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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.69 Ciudad de México ago. 2009

 

Geografía humana

 

¿Contraurbanización en Argentina? Una aproximación a varias escalas con base en datos censales del periodo 1991–2001

 

Counterurbanization in Argentina? A multi–scale approach using the 1991–2001 census data

 

Carlos M. Leveau*

 

* Alte. Brown 2420 I° A, (7600) Mar del Plata, Argentina, E–mail: cmleveau@mdp.edu.ar, cmleveau@hotmail.com.

 

Recibido: 12 de noviembre de 2007.
Aceptado en versión final: 1 de agosto de 2008.

 

Resumen

Aunque el fenómeno de la contraurbanización está bien documentado para los países desarrollados, en Latinoamérica existe una insuficiencia de estudios que analicen este fenómeno. El objetivo de este trabajo es determinar si se produjo un fenómeno de contraurbanización en la Argentina, durante el periodo 1991–2001. Dividiendo a las localidades en rangos de población, se puede observar a nivel nacional un mayor aumento porcentual para las localidades menores a los 2 000 habitantes, que luego desciende gradualmente hacia las grandes aglomeraciones. Por otro lado, se observó una correlación significativamente negativa entre el tamaño de la localidad y su variación porcentual para ocho provincias, aunque no hubo correlación considerando todo el país. En cuanto a las localidades menores, fue mayor su variación en la periferia de ocho de nueve de las grandes aglomeraciones, con respecto a las restantes localidades menores interiores y, a nivel nacional, fue mayor en los distritos más poblados, aunque existieron patrones divergentes en las regiones. Los resultados obtenidos demuestran que durante los años noventa se produjo un fenómeno de contraurbanización Argentina. Se discuten estos resultados en relación con las políticas económicas neoliberales aplicadas desde mediados de los años setenta.

Palabras claves: Contraurbanización, Argentina, diferencias regionales, periurbanización, crecimiento rural.

 

Abstract

Although the counterurbanization phenomenon has been well recorded in development countries, in Latin America there is a lack of studies focusing on this phenomenon. The objective of this study is to test the counterurbanization phenomenon in Argentina, during the 1991–2001 period. Separating the localities in ranks, at the country scale, the growth rate of localities below 2000 inhabitants was greater than major agglomerations. On another hand, there was a significant negative correlation between settlement size and his growth rate for eight provinces, but there no was correlation at the country level. Taking only minor localities, their growth rate was greater at the periphery of eight of nine major agglomerations, with respect other interior minor localities and, at the country level, was greater in more populated districts, although there was opposed patterns in regions. The results obtained in this study demonstrate that in the nineties there was a counterurbanization phenomenon in Argentina. I discuss these results in relation to neoliberal economic policies applied since 1976.

Key words: Counterurbanization, Argentina, regional variations, rural growth, periurbanization.

 

INTRODUCCIÓN

En una revisión de la literatura científica existente sobre el fenómeno de la contraurbanización, Mitchell (2004) ha podido distinguir tres concepciones del mismo. La primera se refiere a la contraurbanización como un movimiento de migración, en donde la población emigraría desde las zonas más urbanizadas hacia las áreas rurales. La segunda concepción se refiere al cambio en la relación entre el tamaño de la localidad y la migración neta, de positivo durante el proceso de urbanización a negativo durante la contraurbanización. Por último, la tercera concepción de contraurbanización se refiere al cambio en la relación en el tamaño de la localidad y el crecimiento de la población, también con una relación positiva en la urbanización y negativa en la contraurbanización. Este estudio se basaría en la última concepción de contraurbanización. Posteriormente, Geyer y Kontuly (Geyer, 2003) propusieron el modelo de urbanización diferencial, que incluye la 'reversión de la polarización', en donde se da un mayor crecimiento de las ciudades intermedias, como fase intermedia entre las de urbanización y contraurbanización.

