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Tópicos (México)

versión impresa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.61 México jul./dic. 2021  Epub 28-Feb-2022

https://doi.org/10.21555/top.v0i61.2001 

Reseñas críticas

Lapoujade, D. (2018). Las existencias menores. P. Ires (trad.). Editorial Cactus. 96 pp.

Sergio González Araneda1 

1Asociación Chilena de Fenomenología sgonzalezaraneda@gmail.com

Lapoujade, D.. 2018. Las existencias menores. Ires, P.. Editorial Cactus, 96p.


David Lapoujade (París, 1964), filósofo que ha dedicado su trabajo a la obra de Henri Bergson, William y Henry James, y, especialmente, al estudio de la filosofía de Gilles Deleuze (quien fuera su maestro), nos presenta en Las existencias menores1 el pensamiento filosófico de Étienne Souriau (1892-1979), en particular la tematización de su obra más importante y fundamental: Les différents modes d’existence, publicada en 1943 y recientemente traducida al español por Editorial Cactus (2017) con una notable presentación de Isabelle Stengers y Bruno Latour.

En Les différents modes d’existence, Souriau se propone categorizar las distintas modalidades de existencia dentro de la realidad. En virtud de esta empresa surge una distinción esencial entre existencia y realidad. Distinción que no sólo sirve a Souriau para introducir aquello que denominará “existencias virtuales”, sino que también sirve a Lapoujade para redefinir estas existencias bajo el nombre de “existencias menores” y, con ello, mostrar el modo en el que lo invisible se conjuga, dialoga y de-forma lo visible.

Ahora bien, la estructura de Las existencias menores, a lo largo de los seis capítulos que la constituyen, toma por hilo conductor el desarrollo interno del pensamiento de Souriau. En este sentido, el lector advertirá de inmediato tres etapas en las que el objetivo de trabajo, sus métodos y conclusiones se despliegan continuamente, sucediéndose unas con otras, pero sin caer en contradicciones. Así, Lapoujade inicia con lo que ha denominado pluralismo existencial, continúa con una filosofía perspectivista y finaliza con un formalismo de las cosas (cfr. 2018, p. 70).

A lo largo de los dos primeros capítulos (“I. ¿Una mónada de sobra?” y “II. Modos de existencia”), Lapoujade expone críticamente el concepto de pluralismo existencial de Souriau expresado en forma de atomismo ontológico, a saber: “lo que es, es; y ocupa enteramente su existencia pura” (Souriau, 2017, p. 127). De este modo podemos comprender el pluralismo existencial como lo ha planteado Souriau, es decir, en clave ontológica y estética. Notamos entonces que la realidad se expresa según modos de existencia; dicho de otro modo, aquello que es, lo hace según su modalidad de existir. Lapoujade lo expresa de manera precisa en un fragmento que acompañará al lector a lo largo de toda la lectura:

El modo de existencia de Hamlet no es el mismo que el de una raíz cuadrada, el modo de existencia del electrón no es el mismo que el de una mesa, etc. Todos existen, pero cada uno a su manera. Recíprocamente, un ser no está consagrado a un único modo de existencia, puede existir según varios modos, y no solamente como entidad física o psíquica; puede existir como entidad espiritual, como valor, como representación, etc. (2018, p. 13).

A partir de esta hipótesis se establece un principio ontológico fundamental, ya que se constata el hecho de que un ser puede existir sobre varios planos distintos de comprensión, al tiempo que permanece numéricamente uno. Con esto se introduce una noción que resultó fundamental en la tradición francesa contemporánea: la noción de planos de existencia. Desde este concepto comprendemos que no hay un único mundo consagrado ontológicamente, sino más bien una constante interconexión de intermundos. De allí que debamos entender que “el modo no es una existencia, es la manera de hacer existir un ser sobre tal o cual plano. Es un gesto” (Lapoujade, 2018, p. 14).

En este contexto, Lapoujade destaca que el interés de Souriau es hallar el principio que articula las formas, haciendo de la filosofía una exploración acerca de las maneras de ser y de cómo estas distintas modalidades conquistan por sí mismas su legalidad. En este punto, el autor de Las existencias menores sostiene: “uno no existe por sí mismo; sólo existe realmente haciendo existir otra cosas. Toda existencia tiene necesidad de intensificadores para acrecentar su realidad. Un ser no puede conquistar el derecho de existir sin el auxilio de otro, al que hace existir” (Lapoujade, 2018, p. 21).

