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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.76 Ciudad de México dic. 2011

 

Notas y noticias

 

Geopolítica y Geografía. Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Ciudad de México, 29 de agosto al 1 de septiembre 2011

 

Eulalia Ribera Carbó

 

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

 

Del 29 de agosto al 1 de septiembre de 2011 fue impartido un nuevo curso de la Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus en la sede del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. El curso, titulado Geopolítica y Geografía, estuvo a cargo de Béatrice Giblin, quien es doctora en Geografía por la Universidad París 8, fundadora del Instituto Francés de Geopolítica y directora del Centro de Investigación y Análisis Geopolítico. Su amplia trayectoria como investigadora y su gran experiencia docente hicieron de las cuatro sesiones del curso un excelente y bien estructurado recorrido analítico sobre la escuela francesa de geopolítica, la epistemología de la geopolítica, la figura emblemática del geógrafo Elisée Reclus y, por último, la importancia del razonamiento geográfico a diversas escalas y tiempos en el análisis geopolítico. La profesora adornó además sus magistrales conferencias relatando hechos, anécdotas y expresando opiniones personales, pudiendo hacerlo gracias al papel de protagonista que ha desempeñado en la creación de la escuela de geopolítica contemporánea francesa desde su origen.

La escuela francesa de geopolítica y su revista Hérodote

Aseguró Giblin que sin el trabajo de Yves Lacoste a partir de los años sesenta no habría hoy en día una escuela de geografía política en Francia. Con la publicación de decenas de miles de ejemplares de La géographie du sous–développement, y su traducción a más de veinte idiomas, Lacoste salió de los límites de la geografía universitaria, convirtiéndose en una autoridad intelectual. Hizo estudios geográficos en torno al problema de la oncocercosis en Alto Volta, y después se abocó al análisis de las consecuencias de los bombardeos, desde aviones B–52 estadounidenses, de los diques del delta del Río Rojo en Indochina (Lacoste, 1976), lo que le valió una invitación de Ho Chi Min como consejero y experto.

En el ambiente intelectual de mayo de 1968 fue creado el centro experimental de Vincennes, con una orientación política de izquierda y en el que Lacoste fue nombrado profesor. Se radicalizaba la crítica a la geografía universitaria a través del compromiso ciudadano con los problemas del mundo, se reflexionaba en torno a la interrelación entre el medio físico y el medio social, y se planteaban la utilidad y para quién de la geografía.

Lacoste, junto con Giblin y otros, fundó en 1976 la revista Hérodote. Revue de Géographie et de Géopolitique, cuya supervivencia y éxito se pudieron lograr gracias a la labor editorial de François Maspero. Maspero, conocido autor, librero, periodista y editor de autores de la izquierda francesa en los años setenta, también publicó bajo su sello editorial La géographie, ça sert d'abord à faire la guerre de Yves Lacoste, que se convirtió en un texto obligatorio para los estudiantes y que sirvió para cuestionarse si la geografía podía seguir siendo una disciplina apolítica. La oposición institucional a estos planteamientos fue feroz; para la geografía tradicional, la dimensión política acababa con la cientificidad de la disciplina; y, por otro lado, para los marxistas, el papel de los actores políticos era secundario respecto de la explicación económica de los fenómenos territoriales. Giblin aseguró que de no haber sido por el apoyo del geógrafo de filiación comunista Jean Dresch, con toda su autoridad intelectual, el grupo de Lacoste no habría podido sostener dentro de la universidad francesa su propuesta geopolítica que reivindicaba, además de la dimensión política que analiza las rivalidades complejas de los poderes fácticos por controlar los territorios y la población que los habita, la importancia del estudio del medio físico para el razonamiento geográfico.

Giblin hizo una relación sucinta de los títulos aparecidos durante los primeros años de la publicación de Hérodote, y explicó la buena acogida de la revista, favorecida por coyunturas políticas internacionales diversas que se sucedieron desde mediados de los años setenta y hasta bien avanzada la década de los ochenta, y cuya explicación tenía una innegable dimensión geopolítica: el fin de la guerra de Vietnam, la guerra entre Vietnam y Camboya, la intervención soviética en Afganistán, el incremento de las guerras religiosas, la revolución islámica en Irán, la rivalidad chiita–sunita, el apoyo desde Pakistán a la djihad contra los soviéticos, las huelgas polacas y la influencia del papa Juan Pablo II, el fin de la Guerra Fría, la Perestroika y la Glasnost, el derribo del muro de Berlín, por citar algunas de las más notorias (Lacoste, 1996).

