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Acta universitaria

versión On-line ISSN 2007-9621versión impresa ISSN 0188-6266

Acta univ vol.29  México  2019  Epub 11-Sep-2020

https://doi.org/10.15174/au.2019.2360 

Artículos

Capital social y nivel educativo en población adulta de Ocotlán, Jalisco

Share capital and level of education in the adult population of Ocotlán, Jalisco

Eduardo Hernández González1 

Karla Alejandra Contreras Tinoco2  * 

1 Universidad de Guadalajara.

2 Licenciatura de Psicología, Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara. J. Encarnación Rosas No. 117, Col Marcos Castellanos. Ocotlán, Jalisco, México. 47870. Teléfono (9259400 ext. 48393).


Resumen

El capital social y la educación son bienes sociales vinculados en una relación de generación mutua. Sostener esto parece un lugar común, proporcionar evidencia que lo confirme es menos frecuente de lo que podría esperarse. Por ello, el propósito de este trabajo es mostrar los resultados del análisis de la relación entre el capital social y el nivel educativo de los ocotlenses. Los datos provienen de un estudio empírico realizado en la ciudad de Ocotlán, Jalisco. En el estudio participaron 420 personas mayores de 18 años de las diferentes colonias del municipio. Para el diseño muestral y su distribución se consideraron las variables de sexo y colonia de residencia. Los análisis se realizaron mediante pruebas estadísticas que permitieron identificar la relación entre variables, tales como correlaciones de Pearson, Chi-cuadrado, Anovas, prueba de Levene, Games Howell y Tukey. En las conclusiones se sostiene, a partir de los resultados, que en efecto el nivel educativo está asociado con mejores niveles de capital social, específicamente en las dimensiones de redes sociales, redes vecinales y apoyo social.

Palabras clave: Capital social; nivel educativo; redes sociales; redes vecinales; apoyo social

Abstract

Share capital and education are social assets associated in a mutual generation relationship. Supporting this statement seems to be commonplace, but providing evidence that confirms it is less frequent than expected. For this reason, the purpose of this paper is to show the results of the analysis of the relationship between social capital and the educational level of the people from Ocotlán, Jalisco. The data come from an empirical study conducted in the city of Ocotlán, Jalisco. The study involved 420 people older than 18 years of age from different neighborhoods of the municipality. For the sample design and its distribution, the variables of sex and place of residence were considered. The analyzes were performed through statistical tests that allowed to identify the relationship between variables, such as: Pearson correlations, Chi-square, Anovas, Levene test, Games Howell, and Tukey. In the conclusions, it is sustained, from the results, that in fact the educational level is associated with better levels of social capital, specifically in the dimensions of social networks, neighborhood networks, and social support.

Keywords: Social capital; educational level; social networks; neighborhood networks; social support

Introducción

La teoría sobre el capital social, a lo largo de sus casi tres décadas de desarrollo, ha venido aportando evidencia sobre sus efectos benéficos para el logro de ciertos fines. La investigación ha mostrado que incide en el comportamiento de variables sociales como la educación (Lechner, 1999; Ramírez Plascencia & Hernández González, 2012), participación cívica y democracia (Putnam, 1993; 2005) y organizaciones sociales (García, García, Becerra, Brito & Castillo, 1997; Ramírez Plascencia, 2012; Reygadas, 1998; Saz & Sajardo, 2007). Asimismo, el capital social contribuye a explicar fenómenos como la pobreza (Arriagada, 2003; Bebbington, 2004; Durston, 2002), la violencia, la delincuencia (Buvinic, Morrison & Shifter, 1999; Hernández González, 2014) y la criminalidad (Rosenfeld, Messner & Baumer, 2001), entre otros.

En esa medida, y desde sus orígenes, el concepto se ha convertido en una herramienta útil para entender, además de los efectos que se producen en diversos ámbitos de la vida social, los factores que favorecen su propio desarrollo. Tal es el caso del papel que tiene la educación (léase el nivel educativo de la población o de grupos en particular) como un componente que favorece o no la generación del capital social y, por el contrario, el impacto del capital social en el nivel educativo de la población e incluso en la eficacia de las escuelas y el rendimiento escolar.

Con el propósito de mostrar los resultados del estudio, a continuación, se procede a describir el contexto teórico y empírico del trabajo. Para ello, se realiza un breve repaso del desarrollo del concepto de capital social y del estado del arte respecto de la investigación empírica que se ha realizado sobre la asociación entre el capital social y el nivel educativo. Consecutivamente, se plantean las coordenadas metodológicas del estudio, en las que se describe: el diseño, las características de la población de estudio y de la muestra, así como el instrumento utilizado para la recolección de la información. Esto con la finalidad de que el lector tenga elementos para conocer las propiedades internas del estudio.

