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Alteridades

versión On-line ISSN 2448-850Xversión impresa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.18 no.36 Ciudad de México jul./dic. 2008

 

Traducción

 

Otras globalizaciones: Procesos y agentes alter–nativos trasnacionales*

 

Gustavo Lins Ribeiro**

 

** Departamento de Antropología, Universidad de Brasilia. 70910–900, Brasilia, D.F., Brasil <gustavor@unb.br>.

 

* Artículo recibido: 05/06/08
Aceptado: 27/06/08

 

Entre 1989y 1991, después del final del "socialismo realmente existente", el mundo pasó a vivir en el capitalismo triunfante, en la "globalización realmente existente", un periodo caracterizado por crisis utópicas e ideológicas. Sin una visión clara de un futuro distinto, la tecnotopia y el capitalismo electrónico–informático se impusieron. El capitalismo flexible posfordista y una nueva compresión del tiempo–espacio, promovida sobre todo por la Internet, permitieron que esta visión se esparciera por todos lados.

De manera similar a lo que ocurrió con el "desarrollo" después de la Segunda Guerra Mundial (véase Ribeiro, 1992; Escobar, 1995; Rist, 1997), desde 1990 la "globalización" se ha vuelto un indicador de la transformación capitalista y de los procesos de integración. Asimismo se ha convertido en una ideología, una utopía y un "mantra" que recitan las élites nacionales, internacionales y trasnacionales. Quiero enfatizar que la globalización representa para el periodo de la posguerra fría (de 1989–1991 a la actualidad) lo que el desarrollo para la guerra fría; no obstante existe una importante diferencia. Durante la guerra fría, la división del mundo en dos grandes fuerzas antagónicas, capitalismo y socialismo, creó un sistema especular de alternativas. En ese mundo bipolar, el socialismo era considerado por lo común una alternativa al capitalismo y viceversa. Curiosamente, ambos lados compartían la creencia en el desarrollo de las fuerzas productivas como medio para lograr el progreso y una mejor calidad de vida.

Al igual que otras ideologías y utopías hegemónicas, la globalización y el desarrollo han sido confrontadas por discursos y prácticas contrahegemónicas. El desarrollo alternativo constituye un campo de poder bastante diversificado. En las últimas tres décadas, el ambientalismo ha sido de los discursos alternativos más visibles y efectivos dentro del campo del poder en el cual se sitúa la discusión sobre el desarrollo. Algunos ambientalistas tienen posiciones radicales en contra de cualquier tipo de desarrollo, proponiendo la bandera del crecimiento cero, mientras que otros asumen posturas reformistas que aceptan negociaciones con las agencias del desarrollo (por ejemplo con el Banco Mundial). Tales procesos llevaron a finales de la década de los ochenta a la definición de desarrollo sustentable, una formulación semioperacional. El poder reformista y de movilización del desarrollo sustentable mostró su esplendor en 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en Río de Janeiro (Ribeiro, 1992; Little, 1995). No sorprende que después de Río–92 el desarrollo sustentable haya perdido su carácter alternativo de manera importante para convertirse en otro discurso normalizado e institucionalizado, regido por intereses corporativos y gubernamentales. El climax de la eficacia del discurso sobre desarrollo sustentable coincidió con el final de la guerra fría, en una etapa en la cual el socialismo se estaba retirando tras bambalinas y las metanarrativas utópicas del siglo XIX alcanzaron sus limites. Con el inicio del capitalismo triunfante, el desarrollo tuvo que compartir cada vez más su espacio con la globalización, otra poderosa receta para una buena vida y destino de la humanidad.

 

Globalización no hegemónica

La globalización hegemónica ha sido caracterizada por las acciones de agentes multinacionales y trasnacionales interesados en alcanzar metas del capitalismo neoliberal: reducción del Estado, ajustes estructurales, privatización y apoyo a las empresas y capitales privados, redirección de las economías nacionales hacia los mercados externos, comercio global libre, legislación flexible para el trabajo, disminución de los sistemas de seguridad estatal, etcétera. El capital financiero y las corporaciones trasnacionales con frecuencia son considerados los principales agentes de la globalización. De hecho, las discusiones sobre ésta tienden a enfocarse en los procesos comandados por poderosos agentes y agencias vistos desde una perspectiva de arriba hacia abajo, con el consecuente olvido de otros procesos. No obstante, hay una creciente literatura sobre "globalización desde abajo", centrada en los movimientos de resistencia política a la globalización neoliberal, y cuyos principales tópicos son la sociedad civil global, los movimientos sociales y el activismo trasnacionales (véase, por ejemplo, Aguiton, 2003; Edwards y Gaventa, 2001; Keane, 2003; Keck y Sikkink, 1998; Rosenau, 1992; Seoane y Taddei, 2001; Vieira, 2001; Yuen, 2001). Este sesgo impide observar otras formas de globalización no hegemónica, en especial aquella que llamo globalización popular, una forma de "globalización económica desde abajo".

En este texto quiero develar el lado oculto de la economía política de la globalización, en el cual los roles normativos y represivos de los Estados nacionales son fuertemente puenteados tanto en la esfera política como en la económica. Con un enfoque que permita entender las otras globalizaciones, pretendo explorar procesos y agentes políticos y económicos alternativos.

 

La globalización política no hegemónica: el movimiento anti–/alterglobalización

La conferencia de 1992 de las Naciones Unidas en Río de Janeiro, el más importante megarritual global de las élites trasnacionales de finales del siglo XX, fue también un momento estructurante cardinal para el movimiento por una globalización alternativa. La conferencia constituyó una oportunidad estratégica y pionera para las organizaciones no gubernamentales (ONG) ambientalistas y los movimientos sociales para congregarse en un evento paralelo, el Foro Global, precursor de los Foros Sociales Mundiales (FSM), y fue la primera ocasión en la que la sociedad civil global se encontró en un espacio público real (Ribeiro, 2000). Las características trasnacionales del activismo ambientalista proporcionaron una base para la discusión de nociones como ciudadanía trasnacional y, aún más relevante, para la articulación de redes trasnacionales como un poder regulador de la globalización neoliberal.

Río–92 también proveyó el molde que iba a dar forma a los escenarios en los cuales diversas redes en favor y en contra de la globalización se encontrarían en el futuro, y que se configuró por 1) la reunión del statu quo global y trasnacional y sus dirigentes (en Río de Janeiro, ésta fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, llevada a cabo en un centro de convenciones en el barrio de Jacarepaguá); 2) el encuentro de la élite trasnacional de la sociedad civil global (en esa ocasión, el Foro Global); y 3) las manifestaciones callejeras de los activistas trasnacionales en desacuerdo con la globalización.

Desde 1992 se han incrementado los esfuerzos políticos contrahegemónicos hacia la globalización neoliberal. La composición plural de los movimientos y las coaliciones –al igual que la variedad de sus ideologías y objetivos– puede ser entendida en términos de dos grandes segmentos: uno que se ha identificado con la antiglobalización y el otro con la globalización alternativa, o la, en francés, altermondialisation.1 Esta división interna hace eco de aquella que existía en el campo del desarrollo alternativo. Las diferencias en estas posiciones reflejan las perspectivas radicales y reformistas: aquellos que creen que la globalización no es inevitable y que puede ser contenida o radicalmente modificada conforman el movimiento antiglobalización, el cual se expresa con frecuencia por medio de coaliciones ad hoc que organizan manifestaciones callejeras. Por otro lado, están quienes piensan que "otro mundo es posible", y que con el tiempo la globalización puede y debe ser domesticada; los cuales conforman el movimiento por una globalización alternativa y han estado ligados al mundo de las ONG, vistas como "los nuevos sujetos políticos" de las décadas de 1980 y 1990. De hecho, varios de ellos son parte de las élites políticas trasnacionales que han evolucionado consistentemente después de la Segunda Guerra Mundial, en un ambiente saturado de redes creadas entre las mismas ONG, así como entre éstas y las agencias multilaterales –en especial las Naciones Unidas y los bancos multilaterales– o los gobiernos nacionales.

Dada la existencia de estos dos grandes segmentos, llamaré al movimiento político contrahegemónico de anti–/alterglobalización. Aún se requiere incrementar la cantidad y la complejidad de la bibliografía sobre este movimiento; de hecho, es especialmente necesario elaborar etnografías sobre el asunto. La mayor parte de los textos ha sido realizada por activistas, miembros de ONG y líderes e ideólogos del movimiento; aunque también hay ensayos de investigadores con diferentes grados de conocimiento, sofisticación teórica y simpatía por el activismo trasnacional–global. Es común encontrar entre ellos investigadores que primero tuvieron el interés de analizar el movimiento ambientalista y que después optaron por la discusión sobre activismo trasnacional y sociedad civil global, campo en el cual se encuentran los trabajos y análisis más elaborados (véase, por ejemplo, Keck y Sikkink, 1998; Keane, 2003). Existen dos grandes vetas de escenarios por investigar para quienes deseen realizar etnografías acerca de estos movimientos: 1) las manifestaciones callejeras, donde puede observarse el activismo antiglobalización en acción, y 2) los Foros Sociales Mundiales, en los cuales se despliega plenamente la alterglobalización.

 

Manifestaciones callejeras

El neoliberalismo y el comercio global sin barreras impulsaron el encogimiento del mundo bajo la hegemonía del capitalismo flexible. Era el momento apropiado para la consolidación de nuevas instituciones, como fue el caso de la Organización Mundial del Comercio (OMC), encargada de patrocinar, administrar y supervisar el comercio global, así como dirimir las disputas entre los países miembros. Fue fundada en 1994, comenzó sus operaciones en 1995 y rápidamente se convirtió, junto con las instituciones creadas después de la Segunda Guerra Mundial (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional –FMI– y la Organización de las Naciones Unidas), en uno de los integrantes más poderosos del selecto grupo de organismos que administran la globalización. La OMC se presenta a sí misma como la "sucesora del Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT) establecido tras la Segunda Guerra Mundial".2 No obstante esta relación genealógica, la sintonía de la OMC con la hegemonía del capitalismo electrónico–informático rebasó la del GATT, ya que no sólo incluye el comercio de mercancías sino también de servicios (servicios internacionales telefónicos, por ejemplo) y la protección de la propiedad intelectual. El poder de la OMC atrajo la atención de un creciente activismo antiglobalización.

Desde finales de 1990, las manifestaciones callejeras antiglobalización han proliferado, siempre muy vigiladas y a menudo reprimidas por la policía.3 Entre el 18 y el 20 de mayo de 1998, miles de personas marcharon en Ginebra en repudio al 50 aniversario del GATT –ya para entonces OMC–, siendo arrestadas 117; en junio de 1999 (entre el 18 y el 20), 35 000 manifestantes tomaron las calles de Colonia, Alemania, durante el encuentro del Grupo de los Siete (G7), para demandar la derogación de la deuda externa de los países pobres; y el 30 de noviembre de 1999, hubo protestas en Seattle en oposición a la Conferencia Ministerial de la OMC, el más alto nivel de decisión de tal organismo. Para muchos, éste constituyó el acto fundacional del movimiento antiglobalización, pues, sin duda, fue un momento trascendental. Sin embargo, hay precedentes relevantes en el Sur Global, como las protestas que comenzaron a finales de 1970 en Caracas en contra de los ajustes estructurales del FMI, "tal vez con su clímax en la revuelta de Caracas de 1989" (Yuen, 2001: 6), y la rebelión zapatista de 1994 en Chiapas, una fuente de inspiración para "un movimiento cada vez más militante de resistencia global al neoliberalismo" (Callahan, 2001: 37).4 Mary King (2000: 3–4) considera que el movimiento antiglobalización:

Traza su propio linaje a partir de la historia que es mitad mito, mitad versión nativa, de una invitación que circuló en la Internet para todos aquellos que viajarían a la Conferencia Zapatista en Contra del Neoliberalismo y por la Humanidad, en Chiapas, en 1996. Muchos participaron y lo que emergió de aquel encuentro fue una entidad nebulosa llamada Acción Global, que no es una organización ni una ONG en sí, sino un movimiento político autoconsciente que tiró una red amplia y rota [...] De la filosofía zapatista el movimiento adoptó una ética de inclusión radical y de automovilización.

La intensidad de la "batalla de Seattle", la victoria política relacionada con la obstrucción de la reunión ministerial de la OMC y la visibilidad obtenida en los medios, mostraron que el movimiento antiglobalización ganaba fuerza e hicieron de Seattle–1999 el símbolo de un periodo en el que la gente tomó las calles para oponerse a la globalización. En esa manifestación marcharon 50 000 personas y más de 500 fueron arrestadas.