La noción de intensificadores de algún modo viene a mediar entre los distintos modos de ser; dicho de otra forma, abre el camino para una nueva comprensión sobre el pluralismo existencial. A partir de ahora, “las existencias pueden modificarse, transformarse, intensificar su realidad, pasar de un modo a otro, conjugarlos. Entramos en el dominio de lo transmodal” (Lapoujade, 201, p. 38). Este nuevo escenario implica la transición desde un mundo estático, donde los modos de existencia son descritos por sí mismos (atomismo ontológico), hacia un modo dinámico, donde la ontología se ha re-escrito como relación y transformación.

A su vez, desde este nuevo escenario, que a partir del tercer capítulo llamaremos perspectivismo (en “III. Cómo ver” y “IV. Distentio animi”), se despliega una crítica hacia la fenomenología husserliana, puesto que “la fenomenología no consigue tampoco asir el ‘alma’ del fenómeno, a pesar de sus precauciones de método. Ella no capta las cosas desde el interior, sino desde fuera, según el punto de vista de la conciencia que observa” (Lapoujade, 2018, p. 39). Desde luego, la crítica de Souriau a la fenomenología es, a lo menos, vaga e inadecuada. Lapoujade lo comprueba al señalar: “percibir, para Souriau, no es observar desde afuera un mundo desplegado delante de uno mismo, sino por el contrario entrar en un punto de vista, como cuando uno simpatiza. La percepción es participación” (2018, p. 40). Esta lectura muestra que Souriau está más cerca de Husserl y Bergson de lo que él creyó.

Ahora bien, lo que viene a constatar la filosofía perspectivista de Souriau es el hecho de que toda realidad es inacabada y exige su plenitud de presencia en la justa medida en que se muestra al mundo según un modo determinado.

En efecto, las existencias virtuales, y ahora menores, corresponden a la presencia no-presente de los fenómenos. Dicho de otra manera, lo que Lapoujade expone, a partir de la teorización de Souriau, es la necesidad de tematizar “el otro lado de las cosas”, reveladas no como una presencia de menor grado que la cosa misma, sino como un ser en sí mismo que se relaciona, interactúa y transforma según su propio modo de existencia.

En este contexto comprendemos que “para Souriau, si la filosofía tiene una tarea, no es la de salvar a los fenómenos, sino a aquello que, en el fenómeno, es epifanía, ontofanía, teofanía, psicofanía, etc., todos esos seres evanescentes, siempre a punto de desaparecer” (Lapoujade, 2018, p. 58). Pero, ¿cómo es posible “salvar” aquellas presencias que siempre están a punto de desaparecer?

Esta interrogación dirige la tercera fase del pensamiento de Souriau, que en los últimos dos capítulos denominamos formalismo (en “V. De la instauración” y “VI. Los desposeídos”), puesto que el objetivo, método y problema central están conducidos al esfuerzo de conquistar realmente aquello que parece dispuesto a desaparecer. Dicho de otro modo, el formalismo, tal como lo entienden Souriau y Lapoujade, es el esfuerzo por otorgar dignidad a las existencias menores. Empero, esta dignidad no surge desde un acto de conciencia puro (desde un sujeto cognoscente), sino desde la relación y mutua determinación que exige y reclama el modo de ser de aquellas existencias menores: “todo está ahí: devenir real. Y devenir real es devenir legítimo, es ver su existencia corroborada, consolidada, sostenida en su ser mismo” (Lapoujade, 2018, p. 75).

Como notará el lector, desde el formalismo se rebasa el análisis estético que conduce tanto al pluralismo existencial como al perspectivismo. De ahora en más, puesto que las existencias menores exigen legitimar su modo de ser; la tendencia estética sobre el mundo se entremezcla con una incipiente filosofía del derecho y una filosofía política. Ambas interrogan el estatuto legítimo de existir, de ser y de devenir real en cuanto modos evanescentes, imperceptibles o a punto de desaparecer. Lapoujade, en palabras que recuerdan a Rancière, señala que “la cuestión es política tanto como estética” (2018, p. 84).

A lo largo de la lectura aparecen grandes figuras, como Platón, Descartes, Leibniz, Husserl, Bergson, William y Henry James, Deleuze, Kafka, Pessoa y Beckett. No obstante, la originalidad de la obra radica en aquello definido como una existencia menor, es decir, como algo que a simple vista no se percibe, pero que constantemente empuja y conduce nuestra experiencia. A partir de aquí podemos establecer una conexión directa con lo que Merleau-Ponty tematiza acerca de lo visible y lo invisible.

