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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.101 Ciudad de México abr. 2020  Epub 02-Oct-2020

https://doi.org/10.14350/rig.60101 

Trabajo de campo

El trabajo de campo mexicano de Suzanne Daveau (1966): objetos y prácticas de la geografía tropical francófona1

Francisco Roque de Oliveira* 

* Centro de Estudos Geográficos, Instituto de Geografia e Ordenamento do Território Universidade de Lisboa


Introducción: archivos, memorias de campo

Esta breve crónica sobre el trabajo de campo realizado en México por la geógrafa francesa Suzanne Daveau, en 1966, resulta de la labor de gabinete desarrollada como parte de la preparación del estudio sobre el cuaderno de campo mexicano de Orlando Ribeiro (BNP/D12/57), publicado en el número 100 de la revista Investigaciones Geográficas del Instituto de Geografía de la UNAM (Oliveira, 2019). En este texto que dedicamos a los materiales manuscritos, a los impresos y a las fotografías asociadas al viaje que este conocido geógrafo portugués realizó a México en ocasión de la Conferencia Regional Latinoamericana de la Unión Geográfica Internacional (CRLA-UGI), en agosto de 1966, sub- rayamos por lo menos dos aspectos que envolvían a la figura de Suzanne Daveau. En primer lugar, su presencia al lado de Ribeiro en ese viaje, ya sea en la etapa correspondiente a la participación de esas sesiones de la CRLA y en la gran excursión de ese congreso, que recorrió el México central entre el 9 y 15 de agosto, así como en el itinerario complementario por la península de Yucatán, el cual constituyó un viaje privado de varios días en el cual tomaron parte el matrimonio Orlando Ribeiro-Suzanne Daveau y el matrimonio de geógrafos brasileños, sus amigos, Hilgard O’Reilly y Sternberg y Carolina da Silveira Lobo Sternberg.

Por otro lado, notamos también que, independientemente de algunas incongruencias del catálogo, una parte de la vasta colección de diapositivas sobre este viaje a México, resguardadas en la Fototeca del Centro de Estudios Geográficos de la Universidad de Lisboa (CEG-ULisboa), fueron realizadas por Suzanne Daveau. Ahora, como también señalamos, varias de esas fotografías asociadas se encontraban registradas en el cuaderno de campo de Orlando Ribeiro, lo que indica una autoría conjunta o, por lo menos, un uso compartido desde que los diversos encuadramientos fotográficos fueron decididos, circunstancia que baraja la cuestión de la autoría y refuerza el sentido de trabajo en sociedad que debe ser atribuido a esta colección fotográfica (Oliveira, 2019, p. 9).

Después de la publicación del referido artículo centrado en el cuaderno de campo mexicano inédito de Orlando Ribeiro, tuvimos por primera vez conocimiento de la existencia del cuaderno de campo realizado por Suzanne Daveau en México, compuesto en la misma ocasión como resultado de su participación en la CRLA de 1966. Se trata de un manuscrito de 19 páginas, redactadas en un block de papel cuadriculado de 13 cm x 20 cm e identificado como Cuaderno de campo no. 28 de Suzanne Daveau - México- Agosto de 1966 (CC/ 28-SD). Las paginas se separaron del cuaderno original y son parte de una colección de 50 cuadernos de campo redactados entre 1948 y 2003, la mayoría de los cuales resultan de las investigaciones realizadas en África occidental y en diversas partes de Europa. Tal como el resto de los cuadernos de Suzanne Daveau, también este ejemplar hecho en México se encuentra en posesión de su autora, quien se asegurará de incorporar este conjunto de materiales en el Arquivo de Cultura Portuguesa Contemporânea de la Biblioteca Nacional de Portugal, donde está custodiada la mayor parte de los cuadernos de campo de Orlando Ribeiro.

Preparamos este texto con base en la fotocopia del cuaderno de campo en cuestión, que nos fue gentilmente enviada por Suzanne Daveau. En la misma ocasión, recibimos también una copia de la transcripción parcial dactilografiada de este cuaderno, concluida por Maria de Lourdes Ribeiro el 15 de mayo de 2008, la cual fue revisada, corregida y ampliada por Suzanne Daveau en noviembre de 2019 (documento dactilografiado de 11 páginas hecho por Maria de Lourdes Ribeiro, al cual se le aumentaron tres páginas dactilografiadas, con correcciones manuscritas, firmadas por Suzanne Daveau y fechadas el 29 de noviembre de 2019). En una fase posterior, tuvimos la oportunidad de consultar el manuscrito original del cuaderno de campo, ocasión que aprovechamos para obtener las imágenes de aquellas páginas que seleccionamos para ilustrar este texto.

Entretanto, y gracias a la utilísima indicación de João Ribeiro, de los Servicios del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, el 19 de diciembre de 2019 localizamos en la colección de la Fototeca del Centro de Estudos Geográficos un conjunto de 293 fotografías en blanco y negro correspondientes a la participación de Orlando Ribeiro y Suzanne Daveau en la CRLA de 1966. Paralelamente, realizamos un nuevo conteo directo de las diapositivas de este viaje a México para detectar las principales contradicciones que habíamos notado entre los registros y los objetos accesibles, teniendo contabilizados 227 diapositivas atribuidas por el catálogo a Ribeiro y 117 diapositivas asignadas, en las cajas que las guardaban, a Daveau.

Al contrario de lo que sucede con las diapositivas de este viaje a México, parte de las cuales, como se ve, fueron hechas por Ribeiro, unas, y por Daveau, las otras, este conjunto de fotografías en blanco y negro son íntegramente atribuidas a Suzanne Daveau en los registros de la Fototeca del CEG. Presentamos aquí la respetiva descripción sumaria, junto con la divulgación de algunas de estas imágenes. Con esto, también resolvemos parcialmente uno de los problemas que comenzamos a notar al escribir el anterior texto sobre el cuaderno de campo de Orlando Ribeiro, cuando constatamos que faltaban en el archivo del Centro de Estudos Geográficos algunas de las fotografías que aparecen divulgadas en los tres trabajos publicados por Orlando Ribeiro y Suzanne Daveau entre 1967 y 1994 que incorporan imágenes recogidas en México en 1966. Al mismo tiempo, la identificación de este importante segundo conjunto de fotografías nos posibilita una lectura mucho más compleja sobre los usos complementarios que permiten las diapositivas y las fotografías obtenidas en el contexto de las excursiones geográficas del trabajo de campo, como aquel que Daveau y Ribeiro realizaron en México, en las cuales el perfil “regional” propio de la geografía clásica francesa, de tradición vidaliana, tutela su circunstancia “tropical”.

