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Tópicos (México)

versão impressa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.43 México Dez. 2012

 

Reseñas

 

Ángel Xolocotzi Yáñez: Fundamento y abismo. Aproximaciones al Heidegger tardío

 

Vanessa Huerta Donado

 

México: Miguel Ángel Porrúa/BUAP 2011, pp. 189

 

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

Pareciera que mucho se ha escrito ya sobre las relaciones de co-pertenencia o de separación que existen entre la obra temprana y los escritos tardíos del filósofo alemán Martin Heidegger. Sin embargo, no podemos pasar por alto un hecho indiscutible: tanto las insistentes apologías como los más severos reproches germinaron dentro de un contexto histórico marcado por la creciente influencia de Ser y tiempo dentro y fuera de Alemania, así como por la crítica y el rechazo que generó el pasado nazi de nuestro autor. Quizá por ello, el ambiente filosófico de la actualidad se nos muestra como un lugar propicio para la reanudación de la vieja discusión en torno a la unidad del pensamiento heideggeriano, pero lejos de todo prejuicio o fanatismo malsano. Es por ello que en el presente texto nos concentraremos en la exposición de un libro reciente que recupera y recrea dicha discusión, pero desde la pertinencia que la actualidad ofrece.

Como sabemos, la espontánea irrupción de pensamiento de Martin Heidegger en la historia de la filosofía despertó tres grandes consideraciones en torno a su origen y desarrollo: en primer lugar tenemos la postura evolucionista sostenida por Günter Figal y Hans-Georg Gadamer, quienes ven en Ser y tiempo el punto final de un camino que desciende, una especie de fracaso o improvisación mal lograda en comparación con el contenido de los escritos redactados antes de 1927. Desde esta perspectiva, el "giro" que inaugura la última faceta de nuestro autor bien puede interpretarse como un retorno a la "auténtica intención" planteada en las lecciones tempranas de Friburgo. Otros pensadores como Otto Pöggeler y Theodor Kiesel se inclinan más por una lectura pluralista, según la cual, la obra heideggeriana puede clasificarse en diversas etapas dependiendo de la problemática que guíe su desarrollo. Si esta división es correcta, entonces tanto la hermenéutica de la facticidad, la ontología fundamental así como el pensar histórico del ser constituirían tres grandes bloques sucesivos pero aislados, sin posibilidad de comunicarse entre sí. Esto, no obstante, implicaría desentenderse del proyecto que nuestro autor persiguió con tanta insistencia desde sus inicios como Privat Dozent hasta sus escritos últimos: hablamos aquí de ese fondo común a todo filosofar que intenta pensar al ser en su verdad. Será Friedrich-Wilhelm von Herrmann quien acentúe las limitaciones interpretativas que acompañan tanto a lectura evolucionista como a la pluralista, al momento de aclarar por qué la obra de Heidegger sigue la continuidad de un camino que se cristaliza, no sin apuro, en la obra de 1927; pero que más tarde asumirá otras formas hasta desembocar en el pensar histórico del ser (pp. 57-59).

En la actualidad, las diversas interpretaciones en torno al camino filosófico que nuestro autor recorrió durante su vida, se han encauzado principalmente por dos vías: la lineal y la no lineal. Según partidarios de la primera vía, la obra heideggeriana caracteriza por ocuparse de una sola cuestión fundamental, formulada alrededor de los años 20's como la por el sentido del ser. Por el contrario, para los que instalan en el reverso de esta postura, hablar de un pensamiento que sobrevive a su propia reformulación es consecuencia de la "estilización de la figura filosófica" pero nada más. El mismo Heidegger alimentó ambas interpretaciones cuando en 1953 declaró que no sería difícil reconocer la presencia de los pilares de su pensamiento tardío en textos como La doctrina de las categorías y el significado en Duns Scoto (1915), pues según su visión retrospectiva, el problema de las categorías refería intrínsecamente al problema del ser de lo existente, mientras que el problema del significado apuntaba ya hacia las futuras reflexiones sobre el habla en su relación con el ser (p. 69).

Aunque bien es cierto que esta autoimagen reconstruida casi treinta años después de la publicación de Ser y tiempo nos brinda una engañosa pista, debido a que vale como argumento tanto para la vía lineal como para la no lineal; no por ello deja proporcionarnos algunos guiños que contribuyen a la construcción de un panorama más amplio en torno a unidad o multiplicidad de la obra de nuestro autor. Precisamente en esto último se basa la propuesta que Ángel Xolocotzi expone en su libro titulado Fundamento y abismo. Aproximaciones al Heidegger tardío, puesto que allí encontramos expuestas las diversas perspectivas, los rodeos, los atajos, los desvíos y emplazamientos que revisten el camino filosófico recorrido por Heidegger entre 1927 y 1936. Lo que el autor busca establecer con ello es un flujo continuo de pensamiento entre las dos obras más representativas del filósofo alemán, pero sin tomar partido por una u otra vía. Es por ello que durante el desarrollo del texto no se rebatirán las palabras que el propio Heidegger pronuncio acerca de su obra, pero tampoco se las tomará al pie de la letra. Más bien se intentará explorar una tercera opción, mediante la cual sea posible establecer un marco de referencia histórico, tomando como herramientas las más recientes publicaciones de la Gesamtausgabe. Sólo de este modo podemos seguir paso a paso el camino filosófico de Heidegger y sus evoluciones, esclareciendo con ello, los inesperados saltos de una a otra obra.