Finalmente, se presentan los resultados y su discusión, puestos en la perspectiva teórica del capital social y su vinculación con la variable estructural del nivel educativo de la población. Por último, se plantean las conclusiones que se derivan de análisis de los resultados.

Revisión de la literatura

En el desarrollo del concepto de capital social se pueden identificar al menos tres de sus principales definiciones que han sido reconocidas como las fuentes en las que se originó y elaboró de manera sistemática el constructo. Estas fuentes corresponden a Bourdieu, Coleman y Putnam (véase Ramírez Plascencia, 2005b). En años recientes, la recepción académica y científica del concepto ha dejado en claro la solidez y la importancia teórica del capital social, así como su aplicación en múltiples problemáticas (Durlauf, 2002; Rosenfeld et al., 2001).

El amplio interés puesto en el concepto motivó la aparición de diversas formas de definir y abordar el capital social (Coleman, 1989, 2000; Klisksberg, 1999; Macinko & Starfield, 2001; Portes, 1998; Putnam, 2005; Rosero-Bixbi, 2006; Rosenfeld et al., 2001; Saz & Sajardo, 2007). Autores como Portes (1998) establecen que es un concepto que se enfoca en los resultados favorables de la socialización, como se ha reconocido por la mayoría de quienes se han dedicado a estudiar el capital social. Putnam (1993) lo define como las redes, las normas y la confianza en virtud de lo cual la acción colectiva produce resultados de beneficio mutuo y colectivo.

En el mismo sentido, se hayan posturas teóricas como la de Rosenfeld et al. (2001), quienes sugieren que capital social es un concepto que, en términos generales, se refiere al número de redes y relaciones familiares, amistosas o vecinales que un individuo tiene y que se convierten en elementos que facilitan su éxito y desarrollo. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2001), citado en Saz & Sajardo (2007), señaló que capital social son redes que contienen normas, valores y opiniones compartidas que finalmente facilitan la cooperación entre y sobre los grupos.

Por su parte, Baum & Ziersch (2003) subrayan que el concepto capital social en tiempos recientes se ha orientado al diseño de políticas públicas en educación, mismas que han nacido con la finalidad de mejorar el nivel educativo, reducir los índices de violencia, disminuir el número de homicidios, entre otros.

En suma, el capital social es una función, un producto y un activo social que se genera en virtud de las redes de relaciones entre personas, por lo que queda establecido que el capital social de un individuo solamente puede formarse a través de su convivencia en grupos humanos (Bourdieu, 1986, citado en Sobel, 2002); así, este concepto se asume ligado al conjunto de personas que conocemos, las cuales constituyen una red de vínculos que le permiten a un individuo nutrirse laboral, cultural y humanamente (Sobel, 2002). De igual modo, es evidente que para estos autores (Baum & Ziersch, 2003; Portes, 1998; Putnam, 1993; Rosenfeld et al., 2001) el capital social ofrece beneficio, es favorecedor y facilita el éxito, el bienestar y la cohesión sociales de las personas.

Tipos de capital social

Putnam (2003; 2005) desarrolló una de las primeras clasificaciones en la que propuso ocho tipos diferentes de capital social (formal/informal, denso/tenue, vuelto hacia dentro/vuelto hacia fuera, vinculante/que tiende puentes) (Ramírez Plascencia, 2005b).

Durston (1999), citado por Saz & Sajardo (2007), desarrolló también una clasificación que distingue diferentes escalas en las que se produce y opera el capital social. Señala la existencia de un capital individual, que no es otra cosa que la red de relaciones útiles que posee una persona y que le permiten obtener beneficios. Otro tipo de capital, que el mismo autor propone, es el capital empresarial que está vinculado con los recursos que se mueven en las redes y relaciones, con la finalidad de conseguir ventajas laborales y competitivas. Existe también el capital comunitario, mismo que se encuentra orientado a la capacidad de actuar en un colectivo con la finalidad de conseguir metas compartidas por un grupo. Finalmente, está el capital público, que se refiere a las relaciones estatales y agentes que impulsan y permiten el funcionamiento de tareas de forma óptima y rápida. Este capital nace dentro de las instituciones públicas y privadas e incide positivamente en el crecimiento cultural, económico y educativo de un lugar.

En síntesis, estos autores coinciden en que el capital social es el conjunto de recursos con los que cuenta un individuo o un grupo como producto de sus relaciones, sus redes y la cooperación que se da entre ellos en el contexto de la sociedad (Saz & Sajardo, 2007). Estos recursos tienen impacto en diferentes esferas (individual, empresarial, colectiva y comunitaria) y de distintos niveles (laboral, educativo, entre otros).