Práctica de la geografía tropical

Antes de pasar a la presentación del cuaderno de campo mexicano de Suzanne Daveau y del papel reservado a las fotografías en el respectivo “sistema iconográfico” (Mendibil, 2006, p. 235), se vuelve necesario prestar atención al momento que encuadra la presencia de la geógrafa francesa en México, donde representaría por primera vez al Centro de Estudos Geográficos de Lisboa, en el ámbito de un congreso internacional. Daveau llevó a México la comunicación titulada “Problemas morfológicos comparados de las regiones semiáridas en África occidental y en Brasil”, integrada en la Sección VI de la CRLA, dedicada a la Geomorfología y posteriormente publicada en el tomo III de las memorias de esta Conferencia (Daveau, 1966). Se trata también del primero de los trabajos que produjo en el ámbito de la designada “Escuela de Geografía de Lisboa”, siendo la primera publicación de su autoría referida en el vasto repositorio organizado años más tarde por Ilídio do Amaral, cuando sistematizó las principales contribuciones de los investigadores del CEG para el conocimiento geográfico de las regiones tropicales (Amaral, 1979, p. 41). En ese sentido, esta comunicación de Suzanne Daveau inaugura simbólicamente el segundo momento relevante de su extensa trayectoria científica, cuando cierra la “etapa africana” e inicia la “etapa portuguesa”, determinada por su instalación definitiva en Portugal en 1965, a consecuencia de su casamiento con Orlando Ribeiro y del trabajo que a partir de entonces va a realizar en el ámbito del CEG como Directora de Investigación de la Fundación Calouste Gulbenkian (Ferreira, 1997, p. 48; Pélissier, 1997, pp. 55-58).

A mediados de la década de 1950, Suzanne Daveau comenzó un contacto prolongado con la entonces África Occidental francesa, determinado por la preparación de su tesis complementaria en geografía física, dirigida por Jean Dresch e integrada en el doctorado que defendería en la Sorbona, en 1957. Se trató de un estudio sobre el acantilado de Bandiagara, en la frontera entre el Sudán francés y el Alto Volta, correspondiente a los actuales Mali y Burkina Faso, estudio que sería prontamente publicado en las Mémoires de l’Institut français d’Afrique noire de Dakar (Daveau, 1959; Pélissier, 1997, p. 55). Recién doctorada, Daveau fue nombrada Maître de Conférences en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de Dakar (actualmente Université Cheikh Anta Diop), donde vino a ocupar la cátedra de Geografía Física entre 1960 y 1964. Su principal interlocutor en Senegal fue Paul Pélissier, uno de los primeros practicantes de la geografía tropical francófona inspirada por Pierre Gourou, investigador del Institut français d’Afrique noire (IFAN), organismo creado en 1938 bajo la dirección del naturalista Théodore Monod (Solotareff, 1996, p. 248).

Los centros del IFAN constituirían la red logística e institucional en la cual Daveau apoyaría sus investigaciones subsecuentes sobre la geomorfología de África occidental (Daveau, 1999, pp. 13-15; Alegria, 2015, pp. 47-68). A partir de 1960, la geógrafa centrará sus investigaciones de campo en Mauritania, para las cuales se benefició del ambiente interdisciplinar propiciado por la convivencia con etnólogos, sociólogos, lingüistas, agrónomos, geólogos, pedólogos, hidrólogos y naturalistas y, en particular, las contribuciones prestadas por el geomorfólogo Pierre Michel y por el historiador Jean Devisse. Años más tarde, Daveau reconocerá que Michel y Devisse habían creado las condiciones para que haya mantenido, durante los años subsecuentes a su instalación en Portugal, el contacto estrecho con el Office de la recherche scientifique et technique d’Outre-mer (ORSTOM) (Ferreira, 1997, p. 48; Daveau, 1999, pp. 15-16). Es bien sabido que, junto con el Centre d’études de géographie tropicale (CEGET), laboratorio del Centre national de la recherche scientifique (CNRS) instalado en Burdeos entre 1968 y 1992, el ORSTOM representó la principal organización de investigaciones francesas que incorporó los principios de trabajo en ambientes tropicales trazados por Pierre Gourou, según los cuales el empirismo ofrecido por el “terreno” constituía una premisa esencial (Antheaume, Bonnemaison, Lericollais y Marchal, 1984, pp. 356-359; Robic, 2008, p. 52; Bruneau, 2008, pp. 183-185; Suremain, 2019, pp. 11-17).

La comunicación que Suzanne Daveau presentó en la CRLA de 1966 representa un buen indicio de la aplicación del paradigma científico que procedía de la geografía tropical de Gourou, fundado en la reconstitución del tipo de paisajes y en un extenso propósito comparativo que tenía implícita una organización “zonal” o climática del “mundo tropical”. Al mismo tiempo, la lectura de este estudio permite realizar una aproximación a aquello que, entretanto, se designó como una “mitificación del terreno” y, consecuentemente, del propio trabajo de campo y de la autoridad del geógrafo. Como era norma en la geografía francesa, que daba continuidad a la práctica de las excursiones iniciadas por Emmanuel de Martonne y apadrinadas por Paul Vidal de la Blache, el geógrafo en trabajo de campo reclamaba para sí un “saber mirar” particular, sustentado sobre todo en la experiencia personal, un poco a la manera de la “magia del etnógrafo” cultivada entre las dos guerras mundiales en el contexto colonial por esa ciencia gemela de la geografía que era la antropología (Vidal de la Blache, 1911; Bruneau y Courade, 1984, pp. 308-309 y 312; Collignon, 1996, pp. 107-110; Dias, 1997, 39-50; Robic, 2008, pp. 49-52; Mendibil, 2006b, pp. 151-152; Robic, 2008, pp. 49-52; Sgard, 2008, pp. 47-48; Bouquet, 2008, pp. 196-199; Velasco-Graciet, 2008, pp. 130-131; Ribeiro, 2012, pp. 33-34; Mendibil, 2019, pp. 121-122).

En ese texto publicado en México en 1966, Suzanne Daveau procuró definir analogías y diferencias paisajísticas genéricas entre las regiones sudanesas y sahelianas de África occidental y del noroeste brasileño, considerando para ese efecto dos órdenes de factores: la estructura geológica y el elemento climático. Este trabajo sería reeditado al año siguiente, en el segundo número de Finisterra. Revista Portuguesa de Geografia, fundada en 1966 por Orlando Ribeiro en colaboración con su discípulo Ilídio do Amaral y la propia Suzanne Daveau (Daveau, 1967; Oliveira, 2017). En esta segunda versión del mismo trabajo, que repite el título presentado en México, pero que amplía considerablemente el tratamiento de los casos analizados, se conserva el propósito de esclarecer los principales factores que contribuyeron a la observación de las profundas afinidades y de los no menos importantes contrastes existentes “entre les grandes traits du paysage des deux lourdes péninsules tropicales placées presque symétriquement de part et d’autre de l’Atlantique et de l’Equateur” (Daveau, 1967, p. 154). Del mismo modo que es amparado por este postulado zonal de base, el estudio asume un tratamiento autónomo de la geomorfología, que había pasado a ser norma en el seno de la geografía vidaliana (Staszak, 2001, p. 94; Berdoulay, 2008, pp. 197-201).

