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Alteridades

versão On-line ISSN 2448-850Xversão impressa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.20 no.40 Ciudad de México Jul./Dez. 2010

 

Investigaciones antropológicas

 

Sex, soccer and Saturday dance. Tiempo libre entre trabajadores migrantes en una población de Canadá*

 

Sex, soccer and Saturday dance. Free–time among the Mexican immigrants in Canada.

 

Elizabeth Juárez Cerdi**

 

** Profesora–investigadora del Centro de Estudios Antropológicos, El Colegio de Michoacán. Martínez de Navarrete 505, Fraccionamiento Las Fuentes, 59699 Zamora, Michoacán, México <ecerdi@colmich.edu.mx>.

 

Artículo recibido el 30/12/09
Aceptado el 16/11/10.

 

Abstract

This article analyzes the situation of Mexican migrant laborers registered in the Temporary Agricultural Workers Program, working in a small locality in Canada and how they use their free time. I have analyzed topics like the formation of "temporary" relationships, participation in soccer games and teams and Saturday–night dances in local bars. The analysis of how these migrant workers use their free time seeks to understand the initiative of individuals as social agents, the structural constraints that allow, or impede, their actions and use of their free time, the exercise of decision–making, and the actions that are permitted in a specific space and time in the context of an economic system that determines working conditions, housing and even interpersonal interaction.

Key words: international migration, social practices, free time, working conditions.

 

Resumen

En este escrito se analiza la situación y el uso del tiempo libre de mexicanos que ingresan al Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales en una pequeña población de Canadá, examinándose la formación de parejas "temporales", la participación en equipos y partidos de futbol y los bailes que se organizan los sábados en bares del lugar. Con el estudio del tiempo libre se busca entender la iniciativa de los individuos como agentes sociales, los constreñimientos estructurales que posibilitan o imposibilitan su actuar y uso del tiempo, la toma de decisiones, y las acciones que son permitidas en un espacio y tiempo específicos bajo un sistema económico que determina las condiciones laborales, de vivienda, e incluso de interacción de los migrantes.

Palabras clave: migración internacional, prácticas sociales, tiempo libre, condiciones laborales.

 

Introducción

Este escrito se desarrolla a partir de la información etnográfica obtenida durante una temporada de trabajo de campo en una población del condado de Essex en Canadá. Inicio hablando del territorio geográfico y social en que se mueven los trabajadores migrantes, lo cual permite detectar diferentes niveles o planos de expresión, participación y apropiación. Así, es posible ver al territorio geográfico y social como un espacio mediador donde se distribuye, se apropia y se regula información, pero también como el ámbito en el que se disputan los medios para la subsistencia y se ponen en práctica diversas estrategias de sobrevivencia ante circunstancias distintas –y a veces poco propicias– a las del lugar de origen. En esta descripción es igualmente importante considerar las condiciones socioeconómicas que se viven, los constreñimientos estructurales que reglamentan e intentan controlar la vida social, laboral y, de algún modo, afectiva de los trabajadores, para tratar de entender la "manera de estar" de los migrantes mexicanos en diferentes espacios de la pequeña población donde residen. La conjunción del acercamiento al espacio social y al territorio natural también nos proporciona información sobre prácticas de exclusión o de inclusión que se generan entre los habitantes locales y los que llegan de otros países en busca de empleo y de una "mejor vida".

 

El paisaje geográfico y social. Leamington, Ontario

Es una municipalidad en el condado de Essex, en la provincia de Ontario, Canadá. Esta población está ubicada en una región clave, social, económica y geográfica, que juega un rol fundamental en la producción agrícola de hortalizas, frutas y flores en el país.

Desde 1908 se estableció en Leamington la Compañía H.J. Heinz, famosa por su salsa (catsup) y puré de tomate, lo que abrió muchos empleos para los habitantes de la región, motivó el cultivo de tomates y ayudó al crecimiento del poblado. La presencia de esta compañía, junto con la alta producción de esta hortaliza, ha llevado a que Leamington sea conocida como la "capital del tomate". En esta población hubo granjas de tabaco, pero su producción fue declinando en la década de los sesenta, por lo que actualmente son inexistentes.

Según datos del Censo de 2006, Leamington cuenta con 31 113 habitantes.1 La presencia de trabajadores temporales extranjeros con distintos orígenes (racial y cultural) ha cambiado la composición étnica de esta población. Si entre sus fundadores se encontraban individuos blancos, católicos y protestantes, anglófonos y francófonos, ahora se escucha una gran variedad de idiomas en los lugares públicos aunque la lengua oficial sea el inglés; y la iglesia católica y las de tipo pentecostal se están volviendo predominantes. No sólo se nota la diversidad en el lenguaje, también en el fenotipo, en las costumbres alimenticias, en las prácticas culturales, en la música y en la forma de apropiarse del espacio físico, principalmente los viernes y sábados, cuando llegan las y los trabajadores migrantes al pueblo a hacer sus compras, a los bancos para cobrar su salario, a los restaurantes "étnicos" a comer el platillo que les recuerde su país, y a los salones de baile y bares locales. En particular, la presencia de trabajadores mexicanos le ha dado un rostro diferente a la población de Leamington a lo largo de los años (35 desde que inició el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales –PTAT– con México), de tal forma que actualmente es posible encontrar en el centro del poblado varios comercios de comida mexicana y tiendas en que se expenden productos alimenticios, música, videos, tarjetas telefónicas, bebidas, todo ello también de origen mexicano (o que permite mantener una especie de "conexión" afectiva con el país de origen).

La municipalidad de Leamington es reconocida como un emporio agrícola,2 cuyo producto más sobresaliente es el tomate, pero además produce flores, pepinos, pimiento morrón, calabaza y frutas (manzana y durazno). El emporio agrícola ha sido posible, en parte, por el establecimiento de innumerables viveros e invernaderos donde se hace un uso óptimo del espacio mediante el sistema de hidroponia.

En los viveros e invernaderos se protege a los cultivos de recibir demasiado calor o frío, se les resguarda de tormentas y granizadas, y se ayuda a mantener vigilados los efectos de los pesticidas; sin embargo, este sistema de cuidado y control también tiene consecuencias no previstas para los trabajadores agrícolas.3 El cuidado programado y meticuloso de la luz y de la temperatura permite obtener una alta producción4 en pequeñas porciones de tierra, y gran cantidad y variedad de productos de temporada fuera de ésta. Dicho sistema, debido a la constante y cuantiosa producción, implica contratar abundante mano de obra durante buena parte del año, por lo que los grandes agricultores, argumentando la escasez de mano de obra local, solicitan a su gobierno la firma de convenios con países que puedan satisfacer esa demanda. A través del PTAT se ha facilitado la entrada y permanencia de jornaleros extranjeros (sin embargo, actualmente este proceso también ha implicado la entrada y permanencia en el país de manera ilegal).

Los agronegocios en Leamington son resultado de la combinación de un suelo excelente, clima favorable, agricultores conocedores y emprendedores, y la utilización de abundante mano de obra extranjera. Al principio, los trabajadores eran sobre todo jamaiquinos y mexicanos; hoy en día guatemaltecos y orientales (de Tailandia, Filipinas, Corea y China) empiezan a integrarse al mercado de trabajo canadiense, tanto en la agricultura como en la pesca, el turismo, la construcción, los servicios y el empaque de carne, bajo el Programa de Trabajadores Extranjeros Temporales (TFWP, por sus siglas en inglés), para labores que requieren poco nivel de capacitación.5

 

El PTAT

El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (SAWP, por sus siglas en inglés: Seasonal Agricultural Workers Program)6 se creó en 1966, como una solución a corto plazo para satisfacer la demanda de mano de obra en la agricultura canadiense. El primer país que formó parte de este programa fue Jamaica, con 264 trabajadores. Para 1974, los participantes habían aumentado. Se agregaron México, Barbados, Trinidad y Tobago y otras naciones de la Organización de Estados Caribeños del Este (OECS , por sus siglas en inglés): Granada, Antigua, Dominica, St. Kitts y Nevis, St. Lucía, San Vicente, Islas Granadinas y Monserrat.

México inició con 203 trabajadores varones y permaneció enviando poca gente hasta 1990, cuando el número creció a 5 000 personas. Entre 1996 y 2001 se llegó a 10 275 (Vanegas, 2001: 4; Binford, 2002: 2). El primer grupo de mujeres ingresó al programa en 1989: 37 fueron a Canadá en ese año, quienes por primera vez en su vida salieron de su país. Con el paso del tiempo, esta cifra se ha incrementado notablemente, de tal forma que, en 2001, la fuerza laboral femenina constituyó cuatro por ciento del total de trabajadores mexicanos. En algunos casos, las mujeres han sustituido a los hombres (como sucedió en el 2000 en la industria apícola canadiense) (Binford, 2002: 2).

