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Tópicos (México)

versión impresa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.60 México ene./jun. 2021  Epub 23-Feb-2021

https://doi.org/10.21555/top.v0i60.1978 

Reseñas críticas

Espino Martín, J. y Cavalletti, G. (eds.) (2019). Recepción y modernidad en el siglo XIX. La antigüedad clásica en la configuración del pensamiento liberal, romántico, decadentista e idealista. UNAM. Instituto de Investigaciones Filológicas. Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos (61). 451 pp.

Genaro Valencia Constantino1 
http://orcid.org/0000-0002-1226-1182

1Universidad Panamericana, México gevalenc@gmail.com

Espino Martín, J.; Cavalletti, G.. 2019. Recepción y modernidad en el siglo XIX. La antigüedad clásica en la configuración del pensamiento liberal, romántico, decadentista e idealista. UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos, 61, 451p.


El libro cuya revisión ocupa estas páginas es fruto de la investigación que acometieron diez estudiosos, con formación en distintas disciplinas (filología, historia, derecho y filosofía), para integrar un volumen colectivo que tuviera, como criterio unificador, la recepción de autores clásicos grecolatinos en el pensamiento decimonónico desde la perspectiva de corrientes políticas, filosóficas y estéticas varias. Esta publicación es la segunda entrega de una serie de tres compilaciones de estudios sobre la recepción clásica: el primero sobre el siglo XVIII,1 el segundo sobre el XIX y el tercero sobre el XX (en preparación).

Así pues, el volumen aquí reseñado, y prologado por el académico de la lengua española Carlos García Gual, está dividido en cinco secciones que manejan como fundamento metodológico la estética de la recepción y como guía temática un horizonte específico de la modernidad decimonónica, y que se presentan en bloques disciplinarios distintivos: filología e historiografía, filología y pensamiento político, filología y filosofía, filología y pensamiento literario, filología y estética literaria. La introducción que Javier Espino incluye para este volumen, la base metodológica a la que todos los investigadores se acoplaron para su escrito, demuestra la madurez y solidez de un método hermenéutico bien desarrollado en los últimos años, fundado en la fusión de teorías estéticas y literarias actuales y planteado bajo una óptica renovada y original: buscar la lectura específica que un autor moderno, siendo partícipe y consciente de su propia realidad y momento, tuvo de uno antiguo, rompiendo con ello la idea habitual de que los grecolatinos, en cuanto clásicos y pilares de la tradición occidental, constituyen un canon prácticamente insuperable (la “querelle des anciens et modernes”), y prestando mayor atención, más bien, al porqué y cómo dichos escritores modernos abrevaron y se apropiaron del pensamiento antiguo.

Es en este marco que se propone una metodología, con base en importantes teóricos de la hermenéutica literaria, de la talla de Gadamer, Jauss, Iser, Hirsch, entre otros, para rastrear los mecanismos clave, presentes en el proceso de “reescrituración” -palíngrafo, como apropiadamente se acuñó en el capítulo sexto de este volumen-, con que el autor moderno escudriñó al antiguo. El proceso de estudio de la recepción se nutre a partir de la aplicación de ciertos conceptos fundamentales, como “horizonte de expectativas”, “fusión de horizontes”, “vacíos”, “concretización” y “correlatos oracionales”, que, con un análisis preciso y detallado, permiten hallar una superposición de lecturas en la interpretación que del antiguo hizo el moderno: éste es, pues, el complejo fenómeno filológico de la “recepción moderna de los antiguos”, y es esta introducción, en mi opinión, el manifiesto definitivo de los estudios de recepción de los clásicos en la modernidad.

Filología e historiografía

El primer capítulo, a cargo de Álvaro Moreno Leoni, titulado “Fustel de Coulanges, lector de Polibio: algunas observaciones sobre la historiografía del siglo XIX”, aborda, desde una perspectiva historiográfica, la manera en que Fustel de Coulanges, un erudito francés, vive una época de inflexión en que la historia se hace académica; de verla tan sólo como magistra vitæ, pasa a ser una ciencia. Así pues, Fustel de Coulanges, como expone el autor, aún es deudor, pese a su pretensión académica, de una tradición en que los sucesos del pasado son útiles para sustentar y explicar episodios traumáticos de la memoria de Francia, de manera que el escritor parisino se sirve de la imagen y actitud historicista pragmática de Polibio frente al poderío romano para relatar la historia en función de la propia narrativa que intenta moldear en torno al orden político, las luchas sociales y el estado nación francés que se está construyendo hacia finales del siglo XIX.

