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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.100 Ciudad de México dic. 2019  Epub 27-Feb-2020

https://doi.org/10.14350/rig.60018 

Artículos

El México de Orlando Ribeiro: cuaderno de campo, fotografías y textos relativos a la Conferencia Regional Latinoamericana de la Unión Geográfica Internacional de 19661

Orlando Ribeiro’s Mexico: field notebooks, photographs, and texts related to the Latin American Regional Conference of the International Geographical Union, 1966

Francisco Roque de Oliveira* 
http://orcid.org/0000-0002-5854-8971

Traducción:

Guadalupe Pinzón Ríos

*Centro de Estudos Geográficos, Instituto de Geografia e Ordenamento do Território da Universidade de Lisboa. Rua Branca Edmée Marques, 1600-276, Lisboa, Portugal. Email: f.oliveira@campus.ul.pt


Resumen

El geógrafo portugués Orlando Ribeiro participó en la Conferencia Regional Latinoamericana de la Unión Geográfica Internacional (UGI), que se realizó en México en 1966, para la cual preparó una comunicación acerca de paisajes rurales comparados de América. Su participación en las diversas actividades y excursiones programadas por la conferencia, así como los viajes complementarios que hizo en este país, dieron origen a un cuaderno de campo inédito que presentamos en este texto. En paralelo, sintetizamos el extenso acopio fotográfico producido en este viaje, al igual que los principales trabajos posteriores en los cuales Ribeiro incorporó su aprendizaje de la geografía mexicana, los cuales incidieron en la fisionomía de los paisajes agrícolas, así como en algunas de las características fundamentales de las ciudades y del urbanismo de los países iberoamericanos. Este conjunto de documentos escritos e iconográficos constituyeron un testimonio muy relevante de la geografía tropical de paradigma vidaliano concretizada por la “escuela geográfica de Lisboa”, al mismo tiempo que representa un excelente ejemplo de la práctica de una geografía fuertemente cimentada en el trabajo de campo, tal como Orlando Ribeiro efectuaba a partir del modelo propuesto por la escuela francesa de geografía. La lectura del cuaderno de campo de México y de los textos de Ribeiro posteriores a este viaje constituyen también indicios fundamentales para la reconstrucción de las principales redes de sociabilidad científica del geógrafo portugués, en las cuales Brasil y los geógrafos brasileños constituyen una pieza fundamental.

Palabras clave: Orlando Ribeiro; México; trabajo de campo; geografía tropical; escuela geográfica de Lisboa; Unión Geográfica Internacional

Abstract

The Portuguese geographer Orlando Ribeiro participated in the Latin American Regional Conference of the International Geographical Union (IGU) held in Mexico in 1966, for which he prepared a communication on comparative rural landscapes of America. His participation in the various activities and excursions programmed by the Conference, as well as the complementary trips he have made in this country, gave rise to a field notebook, which we present in this text. At the same time, we will synthesize the extensive photographic collection gathered during this trip, as well as the main subsequent works in which Ribeiro incorporated his learning of Mexican geography. These works focused both on the physiognomy of agricultural landscapes and on some of the fundamental characteristics of cities and urban planning in Ibero-American countries. This set of written and iconographic documents is a very relevant testimony of the "tropical geography" of the Vidalian paradigm carried out by the “Lisbon geographic school”, while at the same time representing an excellent example of the practice of a geography strongly grounded in fieldwork, as Orlando Ribeiro practiced from the model proposed by the French school of Geography. The reading of Ribeiro's Mexico field notebook, as well as the texts subsequent to this trip, are also fundamental evidence for the reconstitution of the main networks of scientific sociability of the Portuguese geographer, in which Brazil - and the Brazilian geographers - represent a key piece.

Key words: Orlando Ribeiro; Mexico; fieldwork; tropical geography; Lisbon geographic school; International Geographic Union

INTRODUCCIÓN

El geógrafo portugués Orlando Ribeiro (1911-1997) realizó un único viaje a México en ocasión de la Conferencia Regional Latinoamericana de la Unión Geográfica Internacional (CRLA-UGI), que se realizó en la Ciudad de México en agosto de 1966. En esa oportunidad, presentó la comunicación “Considerações em torno duma tipologia da paisagem rural americana”,2 integrada en la Reunión Especial de la Comisión de Tipología Agrícola de la UGI. El correspondiente texto apareció en el volumen 2 de las Actas de la conferencia, publicadas en la misma ocasión por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (Ribeiro, 1966). En el año siguiente, Ribeiro publicó en Finisterra. Revista Portuguesa de Geografia un artículo titulado “Paisagens rurais da América Tropical. Ensaio de geografia comparada”,3 que constituyó una versión revisada y muy ampliada del escrito entregado a los organizadores de la reunión de México (Ribeiro, 1967a). En la misma época, inició la redacción de un estudio acerca de las ciudades mexicanas, cuyo fragmento apenas fue publicado en 1994 en el volumen 5 de su obra Opúsculos Geográficos (Ribeiro, 1994a; 2014). Parte significativa de estos dos últimos trabajos fue resultado del aprovechamiento de la experiencia adquirida en el ámbito de las diversas actividades programadas por la CRLA, especialmente la excursión de más de 2 000 kilómetros que recorrió en México central a lo largo de una semana.

En este artículo damos a conocer el cuaderno de campo inédito que Orlando Ribeiro escribió en el transcurso de las excursiones realizadas en el ámbito de la Conferencia de México, así como el material fotográfico reunido en ese viaje de 1966 y que hoy integra el acervo de la Fototeca del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, una pequeña parte del cual ilustró los textos divulgados en 1967 y 1994. El análisis de estos elementos propios del trabajo de campo, así como la respectiva confrontación con las dos versiones del mismo estudio que Orlando Ribeiro publicó con un año de intervalo, permiten realizar una aproximación privilegiada al proceso de escritura del geógrafo. De hecho, este conjunto de elementos da testimonio de forma ejemplar del paso que da en las tareas de observación y registro en el terreno de selección, recomposición y presentación final de los datos en forma de texto científico (Roque, 2001, pp. 153-154). En paralelo, trataremos de situar estos trabajos en el conjunto de la obra de Orlando Ribeiro, notando, desde luego, cómo se articulan dos de sus intereses recurrentes de investigación: por un lado, el estudio de las formas de ocupación del suelo agrícola; por otro, las materias de “geografía tropical” que Ribeiro cultivó con empeño creciente desde finales de la década de 1940, las cuales constituirían una de las características más marcadas de la geografía portuguesa de la época (Daveau, 2012, p. 34). Tomaremos también el texto dedicado a las ciudades de México como una pieza relevante de un proyecto que durante muchos años maduró vislumbrando realizar una teoría general del urbanismo colonial ibérico.

PAISAJES RURALES Y “CIVILIZACIÓN”

Cuando aterrizó en México en el verano de 1966 para participar en los trabajos de la Conferencia Regional Latinoamericana de la UGI, que transcurriría en la Unidad de Congresos del Centro Médico Nacional de la capital mexicana, hacía mucho que Orlando Ribeiro se había consolidado como el más renombrado geógrafo portugués en activo, conforme lo atestigua el hecho de haber ocupado el cargo de primer vicepresidente de la Unión Geográfica Internacional entre 1949 y 1956.

Por encargo del comité ejecutivo de la UGI, le correspondió ser el anfitrión del XV Congresso Internacional de Geografia (Lisboa, 1949), organizado por el Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, que el propio Orlando Ribeiro constituiría en 1943 y que dirigió ininterrumpidamente hasta 1974, cuando fue director honorario de esta institución. Doctorado en Ciencias Geográficas por la Universidade de Lisboa en 1935 con una tesis de geografía regional de Portugal titulada A Arrábida. Esbôço geográfico,4 fue en sus “años de París” (1937-1940) cuando concretizó una aproximación decisiva a la práctica de la geografía francesa de matriz vidaliana y forjó buena parte de las amistades académicas que lo acompañaron a lo largo de una duradera y provechosa vida científica. Durante esos años fue lector de Estudios Portugueses en la Sorbona, participó en el Congreso Internacional de Geografía de Ámsterdam (1938) -donde presentó la comunicación “L’habitat rural au Portugal”-5 y completó su formación geográfica con Emmanuel de Martonne, Albert Demangeon, André Siegfried, Henri Baulig y Jules Sion, hasta que la inminente ocupación alemana de Francia dictó su regreso anticipado a Portugal (Ribeiro, 1970, pp. 21-27; 2017a, pp. 786-788; Daveau, 2012, p. 32).

Entre 1941 y 1943, Orlando Ribeiro fue profesor de tiempo parcial en la Universidade de Coimbra, cuando transitó para la Universidade de Lisboa, donde enseñaría hasta su jubilación en 1981. En esta primera mitad de la década de 1940 practicó extenso trabajo de campo en el centro de Portugal, intentando sintetizar sus principales particularidades geomorfológicas a la par de coordenadas propias de la geografía humana relacionadas con el poblamiento rural, los regímenes agrarios y el modo en que este conjunto de aspectos contribuía a definir la fisonomía de los paisajes. Algunas de estas investigaciones (simultáneamente extendidas a otras áreas del país) fueron compartidas con colegas extranjeros de paso más o menos prolongado por Portugal, como Pierre Birot, Hermann Lautensach y De Martonne, así como el entonces joven estudiante Alfredo Fernandes Martins, que se afirmó como uno de los más destacados geógrafos físicos de la Universidade de Coimbra (Ribeiro, 1970, pp. 27-32; Rebelo, 2008, pp. 53-68). Aquella que aún hoy es la más conocida de las obras de Orlando Ribeiro, Portugal, o Mediterrâneo e o Atlântico. Estudo Geográfico (1945),6 nació en estos años en que él procuró, por primera vez, fijar una perspectiva en conjunto acerca del Portugal geográfico, con base en una sólida investigación en el terreno (Ribeiro, 1945; Paiva, 2013, pp. 129-132).

