan (para chiles secos y otros productos), pero también por el uso político y económico (cobrar por el uso de la calle) del comercio informal. Por su parte, los ambulantes y sus poderosas, corporativas y piramidales organizaciones defienden el derecho al trabajo en una ciudad que no genera empleos. Aquí, cientos de jóvenes sin capacitación alguna ofrecen lo único que tienen: su fuerza de trabajo para cargar mercancías como diableros.8

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Foto 2. Imagen tomada desde la azotea de la nave menor 

CONGESTIÓN VEHICULAR Y PEATONAL. Debido a la profusa ocupación de calles, plazas y banquetas por parte del comercio informal, así como a la gran atracción de compradores, la zona de mercados presenta una fuerte congestión de vehículos y personas que circulan sobre el arroyo vehicular. En los mercados faltan áreas de carga y descarga y estacionamientos, y las que existen han sido ocupadas por el comercio en la vía pública. En una entrevista efectuada en abril de 2014, la administradora de la nave menor nos comentaba que muchos locatarios tienen que descargar sus mercancías en calles lejanas y pagar a los diableros para que les lleven sus productos al mercado.

OBSOLESCENCIA FÍSICA. El conjunto de mercados ha carecido de un adecuado y permanente mantenimiento. Aunque cada uno se encuentra en un estado físico específico, es posible generalizar varias situaciones. Las cubiertas de concreto armado están en relativo buen estado físico, pero presentan goteras; las instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas se observan deterioradas. No es casual que estos mercados hayan sufrido incendios en el pasado y en fechas recientes: la nave mayor en 1988 (alrededor de 600 locales) y 2013 (cerca de dos mil locales), mientras que el mercado Ampudia en 2001 y 2014 (aproximadamente 400 locales). El gobierno afirma que estos incendios ocurren por la venta ilegal de fuegos artificiales y las conexiones eléctricas irregulares, en tanto los locatarios, que es negligencia de la autoridad encargada del mantenimiento. Las obras de rehabilitación en la nave mayor a cargo de la delegación Venustiano Carranza, después del incendio de febrero de 2013, aún no concluían en febrero de 2016, cuando supuestamente se terminarían en septiembre de 2014. Mientras tanto, los locatarios fueron reubicados "de manera provisional" en la calle. No resulta ocioso señalar que, en Guadalajara, el incendio del mercado Modelo en 2014 fue el pretexto para transformar su contenedor y su contenido.

INSEGURIDAD PÚBLICA. La inseguridad pública de la zona de mercados abarca el deficiente alumbrado de las calles y los mercados; la obstrucción de las calles (por el comercio informal) para permitir el paso de ambulancias, bomberos y policía, y la basura que se deja en ellas fomenta la proliferación de fauna nociva. En una encuesta que realizamos a 300 personas del barrio de La Merced9 se confirma el fuerte estigma de inseguridad de la zona: 68.7% de los residentes encuestados piensa que la inseguridad es un problema grave y muy grave, y 69.7% que los robos en la calle son también un problema grave y muy grave.

Megaproyecto y conflictos latentes

Las tensiones más recientes, que amenazan con convertirse en un conflicto entre comerciantes y el gobierno local, se derivan del Proyecto de Rescate Integral de La Merced, promovido por el GDF, que de ejecutarse implicaría la destrucción de algunos edificios, para levantar una enorme plaza pública, sucursales bancarias y un centro nacional gastronómico.

El último incendio de la nave mayor, de acuerdo con la Sedeco, se presentó como una "oportunidad" que debería ser aprovechada para modernizar la zona. Por ello, en octubre de 2013 el GDF instaló un Consejo Consultivo para el rescate integral de La Merced (conformado por ocho funcionarios públicos, cinco miembros de la "sociedad civil"10 y ningún comerciante ni residente de la zona), y en noviembre del mismo año convocó a un concurso de ideas conceptuales para el "rescate integral" de La Merced. El proyecto ganador maneja un discurso urbanístico políticamente correcto, que se propone revalorizar "el espacio público y los mercados como elementos articuladores de las actividades sociales, comerciales y culturales", y en cuanto "detonadores del proceso de reconstrucción del tejido social", para "reconectar" los barrios contiguos y mejorar la imagen, la movilidad, la seguridad, el funcionamiento y la habitabilidad de la zona. La propuesta conceptual se basa en la edificación de una nueva y enorme plaza pública en el corazón de La Merced -de las dimensiones de la Plaza Mayor o Zócalo de la Ciudad de México (foto 3), a costa de la destrucción de varios inmuebles-, y de una red de andadores peatonales, para (se supone) dar mayor visibilidad a los mercados y con ello "incrementar el potencial comercial de la zona" (algo que no le falta a ese lugar). No puedo dejar de comentar el curioso parecido conceptual del proyecto con la "recuperación" del barrio del Raval en Barcelona. En esa ciudad se creó una nueva Rambla en el barrio deteriorado como espejo de la famosa Rambla de la Ciutat Vella. En La Merced el espejo es el Zócalo.

