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Investigaciones geográficas

versão On-line ISSN 2448-7279versão impressa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.78 Ciudad de México Ago. 2012

 

Geografía humana

 

Estructura territorial del turismo en Guatemala

 

Territorial structure of tourism in Guatemala

 

Álvaro Sánchez Crispín* Gerardo Mollinedo Beltrán** Enrique Propin Frejomil*

 

* Departamento de Geografía Económica, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito de la Investigación Científica, 04510, Coyoacán, México, D. F. E–mail: asc@igg.unam.mx; propinfrejomil@yahoo.com

** Posgrado de Geografía, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito de la Investigación Científica, 04510, Coyoacán, México, D. F. E–mail: gemobe2001@gmail.com

 

Recibido: 24 de junio de 2011.
Aceptado en versión final: 22 de febrero de 2012.

 

Resumen

El objetivo de esta investigación es detectar los núcleos, flujos y superficies que se generan por la inserción del turismo en Guatemala y que permiten explicar la base sobre la cual se pretende incluir al territorio guatemalteco como espacio preferencial del turismo internacional. Este país, después de un periodo alargado de cruenta guerra civil, poco a poco, al igual que el resto de América Central, se ha incorporado al mercado mundial del turismo. Se parte de la idea de que existen algunos puntos distribuidos en el territorio guatemalteco que son los que articulan los flujos y establecen las superficies de interés para la actividad turística cuyos clientes principales son extranjeros. Se asume que tal estructura territorial todavía es débil y no enhebra a todas las regiones de esta nación, amén de que se depende de mercados emisores poco diversificados. El contexto que contiene tal tendencia indica que los países vecinos de Guatemala también están interesados en participar y atraer la mayor cantidad de turistas extranjeros posible, en una confrontación que dará ventaja a aquellas naciones que sepan administrar mejor sus recursos para fomentar la actividad turística. Al término del trabajo se exponen las características esenciales de la estructura territorial hallada.

Palabras clave: Estructura territorial, turismo, Guatemala.

 

Abstract

The aim of this paper is to reveal the nuclei, flows and surfaces generated by tourism in Guatemala that, nowadays, constitute the basis for the promotion of the country in the international market. Following the trend in Central America, and after a long civil war, Guatemala is encouraging the growth of its tourism economy. The starting point of this research is rooted in the fact that there are only a handful of places, distributed over the Guatemalan territory, that articulate the tourist flows (constituted mainly by international visitors) and onto which tourism surfaces are being constructed. We assume that this territorial structure is still weak, does not include all areas of the country and it is mostly dependant on regional emitting markets. The context of the territorial structure of tourism in Guatemala suggests that all countries in the region are competing to get access to the international tourism market and that this competition will be decided in favour of those nations that mastermind the administration of their natural and cultural resources. At the end of the text, we comment on the basics of the territorial structure found by our study.

Key words: Territorial structure, tourism, Guatemala.

 

INTRODUCCIÓN

El imaginario de turistas en el mundo apunta a favorecer diversos lugares del planeta que pueden ser considerados como seguros, apetecibles y singulares. Distintos países gozan de tal situación ventajosa, entre ellos Francia, España y Estados Unidos, los tres destinos turísticos más visitados, año tras año, en el mundo (OMT, 2010). Al interior de estas naciones destaca un gran número de sitios turísticos, iconos deseados por una gran cantidad de personas, nacionales y extranjeros; tal es el caso de París, Niza, y la Riviera francesa en general; Madrid, Barcelona, Galicia o Andalucía en España, y distintos puntos del territorio estadounidense, entre los que destacan las ciudades de Nueva York, Washington y San Francisco o el gran cañón del río Colorado. Al otro extremo del espectro se encuentran aquellos lugares que, por distintas condiciones sobre todo de orden social o económico, no son apreciados en forma favorable al momento de que alguna persona decida sobre su destino vacacional. Las imágenes que prevalecen en la mente del turista potencial sobre ciertos sitios son un factor decisivo en la elección del país, región o ciudad a la cual viajar. En este contexto se encuentran diversas naciones que, no obstante tener un bagaje natural o cultural de interés turístico internacional, no están en la lista de destinos preferenciales. En esta tesitura se pueden citar los casos de Iraq, Myanmar y Filipinas. En América Latina hay países, como Guatemala, cuya imagen aún no es atractiva en el contexto del mercado internacional.

Durante los últimos años del siglo XX, Guatemala atestiguó una guerra civil cruenta, de tal manera que el contexto general del país no permitía que el turismo fuera una de las columnas vertebrales de la economía nacional, como ya ha comenzado a serlo. En forma notoria, otros países de América Central también han ingresado recientemente en el mercado turístico internacional. Se argumenta que los siete países de la región cuentan con el mismo tipo de recursos (sobre todo de orden natural) para competir en ese contexto (SICA, 2010). También se esgrime la idea de que el tamaño de estas naciones (tanto en términos de superficie como de cantidad de población) no les permite participar exitosamente en el mercado turístico internacional, de manera aislada, y que lo que se debería hacer sería unir esfuerzos como el que, bajo el lema Centroamérica tan pequeña, tan grande (Ibid.), se promueve para poder contender con países que disfrutan de una posición privilegiada, como México y los de la cuenca del Caribe, y que disponen de productos sofisticados, reconocidos y aceptados en los mercados emisores.

La noción de estructura territorial y la actividad turística

En la historia del pensamiento geográfico, la organización territorial de la economía surge, en el decenio de los años veinte, en el seno de la escuela soviética de Geografía, como concepto central asociado con el manejo y control de espacios planeados por y para una economía socialista (Buch–Hanson y Nelson, 1985). Kostrowicki (1986) indica que la idea de organización territorial es una contribución sustancial de la Geografía Económica a la planeación regional. La organización territorial posee dos componentes: en primer término, la estructura territorial, como dimensión presente, que se refiere a la identificación de los elementos implantados en el espacio organizado en función de los lugares de producción, los de consumo y sus interconexiones físicas y funcionales. En segundo término, los procesos territoriales, alusivos a la dimensión histórica, que dan origen a la estructura territorial y se relacionan con sus transformaciones sociales, culturales, políticas y económicas (Ibid.). En esta investigación interesa, en particular, aplicar el concepto de estructura territorial. ésta expresa

... de manera sintética los rasgos distintivos del espacio geográfico, por lo que se aprehende como una imagen cognoscitiva que puede ser cartografiada y que permite abordar, ilustrar e interpretar el conjunto de contradicciones humanas en un país y sus interacciones sociales en la escala supranacional... (Propin y Sánchez, 2001:149).