Estudios previos sobre capital social y nivel educativo

Con propósitos similares al de este trabajo se han llevado a cabo estudios empíricos que buscan relacionar el capital social y la educación, por ejemplo, el trabajo de Teachman, Paasch & Carver (1997), citados en Klisksberg (1999), quienes pretendían conocer la influencia que tiene el capital social en el rendimiento educativo de los niños. El trabajo considera los lazos de la familia con la comunidad, la dinámica familiar y el número de ocasiones en que el niño se cambió de escuela. La hipótesis general del estudio fue que el capital social incide positivamente en otras formas de capital, como el financiero, el cultural y el humano, y que esto impacta favorablemente en el rendimiento escolar, a propósito de las redes sociales que se producen y activan entorno de la educación de los hijos.

En la misma vertiente, se encuentra el trabajo de Jonsson & Gahler (1997) en el que identifican la relación entre el rendimiento escolar y la estructura familiar de los alumnos. Los hallazgos de este estudio señalan que los hijos de familias divorciadas muestran menor rendimiento educativo que los hijos de familias nucleares que cuentan con los dos padres.

Wilson (1994), citado en Klisksberg (1999), en un estudio realizado con 600 000 niños estadounidenses, encuentra que los niños que vivían en familias monoparentales eran más frecuentemente emocionales y propensos a tener relaciones conflictivas con su grupo de pares. Este rasgo de la estructura familiar referido a la monoparentalidad, al número de miembros y a su respectiva asociación con el rendimiento escolar ha sido interpretado desde la perspectiva del capital social. Desde esta perspectiva, se ha considerado que la atención al desempeño escolar, la intensidad y la calidad de las relaciones de los padres con los hijos son algunos de los indicadores del capital social familiar (propuestos por Coleman, 2000). Estos indicadores requieren de inversión de tiempo del que el padre o la madre de los hogares monoparentales no disponen, porque su trabajo no se los permite, ya que generalmente tienen doble carga laboral (empleo y trabajo doméstico) y no tienen pareja con la cual compartir las obligaciones vinculadas con la educación de sus hijos, ni tampoco disponen de tiempo para colaborar con los grupos de padres de familia. Estas circunstancias reducen sustancialmente los vínculos intergeneracionales (la relación con los hijos y con los padres de los amigos de los hijos) y limita las capacidades de cooperación y participación en las actividades escolares.

En numerosos estudios más (Chaparro, 2001; Klisksberg, 1999; Meneses, Momimo & Muñoz, 2005; Pereira, Pereira & Ziritt, 2005) se ha buscado identificar en qué medida el nivel educativo, como característica de comunidades o grupos, está asociado con los niveles de capital social. Otro grupo de autores han propuesto que un nivel educativo alto puede incidir positivamente en la estructuración del capital social o, bien, que el bajo nivel educativo puede intervenir negativamente en la formación de capital social (Chaparro, 2001; Klisksberg, 1999; Pereira et al., 2005; Saz & Sajardo, 2007).

Más recientemente, Park & Holloway (2013; 2017) han demostrado el efecto de la participación de los padres en el logro educativo. Esto lo han hecho mediante estudios con adolescentes (2013) y con estudiantes de preescolar y primaria (2017). En estos estudios, los autores encontraron que la participación de los padres y el tamaño de las redes de estos mejoran la eficacia general de la escuela y el rendimiento general de los alumnos (2017), sobre todo de escuelas públicas que reciben hijos de familias de nivel socioeconómico bajo. Estos hallazgos aportan evidencia que despeja las dudas que durante varios años han caído sobre la asociación del capital social con el logro escolar, en el sentido de que las evidencias recogidas no confirmaban, ni rechazaban de manera contundente la hipótesis según la cual el capital social afecta el logro educativo y la eficacia escolar (Ramírez Plascencia & Hernández González, 2012).

Park & Holloway (2017) y Park, Stone & Holloway (2017), mediante “el uso de modelos de curva de crecimiento de tres niveles”, han logrado mostrar “el verdadero crecimiento en el rendimiento estudiantil” y la eficacia de las escuelas, “así como la influencia de la participación de los padres en la escuela en ese crecimiento, controlando factores poco claros de la relación de la familia con la escuela”.

En el contexto de este debate, en el presente estudio se buscó identificar la relación entre el nivel educativo general de los ocotlenses y el capital social, a través de la aplicación de un cuestionario, desarrollado en Inglaterra y adaptado al contexto mexicano por Ramírez Plascencia (2005a) en el 2004, que mide dimensiones y características del capital social.

La hipótesis que se busca probar es que a mayor nivel educativo de la población mayor de 18 años de Ocotlán, esta tendrá mayores niveles de capital social, en virtud de que este es uno de los bienes que la educación promueve, suposición que se basa en la premisa de que habrá mayores niveles de capital social en comunidades con niveles elevados de educación (Putnam, 2005). Aunque esta afirmación fue planteada expresamente por Putnam, es también una tesis que puede encontrarse en los trabajos de Coleman (2000) y de Bourdieu (2000), sobre todo cuando asocian el capital social con el capital humano, en el caso del primero, y con el capital cultural en el caso del segundo. Lo cierto es que, para ambos, el capital social puede explicar la producción de capital humano y cultural, y a la inversa1.

