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Alteridades

On-line version ISSN 2448-850XPrint version ISSN 0188-7017

Alteridades vol.19 n.37 Ciudad de México Jan./Jun. 2009

 

Nuevas museologías del siglo XXI

 

Museografía con una comunidad transnacional*

 

Museography with a transnational community

 

Georgia Melville**

 

** Doctoranda en Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Av. San Rafael Atlixco núm. 186, col. Vicentina, 09340, México, D.F. <georgiamelville@hotmail.com>.

 

* Artículo recibido el 04/08/08
y aceptado el 13/06/09.

 

Abstract

This article presents a museographic project created with a transnational community from the Mixtec region of Oaxaca. The aim of this work is to demonstrate how transnational communitarian museography is a clear step away from more traditional museum forms that are strongly linked to colonial and national contexts, as well as to hegemonic discourse. This text also explores the complexity of social practice and interest in the creation of new museum forms that increasingly involve a greater diversity of participants.

Key words: museography, communitarian museums, subaltern, transnational community.

 

Resumen

Este artículo presenta un proyecto museográfico realizado en una comunidad transnacional de la región mixteca en Oaxaca. El propósito es demostrar cómo la museografía comunitaria transnacional deja atrás formas más tradicionales de museos, fuertemente vinculados a contextos coloniales y nacionales y a un discurso hegemónico. Este texto también destaca la complejidad de la práctica y el interés social en la creación de nuevas formas de museos que involucren cada vez más a una mayor diversidad de participantes.

Palabras clave: museografía, museos comunitarios, subalterno, comunidad transnacional.

 

Introducción

Desde sus inicios, las prácticas de los museos han recorrido un largo camino, pero siempre han sido producto de contextos históricos y sociales bajo los cuales han sido creados. Recientemente, muchos autores (Anderson, 2004; Hooper–Greenhill, 2000; Knell, MacLeod y Watson, 2007; Simpson, 2001, etcétera) argumentan que ha habido un cambio en las prácticas de producción de museos. Con referencia a ello, este texto examina un proyecto de museografía comunitaria producido en un contexto original: fue creado transnacionalmente con los jóvenes de una comunidad indígena que emigra en gran número de San Miguel Cuevas, Oaxaca, a Fresno, California. Por lo tanto, el presente artículo brinda un vistazo de la creciente flexibilidad en el mundo de los museos hoy en día.

 

La diversidad de museos

Si bien pueden ser rastreados desde los orígenes de la Antigua Grecia, los museos en su forma moderna aparecieron primero en la Europa del siglo XVIII, y desde este periodo hasta mediados o finales del siglo XX han sido dirigidos en gran parte por esfuerzos coloniales y nacionalistas. En ellos, a menudo el material de exhibición es recolectado de las periferias indígenas rurales y presentado en centros urbanos hegemónicos. Por consiguiente, muchos autores (como Bennett, 1995) han sostenido que los museos tradicionales son instituciones de poder hegemónico.

Sin embargo, desde alrededor de los años sesenta, los museos han tomado otra dirección debido en gran medida a los variados y cambiantes contextos en los que hoy son creados. Los museos están extendiendo cada vez más sus prácticas a otros grupos, dando como resultado una mayor coyuntura decisiva para estas instituciones. En la actualidad, somos testigos del advenimiento de nuevas formas de museos y prácticas: los museos comunitarios, los museos virtuales, las exposiciones ambulantes, los museos que aprovechan nuevos estilos interactivos y receptivos de exposición, y otras como el performance (la actuación, la interpretación, etcétera). Además, ahora la gente aprende a través de los museos al incorporar multimedia y viajes, en lugar de ser creados en contextos locales con un acceso limitado a una diversidad mediática y de espacio. Hoy día el término "museo" abarca mucho más que antes.

 

Museos comunitarios

Los museos comunitarios representan una parte importante de los cambios que han tenido lugar a lo largo de las últimas décadas. Ivan Karp (1992: 12) afirma que la "mejor forma de pensar acerca del cambio en las relaciones entre museos y comunidades es observar cómo la audiencia, una entidad pasiva, se convierte en la comunidad, un agente activo".