El libro-guía de la excursión Le Portugal Central,7 que el geógrafo escribió con motivo del Congreso Internacional de Geografía de Lisboa de 1949, condensa el saber que acumulara acerca de los espacios que más trabajara a lo largo de los años anteriores (Ribeiro, 1949). Pero será en el volumen Portugal (1955), correspondiente al Tomo V de Geografía de España y Portugal, obra dirigida por Manuel de Terán, en el cual Ribeiro reescribió una interpretación de conjunto acerca de los elementos tomados, sobre todo, de la geografía humana, que a su ver suscitan la diferenciación del territorio portugués en la península ibérica (Amaral y Amaral, 1984, p. 32; Daveau, 2011a, pp. 7-9). Esta nueva obra de síntesis constituyó también uno de los resultados más visibles de los estrechos lazos de afinidad que él creara con la geografía española a partir de 1946, en la secuencia de viajes que realizó al Marruecos español y a Andalucía, durante los cuales ejercitó la comparación entre formas de regadío de los dos márgenes del Mediterráneo. En aquel entonces, participó en el Curso de Geografía General y del Pirineo, del Instituto de Estudios Pirenaicos de Jaca, realizado bajo el auspicio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Gómez, 1997, pp. 120-130; Daveau, 2011b, p. 91; 2012, pp. 33-34, 38; Ribeiro, 2013, pp. 82-90; 2017a, pp. 905-920; Gómez, 2018, p. 8).

Más allá de las relaciones que entonces estableció con los geólogos Eduardo y Francisco Hernández-Pacheco y con el geógrafo José Manuel Casas Torres, de la Universidad de Zaragoza, Orlando Ribeiro convivió en Jaca con Lluis Solé Sabarís y Manuel Terán, principales mentores de la referida Geografía de España y Portugal (5 vols., 1952-1967). En el curso de Jaca, Ribeiro impartió la conferencia “Técnicas de investigación en geografía regional”, mientras que Terán se centró en el estudio y representación cartográfica del poblamiento y del hábitat rural, encuadrado en una línea de investigaciones de la UGI acerca de la misma temática que fuera dirigida por Demangeon entre 1925 y 1938 (Gómez, 1997, p. 128; Gómez y Marías, 2007, pp. 44-45). Al leer las comunicaciones de los geógrafos españoles y portugueses reunidas en la Sección de Geografía Humana y Geografía Económica del Congreso de Lisboa (especialmente las que incidieron en “Question 15. Les Types et les formes de la vie pastorale, spécialment dans les pays agricoles”),8 se verifica que éstas dieron continuidad a la concertación de intereses de investigación forjada en Jaca por Manuel de Terán y Orlando Ribeiro (UGI, 1951, pp. 7-105; Gómez, 2007, pp. 152-154).

El viaje de Orlando Ribeiro a México está temporalmente delimitado por la aparición de otras dos de sus más importantes obras de síntesis, fundadas en minuciosos ejercicios de geografía comparada: Geografia e civilização: temas portugueses (1961)9 y Mediterrâneo, Ambiente e Tradição (1968).10 En el primer caso, Ribeiro cotejó tres estudios autónomos, además de otras tantas formas materiales que su observación procuró articular en busca de las correlaciones complejas que forjaron el patrimonio humano de distintas partes de Portugal: la “civilización del granito” en el norte del país, la “civilización del barro”, en el sur, y los tipos de cobertura tradicional de las casas del Algarve, incluyendo un repaso de las influencias orientales en la arquitectura urbana de esta región del sur de Portugal, la comparación con los puertos de la Andalucía española y una anotación acerca de la difusión de tipologías particulares de los tejados portugueses en la India, en África y en Brasil (Ribeiro, 1961).

Por su parte, Mediterrâneo, del mismo autor, tuvo redacciones preliminares para servir de apoyo a cursos impartidos en la Universidade do Brasil, de Río de Janeiro (1956), y en la Université Laval, en la ciudad de Quebéc (1962), y corresponde al ensayo en que el modelo de Vidal de la Blache se ejercita con una maestría sólo equivalente a la que había surgido más de 20 años antes en Portugal, o Mediterrâneo e o Atlântico. Libro en que el tratamiento de los distintos aspectos de la vida y del paisaje agrario ocupa un lugar relevante, para la elaboración de Mediterrâneo, Ambiente e Tradição Orlando Ribeiro retomó explícitamente las lecciones francesas de Jules Sion, Albert Demangeon y Fernand Braudel (Ribeiro, 2018a, pp. 21-24). El autor mantuvo intacta su literatura acerca de la larga duración geográfica del Mediterráneo en una comunicación leída en la Convegno Internazionale I Paesaggi Rurali Europei, la cual se llevó a cabo en Perugia en mayo de 1973, y cuyo título resume la conciencia aguda que tenía de las alteraciones en curso en la base rural que sustentara durante siglos la vida económica tradicional de ese espacio: “Réflexions sur les paysages agraires de la Méditerranée: le declin d’une civilisation” (Ribeiro, 2018b [1975], pp. 213-237).

En el mismo año en que publica Mediterrâneo, Ambiente e Tradição, se editan por lo menos otros tres textos del geógrafo que ayudan a iluminar el objeto y el método aplicados en sus trabajos “mexicanos” de 1966-1967. El primero es la entrada “Milho”, que aparece en el volumen 3 del Dicionário de História de Portugal dirigido por Joel Serrão (Ribeiro, 1968a). Se trata de un texto que retoma tópicos relativos a la difusión del maíz americano en el Viejo Mundo que el autor había tratado en Portugal, o Mediterrâneo e o Atlântico y en el artículo “Primórdios da ocupação das ilhas de Cabo Verde”,11 originalmente publicado en la Revista da Faculdade de Letras de Lisboa en 1955, y que integrara la compilación de temas “tropicales” titulada Aspectos e Problemas da Expansão Portuguesa12 (Ribeiro, 1962, pp. 129-159).

En segundo lugar, está el artículo “Região e rede urbana: formas tradicionais e estruturas novas”,13 publicado en Finisterra, que corresponde a la versión revisada de una conferencia que Orlando Ribeiro pronunciara en el II Congresso Brasileiro de Geógrafos (Río de Janeiro, julio de 1965), el cual apareció también en la Revista Geográfica del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, publicada en Río de Janeiro (Ribeiro, 1967b, pp. 157-165; 1968b, pp. 5-18; II Congresso Brasileiro de Geógrafos, 1965, p. 528). En este texto, el autor se preocupa por definir un concepto geográfico “claro y restringido” para la palabra “región”, y opta por mantener la lectura vidaliana que entendía las regiones como “formas tradicionales” del paisaje, apoyado en múltiples ejemplos de “patrones de paisaje” brasileños (Ribeiro, 1968b, pp. 7-17; 1989, pp. 379-389; 2014, pp. 407-417). Finalmente (y todavía en 1968, como se dijo) revisó los fundamentos de esta misma metodología en “En relisant Vidal de la Blache”,14 largo artículo evocativo de la figura tutelar de la escuela francesa de geografía, publicado en los Annales de Géographie de París por ocasión del 50 aniversario de la muerte de Vidal. Se trató de una oportunidad para reafirmar la relevancia de la metodología descriptiva de la geografía regional clásica y, en esa línea, de la tarea reservada a los geógrafos de identificar las relaciones entre el cuadro natural y los “géneros de vida” y su correspondencia en forma de “civilización” (Ribeiro, 1968c, pp. 661-662).

LA “GEOGRAFÍA TROPICAL” DE LISBOA

En 1965, Orlando Ribeiro publica en el número especial de la revista Garcia de Orta, dedicado a Goa, una traducción de un extracto de artículo de Pierre Gourou, titulado “Quelques observations de géographie tropicale dans l’Inde” (1950-1951), cuya versión portuguesa fue “Goa: Algumas observações de geografia tropical”15 (Gourou, 1950-1951, pp. 254-269; Ribeiro, 1956, pp. 79-88; Amaral, 1979, pp. 12, 71). Por otro lado, en aquel tiempo inició también la traducción de la 4ª edición de Les Pays tropicaux, Principes d’une géographie humaine et économique (1966) de Gourou. A pesar de que no concluyó esta segunda traducción, ya que sólo tradujo los cinco primeros capítulos de la obra, se aprecia la gran afinidad que sentía con la “geografía tropical” de Pierre Gourou, que seguía desde que tuvo contacto con la descripción de los campesinos y los paisajes del delta de Tonquim que este renombrado profesor del Collège de France y de la Université libre de Bruxelles dejara como modelo de trabajo geográfico en 1936 (Ribeiro, 2017b [1968], pp. 734-738; Dartigues, 2005, pp. 143-145). En el prefacio que redactó para esa traducción de Les Pays tropicaux, que permanecería inédita, Orlando Ribeiro no duda en colocar la obra vidaliana de Gourou en el mismo nivel de los trabajos de Carl Troll y Carl Sauer, definiendo así una triada de “grandes geógrafos de nuestra época” (Ribeiro, 2017b [1968], p. 738).

Cabe notar que, a partir del final de la década de 1950, Pierre Gourou estrechó su relación con la “Escola geográfica de Lisboa”, expresión que el propio Gourou ayudó a divulgar cuando revisó una de las diversas monografías acerca de las islas del Atlántico producidas con la orientación de Ribeiro: A Ilha de São Miguel. Estudo Geográfico (La Isla de San Miguel. Estudio geográfico) de Raquel Soeiro de Brito (1955) (Gourou, 1958, p. 367). La realización de trabajos monográficos acerca de las principales islas de los archipiélagos atlánticos bajo el dominio portugués constituyó una de las imágenes características de los geógrafos de Lisboa. De manera paralela, este grupo desarrolló un importante conjunto de estudios acerca de los más importantes espacios coloniales portugueses de Asia (Goa y territorios del norte de la India) y de África continental (Angola y Mozambique) (Oliveira, 2017, pp. 150-153). Este esfuerzo fue entendido en el contexto internacional marcado por la conferencia de Bandung (1955) y por el proceso de ajustamiento de la política científica portuguesa, relacionada con las cuestiones coloniales, que se prolongó hasta el advenimiento del régimen democrático y el inicio del proceso de descolonización en Portugal en 1974 (Castelo, 2012, pp. 399-340; Cruz, 2016, pp. 72-77; Oliveira, 2016; 2017, pp. 150-151).

