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Alteridades

On-line version ISSN 2448-850XPrint version ISSN 0188-7017

Alteridades vol.17 n.34 Ciudad de México Jul./Dec. 2007

 

Clases medias y espacios urbanos

 

Presentación

 

Definir las clases medias desde las ciencias sociales es como tratar de atrapar una anguila que se nos escapa de las manos. En excelentes investigaciones se ha enfrentado el desafío: Escobar y Roberts (1991), por ejemplo, las clasifican mediante el nivel de ingreso y la profesión, revisando en segundo término la escolaridad y el estilo de vida. Loaeza (1988) considera la educación como la base de su identidad, que deriva en modos de comportamiento, patrones de consumo y códigos de diferenciación simbólica. Tarrés (1986), por su parte, las ubica a partir de sus espacios de residencia, los cuales revelan un estilo de vida y una aproximación a la vida política.

Los autores concuerdan en que éstos son criterios pragmáticos para aprehender su objeto de estudio. Pero, dicho proceder, difícilmente nos libra de paradojas como a las que nos conduce la comparación entre un agricultor próspero y un profesionista asalariado. Por su membresía a campos de consumo diferenciales, a muchos –incluso a los involucrados– se les dificultaría imaginar que en un mes de trabajo el primero gana seis veces más que el segundo (Ward, 2005, 190). Ante singularidades como ésta se antoja tomar en serio la sentencia del periodista norteamericano Friedman: "ser de clase media es un estado del alma, no una situación de ingresos" (2005: 375).

Si bien estamos obligados a reconocer las dificultades para aprehender las clases medias, el objetivo de este número temático no se centra en ese punto, sino en entender cómo este conjunto social, con toda su heterogeneidad y sus ambivalencias usa, se apropia y contribuye a la construcción de ciudad. El tema no es nuevo. Se puso en la mesa de discusión de las ciencias sociales latinoamericanas desde principios de los años 1990, en el marco del debate sobre los nuevos procesos de segregación urbana en la era de la globalización. Se trata de una estructuración del espacio urbano particularmente quebrantada, que da como resultado "constelaciones discontinuas de fragmentos espaciales, piezas funcionales y segmentos sociales" (Castells, 1999: 438).

Los grandes centros comerciales y los espacios residenciales cerrados se han constituido como lugares privilegiados de observación empírica. Recientemente la ciudad central comenzó a figurar en el debate latinoamericano tras la aplicación de las políticas de "rescate" y de la polémica importación del neologismo gentrificación.1 Sin duda, las clases medias han sido las protagonistas en dichos procesos, en la medida en que son las consumidoras principales de tales espacios. Esto ha propiciado una reflexión fecunda en torno a las relaciones entre las clases medias y la ciudad. Asimismo, nos ha obligado a reconocer el abandono en el que las ciencias sociales habían tenido a estos sectores para la comprensión tanto de la estructura social, como de la urbana (Duhau, 2003: 180).

El tema no está agotado, aunque a veces se percibe una tendencia a la repetición y a la estigmatización mediante caracterizaciones y metáforas difíciles de sostener: algunos autores parecen hacer eco de Careaga caricaturizando los sectores medios como "un mundo enajenado, donde sólo hay apariencias [...] sólo estupidez y deshumanización" (1980: 183). Otros trabajos definen los espacios residenciales cerrados como instituciones totales, parodiando los estudios de Foucault y Goffman en hospitales psiquiátricos. Otros, para terminar, anunciaron el fin de la ciudad. Ante esto, nos preguntamos lo mismo que Giglia: ¿El futuro de las ciudades nos depara un estado generalizado de atomización, fragmentación y quiebre de los lazos de urbanidad, o lo que vivimos es el preludio de un nuevo orden, donde cabrían nuevas formas de lo público y de la sociabilidad urbana? (2001: 10).

Ricardo López Santillán observa este nuevo orden al ubicar a la ciudad de México en el contexto de la globalización, que impacta el espacio urbano con la multiplicación de lugares de comercialización para nuevos productos y servicios. Los jóvenes profesionistas que entrevistó sustituyen los jardines públicos por centros comerciales; y el mercado y el tianguis, por supermercados; al tiempo que aprovechan la oferta de restaurantes en cadena, franquicias y restaurantes gourmet. Esto es producto y productor de una nueva concepción de la higiene, la seguridad y la belleza urbana, que marca los horizontes aspiracionales de los entrevistados. Sin embargo, por limitaciones económicas más que por convicciones, la aspiración no siempre se traduce en práctica. Dos ejemplos: a) el consumo de alimentos preparados, casi cotidiano en familias donde la pareja trabaja, se realiza más en las tradicionales fondas de comida corrida que en restaurantes, b) sus zonas de residencia no son socioeconómicamente homogéneas, sino que a menudo están mezcladas con viviendas populares.