El término "geopolítica" fue finalmente retomado por periodistas, historiadores, geógrafos y politólogos; en 1989 se abrió en Francia un doctorado en geopolítica dirigido por Yves Lacoste, en 1992 fue creada la primera cátedra de geopolítica en el Departamento de Geografía de la Universidad de París 8, y en 2002 se creó el Instituto Francés de Geopolítica. Hérodote cuenta actualmente con 143 números publicados, 1 300 suscriptores y tira 3 000 ejemplares, cuatro veces al año.

Epistemología de la geografía

Béatrice Giblin empezó la segunda sesión de su curso insistiendo en que en los orígenes de la geopolítica está la geografía; la geografía de la escuela francesa y, notoriamente, de la escuela alemana.

Fue en la Universidad de Berlín, fundada en 1810 por el ministro Guillermo de Humboldt, hermano del renombrado geógrafo Alejandro de Humboldt, donde se enseñó la primera geografía universitaria. Era muy reciente la victoria francesa de Jena sobre Prusia, y Alemania necesitaba reforzar una tardía identidad nacional, para lo cual la geografía se ofrecía como una herramienta muy útil. Cartógrafos, exploradores y nombres célebres como Kant, Ritter, Ratzel y Humboldt están en el origen de esa geografía.

Francia, por su parte, que era un Estado bien consolidado desde finales del siglo XVII y que contaba con servicios geográficos y cartográficos al servicio del rey, empezó más tarde la enseñanza universitaria de la geografía; y fue también después de pasada una derrota bélica y política con consecuencias de pérdida territorial, la de 1870 frente a Prusia, cuando se instauró en la universidad francesa la disciplina geográfica con la clara función ideológica de apuntalar la noción de patria.

La geografía al servicio del poder y la labor realizada por las sociedades geográficas creadas en Europa desde la década de los años veinte, habían estado en manos de oficiales militares, ingenieros y hombres de negocios, que tenían encomendadas las tareas de proporcionar conocimientos útiles sobre las características topográficas del territorio, la calidad de los suelos, la hidrografía y el conocimiento de los pueblos con sus tendencias políticas. Pero en Alemania existió un vínculo que no hubo en Francia, entre la nueva geografía universitaria y el poder. Ese vínculo se dio principalmente a través de Karl Ritter, quien además de enseñar en la universidad, fue profesor en la academia militar de Berlín.

A mediados del siglo XIX, la publicación de El origen de las especies de Charles Darwin y su influencia posterior en las ideas sobre la preservación de razas humanas favorecidas en la lucha por la vida y por el espacio vital de los pueblos, fue determinante en la conformación de la geografía política alemana. Pero esa geografía política de filiación ratzeliana resultó demasiado teórica y académica en el ámbito de la primera posguerra mundial; había que redefinirla haciéndola eficaz y comprensible para los ciudadanos humillados por los tratados de Versalles y la pérdida de una gran extensión del territorio.

La nueva geopolítica expuesta por Haushofer sirvió con sus argumentos patrióticos a Hitler con lo cual, después de la Segunda Guerra Mundial, las consecuencias del nazismo estigmatizaron el uso de la palabra geopolítica y cualquier concepto que ésta pudiera significar. Pero la geopolítica de entonces no es la de hoy; actualmente es una forma de razonamiento útil para la comprensión del mundo contemporáneo a través del estudio de las relaciones de fuerza sobre los territorios. Para ilustrar esto, Giblin expuso algunos ejemplos como la guerra de Vietnam y las estrategias de contención del comunismo durante la Guerra Fría, hasta el caso de España como un estado con fronteras antiguamente definidas que, sin embargo, no ha podido integrar a las naciones catalana y vasca.

Hay que pensar en una geopolítica ciudadana y democrática y, sobre todo, nunca en una geopolítica sin geografía. La geopolítica hace del conflicto el centro de su interés, pero sus representaciones deben estar ligadas siempre al territorio.

Elisée Reclus, ¿precursor de la geopolítica?

