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Acta universitaria

versão On-line ISSN 2007-9621versão impressa ISSN 0188-6266

Acta univ vol.29  México  2019  Epub 11-Set-2020

https://doi.org/10.15174/au.2019.2439 

Artículos

Los jóvenes mexicanos y sus construcciones relacionadas con los roles de género

Mexican university students’ perceptions about gender roles

Claudia Alejandra Hernández Herrera1  * 

1 Sección de Estudios de Posgrado e Investigación, Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas, Instituto Politécnico Nacional. Av. Té # 950 esquina Resina, Col. Granjas México, C.P. 08400, Alcaldía Iztacalco, Ciudad de México.


Resumen

El objetivo del artículo fue estudiar la percepción que tienen universitarios mexicanos acerca de los roles de género en el hogar y el mercado de trabajo. Lo anterior se realizó a través de la construcción de un cuestionario con escalas tipo Likert. Este es un estudio transversal con una muestra de 1408 estudiantes, donde se llevó a cabo el análisis factorial y modelos lineales generalizados. Se obtuvieron cuatro factores: 1) las mujeres y el trabajo doméstico, 2) los hombres y la familia, 3) el mercado de trabajo y 4) el cuidado y educación de los hijos. Se concluye que las instituciones de educación deberían comprometerse en la implementación de programas de sensibilización orientados hacia una educación sobre la igualdad de género, reforzando las estrategias en aquellos grupos vulnerables de jóvenes que provienen de estratos socioeconómicos poco favorecidos.

Palabras clave: Roles de género; estudiantes; estereotipos; feminidad; masculinidad

Abstract

The aim of this research was to study Mexican university students’ perceptions on gender roles at home and at the job market. This was carried out through a survey using a Likert type scale questionnaire. It is a transversal study with a sample of 1408 students, where the factor analysis and generalized linear models were conducted. Four factors were found: 1) women and housework, 2) men and family, 3) job market, and 4) offspring care and education. It is concluded that education institutions should commit to implement awareness programs oriented towards education on gender equality and to strengthen their strategies on vulnerable youth groups coming from disadvantaged socio-economic groups.

Keywords: Gender roles; students; stereotyping; femininity; masculinity

Introducción

En el marco de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas, del año 1995, se enfatizó que hombres y mujeres deben estar libres de todo estereotipo derivado de roles de género, además de cualquier forma de discriminación, aunado a sentirse libres en el desarrollo de sus capacidades y toma de decisiones. Actualmente, la mayoría de los estereotipos contienen con frecuencia un sesgo patriarcal en donde se contempla una división sexual estricta entre hombres y mujeres; se observa que en los procesos de entendimiento de unos y otros se reproducen prácticas que tienen su origen en el patriarcado (Pérez-Gil & Ravelo, 2004).

De acuerdo con Ellwood & Garcia-Lacalle (2015), Öngen (2007), Adana et al. (2011), Coltrane & Shih (2010), Tigges & Choo (2012), Joshi (2015), García-Cueto et al. (2015) y Gibbons & Luna (2015), los roles de género son todas aquellas funciones que, según la sociedad, incluyen atributos personales y conductas que pertenecen de forma cultural a mujeres y hombres; además, son una diferenciación en la personalidad de los sexos. También son la disimilitud relacionada con el comportamiento, la inteligencia y los logros, por lo que se dice que son consecuencia de las construcciones socioculturales, ya que la sociedad indica lo que se espera de cada uno; los roles actúan como normas sociales. A las mujeres se les asocia con el cuidado y preocupación por los demás; igualmente, se tiene la creencia de que ellas son las que cocinan, las encargadas de la limpieza del hogar, son dóciles, dependientes, sacrificadas, dedicadas a la crianza, tolerantes, y se les considera las cuidadoras de la sociedad, mientras que a los hombres se les mira como proveedores, protectores de la familia, son asertivos, autosuficientes, dominantes, competitivos y tomadores de decisiones y capaces de soportar el peso de la familia y, por ello, aprecian el trabajo y tener poder adquisitivo.

Por su parte, Rocha-Sánchez & Díaz-Loving (2005) encuentran que en la cultura mexicana los roles se hacen evidentes en la familia: en el caso de la mujer se le sigue viendo como sumisa, abnegada y dependiente, mientras que a los hombres se les mira como proveedores. Al respecto, Echarri (2010) menciona la existencia de diferencias importantes entre mujeres y hombres en los hogares mexicanos; se tiene que, tanto en el contexto urbano como en el rural, las principales actividades de las mujeres siguen siendo las domésticas, mientras que los hombres realizan actividades asalariadas. De acuerdo con Hietanen & Pick (2015), lo anterior provoca la aparición de las desigualdades de género que generan una infinidad de barreras psicosociales que restringen y limitan el acceso a una diversidad de oportunidades, lo que impide el desarrollo social y económico de las personas.