Así, el Centro de Estudos Geográficos, dirigido por Orlando Ribeiro, acoge, sucesivamente, la instalación de diversas estructuras encuadradas por la Junta de Investigações do Ultramar (JIU), organismo dependiente del Ministerio de las Colonias que tenía la obligación de delinear las orientaciones de investigación que sustentarían la política desarrollista prescrita para los territorios coloniales portugueses: el Agrupamiento Científico de Preparación de Geógrafos para el Ultramar Portugués (1958), la Misión de Geografía Física del Sur de Angola (1958) y la Misión de Geografía Física y Humana de Ultramar (1960) (Amaral, 1979, pp. 7-13). Las respectivas actividades tomaron partido de experiencias anteriores. Fue el caso de la Misión de Geografía de Guinea de 1947, confiada a Ribeiro y realizada en el contexto de los preparativos de la Segunda Conferencia Internacional de los Africanistas Occidentales, que se efectuó en Bisáu a fines de ese año, promovida por el Institut Français d’Afrique Noire de Dakar (Senegal) (Havik y Daveau, 2010, pp. 15-16; Havik, 2013, pp. 5-9). Fue también el caso de las dos misiones para el estudio de la erupción en la isla caboverdiana de Fuego que se realizaron entre 1951 y 1953, experiencias que Ribeiro vertió en la monografía A Ilha do Fogo e as suas erupções,16 publicada en 1954, pero apenas difundida en 1957 (Ribeiro, 1954; Daveau, 1998, pp. 77-10). El último ensayo importante de las expediciones geográficas organizadas por el Centro de Estudos Geográficos de Lisboa a partir del final de la década de 1950 correspondió a la Misión de Geografía de la India de 1955-1956, llevada a cabo por Ribeiro y sus discípulos Raquel Soeiro de Brito y Mariano Feio, en un momento que coincide con la radicalización del conflicto diplomático entre la Unión Indiana y Portugal en torno de la continuidad de la presencia colonial portuguesa en la India (Rosas, 1999, pp. 14-17; Daveau, 1999a, pp. 28-39; Rodrigues, 2011, pp. 48-60).

Orlando Ribeiro conoció fugazmente a Pierre Gourou en el transcurso del Congreso de Geografía de Ámsterdam en 1938, presentado por Jean Gottmann, amigo común de ambos (Ribeiro, 2017b [1968], p. 735). Sin embargo, fue durante las excursiones subsecuentes al III Colóquio Internacional de Estudos Luso-Brasileiros, realizado en Lisboa en septiembre de 1957, cuando los vínculos personales se consolidaron. Ribeiro integró la Comisión Organizadora de esta reunión de 1957, lo que debe explicar la circunstancia de que Gourou hubiera actuado como uno de los tres presidentes de la respectiva Secção I. A Terra e o Homem17 al lado de los brasileños René Ribeiro (Universidade de Pernambuco) y Hilgard O’Reilly Sternberg (Universidade do Brasil), amigo próximo de Orlando Ribeiro, a quien acababa de suceder en el cargo de primer vicepresidente de la UGI después de haber sido secretario ejecutivo de la Comisión Organizadora del Congresso Internacional de Geografia do Rio de Janeiro en 1956 (III Colóquio Internacional de Estudos Luso-Brasileiros, 1959, p. 2; Lacorte et al., 2011, pp. 189-191; Kohlhepp, 2017, pp. 8-9).

Pierre Gourou retribuyó la deferencia al ser autor de dos comunicaciones en ese coloquio: “Les plantes alimentaires américaines en Afrique tropicale. Remarques géographiques”, integrada a una mesa acerca de difusión de plantas cultivadas y animales domésticos, y “Étude comparée de l’Amazonie et du Congo Central”, leída en la mesa “Cruces y contactos de civilización”, en la cual Orlando Ribeiro y Raquel Soeiro de Brito trataron dos aspectos relativos a Goa (Gourou, 1959a; 1959b; Ribeiro, 1959; Brito, 1959). Poco después de este viaje a Portugal, y en el momento en que reunía material para su libro L’Afrique (1970), Pierre Gourou integró dos misiones científicas a las colonias portuguesas de la Misión de Geografía Física y Humana de Ultramar de la JIU, coordinadas por Orlando Ribeiro: aquella que se realizó en Angola en 1962, así como la que transcurrió en Mozambique en 1963 (Amaral, Amaral y Gourou, 1986, p. 57; Oliveira, 2016; Daveau, 2017, p. 570; Ribeiro, 2017b [1968], p. 736). Esta proximidad de intereses y senderos entre Ribeiro y Gourou contribuyó a reforzar la gran sintonía que siempre tuvieron en torno de los preceptos teóricos y metodológicos que sustentaron la afirmación concomitante de la “geografía tropical” y la “geografía zonal” en el periodo de 1950-1960 (Pimenta, Sarmento y Azevedo, 2011, pp. 222-225).

Atenta a la necesidad de sustituir los arquetipos de la “geografía colonial” anterior a la Segunda Guerra por una lectura ajustada al cuadro geopolítico internacional traído por las descolonizaciones, la Unión Geográfica Internacional consagrará este nuevo discurso geográfico con la creación de la Comisión de Trópicos Húmedos, que emana del Congreso Internacional de Geografía de Río de Janeiro de 1956, el primer congreso de UGI que se llevó a cabo en el hemisferio sur. Este nuevo grupo de trabajo completaba la Comisión de las Zonas Áridas, constituida algunos años antes bajo la tutela del geomorfólogo Jean Dresch, que fue presidente de la UGI entre 1972 y 1976 (Tissier, 2011, p. 245; Robic, 2013, pp. 19-20). Al final del Congreso de Río, Maximilien Sorre sintetizó de este modo el paso dado: “Pour la première fois depuis l’origine de l’Union, la géographie zonale a été mise au premier plan, le monde tropicale considéré comme une grande entité géographique dont tous les caractères s’enchaînent18 (Sorre, 1957, pp. 3-4).

Para la “unificación de la referente zonal” que emerge de aquí, es decir, para la creación de un concepto metageográfico de tropicalidad de la mano de la geografía institucionalizada, se evoca el papel insustituible del trabajo de campo y las excursiones (Robic, 2008, pp. 59-60). En buena medida, se trataba de reiterar los cánones de la “geografía moderna” vidaliana, que postulaba el papel del terreno como mediador entre lo empírico y lo teórico, y la acumulación de datos aportados por la observación como instrumento esencial para organizar un pensamiento acerca del mundo (Jones y Sauer, 1915, pp. 520-525; Deffontaines, 1938; 1946, p. 3; Carvalho, 1941, pp. 864-873; Ruellan, 1944, pp. 35-45; Carvalho y Monbeig, 1945; Sternberg, 1946, pp. 13-63; Ribeiro, 1973, p. 17;Solotareff, 1996, pp. 246-257; Velasco-Graciet, 2008, pp. 129-131; Mendoza, 2013, pp. 33-36). La defensa intransigente de una metodología basada en la “observación directa” gana especial significado en un momento en que se reaviva con nuevos argumentos el viejo debate entre los practicantes de un método apegado al empirismo y la inducción, y los partidarios de una geografía hipotético-deductiva, los cuales, a decir de los primeros, asentaban la explicación de los hechos geográficos en la “tiranía de los modelos teóricos” (Gourou, 1982, p. 406; Medeiros, 2001, p. 48; Ribeiro, 1960, p. 12; Dollfus, 2009 [1984], p. 123).

Por todo esto, no sorprende que Orlando Ribeiro aprovechara todas las oportunidades para divulgar los méritos de las excursiones geográficas. En entrevista dada a la prensa brasileña en el momento en que se iniciaban los preparativos del Congreso Internacional de Geografía de Río de 1956, recordó el modo en que la UGI había instituido y normalizado en 1931 el modelo de las excursiones programadas en sus propios congresos. Evocando su propia experiencia de organizador principal del Congreso de Lisboa de 1949, explicó así su doctrina acerca del tema: “Um geógrafo não é homem de gabinete: o terreno é o seu local de trabalho, aí êle se sente à vontade, no seu elemento, e revela seu pulso e qualidades de análise e coordenação19 (XVIII Congresso Internacional de Geografia, 1954, p. 396). Dos años después, en un debate informal suscitado en un paraje de la excursión a Parati realizada en el marco del Congreso de Río, Ribeiro volvió a la misma tesis, alineado entonces con la opinión de todos aquellos colegas que defendían que “só pode prescrever metodologia quem pratica a geografia no campo20 (Excursão de Altos Estudos, 1956, 12 de septiembre, p. 2). El trabajo de campo que el geógrafo portugués ejecutó en México 10 años después, al perseguir una visión global para los diversos paisajes rurales de América, deriva directamente de este entendimiento de la práctica de la disciplina, lo mismo que Gourou lideró en su dominio de especialidad al concretizar una lectura atípicamente extensa de los paisajes del “mundo tropical”.

EL CUADERNO DE CAMPO DE MÉXICO

El cuaderno de campo de México de 1966 es el ejemplar 57 del conjunto de 63, cuyo autor es Orlando Ribeiro, perteneciente a los acervos del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa bajo custodia de la Biblioteca Nacional de Portugal, donde integran el Arquivo de Cultura Portuguesa Contemporânea (Daveau y Lopes, 2011, pp. 169-171). Esta valiosa sección del legado científico de Ribeiro, compuesta por cuadernos de campo fechados de 1932 a 1985, comprenden 39 ejemplares relativos al Portugal continental y a los archipiélagos atlánticos de Azores y de Madeira, 9 cuadernos centrados en otras partes de Europa, como España, Francia, Bélgica y Suiza, y, finalmente, 15 que cubren territorios extraeuropeos recorridos por el geógrafo portugués en el transcurso de sus viajes de estudio.

Este último conjunto de cuadernos de campo no europeos también presenta una geografía desigual, reflejo directo de la importancia relativa que las diferentes partes del mundo tuvieron en los trabajos que el estudioso realizó. Así, mientras existen 9 cuadernos exclusiva o mayoritariamente centrados en África -la mayoría de los cuales son acerca de las antiguas colonias portuguesas de Cabo Verde, Mozambique, Angola y Santo Tomé-, 2 organizan apenas materiales relativos a la excolonia de Goa y 4 son dedicados a diferentes partes de las Américas: 2 completos y parte de un tercero relativos a Brasil, parte de un cuaderno acerca de Perú y Estados Unidos y, por fin, el de México, que es el más reciente de los 4 cuadernos de campo americanos.