Como apoyo a su análisis, Daveau intercaló gráficos con datos meteorológicos, cartografía a varias escalas, un esbozo de las colinas de la región de Birou, en el entonces Alto Volta, y diversas fotografías obtenidas durante el trabajo de campo que había realizado en África occidental (Mauritania, Guinea y Alto Volta) y en Brasil (Ceará y Bahía), país que había conocido en 1965 en compañía de Orlando Ribeiro. Durante ese viaje a Brasil, Daveau compartió la experiencia de campo en Ceará con las colegas brasileñas Amélia Alba Nogueira y Anna Dias da Silva Carvalho, que estuvieron en el inicio del curso de Geografía de la Universidade Federal de Ceará (Costa, 2013, p. 344; Kelting y Lopes, 2014, pp. 11-15), mientras recibió de Maria Regina Mousinho de Meis, geógrafa física adscrita a la Universidade Federal do Rio de Janeiro, la mayor parte de los datos que le permitieron realizar el análisis del clima del nordeste brasileño (Daveau, 1967, pp. 159 y 167; Daveau, 2019a, pp. 33-35). En cualquier caso, el ejercicio correspondiente a la observación directa en el terreno constituyó la primera y última fuente de autoridad evocada para retratar el paisaje como fisonomía -o, mejor aún, el paisaje como una estructura natural, concreta y “objetiva” dado que, en este caso, el trabajo de campo se circunscribe a la observación de las formas físicas o de los elementos ambientales- (Pinchemel y Pinchemel, 1997, pp. 374-375; Dauphiné, 1998, p. 54; Beucher y Reghezza, 2005, pp. 142-151; Ramírez Velázquez y López Levi, 2015, pp. 86-87; Daveau, 2019b, pp. 10-11 y 17-18). Como ejemplo, póngase atención al siguiente fragmento, relativo a la sierra de Uruburetama, en Ceará: “Aucune station météorologique n’existe dans la région, mais la seule analyse des paysages suffit à montrer qu’une opposition très brutale d’humidité existe entre les deux versants (…)” (Daveau, 1967, p. 167).

El cuaderno de campo de México

Si la breve descripción que acabamos de hacer sobre el contenido de la comunicación que Suzanne Daveau presentó en la CRLA de 1966 nos permite una aproximación genérica al tipo de investigación que realizaba a estas alturas, incluyendo el foco espacial de sus preocupaciones, el cuaderno de campo que elaboró durante su estancia en México, en agosto de 1966, escapaba del padrón definido por este trabajo comparativo entre la morfología del paisaje de las regiones semiáridas de África occidental y Brasil. Esta divergencia transcurre esencialmente por dos motivos. En primer lugar, consta que México no merecerá ningún estudio autónomo en los trabajos subsecuentes de Suzanne Daveau, siendo que las principales referencias que dedica a este país serán aquellas incorporadas en el libro de síntesis titulado La zone intertropicale humide (Daveau y Ribeiro, 1973). Escrito en colaboración con Orlando Ribeiro, este libro fue uno de los varios manuales universitarios franceses que, a ejemplo de Les Zones tropicales arides et subtropicales de Xavier de Planhol y Pierre Rognon (1970) y Géographie zonale des régions froides et tempérées de Georges Viers (1971), contribuirían para afirmar una geografía climática o zonal a inicios de la década de 1970 (Despois, 1971, p. 579; Birot, 1971, pp. 712-713; Robic, 2008, p. 52).

Por otro lado, el contenido del propio cuaderno de campo mexicano de Suzanne Daveau está atento a un concepto más extenso de paisaje que aquel que señalamos en su comunicación en la CRLA, una vez que incorpora todos los elementos revelados al observador, tanto físicos como humanos. Este aspecto está en sintonía con la noción vidaliana de “gé- nero de vida”, pretendiendo fijar el conjunto de elementos expresivos de la interacción hombre-medio y darlos como sinónimos de la “realidad geográfica” (Nonn, 1998, pp. 76-77; Beucher y Reghezza, 2005, pp. 150-151). Habiéndose establecido en México en 1962, Claude Bataillon habría de escribir lo mismo con otras palabras al rememorar los viajes por el sur del Estado de México, Morelos y Monterrey que realizó en el verano de 1963 guiado por el geomorfólogo Henri Enjalbert y por el geógrafo africanista Guy Lasserre, futuro director del CEGET de Burdeos (Robic, 2008, p. 52). De paso, Bataillon señalaba también un círculo de afinidades que se cruza con las de Daveau: “Gracias a ellos [Enjalbert y Lasserre] volví a encontrar el gusto por los paisajes, esa mera aprehensión de las relaciones visibles entre los ambientes naturales y su continua transformación por las sociedades. Era volver a los viejos recuerdos de Magreb, donde Jean Dresch me había iniciado a este ejercicio visual y mental ¡en 1951 y 1953!” (Bataillon, 2008, pp. 47-48). A continuación, veremos que la geógrafa francesa evocó memorias geográficas equivalen- tes a estas cuando fue confrontada con el terreno de México.

Suzanne Daveau anotó en su cuaderno de campo de México observaciones realizadas entre los días 9 y 24 de agosto de 1966. En esencia, se trata de un registro similar a aquel que está en el cuaderno de campo de Orlando Ribeiro, apenas con dos diferencias formales de base: por un lado, en cuanto a que Ribeiro inició sus anotaciones el 7 de agosto, con la indicación de una visita a la pirámide de Cuicuilco y a la Ciudad Universitaria, Daveau solamente abre sus notas el día 9, cuando comenzó la gran excursión de la CRLA, con la etapa entre la Ciudad de México y Guanajuato; por otro lado, el registro de Daveau es más pormenorizado que el de Ribeiro en la indicación de los diferentes lugares recorridos. Esta segunda diferencia nos es muy útil para la reconstrucción de la segunda parte del viaje, correspondiente a la excursión particular a Yucatán que transcurre a partir del 16 de agosto. Mientras que Ribeiro había tratado estas rutas a través del México maya en forma de un texto continuo, desprovisto de indicaciones cronológicas precisas, Daveau se preocupa por anotar cada etapa, incluyendo los diferentes modos de transporte usado. Al contrario de lo que señalamos en el cuaderno de Orlando Ribeiro, Suzanne Daveau escribe todas sus notas manuscritas en una única lengua, el francés. Ella es también más concisa que Ribeiro en sus anotaciones escritas. En contrapartida, recurre comparativamente más al dibujo para registrar sus observaciones, una opción que es visible en los varios bosquejos que hace durante los recorridos integrados en la excursión de la CRLA.

