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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.98 Ciudad de México ene./abr. 2019

https://doi.org/10.14350/rig.59883 

Editorial

Editorial


La figura de Alexander von Humboldt (1769-1859) concita una variedad de miradas alrededor de su trayectoria vital. En los últimos años, nuevas ideas y proyectos han renovado la manera de observar su personalidad y, sobre todo, el interés se ha puesto en los manuscritos personales, como el origen de nuevos proyectos editoriales,1 tanto en Europa como en América. Los 250 años de su nacimiento, además, se conmemoran este año y han generado un vasto programa de actividades en torno de su personalidad, como ediciones, viajes y foros académicos que lo sitúan, primeramente, en el corazón de las relaciones entre Alemania y Francia y entre estos países y América, ayer y hoy. Todo esto es motivo de atención en esta editorial de Investigaciones Geográficas, revista del Instituto de Geografía de la UNAM.

Explorador de largo aliento y de los grandes espacios americanos desconocidos a su mirada, a su experiencia y a su lengua materna, Humboldt se enfrentó a un proceso de reconocimiento de las tierras y a su percepción en el marco de la Ilustración europea. Lo central de su práctica americana era “hacer presente el espacio” (Schlögel, 2007, p. 55). Con este propósito, para él, los mapas cumplían con este cometido, al quedar vinculados no solamente al poder y expansión del dominio colonial, sino a unos intereses de la economía europea. Al nacer en el momento final de la Corona española en América, sus mapas pueden verse como el tránsito de un orden espacial a otro (Schlögel, 2007, p. 91). Los mapas fijaron un “nuevo punto de partida para explicar e interpretar, una nueva clave” para descifrar el mundo que le rodeaba, tanto en Europa, como América y Asia, con un lenguaje nuevo (Schlögel, 2007, p. 65). Los mapas quedaron en el centro de una producción y comunicación que renovaba la posición de la geografía más allá de las escalas locales o regionales y orientaban su pensamiento hacia a una visión global.

Durante su viaje americano, Humboldt quedaba asombrado no solamente de la altura de las montañas del trópico y la fuerza de los ríos a su paso, eran elementos de una naturaleza que permanecía interrelacionada, para él, nada quedaba “desconectado o aislado” (Ette y Maier, 2018, p. 13). Todo eso era necesario dibujar y representar con un lenguaje cartográfico aplicado a una variedad de variables que daban una visión de conjunto en los atlas. Luego de los tres meses que pasó en Santafé de Bogotá y la presentación del primer mapa del río Magdalena, donde quedaba corregida la ruta del Orinoco, el plano de Cartagena y de Santa Fe (Pérez, 2002, p.48), lo que el viajero alemán conseguía, de acuerdo con Ángela Pérez Mejía, era “insertar al Nuevo Continente en la “gramática” de la geografía universal” (Pérez, 2002, p. 50).2

A los treinta y tantos años de edad, Humboldt reflexionaba sobre los viajes al interior de los continentes. Para él, señala Capel, eran “los que permiten observar la disposición regular de las capas rocosas y de esa forma determinar la historia de nuestro planeta, así como los que permiten reconocer… la distribución de las plantas y animales” (Capel, 2012, p. 7). Más de cincuenta años después, en el ocaso de su vida, Humboldt pensaba en “las relaciones que unen en un mismo espacio a fenómenos y elementos aparentemente inconexos” (Capel, 2012, p. 11). En las conferencias de Berlín (1827-1828) abordaba este problema y, luego del viaje a Rusia (1829), las ideas se ordenaron en el Cosmos o Ensayo de una descripción física del mundo (2011). En esta obra, Humboldt invitaba al lector a un viaje que comenzaba en la profundidad del Universo, la región de las estrellas y las nebulosas, el Sol y los cometas, para descender al Sistema Solar y luego continuar hasta el “esferoide terrestre”, el reino de las plantas, los animales y los “seres dotados de vida”, una propuesta que conectaba el cielo con la Tierra.

El Cosmos fue escrito entre 1843 y 1844 y publicado en cuatro volúmenes entre 1845 y 1858, un año antes del fallecimiento de Humboldt. Una obra de esta magnitud empobrecía a su autor cada vez más, ya que tenía que pagar a los impresores las ediciones de su magna obra de su propio bolsillo. Ahí indicaba que “cada parte del mundo necesitaba ser imaginada, visualizada y descrita en términos de su interconectividad con todas las demás partes” (Wilke, 2014, p. 47). Para él, los “procesos que no podían verse a simple vista podían visualizarse efectivamente dibujando líneas entre fenómenos particulares o representándolos junto con otros para compararlos” (Wilke, 2014, p. 50). Tal necesidad global de Humboldt dio origen a un lenguaje visual que, en manos del geógrafo Heinrich Berghaus (1797-1884), sirvió para preparar una serie de mapas temáticos que debieron acompañar el Cosmos, 54 en total, publicados bajo el título de Physikalischer Atlas (la edición abarca de 1838 a 1849). El orden de los temas era: 1) meteorología y climatología, 2) hidrología y geografía, 3) geología, 4) magnetismo telúrico y 5) geografía botánica. Los mapas, vinculados al Cosmos, formaron uno de los “medios de visualización con mayor penetración” para el conocimiento de la relación entre el hombre y la Tierra (Schlögel, 2007, p. 98). En este sentido, los trabajos publicados por Humboldt ahora se miran como una parte de la “hegemonía cultural e intelectual” que Europa impulsaba a finales del siglo XVIII, en este caso, a través de un legado visual con mayor interés en la actualidad (Ette y Maier, 2018).

REFERENCIAS

Capel, H. (2012). Filosofía y ciencia en la geografía contemporánea. Una introducción a la geografía. La Estrella Polar 60. Barcelona: Ediciones del Serbal. [ Links ]

Ette, O. y Maier J. (2018). Alexander von Humboldt. The Complete Drawings from the American Travel Diaries. Munich: Prestel. [ Links ]

Humboldt, A. von (2011). Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. Madrid - Santiago: Los Libros de la Catarata. [ Links ]

Kraft, T. (2013). La agenda de Alexander von Humboldt. Revista Humboldt, 159, 18-19. [ Links ]

Pérez Mejía, Á. (2002). Alexander von Humboldt: los silencios y complicidades de la cartografía. En La geografía de los tiempos difíciles: escritura de viajes a Sur América durante los procesos de independencia 1780-1849 (pp. 47-94). Medellín: Editorial Universitaria de Antioquia. [ Links ]

Schlögel, K. (2007). En el espacio leemos el tiempo. Sobre Historia de la civilización y geopolítica. Biblioteca de Ensayo 55. Madrid: Ediciones Siruela. [ Links ]

Wilke, S. (2014). The Scientific Image in the Anthropocene. Nature Paintings, Diagrams, and Maps in Alexander von Humboldt’s Cosmos and Beyond. En U. Gehmann y M. Reiche, M. (Eds.), Real Virtuality. About the Destruction and Multiplication of World (pp. 47-62). Bielefeld: Verlag. [ Links ]

1 La agenda de Humboldt, un ejemplo de interés editorial, es un volumen de 204 páginas que abre la posibilidad de conocer, en orden alfabético y anotados por él mismo, “los nombres de casi 900 personas con las que se comunicaba” (Kraft, 2013, p. 18).

2 Esta expresión se refiere al origen de las coordenadas geográficas de los mapas de Humboldt respecto de un meridiano de origen o común, en este caso, el de París, con lo que modernizaba la geografía americana.

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