La hoja de portada indica: “O. Ribeiro, México - 1966 (c/S. Daveau)”, ya que el autor realizó el viaje con la geógrafa francesa Suzanne Daveau, con quien se casó el año anterior y con quien escribió un libro de referencia para la discusión del concepto zonalidad en geografía: La zone intertropical humide (1973) (Daveau y Ribeiro, 1973; Pagney, Daveau y Ribeiro, 1973, pp. 559-560; Daveau, 2012, p. 45). Profesora de la Université de Dakar entre 1957 y 1964, Daveau se doctora por la Sorbonne en 1957 con una thèse principale en Geografía Humana acerca de la frontera franco-suiza de Jura, orientada por Georges Chabot, entonces director del Institut de Géographie de París. A la par, presentó una thèse complémentaire en Geografía Física acerca de la región de Bandiagara en los confines de los actuales Mali y Burkina Faso, en este caso, orientada por Jean Dresch (Pinchemel, 2011, p. 153; Firmino y Nunes, 2016, pp. 179-180).

En 1961, Suzanne Daveau ya se había integrado a la Misión Geográfica de Angola y Mozambique organizada por Ribeiro. Después de eso, lo acompañó en un viaje de estudio a Brasil en 1965; entonces visitó Río de Janeiro, Ceará y Bahía (Ferreira, 1997, pp. 47-48; Pelissier, 1997, pp. 55-57; Daveau, 1999b, pp. 13-16; Alegria, 2015, pp. 34-73). En 1966 fue integrada al Centro de Estudos Geográficos de Lisboa como directora de investigación de la Fundação Calouste Gulbenkian; participó también en los trabajos de la Conferencia Regional Latinoamericana de México con la comunicación “Problemas morfológicos comparados de las regiones semiáridas en África occidental y en Brasil” (Daveau, 1966). A semejanza de lo que pasó con el trabajo que Orlando Ribeiro leyó en la CGLA, también este texto de Suzanne Daveau tuvo una versión revisada y ampliada en un número de la revista Finisterra del año siguiente, que conservó el título dado en la conferencia de México: “Problèmes morphologiques comparées des régions semi-arides en Afrique occidentale et au Brésil” (Daveau, 1967).

A pesar de que se indica la presencia de Suzanne Daveau en la portada del cuaderno de campo de México que aquí presentamos, la ocurrencia de una única caligrafía nos confirma que se trata de un documento autógrafo de la exclusiva autoría de Orlando Ribeiro. Por otro lado, es menos directa la autoría del conjunto de 224 diapositivas asociadas a este viaje de 1966, catalogadas en las colecciones de la Fototeca del Centro de Estudos Geográficos. Parte de estas fotografías es referenciada en el manuscrito del cuaderno de campo. Algunas de esas imágenes fueron luego incluidas en el texto que Orlando Ribeiro publicó en Finisterra en 1967, mientras que otras ilustraron el borrador, hasta entonces inédito, acerca de las ciudades de México, que fue recuperado para el tomo 5 de la obra Opúsculos Geográficos en 1994. De hecho, a pesar de que el catálogo de la Fototeca del CEG atribuye a Suzanne Daveau toda esa serie de fotografías (a semejanza de lo que ocurre en otras misiones de trabajo conjuntas), la autoría de cada una de las imágenes es dudosa, pues es virtualmente imposible determinar quién fotografió, qué o a quién tocó escoger el encuadramiento de la fotografía que el otro puede haber concretado por indicaciones de su compañero de viaje. Como veremos posteriormente, por lo menos en un caso el fotógrafo fue una tercera persona.

El cuaderno de campo que Orlando Ribeiro escribió en el transcurso de su viaje a México se compone de 15 páginas escritas en el frente y reverso de un bloc de papel cuadriculado de 40 líneas por 26 columnas, que mide 14.5 cm x 21 cm (BNP/D12/57). Las hojas fueron separadas del bloc de papel original y evidencian haber sido engrapadas en la esquina superior izquierda, pero fueron desengrapadas y archivadas sueltas dentro de la respectiva pasta. Por regla, el autor escribe de 18 a 20 líneas por hoja, frecuentemente intercaladas con esbozos y diseños de varios tipos.

Aunque no existe ninguna marca material de división interna, si atendemos al contenido podemos establecer que el cuaderno comprende tres partes relativamente autónomas, de las cuales, las dos primeras son de dimensión casi idéntica. La primera parte, correspondiente a las siete primeras páginas, es mayoritariamente llenada con las notas tomadas un poco antes y, sobre todo, durante la excursión principal de la CRLA a lo largo de México central, que transcurrió entre los días 9 y 15 de agosto de 1966, en la cual tomaron parte “unos doscientos felices geógrafos de treinta países, en cinco confortables ómnibus con aire acondicionado”, como registró una minuciosa crónica argentina del mismo viaje (Denis, 1966, p. 218). En la segunda parte de su cuaderno de campo, Orlando Ribeiro anota el tránsito realizado por la península de Yucatán, entre Mérida y Campeche, y también por Veracruz y Palenque. La tercera parte, correspondiente a las últimas dos páginas del cuaderno, es reservada para una descripción del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México, cuyo nuevo recinto fue inaugurado apenas dos años antes en el bosque de Chapultepec (Helfritz, 1971 [1968], pp. 168-177; Serra Puche, 1995, p. 13).

Se trata de un cuaderno de campo escrito en el contexto de un viaje previamente organizado, lo que explica la ausencia del tipo de indicaciones prácticas que tienden a estar asociadas a viajes en que el protagonista del escrito tiene a su cargo la definición del itinerario y las soluciones logísticas relativas al transporte y hospedaje, por ejemplo (Hallair, 2013, pp. 1-5). Por otro lado, por no corresponderle la detallada programación del itinerario, Orlando Ribeiro privilegia en la lectura del terreno recorrido los elementos compatibles con sus intereses y sus hipótesis particulares de investigación, principalmente aquellas relacionadas con la ocupación del suelo agrícola, que había sido el tema de la comunicación que acababa de leer en la CRLA, en la cual enfatizó los casos que estudió en viajes anteriores a Brasil, Perú y África y los confrontó con ejemplos europeos y norteamericanos.

Estos presupuestos son válidos tanto para el contexto en que transcurrió la excursión a México central y las pequeñas excursiones organizadas por la CRLA en el área metropolitana de la Ciudad de México y Teotihuacan, así como la ruta maya mexicana y el desplazamiento a Veracruz. Estos últimos derroteros articulados en torno a Yucatán ya no constaban en las actividades programadas en el ámbito del evento regional de la UGI y seguían los principales itinerarios turísticos establecidos en la región (Kish, 1967, p. 2; Helfritz, 1971 [1968], pp. 79-159). Por indicación de Suzanne Daveau y el contenido de una carta de Orlando Ribeiro cuya copia está guardada en el Arquivo Antigo del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, sabemos que éstos correspondieron a una excursión particular organizada por el geógrafo brasileño Hilgard O’Reilly Sternberg, que en 1964 se transferiría a la University of California en Berkeley (Carta de Orlando Ribeiro a Hilgard O’Reilly Sternberg, Lisboa, 6.X.1966, AA-CEG; Kohlhepp, 2015, pp. 43-47; Kohlhepp, 2017, pp. 11-12). Por lo demás, Sternberg es el autor de una de las dos únicas fotografías de este viaje a México existentes en la Fototeca del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, en la cual se registró una imagen del propio Orlando Ribeiro, en este caso, en compañía de las mujeres de ambos, Suzanne Daveau y Carolina da Silveira Lobo Sternberg, ella también geógrafa.

Las observaciones realizadas durante la estancia en México fueron acompañadas por interrogantes y frecuentes sugerencias de comparación, lo que nos confirma la naturaleza del cuaderno de campo como instrumento de trabajo dinámico destinado a amparar la reflexión del geógrafo (Hallair, 2013, pp. 4, 10). En este cuaderno, Ribeiro referencia también a dos geógrafos que sabemos le eran muy próximos tanto desde el punto de vista personal como de los intereses de investigación. En primer lugar, está Nilo Bernardes, miembro del Conselho Nacional de Geografia Brasileiro y del Instituto Pan-Americano de Geografia e História, además de catedrático del Departamento de Ciências Sociais del Colégio Pedro II de Río de Janeiro, quien comenzó por efectuar trabajo de campo aplicado a la ocupación y uso del suelo en regiones tropicales con el geógrafo alemán Leo Heinrich Waibel, también en la segunda mitad de la década de 1940 (Waibel, 1950, pp. 419-428; Bernardes, 1952, pp. 199-201; Alves y Ferreira, 2011, pp. 88, 94-100; Kohlhepp, 2013, pp. 53-64; Abrantes, 2013, p. 294; 2014, pp. 5, 17). Nilo Bernardes era amigo personal de Ribeiro, y en su compañía recorrió Portugal algunos años antes (Bernardes, 1959, pp. 140-144; Carta de Nilo Bernardes a Orlando Ribeiro, Nova Friburgo, 29.I.1960, BNP/D12/Caixa 9). Bernardes estuvo también presente en México en 1966, donde presentó la comunicación “Tradição e evolução nos modos de utilização da terra no sertão do nordeste”,21 tema ajustado a su línea de trabajo habitual acerca de geografía rural de matriz vidaliana, de la cual fue uno de los más destacados practicantes en Brasil durante la segunda mitad del siglo XX (BNP/D12/57, f. 2r.; Bernardes, 1966, pp. 414-421; Alves, 2016, pp. 69-91). El segundo caso expresamente referido en el cuaderno de campo es “Susana”, una alusión evidente a Suzanne Daveau, hecha a propósito de la observación desde el avión de los sistemas dunares del litoral del Golfo de México (BNP/D12/57, f. 10v.). Esto refuerza el valor de este objeto en cuanto testimonio sintético de los círculos de afinidad y la circulación internacional de saberes científicos, en particular los que transcurrían en el ámbito luso-brasileño.

La calidad eminentemente privada del cuaderno de campo (o sea, su naturaleza de instrumento de trabajo personal que está en las antípodas del protocolo propio de la comunicación científica formal) es ejemplificada por las lacónicas, pero aun así expresivas indicaciones que Orlando Ribeiro nos deja de la evolución de su propio estado de ánimo. Estas notas de carácter más personal aparecen escritas entre paréntesis en el inicio de cada una de las cinco primeras entradas del cuaderno: “aborrecido”,22 el 7 de agosto en el sitio arqueológico de Cuicuilco (BNP/D12/57, f. 1r.); “resignado”, el día 9, a la salida de la Ciudad de México (BNP/D12/57, f. 1v.); “interessado”,23 el día 10, en Guanajuato (BNP/D12/57, f. 2v.); “enervado”,24 el día 11, a la salida de la misma ciudad (BNP/D12/57, f. 3v.), y “chateado”,25 cuando comienza la descripción de Guadalajara el día 12 (BNP/D12/57, f. 4v.).

