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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.66 Ciudad de México Aug. 2008

 

Geografía humana

 

¿El mapa es la ciudad? Nuevas miradas a la Forma y Levantado de la Ciudad de México 1628 de Juan Gómez de Trasmonte1

 

The map is the City? A new look at the bird's eye view of Mexico City in 1628 by Juan Gómez de Trasmonte

 

Priscilla Connolly*

 

* Departamento de Sociología Urbana, Maestría en Planeación y Políticas Metropolitanas, Universidad Autónoma Metropolitana–Azcapotzalco, Av. San Pablo 180, Edificio "C", 2o. Piso DF, México, D. F. E–mail: pcd@correo.azc.uam.mx; pconnolly@prodigy.net.mx.

 

Recibido: 12 de febrero de 2007.
Aceptado en versión final: 24 de octubre de 2007.

 

Resumen

Es ampliamente conocida la bella vista a ojo de pájaro denominada "Forma y Levantado de la Ciudad de México" de Juan Gómez de Trasmonte, casi la única representación de la ciudad en el siglo diecisiete. Menos se conoce, sin embargo, de la procedencia del mapa, de sus intenciones, de su historia. Inclusive, algunos textos clásicos al respecto contienen imprecisiones y omisiones que han contribuido a interpretaciones erróneas. Incorporando nueva información cartobibliográfica, este artículo hace una interpretación original del plano de Trasmonte, a partir de cuatro enunciados, a saber: i) el mapa es el territorio; ii) el mapa no es el territorio; iii) los territorios son mapas y iv) el Mapa es el mapa. Con ello se espera aportar algunos principios metodológicos novedosos para la investigación de la cartografía urbana histórica.

Palabras clave: Cartografía, Historia, Ciudad de México, Gómez de Trasmonte, Vingboons.

 

Abstract

The beautiful "birds–eye–view" of Mexico City by Juan Gómez de Trasmonte is extremely well–known as almost the only surviving representation of the city in the seventeenth–century. The origin, intentions and history of this map are, however, less well–known. In fact, classical texts on the subject are mostly inaccurate or incomplete. Incorporating new cartobibliographic evidence, this article reinterprets Trasmonte's plan from the point of view of four methodological statements: i) The map is the territory. ii) The map is not the territory. iii) Territories are maps and iv) The maps is the map. Hopefully, this analysis contributes some innovative methodological principles for studying historical urban cartography.

Key words: Cartography, History, Mexico City, Juan Gómez de Trasmonte, Vingboons.

 

INTRODUCCIÓN: MAPAS Y TERRITORIOS

La pregunta planteada en el título surge de una preocupación general con la función de los mapas2 en la construcción social del territorio: de cómo percibimos, valoramos, investigamos, planificamos y vivimos nuestro entorno urbano. Con inspiración principalmente en la historia de la cartografía, sobre todo en su vertiente crítica que intenta develar "el poder de los mapas" (Harley, 2001; Wood y Fells, 1992; Pickles, 2004; Turnbull, 1993), se han planteado cuatro enunciados para orientar la investigación sobre la relación entre mapas y ciudades.

Uno: El mapa es el territorio, según su definición moderna, occidental, como representación del territorio de acuerdo con las convenciones de las ciencias geográficas. Es en este sentido que se emplean mapas cuando nos preguntamos: ¿Qué dice el mapa sobre el territorio? O bien: ¿Qué queremos demostrar de la realidad espacial con este plano?

Dos: El mapa no es el territorio sino una imagen en papel, o en la pantalla digital, que representa aspectos seleccionados de un territorio mediante simbologías visuales codificadas culturalmente. Si el mapa es una construcción social, preocupa entonces la historia y la fuente de su autoridad. De ahí es relevante preguntar sobre la autoría y propósito de los mapas ¿quién selecciona las cosas significativas que deben estar en el mapa, y por qué? ¿Qué no nos dice el mapa y cómo explicar estas omisiones? ¿Cómo se relaciona la técnica de representación con la intencionalidad y efecto real del mapa?

Tres: Los territorios son mapas, como corolario del enunciado anterior. Si bien la presentación del territorio no es el territorio mismo, sólo podemos aprehender o concebir este territorio a través de su representación, dentro de un esquema de signos culturalmente adquiridos. La constitución de Estados nacionales es un buen ejemplo. ¿Se puede imaginar un estado nacional sin mapa? Los mapas, pues, construyen nuestra percepción del territorio. Las preguntas surgen de esta consideración: ¿Quién lo publicó, dónde y para quiénes? ¿Qué difusión tuvo y cuándo? ¿Quiénes lo conocieron? ¿Cuántas versiones se publicaron? ¿Qué territorio construye el mapa?