También han señalado Lechner (1999) y Putnam (2002), citado en Smyth (2004) que las redes de apoyo a nivel local o global permiten articular recursos que mejoran la eficiencia y eficacia de las estructuras económicas, culturales y educativas de la sociedad.

Materiales y Métodos

La hipótesis a contrastar fue la siguiente: “a mayor nivel educativo de la población mayor de 18 años de Ocotlán, esta tendrá mayores niveles de capital social”.

El diseño del estudio fue transversal cuantitativo y correlacional. El muestreo fue aleatorio estratificado proporcional y polietápico. Entre octubre y diciembre de 2015 se aplicaron 420 encuestas en las 36 secciones electorales de la cabecera municipal de Ocotlán, Jalisco. Con relación a los instrumentos se usó el cuestionario de redes vecinales y capital social construido por un grupo de investigadores (Coulthard, Walker & Morgan, 2002) a solicitud de la Health Development Agency. El cuestionario fue aplicado originalmente en Gran Bretaña para medir “la distribución de los diversos indicadores de capital social en la población; la variación con respecto de variables sociodemográficas y factores geográficos, y la interrelación entre los diferentes aspectos del capital social” (Coulthard et al., 2002); en el 2005 fue traducido y adaptado al contexto mexicano por Ramírez Plascencia (2005b).

El instrumento en cuestión se compone en total de 50 reactivos con escala tipo Likert, distribuidos en cinco dimensiones2: compromiso cívico, relaciones vecinales, redes sociales, apoyo social y percepciones del área local, como se aprecia en la Tabla 1. Además, una batería de preguntas para identificar las características sociodemográficas de la muestra, en razón de que los factores socioestructurales han sido considerados como variables que determinan la generación y mantenimiento del capital social.

Tabla 1 Estructura del cuestionario. 

Dimensiones Principales ítems Indicadores
Percepciones del área local.

  1. Tiempo de residencia en el área donde viven

  2. Si disfrutan vivir en el área donde viven

  3. Percepciones sobre las facilidades urbanas de su vecindario

  4. Percepciones sobre los problemas urbanos de su vecindario

  5. Sentimiento de inseguridad

  6. Experiencia de ser víctima de algún delito

  • Facilidades sociales o urbanas (cómputo de respuestas a 5)

  • Problemas locales (cómputo de respuestas a 6)

Compromiso cívico

  1. Percepción sobre el nivel de información de asuntos del vecindario

  2. Percepción sobre el nivel de influencia

  3. Percepción sobre la capacidad de influencia de los vecinos

  4. Participación en organizaciones barriales

  5. Participación desempeñando responsabilidades

  6. Participación cívica no convencional (escribir a periódicos, contactar a autoridades, etc.)

  • Se siente cívicamente comprometido (respuestas positivas a 1,2 y 3).

  • No comprometido cívicamente (respuestas negativas a 1, 2 y 3, así como a 4 y 6)

Relaciones vecinales

  1. Interacción cotidiana con vecinos

  2. Nivel de conocimiento entre ellos

  3. Nivel de confianza hacia los vecinos

  4. Percepción sobre el grado en que los vecinos se cuidan unos a otros

  5. Hacer favores a los vecinos

  6. Recibir favores de los vecinos

  • Reciprocidad (respuestas positivas a 4, 5 y 6).

  • Buena vecindad (las anteriores más respuestas positivas a 1, 2 y 3)

Redes sociales

  1. Frecuencia con la que habla por teléfono o ve a parientes no residentes en el hogar

  2. Frecuencia con la que habla por teléfono o ve a amigos

  3. Número de parientes no residentes en el hogar que viven en la misma zona

  4. Número de amigos cercanos que viven en la misma zona

  • Redes de parientes satisfactorias (respuestas positivas a 1 y 2).

  • Redes de amigos satisfactorias (respuestas positivas a 3 y 4).

  • Redes de amigos y parientes no Satisfactorias (cómputo de respuestas negativas)

Apoyo social

  1. Contar con alguien en caso de necesitar con urgencia un aventón

  2. Qué tipo de persona relacionada con él o ella le podría ayudar

  3. Contar con alguien en caso de necesitar ayuda en casa por enfermedad incapacitante

  4. Qué tipo de persona relacionada con él o ella le podría ayudar

  5. Contar con alguien en caso de necesitar con urgencia un préstamo.

  • Bajo apoyo social (los casos en que no se contó con al menos tres apoyos en 8).

Fuente: Ramírez (2005a), con base en Coulthard et al. (2002).