Por lo anterior, es necesario indagar si el papel de las clases medias en los procesos metropolitanos se limita al consumo y, en consecuencia, a la producción de los espacios del neoliberalismo. Las contribuciones de este número temático matizan la idea mostrando que la globalización tiene efectos muy variados sobre los espacios metropolitanos, y que, al margen de estos efectos, los sectores de la clase media son profundamente heterogéneos, de ahí que sus prácticas socioespaciales y su incidencia en la ciudad lo sean también.

Al reaccionar ante la multiplicidad de trabajos sobre las barreras físicas que delimitan los espacios de la clase media, Alejandra Leal estudia las representaciones y prácticas espaciales de jóvenes artistas, estudiantes y promotores culturales que viven en el Centro Histórico de la Ciudad de México; en concreto, en los edificios recién remodelados conforme a la actual política de rescate. Esto les conduce a una cohabitación con las capas populares que tradicionalmente han habitado el centro de la ciudad. Sin embargo, no se traduce en una disolución de fronteras entre las clases, sino en un proceso permanente de recomposición de éstas, en el cual las sensaciones de peligro, proximidad y diferenciación sirven a la vez como reveladores de las ambigüedades en la adscripción de clase de estos jóvenes y como mojones que van estableciendo sus límites espaciales.

Yann Marcadet analiza una fracción de clase media que reside en una de las colonias centrales de la capital mexicana: Santa María la Ribera, colonia predominantemente popular que está atrayendo clases medias tras la aplicación de la política del Bando 2. El autor observa las prácticas espaciales, es decir, los modos cotidianos de utilizar y de apropiarse de los lugares, y muestra que, pese a la heterogeneidad de la colonia en cuestión, existe una segregación marcada por una fuerte desigualdad en las oportunidades de acceso a los bienes materiales y simbólicos ofrecidos por la ciudad.

Por su parte, Céline Jacquin aborda un fragmento de clase media baja recién salida de grupos populares y que se mudó a Las Américas, uno de los nuevos conjuntos habitacionales construidos por las grandes inmobiliarias en las periferias de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Movilizando el concepto de "arena" propio de la teoría del conflicto, la autora observa la emergencia de una microsociedad y pone énfasis en las interacciones intravecinales. Así, hace evidente una heterogeneidad, si no económica sí de autoadscripciones, la cual se refleja en una lucha simbólica y material por los espacios.

Claudia Zamorano también se interesa en los habitantes de un conjunto de vivienda de interés social, pero en el periodo del llamado "milagro mexicano". Observa itinerarios de vida de grupos de parentesco compuestos por dos generaciones, a fin de relacionar movilidad social, prácticas residenciales y espacio metropolitano. Primero, expone el impacto del lugar de residencia en los itinerarios de vida de los hijos de los fundadores. Enseguida explora cómo estos itinerarios contribuyen a la estructuración de la división social del espacio urbano: cuando la movilidad residencial es parte de las estrategias de movilidad social y las familias invierten y especulan sobre un nuevo espacio; y cuando, no obstante la movilidad social, los sujetos no se cambian de casa, pero sí transforman su residencia y su entorno para que respondan a sus necesidades simbólicas y físicas de nueva clase media.

Finalmente, Enrique Pérez aborda a jóvenes profesionistas que dejan la capital del país para establecerse en Querétaro. Sin duda, antes de emigrar, estos agentes sopesan las características del mercado de trabajo de la ciudad de recepción, pero también el acceso a un cierto modo de vida que les garantice seguridad, calidad del aire, acceso a una vivienda consolidada y a espacios para consumo y ocio. Si la existencia de estos elementos atrae a los jóvenes capitalinos, la presencia de esta nueva población ejerce una presión sobre el mercado y reconforma el espacio urbano. Sin embargo, los cambios no se reflejan sólo en el ámbito intraurbano. Las características y las transformaciones de la ciudad receptora facilitan la movilidad de la mano de obra especializada que requieren los grandes capitales internacionales. Al mismo tiempo, este proceso da paso a una reestructuración regional acorde con las necesidades de la globalización.

En resumen, este número permite ver cómo diferentes fragmentos de la clase media, heterogéneos en recursos, aspiraciones, modos de vida y prácticas sociales, imprimen su huella en los espacios urbanos también de modo diverso. Con esto, a mi parecer, abrimos brechas interesantes para comprender la participación de este sector social en la producción y la estructuración de la ciudad. Pero creo que nuestras aportaciones van más allá. En los artículos presentados a continuación, las clases o sectores medios se constituyen también como laboratorios sociales que permiten poner a prueba conceptos como los de arena, frontera social y prácticas espaciales; así como reflexiones metodológicas, siempre necesarias para aprehender este complejo conjunto de población que ha sido tan poco atendido por las ciencias sociales en nuestro subcontinente.