Aunque uno de los requisitos para el ingreso al PTAT es ser campesino o jornalero, actualmente están incorporándose hombres que se desempeñaban como albañiles, mecánicos, taxistas, empleados de limpieza, veladores/vigilantes en escuelas u oficinas; es decir, oficios que nada tienen que ver con el trabajo en el campo. En el caso de las mujeres sucede lo mismo: hay quienes laboraban en talleres de costura, o como empleadas domésticas o artesanas; incluso una de las entrevistadas había trabajado como educadora y como activista en varias organizaciones no gubernamentales.

El PTAT es visto como un programa de "migración controlada"; es administrado por el Ministerio de Recursos Humanos y Desarrollo de Competencias de Canadá (HRSDC)7 y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en México.8 De este modo, es una movilidad laboral, legal, internacional, temporal, individual y voluntaria (Arana H., Rodríguez M. y Carrasco R., 2009), por lo tanto está sujeta a normatividades y vigilancia de parte de los países involucrados.

En el lado canadiense, el HRSDC establece la lista de empleadores, las condiciones de vivienda y trabajo y el salario percibido.9 En 2008, la cifra de trabajadores agrícolas temporales en Canadá era de 21 328, de los cuales 11 798 eran de México y 5 916 de Jamaica (el resto procedía de diferentes países del Caribe). Cerca de 18 000 de ellos eran empleados en Ontario (la provincia en la que se encuentra Leamington), donde se concentra una gran cantidad de empresas agrícolas de escala industrial.

En este programa se han detectado diversas irregularidades, como la negativa de dar a los jornaleros agrícolas un salario similar y el pago por horas extra y por laborar días festivos oficiales, que reciben los trabajadores locales en la provincia de Ontario; la retención, por parte de los empleadores, de los documentos personales del trabajador (pasaporte, tarjeta del seguro médico); mucho del material, instrucciones y letreros relativos a cuestiones de salud, seguridad y uso de sustancias químicas y pesticidas no se encuentran en el idioma materno de los jornaleros temporales; y, en algunos casos, cuando el trabajador se enferma o sufre un accidente, se le envía de regreso a su país antes del término de su contrato y sin que el empleador se haga cargo de la atención médica que le debe proporcionar y que está estipulada en el contrato.10 Los empleadores también han utilizado la repatriación como una herramienta coercitiva y sancio–nadora en contra de los que se afilian al sindicato11 o de quienes se quejan por el trato, el salario, las condiciones materiales de la vivienda o asuntos de salud y seguridad.

Los trabajadores mexicanos llegan desde principios de año y su estancia puede durar de seis semanas a ocho meses, ya que dentro del PTAT hay contratos por diferentes periodos. Trabajan en la preparación del terreno, la siembra, el cultivo y la cosecha en granjas, viveros, invernaderos y en el campo a cielo abierto; algunos otros son ocupados en las empacadoras y procesadoras de carne. El promedio de horas laboradas por semana fluctúa entre 60 y 70 (Sepúlveda González, 2007), de lunes a sábado; pero cuando se requiere, también trabajan los domingos.12

Para los analistas de la problemática laboral en el campo, la agricultura es uno de los sectores productivos más peligroso, donde el trabajo es temporal, intensivo y mal pagado, quizá debido a ello, los canadienses ya no aceptan trabajar en este sector (al que califican con tres "D": dirty, dangerous, dull –sucio, peligroso, aburrido–). El salario de los participantes en el PTAT no se ha incrementado como sucede en otras áreas de la economía.13 Aunque en la actualidad se dice que a los trabajadores del PTAT se les paga entre 9.20 y 9.45 dólares por hora, cuando se hacen los descuentos (impuestos,14 seguro médico, seguro de desempleo, lo relativo al Plan de Jubilación –aunque no tengan derecho a hacer uso de ellos–, los gastos que se hayan generado por el viaje –boleto de avión–, además de una cantidad para la administración del programa) les quedan siete dólares y centavos por hora. Este salario es sin recibir pago por horas extra ni vacaciones, ni se considera su antigüedad o la experiencia adquirida a lo largo de las temporadas que han participado en el programa. Del salario percibido gastan un promedio de 350 dólares al mes en comida. La mayor parte de su salario la destinan a la manutención de su familia, pero tratan de ir guardando una parte para el periodo en que están en México, esperando la próxima salida, ya que al regresar es común que no cuenten con un empleo, por lo que muchos de ellos se sostienen de sus ahorros.

Los trabajadores temporales generalmente son alojados en viviendas15 ubicadas muy cerca de las plantaciones, viveros, invernaderos o empacadoras donde laboran. Casi nunca pueden verse las casas desde fuera de las granjas, pues están justo detrás de las instalaciones de éstas. Las viviendas están separadas por sexo: la de los hombres y la de las mujeres, aunque en ocasiones sólo media entre una y otra un metro de distancia. En las viviendas de algunas granjas conviven dos grupos raciales y culturales diferentes, por ejemplo mexicanas y jamaiquinas. En otras granjas, la división también se hace según la nacionalidad.

Cuando conviven mujeres y hombres de distintas procedencias en el lugar de trabajo y en las casas, surge una diversidad de conflictos debido a las conductas, costumbres y concepciones diferentes y a veces contradictorias, la cual, por lo menos entre los trabajadores agrícolas, llega a ser a veces muy problemática y dificulta la coexistencia y la organización. A la tensión producida por la diversidad sociocultural hay que agregar la ansiedad que genera la competencia por permanecer en el programa y ser solicitado por el patrón en la próxima temporada, pues la oferta de mano de obra rebasa la demanda, por lo que los trabajadores agrícolas contienden abiertamente por el empleo.

El ambiente social de los trabajadores en esta pequeña ciudad es aún más complicado por los problemas que se suscitan entre ellos cuando beben alcohol (y por el temor de que los detenga la policía debido a las riñas); por los accidentes que sufren cuando viajan en sus bicicletas de regreso del pueblo a las casas en sus lugares de trabajo; por el estigma que viven cuando hacen sus compras, porque se les ve con sospecha dado el incremento de robos en los supermercados y tiendas de autoservicio; por las barreras del lenguaje; por el clima extremo –invierno y verano– que se presenta en Canadá, y por el aislamiento, soledad y depresión que pueden padecer si participan en las temporadas largas (ocho meses) del programa.16

Ahora bien, sumada a la constante preocupación por mantenerse en el trabajo (esto es, no dar algún motivo para su repatriación anticipada) y solventar los gastos de su estancia en Canadá, está la inquietud por enviar dinero –cada semana, cada 15 días o cada mes– a la familia que dejaron en México, y que espera la remesa para sobrevivir y para saldar la deuda que el migrante pudo contraer al iniciar su viaje.

 

Quiénes son los trabajadores agrícolas migrantes17

La mayoría de los trabajadores temporales en la provincia de Ontario proviene, en primer lugar, del estado de Tlaxcala (importante debido al número de hombres y mujeres que envía cada año y a la antigüedad de su participación en el programa), seguido del Estado de México, Morelos, Puebla y Guanajuato. Sin embargo, también es posible, aunque en menor proporción, encontrar jornaleros de los restantes estados mexicanos (cabe aclarar que hay entidades federativas que se van perfilando hacia los primeros lugares de la lista, como Chiapas, Veracruz, Distrito Federal, Hidalgo, Michoacán y Oaxaca).

Aun cuando las condiciones laborales dejan mucho que desear18 (según el modelo y los estándares de los canadienses), los mexicanos siguen ingresando al PTAT y llegan a Canadá con la idea de "trabajar duro". Quizá ésta es la razón por la que los empleadores siguen solicitando mano de obra mexicana, pues según opinan algunos mánagers, es trabajadora19 y ha adquirido la experiencia necesaria para saber el momento en que se deben cortar las frutas y verduras. No obstante, también señalan que los mexicanos "son problemáticos y muy quejosos" [sic].

Ha sido necesario presentar este panorama porque si no comprendemos las condiciones estructurales que van construyendo al migrante mexicano como mano de obra barata y descartable, en un sistema económico que determina desde el lugar donde vivir hasta las normas que regirán su vida dentro de las granjas, no podríamos entender las acciones que realiza en su tiempo libre, como una manera diferente de construirse como individuo y sujeto social.

 

Vida cotidiana y uso del tiempo libre

De lunes a viernes los trabajadores están en los viveros, invernaderos o terrenos de cultivo a cielo abierto, de siete u ocho de la mañana a cinco de la tarde; al salir del trabajo se dirigen a las casas que habitan en las granjas y se asean, preparan su comida, lavan su ropa, organizan su desayuno del día siguiente, ven televisión y descansan. Los sábados es algo diferente, pues salen a la una de la tarde y es el día de pago;20algunas/os trabajadoras/es se asean, se arreglan y se van al pueblo, al banco, a enviar dinero a su familia, de compras, a comer a algún restaurante, a pasear, y regresan a la granja por la noche. Los domingos son su día libre (cuando la cosecha está declinando, porque cuando está en su clímax muchos tienen que trabajar).

