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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.68 Ciudad de México Apr. 2009

 

Reseñas

 

Post–structuralist geography. A guide to relational space

 

Omar Olivares Sandoval*

 

Murdoch, J. (2006), SAGE Publications, London, 220 p., ISBN. 0–7619–7423–7

 

* Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México

 

"Geografía post–estructuralista" no es una fórmula que se encuentre comúnmente en las portadas de los libros de Geografía; el término está mucho más lejos de convertirse en el referente de una disciplina autónoma. Sin embargo, en el ámbito de la geografía británica, las dos palabras se han puesto juntas para dar el título de este libro. Es la publicación póstuma de Jonathan Murdoch (1954–2005), investigador de la Universidad de Cardiff en la School of City and Regional Planning,1 la que se atreve a poner en tensión los dos conceptos.2 En efecto, se trata de una tensión, puesto que la "geografía post–estructural" no se puede referir a un movimiento dentro de la disciplina geográfica, a pesar de que podría hablarse de algunos trabajos de "geografía post–estructural";3 ni siquiera a una conjugación de dos conceptos que naturalmente llevaran el uno al otro. Al contrario, parece que los geógrafos son renuentes a hablar de "post–estructuralismo" tanto como la geografía pareciera estar excluida de la problemática "post–estructural".4 El título mismo de este libro podría ponerse en tela de juicio; podríamos preguntarnos francamente ¿qué relación es esta que exhibe juntos a la geografía (que se hace en la CPLAN de la Universidad de Cardiff) y a la crítica intelectual hacia el estructuralismo en los años setenta, restringida al ámbito francés?.

En el primer capítulo de este libro, Murdoch concibe la aparición de la geografía post–estructural como la crítica que desde la geografía se hace a la tradición geográfica precedente, que si bien el autor reconoce que no se había inspirado en el estructuralismo,5 sí había tomado prestada la visión causal del marxismo en su versión althusseriana como modelo explicativo (p. 12). A esta visión, Murdoch opone otro tipo de paradigma espacial que se constata en los trabajos de David Harvey, un espacio que se constituye de relaciones en contraste a la visión de un espacio que el autor llama "euclidiano" y que se puede describir como un "contenedor" de los procesos sociales.6 Para Murdoch el espacio es una categoría que no se puede describir a través de medidas o cuantificaciones, el espacio está constituido por las relaciones que se van sucediendo. Aquello, nos dice el autor, pone en tela de juicio la creencia en un espacio que puede ser descrito en su totalidad por el análisis topográfico y con ello se modifica la comprensión de los procesos espaciales en tanto que se permite la multiplicación y la heterogeneidad de diferentes identidades espaciales (Ibid.). El paradigma de la geografía post–estructural tiene que ser entonces un paradigma relacional.7 Una vez clarificado esto, el autor divide el libro en dos partes: las teorías y los casos. Con ello se advierte la intención por parte de Murdoch de constituir una metodología que se aplique a casos particulares del quehacer geográfico. En los tres capítulos teóricos se sigue este procedimiento: la deducción de argumentos concernientes a la geografía desde la reflexión de un autor particular.

De esta manera, en el capítulo titulado Spaces of discipline and government se hace una revisión del trabajo de Michel Foucault, específicamente de su libro Surveiller et punir: naissance de la prison (1975). Para Murdoch (p. 53) la reflexión de Michel Foucault sobre la relación poder–conocimiento prueba como es pertinente una aproximación relacional en la geografía, para el autor la investigación de Foucault muestra cómo los discursos pueden convertirse en diferentes formas de dominación una vez que se expresan en términos espaciales. Murdoch hace con esto una derivación metodológica del trabajo sobre las prácticas discursivas que aborda Foucault a manera de una arqueología del saber. Una conclusión bastante ingenua, puesto que si se toma en serio el trabajo de Michel Foucault se corrobora que no puede extraerse un método descriptivo para el análisis espacial a partir de la investigación de una ontología que describe las condiciones históricas (prácticas discursivas del conocimiento) en las que el sujeto se convierte en dominador del otro (Rouse, 2006:95–122). De una manera más acorde al procedimiento foucaultiano, podría pensarse en la historicidad de las prácticas discursivas que han constituido los conceptos: espacio, sociedad, individuo, medio, lugar, etc., como lugares referenciales del saber geográfico.