Cuatro: El mapa es el mapa. A partir de estos tres enunciados, surge otro más. Si el mapa no es el territorio, tiene una existencia y una historiografía independiente. En la era de la cartografía digital, esta vida propia se conoce como "metadatos". En relación con los mapas históricos, se trata de la información sobre la procedencia, autoría, técnicas y otros datos del documento bajo consideración, o cartobibliografía.

De acuerdo con la óptica de estas consideraciones se están investigando algunos mapas que se pueden considerar como hitos de la cartografía de la Ciudad de México, buscando a fin de cuentas contestar la pregunta general ¿hasta dónde la ciudad es un mapa? Para fines de este texto, se seleccionó la imagen más conocida de la Capital de la Nueva España en el siglo XVII: el plano denominado Forma y Levantado de la Ciudad de México firmado por Juan Gómez de Trasmonte con fecha de 1628.

 

¿EL MAPA ES LA CIUDAD? FORMA Y LEVANTADO DE LA CIUDAD DE MÉXICO 1628 DE JUAN GÓMEZ DE TRASMONTE

El mapa es el mapa: autoría

Juan Gómez de Trasmonte, originario de España (Ramírez, 1986:181), es renombrado como arquitecto de las catedrales de México y Puebla. También se ha documentado su participación en otras obras, incluyendo las del desagüe del Valle de México, sobre todo en los años inmediatamente antes y después de la gran inundación de 1629 (Fernández, 1985:77–90; Fernández, 1992:331). Además, aparece como autor de la vista "a ojo de pájaro" de la Ciudad de México a principios del siglo XVII, rodeada de lagos y montañas. Sin embargo, esta imagen que todos conocemos (Figura 1) no es una reproducción directa de un plano original realizado por Trasmonte, sino de una versión realizada en 1907 por el litógrafo florentino, A. Ruffoni, encargada por el arqueólogo mexicano Francisco del Paso y Troncoso. El entonces director del Museo Nacional había encontrado el mapa en Europa, junto con dos vistas panorámicas de Acapulco y Veracruz (Figuras 2 y 3). El plano de Acapulco está firmado por Adrián Boot y, por la semejanza con el plano de Veracruz, éste último se le atribuye al mismo autor. Boot era ingeniero holandés enviado a México en 1614 por la Corona española para asesorar las obras de desagüe y residió aquí por lo menos hasta 1638 (Rodríguez, 2002 y Moncada, 1993). Las vistas de Acapulco y Veracruz fueron cromolitografiadas por Ruffoni al mismo tiempo y con la misma presentación que el mapa de Trasmonte. Las tres imágenes se conocieron en México por primera vez en 1921, cuando se pusieron a la venta las litografías en el Museo Nacional (Gómez de Orozco, 1938:193).

¿Cuáles son y dónde están los originales que se utilizaron para las tres cromolitografías de Ruffoni? Hasta hace poco, la respuesta generalmente aceptada era la versión de Federico Gómez de Orozco, contenida en el primer libro académico, publicado en 1938, que analiza el Forma y Levantado. Aquí se señala que Troncoso encontró el mapa original de Trasmonte "en una colección particular en Bélgica" y que posteriormente, "un excelente y viejo amigo nuestro tiene, actualmente, en su poder, en México, los originales del plano de nuestra ciudad y el del puerto de Acapulco, que de este modo volvieron a su lugar de origen" (Toussaint et al., 1938:191). Sin embargo, desde los trabajos pioneros de Jorge Enrique Hardoy (1968), se conoce de la existencia de varias versiones de estos mismos planos en distintas bibliotecas en Europa, todas elaboradas por el cartógrafo holandés Johannes Vingboons (1616/17–1670): uno de los cartógrafos más destacados del país que encabezaba la culminación de la revolución cartográfica europea iniciada dos décadas anteriores.