Los jornaleros mexicanos se mantienen y se mueven dentro de un contorno geográfico más o menos amplio, pues no sólo van de la granja donde trabajan al cercano pueblo de Leamington o a Kingsville, sino también a ciudades próximas como windsor, donde hay una mayor variedad de tiendas y centros comerciales. Su radio de acción también se ha extendido a lugares turísticos como las Cataratas del Niágara, gracias a los tours que organiza el Programa de la Comunidad para el Trabajador Migratorio, corporación de las municipalidades de Leamington y de Kingsville. Sin embargo, su movilidad está delimitada por los recursos económicos con que cuenten y la posibilidad o no de conseguir cómo trasladarse (pues no hay transporte público accesible para ir y venir a estas ciudades).

Los trabajadores temporales utilizan de diferentes maneras su tiempo libre: algunas mujeres dijeron que lo ocupan para hacer cosas personales, como lavar, planchar, cocinar, hablar por teléfono con su familia, ver televisión, comprar videos (películas); otras mencionaron que, aunque lo hacen poco porque les significa un gasto extra, aprovechan para ir a los malls en las ciudades grandes (windsor), a las tiendas de ropa de saldos y segunda en Leamington21 (donde adquieren ropa a bajo precio para ellas y sus familiares –hijos, madre, pareja–), o a pasear a lugares cercanos (el lago o la isla Peel). En el caso de los hombres, el tiempo libre también lo emplean para hacer algunas actividades personales, pero la mayoría prefiere ir al pueblo, caminar por las calles, visitar las tiendas de ropa, platicar con amigos, dirigirse a la oficina del sindicato, a los bares y restaurantes adonde llegan cada viernes y sábado por la noche, o a las tiendas de video y música.

El tiempo libre que se tiene, sobre todo los domingos, es también la ocasión para asistir al templo católico, a la misa en español. Algunos hombres van al templo de San Miguel en Leamington. Muy pocas mujeres asisten a la iglesia.22 Para algunos, la iglesia católica se ha convertido en un marco de referencia importante, pues les recuerda su país, sus prácticas, su lengua. Aunado a ello, la personalidad del sacerdote, que es mexicano, les ha brindado la oportunidad de contar con un lazo de amistad,23 y a veces de solidaridad, para salir adelante en un medio social, económico y geográfico que pueden sentir adverso.24

Dadas las pocas opciones que tienen los trabajadores para la recreación y socialización fuera de las granjas y de los horarios de trabajo, elegí tres actividades: la formación de parejas "temporales", la participación en equipos y partidos de futbol, y los bailes que se organizan los sábados en bares de la población, las cuales permiten ejemplificar el uso de su tiempo libre, y el ejercicio de su capacidad de agencia,25 el cual se da dentro de un delimitado espectro de opciones, pues estos ámbitos se encuentran condicionados por constreñimientos estructurales que están más allá del control del trabajador.

 

"Sex y otras cositas". La formación de parejas temporales

Para ingresar al PTAT uno de los requisitos, en el caso de los hombres, es ser casado y con hijos; y en el de las mujeres, ser madre soltera, viuda o dejada, con dependientes económicos.26 La relevancia del requisito consiste en asegurar que el trabajador no se quedará en Canadá, sino que regresará a México, con su familia, al término del contrato. Igualmente, aunque esto no se manifieste, se quiere evitar que el trabajador busque casarse o "emparejarse" con canadienses o hispanas con ciudadanía canadiense. Esta normatividad, no explícita abiertamente, también persigue impedir que se formen parejas entre los trabajadores. La mayoría de las veces la normatividad no funciona por completo, pues no se ha podido evitar que se formen parejas entre los mismos trabajadores durante el tiempo en que están en las granjas, o con canadienses, salvadoreñas/os, guatemaltecas/os27 y europeas/os que viven en Leamington. Incluso, aunque no es común, se dan casos de mexicanas que llevan muchas temporadas en el programa y que se emparejan con jamaiquinos (sólo supe de un caso en Leamington, en una de las granjas donde entrevistamos mujeres).

También hay trabajadoras mexicanas que han establecido relaciones amorosas con los mánagers o mayordomos, sobre todo de origen portugués o canadiense. Asimismo se han emparejado temporalmente con ciudadanos canadienses de origen italiano.

Cuando se mantiene una relación afectiva con un trabajador, las mujeres reproducen mucho del comportamiento que tendrían con sus novios o maridos en México. Por ejemplo, aunque ambos salgan de trabajar a la misma hora, la mujer llega a cocinar para los dos y le sirve la comida a él;28 cuando terminan de comer, ella recoge los trastos y los lleva a la casa de las mujeres, donde los lava. Su tiempo libre del sábado y el domingo es para su pareja (pueden ir juntos a hacer las compras de la semana, comer en alguno de los restaurantes de comida mexicana, ir a bailar, o quedarse descansando y teniendo relaciones sexuales29 en uno de los hoteles de paso del poblado).

El establecimiento de parejas, aunque sea de manera temporal,30 tiene para las mujeres varios significados: es una especie de protección ante el acoso de los otros hombres del programa; tienen a alguien que las lleve a pasear, con quien salir a divertirse, con quien tener relaciones sexuales; pero también implica un significado económico, pues su pareja les "hace el super" (compra los comestibles que ellas utilizarán para preparar la comida de los dos durante la semana), les compra ropa, zapatos y algún otro regalo (cd de música, películas, muñecos). De esta forma, la mujer puede enviar su salario íntegro a México para cubrir las necesidades de su familia o ir ahorrando para, por ejemplo, construir su casa o comprar un terreno.

Una de las desventajas más notorias cuando la pareja es un trabajador del programa, es que la mujer se mimetiza con él, pues todo el tiempo están juntos, fuera y dentro del horario de trabajo, en y fuera de la granja. Otra desventaja es que las mujeres saben, desde un inicio, que no pueden contraer matrimonio con estos hombres, pues están casados, y aunque pasen la mayor parte del tiempo con ellas pocos dejan a sus esposas para unirse definitivamente a las trabajadoras temporales.31 Las mujeres de más edad (y generalmente con más temporadas dentro del programa) no sólo necesitan un hombre para tener relaciones, sino también para hablar, para platicarle los problemas que tienen con las compañeras y para acariciarse sin que sea imprescindible llegar a tener sexo, por lo que no consideran importante formalizar la relación con su pareja.

Cuando el lazo afectivo se establece con alguno de los mánagers, la situación es diferente y puede llegar a causarle a la mujer algún tipo de conflicto con sus compañeras y compañeros; esto implica que la relación será más discreta y evitarán que los vean hablando muy seguido o saliendo juntos. Esta clase de relación también tiene ventajas y desventajas. Entre estas últimas está que la pareja ejerce un mayor control sobre la mujer, su tiempo y sus actividades.32

Si la pareja de las trabajadoras no es mexicano ni trabajador temporal, igualmente existen ventajas y desventajas. Entre las primeras están que tienen a alguien que pase a recogerlas en su auto a horas y lugares diferentes, que saldrán a pasear a más sitios fuera de Leamington, y que si no tienen pareja en México y la relación se fortalece, pueden casarse y quedarse a vivir en Canadá (recuérdese que ellas generalmente son madres solteras). Si esto ocurre, tendrán que esperar por lo menos un año para mandar por sus hijos, mientras tanto éstos continuarán con sus padres, hermanas o algún otro familiar con los que se hayan quedado en el lugar de origen de la trabajadora. Las desventajas pueden ser la adaptación a la cultura, no manejar el idioma, las concepciones y costumbres de su pareja, y, al no conocerla plenamente, no saber si ejercerá algún tipo de violencia en la relación.

Los hombres que se emparejan con mujeres que no son mexicanas ni trabajadoras agrícolas tienen que dividir su tiempo entre el trabajo, sus tareas domésticas (cocinar, lavar su ropa, asear la casa donde viven en la granja) y su pareja. Algunas canadienses que se involucran con mexicanos son mujeres pasadas de peso, maduras o que ya no consiguen tan fácil una pareja en Leamington, por lo que les prodigan muchas atenciones a ellos y les enseñan inglés; pero éstos igualmente deben invertir tiempo y recursos en ellas: las llevan a bailar, les compran regalos y las invitan a comer. Si la pareja del trabajador es salvadoreña o guatemalteca la situación es muy similar a la que se da con las mexicanas: ella lo atenderá cuando llega el fin de semana a su casa, pero también requerirá de él atenciones y dinero.

Aunque la mayoría de las mujeres mexicanas sabe que los hombres que ingresan al programa son casados, muchas de las que no son parte de él lo ignoran, por lo que algunas se hacen ilusiones con los trabajadores y piensan que se quedarán con ellas durante muchos años y tal vez se casarán (cuando ellos no les dicen que son casados, toman como justificación su estatus de trabajador migrante temporal para regresar a su país por cuatro meses al año).

Los "ires y venires" de los hombres del PTAT han generado circunstancias poco gratas en sus poblados de origen. Una mujer de Tlaxcala contaba que conoce casos de señoras casadas en su pueblo que tienen papiloma humano o alguna otra infección de transmisión sexual que les han dejado sus esposos cuando regresan a su casa. Además comenta que así como los hombres cometen adulterio en Canadá, algunas mujeres también lo están haciendo en los lugares de origen de los trabajadores.

