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Tópicos (México)

versión impresa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.63 México may./ago. 2022  Epub 15-Ago-2022

https://doi.org/10.21555/top.v63i0.1958 

Filosofía en el espacio público

Comentario al artículo “Los dilemas políticos de las transformaciones de México: una aproximación filosófica”, de Virginia Aspe

Commentary on Virginia Aspe’s “The Political Dilemmas of the Transformations of Mexico: A Philosophical Approach”

Luis Aarón Jesús Patiño Palafox1 
http://orcid.org/0000-0001-9398-1423

1Universidad Autónoma del Estado de México, México. lapp1979@gmail.com


Resumen.

El siguiente texto responde al artículo “Los dilemas políticos de las transformaciones de México: una aproximación filosófica”, de Virginia Aspe Armella, con el objetivo de discutir, desde la historia de la filosofía mexicana, algunas de las ideas desarrolladas por la autora, señalando tanto los aciertos de su planteamiento como algunos aspectos que ameritan mayor debate.

Palabras clave: filosofía mexicana; transformaciones; Virginia Aspe

Abstract.

The following article is a response to Virginia Aspe’s “The Political Dilemmas of the Transformations of Mexico: A Philosophical Approach”. My aim is to discuss some ideas developed by Aspe Armella, pointing out, from the perspective of the history of Mexican philosophy, both the successes of her approach, as well as some aspects that deserve more debate.

Keywords: Mexican philosophy; transformations; Virginia Aspe

Introducción

La presencia e importancia de Virginia Aspe Armella en el nivel más alto de la discusión filosófica de México es incuestionable. Ha destacado, en primer lugar, en el campo de la filosofía clásica, principalmente la aristotélica; ha escrito trabajos como El concepto de técnica, arte y producción en la filosofía de Aristóteles (1994). Por otro lado, son también conocidas sus aportaciones al estudio de la historia de la filosofía mexicana. En su trabajo de investigación sobre el pensamiento novohispano destacan no solo libros como Las aporías fundamentales del periodo novohispano (2002) y Aristóteles y Nueva España (2018), sino también su labor como directora del sello Novohispania, que desde 2007 hasta ahora ha publicado diecisiete volúmenes, incluyendo textos monográficos, antologías y traducciones, lo cual la ha convertido en una de las colecciones más sólidas para los estudios novohispanos.

La producción intelectual de la autora abarca, además, numerosos capítulos de libro y artículos especializados. De estos últimos, el que analizaré es “Los dilemas políticos de las transformaciones de México: una aproximación filosófica”, publicado en el número 58 de Tópicos. Revista de Filosofía. Dicho artículo, me parece, abre una veta potencialmente nueva en su trabajo al abordar un tema de completa actualidad y que apenas está empezando a ser objeto de problematización filosófica, como lo es la llamada “Cuarta Transformación”. En este comentario plantearé algunos cuestionamientos con el objetivo de abrir una discusión sobre algunos de los tema esbozados en este excelente texto de Aspe Armella.

Objetivos y ejes de interpretación

El artículo de Aspe Armella tiene tres objetivos, que son los siguientes:

  1. Analizar los argumentos filosóficos que sustentan las cuatro transformaciones de México.

  2. Rastrear los orígenes de la izquierda mexicana en el siglo XIX, especialmente en autores como el Nigromante o en las cartillas de Charles Fourier y Alfonso Reyes.

  3. Mostrar un posible vínculo entre el anarquismo y el ideario político de Andrés Manuel López Obrador.

“Las Transformaciones de México”

