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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.75 Ciudad de México Aug. 2011

 

Reseñas

 

Berque, A. (2009), El pensamiento paisajero

 

Gerónimo Barrera de la Torre

 

Biblioteca Nueva, Madrid, 134 p., ISBN 978–84–9742–934–4

 

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México

 

Uno de los conceptos que con los años ha incrementado su uso es el del paisaje, en geografía y en otras disciplinas. Nunca se ha hablado tanto del paisaje, como tal, mientras que jamás se le ha arrasado en la proporción actual. Su protección es ya parte de varias disciplinas, aunque la preocupación proviene desde los albores de la Revolución Industrial, cuya pulsión fue contraria a la calidad de los paisajes. Este libro de Augustin Berque, geógrafo y orientalista francés, es una parte de la bibliografía sobre el paisaje1 bajo una perspectiva que busca el "sentido profundo" del mismo.

Berque nació en 1942 en Rabat, Marruecos, hijo del historiador y sociólogo del Magreb Jaques Berque y de Lucie Lissac, de formación artística. Actualmente es investigador del Centre de recherches sur le Japon contemporain de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Inició su formación pluridisciplinaria con la Geografía y después se abocó al estudio del idioma chino y el japonés, lo que le permitió realizar una lectura crítica y comparativa entre las posturas filosóficas orientales y occidentales. Centrado en particular en las relaciones que mantiene el humano con su entorno, su mirada geográfica manifiesta una apertura a la filosofía (Paquot, 1997). En este sentido, subraya que las palabras son centrales para diferenciar concepciones propias del mundo, por lo que "no es anodino apegarse a la terminología que toda cultura pone de manifiesto para decir lo que ve en su entorno" (Berque, 2009:58). A través del texto utiliza pinturas, fotografías, dibujos (realizados por su madre), trabajo de campo personal y de sus padres, literatura, además nos traslada desde el valle de Seksawa en Marruecos, a Japón, China y Australia.

La primera distinción que hace el autor, para introducirnos en su análisis, es la diferencia entre el pensamiento sobre el paisaje, en donde se contempla y analiza el paisaje como un concepto y su representación y el pensamiento paisajero, que da título a este libro, en el que se integra "la sabiduría que ha sido desarrollada desde la experiencia del hacer" (Maderuelo, 2009:12), o sea, el cómo hacer en el paisaje, sin necesariamente concebirlo como tal.

En un primer apartado el autor habla del origen del paisaje en Occidente. Las primeras referencias datan del siglo XIV cuando aparecen descripciones que evocan lo que posteriormente se denominará paisajes. Es con el Renacimiento que "el paisaje como tal empieza a existir para los europeos" (Berque, 2009:19). Pero en este sentido ¿pensar el paisaje no es necesariamente un indicador de que exista una identidad entre el hecho de pensar y el hecho de que haya paisaje?, esta última relación es lo que Berque denomina pensamiento paisajero. Una evidencia es el legado de paisajes admirables, sin la presencia de un análisis del mismo como objeto. Y el autor se/nos cuestiona: "¿cómo es posible que nuestros antepasados, que no se ocupaban del paisaje, hayan gozado de un pensamiento paisajero tan destacable y nosotros, que rebosamos de pensamiento del paisaje, estemos tan manifiestamente desprovistos de él?" (Berque, 2009:21). Es así que nos plantea que en nuestra época carecemos de un "gusto" fiable en el acondicionamiento de lo que denominamos paisaje y que se caracteriza por la insatisfacción de los entornos que construimos, tal "equivocación no es otra que la insostenibilidad de nuestra manera de ser, de pensar y de actuar en la Tierra –un asunto que va mucho más allá del paisajismo pero del que el paisaje es un fiel reflejo" (Berque, 2009:24). ¿Es el paisaje como objeto de pensamiento contrario a un pensamiento paisajero?, este planteamiento será central a través del libro.

