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 número95Mac Orlan, P. (2017), Breve manual del perfecto aventurero, México, Jus, Libreros y Editores, 104 pp. ISBN: 978-607-9409-73-9Martínez Delgado, G. (2017), La experiencia urbana. Aguascalientes y su abasto en el siglo XIX, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora/Universidad Autónoma de Aguascalientes/Universidad de Guanajuato, México, 534 p., ISBN 978-607-8523-16-0 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.95 Ciudad de México abr. 2018

https://doi.org/10.14350/rig.59646 

Reseñas

Ramírez, F. (2017), José María Velasco, pintor de paisajes, Fondo de Cultura Económica, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas. 134 pp., ISBN 978-607-16-5052 (FCE), ISBN 978-607-02-9317 (UNAM)

Omar Olivares Sandoval1 

1 Posgrado en Historia del Arte. Universidad Nacional Autónoma de México

Ramírez, F.. 2017. José María Velasco, pintor de paisajes. Fondo de Cultura Económica, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 134p. ISBN: 978-607-16-5052. ISBN: 978-607-02-9317.


El libro del historiador del arte Fausto Ramírez: José María Velasco, pintor de paisajes merece una reflexión a conciencia y comprometida con la altura de la tarea que se propone: ofrecer una visión de conjunto de la pintura del paisajista José María Velasco, sin duda el referente del paisajismo decimonónico mexicano. Sin embargo, en la inmediatez de mis posibilidades, extraigo algunos cuestionamientos que me parecen decisivos en el marco de la geografía.

En el momento actual el paisaje es pensado desde múltiples perspectivas que entrelazan geografía, ciencias ambientales, arte, historia y estudios visuales. Los últimos años han dado lugar a un conjunto de reflexiones exigentes sobre la complejidad de su carácter como fenómeno histórico y estético: un movimiento cultural de extensas repercusiones, tanto conceptuales como materiales, para las figuraciones históricas de la naturaleza y el territorio en distintas partes del globo.

En este renglón, la historia del arte y los estudios visuales -y aun más allá de esas disciplinas- una revisión teórico-estética común sobre el paisaje como fenómeno cultural, alojado en el arte y la imagen, han hecho contribuciones significativas para abrir la provincia intelectual en el uso del concepto que, durante mucho tiempo, se estrechó instrumentalmente como herramienta de análisis en distintas corrientes de la geografía.

La investigación estética de las imágenes paisajísticas es prometedora para romper la abstracción del paisaje como una cosa en sí, y la creencia de que su cultura pudiera operar con autonomía de los campos de la imagen y el arte. Se llega a percibir en la actualidad que la lectura de la historia del arte no se presenta simplemente como el estudio de las expresiones del paisaje y que reclama para sí la explicación misma de su genealogía estético-intelectual.

Del mismo modo, parece sobrepasado el reduccionismo de ver la investigación estética del paisaje como un aislamiento de la “obra artística” por encima de la intemperie social. Las metodologías estéticas han demostrado tener el potencial para explicitar el conjunto de operaciones sensibles que se reúnen en la cultura del paisaje. De tal forma, la pormenorización histórica de la cultura paisajística es un asomo al punto de encuentro entre las formas artísticas y los procesos de sensibilidad del entorno. La legibilidad que abre un estudio a detalle de la pintura de José María Velasco tiene como telón de fondo la contribución a esta especificación histórica.

Un elemento que permite acercarse al marco de este libro, dentro de los estudios de arte en México, es la investigación que el autor, junto a un grupo de estudiosos, hicieron de diversos aspectos de la obra de Velasco, en un libro que surgía del pretexto de celebrar los setenta y cinco años de la muerte del pintor (Ramírez, 1989). La renovación del tema, que se logró en ese entonces, permitió ampliar las dimensiones del paisajismo velasquiano, viéndolo como un desarrollo pictórico y visual de muchos matices, al igual que desde un punto de vista histórico y cultural.

