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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.72 Ciudad de México Aug. 2010

 

Notas y noticias

 

Presentación y Mesa Redonda: Doreen Massey y las geometrías del poder

 

Blanca Rebeca Ramírez Velázquez

 

Universidad Autónoma Metropolitana–Azcapotzalco y Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad de México, 2, 3 y 4 de marzo 2010

 

Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco.

 

La presencia de Doreen Massey en México constituye todo un acontecimiento académico que es preciso documentar. Fue invitada por la UAM–Azcapotzalco y la UNAM para exponer por primera vez en México su propuesta teórica sobre las geometrías del poder. Sus actividades se desarrollaron en tres sesiones: en la primera expuso los fundamentos teóricos y políticos sobre la dimensión del espacio en el momento contemporáneo; en la segunda plicó estos conceptos en la política desarrollada en los últimos años en Venezuela, y en la última sesión se dio una interacción entre la autora con las contrapartes mexicanas, para aplicar estos conceptos a la realidad mexicana. Se abrirá esta aportación con una breve semblanza de la autora para continuar con la reseña de sus intercambios con la academia mexicana en su visita (Figura 1).

Conocí a Doreen Massey en 1981, cuando llegó a la Universidad de Aberdeen en Escocia a impartir una conferencia para la Maestría en Planeación regional, Urbana–Rural en donde estaba inscrita. Me impactó la discusión que hacía sobre el espacio y su trabajo sobre el problema de la tierra, la propiedad y la renta dentro del capitalismo plasmada en su libro Capital and Land escrito con Catalano (1978). Como resultado de este encuentro, me invitó a un curso que daba en Londres y donde continuamos con la reflexión en el primer trimestre de 1982.

Desde entonces su producción editorial ha sido amplia ya que escribe textos importantes para el debate regional entre los cuales se cuentan Anatomyof the job lost junto con Meegan en 1982; SpatialDivisions of Labour (1984, 1995) y Rethinking the Region con John Allen y Allan Cochrane en 1998. En 1989, tras algunas visitas personales que hace a México, Doreen Massey es invitada por la UAM–Xochimilco a un Seminario titulado Nuevas tendencias en el análisis regional, en el cual presenta la ponencia titulada "Las regiones y la Geografía" (1991), donde mostraba ya su postura frente a los cambios que se estaban dando ante una globalización incipiente que modificaron posteriormente,junto con la posmodernidad, las discusiones sobre la importancia del espacio y la política al interior de las ciencias sociales.

Nos volvimos a encontrar en México en alguna de sus visitas, pero pasaron muchos años para a volver a interactuar con ella académicamente. Es en 2000 cuando, en el encuentro anual de la Royal Geographical Society y el Instituto de Geógrafos Británicos, coincido con ella en donde su ponencia magistral empezaba ya a exponer su propuesta sobre las geometrías del poder, que llamaron mucho mi atención por el dinamismo que imprimía a la comprensión del espacio desde la geografía. Ésta queda plasmada en su libro for space publicado en 2008, una de las contribuciones epistemológicas más importantes para la reflexión sobre el espacio y la región, la cual desarrolla a partir de su propuesta sobre las geometrías del poder. De la riqueza de su contribución académica y política es que vino a México, esta vez, a presentarla con un español que facilitó el acercamiento con el público y la sencillez que no ha perdido desde los años en que la conocí. Así, nos adentramos a preguntar: ¿cuál es su contribución fundamental sobre las geometrías del poder? Y ¿de qué manera fue expuesto este planteamiento en México?

En su primera conferencia, la autora argumentó que las geometrías del poder parten de la necesidad de hacer una reflexión profunda sobre el espacio para enfrentar los cambios que se presentaran en el siglo XXI, enfatizando el carácter social que éste tiene. Para ello, la vinculación entre espacio y poderes un instrumento indispensable que nació en ella desde que estuvo en Nicaragua en los años ochenta y recientemente con las transformaciones que se están dando en Venezuela, con lo que se manifiesta el interés y amplio conocimiento que tiene de las revoluciones latinoamericanas del siglo XX.

Esta concepción se basa en tres postulados fundamentales: primero, la vinculación entre el espacio y el poder; segundo, el espacio integrando la posibilidad de múltiples trayectorias, y tercero, el espacio como un sistema abierto en un continuo proceso de transformación, es decir, es un proceso en proceso. Para ella existe una diferencia entre espacio y región, ya que el primero lo considera como una dimensión de la existencia humana, es decir, es una categoría más abstracta e integradora que la última, que es considerada como el espacio particular de nuestra identidad, por lo tanto su concepto de región, a diferencia de lo que otras posturas teóricas argumentan, es relacional y siempre cambiante al igual que la de espacio.