El concepto de estructura territorial puede ser aplicable a cualquier actividad económica y ejecutable a cualquier escala geográfica de análisis.

En la Unión Soviética y países de la Europa del Este (influenciados ampliamente por la escuela soviética de Geografía en la segunda mitad del siglo pasado) algunos de los exponentes que desarrollaron este concepto y forma de examinar el territorio fueron Privalovskaya (1983) y sus investigaciones sobre Geografía de la industria y Kostrowicki sobre Geografía agraria (Kostrowicki, 1986). La primera experiencia de estos estudios realizados en México alude a la economía nacional y en ella se establecen los principales nodos, ejes y superficies generadas por la actividad económica a nivel país (Propin y Sánchez, 2001).

Con referencia al campo de la Geografía del turismo y su análisis a partir de la consideración del concepto de estructura territorial, los ejemplos de investigación son numerosos (López, 2001; Gallegos, 2003; Gallegos y López, 2004; Carmona, 2004 y 2006; Sánchez et al., 2005; Caballero, 2009; Garza, 2009). En ellos se explicita que la estructura territorial del turismo se constituye por elementos físicos, estáticos o dinámicos, que hacen posible que la actividad turística se implante y crezca en un sitio determinado. Más aún, la estructura territorial del turismo tiene como fundamento tres plataformas: el arreglo espacial de los recursos turísticos que determina patrones de ocupación en un sitio; la infraestructura y servicios que sostienen y atienden la demanda de turistas y, tercero, los flujos de bienes, personas, servicios e información que promueven y canalizan el turismo hacia determinadas áreas de un país o del extranjero (Gallegos y López, 2004). Así, se puede afirmar que la estructura territorial del turismo es la expresión tangible de la organización territorial de ese tipo de economía en un sitio determinado y, al mismo tiempo, es origen y resultado de diversos procesos de índole social, económica, cultural y política que acontecen en ese lugar.

Para alcanzar el objetivo central de este estudio, se siguió la estrategia metodológica siguiente: realización de tres trabajos de campo en Guatemala (uno en 2008 y dos en 2010), ocasiones en las que se recorrió la mayoría de los sitios turísticos del país: volcanes, lagunas, zonas de playa, sitios arqueológicos, ciudades coloniales, lugares de peregrinaje y mercados indígenas. En las tres oportunidades, en la ciudad de Guatemala, se consultaron publicaciones (bibliográficas, estadísticas y cartográficas) relacionadas con esa actividad económica, en instituciones como la Universidad San Carlos (pública) y Rafael Landívar, del Valle de Guatemala y Francisco Marroquín (privadas) donde se ofertan licenciaturas en ciencias sociales y en turismo. También se entrevistaron actores directamente involucrados en la promoción de esta actividad económica en el Instituto Guatemalteco de Turismo, el Instituto Nacional de Estadística, el Banco de Guatemala y la Secretaría de Planificación y Programación del gobierno guatemalteco. El Instituto Geográfico Militar proveyó de cartografía a diferentes escalas, de utilidad para los fines de este estudio. Asimismo, se consultaron fuentes biblio–hemerográficas y electrónicas con el fin de saber cómo se promociona la actividad turística de Guatemala; esto permitió identificar los recursos naturales y culturales más valorados por el turismo en el país.

La base geográfico–física del turismo en Guatemala

Guatemala ocupa el vértice noroccidental de América Central y comparte con los países vecinos diversos rasgos del entorno geográfico–físico (Figura 1). Con base en el tipo de relieve predominante, se distinguen cuatro porciones del territorio que, de norte a sur, son: El Petén; el tercio medio montañoso constituido por la Sierra de los Cuchumatanes y la Sierra Madre; las tierras bajas de la porción antillana y la planicie costera del Pacífico. Más del 80% del territorio guatemalteco son tierras montañosas (Hall y Pérez, 2003). Un elemento singular de la geomorfología nacional es el tramado de tierras bajas muy extendidas, continuación de la plataforma caliza de Yucatán, conocidas en forma genérica como El Petén, que se prolonga a Belice, y cuyo rasgo principal es la morfología de karst, al que se asocia la existencia de cuevas y cavernas aquilatadas favorablemente por el turismo internacional, como en el caso de Poptún o cuerpos lagunares importantes como el lago Petén–Itzá, también promovido para atraer turistas hacia la zona; esta provincia geomorfológica es la porción plana más extendida en Guatemala ya que cubre un tercio de la superficie total (Figura 1).

En la sección media del país se alzan dos sistemas montañosos: uno, vecino meridional de El Petén, se extiende en dirección oeste–este e incluye desde los montes Cuchumatanes, al occidente, hasta la sierra de las Minas, en el oriente. Más al sur, y como continuación de la de Chiapas, se encuentra la Sierra Madre, compuesta por una cantidad importante de edificios volcánicos que inician en la frontera con México (volcán Tacaná) y continúan hasta las cercanías de la Ciudad de Guatemala (US Army Corps of Engineers, 2000); esta provincia geomorfológica contiene la cima nacional, el volcán Tajumulco (más de 4 200 msnm) e incluye volcanes activos (Santa María, Pacaya, Acatenango) que, por esta sola razón, se constituyen en recursos turísticos de importancia; en realidad, existen cerca de 30 edificios volcánicos en el país y, de ellos, la mitad con importante actividad turística (Viñals, 2008). Estas dos barreras montañosas complejas son muy abruptas, y en algunos puntos impenetrables, de manera que las porciones central y sur del país quedan prácticamente desconectadas de El Petén. Sin embargo, en esta parte central montañosa se ubica un porcentaje considerable de la población guatemalteca y, por ende, una gran cantidad de recursos culturales para la actividad turística.