Elisée Reclus, nos dijo Giblin, fue un geógrafo excepcional, no solamente por las miles de páginas escritas en los numerosos volúmenes de su producción geográfica, sino también por su ideal político libertario que, sin hacer concesiones a lo largo de una vida regida por una moral y una ética ejemplares, jamás se disoció de su trabajo científico. La geografía reclusiana no se limita al saber por el saber, se trata de una geografía al servicio de un proyecto político anarquista.

Reclus fue el precursor de la geopolítica ciudadana. Nunca habló de geopolítica, pero sus razonamientos son esencialmente geopolíticos en el sentido actual del término. La opresión es una forma de ejercer el poder y las relaciones de poder siempre están territorializadas. ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo?

Béatrice Giblin fue hilando el relato de la vida de Reclus con el desarrollo de su obra geográfica y su militancia política. De la Gironda a la Prusia renana; de la Facultad protestante de Montauban, a la Universidad de Berlín para estudiar con Karl Ritter; del exilio político en Inglaterra e Irlanda a una plantación algodonera en la Luisiana; su paso por México, las Antillas y América central, para terminar intentando infructuosamente fundar una comuna agrícola de inspiración anarquista en la selva colombiana. Conoció las condiciones de la opresión colonial inglesa a través de la pobreza irlandesa, del esclavismo en el sur de Estados Unidos, de los latifundios sudamericanos y de las condiciones de vida de los indios. Desarrolló una extrema sensibilidad por los paisajes y reconoció como únicas leyes respetables las de la naturaleza.

Reclus se convirtió en un geógrafo de campo que citó poco a los geógrafos consagrados. Para conocer, sostenía, hay que ver, observar, tomar notas, entrevistar. La geografía debe ser útil para la organización del territorio; las sociedades se desarrollan sobre un medio físico y hay que entender las relaciones mutuas sin asumir un determinismo unilateral. Como hombre de su tiempo, Reclus era un entusiasta del progreso como un proceso dialéctico en el que se suceden avances y retrocesos, pero señalaba la necesidad de estudiar sus consecuencias negativas para poder limitar sus daños. En este sentido, la geografía reclusiana fue diagnóstica y resulta de una actualidad sorprendente.

Los 19 tomos de la Nueva Geografía Universal, escritos en el exilio en Suiza después del encarcelamiento que sufrió por su participación en La Comuna de París y mediante un contrato firmado en prisión con la editorial Hachette, compendiaron un conocimiento enciclopédico que siguió forjándose a través de incontables viajes por Europa, Asia, África y América, y a través de las relaciones epistolares con sus informantes de muchos países en una red de gente del ámbito de las ideas anarquistas.

Pero la obra cumbre de Reclus es, sin duda, la de los seis tomos de El hombre y la tierra, escritos al final de su vida cuando fue contratado como profesor en la Universidad Libre de Bruselas y después en la Nueva Universidad Libre de Bruselas. Se trata de una geografía social en la que la dimensión política cobra un papel primordial, y que no prescinde de las relaciones de las sociedades con la naturaleza, como después harían las geografías de corte marxista. Varios ejes fundamentales organizan el conocimiento: la lucha de clases, la búsqueda de equilibrio y el lugar principal del individuo.

Finalmente, Giblin hizo un repaso comparativo del contenido político y las implicaciones de la obra de Reclus y la de Ratzel, y también analizó la lectura reclusiana del evolucionismo de Darwin sintetizando su contrapropuesta a las interpretaciones del darwinismo social: los libre–pensadores ven en la "lucha por la vida" la confirmación de la "lucha de clases" y no la justificación de la existencia de razas superiores. Como geógrafo, Reclus atribuyó a la historia larga una importancia principal en la explicación de las situaciones de dominación entre los pueblos y las clases sociales, y en las rivalidades entre ellos por el control de un mismo territorio. Se expusieron ejemplos notables por su clarividencia y vigencia de los análisis hechos por Reclus, como son el de las condiciones coloniales en Irlanda, el de la dominación de los hinduistas sobre los musulmanes en la India, el de la dominación de los blancos y entre poblaciones autóctonas en Sudáfrica, el de las "dominaciones en cascada" en la región de los Balcanes, el de la explotación de pueblos y trabajadores de todas las latitudes como consecuencia de la mundialización de la economía, el de la pujanza a nivel planetario de Estados Unidos, el de la territorialización de fuerzas en Marruecos. Y se hizo hincapié en la precisión de la cartografía construida por Reclus al respecto.