A los puntos antes mencionados agregó otros que surgen en su exposición: primero, en las geometrías del poder, en lugar de buscar la homogeneización del espacio, las diferencias son integradas al interior de las regiones, por lo tanto es preciso abrirse a la existencia de disputas locales que sólo se consensan y a veces se resuelven con la negociación. Segundo, la identidad permite analizar la complejidad interna que existe en las regiones. Sin embargo, en lugar de partir de una identidad estática, admite que su construcción es relacional y se pueden generar a partir de relaciones existentes fuera del lugar; por lo tanto lo local es global pero también a la inversa, lo global es local. Tercero, en esa relación en donde se puede ir de un lugar local a uno global, existen responsabilidades de los agentes diversos que participan en ese vínculo que no sólo contribuyen en la construcción de la identidad, sino también de las consecuencias que la interacción produce.

Basándose en la propuesta de Espinoza, la responsabilidad que se tiene en la construcción del espacio y las regiones también es relacional, pues es parte de la correspondencia de los agentes que se enlazan, y no se limita a lo inmediato y lo local, sino que se extiende y por lo tanto existe también una responsabilidad por el pasado, en un ejercicio que trae al presente el tiempo en el espacio. Este tema que, en mi opinión, fue de lo más novedoso y enriqueció algunos aspectos que antes ya había expuesto; con él, invitó al público a abrir la mente a la concepción que integra la configuración de espacios, en donde la responsabilidad es crucial para entender las direcciones, las co–presencias y las simultaneidades, entendidas como la integración de la multiplicidad de trayectorias en espacios determinados. Para comprender el dinamismo del espacio y de la región, la dimensión política juega un papel crucial, resaltando la política de las relaciones y no de las identidades reconstruidas y pre–definidas.

Al final de la exposición surgieron algunas inquietudes entre las cuales destacan las siguientes: para poder adecuarse a su propuesta, ¿existe la necesidad de replantear la teoría social? La respuesta fue afirmativa ya que parte de asumir una vinculación estrecha entre la sociedad con el espacio, pero no como una totalidad estática que impide pensar la vinculación entre identidad y relación de manera cambiante y diferenciada. La segunda, refiere a las escalas a pesar de que no habla explícitamente de ellas, y más que identificarlas como jerarquías y niveles de entidades sociales, como el Estado, por ejemplo, las asume como cauces en donde la una está adscrita a la otra. Una tercera inquietud refrió a ¿cómo asumir y aceptar el conflicto?, a lo que respondió sobre la necesidad de negociar no para adoptar acuerdos absolutos, sino para establecer una hegemonía, que fuera diferente de la dominante, y que impusiera el sentido común. Este punto se cuestionó sobre la base de que en nuestra realidad no se puede hablar de un bien común que no existe. El Estado es un representante del interés común y el conflicto se resuelve con la gestión y pasa necesariamente por el Estado para implementarlo.

Se agregaron otras que van desde ¿cómo se construye la identidad en la relación cuando se tiene un conflicto en contra? Lo que generó la afirmación sobre la necesidad de ser flexibles en el uso de la categoría de identidad, misma que en su opinión, y en la de Laclau, refiere siempre a identidades políticas, y si aceptamos que existe una responsabilidad sobre el pasado ¿existe también alguna sobre el futuro? Por último, se cuestionó el uso de la categoría espacio cuando en América Latina se cuenta ya con una larga tradición en el uso de la de territorio, entendida como el objeto de apropiación de recursos que se tienen en éste; a lo cual respondió que ella la usa en una connotación más general y que en la literatura anglosajona, el uso del territorio no tiene el mismo sentido que en castellano.

A la propuesta teórica, que es amplia y bastante compleja, surgió la inquietud sobre la manera cómo estos fundamentos se aplican en la realidad contemporánea, para lo cual el caso de Venezuela le permitió dar una apreciación más clara sobre su propuesta. Entre los cinco motores que la revolución bolivariana ha escogido para su transitar al siglo XXI, la política de Venezuela ha seleccionado las geometrías del poder para establecer el vínculo entre el espacio y el poder, tanto económico como social, a partir de la inclusión de una multiplicidad de voces, en una democracia caracterizada como protagónica, comunal, popular y constituyente. El poder constituyente se transforma en constituido en un Estado elegido que genera sistemas de representación de carácter local.

Las clases populares, quienes son las que amenazan al sistema prevaleciente, tienen la particularidad de que son más importantes que el interés económico o aun que la crisis petrolera, y son las voces que se manifiestan a través de los consejos comunales que se constituyen como la base geográfica del poder en lo local. Formados por unidades territoriales cuya extensión abarca las familias que habitan 400 casas tanto de barrios marginados como en otros que no lo son, se organizan en lo local a nivel nacional. El papel más importante de los consejos es la autogestión de los recursos provenientes del Estado, obtenidos por el petróleo fundamentalmente, que no se constituyen como un instrumento de desarrollo local, sino que incursionan en la posibilidad de conformar a los ciudadanos en nuevas maneras de ser sujetos democráticos.