La tercera y cuarta zonas geomorfológicas del país son: las tierras planas del borde antillano y la planicie costera del Pacífico que es continuación de las tierras bajas del Soconusco. En el primer caso, se trata de la zona de la desembocadura de los ríos Dulce y Motagua con una prolongación al interior que incluye la cuenca del lago Izabal. Esta parte del país se promueve como el caribe guatemalteco, con una presencia importante de población afroantillana. En cuanto a la llanura costera del sur, al igual que en el litoral chiapaneco, la anchura promedio es de entre 20 y 50 km y se compone de arenas negruzcas, tono derivado de la presencia de volcanes activos cercanos al litoral, característica que no las hace particularmente atractivas para actividades asociadas con el turismo de sol y playa. Esta característica del litoral guatemalteco es compartida con otras porciones de la costa pacífica centroamericana; más aún, el turismo de playa en esta región de América no está centrado sobre las actividades balnearias (Musset, 1998).

La diversidad geomorfológica y la situación del país, entre el Ecuador y el trópico de Cáncer, producen una variedad climática favorable para la actividad turística. Las tierras con clima tropical se extienden por más del 60% de la superficie nacional y ocupan amplias porciones: la totalidad de El Petén y las tierras que borden al Pacífico, por arriba de la cota de 500 msnm (Af, en la clasificación climática de Köppen) y la costa pacífica por debajo de la cota de 500 msnm (Aw); en estos escenarios climáticos tropicales se efectúa una proporción significativa de la actividad turística. Los otros climas de Guatemala más extendidos son de tipo templado (A(C)w; Cw) y cubren cerca del 40% de la superficie nacional, sobre grandes porciones de las zonas montañosas de la Sierra Madre, los Cuchumatanes y la sierra de las Minas. Los tipos de clima que prevalecen en el país se rigen por un régimen de lluvias en verano, cuya cantidad de precipitación y días nublados se incrementan por la posibilidad del ingreso de huracanes al territorio guatemalteco; por otra parte, estos fenómenos son una amenaza por la posibilidad de generar inundaciones en diversas regiones. La época del año con mejores condiciones climatológicas para el turismo es entre noviembre y mayo (que en Guatemala, y otros países de América central, se conoce como verano, en una alusión equívoca a la estación astronómica real).

El país se divide en tres grandes vertientes hidrográficas: Golfo de México, Mar de las Antillas y Océano Pacífico. En la primera, correspondiente en gran proporción a El Petén, se encuentran los ríos nacionales más caudalosos, en especial, el sistema Chixoy–Usumacinta y cuerpos de agua sobresalientes para el turismo como el lago Petén–Iztá (Figura 2). En la vertiente del Mar de las Antillas destacan las cuencas de los ríos Motagua (muy contaminado por aguas residuales de la Ciudad de Guatemala) y Dulce, además del lago Izabal y El Golfete, ambos de significado para la actividad turística. La vertiente pacífica guatemalteca contiene una gran cantidad de ríos de longitud corta, algunos de ellos tienen un cierto grado de utilización por el turismo como el río Naranjo; completan esta lista de recursos hídricos de la cuenca del Pacífico, la laguna de Ayarza y el lago Güija, éste compartido con El Salvador y declarado patrimonio mundial de la humanidad en 1997. En la Sierra Madre sobresale el lago Atitlán, pieza vertebral para el turismo nacional y extranjero, tanto por las características físicas del cuerpo de agua como por los asentamientos indígenas en su perímetro.

Por su situación intertropical y las variaciones abruptas del relieve, en particular, en la porción central del país, Guatemala cuenta con ingentes recursos forestales que incluyen desde las selvas perennifolias de El Petén hasta las asociaciones de bosques templados y fríos de las cimas de la cordillera volcánica. Una porción de tal cobertura vegetal está protegida bajo algunas de las formas que el gobierno guatemalteco ha aprobado con tal fin. En 2008 las áreas terrestres protegidas cubrían cerca de 32 mil km2, mientras que las marinas tenían una extensión de casi 2 500 km2 (CEPAL, 2010). La Figura 2 muestra las principales áreas naturales protegidas del país (es notoria la existencia de un mayor número de estos espacios en El Petén), muchas de ellas catalogadas como parques nacionales con profusión de flora y fauna; algunas, como la de Tikal, contienen recursos turísticos culturales asociados con la presencia de zonas arqueológicas sobresalientes. Hay pocos ejemplos de áreas protegidas sobre el litoral del Pacífico, sin embargo, destaca el caso de la reserva Monterrico–Hawaii que, con base en un sistema lagunar costero, se ha convertido en el pivote central del turismo de playa en esta parte del país.

En suma, la actividad turística en Guatemala cuenta con una plataforma geográfico–física sólida sobre la que se puede promover, en el futuro mediato, un mayor arribo de personas, nacionales y extranjeras. En particular, los rasgos singulares del paisaje natural como los volcanes (activos o no), las grutas, algunos cuerpos de agua dulce como el lago Atitlán y la existencia de áreas naturales protegidas son recursos que, en los años siguientes, pueden colocar al país en un estatus superior al que tiene ahora en el contexto del mercado turístico internacional. A pesar del fuerte peso que tienen los recursos culturales para dinamizar el turismo al interior de Guatemala, éstos se ven complementados con la oferta para visitar sitios con una identidad geográfico–física poco común, una mezcla singular en el contexto internacional, sobre todo en países de pequeña extensión.