En la selección de pareja, tanto hombres como mujeres hacen uso de su capacidad de decisión al elegir a un/a mexicano/a, italiano/a, canadiense, salvadoreño/a o guatemalteco/a; así como al involucrarse con un trabajador, un mánager o alguien más que no sea jornalero agrícola. Aunque quizá no sea intencional o planeado, también existe un margen de acción y decisión en el grado hasta el que se van a implicar o al que quisieran que llegara la relación. Los trabajadores, hombres y mujeres, conocen las reglas y muchos las transgreden conscientemente. En el caso de las trabajadoras, también ejercen su agencia, pues saben que los mexicanos del PTAT son hombres casados (y por esta razón tal vez nunca se conviertan en relaciones definitivas), y así los aceptan como parejas.

 

Soccer. Los equipos de fútbol en Leamington

Algunos trabajadores temporales se integran a equipos de futbol que se conforman en las granjas donde laboran. Juegan en las canchas de los parques públicos o de las escuelas, por cuyo uso tienen que pagar una cuota.33 El conocimiento de estos migrantes sobre los espacios y tiempos para jugar futbol lo obtienen de los trabajadores que llevan más tiempo participando en el programa o de los mexicanos que ya son residentes y que se han unido a otros paisanos de su misma región o estado para formar algunos equipos, a los que habitualmente les ponen el nombre del estado, municipio o localidad de procedencia (por ejemplo Guanajuato, Puebla o Pachuca) o de su equipo predilecto (Chivas, América, Indios). La información también se las brindan los mánagers con los que trabajan y que organizan la liga de futbol en Leamington.

Los grupos de futbolistas ya conformados obtienen apoyo para comprar algunos balones en los diversos comercios establecidos de mexicanos a cambio de poner en los uniformes algún anuncio del patrocinador. Pero el principal "benefactor" de los equipos organizados en las granjas es la cerveza Tecate (de origen mexicano), que les compra los uniformes y los balones, regala objetos con el logo de la cerveza en los partidos, paga el arbitraje y la cancha. Claro que el apoyo no es tan altruista, pues en cada partido hay un stand donde se expende cerveza. Aunque algunos jugadores y organizadores han expresado su desacuerdo sobre este patrocinio, porque quieren "deporte sin alcohol", no han encontrado otro medio para subsidiar los gastos de los equipos. A veces también se suele hacer una colecta entre los miembros de éstos para solventar gastos no muy elevados que implica esta práctica.

El futbol es un deporte que ha "pegado" entre los trabajadores agrícolas, porque además de que es fácil de jugar y más o menos barato, la mayoría de los migrantes mexicanos y jamaiquinos lo conoce y lo ha practicado de manera cotidiana desde la niñez. El conjunto de elementos que se comparten al jugar o al observar un partido de futbol permite a los migrantes mexicanos y jamaiquinos moverse en las redes de significados, entendimientos y símbolos que forman parte de sus antecedentes culturales. Redes que les dan seguridad en un contexto social y económico diferente, en un medio ambiente nuevo y vivido desde la marginalidad. El futbol es un deporte con grandes figuras que los migrantes reconocen, y que no siempre provienen de los sectores hegemónicos, al contrario, han salido de las clases populares y marginales (como Maradona), por lo que muchos jornaleros que lo practican lo sienten más cercano (a diferencia de lo que pasa con el futbol americano, el basquetbol o el béisbol).

Para un jornalero agrícola mexicano recién llegado a Leamington, un equipo de futbol es un buen mecanismo para socializar, para tomar una cerveza, para sentirse en contacto con sus compatriotas y con su idioma, y para introducirse en la dinámica cotidiana del poblado, pues en la convivencia con sus similares obtiene información sobre lugares de trabajo, mánagers que dan buen trato, condiciones de las viviendas y medios de transporte para ir a Windsor, Toronto, Niágara, y donde de modo informal va aprendiendo palabras en inglés.

La interacción de un recién llegado con mexicanos que ya tienen mucho tiempo en el programa puede iniciar durante la formación de cuadrillas para la cosecha del tomate (aunque lo común es trabajar individualmente), con la organización de equipos para limpiar la vivienda, o con el pago del taxi en equipo para salir a pasear al pueblo o ir de compras. La segunda actividad colectiva (después de la organización en cuadrillas para el trabajo) es juntarse a beber cerveza el viernes o el sábado por la noche en el café/bar La Molissana o en el restaurante/bar Rumba Latina. Estas actividades pueden ser el preámbulo para ir contactando a quienes van a ver un partido los domingos o a aquellos que son jugadores de futbol y con los que se podría participar.

El ánimo de integrarse a un equipo también puede entenderse como el acto de un grupo de individuos segregados social y laboralmente, para apropiarse de un espacio, el campo de futbol, que es parte de un territorio ajeno, pero que se posee por un periodo específico y muy delimitado. Este tiempo casi siempre es un domingo por la mañana o algún sábado por la tarde, cuando empieza a declinar la cosecha, pues de lunes a sábado el trabajador se encuentra en los terrenos de cultivo, viveros, invernaderos o empacadoras. Si por alguna razón no está laborando, y quisiera "entrenar" en el campo de futbol, no podría hacerlo, ya que es el sitio donde se reúnen en las tardes de la semana, en distintos horarios, los jóvenes de diferentes edades.

En el caso de los trabajadores migrantes mexicanos, el campo de futbol también puede verse como un nuevo espacio sociocultural en el que es posible entablar relación con personas con las que cotidianamente no se tiene, y donde se comparten emociones y preocupaciones, incluso algo tan vital como los alimentos, por ejemplo con las familias de los migrantes hispanos que ya están establecidos o con las de mexicanos residentes. De alguna manera, convivir con ellos hace sentir menos "desprotegidos" a los recién llegados o a los que no tienen una amplia red de relaciones sociales. Es asimismo el espacio propicio para conocer a algunas mujeres locales o de otras granjas (los bailes son otro medio adecuado para ello) que asisten como espectadoras –aunque algunas de ellas van a apoyar a su pareja, llevan amigas que por el momento no tengan un "novio".

Así, en Leamington podemos comprobar lo que dice Dunning (2003) sobre los deportes: que brindan la posibilidad de estrechar lazos y de experimentar un sentimiento de continuidad y razón de ser en contextos cambiantes. El futbol como deporte tiene un carácter integrador, representativo, sentimiento que se genera en un momento concreto pero que puede prevalecer más allá del tiempo que dura el juego, y que el mexicano comparte con sus compatriotas cuando está en Canadá y se integra a alguna agrupación deportiva.

Como señalé, los equipos organizados llevan el nombre de una región o población de México, pero cuando se enfrentan a sus similares de otras ciudades de Canadá, adoptan el de la granja en la que trabajan o del pequeño poblado rural donde residen, sin importar que el equipo esté conformado por individuos que provienen de diferentes localidades o países. La confrontación deportiva con los otros es el momento en que se identifican con "su granja" o con Leamington, un lugar que no les pertenece, aunque vivan ahí más tiempo que en su propia casa. Los jugadores del equipo de Leamington, de cierta manera, se convierten en una unidad al enfrentar a sus similares de Niágara, Toronto, Windsor, o aquellos que participan en la copa regional de soccer. Cuando se unen para conformar el equipo de "su" granja o el de Leamington se genera entre los migrantes mexicanos un sentimiento de pertenencia a un colectivo, donde se comparte un conjunto de hábitos, actitudes y atributos, una ideología, una relación de pertenencia y un lenguaje específico, el de aquellos que "aman y gozan la intensidad del futbol".34

Así, ingresar a un equipo de futbol en Leamington no sólo implica realizar una actividad deportiva, también es un espacio de recreación, un canal para obtener información, para comunicarse en una misma lengua, para socializar, incluso para borrar diferencias, pues se exaltan valores de colectividad por encima de las disimetrías económicas (por ejemplo entre un migrante mexicano que tiene una temporada y aquel que lleva 15) o culturales con un implícito sesgo racial (por ejemplo entre mexicanos y jamaiquinos). Dunning (2003) afirma que la importancia de las actividades deportivas se debe principalmente a tres factores: son una de las fuentes donde se producen emociones agradables, son medios que dan sentido a la vida de muchas personas, y constituyen uno de los primordiales recursos de identificación de los sentimientos colectivos y del equilibrio grupal. Al identificarse con un equipo deportivo, la gente expresa su identificación con la ciudad a la que representa, o quizá con un subgrupo concreto, como una clase social o etnia (cit. en Angelotti Pasteur, 2008: 71).

Cabe aclarar que el futbol no siempre es unión y convivencia pacífica, ni siempre genera identificaciones armónicas; en ciertas ocasiones también representa una importante fuente de conflicto. Puede ser el espacio y el tiempo para expresar y establecer diferencias entre sí y con respecto a otros colectivos (ya sea dentro del campo o fuera de él). Por ejemplo, es común que mientras se espera turno para hablar por teléfono a México; se hace fila para realizar el envío de dinero; en el supermercado; en la peluquería; mientras se está esperando el taxi o se bebe una cerveza en el bar; se entablen discusiones sobre cuál es el mejor equipo en México: las Chivas o el América, el Atlas o el Santos, los Tiburones de Veracruz o los Jaguares de Chiapas; equipos que cada uno defenderá dependiendo de su lugar de procedencia o de sus simpatías, lo que "al calor de las copas" puede terminar en golpes. De igual modo, el futbol puede abrir brechas más grandes entre grupos que cotidianamente se mantienen separados, como los migrantes mexicanos y los jamaiquinos, que son contrincantes en el mercado laboral.