El año 2000 fue particularmente bullicioso: el 29 de enero hubo expresiones en contra del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza; en febrero, en Bangkok, en oposición al Décimo Encuentro de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD); del 15 al 17 de abril, en Washington, se presentaron durante la reunión del FMI; el 14 de junio, en Bolonia, en desacuerdo con el encuentro de la organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); del 21 al 23 de junio, al congregarse el G7 en Okinawa, hubo proclamas en favor de la cancelación de la deuda del Tercer Mundo y el retiro de la base militar estadounidense; en septiembre, alrededor de 30 000 personas se manifestaron en Melbourne, en contra de la celebración del Foro Económico Mundial (FEM). El 26 de ese mismo mes, durante la quinta celebración del Día de la Acción Global, en muchos países los activistas se unieron a las movilizaciones que tuvieron lugar en Praga en desaprobación de la reunión del FMI y del Banco Mundial: en la capital de la República Checa, los ambientalistas, los grupos religiosos, los sindicalistas, los socialistas, los comunistas, los anarquistas y los punk cercaron el centro de convenciones e iniciaron un enfrentamiento con la policía; en Brasilia, un pequeño grupo de punks se manifestaron frente al Banco Central de Brasil; en São Paulo, estudiantes, ambientalistas y sindicalistas protestaron ante la bolsa de valores; en otras ciudades brasileñas, como Fortaleza y Belo Horizonte, muchos se reunieron en torno a ciertos símbolos del "capitalismo", como una sucursal de Citibank y una de McDonald's. A tono con la escalada represiva de la policía hacia estas manifestaciones, en julio de 2001, durante una marcha en contra de una reunión del Grupo de los ocho (G8) en Génova, el joven Carlo Giuliani fue asesinado por la policía.

Pero, sin duda, el 11 de septiembre de 2001 marcó un nuevo horizonte. El antiterrorismo se convirtió en la prioridad de las élites de los Estados más poderosos y la agenda se militarizó rápidamente. En Estados Unidos, la administración de George W. Bush hizo pasar leyes de seguridad más duras, aunque no implicó, en especial fuera de este país, que el movimiento anti–globalización se paralizara (véase Aguiton, 2003). En noviembre de 2002, en Florencia, casi un millón de personas salió a las calles el último día del encuentro del Foro Social Mundial Europeo. En enero de 2002 y de 2003 se celebraron una segunda y una tercera edición, respectivamente, del Foro Social Mundial en Porto Alegre, que atrajo a más de 50 000 personas de diversos países. También, 20 000 participantes observaron el Foro Social Asiático en Hyderabad, India, en enero de 2003. Asimismo, después del 11 de septiembre, la posible invasión a Irak canalizó un movimiento por la paz que resultó ser la demostración global más grande jamás vista. La utilización del ciberespacio en la articulación trasnacional posibilitó la mayor "manifestación antibélica de la historia", según el periódico brasileño Folha de São Paulo (16 de febrero de 2003). El 15 de febrero de 2003, más de cinco millones de personas en aproximadamente 60 países salieron a las calles para protestar por la guerra de Estados Unidos de América contra Irak (véase cuadro 1).5

La expansión internacional del movimiento antiglobalización incrementó su heterogeneidad y aportó nuevos retos políticos para su reproducción. Su diversidad heterodoxa, altamente alabada por su eficacia y novedad, significó asimismo un ambiente político más complejo, en donde los problemas de las alianzas políticas sobraban. Basta enumerar los diversos actores que se reunieron en estos escenarios: punks, anarquistas, estudiantes, sindicalistas, ambientalistas, campesinos, feministas, activistas de derechos humanos, académicos, intelectuales y políticos. La mayoría tenía tendencias progresistas y venía de distintas latitudes. Sin embargo, las diferentes combinaciones de estos actores podían variar de acuerdo con el lugar donde las manifestaciones se efectuaron. En Europa, sobre todo en países con una fuerte tradición socialista, los políticos socialistas también tomaron parte de esos sucesos.

Algunas organizaciones que planearon el acto de Seattle en 1999, como People's Global Action, Direct Action Network, Independent Media Center, Earth First! y Global Exchange, han permanecido involucradas en el movimiento antiglobalizador. Direct Action Network fue particularmente activa en las movilizaciones de Seattle y se convirtió en una estructura blanda (Aguiton, 2003: 9) que, en eventos como la manifestación de Washington en contra del FMI y del Banco Mundial, en abril de 2000, organizó "consejos coordinadores" (spokes–councils), con delegados de diferentes grupos involucrados, que se reunieron en iglesias antes de las manifestaciones (Aguiton, 2003: 9).

La antiglobalización es un movimiento en donde la mayoría de los participantes son jóvenes, quienes están conscientes de la eficacia de las nuevas tecnologías de comunicación en la organización de las movilizaciones. Internet ha sido decisivo para articular el movimiento en el ámbito global, mientras que los teléfonos celulares son empleados para organizar las tácticas en las manifestaciones callejeras. Algunas de las características principales de la estructura organizativa del movimiento son la flexibilidad y la descentralización en la toma de decisiones. otras están relacionadas con una adhesión general pero no total a: "la tradición de la desobediencia civil masiva comúnmente conocida como acción directa no violenta [y a] un compromiso hacia la democracia directa" (Yuen, 2001: 8). Estas formas organizacionales incluyen, además de las reuniones de los consejos coordinadores, "grupos afines" y procesos de construcción de consenso. De acuerdo con Eddie Yuen (2001: 8):

La no violencia ideológica y un profundo compromiso con la democracia directa [...] pueden ser vistos como respuestas gemelas al modelo negativo de los partidos marxista–leninistas autoritarios que, con sus intentos de tomar el poder estatal, tuvieron fuerte influencia sobre muchos radicales del último siglo. La noción de políticas prefiguradas –en la cual los medios para llegar a una sociedad no violenta, no capitalista y verdaderamente democrática deben ser consistentes con sus objetivos– permanece en el centro del movimiento de acción directa. Pero muchos activistas en el nuevo movimiento se mostraron interesados en separar la democracia radical y la ideología de la no violencia, abrazando la primera pero argumentando por una estrategia flexible con relación a la última, particularmente con vistas a la destrucción colectiva de la propiedad corporativa.

La democracia directa es, entonces, el valor central de estos activistas. El carácter flexible y fluido del movimiento ha sido bien especificado por Mary King (2000: 4) cuando describe Global Action:

Global Action es una constelación nada rígida de organizaciones afiliadas, ONG, individuos, anarquistas, religiosos e incluso agentes gubernamentales. Su constitución es cambiante, ambigua y fluida. La membresía individual puede ser rutinaria u ocurrir solamente en una acción particular. Global Action tiene ciertos puntos de contacto que sólo existen externamente hacia otros cuando ella juzga necesario que se materialicen. Los miembros no necesariamente se identifican con todas las causas fragmentadas pero se relacionan con algunos puntos en el espectro de la acción [...] Ellos se alinean con la movilización. [...] pueden tener diversos tipos de antecedentes pero comparten los mismos objetivos globales. También, tienen una cosa más en común, un sentido de ciudadanía planetaria, la cual trasciende los límites nacionales.

Algunos autores (Aguiton, 2003; Yuen, 2002) subrayan las diferencias ideológicas y organizacionales del movimiento antiglobalización al compararlo con las luchas sociales de la década de los sesenta. Sus principales objetivos no son el Estado ni las organizaciones gubernamentales, sino más bien luchar contra los símbolos del capitalismo corporativo. Y, además, hay poca o casi nula influencia de los partidos políticos. Mary King (2000: 5) sintetiza este hecho señalando que la diversidad es la autoidentidad del movimiento. Ella cree que "los conflictos no se diluyen más en categorías prefabricadas de división y es menos probable que ellos sean identificados en términos de antagonismos de clase, control sobre el territorio o aspiraciones nacionalistas. Al revés, los conflictos se localizan alrededor de la manipulación de la información, del conocimiento, de la interpretación y de la comunicación" (King, 2000: 6). Lo que puede estar detrás de esta diversidad son las causas que crearon, en el mundo académico en la década de los noventa, las visiones y metáforas posmodernas sobre las identidades fragmentadas de los sujetos, la diseminación, la desterritorialización y las redes. Me estoy refiriendo a la crisis de ideologías y de utopías iniciada al final del siglo XX, sobre todo por el colapso del socialismo real, un discurso que, de una forma u otra, galvanizó muchos de los discursos alternativos en contra del capitalismo. Los movimientos políticos alternativos más antiguos tenían en sus horizontes teorías políticas, como el marxismo–leninismo, y categorías, como las de clase y revolución, altamente unificadoras. Eran también capaces de ubicar sus proyectos en un sujeto político, el proletariado revolucionario, localizado en una (o)posición estructural en el interior de un sistema claramente definido en términos de fuerzas contradictorias. No obstante, esto no significaba que tales movimientos fueran homogéneos.

La discusión sobre "los nuevos sujetos políticos" está marcada por la necesidad de definir una colectividad propensa al cambio político. Ella está igualmente relacionada con la crisis ideológica y utópica a la cual ya me he referido, pero también a los cambios en la naturaleza del "espacio público real" traídos por el florecimiento del "espacio público virtual" (Ribeiro, 2003), un crecimiento originado por los nuevos medios de comunicación, así como por el incremento en la circulación de significados provocado por los procesos de globalización.

Como se sabe, el movimiento antiglobalización representa, en gran medida, la maduración de tendencias inauguradas por el movimiento ambientalista de finales de la década de los ochenta y que se desarrollaron en la de los noventa. Aunque comparta la misma causa, la lucha contra procesos excluyentes de globalización, el movimiento global es fragmentado, y su articulación global se ha fortalecido por dos agencias globalizadoras virtuales: los medios e Internet.

La conciencia de la importancia de los medios en la política contemporánea fue heredada de actores políticos como Greenpeace, Earth First! y los zapatistas. Esto llevó al movimiento antiglobalización a valorizar a los medios de comunicación y a buscar prácticas mediáticas alternativas. Su lucha por una ciudadanía planetaria crítica hace al movimiento un partícipe particularmente relevante de la comunidad trasnacional imaginada virtual, la cual es la base simbólica de la sociedad civil global promovida por la difusión de Internet como medio de comunicación interactivo (Ribeiro, 1998). Otro aspecto pertinente de la efectividad del movimiento es el relativo a la invasión del sistema mundial por medio de panoramas mediáticos alternativos, con noticias que compiten con la información obtenida de las corporaciones y cadenas de medios globales. Ésta es la razón por la cual las manifestaciones y los foros son organizados de tal manera que no sólo estén presentes las élites globales sino también los medios de comunicación globales, realizando un evento mediático global. Nunca es exagerado señalar la importancia del activismo ambientalista en este proceso: desde "piense globalmente, actúe localmente", hasta la conciencia de que la lucha contra la globalización opresiva, racista y ambientalmente destructora debe ser peleada en los espacios–fragmentados–globales donde las élites y los gerentes trasnacionales celebran sus rituales de integración global. La preocupación por el papel de la información se manifestó en la Conferencia de Río de 1992, donde la Internet fue ampliamente utilizada para movilizar a la comunidad trasnacional imaginada virtual por medio del trabajo de la Association for Progressive Communication (Ribeiro, 1998). Fiel a esta tendencia, el movimiento antiglobalización fomentó la creación de Centros Independientes de Co–0municación en el mundo. El primero, Indymedia, se estableció en 1999 gracias a diversas organizaciones autónomas de comunicación alternativa y a los activistas que tenían como propósito cubrir las protestas por la reunión de la OMC en Seattle.6

Las manifestaciones callejeras también pueden ser vistas como aparatos de comunicación. Sus propósitos son afirmar la existencia de sujetos políticos nuevos e invadir los espacios públicos reales y virtuales con mensajes alternativos a la globalización. Cantidad y calidad juegan papeles estratégicos en estos escenarios: el tamaño del movimiento es una medida cuantitativa de su poder, mientras que la efectividad de sus discursos alternativos puede ser calculada por su visibilidad y difusión globales, una prueba de la calidad de los mensajes del movimiento. La diversidad, muy relacionada con la cantidad y la calidad, nos da una idea de la amplitud del movimiento, de su complejidad y su representatividad: es transclasista, transgénero, transétnico, trasnacional, transideológico, transutópico y transcomportamental. En este sentido, forma y organización son decisivas porque muestran, en la práctica, una identidad colectiva plural y combativa. La atención de los medios globales ha sido capturada por los disfraces que algunos activistas usan, por la atmósfera de carnaval de algunas manifestaciones o por sus dramatizaciones, y por el riesgo eminente, y con frecuencia real, de batallas callejeras violentas. Atraer a los medios de comunicación es un rol especialmente bien cumplido por los punks y por las autoridades, estas últimas exhibiendo su poder represivo.

En las manifestaciones, la policía es el representante más evidente del Estado y actúa como expresión de niveles de poder locales y nacionales. Las autoridades locales y federales saben que los medios de comunicación mundial cuidan su actuación en estos escenarios. Como megaeventos globales contrahegemónicos, las manifestaciones callejeras son configuradas por el mismo triángulo que estructura otros actos globales no hegemónicos capaces de atraer la atención de los medios globales: 1) los ricos y poderosos se congregan en una escala impresionante; 2) los agentes trasnacionales alternativos se reúnen en un nivel portentoso; 3) las autoridades nacionales y locales tratan de controlar los espacios públicos, para manejar los panoramas mediáticos que son producidos desde sus territorios.

Estas manifestaciones han ocurrido en diversas ciudades alrededor del mundo y han ganado visibilidad mediática en los ámbitos nacional y global, reforzando la idea –y lema de los Foros Sociales Mundiales– de que otro mundo es posible.