Existen varias maneras en las cuales los museos y las comunidades (como agentes activos) pueden interactuar. Por ejemplo, hay ecomuseos que no son contenidos dentro de una sola instalación, que se desarrollan conforme a las necesidades de aquellos que representan, y que tienen en cuenta tanto el entorno social como el natural. Está el caso del Ecomuseo Indio de Ak–Chin (Ak–Chin Indian Ecomuseum), administrado por la comunidad Ak–Chin en Arizona (Fuller, 1992). Otra clase común de iniciativa de museo comunitario son las secciones menores dentro de los grandes museos públicos o privados, como el Centro Cultural Aborigen Bunjilaka (Bunjilaka Aboriginal Cultural Centre) en el Museo de Melbourne, Australia. Este Centro Cultural proporciona un espacio para las nuevas prácticas de los museos enfocados en la autodeterminación indígena de las actividades y exposiciones, pero tiene lugar dentro de las estructuras de un museo público más tradicional. Otros ejemplos se pueden encontrar en las redes de museos comunitarios respaldados por gobiernos estatales o nacionales. Así sucede en la Unión de Museos Comunitarios de Oaxaca (Camarena y Morales, 1994) en México, donde las exhibiciones son creadas desde el principio dentro de la comunidad, aunque muchas veces también puede estar presente un discurso contradictorio. Con sólo mencionar tres clases de iniciativas de museos comunitarios se demuestra cuán difícil es definir con exactitud lo que es un museo de este tipo, porque "no hay un solo modelo de colaboración en el desarrollo de las exhibiciones" (Phillips, 2003: 158). Sin embargo, para proporcionar una guía general, los museos comunitarios representan un cambio en la relación comunidad–museo; ahí, los sujetos expuestos llegan a involucrarse integralmente con su propia representación.

 

Las intrincaciones de la práctica museográfica

Al considerar cómo interactúa un museo con la comunidad que representa, es conveniente mirar hacia el proceso museográfico en lugar de enfocarse únicamente en el consumo de sus exhibiciones finales. Esto se debe a que ocurren muchos cambios durante el proceso de hacer un museo. En este espacio de producción y transformación cultural, los miembros de la comunidad se reúnen para debatir y tomar decisiones acerca de quiénes son y cómo desean ser representados.

Resulta útil considerar este proceso museográfico en términos de la práctica científica. Según Andrew Pickering (1992: 4), la práctica científica es la "extensión creativa de la red conceptual para ajustarse a nuevas circunstancias [...] siendo la extensión de la red un proceso de composición abierta con un número indefinido de resultados". La extensión de esta red conceptual en los museos está determinada por las continuas interacciones entre diferentes actores, tales como los organismos de financiación, curadores, diseñadores, ejecutores, arquitectos, trabajadores, visitantes del museo, etcétera, y los contextos globales y locales dentro de los cuales ocurren dichas interacciones. Ivan Karp y Corinne Kratz (2006) se refieren a estas interacciones como fricciones de museo. Los museos son también similares a la ciencia en el sentido de que no son autónomos, como argumenta Bronislaw Malinowski (1925), ni tampoco son universales e intocables (Latour, 1987; Harding, 1998). Los museos, como la ciencia, son afectados por sus alrededores. "La ciencia no está libre de cultura sino que está llena de ella (Nader, 1996: XIII)". El museo, igual que la ciencia, siempre ha sido capaz de contener una diversidad de culturas y voces, pero su historia se presta a lo hegemónico.

Los museos son lugares complejos: proporcionan a las comunidades nuevos espacios conceptuales para expresarse, sin embargo deben hacerlo por medio de la voz colectiva de la museografía –una herramienta tradicionalmente hegemónica.

 

Un proyecto museográfico transnacional

Antecedentes contextuales

El proyecto museográfico transnacional1 entre Oaxaca y California nació entre 2006 y 2007 cuando dos antropólogas (Emilia Ramírez Valenzuela y yo), con la ayuda financiera de la Fundación Rockefeller de Nueva York, desarrollamos un proyecto cultural como parte de un programa del Grupo Multidisciplinario sobre Procesos Transnacionales2 de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. El objetivo del programa fue trabajar integralmente con las comunidades transnacionales (Kearney y Nagengast, 1989)3 recuperando primero la información que durante los años anteriores había sido recolectada en la región por antropólogos del Grupo Multidisciplinario, y luego creando espacios dentro de las mismas comunidades para comentar y discutir tal información, aunado a otros asuntos pertinentes relacionados con su migración transnacional. Se desarrollaron diferentes instrumentos específicos para alcanzar este objetivo. Se incluyeron censos y cuestionarios de historia de vida transnacionales (además de otras herramientas etnográficas transnacionales para una mejor apreciación de las topografías de las comunidades transnacionales, grupos domésticos y redes), junto con talleres, conferencias, documentales, grabaciones de recorridos y proyectos museográficos para comunidades transnacionales. Este programa proporcionó una nueva constelación sinérgica de formas dentro de la cual fue creado el proyecto estudiado en este texto.

