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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.86 Ciudad de México Apr. 2015

https://doi.org/10.14350/rig.42898 

Geografía humana

 

La Baja California inventada: visiones sobre un territorio mexicano a mediados del siglo XX

 

The invented Baja California: visions of a Mexican territory in the middle 20th century

 

Héctor Mendoza Vargas* Karina Busto Ibarra**

 

* Departamento de Geografía Social, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito de la Investigación Científica, Ciudad Universitaria, 04510, Coyoacán, México D. F. hvargas@unam.mx

** El Colegio de México, Camino al Ajusco No. 20, Col. Pedregal de Sta. Teresa, 10740, Tlalpan, México, D.F. kbusto@colmex.mx

 

Recibido: 24 de octubre de 2013.
Aceptado en versión final: 6 de febrero de 2014.

 

Resumen

Este artículo examina los viajes de Peter Gerhard y Ángel Bassols Batalla por la Baja California en los años cincuenta. Ante sus ojos emerge un espacio inventado a partir de la experiencia de cada uno en la península. Gerhard, como viajero, integraba una imagen práctica, placentera y lúdica dirigida a los turistas estadounidenses que con la rapidez y la seguridad del automóvil, podrían disfrutar del sol, las playas, los ranchos y la aventura del pasado histórico en los sitios misionales, además de la caza y la pesca deportiva. Por su parte, Bassols Batalla se adentró al territorio como explorador y, a través de una planeación racional de sus travesías y del análisis geoeconómico como metodología, concluyó que era necesario favorecer la colonización, la consolidación del Estado, el interés nacional y la reafirmación de la soberanía. La comparación entre las visiones de ambos autores señala coincidencias y diferencias que ayudan a comprender la relevancia del viaje geográfico como fuente de información y método de trabajo, indispensable para entender la realidad de una región aislada de México.

 

Palabras clave: Peter Gerhard, Ángel Bassols Batalla, Baja California, aislamiento, turismo, viaje, exploración

 

Abstract

This article examines the travels of Peter Gerhard and Ángel Bassols Batalla through the Baja California in the 1950s from a comparative perspective. From the theoretical viewpoints of the history of geography and the geographical journey as sources of information and working method in situ, the observation and empirical knowledge of the territory are established. The traveling style of both authors involves a cultural consideration, since an invented space emerges before their eyes from their own experience in the peninsula.

As a traveler, Peter Gerhard journeyed the peninsula seeking the ancient missions that distinguished Baja California. That is why he organized and integrated the information in a guide, in collaboration with Howard E. Gulick. He conceived the guide for tourists of the United States interested in this region so close to their country. Published in 1956, the guide became the most complete instrument for vacationists in general, and also for sport fishermen, hunters, explorers and campers. Although the guide was aimed for drivers, it also provided precise facts for people sailing in yachts or arriving in private planes. Due to their knowledge of the peninsular space, Gerhard and Gulick designed a series of maps by sections, and they proposed ten routes that could be followed, most of them by land, to arrive at any place through main roads, trails or paths, where travel was only possible by foot or mule. The routes, the historical and cultural aspects, as well as the practical recommendations for tourists given in the guide, prepared the way for what tourists would expect to look with their own eyes, and at the same time it facilitated mobility in a distant and isolated territory. In sum, as a traveler, Gerhard integrated a practical, pleasant and playful image for tourists of the United States that, with the speed and safety of the automobile could enjoy the sun, beaches, ranches, and embark in the adventure of the historical past at mission sites, in addition to hunting and sport–fishing.

On the other hand, Bassols Batalla went deep into the territory as an explorer. He highlighted the value of his expeditions to Baja California by applying a geo–economic analysis methodology based in natural resources, he focused on productive activities (agriculture, cattle breeding, mining and hydraulic and sea undertakings), and became aware of the reality and problems of this region. For him, such perspective transformed the way of understanding the economic and social planning of Mexico. The relevant issue was the settling of the territory, the availability of water for irrigation, the study of soils and vegetation, the timber reserves in the forests, as well as the conservation and rational exploitation of fauna. Mining required more attention and a thorough examination of its reserves. Bassols Batalla expressed his opinions about the conservation of historical monuments, especially regarding the Jesuit and Dominican missions of the peninsula. Industrialization, and agriculture with its diversification in new cultivation areas, was a source of employment. For Bassols it was necessary to transform the roads and open a trans–peninsular highway to favor tourism and local development. In the eyes of this geographer, Baja California was the region of the future, but he concluded that first it was necessary to favor colonization, to consolidate the State and promote the national interest, as well as the reassertion of sovereignty.

Finally, the comparison between the visions of Gerhard and Bassols show coincidences and differences that help comprehend the relevance of geographic travel as a source of information and as a working method, essential to understand the reality of an isolated region of Mexico. When Baja California was still isolated from the rest of the country, and at the same time its economic potential and its attractive landscape began to capture the public attention, the journeys of these authors, succeeded in inserting or adding the peninsula in the social imaginary of both the United States and Mexico.

Key words: Peter Gerhard, Ángel Bassols Batalla, Baja California, isolation, tourism, travel, exploration.

 

INTRODUCCIÓN

Las formas de viajar por el territorio mexicano han cambiado sustancialmente a lo largo del tiempo, una genealogía de personajes ha dejado una amplia variedad de testimonios escritos que permiten una caracterización, por ejemplo, de los exploradores, los comerciantes, los militares o los predicadores del siglo XVI (Fernández, 2013). Este artículo se interesa en el viaje contemporáneo a través de la identificación de dos figuras centrales del pensamiento geográfico mexicano: Peter Gerhard y Ángel Bassols Batalla. Ambos visitaron, con una breve diferencia de años, la Baja California, un territorio aislado y escasamente conocido a mediados del siglo XX. Ante la mirada de estos autores emerge la Baja California como un espacio inventado, en el sentido de que cada uno lo observa desde su perspectiva y registra la naturaleza y la cultura en una narración propia.