 

Foros Sociales Mundiales

Los Foros Sociales Mundiales son parte de la misma genealogía histórica de los movimientos antiglobalización. En contraste con las protestas callejeras antiglobalizadoras, a estos los considero ejemplos de la lucha alterglobalizadora. Sin duda, las fuerzas antiglobalizadoras también participan en los FSM. De todos modos, algunos de sus organizadores más influyentes son agencias que aceptan a la globalización como un hecho histórico, pero que propugnan por un cambio en su cualidad. Éste es el caso de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras y de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC), fundada en junio de 1998 por el periódico francés Le Monde Diplomatique. En la apertura del Primer Foro Social Mundial, Bernard Cassen, director general del periódico, declaró que "no estamos en contra de la globalización, pero sí somos críticos de la forma como opera".7

ATTAC se autodefine así:

Una red, sin estructura jerárquica y sin centro geográfico, pluralista, que se enriquece de la variedad de sus componentes y que facilita acciones comunes sin limitarlas de ninguna manera o dictar su contribución libre. Su objetivo es fortalecer, ligar y coordinar, en el ámbito internacional, la contribución de todos sus miembros que se consideren adecuados a la estructura de su plataforma. En el mismo sentido, desea reforzar su cooperación con todas las otras redes cuyos objetivos convergen con los nuestros. Tenemos alrededor de 80 mil miembros en todo el mundo. Es una red internacional de grupos independientes locales y nacionales en 33 países. Promueve la idea de un impuesto internacional a la especulación financiera (el impuesto Tobbing), y hace campañas para tornar ilegales a los paraísos fiscales, reemplazar los fondos de pensiones por fondos estatales, cancelar la deuda del tercer mundo, reformar o abolir a la Organización Mundial de Comercio (OMC), y, con mayor generalidad, retomar los espacios democráticos que han sido perdidos para el mundo financiero. ATTAC combina el activismo con la creatividad intelectual. Promueve las reformas económicas prácticas que tienen por objeto domesticar el poder devastador de los mercados financieros, para favorecer estructuras económicas transparentes que sirvan a las necesidades de la gente común. Se enfoca en crear alternativas a la ideología dogmática del neoliberalismo. ATTAC es independiente de todos los partidos políticos y ha atraído de igual forma a sindicatos y asociaciones, MPS, ciudadanos y académicos de todos los tipos, a través de la autoeducación y la acción pacífica. ATTAC apareció en las manifestaciones de Seattle de 1999 en contra de la OMC, y en Génova en julio de 2001 en contra del G8. Ella es parte de un movimiento global diversificado que promueve la autodeterminación democrática para las economías regionales y locales.8

A principios de 2000, "bajo el impacto" de la batalla de Seattle de 1999, se pensó en realizar un Foro Social Mundial que tendría lugar de manera simultánea con el Foro Económico Mundial:

Un colectivo de movimientos y organizaciones sociales brasileños asumió el desafío, con el apoyo de la publicación mensual francesa Le Monde Diplomatique, promotor de la constitución de la organización ATTAC en junio de 1998 [...] La ciudad de Porto Alegre, y su experiencia de doce años de gestión democrática materializada en la inédita experiencia del orçamento participativo (presupuesto participativo) promovida por el gobierno municipal de izquierda que encabeza el Partido de los Trabajadores de Brasil, reunió el consenso de los promotores de la idea como el lugar más adecuado para realizar dicha convocatoria. Con el apoyo entusiasta, que se prolongó a lo largo del propio Foro, de las autoridades del Estado de Rio Grande do Sul (también gobernado por el Partido de los Trabajadores, GLR) [...] la convocatoria fue refrendada por unanimidad en las jornadas de junio de 2000 cuando este movimiento internacional sesionó en la Cumbre Social paralela al evento organizado por las Naciones Unidas en la ciudad de Ginebra, Suiza (Seoane y Taddei, 2001: 106).

Desde el principio, el Foro Social Mundial fue considerado un contrapunto respecto al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el cual es conocido por ser un encuentro donde la élite global se reúne. El Primer Foro Social Mundial se celebró del 25 al 30 de enero de 2001, en la Pontificia Universidad Católica de Porto Alegre. De acuerdo con los organizadores, hubo más de 15 000 participantes, con 4 702 delegados de 117 países; 27 expositores brasileños y 69 de otras nacionalidades; y 165 invitados especiales de 36 países (77 brasileños, 88 de diversos países). En el Parque Armonía, acamparon 2 000 jóvenes y 700 indígenas. Se acreditaron 1 870 periodistas –1 484 brasileños y 386 personas de otros lugares–, que difundieron las noticias de este FSM. Se realizó una feria de movimientos sociales, casas editoriales y ONG, con 65 expositores y 325 personas acreditadas. Además, hubo traducciones simultáneas de los paneles, llevadas a cabo por 51 traductores (Seoane y Taddei, 2001: 127–128).

Por las mañanas se efectuaban cuatro conferencias simultáneas restringidas a "delegados registrados, representantes de organizaciones alrededor del mundo",9 las cuales fueron transmitidas por cadenas televisoras de cable y por Internet, pero también pudieron ser presenciadas por aquellos no acreditados en un auditorio público del centro de Porto Alegre. Las conferencias fueron organizadas alrededor de cuatro temas principales: la producción de la riqueza y la reproducción social; el acceso a la seguridad social y a la sustentabilidad; la afirmación de la sociedad civil y de los espacios públicos; el poder político y la ética en la nueva sociedad. Los conferencistas programados eran conocidos activistas, sindicalistas, académicos o políticos, como Samir Amin, Walden Bello (profesor de la Universidad de Filipinas), Bernard Cassen (director del Le Monde Diplomatique), oded Grajew (presidente del Instituto Ethos de Brasil), Yoko Kitizawa (presidente del Jubileo 2000 de Japón), Marina Silva (senadora por Brasil), fray Beto (Brasil), Park Hasson (representante de la Unión KCTU, de Corea del Sur), Timothy Ney (representante de la Fundación Software Libre), Boaventura de Souza Santos (profesor de la Universidad de Coimbra), Tariq Alí (Pakistán), Armand Mattelar (Bélgica), Aminata Traoré (ex ministro de Cultura de Mali), Ahmed Benbela (Algeria), Kirstem Maller (directora de Intercambio Global), Aníbal Quijano (profesor de la Universidad de San Marcos, Perú), Ricardo Alarcón (presidente del Parlamento Cubano) y muchos otros.

Por las tardes se formaban talleres de trabajo organizados por las instituciones participantes en el Foro. El público en general podía tener acceso a casi todos los talleres (una vez que se llenara el cupo). Una gran cantidad de asuntos fueron discutidos, pero la mayor parte giró alrededor de cuestiones como las prácticas laborales y el sindicalismo, la cuestión ambiental, la reforma agraria, el desarrollo, la salud, la educación, el pacifismo, los derechos humanos, las relaciones raciales y étnicas, la cultura política, la democracia social y política, la ciudadanía, los medios y la comunicación, los movimientos sociales, la justicia social, la geopolítica global, la sociedad civil global, el activismo trasnacional y la resistencia en contra de la globalización neoliberal. Los organizadores de los talleres fueron principalmente ONG, sindicalistas y estudiosos brasileños, seguidos por sus pares de América Latina, Europa (en especial de Italia y Francia) y Estados Unidos. Algunas organizaciones del estado de Rio Grande do Sul y de la ciudad de Porto Alegre, así como de la Iglesia católica brasileña, también se mostraron muy activos. Asimismo se realizó un programa cultural que incluyó danza, teatro y música, presentado casi exclusivamente por grupos brasileños en diferentes lugares de Porto Alegre.

Como otros rituales, el FSM comienza y termina con ceremonias especiales que inician y cierran un periodo de actividades rituales, de comunitas, para usar la noción bien conocida de Victor Turner (1969). Por ejemplo, en la edición de 2003 del FSM, llevada a cabo pocos meses antes de la Guerra de Irak, la "Marcha de la Diversidad en Contra de la Guerra" abrió el evento de seis días de duración, que tuvo como lema "la construcción de un mundo distinto, en contra de la militarización y la guerra, es posible".10 Esta marcha salió del Campamento Juvenil Intercontinental y se dirigió a una plaza en el centro de Porto Alegre donde había "una concentración de tambores y voces por la paz". El programa del foro de ese año invitaba a "todos a tomar sus instrumentos de percusión y las banderas de sus regiones, países y movimientos. Después de la marcha los representantes del Campamento Juvenil Intercontinental recolectarán el más grande número de banderines que puedan para crear, al fin del FSM, la Bandera de las Banderas, que será uno de los símbolos de la multiculturalidad".11 El Tercer Foro Social Mundial terminó con una fiesta en el anfiteatro Puesta del Sol, cerca del río Guaíba.

La autodefinición del Foro Social Mundial es la siguiente:

El Foro Social Mundial es un encuentro abierto en el cual los grupos de la sociedad civil y los movimientos que se oponen al neoliberalismo y a un mundo dominado por el capitalismo o por toda forma de imperialismo, con la intención de construir una sociedad planetaria centrada en la persona humana se reúnen para concretar su pensamiento, para debatir ideas democráticamente, para formular propuestas, para compartir sus experiencias de manera libre y para construir redes con el fin de lograr una acción efectiva [...]. El FSM busca debatir los medios alternativos para construir una globalización solidaria que respete los derechos humanos universales y aquellos de todos los hombres y las mujeres de todas las naciones, y también los derechos del medio ambiente, y que sea basada en sistemas e instituciones internacionales democráticos al servicio de la justicia social, de la igualdad y de la soberanía de los pueblos.12

Los Foros Sociales Mundiales han crecido diez veces en cinco años: pasaron de 15 000 participantes en 2001 a156 000 en 2005.13 Cuatro ediciones fueron organizadas en Porto Alegre, y una, la de 2004, en Mumbay, India. La estructura organizacional del Foro se ha modificado un poco durante estos años. Su mayor importancia dio pie a su formalización: fue elaborada una Carta de Principios y se creó un Consejo Internacional para "hacer el proceso de articulación del FSM viable a un nivel internacional".14 El Consejo, "un cuerpo político y operativo", está conformado por "redes temáticas, movimientos y organizaciones que han acumulado conocimiento y experiencia en la búsqueda de alternativas a la globalización neoliberal".15

En comparación con las demostraciones observadas en las calles, los FSM son megaeventos de la alterglobalización bastante estructurados, institucionalizados y jerarquizados. Son megarrituales globales de integración de élites políticas trasnacionales alternativas con una estructura básica de dos capas. Primero están las actividades abiertas, "autoorganizadas", que son un conjunto de encuentros comunicativos más horizontales, como talleres de trabajo, seminarios, cursos, reuniones y otras iniciativas propuestas por ONG, sindicatos, movimientos sociales, Iglesias, etcétera, que representan pequeños rituales en los cuales algunos segmentos de la comunidad trasnacional imaginada virtual que comparten intereses específicos concurren e interactúan en el espacio público real, por ejemplo activistas trasnacionales que ya han estado en contacto con otros activistas de diferentes países a través del espacio público virtual proveído por la Internet. Esto rituales permiten, con frecuencia, los primeros encuentros cara a cara, fundamentales para consolidar alianzas políticas y amistades. En segundo lugar, existen espacios –paneles, conferencias, testimonios y mesas redondas de diálogo y controversias– donde la élite política e intelectual de los movimientos anti–/alterglobalización pone en práctica sus roles como líderes globales y adquiere más prestigio y poder.

Todas las reuniones deben arrojar propuestas que guíen la acción política de los movimientos. Con objeto de democratizar el acceso de un público más amplio a las propuestas, los organizadores crearon un Mural de Propuestas de Acción, donde éstas pueden ser colocadas. El programa de 2003 anunciaba:

Todas las acciones y cuestiones serán consideradas, aquellas propuestas por un número pequeño o grande de movimientos u organizaciones. Habrá espacio para todas las propuestas en el Mural. El Mural de Propuestas dejará claro que el Foro va más allá del análisis y de la discusión del neoliberalismo. Los delegados del Foro son esencialmente personas que ya han entrado en la lucha por un nuevo mundo, así que pueden intercambiar sus experiencias durante el evento, aprender de otros, reflexionar profundamente y articular sus perspectivas nacional e inter–nacionalmente. Una vez que el Foro llegue al final, ellas regresarán a sus acciones con más conocimiento, alianzas, proyectos y energía para continuar la lucha.16

Sin embargo, las conferencias y otros actos con los líderes e ideólogos del movimiento anti/alterglobalización son ejemplos de una estructura jerarquizada puesta en operación. Estos encuentros presentan unclivaje político y etario usualmente percibido por sus jóvenes participantes como una línea divisoria de poder y como una indicación del carácter elitista del FSM . Asimismo, una política permanente en estos foros es invitar a algunas celebridades. Por ejemplo, en 2005, asistieron José Saramago y Manuel Castells, entre muchos otros intelectuales, así como Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, y Hugo Chávez, presidente de Venezuela.

