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Alteridades

versão On-line ISSN 2448-850Xversão impressa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.25 no.50 Ciudad de México Jul./Dez. 2015

 

Presentación

 

Desde los años noventa se ha estudiado la relación entre los procesos de globalización y su impacto en las ciudades del mundo. Se ha hablado en plural de las ciudades globales para calificar a aquellas urbes cuyos procesos económicos las sitúan en los rangos más altos de la competitividad mundial; y se hace referencia en singular a la ciudad global para describir el entramado urbano que resulta de los vínculos producidos por procesos financieros y productivos de mayor escala (Krätke, Wildner y Lanz, 2012). Así, por ejemplo, el sistema financiero mundial inicia operaciones en Nueva York, y al cerrar ahí sus actividades, continúa en San Francisco, luego en Tokio, y más tarde en Londres, para reiniciarse, al otro día, nuevamente en Nueva York (Sassen, 1991). Ambas aproximaciones, la ciudad global o las ciudades globales, se definen en función de un proceso que podríamos llamar globalización desde arriba.

"Neza-York" o "Raval-istán" son nombres que el ingenio popular ha acuñado y que dan cuenta de la existencia de otros vínculos entre las ciudades que resultan de un proceso de globalización desde abajo por el que se articulan los márgenes urbanos (en este caso entre Ciudad Nezahualcóyotl y Nueva York, o el Raval en Barcelona y el mundo urbano de Pakistán). A esta otra ciudad que resulta de la globalización desde abajo la hemos llamado la ciudad transnacional.

La incipiente investigación etnográfica desde aproximaciones analíticas, que unos denominan transnacionalismo urbano y otros urbanismo transnacional, ha mostrado la intrincada relación entre la ciudad transnacional y la global. Ejemplo de ello son los ejércitos de trabajadores transmigrantes de la construcción que han erigido las distintivas arquitecturas de las ciudades globales, y que en fechas recientes cargan con los costos (como el desempleo, el endeudamiento y la pérdida del patrimonio familiar) de una crisis global iniciada en el marco de la especulación urbana que se tramó en los circuitos financieros de la ciudad global. Otra muestra es la del trabajo para el cuidado de la población de adultos mayores de las ciudades globales, que es provisto por una complicada "cadena de cuidados", la cual empieza en los países emisores de cuidadoras y cuidadores donde han quedado los hijos de estos últimos a cargo de terceros, en un proceso donde a través del trabajo afectivo se transmiten valores y sentimientos desde la ciudad transnacional hasta la ciudad global.

Existen tres acercamientos -que pueden verse como complementarios- al estudio de los procesos urbanos transnacionales. La primera propuesta es la de Michael Peter Smith (2001), quien percibe al transnacionalismo urbano como el resultado de la suma de una infinidad de dinámicas que los sujetos con agencia propia construyen entre las grandes ciudades del mundo. Un segundo planteamiento, que podríamos denominar urbanismo transnacional es el que hacen Nina Glick Schiller y Ayse Çaglar (2011), quienes estudian los cambios en el ámbito local de las urbes a partir de las conexiones transnacionales que en ellas convergen. La investigación sobre la ciudad transnacional realizada en el marco del Seminario de Estudios Transnacionales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) representa un tercer enfoque que abreva de los primeros, pero añade el estudio de los "terceros espacios" conformados por la vida transnacional urbana.

Los trabajos recientemente publicados por investigadores de la UAM (Besserer y Oliver, 2014; Besserer y Nieto, 2015) muestran que la ciudad transnacional está formada por espacios urbanos transnacionales con diferente durabilidad, densidad demográfica y complejidad social. Éstos constituyen unidades menores como la calle transnacional (ejemplificada por la migración entre la Ciudad de México y Myrtle Beach en Estados Unidos, que ha creado relaciones de vecinazgo que se conservan a la distancia), y otras de mayor tamaño y complejidad como el barrio transnacional (cuyo ejemplo icónico es la red de barrios chinos que se extiende alrededor del mundo). El ensamblaje de estos espacios urbanos transnacionales configura formaciones urbanas transnacionales de mayores dimensiones y densidad social, entre las que podemos identificar las ciudades fronterizas y las ciudades diaspóricas, cuya forma más clara son las zonas metropolitanas fronterizas (o ciudades fronterizas), como el complejo San Diego-Tijuana, que conserva en su interior modos de vida, dinámicas económicas y políticas transfronterizas pese a estar dividido por una frontera internacional. Otras formaciones urbanas transnacionales son resultado de conexiones establecidas a larga distancia (ciudades diaspóricas), que se sustentan en relaciones de parentesco, vínculos comerciales basados en identidades nacionales, o densos entramados institucionalizados como los de las diásporas. Las ciudades clusterizadas son nodos urbanos que se vinculan a partir de actividades económicas, cuyo caso es el de los conjuntos turísticos articulados por cadenas hoteleras y rutas aéreas. La etnografía realizada hasta ahora nos permite afirmar que estos tres tipos de ciudades conforman un entramado urbano de escala mundial al que hemos denominado la ciudad transnacional.

