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Tópicos (México)

versión impresa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.66 México may./ago. 2023  Epub 19-Jun-2023

https://doi.org/10.21555/top.v660.2143 

Artículos

Acertijos, educación y filosofía en el tratado Sobre los acertijos de Clearco de Solos

Riddles, Education, and Philosophy in Clearchus of Soli’s On Riddles

1Universidad de Buenos Aires, Argentina. mgardellah@uba.ar


Resumen.

El objetivo de este artículo es examinar la relación entre los acertijos, la educación y la filosofía que propone Clearco de Solos en el fr. 63W. En primer lugar, analizaré la definición de “acertijo” del fr. 86W y ofreceré argumentos para probar las siguientes afirmaciones: (1) existe una diferencia entre el acertijo (grîphos) y el enigma (aínigma); (2) el acertijo se asemeja, en cierto sentido, al problema dialéctico; (3) existe una relación entre el acertijo y la aporía. En segundo lugar, tomando en consideración los ejemplos de acertijos transmitidos en los fragmentos del tratado Sobre los acertijos, explicaré cuál podría ser la relación que los acertijos tienen con la filosofía y la educación.

Palabras clave: Clearco de Solos; acertijo; educación; filosofía

Abstract.

The aim of this paper is to examine the relationship between riddles, education, and philosophy that Clearchus of Soli proposes in fr. 63W. I begin by analyzing the definition of “riddle” given in fr. 86W. I will argue in favor of the following claims: (1) a riddle (grîphos) is different from an enigma (aínigma); (2) a riddle is similar, in a certain way, to a dialectical problem; (3) there is a relationship between riddle and aporia. Then, taking the examples of riddles transmitted in the fragments of the treatise On Riddles into account, I will try to explain what the exact relationship between riddle, education, and philosophy could be.

Keywords: Clearchus of Soli; riddle; education; philosophy

Introducción

Entre los títulos de las obras adjudicadas al filósofo peripatético Clearco de Solos (c. 340-270 a. e. c.) figura el Περὶ γρίφων (Sobre los acertijos).1 Su importancia radica en haber sido el primer tratado de la Antigüedad (y quizás también el único) dedicado íntegramente al estudio de los acertijos.2 Lamentablemente, de los libros del Sobre los acertijos, solo conservamos catorce fragmentos que nos permiten conocer parcialmente el contenido de la obra.3 Diez de estos fragmentos son transmitidos en el Banquete de los sabios de Ateneo de Náucratis, que es la principal fuente para reconstruir el tratado de Clearco.4 A su vez, de los diez fragmentos transmitidos por Ateneo, cinco corresponden al libro décimo del Banquete, que es, junto con el libro decimocuarto de la Antología griega, una de las fuentes más importantes para el estudio de los acertijos en la Antigüedad.

En el Sobre los acertijos, Clearco propone una definición de γρῖφος (“acertijo”), acompañada de un criterio de clasificación y algunos ejemplos. La definición de acertijo aparece en el fr. 86W:

Clearco de Solos lo define así: un acertijo es un problema entretenido que exige descubrir la solución a través de una investigación realizada por medio de la inteligencia, y que se propone con la intención de otorgar un premio o un castigo [ὁ μὲν Σολεὺς Κλέαρχος οὕτως ὁρίζεται· γρῖφος πρόβλημά ἐστι ἐπιπαιστικόν, προστακτικὸν τοῦ διὰ ζητήσεως εὑρεῖν τῇ διανοίᾳ τὸ προβληθὲν τιμῆς ἢ ἐπιζημίου χάριν εἰρημένον] (fr. 86W; 101a-b, 102aT = Ath. 10.448c-e).5

En esta definición destacan tres características del acertijo: que es un problema entretenido, que la solución se descubre a través de una investigación realizada por medio de la inteligencia, y que hay una recompensa para quien encuentra la solución y un castigo para quien no lo logra. En opinión de Luz (2010, p. 140), la segunda característica se retoma y explica en el fr. 63W:

En Atenas, ¿qué castigo recibían quienes no resolvían el acertijo que se había propuesto, si es verdad que bebían una copa de vino mezclada con salmuera, como también ha dicho Clearco en su definición? En el primer libro del Sobre los proverbios escribe lo siguiente: la investigación de los acertijos no es ajena a la filosofía y a través de ellos los antiguos realizaban una demostración de su educación [τῶν γρίφων ἡ ζήτησις οὐκ ἀλλοτρία φιλοσοφίας ἐστί, καὶ οἱ παλαιοὶ τὴν τῆς παιδείας ἀπόδειξιν ἐν τούτοις ἐποιοῦντο] (fr. 63, 84W; 77T = Ath. 10.457c-458a).6

Al inicio de este fragmento, Ateneo recuerda la definición de acertijo del Sobre los acertijos y luego cita el Περὶ παροιμιῶν (Sobre los proverbios), un tratado donde Clearco establece una relación entre los acertijos, la filosofía y la educación.7 Esta relación es relevante para el estudio de los acertijos porque permite atribuirles otro tipo de finalidad, además de la finalidad lúdica que ya poseen por ser juegos. Sin embargo, dado que la cita que transmite Ateneo en el fr. 63W es muy breve, no queda claro cuál es para Clearco la relación que los acertijos guardan con la filosofía y la educación. Al respecto, se han ofrecido dos interpretaciones. Por una parte, Wehrli defiende que los acertijos tienen una finalidad pedagógica y que, por esa razón, son útiles para la educación y la filosofía.8 Esto explica, en su opinión, la diferencia entre los acertijos y las preguntas sobre temas eróticos o gastronómicos que se mencionan en el fr. 63W y que carecen de tal finalidad (1948, pp. 75-76). Por otra parte, Luz señala que, para Clearco, el pensamiento filosófico y la educación son la base del juego de los acertijos.9 Si bien es posible comprender la relación entre los acertijos y la educación a través de los ejemplos que Ateneo cita del Sobre los acertijos, Luz reconoce que no se puede saber con certeza qué entiende Clearco por “filosofía” y cuál es la relación que los acertijos tienen con el pensamiento filosófico (2010, p. 141).

Aunque las observaciones de Wehrli y Luz sobre la relación entre los acertijos y la educación son, como mostraré en la sección 2, acertadas, ninguno de estos dos intérpretes logra explicar cuál podría ser el vínculo entre los acertijos y la filosofía que propone Clearco. En este artículo, me propongo tratar este problema. Para ello, intentaré mostrar que la relación entre los acertijos y la filosofía se puede comprender a la luz de la definición del acertijo como una especie de πρόβλημα (“problema”). Aunque la definición de γρῖφος de Clearco es diferente de la definición de αἴνιγμα (“enigma”) de Aristóteles, el concepto de “problema” utilizado por Clearco muestra un influjo aristotélico. Argumentaré que el acertijo se asemeja al problema dialéctico porque ambos son objeto de controversia. Al igual que el problema dialéctico, el acertijo genera una aporía que impulsa el desarrollo de una investigación. Esto no significa que el acertijo sea idéntico al problema dialéctico ni que la investigación para resolver los acertijos sea una investigación dialéctica. Lo que la definición de Clearco sugiere es que la resolución de acertijos tiene cierto aire de familia con el análisis de problemas dialécticos, ya que ayuda a ejercitar la inteligencia a través de la investigación de distintas soluciones. Ahora bien, no todos los acertijos citados por Clearco presentan la misma dificultad ni se resuelven de la misma manera. En este punto, es conveniente distinguir dos tipos de acertijos: los acertijos en sentido amplio y los acertijos en sentido estricto. Los primeros consisten en juegos con palabras y desafíos mentales que se resuelven gracias al conocimiento de las letras y la poesía tradicional. De acuerdo con el fr. 63W, estos acertijos sirven como una demostración de la educación que posee cada comensal. Los segundos, en cambio, son descripciones ambiguas que ocultan su verdadero referente. Estos acertijos (llamados γρῖφοι por Clearco, pero αἰνίγματα en otras fuentes) suscitan un mayor nivel de controversia y exigen un mayor esfuerzo para adivinar el verdadero referente de la descripción enigmática. La relación entre el acertijo y la filosofía se observa sobre todo en el caso de los acertijos en sentido estricto. Para resolverlos, usualmente se proponen diferentes respuestas que deben ser analizadas con vistas a determinar cuál es la correcta. Este tipo de actividad se parece, mutatis mutandis, al análisis de los argumentos contrapuestos que constituyen una aporía, análisis que es útil no solo para el ejercicio dialéctico, sino también para la filosofía, como afirma Aristóteles en Top. 1.2. Esta semejanza podría explicar la relación general que, a los ojos de Clearco, existe entre los acertijos y la filosofía.

