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Investigaciones geográficas

versão On-line ISSN 2448-7279versão impressa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.73 Ciudad de México Dez. 2010

 

Reseñas

 

Mercado Celis, A. (coord.; 2010), Reflexiones sobre el espacio en las ciencias sociales: enfoques, problemas y líneas de investigación

 

Omar Olivares Sandoval

 

Universidad Autónoma Metropolitana–Cuajimalpa/Juan Pablos editor, México, 383 p., ISBN 978–607–477–307–1

 

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México

 

Reflexiones sobre el espacio en las ciencias sociales: enfoques, problemas y líneas de investigación, compila los artículos de doce investigadores del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana — Cuajimalpa, que, con la coordinación de Alejandro Mercado Celis, doctor en Planeación Urbana por la Universidad de California, entre 2007 y 2008, sostuvieron un seminario con el objetivo de reflexionar la perspectiva espacial en las ciencias sociales. El libro utiliza el concepto espacio como punto común de diferentes abordajes metodológicos, que se han dividido en seis temas, correspondientes a la estructura capitular de la obra: Instituciones políticas (en los capítulos uno y dos), Gobierno (en los capítulos tres y cuatro), Sociedad (capítulos cinco y seis), Género y minorías (capítulos siete y ocho), Historia y Cultura (capítulos nueve y diez) y Globalización (capítulos once y doce). En este lugar, la lectura se concentra sólo en el examen de los tres ensayos más susceptibles a los intereses teóricos de la geografía.

Según el coordinador, los textos reunidos no sólo se dirigen a los académicos sino a los profesionales del espacio. Si bien cada uno de los ensayos que contiene este libro es de especial interés para los especialistas en diversas metodologías del análisis espacial, las interrogantes que desde la geografía se producen hacia esta propuesta son: ¿por qué las ciencias sociales se interesan en el espacio como dimensión explicativa del acontecer social?, ¿cómo se inserta la noción de espacio en los discursos de las ciencias sociales?, ¿es la dimensión espacial la que se ha olvidado sistemáticamente en las ciencias sociales y se pretende subsanar este olvido?, ¿es el resultado de un "giro espacial" en las ciencias sociales?, y por último ¿qué relación o diferencia hay entre el espacio de los discursos geográficos y el espacio de los discursos sociológicos, antropológicos, etcétera?

Es así que, el ensayo de Jorge Galindo, titulado Sociología y Espacio se propone subsanar la falta del concepto espacio en la investigación sociológica (p. 131). El autor recurre a las principales aproximaciones que la literatura sociológica ha realizado respecto a la temática espacial, y así, en primer lugar encuentra que los orígenes de problemáticas espaciales están en una triada de autores clásicos, que son Tönnies, Simmel y Durkheim. El primero crea la célebre distinción entre espacios grandes asociativos y espacios pequeños comunitarios. El espacio urbano moderno se produce por las asociaciones individualistas y asociativas de estas sociedades, mientras que el espacio rural se constituye de manera compacta, a modo comunitario. El segundo autor que recupera Galindo es Georg Simmel, que en su Sociología de 1908 crea un manojo de conceptos, bajo la suposición de que la materialidad espacial sólo es relevante para la sociología en cuanto ésta es parte de la "coexistencia" social. El espacio de Simmel es relativo, pues la actividad simbólica relacional de los individuos construye las diferentes realidades espaciales. El tercer autor clásico es Émile Durkheim, quien definió a la morfología social como una suerte de estudio entre la geografía humana y la estadística. Durkheim supuso que el sustrato espacial de las sociedades humanas es el principio causal de una variedad de formas sociales.

Por fuera de estos autores, Galindo resume las posturas de la Escuela de Chicago, a través de Robert E. Park y Louis Wirth. El primero argumenta que la sociedad está simultáneamente en dos esferas: la biótica y la cultural. Estas dos dimensiones de la sociedad se relacionan a través de la cultura como dirección y control de la dimensión biótica. Wirth, por otro lado se interesa por la escala urbana y busca crear una teoría sociológica de la ciudad. Estos dos autores son utilizados en el ensayo como un peldaño para exponer finalmente una triada de sociólogos modernos, que son P. Bourdieu, E. Goffman y A. Giddens.