LA GRAN EXCURSIÓN DE LA CRLA

En la entrada correspondiente al 7 de agosto, Orlando Ribeiro registra sus impresiones de la visita a la pirámide de Cuicuilco, en las que destaca aspectos relativos a la disposición de las lavas y el edificio eruptivo, las ruinas de los templos y la vegetación espontánea del lugar. Estas notas son intercaladas con otras anotaciones alusivas a la fundación y el número de alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Surge también una nota de las condiciones atmosféricas que toman por referencia el volcán Popocatépetl, avistado a partir del nivel 10 del edificio del Hotel Reforma después de un intenso chubasco. En este caso, el párrafo en cuestión está escrito en castellano, configurando una práctica que se repetirá a lo largo del cuaderno (BNP/D12/57, f. 1r.; BNP/D12/57, f. 10r.). De hecho, si bien este documento está principalmente redactado en portugués, a veces Ribeiro intercala pasajes en castellano, posiblemente cuando parece transcribir extractos de textos a los que tenía acceso y que opta por compilar, o bien tan sólo por la necesidad de registrar con la mayor rapidez posible datos acabados de escuchar de un interlocutor que expone en castellano, idioma que dominaba muy bien tanto de forma oral como escrita.

La naturaleza fragmentaria de esta primera página será una constante a lo largo del cuaderno. En lo esencial, su aparente dispersión temática se traduce en una característica marcada en la investigación de Orlando Ribeiro, que se asentaba en la capacidad de articular materias muy diversas y así exponer una constante tensión entre saberes que rebasan los preceptos sincréticos del estudio regional clásico en geografía. Independientemente de esto, el texto de este cuaderno de campo revela, ante todo, la aplicación de un criterio muy coherente en la selección de los temas que merecen registro de su autor, algo que es patente en las tres páginas escritas acerca del primer día de la excursión a México central el 9 de agosto.

Sabemos que ese día los excursionistas salieron de la Ciudad de México a las 8 horas, recorrieron Querétaro y observaron la compañía Industria del Hierro durante la mañana; por la tarde siguieron para Salamanca vía Celaya, visitaron las instalaciones petroquímicas de la refinería Ing. Antonio M. Amor, en Salamanca, cruzaron el centro industrial y el área agrícola de Irapuato y terminaron la jornada en Guanajuato, donde pernoctaron (UGI-CRLA, 1966, p. 1; Denis, 1966, pp. 218-219). En el recorrido de la Ciudad de México y Querétaro, y de nuevo entre Querétaro y Guanajuato, Ribeiro anota los tipos constructivos de casas rurales, los cultivos agrícolas predominantes, el uso de la tracción animal para la agricultura tradicional, datos de la transformación introducida por la práctica del regadío, la rotación de cultivos y el número de cosechas anuales. Una anotación acerca de la morfología del relieve volcánico se entremete en los resúmenes de paisajes agrícolas. En Querétaro destaca el “aspecto espanhol das ruas e praças: soportales, rejas, pateos”,26 y añade que las azoteas de las casas dominan el panorama de la ciudad que se observa desde lo alto de las torres de las iglesias. En fin, la parada efectuada en la refinería de Salamanca le suscita una reflexión relacionada con la religiosidad popular, desencadenada por una escena en que una viuda y los hijos huérfanos rezaban por un operario siniestrado (BNP/D12/57, f. 1r.; BNP/D12/57, fls. 1v.-2v.). En contrapartida, las materias de geografía industrial propiamente dichas, que se esperaría que a la partida hubieran sido mencionadas, no se reflejan en el cuaderno de campo (Denis, 1966, p. 219).

El tópico urbano que aparece anotado en este primer día de jornada adquiere expresión muy significativa en las notas del día 10 de agosto, cuando los congresistas tuvieron oportunidad de recorrer Guanajuato y visitaron el templo de San Cayetano de la Valenciana en los alrededores de la ciudad (más allá de salir hacia León, por la tarde, lo que tampoco aparece registrado en el cuaderno de campo) (Denis, 1966, p. 220). Acerca de Guanajuato, “cidade constrangida pelo relevo, c/ um rio”,27 Ribeiro se detiene a anotar todos los pormenores que importan a la caracterización de la ciudad y el sitio urbano: el origen minero, los valores históricos y actuales relativos a la extracción de plata y oro, la originalidad de sus calles-túnel, la tipología de las casas, los materiales constructivos predominantes, y el perfil “quase delirante28 de los campanarios barrocos y de los motivos decorativos churriguerescos de las iglesias y, en fin, la lectura del jardín frente al Teatro Juárez como “centro de vida de relação”.29 También detecta un “motivo espanhol muçulmano frequente30 en la disposición geométrica de ciertos elementos decorativos, anotación que acompañó de un diseño ilustrativo, al tiempo que subraya correspondencias cromáticas generales que remiten a una geografía ibérico-musulmana coincidente: “Cor de rosa palido, recorda algo Toledo”, escribe (BNP/D12/57, fls. 2v.-3v.).31

En la jornada del día siguiente, entre Guanajuato e Irapuato, y después, entre Irapuato y Guadalajara, siguiendo el curso del río Lerma, las notas de Orlando Ribeiro vuelven a resumir casi exclusivamente tópicos relativos al paisaje agrario: especies cultivadas y complementariedad de cultivos, instrumentos de labranza e irrigación, apariencia de las poblaciones rurales, organización de las respectivas estructuras y forma y materiales usados en las coberturas de las casas: “Telha de canudo (não vi capim ou folhas), com frequência açoteias” (BNP/D12/57, f. 4v.).32 La disposición general del relieve, con la marcación de los espacios ocupados por los poblados y los distintos cultivos practicados entre el fondo de los valles y las pendientes, es ilustrada de nuevo con ayuda de un esbozo topográfico (BNP/D12/57, fls. 3v.-4v.). La descripción de Guadalajara propiamente dicha aparece fechada el 12 de agosto, aunque los excursionistas la habían recorrido por primera vez durante la tarde del día 11 (UGI-CRLA, 1966, p. 1; Denis, 1966, pp. 220-221). Aquí, Orlando Ribeiro retoma de forma abreviada un esquema de lectura cercano al que usa para describir Guanajuato: aproximación al paisaje urbano marcada por “área enorme de casas r/c, de cores vivas y variegadas”,33 núcleo y disposición de las cuatro plazas centrales, estructura y estilo de la catedral, planta original de la ciudad en cuadrícula y acondicionamiento impuesto a ese padrón urbanístico para la construcción de la línea ferroviaria, valores de población y contrastes entre “arranha-céus (hotel Hilton 20 andares) e casas baixas banais” (BNP/D12/57, fls. 4v.-5r.).34

Al iniciar la descripción del camino en torno al lago de Chapala que tiene lugar la mañana del día 12, pasando por Chapala y Ajijic, Orlando Ribeiro esboza un nuevo perfil de los relieves circundantes, añadiendo la leyenda: “Lago Chapala - aparência de rift entre alinhamentos volcânicos”.35 Su mirada se detiene otra vez en los pormenores de los cultivos practicados, pero añade indicaciones de las demás actividades observadas en las márgenes del lago, especialmente turismo y tipos de pesca. Al mismo tiempo, ensaya una síntesis basada en un ejemplo externo que sirve de referencia, en este caso, señalando un aspecto general de “Europa média36 dictado por los prados verdes, los bosques de pinus y las aldeas aglomeradas con casas construidas de madera, entre otros elementos. Remata de este modo esa impresión movilizada por su propia memoria de los sitios franceses o insulares atlánticos: “Multidão de cones volcânicos [,] afinidades de paisagem c/ Auvergne o Azores37 (BNP/D12/57, fls. 5r-5v.).

El valle y la ciudad de Uruapan, Michoacán, en el corazón del eje volcánico, está en el centro de los itinerarios de los dos siguientes días. “Motivos ornamentais de ressabio muçulmano” y “estranho ambiente oriental duma cidade de montanha38 son algunas de las impresiones captadas por el geógrafo en Uruapan, en el momento en que registra también algunas de las más bellas fotografías que forman parte de los materiales de este viaje (BNP/D12/57, f. 5v.). Nuevos esbozos de la estructura del relieve, esta vez recreando la reciente erupción del Paricutín de 1943-1952, acompañan una descripción del entierro casi completo de San Juan Parangaricutiro por la lava, “San Juan de las Conchas” en el cuaderno. En la misma hoja, Ribeiro esboza el tipo de diseño de las casas de madera del pueblo tarasco de Angahuan y deja la interrogante del origen de las soluciones constructivas encontradas, lo que nos confirma la naturaleza instrumental de este objeto como repositorio para estudios futuros: “Influência espanhola? Aperfeiçoamento local duma construção tarasca?” (BNP/D12/57, fls. 6r-6v.) (Figura 1).39 Por otro lado, tenemos aquí nuevo silencio revelador de la jerarquía de intereses de investigación del geógrafo. Sabemos que en la jornada del día 13 constó una visita a la presa y central hidroeléctrica de Infernillo Adolfo López Mateos, sobre el río Balsas, como un recorrido de varios kilómetros a lo largo de uno de sus numerosos brazos, que era entonces el mayor lago artificial de México (UGI-CRLA, 1966, p. 2; Denis, 1966, pp. 222-223). Sin embargo, Ribeiro se limitó a apuntar en su cuaderno de campo “Travessia de Sierra Madre del Sur y bajada al Infernillo”,40 aunque haya hecho varias fotografías de esta empresa hidroeléctrica inaugurada en 1964 y tenga anotados diversos aspectos del paisaje pastoril, de la cubierta vegetal y del régimen forestal de la región (BNP/D12/57, fls. 6v.-7r.).

Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal (Espólio Orlando Ribeiro) y Fototeca del Centro de Estudos Geográficos, IGOT, Universidade de Lisboa.