Vingboons pertenecía a una familia cuyos integrantes incluyen varios arquitectos y artistas conocidos (Zanvliet, 2002:125–6).3 Dibujaba mapas estratégicos y confidenciales para las Compañías Holandesas de las Indias Orientales (creada en 1602) y Occidentales (creada en 1621), en colaboración con su cartógrafo oficial, Johannes Blaeu (Zandvliet, 1998:126). Vingboons es reconocido por haber elaborado el primer mapa existente de Manhatten, uno de varios planos perspectivados y ortogonales de ciudades en América, África y Asia, basados en descripciones y dibujos originales de marineros y otros viajeros.4 Muchos de estos planos están elaborados en un estilo y formato similar a las vistas de Trasmonte y Boot, las cuales también fueron multicopiadas para una serie de atlas manuscritos de circulación restringida. Es importante notar que, junto con la vista "a ojo de pájaro", Vingboons copió otro mapa de la Ciudad de México, denominado Planta y Sitio de la Ciudad de México, también fechado en 1628 (Figura 4). Las copias de ambos planos hechas por Vingboons, conservadas en la Biblioteca Laurenziana en Florencia y versiones de los mismos modelos en la Osterreichische Nationalbibliothek de Viena y en la Biblioteque Nationale en París aparecen firmadas por Juan Gómez de Trasmonte y tienen textos en español. En cambio, las copias guardadas en la Biblioteca Apostolica Vaticana tienen textos en holandés y están firmadas por el propio Vingboons.5 Otro ejemplar, en el Algemeen Rifksarcheif, La Haya, no tiene ni firma ni textos. Todos estos planos son de tinta y acuarela sobre papel. Se conoce de la existencia de una serie de pinturas al óleo de los mismos cuatro planos, cuya presencia en el palacio real de Noorteynde en la Haya de, Holanda, se ha documentado desde 1632. Después reaparecen catalogados en los archivos municipales de Middelburgo en 1910 y 1931, donde permanecieron hasta su destrucción por un incendio en 1940 (Mayer, 1998 y 2005:182; Zandvliet, 1998:219–20, 225, 270).

La autoridad seminal sobre Vingboons y fuente principal de los estudios de Hardoy, Mayer y Zandvliet, es la obra Monumenta Cartográfica de Frederick Caspar Wieder, publicada entre 1925 y 1933. En México, Roberto Mayer (1998 y 2005) ha revelado la relación entre los planos de Gómez de Trasmonte y Boot con Vingboons, y demuestra que las litografías de Ruffoni se basaron en las copias de Vingboons en Viena (Mayer, 2005:189–190).6 Basándose en Weider, Mayer también considera que los verdaderos originales son los desaparecidos óleos.7 El que estas pinturas estuvieran en la Haya antes de 1632, demuestra que Boot no pudo haberlas llevado a Holanda, como planteó Gómez de Orozco (1938, 193), ya que no hay evidencias de que Boot regresó a Europa.8 Con todo, Mayer deja sin resolver la cuestión de cómo llegaron los mapas a Holanda antes de 1632. Tampoco comprueba que los desparecidos óleos fueran los originales de Gómez de Trasmonte y Boot. Hasta donde se sabe, ninguno de los dos era maestro de pintura. Es más, Weider describe los cuatro óleos como una serie con la misma altura (Zandvliet, 1998:270), lo que sugiere que eran del mismo artista. Johannes Vingboons tenía apenas dieciséis años en 1932, por lo que es poco probable su autoría. Empero, su padre David Vinckboons, también vinculado con los cartógrafos de la Compañía Holandesa, sí era pintor y pudo haber pintado los óleos en base a dibujos originales de Trasmonte y Boot, antes de su muerte el mismo año. Ciertamente, el árbol al lado derecho de la vista de Acapulco, más parecido a un roble europeo que a vegetación tropical, recuerda bastante a los cuadros de David Vinckboons. Quizá más convincente es la semejanza de los caballeros en las vistas de Acapulco y Veracruz con figuras en cuadros del mismo pintor.9

Hay un dato que permite especular sobre cómo estos cuadros llegaron a adornar los muros del castillo del Príncipe de Orange en La Haya. El 8 de septiembre de 1628, la flota anual de Veracruz a Cádiz fue capturada intacta en la Bahía de Matanzas por el bucanero Piet Hein —héroe nacional de los holandeses— quien navegaba bajo el patrocinio de la Compañía Holandesa de Indias Occidentales (Klooster, 2006). No es imposible que, entre el botín de plata, cochinilla y otros bienes llevados por Hein a Holanda se hallasen los mapas originales de Gómez de Trasmonte y Boot. Las cartas de navegación y planos de ciudades portuarias eran los premios más apreciados por los corsarios, y no sería la primera vez que un mapa fundamental de la Ciudad de México había sido capturado por piratas; la misma suerte corrió el Códice Mendocino en 1541.

Aparte de las dudas sobre los originales tanto de las cromolitografías de Ruffoni como de todas las copias elaboradas por Vingboons, hay otros cabos sueltos que no se pueden resolver aquí. ¿A qué se refiere Gómez de Orozco cuando habla de originales encontrados por Troncoso en manos de un coleccionista belga? ¿Cuáles son esos "originales" que, según el mismo autor, estaban en México en 1938? ¿Por qué Troncoso no mandó a reproducir la versión ortogonal del plano de Trasmonte?