 

La comunidad transnacional de San Miguel Cuevas

San Miguel Cuevas es un pequeño pueblo indígena al sur del estado mexicano de Oaxaca. Sin embargo, debido a la falta de empleo y de apoyo gubernamental, la mayor parte de sus pobladores emigra en busca de trabajo y la mayoría lo encuentra como trabajadores en la agricultura de temporal en California. En la actualidad, alrededor de 400 personas viven en su lugar de origen, mientras que más de 700 residen fuera de su pueblo, de manera señalada en Fresno, California. San Miguel Cuevas, como otras comunidades de la región mixteca que experimentan altos niveles de migración transnacional, es un grupo subalterno que ha recurrido a la migración como una estrategia para mitigar su exclusión e invisibilidad dentro de México. No obstante, quienes emigran eligen con frecuencia conservar vínculos y regularmente regresan a su pueblo, debido a su común estatus de indocumentados en Estados Unidos, sus fuertes lazos comunitarios y la nostalgia por su lugar de origen.

A causa de la alta proporción de adultos jóvenes en busca de trabajo fuera de Oaxaca, la población en San Miguel Cuevas se compone primordialmente de ancianos y niños, mientras que la mayoría de los adultos junto con una gran parte de la segunda generación (quienes a menudo nacen en Estados Unidos) residen fuera de su pueblo natal. Por lo tanto, aunque la distribución total por edad es normal, la comunidad enfrenta graves problemas en términos de falta de recursos humanos y económicos tanto en México como en Estados Unidos. A pesar de lo anterior, casi todas las familias tienen casa en ambos países, y ya sea por trabajo, ocio o para cumplir con las responsabilidades de la comunidad, están en constante movimiento de un país a otro. Es por ello que San Miguel Cuevas puede ser descrita acertadamente como una comunidad transnacional.

Empero, la constante migración del pueblo causa tensión al sistema de cargos4 de la comunidad, el cual no es suficientemente flexible para adaptarse a estas nuevas realidades. En el pasado, el cumplimiento de los deberes de la comunidad requerido por el sistema de cargos era más sencillo: la migración internacional no era tan común, los cruces ilegales en la frontera no eran tan difíciles ni caros y los miembros de la comunidad no tenían tantas obligaciones de trabajo, escuela y familia en Estados Unidos. Sin embargo ahora, cuando se les exhorta a cumplir con el servicio comunitario no remunerado (el sistema de cargos exige a los comuneros un año de servicio cada dos años o tres cada seis años), aquellos con obligaciones en otro lugar tienen que reconsiderar seriamente los costos y los beneficios de la pertenencia formal a la comunidad.5

En este contexto, San Miguel Cuevas, así como muchas otras comunidades transnacionales de la Mixteca (muchas de las cuales también han trabajado con el programa del Grupo Multidisciplinario sobre Procesos Transnacionales), enfrentan hoy día dos grandes problemas. El primero es una creciente brecha entre las generaciones mayores y los jóvenes. De las generaciones mayores que crecieron en su pueblo algunas nunca han emigrado, en tanto otras continúan migrando de un lado al otro, pero conservando fuertes vínculos con su comunidad. Por lo general sólo hablan español y mixteco y tienden a adoptar una forma de cultura y de comunidad más "tradicional".

En contraste, el grueso de los jóvenes sostiene fuertes lazos con Estados Unidos. Sin embargo, ellos aún desean ser parte de la comunidad y contribuyen a su futuro y a sus muchas actividades culturales y sociales. Esta diferencia generacional es también exacerbada por los idiomas distintos. Los jóvenes se comunican principalmente en inglés mientras están en Estados Unidos, pero es usual que hablen en español con otros miembros de la comunidad. Muchos de ellos entienden y hablan sólo un poco de mixteco.

A pesar de su deseo de pertenecer a la comunidad, muchos jóvenes sienten que las generaciones mayores y el sistema de cargos no son lo suficientemente flexibles y que no hay espacios comunitarios formales disponibles para ellos, en donde debatir la adaptación o los cambios que el sistema necesita. Estos asuntos han conducido a que algunos jóvenes pongan en duda la pertenencia a la comunidad en su conjunto, mientras que otros están explorando formas alternas e informales de pertenencia. Por lo tanto, el número de miembros formales de la comunidad continúa disminuyendo y el sistema lo resiente.6

Además de las diferencias y la falta de diálogo entre generaciones, el otro problema es la cada vez mayor diversidad entre los jóvenes de la comunidad. Unos nacieron en México y otros en Estados Unidos. Algunos apenas cursaron la educación primaria mientras que otros asisten a la universidad. Unos trabajan en el campo y otros han encontrado empleo en la industria de la construcción, de servicios, o en oficinas. Hay quienes nunca han emigrado, en tanto otros lo hacen a pesar de la falta de visa o documentos legales. La diversidad de los jóvenes se manifiesta de manera permanente en el modo en que se expresan mediante su lenguaje corporal, su vestimenta y los idiomas que hablan. También constituye un factor la gran afiliación a pandillas rivales. Todos estos hechos han conducido al pueblo a experiencias subjetivas y culturales bastante diversas y, para muchos de los miembros de la comunidad, sus efectos representan una gran preocupación sobre el futuro de ésta.