Asimismo, en la práctica del futbol puede observarse la distancia cultural y social entre grupos raciales, pues, en Leamington, ni libaneses, hindús, asiáticos (filipinos, coreanos, chinos), franceses, canadienses o europeos (italianos, polacos, checoslovacos) han constituido equipos para practicar este deporte, y mucho menos se incorporan a alguno de los compuestos por mexicanos. No obstante que los jamaiquinos conviven mucho con los migrantes mexicanos en términos laborales, la relación que mantienen fuera de este ámbito es mínima.

De acuerdo con Giddens (1995) se puede decir que entre los constreñimientos35 para que no todos los trabajadores se integren a la dinámica futbolera está la falta de tiempo y energía para asistir a los partidos (como jugador o espectador). Un jornalero migrante tiene en mente, de manera permanente, su deseo de hacer más dinero en el menor tiempo posible, con el fin de enviar a su familia lo más que pueda; por ello muchas veces acepta trabajar fuera de la granja y del horario fijo y así ganarse unos cuantos dólares extra. Aunado a ello, muchas veces la jornada durante la semana es muy pesada, por lo que el trabajador prefiere pasar los domingos descansando, bebiendo cerveza, paseando con su pareja o preparando algunos alimentos para comer en la semana.

Ahora bien, el medio para mantenerse informado de lo que pasa en las ligas mexicanas, centro y sudamericanas de futbol de primera y segunda división (o primera A, en el caso de México) es un periódico/ boletín semanal editado por el Programa de la Comunidad para el Trabajador Migratorio, que se distribuye de manera gratuita en varios locales comerciales (farmacias, agencias de envíos de dinero, tiendas de productos mexicanos y a la salida de los supermercados). El semanario también trae información de los equipos de mexicanos formados en la región, y otra de índole más social, como avisos de defunciones de mexicanos, normas de seguridad (principalmente las concernientes al uso de la bicicleta y de cómo conducirla en lugares donde no se ha destinado un espacio para su tránsito; sobre el buen uso de las alarmas contra el fuego; y de enfermedades como la influenza y la varicela) o asuntos relativos al trabajo del consulado mexicano. Casi toda la propaganda que se inserta en el semanario tiene que ver con comercios de mexicanos, abogados que ofrecen sus servicios a éstos para arreglar problemas de su estatus migratorio, productos o alimentos que éstos consumen, etcétera; es decir, con todo aquello que les sea útil o esté relacionado con "lo mexicano".

Otro medio para conocer información deportiva en español, pero que sólo es accesible para quienes cuentan con los aparatos receptores, es una estación de radio local desde donde se transmite "La Hora Latina" (en 92.7 F.M.), los domingos de 6:30 a 7:30 a.m. También pasan música en español y entrevistan a personajes clave para los migrantes mexicanos (médicos, personal del consulado, los trabajadores más antiguos del programa, bomberos, policías, etcétera).

 

Saturday dance

Debido al relativo aislamiento en que se encuentran los trabajadores temporales (que habitan viviendas fuera del pueblo, a veces a dos o tres kilómetros de distancia, alejados de otras casas), los bailes que se organizan los sábados por la noche en La Molissana o en el Rumba Latina resultan muy significativos en su vida cotidiana, pues representan el espacio de esparcimiento, de interacción social, de convivencia, de conquista/cortejo de mujeres locales, salvadoreñas, europeas (principalmente del Este) y algunas latinas. En estos lugares, aunque de forma velada, se da también la prostitución. En el caso de las trabajadoras mexicanas, el baile es el momento y el espacio para distraerse, gozar, olvidar los problemas de la familia, del trabajo, de la casa donde residen con sus compañeras jornaleras; de conocer hombres y coquetear, o de disfrutar a la pareja fuera del ambiente laboral.

El primero de los bares es propiedad de italianos, ya ciudadanos canadienses, y el segundo es de una familia mexicano–guatemalteca, también ya canadiense. Son lugares públicos de libre acceso y gratuitos36que están registrados en la Cámara de Comercio local como expendedores de alimentos, el primero como café y el segundo como restaurante. Sin embargo, en ambos venden bebidas alcohólicas, se puede jugar billar o dominó y se realizan bailes en habitaciones anexas al primer espacio, acondicionado para tomar los alimentos. Cabe mencionar que aunque son lugares de acceso público, los asistentes no suelen ser los canadienses, los habitantes tradicionales de Leamington, sino hombres y mujeres de los sectores marginados, sobre todo los integrantes del Programa de Trabajadores Agrícolas.

La música que se toca en los bailes puede ser "en vivo", con grupos musicales locales o los formados por los mismos trabajadores temporales, o, como sucede en La Molissana a finales de la temporada de cosecha, a través de una computadora donde se han cargado las melodías de diferentes ritmos, principalmente tropical y de banda norteña (aunque también se tocan románticas –que posibilitan el acercamiento físico– y rancheras –de mariachi–).

Es común que los salones estén abarrotados de hombres, bebiendo cerveza, "cubas" o sodas. En las mesas de un rincón están las mujeres que cobran por un beso, un abrazo, un baile o "lo otro" (relaciones sexuales), quienes por lo general son mujeres locales de entre 40 y 50 años o con sobrepeso; los trabajadores que asisten van de los 20 a los 45–48 años de edad.37 En un extremo, al frente, cerca de la plataforma donde están tocando la música, se ubican las mujeres sin pareja: las trabajadoras temporales mexicanas o las salvadoreñas, a las cuales sacan a bailar los trabajadores mexicanos. Hay códigos que los asistentes a los salones de baile van aprendiendo a lo largo de las temporadas que llevan en Canadá. Por ejemplo, si la mujer accede a bailar varias piezas con un solo hombre, le acepta una soda o una cerveza, y se mantiene atenta a su conversación, puede ser indicio de que una relación sentimental está comenzando (aunque cabe aclarar que pocas veces las mexicanas aceptan un encuentro sexual con hombres que apenas conocen en los bailes –es más factible que lo hagan con los jornaleros mexicanos con los que trabajan en la misma granja y con los que llegan a entablar relaciones afectivas–).

En la ropa que usan las mujeres que asisten a los salones de baile, aun cuando no se ve extremadamente elegante –o de fiesta–, hay un toque de coquetería que la distingue de su ropa de diario. Algunas usan blusas con escotes pronunciados, pantalones entallados o vestidos cortos (esto es más notorio en las locales).

Debido a que el número de mujeres que asisten sin pareja es muy reducido, suelen ser muy solicitadas por los concurrentes. Las que llevan pareja, generalmente sólo bailan con ella, y en el encuentro en la pista de baile el "orden moral relativo al cuerpo" no existe para ellos, pero sí para los otros hombres o mujeres que van solos y que "deben" mantener la distancia con aquellos desconocidos con los que bailan. Tal vez por ello en muy contados casos observé que la mujer que iba acompañada bailara con otro hombre. Si lo hacía, éste por lo regular era un amigo o acompañante de su pareja. A La Molissana o a Rumba Latina también van otras parejas no mexicanas, pero no van a bailar sino a observar el ambiente y a beber.

El baile en estos sitios pudiera considerarse sólo un acto recreativo, pero además puede pensarse como un espacio de resistencia de hombres y mujeres, que aun bajo constreñimientos estructurales que rigen, o pretenden normar, su vida cotidiana, sus movimientos y desplazamientos, su tiempo, su comportamiento y su cuerpo (tanto en un territorio ajeno como en su propio país38), invierten el poco tiempo que se les permite fuera de los lugares y horario de trabajo en una actividad que les posibilita expresarse a través de su cuerpo y de los sentimientos que afloran por los efectos de la música o del alcohol.

Por una noche estos bares son su dominio. Toman posesión de este lugar tanto física como social y simbólicamente. El espacio les pertenece y ellos le pertenecen a él. Aunque al salir del umbral del salón de baile sean de nuevo extranjeros, hispanoparlantes en un país anglosajón, y anónimos en un territorio que los ha hecho invisibles en muchos aspectos.

El baile también tiene otras funciones. Para algunas, es un recurso para olvidar; es el escape (Sevilla, 1996) de una realidad que no les gusta, un refugio donde descargan todos los sentimientos acumulados: el coraje, la tristeza, el desánimo, los resentimientos. En el baile se ejercita el cuerpo y la mente, se olvidan de los problemas del trabajo, de la casa de mujeres, de la familia (Sevilla, 1996), se "sacan los nervios". Se disfruta el propio cuerpo y el del otro sin que medie la sanción social o el compromiso. El baile es asimismo una estrategia de seducción tanto para hombres como para mujeres.