También se tienen estudios realizados en México. Cubillas et al. (2016) analizaron las valorizaciones sociales de género en estudiantes universitarios en el norte de México, trabajaron cinco dimensiones: 1) feminidad y masculinidad, 2) roles de maternidad y paternidad, 3) sexualidad, 4) competencias y capacidades y 5) expresiones de emotividad y agresividad. Ellos encontraron que los universitarios tienden a alejarse de las concepciones tradicionales de género, pero la realidad refleja que las mujeres siguen siendo las responsables de la crianza y el cuidado de los hijos. Por otra parte, Aguilar, Valdez, González-Arratia & González (2013) estudiaron a universitarios en México y encontraron que los hombres se definen como protectores, proveedores, comprensivos, profesionistas, seguros y amorosos; por su parte, las mujeres universitarias se definieron como profesionistas, independientes, esposas, amas de casa, cuyo rol es compartir y educar.

Otra investigación realizada por Rojas (2016) pone en evidencia que en los sectores urbanos pobres de México los varones piensan que los hijos son un elemento que reafirma su hombría y de esa forma logran asumir su rol de proveedores. Por su parte, Díaz-Loving et al. (2015) realizaron un estudio sobre creencias y normas en México y descubrieron que los que habitan en hogares tradicionales con bajo nivel educativo mantienen creencias sexistas, machistas y marianistas.

Estudios realizados por Burín (2007) señalan que la forma en la que los roles interfieren en la convivencia de la pareja ha originado que se obtengan arreglos relacionados con la división del trabajo, que permiten establecer reglas de convivencia, de responsabilidades y obligaciones de los integrantes. Al respecto, clasifica a las parejas en cuatro grupos, 1) tradicionales, 2) transicionales, 3) innovadoras y 4) contraculturales. En el caso de las parejas tradicionales se observa que los varones ejercen poder económico y ellas se encuentran subordinadas. Las parejas innovadoras son aquellas en donde las relaciones de poder son equitativas, los dos cuentan con poder emocional y económico. Por su parte, las parejas contraculturales son aquellas en las que los varones desempeñan roles feminizados. Por último, las parejas transicionales son aquellas en las que las mujeres se insertan en el marcado laboral y son capaces de aportar mayores recursos económicos a la familia, mientras que el hombre por diversas causas gana menos y, en ocasiones, dedican más tiempo a las labores domésticas.

Con base en el anterior contexto, es necesario analizar las percepciones de los universitarios respecto a los roles de género, para lo cual es adecuado construir un instrumento que sea capaz de captar dichas impresiones (en específico en las esferas del hogar, el trabajo y los cuidados) para poder entender los progresos o, en su caso, retrocesos en materia de la equidad de género. Esto se justifica, ya que, en los estudios revisados en México, los instrumentos que se han empleado trabajan dimensiones específicas e incluso analizan redes semánticas de características de los géneros; sin embargo, es escaso el trabajo con los roles de las mujeres en casa, el sector laboral y el tema de los cuidados, aunado a la carencia de investigaciones con respecto a variables sociodemográficas.

La pregunta de investigación que se trabajó fue: ¿cuáles son los factores de los roles de género con mayor prevalencia en los jóvenes politécnicos? Los objetivos del artículo son: a) construir y validar, a partir de la revisión de la literatura, un instrumento capaz de medir la percepción de los jóvenes con respecto a los roles de género relacionados con la mujer y el hogar, los roles de los hombres, la mujer y el mercado de trabajo y el cuidado de los hijos; b) estudiar la percepción de los roles de género de mujeres y hombres universitarios para identificar los avances o retrocesos en materia de la igualdad de género en los espacios de la familia y el trabajo.

La aportación de esta investigación se centra en ofrecer un panorama relacionado con las concepciones que tienen los jóvenes universitarios que transitan por las aulas y que conviven en espacios académicos, lo que permitirá reflexionar sobre los progresos o retrocesos con respecto a la igualdad de género. El alcance de la investigación es jóvenes de educación superior, la descripción de los roles de género y su percepción en jóvenes de educación superior.

Los roles de género en el hogar

Los roles de género se han estudiado desde diversas esferas. En este trabajo se iniciará explicando algunas de las creencias con respecto a los roles que ejercen los hombres y mujeres, primero, desde el hogar y, después, en el mercado laboral. Tinsley, Howell & Amanatullah (2015) encontraron que, en Estados Unidos, a pesar de la proliferación de los hogares con doble ingreso y del abatimiento a la brecha salarial, todavía se prefiere que los hombres sean el sostén de la familia y que la mujer cumpla con el rol de cuidadora; lo que implica que los hombres deben ganar más que su cónyuge. Por el contrario, las mujeres estadounidenses que se desvían de los roles tradicionales al hacer más que sus cónyuges probablemente reportarán menos inversión en actividades relacionadas con el cuidado (Fetterolf & Rudman, 2014). En Estados Unidos se piensa que el papel de los hombres como proveedores de la familia puede provocar una disminución del bienestar conyugal y personal. Los varones que señalan tener dos trabajos para poder mantener a sus familias presentan una sobrecarga del rol (Crowley, 1998). Sin embargo, se ha demostrado que los hombres que realizan menos trabajo doméstico aumentan sus ingresos; en cambio, las mujeres que realizan más trabajo en casa tienen menos dinero; esto genera desigualdad para las mujeres (Fetterolf & Rudman, 2014; Sayer & Fine, 2011; Shelton, 2006). Según Herd (2014), la división tradicional del trabajo puede parecer ofrecer a los hombres mejores rutas de acceso al poder; el control lo ejercen desde el dominio que tienen en su mayoría como proveedores de la alimentación y, por lo tanto, poseen mayor control de sus decisiones.