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Foto 3. Proyecto de Rehabilitación Integral del Mercado La Merced 

Un par de elementos han pasado desapercibidos en este proyecto. Uno es la propuesta de zonificar los predios ubicados en Fray Servando Teresa de Mier con uso habitacional mixto con 12 niveles de construcción y 50% de área libre (HM 12/50). Este código permite utilizar esos predios para prácticamente cualquier uso, en una zona que tiene una zonificación HM 7/35. Es decir, el proyecto incrementa en cinco niveles las alturas construibles en esa vialidad. El otro elemento lo constituye la propuesta de construir tres mil viviendas nuevas en la zona de San Pablo, localizada enfrente de La Merced, mediante la sustitución y el reciclaje de las estructuras edilicias.

El rechazo a este proyecto ha sido generalizado por parte del comercio formal e informal, particularmente por los locatarios de la plaza comercial Merced 2000 (que se destruiría según el proyecto ganador). Tal oposición no se ha manifestado en las calles, sino enviando cartas a las autoridades y acudiendo a los llamados "Foros de Futuro", que se realizaron en 2014 en el Museo de la Ciudad con los arquitectos ganadores del concurso mientras duró la exposición "100 visiones sobre La Merced", que presentaba los proyectos participantes. En uno de estos foros públicos, locatarias del mercado de Flores se quejaban de que los arquitectos que ganaron decían que ese mercado "no tenía identidad", y ellas se preguntaban "¿Y nosotras qué culpa tenemos?"

En La Merced hay múltiples grupos sociales con distintos grados de organización e intereses: residentes propietarios e inquilinos, comerciantes, locatarios de mercados y plazas comerciales, vendedores ambulantes, propietarios de negocios, indigentes, indígenas, diableros, organizaciones religiosas, prostitutas, organizaciones no gubernamentales, etcétera. Estos actores tienen muy diversos intereses, a menudo encontrados, por lo que no es casual que frente al reciente megaproyecto varios de ellos coincidan en su oposición, pero cada quien a su modo.

  • Petra, locataria damnificada del último incendio en la nave mayor, se pronuncia en favor de la destrucción de la plaza comercial Merced 2000 y del megaproyecto. Durante la entrevista celebrada el 3 de abril de 2015, ella me llevó a recorrer esa plaza comercial para mostrarme la gran cantidad de locales comerciales cerrados y la presencia de bares, que no están permitidos ahí.

  • Eusebia, locataria del "área de preparación" de la nave mayor, en una entrevista realizada también el 3 de abril de 2015, comentaba que está a favor del megaproyecto, siempre que en primer lugar se liberen las calles, se reubique a los ambulantes y se acabe con la concesión de los 104 sanitarios de la nave mayor que, en vez de aprovecharse para todos, son negocio de unos cuantos.

  • Tres locatarias del mercado de Flores, en una entrevista efectuada en febrero de 2014, reconocían la necesidad de transformación y modernización del lugar, pero me expresaban que se requería participar y permanecer en los mercados.

  • Pepe, locatario de la subutilizada plaza comercial Merced 2000, pedía en julio de 2014 "hacer más con menos", en términos de recursos, construcciones y proyectos: restaurar los edificios en vez de demolerlos; recuperar los espacios públicos a través de la reubicación de vendedores ambulantes; iluminar y vigilar los mercados y las calles; y para la Plaza Merced 2000 proponía su radical modificación con una arquitectura moderna y fachadas iluminadas de manera provocativa "como en Estados Unidos o Europa", a fin de convertir ese espacio en un referente comercial, y que la Merced 2000 "resurja como un edificio actual".

  • Silvestre, locatario que transformó su local de abasto en una fonda de comida preparada, en diversas entrevistas me habla del desplazamiento inminente, de la gentrificación (él usa esta palabra), de la necesidad del turismo y de su disposición de mantenerse en La Merced, aunque para ello tenga que cambiar de giro comercial y "deje las quesadillas para vender queso y vinos españoles". Construyó un segundo piso sobre su local (irregular de acuerdo con funcionarios de la Sedeco) para abrir un espacio cultural y educativo en el cual atender a los hijos de los locatarios. Está en contra del megaproyecto de "rescate integral" de La Merced, al que ve como una amenaza de desplazamiento de los tradicionales locatarios y productos, por nuevos vendedores de productos selectos. Además, me pide llevar a su local tantos visitantes como pueda, para que las autoridades se percaten de que La Merced, así como está, puede atraer a turistas y académicos sin necesidad de programas de rescate. "Los turistas pueden contribuir a defender el mercado como está ahora".

El megaproyecto premiado está detenido prácticamente desde enero de 2014, tal vez por la fuerte oposición de locatarios y vendedores ambulantes, las elecciones de diputados y delegados de 2015, y/o la Reforma Política del Distrito Federal de 2016. En la entrevista llevada a cabo el 14 de abril de 2015, el director general de Abasto nos comentó que el concurso de proyectos sólo fue para "tener ideas conceptuales de qué hacer con La Merced", y que en las condiciones actuales el equipo que ganó elaboraba el Plan Maestro para la Recuperación Integral de La Merced, que no necesariamente recoge las propuestas urbanoarquitectónicas presentadas en el proyecto triunfador.