Estudios sobre el fenómeno de la contraurbanización han sido llevados a cabo en forma extensiva en los países desarrollados desde la década del setenta, como Estados Unidos, Canadá, Australia y Europa Occidental (Mitchell, 2004). En Estados Unidos y Gran Bretaña, a mediados de los setenta, se observó un estancamiento o declive en el crecimiento de las grandes ciudades, paralelo a un crecimiento de las áreas no metropolitanas. Posteriormente en los años ochenta, se observó un resurgimiento de las grandes ciudades en estos países, para luego experimentar un nuevo crecimiento las pequeñas ciudades y zonas rurales en los años noventa (Long y De Are, 1988; Johnson y Beale, 2002; Champion, 2003). En Finlandia, en cambio, las grandes ciudades volvieron a experimentar saldos migratorios positivos durante los años noventa (Heikkilä, 2003).

En el caso de Australia, hasta principios de la década de los noventa, era evidente una desconcentración de la población con áreas no metropolitanas costeras experimentando el mayor crecimiento (Walmsley et al., 1998). En Latinoamérica, sin embargo, se han llevado a cabo pocos estudios (Ferrás, 2007) que, aunque no analizan el fenómeno de la contraurbanización de manera explícita, estudian los nuevos patrones de redistribución de la población y flujos migratorios desde principios de los noventa. Más recientemente, Rodríguez y González (2006), en el caso de Chile, y Pérez Campuzano (2006), para México, estudian principalmente los flujos migratorios de las grandes áreas metropolitanas (Santiago, en el caso de Chile, y el Distrito Federal, en el caso de México). Estos estudios se basarían en la primera concepción de contraurbanización de Mitchell (2004).

Por otro lado, en los últimos años, han surgido varios trabajos que intentan explicar los efectos de la globalización sobre la estructura de las grandes ciudades latinoamericanas (De Mattos, 2002; Janoschka, 2002) analizando las similitudes del impacto de la reestructuración económica post–fordista entre éstas y las ciudades norteamericanas. Sin embargo, en Latinoamérica no existen estudios que, desde el marco teórico de la contraurbanización, analicen la dinámica poblacional en todo el sistema de asentamientos, incluyendo las localidades más pequeñas.

Latinoamérica fue la región que se urbanizó más rápidamente en el siglo XX, particularmente en su segunda mitad (Cunha, 2002). Más precisamente, en el subcontinente sudamericano, entre 1950 y 1990, las ciudades millonarias pasaron de 5 a 31. A una escala local, ya desde antes de su conformación como Estado Nacional, la Argentina ha mostrado un acelerado proceso de urbanización en comparación con los otros países Iberoamericanos (Velázquez, 2004). Por otro lado, el sistema urbano argentino se ha caracterizado por un alto nivel de primacía, como consecuencia de su rol originario en la división internacional del trabajo, como exportador de commodities. De acuerdo con los datos del Censo del 2001, más del 30% de la población se concentra en la región metropolitana de Buenos Aires, que comprende la Capital Federal y los 33 partidos que la rodean. Sin embargo, durante los últimos periodos intercensales, el Gran Buenos Aires fue perdiendo peso en la distribución nacional de la población (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990), inclusive con un saldo migratorio negativo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante el último periodo inter censal 1991–2001 (Lucero, 2003).

Los objetivos de este trabajo son: a) determinar si durante el periodo 1991–2001 se produjo un fenómeno de contraurbanización, tomando como variables el tamaño de la localidad y la variación relativa de la población, en la República Argentina a diferentes escalas: nacional, regional y provincial; b) establecer si el aumento de las localidades menores (aquéllas con una población inferior a los 2 000 habitantes) se produjo en las zonas peri metropolitanas (adyacentes a las grandes aglomeraciones) o en zonas remotas a los grandes centros urbanos.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

En la Argentina, al contrario de lo que sucede en los países de Europa Occidental o Estados Unidos, no existe una definición multidimensional de lo rural; esto es, un conjunto de variables que conformen un indicador que clasifique a los distritos en rurales o urbanos. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos considera como rural a todas aquellas localidades –no distritos– con menos de 2 000 habitantes. Se ha adoptado este criterio para diferenciar a las localidades analizadas como urbanas o rurales, pero de ahora en adelante se definirá a las segundas como localidades menores. Este concepto es preferible debido a que últimamente la dicotomía urbano–rural se hace cada vez menos relevante, a la luz de los cambios experimentados en algunas zonas rurales, sobre todo en los países desarrollados, de naturaleza urbana (Hugo et al., 2003). El Censo Nacional de Población, Hogar y Vivienda (CNPHyV), llevado a cabo en el 2001, aportó datos de población para todas las localidades del país entre 1991 y 2001, incluidas aquéllas con menos de 2 000 habitantes.