 

El proceso museográfico

En junio de 2006, Emilia y yo dialogamos con integrantes de la comunidad y autoridades con el propósito de desarrollar un proyecto con toda la comunidad para tratar algunos asuntos que los mismos miembros habían expresado. Con base en estos diagnósticos, estaba claro que los jóvenes de San Miguel Cuevas son clave para el futuro del pueblo. Sus decisiones sobre las décadas por venir darán forma a la comunidad de manera definitiva. A pesar de la importancia de sus decisiones, los jóvenes están ubicados en la posición más baja del pueblo: son discriminados tanto en México como en Estados Unidos porque forman parte de una comunidad indígena transnacional, mientras que dentro de la misma comunidad no hay espacios públicos legítimos en los que puedan expresar sus opiniones sin sentirse intimidados. Por consiguiente, el objetivo del proyecto museográfico fue crear un espacio subalterno transnacional para que los jóvenes compartan sus ideas primero entre ellos y luego con las generaciones mayores a manera de exhibición.

Emilia y yo llegamos a San Miguel Cuevas con dos cámaras digitales y un cuaderno en blanco. Después de platicar con las autoridades y otros miembros de la comunidad, juntos decidimos trabajar para crear un espacio de opinión para los jóvenes. Además de los objetivos iniciales de este proyecto, el rumbo tomado por ambos grupos dependió de las propias decisiones de los participantes y de las variadas limitaciones contextuales y oportunidades tanto en San Miguel Cuevas como en Fresno. Por medio de este proyecto, nosotras (como antropólogas) proporcionamos una estructura museográfica, que fue aprovechada por los jóvenes participantes para llenarla con el contenido de su elección. Una vez desarrollado el contenido creado por los jóvenes, éste se exhibió y luego se estableció el diálogo con otros miembros de la comunidad.

En un principio, se despertó el interés en ambas localidades por medio de presentaciones en San Miguel Cuevas y en Fresno. Los interesados se unieron al proyecto, lo que dio como resultado la formación de dos grupos de aproximadamente 15 personas, de entre 11 y 23 años de edad. Se tuvieron reuniones de grupo y talleres varias veces por semana, durante varias horas, tanto en San Miguel Cuevas (de julio a noviembre de 2006) como en Fresno (de diciembre de 2006 a abril de 2007).

La producción museográfica en ambos lugares adquirió una vida propia, con resultados que dependieron en gran medida de las intrincaciones de la práctica y las personas involucradas en su creación. Después de diez meses de trabajo de grupo, el proyecto derivó en dos exhibiciones fotográficas con sus correspondientes textos trilingües, desarrolladas por los jóvenes de la comunidad y que cubrían las áreas de San Miguel Cuevas en México y de Fresno en Estados Unidos.

Durante las primeras reuniones, Emilia y yo iniciamos los debates pidiendo a los participantes que consideraran en qué forma les gustaría trabajar con las cámaras y la museografía a fin de comunicarse entre ellos y después con otros miembros de la comunidad. Después de muchos debates, los integrantes del grupo en San Miguel Cuevas decidieron que querían realizar una exhibición fotográfica para la época de fiestas, cuando muchos emigrantes regresan temporalmente al pueblo. Su principal propósito fue representar al lugar de una forma positiva y explicar cómo viven sus vidas en Oaxaca, con la esperanza de animar a los migrantes a regresar a su pueblo natal. Por otra parte, los miembros del grupo en Fresno decidieron que querían ilustrar que su vida en Estados Unidos no es tan fácil como parece, y que vivir en Estados Unidos dificulta a los integrantes de la comunidad satisfacer los requerimientos del sistema de cargos. Por lo tanto, aquellos que residen en el pueblo deben pensarlo dos veces antes de migrar.

Para asegurarnos de que el contenido del proyecto fuera fundamentado por los jóvenes y no por nuestra propia cartografía cognitiva, Emilia y yo dimos a conocer durante varias sesiones las técnicas antropológicas de listado libre (free listing)7 y clasificación del listado (pile sorting),8 desarrollados por estas mismas razones, de manera que los participantes pudieran nombrar y acordar por sí mismos los temas preliminares de importancia para fotografiar. Al inicio del proyecto entregamos las cámaras digitales a los miembros del grupo para que tomaran fotografías sobre todos los aspectos de sus vidas diarias; en particular, los participantes capturaron fotografías que ilustraban los temas seleccionados en diferentes espacios en los que se movían –incluyendo la casa, la escuela, los amigos, la familia, los deportes y las fiestas–. Es interesante hacer notar que la mayoría de los temas fueron los mismos tanto en San Miguel Cuevas como en Fresno, con variaciones en sus intereses según el rango de edad. Los participantes mayores tendían a estar más interesados en los asuntos de la comunidad, tales como los retos y los beneficios de pertenecer a ella, mientras que los más jóvenes se inclinaban a expresar los asuntos personales, como la familia, los amigos, la escuela y el tiempo libre. El proceso de tomar fotos duró casi todo el periodo del proyecto. En total sumaron más de 4 000 fotografías y pronto las cámaras se volvieron "bien conocidas" por toda la comunidad como parte del proyecto. Mucha gente hizo sugerencias sobre posibles oportunidades para fotografiar, lo que a menudo generó conversaciones acerca de diversos asuntos comunitarios.