Pero ¿dónde surge el pensamiento sobre el paisaje? ¿Cuál es la primera manifestación de una representación, una palabra que implique su análisis? Para esto Berque, dilucida el origen de este concepto y las condiciones que llevaron a su nacimiento. La idea del paisaje como objeto, está arraigada a las élites, a aquellos individuos capaces de forcluir, de omitir, el trabajo de la tierra permitiéndoles contemplar la "naturaleza" en lugar de ser quienes la transforman. Esta mirada desinteresada hacia el entorno permitió el surgimiento de representaciones de la naturaleza tanto como objeto de conocimiento, como de contemplación. Entre los criterios que, según el autor, permiten diferenciar las culturas en donde el paisaje ya es un objeto del pensamiento, destaca la existencia de una o varias palabras para decir "paisaje" y el planteamiento de una reflexión explícita sobre "el paisaje". Esto lo encuentra entre los poetas chinos del siglo V, con las consecuentes reflexiones del mismo, y por tanto, una nueva forma de realidad. Ahí el nacimiento del paisaje está ligado a la ruptura con el mundo, un distanciamiento o rechazo, que sólo cierta parte de la sociedad llevó a cabo. Además la percepción subjetiva otorgó a esta parte de la sociedad un gusto distinguido para apreciar el paisaje, del cual carecen las masas, aunque sea el trabajo de las mismas el que ha hecho posible tales paisajes.

Por otro lado, en Occidente la disociación entre mundo natural y humano, con origen en las distinciones en la mitología de los fenómenos naturales, dio lugar, mucho tiempo después, a la concepción de la naturaleza como objeto neutro, abstracto, dentro de lo que denomina el autor "paradigma occidental moderno clásico" (POMC). Este último procura la abstracción y el conocimiento reducido y especializado. Ese espacio neutral seguido de los preceptos filosóficos del modernismo espacial, cuya representación es el espacio absoluto, actualmente constituye la base geográfica de las relaciones sociales en el mundo capitalista (Smith y Katz, 1993). Y es aquí donde la modernidad es incompatible con los paisajes, con el contenido "espiritual" que le imprime el humano, mundos propios que la modernidad suspendió. El POMC es así "el gran mata–paisajes"; pero Berque nos propone más que el rechazo de la modernidad, superarla a través de una revolución ontológica concibiendo la realidad como relacional: que la subjetividad tenga una medida común con el entorno objetivo (Berque, 2007 y 2009).

Se debe entonces superar el marco mental que impone el dualismo como la única forma de entender la realidad y para ello el autor nos recuerda a los primeros que reflexionaron sobre el paisaje. Zong Bing escribió en su obra Introducción a la pintura del paisaje: "En cuanto al paisaje, aun teniendo sustancia, tiende al espíritu" (Berque, 2009:83). En este sentido, el paisaje representa una ambivalencia, en él se encuentra una existencia física y una existencia humana, que supone una historia y una cultura. Así, esta relación interactiva es esencial en el paisaje y constituye una visión más amplia y totalizadora de la complejidad que supone éste.

La relación interactiva se da a través de la trayección; relación que se puede establecer a partir de determinadas referencias culturales, más allá de la identidad física del objeto.

Trayectiva significa que esta realidad concreta está entre los dos polos teóricos de lo subjetivo y lo objetivo, que son abstractos […la realidad] no es una pura sustancia, no un simple entorno físico, sino un paisaje: un determinado entorno percibido en tanto que paisaje (Berque, 2009:118).

Así, este último, supone una trayectiva en dos etapas: una a nivel ontológico de la biosfera (lo que como seres vivos aprehendemos de nuestra realidad a través de los diferentes sentidos) y la del ecúmene (en la que se interpreta de una manera u otra aquello que percibimos).

Para acercarnos a ese sentido profundo del paisaje, y realizar la conciliación entre dimensiones que aparecen discordantes, Berque recuerda algunos intentos como la mesología, la ciencia de los medios humanos, y la noción de medio que desarrolló Vidal de la Blache.

Pero Berque se centra en un autor en particular, Watsuji Tetsurô, quien en 1935 escribió Fûdo ("Medio").2 Resulta interesante la reflexión del filósofo japonés, como respuesta a su lectura de Ser y tiempo de Heidegger, al proponer que la ambientalidad es un "elemento estructural de la existencia humana" (Watsuji, 2006:17) y es a través de los instrumentos y costumbres culturales, como construcciones dentro de un clima y paisaje particulares, que el humano se descubre a sí mismo. Estas construcciones tienen como base la correlación existencial con el clima, el paisaje y los condicionamientos ambientales: "constituyen el primer momento en la construcción de los objetos artificiales como tales objetos". Para Watsuji: "Geografía e historia, paisaje y cultura son inseparables" (2006:31), ya que el medio y la historia se suponen el uno al otro, el medio encarna la historia que engendra al medio (CRJ, 2011). Más que un texto sobre el paisaje, para Berque, Fûdo es en sí un "pensamiento paisajero, [que] da a conocer a la vez su potencial y sus riesgos" (Berque, 2009:99). A partir del concepto de "medio" se desprende otro central, en el texto de Berque, que es el de medianza (traducción del neologismo japonés fûdogaku) que representa el modo en el cual se establece la relación dinámica entre la sociedad y el entorno natural. La modernidad, al reducir el mundo exterior a un objeto, ha forcluido esta medianza, la separación del objeto y el sujeto conlleva el análisis del paisaje sólo de acuerdo con los procesos físicos o con los sistemas de signos abstraídos de su fundamento al interior de los ecosistemas: una historia humana desvinculada de la historia natural (Berque, 2009).