En el tercer capítulo de este libro, que lleva el nombre de Spaces of heterogeneous association, igualmente se hace un resumen del trabajo de Bruno Latour (1947–) sobre las prácticas sociales dentro de las que el trabajo científico es validado y reconocido como verdadero (Latour, 2001). De la misma manera que en el capítulo anterior, a partir de esta reflexión se extraen consecuencias metodológicas para la disciplina geográfica. En especial con lo que Murdoch llama "actor–network theory", que se refiere a la multiplicidad de redes socio–espaciales en las que un actor se ve involucrado en un momento histórico (p. 74). El trabajo de Latour muestra cómo los discursos científicos se articulan a través de la interacción de humanos y no–humanos que despliegan estrategias autónomas. Dentro de la noción de experimento Latour halla en las acciones de humanos y no–humanos desplazamientos que se hacen necesarios para la narración científica; al mismo tiempo que un científico genera movimientos de carácter social necesarios para la reproducción de un experimento, los objetos se ponen en movimiento afectando al agente que realiza tal o cual estrategia. Esta visión, que el mismo Latour considera a caballo entre un realismo y un constructivismo, proporciona un marco de entendimiento de la ciencia en tanto que acto social, fuera de la idea trascendental según la cual la ciencia construye representaciones mentales exactas de una naturaleza exterior (Ibid.). Murdoch, ve en esto la realización del paradigma relacional, con ello desprende la idea de que un actor social pertenece a varias identidades espaciales y que la misma espacialidad se genera por la relación que se instaura entre éstas.8

En el cuarto capítulo y el último de la primera parte de este libro dedicado a las teorías, titulado Space in network topology, Murdoch revisa la obra de los filósofos franceses Gilles Deleuze (1925–1995) y Michel Serres. Igualmente comienza por oponer al concepto de espacio topográfico un concepto que proviene de la geometría moderna: la topología. Para él, el espacio topográfico se caracteriza por la expresión de proximidades en un espacio euclidiano; en cambio, el espacio topológico se describe como la expresión de relaciones en una multiplicidad de espacios. El espacio topológico está constituido por flujos en constante movimiento (pp. 85–88). Deleuze y Serres, propone Murdoch, son en buena medida teóricos de la "network topology" en el sentido en que ambos conciben el espacio como un devenir, caracterizado por la inestabilidad de sus permanencias, heterogéneo, inscrito en el proceso dinámico de la territorialización y la deterritorialización (pp. 92–94). Así, el espacio puede ser visto como un proceso de emergencia de todo tipo de relaciones.

En la segunda parte de este libro, dedicada a los Casos, se muestran tres ejemplos de la aplicación metodológica de lo que se ha expuesto en la primera parte. Los tres casos muestran concordancia con el trabajo de investigación de la CPLAN puesto que se enfocan en las dinámicas regionales y urbanas que ocurren como resultado de las iniciativas de territorialización. En el primer caso: Dis/ordering space I: the case of nature, el autor examina el estatus de la naturaleza en el mundo relacional. Se refiere a los esfuerzos que durante la posguerra se hicieron por demarcar y contener el campo inglés, con el fin de protegerlo de procesos dinámicos y heterogéneos. Murdoch muestra cómo al comenzar los procesos de transgresión de los límites territoriales entre actores y entes naturales, paradójicamente, se terminaron por reforzar los límites entre ellos (pp. 108–130). En el segundo caso de estudio: Dis/ordering Spaces II: the case of planning, el autor da cuenta del trabajo que supone una forma de gobernabilidadcomo es la planeación urbana de acuerdo con la creación de zonas espaciales. Murdoch se da cuenta que el planeamiento se encuentra en el orden de las redes de conocimiento y que despliega estrategias hacia las otras redes sociales; en relación con esto, los procesos de planeación construyen imaginarios espaciales particulares. Murdoch muestra cómo las primeras formas de planeación se enfocaron principalmente en las características físicas de los lugares, pero con el tiempo fueron incluyendo escalas políticas y sociales, y más recientemente, procesos naturales. En estos procesos se lucha con los espacios heterogéneos puesto que éstos se encuentran en oposición a un solo principio rector como el que proviene de la planeación (pp. 131–159).