Esto conlleva a una constante preocupación sobre que las mujeres tengan a su cargo una diversidad de funciones que puede producir obstáculos que impiden el desarrollo de sus capacidades en los espacios académicos, profesionales y políticos. Es evidente que las mujeres en América Latina también son vulnerables culturalmente debido a la inadecuada distribución de actividades entre los géneros, originando una serie de obstáculos que impide a las mujeres una beneficiosa inserción al mundo laboral. Esto se deriva de la escasa organización en la familia, las mujeres se encargan de la vida familiar y los varones del sustento económico (Fernández, 2015). Sin embargo, en el caso de las familias no tradicionales, por ejemplo, las monoparentales, la carga de las tareas del cuidado y la manutención recae en un solo miembro de la familia, ya sea la madre o el padre. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en su Encuesta Nacional de los Hogares (ENH), se halló en el 2017 que el 18.5% de los hogares son monoparentales, las mujeres son las que encabezan en mayor proporción ese tipo de hogares con el 84% y en el caso de los hombres con el 16%.

Los roles de género y el mercado de trabajo

Investigaciones realizadas en países como Canadá, Dinamarca, Alemania, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Filipinas, Polonia, Portugal, Rusia, España, Suecia, Suiza, Estados Unidos y Filandia encontraron que las múltiples obligaciones del rol de las mujeres las orillan a optar por empleos que les permitan manejar y decidir sus tiempos con el fin de cumplir con sus obligaciones como amas de casa, mientras que los hombres buscan empleos que les otorguen mayor margen de ingresos que les permita fungir como proveedores de la familia (Corrigall & Konrad, 2006; Mauno, Kinnunen, Rantanen, Feldt & Rantanen, 2012).

Estudios realizados en México por el INEGI (2018) y Pedrero (2014) encontraron que las mujeres siguen siendo las responsables de las actividades domésticas, lo que genera múltiples barreras para su incorporación y progreso en el sector laboral.

La evidencia que se tiene relacionada con el tema indica que es una realidad que las mujeres, al necesitar puestos de trabajo que les permitan tener tiempo para la familia y el cuidado de los niños, suelen evitar los roles de liderazgo y de autoridad sobre los demás. Sin embargo, se pueden encontrar mujeres que prefieran los puestos ejecutivos de trabajo con salarios altos y hombres que tengan preferencia por la vida familiar. La segregación de género para algunas ocupaciones es un difícil reto para la sociedad, ya que existen profesiones en donde solo se tiene la figura masculina y otras donde son las mujeres las que permean la profesión (Bridges, 2003; Weisgram, Dinella & Fulcher, 2011).

Sin embargo, las exigencias de los mercados laborales son extremas, los tiempos no cuadran y la mayor parte de las mujeres se ven perjudicadas por los roles que deben desempeñar y que dicta la sociedad (Cram, Alkadry & Tower, 2016). En la actualidad existen países que tienen un bajo índice de igualdad de género y promueven acciones únicamente paliativas desde el interior de los sistemas sociales, pero estas no apoyan mucho y, por ende, tienden a obstaculizar el ingreso de las mujeres a posiciones de altos estatus (Napier, Thorisdottir & Jost, 2010).

Materiales y Métodos

La población que participó en el estudio son hombres y mujeres estudiantes de educación superior, cuya edad promedio oscila entre los 18 y 24 años. Cuando se realizó el estudio, se consideró que los participantes estuvieran inscritos en algunas de las carreras que ofrece el Instituto Politécnico Nacional. El 30% de los alumnos señaló estar trabajando, al momento del estudio, aunado a que el 86% de los padres se encontraban trabajando; en el caso de las madres, el 46% indicó que se dedican al hogar. La investigación se llevó a cabo en una de las unidades académicas de educación superior del Instituto Politécnico Nacional, ubicada en la Ciudad de México, cuya oferta educativa consta de cinco carreras, estas son: a) administración industrial, b) ingeniería industrial, c) ingeniería en transporte, d) ingeniería en informática y e) ciencias de la informática. El cálculo de la muestra se llevó a cabo tomando en cuenta que la población es de 14 000 estudiantes, con un nivel de confianza de 95% y 5% de error, y con una probabilidad de respuesta de p = 50%. Se realizó un muestreo aleatorio no probabilístico, por conveniencia y por cuota (Hibberts, Johnson & Hudson, 2012). La muestra generadora de datos fue de 1408 jóvenes. Los alumnos participantes en el estudio tenían que reunir las siguientes características: a) estar inscritos y b) dispuestos a participar en el estudio. Los criterios de exclusión fueron: a) jóvenes no inscritos y b) estudiantes que expresaron desinterés en participar en el estudio. El instrumento se aplicó en agosto de 2016, para lo que se entrenó a cinco aplicadores. Las consideraciones éticas en el estudio estuvieron enfocadas en guardar el anonimato en la información proporcionada por los estudiantes que participaron en el estudio.