El segundo capítulo, redactado por Francisco García Jurado bajo la etiqueta “‘Como erudito es entusiasta de Niebuhr’. Alfredo Adolfo Camús, Shakespeare y la Ley de las Doce Tablas”, es un estudio filológico que rastrea paso a paso cómo le fue transmitida a Alfredo Adolfo Camús, catedrático de literatura latina de la Universidad de Madrid, la tradición histórica, jurídica y literaria de la Ley de las Doce Tablas mediante un erudito y complejo engranaje intertextual, por vía del filólogo B. G. Niebuhr, pero, igualmente, gracias a un juego de tintes comparatistas con Shakespeare (El mercader de Venecia, de una trama que permitía la analogía con el documento jurídico). La abundante documentación que constituye la base para reconstruir la particular visión de Camús son testimonios del propio Camús, testimonios de sus alumnos, apuntes de clases y manuales de literatura, las obras de Niebuhr y de otros para entonces disponibles y las tesis doctorales que presentaran alumnos de la Facultad de Derecho sobre la Ley de las Doce Tablas.

Filología y pensamiento político

El tercer capítulo, de la autoría de Fernando Galindo Cruz, bautizado “Cómo leer a los clásicos sin perder la razón: a propósito de las reflexiones de Benjamin Constant”, delibera sobre la dimensión práctica de índole política que puede aportar la lectura de los clásicos grecolatinos. Con una introducción que registra el nombre de economistas importantes que voltearon su mirada a los clásicos para enfrentar situaciones del mundo actual, el autor dirige su atención al contexto francés de los siglos XVIII y XIX, época en que las circunstancias sociales que detonaron la revolución francesa le permitieron a Benjamin Constant profundizar en el pensamiento político y ético de Platón y Aristóteles en busca de respuestas que le sirviesen como enmiendas intelectuales para superar los desafíos políticos, económicos y sociales de su tiempo, marcado fuertemente por un ideal liberalista en oposición a Napoleón III, de tal modo que fuera posible, siguiendo como paradigma la filosofía política de los antiguos clásicos, formular visiones genuinas de ciudadanía.

El cuarto capítulo, escrito por Carlos Alfonso Garduño Comparán, con el título “Hannah Arendt y el problema de la recepción de la tradición clásica del pensamiento político en el siglo XIX”, busca exponer bajo qué presupuestos la filósofa alemana abordó el problema del totalitarismo, revisando las nociones políticas postuladas en la antigüedad griega (especialmente a partir de Platón y Aristóteles), de las que, durante el siglo XIX, otros pensadores intentaron apropiarse “subvirtiéndolas”, como el fenómeno de una recepción que modificó el mensaje de los antiguos al servicio de una ideología preponderantemente imperialista y antisemita, y no, a mi entender, como una mera falla inconsciente, como se sentencia (p. 175), en el acto de apropiación de dicha tradición, de suerte que la particular asimilación que se hizo de tales nociones, para Arendt, permitió y propició en gran medida el surgimiento justificado de regímenes políticos totalitaristas.

Filología y filosofía

El quinto capítulo, debido a la pluma de Germán Sucar, rubricado “¿Wilamowitz contra Nietzsche? Polémica sobre el método filológico y la tragedia (ática)”, plantea de manera muy precisa el erudito enfrentamiento entre Wilamowitz y Nietzsche sobre la cuestión metodológica y filológica de tratar el origen de la tragedia, donde el primero propone un método filológico sin filosofía con el objetivo de asegurar un estudio más académico y objetivo, mientras que el segundo opta por seguir una interpretación más filosófica, de tintes más mistéricos y con base, por ejemplo, en la asociación de Dionisio con la embriaguez y la naturaleza como sustrato cultural y festivo de la tragedia ática. Queda claro en el texto, a partir del análisis y contraste de varios pasajes de ambos, en qué medida Wilamowitz paulatinamente, en sus obras posteriores, fue adhiriéndose en ciertos aspectos a las propuestas de Nietzsche, señalando las concesiones, las críticas y las coincidencias sobre el surgimiento de la tragedia como un espectáculo de purificación moral para el pueblo ateniense.