Este número 50 de la revista Alteridades reúne artículos con aportaciones al estudio de la ciudad transnacional desde diferentes perspectivas. Los autores son profesores e investigadores de universidades de Brasil (Feldman-Bianco), España (Güell, Parella y Valenzuela García), Marruecos (El Harras) y México (Rivera Sánchez y Zárate Vidal). Sus contribuciones se encaminan en dos sentidos. Por un lado, los trabajos se centran en contextos geográficos distintos y, por otro, los estudiosos toman diferentes posturas teóricas para desarrollar una conceptualización propia del fenómeno urbano transnacional. En los párrafos siguientes presentaremos estos artículos situándolos en relación con las regiones que estudian y las posturas teóricas que asumen.

Para empezar vemos que, si bien podemos pensar en la ciudad transnacional como un gran entramado mundial que da soporte al proceso de acumulación que sostiene a la ciudad global, los casos de estudio se enmarcan en tres regiones en las que se estructura el entramado urbano que analizan. Las diferencias que encontramos en estas subredes urbanas de estudio nos permiten comprender que la ciudad transnacional está expuesta a procesos regionales y locales con características distintas.

LA CIUDAD TRANSNACIONAL EN EL MEDITERRÁNEO. El trabajo de Berta Güell, Sònia Parella y Hugo Valenzuela García, "La economía étnica en perspectiva: del anclaje a la fluidez en la urbe global", así como el de Mokhtar El Harras, "Tánger: del estatus internacional a la movilidad transnacional", remiten a estudios relativos a procesos urbanos experimentados en la región mediterránea. Esta región puede ser vista como una zona fronteriza unida por procesos políticos, económicos y culturales de gran profundidad histórica, sin los cuales no se puede explicar la dinámica de sus ciudades. Al mismo tiempo, esta zona es dividida por el mar Mediterráneo, que ha sido constituido como una frontera marítima por las políticas migratorias que separan hoy a Europa de África, cobrando en nuestros días miles de vidas de migrantes.

LA CIUDAD TRANSNACIONAL EN AMÉRICA. El artículo de Liliana Rivera Sánchez, "Movilidades, circulaciones y localidades. Desafíos analíticos del retorno y la reinserción en la ciudad", por su parte, aborda los procesos urbanos que se dan entre México y Estados Unidos. Esta región migratoria está dividida por lo que es considerada la línea fronteriza más cruzada del mundo. En ella se ha activado en años recientes un régimen de deportación que expulsa hacia el sur a un número importante de personas que residieron en el país del norte, e inhibe la migración de muchos en la dirección contraria. Cada vez más, estos procesos migratorios dejan de ser un fenómeno exclusivo de las zonas rurales para dar paso a una creciente participación de las ciudades en ellos. Asimismo, México se ha transformado en una zona de arribo, tránsito y creciente detención de personas originarias de otros países del continente y del orbe, por lo que puede definírsele como una frontera global.

LA CIUDAD TRANSNACIONAL EN LA CUENCA DEL ATLÁNTICO. Las dos regiones antes mencionadas están a su vez interconectadas. Bela Feldman-Bianco presenta en este número "Desarrollos de la perspectiva transnacional: migración, ciudad y economía política", que revisa su trabajo etnográfico de larga data, en el que compara, por un lado, la migración urbana entre Portugal y Estados Unidos y, por el otro, la migración más reciente entre Brasil y Portugal. El estudio se refiere a las conexiones entre tres países y se inscribe en una región migratoria de gran relevancia y profundidad histórica que ha involucrado a una gran cantidad de naciones de la cuenca del Atlántico. Uno de los estudios seminales de esta región para el análisis de los intelectuales diaspóricos de origen africano es el trabajo de Paul Gilroy sobre el Atlántico negro (Gilroy, 1993).

