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Tópicos (México)

versión impresa ISSN 0188-6649

Tópicos (México)  no.40 México jul. 2011

 

Reseñas

 

Alfonso López Quintás: Cuatro personalistas en busca de sentido (Ebner, Guardini, Marcel, Laín)

 

Miguel Rumayor

 

Madrid: Rialp 2009, 240 pp.

 

Universidad Panamericana, Guadalajara.

 

No cabe duda que la reflexión sobre el tema del diálogo es una de las grandes tareas pendientes del pensamiento de nuestros días. En este sentido la obra del profesor López Quintás se muestra como una gran aportación para aquellos intelectuales, sin importar el campo de especialización en el que trabajen, que buscando una mayor fundamentación quieren ahondar en este tema y de esa manera articular de modo más cabal la propia conceptualización filosófica.

Tal y como se comenta en la introducción, el libro gira en torno a la idea antropológica del hombre como ser dialógico. Para el autor de esta obra, la palabra es fuente de sentido y se encuentra estrechísimamente adherida a la vida espiritual, ya que nos acerca a un tiempo al conocimiento verdadero de las cosas y al de nuestra vida. De ahí que cuando se comparte realista y auténticamente con los demás se da un elemento clave para formar una verdadera comunidad, en la que la relación "yo-tú", sin dejar de existir, se hace más flexible y enriquecedora. Seguimos siendo distintos, dirá López Quintás, pero dejamos de ser distantes. Además nos sirve para conocer los diferentes niveles de realidad y de conducta humana y nos abre al mundo de la belleza, la verdad, la unidad, la bondad y la justicia. De ahí, entre otras cosas, su importancia en la tarea comunicativa y docente.

La obra está dividida en tres partes. La primera de ellas, "La irradiación del personalismo dialógico", es, como se indica en el título, una explicación de las bases del personalismo dialógico. Aquí se abordan temas tan sustanciosos como la palabra y la vida espiritual y la relación de ésta con la actividad racional. La condición locuente del ser humano le hace tener la palabra no sólo como un objeto sino como una realidad lúdico-ambital, la cual le instala por sí misma en un campo de relacionalidad y creatividad. El autor se centra primeramente en el pensamiento ebneriano y después en el existencialismo de filósofos como Heidegger, Marcel y Jaspers. Es interesante leer en un análisis claro y conciso, las deficiencias y tareas abiertas a la investigación de este modo de pensar, para concluir que, sin una rigurosa lógica de la creatividad a través del lenguaje y su consiguiente separación de ámbitos y realidades, es vano cualquier esfuerzo creativo en el uso de la palabra.

Por eso se atisba con claridad la lógica que vertebra este apartado, la cual consiste en la unidad, y en un análisis en ocasiones indiscernible, entre la creatividad del lenguaje, la ética y la trasformación personal. Se tratará, por ello, de una creatividad lingüística ajena a cualquier cultismo, enriquecedora y teleológica, que anuncia sin reparos la alegría simultánea de un vivir riguroso y festivo, como del que nos habla Pieper en Una teoría de la fiesta; anclada en una realidad personal en camino hacia unos fines recibos; extraña completamente a los planteamientos postmodernos de Derrida, vertebrados en un ludismo lingüístico afinalístico, circular y desesperanzado al fin.

En la segunda parte del libro, "Tres semblanzas", se analiza el pensamiento de Ebner, Guardini y Marcel. Del primer autor se explica su valoración de la llamada palabra amorosa, es decir, la interrelación entre la palabra y el amor como claves para descifrar la vida personal. Ebner, como comenta el autor del libro, realiza una relectura en clave filosófica del Evangelio de S. Juan y a partir de ésta "aborda con firmeza varios temas decisivos para la comprensión del ser humano: el pensamiento, la conciencia de sí, la libertad, el amor, la intuición, el sentido, la imagen y el sobrecogimiento ante lo profundo valioso" (p. 64). La palabra será para Ebner un lugar de revelación de algo indómito, por enriquecedor, para el ser humano. Su uso adecuado le concita a una auténtica e irreversible entrega de sí.