Dividiré mi argumentación en dos grandes secciones. Por una parte, en la sección 1, examinaré la definición del fr. 86W, deteniéndome en los conceptos de “acertijo” y “problema”. En 1.1. exploraré la diferencia entre “acertijo” y “enigma” teniendo en cuenta la definición de “enigma” de Aristóteles, la distinción que se establece en el escolio a la Compra de vidas de Luciano de Samósata y los ejemplos de acertijos incluidos en el tratado de Clearco. En 1.2. analizaré la definición de problema dialéctico ofrecida por Aristóteles, señalaré las semejanzas que existen entre el problema dialéctico y el acertijo, y analizaré la relación entre el acertijo y la aporía. Por otra parte, en la sección 2, intentaré explicar la relación que existe entre los acertijos, la educación y la filosofía. Para ello tendré en cuenta los ejemplos analizados en 1.1. y las definiciones de acertijo y problema analizadas en 1.1. y 1.2.

1. La definición de γρῖφος de Clearco

1.1. Γρῖφος

El primer aspecto relevante de la definición que ofrece Clearco en el fr. 86W es el concepto que se propone definir: γρῖφος. Esta palabra designa la cesta de juntos utilizada para pescar. Por extensión, se aplica a cualquier dicho intrincado y oscuro, e. g. los acertijos que, al igual que las redes de pesca, atrapan a quienes no pueden resolverlos.10 En los textos antiguos, también es frecuente la utilización del sustantivo αἴνιγμα.11 Este se vincula etimológicamente con αἶνος, término que refiere a un discurso complejo cuyo sentido es difícil de comprender. A veces, αἶνος se emplea como sinónimo de αἴνιγμα, e. g. para referir al acertijo del eunuco en uno de los escolios a la República de Platón (fr. 95aW; 111bT = Schol. Pl. Resp. 5.479c).12

Aunque en algunas fuentes αἴνιγμα y γρῖφος se utilizan de forma intercambiable como si fueran sinónimos (e. g. Plut., Quaest. conv., 673a8-b1 y 717a4-9; Luc., Pseudol., 32.8-10), son conceptos distintos que no siempre refieren al mismo tipo de enunciados; de ahí que sea necesario distinguirlos. Hay dos razones para sostener esta posición. Por una parte, las definiciones de enigma y acertijo son diferentes. Como se verá en la sección 1.2., Clearco define el acertijo como una especie de problema. Aristóteles, en cambio, asocia el enigma con la metáfora. En efecto, el enigma se caracteriza por referir a algo que es a través de una descripción metafórica que evoca un personaje, objeto o fenómeno en apariencia imposible o inexistente.13 Usualmente, esta descripción presenta numerosas metáforas que dificultan la comprensión, de ahí que el exceso de metáforas sea considerado la fuente del enigma.14 Los enigmas bien formulados son aquellos que se componen de metáforas adecuadas, i. e. metáforas que tienen su base en una analogía entre ítems que pertenecen a especies similares o a especies del mismo género.15 Como ejemplo, Aristóteles cita el enigma de las ventosas: “Vi a un hombre soldar con fuego bronce a otro hombre [ἄνδρ’ εἶδον πυρὶ χαλκὸν ἐπ’ ἀνέρι κολλήσαντα]” (Poet., 22.1458a29-30; Rh., 3.2.1405b1).16 Este conocido enigma refiere al igualmente conocido procedimiento médico que consiste en la aplicación de ventosas calientes sobre el cuerpo para aliviar la tensión muscular (Hippoc., VM 22). El enigma establece una analogía entre el trabajo de un soldador que por medio del fuego suelda bronce con el del médico que aplica ventosas calientes del mismo material sobre el cuerpo de sus pacientes. En la versión citada por Aristóteles, aparecen dos metáforas: las ventosas son llamadas “bronce” porque este era el material del que estaban hechas (metáfora basada en la aplicación del nombre del género a una de las especies) y se dice que el médico “suelda” porque, como Aristóteles reconoce en la Retórica, la práctica médica de la aplicación de las ventosas carece de nombre propio.17 Dado que la soldadura de bronce realizada por el herrero y la aplicación de ventosas por parte del médico pertenecen al mismo género porque constituyen casos de πρόσθεσις (“aplicación”), la aplicación de ventosas puede recibir metafóricamente el nombre de κόλλησις (“soldadura”) (metáfora basada en la aplicación del nombre de una especie a otra que pertenece al mismo género).

Por otra parte, dado que αἴνιγμα y γρῖφος no comparten la misma definición, no refieren al mismo tipo de enunciados, i. e. los enunciados considerados αἰνίγματα son distintos de los enunciados llamados γρῖφοι. La diferencia se establece en uno de los escolios a la Compra de vidas de Luciano de Samósata:

Acertijo y enigma se diferencian porque en relación con el enigma cualquiera reconoce que ignora, pero en relación con el acertijo se ignora, aunque se cree saber [διαφέρει γρῖφος καὶ αἴνιγμα, ὅτι τὸ μὲν αἴνιγμα ὁμολογεῖ τις ἀγνοεῖν, τὸν δὲ γρῖφον ἀγνοεῖ δοκῶν ἐπίστασθαι] (Schol. Luc., Vit. auct., 14).18

La diferencia entre enigma y acertijo se relaciona con el reconocimiento de la propia ignorancia. Para comprender mejor esto, es necesario analizar los dos ejemplos citados en el escolio. Como ejemplo de enigma, se cita el que propone la Esfinge: “¿Qué cosa tiene dos pies? ¿Qué cosa tiene tres pies? ¿Qué cosa tiene cuatro pies? [τί δίπουν; τί τρίπουν; τί τετράπουν;]”.19 Este consiste en una pregunta compleja cuya respuesta se desconoce y se debe investigar. Frente al enigma, el reconocimiento de la ignorancia es inmediato. El ejemplo de acertijo, en cambio, es el siguiente: “A Héctor, el hijo de Príamo, lo mató el varón Diomedes [Ἕκτορα τὸν Πριάμου Διομήδης ἔκτανεν ἀνήρ]”. Aunque la afirmación parece clara, presenta una ambigüedad que oculta su verdadero sentido. La expresión Διομήδης ἀνήρ puede referir tanto al guerrero Diomedes, quien no mató a Héctor, como al “varón de Diomeda”, i. e. Aquiles, quien asesinó al hijo de Príamo. La ambigüedad se origina en el sustantivo Διομήδης que puede ser, o bien la forma en nominativo del nombre masculino Διομήδης (Diomedes), o bien el genitivo del nombre femenino Διομήδη (Diomeda), la muchacha que Aquiles tomó luego de Briseida. Si se desconoce el doble sentido de la expresión Διομήδης ἀνήρ, se podría pensar que la afirmación Ἕκτορα τὸν Πριάμου Διομήδης ἔκτανεν ἀνήρ es falsa, cuando en realidad es verdadera porque Διομήδης ἀνήρ no refiere a Diomedes, sino a Aquiles, el asesino de Héctor.

En el escolio analizado, se llama γρῖφος a un juego con palabras basado en una ambigüedad del lenguaje y αἴνιγμα a una pregunta cuya respuesta se desconoce y debe ser investigada. Por esta razón, algunos intérpretes, como Konstantakos (2004, p. 120), Guichard (2010, p. 286) y Della Bona (2013, pp.169-172) , han defendido que, mientras αἴνιγμα designa a los enigmas en sentido estricto, γρῖφος es un concepto más amplio que refiere no solo a este tipo de enigmas, sino también a los juegos con palabras, como la charada y el lipograma (contraLuz, 2010, p. 144).

A continuación, presentaré los ejemplos de acertijos que Ateneo cita del Sobre los acertijos de Clearco. Estos muestran que en su tratado Clearco incluyó tanto enigmas en sentido estricto como diversos juegos con palabras que poseen las mismas características que los enigmas: son problemas que ponen en marcha el pensamiento. A todos ellos, Clearco los llamó γρῖφοι porque, como se ha visto, γρῖφος es un concepto más amplio que αἴνιγμα. A su vez, estos ejemplos reflejan el tipo de acertijos que se pronunciaban en los simposios. Allí las competencias de acertijos formaban parte de las actividades recreativas que entretenían a los comensales luego de la cena (cfr. Della Bona, 2013, pp. 172-180; Potamiti, 2015, pp. 136-137). Clearco parece haber acotado su estudio a los acertijos pronunciados en los banquetes, dejando de lado el uso de acertijos en otros contextos y con diferentes propósitos.20 Esto explica por qué en el fr. 85W los acertijos se identifican con las preguntas enigmáticas de los simposios21 y en el fr. 86 se aclara que estos se proponen con la intención de otorgar un premio o un castigo. En efecto, como se explica en el fr. 63W, los comensales que encuentran la solución de los acertijos reciben como premios besos, coronas y elogios; quienes no lo logran, en cambio, a modo de castigo, deben beber una copa de vino mezclada con salmuera o una copa de vino sin diluir (cfr. fr. 101dT = Ath. 10. 458f-459a).