De hecho, el FSM ha venido a ser un campo de poder polinucleado,17 donde, pese al lenguaje de descentramiento y horizontalidad, existen muchos agentes y agencias que tienen más poder que otros en la organización de rituales, y también mayor acceso al poder que el ritual produce. Esto se reflejó en el Comité de organización de 2003, que estuvo compuesto por algunas de las más grandes ONG brasileñas, una importante confederación sindical, el Movimiento de los Sin Tierra –el movimiento social brasileño más poderoso– y la Iglesia católica.18 En 2004, cuando el Foro fue realizado en la India, también manifestó la estructura social y política de la sociedad civil de ese país. Los organizadores fueron divididos en cuatro categorías: el Consejo General de la India (cuerpo de toma de decisiones para el proceso del FSM en la India), el Comité de Trabajo de la India (responsable de la formulación de las líneas políticas que fundamentaron el funcionamiento del proceso del FSM en esa nación), el Comité de organización en la India (cuerpo ejecutivo del FSM) y el Comité de Organización de Mumbay. En el caso del Comité de Trabajo de la India, había un importante número de representantes de los dalits, la casta conocida como los intocables, y de los advasis, un término genérico utilizado para referirse a las sociedades "tribales" distintas de la sociedad hindú.

Las tensiones entre las fuerzas anti y alterglobalizadoras han sido evidentes desde el primer Foro. Por ejemplo, el Movimiento de los Sin Tierra criticó a "la izquierda light" –las ONG, el Partido de los Trabajadores y Le Monde Diplomatique– que organizó el evento.19 Contrario a la orientación de los organizadores, un grupo de 40 punks y anarquistas amenazaron atacar el restaurante McDonald's.20 Los activistas del Movimiento Sin Tierra "realizaron una invasión a las plantaciones experimentales de la corporación trasnacional Monsanto" para protestar en contra de los alimentos trans–génicos y defender la agricultura de pequeña escala. José Bové, el líder francés antiglobalización, se unió al MST en otra manifestación contra Monsanto. En el Comité organizador, pocos organismos tenían relaciones con los movimientos populares. En 2001, por ejemplo, tan sólo dos de los ocho miembros –la Central Única de Trabajadores y el Movimiento de los Sin Tierra– contaban con este tipo de vínculos. De hecho, el Comité organizador estuvo conformado principalmente por ONG "dominadas por intelectuales y sectores similares de las clases medias" (Barros e Silva, 2001: A8). Dada su dependencia del apoyo de los gobiernos municipal y estatal, los organizadores deseaban evitar toda clase de confrontación que pudiera salirse de control. La ausencia de choques con la policía en la calle apunta la importancia de las alianzas con los aparatos estatales y al carácter reformista del movimiento alterglobalización. Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, escribió en su periódico que el Foro existía:

no para protestar en la calle como en Seattle, Washington, Praga y otros lugares, en contra de las injusticias, inequidades y los desastres que provocan, por casi todas las partes, los excesos del neoliberalismo; sino para intentar, ahora de forma positiva y constructiva, proponer un marco teórico y práctico que permita imaginar un nuevo tipo de globalización que afirme que otro mundo más humano y cooperativo es posible (Barros e Silva, 2001: A14).

Una investigación realizada en el Foro de 2004 en la India con 3 500 participantes indicó que 63 por ciento tenía grado universitario.21 Durante las preparaciones del Foro de 2005, el Comité Organizador admitió el carácter "elitista" del evento. El director general del IBASE –una de las más influyentes ONG entre los organizadores– dijo que, para el encuentro de 2005, las actividades importantes, como las conferencias y los paneles, previamente establecidas por el Comité Internacional, fueron definidas mediante una amplia consulta realizada por Internet, y agregó: "Somos la élite de las organizaciones y de los movimientos sociales. Si existen personas que no tienen dinero para asistir al fórum, el fórum debe ir a la gente".22

En consecuencia, el Foro fue trasladado fuera de la Pontificia Universidad Católica, que estaba "fuertemente relacionada con el espacio de la élite". Para promover la participación de los residentes de las villas miseria, se planeó servir más de 20 000 comidas al día. También se dejaron de pagar los viajes VIP, que consumían casi 500 000 dólares. Una parte de este dinero fue destinada a traer a representantes de grupos nativos de Norteamérica y Sudamérica, paquistaníes e hindúes, y a subsidiar autobuses a Porto Alegre desde las capitales estatales de Brasil.23

El FSM es como un imán de poder, algo que se hace patente en el proceso político que antecede a los eventos anuales y en la atracción que ejerce sobre los actores políticos. Diversos actores políticos progresistas importantes desean ser vistos en el Foro, en especial si son publicitados por los medios de comunicación. Desde el presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva, que ha estado en todos los FSM en Brasil, hasta las superestrellas del mundo artístico y académico, muchos desean ser el centro de atención en este acto mediático global. Los rituales son efectivos mecanismos de comunicación no sólo para quienes participan en ellos, sino para todos aquellos que, gracias a diferentes medios de comunicación, son informados de que existen o pueden seguir sus desdoblamientos.

El FSM, como un megarritual global de integración, reúne a diversos actores que están anclados en distintos niveles de agencia social: los agentes locales, representados por la municipalidad de Porto Alegre, las universidades locales, los intelectuales, los políticos y los miembros de la sociedad civil; los agentes que se desenvuelven en el ámbito regional, sea por la intervención proactiva del gobierno estatal de Rio Grande do Sul (Porto Alegre es la capital del estado) o por la participación de otros actores de la región sur de Brasil, o bien de Uruguay o de algunas provincias de Argentina que histórica y culturalmente han sido parte de una misma región internacional; los agentes y agencias nacionales, cuya presencia es palpable en la participación de muchas ONG nacionales, confederaciones sindicales, Iglesias, partidos políticos, organizaciones federales de gobierno, etcétera; y los agentes internacionales y trasnacionales. La diversidad nacional y étnica es una peculiaridad de los FSM. Desde el primer Foro hubo participantes de más de 117 países. Es común que estos megaeventos globales sean comparados con Babel, pues en ellos abundan traductores, muchos trabajando como voluntarios. Las ONG, los activistas trasnacionales y las fundaciones internacionales son, en gran medida, la razón de ser del FSM. La pluralidad de actores localizados en distintos niveles de agencia con diferentes alcances políticos, culturales y sociales es el gran capital político del Foro. En realidad, estos acontecimientos son grandes oportunidades que el movimiento de globalización no hegemónico tiene para crear redes en el espacio público real. Como escenarios en los cuales la comunidad trasnacional imaginada virtual puede encontrarse fuera del ciberespacio, los foros cumplen un papel trascendental en la creación de una sociedad civil global.

Seoane y Taddei (2001: 106) indican que las políticas municipales y estatales fueron esenciales para realizar el primer FSM, que fue financiado por la Compañía de Energía del Estado de Rio Grande do Sul y por el Banco del Estado de Rio Grande do Sul. En realidad, este estado ha sido gobernado por muchos años por el Partido de los Trabajadores, al igual que la ciudad de Porto Alegre. El gobierno de la ciudad y el del estado apoyaron el FSM, junto con la Pontificia Universidad Católica y la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. El crecimiento del Foro y de su visibilidad política, propiciados por una cada vez mayor concentración de élites trasnacionales alter–nativas, llamó la atención de poderosos patrocinadores. Petrobrás, la compañía de petróleo brasileña controlada por el Estado, y una de las corporaciones más grandes del país, se unió a la ciudad de Porto Alegre y al estado de Rio Grande do Sul, después de que, en 2003, el Partido de los Trabajadores entrara al gobierno federal. En 2005, además de Petrobrás, otros importantes patrocinadores financiaron el FSM, entre ellos el Banco de Brasil (el más grande del país, controlado por el gobierno federal), la Caja Económica Federal (otro influyente banco estatal) y otras corporaciones también controladas por el Estado como Eletrobrás, Infraero y Furnas. Asimismo, el FSM de 2005 recibió apoyo de notables agencias de cooperación internacional, casi todas vinculadas a las Iglesias protestantes y católica: Servicios de Desarrollo Eclesial (eed–Evangelischer Entwicklungsdienst, una organización de Iglesias protestantes en Alemania), Christian Aid (una agencia de Iglesias en el Reino Unido e Irlanda), Comité Católico Contra el Hambre y para el Desarrollo (CCFD, Francia), n(o)vib (Oxfam, Holanda), Agencias Católicas para el Desarrollo Externo (CAFOD, una organización británica), el Fondo de los Hermanos Rockefeller (Estados Unidos) y la Organización del Obispado Alemán para la Cooperación y el Desarrollo (Miseror).

Los costos del primer FSM ascendieron aproximadamente a dos millones de reales, de los cuales un millón fue pagado por el gobierno estatal de Rio Grande do Sul y 300 000 por la ciudad de Porto Alegre, mientras que el resto fue financiado por distintas ONG.24 Ya en 2001, el uso de recursos públicos estaba en debate.25 De hecho, el incremento en las asignaciones de fondos públicos hizo que los críticos del FSM señalaran que el estado brasileño financiaba mediante los impuestos encuentros de personas que "defienden ideas dogmáticas y que rechazan la libertad" (Rosenfield, 2005). De acuerdo con este profesor de filosofía política de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, diez millones de reales (cerca de 3.7 millones de dólares) de los 14.5 (5.4 millones de dólares en promedio) gastados para el Foro de 2005 provinieron de fondos públicos.26

En principio, el Foro Social Mundial fue planeado para ser el contrapunto del Foro Económico Mundial, en Davos, un encuentro que ha sido llevado a cabo desde 1971 por una fundación Suiza que también es consultora de Naciones Unidas. Financiado por más de un millar de corporaciones multinacionales, el Foro Económico Mundial fue diseñado para reunir, una vez al año, en un mismo lugar, a la élite hegemónica corporativa y política global. El Foro Económico Mundial ha sido descrito como una reunión de líderes de los negocios y de la política de todo el mundo. Los encuentros y pequeños foros en África, Asia y Sudamérica y otros lugares más se convirtieron, durante el año, en poderosas atracciones, no obstante en Davos cientos de líderes de negocios pagan 20 000 dólares por empresa para estar presentes. Muchos críticos consideran que Davos, con sus encuentros de ejecutivos realizando contratos y contactos con los más importantes políticos y expertos a puerta cerrada, simboliza la nueva ortodoxia económica de finales del siglo XX (Whitney, 1997). Las compañías que asistieron a la conferencia de 1997 representaban un valor estimado de 1.45 trillones de dólares de negocios al año, una cuantía suficientemente poderosa para atraer a celebridades como Bill Gates, presidente de Microsoft, o Yasser Arafat, líder palestino (Whitney, 1997). En 2001, alrededor de 3 000 participantes se reunieron en Davos, entre ellos Jacob Frenkel (presidente de Merril Lynch), Alan Blinder (ex vicepresidente del Federal Reserve Bank de Estados Unidos y profesor de economía en la Universidad de Princeton), James Wolfensohn (presidente del Banco Mundial), John Sweeney (presidente de la American Federation of Labor and Congress of Industrial Organizations –AFL–CIO–), Charles Holiday (presidente mundial de DuPont), Carleton Fiorina (presidente de Hewlett–Packard), Henry Paulson Jr. (presidente de Goldman Sachs), George Soros (megainversionista global) y Vandana Shiva (líder ambientalista global). Una vez que las reverberaciones de la batalla de Seattle de 1999 aún se encontraban en el aire y que se realizaba el primer Foro Social Mundial en 2001, la pobreza fue un tema tratado por muchos participantes, quienes también reconocieron la importancia del movimiento anti–/alterglobalización (Gosman, 2001).

Sin duda, la novedad del activismo global antihegemónico contribuyó a organizar una teleconferencia internacional entre los representantes de los dos foros reunidos en ambos lados del Atlántico, en el norte global y en el sur global. La teleconferencia se efectuó el 28 de enero de 2001.27 En Porto Alegre, 11 representantes del Foro Social Mundial, entre ellos Aminata Traore (ex ministro de Cultura en Mali), Bernard Cassen (attac/Le Monde Diplomatique), Walden Bello (profesor de sociología en Filipinas), Hebe de Bonafini (de las Madres de la Plaza de Mayo, Buenos Aires) y el líder de un movimiento campesino de Honduras, Raphael Alegría, se congregaron en un auditorio de la Pontificia Universidad Católica. Por su parte, George Soros (megainversionista), John Ruggie (jefe de asesores de Naciones Unidas), Mark Malloch (director general del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas) y Bjorg Edlud (presidente de la corporación multinacional ABB) se reunieron en Davos en un iglesia protestante. Este debate de hora y media fue transmitido por el canal público educativo del estado de Rio Grande do Sul y fue visto en directo por 1 800 personas en un auditorio de la Universidad Católica. El debate fue un áspero intercambio de ideas que terminó cuando Soros propuso el fin de la conversación en el momento en el que Hebe de Bonafini, después de una dura intervención, le preguntó si acaso sabía cuántos niños morían de hambre al día en el mundo.