La ocupación humana del espacio guatemalteco y su relación con el turismo

Guatemala se encuentra dividida en 22 departamentos de desigual tamaño y con una configuración, en algunos casos, muy irregular (Figura 3). La distribución geográfica de la población indica una concentración marcada a lo largo de la cordillera volcánica central. Según la proyección de población para 2010, una proporción significativa de los casi 15 millones de personas que vivían en Guatemala (20% del total nacional) se ubica en los departamentos de Huehuetenango, Alta Verapaz y Quiché (INE, 2011) Es precisamente esa parte del territorio la que concentra población indígena que habla lenguas vernáculas variadas, pertenecientes a la familia lingüística maya. Los entornos rurales son predominantes en el país y es donde vive cerca del 60% de los guatemaltecos, porcentajes que aumentan en las regiones con relieve más abrupto o donde la población indígena representa la casi totalidad de los habitantes. La mezcla de alta densidad de población rural y de grupos de población autóctonos, aparentemente poco afectados por la modernidad, hace que las regiones menos accesibles de Guatemala se revelen como muy atractivas ante los ojos de turistas que buscan experiencias auténticas.

Para 2012 hay estimaciones acerca de la población en Guatemala según las cuales habría 33 asentamientos con más de 50 mil habitantes (World Gazetteer, 2012; INE, 2011). Tal cifra se reduce a 24 si se considera que un número importante de localidades de ese tamaño conforman la Zona Metropolitana de la Ciudad de Guatemala; en ésta se prevé una población superior a los 3.5 millones de personas. La jerarquía urbana guatemalteca revela una desproporción notable, a favor de la capital nacional. La siguiente ciudad, Quetzaltenango, tendría un poco más de 167 mil personas, cifra semejante a la que alcanzaría, para ese año, la ciudad de Escuintla; el grupo de núcleos urbanos que, en 2012, tendrían más de 100 mil habitantes estaría constituido, aparte de las ya mencionadas, por sólo tres ciudades: Chimaltenango, Huehuetenango y Cotzumalguapa. Hay una mayor cantidad de ciudades medias, de entre 50 mil y 100 mil personas, en total dieciocho, varias de las cuales tienen una función turística de significado, como Cobán, Chichicastenango, Antigua, y Santiago Atitlán (Figura 4). Es importante hacer notar que las localidades de Flores y San Benito, contiguas a la zona arqueológica y área natural protegida de Tikal, en el 2002 contaban sólo con 16 mil y 25 mil habitantes, respectivamente; cifras que en las proyecciones se duplicaría, en gran medida como resultado de la declaración de Montelimar II (XVIII Reunión de Presidentes Centroamericanos, 1996), que enmarca al sector turismo dentro de la Alianza para el Desarrollo Sostenible en Centroamérica y la promoción consecuente y constante que se ha hecho del turismo en ese lugar. La orla pacífica guatemalteca está prácticamente deshabitada y sólo destaca San José, puerto que, en 2012, tendría cerca de 22 mil personas; en sus proximidades se ubica Puerto Quetzal, lugar de amarre de cruceros cuyos términos de ruta incluyen puertos de Estados Unidos, tanto sobre el litoral del Atlántico como del Pacífico.

Las mayores aglomeraciones humanas del país se encuentran vecinas a un edificio volcánico (activo o no), como la misma Ciudad de Guatemala próxima a volcanes como el Pacaya, que ejerce una atracción muy importante sobre los turistas que llegan al país (hospedados en Antigua o en la propia capital nacional) quienes tienen la intención de ascender sus cuestas a pesar de su intensa e impredecible actividad efusiva. Entre las otras ciudades muy pobladas, también contiguas a edificios volcánicos, se puede indicar a Quetzaltenango, Escuintla, Antigua Guatemala, Sololá y Santiago Atitlán.

Guatemala es el país de América Central con mayor cantidad de población indígena (Hall y Pérez, 2003). Diversos son los grupos originarios que pueblan el territorio guatemalteco y que, a la postre, son la base de los recursos culturales para el turismo en el país. Oficialmente hay reconocidos 25 idiomas en Guatemala (que incluyen tres que no pertenecen a la familia lingüística maya: español, garífuna y xinka). Los idiomas vernáculos son hablados por el 40% de la población nacional; los que cuentan con mayor número de hablantes son el k'iche' (1.2 millones), q'eqchi (852 mil), kaqchikel (832 mil) y mam (617 mil) que, en conjunto, representan el 80% de la población guatemalteca que habla una de las 22 lenguas originales del país (UNICEF, 2009). La mayor aglomeración de lenguas indígenas (41% de los hablantes de lengua maya) se tiene en Alta Verapaz, donde se habla predominantemente q'eqchi'; Quiché, cuya lengua mayoritaria (k'iche') le da nombre al departamento, y Huehuetenango con predominio mam y q'anjob'al; los últimos dos, junto con el de Guatemala, son los departamentos que cuentan con mayor diversidad de lenguas mayas. La distribución geográfica de la población en estas zonas es básicamente rural, en pequeñas comunidades sobre áreas de relieve abrupto como los Montes Cuchumatanes, de tal manera que éstas se perciben en dos dimensiones para la actividad turística: una, fuera de los circuitos del gran turismo y, la otra, dentro de las rutas buscadas por backpackers y por turistas que pretenden tener experiencias singulares.

La distribución geográfica de las actividades terciarias en Guatemala, muchas de ellas asociadas con el turismo, indica una concentración marcada en determinados puntos del territorio. Así, la capital nacional y su área conurbada (Mixco, Petapa, Santa Catarina Pinula) tienen los porcentajes más elevados de población económicamente activa (PEA) terciaria del país, con cifras superiores a 60% sobre el total (INE, 2003). Por ser la sede del gobierno y contar con múltiples actividades de administración, se explica que esta aglomeración tenga tales porcentajes; sin embargo, el turismo también es un sector económico de relevancia en la ciudad y, sin duda, una proporción amplia de esa PEA terciaria está vinculada con el empleo en hoteles, restaurantes, bares, transportes, agencias de viajes y otras actividades que atienden diversos segmentos del mercado turístico (Naciones Unidas, 2001)

Otros lugares con altos porcentajes de PEA terciaria, respecto al total, se ubican en sitios de Guatemala con importante actividad turística. Tal es el caso de localidades ribereñas del lago Atitlán (Panajachel, Santa Catarina Palopó), algunas cercanas a la zona arqueológica de Tikal (Flores, San Benito) y el binomio Antigua Guatemala– Jocotenango. Las cifras correspondientes a la PEA terciaria en estos lugares indican una proporción mayor al 50% sobre el total municipal, cantidad muy superior al promedio nacional (Ibid.). En esta misma coyuntura se encuentran dos de las ciudades más pobladas de Guatemala, Huehuetenango y Quetzaltenango, en cuyo caso la actividad turística es menor que la registrada en las localidades que se indican líneas arriba.