El sexto capítulo, compuesto en la prosa artística de Omar Álvarez Salas, con el título “Alfonso Reyes y la reescritura de la antigüedad: ‘Pitágoras’ y ‘Jenófanes’ en diálogo”, expone la recreación literaria del pensamiento de dos figuras de la filosofía griega, puestas en escena por el ateneísta en el capítulo “Los filósofos de las islas” de su libro Junta de sombras. Por medio de un complejo proceso intertextual y exegético en el que Reyes hace converger diversas fuentes biográficas, doxográficas y literarias de los “presocráticos”, gracias a “un acto de apropiación estética e ideológica para la cultura y letras mexicanas”, tiene lugar la reescritura del contenido doctrinal en otro formato discursivo -procedimiento para el que acuña el término palíngrafo. Como muestra el autor, Reyes consigue, mediante un recurso antiguo (el diálogo), componer un escrito, denominado “ensayística filológica”, de gran nivel filosófico, a la vez que crítico y filológico, enriquecido con documentación antigua, para mostrar los enfrentamientos doctrinales de dichos filósofos, en primer lugar, como actual opponents en su época y, luego, como antagonistas literarios en la erudita y filosófica dramatización del escritor regiomontano.

Filología y pensamiento literario

El séptimo capítulo, al estilo de Salvador Cuenca Almenar, intitulado “Falsas totalidades benjaminianas: de la forma platónica al fenómeno puro de Goethe”, problematiza el caso de una compleja recepción en secuencia triple que abarca tres concepciones de la filosofía, guiadas por una idea cardinal: en primer lugar, el autor realiza un repaso del estado de la cuestión sobre la teoría platónica de las “formas”, donde se pone especial énfasis en las apariencias como sucesos del mundo sensible; en segunda instancia, presenta la formulación de Goethe al respecto de dicha teoría, incluyendo el concepto de “fenómeno puro” (Urphänomen), con que el alemán rediseña, acorde con su genio romántico, las “formas”, para Platón eternas e inmutables, como “exigencias de una realidad mutante” dada su participación en la naturaleza sensible, donde “idea” y “fenómeno” constituyen una misma formación (Bildung); finalmente, desarticula esta visión romántica a partir de la denuncia de Benjamin de las falsas totalidades en la teoría de las “formas”, en la que desmonta la cosmovisión, tanto platónica como goetheana, de una universalidad y fenomenología de las ideas.

El octavo capítulo, a cura de Giuditta Cavalletti, con el tema “La recepción de la figura de M. J. Bruto a lo largo de la historia: de Apiano de Alejandría a Hegel”, presenta un amplio panorama de la transmisión literaria en torno al personaje de Bruto, uno de los conspiradores en el asesinato de Julio César, sobre quien, por medio de un completo recorrido desde los autores grecolatinos hasta diversos literatos y pensadores del siglo XVIII y XIX, se plantearon dos visiones esenciales: 1) Bruto como patriota en una lucha contra la tiranía, y 2) como traidor de su padre adoptivo. Shakespeare, Montesquieu, Voltaire y Vittorio Alfieri son algunos de los pensadores ilustrados que tuvieron una preocupación sobre la virtud política en la acción de Bruto, mientras que Hegel, un filósofo idealista decimonónico, en su obra “Tres en conciliábulo” (1785) exploró la virtud y la libertad republicana en la figura de Bruto como su principal estandarte. Este interesante repaso, no de una obra o un autor, sino de un personaje histórico, presenta, con gran detalle y análisis, la distorsión e interpretación que se hizo de Bruto según las tendencias políticas y sociales en diferentes épocas y conforme a un criterio ideológico específico que buscaba destacar aspectos muy particulares de la acción “divina” contra César.