A pesar de su notoriedad y prestigio como geógrafo a nivel internacional, Reclus fue excluido de la universidad francesa, sin duda por su filiación anarquista. Después de su muerte, su trabajo cayó en un desinterés intencional ante la conveniencia política de hacer de la geografía universitaria una disciplina institucionalmente conservadora. La geografía dejaría de ser la "ciencia de los hombres" para convertirse en "la ciencia de los lugares".

De lo local a lo global

La última sesión del curso empezó con la causa del entusiasmo de los geógrafos por el uso del término "espacio geográfico" a partir de los años setenta. Giblin la explicó por la influencia de la nueva sociología, especialmente después de la publicación de La producción del espacio de Henri Lefebvre y el interés por los problemas relacionados con el crecimiento urbano, que hizo que los geógrafos se olvidaran de la influencia del medio físico en la organización de los espacios humanos. Sin embargo, el término "territorio" ha ido relegando últimamente al de "espacio", sobre todo desde que al primero se le asignara la implicación de una voluntad de apropiación del espacio por parte de grupos sociales, religiosos, étnicos o políticos.

Es a partir de esta postura que puede establecerse una diferencia entre la geografía política como el estudio de la espacialidad de los fenómenos políticos, y la geopolítica como el de las rivalidades de poder sobre los territorios. Por eso, cuando en el campo de la geografía se atienden fenómenos de conflicto, éstos deben tener una traducción territorial para ser objeto de la geopolítica. Y al ser así, el análisis espacial debe integrar diferentes escalas que van de lo local a lo global, y debe razonar con el tiempo; la historia se hace indispensable, pero siempre partiendo del conflicto presente para buscar en el pasado sus elementos definitorios.

También en esta ocasión, las explicaciones teóricas de la profesora Giblin se entretejieron con ejemplos de análisis geopolítico; ejemplos mexicanos, balcánicos, egipcios, palestino–israelís, arábigo–saudís, caucásicos. Actualmente, aseguró, nos enfrentamos a un mundo mejor conocido y sin embargo más incierto; y esa incertidumbre amenazante genera sin duda una exigencia de estudios geopolíticos. Así como la sociología nació de la necesidad de comprensión de la nueva sociedad surgida de la revolución industrial, la geopolítica es ahora necesaria para comprender la complejidad de un mundo en el que las rivalidades entre los Estados, dentro de ellos y entre las multinacionales, se agravan con las luchas por controlar los energéticos, con el incremento de las migraciones masivas, con los radicalismos religiosos y con el deterioro ambiental.

El curso Geopolítica y Geografía resultó a todas vistas un nuevo éxito de la Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus, organizada desde 1997 por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo (Centro Geo) y El Colegio de Michoacán (Colmich). En esta ocasión, el prestigio de la profesora Béatrice Giblin y el tema geopolítico convocaron a un público muy numeroso, de perfil heterogéneo aunque mayoritariamente geógrafos, sociólogos e historiadores, que se mostró asiduo, interesado y polemista. Hoy, el material bibliográfico de apoyo al curso se encuentra a disposición de los lectores en un Fondo Reclus en las bibliotecas de las cuatro instituciones convocantes, a las que Béatrice Giblin felicitó, al terminar, por haber creado una cátedra de geografía llamada Elisée Reclus, reconociendo con pesar que en Francia ninguna cátedra, ni biblioteca, ni aula, ni institución, llevan el nombre de uno de los geógrafos franceses más insignes y preclaros de la historia de la disciplina.

 

REFERENCIAS

Lacoste, Y. (1976), "Enquête sur le bombardement des digues du fleuve Rouge (Vietnam, été 1972). Méthode d'analyse et réflexions d'ensemble", Hérodote, Maspero, Paris, janvier–mars, n.1, pp. 86–117.         [ Links ]

Lacoste, Y. (1996), "Le vingt ans d'Hérodote", en Hérodote, revue de geógraphie et de géopolitique, ving tans de géopolitique 1976–1996, La Découverte, Paris, mai, pp. 5–20.         [ Links ]

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