Existen diferencias en las aproximaciones teóricas respecto de la ciudad transnacional, que no necesariamente reflejan el habitus regional en el que se desarrolla el pensamiento sobre el transnacionalismo urbano. En los estudios transnacionales esto es deseable e importante, pues los urbanitas transnacionales suelen conectar estas regiones de manera tal que podrían ser conceptualizados en su lugar de origen de un modo, y con otro marco conceptual en el sitio de residencia actual. Las diversas posturas que observamos en los autores que conforman esta sección de la revista dan muestra de un debate que atraviesa las regiones de estudio y que además contribuye al desarrollo de una mirada más compleja de la realidad urbana transnacional. En este tenor advertimos tres líneas de pensamiento que, si bien no son reducibles entre sí, aportan a la construcción de un marco analítico de lo que podríamos definir como un transnacionalismo robusto.

LA CONDICIÓN TRANSNACIONAL COMO UN MOMENTO HISTÓRICO EN LA CONFORMACIÓN URBANA. El trabajo de Mokhtar El Harras da cuenta de un proceso urbano que tiene lugar en una región fronteriza constituida desde el siglo XV, separada por una frontera marítima. Aquí, el concepto transnacional es usado en un sentido histórico. El Harras estudia la ciudad portuaria de Tánger en su transición de ser una ciudad con estatus "internacional", producto de acuerdos de naciones imperiales europeas del siglo XX, a su condición "transnacional" en el siglo XXI, como resultado de la aparición del capital transnacional, y de un proceso concomitante de construcción de un espacio social transfronterizo fruto de las migraciones recientes.

LA CIUDAD TRANSNACIONAL COMO UN FENÓMENO DE DESPLAZAMIENTO HUMANO. Por otra parte, Bela Feldman-Bianco aborda la manera en que una nueva oleada inmigratoria hacia las ciudades estadounidenses en el siglo XX fue el contexto en el que surgió la perspectiva transnacional de las migraciones, trascendiendo los modelos analíticos anteriores, al encontrar que los migrantes establecen y sostienen relaciones múltiples que conectan a sus sociedades de origen con aquellas donde radican (Basch, Glick Schiller y Szanton Blanc, 1992). Este enfoque centraba su atención en procesos transnacionales (entendidos como transfronterizos) y confería a los diversos Estados involucrados un papel cardinal para explicar la existencia de naciones desterritorializadas. Feldman-Bianco propone dos cambios esenciales al modelo que antes reseña. Por un lado, que los estudios deben ampliar la mirada para incorporar el papel fundamental que juega el capital en su forma actual para explicar la movilidad humana y, por el otro, sugiere usar el concepto de desplazamiento, que permite conocer procesos en varias escalas que incluyen no sólo la migración transfronteriza, sino también la movilidad en el interior de un país. Liliana Rivera Sánchez retoma esta propuesta y hace explícito que el concepto de desplazamiento une los así llamados estudios de la movilidad (Adey, 2010) con los estudios transnacionales de la migración. Desde esta perspectiva, Rivera se enfoca en el análisis de una población que, después de haber migrado, regresa a vivir a Ciudad Nezahualcóyotl (la cual es parte de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México). Las críticas a los conceptos de retorno e inserción desde un punto de vista transnacional centrado en los desplazamientos permiten a Rivera demostrar que la ciudad transnacional es un nodo en un entramado de flujos de movilidad humana a muchas escalas.