Para determinar si se produjo un fenómeno de contraurbanización durante el periodo 1991–2001 en Argentina, se calculó la variación relativa inter censal para cada una de las localidades del país, excepto aquéllas que durante el Censo de 1991 eran consideradas como población dispersa o que no existían en ese momento. En este caso se llevaron a cabo dos análisis. El primero consistió en agrupar a todas las localidades del país en rangos, para luego calcular el promedio de variación inter censal relativa para cada grupo (Champion, 2003). En el Cuadro 1 se muestran los rangos que comprenden cada grupo y la cantidad de localidades consideradas en cada uno. El segundo análisis consistió en aplicar un test de correlación de Spearman entre la variación inter censal relativa de cada población y su tamaño en 1991. Si la correlación resultara significativamente negativa en cualquiera de las escalas (nacional, regional o provincial), estaríamos ante un fenómeno de contraurbanización. De lo contrario, con una relación significativamente positiva, ante un fenómeno de urbanización. Las provincias argentinas fueron agrupadas en las siguientes regiones: región Cuyo, que comprende las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis; región NOA (noroeste argentino), que incluye a Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán; región Nordeste, que incluye a Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones; región Pampeana, que incluye a Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe; y la Patagonia, que incluye a Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Para establecer si el aumento de las localidades menores se produjo en las zonas peri metropolitanas o en zonas remotas a los grandes centros urbanos, se utilizaron dos métodos. El primero consistió en calcular el promedio de la variación porcentual de las localidades menores de cada distrito. En segundo lugar, se clasificó a todos los distritos de la Argentina en siete clases (Cuadro 2), con base en el tamaño de su población total de acuerdo con el Censo 1991. Cuando la cantidad de partidos en cada clase fue inferior a cinco se decidió no considerarla en el análisis. De esta manera se estableció si el aumento en las localidades menores era mayor en los distritos más poblados, en donde se localizan las mayores aglomeraciones, o en los distritos predominantemente rurales. El segundo método consistió en considerar las localidades menores ubicadas en los distritos que conforman cada una de las diez mayores aglomeraciones (Cuadro 3), de acuerdo con datos del Censo 2001, y comparar su crecimiento porcentual inter censal con las restantes localidades menores de la provincia en donde se localiza la aglomeración.

 

RESULTADOS

Variación de la población según el rango de tamaño de las localidades

A una escala nacional, la Figura 1 muestra un aumento mayor en aquellas localidades menores, denominadas rurales según el Censo Nacional, y las localidades menores a los 20 000 habitantes, con respecto a las localidades urbanas más populosas. Sin embargo, cabe destacar el aumento registrado por las localidades entre los 90 000 y menores al medio millón de habitantes (comúnmente llamadas aglomeraciones de tamaño intermedio), mayor con respecto a las localidades urbanas de menor tamaño hasta los 20 000 habitantes. A modo general, esta tendencia se repite en el análisis por regiones, aunque en el noroeste argentino (NOA), las localidades menores crecieron en menor proporción con respecto a las localidades urbanas menores a los 20 000 habitantes (Figura 1). En la región pampeana se observa un mayor crecimiento de las localidades menores a los 500 habitantes, que luego cae abruptamente en las localidades urbanas, en donde los valores van descendiendo levemente.