En la obra del primero de ellos, el autor expone sobre los bien conocidos conceptos de "hábitat" y "habitus", que funcionan circularmente, en tanto uno refiere al espacio socialmente construido y el otro a las disposiciones prácticas de los individuos en el espacio, respectivamente. Goffman ocupa la escala de relación más pequeña para dar cuenta de una realidad espacial específica. Los actores sociales son concebidos como receptores de papeles sociales, a manera de una obra de teatro y el espacio es el escenario en que se les contextualiza. En Anthony Giddens el espacio funciona como categoría dentro de su "teoría de la estructuración". Giddens crea los conceptos de "sede" y "región" para entender cómo la acción social se articula de acuerdo con diferentes escalas. Al término del ensayo, Jorge Galindo presenta sus conclusiones que llama: "Hacia una ciencia social del espacio" y cita aquellos autores que no están dentro del ensayo pero que son importantes para elaborar una "sociología del espacio", como los geógrafos D. Harvey, E. Soja, N. Thrift, J. Lévy y M. Lussault, diciendo que la geografía "ha abandonado su tradicional mutismo teórico y ha comenzado a abonar el terreno para lo que puede llegar a ser una fructífera relación con la sociología" (p. 156).

La breve reseña de Galindo pretende mostrar que la espacialidad no es un tema reciente en la investigación sociológica, sino que desde finales del siglo XIX estaba en el programa de la sociología, fundamentándose como morfología social. Sin embargo, las relaciones entre la geografía y la sociología son tan añejas como el nacimiento de esta última. Sociología y geografía moderna sostuvieron posturas epistemológicas radicalmente diferentes e irreconciliables. A pesar de que la geografía de Vidal de la Blache y la sociología de Durkheim compartieron, en buena medida, un mismo campo de estudio, que fue la materialidad de las comunidades humanas, el paradigma vidaliano concibió que la comunidad social es producto de sus sucesivas adaptaciones al "medio natural", y ello consiste la causa primera y eficiente del fenómeno humano en tanto fenómeno espacial1, excluyendo cualquier reflexión sobre lo social y sus lógicas. Por otra parte, la sociología durkhemiana comprendió que lo social no puede explicarse sino a través de hechos sociales, la sociedad no es consecuencia del medio natural sino del "hecho social". La escuela de geografía francesa prefirió un enfoque idiográfico y la sociología un enfoque nomotético y holista (Berdoulay, 1995).

Esta polaridad en el origen de la geografía y la sociología no hizo sino agudizarse en la primera mitad del siglo XX, con la contracción que operó Emmanuel De Martonne al retraer la geografía al ámbito de las ciencias naturales frente a la expansión de la morfología social de Maurice Halbwachs y Marcel Mauss, legitimada por la crítica devastadora de François Simiand a la disciplina geográfica, que la relegaba al ámbito natural (Knafou, 1997). Hacia los años sesenta del siglo pasado, los vasos comunicantes entre sociología y geografía se abrieron, en una situación de transformación para ambas disciplinas.

Además, a través de esta breve historia del espacio en la sociología, puede observarse que la dualidad espacio físico o natural–espacio social, operó como una oposición, desde la cual se prefirió explicar el espacio social, e incluso subsumir la naturaleza a las lógicas sociales; hasta en la sociología de Pierre Bourdieu. Esta dualidad teórica no sólo es resultado de la deificación que la sociología hizo de la noción de sociedad como principio explicativo de todo fenómeno humano (Latour, 2008)2sino que aseguró los límites y alcances de la disciplina sociológica en relación con la geografía.

El ensayo de Salomón González Arellano, Integración de la dimensión espacial de las ciencias sociales: revisión de los principales enfoques analíticos, presenta un panorama de la inflexión espacial de las ciencias sociales en el ámbito contemporáneo. El autor reconoce que las ciencias sociales han tenido un "giro espacial" en consonancia con la renovación de las posturas teóricas en la geografía. Sin hacer una división disciplinaria rígida entre geografía y ciencias sociales, el autor bosqueja cuatro enfoques metodológicos en el abordaje espacial de las ciencias sociales.

El primero es el análisis descriptivo orientado a la observación de la especificidad de los lugares, es un enfoque idiográfico que tiene poco interés en la elaboración de explicaciones generales. El segundo es el enfoque explicativo, que busca identificar sistemas de causalidad en el espacio y se sirve de instrumentos de análisis estadístico. El tercero es el enfoque comprensivo, que toma al sujeto como la instancia capaz de dar significado al espacio y que sólo interesa en cuanto es espacio simbolizado. Y el cuarto enfoque se refiere a la simulación espacial, que busca predecir, a través de la modelización computarizada, los comportamientos de entidades geográficas particulares. De estos enfoques, el autor concluye que no se puede excluir la dimensión espacial en las ciencias sociales, aunque se puede distinguir entre diferentes grados de compromiso epistemológico.

El ensayo de Linda Hanono Askenazi, antropóloga y colega profesora de los otros participantes, que se titula El análisis cultural del espacio: contribución a una geografía crítica, argumenta que la idea de región utilizada por la geografía humana, omite sistemáticamente la dimensión cultural de la región. Sin que la autora llegue a definir claramente qué entiende por región y regionalismo, expresa que es necesario que el geógrafo adscriba el concepto de región de la antropología, pues incluye la complejidad cultural.