 

El mapa es el mapa: contexto cartográfico

Voy a partir de la duda sembrada en la sección anterior de que las copias de Vingboons descritas arriba efectivamente reproducen con cierta exactitud originales, que no conocemos, elaborados por Juan Gómez de Trasmonte en 1628. Sólo hay un argumento sustantivo para dudar de la autoría de los planos y éste se refiere a su sobresaliente calidad y estilo. De acuerdo con criterios convencionales, tanto la vista en perspectiva como la proyección ortogonal son mapas muy avanzados para el contexto mexicano. Por ejemplo, en 1737, más de cien años después del plano de Gómez de Trasmonte, se envía a España el plano de Pedro de Arrieta de la Ciudad de México dibujado con la técnica de la "seudo–perspectiva vertical", utilizada tanto en la cartografía indígena como la española y considerada más "atrasada" que la perspectiva en vista panorámica empleada para el Forma y Levantado. Aquí, en cambio, aunque no está perfectamente construida la perspectiva, hay un intento de un segundo o tercer punto de fuga: innovación técnica introducida por los pintores y cartógrafos holandeses en el siglo XVII para lograr un mayor grado de realismo en sus representaciones (Alpers, 1983:53–59 y 138–150). El primer punto de fuga trae la mirada hacia el Zócalo. El segundo punto nos lleva la vista hacia los volcanes distantes, mientras que el tercer punto nos atrae hacia Tlatelolco (Figura 5). Así, el plano no sólo es la primera representación netamente europea de la Ciudad de México, como lo han comentado varios autores (Fernández, 1985:187; Lombardo, 1996:27); casi está a la vanguardia europea, en cuanto al grado de sofisticación de su técnica representativa y calidad artística. Para la primera mitad del XVII esperaríamos encontrar esta técnica en Holanda o Alemania, no en España o sus dominios.

Hay otros aspectos del Forma y Levantado que se asemejan más a la cartografía contemporánea de los Países Bajos y Alemania que a las representaciones españolas o mexicanas. El posicionamiento del sujeto en el cuadro, con paisajes cerriles en el primer plano que lleva la vista mediante vialidades hacia la ciudad, es similar a los mapas idealizados de Jerusalén grabados y publicados en la primera mitad del siglo XVII en adelante. La manera de señalar los nombres de los edificios importantes en una leyenda también obedece a las convenciones neerlandesas de la época. Finalmente, los detalles de los albarradones y acequias en el Forma y Levantado son sospechosamente parecidos a los diques y canales en los planos de ciudades holandeses en el atlas de Blaeu de 1652 (Figura 6).

En contra de estos argumentos, el que no se tengan ejemplares de mapas de la ciudad de México o de otras ciudades de la Nueva España, similares a los mapas de Trasmonte y Boot, no significa que no hayan existido. Tampoco se han podido localizar otros planos del propio Trasmonte para la construcción de la catedral.10 No se puede suponer que a éste le faltaran las habilidades necesarias para levantar y ejecutar planos sofisticados. Como señala Boyer (1980:457), "tenía la destreza necesaria para dibujar un mapa con exactitud. Si no hubiera sido un dibujante experto no hubiera logrado tanto éxito como arquitecto". En cuanto al modelo estilístico del mapa, es muy probable que Transmonte conociera algún ejemplar de la edición de 1550 de Cosmographia Universales de Sebastián Münster, del Theatrum Orbis Terrarum publicado en Amberes en 1570 por Ortelius o el Civitatis Orbis Terrarum, publicado en 1572 por Braun y Hogenberg en Colonia, Alemania. Estas dos publicaciones, por lo menos, se encontraban entre las posesiones del colega de Trasmonte, Adrián Boot, registradas por la Santa Inquisición en 1637.11

Dejando de lado el estilo del plano de Gómez de Trasmonte, la información geográfica que aporta, es decir, la descripción y la ubicación relativa de las construcciones y otros rasgos urbanos, es bastante precisa y acertada. Tanto Fernández (1938) como Boyer lo sobreponen en un plano de la traza conocida de la ciudad, encontrando sólo errores menores, demostrando así "cómo era la ciudad" en 1628. Esta información difícilmente la habría podido inventar el cartógrafo holandés, lo que avala la autoría del maestro arquitecto, quien no sólo contaba con las habilidades técnicas, sino también con los conocimientos de campo necesarios para elaborar los dos mapas de la Ciudad de México. Se puede suponer, pues, que las versiones del Forma y Levantado y Planta y Sitio realizadas por Vingboons en Amsterdam alrededor de 1650 se basaron en los cuadros al óleo que estuvieron en La Haya y Middleburgo, y que éstos, a su vez, correspondían de manera bastante exacta con originales, ahora perdidos, levantados y dibujados por Juan Gómez de Trasmonte en 1628.