Por su experiencia de viaje, a Gerhard se le identifica como un viajero, mientras que a Bassols Batalla como un explorador, que son las dos categorías aquí utilizadas para cada uno. Al primero, más en la línea del historiador, le interesó divulgar los resultados de sus travesías mediante información práctica sobre el paisaje, acompañados de fotografías, mapas y rutas por caminos principales y recónditos. El segundo, más en los intereses del geógrafo, entregó una descripción objetiva del territorio y sus rasgos económicos, humanos y naturales para la construcción de un espacio geoeconómico. La intención de cada autor al viajar por la península fue distinta, mientras que Gerhard integró la información y los elementos de una guía turística dirigida a una cada vez más pujante clase turista de los Estados Unidos, los informes presentados por Bassols buscaban llamar la atención del gobierno mexicano sobre una región que presentaba características distintivas para su estudio y conocimiento geográfico.

El objetivo de este trabajo es analizar los viajes de Gerhard y Bassols de manera comparativa, e indagar cómo ambos insertan a la península en el imaginario social tanto de los Estados Unidos como en el de México. El artículo se compone de cinco apartados. En el primero, se explora la figura del viaje en las perspectivas teóricas de la historia de la geografía y de la reflexión cultural. En el segundo se presenta un breve panorama de los caminos y su situación a mediados de siglo. Sigue el apartado sobre Gerhard, que visitó la península en diversas ocasiones y en 1956 publicó, en colaboración con Howard E. Gulick, el libro Lower California Guidebook, con una visión turística e histórica del territorio. La cuarta parte se dedica a Bassols Batalla, quien visitó la Baja California entre 1958 y 1959 y publicó sus informes en el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. En la última sección se aborda, comparativamente, el significado de la península para el viajero y el explorador.

 

EL VIAJE EN LA GEOGRAFÍA

Sin perder terreno en las reflexiones que desata su práctica dentro de las tradiciones geográficas europeas (Livingston, 1993; Urteaga, 1987), el viaje mantiene un lugar fundamental dentro de la historia de la geografía, además de que recientemente participa en la renovación de la reflexión cultural (Fernández, 2013). Por tanto, en cada momento mantiene vigencia preguntarse: ¿para qué el viaje geográfico? (Martínez, 2013:25). Las respuestas identifican los aspectos más relevantes del viaje geográfico: como información geográfica, como fuente de investigación y modo de enseñanza, como método y expresión propios y, finalmente, como aprendizaje para ver y distinguir paisajes (Ibid.:19).

Para su práctica, algunos opinan, se requiere de un "espíritu alerta y disponible" (Ibid.), otros añaden que se necesita "algo de plata, atrevimiento y curiosidad" (Fernández, 2013). Lo cierto es que el viaje exige que, para conocer el mundo, se mire "su territorialidad, sus funciones, sus componentes, su historia, sus unidades, sus formas, sus rostros y sus contenidos culturales" (Martínez, 2013:26), a lo que sigue una integración de los componentes y la búsqueda de una "asociación espacial" presentada en una descripción escrita y los mapas que conduzcan a una interpretación a partir de "la experiencia directa de los lugares" (Ibid.:21).

Lo anterior lleva a pensar la posición del viaje que, insertado en la tradición europea de los descubrimientos y exploraciones con antiguas y largas temporalidades, forma parte de una imagen de la geografía y se encuentra en las raíces de su propia cultura (Urteaga, 1987), a la vez que emerge como un fenómeno que renueva los intereses de la geografía cultural, la experiencia visual y los estudios del paisaje (Fernández, 2013; Martínez, 2013; Ortega, 2013).

Este artículo se inserta en estas tradiciones teóricas, pues sin perder de vista los elementos clásicos del viaje como la curiosidad y el asombro, la observación y la generación de un conocimiento empírico, se consideran otros aspectos como la cultura que cada autor observa durante sus recorridos, además de su propio bagaje cultural con el que se trasladan en sus viajes por la Baja California. Fernández (2013:449) describe estos elementos de la siguiente manera:

La forma de caminar, el idioma, sus hábitos alimenticios, sus temores, el modo de responder a los estímulos del clima son parte de la cultura. También lo son sus zapatos, su camisa, su navaja, su remedio para la tos, su mochila [...].

En el mismo sentido, "no todos los individuos atienden los mismos objetivos ni establecen las mismas relaciones entre ellos aunque estén mirando los mismos paisajes" (Ibid.:443). Así, en este artículo se distinguen los propósitos de Gerhard y de Bassols Batalla al recorrer la península y se pone atención a las diferencias en su estilo de viajar por el territorio: uno como viajero y el otro como explorador, sin dejar de lado los numerosos elementos de análisis en la integración de una visión geográfica que cada uno construye de la Baja California.

 

LOS CAMINOS DE LA BAJA CALIFORNIA

Los caminos de la península tienen su origen en la época colonial. La traza principal fue delineada por los misioneros (jesuitas en el sur, franciscanos y dominicos en el norte) para comunicar a los principales centros religiosos entre sí. La ruta de aquellos caminos escasamente transitados fue plasmada en un derrotero de 1856, que fijaba la vía transpeninsular desde San José del Cabo hasta El Rosarito, lo cual abrió la región a una nueva ola de viajeros (Mathes, 1988:378). Hacia finales del siglo XIX algunos exploradores del territorio llegaron con el fin de obtener datos sobre las posibilidades de colonización y explotación de recursos naturales en la península (Browne, 1868; Ramos, 1886; Diguet, 1912).

En la década de 1920 se registró un cambio importante que detonó un nuevo interés de extranjeros en la Baja California. En esos años algunos excursionistas que formaban parte del Club de Automovilistas del Sur de California (Automobile Club of Southern California) se interesaron por recorrer el territorio, que presentaba posibilidades de experimentar una aventura por sus brechas y caminos inexplorados. En 1926 un grupo del Club se adentró hasta El Rosario y, al año siguiente, organizaron una expedición conjunta con el ejército mexicano, que llegó hasta San Ignacio, Santa Rosalía y Mulegé. A lo largo del camino instalaron señalización especificando el total de millas recorridas para ayudar al automovilista a desplazarse por el territorio (Aschmann, 1997:73).