Tal y como acabamos de anotar y también tal y como sucede en el “cuaderno gemelo” de Orlando Ribeiro, el cuaderno de campo de Suzanne Daveau intercala a cada paso aspectos relativos a las dimensiones física y humana de los paisajes observados. Tomemos como ejemplo la secuencia de temas registrados en la primera etapa del primer día de la excursión de la CRLA, entre el Distrito Federal y Querétaro: sobre el estado del tiempo, la morfología agraria, el hábitat rural, los sistemas de cultivo, la tipología de suelos y correspondientes usos agrícolas, los sistemas de irrigación, el perfil arquitectónico de una iglesia (en este caso, simplificado con el uso de un esbozo) y el tipo de clima. Intercalado, surge una anotación comparativa, hecha un poco antes de cruzar San Juan del Río y de la llegada a Querétaro, la cual, a su vez, también es antecedida por observaciones sobre una formación de nopal y una gran plantación de sisal: “Les collines deviennent boisées - petits arbres de feuilles apparemment persistantes, assez méditerranéen d’aspect (cf. Maroc)” (CC/28-SD, p. 2). Cierra la jornada con una descripción telegráfica de la morfología urbana de Querétaro y notas varias sobre la tipología de las ventanas, los diferentes grados de madurez del maíz, los perfiles de las torres de las iglesias de Celaya avistadas a lo lejos y, al final, sobre la refinería de petróleo en Salamanca (CC/28-SD, p. 3).

Esta tensión de saberes, que constituyó una característica de los estudios regionales clásicos en la geografía y que ya habíamos subrayado a propósito del cuaderno de campo de Orlando Ribeiro (Oliveira, 2019, p. 11), vuelve a manifestarse en las anotaciones tomadas el día 10 de agosto, tanto con la carretera panorámica de Guanajuato, como con el recorrido por la región de Santa Rosa y la iglesia de San Cayetano de La Valenciana: sobre las formas montañosas, niveles de aplanamiento, urbanismo e historia urbana o la cubierta forestal, por ejemplo (CC/28-SD, pp. 4-5; UGI-CRLA, 1966, p. [1]). Vienen después una larga serie de anotaciones correspondientes al día 11, reservadas a la etapa entre Guanajuato y Guadalajara, en las cuales se cruzan sobre todo observaciones sobre los elementos geomorfológicos, el uso del suelo agrícola y el poblamiento rural, que también sabemos constituía un tema dominante en la geografía rural regionalista y cultural (Ortega, 2000, pp. 398-399). Esta secuencia abre con un horario pormenorizado: “Sortie de Guanajuato (officiellement 8h - pratiquement 9h 05m” (CC/28-SD, p. 6) y termina con un nuevo paralelismo con los paisajes conocidos, esta vez suscitado en el traslado por Ayo el Chico (Ayotlán, Jalisco) y por el fondo del valle entonces avistado: “Dans le fond, oranges, campagne très cultivée, d’aspect très européen” (CC/28-SD, p. 8).

Comprensiblemente las anotaciones del itinerario del día 12 de agosto, entre Guadalajara y Uruapan, y que rodeó el lago de Chapala, son dominados por los pormenores del relieve volcánico. Ilustrados con varios bosquejos, estos temas recurrentes de la incursión en el eje neo-volcánico también fueran resaltados durante el itinerario de los días 13 y 14: el primero siguió de Uruapan para el sur, y tuvo como objetivo apreciar los trabajos realizados sobre el río Tepalcatepec y visitar la central hidroeléctrica y presa de Infiernillo, construida sobre el río Balsas; al día siguiente, la excursión recorrió la región de lavas y cenizas volcánicas del Paricutín (Denis, 1966, pp. 222-224; UGI-CRLA, 1966, p. [2]). En esta sección final de la primera parte del cuaderno de campo de Suzanne Daveau, los elementos geomorfológicos se completan principalmente con pormenores sobre la cubierta forestal y su respectiva distribución en la altitud, sobre los cultivos y prácticas agrícolas y, puntualmente, sobre el hábitat rural -“Toujours maisons de bois” (Daveau, p. 10)-. Se destacan dos dibujos relativos a la parte final de la jornada del día 12: aquel que ilustra la indicación “Traversée de la plaine, approche de la Sierra Madre del Sur”, y que es casi equivalente al cuaderno de campo de Orlando Ribeiro (Oliveira, 2019, p. 13); y, por otro lado, un bosquejo con el encuadramiento de la presa de Infiernillo (CC/28-SD, p. 11).

Al inicio de la página donde se reúne el tema referente al volcán Paricutín, Daveau sintetiza la tipología y los materiales empleados en la construcción de las casas de Angahuan, poblado tarasco que no nombra, pero de cuyas casas hace un pequeño esbozo que también es casi idéntico al que Ribeiro dejó en su cuaderno (CC/28-SD, p. 12; Oliveira, 2019, p. 13). Al día siguiente, el regreso a la Ciudad de México, con un paso rápido en Morelia, cruzamiento de la Sierra Mil Cumbres y parada en Toluca, es sintetizado en el cuaderno con la repetición de algunos de los principales temas que habían interpelado la observación de la geógrafa en los días anteriores: el paisaje de montañas, la madera empleada en la construcción de las viviendas rurales y las formas de erosión (CC/28-SD, p. 13).

La segunda parte del cuaderno de campo de Suzanne Daveau, que registra el viaje complementario a la zona maya, es sustancialmente menos extensa que la primera: apenas seis páginas, parte de las cuales son escritas apenas hasta la mitad de la hoja, para los cinco días que transcurren entre el viaje aéreo de la Ciudad de México a Mérida (16 de agosto) y el regreso al Distrito Federal a partir de Palenque y Villahermosa (20 de agosto). Esta sección tampoco incluye algún esbozo panorámico, siendo apenas ilustrado con tres detalles de casas o de otras construcciones. Las observaciones tomadas desde la ventana del avión se alternan con aquellas registradas a lo largo de los itinerarios terrestres y son casi tan extensas como estas. En el primer caso, Daveau capta las principales formas del relieve, elementos hidrogeográficos, como el ordenamiento de los cursos fluviales y la demarcación de las cuencas de inundación, aspectos del bosque y de la organización de la propiedad; a su vez, durante los recorridos por tierra deja indicaciones sobre técnicas constructivas y el edificado, la fisionomía del bosque y prácticas de deforestación, especies hortícolas cultivadas o el estado de los caminos, por ejemplo.