Esta teleconferencia no puede ser considerada un encuentro cuya única función era refrendar la identidad política y social de cada lado, más bien representa una clara indicación de la conciencia que cada parte tiene de la trascendencia de atraer la atención de los medios de comunicación global. Davos, por su espectacular concentración de ricos y poderosos, ha tenido por muchos años la atención de los medios. Pero éste no fue el caso del encuentro de Porto Alegre. No es una exageración decir que uno de los grandes objetivos del FSM, y, en ese sentido, del movimiento anti–/alterglobalización, es diseminar otros panoramas mediáticos sobre la globalización. Parte del esfuerzo estratégico de acoplar eventos como los foros y las manifestaciones de calle a grandes encuentros del establecimiento global se relaciona con las necesidades de visibilidad de un movimiento que comprende bien el valor de hacer circular otros mensajes mediante la comunicación global. Además de su importancia como rituales de integración, los FSM juegan un papel crucial en la generación de imágenes y discursos alternativos para los circuitos globales con objeto de ganar una audiencia más amplia y general. Son oportunidades para consolidar y difundir matrices políticas, ideológicas y utópicas, y para articular redes de acción internamente a una todavía pequeña élite global antihegemónica. Los rituales de integración de las élites políticas globales no hegemónicas son esenciales para conformar redes de activistas y agentes trasnacionales en el espacio público real.

 

Conclusiones acerca de los movimientos políticos no hegemónicos

La diversidad del movimiento anti–/alterglobalización es una característica que ha sido enfatizada por muchos como una novedad. Incluso, hace años nadie se hubiera imaginado ver a campesinos o líderes indígenas junto con punks en las mismas protestas. Empero, no hay que olvidar que ya había diversidad en el movimiento ambientalista y, mucho antes, en el socialista. Por ejemplo, la Primera Internacional Socialista fue realizada en 1864, y en ella se reunieron delegados de al menos tres países –Francia, Inglaterra y Alemania–(véase Riazanov, 2004). Con la creciente globalización, en especial con el aumento de la compresión del tiempo–espacio, hoy en día habría que esperar una mayor diversidad en los encuentros internacionales contrahegemónicos. Existen dos factores que subyacen esta sorpresa sobre la diversidad interna de los movimientos anti–/alterglobalizadores del presente. Primero, una mala comprensión que simplifica la naturaleza de los sujetos políticos colectivos. El hecho de que una colectividad sea representada por un solo movimiento y quiera alcanzar los mismos objetivos no significa que no esté dividida por fuerzas contradictorias o que esté compuesta de manera homogénea. Segundo, un elemento coyuntural relacionado con la crisis discursiva, que inicia con el fin del socialismo real y con la pérdida de la efectividad de sus perspectivas ideológicas y utópicas. Lo que ha sido tempranamente considerado como izquierda es ahora un punto de debate, un objeto en flujo. De hecho, lo que indica la diversidad del movimiento anti–/alterglobalización es la efectividad de la creación, en el presente, de redes progresistas en los espacios públicos virtual y real.

Por otra parte, las manifestaciones en la calle y los FSM tienen la misma estrategia "estructura versus antiestructura", la cual es bastante poderosa, pues es una forma de invadir los medios globales con imágenes y mensajes alternativos que permiten el "testimonio a distancia", una de las fuerzas detrás de la estructuración de la comunidad trasnacional imaginada virtual (Ribeiro, 1998). Finalmente, debe apuntarse que la diversidad heterodoxa del movimiento anti/alterglobalización no significa que miembros de corrientes tradicionales de izquierda no pertenezcan a él o, incluso, que sean sus líderes. Por el contrario, se puede encontrar cierta continuidad entre una izquierda antigua, inspirada en el socialismo, y este novedoso movimiento global.

 

Globalización económica no hegemónica: la transfrontera Foz de Iguazú/Ciudad del Este y la Feria de Paraguay en Brasilia

En la globalización económica no hegemónica, los actores más visibles, por ejemplo los vendedores callejeros de chucherías globales, son la punta del iceberg de una enorme economía global paralela. Llamar a este tipo de globalización "no hegemónica" no implica que sus agentes intenten destruir al capitalismo global o deseen implantar alguna alternativa radical al estado de cosas prevaleciente. Tales agentes son considerados no hegemónicos porque sus actividades desafían el establishment económico en los niveles local, regional, nacional, internacional y trasnacional. Por ello son vistos como un desafío para el sistema y para las élites del poder político y económico que tratan de controlarlos. Las actitudes de los Estados y las corporaciones hacia ellos son muy reveladoras (casi siempre sus actividades son tratadas como asunto de policía, como el foco de acciones represivas elaboradas). La globalización económica no hegemónica es un gran universo que involucra actividades ilegales como el tráfico de personas y de órganos, que deben ser reprimidos –incluye igualmente el tráfico de drogas–; pero también forman parte de ella los vendedores callejeros, cuyo "crimen" es trabajar fuera de los parámetros definidos por el Estado. No es mi intención cubrir al hampa con un halo de glamour; no obstante, quiero distanciarme de una discusión que en esencia es estadocéntrica o, en el mejor de los casos, que ha sido fuertemente circunscrita por las normas y regulaciones estatales, por definiciones de lo que es legal y lo que es ilegal, y que con frecuencia reflejan la historia de las relaciones de poder entre distintos segmentos y clases sociales.28 Al construir otro enfoque, tengo en cuenta uno de los valores antropológicos más fuertes: el punto de vista del actor.

La globalización económica no hegemónica está estructurada por diferentes clases de segmentos y de redes que se juntan en un patrón piramidal. En la cima se hallan confabulaciones de lavado de dinero, actividades mafiosas y cualquier suerte de corrupción. A pesar de todo el poder y la posición elitista de muchos de los agentes involucrados en la economía global paralela, ellos no pueden actuar solos, hay una imbricación masiva de personas pobres en los segmentos más bajos de esta pirámide. Para estos actores sociales, la globalización no hegemónica es una manera de sobrevivir y una oportunidad de ascenso social. La creación de redes y de un complejo de intermediaciones consolida esa estructura global de modo parecido a lo que he llamado consorciación, un proceso típico de las articulaciones entre agentes trasnacionales, nacionales, regionales y locales involucrados en multimillonarios proyectos de infraestructura a gran escala (Ribeiro, 1994 y 2002). Las actividades que se encuentran en la base de esta pirámide son lo que denomino economía popular global, que es la verdadera globalización económica desde abajo. Ellas permiten el acceso a flujos de riqueza global que de otra manera los rangos más vulnerables de población de toda sociedad no podrían alcanzar, y además crean brechas de movilidad social ascendente o posibilitan la sobrevivencia en economías nacionales y globales que no tienen la capacidad de ofrecer empleo a todos sus ciudadanos. Mi interés está en estos segmentos de la globalización no hegemónica, más que en sus escalafones superiores.

En las páginas siguientes describo las actividades de la globalización económica no hegemónica como se realizan en el espacio social transfronterizo formado por la ciudad brasileña de Foz de Iguazú y la ciudad paraguaya de Ciudad del Este. Después describiré uno de los más grandes y controversiales mercados de la economía popular global en Brasil, conocido como la Feria de Paraguay, en Brasilia, la capital federal del país.

 

Ciudad del Este/Foz de Iguazú: transfrontera social como espacio global fragmentado

El río Paraná, con sus 3 940 kilómetros de longitud, es el segundo río más extenso en Sudamérica –sólo superado por el Amazonas–, y en él se ubica una de las fronteras más conocidas de esta región. En la llamada zona de la Triple Frontera se encuentran los límites políticos de tres países: Argentina, Brasil y Paraguay (véase mapa 1). En ella existen tres ciudades, localizadas en cada país, que han creado un sistema urbano internacional unificado por dos puentes internacionales. Foz de Iguazú es una ciudad brasileña que se conecta con Puerto Iguazú (Argentina) a través del puente Tancredo Neves (inaugurado en 1985), y con Ciudad del Este (Paraguay) por medio del Puente de la Amistad (abierto en 1965).

Cuadro 2

Las famosas Cascadas de Iguazú, una de las más abundantes caídas de agua en el planeta, están ubicadas en la misma zona en el río Iguazú, en los límites de Brasil y Argentina, las cuales atraen miles de turistas a Puerto Iguazú (Argentina) y a Foz de Iguazú (Brasil). Además del turismo nacional y mundial existen otras fuerzas globalizadoras que han dado a esta área rasgos particulares. Una de ellas la comparte la Triple Frontera con muchas líneas fronterizas en el mundo: el contrabando, que existe en la zona desde la Colonia (Grimson, 2003). Otra fue la construcción, en las décadas de 1970 y 1980, de Itaipu, un "proyecto de desarrollo" binacional, paraguayo–brasileño, que constituye la segunda planta hidroeléctrica más grande del mundo. La construcción de Itaipu representó un escenario extraordinario para la globalización hegemónica ya que unió enormes cantidades de capital y élites trasnacionales, trabajadores y tecnología, y significó un rápido crecimiento poblacional, en especial para las ciudades de Foz de Iguazú y Ciudad del Este. Por último, el movimiento ambientalista puso a esta región de selva tropical en el mapa de la discusión global verde y, después del 11 de septiembre, el discurso de la seguridad estadounidense, identificó a la Triple Frontera como un santuario de terroristas (Ferradas, 2004).

Espacio social transfronterizo (Jimenez Marcano, 1996) es una noción que permite reconocer las relaciones particulares que se establecen en lugares como la zona de la Triple Frontera. Asimismo hace posible entender las relaciones sociales, culturales, políticas y de parentesco que los agentes sociales desarrollan en áreas fronterizas, donde la frontera funge como un aparato taxonómico complejo y bastante flexible. El Estado, sus aparatos, agencias y agentes son entidades territoriales que se esfuerzan por controlar las áreas bajo su jurisdicción. Mucha de la flexibilidad que los agentes sociales experimentan en zonas fronterizas se debe a la ineficiencia de los agentes del Estado o a su connivencia con otros agentes sociales que operan internamente en el espacio transfronterizo. Esta noción también permite capturar la percepción de distintos agentes que se mueven en un espacio que trasciende el control impuesto por los Estados. Es imposible definir dónde termina físicamente el espacio social transfronterizo, sobre todo porque no fue instaurado ni organizado ni mucho menos reglamentado por instituciones formales. Puesto que los espacios sociales transfronterizos atraviesan la lógica clasificatoria del Estado–nación, aquellos más grandes son por lo general universos trasnacionales propensos a ser territorios globales fragmentados, conectados a los circuitos globales de personas, bienes e información, lo cual es el caso de la zona de la Triple Frontera.

A pesar de la importancia de Puerto Iguazú en el área, en especial por la visita de los turistas domésticos e internacionales al Parque Nacional de Iguazú y a las cascadas en Argentina (Mendonca, 2002), el espacio social transfronterizo está estructurado principalmente por las relaciones de la Ciudad del Este, en Paraguay, y Foz de Iguazú, en Brasil. Estas dos ciudades constituyen un mismo campo de relaciones, cuyo crecimiento y complejidad se ha acentuado en las últimas dos o tres décadas. Las dos ciudades juntas son un importante centro financiero y de comercio global, pero al mismo tiempo son una unidad étnicamente segmentada. En este espacio social coexisten paraguayos, brasileños, árabes (sobre todo de Siria y Líbano, entre los que se encuentran cristianos y musulmanes), chinos y otros grupos étnicos menos numerosos.

Mis argumentos subsecuentes se basan fundamentalmente en las investigaciones desarrolladas por Fernando Rabossi (2004) y César Pérez Ortiz (2004) en Ciudad del Este, lugar que atrae a miles de brasileños a diario para comprar mercancías importadas y después venderlas en sus ciudades de origen. Estas personas pueden llegar a viajar más de 3 000 kilómetros; son verdaderos comerciantes nómadas, y en portugués se les denomina sacoleiros,29 esto es, cargadores de bultos, en referencia a la enorme cantidad de ellos que transportan a sus ciudades con toda clase de objetos que son vendidos en los muchos mercados de las calles de Brasil, llamados algunas veces Ferias de Paraguay. Los sacoleiros brasileños son un ejemplo de las prácticas económicas habituales en todo el mundo y que son parte de lo que llamo globalización económica no hegemónica o globalización económica desde abajo.30 En tal sentido, estos comerciantes son agentes trasnacionales alternativos.

Los Estados y las más grandes corporaciones en todo el mundo clasifican a estas actividades como ilegales, un peligro para las economías nacionales y globales. Cabe notar que estos agentes sociales y sus actividades han sido raramente tenidos en cuenta en la literatura académica. Sin duda, el tema ha sido relegado a los estudios que por lo general los definen de manera negativa usando términos como economía subterránea, piratería o contrabando, con lo cual se revela un viejo intento por controlarlos, ya que entrañan una "injusta competencia" para los comerciantes y las corporaciones, y un gran problema para la recaudación fiscal de los Estados. La etiqueta más neutral economía informal parece olvidar un asunto capital: que la definición de formalidad e informalidad está forzosamente atravesada por las relaciones de poder. Más adelante describiré las actividades de esta "globalización económica no hegemónica" y cómo es observada en Ciudad del Este y en una de las más grandes y controvertidas Ferias de Paraguay en Brasil, localizada en Brasilia, en el Distrito Federal del país.

 

Ciudad del Este: un espacio global fragmentado

Ciudad del Este es la segunda ciudad más importante de Paraguay después de la capital (Asunción). Ubicada en las orillas del río Paraná frente a la ciudad brasileña Foz de Iguazú, desde sus orígenes, en 1957, su destino estuvo atado a su función de pasaje para los puertos brasileños a través de los caminos que cruzan el estado brasileño de Paraná y alcanzan el océano Atlántico. Este corredor de 730 kilómetros adentro del territorio brasileño le iba a ahorrar a Paraguay, un país mediterráneo, tiempo y dinero. También representó una alternativa geopolítica a las conexiones hacia el Atlántico por medio de los ríos Paraguay, Paraná y La Plata, en gran medida dominados por Argentina. A mediados de la década de los cincuenta se construyó el Puente de la Amistad, financiado por el Estado brasileño e inaugurado en 1965.