Los resultados de medición y señalización de distancias de los estadounidenses fueron por muchos años la única fuente de ayuda para los viajeros que conducían por la península.1 No fue sino hasta la década de 1940 cuando Francisco J. Múgica, gobernador del Territorio Sur, promovió ante el gobierno central el proyecto de construcción de la carretera transpeninsular.2 Con tal fin comisionó a Ulises Irigoyen, que viajó a la península en 1942 para determinar su situación económica, política, social y cultural, así como sus posibilidades de desarrollo. Después de cubrir el trayecto desde La Paz a Cabo San Lucas y de este punto a Tijuana y Mexicali, concluyó que la carretera debía construirse de inmediato por razones estratégicas, pero también para fortalecer el régimen de zona libre e impulsar el desarrollo comercial de la región (Irigoyen, 1943).3

Mientras se lograba tan ambicioso proyecto, en la década de 1950 la península seguía siendo un territorio de difícil acceso. En este contexto de intereses nacionales y extranjeros por los caminos de la península, Peter Gerhard y Howard Gulick viajaron por el territorio recorriendo todo tipo de brechas para llegar a ranchos, pueblos y ciudades. Es también cuando Ángel Bassols Batalla emprendió sus exploraciones en compañía de Gastón Guzmán Huerta primero y de Julio Villa después con el fin de realizar un estudio geográfico de una región aislada del territorio mexicano.

 

PETER GERHARD Y LOS VIAJES POR LA BAJA CALIFORNIA

Peter Gerhard, historiador e investigador independiente, careció de una formación académica propiamente dicha, pero sus intereses por la historia y la geografía fueron inspirados por figuras como Carl O. Sauer, a quien conoció personalmente en California y de quien retomó ideas centrales en torno a la geografía histórica (Mendoza y Busto, 2010). Gerhard publicó diversos artículos y libros sobre la historia de Baja California y la geografía histórica de la Nueva España y sus fronteras norte y sur (Mathes, 2006).

Desde una época temprana siguió con atención los trabajos de Peveril Meigs sobre las misiones dominicas en la Baja California (Meigs, 1935) y en 1944 publicó, en conjunto con George F. Deasy, un artículo sobre los asentamientos en Baja California entre 1768 y 1930, donde se muestran las transformaciones espaciales del territorio peninsular durante ese lapso (Gerhard y Deasy, 1944). Más adelante centró su atención en la etapa misional (Gerhard, 1953, 1954a y b, 1956) y su interés por la historia de este periodo lo llevó a viajar por el territorio peninsular entre 1952 y 1954, para visitar todos los sitios misionales.

La intención de Gerhard era preparar un libro sobre las misiones jesuitas en la Baja California. En algún momento coincidió con Howard Gulick, quien hizo su primer viaje a la península en 1950 tomando notas detalladas del camino.4 Gerhard propuso a Gulick colaborar en la elaboración de una guía donde se incorporaran las anotaciones de sus respectivos derroteros, acompañadas de datos históricos y culturales. Así, en 1956 se publicó por primera vez Lower California Guidebook (Gerhard y Gulick, 1962 [1956]).

La publicación de la guía fue un éxito, por el detalle de sus descripciones, localización geográfica de pueblos y ciudades, así como por la precisión en la señalización de caminos y brechas para automóviles. August Frugé, en una reseña sobre esta obra, indicaba que sería útil tanto para el visitante con intereses históricos y científicos, como para el viajero casual. Al mismo tiempo reconocía que esta guía era la más práctica y con información confiable sobre Baja California que se haya puesto a disposición del público (Frugé, 1957:71–72). Miguel Mathes (2006), historiador e incansable viajero de la Baja California, le llamó a la guía "el vademécum de la península".

La obra se reeditó cuatro veces (1958, 1962, 1964 y 1967), siendo en la edición de 1962 en la que se introdujeron cambios importantes como la incorporación de 25 páginas más, nuevos mapas, fotografías y un capítulo adicional sobre "Lugares dónde quedarse". Además, los mapas de los caminos peninsulares se vendieron como una publicación independiente (Meadows, 1963:61–62).

Gerhard y Gulick realizaron un minucioso estudio del territorio peninsular a partir de observaciones personales. Todas las rutas fueron recorridas por uno o ambos autores quienes visitaron la mayor parte de los sitios mencionados en la guía y elaboraron sus propios mapas. La información histórica que proporcionan fue obtenida por Gerhard en diversos archivos y bibliotecas de California, México, Francia y España (1962 [1956]:7). Más adelante Gerhard aprovecharía los datos recabados en aquellos repositorios para publicar en revistas especializadas otros artículos sobre la península, así como una sección de la Baja y la Alta California en un proyecto de geografía histórica de proporciones mayores, su libro: La frontera norte de la Nueva España (Gerhard 1996:357–387).

 

La organización del territorio peninsular para el viajero

Lower California Guidebook se compone de tres partes fundamentales: la introducción, las rutas para automóviles y los mapas. La introducción contiene una breve descripción geográfica, características de la población, fechas de las principales fiestas nacionales y locales, una sección de historia con énfasis en la etapa misional, datos sobre leyes de migración y aduanas para conocimiento de los turistas, tipo y valor de la moneda en uso, sitios de hospedaje, recomendaciones sobre condiciones de salubridad en comida y bebida, medios de transporte por tierra, mar y aire, detalles de caza y pesca, vegetación, y una sección de bibliografía comentada sobre la Baja California.

En la segunda parte, donde se describen las rutas para automóviles a lo largo de toda la península, se reseñan asentamientos humanos en ranchos, pueblos o ciudades, así como los servicios que cada lugar puede ofrecer al viajero. También se detallan paisajes particulares como sierras, aguajes, desiertos y montañas y se pone especial atención a los sitios misionales, de los cuales se proporcionan datos históricos relevantes. Se acompaña esta parte de diversas fotografías donde se aprecian la vegetación en cañones y montañas, misiones, ranchos, bahías, caminos, brechas, gente de los sitios visitados, lugares como Santa Rosalía o Comondú, y algunas comunidades pesqueras.

La última parte consta de 16 mapas detallados y un mapa general. Los mapas se presentan por secciones que integran la totalidad del territorio y están diseñados para que el usuario de la guía encuentre su ubicación exacta en todos los sitios de interés de cada área. Esta organización o correspondencia entre los textos y los mapas se mantiene en todos los casos. El último mapa detallado de la guía consiste en un conjunto de recuadros de las islas Guadalupe, del Carmen, San José, Espíritu Santo y Cedros, con la indicación de las principales bahías, puertos y puntos de relevancia que se encuentran en ellas.