Con esta novedosa organización, se instaura una posible forma alterna de democracia revolucionaria, en un ensayo por cambiar la democracia directa participativa en una nueva, que a su vez es otra, que presenta aspectos positivos y negativos que es preciso evidenciar.

Entre los positivos, subrayó los siguientes: con la existencia de las comunas socialistas se instala en el territorio la igualdad del lugar a partir de una nueva definición que es formal, pero también simbólica, ya que se establece para todos los habitantes del país y se pueden identificar con ella de manera diferente. Da importancia a los barrios pobres ya que les proporciona elementos que les permiten tener sentido del poder que se manifiesta dentro y fuera de los consejos municipales, pero también de arriba abajo, es decir, desde la alta jerarquía del Estado hacia lo local: es un poder político de hacer y no sólo de poder hablar. La instauración del poder colectivo no tiene un carácter individualista como el que proporciona el voto, sino que integra a los venezolanos a través del concepto de poder en los consejos y de las formas que éste proporciona. Con lo anterior, se presenta un cambio cultural, en toda la extensión de la palabra, ya que parte de re–inventar la identidad de los sujetos con su entorno local y político, y de la forma como se reconocen los derechos organizados todos desde las comunas. Por último, enfatizó que este experimento tiene como base el lugar–local a partir de romper con el encierro de lo local, en donde participan territorios públicos y privados en una experiencia más democrática e igualitaria.

Entre los negativos, identificó siete dificultades teóricas que en ocasiones generan tensiones en la instauración de los consejos comunales. Esta manera de vincular dificultad con tensión para hablar de los problemas es bastante innovadora y sugerente pues, a partir de ellas, se integra una buena parte del debate teórico existente en relación con la construcción social del espacio en la práctica. La primera refiere a la dificultad de participación popular en el ejercicio de la democracia ya que ésta implica un nivel de compromiso alto que requiere de interés, tiempo y participación entre otras cosas, que no siempre están dispuestos los agentes a proporcionar. Señala que el éxito dependerá de la gente y de las prácticas locales que logren imponer, ya que los consejos comunales están fuera del control del Estado. En ese sentido, se habla de una democracia desde la base no controlada desde arriba por el aparato institucional.

Una segunda tensión se genera cuando los consejos tratan con el poder político, ya que se establecen en un nivel muy desigual tanto en la formación de los sujetos, los recursos con que cuentan y la capacidad que tienen para cambiar la diferencia. Si bien hay un motor de construcción de la sociedad más igualitaria y democrática, el desarrollo genera procesos lentos que pueden evidenciarse poco. Existe también una tercera tensión entre los supuestos que rigen a los consejos comunales y la realidad en la cual se desarrollan. La literatura oficial que los define tiene ambigüedades ya que supone siempre que al nivel de base en el que se desarrollan, es decir el lugar, hay cohesión de la gente, lo que no siempre es cierto. Es por eso que se percibe un romanticismo en la connotación de lugar ya que no tiene fronteras pero parecería que tampoco fracasos y lo que en realidad se percibe es que si hay diferencias y conflictos, y que el consenso difícilmente se alcanza. No existe un desarrollo de lo común y es un problema que no se reconoce, por lo que la autora sostiene que la negociación de la diferencia y de los conflictos puede ser otra forma de aprendizaje político, pero que sin duda es bastante peligroso.

La cuarta dificultad se centra en el problema de la autogestión, ya que no hay claridad de su vinculación con la política nacional, de su deslinde de los Estados Unidos, ni de cómo la obtención o manejo de los recursos petroleros la posibilita. Se percibe entonces una concepción que no tiene clara la articulación entre el poder, el desarrollo local y otros agentes, instancias o niveles territoriales más altos. En este aspecto hay un reduccionismo hacia lo local como si éste careciera de vinculación con otros niveles. La quinta tensión reconoce que los consejos comunales son una estructura que fomenta un nuevo sujeto político; sin embargo, al registrarse para tener una estructura oficial, quedan atados al Estado, perdiéndose con ello cierta autonomía del poder político. Si reciben recursos para la autogestión deben de tener una estructura relacionada con él, con lo cual se dificulta el cambio a pesar de que existe la tentativa de generar algo nuevo.