 

El mapa es el territorio: ¿Qué dice el plano sobre la ciudad?

La autoría de Trasmonte le da autoridad al mapa y muchos analistas le han extraído información sobre la realidad de la ciudad de México en 1628, cotejándola con las otras fuentes o con la estructura urbana actual. Tal es el sentido de los textos pioneros de Toussaint et al. (1938) y de los estudios publicados por de la Maza (1968) y de Boyer (1980), entre otros. No tiene sentido reproducir aquí lo dicho por esos estudiosos, pero cabe subrayar algunas de las conclusiones más importantes. Es relevante recordar que ninguno de estos autores sabía de la existencia de la versión ortogonal intitulada Planta y Sitio.

Toussaint (1938:175) deduce del plano que la ciudad había crecido poco "fuera de su traza primitiva" y coincide con Fernández en el sentido de que Gómez de Trasmonte exageró el tamaño del núcleo poblado y las dimensiones de las plazas y edificios públicos. Revisa la lista de las construcciones representadas, señalando aciertos, omisiones y errores, muchos de los cuales tienen que ver con su numeración; es decir, con la paleografía de quien copió el plano. Fernández (1938:183–7) comenta más bien los aciertos en cuanto a los principales elementos de la estructura urbana —vialidades, acequias, edificios— y, al igual que Toussaint, hace notar la omisión de una hilera de manzanas al oriente de la Alameda. (Estas Manzanas sí son representadas en el plano ortogonal.) Francisco de la Maza, por su parte, confía que "sabemos bien cómo era la ciudad gracias a ... un plano realizado, de 1629 (sic) por el arquitecto Juan Gómez de Trasmonte" (De la Maza, 1968:13). En efecto, describe las características de la ciudad, sus edificios, vialidades y otros aspectos con referencia a este plano, complementando su análisis con diversas fuentes documentales. Ilustra sus comentarios con algunos detalles tomados de la cromolitografía del Forma y Levantado impresa en 1907. Boyer (1980) también se apoya en el plano de Trasmonte para ilustrar cómo era la ciudad en 1628 aunque, al igual que Toussaint, llama la atención a exagerar la densidad del área construida y tamaño de los edificios, así como a las manzanas faltantes. Sin embargo, concluye que "la obra de Gómez nos inspira confianza" (Ibid.:451).

 

El mapa no es el territorio: ¿Qué visión de ciudad?

Al final de su texto, Boyer contrasta la visión de Gage y Torquemada, para quienes lo importante de la ciudad es la vida de sus habitantes, con la de Trasmonte, quien "capturó la ciudad como si hubiera sido un artefacto" (Boyer, 1980:466). En efecto, el Forma y Levantado no sólo es europeo por su estilo y técnica; lo es también por el concepto de ciudad que refleja y, a la vez, presagia la construcción social de la realidad urbana (Mundy, 2000:xii–xiii). La ciudad que proyecta —en el papel y en el futuro— se define y se describe por sus construcciones (Mundy, 2000:4). Es el concepto de ciudad que ha conquistado progresivamente las definiciones oficiales y académicas de lo "urbano". En el siglo XVII, sin embargo, no estaba tan claramente definido el concepto "ciudad" en términos de áreas construidas, ni en Europa, ni mucho menos en México. Había otros conceptos de ciudad y otras maneras de representarla. La cartografía prehispánica representa el territorio, incluyendo derechos de propiedad, determinado por su historia (Mundy, 1998:183–195). Por ejemplo, los mapas de Tenochtitlan incluidos en el Códice Xolotl o en el Códice Mendocino priorizan representaciones de acontecimientos históricos.

Tal definición de ciudad como comunidad históricamente construida no es exclusiva a los pueblos mesoamericanos; también está presente en el pensamiento español desde la época medieval.