La descripción de las ciudades más importantes de la península es más extensa y pormenorizada que las localidades de menor tamaño. Se trata de Tijuana (Gerhard y Gulick, 1962 [1956]:56), Mexicali (Ibid.:71), Ensenada (Ibid.:91) y La Paz (Ibid.:171), cada una de las cuales se acompaña de su propio plano donde se señalan las calles y avenidas, las comunicaciones, los hoteles, los restaurantes, los bancos, los hospitales y algunos otros sitios de interés para el viajero (Figura 1).

Con este orden de exposición de la guía, los autores proponían una organización del territorio que respondiera a las necesidades de los viajeros en tierras desconocidas y lejanas. De tal forma que con el texto en mano, un excursionista podía recorrer la península de un punto a otro con facilidad, pero también sería capaz de entender y valorar su geografía, su historia y sus rasgos culturales.

 

Los itinerarios por la península

Al parecer Gerhard y Gulick recorrieron la península cada uno por su cuenta, se desconoce si realizaron algún trayecto de manera conjunta. Lo que es un hecho es que ambos transitaron tramos del territorio en varias ocasiones, procedentes de California, entrando por Tijuana en un jeep, que era el auto más apropiado para el terreno en aquella época. Figura 1. Así, se desplazaban de norte a sur, pero también de sur a norte al emprender el regreso a Estados Unidos y además se desviaban cuantas veces fuera necesario en sentido transversal, del Pacífico al Golfo de California y viceversa, para acceder a la mayor parte de sitios posibles, por más recónditos que se encontraran.

Es interesante notar que la guía no fue organizada con base en un itinerario fijo, sino que los autores propusieron diez rutas mediante las cuales el usuario de la guía podía decidir el camino a seguir o qué lugares visitar, ya fuera a través de los caminos principales o de brechas alternas que, por lo demás, podían cambiar con facilidad porque constantemente se abrían unas nuevas (Ibid.:55). Las rutas trazadas fueron las siguientes: 1. Tijuana a Mexicali; 2. Mexicali a San Felipe y a Laguna Chapala; 3. Tijuana a Ensenada; 4. Ensenada a San Felipe; 5. Ensenada a Santa Rosalía; 6. Santa Rosalía a La Paz; 7. Excursiones cerca de La Paz; 8. La Paz a San José del Cabo, vía Santiago; 9. San José del Cabo a La Paz, vía Todos Santos; 10. Sitios a donde se llega por mar (Figura 2).

Al analizar la Figura 2, se observa que Gerhard y Gulick contemplaban a la península de Baja California como un solo territorio, sin importar las fronteras políticas, pese a que en la descripción histórica se advierte al lector que el norte se convirtió en el estado de Baja California en 1952, mientras que la mitad del sur aún era territorio federal (Territorio Sur de Baja California),5 con un gobernador nombrado en la Ciudad de México (Ibid.:26). Un ejemplo de esta visión territorial es el quinto itinerario, que va desde Ensenada hasta El Arco, desde donde una bifurcación divide el camino para seguir hacia Santa Rosalía o hacia el Pacífico para visitar poblaciones costeras de la media península como Guerrero Negro, Bahía Tortugas y Punta Abreojos. En esta ruta, que es la más extensa de todas, se aprecia que no hay distinción entre el norte y sur peninsulares, pues la geografía permitía seguir un solo camino para cruzar el desierto central.

Por otra parte, Gerhard y Gulick reconocen que la población de la península se concentraba en algunas áreas como Mexicali, Tijuana, Ensenada, La Paz, Tecate y Santa Rosalía, mientras la mayoría de los habitantes eran agricultores y rancheros, con grupos más pequeños dedicados a la pesca y a la minería, (Ibid.:15–16). Además, distinguen acentuadas diferencias regionales entre el norte y sur de la península, siendo la principal que el norte, por su cercanía a Estados Unidos, se encontraba más "americanizado" que el sur. Si bien la influencia del país vecino se seguía sintiendo en el sur, ésta era secundaria con respecto a la del macizo continental mexicano. Para los autores, al alejarse de los pueblos más grandes, Baja California era una tierra primitiva de ranchos ganaderos y pequeñas y desoladas comunidades de subsistencia agrícola (Ibid.:16).

La imagen de aislamiento de la península está presente en la guía. Al referirse a San Ignacio, por ejemplo, Gerhard y Gulick mencionan que la gente vivía aislada del resto del mundo en una especie de atmósfera Shangri–La.6 Además, describen a la Baja California como el "viejo oeste" de los Estados Unidos de hacía cien años, considerándola:

una región de frontera, en su mayoría sin desarrollo, con grandes posibilidades futuras, comunicaciones atrasadas donde el caballo, la mula de carga y el burro todavía juegan un papel importante en el traslado de un punto a otro. Esto está cambiando, pero la mayor parte de Baja California se mantendrá siempre primitiva y hermosa (Ibid.:17).

Para contrarrestar esta imagen de un territorio remoto, la guía venía a cubrir un vacío en el conocimiento de la Baja California. A partir de entonces se ponía a disposición del público en general, información útil y detallada que podía servir a los viajeros que desearan salir en unas pocas horas "de la contaminación y ruido de Los Ángeles [California] a un mundo diferente, a un país completamente extranjero, de gran encanto, belleza y tranquilidad" (Ibid.). Seguramente la circulación de la guía en California contribuyó a que cada vez ingresaran a la península un mayor número de turistas por tierra, procedentes de la frontera norte.

 

ÁNGEL BASSOLS BATALLA Y LAS EXPLORACIONES POR LA BAJA CALIFORNIA

La ampliación de los límites del conocimiento geográfico de México se asocia a la figura de Ángel Bassols Batalla.7 Una vez de regreso de terminar los estudios universitarios en Moscú y de haber laborado para el gobierno mexicano, Bassols ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México, primero como profesor (1957) y luego como investigador del Instituto de Investigaciones Económicas (1959). Ese lugar le permitió ampliar su visión sobre la realidad mexicana, tanto en sus rasgos naturales como sociales y económicos. En su opinión, los estudios geográficos debían cambiar la escala de análisis nacional predominante en los mapas y atlas publicados en México hacia otra de tipo regional, natural o geoeconómica. Lo importante, para Bassols, era el estudio "particular sintético" que ponía dos aproximaciones en perspectiva. Por el lado de la teoría, indicaba la "interrelación e interdependencia concreta o definitiva de los fenómenos en un territorio dado, la influencia mutua que se ejercen al medio y a la sociedad" y, del lado de la práctica, se concentraba en estudiar los "contrastes y olvidados parajes" (Bassols, 1959).