En la obra póstuma Le visible et l’invisible (1964), Merleau-Ponty propone una reformulación ontológica que intenta superar todo tipo de dualismo y reduccionismo en razón de una relación existencial y mundanal. En este sentido, la interacción con lo alterno no se constituye desde un punto cero que anima lo otro -como en Sartre, por ejemplo-. Esta vez, el punto cero define relacionalmente la comunidad cárnica que fundamenta y otorga sentido pre-reflexivamente al mundo. Por esto, no debemos “pensar la negatividad o lo negativo como ‘objeto de pensamiento’, sino hacer de ella una especie de ser más sutil o más agudo, […] reintegrarlo al ser” (Merleau-Ponty, 2010, p. 57).

Esto último es precisamente lo que devela esta minúscula e invisible existencia menor, la constatación de que la existencia no está solamente en los seres, sino fundamentalmente entre los seres. Por esto, la modalidad de existencia se vuelve un punto crucial de análisis, pues el modo, antes de ser existencia, es “la manera de hacer existir un ser sobre tal o cual plano” (Lapoujade, 2018, p. 14); el modo piensa la existencia a partir de los límites o medida de los seres.

De una manera general, los modos de existencia son ocupaciones espaciotemporales, pues cada modalidad crea y constituye el espacio- tiempo que ocupa. De hecho, el espacio-tiempo de los fenómenos no es el mismo que el de las cosas, y el de las cosas no es el mismo que el de los seres imaginarios. No obstante, cada cual se encuentra inscrito en una condición fundamental y potenciadora, aquello que Merleau-Ponty llamó “carne del mundo” (chair du monde).

Efectivamente, la “carne del mundo” es aquel trasfondo ontológico originario, pre-reflexivo y universal que designa y posibilita todo cuanto es, y que precede, envuelve y posibilita tanto al sujeto que percibe como al objeto percibido. En otros términos, mediante la noción de “carne del mundo”, Merleau-Ponty sostiene la relación sujeto-objeto inmersa en una dimensión neutra (des-antropologizada) y siempre posibilitadora de nuevas coordenadas de interacción.

Por tanto, sujeto y objeto son partícipes del mismo campo ontológico, pero constituidos según modos particulares de existencia. En este sentido, es evidente que “uno existe por las cosas que nos sostienen, así como las cosas que existen se sostienen por nosotros, en una edificación o una instauración mutua. Uno sólo existe haciendo existir” (Lapoujade, 2018, p. 21). La existencia menor, virtual o invisible, devela el hecho de que toda realidad es inacabada. De esto no sólo es expresión el arco quebrado de un puente o una melodía inconclusa que resuena en nuestra conciencia (ejemplos que el autor nos brinda), sino que toda la realidad, incluso la más acabada, se manifiesta como incompleta.

Si toda presencia visible se vuelve esbozo, perfiles, es preciso advertir que no existirían seres-por-sí o existencias independientes, sino sólo procesos relacionales que cambian, transforman y producen una metamorfosis que afecta a la visibilidad de los seres y los hace existir de otros modos (cfr. Lapoujade, 2018, p. 52): lo invisible emplaza, perfila y deforma lo visible.

En definitiva, lo que nos presenta Lapoujade está lejos de ser una re-interpretación o un estudio neutro de Souriau. Antes más bien es una invitación a repensar críticamente el estatuto ontológico de lo humano, emplazando desde una perspectiva ontológica, estética y política la dimensión epistemológica y antropocéntrica en la cual la filosofía parece haber quedado capturada. Con esto su objetivo no es sólo pensar, sino otorgar dignidad a lo alterno en cuanto propio modo de ser, pues desde este lugar se despliega todo cuanto es y puede ser. Allí radica la potencialidad estética de las existencias menores, virtuales o invisibles, que, por frágiles que sean, tienen la posibilidad de alterar el orden de lo real (cfr. Lapoujade, 2018, p. 59).

Las existencias menores representa una pieza clave para la actualidad del pensamiento. Por un lado, es un libro que invita a una reflexión profundamente filosófica acerca de nuestro modo de constituirnos y relacionarnos con el mundo; por otro, abre un nuevo horizonte interpretativo acerca de la dimensión ontológica, estética y política que determina nuestro ser-en-el-mundo. Todo esto, acompañado de una redacción precisa y una traducción fiel desplegadas sobre una serie de referencias tanto a la historia de la filosofía como al arte y a la literatura.

Referencias

Lapoujade, D. (2018). Las existencias menores. P. Ires (trad.). Editorial Cactus. [ Links ]

Merleau-Ponty, M. (2010). Lo visible y lo invisible. E. Consigli y B. Capdevielle (trads.). Ediciones Nueva Visión. [ Links ]

Souriau, É. (2017). Los diferentes modos de existencia. S. Puente (trad.). Editorial Cactus. [ Links ]

1Les existences moindres, publicada originalmente el 2017 en Les Éditions de Minuit.

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