Los recursos culturales para el turismo en Guatemala son menores en comparación con el número de recursos naturales con potencialidad turística en el país (Figura 5). Sin embargo, la balanza se inclina del lado cultural gracias al ingrediente indígena en este escenario; éste se convierte en un factor de atracción que se basa en la producción artesanal, los mercados y las fiestas y tradiciones, entre otros. Aunque las ciudades coloniales son escasas y los lugares asociados con el turismo religioso son pocos, los numerosos sitios arqueológicos guatemaltecos compiten favorablemente ante la oferta hecha en México, Belice o El Salvador. Así, la dinámica del turismo en Guatemala se ha basado en la disponibilidad de pocos, pero muy utilizados, recursos culturales, situación a la que, en los últimos años, se ha adosado la promoción de recursos naturales (volcanes, lagos, playas) que ha ampliado la plataforma de acción de los diferentes actores involucrados en esta actividad económica.

 

La importancia del turismo en la economía de Guatemala

El turismo en Guatemala tiene una historia muy reciente. A pesar de que, como el caso de otras naciones de la región (Costa Rica, Nicaragua, Panamá), el país cuenta con importantes recursos naturales y culturales, la situación política de América Central, a mediados del siglo XX, no favoreció la promoción de la actividad turística (Berganza, 2004). En especial, los conflictos armados y el dominio de las élites agroexportadoras que mantenían sigilosamente el control del territorio guatemalteco obstaculizaron la actividad turística en los últimos decenios del siglo XX. Aun así, en los años setenta se registró un incremento del turismo extranjero en el país. En este contexto, en 1979 la ONU inscribe en el Patrimonio Cultural de la Humanidad al sitio arqueológico de Tikal y a la ciudad colonial de La Antigua, hecho que impulsó un poco la actividad turística. De nueva cuenta, con los conflictos armados de los años ochenta, el turismo decae en Guatemala. Una vez firmados los Acuerdos de Paz, en 1996, la economía guatemalteca se reactiva, en la dimensión de las políticas neoliberales implantadas por los nuevos gobiernos, a partir de la inversión privada en diversos sectores de la economía, entre ellos el turismo. Si se toma en consideración esta circunstancia, se puede afirmar que la historia de la economía turística en Guatemala se expande por solo quince años, periodo en el que ha tenido que reconvertirse y ajustarse a los nuevos parámetros del mercado internacional (ser sostenible, basarse en la promoción justa del turismo respecto a las comunidades locales, promoverse en medios digitales, generar cartografía útil y adecuada para los objetivos del turista).

Una primera consideración sobre la reciente inserción del turismo en la economía nacional de Guatemala es examinar su contribución a la generación del producto interno bruto (PIB). El valor de la economía guatemalteca, en 2008, fue calculado por la CEPAL (op. cit.) en casi 39 mil millones de dólares de Estados Unidos, valor que la coloca como la más importante de América Central (representa el 30% de la economía centroamericana). Aunque la actividad económica se encuentra diversificada, tradicionalmente el sector primario ha jugado un papel central en el caso de las exportaciones, donde éste contribuye con más de un tercio del valor total anual. En 2008, y de acuerdo con datos de la CEPAL (Ibid.), el sector comercio, restaurantes y hoteles contribuyó con casi el 14% del valor a precios corrientes del total del PIB guatemalteco, sólo superado por la proporción que significó el valor de los servicios personales (20%) y el sector industrial (17%). Considerado a nivel regional, el valor de lo generado por comercio, hoteles y restaurantes, en 2008, en Guatemala, significó el 18% del total, detrás de lo reportado por Costa Rica, El Salvador y Panamá. Una segunda reflexión se puede hacer en términos de la contribución del turismo a la generación de divisas. Desde 1990, el turismo en Guatemala registra una tendencia evolutiva en ascenso, en particular a partir de 2003; para 2007, este sector generó cerca de 1 200 millones de dólares (INGUAT, 2010). Sólo las remesas contribuyen más que el turismo al total de divisas que el país capta anualmente (más de 4 mil millones de dólares). Sin embargo, el sector primario (básicamente la agricultura especulativa) se encuentra en una jerarquía superior al turismo, si se suma la generación de divisas derivada de los principales productos agrícolas de exportación (café, azúcar, plátano, cardamomo) que alcanza una cifra cercana a los 1 500 millones de dólares (Ibid.).

Nodos, flujos y superficies generados por el turismo en Guatemala

Aunque Guatemala es uno de los países del primer nivel de la periferia emergente del turismo mundial, a los que llegan anualmente entre uno y dos millones de turistas (Dehoorne, 2003), ocupa una posición media entre las naciones del istmo centroamericano en cuanto al número anual de turistas que arriban a la región. A pesar de haber registrado un incremento sustancial en el número de arribos anuales al país, al pasar de una cifra de 192 mil, en 1984, en plena guerra civil, a más de 1.8 millones en 2010 (Figura 6), Guatemala no es el destino turístico preferencial en la región. Tiene como competidores, muy fuertes, a países como Costa Rica, afincado en la oferta de recursos naturales prístinos, y Belice, nación vecina, que cuenta con importantes recursos costeros (lagunas, playas, arrecifes, cayos), para la promoción del turismo. La mayor parte de los turistas que arriba anualmente al país procede de América central, en particular de El Salvador (38% del total) y Honduras (10%); se encuentran después quienes proceden de Estados Unidos (23%); en una proporción menor, los que llegan de México (5%) y, el resto de otros lugares del mundo (INGUAT, 2010 y SICA, op. cit.).