Bajo esa óptica, Bassols ordenó los elementos del método geoeconómico para el estudio regional. El nuevo estilo de trabajo se compuso de "las descripciones del país y el análisis de los fenómenos". En resumen, lo que propuso fue integrar "nuevos datos botánicos, zoológicos, geoeconómicos y sociales" (Ibid.:24). ¿Cuál era la novedad del estilo geográfico de trabajo? Lo que buscaba Bassols era identificar, ordenar y apuntar los principios de la prosperidad de una región. Para eso, nada mejor que la exploración de un espacio aislado del territorio mexicano, de los que había varios previamente identificados por él, por ejemplo, Quintana Roo, la Sierra Madre Occidental, la zona entre Durango y Nayarit o bien los orígenes del río Coatzacoalcos o la Lacandonia. Se decidió por la Baja California, en parte, porque ya la había visitado en 1950, y la consideraba un territorio de "fenómenos distintivos".

Una exploración a esa península otorgaba la posibilidad de integrar las tres partes de la metodología geoeconómica. La primera o teórica, procedente de la geografía económica, que ya se indicó antes. La otra, práctica, es decir la organización del trabajo de campo y la realización de itinerarios, con el apoyo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE), a través de su presidente Ramón Alcorta Guerrero. La tercera proyectada al futuro, promotora de ideas sobre la vasta abundancia de los recursos naturales y en contra de una visión sobre el medio ambiente natural inferior que prevalecía en una parte del círculo cultural e intelectual, con la que Bassols no estaría de acuerdo (Mendoza, 2009).

Los intereses que marcaba Bassols en el estudio, como se ha mencionado, se centraban en los "contrastes y diferencias locales" (Bassols, 1959:19). En las opiniones de Bassols de esa época, se encuentra una visión optimista sobre el presente y el futuro para esa porción del territorio, a diferencia de otras zonas del país que, para él, se habían quedado en el pasado (Bassols, 1961:176). Con este convencimiento y actuación geográfica, se concentró en la organización de dos expediciones presentadas y apoyadas por la SMGE. La primera la llevó a cabo del 3 de enero al 21 de febrero de 1958, a la desierta y alejada Baja California Sur. La segunda fue del 15 de diciembre de 1958 al 7 de febrero del siguiente año, a la porción norte del paralelo 28, o sea el estado de Baja California. Ambos viajes eran una prueba a la teoría y el inicio del análisis geoeconómico de México (Bassols, 1959, 1961).

 

El tono naturalista: caracterización del espacio californiano

Al examinar tanto el diario de viaje como los informes de las dos exploraciones a la Baja California, se distingue el tono naturalista con que Bassols se propone el estudio y la descripción del territorio. Acompañado del biólogo Gastón Guzmán Huerta, la entrada a la península para la primera exploración fue por vía aérea, a La Paz. Los especialistas se enfrentaban a una "tierra espectacular" como la definió Bassols, con una extensión de 72 465 km2 (superficie superior a Tlaxcala, Querétaro, Morelos, México, Aguascalientes, Hidalgo y Colima) y una población de 80 000 habitantes. Cabe señalar que, además de las particularidades geográficas y biológicas, de interés para ambos, hay una narración histórica que el mismo Bassols añade en su diario. Esa búsqueda o coincidencia con las fuentes clásicas del pasado, como las de Francisco Xavier Clavijero y de Miguel Venegas, situaba de lleno a la propuesta del explorador en un humanismo y en una concepción de progreso. A continuación se ordena una síntesis de los itinerarios de Ángel Bassols Batalla, primero por el sur y, más adelante, por el norte peninsular.

La exploración en el territorio de Baja California dio inicio en La Paz (Figura 3), donde se instalaron y procedieron a entrevistarse con las autoridades locales, incluido el gobernador del territorio. Para comenzar, Bassols y Guzmán Huerta iniciaron un ciclo de ida y de vuelta hasta San José del Cabo y a Cabo San Lucas.8 Esta salida les dio una primera visión sobre la playa, el litoral y la montaña, así como el contraste de la vegetación desértica con la de montaña, en la parte alta. De pronto, ante sus ojos, observaban la "vida de una región agrícola" en Los Planes y, más adelante, los campos de "algodón, ejote, chile, calabaza" (Ibid.:35) con los primeros problemas locales: la falta de transportes para los productos ganaderos, de créditos para la formación de una flota pesquera y de técnica para "detener la corriente del arroyo San José" y dirigir el líquido para el riego de los cultivos (Ibid.:38). Antes de regresar a La Paz atravesaron el Trópico de Cáncer en Todos Santos y, por la brecha trazada, subieron a la sierra de la Victoria; desde arriba del Picacho de la Laguna disfrutaron de una espléndida vista en 360 grados con el mar y las montañas a lo lejos y los bosques de encinos y pinos abajo (Ibid.:44).

En los siguientes días se dedicaron a conocer los "problemas urbanos" de La Paz y de los alrededores como el núcleo ganadero, la base industrial y los manglares en las partes bajas. Se prepararon para salir más lejos, con la camioneta facilitada por el gobernador, y se aventuraron a llegar al área de la Bahía Magdalena para conocer los puertos de Cortés y Alcatraz de la isla Margarita y, más allá, el inmenso Pacífico. Un paisaje insular que impresiona a Bassols por el aislamiento y que califica de "punto abandonado del mapa nacional" (Ibid.:49). Sin embargo, reconoce que la isla tiene "grandes riquezas" como los minerales magnesita, cobre y hierro. Para él, "un oasis de potencial desarrollo industrial", favorecido por la posición estratégica de la bahía (Ibid.).