El gobierno paraguayo tomó varias medidas para atraer turistas a Ciudad del Este. La transformación cualitativa de la economía de la ciudad ocurrió intensamente durante la década de los ochenta con el incremento del "turismo de compras" brasileño –turistas que visitaban con regularidad Ciudad del Este, ya entonces considerada el mayor centro de descuento en América del Sur–. De hecho, Ciudad del Este fue creciendo por la reexportación de mercancías, al punto de convertirse en uno de los centros comerciales más grandes del mundo. Los turistas compradores fueron atraídos por los bajos precios en productos electrónicos y de computación, chucherías globales, falsificaciones y otros productos importados, como perfumes, ropa y bebidas alcohólicas, muchos de ellos símbolos globales de estatus suntuario. Es común que los miembros de las clases medias no puedan comprar productos originales de marcas globales y terminen adquiriendo copias, las cuales abundan en las tiendas y en las calles de Ciudad del Este. En especial esta última y en general Paraguay han sido acusadas en el plano mundial de ser grandes centros de piratería y contrabando, situación que se sostiene en buena medida por la ambivalente posición del Estado paraguayo. Por una parte, es difícil controlar con eficiencia las operaciones de la economía global informal, porque un segmento de la élite paraguaya ha estado involucrada históricamente con ella y por la desenfrenada corrupción en ambos lados de la frontera. Por la otra, el Estado carece de una infraestructura apropiada para regular lo que se ha creado como un enorme y complejo arreglo de numerosas y poderosas redes, muchas de las cuales operan más allá del territorio nacional paraguayo. Algo similar ocurre en el lado brasileño. La gran importancia de Foz de Iguazú como un centro de lavado de dinero ha sido denunciada en diversas ocasiones por la prensa brasileña y fue el foco de una prominente investigación del Congreso Nacional Brasileño en 2004.

Para comprender el desarrollo de Ciudad del Este como uno de los más grandes centros de la economía global popular debe considerarse la legislación brasileña referente a la entrada e importación de bienes al país. Todos los brasileños que salgan de viaje y regresen al país cruzando una frontera terrestre deben declarar en la aduana lo que llevan consigo, y sólo podrán pasar 300 dólares en productos importados sin pagar impuestos, licencia válida por un mes. Ésta es la razón por la cual miles de brasileños y paraguayos van y vienen continuamente entre las dos ciudades, contribuyendo al llamado "contrabando hormiga", un modo de evadir la vigilancia de los funcionarios de las aduanas, que no consiguen revisar a todos las personas y vehículos que vienen a Brasil, además de que muchos de esos funcionarios favorecen la corrupción.

Ciudad del Este es nombrada con frecuencia como la tercera ciudad comercial más importante del mundo después de Miami y Hong Kong (Rabossi, 2004: 7). Su pujanza económica cubre una vasta área de Sudamérica, que incluye Argentina, Brasil y Uruguay. En Brasil, los turistas compradores proceden de lugares tan remotos como Recife y Fortaleza, dos ciudades localizadas a más de 3 000 kilómetros en el nordeste del país.31 Diversas fuentes ofrecen estimaciones muy dispares del valor del intercambio económico anual de Ciudad del Este: desde 2.5 hasta 15 billones de dólares (Rabossi, 2004: 7). Cualquiera que sea el verdadero poder económico de Ciudad del Este, no se manifiesta en la arquitectura de la ciudad ni en sus servicios públicos. Si no fuera por su intensa actividad mercantil, algunos impresionantes centros comerciales y los numerosos extranjeros que la visitan, Ciudad del Este parecería otra de las localidades pobres de la región.

El centro de la ciudad, donde se lleva a cabo la mayor parte de las transacciones económicas, está estratégicamente situado cerca del Puente de la Amistad (en 2001, concentraba más de 1 750 tiendas) (Rabossi, 2004: 39).32 En él se localizan algunos centros comerciales de lujo, muchos comercios (grandes y pequeños), así como miles de vendedores ambulantes y otros trabajadores que pertenecen a la globalización popular. Las calles se colman de gente que realiza todo tipo de transacciones –cambio de divisas, venta de comida, bebidas, chucherías globales–, o se atrae a nuevos clientes para entablar negocios. Muchos de los agentes sociales que trabajan en el mercado transfronterizo, como en la mayoría de las actividades comerciales, son intermediarios que hacen de la diferencia de precios entre lo que compran y venden una forma de vida.

La gran concentración de poder económico, incrustada en una situación política y social donde la corrupción es moneda corriente, representa un campo fértil para una serie de estereotipos negativos que florecen sobre la ciudad (Pérez Ortiz, 2004). Es usual que Ciudad del Este sea calificada como el hogar de los carteles de droga en Sudamérica, de la tríada china, los yakuzas japoneses, la mafia italiana, los gánsters rusos, los terroristas nigerianos y del hezbollah. Por lo tanto, después del 11 de septiembre de 2001, la ciudad fue estigmatizada como zona de terroristas. El hecho de que la Triple Frontera sea el hogar de miles de migrantes árabes y sus descendientes ha convertido a la zona en un foco de alerta para la nueva geopolítica norteamericana, pues supone que se ha convertido en paraíso de terroristas musulmanes (véase Ferradas, 2004). Las transfronteras sociales son en general consideradas espacios fuera del control estatal y, en consecuencia, son evaluadas por las autoridades y los medios de comunicación como zonas donde tienden a desarrollarse actividades ilegales –es decir, son valoradas en forma negativa–. De hecho, estos espacios pueden ser fácilmente manipulados por diferentes intereses políticos y económicos debido a que son zonas liminales, híbridas, donde hay mezclas de personas, cosas e información de distintos orígenes nacionales y que revelan las fragilidades de los Estados–nación.

Ciudad del Este y Foz de Iguazú conforman un mercado de trabajo étnicamente segmentado. Muchos comerciantes extranjeros y la mayoría de los brasileños que trabajan en Ciudad del Este viven en Foz de Iguazú y cruzan la frontera todos los días para trabajar en Paraguay. Muchos paraguayos son propietarios de tiendas de productos importados en Foz de Iguazú pero viven en Ciudad del Este. Una investigación realizada en 1998 por el Banco Central Paraguayo, con 146 empresarios de Ciudad del Este, señaló que 28% era paraguayo, 27% asiático, 24% árabe, 11% brasileño y el otro 10% de origen no especificado (Rabossi, 2004: 80). Los migrantes libaneses y chinos comenzaron a llegar a Ciudad del Este a finales de los sesenta y principios de los setenta (Rabossi, 2004: 205). Hay una mezquita en cada ciudad y Foz de Iguazú tiene un templo budista. En Ciudad del Este también hay escuelas japonesas y francesas. El segmento árabe es muy fácil de distinguir y está dividido en cristianos y musulmanes, muchos de ellos libaneses, sirios y palestinos. Desde finales de los cincuenta los libaneses han tenido un papel prominente en el crecimiento de Foz de Iguazú (Rabossi, 2004: 47).

En este espacio social transfronterizo se escuchan las lenguas de los turistas de diferentes partes del mundo. Más aún, como consecuencia de la segmentación étnica, en Ciudad del Este se hablan varios idiomas. Además del español y el guaraní, las dos lenguas habladas en Paraguay, están el portugués, el árabe, el cantonés, el taiwanés, el inglés, el hindú y el coreano (Rabossi, 2004: 2). El canal de televisión árabe Aljazeera es visto desde hace mucho tiempo en la ciudad, lo que refuerza la presencia de la lengua árabe. En razón del enorme flujo de turistas compradores desde Brasil, el portugués se ha convertido en un idioma comercial estratégico, un factor que ha creado numerosas oportunidades económicas para muchos brasileños que laboran en Ciudad del Este en diversas ocupaciones. Muchas investigaciones y estimaciones indican que los brasileños son el segmento más grande de trabajadores en esta ciudad (Rabossi, 2004: 81).

Miles de personas cruzan el Puente de la Amistad todos los días. En 2001, el promedio de vehículos y personas que lo pasaron diariamente fue de 18 500 autos y 20 000 peatones (Rabossi, 2004: 42). Estos números incluyen personas que cruzan el puente "una sola vez y no vuelven ese mismo día –los menos–, los que van y vuelven una vez en el día –quienes trabajan en Ciudad del Este o en Foz del Iguacu y viven del otro lado–y quienes pasan varias veces cargando, llevando o conduciendo" (Rabossi, 2004: 43). Estas personas son los sacoleiros (véase supra nota 29), los "turistas de compras", los turistas de diferentes países, los paseros (personas que se dedican a llevar mercancía de un lado de la frontera al otro) y los laranjas (naranjas,jerga brasileña que designa gente que aparenta ser compradora de cierto tipo de mercancía pero que en realidad trabaja para alguien más, usualmente para un sacoleiro). Hay también miles de individuos que trabajan transportando personas y mercancías en taxis, moto–taxis, camionetas, camiones y autobuses.

La aduana y la policía federal brasileñas no poseen una infraestructura adecuada para controlar este flujo masivo de personas y vehículos. Los días de mayor movimiento son miércoles y sábados, supuestamente porque son estratégicos para maximizar la agenda semanal de trabajo de los sacoleiros (Rabossi, 2004: 8990). Esos días también atraen más compradores, ya que estos "turistas" quieren tomar ventaja de la gran cantidad de personas que cruzan la frontera, lo que hace menos probable que sean detenidos por los agentes aduanales. Estas grandes cantidades forman una estrategia no hegemónica. Las largas filas con frecuencia interrumpen la dinámica de una economía que literalmente depende del movimiento. Algunas veces, por diferentes razones, sobre todo debido a fiscalizaciones más rigurosas de la aduana en el lado brasileño, puede ser que haya manifestantes bloqueando el puente y ocasionando inmensas filas de autobuses, camiones y autos. Estos embotellamientos se hacen sentir, de distintos modos, en muchos de los espacios globales fragmentados que se encuentran conectados a Ciudad del Este, como la calle 25 de Marco, en Sáo Paulo.

En este universo de intercambios, destacan los paseros. Rabossi (2004: 46) considera que son los responsables de la mayoría de las transacciones y del transporte de mercancías. Son más de 5 000 entre los que cargan bultos pesados en sus espaldas o en motocicletas y autos. En 2001, más de 500 de ellos eran miembros de la Asociación de Transportistas Unidos del Este de Paraguay (Rabossi, 2004: 46). Los conductores de mototaxi también tiene sus agrupaciones (Rabossi, 2004: 73). En este mercado de trabajo transfronterizo, la nacionalidad es importante, por ejemplo, los naranjas son brasileños, casi siempre mujeres, que venden a los sacoleiros tanto su derecho mensual para entrar a Brasil con mercancías con valor de 300 dólares sin pagar impuestos de importación como el transporte. Los naranjas temen ser detenidos por la aduana brasileña. Si esto ocurre, su entrada es registrada y su permiso sólo vuelve a ser válido un mes después. Pero si continúan trabajando y son detenidos por los agentes aduanales intentando pasar mercancía antes de que se cumpla ese periodo, ésta se les confisca (Rabossi, 2004: 77–78).

Existen flujos de intercambio en los dos sentidos. Hay mercancía brasileña que es transportada a Paraguay, especialmente cigarrillos, y que entra de nuevo a Brasil como "mercadería contrabandeada". Hay evidencias, en algunos periodos, de que el flujo Brasil Paraguay es mayor que el de Paraguay–Brasil (Rabossi, 2004: 47). De acuerdo con Rabossi (2004: 47), los brasileños dominan el flujo de mercancía de Paraguay a Brasil. Los flujos financieros entre las dos ciudades son sumamente complejos y a menudo son objeto de investigaciones del Banco Central de Brasil y de la Policía Federal. Ciudad del Este tiene más de 20 bancos, algunos de ellos con sus matrices en Brasil, Europa y Estados Unidos. Un estudio del Banco Central Paraguayo demostró que, entre 1991 y 1997, fueron transferidos a Brasil 900 millones de dólares (véase Rabossi, 2004: 66). Muchos transportes de valores que llevan dinero de Paraguay a Brasil son parte del intenso flujo vehicular en el Puente de la Amistad.

Los estudios antropológicos de los mercados han demostrado, entre otras cosas, que los mercados son lugares de interconexiones que relacionan a distintos grupos étnicos, zonas ecológicas y sitios de producción. Ciudad del Este es un territorio que interconecta muchos sitios de distinta producción. Dado que esta ciudad es uno de los principales nudos de la globalización popular, tiene conexiones con diversos espacios globales fragmentados de la economía global no hegemónica. Por un lado, las diásporas chinas y árabes realizan conexiones internacionales y, por otro, los sacoleiros brasileños son los agentes sociales concretos que conectan a Ciudad del Este con los distintos espacios globales fragmentados de la globalización popular en Brasil.