Este es un estudio transversal en el que, para recabar los datos, se construyó un cuestionario de veinte preguntas con escala tipo Likert en donde 5 es igual a totalmente de acuerdo y 1 es igual a totalmente en desacuerdo; las preguntas se obtuvieron a partir de la revisión de la literatura. Se estructuraron 20 ítems, y la selección de las preguntas se realizó haciendo uso del coeficiente de correlación que se presenta en la matriz de los componentes rotados que se deriva del análisis factorial. El instrumento se piloteó con 60 estudiantes de la institución de educación superior que participó en el estudio. A partir de los datos que se obtuvieron, se logró validar el cuestionario y conocer el comportamiento de las variables y la forma cómo estas se agruparon en factores. El criterio de validación fue el alfa de Cronbach, que resultó ser 0.920, lo que indicó consistencia interna entre todos los elementos, por lo tanto, están correlacionados entre sí. Las variables sociodemográficas fueron: a) género, b) carrera, c) actividad laboral del estudiante, d) estado civil, e) actividad de la madre, f) actividad del padre, g) escolaridad de la madre, h) escolaridad del padre, i) tiempo invertido en las tareas del hogar y j) percepción de quién trabaja más en el hogar.

Se llevó a cabo el análisis factorial exploratorio a través de la reducción de dimensiones, obteniéndose como resultado en la prueba de Kaiser-Meyer-Olkin (0.892 > 0.50) y la prueba de esfericidad de Bartlett (p < 0.05); este resultado comprobó la capacidad de agrupación de los enunciados. La matriz de componentes rotados se presenta en la Tabla 1.

Tabla 1 Análisis de factores, matriz de componentes rotados  

Factor 1. Mujer y roles en el hogar Coeficiente de correlación
Una buena esposa debe dedicarse exclusivamente a su hogar y al marido. 0.764 Weisgram, Dinella & Fulcher (2011);
Bridges (2003);
Fetterolf & Rudman (2014);
Mauno, Kinnunen, Rantanen, Feldt & Rantanen (2012);
Shelton (2006);
Sayer & Fine (2011);
Cram, Alkadry & Tower (2016)
Las mujeres se deben de preocupar más por las tareas del hogar que por sus aspiraciones profesionales. 0.764
Las mujeres tienen que sacrificar su carrera profesional por su familia. 0.758
Las tareas domésticas deben ser hechas más por las mujeres que por los hombres. 0.757
Es obligación de las mujeres cuidar a los familiares de la tercera edad y enfermos. 0.757
Una familia funciona mejor si es el hombre quien establece las reglas del hogar. 0.596
Es normal que la mayor parte de los gastos de la casa los pague el hombre, ya que la mujer liquida su parte con el trabajo doméstico. 0.487
Las mujeres tienen la responsabilidad de cuidar y de alimentar a la familia. 0.484
En caso de divorcio, los hijos deben quedarse con la madre y el padre debe mantenerlos. 0.404
Factor 2. Roles de los hombres
Es el hombre quien debe encargarse de proteger a la familia. 0.795 Coltrane & Shih (2010);
Corrigall & Konrad (2006);
Tinsley, Howell & Amanatullah (2015);
Montesinos (2014).
La principal tarea de los hombres es la de sostener económicamente el hogar. 0.769
Aunque las mujeres trabajen fuera del hogar, es el hombre el responsable del sostén de la familia. 0.495
Factor 3. Mujer y mercado de trabajo
Existen algunos trabajos para los que las mujeres son emocionalmente inadecuadas. 0.765
Existen algunos trabajos que son poco adecuados para los hombres. 0.693 Napier, Thorisdottir & Jost (2010);
Fernández (2015);
Witkowska (2013).
La vida es más dura para la mujer que para el hombre. 0.654
Las mujeres embarazadas pueden perder su trabajo. 0.488
Una mujer que tiene un trabajo de tiempo completo sacrifica su vida familiar. 0.456
Factor 4. Cuidado y educación de los hijos
En varias ocasiones los hijos son mejor educados por una madre que por un padre. 0.784 Gibbons & Luna (2015)
Las mujeres tienen mayor capacidad de cuidar a los hijos que los hombres. 0.762
Considero que una madre es más cariñosa que un padre. 0.651

Fuente: Elaboración propia SPSS

Resultados

El tratamiento de los datos se realizó a través del análisis factorial, una técnica que permite reducir e interpretar grandes cantidades de datos. El análisis factorial se llevó a cabo a través del método de componentes principales, con rotación varimax, la prueba de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO = 0.935 > 0.50) con una prueba de esfericidad de Bartlett (p < 0.05), que arrojó cuatro factores, los cuales por orden de componente fueron: 1) la mujer y los roles en el hogar con una varianza explicada de 32.73%; 2) roles de los hombres, con una varianza explicada de 42.10%; 3) la mujer y el mercado de trabajo, con una varianza explicada de 47.03%; y 4) cuidado de los hijos, con una varianza explicada de 51.40% (Tabla 1 y Figura 1). El análisis se llevó a cabo por medio del software Statistical Package for the Social Science (SPSS) V.20; la base de datos se dividió entre mujeres y hombres. Se trabajaron los modelos lineales generalizados que trabajaron con las variables de carrera, actividad laboral, estado civil, actividad laboral y escolaridad de los padres, tiempo invertido en las tareas del hogar y percepción de quién trabaja más en los quehaceres domésticos. El análisis factorial permite obtener los factores que coadyuvan a interpretar los roles que se trabajaron a manera de ítems en el estudio, lo anterior ayuda a explicar el fenómeno en la población en estudio.