Por supuesto, hay que decir que esta demanda por integrar el concepto de región a la geografía pasa por alto la historia de la geografía humana moderna, la de Vidal de la Blache y de sus discípulos como Lucien Gallois, que ponen el concepto de región como espacio de síntesis entre los fenómenos naturales y humanos. También se ignora a la geografía cultural y el concepto de paisaje de Paul Claval, síntesis de la dialéctica espacio–cultura.

A través de estos tres ensayos se observan los principales instrumentos conceptuales del trabajo de los autores, en el que en el mejor de los casos se conocen superficialmente los trabajos teóricos de la geografía. En este sentido, las lecturas de los investigadores provienen de los trabajos de Michel Lussault y Jacques Lévy, en cuanto al tema de la relación de la geografía con las ciencias sociales (Lévy et Lussault, 2003).

La aparición del paradigma espacial en las ciencias sociales obedece a la sustitución del concepto tiempo, y sobre todo, en su derivación como progreso, que las ciencias sociales adoptaron en sus programas de investigación, en tanto ciencias de la modernidad. Ante el resquebrajamiento de la concepción temporal como cumplimiento de un futuro proyectado, el concepto de espacio se instala como un paradigma de largo alcance capaz de explicar lo social y como sustitución de la orientación escatológica de las ciencias sociales.

En diferentes niveles de exhaustividad y profundidad, la recuperación poco tiene que ver con el espacio como se comprende en la geografía. No por ello, esta disciplina debe cerrar los ojos y aislarse en sus operaciones cotidianas. Por supuesto, no se trata de que la geografía aglutine los instrumentos teóricos de las ciencias sociales, tampoco que se subordine a los paradigmas de aquéllas. En una sensibilidad epistemológica acorde con los desarrollos filosóficos recientes, se necesita la apertura y la comunicación.

Sin embargo, es verdad que en la situación de la incipiente reflexión disciplinaria de la geografía en el ámbito mexicano, un libro como el que se presenta aquí es difícil de entender, si el geógrafo se concibe como un técnico (Orain, 2006), o adscribe metodologías particularistas, que suelen desprenderse de paradigmas radicales.

La geografía mexicana apenas cuenta con algunos instrumentos conceptuales con los que puede entender el espectro, cada vez más heterogéneo, de las ciencias sociales. Hasta ahora, la aproximación a una reflexión teórica sobre los conceptos como espacio, han sido pensados desde las ciencias sociales hacia la geografía y no en el sentido opuesto.3 Este "pasmo epistemológico" limita enormemente a la geografía como un saber legítimo y necesario en el mundo contemporáneo.

 

REFERENCIAS

Chávez Torres, M., O. M. González Santana y M. del C. Ventura Patiño (eds.; 2009), Geografía Humana y Ciencias Sociales. Una relación reexaminada, El Colegio de Michoacán, México.         [ Links ]

Knafou, R. (1997), L'état de la géographie. Autoscopie d'une science, Belin, Paris.         [ Links ]

Latour, B. (2008), Reensamblar lo social. Una introducción de la teoría del actor–red, Ediciones Manantial, Buenos Aires.         [ Links ]

Lévy, J. et M. Lussault (2003), Dictionnaire de la géographie et de l'espace des societés, Belin, Paris.         [ Links ]

Orain, O. (2006), "La Géographie comme science", en Robic, M.–C. (coord.), Couvrir le monde. Un grand siècle de géographie française, Ministère des Afaires Étrangères, ADPF, Paris, pp. 90–122.         [ Links ]

Ouzouf—Marignier, M. V. et M. C. Robic (2008), "Préface" a Gallois, L. Régions naturelles et noms de pays. Étude sur la région parisienne, suivi du compte rendu de Paul Vidal de la Blache paru dans le Journal des savants en 1909, Comité des travaux historiques et scientifiques, Paris, pp. vii–lvi.         [ Links ]

Verdoulay, V. (1995), La formation de l'école française de géographie, Comité de travaux historiques et scientifiques, Paris.         [ Links ]

 

NOTAS

1 Desde un enfoque metafórico podría expresarse el paradigma vidaliano con el oximorón: una "geología de lo humano". Vid Ouzouf—Marignier et Robic, 2008.

2 Bruno Latour lo expresa así: como si la sociedad fuera una cosa, como decir un tipo de material como el acero o la madera.

3 Ejemplos de esta unidireccionalidad en el ámbito mexicano son varios; véase, por ejemplo, Chávez et al., 2009.

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