En lo que se refiere al diseño muestral, se consideró el número total de habitantes de cada colonia, así como el número de mujeres y hombres, con todo esto se consiguió que la muestra fuera representativa por sexo y colonia. Para ello, se consideró una distribución proporcional de la muestra general según el número de habitantes hombres y mujeres residentes en cada colonia con datos obtenidos de la Geografía Electoral del 2015 (Instituto Electoral y de Participación Ciuadana [IEPCJAL], 2017). La selección de la manzana y hogar a encuestar se realizó de forma aleatoria simple; sin embargo, no se levantaron más de dos encuestas por calle (una a una mujer y otra a un hombre) y no se aplicaron más de dos instrumentos por casa. El nivel de confianza del estudio es de 95%, con un factor de error de 5%. Los factores de inclusión fueron: vivir en Ocotlán, tener más de 18 años y vivir en la colonia a encuestar.

Finalmente, los datos obtenidos fueron procesados y analizados a través del programa estadístico Statistical Package for Social Sciences (SPSS). En el análisis detallado se hicieron distintas pruebas que permitieron identificar la relación entre variables, tales como: correlaciones de Pearson, Chi-cuadrado, Analisis Of Variance (Anovas), prueba de Levene, Games Howell y Tukey. Los hallazgos más significativos se muestran en el apartado siguiente.

Resultados

En este apartado se muestran los resultados obtenidos de la aplicación de la encuesta y del análisis de los datos. En primer lugar, se describe la composición sociodemográfica de la muestra. Enseguida, se exponen los análisis de relación entre los componentes constitutivos del capital social y se analiza, mediante pruebas estadísticas, la asociación con los niveles educativos de la población en estudio.

En esta investigación participaron 219 mujeres y 201 hombres. Las edades de los participantes oscilaron entre 18 y 85 años. El 27.4% de los informantes se encontraba en el grupo de edad entre los 18 y 29 años, el 20.7% entre 30 y 39 años. El 22.4% tenía entre 40 y 49 años el 15.7% entre 50 y 59 años, y el resto contaba con 60 años o más.

Con relación al nivel de escolaridad, el grupo más numeroso con el 26.9% tenía nivel de estudios de primaria. El segundo y tercer grupo, proporcionalmente iguales, fueron quienes tenían secundaria y preparatoria, cada uno con un porcentaje del 24.3%, enseguida, los que tenían nivel licenciatura con el 17.6% y, finalmente, el 1.4% había alcanzado algún nivel de posgrado. Cabe destacar que el resto de los participantes (6.7%) no tenían o no reportaron algún nivel de estudio.

A través de la prueba de Anova, se identificó que existe una relación significativa entre el nivel educativo y las dimensiones de relaciones vecinales, particularmente, en el indicador de buena vecindad y en la de redes sociales y apoyo social. Por el contrario, el nivel educativo no mostró relación significativa en las dimensiones de compromiso cívico (F = 0.862, P = 0.508) y percepción del área local (F = 0.986, P = 0.426). Tampoco se mostró relación significativa en la dimensión de redes vecinales, en el indicador de reciprocidad (F = 0.501, P = 0.775).

Redes vecinales

En lo que se refiere a red vecinal (buena vecindad), hay una relación entre el nivel educativo y la buena vecindad (F = -3.001, p = 0.011). La diferencia entre grupos, según nivel educativo, si bien es pequeña, pero significativa. Sin embargo, en los análisis post hoc se encontró que las diferencias entre los distintos niveles educativos y las redes vecinales se diluyen, por lo que no se puede sostener, específicamente, que los miembros de un nivel educativo tengan mejores relaciones vecinales que otro. Con todo, en la prueba de Tukey se observó que las diferencias se encuentran entre el nivel de posgrado y los niveles primaria (sig. = 0.051) y secundaria (sig. = 0.079), aunque no son significativas. Cabe señalar que se optó por realizar la prueba de Tukey, debido a que las varianzas sí fueron iguales (Prueba de Levene = 0.637, P = 0.671).

Ya en análisis desagregados por ítems, mediante la prueba de chi-cuadrado, se observó que al evaluar si hay distinciones sobre el interés mostrado por los vecinos en resolver asuntos y problemas de la colonia; no se presentan diferencias por nivel educativo (X2 = 30.109, gl = 25, p = 0.220). Tampoco las hay respecto de la percepción de colaboración entre vecinos de la colonia para resolver conflictos (X2 = 25.437, gl = 25, p = 0.438). Además, la escolaridad no aparece como significativa en el nivel de participación en organizaciones dentro de la colonia o barrio (X2 = 4.660, gl = 5, p = 0.459).