Técnica, afectividad, verdad y lenguaje serán los tópicos más concurridos en esta investigación, cuya principal directriz apunta siempre a un mismo punto de partida, esto es, a la más próxima cotidianidad sin fondo ni fundamento. Este acceso al planteamiento heideggeriano, privilegiado ya en otros escritos del mismo autor, abre a su vez las tres dimensiones que constituyen el tránsito de la ontología fundamental al pensar ontohistórico del ser: hablamos del entramado conformado por la hermenéutica, la metafísica y la fenomenología. Así pues, para el despliegue de la primera dimensión el autor retomará los elementos centrales de la problemática fáctica expuestos a manera de una hermenéutica de la cotidianidad, asegurando con ello el terreno para el desarrollo de la segunda dimensión, dentro de la cual se recurrirá a las tematizaciones posteriores a 1927, caracterizada por Heidegger como una metafísica de la entidad del ente, para, finalmente, llegar a desvelar el carácter "acontecedor" de la tematización misma, mediante el guiño fenomenológico de la presencia.

Asimismo, gracias a este entramado también se hará manifiesta la radicalización y el desplazamiento histórico del trato con las cosas, que abarca tanto la dimensión ateorética de los tá pragmatá, como su configuración presencial objetiva propia de la metafísica. Pero tal desplazamiento es concebible únicamente si de entrada se reconoce que la dimensión cotidiana de la cosa en cuanto ente y la dimensión metafísica de su entidad, remiten necesariamente al ámbito de la presencia (p. 33). De hecho, el orden estrictamente fenomenológico que en lo posterior Heidegger caracterizará como pensar, intenta aprehender no ya la cosa en su presencia, sino la presencia sin más, gracias a lo cual, se abrirá paso para el planteamiento de la pregunta por la esencia de la época técnica contemporánea.

Si esto es correcto, es decir, si la hermenéutica de la facticidad culmina con el señalamiento del carácter histórico de la metafísica occidental, entonces es posible proceder de manera inversa interpretando la hermenéutica desde del marco de la metafísica tradicional. Pero en el avance será lento, pues en el trasfondo de esta posibilidad reposa una tesis fundamental: la ontología fenomenológica expuesta en Ser y tiempo no constituye un punto culmen, una obra acabada, ya que para su plena comprensión es necesario colocarla en medio de dos relaciones, una que se entrelaza con lo tematizado en las primeras lecciones, otra que prepara el camino para el surgimiento de los Aportes a la filosofía. Únicamente de esta manera "se verá si la ontología fundamental, en donde se hace explícita la pregunta por el ser, incluye retrospectivamente a la hermenéutica de la facticidad de los primeros años y divisa en perspectiva el posterior camino ontohistórico del ser" (p. 23).

Con los elementos hasta ahora encontrados resulta claro que hablar de hermenéutica, metafísica y fenomenología al interior de la obra de Heidegger, no implica diseccionar su pensamiento en tres ámbitos distintos y aislados, cuya unidad se conciba exclusivamente cronológica. Se trata más bien de tres perspectivas desde las cuales es posible abordar una sola cuestión fundamental. Precisamente en esta dirección, Xolocotzi afirma que en realidad Heidegger nunca abandonó la pregunta por el ser, sino que se introdujo en ella con más profundidad, gracias al despliegue de este entramado tridimensional.

Ahora bien, partiendo de estas consideraciones, el texto se abre en un segundo momento a problemáticas más concretas que giran en torno a la idea de filosofía vigente y al modo en que se podría habitar en ausencia de fundamento. Para introducirnos a tales quehaceres del pensar, Xolocotzi toma como hilo conductor el lugar preeminente que los temples fundamentales ocupan en el pensar ontohistórico, pues sólo a través de ellos será posible "aprehender la metafísica, sin despreciarla, como carácter histórico del ocultamiento del ser a favor de la manifestación de lo ente" (p. 79). Por último, el autor subraya los elementos decisivos que yacen a la base de la voluntad de fundamentación propia de la metafísica griega y su correspondiente ausencia de fundamento tan presente en la época contemporánea, buscando dilucidar con ello, el tipo de relación que existe entre el dominio de técnica y la historia que la determina, ya que no se trata — como pudiera pensarse— de un rompimiento "sino la más grande consecuencia del primer inicio de la filosofía occidental" (p. 95).

Con todo lo anterior Xolocotzi deja en claro su postura con respecto a la problemática planteada al inicio, ya que para él, diseccionar la unidad del planteamiento heideggeriano es posible únicamente como requerimiento de corte metodológico. Toda escisión de tipo esencial implicaría desentenderse de la idea germinal que se presenta en los textos de juventud, y que más tarde encontraremos radicalizada en los escritos últimos. Sin embargo, el texto en general no logra reflejar en toda su extensión la aclamada unidad de pensamiento en Heidegger, pues aunque el contenido de cada uno de los capítulos que lo conforman está organizado de manera sólida, no ocurre así con la estructura general: son demasiados los vasos comunicantes que se esconden detrás del juego entre Grund y Abgrund, es decir, entre Fundamento y Abismo, como para abordarlos de un solo tajo. Pero más allá de esta dificultad, lo cierto es que para Xolocotzi el abandono de lo tematizado en Ser y tiempo constituye el reconocimiento, no de un grave error, sino de una problemática siempre abierta que exige un pensar de camino a... En este sentido, hablar de Heidegger I y Heidegger II equivaldría a admitir una escisión interna en su pensar, cuando en realidad se trata de un "giro", de un "viraje" guiado por una sola cuestión fundamental. Heidegger mismo considera inadecuado hacer una clasificación como esta. Para él, ambas perspectivas se relacionan en una continuidad orgánica, de tal modo que lo pensado en Ser y tiempo prepara el terreno para lo pensado en los Aportes a la filosofía, y de manera inversa, el enfoque ontológico fundamental se hace accesible desde la perspectiva del Ereignis. A fin de cuentas lo que permanece en el pensar es el camino. Así es la filosofía de camino a, desarrollada magistralmente por un sólo Heidegger.

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