En el tercer capítulo de estos casos, Dis/ordering Spaces III: the case of food, se muestra la competencia que implementan dos tipos de redes de comida, que el autor propone llamar "fast–food" y "slow–food". La primera, materializada en la cadena de restaurantes McDonald's, despliega una estrategia de simplificación orientada en la velocidad y eficiencia del servicio; por lo tanto, la red social que con la que se topa es un tipo de consumidor "distraído"; en la segunda red de comida, un espacio social complejo emerge en relación con la creación de compromisos con el territorio y la cultura. En este tipo de estrategia se pone de relieve la estética de la comida y su diversidad; ello crea un segundo tipo de consumidor que puede llamarse "comprometido" (pp. 160–183).

Los tres temas abordados en la segunda parte del libro se desprenden explícitamente de la problemática teórica de la primera parte —así parece—. Es cierto que en esta segunda parte se pone en marcha la aplicación de los principios que se han modelado atrás. No obstante, el carácter poco imaginativo de los casos de estudio enfatiza la pertinencia de uso de argumentos post–estructuralistas como tamiz de análisis. Es una realidad cotidiana para la planeación urbana el enfrentarse a realidades complejas, siempre en marcha, que no pueden ser sino vistas a través de la superposición de numerosas escalas. Por otra parte, quizá no se necesite una investigación exhaustiva para reconocer inmediatamente que el modo de comercialización y servicio de una cadena de restaurantes como la de McDonald's tipifica un consumidor "distraído". Si parece destejerse la relación de los casos de estudio en la segunda parte con los argumentos "post–estructuralistas" de la primera parte, se debe solamente a que tales relaciones deben buscarse en otro contexto. En efecto, si se pone atención a los temas preferidos por el autor para poner en práctica (casi infructuosamente) los conceptos post–estructuralistas, la conservación natural y la ecología, la planeación y gestión urbana, y la comercialización de la comida, uno se da cuenta que se trata de temas primordiales de la contemporaneidad, que constituyen un programa político–ideológico (constituido por la triada: recursos–aprovechamiento–distribución) y que sobre todo son el campo en el que se ha puesto en tela de juicio el conocimiento científico, en tanto forma de progreso. Es ahí donde se juntan el post–estructuralismo y el trabajo de investigación en un contexto institucional como el de la CPLAN.9

El libro de Murdoch abre sus páginas con un poema–imagen del escritor inglés Robert Crawford. El poema, titulado "bio", dibuja un círculo con una multitud de palabras (Figura 1). Este globo (terrestre) se conforma por la escritura de una multiplicidad de objetos naturales (los cocodrilos, el día, los dragones de Komodo, los chimpancés, el hidrógeno, etc.) entre los que se encuentra la referencia a la conciencia que es el "yo" ("I") y que no puede encontrarse más que a la mitad de "todo lo demás"; en un pasaje constante entre la identidad y la diferencia. Un lugar en el que el "logos" no está solo y se desborda por los ríos vivos que traman la unidad del planeta Tierra. Murdoch, usa el poema de Crawford para exponer metafóricamente el paradigma relacional: los humanos, sus textos y sus conceptos, se utilizan no cómo una descripción del mundo natural sino como una herramienta para relacionarse con el mundo natural; nuestras representaciones son un rasgo de la naturaleza y no su contrario.

