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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.99 Ciudad de México ago. 2019  Epub 25-Sep-2019

https://doi.org/10.14350/rig.59957 

Editorial

Editorial


Entre los papeles perdidos de la geografía mexicana, un mapa antiguo o viejo, realizado por el Instituto de Geografía de la UNAM entre abril y mayo de 1942, es motivo de atención en este editorial de Investigaciones Geográficas, revista del Instituto de Geografía de la UNAM.

Al mirar la hoja, llaman la atención varios aspectos que abren el diálogo, primeramente, al interior y, luego, al exterior del documento. ¿Quién mandó hacer el mapa? ¿Con qué finalidad? ¿Qué tipo de información temática quedó representada? ¿Qué parámetros técnicos y políticos se incorporaron en su elaboración? Otras preguntas complementan la indagación, como ¿qué grupo social usó por primera vez este mapa y con qué finalidad?

El título del mapa es Escuelas e Institutos de Medicina y lleva la firma de José Luis Osorio Mondragón, director del Instituto de Geografía y se indica el nombre de Mario de la Cueva, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Resalta la actuación del jurista en este trabajo, quien estaba a unos días de dejar la rectoría de la Universidad. Por tanto, el mapa lo mandó hacer la máxima autoridad universitaria y era una nueva forma visual de hacer presente el espacio médico de una comunidad intelectual con una larga trayectoria académica dentro de la Universidad y hondas herencias en el mundo colonial.

El mapa atrapaba la atención por varias razones. Ahí se contemplaba dónde se estudiaba la profesión médica y dónde no; en él quedaron registradas las diez sedes donde había altos estudios de esta especialidad, representadas por medio de un sistema de implantación puntual y variables de forma, geométrica y alfanumérica, situadas en la capital nacional y algunas ciudades estatales. La mirada detectaba que los estudios se encontraban desigualmente distribuidos en el territorio nacional, por ejemplo, en la parte central del país estaban las facultades y escuelas en la Ciudad de México (una de la Universidad, de 1833,1 y otra del mando militar, 1917) y Puebla (1831), más allá estaban las de Morelia (1830), Guadalajara (1792), San Luis Potosí (1877) y Monterrey (1859); por el otro lado, la de Oaxaca (1827) y Mérida (1833). Esta era toda la oferta educativa de los estudios médicos a nivel superior. En conjunto representaban las sedes con mayor antigüedad de la medicina mexicana. El mapa, por tanto, mostraba un tipo de información temática que fijaba antiguos saberes en el espacio mexicano y los mostraba a través de su poder comunicativo.

Representaba también una reivindicación y, a la vez, un punto de inflexión ante la necesidad de aumentar y consolidar la profesión médica. A partir de su publicación, se incrementaron las sedes y se abrieron las puertas a los estudio médicos en León y Pachuca (1945), Tampico (1950), Veracruz (1952), Chihuahua (1954), Toluca (1955), Durango (1957, Torreón (1957), Villahermosa (1959) y, después de un largo estancamiento, se abrieron otras sedes, como Zacatecas (1968) y Monterrey (1969).

El mapa, sin embargo, desde el punto de vista técnico y político dejaba mucho que desear y merece un examen de sus particularidades. En cuanto al primer punto, el documento carece de proyección cartográfica y, por tanto, del canevá y las coordenadas geográficas, tampoco incluye la escala numérica, solamente tiene un marco decorativo que fija el límite del área representada. Respecto de lo segundo, la representación de algunos de los estados quedó completamente alterada, como en el caso de Zacatecas en sus límites con Jalisco, igual sucedió con los límites entre Durango y los de Chihuahua, o el caso notable de Nuevo León cuyo acceso a la frontera con los Estados Unidos quedaba cortado. Tampoco está representado el Distrito Federal. Hay dos casos que saltan a la vista de inmediato respecto de las capitales estatales. La primera es la posición geográfica equivocada de la capital de Chiapas en el mapa estatal y, el segundo, Payo Obispo, el nombre con el que se identificaba la capital de Quintana Roo, sin considerar que fue reemplazado, el 16 de febrero de 1937, por Chetumal. En lugar de representar la división política de la Constitución de 1917, conformada por 29 estados y dos territorios y el Distrito Federal (O´Gorman, 1985), el mapa base, a cargo de Edmundo Castillo Rosell, se apoyó en la división política de uno de los mapas de Antonio García Cubas, de mediados del siglo XIX, lo que ha sido contrastado entre ambos documentos, lo cual no deja de sorprender (Figura 1).

Fuente: Mapoteca, Instituto de Geografía, UNAM.

Figura 1 Mapa de las Escuelas e Institutos de Medicina, 1942.  

Este trabajo, aunque temáticamente muy interesante para los médicos, no resultaba de igual valor para los geógrafos, y menos para el prestigio del Instituto de Geografía. El mapa, bajo la mirada de Rita López de Llergo, debió causar una serie de críticas y exabruptos, tanto al director por dar el aval del documento con su firma como al dibujante. Luego de esta experiencia cartográfica quedaba evidenciado que el Instituto de Geografía carecía de un mapa base del país. Es posible considerar esta obra como un parteaguas en la vida institucional, a la vez que precipitó la creación formal del Instituto de Geografía en el organigrama de la Universidad, a partir de julio de 1943 y la llegada de Rita López de Llergo a la dirección, el 5 de septiembre del mismo año (Moncada y Escamilla, 2009, p. 112).

Ante la apremiante necesidad de mostrar una cara nueva, para 1948, la dependencia universitaria daba a conocer la “Carta Base de la República Mexicana”. Un mapa actualizado con la división política vigente, los límites internacionales, las capitales estatales y la red hidrográfica del territorio nacional, a escala 1:5 000 000, en la proyección cónica conforme de Lambert, donde “la escala es igual en todas direcciones”, bajo el fino trazo de R. Urquijo (Instituto, 1948). La invención de este mapa combinaba una geografía física y otra humana del país, y representaba el marco de una visión moderna de la geografía impulsado por la directora. Con López de Llergo se abría un nuevo periodo en la generación de una nueva cartografía mexicana, principalmente a escalas nacionales, que aglutinaba al personal académico dirigido por la propia directora (Moncada y Escamilla, 2009, p. 112) y marcaba el inicio de una larga temporada de trabajos publicados con este estilo desde la Universidad.

REFERENCIAS

Instituto de Geografía. (1948). Carta Base de la República Mexicana. [México] Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, escala 1:5 000 000 Proyección cónica conforme de Lambert. [ Links ]

Moncada Maya, J. O. y Escamilla Herrera, I. (2009). Rita López de Llergo y Seoane y la investigación geográfico-cartográfica en la UNAM (1943-1965). En J. O. Moncada Maya. y P. Gómez Rey (Coords.), El quehacer geográfico: instituciones y personajes (1876-1964) (pp. 109-140). Col. Geografía para el siglo XXI. Serie Textos universitarios núm. 5. México: Instituto de Geografía, UNAM. [ Links ]

O´Gorman, E. (1985). Historia de las divisiones territoriales de México. Colección Sepan Cuántos… 45. México: Editorial Porrúa. [ Links ]

Trabulse, E. (1985). Historia de la ciencia en México. Estudios y Textos. Siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

1Los orígenes médicos se remontan al siglo XVI, a través de la existencia de diversas obras “destinadas a auxiliar al profesional de la medicina” en Nueva España (Trabulse, 1985:44-45).

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