Lecturas

Epistemología de las identidades: reflexiones en torno a la pluralidad*

Reseñado por Luis Enrique Ferro Vidal**

* Daniel Gutiérrez Martínez (coord.), Epistemología de las identidades: reflexiones en torno a la pluralidad, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2010, 467 pp.

** Departamento de Filosofía, Universidad de Guanajuato. Doctorante de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

El tema que nos atañe en esta reseña tiene relación con la comprensión del mundo social a través de las identidades, ya que el encuentro con el Otro es y ha sido una de las grandes aventuras del pensamiento y de la acción del hombre, pues reconocer la existencia de los Otros o de algún Otro humano es acercarse y aceptar al hombre como parte de una humanidad y, a su vez, como la totalidad de la humanidad. El Otro, escrito con mayúscula, refiere a una persona distinta de mi (o de nuestra) persona, sin embargo, como concepto o idea se convierte en un problema que llega a ser asunto específico de la antropología, la filosofía y demás ciencias humanas, porque desde ahí se gestan grandes interrogantes relacionadas con el ser humano y con su humanidad. Desde su origen, este término ha sido utilizado para demarcar sujetos determinados y variados, y para recalcar la complejidad de la comprensión de las más diversas manifestaciones culturales del hombre en sociedad, poniendo de manifiesto sus más variadas acciones socioculturales en la difícil tarea de definir las relaciones de ser parte de un mundo y de un no mundo, de ahí el gran conflicto de definir el mundo y establecer las categorías de un pensamiento que exponga la realidad del mundo humano, en cuanto a su propia humanidad y desde la humanidad misma.

El Otro parece ser la razón y la fuente de poder ser, es un escenario sociocultural de un encuentro de sombras, y por su misterio se vuelca hacia la experiencia de la vivencia, por lo que pensar y acercarse al Otro se vuelve una acción sobre el mundo y los valores que de ella detonen. El Otro es también una actitud ante la vida social, de ahí que las prácticas sociales devengan en la construcción de sujetos, lo cual hace que los individuos se imaginen como verdades en distintos momentos de la historia. El problema no sólo se vuelve un asunto histórico y de verdades, sino que se adentra a preguntas más profundas y de orden filosófico, como el caso de Ernst Tugendhat, que nos arremete con la pregunta ¿qué somos como humanidad? Al constar que la pregunta ¿qué es el hombre? no tiene sentido surge un problema, pues el qué del hombre deja de lado su qué por un somos. Al cambiar los verbos de las preguntas y los sujetos, el talante de hombre transmuta en humanidad, por lo que esta manifestación de pensamiento se abre hacia una nueva intencionalidad y encomienda a las ciencias sociales la responsabilidad de desentrañar el entramado sociocultural del hombre mismo en soledad y en conjunto. ¿Cómo contestar esta pregunta por el hombre y su sociedad si la posmodernidad ha matado al mismo hombre y lo ha llevado al paroxismo del nihilismo, el consumo y la globalidad? Sin embargo, la pregunta por ese somos o por ese nosotros, aun ante el abandono del sujeto, continúa buscando el sentido del hombre y su vida social desde la identidad, porque el hombre sigue siendo la pregunta primera y el objeto mismo de la ciencias humanas. Entonces, ¿en dónde hemos de ubicar al hombre en relación con su humanidad? ¿Es posible hablar de la humanidad o tan sólo de las humanidades? ¿Existe la posibilidad de hablar de una identidad humana o es simplemente una ilusión humana? ¿Cuál sería el sentido de la identidad en un mundo lleno de identidades? Y por último, ¿es pertinente en los tiempos actuales la pregunta por la identidad? Desde esta perspectiva, el mundo humano se fragmenta en su propia comprensión, y éste es el fundamento principal de Epistemología de las identidades: reflexiones en torno a la pluralidad, obra editada por la Universidad Nacional Autónoma de México y coordina da por Daniel Gutiérrez Martínez, quien afirma en la introducción: "Hablar del Otro, de la Alteridad es dar cuenta por tanto de la concientización de la existencia de formas diferenciadas de adscripción, y de la dificultad de organizarlas en una sola forma política y cultural"; además advierte que "la noción de identidad se ha convertido en un pilar epistemológico de la sociología y la ciencia social para entender las tendencias de la época, las ideas y las imágenes del mundo que se conforman en el imaginario colectivo [...] En este sentido, la noción en cuestión es imprescindible en las ciencias sociales debido al referente de las interacciones sociales, así como a la construcción de conocimiento que de ahí emanan frente al hecho social". El coordinador del libro da muestra de su inquietud ante dos problemas, la identidad y la pluralidad, y logra que estos dos referentes se centren en un problema epistemológico que corresponde resolver a las ciencias sociales. Esto hace del texto una propuesta abierta que comparten los distintos autores que lo conforman, algunos de ellos de talla internacional, como Edgar Morin y Danilo Martuccelli, y otros con reconocimiento nacional, como Héctor Díaz-Polanco, quienes en conjunto y desde su individualidad reflexionan, a lo largo de las 467 páginas que conforman este material, sobre el problema epistemológico de la identidad y la diversidad, y consuman un recorrido por la constitución sociocultural que oscila entre la igualdad y la diferencia que se encierra en el marco de las relaciones sociales para la comprensión del mundo contemporáneo.