Las innumerables reuniones que siguieron se dedicaron a la revisión de las fotografías por parte de los jóvenes. Para el resto del grupo fue beneficioso ver las fotos que otros habían tomado a fin de comprender que no estaban solos en sus criterios y de ver a su pueblo desde otra perspectiva. Por ejemplo, las mujeres pudieron observar lo que los hombres hacían con su tiempo cuando trabajaban y descansaban ya sea en San Miguel Cuevas o en Fresno y viceversa, los hombre se enteraron de lo que hacen las mujeres con la mayor parte de su tiempo dentro de sus casas. Los debates conducidos por los mismos jóvenes acerca de la comunidad y otros temas continuaron con frecuencia después de la presentación de fotografías y siempre se compartieron varios puntos de vista. La fotografía resultó ser un método muy útil para destacar las diferentes opiniones e iniciar los debates a propósito de ellas.

Asimismo, estas reuniones se utilizaron como un espacio para compartir conocimientos mediante documentales y películas. Por fortuna, se tuvo información disponible sobre otras comunidades transnacionales de la Mixteca, las cuales habían trabajado previamente con el Grupo Multidisciplinario sobre Procesos Transnacionales. Lo anterior con la finalidad de que los jóvenes se enteraran de cómo otras comunidades han intentado de diversas maneras resolver problemas muy similares. Además, los miembros del grupo dedicaron tiempo para expresar sus propias preocupaciones y esperanzas para el futuro, y los cambios específicos necesarios para promover los resultados más deseables. En estos debates incluyeron su anhelo de una mayor flexibilidad en el sistema de cargos, así como la urgencia de mayores niveles de educación, que les permitan combatir la discriminación y obtener mejores empleos. Durante este proceso, los participantes se mostraron cada vez más conscientes de la singularidad de su comunidad y de la relevancia de su papel como jóvenes para el cambio en ella.

Una vez que los participantes consideraron que ya habían tomado una cantidad razonable de fotografías y que habían intervenido en una amplia gama de debates, se dieron a la tarea de preparar los mensajes que serían comunicados en cada exposición. Para promover la discusión, Emilia y yo formulamos preguntas como "¿Quién será la audiencia en la exhibición?" y "¿Qué mensajes particulares quieren dar a estas personas?"

Los temas establecidos por los jóvenes en los ejercicios de listado libre (free listing) y la clasificación del listado (pile sorting) previamente completados, fueron ampliados una vez más por todos los participantes a través de una lluvia de ideas (brainstorming) y se determinaron los puntos más pertinentes para compartirlos con su comunidad. Cada miembro seleccionó uno o dos temas y, con las aportaciones de otros, escribió un primer borrador. Después de numerosas revisiones hechas por otros miembros, ambos grupos concluyeron sus borradores finales. El grupo de San Miguel Cuevas completó 20 textos en español y los de Fresno 16 en inglés.

En vista de la naturaleza trilingüe de la comunidad (español, mixteco e inglés), los jóvenes decidieron que las exhibiciones deberían ser al menos bilingües, en inglés y en español. Además, los textos producidos en San Miguel Cuevas fueron traducidos al mixteco porque los miembros del grupo estaban más familiarizados con el idioma y consideraron que su inclusión era importante. Muchos recurrieron a la ayuda de sus padres y abuelos para hacer las traducciones. Un traductor profesional corrigió los trabajos finales y luego los cambios fueron compartidos con integrantes del grupo a fin de mejorar sus habilidades en la escritura del mixteco.

Cuando todos terminaron sus textos los grupos seleccionaron las fotografías a exponer, utilizando una vez más la clasificación del listado (pile sorting). Debido a las diferentes circunstancias contextuales y las opiniones de los grupos, el proceso ocurrió de manera distinta en San Miguel Cuevas y en Fresno. Para ese entonces, y después de meses de trabajar juntos, la relación entre los jóvenes ya era muy familiar y cercana y realmente sentían el proyecto como de su propiedad.

Al completar este proceso, los trabajos finales se enviaron a la imprenta. Además de la ardua labor lograda por todos los participantes, el grupo en Fresno también diseñó sus propios carteles.