Aspe Armella inicia su análisis presentando una definición del concepto de “transformación”; éste, siguiendo a la RAE, se va a entender como “hacer cambiar de forma a algo o a alguien” o “transmutar algo en otra cosa”. Para el caso de una nación (México, en este caso), una transformación representaría el paso hacia una nueva forma de esta, es decir, un nuevo México. La autora da por sentada la evolución de las transformaciones de nuestro país: México habría pasado realmente por tres momentos o transformaciones, que fueron, sucesivamente, la Independencia, la Reforma y la Revolución. A partir de esto, la primera parte de su artículo será un análisis de las ideas filosóficas de cada uno de estos momentos clave en la historia de nuestro país. Considero que en este tipo de enfoque puede rastrearse la influencia de los trabajos de Carmen Rovira y de la lectura que ha hecho de la historia de la filosofía mexicana como una historia de las ideas filosóficas, que, es bien sabido, tiene su origen en la formación que tuvo Rovira en la escuela de José Gaos y que llegó a su mejor concreción con la publicación de Una aproximación a la historia de las ideas filosóficas en México. Siglo XIX y principios del XX, texto de referencia obligada en la selecta lista de estudios sistemáticos sobre la historia de la filosofía en México. No extraña esto, pues es sabido que ambas filósofas han colaborado tanto en textos como en seminarios y congresos de manera constante desde años atrás, por lo que es justificable ver en el trabajo de Aspe Armella al menos un atisbo de esta forma de plantear la historia de la filosofía mexicana.

Esto explicaría, por un lado, la mención de ciertos personajes y autores de la época, y, por el otro, que es muy importante, la continuidad que se ve en cada uno de estos momentos desde la discusión por los derechos sociales. Sin embargo, no es esta la única base metodológica que toma Aspe Armella, quien ya desde Las aporías fundamentales del periodo novohispano había retomado un enfoque de análisis cargado hacia la hermenéutica -en la línea de Mauricio Beuchot- y aplicado desde la noción de “aporía”; esta última parece reaparecer en la publicación analizada en el presente escrito. De la misma forma, Aspe Armella ya antes había retomado la propuesta metodológica de Carlos Pereda Failache, quien ha planteado la necesidad de entender el estudio de la historia de la filosofía como historia explicativa o historia argumentada; la primera se plantea como una historia construida desde el autor, de manera reconstructiva, mientras que la segunda se plantea desde el lector y como actualización de los problemas y argumentos filosóficos de un texto. Esto lo podemos ver en textos como Razón e incertidumbre y La filosofía en México en el siglo XX. Apuntes de un participante. El primero de ellos ha sido referido por Aspe Armella como apoyo para sus trabajos, y esto de manera especialmente clara en el ya referido libro sobre el aristotelismo novohispano, en donde se detalla ampliamente la propuesta metodológica de la investigación. Aspe Armella desarrolla estos aspectos metodológicos en el “Capítulo 1. Antecedentes histórico-filosóficos: una propuesta metódica para abordar la filosofía novohispana” del libro Aristóteles y Nueva España (2018).

Retomo todo lo anterior porque considero que nos ayudará a comprender mejor el análisis desarrollado en el artículo que analizamos. El primer bloque del artículo de Aspe Armella se centra en un análisis de las ideas o argumentos filosóficos de la Independencia, la Reforma y la Revolución, eventos que en la retórica del gobierno actual se han definido como la Primera, Segunda y Tercera Transformaciones. Tomaremos esta clasificación provisionalmente, pues, es la que el artículo asimila para llegar al análisis de las bases filosóficas de la llamada Cuarta Transformación.

El análisis de Aspe Armella muestra claro dominio del tema. A mi juicio, la sección sobre la Independencia y la relativa a la Cuarta Transformación son las dos mejor expuestas, seguidas de la dedicada a la Reforma, en que se desarrollan una serie de distinciones entre diversas concepciones del liberalismo -como tradición política, como régimen político y como facción política- que se desplegó en México a lo largo del siglo XIX y parte del XX. Sobre la primera de ellas dirá que es la más radical al haber terminado con tres siglos de sometimiento, que superaron en tiempo al México independiente y que, aun así, fue hasta 1836 que España reconoció la independencia de nuestro país.