Algunas de estas indicaciones son precisas en cuanto a los lugares visitados: a una hacienda de sisal en Umán, el recorrido urbano entre el Zócalo, la casa de Montejo y el mercado de Mérida y, naturalmente, los sitios arqueológicos de Uxmal, Chichén Itzá y Palenque (CC/28-SD, pp. 14-18). En un caso, escrito a propósito de la jornada a Palenque, el 19 de agosto, Daveau registra las respuestas dadas por un habitante local, cuyo contenido también aparece integrado en el cuaderno de campo de Orlando Ribeiro: “Conversation avec un campagnard: possède un carré avec sa maison, cultive le maïs sur les terres de l’église - à peu près sans repos (milpas et tournesol) - extension de plus en plus grande des ganadeiros [sic] qui accaparent toutes les terres qu’ils peuvent acheter” (CC/28-SD, p. 17). Poco antes, a bordo del pequeño avión que la transportó de Villahermosa a Palenque, sintetizaba así el paisaje agrario observado desde lo alto: “Impression de zone pionnière qui arrive au bout de ses possibilités. Maïs et élevage” (CC/28-SD, p. 17).

Las últimas dos hojas del cuaderno de campo de Suzanne Daveau, con los registros pormenorizados de los lugares visitados entre el 21 y el 24 de agosto, vuelven a ser muy útiles para la reconstrucción de los pasos finales de este viaje a México, completando las notas separadas que podemos leer en la sección final del cuaderno de campo de Orlando Ribeiro. Así, mientras que el día 21 fue reservado para una visita al “Musée Archéologique” de la ciudad de México, el 22 fue hecho un viaje a Taxco, “ville perchée - aspect populaire assez pauvre et sale avec une énorme église baroque écrasante de richesse, autour de laquelle s’est développé un quartier atrocement touristique” (CC/28-SD, p. 19). Al día siguiente, Daveau escribió cuatro anotaciones sintéticas sobre otros tantos lugares visitados en la Ciudad de México: el Zócalo, y su entorno, el Museo de la Ciudad, dijo “très intéressant”, el Museo Nacional del Virreinato (Pinacoteca Virreinal de San Diego) y la Embajada de Portugal, confirmando esta última el nuevo círculo de afinidades e intereses en los cuales la geógrafa francesa pasaba a moverse debido a su casamiento con Orlando Ribeiro. El cuaderno cierra con el registro de la ida a la zona arqueológica de Tula, que ha ocupado todo el día 24 y donde una observación sobre las ruinas luego se completa con otras dos más concordantes con el tipo de intereses reflejados a lo largo de todo este cuaderno de campo: “Forme trapézoïdale des montagnes, s’accordant à la forme des pyramides”, dice una; “Vastes dépôts lacustres calcaires, exploités par les cimenteries”, señala la otra (CC/28-SD, p. 19).

Esbozos y fotografías: la ilusión de la transparencia

Del mismo modo que Suzanne Daveau completa sus anotaciones en el cuaderno de campo de México con esbozos (en total, 32 dibujos y croquis de naturaleza y dimensiones distintas), señala también ahí más de una decena de indicaciones relativas a las fotografías tomadas durante los distintos itinerarios recorridos. Como se percibe, estas indicaciones cumplen una función mnemónica para la subsecuente contextualización y aprovechamiento de los registros fotográficos. A veces es también perceptible que algunas de las fotografías duplican los encuadramientos escogidos para los dibujos y esquemas esbozados. Surgen también indicaciones detalladas sobre el cambio de rollo fotográfico, como en la ocasión en que, entre un esbozo panorámico de Guanajuato y otro de La Valenciana, Daveau señala: “(Ph) fin 1ère pellicule, début 2ème” (CC/28-SD, p. 4) (Figura 1A). Esta práctica metódica tenía evidentes ventajas en la tarea de catalogación de las fotografías, que se realizaría en el Centro de Estudos Geográficos, en Lisboa, al regreso del viaje.

Figura 1 Las fotografías tomadas durante el viaje son señaladas en el cuaderno de campo, prolongando el respectivo aparato iconográfico. 1A: Bosquejos de Guanajuato y alrededores en el cuaderno de campo de México por S. Daveau, 1966 (CC/28-SD, p. 4). 1B y 1C: Fotografías panorámicas correspondientes por S. Daveau (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9624 e F9639). 

Observando el referido conjunto de cartones a los que fueron pegadas las 293 fotografías en blanco y negro relativas a este viaje que identificamos en la Fototeca del CEG (siguiendo la norma catalográfica, los cartones miden 14.5 cm x 18.3 cm y las fotografías fueron reveladas en formato de 12 cm x 8 cm), se constatan de inmediato dos aspectos: en primer lugar, el registro principal de este acervo, que tiene siempre por lo menos indicación genérica sobre la respectiva localización, aparece escrito en tinta de color azul; paralelamente, estas marcaciones son a veces completadas con cortas leyendas escritas en negro, en las cuales reencontramos indicaciones equivalentes a aquellas que están en el cuaderno de campo de Orlando Ribeiro. Como ejemplificaremos enseguida, en algunas de las fichas se percibe también que las indicaciones de referencia estaban escritas o fueron dictadas en francés, ciertamente por Daveau, siendo que, en esos casos, el catalogador acabó por no realizar la respectiva traducción al portugués. Esta metodología refuerza el sentido de autoría conjunta que venimos defendiendo que debe ser dada a toda esta serie de fotografías en blanco y negro independientemente del hecho de que el catálogo atribuye a Suzanne Daveau la autoría del conjunto. En este caso concreto, la noción de coautoría es más relevante ya que sabemos que en el viaje en cuestión no ocurrió la separación entre las tareas reservada a un fotógrafo y aquellas propias del geógrafo, como podía ocurrir en el contexto de algunas expediciones geográficas coetáneas de mayor dimensión en que el geógrafo dirigía el trabajo del fotógrafo, instruyéndolo en cuanto al encuadramiento a tomar en cada fotografía.