Figura 1 Cuaderno de campo, de Orlando Ribeiro, y fotografías de México, de Ribeiro y Suzanne Daveau (agosto de 1966). a) Anotaciones y esbozo del Paricutín, f. 6r.; b) Fotografía del mismo encuadramiento y campo de maíz sobre las cenizas en primer plano; c) Calle de Angahuan.  

El registro de los últimos dos días de este viaje por México central aparece de forma relativamente telegráfica en el cuaderno de campo, pero aún con extensión suficiente para que reconozcamos la generalidad de los intereses privilegiados hasta aquí. En lo esencial, la marca colonial hispánica es evidenciada a propósito de los núcleos urbanos de Pátzcuaro y Morelia (en este caso, vista con “maior dimensão e monumentalidade que no Peru”,41 en una alusión al viaje que el geógrafo hiciera a este país andino en 1952). Por otro lado, los relieves volcánicos y, sobre todo, las marcas del paisaje rural llenan el resto de este relato a lo largo del estado de Michoacán, repitiéndose paralelismos con otras márgenes del Atlántico: “Páscuaro [sic] Morelia - paisagem europeia de milho (às vezes pousio) (favas: vi um campo)42 (BNP/D12/57, f. 7v.).

EN EL MÉXICO MAYA

Varios meses después de su regreso a Lisboa, Orlando Ribeiro redactó un informe circunstanciado de su participación en la CRLA en 1966, el cual debió ser presentado al Instituto de Alta Cultura, organismo que tutelaba el Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa (BNP/D12/Caixa 29, Relatório 13.IV.1967; Amaral, 1973, pp. 310-315). Al resumir las reuniones de trabajo del Congreso y la gran excursión por México central en que tomara parte, el geógrafo comienza por referir los dos textos que produjera para el evento (la comunicación incluida en el volumen de actas y el artículo revisado que se encontraba en vías de publicación en Finisterra), al tiempo que aprovecha para destacar algunas de sus impresiones acerca del evento.

Una de las ideas que Ribeiro subraya en este informe es la mayor relevancia de las contribuciones dedicadas a América Latina presentadas por los geógrafos franceses y alemanes ahí presentes en relación con las realizadas por los geógrafos estadounidenses. Establece también un paralelismo entre los estudios leídos por los colegas brasileños y por los originarios de los países americanos de habla española, a lo que adiciona una evaluación más general del transcurrir de los trabajos, que refleja bien los efectos ocurridos en una reunión que recibiera a más de 550 participantes y donde fueron leídas cerca de 200 comunicaciones: “Embora se tratasse duma Conferência regional e não dum Congresso Internacional, os inconvenientes destas reuniões estavam presentes: muita gente, algumas comunicações simultâneas com interesse que era impossível acompanhar, outras muitas que nada ou pouco adiantaram43 (BNP/D12/Caixa 29, Relatório 13.IV.1967, p. 1; Kish, 1967, p. 27; Mendoza y Bomfim, 2014, pp. 222-224). Aun así, no olvida anotar la cortesía que el presídium tuvo para él, dada su calidad de antiguo primer vicepresidente de la UGI, al invitarlo a integrar una de las sesiones de trabajo al lado de Innokenti Petrovich Gerasinov, geógrafo y pedólogo de la Academia de Ciencias Soviética que era en ese entonces el primer vicepresidente de la UGI (BNP/D12/Caixa 29, Relatório 13.IV.1967, pp. 1-2; Zimina y Mashbits, 1988, p. 84).

En este informe, fechado en 13 de abril de 1967, Orlando Ribeiro resume también los demás viajes que hizo en México, lo que no sólo ayuda a contextualizar el resto del contenido de su cuaderno de campo, sino también evaluar de forma más completa el aprovechamiento de los materiales entonces acopiados, especialmente para fines didácticos:

Além de pequenas excursões a Taxco e a Tula, visitei os principais centros de ruinas mayas [sic] nos arredores de Mérida e Palenque (esta em plena selva tropical) e estudei cuidadosamente, durante várias visitas, as magníficas colecções do Museu Nacional de Antropologia. Nos Colóquios do Centro de Estudos Geográficos deste ano dei conta das minhas observações e reflexões, que serão publicadas brevemente na revista Geographica, da Sociedade de Geografia de Lisboa. Do material recolhido e elaborado me tenho já servido nas aulas de Geografia Humana I e no Seminário de Geografia Humana e Regional que dirijo no CEG44 (BNP/D12/Caixa 29, Relatório 13.IV.1967, p. 1).

Si bien el artículo anunciado para las páginas de Geographica nunca fue publicado, la vasta colección de diapositivas que referimos constituyó el principal soporte visual de las lecciones acerca de temas mexicanos que Orlando Ribeiro explicó en su informe.

Las primeras seis hojas de la segunda parte del cuaderno de campo no están fechadas, pero organizan la información recogida en el transcurso del viaje a Mérida, Yucatán, que incluyó recorridos a Uxmal y a Chichén Itzá. Tanto estos itinerarios terrestres como las notas y fotografías tomadas desde la ventana del avión durante los vuelos de Mérida a Campeche y de Veracruz a Mérida (avistando, sucesivamente, Minatitlán, Villahermosa, Ciudad del Carmen y Campeche) permiten que el geógrafo sintetice un “esquema da paisagem em torno de Mérida”,45 en el cual jerarquiza las grandes plantaciones de Sisal, los fragmentos de bosque, el padrón regular definido por milpas y la disposición interna de las poblaciones. En los viajes por tierra interroga a los habitantes locales, lo que le permite resumir no sólo la rotación de los cultivos y sus respectivos tiempos, sino también los tipos humanos y elementos lingüísticos. El “aspecto espanhol” de Mérida, el “poço árabe46 visto en una antigua hacienda agrícola, y la práctica de riego “como nas huertas [sic] espanholas do Levante” o la “aparência de antigo engenho de açucar (que aqui se não cultiva por falta de água), com casa grande de residência”,47 constituyen algunos de los ejemplos que ilustran los persistentes paralelismos que siguió aquí, desde luego, con el mundo mediterráneo y Brasil (BNP/D12/57, fls. 8r.-10v.).

La entrada correspondiente a Campeche tiene fecha de 19 de agosto y revela nuevos sentidos para las comparaciones que Orlando Ribeiro se sentía estimulado a hacer al viajar por la península de Yucatán: “Aspecto de cidadesinha [sic] ‘colonial’ (no sentido africano: Inhambane p. ex.⁰)48 (BNP/D12/57, f. 11r.). Este paralelismo con un caso observado en Mozambique surge encuadrado por un denso conjunto de anotaciones acerca de la estructura urbana y los principales edificios de la ciudad. El geógrafo incluye en este ejercicio esquemas con el diseño de las fachadas, los techos y hasta las plantas de los principales tipos de casas vistos al recorrer Yucatán, ensayando una tipología genérica para la cual despliega nuevos paralelismos posibles con Brasil, África y la matriz musulmana trasladada de Europa por los españoles (BNP/D12/57, fls. 11r.-12r.). Al mismo tiempo, no le escapa la presencia dominante de los hombres en el espacio público de las ciudades: “à noite, no zocalo de Mérida, apenas eles passeavam ou estavam sentados49 (BNP/D12/57, f. 12r.) (Figura 2).

Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal (Espólio Orlando Ribeiro) y Fototeca del Centro de Estudos Geográficos, IGOT, Universidade de Lisboa.

Figura 2 Cuaderno de campo, de Orlando Ribeiro, y fotografías de México, de Ribeiro y Suzanne Daveau (agosto de 1966). a) Esbozo de casa maya, f. 11v.; b) Fotografía de casa maya, Campeche; c) Rejas en las ventanas de una calle de Mérida.  

La incursión a Palenque, Chiapas, no está fechada de nuevo, y también es casi omisa la referencia a las ruinas mayas. En contrapartida, Orlando Ribeiro hace una descripción más de los tipos de cultivos agrícolas practicados e incluye los tiempos de barbecho y un breve vistazo a la floresta secundaria circundante (BNP/D12/57, fls. 12r.-12v.). Surgen aquí nuevas anotaciones intercaladas acerca de la cultura tarasca; destacan las que se refieren a los elementos materiales asociados a la tipología, los motivos decorativos y materiales de construcción empleados en las casas. El geógrafo ensaya una vez más los paralelismos que dejó atrás al describir el valle y la ciudad de Uruapan, cuando fue la gran excursión de la CRLA por el centro de México: el “arranjo muçulmano50 correspondiente al relieve mudéjar de la fachada del templo de Santiago Apóstol de Angahuan, aparentemente replicado en Uruapan, acompañado de una nueva pista lanzada a sí mismo para buscar “filiação possível51 con las casas asturianas (BNP/D12/57, fls. 12v.-14r.).

Como se dijo previamente, este cuaderno de campo termina con una serie de anotaciones tomadas en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México. Los principales motivos registrados en estas notas finales hablan respecto a la fundación y características de Tenochtitlan: “Uma espécie de Veneza, mas de ruas rectas”,52 y señalan una analogía final con la descripción de la gran urbe precolombina de Bernal Díaz del Castillo, el asentamiento de Hernán Cortés en Coyoacán, la distribución geográfica de los poderes en torno al Zócalo y el uso histórico del sistema de canales de la ciudad. No falta la traducción al portugués de un célebre pasaje de los Cantares Mexicanos en que la capital de los mexicas se torna protagonista: “Fazendo círculos de jade está estendida a cidade, irradiando raios de luz como pluma de quetzal está aqui Mexico; junto dela são levados em barcas os príncipes, sobre eles se estende uma florida névoa53 (BNP/D12/57, fls. 14r-15r.; León-Portilla, 1995 [1971], p. 161).

DESPUÉS DEL VIAJE: CLASES, IMPRESOS Y MANUSCRITOS

Las más de 200 diapositivas del viaje de Orlando Ribeiro y Suzanne Daveau a México en 1966, que se encuentran hoy guardadas en la Fototeca del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, corresponden a los registros fotográficos que resultaron de ese mismo viaje. Aún así, en un rápido vistazo a los tres trabajos publicados entre 1967 y 1994, que integraron fotografías pertenecientes a la Fototeca del CEG, constatamos de inmediato la falta de algunos ejemplares que deberían integrar esta colección específica (Ribeiro, 1967a; 1994a; 1994c, pp. 96-98). Entre las fotografías que no constan en el inventario actual se encuentra la imagen que sorprende a los excursionistas de la CRLA en el camino de Infernillo, la cual reproducimos en este artículo, atendiendo, desde luego, al interés documental que tiene para el objeto que tratamos en este texto (Figura 3).