Frente al modo de vida insostenible actual tanto en el ámbito ecológico, ético (por las intrínsecas desigualdades del sistema), como estético (con la destrucción de los paisajes), el autor afirma que es necesario librarse de la "forclusión de ese fundamento que es la Tierra" (Berque, 2009:96), buscar la esencia de la realidad humana en ella, que es el pensamiento paisajero. "Indígenas de la Tierra lo somos todos, y es nuestra realidad" (Berque, 2009:96), por lo que deberíamos considerarla ante todo como un medio vital y no cosificarla. "[E]l pensamiento paisajero es primordial respecto al pensamiento del paisaje. Es el sentido profundo del paisaje" (Berque, 2009:70). "Este sentido profundo es la autenticidad de un paisaje en el que la vida de un hombre está en armonía con la naturaleza" (Berque, 2009:74). Y no los paisajes de la modernidad carentes de ésta, utilizados para provecho propio, sin considerar los costos de su consumo, –exacerbando la forclusión por el individualismo moderno y por lo posmoderno, que pregona la armonía como anacrónica. La "destrucción del paisaje" es más que un problema estético, afecta nuestra existencia y sustentabilidad en el mundo (Berque, 2007).

 

REFERENCIAS

Berque, A. (2007), "Transmitting the past to the future: an ontological consideration on tradition and modernity", International symposium: historical architecture heritage preservation and sustainable development, Taijin Univesity, November 10–12 ( http://www.paris–lavillette.archi.fr/asialink/document/publication.Berque.pdf, consultado el 17 de abril de 2011).         [ Links ]

Berque, A. (2009), El pensamiento paisajero. Biblioteca Nueva, Madrid.         [ Links ]

Berque, A. (2010a) Histoire de l'habitat idéal. De l'Orient vers l'Occident, Le Félin, Paris.         [ Links ]

Berque, A. (2010b) Milieu et identité humaine. Notes pour un dépassement de la modernité, Donner lieu, Paris.         [ Links ]

Centre de recherches sur le Japon (CRJ) (2011), Augustin Berque [Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales: http://crj.ehess.fr/document.php?id=204, consultado el 2 de mayo de 2011]         [ Links ].

Maderuelo, J. (2009), "Prólogo", en: Berque, A. El pensamiento paisajero. Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 11–15        [ Links ]

Paquot, Th. (1997), Parole, Augustin Berque [Institut d`urbanisme de Paris: http://urbanisme.u–pec.fr/documentation/paroles/augustin–berque–64743.kjsp, consultado el 17 de abril de 2011]         [ Links ].

Smith, N. and C. Katz (1993), "Grounding metaphor. Towards a spatialized politics", in Kaith, M. and S. Pile (eds.), Place and the politics of identity. Routledge, London, pp. 67–83.         [ Links ]

Watsuji, T. (2006), Antropología del paisaje. Climas, culturas y religiones. Ediciones Sígueme, Madrid.         [ Links ]

 

NOTAS

1 Este libro es parte de una colección interdisciplinaria de estudios sobre el paisaje concebida en España denominada Paisaje y Teoría, de la editorial Biblioteca Nueva. Se han publicado seis títulos de diferentes autores en los que se tratan temas actuales en la reflexión del paisaje. Este volumen es el primer libro de Augustin Berque que se traduce enteramente al español, y representa un resumen de la trayectoria de su pensamiento paisajero. Entre sus más recientes publicaciones están: Berque (2010a y b) y la traducción y comentario en Watsuji (2006).

2 Existe una edición en español, véase: Watsuji, 2006.

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