En Guatemala, los centros de actividad turística se pueden jerarquizar en núcleos de distribución (Ciudad de Guatemala, Antigua y Flores) cuya característica es tener condiciones de infraestructura y accesibilidad de primer orden. Núcleos de estadía, que cuentan con acceso directo a los núcleos de distribución y con servicios turísticos y urbanos de dimensión menor que aquéllos; se refiere a las localidades de Panajachel, Chichicastenango, Quetzaltenango, Totonicapan, Retalhuleu, Huehuetenango, Puerto Barrios, Livingston, Esquipulas, Cobán, Salama, Sayaxché, Tikal, Puerto San José y Monterrico (Cámara de Turismo de Guatemala, 2008). Finalmente, los núcleos de tránsito y excursión que tienen recursos accesibles para el turismo pero carecen de servicios turísticos y urbanos, y que se encuentran esparcidos por el territorio nacional (Ibid.). Esta jerarquía de sitios turísticos no discrepa con lo hallado por Sánchez y Propin (2010), quienes reconocen quince núcleos primarios de actividad turística en Guatemala, sobresalientes en el contexto de América Central y que, como se ha afirmado, en forma mayoritaria, basan su singularidad en la presencia de recursos culturales (Cámara de Turismo de Guatemala, 2010).

Los grupos empresariales guatemaltecos son oligopólicos, situación que se revela en el sector turismo (Marchena y Santos, 1999) al dominar en la oferta hotelera, la de restauración y de servicios generales orientados al turista (arreglo de tours, boletaje, transportación terrestre y aérea), en la casi totalidad de los sitios turísticos fuera de la zona metropolitana de la Ciudad de Guatemala; según la Cámara de Turismo de Guatemala (2010) más del 70% de los huéspedes registrados en los hoteles del país, en 2009, fueron de origen guatemalteco. Las grandes cadenas hoteleras internacionales controlan catorce propiedades (en renta o en posesión) once ubicadas en la Ciudad de Guatemala, dos en las proximidades de Tikal y una en Antigua (varias de estas propiedades no están registradas bajo el nombre de la cadena hotelera); se asume que tal presencia se debe tanto a las necesidades del turismo de negocios, que tiene como destino principal la capital guatemalteca, y que se origina, básicamente, en Estados Unidos, como a otros segmentos del mercado en que se incluyen los tours organizados desde el exterior (Ibid.). Al igual que en otros lugares del mundo, con o sin actividad turística de relevancia, las grandes cadenas hoteleras internacionales muestran patrones de movilidad muy acentuados. Por ejemplo, la cadena hotelera Marriott abandonó su única propiedad en renta en el país (en la capital) hacia 2005, misma que ahora está ocupada por Barceló. Otras cadenas, como International Hotels (dueña de marcas como Holiday Inn), cuentan con una historia de movilidad menos acelerada, con propiedades que llevan su nombre bajo el esquema de franquicia, en la zona 10 de la Ciudad de Guatemala.

Los puntos de entrada a este país pueden ser divididos en terrestres, aéreos y marítimos. Los primeros se refieren a los puestos fronterizos con México, El Salvador, Honduras y Belice. En este contexto, el arreglo territorial tiene como nodos de referencia vertebral a los cruces fronterizos con El Salvador y Honduras, donde ocurre el mayor ingreso terrestre de turistas, y que se asocia con un turismo intrarregional de cierta importancia. Los puestos de migración en la frontera con México y Belice atestiguan flujos débiles, en comparación con el total anual que arriba a Guatemala (INGUAT, 2011). En cuanto a los accesos por aire, sólo se cuenta con dos sitios de alcance internacional: la Ciudad de Guatemala (aeropuerto La Aurora) y Flores (aeropuerto Mundo Maya). Por vía marítima se registran dos puntos habilitados para el arribo de cruceros: Puerto Quetzal, en el Pacífico y Santo Tomás de Castilla, en la costa antillana.

El país cuenta con cerca de 14 mil kilómetros de carreteras (CEPAL, op. cit.). Las vías de comunicación terrestre en Guatemala, que interesan al turismo, se refieren a carreteras pavimentadas. De acuerdo con Sánchez Almanza (2006), la estructura del sistema urbano–regional guatemalteco se centra en la gran metrópoli del país, la capital nacional, y ésta articula a los otros núcleos urbanos de jerarquía inferior, como Quetzaltenango, hacia donde las relaciones son intensas y constantes, y a lo largo de líneas de interconexión cuyo término se encuentra en ciudades como Cobán, Puerto Barrios y Escuintla. Algunos sectores de éstas sirven para los propósitos de la economía turística pues permiten la movilidad hacia destinos en route desde la Ciudad de Guatemala, como Antigua, el volcán Pacaya y Chichicastenango.

Una dimensión más que se adosa a la estructura territorial del turismo en Guatemala es la relacionada con el transporte aéreo. Anualmente se registran cerca de 400 mil pasajeros que arriban por avión a este país (CEPAL, op. cit.). La línea de bandera nacional, AVIATECA, fue asimilada por el corporativo Transportes Aéreos de Centro América (TACA), cuyos hubs se encuentran en San Salvador y San José, lo que deja a la capital guatemalteca un tanto al margen de las conexiones y flujos internacionales de turistas procedentes, en su mayoría, de otras partes del continente americano (Sánchez y Propin, 2010). Hay dos aeropuertos internacionales en el país: La Aurora, en la Ciudad de Guatemala y el de Mundo Maya (Flores) en El Petén; éste sólo tiene un par de vuelos internacionales, a Cancún y a la ciudad de Belize, los otros servicios son de enlace entre Flores y la capital guatemalteca. Las líneas aéreas que conectan al país con otras naciones desde La Aurora, la mayoría de las cuales son lugar de origen de turistas que visitan Guatemala, son nueve y los destinos a los que sirven se encuentran básicamente en América del norte y central. Fuera de este contexto, sólo se puede indicar el caso de Madrid que se enlaza con Guatemala, en forma indirecta, vía San Salvador. La Figura 7 muestra los enlaces aéreos del país con el resto del mundo, enfocados sobre destinos en Estados Unidos, México y los países de América Central.