Desde entonces, la relación entre estos tres momentos de la historia nacional no ha sido lineal o ascendente, es decir, no han constituido una progresión -aunque todos los argumentos filosóficos de fondo en todas ellas pondrían énfasis en los conceptos de “libertad” y “justicia”, si bien se entendieron de distinta manera en cada caso-, como se había interpretado en lecturas de la historia de México, como la realizada por Gabino Barreda en la célebre Oración cívica e incluso desde la interpretación hecha por la historia oficial en el siglo XX, que debía culminar, por supuesto, con la Revolución, horizonte de interpretación y clímax de la historia mexicana para la mentalidad del siglo XX. Sin duda, esta lectura, que implicaba una apropiación de la historia desde el presente en turno, daría lugar a interpretaciones que se habrían de someter a revisión posteriormente. Gracias a esto y contra una lectura con tintes ilustrados de la Independencia de México, la interpretación de Aspe Armella, deudora de una sólida formación en el pensamiento novohispano, asienta con certeza que la Independencia, si bien defendía las libertades, era tradicionalista y católica, tenía su origen en la influencia del pensamiento de Francisco Suárez, de la Escolástica y de la educación y labor cultural de la Compañía de Jesús, que se manifestó en el protagonismo de la figura de la Virgen de Guadalupe. En síntesis, esto que se denominará “Primera Transformación” sería una defensa de libertad, aunque con rasgos tradicionalistas a pesar de la pretensión de asimilar ideas ilustradas y liberales por parte de sus protagonistas.

Detengámonos en este punto. Aspe Armella, con gran acierto, insiste en la influencia que el pactismo tenía en el ideario de los criollos de principios del siglo XIX, que vieron en esta corriente la opción para alcanzar mejores posiciones de poder dentro de la estructura administrativa de la monarquía, deseando esto incluso más que la independencia. Todo esto se demuestra con documentos y centrándose en figuras determinantes, como la de Melchor de Talamantes, uno de los autores más estudiados entre los que filósofas como Xóchitl López llamaron “criollos ilustrados” (cfr. Rovira Gaspar, 2010, p. 25), siendo dicho movimiento el antecedente más claro a la posterior independencia, no solo de México, sino de los otros virreinatos españoles en América, que iniciaron sus emancipaciones a partir de la invasión napoleónica a España de 1808. A este contexto debe sumarse la influencia de las Cortes de Cádiz, dando como resultado una combinación del pactismo hispánico con el liberalismo gaditano. Sin embargo, lo más relevante para nuestro análisis es la idea de que los criollos trataron de asimilar las ideas ilustradas -las cuales, efectivamente, alcanzarían su verdadera influencia en México a partir de la consolidación del liberalismo-.

Considero que es a partir de un autor clave como el propio Talamantes, pero, más aún, de fray Servando Teresa de Mier, que se puede ver la verdadera relación entre el conjunto de ideas independentistas y la influencia del discurso ilustrado. Principalmente, creo que en el artículo no se explota lo suficiente la figura y escritos del célebre padre Mier, que es quizás el mayor pensador e ideólogo de la Independencia, en el que se ven plenamente las contradicciones y aporías -concepto utilizado en otros textos por Aspe Armella- que marcan al movimiento independentista.

El planteamiento presentado, que retoma muy bien las bases pactistas de la ideología independentista, considera que hay un intento de asimilación de las ideas ilustradas, a pesar de que Talamantes y Mier las rechazan abiertamente, especialmente a las de Rousseau, cuya obra es presentada más como un anti-contrato social que como un modelo a seguir; basta ver con detalle la larga y pormenorizada argumentación desarrollada por Mier en el libro XIV de la Historia de la Revolución de Nueva España, en la que es defensor de la monarquía constitucional como modelo político a seguir, exponiendo además los rasgos indigenistas de su obra que dieron pie a una peculiar interpretación de la Conquista de México, que rescataría a Bartolomé de las Casas como padre de la americanidad al mismo tiempo que retomaría la tradición constitucionalista hispánica y el pactismo que estaba en la base de la relación entre la Nueva España y los americanos con la monarquía. El libro de Mier, mezcla de ficción y conocimiento de la tradición constitucionalista hispánica, cuyas bases llegaron naturalmente a la conformación de Nueva España, sintetiza las ideas políticas o argumentos filosóficos más importantes hasta ese momento, al igual que la futura obra de Mier, en la que pasarían a discusión el republicanismo y la conformación del primer Congreso Constituyente del México independiente. Una revisión de papel de Mier daría mucho mayor solidez al análisis de Aspe Armella.