Ejemplos de enigmas en sentido estricto son el de la ventosa y el del eunuco:

Muchos acertijos son como este: “Vi a un hombre soldar con fuego bronce a otro hombre [ἄνδρ’ εἶδον πυρὶ χαλκὸν ἐπ’ ἀνέρι κολλήσαντα], / tan íntimamente soldados quedaban que se hacían consanguíneos [οὕτω συγκόλλως ὥστε σύναιμα ποιεῖν]”. Esto refiere a la aplicación de las ventosas. También el de Panarces es del mismo tipo, como dice Clearco en el Sobre los acertijos: “Posado en un tronco no tronco, a un pájaro no pájaro, un varón no varón le arroja una piedra no piedra” [βάλοι ξύλῳ τε καὶ οὐ ξύλῳ καθημένην ὄρνιθα καὶ οὐκ ὄρνιθα ἀνήρ τε κοὐκ ἀνὴρ λίθῳ τε καὶ οὐ λίθῳ]. Estos son la caña, el murciélago, el eunuco y la piedra pómez (fr. 94W; 110-111aT = Ath. 10.452b-c).

En su tratado, Clearco cita una versión del popular enigma de la ventosa en forma de dístico y una versión del llamado “enigma del eunuco”. Este último aparece en la República de Platón y habría sido formulado por Panarces, un personaje del que no sabemos nada más que lo que se dice en este fragmento.22 A través de una serie de contradicciones (cada ítem se describe como x y no x), el enigma refiere a un eunuco que arroja una piedra pómez a un murciélago que está posado en una caña. El de la ventosa y el del eunuco son considerados por Clearco acertijos “del mismo tipo”, lo que podría aludir al hecho de que son enigmas en sentido estricto, i. e. descripciones ambiguas formuladas a través del uso excesivo de metáforas o de algún otro recurso (e. g. el uso excesivo de la contradicción) que en apariencia refieren a un objeto, personaje o situación inexistente o imposible.

Ejemplos de juegos con letras y palabras aparecen en el fr. 86W, donde se menciona la clasificación en siete tipos de acertijos que lamentablemente Ateneo transmite de forma incompleta.23 Allí se distinguen tres clases de acertijos: γρῖφοι ἐν γράμματι (“acertijos a partir de la letra”), e. g. decir palabras que comiencen con alfa o que no tengan sigma; γρῖφοι ἐν συλλαβῇ (“acertijos a partir de la sílaba”), e. g. decir un verso que comience con la sílaba βα- o que finalice en - ναξ; y γρῖφοι ἐν ὀνόματι (“acertijos a partir del nombre”), e. g. decir nombres compuestos, nombres que tengan relación con los dioses, y nombres que comiencen con Διός o Ἑρμοῦ, o que terminen en -νικος.24 Como ejemplo de γρῖφοι ἐν γράμματι, se puede mencionar también el decir nombres de ciudades de Asia y Europa que comiencen con una letra en particular (fr. 63W). Entre los ejemplos de γρῖφοι ἐν ὀνόματι se incluyen el nombrar a los generales aqueos y troyanos (fr. 63W) y el decir nombres de utensilios, comidas y postres (fr. 87W).25

Además, Clearco menciona algunos desafíos que se resuelven gracias al conocimiento de la poesía tradicional y que podrían clasificarse como γρῖφοι ἐν μέτρῳ (“acertijos en verso”) (Luz, 2010, p. 143), e. g. un comensal debe citar un verso de un poema y el que le sigue debe responder con el verso que viene luego; un comensal debe citar algunos versos de un poema y el resto de los invitados debe responder con versos de un poeta diferente que expresen la misma opinión; cada comensal debe recitar un yambo, o cada comensal debe recitar un verso de una cantidad determinada de sílabas. Un ejemplo de este último desafío es el poema de Castorión de Solos, citado también por Clearco, en el que cada metro está formado por once letras y palabras completas. Esto hace que los metros sean intercambiables, ya que pueden colocarse en cualquier lugar del verso sin que la posición altere la métrica (fr. 88W; 114-116T= Ath. 10.454f-455c).26 Dentro de este grupo, se puede incluir el pedir comida y bebida hablando en metro, como hacían Cleantes de Tarento y Pánfilo de Sicilia (fr. 89W),27 y el recitar versos de poemas clásicos frente a cada nuevo platillo servido en la mesa, como hacía Carmo de Siracusa (fr. 90W).28 Asimismo, Ateneo cita algunos ejemplos adicionales que combinan el llamado γρῖφος ἐν μέτρῳ con los otros tres tipos de acertijos mencionados en el fr. 86W (Ath. 10.458a-f). Entre ellos se cuentan el decir versos que empiecen y terminen con la misma letra, e. g. ἀγχοῦ δ’ ἱσταμένη ἔπεα πτερόεντα προσηύδα (Il. 4.92); el decir versos que sean asigmáticos, e. g. πάντ’ ἐθέλω δόμεναι καὶ οἴκοθεν ἄλλ’ ἐπιθεῖναι (Il. 7.364); y el decir versos cuyas primera y última sílabas combinadas produzcan un nombre, e.g. con la letra inicial y la sílaba final del verso ἰητῆρ’ ἀγαθὼ Ποδαλείριος ἠδὲ Μαχάων se forma el nombre Ἴων (Ion) (Il. 2.732).

1.2. Πρόβλημα ἐπιπαιστικόν

A diferencia de Aristóteles, Clearco no explora la relación entre acertijo y metáfora, sino que se enfoca en la relación entre acertijo y problema. El sustantivo πρόβλημα (de προβάλλω, “lanzar hacia adelante”) refiere a aquello que se arroja delante de alguien y que puede servir, o bien como una barrera de defensa, o bien como un obstáculo. Por extensión, el término se aplica a una dificultad que se debe resolver (e. g. en el campo de la geometría, la construcción de un triángulo) o a un tema que se debe discutir (e. g. en el ámbito de la dialéctica). Por ser un tipo de problema, el acertijo se presenta como una dificultad que hay que solucionar.29

Clearco no explica cómo entender la noción de “problema”. No obstante, este concepto tiene un importante peso en la filosofía aristotélica. Los problemas juegan un rol central tanto en la investigación dialéctica como en la científica. Aristóteles se habría ocupado del tratamiento de numerosos problemas en un tratado perdido, titulado Περὶ προβλημάτων (Sobre los problemas), al que remite en algunos pasajes de sus obras (e. g. An. post., 1.31.88a12; Mete., 2.6.363a24; Part. an., 3.15.676a18; Gen. an., 2.8.747b5, 4.4.772b12 y 4.7.775b37. Cfr. Diog. Laert., 5.23.18 y 26.10). A su vez, una extensa colección de casi novecientos problemas figura entre las obras que forman parte del corpus aristotelicum.30 Por esta razón, como sugiere Berra (2008, p. 388), para comprender la definición de “acertijo” de Clearco, es útil revisar la caracterización de “problema” de Aristóteles. Clearco podría haber tenido esta caracterización en mente a la hora de definir la noción de “acertijo”.31

Los problemas se presentan como el tema de los razonamientos deductivos (συλλογισμοί) (Top., 1.4.101b15-16). Aunque Aristóteles afirma que no todo problema es dialéctico (Top., 1.10.104a4-5), en los Tópicos se ocupa principalmente del problema dialéctico:

Un problema dialéctico es un tema de investigación que se dirige, o bien a la elección y el rechazo, o bien a la verdad y el conocimiento, ya sea por sí mismo o como una ayuda para algún otro problema del mismo tipo, y acerca de lo cual o nadie opina nada, o la mayoría opina lo opuesto a los sabios, o los sabios lo opuesto a la mayoría, o en cada uno de estos grupos hay opiniones opuestas [Πρόβλημα δ’ ἐστὶ διαλεκτικὸν θεώρημα τὸ συντεῖνον ἢ πρὸς αἵρεσιν καὶ φυγὴν ἢ πρὸς ἀλήθειαν καὶ γνῶσιν, ἢ αὐτὸ ἢ ὡς συνεργὸν πρός τι ἕτερον τῶν τοιούτων, περὶ οὗ ἢ οὐδετέρως δοξάζουσιν ἢ ἐναντίως (οἱ πολλοὶ τοῖς σοφοῖς ἢ) οἱ σοφοὶ τοῖς πολλοῖς ἢ ἑκάτεροι αὐτοὶ ἑαυτοῖς] (Arist., Top., 1.11.104b1-5).