Fuente: Ribeiro (1994c).

Figura 3 Parada de los excursionistas de la CRLA-UGI en el camino de Infernillo (agosto de 1966). Foto de Orlando Ribeiro y Suzanne Daveau.  

Tal como era práctica corriente de Orlando Ribeiro (y que su informe del 13 de abril de 1967 también muestra), las fotografías tomadas en el viaje eran posteriormente utilizadas en clase y en seminarios del Centro de Estudos Geográficos de la Universidade de Lisboa, o en diversas conferencias y congresos en que participaba, más allá del uso selectivo que les era dado en publicaciones. Los registros del catálogo de la Fototeca del CEG referentes a este conjunto de imágenes facilitan tales usos posteriores, ya que la mayoría de estas diapositivas es identificada con una indicación del lugar donde fueron tomadas y una descripción sumaria del objeto fotografiado.

Así, entre aquellas fotografías con registro omiso o con referencia menos precisa por haber sido tomadas desde el avión, tenemos noticias en el catálogo de 8 de la Ciudad de México, 3 de la pirámide de Cuicuilco, 12 de Teotihuacan, 4 de Querétaro, 17 de Guanajuato, una del camino entre Irapuato y La Piedad, 4 de cultivos agrícolas en Ayo del Chico (Ayotlán), 3 de Guadalajara, 5 de itinerarios alrededor del lago de Chapala, 21 de pueblos, volcanes y poblados limitados por Angahuan y Uruapan, 13 del itinerario alrededor de la presa de Infernillo, 16 del itinerario en torno al volcán Paricutín, una de la calle principal de Morelia, 8 de Umán (en las cuales se incluyen algunas enfocadas en el cultivo de Sisal), 26 de Uxmal (que también incluyen algunos ejemplares de casas y cultivos tomados en el camino hacia ese sitio arqueológico), 5 de Mérida o de sus inmediaciones, 24 de Chichén Itzá (que incluyen más ejemplares de construcciones rurales y diversas imágenes de milpas), 21 del camino entre Villahermosa y Palenque, 31 de Palenque (de ruinas, pero también de pastos y campos labrados), 4 de Taxco y 12 de Tula (de nuevo y sobre todo, de ruinas, aunque también intercaladas con fotografías de vegetación diversa) (Figura 4).

Fuente: Fototeca del Centro de Estudos Geográficos, IGOT, Universidade de Lisboa.

Figura 4 Fotografías de México, de Orlando Ribeiro, Suzanne Daveau y Hilgard O’Reilly Sternberg (agosto de 1966). a) Orlando Ribeiro, Suzanne Daveau y Carolina da Silveira Lobo Sternberg en Chichén Itzá, fotografiados por Hilgard O’Reilly Sternberg; b) Casamiento en Chichén Itzá; c) Hacienda de Sisal, Umán; d) Av. Francisco I. Madero, Morelia; e) Vista oblicua norte-sur de la Ciudad de México a partir del mirador de la Torre Latinoamericana; f) Los conferencistas de la CRLA en Teotihuacan.  

Como se puede ver, la secuencia de estas diapositivas, así como los temas que registran, coinciden genéricamente tanto con la geografía recorrida a lo largo del cuaderno de campo de México como con los principales intereses de investigación que el geógrafo plasmó ahí. Por otro lado, tanto las fotografías tomadas durante el viaje como las notas y los croquis diseñados en el cuaderno de campo, cumplieron la función que metodológicamente les estaba asignada por quien, como Orlando Ribeiro, atribuía a todos esos objetos un papel instrumental en el registro mimético de los paisajes captados por la mirada “objetiva” del geógrafo. En términos meramente cuantitativos, las fotografías indicadas en el cuaderno de campo y las restantes que fueron acopiadas durante este viaje son mucho más numerosas que los diseños y croquis. Esta circunstancia representa un indicador de la importancia que la imagen fotográfica tiene en el “sistema iconográfico” del geógrafo portugués ante la función de prueba científica y de instrumento pedagógico que era reservada a las anotaciones y los diseños. Tal como para otros geógrafos con los que compartía la teoría y la práctica inductiva de la geografía, también para Ribeiro el acopio fotográfico representaba una metáfora del acto geográfico, es decir, constituía el instrumento por excelencia de una “memoria documental de lo real” y de un proceso de trabajo que privilegia el “aire libre”, espacio de la mirada y del caminar, en contraste con la clausura del “gabinete” (Orlandi, 2012 [1936], pp. 58-65; Robic, 1993a, pp. 109-110, 123-125; 1993b, pp. 227-228; Daveau, 1994, p. 157; Mendibil, 2006, pp. 235-237; Salgueiro, 2006, pp. 265-270).

Tal como comenzamos a exponer, el principal producto de las observaciones, fotografías y notas de campo acopiadas durante los viajes de Orlando Ribeiro por México en el verano de 1966 fueron incluidas en la versión revisada y ampliada de la comunicación leída en la CRLA de la Ciudad de México, publicada el año siguiente en el segundo volumen de la revista Finisterra. Ese ensayo de “geografía comparada” es ilustrado con 21 fotografías: 8 de México, 8 de Brasil, 3 de Perú y, finalmente, una de Tennessee y otra del Alentejo portugués. Abre esta serie una fotografía del “complejo simbiótico”, representado por el policultivo de maíz, frijol y calabaza, tomado de un campo del Paricutín, seguido de otras que ilustran contrastes entre bosques, pastizales y cultivos diversos en México central, materiales de construcción empleados en habitaciones rurales próximas a Guanajuato y trajes de “mujeres indias” en Uruapan (Ribeiro, 1967a). El espacio ocupado por los registros fotográficos mexicanos en este artículo muestra también el peso relativo que los materiales acopiados en México tuvieron en la composición final del texto, en el cual (y entre otros varios párrafos inéditos) Orlando Ribeiro escribió un capítulo expresamente dedicado a México central (Ribeiro, 1967a, pp. 59-70).

Confrontado el texto de Ribeiro que fue incluido en las actas de la CRLA con el artículo publicado en Finisterra, verificamos también que esta segunda versión explicita un conjunto de referencias bibliográficas que no se incluían en la versión anterior publicada en México. No sorprende que la mayor parte de estas menciones remita a los mismos círculos de afinidad científica que el cuaderno de campo ya señalaba. Entre las que serán más significativas aquí, notamos las citaciones de Agricultural Origins and Dispersals (1952) y Land and Life (1963), de Carl Sauer; L’Amérique et les Amériques (1964), de Pierre Chanu; la 4a edición de Les Pays tropicaux (1966), de Pierre Gourou; la 1a edición de Roteiro do Café e outros ensaios: contribuição para o estudo da história econômica e social do Brasil (1939), de Sérgio Milliet; Geografia Agrária do Brasil (1964), de Orlando Valverde, otro geógrafo brasileño muy próximo a Ribeiro; Capítulos de Geografia Tropical do Brasil (1958), de Leo Waibel, que de manera simultánea era mentor de Valverde y Nilo Bernardes en los estudios acerca del mundo rural brasileño, y los artículos centrados en temas mexicanos “Du maïs sauvage au maïs cultivé”, de Guy Lasserre (publicado en Les Cahiers d’Outre-mer, 1964), y “L’axe néovolcanique dans la géographie du Mexique central”, de Claude Bataillon (publicado en Revista Geográfica do Instituto Pan-Americano de Geografia e História, 1966) (Ribeiro, 1967a, pp. 44-65; 1968d, pp. 140-141, 145; 2017a, pp. 568-569).

Sabemos que el objetivo de este artículo de Orlando Ribeiro, así como del precedente llevado a México, consistió en un ensayo de interpretación del conjunto de paisajes rurales de América a partir de un esquema de lectura integradora, apto para ajustar cada “ejemplo” o cada “caso” observado a un paradigma explicativo coherente. Si esta interpretación tenía como base las materias propias de la ocupación del espacio rural, Ribeiro le incluyó un conjunto no menos importante de observaciones pertenecientes al dominio de la geografía urbana, tal como su cuaderno de campo expresara de forma elocuente. Por eso, no sorprende que en el texto de 1967, publicado en Finisterra, intercale las consideraciones que hace de la predominancia del maíz y el “origen complejo” de la vida rural con los varios párrafos encabezados por el título “Um símile: evolução da cidade do México”54 (Ribeiro, 1967a).

Este texto constituyó la génesis del mencionado estudio más extendido acerca de las ciudades mexicanas que Suzanne Daveau recuperó cuando reunió los materiales que constituyeron, en 1994, el volumen 5 de Opúsculos Geográficos de Ribeiro. Ese texto, que hasta entonces se mantuviera inédito, se basa en una comparación entre las ciudades de Perú, Brasil y México, por un lado, y los “padrones urbanos” de las ciudades portuguesas y españolas, por otro, en los cuales el geógrafo no se olvida de observar la más o menos duradera influencia musulmana. Como se comprende, los ejemplos a que recurre para ilustrar la diversidad de las estructuras urbanas mexicanas corresponden exactamente a aquellos casos que estudiara de visu o en museo cuando viajara por este país: Tenochtitlan, Querétaro, Mérida, Campeche, Guanajuato, Taxco y Ciudad de México (Ribeiro, 1994a, pp. 467-470).

Los párrafos que escribió en estos años acerca de la tipología de las ciudades americanas se integran en una línea de investigaciones relacionadas con el urbanismo hispánico trabajadas por historiadores del arte, geógrafos y arquitectos portugueses y brasileños de 1950-1960, y que el propio Ribeiro continuaría profundizando hasta el final de la década de 1970, cuando redactó el estudio “Las ciudades ibéricas tradicionales y su expansión por el mundo”, correspondiente al desenvolvimiento de la lección de clausura del I Coloquio Ibérico de Geografía en Salamanca, en 1979 (Ribeiro, 1994b; Oliveira, 2001, pp. 19-25; 2002, pp. 1-7; Rossa, 2015, pp. 508-509; Paiva y Oliveira, 2019a, pp. 75-79; 2019b, pp. 129-135). En lo esencial, opera aquí el mismo raciocinio integrador y moviliza iguales conceptos que manipulara al tratar los temas asociados a la circulación y el establecimiento de prácticas agrícolas. En sus propias palabras:

A paisagem rural americana carece de ser vista na zonalidade do globo, no substrato das suas civilizações, que vão da recolecção mais primitiva até à monumentalidade da pedra, no contributo dos vários povos que constituíram, em terra alheia, as suas pátrias, e no que, a partir destas combinações, ela soube criar de original, paradigmas de universalidade duma civilização que hoje tem seus focos dum e doutro lado do Atlântico55 (Ribeiro, 1967a, p. 71).