Como se ha señalado, el análisis sobre la Reforma tiene como base la distinción entre los diferentes tipos de liberalismo que se dieron en México en el siglo XIX; además, se recupera a Ignacio Ramírez, el Nigromante, como uno de los personajes emblemáticos del siglo XIX tanto por su pertenencia al más puro liberalismo mexicano como por las críticas que, desde el marco de la justicia distributiva, haría de su época, lo que a ojos de Aspe Armella lo convierte en uno de los más claros antecedentes de la izquierda -como una especie de continuo histórico- y de la problemática que llevaría a la Revolución. Aspe Armella se refiere al Nigromante como:

[…] el filósofo que tuvo el mérito de señalar la diversidad de mores y costumbres de las clases bajas y la inequidad del plan radical de la Constitución liberal. Se trata de un liberal de izquierda en el siglo XIX que, siendo colega de Benito Juárez, buscó infructuosamente incidir en la necesidad de transformar la educación mexicana a la luz de sus tradiciones (Aspe Armella, 2020, p. 390).

Más adelante completa su juicio sobre el Nigromante:

Los antecedentes de la tercera transformación del país surgieron con el discurso liberal de izquierda de Ignacio Ramírez. Fue el Nigromante el que anticipó la necesidad de atender las demandas sociales de los indígenas y la necesidad de ordenar la legislación hacia los más necesitados apartándose de criterios homogéneos (Aspe Armella, 2020, p. 391).

Dicho lo anterior, puede pasarse a revisar brevemente el análisis de la autora en torno a la Revolución. En esta sección del artículo sobresale la figura de Plotino Rhodakanaty, el filósofo socialista y anarquista griego que llegó a México a mediados del siglo XIX. Aspe Armella localiza la existencia de varias corrientes filosóficas y políticas conviviendo en México, siendo las más evidentes el liberalismo y el positivismo, aunque habría otras más relevantes para el planteamiento del artículo que discutimos, como lo son el socialismo, el krausismo o el anarco-socialismo, que lleva inevitablemente a referirse a los hermanos Flores Magón.

Hasta aquí, considero, Aspe Armella lleva un orden argumentativo muy afín al que vemos en una obra como Una aproximación a la historia de las ideas filosóficas en México, de Carmen Rovira, principalmente en la forma en que conectan los discursos de manera que haya continuidad entre los autores y temas, incluso de cara a problemáticas que, en este caso, encuentran en la libertad y la justicia su eje común las denominadas Transformaciones, lo cual las conectaría en lo ideológico y lo práctico. Este énfasis en lo social y su relación con el despliegue del pensamiento filosófico han marcado en general las obras de autores clave para la historia de la filosofía en México, como Samuel Ramos o Carmen Rovira. Siguiendo esta línea, en Aspe Armella se enfatiza la continuidad de argumentos filosóficos a lo largo de las ahora llamadas Transformaciones.

Aspe Armella pasa entonces a lo que considero un giro hacia la lectura argumentada, o bien, una lectura oblicua desarrollada en el artículo. En el análisis sobre la Revolución y de cara a la figura de Rhodakanaty, su Cartilla Socialista o sea Catecismo Elemental de la Escuela Socialista de Carlos Fourier se rescataba como un texto clave para entender la discusión suscitada por la propuesta gubernamental de López Obrador de convertir a la Cartilla moral de Alfonso Reyes en texto público y de formación nacional. Para esta sección, Aspe Armella hará un ejercicio hermenéutico sobre las ideas filosóficas que podrían estar detrás de la llamada “Cuarta Transformación”. El trabajo de la autora es interesante en la medida en que pone en discusión fuentes tan diversas como las dos cartillas, obras de Gómez Morín, de Lombardo Toledano o del propio López Obrador en un intento por descifrar las bases intelectuales de la llamada “Cuarta Transformación”.

Para Aspe Armella, la publicación de la Cartilla moral de Alfonso Reyes es sintomática de una nueva relación entre el Estado y el ámbito de las creencias religiosas, indicando que el propio López Obrador y su familia pueden reconocer sus creencias particulares sin mezclarlas con las cuestiones de Estado -incluso se le describe como un hombre conservador en las prácticas familiares-. A este punto seguirá la parte más importante del artículo.