En general, los sacoleiros son pequeños empresarios que llevan a cabo sus propios negocios en sus ciudades de origen, muchos como ambulantes o bien como propietarios de un local de los llamados mercados de bienes importados. Podría decirse que son nómadas, pues algunos viajan dos veces a la semana; no obstante, la mayor parte del tiempo conectan solamente dos espacios fragmentados globales: uno donde compran las mercancías (Ciudad del Este, en este caso) y el punto de venta. Sus actividades implican viajes constantes, y en ocasiones llegan a recorrer distancias de 3 000 kilómetros o más. Se transportan en autobuses comunes o, junto con otros colegas, rentan un autobús turístico. Los viajes son largos, cansados e intensos (véase Pérez Ortiz, 2004y Machado, 2005). Cuando van a Paraguay, los sacoleiros llevan considerables montos de efectivo, que son parte de sus ahorros y sus ganancias, los cuales emplean para remplazar la mercancía que han vendido. Por ello, cuando regresan a casa, llevan en el maletero del autobús miles de dólares en nueva y flamante mercancía. El viaje a Ciudad del Este genera infinidad de temores en estos comerciantes: los autobuses pueden ser asaltados en el camino de ida o de regreso de Paraguay; la mercancía puede ser confiscada por los agentes aduanales brasileños en Foz de Iguazú; los autobuses pueden ser detenidos por la Policía Federal de Caminos en cualquier lugar antes de llegar a su destino (en cuyo caso, la carga puede ser incautada o se tendría que pagar algún soborno); también es factible sufrir algún accidente en el trayecto. Muchos sacoleiros consideran sus viajes a Ciudad del Este como un juego de ruleta rusa, en donde cualquier cosa puede ocurrir (Figueiredo, 2001). Más aún, las mercancías adquiridas en Paraguay pueden ser confiscadas por las autoridades federales fiscales de Brasil durante inspecciones que someten a los mercados donde se expenden.

Los sacoleiros no se ven a sí mismos como contrabandistas, incluso piensan inapropiada esta denominación para definirlos. Ellos se consideran trabajadores o comerciantes e intentan evitar las connotaciones negativas que se les adjudican a sus actividades. Se conciben a sí mismos como gente honesta que trabaja duro y que ha encontrado un nicho económico que no puede juzgarse una actividad ilegal como el narcotráfico, el lavado de dinero o el contrabando.33 De hecho, hay pandillas de contrabando en la transfrontera Ciudad del Este/Foz de Iguazú que realizan cuantiosas y complejas operaciones que incluyen el uso de aeroplanos, grandes camiones y otro tipo de equipamiento e infraestructura al que los sacoleiros no tienen acceso. Como muchos otros trabajadores de mercados informales, los sacoleiros son agentes sociales ambiguos: son pequeños empresarios que desean trabajar honestamente pero que hacen su dinero en nichos que escapan al control estatal. Esta ambigüedad se evidencia en diversas contradicciones entre los sacoleiros y las autoridades estatales, como el hecho de que estos comerciantes trabajen al aire libre, puesto que ofrecen sus mercancías en las calles. Trabajar en espacios públicos les da una gran visibilidad que los puede convertir en actores políticos. Usualmente se organizan en asociaciones, las cuales se tornan los sujetos colectivos que intermedian las relaciones entre ellos, el Estado y los políticos. Es frecuente ver políticos en busca de votos que se vuelven voceros de estos agentes sociales de la globalización popular. Incluso, estos comerciantes comienzan a tener mayor estabilidad en el trabajo sólo después de convertirse en sujetos políticos que representan alguna clase de capital para los políticos. Los consumidores también tienen sentimientos confusos respecto a los negocios de los sacoleiros. Aunque sepan que la legalidad de la actividad es cuestionable, les gusta tener acceso a bienes de marcas de fábrica más baratos porque son copias falsas o porque pueden comprarlos sin pagar impuestos. Es por ello tan difícil poner freno a la expansión de lo que los actores económicos hegemónicos llaman piratería y contrabando.

Los antropólogos todavía necesitan hacer esfuerzos por entender etnográficamente esta forma de comercio nómada global contemporáneo. Es común ver en las calles de Brasilia jóvenes chinos que casi no hablan portugués vendiendo chucherías globales. En Nueva York y Washington se observan africanos occidentales como mercaderes callejeros. En Francia y otros países europeos, los africanos también son los comerciantes trasnacionales (MacGaffey y Bazenguissa–Ganga, 2000). Mujeres de Cabo Verde, el archipiélago africano, viajan a Fortaleza, Brasil, para comprar bienes que venderán de regreso a casa. Estos "conectadores" de los espacios globales fragmentados son por lo general grupos étnicos como los árabes, chinos y coreanos en Brasil, que toman ventaja de sus redes diaspóricas alrededor del mundo. De hecho, chinos, coreanos y otros asiáticos han comenzado a incrementar su presencia en la Feria de Paraguay de Brasilia, otro nudo importante de la globalización popular.

 

La Feria de Paraguay en Brasilia: otro espacio global fragmentado

Brasilia se localiza más o menos a 1 600 kilómetros de Ciudad del Este, pero esta ciudad paraguaya constituye una fuerza económica sustancial en la vida de miles de habitantes de Brasilia. Muchos de ellos trabajan en más de 2 000 pequeños locales de la Feria de los Importados, el nombre oficial que hoy tiene la Feria de Paraguay, un mercado que atrae a un gran número de compradores de Brasilia y de otras ciudades. En realidad, la Feria se ha ido convirtiendo en una atracción turística para aquellos que visitan el lugar en busca de descuentos en los símbolos de estatus global. Sus cientos de locales ofrecen DVD, computadoras, teléfonos celulares, software, juegos electrónicos, lentes para el sol, perfumes, cosméticos, ropa, bebidas alcohólicas, zapatos deportivos, la última película descargada de la Internet, etcétera.

La Feria de Paraguay, como otros espacios globales fragmentados de la globalización económica desde abajo, tiene una historia relacionada con los ciclos económicos urbanos, las migraciones, los mercados callejeros como fuente de oportunidades económicas para la gente pobre de las ciudades y los conflictos urbanos en los cuales los movimientos sociales, los políticos y las autoridades de la ciudad se ven envueltos de vez en cuando (Souza, 2000). El "contrabando" es un delito de carácter federal en Brasil y en casi todo el mundo, algo que de inmediato atrae la atención de las autoridades federales en un escenario que, de otra manera, sólo involucraría a las autoridades municipales. Esto es aún más intenso en una capital federal en donde se hallan el Congreso Nacional, las más altas cortes e instituciones del Poder Ejecutivo, que incluyen a los responsables de la seguridad nacional y de la represión a los crímenes federales. Diversos grupos de interés, nacionales e internacionales, tienen sus oficinas en Brasilia, la cual, además de ser la sede de los poderes del Estado brasileño, posee su propia mística como centro urbano desde que fue inaugurada en 1960, como la quintaesencia de la ideología modernista en materia de urbanismo y arquitectura. La ciudad planeada tiene 500 000 habitantes y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hecho que ha reforzado las leyes y regulaciones sobre la arquitectura de Brasilia y el uso de su espacio urbano. Una cuestión de gran importancia para los trabajadores de la Feria del Paraguay es tratar de explicar cómo es posible que en el corazón de la capital brasileña halla crecido exponencialmente un mercado donde se venden objetos de contrabando.

La historia de la Feria de Paraguay es aquella en la que los agentes de la globalización económica desde abajo pelean por hacerse agentes económicos formales. Desde su creación en 1990, con 30 ambulantes que trabajaban en un estacionamiento en la calle W3, una avenida concurrida, la Feria ha crecido con rapidez, de tal forma que hoy en día hay más de 2 200 locales. La transformación de un mercado de calle al aire libre e informal a un mercado popular formal ha estado sellada por una serie de conflictos políticos que duraron siete años. En julio de 1997, el gobierno de la Capital Federal reubicó el mercado al aire libre en una nueva zona, más popular y menos central, lugar donde la Feria de Paraguay permanece hasta la fecha. Después de muchas contiendas políticas y manifestaciones en la calle, la inestabilidad de los ambulantes tuvo un final positivo. El gobierno del Distrito Federal diseñó un plan mediante el cual los sacoleiros se convirtieron en "microimportadores". Ésta fue una forma de convertir a estos trabajadores del mercado informal en trabajadores formales, por lo que ahora tienen que pagar impuestos y ser respetados como cualquier otro tipo de comerciante. La Feria de Paraguay fue rebautizada como la Feria de los Importados. A lo largo de los años, ha estado ocurriendo un proceso de diferenciación interna, y algunos comerciantes han empezado a controlar muchos puestos y a expandir su negocio en pomposas tiendas.

Estos agentes de la globalización popular son migrantes que se han dirigido a Brasilia en busca de oportunidades económicas. Una investigación realizada en 2001 (Figueiredo, 2001) mostró que 57.5 por ciento viene de la región noreste de Brasil, la más pobre del país, y, por tradición, fuente de migrantes a Brasilia. La gran mayoría vive en ciudades dormitorio de Brasilia, i. e. fuera de la ciudad modernista planeada donde habita la clase media alta. Diez por ciento proviene de cuatro ciudades del noreste, una clara evidencia de la efectividad de las redes sociales en la organización de los flujos migratorios. Estas personas están muy relacionadas entre ellas y forman cliques, grupos que actúan en defensa de sus intereses en la Feria, sobre todo las dos asociaciones que luchan por representar a los comerciantes cara a cara ante el Gobierno del Distrito Federal, las cuales tienen vínculos con los dos partidos que dominan la política local. Su historia está marcada por las alianzas políticas que establecieron estos vendedores de la calle para conseguir un mejor sitio para instalarse antes de que los reubicaran en su lugar definitivo.

Dada esa localización en la Capital Federal y su poder de atracción para miles de consumidores, la Feria de Paraguay ha ganado gran notoriedad en los medios de comunicación brasileños. Los comerciantes locales y los centros comerciales han criticado a ese mercado y han acusado a los vendedores callejeros de una competencia desleal porque no pagan impuestos y no incurren en gastos de arrendamiento ni de salarios, entre otros asuntos. Asimismo, los representantes de importantes industrias localizadas en Sáo Paulo, el centro industrial más grande del país, como la Asociación Brasileña Manufacturera de Juguetes, han expresado su inconformidad. La Feria de Paraguay también ha recibido críticas de los representantes de la zona de procesamiento para exportación más notable de Brasil, situada en Manaos, a 3 500 kilómetros de Brasilia, en el corazón de la región Amazónica, con cientos de industrias manufactureras, la mayor parte de ellas corporaciones multinacionales productoras de bienes electrónicos y de computadoras. La Feria de Paraguay de Brasilia es un ejemplo de la incapacidad del gobierno federal de controlar la piratería y el contrabando, lo cual ha hecho que este sitio sea un tema político de gran trascendencia, debatido en el Congreso Nacional, en distintas secretarías de Estado y ramas del Ejecutivo y del Legislativo locales. La Feria de Paraguay en Brasilia es una muestra de cómo los espacios globales fragmentados de la globalización económica no hegemónica interconectan no sólo a los agentes y agencias económicos localizados en diferentes niveles de integración sino también a los agentes y agencias políticos que representan poderosos intereses establecidos, anclados en dinámicas locales, regionales e internacionales. El hecho de que estos actores políticos presenten a esta Feria como una amenaza a las instituciones y a los ciudadanos que respetan la ley indica, con toda claridad, cómo las actividades de la globalización popular son parte de un campo no hegemónico. En esta perspectiva, ellas deben ser reguladas y normalizadas con el fin de que dejen de ser una violación al orden establecido.

La Feria de Paraguay de Brasilia es un caso bastante Ilustrativo de muchos otros nudos de este sistema mundial popular. En Buenos Aires, el mercado central tiene más de 1 000 locales que venden mercancía comprada en Paraguay y que es visitado hasta por 30 000 compradores al día. Colombia tiene sus "San Andresitos", mercados así llamados en alusión a la isla colombiana de San Andrés, en el Caribe, donde se practica el libre comercio. El centro de la Ciudad de México está lleno de vendedores ambulantes que ofrecen chucherías globales. En los años ochenta, los africanos occidentales en la Quinta Avenida en Nueva York (véase Stoller, 2002) formaban parte de la globalización popular. En Manhattan, podían ser adquiridas en las calles falsificaciones de Rolex, lentes para el sol y todo tipo de cd. En el famoso mercado Xiu Shui, en Beijing, que fue demolido para convertirse en un megacentro comercial, también podían conseguirse copias de Rolex, dvd, zapatos, camisas, suéters, sacos, chamarras de cuero, seda legítima, la mayoría con el nombre de marcas como Timberland, Tommy Hilfiger, Nike, Adidas, Boss, Gucci y Prada. Como una demostración del modo en que opera la globalización económica hegemónica en Beijing, un sitio de Internet orgullosamente señala un "tip de viaje": "donde alguna vez fue casa de las marcas piratas en Beijing, ahora será una megatienda, libre de piratería y donde se habla inglés".