En cierto sentido, el ejercicio de síntesis que Orlando Ribeiro propuso en la secuencia de su experiencia mexicana constituyó un punto de llegada en su obra, desde luego porque no volvió a viajar a América después de regresar de la conferencia regional de UGI de 1966. En un informe inédito de su último viaje de trabajo a Brasil del año anterior, dejó un balance que ayuda a entender mejor el lugar que ocupan los trabajos que poco después dedicó a México:

Uma vez mais, pude levar aos meus colegas brasileiros não só um conhecimento razoável do Brasil e dos seus problemas geográficos (estive aí 4 vezes e fiz estudos em 12 estados), como um ponto de vista comparativo que resulta das minhas investigações no mundo mediterrâneo, nas ilhas atlânticas, em África e na Índia: e até pude, através do conhecimento do Peru, dos Estados Unidos e do Canadá, enquadrar o Brasil no desenvolvimento da América rica e da América pobre56 (BNP/D12/Caixa 29, Relatório 27.I.1966, p. 2).

Del lado brasileño, la percepción del trabajo presentado por el geógrafo en 1965 no es menos elocuente en lo que dice respecto a la ambiciosa lectura de conjunto que éste concibiera: “Orlando Ribeiro ensina como se organizou o mundo tropical a partir do Mediterrâneo. Tema amplo, fascinante, que nos toca de perto57 (Alta geografia, tema atual no Brasil, 1956, 19 de septiembre, p. 2).

A corto plazo, México permitiría confirmar y ampliar la representación articulada que Orlando Ribeiro ensayó entre las varias partes del mundo tropical que tomaba de referencia. De hecho, después del artículo de Finisterra de 1967, el México que conoció en 1966 continuará resonando en su obra, desde luego, en diversos estudios acerca de temas urbanos en los cuales discutió una tipología para las ciudades de matriz ibérica (Ribeiro, 2014, pp. 519, 524, 533, 546, 573). Lo mismo sucedió con el libro La zone intertropical humide, escrito con la colaboración con Suzanne Daveau, como vimos, y que aparece ilustrado con seis fotografías acopiadas en el transcurso del viaje que hicieron: de los templos de Palenque, la asociación de cultivos agrícolas en un terreno de Uruapan, la tipología de casa en el pueblo de Angahuan, la apariencia “musulmana” de las azoteas de Guanajuato, la fachada plateresca de la catedral de México y los edificios modernos del Paseo de la Reforma (Daveau y Ribeiro, 1973). Junto a estas fotografías reencontramos en La zone intertropical humide consideraciones familiares del “complejo simbiótico” de la agricultura tradicional, explicado por Carl Sauer en Agricultural Origins and Dispersals (1952), acerca de la notable geometría de Teotihuacan, la relación entre la dispersión y los contingentes poblacionales de la zona maya y la importancia de la milpa en el respectivo sistema agrícola, discutido por Pierre Gourou, y también las alteraciones en el estatuto jurídico y la dimensión de la propiedad resultantes de la reforma agraria mexicana explicadas y cartografiadas por Claude Bataillon en “Note sur les paysages agraires du Mexique central” (1967) (Davea y Ribeiro, 1973, pp. 86-91, 125-126, 194-196; Bataillon, 1967, pp. 37-48; 2008, pp. 53-59, 77-87). Gracias al cuaderno de campo de México, así como el levantamiento fotográfico que el geógrafo portugués realizó a lo largo de sus itinerarios por este país, tenemos acceso a la generalidad de las fuentes primarias que constituyen la base para las reflexiones que después dejó en toda esa serie de textos.

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1Investigación realizada en el ámbito del Proyecto Saberes Geográficos e Geografia Institucional: Influência e Relações Recíprocas entre Portugal e o Brasil no Século XX (FCT/CAPES 8513/14-7-2016-2019). Traducción del original portugués por Guadalupe Pinzón Ríos. Agradezco a Guadalupe Pinzón Ríos, Héctor Mendoza Vargas, João Ribeiro, Rute Vieira y Suzanne Daveau las colaboraciones prestadas en diferentes fases de este trabajo.

2“Consideraciones en torno de una tipología del paisaje rural americano”.

3“Paisajes rurales de la América tropical. Ensayo de geografía comparada”.

4La Arrábida. Esbozo geográfico.

5“El hábitat rural de Portugal”.

6Portugal, el Mediterráneo y el Atlántico. Estudio geográfico.

7El Portugal central.

8Tópico 15. Los tipos y las formas de la vida pastoral, especialmente en los países agrícolas.

9Geografía y civilización: temas portugueses.

10Mediterráneo, ambiente y tradición.

11“Primordios de la ocupación de las islas de Cabo Verde”.

12Aspectos y problemas de la expansión portuguesa.

13“Región y red urbana: formas tradicionales y estructuras nuevas”.

14“Releyendo Vidal de la Blache”.

15“Goa: algunas observaciones de geografía tropical”.

16La isla del Fuego y sus erupciones.

17Sección 1: La Tierra y el hombre.

18Por primera vez desde el origen de la Unión, la geografía zonal se ha puesto en primer plano, el mundo tropical considerado como una gran entidad geográfica cuyos caracteres están unidos.

19“Un geógrafo no es hombre de gabinete: el terreno es su lugar de trabajo, ahí él se siente a voluntad, en su elemento, y revela su pulso y calidad de análisis y coordinación”.

20“Sólo puede prescribir metodología quien practica la geografía en el campo”.

21“Tradición y evolución en los modos de utilización de la tierra en el sertón del nordeste”.

22“Aburrido”.

23“Interesado”.

24“Nervioso”.

25“Enfadado”.

26“Aspecto español de las calles y plazas: pórticos, rejas, patios”.

27“Ciudad constreñida por el relieve, con un río”.

28“Casi delirante”.

29“Centro de la vida de relación”.

30“Motivo español musulmán frecuente”.

31“Color de rosa pálido, recuerda algo a Toledo”.

32“Teja de cañuto (no vi capín u hojas), con frecuencia azoteas”.

33“Área enorme de casas piso bajo, de colores vivos y variados”.

34“Rascacielos (hotel Hilton 20 pisos) y casas bajas comunes”.

35“Lago Chapala - apariencia de rift entre alineamientos volcánicos”.

36“Europa media”.

37“Multitud de conos volcánicos [,] afinidades de paisaje c/ Auvergne o Azores”.

38“Motivos ornamentales de resabio musulmán”; “extraño ambiente oriental de una ciudad de montaña”.

39“¿Influencia española? ¿Perfeccionamiento local de una construcción tarasca?”.

40“Travesía de la Sierra Madre del Sur y bajada al Infernillo”.

41“Mayor dimensión y monumentalidad que en el Perú”.

42“Páscuaro [sic] Morelia - paisaje europeo de maíz (a veces barbecho) (habas: vi un campo)”.

43“A pesar de que se tratara de una conferencia regional y no de un congreso internacional, los inconvenientes de estas reuniones estaban presentes: mucha gente, algunas comunicaciones simultáneas con intereses que era imposible seguir, otras muchas que nada o poco aportarán”.

44“Más allá de pequeñas excursiones a Taxco y a Tula, visité los principales centros de ruinas mayas en los alrededores de Mérida y Palenque (éstas en plena selva tropical), y estudié cuidadosamente durante varias visitas las magníficas colecciones del Museo Nacional de Antropología. En los coloquios del Centro de Estudos Geográficos de este año di cuenta de mis observaciones y reflexiones, que serán publicadas brevemente en la revista Geographica de la Sociedade de Geografia de Lisboa. El material acopiado y elaborado me ha servido ya en las clases de Geografia Humana I y en el Seminario de Geografía Humana y Regional que dirijo en el CEG”.

45“Esquema del paisaje en torno de Mérida”.

46“Aspecto español”; “pozo árabe”.

47“Apariencia de antiguo ingenio de azúcar (que aquí no se cultiva por falta de agua), con casa grande de residencia”.

48“Aspecto de pequeña ciudad ‘colonial’ (en el sentido africano: Inhambane, por ejemplo)”.

49“En la noche, en el zócalo de Mérida, solamente ellos paseaban o estaban sentados”.

50“Arreglo [decorativo] musulmán”.

51“Filiación posible”.

52“Una especie de Venecia, pero de calles rectas”.

53“Haciendo círculos de jade está tendida la ciudad, / irradiando rayos de luz, cual pluma de quetzal, está aquí México: / junto a ella son llevados en barcas los principies: / sobre ellos se extiende una florida niebla”.

54“Un símil: evolución de la Ciudad de México”.

55“El paisaje americano necesita ser observado en la zonalidad del globo, en el sustrato de sus civilizaciones, que van de la recolección más primitiva hasta la monumentalidad de la piedra, en la contribución de los varios pueblos que construyeron, en tierras enajenadas, sus patrias, y en lo que, a partir de estas combinaciones, ella supo crear originalmente, paradigmas de universalidad de una civilización que hoy tiene sus focos de uno y de otro lado del Atlántico”.

56“Una vez más, pude llevar a mis colegas brasileños no sólo un conocimiento razonable de Brasil y de sus problemas geográficos (estuve ahí cuatro veces e hice estudios en 12 estados), como un punto de vista comparativo que resulta de mis investigaciones en el mundo mediterráneo, en las islas atlánticas, en África y en la India: y hasta pude, a través del conocimiento de Perú, de los Estados Unidos y de Canadá, encuadrar a Brasil en el desarrollo de la América rica y de la América pobre”.

57“Orlando Ribeiro enseña cómo se organizó el mundo tropical a partir del Mediterráneo. Tema amplio, fascinante, que nos toca de cerca”.

Recibido: 26 de Mayo de 2019; Aprobado: 03 de Septiembre de 2019; Publicado: 01 de Diciembre de 2019

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