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 número95Curiel Defossé, G. (2016), Tierra incógnita, tierra de misiones y presidios. El noreste novohispano según fray Juan Agustín Morfi, 1673-1779. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 172 pp., ISBN 978-607-02-8306-2Basso, M. (2017), Grandi eventi e politiche urbane. Governare “routine eccezionali”. Un confronto internazionale. Edizione Guerini e Associati, Milán, 248 pp., ISBN 978-8862506953 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.95 Ciudad de México abr. 2018

https://doi.org/10.14350/rig.59643 

Reseñas

Appelbaum, N. P. (2017). Dibujar la nación. La Comisión Corográfica en la Colombia del siglo XIX. Bogotá: Fondo de Cultura Económica, Universidad de Los Andes, Ediciones Uniandes. 360 pp., ISBN 978-958-774-495-8

Mariana Favila Vázquez1 

1 Posgrado en Estudios Mesoamericanos. Universidad Nacional Autónoma de México

Appelbaum, N. P.. 2017. Dibujar la nación. La Comisión Corográfica en la Colombia del siglo XIX. Bogotá: Fondo de Cultura Económica, Universidad de Los Andes, Ediciones Uniandes, 360p. ISBN: 978-958-774-495-8.


El libro de Nancy Appelbaum presenta una gama de posibilidades de interpretación a partir de áreas tan diversas como la antropología, la historia social y del arte, la política y, por supuesto, la geografía, acerca de un tema en concreto: el papel y la producción de la Comisión Corográfica de la Nueva Granada en el siglo XIX y su participación e implicaciones en el proceso de construcción de la actual nación colombiana.

El argumento central del texto es que el fenómeno del regionalismo fue una fase previa a la del nacionalismo del siglo XIX. Las regiones creadas a partir de criterios étnicos, geográficos e incluso racistas se presentan como el producto ideológico y político de un grupo de científicos/militares/geógrafos, tanto locales como extranjeros, que ejercieron a la vez como exploradores, así como agentes políticos en los territorios neogranadinos.

A través de una clara introducción, ocho capítulos bien delimitados y un apartado de conclusiones, la autora, quien es profesora de historia en la Binghamton University, presenta una lectura novedosa de material cartográfico textual y visual recuperado de repositorios como el Archivo General de la Nación en Bogotá, el Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia, o el Archivo del Observatorio Astronómico en Bogotá. Appelbaum analiza los productos cartográficos de un grupo de científicos-políticos que fueron partícipes de la creación de naciones y Estados federales de la segunda mitad del siglo XIX, con lo cual descubre en su interior contradicciones y oposiciones que complejizan enormemente el fenómeno de génesis de las naciones latinoamericanas.

Este análisis se hace a partir de los aportes teórico-metodológicos del historiador Benedict Anderson (1991) y del geógrafo John Brian Harley (2001) y la lleva a centrarse en las paradojas y contradicciones que surgieron de la tarea de describir las particularidades y la diversidad regional, al mismo tiempo que se buscaba conformar una nación unificada. Con esto la autora insiste constantemente en la brecha que surgió entre la idea de una nación deseada y la realidad con la que se encontraban los exploradores, basándose en el análisis de las metodologías visuales y textuales de los productores del material cartográfico que hicieron realidad posteriormente la noción de la nación colombiana.

“La tensión entre la homogeneidad anhelada y la heterogeneidad evidente caracterizó la conformación nacional moderna de los países latinoamericanos”, nos dice la autora (Appelbaum, 2017: XXIV). ¿Cómo intentaron resolver esta disonancia los intelectuales del siglo XIX? Se identifican dos estrategias: argumentar que existía una raza mestiza de semblante blanco, la raza granadina. En segundo lugar, se calificaba a los lugares donde la raza blanca sustituía a los indígenas y africanos como más civilizadas, y por lo tanto era imperante colonizar las regiones atrasadas. A partir de esto se elaboró la regionalización de la República, desde las diferencias entre raza y clima, de tal forma que las prácticas de la comisión contribuyeron a la consolidación de los estereotipos raciales y de género que aún hoy se ven en Colombia.

El territorio, ligado al poder, fue la base para la creación de la nación colombiana. Sus productos, yacimientos, ríos, selvas y poblaciones no sólo estaban ahí como escenario y actores pasivos, sino que fueron la esencia para la definición de las “regiones” que hasta el día de hoy caracterizarán el emblemático país de Colombia. Pero, para la autora, lo interesante es cómo este proceso se da a partir de la investigación cartográfica y la elaboración de mapas, y en este caso en particular, por la acción individual, pero a la vez grupal y representativa de personajes como Agustín Codazzi. La autora se empapa de investigaciones y discusiones antropológicas con relación a los mecanismos hegemónicos a partir de los cuáles la Comisión recolectó su información, al mismo tiempo que indaga en la historia del arte al abordar los mapas y las ilustraciones como fuentes para entender las dinámicas de poder que se dieron entre las élites y las fuerzas populares, indígenas y campesinos.