En su texto Etimologías, San Isodoro de Sevilla define civitas como "una pluralidad de seres humanos unidos por lazos sociales ... se refiere a los ciudadanos, no a las piedras". En cambio, la palabra urbs "designa la fábrica o estructura material de la ciudad". (Etymologiarum XV, 2, citado en Ramírez, 1995.) Igualmente, las Siete Partidas (Ley de XIII de Castilla) define doblemente "pueblo" como "lugar circunscripto por muros" y como "junta comunal de hombres" (Kagan, 2000:10). Según este autor, el significado de urbs tiene su expresión visual en mapas corográficos o en descripciones científicas del territorio. Civitas, en cambio, se representa con imágenes pobladas de personajes y actividades humanas, las que Kagan denomina "mapas comunicéntricos". A primera vista, y por toda la discusión anterior sobre su calidad técnica y visión arquitectónica de la ciudad, los planos de Trasmonte son más corográficos que "comunícenmeos". Sin embargo, no lo son del todo, como se pone de manifiesto al retomar las siguientes interrogantes.

 

El mapa no es el territorio ¿Qué no dice el mapa sobre la ciudad? Indios e Inundaciones

Aparte de los errores y omisiones señalados por Toussaint y Boyer, tanto el Forma y Levantado como el Planta y Sitio omiten muchas cosas que sabemos que caracterizaban a la Ciudad de México en el siglo XVII. Dos aspectos son particularmente relevantes para la construcción social posterior del espacio urbano y por la importancia que tienen en la comprensión de los propios mapas. El primero se refiere a la representación de los barrios de indios, cuya importancia se minimiza, otorgándoles espacios muy reducidos en comparación con la ciudad española. Inclusive, como lo han comentado Boyer (1980:452) y Mejía (2004), Trasmonte excluyó de su mapa la sección nororiente de Tlatelolco, es decir, una parte de la ciudad poblada casi exclusivamente por indios. Los barrios de indios ubicados en las orillas de la ciudad, son pintados como "zonas de transición en las que el geometrismo hispánico da paso a una serie de chozas indígenas dispuestas al azar" (Boyer, 1980:448–49). El contraste marcado entre la representación precisa y ordenada de la traza reticular del núcleo construido central y la forma azarosa de pintar las chozas marca una tradición cartográfica que persiste hasta la fecha (Figura 7) . Y esta imagen visual domina el discurso pasado y presente en torno al carácter desordenado e "irregular" de las urbanizaciones periféricas donde vive la población pobre. Se sabe que los barrios periféricos de los pobres no carecen de orden, ni en el siglo XVII ni en la ciudad moderna.12 El estudio de González Aragón (1993) sobre el llamado Plano de Papel de Maguey demuestra el inherente orden urbanístico de los barrios de indios al nor–poniente de Tlatelolco en algún momento de siglo XVI. A quien sabe interpretar la simbología indígena, posiblemente el Plano de Papel de Maguey comunica más información sobre el ordenamiento urbano que el mapa de Trasmonte.

El segundo aspecto distorsionado por los planos de Trasmonte es la problemática del agua. Ambos planos, pero sobre todo el Forma y Levantado, trasmiten la imagen de una ciudad en armónica convivencia con su entorno lacustre. El agua se controla y se aprovecha mediante canales navegables, diques, acueductos y otras construcciones. Aunque las áreas en el primer plano se muestran inundadas, esto se representa como parte del lago, del cual se alimentan canales que irrigan ordenados campos de cultivo.

Tal idea de la ciudad en convivencia provechosa con el agua dista mucho de la realidad de 1628. En aquel momento el problema del agua pesaba sobremanera en la conciencia de todos y de modo particular, en las tareas del maestro de obras de la ciudad.13 Desde antes de la conquista, Tenochtitlán había sufrido inundaciones en varias ocasiones, ya que se trata de una cuenca lacustre cerrada sin salida natural para los escurrimientos estacionales de la serranía circundante. La fundación de la capital de la Nueva España en el mismo sitio exacerbó el problema por la destrucción de las defensas prehispánicas y por el aumento de la superficie construida. Al mismo tiempo, la deforestación y la introducción de ganado europeo provocaban que los ríos arrastraran una mayor cantidad de material, y con ello se reducía la capacidad de las lagunas para retener el agua (Martínez, 1608). Desde mediados del siglo XVI se propuso un canal para conducir las aguas fuera del Valle de México, a la vez que se empezaron a expresar dudas sobre la idoneidad de la ubicación de la capital.14 Inundaciones en 1579 y otra vez en 1907 impulsaron la construcción de un túnel para canalizar las aguas del río Cuautitlán a través de la sierra a la altura de Hehuetoca. Éste lo terminó en 1908 el cosmógrafo alemán, Enrico Martínez, pero por falta de revestimiento se derrumbó con las primeras lluvias. Siguieron varios años de discusiones y desacuerdos con respecto a la mejor solución: si había que reconstruir el desagüe de Huehuetoca, reforzar los diques, o ambas cosas.