Paul Ricoeur describió la mayor tensión que animó el pensamiento estructuralista. Para él, el estructuralismo se fundamenta en la negación de la temporalidad, de un lado, y la negación del sujeto–actor, por el otro lado (Ricoeur, 2001 y 2004). Así como puede pensarse en una ruptura conciencia/naturaleza a través del poema de Crawford (el principio anónimo del estructuralismo) igualmente, desde la misma ruptura, el poema puede mostrar la contingencia de las relaciones que las sociedades forman en el espacio (el principio post–estructuralista). Esta tensión que no tiene aún respuesta anima la historia de la geografía. De ahí que Jonathan Murdoch pueda hacer uso del grupo de filósofos franceses que se agrupan como filósofos post–estructuralistas, pero que en la práctica son muy diferentes entre unos y otros.10 Más aún, la agrupación de tales filósofos no tiene que ver mucho con un programa de ofensiva hacia el estructuralismo (aunque con estos textos se hayan derrumbado las premisas de aquél), es mejor decir que la agrupación post–estructuralista corresponde a un momento de la vida intelectual francesa, que sigue al estructuralismo, y en el que se producen críticas devastadoras tanto al concepto de trascendentalidad kantiano como a la tradición feno–menológica francesa y alemana (Habermas, 1990).

La otra historia que se puede trazar desde la aparición de los trabajos de Lévi–Strauss, pasando por la geografía cultural, la geografía cuantitativa y las recientes investigaciones geográficas, es una historia que no se ha escrito aún, pero que se atisba más rica y más profunda. A partir de los años noventa la new geography y el paradigma "espacialista" fueron rebatidos por una multitud de variantes geográficas, comprometidas con lo epistemológico, lo político o lo institucional. La crítica más grande al geógrafo fue que se había convertido en parte del establishment A hacerse un recolector de datos (Orain, 2006:115). Las nuevas formas de geografía, que corresponden a un periodo de diversidad y fragmentación, volvieron (y siguen volviendo) sobre los hilos históricos con los que se constituyeron, devolviendo a los conceptos geográficos su historicidad. Si las sociedades y los individuos construyen con sus prácticas el espacio —como nos dice Murdoch—, también los geógrafos construyen espacio con sus discursos. Las prácticas más importantes de la geografía: la exploración y la cartografía, hoy más que nunca deben dotarse de historicidad, es decir, devolverlas al contexto social en el que se producen y reafirmar una reflexión constante sobre el ámbito social que les corresponde: el de las prácticas de la visualidad. Desde ahí puede comenzar una reflexión que acerque a la geografía a las otras disciplinas sociales, sin las cuales no podrá sobrevivir.

A pesar de sus déficits, existe la posibilidad de que este libro se convierta en el futuro en una referencia para la geografía, y con él se reafirme una vez más la vocación geográfica: en los límites, abrir nuevos horizontes.

 

AGRADECIMIENTOS

A Gabrielle White de Random House Group Ltd., en Northamptonshire, Inglaterra, por haberme permitido usar la imagen del poema "bio" de Robert Crawford, que aparece en esta reseña.

 

REFERENCIAS

Crawford, R. (2008), "Bio", en Full Volume, London Cape Poetry, London.        [ Links ]

Elden, S. (2003), Poststructuralist geographies: the diabolical art of spatial science, Edinburgh University Press, Edinburgh.        [ Links ]

Foucault, M. (1975), Surveiller et punir: naissance de la prison, Paris, Gallimard, Paris (versión en español: Foucault, M. (1975), Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Siglo XXI, México).        [ Links ]

Foucault, M. (2001), Dits et Écrits, Gallimard, Paris.        [ Links ]

Habermas (1990), El pensamiento postmetafísico, Taurus, México.        [ Links ]

Harvey, D. (1989), The condition of post–modernity, Blackwell Publishers, Cambridge.        [ Links ]

Kritzman, L. D. (2005), The Columbia History of Twentieth–century French thought, Columbia University Press, New York.        [ Links ]

Latour, B. (2001), La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia, Gedisa, Barcelona.        [ Links ]