De acuerdo con esta definición, el problema dialéctico presenta tres características: versa sobre cuestiones prácticas o teóricas, puede tratarse por sí mismo o como medio para tratar otro problema y es objeto de un desacuerdo significativo entre quienes participan del debate. Esta última es la característica esencial del problema dialéctico -y, se puede agregar, de todo problema-: ser objeto de discusión, controversia y desacuerdo. Esto se observa en el modo en que se desarrolla una discusión dialéctica. En efecto, en una discusión de este tipo, quien interroga propone a quien responde una pregunta en forma de problema. Usualmente, el problema expresa una disyunción encabezada por el adverbio interrogativo πότερον, e. g. “¿Animal terrestre bípedo es la definición de hombre o no? [πότερον τὸ ζῷον πεζὸν δίπουν ὁρισμός ἐστιν ἀνθρώπου ἢ οὔ;]” (Top., 1.4.101b32-33). Quien responde elige una de las dos alternativas y quien interroga, la contraria. La misión de quien interroga es refutar la tesis de quien responde.32 Para ello, formula distintas preguntas que tienen la forma de proposiciones y que solo se responden con “sí” o “no”, e. g. “¿Acaso animal es el género de hombre? [ἆρά γε τὸ ζῷον γένος τοῦ ἀνθρώπου;] (Top., 1.4.101b30-31). 33El objetivo es llegar a una conclusión que contradiga la tesis del que responde y pruebe la posición de quien interroga.

Los problemas dialécticos expresan una dificultad que genera un estado de confusión, de ahí que exista una estrecha relación entre el problema y la aporía.34 Por esta razón, las cuestiones que son evidentes para la mayoría, i. e. cuestiones sobre las que no hay desacuerdo, no son consideradas problemas, ya que de ellas no puede surgir aporía alguna (Top., 1.10.104a5-8). La aporía conduce al desarrollo de una ζήτησις (“investigación”). En el marco de una discusión dialéctica, esta investigación toma, como hemos visto, la forma de un intercambio de preguntas y respuestas entre quienes participan del debate que tiene por objetivo refutar la tesis del que responde y probar la de quien interroga.35

La relación que existe entre el problema dialéctico y la aporía se ve claramente en el caso de los problemas que surgen de razonamiento contrarios:

También son problemas aquellas cuestiones sobre las que existen razonamientos deductivos contrarios [ἐναντίοι συλλογισμοί] -la dificultad [ἀπορίαν] es si es así o no es así, dado que existen argumentos persuasivos para ambos- y aquellas sobre las que no tenemos un argumento, dado que son muy amplias y creemos que es difícil explicar el porqué, por ejemplo, si el universo es eterno o no, pues nadie podría investigar temas de este tipo (Arist., Top., 1.11.104b12-17).

Aristóteles se refiere aquí a dos tipos de problemas en relación con los cuales el debate no se origina por la divergencia de opiniones entre quien interroga y quien responde, sino por la naturaleza misma del problema, que es la que motiva la discusión (Smith, 2003, p. 81). Estos son, por una parte, los problemas que, por su vastedad, no pueden ser investigados y sobre los que no se puede formular argumento alguno; y, por otra parte, aquellos sobre los que existen argumentos pro et contra, igualmente válidos, entre los cuales es difícil optar. En este último caso, la imposibilidad de elegir uno de los dos argumentos contrarios genera una aporía (cfr. Top., 6.6.145b1-2, 16-20).

A primera vista, los acertijos incluidos por Clearco en el Sobre los acertijos no se parecen a los problemas dialécticos: no versan sobre los mismos temas, no expresan una disyunción en forma de pregunta y no se enuncian en el marco de una discusión dialéctica, en la que quien interroga busca probar su propia posición refutando la tesis de quien responde. Sin embargo, el acertijo comparte con el problema dialéctico -y con todo problema- el ser objeto de controversia. Esto se observa en el hecho de que, frente a un acertijo, es posible proponer y defender distintas soluciones -como se hacía, de hecho, en las competencias de acertijos de los simposios- aunque solo una es la correcta. Un claro ejemplo aparece en Safo, la comedia de Antífanes. De acuerdo con el testimonio de Ateneo, en esta obra la poeta pronuncia un acertijo acerca de una criatura cuyas crías, a pesar de ser mudas, profieren gritos resonantes.36 Del acertijo se ofrecen dos soluciones. La primera es propuesta por el personaje que en la comedia representa al padre de Safo: la criatura femenina es la ciudad y sus crías, los oradores que, gritándose unos a otros, se reparten el dinero que ganan ante una audiencia que no comprende lo que dicen realmente. Safo objeta la respuesta de su padre argumentando que no hay oradores mudos y ofrece la verdadera solución del acertijo: la criatura es la carta y sus crías mudas, las letras (Ath. 10.450f-451b).

Los acertijos podrían ser considerados un caso de problemas no dialécticos, como aquellos que Aristóteles menciona en Top., 1.10.104a45 y no desarrolla. De acuerdo con la definición que ofrece Clearco en el fr. 86W, el acertijo pertenece al género de los προβλήματα y se diferencia de otros problemas, e. g. el problema dialéctico, por ser ἐπιπαιστικόν, i. e. entretenido, divertido.37 Sin embargo, al igual que el problema dialéctico, el acertijo expresa una aporía y conduce a desarrollar una investigación que permita dar con la solución (τοῦ διὰ ζητήσεως εὑρεῖν) y poner fin a la dificultad (fr. 86W). Uno de los ejemplos que mejor ilustra esta característica de los acertijos es el mensaje del oráculo que recibe Sócrates: “nadie es más sabio [μηδένα σοφώτερον εἶναι]” (Pl. Ap. 21a67). El oráculo habla de forma enigmática (αἰνίττεται) (Ap., 21b4). Como Sócrates no se reconoce sabio, sino ignorante, las palabras del oráculo lo sumen en un estado de confusión (ἠπόρουν) (Ap., 21b7) que lo obliga a emprender una investigación. Esta investigación no refuta el mensaje del oráculo (ἐλέγξων τὸ μαντεῖον) (Ap., 21c1), como Sócrates pretende, sino que lo confirma: Sócrates es el más sabio porque reconoce no saber, a diferencia de la mayoría que, sin saber, cree que sabe.

2. La relación entre los acertijos, la educación y la filosofía

En el Sobre los proverbios, Clearco afirma que la investigación de los acertijos (τῶν γρίφων ἡ ζήτησις), i. e. la investigación que se debe realizar para resolver los acertijos, no es una tarea ajena a la filosofía (οὐκ ἀλλοτρία φιλοσοφίας ἐστί) y que sirve para realizar una demostración de la propia educación (τὴν τῆς παιδείας ἀπόδειξιν). Si los acertijos son pasatiempos que entretienen a los comensales de los simposios, ¿qué relación podrían guardar con la educación y con la filosofía?

Empecemos por la educación. En el fr. 63W, la noción de παιδεία refiere probablemente a la educación tradicional que recibían los ciudadanos.38 La γυμναστική (“gimnasia”) y la μουσική (“música”) eran los dos principales componentes de dicha formación. La música agrupaba el conjunto de artes gobernadas por las Musas, que incluía la música instrumental, la matemática aplicada al estudio de la armonía y el ritmo, el canto, la danza y la poesía (Murray, 2004). En época de Clearco, además de la gimnasia y la música, se distinguía otro componente en la formación: las γράμματα, que incluían tanto el aprendizaje de las letras, i. e. de la lectura y la escritura, como también el de la literatura en verso y prosa (Morgan, 1999).