 

Conclusiones acerca de las prácticas y los agentes de la economía no hegemónica

Los movimientos de la economía no hegemónica son ejemplos de cómo se despliegan las relaciones estructurales y antiestructurales. El sistema no hegemónico supone la existencia de uno hegemónico. Cada sistema también crea prácticas de intermediación que yo llamo mecanismos conectores, esto es, los procesos reales mediante los cuales ambos sistemas se comunican. En los ejemplos anteriores, la política se convierte en el canal con mayor capacidad para crear los flujos entre los agentes de la globalización desde abajo y aquellos que representan los grandes intereses establecidos en los ámbitos local, regional, nacional y global. Existen mecanismos conectores que claramente se relacionan con los intereses económicos, y que se evidencian tanto en el lavado de dinero que se da en el espacio social transfronterizo de Foz de Iguazú/Ciudad del Este, como en los instrumentos formales de financiamiento trasnacional, por ejemplo las variadas tarjetas de crédito con las que es posible adquirir cualquier cosa en Ciudad del Este o en la Feria de Paraguay de Brasilia. Las diferencias entre los sistemas hegemónicos y no hegemónicos son imprecisas, sobre todo en las situaciones liminales en las cuales los mecanismos conectores permiten la articulación de intereses políticos y económicos comunes a los agentes e intermediarios de los dos sistemas. La corrupción también es una práctica social que incentiva la interacción entre ambos universos.

 

Conclusión general

Los procesos políticos y económicos de la globalización no hegemónica se desarrollan en campos de poder que existen en relación con otros campos de poder establecidos que tienen la prerrogativa de normalizar las actividades involucradas, imponiendo los estándares de lo que es y lo que no es legítimo. Los movimientos por otras globalizaciones son también formados por buscadores de poder. Los movimientos políticos alternativos buscan conseguir el poder del Estado o enfrentarse a él, razón por la cual muchos de sus líderes se convierten en políticos. Las ONG y las agencias gubernamentales también mantienen vínculos cercanos. Es común que diversos miembros de ONG salgan de sus instituciones para trabajar en el Estado o en agencias multilaterales de desarrollo. Los movimientos económicos alternativos intentan conseguir acceso a la riqueza y a sus beneficios sociales, culturales y políticos. Los conflictos entre los movimientos no hegemónicos y el statu quo son debidos al poder, por lo cual usualmente son mediados por agentes estatales. La policía se involucra cuando las actividades ocurren en las calles, como en las manifestaciones callejeras antiglobalización y en los casos que tienen que ver con los vendedores y mercados ambulantes.

La convergencia de un gran número de personas es parte de las estrategias de los agentes del trasnacionalismo alternativo. Aquí, cuanto más, mejor. Las multitudes involucradas en las operaciones al aire libre en las calles de Ciudad del Este, en el Puente de la Amistad y en la Feria de Paraguay de Brasilia simbolizan los innumerables individuos que participan en este particular segmento de la globalización popular y una forma de pasar por arriba de las estructuras que el Estado despliega para controlar la situación, una táctica que también está presente en las manifestaciones políticas contrahegemónicas que se llevan a cabo en las calles.

Los procesos contrahegemónicos, no hegemónicos y hegemónicos mantienen relaciones análogas a las que se dan entre estructura y antiestructura. Esto no significa que representen la exacta imagen invertida o la dinámica opuesta una de la otra. Ya he mencionado la existencia de mecanismos conectores que indican que muchos intereses que a primera vista parecen opuestos pueden ser convergentes. En realidad, estos procesos se alimentan unos de otros, algo que queda claro al observar el movimiento anti–/alterglobalización que opta por reunirse o hacer demostraciones cuando suceden los grandes encuentros de las élites globales. Éste es el caso de la situación espejo Davos/Foro Social Mundial, así como de las protestas callejeras antiglobalización que ocurrieron durante los encuentros de la OMC, el Banco Mundial y el G8. Nociones como economía subterránea y economía formal contra informal parecen confirmar la existencia de relaciones del tipo estructura/antiestructura. Pero los agentes de la globalización económica desde abajo no están realmente interesados en construir otro mundo. De hecho, se preocupan por hacerse ricos y poderosos, justo como lo son quienes los consideran contrabandistas y piratas ilegales. Son los ricos y poderosos quienes, por medio del control de los aparatos estatales, de las estructuras políticas y de los medios, crean una imagen antiestructural de los trabajadores y empresarios que forman el segmento de la globalización popular. Sin esta clase de representación social sería imposible controlar esas actividades y los "mercados informales" proliferarían más de lo que hoy lo hacen.

La construcción de vínculos y culturas translocales es también una característica común de las otras globalizaciones. Los vínculos y redes translocales están presentes en todas las formas de otras globalizaciones mostradas en este texto, lo cual indica que los agentes trasnacionales alternativos no consideran los poderes normativos y regulatorios de los Estados–nación. Los vínculos políticos translocales son frecuentemente estudiados bajo el rubro "activismo trasnacional y sociedad civil global". Las culturas políticas trasnacionales deben ser estudiadas desde una perspectiva más etnográfica. Muchas investigaciones actuales se basan en las élites trasnacionales, por ejemplo el trabajo de Ulf Hannerz (2004) sobre corresponsales extranjeros y el mío sobre la diversidad étnica del Banco Mundial (Ribeiro, 2003). Los estudios sobre transmigrantes como los de Linda Basch, Nina Glick Schiller y Cristina Szanton Blanc (1994) revelan las prácticas económicas y políticas de los agentes trasnacionales. Otros trabajos sobre la migración y el trasnacionalismo también muestran cómo los migrantes trastornan las fronteras y estructuras de poder existentes y crean culturas y redes translocales (Kearney, 1996 y Sahlins, 1997, por ejemplo). Pero aún hay que hacer esfuerzos más consistentes para estudiar la globalización económica desde abajo, que está conformada por procesos en los cuales la migración laboral o un tipo de nómadas globales contemporáneos se involucran como agentes trasnacionales alter–nativos con objeto de sacar su parte de los flujos globales de riqueza.

Por definición, en sus prácticas, el activismo político trasnacional depende de redes y vínculos trasnacionales. De manera similar, los comerciantes trasnacionales de la globalización popular desdibujan fronteras creando espacios sociales transfronterizos y articulando diferentes espacios globales fragmentados. Si se observa la envergadura de las redes originadas entre la Feria de Paraguay en Brasilia y algunos países asiáticos puede apreciarse que estas actividades comerciales descansan por completo en el funcionamiento de redes trasnacionales que operan gracias a la articulación de muchos intermediarios y de espacios globales fragmentados. En suma, los agentes políticos y económicos trasnacionales alter–nativos dependen de complejas articulaciones de agentes sociales heterogéneos y de la consorciación de distintos poderes de agenciamiento definidos en diversos niveles de integración dispersos en la escala global.

 

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Notas

*Traducción de Alejandro González Villarruel. Este texto fue preparado originalmente como una conferencia, dictada en la Universidad de Osaka el 18 de febrero de 2005, siendo ganadora del premio Agendas de la Globalización, de la Asociación Brasileña de Ciencia Política y del Centro Edelstein de Investigaciones Sociales, en octubre de 2006. Deseo agradecer al profesor Junji Koizumi por su invitación para discutir mis ideas en los Seminarios de Estudios de Trasnacionalidad organizados por el Programa del Centro de Excelencia–Interface Humanities de la Universidad de Osaka. Este trabajo es el resultado de una investigación realizada sobre otras globalizaciones, iniciada en el Departamento de Antropología de la Universidad de Brasilia en 2002. Breno Einstein Figueiredo, Angelo Sátiro de Souza, Erica Bernhardt, Munich F. Nascimento, Danilo Farias y César Pérez Ortiz han participado en distintos momentos y de diversas maneras en este esfuerzo investigativo. También quiero agradecer a la profesora Patricia Tovar ( ICAN – Bogotá), a la profesora Lia O. Machado (Universidad Federal de Río de Janeiro), al profesor Alejandro Frigerio (Universidad Católica de Argentina), a Fernando Rabossi (Museo Nacional–Río de Janeiro), Andrés Barragán (ICAN –Bogotá), Eduardo Restrepo (Universidad de Carolina del Norte), Rosana Pinheiro Machado (Universidad Federal de Río Grande del Sur), Amaranta Arcadia Castillo Gómez ( UNAM ) y Rachael Anneliese Radhay (Universidad de Brasilia) por su ayuda y apoyo. La profesora Larissa Lomnitz ( UNAM ) fue una fuente de inspiración para redactar este ensayo.

1Estas definiciones son analíticas y constituyen, en buena medida, una simplificación de la dinámica de las posiciones, alianzas e intercambios que ocurren en el campo de poder de la anti–/alterglobalización.

2 Véase 'The multilateral trading system–past, present and future" <www.wto.org/english/thewto_e/whatis_e/inbrief_e/ inbr01_e.htm> [5 de enero de 2005].

3 Véanse, por ejemplo, Correio Brazûiense, 27 de septiembre de 2000, "Pancadaria nas Ruas", p. 17, y "Feijão com Arroz contra McDonald's", p. 18; así como Seoane y Taddei (2001).

4 Existen otros hechos previos que forman parte del movimiento antiglobalización. Véase por ejemplo el "Mapa de la Resistencia", elaborado por James Davis y Paul Rowley (2001: 26–27). Yuen (2001: 6) está al tanto de las implicaciones geopolíticas de subrayar el protagonismo histórico del Sur Global: "por medio de la comprensión de estos antecedentes a Seattle, el movimiento en el mundo superdesarrollado puede ser menos seducido por las ilusiones de su propia centralidad y a lo mejor verá más claramente que las mayorías globales no son únicamente víctimas pasivas del 'libre comercio' y del ajuste estructural".

5 El Folha de São Paulo (16 de febrero de 2003) se refirió a esta manifestación como "una acción global sin precedentes, articulada primordialmente por la Internet".

6 "El Centro Independiente de Comunicación es una red colectivamente organizada de producción mediática para la creación de una radical, precisa y apasionada expresión de la verdad. Trabajamos por amor e inspirados por la gente que sigue trabajando para crear un mundo mejor, a pesar de las distorsiones creadas por las corporaciones y por su falta de interés en cubrir los esfuerzos para libertar a la humanidad" <www.indymedia.org>.

7 O Estado de São Paulo, 26 de enero de 2001.

8 Véase <attac.org.uk/attack/html/index.vm> [16 de enero de 2005].

9 Foro Social Mundial 2001, "Fórum Social Mundial. Um outro mundo é possível/World Social Forum. A different world is possible", Programa Oficial, p. 7.

10 Foro Social Mundial 2003, Programa Oficial, p. 4.

11 Ibid.

12 Véase <www.forumsocialmundial.org.br/main.php?id_menu=19&cd_language=2> [16 de enero de 2005].

13 Correio Brazüiense, 1° de febrero de 2005.

14 Véase <www.forumsocialmundial.org.br>.

15 Ibid.

16 Foro Social Mundial 2003, Programa Oficial, p. 18.

17 Sobre esta noción véase Barros (2005).

18 El comité organizador de 2003 estuvo integrado por la Asociación Brasileña de Organizaciones No Gubernamentales (ABONG), la ATTAC , la Comisión Brasileña de Justicia y Paz–Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CBJP – CNBB), la Asociación Brasileña de Empresarios para la Ciudadanía (Cives), la Central Única de Trabajadores (CUT), el Instituto Brasileño de Análisis Socioeconómico (ibase), el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y la Red Social de Justicia y Derechos Humanos.

19 Folha de São Paulo, 26 de enero de 2001, p. A8.

20 Ibid.

21 Jornal do Brasil, 17 de enero de 2005.

22 Ibid.

23 Ibid.

24 Folha de São Paulo, 26 de enero de 2001: A7.

25 "Centros estudiantiles de universidades en Rio Grande do Sul protestaron frente al lugar donde se realizaba el FSM en contra del financiamiento público del evento. Los manifestantes abuchearon al gobernador Olívio Dutra (del Partido de los Trabajadores) a su llegada al Foro. Se repartieron folletos donde los estudiantes exigían el uso de fondos públicos para becas estudiantiles, para la investigación y la creación de una universidad pública estatal, una de las promesas de la campaña de Olívio" (Folha de São Paulo, 26 de enero de 2001, p. A7).

26 Al 21 de enero de 2005, un dólar americano se cambiaba por 2.69 reales en el tipo de cambio local en Brasil.

27 Véase Correio Braziliense, 29 de enero de 2OOl, p. S.

28 Un interesante libro relacionado con estos asuntos es el de Heyman (1999).

29 En Brasil, el término sacoleiro alude a los turistas compradores que adquieren mercancías en Ciudad del Este, Paraguay, o en otros grandes nudos de la globalización popular en Brasil, cargándolas en grandes bolsos (sacolas), para revenderlas en diversos mercados populares. En este texto también los designé como "turista(s) comprador(es)".

30 Sobre los turistas–comerciantes búlgaros, véase Konstantinov (1996); y en torno a la importancia global de la industria de productos falsificados, sobre todo en el este de Asia, véase Chang (2004).

31 Respecto a turistas compradores que provienen de Porto Alegre, véase Machado (2005).

32 En 1994 y 1995, que hasta hoy han sido los mejores años de las actividades económicas de la ciudad, había más de 6 000 tiendas en la misma área (Rabossi, 2004: 62).

33 Para situaciones similares en donde están involucrados flujos de comercio de la globalización popular entre países africanos, Francia, Alemania e Italia, véase MacGaffey y Bazenguissa–Ganga (2000).

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