Fuente: Elaboración propia basado en la gráfica del software SPSS versión 20.

Figura 1 Gráfico de sedimentación del análisis factorial. 

La segunda prueba que se efectuó fueron los modelos lineales generalizados por cada uno de los factores para encontrar las posibles diferencias con relación a los grupos de las variables: a) el género, b) la carrera, c) si contaban con empleo, d) estado civil, e) a qué se dedican la mamá y el papá, f) la escolaridad del padre y de la madre, g) el tiempo invertido al día en la limpieza del hogar y h) percepción de quién trabaja más en el hogar. Los resultados generales de las variables se presentan en la Tabla 2.

Tabla 2 Resultados generales 

Género A qué se dedica el padre
Mujer
Hombre
42%
58%
Trabaja en una empresa
Trabaja en el gobierno
Desempleado
Tiene su propio negocio
39%
15%
14%
32%
Carrera Escolaridad de la mamá
Administración
Ingeniería industrial
Ingeniería en informática
Ciencias de la informática
Ingeniería en transporte
36%
29%
21%
6%
8%
No tiene estudios
Primaria
Secundaria
Preparatoria
Licenciatura
Posgrado
2%
12%
26%
36%
22%
2%
Cuenta con trabajo Escolaridad del papá

No
30%
70%
No tiene estudios
Primaria
Secundaria
Preparatoria
Licenciatura
Posgrado
5%
13%
21%
30%
28%
3%
Estado civil Tiempo invertido al día a la limpieza del hogar
Soltero
Casado
94%
6%
Ninguna De 1 a 2 horas
De 2 a 3 horas
Más de 3 horas
10%
68%
16%
6%
A que se dedica la madre Percepción de quién trabaja más en el hogar
Trabaja en una empresa
Trabaja en el gobierno
Desempleada
Se dedica al hogar
Tiene su propio negocio
19%
13%
3%
46%
19%
Los hombres trabajan más
Las mujeres trabajan más
8%
92%

Fuente: Elaboración propia.

Modelo lineal generalizado del factor 1. Mujer y roles en el hogar

Este factor está integrado por nueve variables que intentan medir la percepción con respecto a los roles de género que desempeña la mujer en el hogar. Se aplicó un modelo lineal generalizado del factor 1. Se tomaron en cuenta las variables de la carrera, si el estudiante cuenta actualmente con trabajo, actividad laboral y escolaridad del padre y de la madre, tiempo invertido en las tareas del hogar y percepción de quién trabaja más en el hogar. Se realizó un análisis con mujeres y hombres. La prueba de contraste de Omnibus arrojó diferencias en el caso de las mujeres (p < 0.05) y también en los hombres (p < 0.05) (Tabla 3). Al revisar los resultados obtenidos del contraste del modelo (tabla 4) se observó, en el caso de las mujeres, que las diferencias se encuentran en las variables de la carrera que se estudia (p < 0.05), la actividad laboral de la madre (p < 0.05) y la percepción de quién trabaja más en el hogar (p < 0.05). De acuerdo con los resultados que arrojaron los promedios por variables, se halló que las mujeres que perciben más los roles en el hogar son las que estudian la carrera de ingeniería informática, le sigue la carrera en administración industrial y las que menos los perciben son las mujeres que estudian ingeniería industrial.

Tabla 3 Prueba de contraste de Omnibus  

Factores Prueba de Omnibus
Mujeres Hombres
Rangos
promedio
P Rangos
promedio
P
Mujer y roles en el hogar 62.594 0.01* 88.482 0.00**
Roles de los hombres 56.347 0.05 60.783 0.05
Mujer y mercado de trabajo 57.852 0.04* 107.456 0.00**
Cuidados y educación de los hijos 58.692 0.03* 88.727 0.00**

Nota: El análisis se realizó considerando el valor p; cuando este es menor a 0.05, se determina que existe diferencia en la variable que conforma el grupo.

Fuente: Elaboración propia.

Además, se encontró que las mujeres que señalaron que sus madres están desempleadas y que se dedican al hogar son las que califican más alto el factor; por último, las féminas que perciben que son las mujeres quienes trabajan más en el hogar son las que puntúan más alto los roles.

Los resultados del contraste del modelo encontraron que los hombres obtuvieron diferencias en la carrera que estudian (p < 0.05) y la escolaridad de la madre (p 0.05). Los hombres que obtienen mayor puntuación en el factor son aquellos que estudian la ingeniería en informática y los de menor percepción son los de la carrera en ingeniería industrial. También se halló que los hombres que tienen mayor puntuación en la percepción de los roles son aquellos cuyas madres tienen primaria y los que menos puntúan son los que declaran que su madre tiene un posgrado.