 

Correlación entre el tamaño de la localidad y el crecimiento intercensal

En este apartado se empleó un test de correlación de Spearman, entre el tamaño de cada localidad y el porcentaje de crecimiento entre el periodo 1991–2001. De una relación positiva se puede inferir un proceso de urbanización. En el caso de una relación negativa, se puede decir que se está frente a un proceso de contraurbanización. A escala nacional, no se observa relación, negativa o positiva, entre el tamaño de la localidad y su crecimiento intercensal en el periodo 1991–2001 (Cuadro 4). A nivel regional, sólo dos regiones presentaron relaciones significativas: el NOA, con una relación positiva entre tamaño y crecimiento, y el nordeste, con una relación negativa. A nivel provincial, los patrones varían en el interior de algunas regiones. Así, en la región Pampeana, Córdoba y Santa Fe presentarían fenómenos de contraurbanización, mientras que Buenos Aires de urbanización. Para el NOA, Catamarca, La Rioja, Salta y Santiago del Estero presentarían fenómenos de urbanización, mientras que sólo Jujuy experimentaría un patrón contrario (Cuadro 4). En el nordeste, salvo Corrientes, las provincias restantes experimentaron fenómenos de contraurbanización, mientras que en la región patagónica sólo Neuquén experimentó tal fenómeno (Cuadro 4).

 

Variación de las localidades menores de acuerdo con el tipo de distrito en donde se localizan

A nivel nacional, se puede observar que aquellas localidades menores ubicadas en los partidos más poblados (mayores a los 500 000 habitantes) tuvieron el mayor crecimiento en el periodo 1991–2001 (Figura 2). En cambio, a nivel regional, se observan diferentes patrones (Figura 2). En el NOA y el nordeste se observa el patrón contrario. En el primer caso, los menores valores de crecimiento se observan en los distritos más poblados. En el segundo caso, se dan los mayores valores de crecimiento en los distritos menos poblados. Por otro lado, las regiones Pampeana y Patagónica coincidirían, a grandes rasgos, con los patrones descritos a nivel nacional, aunque en la última región se observa un estancamiento en el crecimiento de aquellas localidades ubicadas en distritos con más de 55 000 y menos de 90 000 habitantes, con los valores de crecimiento más bajos de todo el país. En el caso de la región cuyana, mostraría el mismo patrón de crecimiento que las dos últimas regiones, pero en el rango de los 90 000–499 999 disminuye a sus valores más bajos.

 

Variación de las localidades menores dentro y fuera de los distritos que conforman las diez mayores aglomeraciones

El Cuadro 5 muestra que, salvo el caso del Gran Córdoba, el crecimiento de las localidades menores ubicadas en los distritos que conforman las grandes aglomeraciones fue superior al resto de las localidades menores de sus respectivas provincias, destacándose los casos de Santa Fe y el Gran Buenos Aires–La Plata. En ninguna de las diez aglomeraciones, el crecimiento de éstas fue superior o igual al de las localidades menores, estén localizadas en sus inmediaciones (dentro de los distritos que la conforman) o en el resto de la provincia.

 

DISCUSIÓN

El aumento superior de las localidades menores ubicadas dentro de los distritos que conforman las diez aglomeraciones más pobladas de la Argentina, con respecto a las restantes localidades menores interiores, sugiere que durante los años noventa predominaron dos sub–tipos de contraurbanización: ex–urbanización (ex–urbanization) y urbanización desplazada (displaced–urbanization; Mitchell, 2004), en donde la población residente en localidades menores seguiría trabajando en la ciudad, pero por amenidades ambientales o factores económicos decide vivir en lugares alejados de la ciudad. Millward (2005), empleando un análisis de componentes principales, destacó que la proximidad al mayor centro urbano era una de las variables que mejor explicaba la variación de la población, con una relación negativa entre ambas, en las áreas rurales de Nueva Escocia, Canadá, durante el periodo 1991–2001. De esta manera, sugiere que bajos niveles de desempleo son necesarios pero no condición suficiente para el crecimiento de las áreas rurales. Sin embargo, en otras provincias, en donde no se localizan las grandes aglomeraciones, se observa una correlación negativa entre el tamaño de la localidad y su crecimiento.