En este libro se presentan diversas posturas reflexivas ante la identidad y las identidades, donde lo único y lo auténtico se deterioran al afirmar que las identidades son mitos y mitificaciones, creaciones y alucinaciones, por ser la identidad la acción de un varios nosotros encerrado en un universal sin apego social concreto de una multiculturalidad que desvanece a los sujetos en una multiplicidad de ser y de seres, a través de una emoción colectiva y una individualidad fragmentada, y sin embargo, en algunas páginas de la obra se asevera que el yo no se puede compartir porque existe un yo frente al nosotros, que crea en los actores sociales el relato de un sentimiento de continuidad a través del tiempo, el cual se diluye en distintos espacios que se bifurcan en diferentes afirmaciones identitarias que nos llevan a un punto paradójico de vacuidad común, existente gracias a estrategias que nos sitúan ante la alteridad. Ese punto paradójico ante la alteridad hace que la historia no espere, antes bien, demanda que se hagan representaciones porque la implosión de la modernidad se fragmenta en discursos en los cuales esta historia ha sido contada y recontada en respuesta no sólo a una necesidad emocional, sino a una ambición moral.

Así, este libro nos ayuda a comprender que la identidad es un asunto de procesos y no de sucesos ni de esencias, por lo que no se detiene en expresar el complejo mundo de las identidades que vitalizan las acciones humanas para reflexionar en torno a la pluralidad. En otras páginas se enfatiza la dificultad que se produce al hablar de mí, de ustedes, de nosotros, de aquéllos, en la cual generamos un mundo social donde lo propio, lo ajeno, lo múltiple y lo global se conjugan para desglosar en un intento la explicación del mundo a través de sus significados humanos, que busca el enclave de una misma definición de ser que genere las complicaciones de compenetrarse al estudio de la identidad y su pluralidad, por lo que el texto expresa que la identidad es un asunto de todos, pero cuando surge una reflexión sobre la identidad en su vasto sentido nos invita a colocarnos en un lugar y en un tiempo que den cuenta de nuestro punto de encuentro con el mundo y nuestro mundo, con el mundo de otros y los otros mundos. En la obra se muestra esta dificultad de comprensión de la identidad por que incluso en una misma identidad se generan identidades debido a que los grupos identitarios no son completamente homogéneos, armónicos o estables, ni están exentos de tensiones; por ello tienen que resolver conflictos internos de manera permanente. En su seno existen subgrupos y en su ámbito se pueden desplegar diversas opciones, a veces con algún grado de contradicción entre sí. En esta complejidad por desentrañar las difíciles situaciones vivenciales de la identidad, en el libro se expresan las preocupaciones sobre la identidad en un mundo occidental que busca entender las realidades y las problemáticas de la multiculturalidad que tanto le afectan y ante las cuales no sabe cómo actuar para establecer políticas adecuadas que solucionen este conflicto que se ha vuelto un aspecto social cotidiano en él. En cuanto a Latinoamérica, el libro deja espacio a la reflexión del problema de la identidad, ya que para esta región el conflicto es parte de su historia y el problema de sus políticas, de ahí un mundo occidental y uno latinoamericano que luchan ante sus propias incertidumbres en un mundo volcado en sus formas particulares de emociones ante las alteridades en el encuentro de un mundo lleno de humanidades o pluralidades.

De esta manera, Epistemología de las identidades pone de manifiesto que el concepto de identidad es un concepto inacabado por estar envuelto en una maraña de identidades, por lo que aquélla se vuelve para las ciencias sociales un concepto inconcluso, ambiguo, múltiple y, lo más importante, contradictorio. Por todo lo anterior, el volumen es un texto académico complejo para su entendimiento, no tanto por su número de páginas, sino por la cantidad de autores que brindan un particular análisis del problema de la identidad y la pluralidad. Empero, ahí radica su riqueza, pues permite confrontar conceptos e ideas respecto del mundo de las identidades y las pluralidades.