Modelo lineal generalizado del factor 2. Roles de los hombres

El factor dos integra tres variables que enmarcan algunos de los roles de los hombres como los protectores de la familia, además de ser los encargados del sostén económico del hogar y la percepción que se tiene sobre que ellos deben pagar los gastos de la casa aunque la mujer trabaje fuera de ella.

El modelo lineal arrojó en la prueba de contraste de Omnibus diferencia entre mujeres (p < 0.05) y hombres (p < 0.05) entre los coeficientes de las variables que componen el modelo (Tabla 3 y 4). En el caso de las mujeres, se encontró la diferencia en la carrera que estudian y en el grupo de varones se ubicó en la carrera y en la actividad laboral del padre. Los promedios indican que las mujeres que dijeron estudiar la carrera de ingeniería en informática son las que otorgaran mayores puntos a los roles de los hombres, y las que dieron menos puntos son aquellas mujeres que están estudiando la carrera de ingeniería industrial.

Tabla 4 Modelos lineales generalizados de los cuatro factores  

Variables FACTORES
MUJERES HOMBRES
Mujer y roles en el
hogar
Roles de los hombres Mujer y mercado de
trabajo
Cuidados y
educación de los
hijos
Mujer y roles en el
hogar
Roles de los hombres Mujer y mercado de
trabajo
Cuidados y
educación de los
hijos
Carrera ** ** - - ** * ** **
Actividad laboral - - - - - - - -
Estado civil - - - - - - - -
Actividad de la madre ** - - - - - - -
Actividad del padre - - - - - * ** **
Escolaridad de la madre - - - - * - - -
Escolaridad del padre - - - - - - - -
Tiempo invertido
en tareas del hogar
- - - - - - * -
Quién trabaja más
en tu hogar
** - - * - - * -

(-) No hay efecto (p > 0.05), *p ≤ 0.05, **p ≤ 0.01.

Fuente: Elaboración propia.

Por su parte, en el grupo de los hombres se encontró que aquellos que estudian ingeniería en transporte son los que puntúan más alto en la percepción de sus roles. Con respecto a la variable que mide la actividad laboral de sus padres, se encontró que los jóvenes cuyos padres tienen negocio propio son los que otorgaron mayor valor a los roles, y los que menos otorgaron valor a los roles son aquellos cuyos padres en el momento del estudio estaban desempleados.

Modelo lineal generalizado del factor 3. Mujer y mercado de trabajo

Este factor agrupó ítems que miden la percepción con relación a las creencias de la mujer y el mercado de trabajo. En la prueba de contraste de Omnibus, el modelo lineal generalizado arrojó diferencia con el grupo de los hombres (p < 0.05), ubicándo las variaciones en los grupos formados con las variables de la carrera (p < 0.05), la actividad del padre (p = 0.00 < 0.05), el tiempo invertido en las tareas del hogar (p < 0.05) y en la variable de quién se percibe que trabaja más en el hogar (p < 0.05) (Tabla 3 y 4). Con respecto a la carrera, se halló que los varones que perciben en mayor medida el factor son los alumnos que estudian ingeniería en transporte, por otra parte se encontró que los estudiantes que señalan que sus padres son desempleados o que dicen tener su propio negocio son los que obtienen mayor calificación, además se encontró que los hombres que indicaron no dedicar ninguna hora a las tareas del hogar dan mayor puntuación; por último, los hombres que piensan que las mujeres son las que trabajan más en el hogar son los que otorgan más valor al factor.

Modelo lineal generalizado del factor 4. Cuidado y educación de los hijos

Este factor integra elementos que se relacionan con el cuidado y la educación de los hijos. Se aplicó el modelo lineal generalizado, encontrando diferencias en las mujeres (p < 0.05) y hombres (p < 0.05) (Tabla 3). Para el caso de las mujeres, en los efectos del modelo se encontró diferencias entre los grupos formados por la variable quién trabaja más en el hogar (p < 0.05), hallándose que las mujeres que califican más alto son aquellas que señalaron que son las mujeres las que trabajan más en el hogar. Ahora bien, en el grupo de los varones, las variaciones se encuentran en la carrera (p < 0.05) y la actividad laboral del padre (p < 0.05). Se encontró que los estudiantes varones que cursan la carrera de ingeniería en transporte tienen mayor percepción de que el cuidado de los hijos se les asigna a las mujeres; de igual forma, se observa esta percepción en los jóvenes que indicaron que sus padres cuentan con su propio negocio (Tabla 4).

Discusión

En este estudio se hizo evidente que las mujeres que perciben con mayor intensidad los roles en el hogar son aquellas cuyas madres están dedicadas a las actividades de la casa, en el caso de los hombres parece que la escolaridad de las madres influye en la forma en que ellos perciben los roles que desempeñan las féminas en el hogar. En investigaciones realizadas en Estados Unidos, Suecia y México se encontró que las mujeres que destinan más tiempo a las tareas del hogar tienden a incrementar los conflictos con la familia, y eso disminuye la felicidad e incrementa los niveles de estrés, aunado a la percepción de la insatisfacción que se tienen en la división de las tareas domésticas (Baxter & Tai, 2016; Casique-Rodríguez, 2008; Harryson, Aléx & Hammarström, 2016; Pedrero, 2004; Sayer & Fine, 2011). La escasa distribución de las actividades en el hogar conlleva a una serie de complicaciones en los que la desigualdad aparece e impone su voluntad, lo que provoca diversidad de complejidades en la convivencia en la familia y limita tiempos y oportunidades de realización para las mujeres (Baker, 2012; Craig & Powell, 2018).