Las dos exposiciones finales contenían 36 textos trilingües y 188 fotografías. Los temas cubiertos incluían: las fiestas en la comunidad; la pobreza en la comunidad; la violencia doméstica, el machismo y la discriminación hacia las mujeres; la discriminación e ignorancia hacia la comunidad; la educación; la falta de respeto hacia los jóvenes; la familia y los amigos; la ausencia de infraestructura pública y servicios en el pueblo; el idioma y la tradición; los alrededores naturales de San Miguel Cuevas; el sistema de cargos de la comunidad; los deportes; los chismes en la comunidad; las bandas; la falta de trabajo y la migración. Estos asuntos son importantes para los miembros de la comunidad de todas las edades en Estados Unidos y en México.

Las presentaciones se llevaron a cabo tanto en California como en Oaxaca a lo largo de dos meses, en escenarios accesibles a la comunidad y al público en general (tráiler parks, casas de familias, iglesias y edificios públicos, como la agencia municipal.)9 Los jóvenes ayudaron a instalar los materiales y los textos en mixteco se arreglaron en formato audible para los miembros de la comunidad que no saben leer ni escribir. Los participantes entablaron diálogo con su audiencia mientras se paseaban dentro y fuera de los espacios de la exhibición. El espacio museográfico se convirtió en un verdadero ámbito de reflexión comunitaria, de educación y de debate. Muchos de los abuelos, padres, jóvenes y los niños de la comunidad asistieron para enterarse de lo que tenían que decir los jóvenes de su comunidad en ambos lados de la frontera y, una vez ahí, muchos argumentaron sobre los puntos planteados. Por lo general, el diálogo tenía lugar cuando los participantes del proyecto se acercaban a los asistentes para preguntarles su opinión y su reacción; también los debates fluían libremente entre los asistentes cuando ya habían leído los textos y visto las fotografías, como la ocasión en que diversas autoridades del pueblo asistieron en grupo a la exhibición.

Además de la exposición tradicional, las dos exhibiciones también fueron mostradas en diferentes formatos de comunicación –desde DVD para verlos en el hogar (se distribuyeron más de 300) hasta presentaciones con la ayuda de un proyector en casas privadas y en edificios públicos de la comunidad–. El grupo de jóvenes en Estados Unidos desarrolló también un sitio de Internet y una sala de chat (www.sanmiguelcuevas.com) con fundamento en el trabajo museográfico. Este último es un proyecto continuo.

 

Efectos: ¿La creación de un espacio subalterno transnacional?

El proyecto ha tenido varias consecuencias en distintos niveles. En primer lugar, en el plano externo, el proyecto tuvo un impacto en los empleadores de los miembros de la comunidad que asistieron a las exhibiciones en Estados Unidos. Después de verlas, relataron que fue provechoso enterarse de dónde viene una gran mayoría de sus empleados, para manejar mejor los enfrentamientos culturales y malentendidos en el lugar de trabajo. El proyecto también repercutió en otras comunidades transnacionales que viven experiencias similares. Las exhibiciones se presentaron a la comunidad transnacional de Santa María Tindú, en sinergia con el libro Fronteras de pertenencia. Hacia la construcción del bienestar y el desarrollo comunitario transnacional de Santa María Tindú", de Rocío Gil (también desarrollado como parte del programa del Grupo Multidisciplinario sobre Procesos Transnacionales). Después de ver la presentación, las mujeres de la comunidad fueron invitadas por primera vez a la siguiente asamblea comunitaria, durante la cual las mujeres y las niñas se pusieron de pie y dieron sus opiniones, a veces con lágrimas en los ojos. Las autoridades comunitarias decidieron entonces que en adelante las mujeres tendrían la oportunidad de participar en los procesos de toma de decisiones de la comunidad, en respuesta a los cambios en las realidades comunitarias. Además, los maestros de escuela en San Miguel Cuevas solicitaron compartir el proyecto con otras escuelas de la Mixteca para utilizarlo como un recurso en la enseñanza del idioma, algo que hace mucha falta en la región. Finalmente, las audiencias académicas se beneficiaron con el conocimiento acerca de San Miguel Cuevas, al presentarse el proyecto en la Universidad de California en Fresno, la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, y en la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México.