Los artículos de este número de Alteridades son producto de una reflexión colectiva que se dio en el marco del seminario permanente Clases Medias y Ciudad, animado por Carmen Icazuriaga y su servidora en el CIESAS–D.F. Antes de ser sometido a la revista para su publicación, cada artículo fue discutido entre los miembros del seminario en reuniones mensuales que se llevaron a cabo de febrero de 2006 a febrero de 2007. Además, contamos con los valiosos comentarios y participación de varios estudiantes que se interesaron en el tema y de los investigadores Angela Giglia, Emilio Duhau, Guénola Capron y Ricardo Pérez Montfort. A nombre del equipo, me permito extenderles nuestro más sincero agradecimiento.

En la sección de ensayos, Eduardo González Muñiz emprende un análisis filosófico de la ciencia antropológica para destacar el papel activo de dos tipos de entramados de valores en el desarrollo de esta ciencia: los epistémicos y los no estrictamente epistémicos (inducidos sobre todo por contextos sociales, culturales y políticos históricamente situados). Mediante el análisis histórico de la construcción conceptual de la otredad cultural, el autor propone soluciones interesantes al problema de la objetividad–subjetividad con el que el fundamentalismo científico ha querido poner en cuestión la cientificidad de la antropología. Por su lado, María Isabel Jociles analiza el papel y el desarrollo de la antropología de la educación en España durante los últimos quince años. Distingue la antropología de la educación de la antropología para la educación, y se aboca a comprender el impacto de la diversidad y de las minorías étnico–raciales en la proliferación de trabajos dentro de esta subdisciplina, para ello realiza un profundo balance bibliográfico.

En la sección de análisis antropológico, el conflicto y la pugna por la utilización y la apropiación del espacio público deviene el punto de interés de Norma Angélica Jaramillo. La autora estudia las representaciones, los imaginarios y las prácticas sociales de los miembros de una organización de vendedores ambulantes que se establece en la Alameda central del Distrito Federal, en el contexto de los programas de renovación del Centro Histórico.

Por último, la sección de reseñas está avocada a dos obras: Ángel Díaz de Rada comenta el libro Grammars of Identity / Alterity. A Structural Approach, publicado por Gerd Baumann y Andre Gingrich el año 2004 en las prensas de Berghahn Books, Nueva York. La propuesta de Díaz no consiste en hacer un relato lineal del libro en cuestión, sino una verdadera puesta en perspectiva en relación con diferentes trabajos sobre la cuestión identidad/alteridad que hoy pueden considerarse como clásicos. En el mismo tenor, Rocío Valeriano examina el libro Fronteras de pertenencia. Hacia la construcción del bienestar y el desarrollo comunitario transnacional de Santa María Tindú, Oaxaca. Poniendo énfasis en parámetros políticos, culturales y socioeconómicos, el libro trata los procesos de construcción y reconstrucción de las fronteras de pertenencia del pueblo tindureño, sometido a una dinámica de inmigración transnacional.

 

Claudia Carolina Zamorano Villarreal

 

Bibliografía

Bidou–Zachariasen, Catherine. 2003. "Introduction", en Catherine Bidou–Zachariasen, Daniel Hiernaux Nicolas y Hélène Rivière d'Arc (coords.), Retours en ville, des processus de gentrification urbaine aux politiques de revitalisation des centres, Descartes & Cie, París, pp. 9–43.         [ Links ]

Careaga, Gabriel. 1980. Mitos y fantasías de la clase media en México, Joaquín Mortiz, México.         [ Links ]

Castells, Manuel. 1999. La era de la información, vol. 1, La sociedad red, Siglo XXI Editores, Barcelona.         [ Links ]

Duhau, Emilio. 2003. "División social del espacio metropolitano y movilidad residencial", en Papeles de población, núm. 36, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, pp 161–207.         [ Links ]

Escobar Latapí, Agustín y Bryan Roberts. 1991. "Estratificación urbana, la clase media y cambio económico en México", en Mercedes González de la Rocha y Agustín Escobar Latapí, Social responses to Mexico's economic crisis of the 1980's, University of California.         [ Links ]

Friedman, Thomas. 2005. The World is Flat, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York.         [ Links ]

Giglia, Angela. 2001. "Introducción: la nueva segregación urbana", en Perfiles latinoamericanos, núm. 19, pp. 7–12 [Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México]         [ Links ].

Loaeza, Soledad. 1988. Clases medias y política en México, El Colegio de México (Colmex), México.         [ Links ]

Tarrés, María Luisa. 1986. "Del abstencionismo electoral a la oposición política: Las clases medias en Ciudad Satélite", en Estudios Sociológicos, vol. 4, núm. 12, septiembre–diciembre, pp. 361–389 [Colmex, México]         [ Links ].

Ward Osornio, J. Ricardo. 2005. "Rentar en Narvarte, Consumo habitacional y violencia simbólica en la clase media inquilinaria de la ciudad de México", tesis de licenciatura en Etnología, INAH–CIESAS, México.         [ Links ]

 

Nota

1 Gentrificación: "proceso mediante el cual las familias de clases medias poblaron los antiguos barrios vetustos del centro de Londres, en vez de residir en los suburbios residenciales según el modelo dominante hasta entonces para esas capas sociales" (Bidou–Zachariasen, 2003: 10).

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