Este libro de Atlántida Coll-Hurtado, publicado por el Instituto de Geografía de la UNAM, requiere examinarse en el contexto de la obra de la autora. Coll es una de los creadores de la geografía de México que, formada en la mejor tradición de la geografía francesa, ha realizado una obra fundamental para el conocimiento de México: de sus recursos naturales, de sus principales actividades económicas, de su territorio ampliamente recorrido y conocido, explorado, construido, destruido y reconstruido por el hombre, por sus habitantes a lo largo de su historia; en otras palabras, de su geografía.

De su primer libro ¿Es México un país agrícola? (Coll, l982), al que aquí se examina, pasando por las obras fundamentales y monumentales de los dos atlas nacionales, coordinados por ella, encontramos un trabajo que nos descubre, nos enseña y nos lleva a recorrer el territorio nacional.

En los años setenta nos interrogaba sobre el peso de la agricultura en nuestra economía, en nuestra sociedad, en nuestro territorio, cuando la agricultura contribuía con el 12% de la economía nacional y ocupaba cerca de la tercera parte de la fuerza de trabajo (^{Coll, 1982}); en los atlas, de los que sólo recuerdo aquí la parte de su geografía económica, señalaba en los años ochenta y noventa que los servicios eran la actividad definitoria de nuestra geografía con toda su heterogeneidad. Por todo este trabajo realizado ha recibido dos importantes reconocimientos internacionales: uno el Premio Internacional Geocrítica, en 2014, otorgado en Barcelona y la Medalla Panamericana (Cartografía) del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, en 2009, otorgada en Quito, Ecuador.

En el estudio sobre el turismo, que aquí reseñamos, entrega una síntesis del trabajo y del espacio que las actividades del ocio requieren, construyen y destruyen, para realizarse y desplegarse en el territorio nacional; una actividad en la que trabajan dos millones y medio de personas y que contribuye, según las estadísticas oficiales, con el ocho por ciento a la economía nacional, y que destaca por su contribución a mitigar el desequilibrio de la balanza de pagos que define, en gran parte, el tipo de cambio de la moneda nacional.

Este libro no es sólo producto de un trabajo riguroso y cuidadoso del tema realizado en los últimos años, es también resultado de un amplio conocimiento del territorio nacional que la autora ha recorrido incansablemente, tanto en el trabajo de campo profesional, del que es una maestra inigualable, como en sus numerosos viajes personales, familiares o de campamentos organizados a los más hermosos lugares, conocidos o desconocidos, de México.

En este libro, Espacio y ocio: el turismo en México, aprendemos no sólo sobre el tema, aprendemos de su estructura, a cómo realizar un trabajo geográfico, cómo acercarnos a la construcción de un territorio social, en el tiempo y en el espacio; la selección de variables geográficas, fuentes, el acertado empleo del lenguaje gráfico y cartográfico, así como la síntesis analítica que permite la tipología o clasificación de los espacios geográfico.

Asimismo, se muestra el análisis de los sujetos sociales, de quiénes intervienen y cómo y con cuáles resultados, con qué impactos: del Estado en sus diversos niveles (del federal al municipal) y de las organizaciones internacionales, como el Banco Mundial que promueven la construcción, la apertura, de estos nuevos espacios del ocio, de sus políticas públicas; de los empresarios, trasnacionales y nacionales, grandes y pequeños; de los territorios escogidos, de los espacios construidos, de la infraestructura que transforma esos territorios; de los trabajadores que llegan a construir esos espacios del ocio, de los que trabajan en estos servicios, en qué condiciones laboran, dónde viven, de dónde vienen…

A través del libro se encuentra la transformación, la creación del espacio humanizado, del espacio geográfico del turismo en sus diversas escalas: dimensión indispensable del análisis geográfico.

El trabajo presenta, en una revisión aparentemente no exhaustiva ni erudita, seleccionada rigurosamente para su exposición, las teorías que se acercan a comprender y explicar este fenómeno reciente en la cultura, de este fenómeno internacional que desde la segunda mitad del siglo XX ha registrado un crecimiento casi exponencial: de 25 millones de turistas en 1950 a 1 135 millones en 2014 y que en México registró, en ese último año, cerca de 100 millones de personas, 80% de ellos de turistas nacionales y cerca de 19 millones extranjeros. Un proceso que implica personas, paisajes, lugares, traslados, recorridos, espacio-tiempo del ocio, del descanso, del juego, la ilusión de ser otro en otro lugar del mundo.

Así recoge en varios epígrafes algunas características de esta actividad: “Difícilmente se encuentra un lugar en la Tierra -incluso en la regiones más pobres o deshechas por la guerra- que no haya sido tocado por los tentáculos de la industria turística” (C. Gibson) o de S. Brunel advertimos que “Incluso la miseria se convierte en un atractivo turístico”. Destaca también que un tema actual es el turismo negro y de otras prácticas que pueden resultar conocidas en México por la publicidad como el turismo de aventuras o la invitación a visitar los pueblos mágicos.

En otras palabras, muestra que casi todo puede ser objeto del turismo (de los recursos naturales al patrimonio urbano, al patrimonio cultural, ahí está el Museo Nacional de Antropología e Historia, a la cultura popular, a la cultura indígena); o como sabemos y sufrimos en el neoliberalismo, que todo puede y debe ser comercializado, mercantilizado. Como sintetiza el epígrafe del capítulo IV de H. A. Sormani: “el espacio nacional no es espacio a secas, no es espacio Nacional, sino del capital”.

El turismo es un fenómeno definido por el movimiento, el flujo de personas de un lugar a otro; por su relación con otras actividades, como el transporte, la alimentación, el servicio de hoteles y restaurantes, de vivienda de sus trabajadores… En otras palabras, es una actividad de gran construcción, ocupación de espacio, de espacios, con específicas características espaciales y temporales.

Atlántida Col-Hurtado resume la huella del turismo sobre el espacio: la segregación espacial que se da en los destinos turísticos; y el carácter temporal estacional, aleatorio. Características que en gran parte determinan las condiciones de precariedad de sus trabajadores y de lo que la autora llama la fragilidad del turismo.

Con el libro recorremos la construcción de los espacios turísticos del país, de Acapulco a Cancún y el Nuevo Vallarta, y en su espléndido trabajo cartográfico se encuentra una síntesis territorial, geográfica, de esta actividad. También conocemos de los aciertos y desaciertos de la política pública del turismo, de su temporalidad sexenal; del crédito y la creación de infraestructura planificada a la parálisis de planes inacabados y a la especulación inmobiliaria, como señaló David Harvey, ¡nuevos espacios del capital, y de qué capital! Para analizar desde la geografía “los impactos positivos y negativos en el espacio humanizado derivados del turismo.”

El turismo es una actividad multidimensional que incluye elementos, sujetos diversos a la que se le llama industria, la industria sin chimeneas se le decía en el argot de la política económica nacional: es una actividad con dimensiones económicas, sociales, políticas, ambientales, culturales, territoriales, en otras palabras, de dimensión geográfica. Por ello también destaca la problemática del ambiente generada por la creación de estos espacios turísticos sin condiciones, la ocupación y privatización de costas, lagunas, manglares… El libro de Atlántida Coll-Hurtado, Espacio y ocio: el turismo en México, es un libro que necesitamos leer para conocer un poco más del país que tenemos y que necesitamos reconstruir.