Sin embargo, el Plan Maestro, hasta la fecha no publicado, incluye 108 proyectos de corto, mediano y largo plazo. Los tres proyectos prioritarios son: 1) Vivienda (con recursos federales): mejoramiento de la unidad habitacional Candelaria de los Patos y un proyecto en San Pablo; 2) Espacio público: la semipeatonalización de la calle Corregidora, y 3) Acción comercial en la nave menor, donde la mayoría de locatarios habrían firmado un acuerdo para el mejoramiento del mercado. Nuestro entrevistado apuntaba que la modernización de La Merced era "inaplazable" y que quienes se oponen al proyecto "son vendedores informales y locatarios irregulares que no quieren que las cosas cambien, para seguir aprovechándose y vender cosas sin autorización".

Conclusiones

La disputa por los mercados de abasto es la disputa por un modelo de ciudad, en sus múltiples dimensiones económicas, sociales, culturales y simbólicas. La voluntad del gobierno local por modernizarlos se traduce en los intentos para atraer a otros consumidores, dirigir las transacciones de compraventa tradicionales hacia flujos bancarizados, mientras que la introducción de carritos de supermercados parece dirigirse a desplazar a otros informales: los diableros. En el caso de La Merced, el interés en el "rescate integral" de los mercados se encuentra directamente asociado con su ubicación territorial: frente al centro histórico, reconocido como patrimonio de la humanidad. Así, se trata de integrar los mercados a la parte "rescatada" del centro histórico, para incorporarlos a los circuitos turísticos de consumo de cultura (y ahora de comida originaria y/o autóctona).

El GDF no actúa de manera transparente con la población que supuestamente sería beneficiada por el megaproyecto. Una gran constante en nuestro trabajo de campo es la queja de locatarios, comerciantes, residentes e informales sobre la falta de información. Se cree que el proyecto que ganó el concurso para modernizar La Merced no se realizará, pero no se conoce qué es lo que se hará. Lo poco que se sabe (obras en la nave menor y en la calle Corregidora) aparece en la prensa. Por su parte, el Consejo Consultivo para el "rescate" de esa zona no sólo no integra a ningún residente o locatario del área, sino que no consulta nada ni a nadie. De facto, ese Consejo únicamente sirvió para aparentar la "ciudadanización" en la toma de decisiones y efectuar el concurso. Así que no se tiene idea de si las obras iniciadas en la nave menor o las anunciadas en la calle Corregidora serán la primera fase de un proyecto mayor o constituirán las acciones pioneras de la tan deseada -por el gobierno- gran transformación de La Merced a la que seguirán las inversiones privadas. Tampoco se sabe si en el megaproyecto de La Merced habrá lugar para los ambulantes y las prostitutas, se dialogará con los opositores o si ellos seguirán siendo estigmatizados como informales, es decir, vendedores sin derechos.

La construcción del discurso de abandono y obsolescencia de los mercados, y la condena de ciertas prácticas sociales y económicas (prostitución, ambulantaje) son temas históricos en la Ciudad de México. Las llamadas prácticas indecentes, el desborde de los mercados y el comercio informal se repiten en la historia de la urbe: reubicar a los ambulantes para embellecer o rescatar el espacio público y descongestionar el centro de la ciudad se reproduce cíclicamente desde el siglo XVIII. Asimismo, el interés público y privado por emular las modas europeas en la transformación de los mercados parece imitar las prácticas de los burgueses decimonónicos, que querían que sus barrios se parecieran a los de Europa.

Fuentes

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1Este tipo de edificios prácticamente se inventó y proliferó durante el siglo XIX, merced a la Revolución Industrial. Empero, existían desde antes mercados cubiertos y se han seguido construyendo durante los siglos XX y XXI.

2La destrucción se realizó en 1971.

3Los costos de transporte y tiempos de traslado, que dificultan a mucha gente regresar a comer a casa; la incorporación de la mujer al trabajo, lo cual impide que ésta se dedique exclusivamente al hogar (desde luego hay mujeres que trabajan, cuidan niños y cocinan), y la proliferación de tiendas de autoservicios y cadenas comerciales trasnacionales.

4Actualmente hay 45 mercados catalogados como patrimonio edificado por instituciones federales y locales.

5En el contexto de una política de descongestionamiento y conservación del centro histórico, en 1982 se creó la nueva Central de Abasto en la delegación Iztapalapa.

6Estos mercados se construyeron en el periodo del regente del Distrito Federal Ernesto Uruchurtu (1952-1966), en el marco de una política que combatía a los vendedores ambulantes, a través de la edificación de 88 mercados.

7Cambié los nombres de mis entrevistadas.

8Diablito es una carretilla que sirve para trasladar mercancías, y el diablero es quien lo conduce.

9Se trata de tres mil encuestas aplicadas en agosto de 2014 en diez colonias centrales por el grupo de investigación Hábitat y Centralidad, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

10El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el director de la Fundación Centro Histórico, un periodista y dos académicos. Este Consejo no consulta a nadie y su única función ha sido la organización del concurso de proyectos para La Merced.

Recibido: 26 de Noviembre de 2015; Aprobado: 16 de Febrero de 2016

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