La autora señala que, si bien hay relación entre el ideario de López Obrador con la Cartilla moral y la defensa de cuestiones morales y humanísticas, hay que afirmar que un acierto de la Cuarta Transformación ha sido la inclusión de la filosofía en la Constitución, que ya ha dado lugar a foros de debate y a la discusión filosófica sobre la relación entre la filosofía y la Transformación en cuestión. Después se plantea la relación entre el ideario obradorista y la cartilla de Fourier, traída por Rhodakanaty, relación que se da entre aspectos políticos muy precisos. Aspe Armella señala:

Es este punto en el que quiero recordar aquí la otra Cartilla moral, que mencioné en mi texto, la del socialista Fourier traída a México por Plotino Rhodakanaty, que promovía el principio asociativo de la autonomía comunitaria frente a la hegemonía del Estado. El texto quita el énfasis en las leyes, se aparta del institucionalismo imperante, tiene una propuesta anarquista para reforzar comunidades y tradiciones, reeduca desde las bases, alfabetiza tanto como promueve la emancipación social. Pienso que aquí está el nudo eje de la argumentación actual de nuestro presidente. Un ideario que busca superar la dialéctica dominante-dominado y subir hacia un horizonte más alto de humanización desde la perspectiva social de Fourier (Aspe Armella, 2020, p. 396).

La autora ve la relación entre la cartilla socialista y López Obrador en su libro Un proyecto alternativo de nación, en el capítulo “El rescate del campo”, y especialmente en el hecho de que, a juicio de Aspe Armella, se manifiesta ahí la insistencia de López Obrador en una economía de autoconsumo, de recuperación del campo y que dé prioridad al mundo rural.

Seguido de esto y tras un análisis breve de los rasgos generales de la filosofía mexicana en el siglo XX, comenzando con el Ateneo de la Juventud y enfatizando el papel de intelectuales como Gómez Morín y Lombardo Toledano, presenta algunas de las discusiones al interior del marxismo, el movimiento estudiantil, el levantamiento zapatista y el ocaso de la administración de Peña Nieto. El surgimiento de la Cuarta Transformación va de la mano de este contexto. Aspe Armella afirma:

Pero la cuestión de fondo de mi análisis radica en probar una tesis soslayada, a saber el anarquismo como término ad quem de la cuarta transformación. Para lograrlo, me propongo probar, en primer lugar, que hay efectivamente una argumentación filosófica detrás del ideario obradorista; en segundo lugar, probaré el tipo de anarquismo al que me refiero, pues hemos visto que la Cartilla Socialista de Fourier tiene algunos puntos distintos a los que propone López Obrador […] (Aspe Armella, 2020, p. 401).

Es aquí que el artículo va a desarrollar el análisis más importante. A partir de la revisión de dos libros de López Obrador, Neoporfirismo. Hoy como ayer y Catarino Erasmo Garza Rodríguez. ¿Revolucionario o bandido?, Aspe Armella centra el ideario de López Obrador en la crítica al neoliberalismo -asociado, sin duda y de manera analógica, al Porfiriato-, en la propuesta de una mayor intervención por parte del Estado y de una economía mixta; junto a esto, se plantearía el desarrollo de una educación acorde a la realidad social y las necesidades productivas de cada región.

Podemos decir que tras el primer año del gobierno obradorista se mantuvo este ideario. En este sentido, la lectura de Aspe Armella es apropiada y haría falta documentar las políticas públicas del primer año que hayan seguido esta línea ideológica. Ahora bien, en lo discursivo, podemos hablar más bien de una continuidad respecto de la retórica de la Revolución mexicana, centrada en la superación del Porfiriato -leído ahora como el símil decimonónico del neoliberalismo- en aras de un Estado protector o de bienestar que dirija la economía y justicia distributiva del país. No debe extrañar que buena parte de las políticas de Estado se hayan centrado en la distribución de recursos, ya sea mediante becas en programas de formación profesional y en general en los sistemas educativos del gobierno, o bien, por medio del aumento económico de los sistemas de pensiones o en programas que ofrecen atacar de raíz la problemática social que ha alimentado al crimen organizado bajo la premisa de que la pobreza es el origen de la exclusión que ha alimentado a la delincuencia, por poner un ejemplo.