LA CIUDAD TRANSNACIONAL COMO SISTEMA DE CONEXIONES SUBALTERNO. Los artículos de Margarita del C. Zárate Vidal, "Resistencias y movimientos sociales transnacionales", y de Güell, Parella y Valenzuela García, cambian el foco analítico de la migración y los desplazamientos humanos, para centrarse en formas de agregación social más complicadas, por ejemplo las comunidades, los grupos étnicos y movimientos sociales transnacionales. El trabajo de Güell, Parella y Valenzuela García se dirige a los negocios étnicos y critica los marcos analíticos que plantean la idea de enclave étnico, para proponer que las prácticas comerciales de estos grupos no se concentran en enclaves urbanos, sino que forman entramados entre los países de origen de los empresarios y sus trabajadores, y una multiplicidad de localidades europeas donde realizan las ventas y servicios que ofrecen. Este texto abre un campo de análisis de procesos que se dan entre lo que antes El Harras denominó transnacionalismos desde arriba y transnacionalismo desde abajo. El trabajo de Güell, Parella y Valenzuela García es de especial interés pues resulta de una investigación hecha en el marco de la Unión Europea, donde el concepto transnacional se refiere a la dinámica hegemónica de constitución de instituciones supranacionales. En la práctica, al plantear que hay prácticas sociales transnacionales que exceden al habitus de la Comunidad Europea, este estudio es una crítica a las definiciones hegemónicas del concepto transnacional y abre el camino para el análisis de procesos transnacionales subalternos. El trabajo de Zárate Vidal se desarrolla en este sentido, orientándose el examen de las prácticas contrahegemónicas de sujetos colectivos transnacionales que son, en su mayoría, no gubernamentales. Para la autora, las formas de acción transnacional difieren entre sí y a su vez son distintas de otras maneras de organización y acción colectiva, por así decirlo, tradicionales. Propone que las formas de resistencia transnacional aparecen como formas de "acción colectiva", pero en menor medida como organizaciones con mayor densidad y permanencia en el tiempo. Sólo en algunas situaciones podemos hablar de "movimientos sociales" transnacionales que suelen ser sistemas de redes de redes (Khagram, Riker y Sikkink, 2002). Estas organizaciones reticulares difieren de las tradicionales por su estructura preferentemente horizontal y descentrada. Para Zárate, la ciudad transnacional es construida y transformada por los actores transnacionales. Es el telón de fondo en el que se expresan movimientos transnacionales urbanos, como M-15 y Ocupa Wall Street, y al mismo tiempo es un punto donde confluyen movimientos-de-movimientos que incluyen tanto a reivindicaciones del mundo urbano como del rural, por ejemplo en el Movimiento por la Justicia Global.

En resumen, podemos decir que lo publicado en esta sección permite inferir que, pese a la diversidad de regiones de estudio y los divergentes marcos conceptuales utilizados, el proceso de transnacionalización urbana que da soporte al de acumulación de la ciudad global constituye plataformas para la resistencia y para la formulación de proyectos alternativos que imaginen y contribuyan a la construcción de una vida mejor.

Los primeros dos artículos de la sección Investigación antropológica exploran lo que podríamos llamar los márgenes de la etnografía. El primero de ellos encuentra herramientas conceptuales y sociales en la América del siglo XVI, que pueden ser consideradas etnográficas. El segundo nos invita a expandir los sentidos con los que se realiza la etnografía para incursionar en el estudio de los fenómenos sonoros.

A partir del análisis de la obra del militar y naturalista español Gonzalo Fernández de Oviedo, Jaime Marroquín Arredondo, en su trabajo "Sensual abuela: la historiografía de Gonzalo Fernández de Oviedo en los orígenes de la ciencia moderna" propone que la etnografía (entendida como la apropiación, experiencia y traducción de conocimiento indígena americano) jugó en el siglo XVI un papel cardinal para los inicios de la ciencia moderna. Fernández de Oviedo, nos dice Marroquín, recabó información en América con base en la experiencia propia y en testimonios indígenas, los que comparó con el fin de verificarlos, siguiendo los procedimientos jurídicos de la época. De esta manera, la enorme cantidad de información obtenida en América, proveniente en gran parte del conocimiento indígena, contribuyó a la construcción de la historia natural como sostén empírico y retórico de la filosofía natural, que se transformó entonces en ciencia. Marroquín defiende una postura crítica al proponer que la recopilación y sistematización de la información hecha por Fernández de Oviedo, así como la redacción de la obra, fueron parte de un proyecto de base empírica fundado en una condición de desigualdad que utilizó a la cultura colonizada al tiempo que la modificaba.

En tanto, el trabajo de Ana Lidia Magdalena Domínguez Ruiz, "El poder vinculante del sonido. La construcción de la identidad y la diferencia en el espacio sonoro", introduce una reflexión sobre el sonido en la etnografía. El artículo propone ir más allá del sentido de la vista (presente en la conocida fórmula "observación participante") para incursionar en el estudio de los fenómenos sonoros que al mismo tiempo son estructurantes de las relaciones sociales y culturalmente estructurados. El sonido, nos señala Domínguez, es a la vez vibrátil e inteligible. Su resonancia se percibe de manera táctil en diversos lugares del cuerpo, y nos permite reconocernos a nosotros mismos y a los otros. Además, tiene un poder expansivo que contribuye a la disolución de fronteras, transformándose en un elemento vinculante entre las personas que ocupan un mismo espacio sonoro. Su eficacia simbólica radica en que genera un momento unísono que puede constituirse por igual en una vía básica de comunicación que en una de ruptura. En este último sentido, el artículo concluye con ejemplos de "guerras de sonidos" entre vecinos por la apropiación del espacio sonoro, políticas públicas inequitativas basadas en la regulación del sonido asociado con grupos sociales específicos y, como un caso extremo, el uso por el ejército de las así llamadas "armas acústicas".