Frente a los informes contradictorios enviados de México, el rey optó por consultar a un experto foráneo. A tal efecto el ingeniero holandés Adrián Boot fue contratado en Francia en 1613 y llegó a la Nueva España el año siguiente con cédula real y muy buen sueldo (González Obregón, 1902). Después de inspeccionar las obras acompañado por Martínez y otros, dictaminó que el desagüe en Huehuetoca no sirvió de nada por estar arriba del Río Cuautitlán y por sus reducidas dimensiones. Según Boot, lo que se debía hacer era reforzar los diques, puente y calzadas, controlando los niveles del agua por medio de compuertas y exclusas. En caso necesario, se emplearían máquinas como las que se usaban en Holanda para sacar el exceso de agua. Para todo eso elaboró un proyecto minucioso con presupuesto, el cual fue rechazado por su alto costo (Rodríguez, 2002:272). Boot siguió en México como asesor de las obras de desagüe y presentó nuevamente un proyecto en 1620, muy parecido al anterior. Este mismo proyecto fue registrado ante el cabildo y enviado a España en 1622 (Ibid.:275). Mientras tanto, las discusiones se polarizaron, complicadas porque al problema de las inundaciones se le agregaron las dificultades para la navegación en los canales azolvados.

En 1921, al nuevo virrey Gelves se le ocurrió realizar un experimento para ver quién tenía razón "y acavar de entender de una vez el caso" (citado en González Obregón, 1902:122). Mandó tapar el canal de Huehuetoca, con el fin de que los afluentes de todos los ríos, incluyendo el Río Cuautitlán, entraran en la laguna, y que se midieran los niveles de agua resultantes. El resultado fue desastroso: durante seis años estaba inundada la ciudad,

destruyéndose buena parte de sus construcciones, despoblándose por muerte o abandono de sus vecinos. Inclusive estuvo a punto de desaparecer, cuando el rey ordenó su cambio de sitio (Gurría, 1978:104).

El ayuntamiento repetidas veces solicitó asistencia a la Corona, sin obtener respuesta positiva. Siguieron las vacilaciones e inactividad respecto a lo que debía de hacerse. Martínez y Boot continuaban en desacuerdo sobre el origen del problema, cada quien sacando sus propias conclusiones de las mediciones realizadas. Martínez insistía que el problema venía de los ríos en el norte del valle, por lo que había que continuar con las obras de desagüe; Boot identificó el problema con los afluentes del sur, aunque reconoció la necesidad de seguir con las obras de Huehuetoca para desaguar el Río Cuautitlán. Debido a los daños generalizados causados por las propias inundaciones, para 1627 las acequias ya no estaban drenando la ciudad y se pronosticaron inundaciones muy severas para el año siguiente (Gurría, 1978:106–7; González Obregón, 1902:124–6).

En enero de 1628, año del plano y vista de Trasmonte, el ayuntamiento propuso al virrey varios "remedios eficaces", los cuales fueron aprobados y ejecutados por los jesuitas durante el primer semestre de 1629. Los "remedios" incluyeron subir el nivel de las calzadas y albarradones, divertir los ríos de Santorum y Morales para regar los ejidos de Piedad y San Antonio y volver las obras de Huehuetoca a su estado original (Ibid.:126). Es decir, las medidas incluyen algunas de las propuestas por Adrián Boot en 1614, 1620 y registrados en 1622. No llovió mucho en 1628, por lo que la Ciudad no se inundó más en ese año. De todas formas, Enrico Martínez envió un informe al rey en diciembre, proponiendo nuevamente su proyecto de desagüe (Ibid.: 127–9). En 1629 sí llovió mucho y, a pesar de las obras ejecutadas por los jesuitas, la ciudad se inundó por completo.

Treinta mil indios murieron, entre ahogados y aplastados por los derrumbes y también de hambre. Cinco años duró la inundación, que parece increíble, hasta 1634 y, de 20,000 familias españolas y criollas, quedaron 400 (De la Maza, 1968:28).

Un mapa, de procedencia desconocida, retrata esta "Ciudad de México Anegada" en franco contraste con la imagen optimista de Juan Gómez de Trasmonte (Figura 8). Si se analiza con cuidado, se puede advertir que las partes anegadas de la ciudad no son sustancialmente mayores que las pintadas por Gómez de Trasmonte, por lo que el mapa no necesariamente se refiere a la inundación de 1629 sino que podría retratar la ciudad de 1628 o antes. La diferencia está en la intención.

 

El mapa no es el territorio: ¿Cuál es la intención de Juan Gómez de Trasmonte?