Redes sociales

Se puede sostener, con base en los datos, que en términos generales el nivel educativo y la dimensión de redes sociales sí están asociadas de manera significativa (F = 8.524, P = 0.000). Para los análisis post hoc se procedió a realizar la prueba Games Howell, ya que se obtuvo un 3.26 en la prueba de Levene, con una significación de 0.007. En los post hoc, tal como se puede observar en la Tabla 2, se evidencia que hay diferencias significativas entre las personas que no tienen ningún grado de estudios y las personas que tienen preparatoria, licenciatura y posgrado. Hay diferencias entre los participantes con nivel primaria y los grupos de personas que tienen nivel educativo de preparatoria y licenciatura. Asimismo, se observa que hay distinciones significativas entre los participantes de nivel licenciatura, primaria y personas sin estudios.

Tabla 2 Resultados post hoc con prueba Games Howell de variables relaciones sociales y niveles educativos. 

(I) Nivel de escolaridad (J) Nivel de escolaridad Diferencia de medias (I-J) Sig.
Ninguna Primaria -2.92857 0.521
Secundaria -4.42150 0.112
Preparatoria -6.89011* 0.002
Licenciatura -7.41120* 0.001
Posgrado -7.35714* 0.018
Primaria Ninguna 2.92857 0.521
Secundaria -1.49293 0.668
Preparatoria -3.96154* 0.001
Licenciatura -4.48263* 0.000
Posgrado -4.42857 0.130
Secundaria Ninguna 4.42150 0.112
Primaria 1.49293 0.668
Preparatoria -2.46861 0.105
Licenciatura -2.98970* 0.021
Posgrado -2.93564 0.437
Preparatoria Ninguna 6.89011* 0.002
Primaria 3.96154* 0.001
Secundaria 2.46861 0.105
Licenciatura -0.52109 0.993
Posgrado -0.46703 0.999
Licenciatura Ninguna 7.41120* 0.001
Primaria 4.48263* 0.000
Secundaria 2.98970* 0.021
Preparatoria 0.52109 0.993
Posgrado 0.05405 1.000
Posgrado Ninguna 7.35714* 0.018
Primaria 4.42857 0.130
Secundaria 2.93564 0.437
Preparatoria 0.46703 0.999
Licenciatura -0.05405 1.000

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados de la encuesta.

En el análisis de los indicadores de las redes sociales se identifican diferencias significativas por nivel educativo, con respecto a la intensidad de la relación con la familia (r = 0.195, p = 0.000). Se observa que los participantes que tienen mayor nivel educativo establecen una comunicación más frecuente con sus familiares. Estas distinciones son débiles, pero positivas y significativas. A su vez, se presentan diferencias importantes en la fortaleza de las redes sociales, entre las que se incluyen a los amigos. La correlación de los ítems ver a los amigos y el nivel educativo (r = 0.279, p = 0.000), así como entre la cantidad de veces que se habla con los amigos por teléfono (r = 0.397, p = 0.000), muestran que quienes tienen mayor nivel educativo hablan más y ven más a sus familiares y amigos que las personas de niveles educativos más bajos. Esto es, que quienes tienen un nivel educativo más alto tienen redes sociales más sólidas.

Apoyo social

Ahora bien, el apoyo social también es distintivo según el nivel educativo (F = 2.828, sig. = 0.016). Con base en la prueba de Levene, se determinó que las varianzas eran iguales (Leven = 0.198, sig. = 0.963), por lo que se procedió a efectuar la prueba de Tukey, en la que se encontró que se mantienen las diferencias significativas entre las personas con posgrado y las personas sin ningún nivel de estudios (T = -3.90, sig. = 0.044) y secundaria (T = -3.88, sig. = 0.025). En los niveles educativos de primaria y preparatoria no se identificaron diferencias significativas con los otros grupos, tal como se muestra en la Tabla 3.

Tabla 3 Post hoc con prueba Tukey para la relación entre apoyo social y nivel educativo. 

(I) Nivel de escolaridad (J) Nivel de escolaridad Diferencia de medias (I-J) Sig.
Ninguna Primaria 0.65107 0.907
Secundaria 0.01697 1.000
Preparatoria 0.54992 0.957
Licenciatura 1.07143 0.587
Posgrado 3.90476* 0.044
Primaria Ninguna -0.65107 0.907
Secundaria -0.63410 0.631
Preparatoria -0.10115 1.000
Licenciatura 0.42035 0.935
Posgrado 3.25369 0.099
Secundaria Ninguna -0.01697 1.000
Primaria 0.63410 0.631
Preparatoria 0.53295 0.816
Licenciatura 1.05446 0.193
Posgrado 3.88779* 0.025
Preparatoria Ninguna -0.54992 0.957
Primaria 0.10115 1.000
Secundaria -0.53295 0.816
Licenciatura 0.52151 0.872
Posgrado 3.35484 0.084
Licenciatura Ninguna -1.07143 0.587
Primaria -0.42035 0.935
Secundaria -1.05446 0.193
Preparatoria -0.52151 0.872
Posgrado 2.83333 0.223
Posgrado Ninguna -3.90476* 0.044
Primaria -3.25369 0.099
Secundaria -3.88779* 0.025
Preparatoria -3.35484 0.084
Licenciatura -2.83333 0.223

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados de la encuesta.