La relación entre los acertijos y la educación que propone Clearco se explica por el hecho de que muchos acertijos se resuelven gracias al conocimiento de las letras y la poesía, como muestran los ejemplos que Ateneo cita del Sobre los acertijos. Por una parte, como se ha visto en la sección 1.1., los llamados γρῖφοι ἐν γράμματι, γρῖφοι ἐν συλλαβῇ y γρῖφοι ἐν ὀνόματι se resuelven por medio del conocimiento gramatical que permite decir palabras que presenten determinadas características (fr. 86W). Por otra parte, algunos acertijos involucran el conocimiento de la poesía tradicional, e. g. citar un verso de un poema conocido y que el siguiente comensal cite el verso que sigue a continuación (fr. 63W), y el conocimiento de la llamada “teoría de las letras y sílabas”, i. e. la teoría métrica, que permite recitar versos de una determinada cantidad de sílabas (fr. 88W). Por último, algunos acertijos se resuelven gracias al conocimiento de la cultura general, transmitida en parte a través de los poemas tradicionales, e. g. nombrar a los generales aqueos y troyanos y nombrar ciudades de Asia y Europa (fr. 63W). Para resolver todos estos acertijos, se requiere cierto nivel de instrucción, de ahí que estos sirvan como una demostración (ἀπόδειξις) o indicador (μήνυμα) de la educación que los comensales poseen (fr. 63W). Por eso Clearco cuenta que Carmo y Calífanes se habían ganado la fama de ser instruidos, ya que eran capaces de recitar versos de poemas tradicionales frente a cada nuevo platillo que se servía en la mesa (fr. 90W).

Ahora bien, ¿cuál podría ser la relación entre los acertijos y la filosofía? Antes de tratar este problema, se debe tener en cuenta que, aunque en los fragmentos de Clearco encontramos algunas apariciones de los términos φιλοσοφία y φιλόσοφος, ninguna de ellas nos permite saber con certeza qué entendía Clearco por “filosofía”.39 Lo único que sugiere el fr. 63W es que el conocimiento filosófico es distinto del conocimiento general de las letras y la poesía que comprende la παιδεία. Dado que en la sección 1.2 he intentado mostrar que el concepto de “problema” que utiliza Clearco muestra un influjo aristotélico, para responder esta pregunta volveré una vez más sobre los Tópicos.

En Top., 1.2.101a25-b4, Aristóteles explica las utilidades de la dialéctica. Allí se dice que la dialéctica sirve para el entrenamiento (πρὸς γυμνασίαν) en la discusión de cualquier problema que se proponga (cfr. Top., 8.5.159a25-26, 32-34, 11.161a24-26 y 14.163a29-30); para las conversaciones informales (πρὸς τὰς ἐντεύξεις) que no siguen las reglas de la dialéctica (cfr. Rhet., 1.1.1355a27-29) y para los conocimientos en filosofía (πρὸς τὰς κατὰ φιλοσοφίαν ἐπιστήμας) (cfr. Slomkowski, 1997, pp. 11-14). Con respecto a esto último, Aristóteles señala que “poder analizar una dificultad en ambos sentidos (πρὸς ἀμφότερα διαπορῆσαι) hace que sea más fácil ver con claridad lo verdadero y lo falso en cada cosa” (Top., 1.2.101a34-36). La dialéctica permite evaluar los argumentos contrarios que conforman una dificultad y ayuda a determinar su valor de verdad. Esto hace que sea útil no solo para vencer en la argumentación, sino también para la búsqueda de la verdad.40

Salvando las diferencias entre el problema dialéctico y el acertijo, la resolución de acertijos también podría ser considerada un buen ejercicio para la inteligencia. Por ser una especie de problema, el acertijo presenta una aporía que, como se dice en el fr. 86W, conduce a desarrollar una investigación que permita dar con la solución (προστακτικὸν τοῦ διὰ ζητήσεως εὑρεῖν). Esta investigación es realizada por medio de la inteligencia (τῇ διανοίᾳ); de ahí que el acertijo pueda ser considerado un aliciente, un estímulo para poner en marcha el pensamiento. El acertijo es un problema divertido que posee una doble función: entretiene y, al mismo tiempo, hace pensar. Por esta razón, la tarea de resolver acertijos se puede comparar, de forma general y a grandes rasgos, con el entrenamiento dialéctico. Así como el tratamiento dialéctico de los problemas sirve como entrenamiento para la discusión, el análisis de los acertijos sirve como entrenamiento de la inteligencia.

Ahora bien, aunque todo acertijo presenta una aporía que mueve la inteligencia a desarrollar una investigación, la relación entre los acertijos y la filosofía se observa sobre todo en un caso particular de acertijos. En el fr. 94W, Clearco cita el acertijo de la ventosa y el del eunuco, a los que considera “del mismo tipo”. Estos no parecen tener nada en común, salvo por el hecho de que, siguiendo la clasificación comentada en 1.1, son acertijos en sentido estricto. Para resolverlos, no basta con el conocimiento de las letras y la poesía tradicional. Estos suscitan un mayor nivel de controversia y demandan un mayor esfuerzo de la inteligencia para detectar cuál es el verdadero referente de la descripción enigmática. Por esta razón, es usual que frente a estos acertijos se propongan distintas soluciones que deben ser analizadas a fin de hallar la correcta, como se ve en el ejemplo de la Safo de Antífanes, ya citado. El análisis de las distintas soluciones sería semejante, mutatis mutandis, al análisis de los dos sentidos de una dificultad, que es un ejercicio que, como se dice en Top., 1.2.101a34-36, es útil para aprender a percibir la diferencia entre lo falso y lo verdadero en el terreno de la filosofía.

Conclusión

Clearco fue el primer filósofo en definir la noción de “acertijo”, un concepto amplio que hace referencia tanto a los acertijos en sentido estricto como a diversos juegos con palabras y desafíos intelectuales. La definición de Clearco tiene un gran valor porque reconoce en los acertijos una doble finalidad: una finalidad lúdica, que consiste en entretener, y una finalidad más amplia, que consiste en hacer pensar. Para comprender esta faceta de los acertijos, he estudiado la relación que existe entre el acertijo y el problema dialéctico y he defendido que, por ser una especie de problema, todo acertijo expresa una aporía que impulsa el desarrollo de una investigación. Los acertijos en sentido amplio se resuelven gracias al conocimiento de las letras y de la poesía. Por esta razón, sirven como una prueba del nivel de educación que posee cada comensal. Los acertijos en sentido estricto demandan un mayor esfuerzo de la inteligencia. Estos suscitan un mayor nivel de controversia que lleva a los comensales a proponer distintas soluciones que deben ser analizadas a fin de descubrir cuál es la correcta. Tomando en consideración las utilidades de la dialéctica que Aristóteles menciona en Top., 1.2, aunque todos los acertijos pueden ser considerados un entrenamiento para la inteligencia, solo los acertijos en sentido estricto guardan cierta relación con la filosofía. En efecto, estos permiten analizar las distintas soluciones ofrecidas, lo que se parece al análisis de los argumentos contrapuestos que constituyen una aporía, análisis que es útil para la detección de lo falso y lo verdadero en el terreno de la filosofía. La relación que establece Clearco entre los acertijos y la filosofía parece ser una relación de proximidad poco estrecha. Para quienes no se dedican a la filosofía, la tarea de resolver acertijos podría ser una forma de tener un contacto indirecto con lo filosófico.

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1Cito los fragmentos de Clearco siguiendo la numeración de Wehrli (1948) (= W), cuya edición he tomado como referencia. En la primera aparición, agrego entre paréntesis la numeración equivalente de la edición de Taifacos (2008) (= T) y la fuente de donde se extrae el fragmento. Las traducciones de fuentes antiguas son de mi autoría. A lo largo de este trabajo, traduzco γρῖφος como “acertijo” y αἴνιγμα como “enigma”. Sobre el sentido de ambos términos, cfr. infra, sección 1.1.

2Cfr. Wehrli (1948, pp. 74-75) y Schneider (1994, p. 419). Sobre Clearco, cfr. Baltussen (2016, p. 13). Sobre los enigmas en la antigua Grecia, se puede consultar las obras clásicas de Schultz (1909-1912) y Ohlert (1912), y los estudios más recientes de Pucci (1996), Berra (2008) y Beta (2016).

3Que el Sobre los acertijos fue una obra compuesta por más de un libro se desprende de los fragmentos en los que se hace referencia al primer libro del tratado: “Clearco, discípulo de Aristóteles, nativo de Solos, en el primer libro del Sobre los acertijos [ἐν τῷ προτέρῳ Περὶ γρίφων] —recuerdo el texto porque me resultaba muy agradable— ha dicho de alguna forma lo siguiente” (fr. 91aW; 103-112T = Ath. 7.275b-276a) y “Clearco, en el primer libro del Sobre los acertijos [ἐν τῷ προτέρῳ Περὶ γρίφων], dice que Simónides de Zacinto recitaba los versos de Arquíloco, sentado en una silla sobre el escenario” (fr. 92W; 104T = Ath. 14.620c).