De este ejercicio se derivaron varios productos señeros para el estudio puntualizado del tramo paisajístico velasquiano. Por ejemplo, el trabajo pionero del historiador de la ciencia Elías Trabulse sobre la participación capital que tuvo Velasco en la elaboración del imaginario científico del último tramo del diecinueve, todavía continuado a la vuelta de siglo (Trabulse, 1992). Además, sirvió de precedente para las grandes reconsideraciones de la figura dentro del canon, durante la década de los noventa: la exposición que tuvo lugar en el Museo Nacional de Arte en 1993, como resultado de la doble celebración del sesquicentenario del nacimiento del pintor, en 1990 y el ochenta aniversario de su fallecimiento, en 1992, titulada Homenaje nacional. José María Velasco (1840-1912), al igual que para la copiosa investigación de María Elena Altamirano Piolle: José María Velasco: paisajes de luz, horizontes de modernidad (1993).

El libro que ahora se publica llega así como la síntesis de un ciclo de aquilatamiento de la obra del pintor en la historia del arte. Esto es apreciable, desde un inicio, a través del formato del libro que no es farragoso, como suelen ser las grandes retrospectivas de la obra de un artista. Hay un verdadero esfuerzo de texto sintético y visión de conjunto, producido ágilmente por el control preciso de un lenguaje sumamente analítico al mismo tiempo que prosístico. Es un estilo análogo a la inteligencia del historiador del arte y una marca que se la encuentra frecuentemente cultivada en la obra del autor.

La investigación está repartida en cinco capítulos que corren cronológicamente, aunque, advierte el autor, no pretenden ser una biografía de Velasco. Constituyen departamentos de análisis de la obra desde el peso histórico que les es atribuido. Así, están los años bisoños (1855-1868), marcados por el aprendizaje de Velasco en la Academia y cuyo fin trae por igual el inicio del profesor académico y el reestablecimiento de la república liberal. “Años de prueba, 1868-1876: el ímpetu naturalista”, que puede verse como una aproximación a las diferentes dimensiones científicas del pintor. “Años de cosecha, 1877-1889: la consolidación de un prestigio”, va a través de la institucionalización de Velasco como profesor de paisaje y como jefe artístico de la delegación mexicana en la Exposición universal de París de 1889. “La cúspide profesional, 1890-1901: verdad y poesía”, representa la consolidación de la “orientación tonalista, luminosa y poética” (p. 79) del artista. El capítulo final, “Años de repliegue, 1902-1912: el ocaso fecundo”, propone una interpretación del ocaso productivo de Velasco en un ambiente dominado por el modernismo.

El saldo de la publicación de este libro para la geografía estriba en la potencial localización de la disciplina geográfica (una ciencia -entre otras cosas- de los paisajes) como una amplia caja de resonancia de la inteligibilidad conseguida por el análisis visual. Ese campo de profundidad que se esboza promete destrabar dos enfoques que inmovilizan a las imágenes paisajísticas: tratarlas como meros registros visuales de un modo de ver la naturaleza y cultura en un momento dado o, por otro lado, como objetos sublimes que se alejan de los estímulos visuales y sensitivos que realmente componen el paisaje.

No son necesariamente caminos erróneos, pero el nexo entre el paisaje y la geografía es todavía más decisivo. Tómese en cuenta, por ejemplo, que la pintura de paisaje se pensó como un elemento central dentro del cuadro científico decimonónico. Esto justamente expresa la incorporación de Velasco a la Sociedad Mexicana de Historia Natural, cuerpo que fue clave para el arranque disciplinario de las ciencias de la Tierra en el ambiente local.

Así, pues, la genealogía intelectual del paisaje no solo se plasma en las definiciones más condensadas y recalcitrantes del teórico cultural, sino que se encuentra en la profundidad de los detalles de su cultura estética. Más allá de si es una referencia obligada para la cultura de la geografía, la obra de José María Velasco es un lugar sugestivo para examinar toda la armazón cultural del concepto paisaje. Dentro de la reflexión geográfica contemporánea y los estudios sobre el paisaje esta obra se hace indispensable para la tarea de esclarecer, con amplias miras, el peso del movimiento cultural paisajístico.

REFERENCIAS

Altamirano Piolle, M. E. (1993). Homenaje nacional. José María Velasco (1840-1912), México: Museo Nacional de Arte. [ Links ]

Ramírez, F. (Ed.) (1989). José María Velasco. Homenaje, México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas. [ Links ]

Trabulse, E. (1992). José María Velasco: un paisaje de la ciencia en México, Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura. [ Links ]

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