Mientras tanto, para resumir, en cuanto a los impactos internos en la comunidad (ya que hay demasiados efectos específicos que mencionar aquí) el proyecto funcionó como un tipo de conversación transnacional entre miembros de San Miguel Cuevas que viven en diferentes países. Por ejemplo, después de ver las fotografías y los textos, muchos jóvenes que residen en el pueblo comentaron que ahora lo pensarían dos veces antes de emigrar, debido a las dificultades que se enfrentan en Estados Unidos, las cuales antes no eran tan obvias. Asimismo, un gran diálogo intergeneracional tuvo lugar durante la realización y la difusión del proyecto. Muchas familias se reunieron en sus propios hogares para ver las exhibiciones en DVD, seguido de discusiones particulares que iban desde por qué los jóvenes usan pantalones holgados hasta por qué es importante para muchos jóvenes tener novio(a) antes del matrimonio. El proyecto también tuvo un alcance pancomunitario mediante la creación de una base común para que los jóvenes manifestaran sus similitudes y diferencias de opinión, consolidaran un poco de su conocimiento y comunicaran su postura en términos de sus preocupaciones por un futuro comunal. Para ofrecer un caso concreto, por medio de las exhibiciones los participantes comuneros expresaron su deseo de reducir el número de fiestas, de manera que no hubiera tantos cargos vinculados a su organización, con la consecuente exigencia de tener que donar más dinero y tiempo, que a menudo repercute negativamente en sus responsabilidades en la escuela, el empleo y la familia. Después de mostrar los resultados del trabajo al resto de la comunidad, y a raíz del proyecto, este tema en particular se sacó a flote durante una asamblea pública en San Miguel Cuevas, durante la cual se decidió de manera democrática que la cantidad de fiestas se reduciría.

Tales alcances fueron posibles porque el conocimiento que poseen los jóvenes se comunicó al resto de la comunidad a través del proceso museográfico. Esto ocurrió cuando el conocimiento práctico (Bourdieu, 2007; Giddens, 2003) de los jóvenes –una forma de conocimiento habitual encarnado en la experiencia y en la vida cotidiana, que por lo general no es articulada con palabras o llevada a un nivel consciente– fue dirigido hacia un nivel consciente haciendo enunciaciones concretas al respecto. Las enunciaciones individuales verbalizadas por los participantes se tejieron entonces en el lenguaje museográfico y se representaron visual, textual y estéticamente, como un discurso contestatario. Como una forma de conciencia opositora (Sandoval, 1995), este discurso museográfico se presentó al resto de la comunidad para tener acceso a él y aprenderlo, y proporcionó una plataforma desde la cual "negociar" con el resto de la comunidad y con otros externos.

Aunque se dio definitivamente un cambio positivo de audiencias pasivas a comunidades activas, también se debe tener en cuenta el pensamiento de Gayatri Spivak (1988) de si el subalterno puede hablar.10 No obstante los espacios conceptuales para los jóvenes de la comunidad (un sector subalterno dentro de una comunidad subalterna) fueron creados por el proyecto, debe recordarse que en este espacio estaban presentes muchos otros intereses. Éstos incluyen a la Fundación Rockefeller, la cual proporcionó los fondos para el proyecto cultural (pero no intervino en ninguna de las etapas prácticas). También el proyecto fue influenciado por mí, pues yo elegí el método de la museografía por encima de otros métodos de producción cultural; por Emilia y por mí, quienes dimos a conocer la museografía a los participantes y los orientamos a lo largo del proceso; y por el Grupo Multidisciplinario sobre Procesos Transnacionales, que ayudó a la creación del proyecto. Los padres de los participantes y las autoridades de la comunidad también cambiaron la inclinación del trabajo a causa de su inclusión en muchas de las etapas.

Así, en la producción del proyecto estuvieron presentes muchos intereses, y el espacio museográfico fue realmente una zona de contacto (Pratt, 1994; Clifford, 1997), en donde una diversidad de personas se unió como parte de un proceso transcultural, con resultados dependientes de la práctica museográfica y el interés social. Con todo, aunque se involucró un gran número de intereses tradicionalmente hegemónicos (las universidades, los antropólogos, la museografía y los organismos de financiación), su contribución fue más participativa que directiva, lo cual condujo a la creación de un tipo inclusivo de comunidad transnacional –una comunidad que abarca la participación de muchas partes interesadas en promover las ideas propias de la comunidad–. Esta aportación participativa de los organismos externos, junto con la continua intervención de los jóvenes y de otros miembros de la comunidad en todas las fases del proyecto, fue lo bastante fuerte para permitir la creación del contenido contestatario dentro del tradicional espacio hegemónico de la museografía. Mediante las exhibiciones se creó y representó un colectivo subalterno (que hizo posible el nacimiento de una conciencia opositora), y se manifestaron voces subalternas individuales que hablaban mediante cada foto y cada texto con distintos autores. La comunidad se apropió de este espacio museográfico, alejándolo suficientemente de lo hegemónico. Al final, el proyecto se volvió aún más subalterno cuando evolucionó en manos de la comunidad con el desarrollo de la página de Internet y la sala de chat, y cuando fue utilizado por las escuelas para el estudio de los idiomas.

 

Observaciones finales

En la actualidad el mundo de los museos se está diversificando con rapidez gracias a la creciente participación y el manejo por parte de comunidades de diferentes tipos y a la liberación de los componentes arquitectónicos y geográficos de los museos, que conducen a nuevas ideas acerca de lo que es un museo y de lo que es capaz.