Además, esta actividad les brinda a las trabajadoras la oportunidad de rehacerse y representarse como mujeres en un ámbito mayormente masculino. Por un día pueden pintarse los labios, los ojos, peinarse, "verse bonitas" sin temor de que el calor, la lluvia o el sudor les "corra" el maquillaje o los ventiladores del vivero las despeine. La gorra, las camisetas grandes, las botas, los pantalones flojos de mezclilla, quedan atrás y dan paso a que blusas de telas finas, escotadas, con olanes, pantalones entallados, vestidos o minifaldas, salgan a relucir. El sábado por la noche les da la posibilidad no sólo de recuperar su feminidad, sino de vivir sensaciones que muchas de ellas habían olvidado –o quizá nunca experimentaron–. Se sienten bellas, deseadas, valoradas.

 

Algunas reflexiones

El PTAT es parte de una tendencia mundial de canalizar a los migrantes hacia empleos, en áreas específicas, que los trabajadores locales no aceptan. En estos programas se controla su tiempo, movilidad, dinero, vida y prestaciones laborales, con "mecanismos hechos a la medida" de los patrones. El migrante es visto como mano de obra desechable, al que se le exprime su fuerza y juventud, y al ya no ser útil es devuelto a su país para que éste cargue con los costos sociales (Pickard, 2005: 9) que implica tener hombres y mujeres enfermos y viejos.

Incluso, el control que se quiere ejercer en los programas de trabajadores temporales puede llegar a convertirse en el panóptico del que habla Foucault (1993). Por ejemplo, algunos trabajadores entrevistados en Leamington dijeron que sus patrones les advirtieron que para la próxima temporada (2010) habrá cámaras de video en todas las instalaciones de la granja, para evitar que pierdan el tiempo en el baño o corten/pizquen las frutas u hortalizas a velocidad de "tortuga".

Si recordamos lo que menciona Scott (1985), este tipo de estrategias utilizadas por los trabajadores son una forma de resistencia ante condiciones y situaciones que no pueden enfrentar abiertamente, por lo que buscan la manera de hacer patente con "estas armas de los débiles" su inconformidad frente a sistemas laborales que coartan en modos diversos su libertad de acción y decisión.

Ahora bien, lugares como Leamington nos permitieron observar que la segregación social de los trabajadores temporales también se manifiesta como segregación espacial y cultural; y las granjas fueron la esfera que nos ayudó a no perder de vista cómo el control social del tiempo y del espacio es parte o reflejo de la dominación social que los trabajadores agrícolas temporales viven cotidianamente. Giddens apunta que la lucha por la duración de la jornada laboral no es sólo la expresión más directa de un conflicto de clase en la economía capitalista (Giddens, 1981b; cit. en Postone, 2006), sino que además exhibe, y contribuye a, la constitución del tiempo como una medida abstracta de actividad (Postone, 2006: 285). Tal constitución del tiempo, junto con la restricción social de los espacios públicos para el esparcimiento a los que tienen acceso los trabajadores temporales y lo limitado de los recursos monetarios que pueden destinar para ello, hizo posible ejemplificar (o se intentó) en esta investigación el uso del tiempo libre en esferas diferentes a la granja, al panóptico del que habla Foucault en Vigilar y castigar (1993).

Las actividades realizadas por los trabajadores agrícolas temporales en su tiempo libre sólo pueden ser entendidas si las vemos en el marco de un sistema económico neoliberal en el que se han revitalizado muchas prácticas laborales asociadas a la proletarización, al control del tiempo, a medir el desempeño del individuo en función de lo producido en determinadas horas o minutos, y a la pérdida de los derechos de los trabajadores. Un sistema en el cual el control, la vigilancia y la abierta represión por parte de los empleadores delimita el ámbito de acción de los participantes en el PTAT, mexicanos que en Canadá deben aprender (y lo han hecho con cierta eficacia) a construir un nuevo modo de vivir, de ser migrante temporal, de ser hombre o mujer, y de ser trabajador, jornalero agrícola, a diferencia de sus similares en México.

Pickard (2005: 1) apunta que la globalización corporativa necesita migrantes en números cada vez mayores, pero las empresas contratantes los quieren debilitados, acosados, controlados, para que encajen en el lugar reservado para ellos en el actual sistema económico. Así se crean y existen diversas medidas tendientes a imponer un control y una disciplina corporal que favorezcan los requerimientos laborales, y donde el tiempo de trabajo se constituye en un mediador social que busca delimitar el espacio de movilidad y tiempo de los sujetos a los que va construyendo como simples engranajes de la producción.39

Empero, ese control no es total, pues por lo menos en su tiempo libre el trabajador tiene un margen de acción. A ello se suma que al estar alejado de vecinos, familiares, amigos, él se siente anónimo, libre para desenvolverse, aun bajo los constreñimientos estructurales laborales y sociales que vive en Leamington. Acciona y ejerce su capacidad de agencia al formar parejas temporales, al participar en equipos de futbol, y al asistir y disfrutar de los bailes. No obstante, ese anonimato y libertad pueden eliminarse o ser mínimos cuando regresan a su pueblo, pues independientemente de su comportamiento en Canadá, al regresar a su casa se sienten respetados y reconocidos, por lo cual su conducta debe estar dentro de los cánones socialmente permitidos.

Aunque en este documento no se hizo mucha alusión a las desigualdades de género en el mercado laboral y en el lugar de trabajo, no podemos dejar de reconocer que éstas existen, aun en este país del llamado Primer Mundo. Sin embargo, de acuerdo con Giorguli e Itzigsohn (2006), puede señalarse que, incluso con las limitaciones sociales, las mujeres logran mayor autonomía personal e independencia en el nuevo contexto que les permite actuar diferente de lo que lo harían en su localidad de origen, donde se encuentran bajo la mirada de familiares, vecinos y conocidos.

Asimismo hay que destacar que a lo largo del tiempo que el trabajador mexicano ha ido a Canadá, ha acumulado un bagaje de conocimientos que le permite actuar y, en cierto modo, entender las circunstancias que enfrenta, aunque no sea totalmente satisfactorio para él. Este cúmulo de conocimientos situacionales también lo ayuda a construir un "lugar" desde el cual ubicarse y verse en relación con los otros (compatriotas, mánager, habitantes de Leamington), y desde el cual ejercer su capacidad de decisión y acción para efectuar las actividades que lleva a cabo en su tiempo libre, aun cuando existan dentro de un limitado espectro de opciones. Con el baile, el futbol y la formación de parejas temporales, el trabajador va creando espacios sociales y simbólicos alternativos, donde se mueve bajo nuevas formas de sociabilidad.

Las estrategias que utiliza en estos espacios creados no suponen el retorno a formas culturales conocidas o practicadas en su lugar de origen, sino que dejan ver la capacidad de los individuos de transformar su realidad de alguna manera, aunque esta transformación sea momentánea, circunstancial, y se realice en un medio físico, social y cultural diferente del de su procedencia.

El uso del tiempo libre y el tipo de actividades que se efectúan en éste brindan información para detectar las distancias sociales entre grupos raciales, culturales y económicos diferenciados. Prácticas que también dan señales de la existencia de ejercicio de poder y quizá de violencia tanto física como simbólica, así como de posibles iniciativas de resistencia. Los datos etnográficos obtenidos en la población de Leamington permitieron ver distintos ámbitos, fuera del laboral, como espacios sociales y simbólicos donde convergen individuos que se mueven en un mismo territorio geográfico, pero que por razones sociales, económicas, culturales e incluso raciales, no interactúan o no se reúnen cotidianamente.

Ingresar al PTAT es, para numerosos mexicanos, una de las pocas opciones, si no la única, que tienen para acceder a un empleo que posibilite su sobrevivencia y la de la familia que se quedó en su lugar de origen. En este contexto, el futbol, el baile y la pareja, además de entenderse como parte de la recreación, pueden percibirse como un medio que les ayuda a sortear dificultades y a establecer relaciones que les son útiles para mantener su empleo y subsistir en un medio poco conocido y varias veces adverso.

Los datos etnográficos me llevan a considerar que, para muchos migrantes, los ámbitos presentados en este escrito pueden verse como referentes importantes, los medios para reconstruir y recrear parte del mundo perdido, dejado atrás por el traslado a un nuevo país, en el que se enfrentan a códigos culturales, sociales y lingüísticos diferentes, ajenos. También, como medios que les ayudan, mediante el ejercicio físico, a sacar la frustración que sienten ante los abusos que cometen contra ellos patrones, mánagers, transportistas, policías, comerciantes, incluso los mismos jornaleros mexicanos con los que comparten la casa o el surco de hortalizas en el que trabajan.

 

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Notas

* La investigación de campo fue realizada para el proyecto "Trabajo transnacional, políticas laborales de género y organización familiar. Mujeres transmigrantes temporales de México a Estados Unidos y Canadá", que desarrollo junto con la doctora Ofelia Becerril del Centro de Estudios Rurales de El Colegio de Michoacán. El trabajo de campo en Canadá fue posible gracias al apoyo económico de International Council for Canadian Studies.