Por otro lado, en esta segunda parte, en Guardini es aclarado el concepto de profunda lógica, ordenación por el logos, orden de las palabras, que posee la vida de cada ser humano. Se trata de un sentido verdadero del "ser lógico", que es mucho más que utilizar la razón de manera ordenada, tal y como afirma el racionalismo ilustrado. Consiste, más bien, en vivir conforme al logos, a la insondable verdad que éste encierra. La filosofía de Guardini tiene una inevitable lectura en clave pedagógica, ya que el conocimiento de la persona y su formación pasan a través del lenguaje y gracias a éste se puede cimentar la estructura yo-tú, que presupone a su vez el éxito del verdadero encuentro interpersonal entre el profesor y el alumno. La formación personal, por tanto, consistirá en enseñar a los alumnos a vivir recogidos en sí mismos, a fin de que puedan "experimentar con la mayor energía espiritual el peso de la propia existencia y ser fieles a sus exigencias" (p. 111). Toda la filosofía de Romano Guardini, también como la de Ebner, es de genuina inspiración cristiana, y se trata de un canto al enriquecimiento epistemológico de los aspectos antropológicos que suscita la visión judeo-cristiana de la comunicación interpersonal. De ahí que, al igual que Pascal, Guardini piense que la propia realidad humana, entre otras cosas con el lenguaje como instrumento, supera infinitamente al hombre, porque sólo el que conoce a Dios, dirá Guardini, puede llegar a conocer al hombre.

Posteriormente el texto trata de Marcel, filósofo y artista, y su adentramiento epistemológico en la noción de misterio. Aquí se atiende a los diferentes niveles de realidad y conducta en la vida humana. Son o bien niveles positivos de crecimiento, por los que crece la llamada por este autor "ambitalidad" de nuestras acciones, o niveles de decrecimiento, por medio de los cuales vamos perdiendo el ideal de unidad de nuestras vidas y entramos en una relación cosificante con nosotros mismos, con los otros y con la realidad en todo su conjunto. Tal depravación, según López Quintás, mediada por las experiencias vertiginosas, lleva a la separación personal del misterio de la realidad y al propio envilecimiento de la vida y también del lenguaje.

Para Marcel, la noción de problema y una vida centrada en ellos, frente a la de misterio, puede llevar a este decaimiento ético del ser humano. Por el contrario, la experiencia estética del arte oral se convierte en elevación del espíritu hacia niveles de comprensión intelectual y afectiva superiores, alcanzado por experiencias reversibles, que son aquellas que a través de su profundidad estructural nos llevan a poder acercarnos a lo real una y otra vez, enriqueciéndonos siempre en cada vuelta. El arte verdadero, en este caso la música para Gabriel Marcel, es humanizador y humanizante. Como diría Ortega y Gasset, es entre los posibles, el espacio de existencia de este tipo de experiencias personales y personalizadoras, que convierten la vida del hombre en verdaderamente humana.

En el último apartado, "Cuatro términos decisivos en el personalismo dialógico", se aborda la fecundidad del pensamiento de Laín Entralgo, y concretamente su noción de intimidad. La posibilidad, por medio del lenguaje, de la unión entre intimidades y también con la realidad circundante; ya que éste "cuando está inspirado por una voluntad de crear ámbitos de convivencia, da cuerpo expresivo a lo que comunica, lo objetiva, pero no lo objetiviza, porque es un elemento mediatizante, no mediatizador" (p. 168). También destaca la complementariedad entre la palabra y el silencio. Este segundo es, frente a lo que se piensa tantas veces en la vida moderna, fuente de profundo sentido para el ser humano. En un segundo momento el autor se centra en la palabra como expresión de ámbitos y también en el lenguaje expresivo del cuerpo. Aquí también este tema es abordado desde una perspectiva ajena a cualquier cosificación de la corporalidad. Posteriormente se analiza el reflejo de la palabra en el sentido de la vida, la libertad y la responsabilidad alcanzada por medio de ésta.

Victor Frankl y la riqueza antropológica y terapéutica de la logoterapia es traída a colación en la última parte de este último capítulo, como forma de aplicación práctica de casi todo lo dicho, ya que "la existencia humana, de por sí dinámica, se vacía de sentido cuando no la orientamos hacia su verdadera meta que es el ideal de unidad" (p. 202), el cual, podemos afirmar siguiendo el pensamiento del autor, se logra sólo y gracias en gran medida al diálogo. Precisamente "diálogo" da nombre al último apartado en esta tercera parte del libro, cuya idea es resumir de forma breve y clara los elementos filosóficos más importantes de la obra.

Hay que añadir, por último, que el lector de esta obra, interesado por temas filosóficos y del lenguaje, no quedará ni defraudado por la óptica adoptada por el autor ni confundido por la terminología usada, sino más bien al revés, ya que algunos de los conceptos más profundos y a veces latentes de la propia visión sobre estos temas (a la postre muchos de ellos elementos de la vida cotidiana de cualquier persona), resultan felizmente esclarecidos a lo largo del texto.

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