Este último trabajo precede a dos más que estudian espacios sonoros centrándose en las dinámicas de construcción de desigualdades que éstos enmarcan: uno analiza las discotecas o antros de la ciudad de Mérida en el estado de Yucatán, mientras que el otro se enfoca en el Festival del Folclore en la ciudad de Formosa en Argentina.

Eugenia Iturriaga Acevedo, en su artículo "La ciudad blanca de noche: las discotecas como espacio de segregación", discute los modos en que se articulan el clasismo y el racismo en cuanto formas de discriminación en los llamados antros de la ciudad de Mérida. La autora sostiene que las discotecas son lugares donde la discriminación es explícita y que en este acto radica la pertenencia a grupos de la élite meridana. Examina tres discotecas de la ciudad caribeña. El trabajo inicia describiendo los finos mecanismos que operan en las discotecas para distinguir y seleccionar al público que tendrá acceso en distintos días y horarios, por ejemplo, el otorgamiento de tarjetas a clientes que han sido calificados como deseables, o la clasificación de los clientes a partir de su zona de residencia en la ciudad según se lee en las credenciales de elector que les son solicitadas a los aspirantes a clientes a la entrada del lugar. La segregación se extiende al interior de los establecimientos donde se establece una geografía de la diferencia basada, entre otras cosas, en el nivel de consumo y las erogaciones en forma de propina. Los jóvenes movilizan recursos económicos, relaciones con los clientes reconocidos así como su apariencia física para entrar en los horarios y días reservados para la élite citadina, y para negociar el sitio que ocuparán adentro. El resto de los días la admisión pasa por filtros menos estrictos, entonces las dinámicas discriminatorias se acentúan en estos establecimientos. Las revistas del jet set reproducen para el consumo regional las imágenes de los asistentes "escogidos", proyectando los estereotipos como una metáfora del orden social deseado por las clases dominantes. Las discotecas, concluye la investigadora, no son los únicos lugares en que se expresa el clasismo y el racismo en la región, pero en estos espacios la discriminación no se disfraza.

El último artículo de esta sección, "Multiculturalidad e imaginarios identitarios en la música y la danza", es una aportación de Silvia Citro y Soledad Torres Agüero, quienes revisan una obra coreográfica en el Festival de Folclore llevado a cabo en la provincia de Formosa en Argentina. Las autoras plantean que el multiculturalismo es una ideología hegemónica entre los Estados-nación en el mundo, y que ésta se adopta y resignifica localmente. Subyacente a la representación de una armoniosa convivencia entre indígenas, criollos y migrantes, aparecen las desigualdades y tensiones que aquélla encubre. Las performances musicales y dancísticas son productos culturales en los que se plasman las estrategias de promoción del multiculturalismo. Así, por un lado se hibridan la música y la danza para acercarlas a las estéticas de las nuevas audiencias, mientras que, por el otro, se enfatiza la otredad y el exotismo de estas expresiones. La primera estrategia permite la difusión a escala global, la segunda hace posible transformarlas en objeto de programas como el de los patrimonios globales. El trabajo explora la manera en que los indígenas, en este caso a través de uno de los nuevos líderes indígenas tobas, Félix Díaz, hacen uso de estas representaciones para visibilizar sus luchas políticas. Este artículo constituye entonces un ejemplo de cómo el estudio etnográfico de la música y la danza permite entender las relaciones frecuentemente conflictivas que existen entre los grupos indígenas y otros sectores de la sociedad que van de la escala provincial hasta la global.

Por último, en este número se incluyen las reseñas de dos libros. La primera, elaborada por María Pozzio, presenta Prácticas etnográficas. Ejercicios de reflexividad de antropólogas de campo, el cual reúne una colección de diez artículos compilada por Rosana Guber y editada en 2014 por el instituto de Desarrollo Económico y Social y por Miño y Dávila Editores, en la ciudad de Buenos Aires. La segunda reseña fue escrita por Araceli Burguete cal y Mayor, quien revisa Derecho tenejapaneco. Procedimientos legales híbridos entre los tzeltales de Chiapas, resultado de la indagación realizada por José Rubén Orantes García y publicado en 2014 por el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste de la Universidad Nacional Autónoma de México en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.

 

Federico Besserer

 

Bibliografía

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