Llama la atención que de nuevo aparece la crítica al Porfiriato en la ya mencionada obra Catarino Erasmo Garza Rodríguez. ¿Revolucionario o bandido?, que, nos indica la autora, fue dedicada “a los ‘héroes anónimos’ que enfrentaron la dictadura de Porfirio Díaz“ (Aspe Armella, 2020, p. 402). El tono del libro de López Obrador es incluso predecible, pues se compara a Catarino con el Che Guevara y se ensalza su participación en las logias masónicas, en concreto, en la escocesa, desde las cuales defendería la implantación latinoamericana de regímenes laicos, democráticos y republicanos -afines al ideario de José Martí-, así como la restauración de la Constitución de 1857, traicionada por Díaz. De la misma manera, López Obrador buscaría reinstaurar el sentido social de la Constitución de 1917; esto explicaría su tendencia a revivir el discurso del México revolucionario a pesar de que este de facto ha entrado en un estado de desgaste que lo ha convertido en una reliquia histórica. No extraña esto, pues la apropiación de la Revolución por parte del priismo ha hecho que, con la caída de dicho partido, el discurso revolucionario haya encontrado poco espacio en el imaginario actual. A esto volveremos más adelante. Antes tomaremos una última cita de la autora, que postula el ideario presidencial:

Respecto a su conexión con el anarquismo y de una filosofía detrás de su ideario, un antecedente que conviene matizar de cara al socialismo latinoamericano es que la expulsión de Bakunin por Marx y la tercera Internacional Socialista se debió a las diferencias entre ambos respecto del proceso revolucionario al implementar el comunismo en el mundo: para Marx, éste tenía que hacerse a partir de las ciudades y con el proletariado; para Bakunin, éste tendría que hacerse a partir del individuo y las comunas. Bakunin promovía un liberalismo social basado en el campo; se trataba de un anarquismo que se combinaba con Dios y el Estado, algo absolutamente distinto al materialismo dialéctico que posteriormente se propondría en México a partir de las asociaciones obreras y en la academia. Si atendemos a los escritos de los hermanos Flores Magón en los periódicos El hijo del ahuizote y Regeneración, notamos que ellos conocían a Marx y Engels pero que también leían a Kropotkin, Tolstoi, Fourier, Bakunin e incluso a autores preindependentistas como Francisco Severo Maldonado; a todos éstos mencionan. El ideario obradorista comparte cierta mentalidad con estos últimos pensadores, como cuando argumenta la vuelta al campo, o cuando da su concepción de la industrialización del país (Aspe Armella, 2020, pp. 403-404).

Lo anterior sería claro si mantenemos como eje de análisis el concepto de “argumentos filosóficos”. Sin embargo, considero que el artículo de Aspe Armella no da mucho lugar a un tema central en la biografía política de López Obrador: que perteneció al PRI entre 1976 y 1988, y posteriormente al PRD y finalmente a Morena, partido con el que finalmente ganaría la presidencia en su tercer intento. Recalco que este aspecto es central en la discusión, pues, si bien la lectura argumentada centrada en los argumentos filosóficos nos permite encontrar un posible hilo conductor del ideario obradorista, la historia no es algo prescindible en el ámbito político.

Esto nos lleva a una aseveración, que es la siguiente: en sus años fundamentales de formación política, López Obrador estaba en el priismo más que en el anarquismo. Incluso en su separación del PRI para pasar al PRD -formado a partir de la ruptura dentro del PRI-, se trata de un hombre institucional y partidista más que de un anarquista. La idea de un gobierno fundado en el anarquismo, incluidas sus variantes, parecería una contradicción de la ruptura que buscaría esta corriente respecto del Estado y prácticamente toda institución.

Sin embargo, parece que los años de pertenencia al PRD y ahora en Morena han hecho que ese pasado priista desaparezca aun si una de las estrategias electorales más exitosas de la campaña electoral obradorista fue la integración de miembros de otros partidos, incluso si eran personajes prominentes de la llamada “mafia del poder” a la que tanto ha acusado el nuevo régimen de causante de los males del país. Esto iría en contra de los propios postulados que subyacen a la legitimación de Morena como entidad política en una especie de contubernio con el enemigo, que, en cuanto opuesto, constituiría a dicho partido como entidad moral. No en vano la necesidad de esta entidad abstracta y adversa es uno de los elementos clave que definirían al populismo morenista, como ha señalado Guillermo Hurtado (2019, p. 27).