En este línea, y tomando claramente una dirección distinta de los museos tradicionales, este proyecto se puede llamar un museo comunitario transnacional, porque reúne exposiciones, talleres y componentes educativos a través de fronteras nacionales; sus procesos de desarrollo y de exhibición rompen con los conceptos espaciales y temporales de museos nacionales/ modernos; y ha funcionado para consolidar y promover el conocimiento subalterno transnacional. Este museo fortaleció la conciencia de la comunidad de un grupo indígena. Asimismo, destacó su vibrante presente y futuro (en lugar de su pasado, como es tradicionalmente el caso en México), y funcionó en favor de este grupo subalterno antes que en su contra.

Todos los museos proporcionan estructuras que permiten la producción o reproducción del discurso, pero a quién apodera un museo depende de quién está involucrado en su elaboración y consumo. Durante este proyecto, nosotras como antropólogas introdujimos la museografía a una comunidad subalterna transnacional. De tal modo, los jóvenes de la comunidad tomaron esta tecnología social y la manipularon conforme a sus propios intereses, con la finalidad de producir algo provechoso para su comunidad. Luego, la comunidad separó el contenido de su estructura museográfica y la desarrolló más a través de otros medios en línea y educativos. Por lo tanto, si bien este proyecto es una mezcla de intereses sociales, y sus resultados se guiaron por las intrincaciones de la práctica de muchas personas, lo que ciertamente proporcionó, como argumenta James Clifford (1997) sobre los museos en general hoy en día, es "...un lugar para una fuerte iniciativa aunque precaria, que haló contra de legados jerárquicos establecidos". De esta manera, a pesar de que sea difícil ser completamente subalternos, los museos actuales proveen un terreno fructífero para satisfacer diversas necesidades, en este caso, los intereses de una comunidad transnacional subalterna.

 

Bibliografía

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Notas

1 Para un resumen de este proyecto desde un enfoque educativo, véase Melville (2008).

2 El programa del Grupo Multidisciplinario sobre Procesos Transnacionales está fundado en el trabajo de varias universidades, tanto en México como en Estados Unidos, que por más de cinco años se han esforzado por el entendimiento y el cambio proactivo en el interior de los grupos transnacionales que migran entre México y Estados Unidos. El programa abarca diferentes fases acumulativas, comenzando con años de trabajo de campo a lo largo de México y Estados Unidos, el desarrollo de herramientas etnográficas específicamente diseñadas para trabajar con comunidades transnacionales, el desarrollo de "diagnósticos" comunitarios y la subsiguiente aplicación de los conocimientos por la antropología práctica.

3 "Una comunidad transnacional (CTN) es una entidad demográfica reconocible, típicamente compuesta por un pueblo con una lengua materna común y una identidad popular común que reside en ambos lados de una frontera internacional." (Besserer y Kearney, 2008: 2).

4 Sistema de gobierno civil y religioso que existe en muchas comunidades indígenas mesoamericanas.

5 Todos los varones mayores de 17 años deben convertirse en comuneros si desean pertenecer formalmente a la comunidad. Ser un comunero implica responsabilidad y remuneración constante a la comunidad hasta llegar a los 60 años. Las mujeres pertenecen formalmente a la comunidad con base en su relación con un comunero varón y el apoyo de éste.

6 En julio de 2006, San Miguel Cuevas tenía aproximadamente 650 comuneros, de los cuales 124 residían ahí en ese entonces. No obstante, un poco después se llevó a cabo un recuento de comuneros y la lista de miembros disminuyó a 342 (casi 50 por ciento).

7 El método de free listing exige que los participantes nombren palabras/ideas que ellos crean que pertenecen a una categoría en particular. El número de veces que la misma palabra/idea se mencione determina su jerarquía en la lista. En este caso, las preguntas que se hicieron fueron: "Cosas que me gustan en general o acerca de mi comunidad" y "Cosas que me gustaría cambiar en general o acerca de mi comunidad".

8 En los ejercicios de pile sorting, las palabras/ideas/objetos se agruparon por semejanza por los participantes a fin de cerciorarse de la proximidad de los diferentes conceptos en una determinada cultura. En este caso, las palabras/ideas obtenidas mediante el ejercicio de free listing fueron clasificadas (pile sorted) para comprobar los temas del proyecto.

9 La agencia municipal es el principal edificio público en San Miguel Cuevas, Oaxaca.

10 En "Can the Subaltern Speak?" ("¿Puede hablar el subalterno?") (1985), Spivak argumenta que el discurso poscolonial no siempre es liberador, sino que en su lugar puede reinscribirse otro tipo de hegemonía excluyendo la heterogeneidad de las voces del subalterno y creando una vez más un colectivo subalterno totalizador, expresado a menudo a través de la academia o de una élite subalterna.

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