En cuanto al vínculo de Guatemala con el extranjero, a través del transporte marítimo, Puerto Quetzal (contiguo al puerto San José) en la costa pacífica tiene un muelle de atraque para cruceros que, en temporada, hacen posta, procedentes de San Diego y Miami y cuyo destino final es Fort Lauderdale y Los ángeles, respectivamente. Antes de llegar a Guatemala, estos barcos han hecho o harán escala en Panamá y continúan por puertos mexicanos (Huatulco, Acapulco) hacia California o proceden de estos lugares rumbo a Florida. En la costa antillana, el puerto de Santo Tomás de Castilla, vecino de Puerto Barrios, tiene arribo de cruceros, en temporada, que realizan un circuito que inicia en Nueva Orleans.

Grandes tour operadores (como Catai, Juliá, Kuoni) ofrecen viajes organizados a Guatemala, con una duración que varía entre tres y quince días. Se pueden contratar servicios para viajar bajo un programa preestablecido de actividades desde países alejados como España, Francia o Suiza, o desde lugares más cercanos como Estados Unidos o México. En una revisión hecha de 28 paquetes turísticos ofertados en internet y materiales impresos, a inicios de 2011, se recopiló información respecto a los viajes organizados y a los puntos del territorio guatemalteco promovidos. El objetivo de esta indagatoria se asoció con la distinción de sitios que las empresas del turismo internacional realmente promueven en Guatemala. El núcleo turístico guatemalteco con mayor jerarquía en este contexto es Antigua, que aparece referida en la totalidad del universo estudiado. Le siguen la Ciudad de Guatemala y el lago Atitlán (con particular mención a Panajachel); cada uno de estos lugares está referido en 27 de los 28 paquetes examinados. Es importante indicar que, aunque la capital nacional sobresale en este contexto, en realidad es sólo un lugar de paso porque ahí se ubica el aeropuerto internacional (La Aurora) con mayor movimiento en el país. Al revisar la secuencia de actividades y lugares que se visitan en cada uno de los paquetes analizados, se detectó que la Ciudad de Guatemala sólo es sitio de pernocta o de arribo de turistas quienes inmediatamente se trasladan a Antigua. Una tercera jerarquía de lugares promovidos en el mercado turístico externo agrupa a Chichicastenango (por el mercado indígena) y el parque nacional Tikal; las referencias hechas a estos lugares es de 25 sobre un total de 28, y 20 sobre 28, respectivamente. Estos cinco sitios son los más promovidos en el mercado internacional del turismo y desde ellos se articula una trama de relaciones territoriales que intervienen en la construcción de la estructura territorial de esta actividad económica en Guatemala.

En una posición jerárquica menor se encuentran lugares turísticos de Guatemala que, si bien son promovidos por las distintas empresas monopólicas del sector, solo ocasionalmente se incluyen en los itinerarios para turistas internacionales. Tal es el caso de Santiago Atitlán (población en la ribera del lago del mismo nombre), Flores, Río Dulce, Quiriguá y Livingston. La inclusión de Flores en este grupo se explica porque el otro aeropuerto internacional de Guatemala se encuentra en las proximidades de esta población, y que sirve de puerta de ingreso a la zona arqueológica de Tikal. Todos estos sitios están referidos en los paquetes turísticos a Guatemala, ofertados en el exterior, por lo menos en diez de los 28 casos examinados. Finalmente, en un estadio de menor importancia se encuentran lugares que los tour operadores ofrecen con poca frecuencia: Cobán, San Antonio Palopó (en la ribera del lago Atitlán), Izabal, Quetzaltenango, San Francisco el Alto y las sitios arqueológicos de Sayaxché, Petexbatún y Aguateca. Se trata de un conjunto de lugares que comparten pocas características comunes. En el caso de San Antonio Palopó y San Francisco el Alto, se ofrece la posibilidad de visitar comunidades indígenas con recursos importantes para el turismo como la producción artesanal o la arquitectura religiosa. Izabal queda como parte de este grupo por ser punto de referencia para continuar a otras localidades de la planicie antillana, como Livingston. Quetzaltenango, la segunda ciudad más poblada de Guatemala, pocas veces está incluida en los itinerarios de las grandes empresas extranjeras que promueven el turismo porque su percepción está más asociada con la existencia de escuelas de español para extranjeros. Los sitios arqueológicos incluidos en el grupo, poco a poco se empiezan a promocionar como lugares turísticos a pesar de su relativa inaccesibilidad.