1 Sin embargo, una encuesta realizada en la municipalidad ese mismo año menciona que hay 19 365 habitantes permanentes y 7 485 inmigrantes, la mayoría de ellos mexicanos y jamaiquinos que llegan a través del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT). En esta encuesta se destaca que Leamington tiene el más alto porcentaje (4.9 por ciento) de latinoamericanos en Canadá; aunque también cuenta con una alta proporción de libaneses.

2 Inicialmente eran granjas familiares, pero en los últimos 20 años éstas han decrecido, dando paso a las grandes industrias en las que se invierten importantes cantidades de dinero, de capitales no siempre locales.

3 Durante el invierno se mantiene una temperatura alta dentro de los viveros e invernaderos, pero al salir de ellos el trabajador se enfrenta a temperaturas más bajas, por lo que las enfermedades respiratorias son frecuentes. Mientras que, en el verano, las temperaturas dentro de las instalaciones son muy altas, entonces el trabajador tiende a deshidratarse y a sentirse débil por el exceso de calor.

4 Por ejemplo, en el caso del tomate, sólo toma tres meses que el producto vaya de la semilla a la mesa del consumidor.

5 En este programa, los trabajadores deben pagar su alojamiento, su boleto de avión a Canadá y los honorarios de los contratistas. Hasta ahora, en el PTAT en Leamington, los trabajadores no pagan la vivienda, sólo aportan un porcentaje del costo de su boleto (aunque algunos dicen que el costo total se les descuenta de su salario) y no pagan al contratista. Sin embargo, varios trabajadores hablaron de funcionarios corruptos en la Secretaría del Trabajo en México, quienes les piden determinada cantidad de dinero para que sus expedientes sean de los primeros en la lista y se les envíe pronto a Canadá.

6 Gran parte de la información sobre el PTAT proviene del Informe General "Condiciones de los trabajadores agrícolas migrantes en Canadá 2008–2009", elaborado por la UFCW (United Food and Commercial Workers Union), de Canadá.

7 En México, la Embajada de Canadá se reserva el derecho de hacer los exámenes médicos, expedir las visas laborales y realizar las entrevistas que juzgue necesarias.

8 Al principio, el reclutamiento y las contrataciones se efectuaban en las oficinas de la Secretaría del Trabajo en la Ciudad de México; ahora, estos procedimientos se hacen en las oficinas de esta dependencia en los estados, pero el examen médico y las entrevistas se siguen llevando a cabo en el Distrito Federal.

9 Los términos de las condiciones de vida se determinan anualmente en reuniones sostenidas por el gobierno canadiense, el del país de origen de los trabajadores y los representantes de los empleadores agrícolas. Los trabajadores no son tenidos en cuenta ni disponen de algún representante que asista a estas sesiones.

10 Desde su contratación se le asigna un seguro médico que cubre la atención y medicación en caso de enfermedades producidas por la naturaleza del trabajo desempeñado o por accidentes ocurridos en el lugar y horario de trabajo.

11 En la provincia de Ontario, los trabajadores agrícolas migrantes tienen prohibido afiliarse a algún sindicato. Si lo hacen o se sospecha que, aun sin afiliarse, tienen contacto con éste, son sancionados de diversas formas; la más extrema es mandarlos de regreso a su país y no volver a contratarlos dentro del programa.

12 Una trabajadora dijo: "Cuando hay más trabajo entrábamos, había veces a las seis de la mañana y salíamos ocho, nueve de la noche. O había veces que rolábamos el turno. Por ejemplo, en febrero que hay mucho trabajo, entrábamos cuatro de la tarde y muchas salíamos cuatro de la mañana, otras entraban a las cuatro o cinco de la mañana y salían hasta en la tarde. Cuando hay mucho trabajo sí trabajamos mucho".

13 Por ejemplo, en 1992, el salario estipulado para un trabajador de una granja era de 8.43 dólares por hora, pero si se le contrataba para desarrollar tareas en el cultivo de frutas y vegetales, era de 6.78 (tipo en el que se ubican los trabajadores del PTAT). En 1995, el salario del primero había subido a nueve dólares por hora, mientras que el del segundo era de 7.32 dólares por hora. Para 2001, en la provincia de Ontario se pagaba a este tipo de trabajador 7.10 dólares por hora, que es menor al que se le paga a un trabajador local; sin embargo, para los mexicanos, al enviar su dinero a México, representa entre ocho y nueve veces más de lo que podrían ganar por día en su país.

14 Al finalizar la temporada el trabajador debe presentar su declaración de impuestos; para ello integrará a ésta la forma llamada T4, donde se registran sus ingresos y deducciones, y que el empleador le debe entregar para que decida quién le hará el procedimiento (hay organizaciones que efectúan el trámite de manera gratuita). Sin embargo, hay patrones que la entregan directamente a empresas privadas y obligan al trabajador a acudir con ellas, quienes le cobran una sustantiva cantidad por el servicio.

15 Idealmente, el patrón debe proporcionarles el hospedaje de forma gratuita, pero se han dado casos en que éste descuenta al trabajador lo relativo a la renta de la casa, la luz, el gas, más un porcentaje por el deterioro del mobiliario.

16 Es importante destacar la dependencia que se va estableciendo del trabajador hacia el empleador, que puede observarse en varios aspectos. Por ejemplo, el trabajador al llegar no cuenta con los recursos necesarios para abastecerse de los comestibles para alimentarse durante una, dos o tres semanas (antes de que le paguen su primer salario), por lo que el patrón le presta dinero para hacer sus compras. Pero éste se lo descuenta de su salario en las siguientes semanas, lo que se suma a los descuentos ya mencionados (entre los que están la obtención del pasaporte, el examen médico y el examen de VIH, que deben hacerse de manera obligatoria antes de partir, y que el trabajador paga).

Otro ejemplo es la relación de sujeción que se da entre el trabajador y el patrón. El primero cuida su empleo y el segundo exige contar con "buenos y obedientes" trabajadores. Durante el tiempo que están adscritos los mexicanos al programa no pueden cambiar de patrón, por lo que tienen que trabajar duro y ser dóciles para que los cataloguen como buenos trabajadores y así el mánager/patrón los solicite la próxima temporada. Sólo si el empleador o el mánager comete algún delito grave en contra de los trabajadores (realmente grave como para atraer la atención de las autoridades del consulado o de alguna otra organización que defienda a los trabajadores agrícolas) se le castiga retirándole de la lista de empresas participantes en el PTAT. Si no son denunciados los abusos, o no son lo "suficientemente importantes", no se toma ninguna medida de sanción en contra de los empleadores. Por este modo tan extremo de relacionarse con el patrón o mánager/evaluador, el trabajador pierde autonomía y libertad y queda atado no sólo laboral sino también, en cierta forma, psicológicamente al empleador.

Un último ejemplo lo vemos en el control que tiene el empleador sobre sus trabajadores desde el momento en que llegan al aeropuerto de Canadá. Ahí los recibe el cónsul de México en ese país, los separan por granjas/empresas y los "entregan" a los patrones o encargados enviados por los empleadores. Los recoge un autobús y del aeropuerto los lleva directo al sitio en que estarán mientras dure su contrato. En las casas de la empresa los reciben los supervisores, que generalmente hablan español (los trabajadores casi nunca tienen trato con los dueños de las empresas/granjas, a menos de que sean pequeñas industrias agrícolas familiares), quienes les indican las reglas de la casa, los horarios de trabajo y las normas de la empresa (al día siguiente, al integrarse al trabajo, se les explica lo relativo al funcionamiento del vivero, invernadero o empacadora y las tareas que deben realizar). Este mecanismo, por una parte, les facilita a los trabajadores su llegada al centro de trabajo, pero también los ata a la empresa, pues no manejan el idioma y no conocen cómo moverse del aeropuerto a la ciudad y de ahí a la granja que se les asignó (las granjas por lo general están alejadas de las grandes ciudades y no siempre hay transporte público para llegar a ellas).

17 En Leamington no se puede hablar de los trabajadores temporales mexicanos como un grupo homogéneo que se desenvuelve de igual manera en el ámbito laboral y en el social, por lo que considero necesario caracterizarlos brevemente para poder entender su "estar" en el poblado y en el PTAT.

1. Trabajadores que tienen entre 15 y 20 temporadas. Su edad oscila entre 48 y 53–55 años; muchas veces la necesidad económica ya no es el principal motor para seguir yendo a trabajar a Canadá; en algunos casos los hijos han crecido, ya tienen una profesión, y se han ido del hogar materno/paterno, por lo que el/la trabajador/a se encuentra solo/a y ve su viaje a Canadá como una forma de sentirse activo/a y de estar acompañado/a, por lo menos durante los ocho meses que dura su contrato. Han vivido más tiempo en Canadá que en México, por lo que su contribución a la economía del primer país ha sido significativa.