En la investigación se encontró que aquellas mujeres que estudian la carrera de ingeniería industrial dieron menos puntos a las creencias relacionadas con los roles de género de la mujer en el hogar y los roles de los hombres; esto se contrapone a los hallazgos encontrados por Cubillas et al. (2016), quienes mencionan la existencia de mayores prejuicios y estereotipos en las facultades de ingeniería por ser programas con una matrícula masculinizada.

Se sabe que las mujeres que dedican más horas a los quehaceres domésticos disminuyen su ingreso, aunado a la creencia de que los hombres son los proveedores, esto es un motor generador de desigualdad entre el trabajo remunerado y el no remunerado (Baxter & Hewitt, 2013). Otros hallazgos han arrojado que esta división sexual del trabajo en casa para muchas mujeres es percibida como injusta porque les ofrece más tiempo a ellos que a ellas (Baxter & Hewitt, 2013; Öun, 2013).

Con respecto al factor que evalúa a la mujer y el mercado de trabajo, se halló que los hombres que no dedican ninguna hora al trabajo doméstico y que sienten que son las mujeres las que trabajan más en el hogar son los que calificaron más alto situaciones como las creencias de: a) que existen trabajos adecuados para hombres y para mujeres; b) si las mujeres se embarazan, pueden perder su empleo; y c) cuando una mujer tiene un trabajo de tiempo completo, sacrifica su vida familiar. En el caso de México, las mujeres le dedican al trabajo doméstico un promedio de 39.2 horas a la semana (INEGI, 2018). Se observa que existe una brecha entre los tiempos libres entre hombres y mujeres: las mujeres siguen dedicando mayor tiempo al cuidado de los hijos y al trabajo remunerado que los varones, lo que implica que los hombres tengan mayor tiempo de ocio que las mujeres (Sayer & Fine, 2011. En el caso de México, Pedrero (2014) menciona que las mujeres continúan siendo las responsables del trabajo doméstico, lo que genera que ellas se vean limitadas en el acceso al mercado de trabajo remunerado; además, las mujeres que no acceden al empleo remunerado son dependientes económicamente y en ocasiones están recluidas en sus casas, dejando de lado posibilidades de desarrollo profesional.

La economía del cuidado y la economía feminista enfatizan la emergencia de hacer visible el trabajo doméstico no remunerado. Aquí se incorporan todas aquellas actividades que son fundamentales para la supervivencia de las personas, tales como el cuidado de otras personas, la limpieza del hogar, la adquisición y la elaboración de alimentos, el transporte de las personas para que lleguen a efectuar sus rutinas cotidianas, la supervisión del trabajo de las cuidadoras que reciben un sueldo, los cuidados a las personas de la tercera edad, enfermos o discapacitados (Rodríguez, 2015).

Por último, el instrumento que se construyó y fue validado es adecuado para que en futuras investigaciones sea aplicado a muestras de jóvenes que se encuentren estudiando la educación superior y, de esta forma, se puedan realizar comparativos con otras regiones. De igual forma, sería importante trabajar con muestras de adolescentes que se encuentran estudiando la educación media superior para identificar las diferencias con respecto a las percepciones.

Las limitaciones del estudio se centran en la población que participó. Se sugiere que se amplíe la muestra a otras poblaciones, aunado a trabajar con el factor que mide los cuidados y el factor de la mujer y el mercado de trabajo, ambos pueden integrar más variables para poder analizar las percepciones de los jóvenes respecto a los roles de género.

Conclusiones

Las instituciones educativas deben estar comprometidas con la educación basada en la igualdad de género, por lo que deben establecer en sus agendas y planes de desarrollo programas que permitan ofrecer conocimientos sobre los roles y los estereotipos de género y las formas en cómo estos repercuten en el desarrollo de las mujeres y los hombres en diversos ámbitos. Los estereotipos discriminatorios son obstáculos invisibles que se presentan en la división del trabajo doméstico, en el mercado de trabajo y en la actividad académica. Lo anterior genera espacios poco productivos, carentes de oportunidades y, por lo tanto, con escaso desarrollo social y económico para las naciones. Además, se tiene que sensibilizar a los estudiantes sobre los modelos tradicionales que reproducen estereotipos que se gestan en la familia, por lo que se tiene que trabajar para que ellos entiendan que esas creencias ponen en desventaja tanto a los hombres como a las mujeres, e incluso les resta felicidad. Los estereotipos aprendidos en la casa marcan las construcciones que los jóvenes tienen de los roles que desempeñan los hombres y las mujeres en la sociedad. Cuando esos estereotipos provienen del modelo tradicional, pueden generar violencia de género.