Con base en cada uno de los planteamientos realizados a lo largo de este escrito y con apoyo en la distribución territorial de la infraestructura de alojamiento, la accesibilidad en las principales carreteras pavimentadas, el ingreso de turistas al país y la ubicación de los principales recursos naturales y culturales para la actividad turística, se generó el mapa de estructura territorial del turismo en Guatemala que recoge, de manera sintética, el tramado que este sector económico presenta en nuestros días (Figura 8). En este mapa se muestra el soporte físico sobre el que se basa la promoción y realización de las actividades turísticas en el país. Así, los nodos principales son la Ciudad de Guatemala y Antigua, agrupados en una primera jerarquía; en un segundo nivel se encuentran el conjunto Flores–Santa Elena–Tikal, en el norte del país, los asentamientos de la bahía de Amatique (Río Dulce, Livingston), y varios en la cordillera volcánica (Chichicastenango, Panajachel y los pueblos indígenas sobre el lago Atitlán); finalmente, esparcidos por el territorio nacional se ubican los nodos turísticos de tercer nivel como Cobán, Quiriguá, Huehuetenango, San Francisco el Alto y Quetzaltenango, con menor capacidad de infraestructura y accesibilidad. Los flujos mayores del turismo internacional convergen en la Ciudad de Guatemala y en los cuatro cruces fronterizos con El Salvador; el soporte carretero permite los desplazamientos desde estos sitios de arribo a los diferentes lugares de jerarquía turística superior, en particular destacan la carretera panamericana (Tecún Umán–Pedro de Alvarado), la carretera que vincula los asentamientos de la cordillera volcánica (La Mesilla–San Cristóbal) y la carretera al Atlántico (Ciudad de Guatemala–Puerto Santo Tomás); en tal dimensión, el conjunto Flores–Santa Elena–Tikal queda prácticamente desvinculado del resto de los nodos turísticos primarios de Guatemala y su accesibilidad se produce gracias al transporte aéreo. Las superficies formadas por el tejido turístico en Guatemala son aún débiles y mononucleares (concentradas en el binomio Ciudad de Guatemala– Antigua, con un cierto contrapeso generado desde las localidades de la ribera del lago Atitlán); hay porciones del territorio guatemalteco que aún no se incluyen en esta dinámica turística: el litoral pacífico, las tierras intermedias entre El Petén y la cordillera volcánica, la frontera suroccidental con México y, en forma irónica, la casi totalidad de los límites con Belice y El Salvador, a pesar de que estos espacios cuentan con importantes recursos (naturales) para la actividad turística. En el futuro mediato, esta estructura podría expandirse hacia sitios hasta ahora no interconectados por el turismo, como las zonas arqueológicas de la cuenca alta del Usumacinta y la vinculación de distintos lugares de las Verapaces una vez que éstos dispongan de vías de comunicación terrestre más eficientes.

 

CONCLUSIONES

Guatemala ha ingresado, después de una guerra civil alargada, en el escenario turístico internacional con base en el fomento de sus recursos en forma diferenciada, a favor de la base cultural del país. En lo que respecta a los recursos de orden natural, aunque se detecta una iniciativa reciente por promoverlos, no todos se aprovechan en la magnitud que podrían ser utilizados; por ejemplo, la mayoría de los volcanes no son visitados en forma cotidiana y no se ofrecen, en general, en los paquetes turísticos que se promueven en el extranjero; algunos cuerpos lagunares (interiores o costeros) tampoco han recibido la promoción adecuada para convertirse en sitios preferenciales del turismo internacional. Sin embargo, si en la ecuación recurso natural–turismo se agrega un elemento extra como la existencia de una zona arqueológica (área natural protegida con sitio arqueológico), entonces la promoción del lugar se potencia. En el país hay una mayor utilización de los recursos culturales para el turismo, basada en la presencia de grupos indígenas numerosos con una cultura singular, amén de las zonas arqueológicas, pocos lugares coloniales y la producción artesanal con los que cuenta el país.

Tal proceso de inserción de Guatemala en el mercado turístico internacional se basa en la conformación de una estructura territorial del turismo que, en los últimos años, ha influenciado notoriamente la trama de relaciones interurbanas e interregionales en el país, al formar parte de la demanda de construcción de nuevas y mejores vías de comunicación terrestre y aérea (mejoría de la carretera panamericana; construcción del aeropuerto Mundo Maya, en Flores); al promover la llegada de capitales extranjeros en el sector de hospedaje, a través de la apertura de inmuebles administrados por cadenas hoteleras monopólicas del sector y al establecer nuevas formas de turismo en zonas rurales. En consecuencia, se han articulado sectores del territorio guatemalteco alrededor de nodos turísticos de distinto rango y tamaño.

En este sentido, la prevalencia de la Ciudad de Guatemala como principal polo de actividad turística en el país es innegable; sin embargo, no es el sitio preferencial del turismo internacional. La inseguridad es el principal factor que explica por qué la capital nacional cede el lugar de privilegio en la jerarquía de la economía del turismo a Antigua, lugar que destaca tanto por la cantidad de recursos e infraestructura de los que dispone, la accesibilidad desde y hacia distintos puntos del país y su inclusión de todos los tours en Guatemala que se ofertan a los turistas extranjeros. Este par de lugares sobresale de los otros que se encuentran involucrados en la actividad turística contemporánea. La articulación del territorio guatemalteco por el turismo es aún débil. Hay una estructura centrípeta que tiene como punto de referencia obligado a la Ciudad de Guatemala, por cuestiones de enlace con el mundo exterior y, en cierta medida, por la calidad del hospedaje ofrecido. En un segundo lugar jerárquico se encuentra Antigua Guatemala, preferido por el turismo internacional por tener mejores facilidades y condiciones de seguridad, desde donde se articulan circuitos de visita a sitios importantes como los volcanes que le circundan, las playas del sur del país, y mercados como el de Chichicastenango o los de los asentamientos que circundan el lago Atitlán.

En el contexto de las nuevas formas del turismo, Guatemala cuenta con una franja, paralela a la costa del Pacífico, por encima de la cota de 200 msnm y al norte de Mazatenango y Escuintla, sobre la que se podría articular un agroturismo referido a las plantaciones de café. De hecho, en algunos puntos, sobre todo vecinos a Antigua, como Jocotenango, se han establecido ya rutas de recorrido y haciendas que fungen como puntos de referencia para este nuevo tipo de actividad turística en el país.

Así, en los siguientes años, Guatemala continuará, en el competido mercado turístico internacional, como un destino que, aunado a los recursos naturales y culturales que ya se promueven, presentará propuestas nuevas para el turista, asociadas con la apreciación del paisaje natural, el turismo rural, la valoración de la cultura local, la promoción de aventura en volcanes y rápidos de ríos, y con el turismo religioso católico, entre otros. La competencia con países vecinos (México, Costa Rica, Belice), con una tradición reconocida en el ámbito mundial del turismo, tendrá que reestructurarse y Guatemala deberá ser copartícipe en la generación y atracción de flujos constantes, intensos, procedentes de sitios ubicados a gran distancia y que formen parte de circuitos amplios que beneficien a la mayor parte de las naciones de la región.

 

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