Lo que se obtiene de una confrontación inmediata entre esta serie de fotografías y los dos conjuntos de diapositivas mexicanos de 1966 que están guardados en la Fototeca del CEG, uno atribuido a Orlando Ribeiro y el otro a Suzanne Daveau, es que los dos geógrafos operaron, simultáneamente, con dos cámaras fotográficas con películas de diapositivas y, además, con por lo menos una cámara fotográfica con película fotográfica en blanco y negro, repitiendo varias veces los mismos encuadramientos, inclusive para las diapositivas (Figura 2). Una vez llegados a la fase de catalogación en archivo, la praxis habitual indicaba que la titulación de las fotografías constituía una tarea reservada a los geógrafos, lo que, como acabamos de ver, indican las fichas catalográficas de las fotografías (Abrantes, 2013, pp. 297-298). Finalmente, la complementariedad entre Daveau y Ribeiro se prolonga en lo que respecta al entendimiento que ambos tenían de las fotografías como instrumento de aprehensión del “terreno” observado en trabajo de campo, lo cual se deriva de compartir los preceptos teóricos y metodológicos que ya expusimos cuando analizamos el concepto de “memoria documental de lo real” que Ribeiro asignaba a las fotografías (Hallair, 2013, pp. 9-10; Hallair, 2017, 93-96; Oliveira, 2019, p. 18).

Figura 2 Tres fotografías de la fachada de la Basílica de la Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato tomadas simultáneamente por S. Daveau y O. Ribeiro. Mientras que las diapositivas servían sobre todo en la comunicación posterior en las clases y en conferencias, las fotografías en blanco y negro tenían uso privilegiado en los materiales impresos, como artículos de revista y libros. 2A: Fotografía por S. Daveau, agosto de 1966. 2B: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro. 1C: Diapositiva equivalente por S. Daveau (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9635, 9252 y SD123-0025). 

Tal y como la colección de diapositivas que presentamos al estudiar el cuaderno de campo mexicano de Orlando Ribeiro, esta secuencia de fotografías en blanco y negro permite reproducir la “película” de este viaje y, simultáneamente, constatar la articulación que existe entre el texto del cuaderno de campo de Suzanne Daveau y las varias dimensiones de su soporte iconográfico: tanto aquel que está físicamente integrado en el cuaderno, que corresponde a la abstracción de lo real proporcionado por los dibujos detallados y por los esbozos panorámicos, como su doble constituido por las propias fotografías, cuya capacidad para ofrecer una imagen supuestamente objetiva del “terreno” había contribuido a afirmar el lugar de la geografía entre una cierta modernidad científica desde finales del siglo XIX (Georget y Hallair, 2017, p. 16). Esta articulación entre diferentes modalidades de registro y los respectivos soportes es desde luego evidente en la elección de los objetos o de los principales materiales que son el objetivo del registro fotográfico.

Como era regla, el orden del corpus analizado perteneciente a la Fototeca del CEG traduce la secuencia cronológica del viaje realizado en México en agosto de 1966 y la correspondiente secuencia numérica de los negativos. Abre con 5 fotografías de la Ciudad de México, 7 complementarias tomadas en torno a la pirámide de Cuicuilco y de otros lugares de los alrededores del Distrito Federal, 13 de Teotihuacan y, finalmente, una nueva secuencia de 4 fotografías del centro de la Ciudad de México, la primera de las cuales fue tomada en el Zócalo. Vienen después 3 fotografías de pormenores urbanos de Querétaro y una importante secuencia de 29 fotografías de Guanajuato, que inicia con una “panorámica” de esta ciudad compuesta por dos fotografías sobrepuestas, conforme una práctica de registro que se repite en otras ocasiones. La leyenda aclara: “Guanajuato, antiga cidade mineira. Níveis aplanados escalonados” (Figura 1B). Tenemos poco más adelante una segunda composición panorámica de dos fotografías, integrada en una serie de 10 registros tomados entre Guanajuato y Guadalajara y que se enfocan en cultivos agrícolas. La respectiva leyenda dice: “México - Entre Guanajuato e La Piedad. Montanha escarpada dominando uma planície cultivada de milho com alguns mesquite” (Figura 3). Después de, apenas, dos fotografías de Guadalajara, hay 10 fotografías de los márgenes del lago de Chapala, 6 de las cuales configuran nuevas composiciones panorámicas (Figura 4).

Figura 3 3A: Bosquejos y anotaciones sobre el recorrido entre Guanajuato y La Piedad en el cuaderno de campo de México por S. Daveau, 1966 (CC/28-SD, p. 6). 3A-3C: Fotografías correspondientes a S. Daveau (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9654, F9652 y F9655). 

Figura 4 4A: Página del cuaderno de campo por S. Daveau correspondiente al itinerario entre Guadalajara y el lago de Chapala (CC/28-SD, p. 9). 4B-4C: Composiciones fotográficas panorámicas del margen del lago de Chapala y de los “planalto” tarascos señalados en la misma. Un grupo de congresistas de la CRLA-UGI es retratado en el margen izquierdo de 4C (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9666 y F9673). 

Del lago de Chapala al sur de Uruapan, inclusive, se contabilizan 16 fotografías variadas: perfil de volcanes, prácticas agrícolas, tipos de casas, formas de tejados y manchas forestales. La fotografía titulada “Plaine du Rio Balsas. Ao fundo, Sierra Madre del Sul [sic]” abre una nueva serie de 10 fotografías registradas en torno al lago y a la presa de Infiernillo. El relieve volcánico, los cultivos agrícolas y las formas de edificación rural dan sentido principal a las 17 fotografías siguientes, las cuales fueron hechas teniendo por referencia el Paricutín y el poblado de Angahuan (Figura 5). Un par de fotografías de la fachada de la iglesia de esta aldea tarasca cierra este conjunto de fotografías correspondiente a la excursión oficial de la CRLA. La serie siguiente con una secuencia de 19 fotografías aéreas no está titulada, pero percibimos que corresponde al vuelo realizado entre la Ciudad de México y Yucatán, el 16 de agosto de 1966. Estas fotografías aéreas reflejan un interés por aspectos puramente naturales, como el tipo de nubes o la disposición de los cursos de agua, así como demuestran una atención despierta a la acción del hombre como agente de los paisajes (Salgueiro, 2006, p. 283), en este caso, percibida por las imágenes en diferentes altitudes donde es patente la organización de la propiedad y, en algunos casos, el perfil de los asentamientos urbanos (Figura 6).

Figura 5 Fotografías de S. Daveau y diapositivas equivalentes de O. Ribeiro, México, agosto de 1966. 5A: Depresión del río Balsas con la Sierra Madre del Sur al fondo, por S. Daveau. 5B: Diapositiva de perspectiva próxima de O. Ribeiro, aparentemente fotografiado en movimiento. 5C: Tipo de casa tarasca por S. Daveau. 5D: fotografía equivalente por O. Ribeiro. 5E: Aldea tarasca de Angahuan por S. Daveau. 5F: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9686, S9289, F9693, S9302, F9707 e S9320). 