Tras un paréntesis, de vuelta en La Paz, visitaron la isla Cerralvo, de la que comentaba: "es casi desconocida para la ciencia moderna" (Ibid.:56). De regreso, harían el trayecto más largo de la península, hacia el norte, por el flanco oriental, a las regiones mineras de La Giganta, para cruzar hacia el oeste a Guerrero Negro. Un itinerario que tomó la mayor cantidad de días, del 23 de enero y hasta el 19 de febrero y que les abrió las puertas de la "riqueza extraordinaria de la tierra" que hay a todo lo largo y ancho del camino o carretera transpeninsular. Los exploradores hicieron su recorrido por misiones jesuitas y atravesaron barrancos, con antiguos lechos de ríos y una vegetación típica del desierto, como el mezquite, torote y lomboy, además de palmeras y el enorme cardón. En el trayecto, desde Loreto visitaron la isla del Carmen, para conocer las salinas y la producción de 50 000 toneladas de sal anuales (Ibid.:60).

Al pasar los lomeríos, dejaron atrás Loreto con las plantaciones de tomate, algodón, legumbres y frutales, como los dátiles, para seguir al lomo de La Giganta, a 1 500 metros de altura. Desde arriba contaron con una visibilidad de largo alcance, de 360 grados, que abarcó un gran territorio (Ibid.:63). Al descender entre biznagas, yucas y magueyes, continuaron entre los acantilados y las llanuras para adentrarse en el mar de montañas, primero hacia Mulegé y luego a Santa Rosalía. En el primero observaron las plantaciones de algodón, trigo, tomate, legumbres y frutales (Ibid.:67), y en el segundo visitaron la mina Miramar, el trabajo subterráneo y la fundición "hasta obtener el cobre en planchas moldeadas". A Bassols el lugar le pareció la "vieja patria del cobre" (Ibid.:68).

En la travesía observaron el volcán Las Tres Vírgenes, se desplazaron por el desierto de Sebastián Vizcaíno rumbo a Guerrero Negro, lugar de "riquezas inagotables" e inversiones de los Estados Unidos que controlaban la producción de las salinas. Los días se agotaban y al haber atravesado el paralelo 28 emprendieron el regreso a La Paz, pasando por Comondú, con sus huertas de limones, limas, naranjas, mangos, guayabos, plátanos e higueras, además de cultivos de calabazas, aguacate, maíz, caña, frijol, comino, anís, café, olivo, vid y manzanos (Ibid.:74–75). Antes de llegar a La Paz se internaron por el desierto de Magdalena y para el 21 de febrero despegaba el tetramotor con ambos exploradores de vuelta a la Ciudad de México (Ibid.:77).

En cuanto a la segunda exploración por el estado de Baja California, Bassols Batalla la planificó en el mismo año del regreso de La Paz. Esta vez lo acompañó el biólogo Julio Villa. La exploración dio inicio por Mexicali (Figura 4) y, como la vez anterior, se entrevistaron con las autoridades estatales, el secretario general y el gobernador se mostraron interesados en el proyecto y en las investigaciones. Tras los primeros intercambios de impresiones, Bassols consideró que: "Baja California sigue siendo ignorada por los mexicanos y la etapa del conocimiento científico apenas comienza" y añadió: "somos todavía de esas gentes, verdaderos pioneros, que tratan de descorrer el velo que oculta la realidad" (Bassols, 1961:19).

Después de salir al encuentro con la ciudad y percatarse de la realidad y problemática del lugar, los visitantes se prepararon para la exploración de Mexicali, incluyendo la zona industrial con empresas estadounidenses y la región agrícola cercana, con los campos de algodón, trigo, maíz y otros cereales. Se dirigieron luego a San Luis Río Colorado, donde encontraron más empresas algodoneras y los campos, donde son testigos de la pizca, hombres y mujeres que trabajan para "llenar sus grandes sacos, enormes camiones cargados que parten rumbo a Ensenada y a los Estados Unidos" (Ibid.:23). Como en el sur, la estrategia fue subir a las partes altas, esta vez a la cuesta de la Rumorosa y desde ahí indica Bassols: "darnos cuenta del formidable panorama regional", con una visión de 360 grados que permite observar los elementos principales del paisaje, más allá de los bosques de pino piñón, los valles y sierras (Ibid.:26). En el camino de Tijuana–Mexicali se introdujeron a la naturaleza de la región; sobresale el desierto y la vegetación de cactáceas, yucas y agaves entre el granito inmenso de las montañas. De La Rumorosa y Jacumé siguieron a la Sierra Juárez, hacia el sur para alcanzar la Laguna Hardy Hanson.

Al entrar a Ensenada, quedaron sorprendidos del paisaje, se interesaron por conocer la zona industrial, cuyos productos del mar se empacaban y salían a los Estados Unidos. Tras el análisis de la flota pesquera de ahí, se dirigieron hacia el norte, pasando por Tecate y luego por el Valle de Guadalupe. Luego llegaron a Tijuana, una ciudad que a Bassols le parece completamente diferente a todo lo anterior, con los bares, night clubs, los braceros y los "rebeldes sin causa" que caracterizan a la ciudad (Ibid.:34). De ahí se dirigieron a la sierra de San Pedro Mártir y después llegaron a El Rosario. Ascendieron El Matomí, que les permitió una vista a 1 600 metros de altura en todas direcciones, incluyendo la costa del Pacífico y hacia el sur el volcán de Las Tres Vírgenes (Ibid.:48). De vuelta en el camino, visitaron el yacimiento de ónix en El Mármol, y en los siguientes días, el camino los llevó hacia el sur, al paraje de Laguna Chapala y más adelante a Bahía de los Ángeles, que la consideraron un "punto privilegiado" para el turismo de la costa, adonde solamente llegaban los extranjeros en avioneta o barco (Ibid.:50).

El viaje continuó hacia el sur, de San Borja se encaminaron a Calmallí, El Arco y Santa Gertrudis para luego atravesar el paralelo 28 y volver al territorio de Baja California Sur, a los lugares que en la exploración anterior no habían recorrido con igual dedicación. Visitaron San Ignacio, Santa Rosalía, Punta Abreojos, Punta San Hipólito, Punta Asunción, Bahía Tortugas, San José de Castro y Guerrero Negro de nuevo. De regreso a Tecate y Mexicali, se alistaron para la vuelta, saliendo de madrugada del aeropuerto hacia la Ciudad de México. Bassols reflexionaba al emprender el vuelo sobre la Baja California: "un paraíso para los hombres de ciencia" (Ibid.:77).