4Es probable que Ateneo tuviera ante sus ojos una copia completa o un resumen del Sobre los acertijos, ya que no parafrasea las ideas de Clearco, sino que transcribe citas textuales e identifica con precisión el nombre del autor y la obra de donde las ha extraído. Sobre el modo de citar de Ateneo, cfr. Arnott (2000, pp. 41-42) y Paulas (2012, pp. 408-410). Jacob (2000, pp. 87-89) sugiere que Ateneo podría haber consultado el Sobre los acertijos en la biblioteca de Larensio o de Cinulco, quien afirma tener una copia: “Si desconfías, compañero, como tengo una copia del libro, no me negaré a prestártela” (fr. 91aW).

5El fragmento continúa del siguiente modo: “En el Sobre los acertijos, el mismo Clearco dice que existen siete clases de acertijos. ‘A partir de la letra’ (ἐν γράμματι), por ejemplo, cuando tenemos que decir palabras que comienzan con alfa, como un nombre de pez o planta. Lo mismo ocurre cada vez que alguien solicita que los nombres tengan o no tengan alguna de las letras, como los acertijos llamados ‘asigmáticos’. De ahí que Píndaro también haya compuesto una oda contra la sigma como si esta fuera un acertijo que se propone en un poema lírico [ὅθεν καὶ Πίνδαρος πρὸς τὸ σ ἐποίησεν ᾠδήν, οἱονεὶ γρίφου τινὸς ἐν μελοποιίᾳ προβληθέντος]. Se dice que existen acertijos ‘a partir de la sílaba’ [ἐν συλλαβῇ], por ejemplo, cuando tenemos que decir cualquier verso que esté encabezado por ba-, como basileús [“rey”]; o que finalice en -nax, como Calianax; o que empiece con ‘león’, como Leónidas; o que por el contrario tengan esta sílaba al final, como Trasileón. Y ‘a partir del nombre’ [ἐν ὀνόματι], por ejemplo, cuando tenemos que decir nombres simples o compuestos de dos sílabas cuya forma se muestre elevada o baja; o nombres que no tengan relación con dioses, como Cleónimo, o que sí la tengan, como Dionisio —en este caso, pueden estar formados a partir del nombre de un dios o de muchos, como Hermafrodito—; o que comiencen por Zeus, como Diocles; o con Hermes, como Hermodoro; o que finalicen, si se puede, en -nikos. Quienes no hablan como se les ha pedido beben de la copa. Así lo definió Clearco”.

6El fragmento continúa del siguiente modo: “Mientras bebían, proponían acertijos, pero no como los que ahora se preguntan unos a otros qué posición sexual es la más placentera, cuál es el pescado más delicioso o el de estación, o cuál es mejor comer luego de la aparición de Arturo, las Pléyades o el Perro. A quienes vencían, les daban como premios besos que eran dignos de la aversión de quienes tienen una sensibilidad noble; para quienes eran derrotados, establecían como castigo beber vino puro, que tomaban con más placer que el de la copa de Higía. Este es precisamente el comportamiento propio de quien se ha ocupado de los escritos de Filenis y Arquéstrato, y se ha interesado por las llamadas Gastrologías. Pero aquellos preferían acertijos de este tipo: cuando el primero citaba un hexámetro o un yambo, cada uno respondía con el verso que venía luego; cuando alguien citaba la parte más importante de un poema, el resto respondía con un verso de un poeta diferente que expresara la misma opinión; o cada uno recitaba un yambo. Además, cada uno recitaba un verso de una cantidad determinada de sílabas o versos que siguieran la teoría de las letras y sílabas. De modo similar a lo que ya se ha dicho, decían el nombre de cada general que atacó Troya o de los generales troyanos; o alguien decía el nombre de una ciudad de Asia que empezara con determinada letra, el que seguía decía, en cambio, el nombre de una ciudad de Europa y el resto procedía de forma alternada, ya se trate de ciudades griegas o bárbaras, según lo ordenado. De modo que este juego, que no requiere poca reflexión, se ha transformado en un indicador de la educación de cada una de las personas del grupo [ὥστε τὴν παιδιὰν μὴ ἄσκεπτον οὖσαν μηνύματα γίνεσθαι τῆς ἑκάστου πρὸς παιδείαν οἰκειότητος]. Como premio, proponían una corona y un elogio, que por sobre todo endulzaban su recíproca amistad. Estas cosas ha dicho Clearco”.

7En este trabajo, no me ocuparé en detalle del Sobre los proverbios. Sobre este tratado, cfr. Dorandi (2006).

8 Wehrli (1948, p. 75): “Das Ganze diente als παιδεία und φιλοσοφία (fr. 63) umfassenden erzieherischen Zwecken“.

9 Luz (2010, p. 140): “Nach Klearchos sind also philosophisches Denken (bzw. Denkvermögen) und Bildung die Grundlage für das Spiel des γρῖφος”.

10 Chantraine (1968, s. v. γρῖφος). Cfr. LSJ (1996, s. v. γρῖφος) y Luz (2010, p. 139). Es probablemente Aristófanes quien utiliza por primera vez el término γρῖφος con la acepción de “acertijo”. Cfr. Ar. (Vesp., 20).

11Αἴνιγμα es un término más antiguo que γρῖφος, ya que aparece registrado en las tragedias de Esquilo. Cfr. Aesch. (PV, 610; Ag., 1112 y 1183; Cho., 887).

12Cfr. Chantraine (1968, s. v. αἴνιγμα). Αἶνος también se utiliza con la acepción de “relato” (Hom., Od., 14.508), “elogio” (Hom., Il., 23.652 y 795; Od., 21.110), “fábula” (Hes., Op., 202; Archil., fr. 174, 185 West) y “proverbio” (Eur., fr. 508 Kannicht).

13Arist. (Poet. 22.1458a26-27): “Esta es la forma del enigma: hacer combinaciones imposibles para referir a cosas que son [αἰνίγματός τε γὰρ ἰδέα αὕτη ἐστί, τὸ λέγοντα ὑπάρχοντα ἀδύνατα συνάψαι]”. Vale aclarar que Aristóteles nunca emplea el término γρῖφος en su obra. Para un estudio de la definición aristotélica de enigma, cfr. Gardella (2022).

14Arist. (Poet. 22.1458a23-26): “Si alguien compusiera todas las expresiones poéticas de este modo [scil. utilizando solo nombres extraños], resultará un enigma o un barbarismo. En efecto, si la expresión poética se compone sólo de metáforas, resulta un enigma, si de nombres extranjeros, un barbarismo [ἀλλ’ ἄν τις ἅπαντα τοιαῦτα ποιήσῃ, ἢ αἴνιγμα ἔσται ἢ βαρβαρισμός· ἂν μὲν οὖν ἐκ μεταφορῶν, αἴνιγμα, ἐὰν δὲ ἐκ γλωττῶν, βαρβαρισμός]”. Aristóteles define la metáfora como la transferencia del nombre propio (κύριον ὄνομα) de un ítem a otro ítem, al que este nombre se aplica de forma desplazada: “La metáfora es la transferencia de un nombre ajeno [ὀνόματος ἀλλοτρίου ἐπιφορά], ya sea del género a una especie, de la especie al género, de la especie a otra especie, o por analogía” (Poet., 21.1457b6-9). La metáfora es un recurso para evitar la banalidad de la λέξις poética. Esta debe ser clara, pero sin caer en lugares comunes (Poet., 22.1458a18, 31-34). La claridad se logra a través del empleo de los nombres propios (ἡ ἐκ τῶν κυρίων ὀνομάτων) y la solemnidad, a través de los nombres extraños (ἡ τοῖς ξενικοῖς κεχρημένη). Entre los nombres llamados “extraños”, se incluyen los términos extranjeros o dialectales (γλῶτταν), los términos alargados (ἐπέκτασιν) y las metáforas (Poet., 22.1457a33-1458a25). Sobre la teoría aristotélica de la metáfora hay numerosos estudios, entre los que se destacan Most (1987), Laks (1994), Lloyd (1996, pp. 205-222), Moran (1996), Kirby (1997) y O’Rourke (2006).