Filología y estética literaria

El noveno capítulo, desarrollado por Javier Espino Martín, de título “Ovidio, símbolo del spleen romántico y decadente: de Pushkin a Verlaine”, presenta un interesante caso de encuentro transversal en el que un horizonte estético, el romántico, simbolista y decadente, marca fuertemente las diferentes visiones que de un autor se han tenido, transgrediendo así el canon literario; lo cual, como pregunta que queda en suspenso -surgida durante la lectura de este capítulo-, invita a discutir acerca de si este acto de violentar el canon establecido conlleva posicionar a otro autor como el ahora canónico o bien solamente se trata de una mera ruptura donde más bien se juega con el eclecticismo sin encumbrar a ningún escritor. En primer término, se fundamenta de manera muy clara la metodología literaria, la teoría de los polisistemas y de los encuentros complejos, con tal de poder, desde ellas, plasmar con toda claridad los fenómenos literarios involucrados. En segundo, entrando en materia, el autor describe el proceso de cambio contextual, de un bucolismo virgiliano a uno ovidiano, según la lectura de los Tristes y de las Pónticas, más nostálgico, decadente y en sintonía con el movimiento del spleen, inclinación estética representada por Huysmans, Verlaine, Baudelaire y Pushkin, entre otros; a partir de un imaginario en torno al tópico literario del exilio de Ovidio, de matriz simbolista, se produce una ficción narrativa de la que se desprende el motivo de la “máscara ovidiana”, que, en monólogo versificado, cada escritor redefinió y delineó de forma distinta. Se señaló, además, un fenómeno “transliterario” en que Verlaine es influenciado por dos representaciones pictóricas de Ovidio que fueron pinceladas por Delacroix, gracias a las cuales recoge aspectos de la visión impresionista de un Ovidio doliente por el exilio sufrido y moldea su propio espíritu de tristeza y melancolía.

El décimo y último capítulo, compuesto por Carlos Mariscal de Gante, con el lema “Virgilio y la literatura de fin de siècle: del vituperio a la alabanza del campo”, traza un recorrido de la valoración literaria del virgilianismo en el acercamiento de diferentes escritores románticos. Así, comenzando con Víctor Hugo se destaca un punto de quiebre y cambio de paradigma estético de la tradición de admirar el bucolismo de Virgilio, como poeta insuperable cuyo talante ha de ser imitado en su elogio al campo, a atender cánones distintos de poetas latinos; luego, se aducen varios autores que expresaron una opinión negativa en torno a este carácter bucólico de Virgilio, a saber, Baudelaire, lord Byron y Huysmans, mientras que, por su parte, de acuerdo con otras coordenadas estéticas -las del dandismo-, D’Annunzio y Wilde propugnaron favorablemente por un locus amœnus (campo, jardín) virgiliano como remedio para la vida hedonista y decadente de sus personajes, o bien H. D. Thoreau, que demanda un regreso al campo desde una ciudad industrializada. Finalmente, en corrientes modernistas hispanoamericanas, cabe mencionar que se retrata la disposición estética de Darío, Eça de Queiroz, Miró, entre otros, quienes, divisando ya el siglo XX, también declararon tener gran interés en el tópico del bucolismo grecolatino al reconfigurar el mensaje original de conformidad con interpretaciones e ideologías contemporáneas para entonces en boga.

En definitiva, esta publicación, realizada desde muy diversas perspectivas disciplinares y temáticas, brinda una variada muestra de investigaciones originales y pioneras en el ámbito de los estudios clásicos gracias a la utilización de una metodología filológica rigurosa y, como la calificó García Gual en el prólogo, de una hermenéutica de amplios horizontes. Así pues, los estudios de recepción de autores grecolatinos, en este caso en el Ottocento -un siglo de gran impacto filosófico y estético, con ideologías marcadas por distintos movimientos revolucionarios, sociales, políticos y literarios-, representan una oportunidad idónea para observar la metodología propuesta en este volumen y aplicarla en trabajos propios, ya que puede adaptarse para la historia o para la filosofía, así como para otras ciencias humanísticas y sociales. Sin duda quedan por descubrir muchos textos y aún muchos temas, y multiformes son las recepciones por rescatar de la modernidad de raigambre grecolatina que ansiamos ya descifrar en próximas aportaciones de estos investigadores.

1Espino Martín, J. y Cavalletti, G. (eds.) (2017). Recepción y modernidad en el siglo XVIII. La antigüedad clásica en la configuración del pensamiento ilustrado. UNAM. Instituto de Investigaciones Filológicas. Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos (58). Puede consultarse la correspondiente reseña redactada por Eduardo Charpenel (2019) en Tópicos. Revista de Filosofía, 58, 421-425.

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