Mendibil, D. (2006), "Les gestes du métier", en Robic, M. C. (coord.), Couvrir le monde. Un grand siè cle de géographie française, Association pour la diffusion de la pensée française, Ministère des Affaires Étrangères, Paris, pp. 54–88.        [ Links ]

Murdoch, J. (2006). Post–structuralist geography. A guide to relational space, SAGE Publications, London.        [ Links ]

Orain, O. (2006), "La géographie comme science", en Robic, M. C. (coord.), Couvrir le monde. Un grand siècle de géographie française, Association pour la diffusion de la pensée française, Ministère des Affaires Étrangères, Paris. pp. 90–122.        [ Links ]

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Notas

1 Cardiff School of City and Regional Planning (http://www.cardiff.ac.uk/cplan/).

2 No tengo conocimiento de alguna publicación anterior a esta que lleve el mismo título; al menos en el ámbito anglófono, castellano y francófono, a excepción del artículo de Elden (2003).

3  Es indispensable reconocer la diferencia entre los términos geografía post–moderna y geografía post–estructural. El primero más amplio y más ambiguo que el segundo puede aplicarse a una serie de trabajos que ponen en duda los valores y los conceptos (en el ámbito intelectual: los sistemas explicativos) de la modernidad, en respuesta a una situación histórica; mientras que el segundo, más específico pero no por ello menos complejo (y a veces en interferencia con lo "post–moderno") se refiere a la crítica radical de los presupuestos del estructuralismo. Vid. [Postmodernism] y [Postructuralism] en Kritzman, 2005: 89–95. Se suele citar a los trabajos del geógrafo inglés David Harvey, como un referente de la geografía post–moderna (Harvey, 1989).

4 Un claro ejemplo de ello es la respuesta que da Michel Foucault en entrevista con el geógrafo francés Yves–Lacoste sobre el lugar que ocupa la geografía en la arqueología de los saberes, a lo que Foucault responde: "esta pregunta no me concierne" (Foucault, 2001:39).

5  "It is fair to say that structuralism of the Saussurian and Lévi–Straussian variety had only limited impact upon the conduct of human geography. Perhaps it was the focus on texts, kinship and mythologies in the structuralistic literature, or the overriding concern with 'deep', all–determining structures, that rendered the approach unpalatable to mainstream geographers. Whatever the reason, the structuralist moment found few geographical adherents." (Murdoch, 2006:11).

6  "David Harvey, for instance, traces a relational lineage from the work of Leibniz and Withehead throughout to contemporary studies of social justice and social nature. From Leibniz, Harvey takes the idea that space is not a 'container' but is something that is always dependent on the processes or substances that go into 'making it up'. From Whitehead he derives the insight that these processes and substances are constituted from relations." (Ibid.: 19).

7 "As space is a process of becoming it is always in the process of being made and is always (likely to be) unfinished: 'there are always loose ends in space'. [..] Moreover, because space is made from competing and co–existing relations, it holds an unpredictable character that can potentially generate 'new spaces, new identities, new relations and differences' [..] Openness and newness thus go hand in hand. Spaces become in Massey's terminology, 'a meeting place'; it is where relations interweave and intersect." (Ibid.: 21).

8 This bring us back to the relationality of space. In actor–network theory space is no longer an absolute (something networks exist within); rather, space is an effect of network activity. It emerges from within heterogeneous networks and its shape and its form is given by the shape and form of the various networks. As Latour puts it: 'gods, angels, spheres, doves, plants, steam engines, are not in space and do not age in time.' On the contrary, spaces and times are traced by reversible or irreversible displacements of many types of mobiles. They are generated by the movement of mobiles, they do not frame these movements." (Ibid.:75).

9 Cardiff School of City and Regional Planning.

10 Resulta sorprendente la falta de mención al filósofo post–estructuralista de mayor fama en el ámbito anglófono: Richard Rorty, quien en su libro Philosphy and The Mirror of Nature (1980) argumenta la existencia de una ideología moderna sobre los conceptos científicos, que se fundamentan en la creencia de una visualidad cristalina de la mente humana, eclipsando su mayor vocación: la de comunicar.

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