Al indagar en cada uno de los indicadores del apoyo social, todos los encuestados, desde los que no tienen estudios hasta los de posgrado, mostraron que tienen una red de apoyo importante, pues contestaron afirmativamente en más del 80% de sus respuestas. Sin embargo, quienes tienen posgrado respondieron que sí cuentan con alguien a quién recurrir en caso de necesitarlo en el 100% de las veces. Los de nivel primaria también mostraron un alto porcentaje en apoyo social (87%).

En suma, a través de este estudio se pudo corroborar que, efectivamente, las personas que han logrado alcanzar un nivel educativo superior, tienen también niveles más elevados de capital social. Las diferencias más importantes se observaron en tres de las cinco dimensiones que mide el cuestionario, estas son: redes sociales, relaciones vecinales y apoyo social. Lo anterior confirma parcialmente la hipótesis de la asociación entre capital social y niveles educativos. Consecuentemente, el nivel educativo provee de otros recursos que hacen posible que las redes sociales tengan alcances distintos.

Discusión

Los análisis de relación entre los componentes constitutivos del capital social, como: a) las redes vecinales, que se miden a través de indicadores de reciprocidad; que se expresa a través del intercambio real y sus expectativas, la confianza depositada en los miembros de la red y la buena vecindad; b) La dimensión de redes sociales, que incluye entre sus observables la intensidad y frecuencia de los lazos familiares y de amistad; y c) el apoyo social que se da en el contexto de estas redes mostraron que, en efecto, quienes tienen un nivel educativo más alto son quienes manifestaron mejores niveles en tres de las dimensiones de capital social que mide el cuestionario.

Estos resultados permiten sostener, siguiendo los hallazgos de los estudios de Park & Holloway (2017) y Park, Stone & Holloway (2017), que mediante la observación diferenciada de las dimensiones se pueden apreciar los efectos entre variables.

Asimismo, con el cuestionario se exploraron aspectos que permiten observar efectos o externalidades de las redes que, en conjunto, se pueden comprender como capital social, tales como percepciones y valoraciones del entorno físico y social y el compromiso cívico que se expresa a través de acciones individuales y colectivas encaminadas a resolver problemas y obtener beneficios individuales y colectivos. Estos aspectos son acciones que los miembros de una red llevan a cabo para el logro de beneficios al interior de la red, que favorecen a unos cuantos de sus miembros o, bien, acciones para obtener beneficios colectivos de mayor alcance, lo que en términos de la literatura del capital social se trata de la distinción entre bienes privados o públicos. Sin embargo, tal como se mostró en los resultados, no se encontraron relaciones significativas entre estas dimensiones y el nivel educativo.

Relaciones vecinales

Las relaciones vecinales son comprendidas como uno de los espacios privilegiados de las actividades asociativas, en los que se crean las redes sociales de cooperación e intercambio y son fuente de capital social. En este estudio, las redes vecinales se exploran a través de componentes constitutivos del objeto de estudio como el nivel de conocimiento, el nivel de confianza, la intensidad de las relaciones y la reciprocidad que comparten los ocotlenses en el seno de su vida cotidiana y en el emplazamiento de su contexto inmediato.

En el caso de esta dimensión, que mide las redes vecinales, en la perspectiva de la clasificación propuesta por Putnam (2003) entre el capital social de puente y vinculante, considerando los niveles obtenidos para otros de los componentes, los resultados mostraron que quienes tienen nivel de escolaridad de posgrado tienen mejores niveles de capital social de puente, a diferencia de los grupos con menor nivel de escolaridad, cuyos rasgos son del tipo de capital social vinculante.

El primero se refiere a las redes conformadas por miembros con características heterogéneas tales como nivel educativo, raza, religión, clase, vecindad. El segundo se refiere a los vínculos entre miembros con características homogéneas (Hernández González, 2014; Ramírez Plascencia, 2005b). En particular, se destaca que en los indicadores de buena vecindad hay un mayor conocimiento y contacto entre los vecinos que tienen menor nivel educativo (capital social vinculante). Asimismo, se observa que las personas con nivel educativo de posgrado tuvieron mayores expectativas en cuanto a intercambio de favores y ayuda.

Redes sociales

En los resultados se constató que la dimensión de redes sociales, compuestas principalmente por lazos familiares y de amistad, resultó más amplia y satisfactoria entre quienes tienen un nivel educativo más alto. Las personas con mayores niveles educativos recurren con mayor frecuencia a los contactos cara a cara y a la comunicación con familiares y amigos a través del teléfono u otras tecnologías de la comunicación, como redes sociales digitales. La composición (tipos de lazos y número de integrantes) de las redes sociales es un rasgo estructural que en la perspectiva de Coleman (2000) (en Ramírez Plascencia, 2005b) facilitan alguna forma de capital social. Particularmente, en el presente trabajo, destaca una mayor diferencia en los porcentajes en cuanto a lazos de amistad más fuertes y satisfactorios entre quienes tienen posgrado.