 

EL SIGNIFICADO DE LA PENÍNSULA PARA EL VIAJERO Y EL EXPLORADOR

A lo largo del trabajo se han analizado las peculiaridades de los viajes de Peter Gerhard y Ángel Bassols Batalla a la Baja California. Ahora se destacan las diferencias entre ambos autores con respecto a su manera de acercarse y desplazarse por el territorio peninsular, de acuerdo con su propia cultura, lo que a la vez refleja la visión de cada uno sobre la cultura observada, la bajacaliforniana.

En el caso de Peter Gerhard, cuya guía va dirigida al turista, es posible advertir que entre las recomendaciones que hace al viajero que pretende adentrarse en la península sobresalen los avituallamientos típicos de un viaje de placer, ya sea de una duración corta, de unas horas o de varios días, con énfasis en distinguir las necesidades según la movilidad motorizada (por tierra, aire o mar), la seguridad personal, la disponibilidad de dinero y el cuidado de la salud antes de la salida. Además proporciona consejos clave como llevar mapas, alimentos enlatados y agua, así como gasolina extra y refacciones en caso de sufrir un percance en el camino. En contraste con estas sugerencias, Bassols Batalla presenta una lista de provisiones de acuerdo con un viaje de exploración de dos meses. En su caso impera cierta visión y aplicación científica en el terreno, una movilidad motorizada, con énfasis en largas caminatas, el ascenso a las montañas, el uso de la brújula y utensilios para acampar en cualquier lugar, la disponibilidad de medicinas y materiales para la subsistencia personal, mismos que resultan esenciales en esta modalidad de viaje, al igual que la seguridad a través de la portación de armas (Tabla 1).

Estas advertencias serían de utilidad para cualquier viajero animado a explorar la Baja California, ya fuera por motivos de placer o científicos. Un espacio con infinidad de sitios aislados y, frecuentemente, escasos servicios como era la península, presentaba desafíos ante los cuales era necesario tomar precauciones que garantizaran una grata estadía.

Por otro lado, merece atención comparar las opiniones de los autores sobre la cultura y la naturaleza observadas (Tabla 2). Para Peter Gerhard la Baja California representaba un territorio con amplias perspectivas económicas, principalmente del sector turístico y en esta dirección procedió como viajero a la península, en compañía de Howard E. Gulick (Figura 5).

Los resultados de la información recabada durante sus recorridos se tradujeron en la elaboración y publicación de una guía destinada al turista estadounidense. La obra se posicionaba en el crecido interés de residentes de Estados Unidos por la Baja California y en el potencial flujo de visitantes. Se les animaba a la aventura de adentrarse a un territorio que les podía recordar y ofrecer una experiencia de viaje como la vivida en los paisajes de mediados del siglo XIX, en la época de la migración hacia la costa oeste, hacia California. En este sentido, la vi– sión de Gerhard era práctica, placentera y lúdica, sobre todo, dirigida a los automovilistas que con el poder del motor y la velocidad podrían alcanzar los puntos del mapa con rapidez y seguridad, disfrutar del sol, las playas, los ranchos y la aventura del pasado histórico de cada lugar, sin descartar la práctica deportiva de la caza y la pesca.

En cambio, la visión sobre la Baja California de Bassols Batalla se posicionaba en un contexto académico, de alta especialización y una racionalidad para la organización de las expediciones por la península.9 Para eso, procedió como explorador (Figura 6), junto con sus colegas biólogos, la primera vez con Gastón Guzmán Huerta y, la segunda, con Julio Villa.

La observación y el análisis de cada situación y circunstancia ocupaban un lugar específico en el pensamiento geográfico, auxiliado de las tecnologías como la fotografía y otros equipos que le permitían capturar información científica de utilidad en el razonamiento de cada sitio. Su paso por la península fue con la mirada del descubridor de las potencialidades de los recursos naturales y las vastas reservas naturales que se extendían por todo el territorio, en contraste con el limitado desarrollo de la vida humana y el menor grado de las vías de comunicación con que se contaba y que no favorecían la conquista del territorio con una planeación racional y el apoyo del análisis geoeconómico, como metodología que él mismo había preparado y diseñado para su aplicación en esas lejanas tierras. Para Bassols, la Baja California se presentaba como el repositorio del futuro del país y parte integrante de la nación, la región de la nueva colonización y conquista para la consolidación del Estado, el interés nacional y la reafirmación de la soberanía.

A pesar de las distintas visiones sobre el territorio, en la Tabla 2 se aprecia que los dos autores compartían la impresión de que la península se encontraba aislada y que contaba con una abundancia de recursos naturales susceptibles de explotación. Ambos notaron mayor influencia de la cultura estadounidense en la parte norte que en el sur, manifestaron el potencial e importancia de la actividad turística para la región y se mostraron optimistas en cuanto al presente y futuro del territorio. Tanto Gerhard como Bassols rescataron en sus escritos aspectos históricos de la península, con particular énfasis en los sitios misionales que tuvieron gran significado en el poblamiento de la Baja California.

 

CONCLUSIONES

En las páginas precedentes se analizaron los textos de Gerhard y Bassols Batalla sobre la Baja California. Una renovada mirada permitió examinar los viajes que llevaron a cabo por la península a mediados del siglo XX desde una perspectiva comparativa. Con base en posiciones teóricas de la historia de la geografía y del viaje geográfico como fuente de información y método de trabajo in situ, se ha rescatado la observación y la generación de un conocimiento empírico del territorio. A la vez, la reflexión cultural ha permitido comprender cómo el estilo de viajar de cada uno estuvo determinado por su propia cultura, a partir de la cual observan al otro.

Peter Gerhard, como viajero, recorrió la península en búsqueda del pasado misional que la caracteriza. En conjunto con Howard E. Gulick, y a partir de su experiencia personal, decidió ordenar e integrar información de utilidad en una guía que sirviera a los turistas estadounidenses interesados en una región histórica y pintoresca cercana a su país. En poco tiempo, la guía se convirtió en el instrumento más completo para los viajeros, ya fueran vacacionistas en general, pescadores deportivos, cazadores, exploradores o campistas. Si bien estaba dirigida principalmente a automovilistas, también daba datos precisos a aquéllos que navegaban en yates o que llegaban en aviones privados. Por su conocimiento del espacio peninsular, Gerhard y su acompañante tuvieron la capacidad de organizar mapas por secciones y proponer diez rutas que podían seguirse, en su mayoría por tierra, para llegar a cualquier sitio, ya fuera recorriendo los caminos principales y, luego, las brechas, o las veredas por las que solo era posible internarse a pie o en mulas. El detalle de los derroteros, los aspectos históricos y culturales, así como las recomendaciones prácticas para el turista, indicadas en la guía, preparaban el camino de lo que esperaba mirar el excursionista con sus propios ojos, a la vez que facilitaba la movilidad en un territorio lejano y aislado.