Por último, la autora enfatizó la existencia de dificultades por la falta de definición clara de lo que son los consejos comunales, su vinculación con la política del partido oficial y la autogestión. Esta es una tensión entre lo local y los vínculos con el centro, ya que existe una geometría centralizada y populista en la figura del presidente Hugo Chávez. Al mismo tiempo, argumenta que hay poca defini–ción en estos conceptos ya que él es un significante vacío pero que al mismo tiempo es un aglutinador de las heterogeneidades locales.

Dos aspectos me impactaron de esta sesión: por un lado, fue su crítica del sistema venezolano a pesar de la utilización de su metodología para implementar la política en el lugar y, por el otro, la manera en que concluye esta parte de su diálogo con México. Y dice: pero como dije en la primera charla, la geometría del poder concibe al espacio en proceso, siempre cambiante y siempre en construcción, por lo tanto, de lo antes expuesto, que constituye un mapa estático de lo que la realidad bolivariana es en este momento, hay que transformarlo en un proceso, una geometría que tenga movimiento y múltiples temporalidades y dislocaciones. De esta manera, y abriéndose al futuro, es que el movimiento aparece en un mapa que estamos acostumbrados a dejar en el presente en el mejor de los casos, pero ese presente ya pasó y por lo tanto se ha quedado en el pasado.

La última sesión se organizó de manera diferente en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Se seleccionaron algunos proyectos de investigación que tuvieran un refierente territorial importante y se analizaron a partir de las geometrías del poder como refierente para pensar el espacio para el cambio político en el siglo XXI. Se incluyeron comentarios sobre el proyecto de los pueblos que circundan a la ciudad de México y que se integran sin más a la vida urbana teniendo identidades rurales pero también urbanas; el de la creciente movilidad laboral en el centro del país que adopta características diversas de la que se presentan a nivel metropolitano; la dificultad de integrar la participación ciudadana en el Valle de México de cara a la muerte del Movimiento Urbano Popular desde hace algunos años. Por último, se expuso un tema crucial para el desarrollo de la investigación en América Latina denominado "las teorías que viajan", afirmándose que si éstas son resultado de la investigación que explica los lugares, tienen valores y posiciones políticas que difícilmente evidenciamos y, por el contrario, las usamos como retórica académica que no favorece la desmistificación de ideas comunes y copia conceptos que tienen significados diferentes en cada lugar en donde se desarrollan. Cada uno puede conformarse en uno o varios temas independientes, sin embargo, el día había concluido, y el final del seminario nos había alcanzado, dejándonos con una gran esperanza para desarrollar la reflexión en el futuro.

En realidad, lo que Doreen nos trajo en estos tres días fue una pequeña parte de lo amplio y complejo que es su trabajo sobre el conocimiento del espacio y la región. La verdad es que cada vez que he tenido la oportunidad de interactuar con ella, su dinamismo, que no se limita al trabajo con el espacio sino que incluye también la esperanza de vislumbrar un futuro diferente y co–construido en simultaneidad de intereses e imaginarios, invita a generar visiones que parten desde la transformación de la vida cotidiana y desde la identidad que cada uno tengamos de nuestra propia existencia, hasta la manera como nos vinculamos o identificamos con el exterior, lo global o con otras dimensiones. Esto sin duda, me ha permitido redefinir constantemente mi identidad como geógrafa ya que, a pesar de ser planificadora regional y urbanista, al final gracias a posturas como las que ella ha desarrollado, ésta regresa a mi origen en donde todo está en movimiento y puede ir a otras actividades; es parte de un proceso que está en continua transformación, pero al final vuelve a los orígenes que fueron los que me formaron en la geografía.

 

Agradecimientos

Agradezco los comentarios que al original del texto me dieron Priscilla Connolly y Héctor Mendoza Vargas, los cuales permitieron concluir con la versión que aquí se presenta cuya responsabilidad es exclusivamente mía.

 

REFERENCIAS

Massey, D. and A. Catalano (1978), Capital and land. Landownership by capital in Great Britain, Bath, Eduard Arnold.        [ Links ]

Massey, D. and R. Meegan (1982), The anatomy of job loss: the how why and where of employment decline, Mathuen, London.        [ Links ]

Massey, D., J. Allen and A. Cochrane (1998), Rethinking the Region, Routledge, London.        [ Links ]

Massey, D. (1984), Spatial divisions of labour: social structures and the Geography of production, Mcmillan, Basingtoke.        [ Links ]

Massey, D. (1991), "Las regiones y la Geografía", en Ramírez Velázquez, B. R. (comp.), Nuevas tendencias en el análisis regional, Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco, México, pp. 23–31.        [ Links ]

Massey, D. (1994), Space, place and gender, The University of Minessota Press, Minneapolis.        [ Links ]

Massey, D. (2008), for space, SAGE, London.        [ Links ]

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