Asimismo, las respuestas muestran que el 100% de las personas de posgrado considera que los vecinos sí se cuidan unos a otros y, en un porcentaje igual, señalan haber hecho algún favor en los últimos seis meses. El 76% de personas con escolaridad de primaria piensa de igual forma. Se destaca también que, en los resultados globales para esta pregunta, en los que se incluyen a los encuestados de todos los niveles educativos, el 70% respondieron afirmativamente.

Quienes en menor porcentaje respondieron afirmativamente son los que no reportaron o no tienen algún nivel educativo. De manera que estos rasgos de la estructura de las redes dan cuenta del potencial generador de capital social de las redes de unos y otros (Coleman [2000], citado en Ramírez Plascencia [2005b]).

Estas funciones de cooperación y solidaridad son formas del capital social que se derivan de la red social, cuya estructura facilita la producción de bienes privados y públicos como se ha establecido en la literatura sobre el tema (Baum Ziersch, 2003; Portes, 1998; Putnam, 1993; Rosenfeld et al., 2001).

Apoyo social

Como se ha dicho arriba, entre las diferentes características y formas del capital social, el apoyo social es una de las que mejor ilustra los beneficios que la cooperación produce. Esta forma puede comprenderse a partir de lo que Bourdieu (2000) llamó “recursos disponibles” en virtud de la pertenencia a un grupo con el que se tienen vínculos estables. Para Coleman (2000) es una función de la estructura de las redes que se han formado por las relaciones entre personas, y para Putnam (2003) se trata de la reciprocidad generalizada en razón de la confianza y la convivencia social en una red social formal.

Los resultados que se obtuvieron del estudio mostraron que, en general, la muestra cuenta con redes de apoyo efectivas y que estas redes tienen entre tres y cinco miembros en promedio que son potencialmente fuente del apoyo. Quienes tienen nivel educativo de preparatoria o más se encuentran en el rango de los cinco, lo que significa que tienen una red más grande con una dispersión de dependencias del apoyo más amplia que quienes tienen nivel escolar de secundaria o menos.

Conclusiones

En el caso de las personas con niveles educativos más altos, se aprecia que la composición de las redes es más amplia y variada, lo que podría suponerse que se debe a que tienen, a su vez, una variedad más amplia de espacios de interacción y que en esos espacios son frecuentados por personas más heterogéneas y con diferentes niveles de capital social, cultural y económico.

Asimismo, se puede concluir que los ocotlenses cuentan con importantes reservas de capital social basadas en las redes familiares, de amistad y vecinales. Sus soportes se encuentran en el amplio conocimiento y reconocimiento de sus miembros, la confianza depositada en ellos y la reciprocidad y frecuencia de sus intercambios.

Se observó también que las manifestaciones derivadas de la vida asociativa de los ciudadanos tienen un soporte cultural y contextual fuerte; ya que, en gran medida, las redes existentes en la ciudad están acotadas por los límites geográficos de las colonias y barrios, así como por la relativa homogeneidad social, económica y cultural que estructura los barrios y colonias de la ciudad.

A partir de este estudio, se podría pensar en futuras líneas de investigación que exploren la relación del capital social con otras temáticas tales como: la confianza social hacia las instituciones, el compromiso cívico, la inseguridad y las organizaciones sociales vinculadas con las escuelas y centros educativos en el municipio. Finalmente, habría que señalar que algunas de las limitaciones del estudio fueron las relacionadas con el trabajo de campo que fue realizado en condiciones de tensión social por la inseguridad y desconfianza de los encuestados a la hora de colaborar.

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1 Para una descripción más detallada sobre el papel que se le ha dado a la educación y sus fenómenos asociados con el capital social, véase el artículo ¿tenía razón Coleman?, de Ramírez Plascencia & Hernández González (2012).

2Estas dimensiones fueron construidas a partir de los componentes del capital social propuestos por diferentes autores, para mayor detalle remítase el lector a las tablas 2 y 3, páginas 30-31 en Hernández González (2014).

Como citar: Hernández-González, E., & Contreras-Tinoco, K. A. (2019). Capital social y nivel educativo en población adulta de Ocotlán, Jalisco. Acta Universitaria 29, e2360. doi. http://doi.org/10.15174.au.2019.2360

Recibido: 17 de Agosto de 2018; Aprobado: 15 de Agosto de 2019; Publicado: 30 de Octubre de 2019

*Autor correspondencia. Correo electrónico: ctka_28@hotmail.com

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