Este dato permite ver un crecimiento de algunas áreas rurales del interior del país, como la región nordeste, la provincia de Jujuy (en la región NOA) y Neuquén (en la Patagonia). En la provincia de Córdoba, la mayoría de las localidades que crecieron más del 100%, y que se encuentran fuera de los alrededores del Gran Córdoba, se localizan en distritos serranos, como San Alberto, Calamuchita y Cruz del Eje. En el caso de Neuquén, localidades menores alejadas de la ciudad capital, como Buta Ranquil y Varvarco, localizadas en el extremo norte de la provincia, o Villa Traful, ubicada en el Parque Nacional Nahuel Huapi, crecieron más del 100% durante el periodo 1991 –2001. En la provincia del Chaco, de 19 localidades menores con crecimiento superior al 100%, sólo una está localizada a menos de 20 km de Resistencia, la capital provincial. Entre las restantes 18 localidades, Nueva Pompeya, Wichi, El Sauzal y Fuerte Esperanza, se localizan en el extremo norte. En Misiones, de 17 localidades que crecieron más del 100%, 16 no se localizan en los alrededores de la ciudad capital y de la localidad restante no se pudo confirmar su localización, aunque forma parte de un distrito en el que se localiza parte de la ciudad de Posadas.

De lo expuesto anteriormente, se puede decir que el fenómeno de la contraurbanización tuvo dos facetas. En primer lugar, un claro proceso de periurbanización, persistente en la actualidad debido al aumento de las urbanizaciones cerradas (o countries) en las mayores aglomeraciones, que se localizan alrededor de una matriz rural, separados de la mancha urbana, y caracterizados por los movimientos pendulares de sus habitantes hacia la gran ciudad. Janoschka (2002), al exponer un nuevo modelo de ciudad latinoamericana, la define como una "ciudad de islas". En segundo lugar, se hallarían las regiones rurales remotas que habrían experimentado un aumento significativo en su población. En estas regiones, en donde el crecimiento de las localidades menores fue mayor en los distritos menos poblados, se pueden plantear tres posibles causas: a) El crecimiento pudo haber sido producto de la migración de la población dispersa en la matriz rural adyacente a la localidad en cuestión. Esta hipótesis tiene su apoyo en dos procesos que se acentuaron en el sector agrario durante los noventa, como la concentración de tierras y la mecanización, que expulsaron a los minifundistas de sus producciones y dejaron mano de obra sobrante, sumado a una mayor adopción del automóvil y las mejoras en infraestructura vial, que posibilitaron la migración hacia pequeñas localidades sin abandonar el trabajo en el campo (Vapñarsky y Gorojovsky, 1990). b) El crecimiento pudo estar causado también por un crecimiento natural mayor de la población, sobre todo en las regiones del norte del país, donde a una escala provincial se da un crecimiento natural mayor con respecto a las regiones pampeana y patagónica (Lucero, 2003). La población joven pudo haber decidido no migrar, a causa de una mala percepción hacia los grandes centros urbanos, acrecentando el crecimiento natural. c) Otros autores (Torrado, 2002) mencionan un fenómeno de emigración de retorno desde las grandes ciudades, a causa del deterioro en las condiciones de vida urbanas.

Tanto Cunha (2002) como Arroyo (2001) afirman que en Latinoamérica, hasta el momento, no se observa un fenómeno de contraurbanización, tal cual se da en los países desarrollados. Por el contrario, observan que las principales áreas metropolitanas siguen atrayendo, aunque a un ritmo menos acelerado, contingentes de población desde las áreas rurales. Según Arroyo (2001) el proceso de urbanización en los países en vías de desarrollo, como la Argentina, se encuentra todavía en una primera fase de crecimiento intensivo. En este estudio, a pesar de que a nivel nacional no se observa un patrón de contraurbanización (tomando en cuenta los datos de los tests de correlación), tampoco se observa un proceso de urbanización, con un mayor aumento de la población en las grandes aglomeraciones. Esto puede indicar que, a nivel nacional, la década de los noventa representó un periodo intermedio entre la urbanización y la contraurbanización, que en este caso podría denominarse reversión de la polarización (polarization reversal; Geyer, 2003), en donde las localidades intermedias experimentan aumentos relativos importantes de población. A otras escalas, en la región nordeste y en siete provincias (entre las que se incluyen las tres provincias del nordeste) existen correlaciones negativas entre el tamaño de cada localidad y su crecimiento relativo en el periodo 1991–2001.