Figura 6 Conjunto de fotografías aéreas tomadas por S. Daveau entre la Ciudad de México y Mérida, 16 de agosto de 1966. 6A: Formaciones de nubes y el ¿Citlaltépetl (Pico de Orizaba)? 6B-6C: Vistas aéreas del catastro regular y de una aldea. 6D: Región de Villahermosa (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9715, F9723, F9724 e F9728). 

Las fotografías realizadas en tierra durante esta segunda etapa del viaje a México comienzan con una nueva instantánea de una iglesia, en este caso, la iglesia parroquial y antiguo convento de San Francisco de Asís de Umán. Tipos de construcción maya, del cultivo de sisal y aspectos del paisaje agrícola dominan los 9 siguientes registros hechos hasta el perímetro del campo arqueológico de Uxmal, del cual se conservan 24 fotografías, 4 de las cuales componen una panorámica alargada de las ruinas. De Mérida hay 5 fotografías, incluyendo el mercado de la ciudad y el mismo pormenor de las ventanas de una calle que Orlando Ribeiro anotó en su cuaderno y del cual existe diapositiva equivalente en la Fototeca del CEG atribuida a él mismo (Oliveira, 2019, p. 16, fig. 2c). Este hecho denota la referida práctica recurrente de Daveau y Ribeiro que consistía en la realización simultánea de la fotografía y de la diapositiva en un mismo objeto, a modo de propiciar un uso diferenciado subsecuente: mientras la fotografía vendría a tener uso privilegiado en la edición, las diapositivas permitían la comunicación científica pública en clase o en conferencias (Figura 7).

Figura 7 Fotografías de S. Daveau y diapositivas equivalentes por O. Ribeiro, México, agosto de 1966. 7A: Umán, hacienda de sisal, por S. Daveau. 7B: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro. 7C: Tipo de casa rural en Uxmal por S. Daveau. 7D: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro. 7E: El Cuadrángulo de las Monjas en Uxmal, por S. Daveau. 7F: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro. 7G: Ventana con rejas en Mérida. 7H: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro. 7I: Mercado de Mérida. 7J: Diapositiva equivalente por O. Ribeiro (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9735, S9348, F9757, S9355, F9759, S9372, F9762, S9378, F9763 e S9379). 

Intercalada con una fotografía de la puerta de tierra de la fortaleza de Campeche, la secuencia prosigue con 24 fotografías de Chichen Itzá, donde encajan algunas imágenes de construcciones tradicionales, milpas y surcos en el bosque hechas en las respectivas carreteras de acceso. Se sigue con una serie de 19 fotografías tomadas durante el viaje aéreo entre Villahermosa y Palenque, al que se juntan 14 fotografías del vuelo de regreso a Villahermosa, las cuales son de nuevo especialmente atentas a los aspectos del parcelamiento de los campos y la deforestación, temas que combinan con lo que Suzanne Daveau destacó en su cuaderno, como vimos. Del mismo modo, la primera fotografía tomada en tierra en la región de Palenque encuadra un campo de pastos. En medio, tenemos 24 fotografías de las ruinas de Palenque (Figura 8).

Figura 8 Fotografías de S. Daveau de Chichén Itzá y Palenque, agosto de 1966. 8A: Bosque despejado en las proximidades de Chichén Itzá. 8B: Pastizales en la región de Palenque. 8C: Fotografía aérea de una quema. 8D: Ruinas de Palenque (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9790, F9811, F9831-A y F9824). 

La contrastante pobreza y la magnificencia de Taxco, de la que Suzanne Daveau también dio cuenta en su cuaderno de campo, como referimos, está bien ilustrada en las únicas cuatro fotografías en blanco y negro que quedaron de su paso por esa ciudad. Escogemos presentar aquí estas 4 fotografías lado a lado con la página donde se encuentran esas anotaciones referentes al día 22 de agosto de 1966 pasado en Taxco (Figura 9). Después de eso, la ciudad de México volvió a ser captada por la cámara fotográfica por última vez en este viaje: 7 fotografías en total, la mayoría de las cuales fueron tomadas desde la cima de la Torre Latinoamericana (Figura 10). Las 12 fotografías finales de esta colección fueron hechas en Tula: mientras que 7 corresponden a las terrazas, edificios y esculturas de la zona arqueológica, las restantes replican -no obstante los diferentes encuadramientos escogidos- los motivos recurrentes que privilegian el mundo rural, como la vegetación espontánea, las especies cultivadas, las áreas de pastizales o la constitución del suelo.

Figura 9 9A: Página del cuaderno campo de S. Daveau correspondiente a los últimos 3 días del itinerario mexicano: Taxco, Distrito Federal y Tula (CC/28-SD, p. 19). 9B-9E: Fotografías de Taxco por S. Daveau, que ilustran las impresiones recogidas en esa página de su cuaderno de campo (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9844-F9847). 

Figura 10 Algunas de las imágenes del Distrito Federal integradas al inicio y al final de la serie fotográfica realizada por S. Daveau en México en agosto de 1966. 10A: Vista de la construcción de la carretera tomada a partir de la pirámide de Cuicuilco. 10B: Crucero del Paseo de la Reforma. 10C: Vista oblicua de la Ciudad de México a partir de la Torre Latinoamericana. 10D: Perspectiva de la Catedral Metropolitana de México. 10E: Patio del Museo de la Ciudad de México. 10F: Vista oblicua de la Ciudad de México a partir de la Torre Latinoamericana (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F9599, F9594, F9850, F9617, F9854 y F9853). 

En el último cartón perteneciente a esta serie tenemos pegadas dos fotografías formando una última composición panorámica. Identificada con la leyenda “México - contraste de sequeiro e regadio na Valle del Mesquital [sic], perto de Tula, México central (Agosto de 1966)”, se trata de una de las imágenes que ilustró el artículo “Paisagens rurais da América tropical: ensaio de Geografia comparada” que Orlando Ribeiro publicó en el tercer numero de la revista Finisterra (Ribeiro, 1967) (Figura 11). Esta representa otra prueba de la profunda relación que existe entre los materiales relativos a la CRLA y el viaje realizado a México en 1966 legados por Suzanne Daveau y Orlando Ribeiro, sean ellos los dos cuadernos de campo, los diversos textos publicados en la secuencia de viaje o las más de 600 imágenes fotográficas tomadas. Objetos inseparables de su contexto, deben comenzar por ser analizados a partir del entendimiento de la circunstancia específica en que fueron elaborados. Al mismo tiempo, estos materiales escritos e iconográficos nos llevan a reflexionar sobre la dimensión de coautoría asociada a la práctica de trabajo de campo en la geografía de matriz vidaliana y sobre los diversos niveles de intertexto que forzosamente resultan aquí. Solo un trabajo de gabinete sistemático, coadyuvado por los indispensables archivos, permite iluminar la práctica asociada a una cierta épica de la geografía institucionalizada, la cual fue más compleja de lo que la aparente transparencia resultante de su fuerte dimensión empírica nos sugiere a primera vista.