15Sobre los enigmas bien formulados, cfr. Arist. (Rh., 3.2.1405b2-4 y 11.1412a24-26). En Poet. (21.1457b16-19), se aclara que la analogía establece que b es a a como d es a c, de manera que es posible decir b en lugar de d y viceversa, e. g. dado que la copa de vino es a Dioniso lo que el escudo es a Ares, es posible llamar a la copa “escudo de Dioniso” y al escudo “copa de Ares”. Sobre las metáforas adecuadas, cfr. Arist. (Rh., 3.2.1405a10-16 y 31-34; 3.2.1405b5-18; 3.11.1411b22-23). Aunque Aristóteles no define los enigmas mal formulados, de la caracterización de los enigmas bien formulados se deduce que aquellos serían enigmas hechos de metáforas inapropiadas. Estas son metáforas poco claras (ἀσαφεῖς) que vinculan ítems que “están lejos” (πόρρωθεν), i. e. que no pertenecen a especies similares o a especies del mismo género (Rh. 3.3.1406b8-9).

16Para otras versiones del enigma, cfr. Ath. (10.452b-c), Demetr. (Eloc., 102), Siriano (in Hermog. Id., 36.12-14) y Juan de Sicilia (in Hermog. Id., 199.30200.2; Anth. Pal., 14.54). El enigma de las ventosas fue probablemente creado por Cleobulina de Lindos, una eximia compositora de acertijos (Plut., Conv. sept. sap., 154b). Sobre Cleobulina y sus enigmas, cfr. Gardella (2021).

17Arist. (Rh., 3.2.1405a34-1405b1): “Aún más, no se debe proponer metáforas a partir de cosas lejanas, sino a partir de cosas que son del mismo género y similar especie, otorgando un nombre a las cosas que no tienen nombre, nombre que, una vez que se dice, es evidente que pertenece al mismo género de aquello que no tiene nombre, como en el famoso enigma ‘vi a un hombre soldar con fuego bronce a otro hombre’”.

18Sobre este testimonio, cfr. Luz (2013, pp. 97-98). Pólux también diferencia αἴνιγμα y γρῖφος al asociar el primero con la diversión propia de los juegos de niños y el segundo con la seriedad (τὸ μὲν αἴνιγμα παιδιὰν εἶχεν, ὁ δὲ γρῖφος καὶ σπουδήν) (6.107).

19Para otras versiones del mismo enigma, cfr. Apollod. (Bibl. 3.5.8), Ath. (10.456b) y Anth. Pal. (14.64).

20Por ejemplo, muchos de los mensajes transmitidos por los oráculos tenían la forma de acertijos y se componían a través de los mismos recursos empleados para la creación de acertijos, e. g. las metáforas, las ideas paradojales y los términos polisémicos (Naerebout y Beerden, 2013, p. 122). Sobre la relación entre los acertijos y los oráculos, cfr. Fontenrose (1978, pp. 79-83) y Struck (2004, pp. 77-110). También era usual el uso de acertijos con fines pedagógicos para transmitir conocimientos sobre ciencia natural o sobre los mitos que formaban parte de la educación tradicional. Se especula que estos eran dictados por un maestro y copiados por los alumnos, de modo que servían también como ejercicio de escritura. Sobre este tema, cfr. Guichard (2007, p. 234).

21Fr. 85W (102bT = Schol. Ar., Vesp., 20b): “Siete clases de estos [scil. acertijos] describe Clearco en su libro Sobre los acertijos. Se llama ‘acertijos’ a las preguntas enigmáticas que se proponen en los simposios [τὰ ἐν τοῖς συμποσίοις προβαλλόμενα αἰνιγματώδη ζητήματα]”. Cfr. fr. 102bT (= Schol. Ar., Vesp., 20a): “Los acertijos son preguntas enigmáticas de las que se hacía uso en los simposios [οἱ γρῖφοι ζητήματα αἰνιγματώδη, οἷς ἐχρῶντο πρὸς τοῖς συμποσίοις]. Siete clases de estos describe Clearco en Sobre los acertijos”. Como señala Taub (2014, pp. 423-424), ζήτημα es un término utilizado muchas veces como sinónimo de πρόβλημα.

22Al referirse al hecho de que las entidades sensibles poseen propiedades opuestas (e. g. son bellas y a la vez feas, grandes y a la vez pequeñas), de modo que son y no son aquello que se dice que son, Platón establece una comparación con las afirmaciones de doble sentido y los enigmas: “Esto se parece —dijo— a las afirmaciones con doble sentido que se pronuncian en los banquetes y al enigma de los niños sobre el eunuco y sobre el golpe al murciélago, que dice de manera oscura con qué lo golpea y sobre qué estaba posado [τοῖς ἐν ταῖς ἑστιάσεσιν, ἔφη, ἐπαμφοτερίζουσιν ἔοικεν, καὶ τῷ τῶν παίδων αἰνίγματι τῷ περὶ τοῦ εὐνούχου, τῆς βολῆς πέρι τῆς νυκτερίδος, ᾧ καὶ ἐφ’ οὗ αὐτὸν αὐτὴν αἰνίττονται βαλεῖν]” (Pl., Resp., 5.479b10-c3). Para otras versiones del enigma del eunuco, cfr. fr. 95aW y 95bW (= Eust., Il., 2.580.9-14). Sobre Panarces, cfr. Bowie (2006).

23No me ocuparé del problema de la reconstrucción de la clasificación de Clearco. Al respecto, cfr. Wehrli (1948, p. 76) y Luz (2010, pp. 142-143).

24Algunos de los ejemplos de γρῖφοι ἐν ὀνόματι (decir nombres que comiencen con Διός o Ἑρμοῦ, o que terminen en νικος) podrían ser incluidos también dentro de los γρῖφοι ἐν συλλαβῇ.

25Fr. 87W (109T = Ath. 14.648f-649a): “Clearco de Solos ha mencionado el pastel de miel que está frente a nosotros en el Sobre los acertijos, donde dice lo siguiente. [‘]Para quien te pide decir nombres de utensilios, debes responder: [«] Trípode, olla, lámpara, mortero, banco, / esponja, brasero, jofaina, vaso, aceitera, / panera, cuchillo, cuenco, cratera, aguja[»]. En cambio, para quien te pide decir nombres de comidas, debes responder lo siguiente: [«]Puré de alubias, sopa de lentejas, pescado ahumado, pescado fresco, nabo, / ajo, carne, atún, salmuera, echalote, / cardo, aceituna, alcaparra, cebolla, hongo[»]. Y sobre los nombres de postres, debes responder de la misma manera: [«]Pastel de leche, tarta, tarta de pescado, pastel, granada, / huevo, garbanzo, sésamo, torta de sésamo molido, uva, / higo seco, pera, el fruto de la perséa, manzanas, almendras[»][‘].Estas cosas dijo Clearco”. En este tipo de desafíos, un comensal pide a otro decir nombres de objetos que pertenezcan a determinado grupo o categoría. Quien responde debe hacerlo en metro, como ocurre en este fragmento, donde se emplea el trímetro yámbico.

26Fr. 88W (114-116T = Ath. 10.454f-455b): “Según dice Clearco, el poema en honor a Pan de Castorión de Solos es así. Cada uno de los metros incluye palabras completas y el poema tiene metros que pueden, todos de igual modo, estar al comienzo del verso o luego, por ejemplo: [‘]Por ti, que habitas en una morada fría por los disparos de nieve repiqueteante, / Pan, pastor de bestias salvajes, la tierra de Arcadia invocaré, / en este ingenioso escrito, tras haber combinado versos renombrados, / difíciles de comprender, señor, para quienes no son hábiles en escuchar, / bestia servidora de las Musas, que lanzas un dulce canto moldeado en cera [σὲ τὸν βολαῖς νιφοκτύποις δυσχείμερον / ναίονθ’ ἕδος, θηρονόμε Πάν, χθόν’ Ἀρκάδων / κλῄσω γραφῇ τῇδ’ <ἐν> σοφῇ πάγκλειτ’ ἔπη / συνθείς, ἄναξ, δύσγνωστα μὴ σοφοῖς κλυεῖν, / μουσοπόλε θήρ, κηρόχυτον ὃς μείλιγμ’ ἱεῖς][‘]. Y el resto se compone de la misma forma. Cada uno de los metros, cualquiera sea el orden en que los coloques, formará el mismo esquema métrico, por ejemplo: [‘]Por ti, que habitas en una morada fría por los disparos de nieve repiqueteante. / Por ti, que en una morada fría por los disparos de nieve repiqueteante habitas [σὲ τὸν βολαῖς νιφοκτύποις δυσχείμερον, / νιφοκτύποις σὲ τὸν βολαῖς δυσχείμερον][‘]. Además, cada uno de los metros tiene once letras […]”. Para un análisis del poema de Castorión de Solos, cfr. Bing (1985).