Además, se puede agregar que tres importantes aglomeraciones latinoamericanas mostraron saldos migratorios negativos durante la última década del siglo pasado: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Argentina (Lucero, 2003), el Gran Santiago, en Chile (Rodríguez y González, 2006) y el Distrito Federal, en México (Pérez, 2006). Por otro lado, este trabajo demostraría que, a una escala regional, varias áreas rurales ubicadas en diferentes puntos del país experimentaron un crecimiento relativo superior con respecto a las grandes aglomeraciones. A diferencia de lo que sucede en Europa o en Estados Unidos, en donde las migraciones desde las zonas urbanas serían las variables preponderantes en el crecimiento de las áreas rurales, en Argentina el crecimiento de estas áreas podría estar relacionado con mayor importancia al crecimiento natural.

Al igual que los países desarrollados experimentaron un fenómeno de urbanización ininterrumpido hasta la década de los setenta, relacionado al desarrollo industrial fordista de posguerra, en la Argentina también se dio dicho fenómeno durante el modelo de sustitución de importaciones, iniciado en el periodo de entreguerras (Lattes, 1973). Una segunda similitud se puede encontrar en el efecto que pudo tener el proceso de desindustrialización en ambas regiones, salvando el grado diferencial de desarrollo alcanzado, sobre la redistribución de la población. Champion (2003) atribuyó al fenómeno de contraurbanización que se viene experimentando en el Reino Unido durante las últimas décadas, el proceso de desindustrialización y al paralelo aumento de los servicios en la economía británica. En Argentina, a partir de mediados de los setenta, también se aplicó una política económica que desalentó el desarrollo industrial, o se privilegió aquel desarrollo en provincias alejadas a los viejos centros industriales, como Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis y las provincias patagónicas (Rofman y Romero, 1997). Entre 1984 y 1994, la disminución de empleos industriales alcanzó el 23% en el Gran Buenos Aires, el 21 % en Santa Fe, el 19% en Mendoza y el 16% en Córdoba (Ibid.). El periodo que comprende los dos Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1991–2001, coincide con el auge y decadencia del modelo neoliberal; éste se caracterizó por récords históricos en los niveles de desocupación, una caída abrupta en el Producto Interno Bruto (PIB) industrial, una acentuada disminución del consumo interno y altos niveles de polarización en los ingresos, entre otros factores que desencadenaron en el llamado 'argentinazo' del 20 de diciembre del 2001.

En un país como la Argentina, con grandes disparidades regionales y sometido a cambios temporales abruptos en cuanto a la implementación de políticas económicas, se pueden observar como consecuencia comportamientos diferenciales en cuanto a los cambios en la distribución de la población. De un modelo fordista, basado en la industrialización mediante la sustitución de importaciones, implementado con sobresaltos hasta mediados de los setenta, se aplicó hasta el 2001 un modelo neoliberal, basado en la renta financiera, de los servicios públicos privatizados y de los recursos naturales, que pudo haber modificado los patrones de distribución de la población durante los años noventa.

Por último, al analizar el fenómeno de la contraurbanización a diferentes escalas, se puede observar que, mientras a nivel nacional no se observa tal fenómeno (tomando en cuenta los tests de correlación), sí se produjo en algunas regiones y provincias, usando escalas de análisis menores. Por lo tanto, los patrones son dependientes de la escala espacial sobre la cual son observados y, como este y otros estudios lo demuestran (Champion, 2003; Gedik, 2003; Nefedova y Treivish, 2003), es necesario realizar análisis a diferentes escalas para detectar variaciones en los diferentes sub–sistemas de asentamientos, como pueden ser las provincias o regiones, para el caso de la Argentina.

 

AGRADECIMIENTOS

A Nélida Barabino, Gustavo Buzai, Anthony Champion, Carlos Ferrás, Patricia Lucero, Jim Walmsley y a los revisores anónimos por las correcciones realizadas al trabajo.

 

REFERENCIAS

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