Figura 11 Valle del Mezquital en las proximidades de Tula, 24 de agosto de 1966. Fotografía de S. Daveau (Fototeca do Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa, F8966). 

CONSIDERACIONES FINALES

A partir del momento en que la Geografía de matriz vidaliana estableció una razón eminentemente empírica para su práctica, la cual permitió el alineamiento con otras “ciencias del terreno” y ayudó sobremanera a reclamar un estatus de cientificidad para la propia disciplina en las primeras décadas del siglo XX, el cuaderno de campo del geógrafo se instituye como la metáfora de esa misma experiencia. El cuaderno de campo que Suzanne Daveau escribió en México en agosto de 1966, y que presentamos en este trabajo, constituye un excelente ejemplo de este linaje de la geografía institucionalizada y de las opciones teóricas y metodológicas implicadas en este tipo de ejercicio. A la par, el terreno “tropical”, que constituía el dominio de estudios privilegiado de Daveau en la época, articulado, además, desde el punto de vista práctico e institucionalizado, entre el IFAN de Dakar, el ORSTOM de París y el Centro de Estudos Geográficos de Lisboa, constituyó un elemento adicional que obliga a considerar las referencias propias de la compleja construcción del concepto de geografía tropical forjado en el periodo entre guerras, concepto inseparable del magisterio de Pierre Gourou, del sentido político latente en la lectura zonal del “mundo tropical” diseminada por el autor de Les pays tropicaux y, además, del ambivalente discurso sobre la tropicalidad que encuadra todo esto (Soubeyran, 1994, pp. 261-262; Clayton y Bowd, 2006, pp. 216-219; Zytnicki, 2008, pp. 210-211; Bomfim, 2017, pp. 2-5; Bowd y Clayton, 2019, pp. 1-2, 140-142 y 265-287).

Si el objeto representado por el cuaderno de campo de Suzanne Daveau indujo a esta reflexión inmediata sobre el contexto simultáneamente epistémico y geopolítico que confiere sentido a la práctica de la geografía tropical de matriz francófona, las cuestiones relativas a su materialidad no son menos interesantes para el estudioso de la historia de la geografía, permitiendo una aproximación retrospectiva bastante pormenorizada al oficio del geógrafo que operaba dentro de ese cuadro de referencia. En este caso, tuvimos la ventaja de poder confrontar dos cuadernos de campo realizados simultáneamente: el de la propia Suzanne Daveau y el cuaderno del geógrafo portugués Orlando Ribeiro. También pudimos cruzar los respectivos contenidos con la vasta colección de fotografías realizadas por Daveau y Ribeiro en el transcurso del mismo viaje que realizaron en México en 1966. Fijándonos en el cuaderno firmado por Daveau, tres cuestiones emergieron de inmediato en este análisis.

En primer lugar, la complementariedad entre las anotaciones escritas y el aparato iconográfico constituido por los bosquejos, croquis y fotografías, la cual es propia de este tipo de documentos de carácter privado, destinados a servir de base a investigaciones subsecuentes o a apoyar la comunicación científica en las clases, en ponencias o en conferencias. En segundo lugar, pudimos verificar que la primera parte del cuaderno de campo mexicano de Daveau, correspondiente a un itinerario encuadrado por los organizadores de la CRLA-UGI de 1966, es más extensa y más rica en bosquejos y dibujos de tipo variado que la segunda parte. Para esta disparidad interna mucho habrá contribuido el hecho de que esta parte relativa al itinerario por el México maya haya transcurrido en un viaje de carácter privado, para el cual es evidente que los participantes dejasen de disponer de un suministro permanente de informaciones sobre el terreno que les era desconocido, como sucediera hasta ahí. En tercer lugar, los tópicos referentes a la geomorfología y a la ocupación del suelo constituyen las materias privilegiadas en las observaciones de Suzanne Daveau, tanto aquellas que constan en el cuaderno de campo, como las que fueron fijadas por las fotografías. Conociendo el cuaderno de campo, la obra publicada y la investigación que Orlando Ribeiro realizaba, a estas alturas (Oliveira, 2019, pp. 3-8; Paiva y Oliveira, 2019a, pp. 75-79; Paiva y Oliveira, 2019b, pp. 129-136), percibimos que esta sección de materiales realizada por Daveau y, desde luego, aquellas que hablan respecto a la estructura y ocupación de los espacios rurales, pero también al poblamiento y a lo edificado, traducen también, en buena medida, los intereses de investigación prioritarios de Ribeiro. Esta circunstancia contribuyó a diluir el sentido de autoría individual de este material, apuntando antes a una lógica efectiva de coautoría.

Un último comentario relativo a los archivos que sustentan esta investigación. Como dijimos, tuvimos acceso a documentos resguardados por tres fondos documentales distintos y de naturaleza estructuralmente diversa: el archivo privado de Suzanne Daveau, donde se encuentra el respectivo cuaderno de campo; la colección de Orlando Ribeiro guardada en la Biblioteca Nacional de Portugal, colección que alberga su cuaderno de campo mexicano, y, finalmente, la Fototeca del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, universidad pública que archiva el material fotográfico obtenido de ese viaje que los dos geógrafos realizaron a México al servicio del CEG. Si, atendiendo a su naturaleza física, todo el cuaderno de campo constituyó una prueba de trabajo frágil y perecedera, más importante se vuelve contar con los archivos que lo preserven de la prueba del tiempo, como tuvimos la suerte que se verificase en este caso. Ya fuese en las anotaciones dejadas en el cuaderno, en el propio catálogo o en las fichas de las fotografías, por ejemplo, encontramos muchas veces las pistas que faltaban para explicar las circunstancias y la lógica del texto científico que fue escrito en la etapa siguiente a la realización del trabajo de campo, cuando los geógrafos en él involucrados se aplicaron en la preparación de artículos o de libros donde retrataron ese México que conocieron en 1966.

Archivo de Suzanne Daveau

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Biblioteca Nacional de Portugal - Lisboa

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Fototeca del Centro de Estudos Geográficos, IGOT, Universidade de Lisboa

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1Traducción del portugués por Guadalupe Pinzón Ríos. Agradezco a Guadalupe Pinzón Ríos, Héctor Mendoza Vargas, João Ribeiro, Rute Vieira y Suzanne Daveau su apoyo en diferentes fases de este trabajo.

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