La escuela es el lugar en donde se debe detonar la generación de espacios que promuevan la igualdad que garantice que recibirán un trato justo tanto mujeres como hombres en los procesos de enseñanza aprendizaje, por lo que se debe trabajar en la formación de profesores en materia de igualdad de género. Es imprescindible activar las redes de género en las instituciones de educación superior para que hagan mayor presencia, además de promover la investigación con perspectiva de género, así como promover la implementación y seguimiento de los modelos de gestión de equidad de género; que su alcance acapare a los estudiantes y permita la transversalización de género por medio de políticas institucionales que procuren promover la paridad entre ellas y ellos. Es indispensable que en las escuelas se estudien las buenas prácticas y políticas para la igualdad de género, además de fomentar el desarrollo de proyectos que se encuentren orientados a impulsar la igualdad en las esferas de lo social, político, económico y cultural.

Por lo anterior, es necesario enfatizar que para poder avanzar en materia de la igualdad de género no basta con cambiar el contexto y el desarrollo de políticas públicas: es prioridad que las mujeres puedan visualizarse como agentes de cambio, capaces de tener control de su vida y de sus decisiones; por lo tanto, son necesarias todas aquellas políticas públicas encaminadas a empoderarlas en materia de salud, acceso a la educación e igualdad de oportunidades (Gibbons & Luna, 2015; Hietanen & Pick, 2015). En el caso de los hombres, es imprescindible trabajar en la implementación de programas educativos que permitan sensibilizarlos en materia de equidad de género, pero es necesario analizar sus efectos en los comportamientos reales y efectivos en ellos, ya que es evidente que en diversos programas se contempla solo a las mujeres y no se vislumbran los efectos en los varones; de no hacerlo, es posible que se continúe con un empantanamiento en las acciones afirmativas expuestas en los organismos internacionales (Walter, 2018; Zwingel, 2020). Sin embargo, tiene que quedar claro que todas las acciones e intervenciones que se desarrollen e implementen deben considerar a las mujeres y a los hombres, de manera que ambos tomen conciencia y sean parte del cambio. Además, no debe olvidarse que tanto mujeres como hombres sufren de diversas formas de violencia, por lo que ambos deben incorporarse a los programas que se diseñen para poder avanzar en materia de la igualdad de género. Esto coincide con lo expuesto por Corrigall & Konrad (2006), que señalan que los países con valores encaminados a promover la igualdad son capaces de proporcionar esquemas que permitan contar con un sistema que priorice el cuidado infantil y que apoye a las familias en la crianza de los hijos. En sociedades igualitarias, los hombres y las mujeres ponen el mismo valor al nivel de ingresos de ambos y las estructuras sociales se reacomodan de tal manera que permiten que ambos busquen puestos de trabajo bien remunerados. Se está de acuerdo con Zavyalova & Kosheleva (2010) acerca de que las perspectivas que tienen las mujeres para la promoción profesional no han cambiado mucho, ya que se les ha asignado en algunos sectores el papel de una mano de obra relativamente barata y en algunas ocasiones están prácticamente excluidas de la administración pública; además, se enfrentan al techo de cristal en la promoción hacia puestos ejecutivos en la industria y se ven obligadas a tomar la ruta de la iniciativa empresarial y el autoempleo si quieren lograr mayores niveles de independencia y responsabilidad de sus carreras. En el caso de México, de acuerdo con Rodríguez & Limas (2017), las mujeres han incrementado su participación en el mercado laboral, acceden a las universidades, incluso demuestran un destacado desempeño académico, pero al parecer ellas continúan percibiendo salarios inferiores.

La educación es una herramienta poderosa que permite brindar nuevas perspectivas con respecto a los roles sociales de género; esto apoya y fomenta la concientización sobre la importancia de la igualdad. Estudiar los roles de género permite diagnosticar los puntos de vista de los jóvenes quienes se convertirán en adultos y serán los responsables del buen rumbo de la sociedad (Adana et al., 2011). Por lo tanto, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres también debe tener raíces y confirmación en la escuela, en donde se deben proporcionar funciones que no están basadas en el sexo biológico, sino en las habilidades y competencias, y evitar el riesgo de reproducir papeles basados en modelos tradicionales y estereotipados (Damigella & Licciardello, 2014).

Es necesario que las escuelas trabajen en paralelo con las políticas que promueven la igualdad de género y orientarlas para conseguir el fortalecimiento hacia la sensibilización. Se deberían promover las acciones desde las Naciones Unidas, como la campaña He for She y Planeta 50/50.

Agradecimientos

Nuestro agradecimiento al Instituto Politécnico Nacional por el apoyo brindado a través del proyecto SIP 20151508.

Referencias

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Como citar: Hernández-Herrera, C. A. (2019). Los jóvenes mexicanos y sus construcciones relacionadas con los roles de género. Acta Universitaria 29, e2439. doi. http://doi.org/10.15174.au.2019.2439.

Recibido: 22 de Noviembre de 2018; Aprobado: 13 de Septiembre de 2019; Publicado: 13 de Noviembre de 2019

* Autor para correspondencia. Correo electrónico: al9505@gmail.com

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