27Fr. 89W (106T = Ath. 1.4d): “Mientras bebía, Cleantes de Tarento decía todo en metro, según afirma Clearco, al igual que Pánfilo de Sicilia, por ejemplo: [‘]Sírveme algo para beber y una pata de perdiz [ἔγχει πιεῖν μοι καὶ τὸ πέρδικος σκέλος][‘]. [‘]Que alguien me dé un orinal o que alguien me dé una tarta [ἀμίδα δότω τις ἢ πλακοῦντά τις δότω][‘]”.

28Fr. 90W (107-108T = Ath. 1.4a-c): “Clearco dice que Carmo de Siracusa tenía listos versitos y proverbios para cada uno de los platos que se sirven en los banquetes. Para el pescado: [‘]He llegado, dejando atrás la salada profundidad del Egeo[‘] [cfr. Eur., Tro., 1]. Para las trompetas de caracol: [‘]Alégrense, heraldos, mensajeros de Zeus[‘] [cfr. Hom., Il., 1.334]. Para el chorizo: [‘]De forma retorcida, para nada sano[‘] [cfr. Eur., Andr., 448]. Para el calamar relleno: [‘]Sabia, sabia, tú[‘] [cfr. Eur., Andr., 245]. Para el pescado de estación servido sobre pescado hervido: [‘]¿No apartarás de mí la multitud?[‘] [cfr. Diog. Laert. 2.117]. Para la anguila sin piel: [‘]Sin cubrir mis rizos…[‘] [cfr. Eur., Phoen., 1486]. Clearco también dice que entre los mesenios Carmo se había ganado la reputación de ser instruido [πεπαιδευμένος εἶναι], por tener a mano alguna cita para cada uno de los platos servidos, como se ha dicho. De igual modo, Calífanes, llamado ‘hijo del devorador’, tras haber copiado el comienzo de muchos poemas, aprendía de memoria hasta tres o cuatro versos y se ganaba así la fama de mucho conocimiento [πολυμαθείας δόξαν προσποιούμενος]”.

29Esto explica por qué, para referir a la acción de proponer un acertijo, Clearco utiliza frecuentemente el verbo προβάλλω: οἱ μὴ λύσαντες τὸν προτεθέντα γρῖφον (fr. 63W), προέβαλλον γὰρ παρὰ τοὺς πότους (fr. 63W), τὰ ἐν τοῖς συμποσίοις προβαλλόμενα αἰνιγματώδη (fr. 85W), τὸ προβληθὲν τιμῆς ἢ ἐπιζημίου χάριν εἰρημένον (fr. 86W) y οἱονεὶ γρίφου τινὸς ἐν μελοποιίᾳ προβληθέντος (fr. 86W). Cfr. LSJ (1996, s. v. προβάλλω, πρόβλημα) y Blair (1999, p. 172).

30Esta obra no pertenece a Aristóteles, sino que es el resultado de una compilación de diversos materiales de la tradición peripatética. Cfr. Mayhew (2011, pp. xiii-xxiv).

31En esta sección, me ocuparé del uso de los problemas en un contexto dialéctico y de la caracterización que de ellos ofrece Aristóteles en los Tópicos. Sobre el uso de los problemas en la investigación científica, cfr. Lennox (2001, pp. 76-91).

32Sobre el rol de quien interroga y quien responde, cfr. Brunschwig (1967, pp. xxix-xxxiv). Una θέσις (“tesis”) puede ser, o bien una opinión paradójica defendida por alguien reconocido en el ámbito de la filosofía (e. g. que no se puede contradecir, como dice Antístenes; que todo se mueve, como defiende Heráclito; o que lo que es es uno, como afirma Meliso) (Top., 1.10.104b19-24), o bien simplemente la tesis que se somete a discusión (Top., 1.10.104b29-105a2). Cfr. Smith (2003, pp. 82-83). Por tratarse de una opinión paradójica, la tesis se identifica con el problema, ya que es objeto de controversia.

33La πρότασις (“proposición dialéctica”) también suele tener la forma de una pregunta, aunque a diferencia del problema, no expresa una disyunción y no es objeto de controversia, ya que debe ser plausible (ἔνδοξος) y no paradójica (μὴ παράδοξος) (Top., 1.10.104a8-12). Está encabezada por ἆρα y exige una respuesta de “sí” o “no”. También se consideran proposiciones dialécticas aquellas que son similares a las plausibles, aquellas que son contrarias a las plausibles y aquellas que tienen su base en el conocimiento de las técnicas (Top., 1.10.104a12-37). Sobre las características del problema y sus diferencias con la proposición, cfr. Smith (2003, pp. 56-57, 59). En algunos casos, los problemas y las proposiciones pueden expresarse como afirmaciones (e. g. Top., 1.11.104b1828 y 1.14.105a34-b18). En opinión de Lennox (2001, p. 74), esta alternancia es inevitable en el contexto de una discusión dialéctica, donde quien responde expresa su respuesta en forma de afirmación y no de pregunta.

34Esta conexión ha sido señalada por Lennox (2001, p. 75), Castelli (2011, p. 240) y Taub (2014, pp. 417-418). Se debe recordar que para Aristóteles la aporía refiere no sólo a una situación, sino también a un estado del alma. Cfr. Metaph. 3.1.995a30-33.

35Sobre la relación entre aporía e investigación, cfr. Gärtner (2006). También se puede ver la célebre descripción del método diaporemático de Metaph. 3.1.995a24-995b4. De acuerdo con la interpretación de Aubenque (1980, p. 4), este método consta de tres pasos: la detección de una aporía, que se presenta como el inicio de toda investigación; el análisis de la aporía, conocido como διαπορία; y la εὐπορία, con la que culmina la investigación. La εὐπορία es un estado contrario a la aporía que puede consistir, o bien en la solución del problema investigado (Metaph. 3.1.995a28-29, Arist. Eth. Nic. 1146b7-8), o bien en un avance de la investigación, e.g. encontrar una hipótesis probable, admitir la verdad de dos tesis contrapuestas o reconocer que la ἀπορία no tiene una solución definitiva y que se debe continuar investigando (Aubenque, 1980, pp. 14-17). Sobre el método diaporemático, cfr. Laks (2009).

36Antífanes, fr. 194 KA (= Ath. 10. 450f): “Safo: Existe una criatura femenina que protege a sus crías en su propio vientre. / Aunque mudas, a través del oleaje del mar y de la tierra firme toda, / ellas lanzan un grito resonante / a cualquier mortal que deseen. / Es posible que las escuchen quienes no están presentes, aunque sean sordos”. Para un análisis de este acertijo, cfr. Ceccarelli (2013, pp. 244-257).

37Ἐπιπαιστικόν es un ἅπαξ λεγόμενον. En su edición, Taifacos sigue la corrección de Musurus y opta por παιστικόν, un adjetivo que no modifica el sentido general de la frase.

38Clearco es el autor de un tratado titulado Περὶ παιδείας (Sobre la educación). De este tratado se conservan solo cuatro fragmentos cuyo contenido no aclara el problema que aquí se desarrolla. Cfr. fr. 13W (55T = Diog. Laert., 1.9), 14W (56T = Hsch. s. v. Μανέρως), 15W (54T = Ath. 15.697f) y 16W (Ath. 13.611b-c).

39Para las apariciones de los términos φιλοσοφία y φιλόσοφος, cfr. fr. 6W (4aT = Joseph., Ap., 1.177-181; Euseb., Praep., evang. 9.5.2-7), 8W (6T = Procl., In R., 2.113-115.7), 26W (44T = Ath. 13.605e-f), 60W (34T = Ath. 12.548b), 63W y 71W (91T = Diog. Laert., 1.81). Sobre el concepto de φιλοσοφία de Clearco, Moore (2020, pp. 291-297) formula algunas observaciones a partir del descubrimiento de una estela donde figuraba la inscripción φιλόσοφους γίνου y el nombre de Clearco.

40En relación con esto último, Aristóteles agrega que la dialéctica es útil para establecer los primeros principios de cualquier ciencia, como se ve en la discusión del principio de no contradicción en Metaph., 4.4. Sobre la utilidad de la dialéctica y la relación entre la dialéctica y la filosofía, cfr. Irwin (1988) y las críticas a la posición de Irwin de Hamlyn (1990) y Smith (1993).

Recibido: 11 de Febrero de 2021; Aprobado: 12 de Abril de 2021

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