Como explorador, Bassols Batalla resaltaba el valor de sus expediciones a la Baja California, donde centró su atención en los fenómenos geoeconómicos, con base en los recursos naturales, seguido de las actividades productivas (agricultura, ganadería, minería, hidráulicas y marinas), para terminar con la realidad y los problemas de la región (Bassols, 1959 y 1961). Para él, tal perspectiva dio origen a una transformación en la manera de entender la planeación de los proyectos económicos y sociales en México. Lo relevante era la colonización del territorio, la disponibilidad de agua potable y para irrigación, el estudio de los suelos y la vegetación y, sobre todo, de las reservas maderables de los bosques, así como la fauna, su conservación y explotación racional. La minería requería de un examen profundo de las reservas, y era necesaria la conservación de los monumentos históricos, especialmente las misiones jesuitas y dominicas en todo el territorio de la península (Bassols, 1961:166–177). La industrialización merecía mayor atención, como fuente de trabajo, al igual que la agricultura y su diversificación, para contar con nuevas zonas de cultivos. Para Bassols, era necesaria la transformación de los caminos para convertirlos en una carretera que atravesara el territorio con la denominación de transpeninsular. Esa vía ofrecería un impulso a la actividad turística que, en su opinión, formaba parte del desarrollo local. En la mirada de este geógrafo, la Baja California era la región del futuro, siempre y cuando se superaran los obstáculos de las tierras olvidadas.

En suma, en una época en que la Baja California todavía se encontraba en buena medida aislada del resto del país y, al mismo tiempo, empezaba a llamar la atención por su potencial económico y su atractivo paisaje, la guía de Gerhard y las exploraciones de Bassols, lograban insertar o añadir a la península en el imaginario social, respectivamente, de los Estados Unidos y de México.

 

Fuente:

Howard E. Gulick Collection, Mandeville Special Collections Library, University of California, San Diego.         [ Links ]

 

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Notas

1 En 1949 aún era posible encontrar la señalización instalada por el club de automovilistas. En su recorrido por la península, Fernando Jordán encontró letreros en el tramo de San Quintín a El Rosario, se trataba de "placas con señales cada 10 o 20 millas (en algunos tramos, cada cinco millas). Cada una tiene el nombre del pueblo o ranchería próxima; la distancia, en millas, que falta para llegar a él; el nombre del pueblo que se ha dejado atrás y la distancia total recorrida. Si todas las distancias están anotadas en millas es por una razón bien simple: las placas son norteamericanas. Fueron colocadas hace bastantes años por una brigada de exploración y reconocimiento del Automobile Club of Southern California, y representan una labor enorme y una fuerte inversión de los californianos." (Jordán, 2005:235) Jordán añadía que a fines de 1949 el mismo club continuaba con labores de exploración para corregir las distancias del mapa de la península elaborado por ellos mismos. En su primera exploración a la península en 1958, Ángel Bassols Batalla advirtió que en El Arco había anuncios del "Auto Club de California" (Bassols, 1959:71).

2 Por razones de estrategia militar, Múgica consideraba que la situación de abandono de la península podía justificar una ocupación por parte de Estados Unidos y era urgente crear las condiciones para la defensa de la soberanía en caso necesario (Sosenski, 2001:210–230).

3 La culminación de este proyecto se prolongó varias décadas. La carretera transpeninsular fue inaugurada por el presidente Luis Echeverría en noviembre de 1973.

4 Howard E. Gulick, ingeniero civil, se convirtió en cartógrafo y viajero de la península de Baja California y Nayarit. La colección completa de este autor, con documentos, manuscritos, diarios, correspondencia, fotografías y otros materiales se conserva en Estados Unidos (Howard E. Gulick Collection, Mandeville Special Collections Library, University of California, San Diego).

5 El Territorio Sur se convirtió en estado en 1974.

6 Esta expresión fue utilizada por el periodista y antropólogo mexicano Fernando Jordán en su libro El otro México, Biografía de Baja California, publicado por primera vez en 1951. Aunque Gerhard y Gulick no mencionan esta obra en la bibliografía de su guía, es probable que de ahí hayan retomado la idea de Shangri–La. Jordán menciona que "para el viajero, para quien llega de paso y vive en la ciudad, Comondú es sin duda el último paraíso que existe sobre la tierra. Ya sin metáfora, planteando una situación real, Comondú es el verdadero Shangri–La, el país mítico que soñara Hilton. Acaso cambie un poco la situación geográfica, pero en todo lo demás llena los requisitos. Comondú–Shangri– La es, sin lugar a dudas, el pueblo más aislado de México" (Jordán, 2005:325).

7 Entre 1945 y 1949, Ángel Bassols Batalla había cursado la licenciatura de Geografía económica en la Universidad Lomonosov, de Moscú. A su regreso a México, rápidamente coincidió con la labor de Jorge A. Vivó y de Jorge L. Tamayo que preparaban la renovación de la geografía universitaria desde las aulas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

8 Luego de instalarse y, con la mochila en los hombros, dirigieron los primeros pasos a las montañas aledañas a La Paz para ganar una posición de observación privilegiada y mirar la capital y, más allá, la bahía Magdalena. El teniente coronel Luciano M. Rebolledo, gobernador del territorio, les facilitó una camioneta para organizar la exploración por el territorio de la Baja California Sur.

9 La extensa bibliografía que acompaña la narración en ambas exploraciones de Bassols es también una muestra de esta racionalidad. Además de los textos clásicos del pasado peninsular, tuvo acceso a los libros de Peter Gerhard y Howard E. Gulick, Fernando Jordan, Ulises Irigoyen, y otros autores de la época que habían viajado por el territorio.

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