2. Los que tienen entre diez y 14 temporadas. Generalmente ya han podido construir su casa con el dinero obtenido en Canadá y sus hijos están en preparatoria (algunas/os enfrentan el problema de que éstos ya no quieren estudiar, lo que de alguna manera ejerce menos presión sobre la cantidad de dinero que tienen que enviar a su casa en México. Otras/ os viven la satisfacción de que sus hijos han podido entrar a la universidad, lo que significa que los gastos aumentarán y la presión para mantenerse en el programa suele ser mayor).

3. Aquellos que llevan entre cinco y nueve temporadas. Tienen hijos aún en edad escolar, por lo que su principal preocupación económica es continuar enviándoles dinero para que prosigan sus estudios. Algunas mujeres participantes también tienen en mente comprar un terreno para edificar su casa, y en caso de contar ya con el primero, comprar los materiales para construir la segunda. Son de las que dicen que seguirán trabajando en el PTAT hasta que el cuerpo aguante (ya no sienten la misma aprehensión, tristeza o desubicación que las recién llegadas, pero sí la preocupación por sus hijos, pues están detectando problemas de conducta en ellos, por su ausencia).

4. Las y los recién "llegados" al programa, que tienen entre una y cuatro temporadas. Leamington es el primer lugar al que llegan a laborar en Canadá, tienen entre 22 y 35 años de edad, no cuentan con una red de relaciones que los apoye en este lugar, y no conocen los "códigos" que necesita saber cualquier trabajador agrícola para desenvolverse en el poblado y en la granja. Ingresan al programa sin un conocimiento previo del poblado, de los sitios de trabajo, de las normas en las viviendas que habitarán o de las actividades que tendrán que realizar.

18 Aunque en nada se comparan a las que viven los jornaleros agrícolas indocumentados en Estados Unidos.

19 En efecto, los trabajadores mexicanos sacan la producción en menos tiempo y en la cantidad que se precisa para surtir los pedidos que tengan las granjas, aunque ello implique trabajar horas extra –que no se les pagan–, domingos y días festivos.

20 Hasta hace unos años, cuando era la temporada alta, se tenía que pagar de forma escalonada: el miércoles se pagaba a unos, el jueves a otros y el viernes a los restantes. Esto para evitar aglomeraciones en los bancos, que los viernes no podían cerrar a la hora acostumbrada (5 p.m.) sino hasta 8–9 de la noche debido a la gran cantidad de gente que llegaba a cambiar su cheque. Actualmente se les paga mediante una tarjeta que pueden usar cualquier día en el cajero automático.

21 Es importante destacar que, en estas tiendas, los migrantes no sienten discriminación por su origen o por no hablar inglés; pues son de autoservicio y tienen muy poco contacto con los empleados, quienes sólo les cobran la mercancía. Si los mexicanos no entienden cuánto deben pagar, las cajeras les señalan la cantidad en la caja registradora. En estas tiendas encuentran ropa, muebles, enseres domésticos, ropa de cama, cortinas, cuadros, zapatos, bolsas, cinturones, juguetes, herramienta.

22 La razón que dan los hombres para esta ausencia es que el sacerdote las regañaba mucho por su comportamiento y "falta de moral". Las mujeres entrevistadas argumentan que, como tienen poco tiempo para hacer algo que les guste, prefieren ocuparlo en otra cosa que ir a la iglesia.

23 La amistad generada entre el sacerdote y el trabajador ha propiciado la visita del primero al hogar del segundo en México. Cuando llega, la familia del trabajador aprovecha para que bautice a algún niño, bendiga la casa o algún vehículo comprado con el dinero ganado en Canadá, o simplemente para "presumir" ante sus vecinos y amigos que un sacerdote de Canadá los visitó.

24 Algunos trabajadores temporales, respondiendo a la invitación de miembros de otros grupos religiosos, pueden asistir a los cultos en la iglesia bautista hispana, a un salón del reino de los testigos de Jehová o a un templo pentecostal, donde se da un espacio y un tiempo para la convivencia al término del servicio. Así, las organizaciones religiosas agregan a su función estrictamente religiosa la de ser un centro recreacional que permite y fomenta la vida social de los adherentes, y algunas veces reproduce su identidad nacional (sobre todo en los casos en que se reúnen, en los servicios en español, exclusivamente los migrantes mexicanos).

25 Concepto que tomo en el sentido que le dan Giddens (1981a) y Long (1997). Desde la perspectiva del primero, agencia está vinculada al concepto de acción; esto es, entendida como la "capacidad de hacer" y la "capacidad de saber" (Giddens, 1981a). La "capacidad de hacer" implica la posibilidad de los agentes de "actuar de otra manera", o sea, que se es capaz de intervenir en el mundo, o de abstenerse de esa intervención, con la consecuencia de influir en un proceso o un estado de cosas específicas (Giddens, 1995).

26 Actualmente hay un significativo número de solteras que anota como dependientes económicos a sus padres. Otras han conseguido registrar a sus sobrinos como hijos, por lo que aparecen como madres solteras sin realmente serlo.

27 En Canadá, las salvadoreñas y guatemaltecas tienen el estatus de refugiadas políticas y se les dio asilo durante los conflictos armados que vivieron sus países en las décadas de los ochenta y noventa. Muchas de ellas trabajan, pero también hay quienes viven de los subsidios que les da el gobierno.

28 Generalmente comen fuera de la casa de los hombres y de la de las mujeres (si hace buen tiempo, lo hacen en las mesas que se encuentran fuera de las casas; si hace frío, lo harán en el comedor de los trabajadores, donde toman el almuerzo al mediodía); sin embargo, algunos mánagers reportan que ha habido quejas de las mujeres que habitan la casa, porque los "novios" llegan a comer con su pareja a la vivienda).

29 Cabe mencionar que su estancia en Canadá también les ha "abierto" los ojos en materia de anticonceptivos a muchas trabajadoras, pues las más aventajadas e informadas les comentan a las nuevas sobre lo último en este ramo. Por ejemplo, una chica de clase humilde, de Tlaxcala, traía un chip anticonceptivo injertado en el brazo (medio que no regalan, ni ponen, en el Seguro Social o Centro de Salud, sólo lo proporciona un médico particular).

30 Aunque si ambos ya tienen varios años en el programa, se puede volver una relación más estable, en la que se reencuentren cada año en la misma granja. Algunos dicen que pasan más tiempo con sus parejas en Leamington que con su esposa/esposo e hijos en México.

31 Hay algunos hombres del PTAT que, aunque han tenido parejas que son también del programa, hablan muy mal de ellas: "las trabajadoras aquí sólo son para dos cosas: hacer de comer y...", con lo que dan a entender que son relaciones temporales y nunca se casarían con ellas.

32 Nos contaron el caso de una trabajadora que se "enredó" con su patrón, un pequeño agricultor. Él le regaló un celular al que le marcaba a todas horas preguntándole dónde andaba; la invitaba a pasear fuera de Leamington, y ella podía trabajar al ritmo que quisiera porque sabía que no le llamarían la atención. Sin embargo, el patrón/novio la empezó a celar cuando vio que ella hablaba con otros trabajadores y regresaba tarde del pueblo; la situación llegó a tal grado que un día él la siguió, la empezó a jalonear en la calle, ella gritó y la gente de las casas aledañas llamó a la policía, que detuvo al hombre porque hubo violencia física de él hacia ella. La trabajadora aprovechó la detención y lo acusó de acoso sexual, pero varias mujeres que la conocían aseguraron que ella sí tenía que ver con él (mantenían relaciones), porque le aceptaba todos su regalos y salían juntos; además, decían que ella "había dado pie" al maltrato de su patrón/novio porque estaba saliendo con otros hombres.

33 Se dice que el dinero cobrado se destina a su mantenimiento.

34 Dicho recurrente de un cronista deportivo mexicano de la compañía Televisa.

35 Giddens (2005) distingue tres tipos de constreñimientos: a) materiales: límites que el cuerpo y el ambiente físico imponen a los agentes; b) sanciones: se derivan de respuestas punitivas de unos agentes sobre otros; por regla general se imponen en las interacciones sociales y van desde la aplicación de la fuerza y la violencia "hasta la expresión atenuada de una desaprobación"; y c) estructurales: provienen de las prácticas institucionalizadas y de las propiedades estructurales que el agente, en cuanto individuo, no puede cambiar.

36 Sólo pagan su consumo (no el cover, como en otros bares).

37 A la fecha, la edad de los trabajadores fluctúa entre 24 y 53 años, y la de las mujeres, entre 22 y 50 años.

38 En el que sólo están por cuatro meses. Aunque cabe apuntar que esto no es tan real, pues desde meses antes de su partida a Canadá tienen que empezar a hacer los trámites para su contratación en la nueva temporada. Así que físicamente pueden estar en su lugar de origen, pero mental, y tal vez emocionalmente, ya se encuentran en Canadá.

39 De alguna manera, estos constreñimientos son reproducidos por los mismos trabajadores. Giddens (1981a), al plantear la teoría de la estructuración, menciona que los agentes internalizan las rutinas institucionales como algo dado. Así, los agentes interpretan tácitamente como algo "fijo" las rutinas sociales en las que participan todos los días, es decir, como circunstancias que ellos no pueden cambiar (Cohen, 1996).

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