En un primer capítulo la autora remite a conceptos dicotómicos para calificar las afiliaciones de los integrantes de la Comisión, así como para explicar el enfoque de estos: tanto liberales como conservadores; con ascendencia cosmopolita, como provinciana. El proyecto apostaba por generar una unidad a partir del registro de la diversidad de poblaciones y regiones geográficas, pero al mismo tiempo se regía por un punto de vista que enaltecía la serranía interior andina, y que justificaba la necesaria mejoría de las tierras bajas calientes.

El segundo capítulo explora el método de la corografía, cómo adquirió forma y fue moldeada por las corrientes científicas internacionales de la época. En particular se retoma la influencia de Alexander von Humboldt en la práctica de Agustín Codazzi, director de la Comisión. En la línea discursiva de la autora se explica la oposición de los conceptos de corografía y su énfasis en la singularidad local, y la geografía, que estudiaba el todo espacial.

En el tercer y cuarto capítulos se explica cómo la Comisión construyó una dicotomía entre las regiones en tierras altas y tierras bajas durante los primeros años de trabajo, “al describir un proceso de blanqueamiento como muy avanzado en las provincias interiores de las tierras altas del nororiente y de Antioquia, y muy atrasado en las periferias tropicales de las tierras bajas, la Comisión Corográfica daba por ciertas las relaciones jerárquicas entre los climas y entre los pueblos” (p. 92). En esta primera mitad del libro es donde la perspectiva cultural, desarrollada por Brian Harley y otros autores en el análisis de los mapas, queda más clara dentro del enfoque de la autora.

El estudio del contexto histórico de la producción del material cartográfico se convierte en la única vía de acceso para responder a la pregunta ¿qué cosa es lo que los cartógrafos, las instituciones y la sociedad a la que ellos pertenecían, intentaron representar y dar a conocer? En ese sentido, Appelbaum retoma los mapas como un símbolo que era capaz de expresar una realidad cargada de valores culturales emergidos de una determinada sociedad que además ha consensuado cierta visión del mundo.

El capítulo 5 explora las intenciones pragmáticas de la Comisión, y cómo, además de realizar las descripciones densas que la caracterizaron, también se realizaron propuestas que apuntaban a realizar cambios tangibles en el paisaje y la población, como la creación de rutas que facilitarían el comercio y la inmigración. Así, se exploran las acciones por parte de Codazzi, que sólo quedaron en el papel y que nunca prosperaron, en algunos casos, afortunadamente (una de sus propuestas incluía el talar bosques y selvas para beneficiar a la economía capitalista de explotación).

Dos de los pueblos que más interesaron a Codazzi, y de los cuales trata el sexto capítulo, como laboratorios para sus propuestas transformadoras, fueron los Llanos Orientales y la Amazonia. En este sentido la creación de los mapas que representaban ambas regiones tenía el propósito de ilustrar áreas y terrenos baldíos que propiciarían la colonización. Esto en contraste con la realidad de dos regiones densamente pobladas por indígenas y hombres de color, quienes representaban un estorbo para los planes de la Comisión Corográfica. El proceso de creación de los mapas e informes se veía enriquecido con información de carácter etnográfico que la autora señala como sumamente interesante y valiosa. Detrás de toda la máscara política del proyecto encontramos una mina de oro de datos que necesitan ser analizados a partir de los lineamientos y preguntas de investigación que Appelbaum plantea a lo largo de las páginas de su libro.

Uno de los capítulos de particular interés para quien indaga sobre las dimensiones temporales de los paisajes es el séptimo, en el cual se analizan las interpretaciones que los integrantes de la Comisión realizaron acerca de la historia humana plasmada en los paisajes de Nueva Granada. El papel de la civilización andina, así como el pasado de cada región sirvieron para justificar por supuesto las diferencias étnicas, en las que zonas altas se vinculaban con sociedades civilizadas y tierras bajas con personas atrasadas y necesitadas de una colonización inmediata. En el capítulo final se analizan las consecuencias de la publicación de los trabajos de la Comisión en un contexto de la segunda mitad del siglo XIX que trataba de explicar el propósito de las ciencias y la historia para la sociedad.

En las conclusiones la autora analiza la influencia en los problemas que surgieron del proceso de regionalización a partir de las actividades de la Comisión, en el momento previo a que la Nueva Granada se convirtiera como tal en una federación. En este sentido, es importante subrayar que aquello que interesa a la autora es entender el legado y el papel participativo de los productos generados por la Comisión en la idea de la nación colombiana que prevalece hasta el día de hoy. Vale la pena mencionar que la lectura del texto es amena. El estilo de escritura de la autora oscila entre la narrativa literaria y un escrito expositivo-argumentativo, lo cual da como resultado un libro serio, propositivo y a la vez fácilmente comprensible y con sabor a relato del siglo XIX. Se agradece esto a la autora, pues sus propuestas, en ocasiones complejas, son fácilmente asequibles gracias a la claridad de su prosa.

REFERENCIAS

Anderson, B. (1991). Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism. Londres: Verso. [ Links ]

Harley, J. B. (2001). The New Nature of Maps: Essay in the History of Cartography. Baltimore: Johns Hopkins University Press. [ Links ]

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