Esto nos conduce a un tema clave del discurso obradorista, que versa sobre la casi obsesión del presidente con el liberalismo y la Revolución, pues su formación intelectual es la de un viejo representante del priismo, no solo político sino ideológico, basado en la interpretación convencional de la Revolución como discurso de Estado, con un poder centralizado y corporativista que gira en torno a la figura del presidente, y de López Obrador en concreto. Esto explica claramente quiénes son sus enemigos, anunciados cada ocasión que es posible: los llamados “conservadores”, con nuevos rostros pero manteniendo la dicotomía entre liberales y conservadores. Inevitablemente, el pensamiento de López Obrador está atado, por su propia naturaleza, al siglo XIX y a los principios del siglo XX, cuando ya Edmundo O’Gorman había anunciado los peligros de esta vuelta a un imaginario del pasado, de ese “inútil desentierro de esa vieja pugna” (O’Gorman, 2002, p. 91). El célebre historiador nos advertía también, con acierto, de esa pugna “sin posible solución o si se quiere, de una lucha que no tiene más finalidad que ella misma” (O’Gorman, 2002, p. 94).

La narrativa de Morena, ¿una filosofía de la historia política mexicana?

Nos lleva esto al cierre de la discusión con Aspe Armella. Sin duda, el discurso en torno a las transformaciones de México representa un giro en la narrativa histórica y política sobre nuestro país. Sin embargo, se trata de un discurso de gobierno que, de ser cierto, está ahora mismo en práctica, y lejos estamos de conocer plenamente sus resultados. Más aún, la asimilación discursiva de esta retórica gubernamental implicaría una aceptación tácita de esta nueva narrativa, que, lejos de ser inocente, nos lleva a repetir una interpretación histórica según las pautas de la narrativa oficial, en otras palabras, a una legitimación que llevaría necesaria y teleológicamente a la llamada “Cuarta Transformación” y a la llegada de Morena al poder como un proceso natural en el devenir de nuestro país, en el que la Independencia, la Reforma y la Revolución serían meros antecedentes conectados indisolublemente, narrativa y fácticamente, más que eventos con sus propias causas y naturalezas. Esta narrativa parece seguir teniendo lugar en la lectura de Aspe Armella, que se adhiere a esto desde el ámbito de la historia de las ideas filosóficas en México.

Por otro lado, no sería la primera vez que esto se interpretara así. Ya se ha hecho desde la asimilación histórica postulada por Barreda, continuada por autores como Riva Palacio, Justo Sierra o Leopoldo Zea, aunque en el caso de estos autores obedecía a las bases ideológicas de su interpretación. Sin duda, ese matiz, muy cercano a la filosofía de la historia, es propio de algunos de los mejores filósofos del país.

Ahora bien, ¿son así las cosas? ¿El proceso histórico-político de México lleva directamente al ascenso de López Obrador o es un recurso discursivo de legitimación política que se ha logrado insertar en el imaginario colectivo, incluido el filosófico?

Conclusiones

Considero que el artículo de Aspe Armella desarrolla muy bien la labor de análisis de las posibles bases ideológicas y filosóficas de la llamada “Cuarta Transformación”, pero tiene también la posibilidad de descifrar, a partir de su sólida base metodológica, las intenciones que subyacen a este nuevo discurso histórico. En esta línea podríamos ubicar los análisis de Guillermo Hurtado, que ha escrito ya diversos textos sobre el lopezobradorismo y la Cuarta Transformación, pero de manera más escéptica e incluso un tanto distante respecto de la figura del presidente de México, enfatizando la importancia de la construcción de una sociedad democrática más allá del recurso exclusivo al actual partido en el poder. Me parece que la lectura comparada entre los análisis de Aspe Armella y Hurtado sería beneficiosa y, en general, sería recomendable revisar el trabajo de la autora analizada en relación con el libro La filosofía y la Cuarta Transformación de México, publicado apenas en 2019, que integra la lectura de diversos autores.

El artículo presentado por Aspe Armella representa uno de los primeros análisis filosóficos sobre el momento actual de nuestro país. Esto es de suma relevancia y pone en la mesa la discusión sobre el papel de la filosofía en la lectura de dicho momento, objetivo para el cual este trabajo puede ser un antecedente clave que lleve al gremio filosófico a realizar esta labor ineludible.

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Recibido: 11 de Marzo de 2020; Aprobado: 21 de Junio de 2020

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