Si el mapa panorámico de Trasmonte no pinta el agua como la amenaza real e inminente que era, el tema hidráulico está muy presente, especialmente en el Planta y Sitio. En 1624 y 1627 hay noticias de que Trasmonte asistía a reuniones para "emitir su parecer acerca de las obras de desagüe" (Rubio, 1983:49–50). También hay evidencias de que en 1628 estaba ocupado en la limpieza y reparación de acequias, así como en la inspección del acueducto. (Fernández, 1985:85–7). Es lógico, entonces, que le correspondería la elaboración de planos relacionados con el desagüe. Si es el caso, ¿cuál era su intención al elaborar los dos mapas?

Algunos autores no han relacionado estos planos ni con el desagüe ni con las inundaciones, ya que suponen que retrata la ciudad, tal como era, antes de la gran inundación de 1629. Tal es el parecer de Gurría (1978:67) y Fernández (1985:89), quien plantea la posibilidad de que se le haya encargado el mapa panorámico al maestro mayor para facilitar el cumplimiento de una ordenanza emitida en 1628 sobre la necesidad de realizar rondas nocturnas. Mayer sugiere que el plano y la vista panorámica fueron elaborados para facilitar el avalúo de las propiedades a propósito del cobro del impuesto para el desagüe, pero no en relación directa con el problema del agua (Mayer, 2005:185). Boyer (1980) no relaciona el plano directamente con las obras en contra de las inundaciones, aunque señala que Gómez de Trasmonte trabajaba directamente con Boot y Martínez, por lo que tenía conocimientos cercanos de las obras de protección.

Para otros autores, como Mejía (2004), el mapa de Trasmonte expresa "antes que la ciudad real, una 'idea' de ciudad que se quiere resguardar". La extensión exagerada del área construida y el énfasis en las construcciones y plazas públicas, conventos, monasterios y hospitales e infraestructura hidráulica apoyan esta tesis. Ante la amenaza de trasladar la capital a otro sitio (Ramírez, 1976 [ca. 1856–1867]; González Obregón 1902), a causa justamente de las inundaciones, el mapa reafirmaba la existencia idealizada de una ciudad sólidamente construida a la manera europea.

De todos los que han escrito sobre los planos de Gómez de Trasmonte, sólo Richard Kagan (2000:153) opina que:

la imagen de la ciudad era falsa ... pero era consistente con los esfuerzos de Boot para conseguir el apoyo necesario para llevar acabo su planes de desagüe.

Según esta idea, estos planos eran una visualización de cómo sería la ciudad si el cabildo, y la corona española, aprobaran y financiaran las obras, específicamente el proyecto de Boot.15 De ser así, estaríamos ante una especie de simulación propagandística, como las que hoy en día utilizan los promotores de grandes proyectos urbanos para visualizar la futura obra. La "Forma y Levantado" de Trasmonte es comparable en forma y sitio al ejemplo contemporáneo del proyecto aeroportuario de Texcoco (Figura 9).

Un análisis con mayor detalle de los mapas de Gómez de Trasmonte y los proyectos de Boot arroja argumentos a favor de la tesis de Kagan (Ruiz Naufal, 2006).16 El plano ortogonal intitulado Planta y Sitio de la Ciudad de México, en la versión guardada en la biblioteca nacional de Austria contiene el siguiente texto en español, ubicado en la parte superior derecha:17

A ESTA CIUDAD la rodea el agua por todas partes como parece, y corren todas las aguas a la Laguna grande de San Lázaro que tiene de circuito 14 leguas castellanas sin otras lagunas que hay donde se divierta el Agua q'esta toca descripción General, y así nos se trata más del los qué hacer á este propósito. Tiene esta Ciudad hasta 10,000 vecinos y de arrabales que son casas de Indios hasta nueve mil y éstas la mayor parte están hoy anegadas, como todo eso significa en esta planta que está sacada con puntualidad y cuidado Anno 1628.

La longitud y espacio de las cuadras de casas que se significan por los cuadrángulos naranjados se hallaron por el pitipie que sólo para esto, y para los sitios de los conventos y los más que van señalados sirvió porque las calles –unas tienen 14 a 15, y a 16 de ancho y así por esto por hacer mejor distinción no van respectivo con el pitipie que las cuadras y sitios dichos.

Aquí se demuestra la preocupación central con la problemática hidráulica, con énfasis en la interpretación de Boot, en el sentido de que todas las aguas corrían hacia el Lago de Texcoco (San Lázaro). También se señala la situación crítica que vivía la ciudad por las inundaciones, aunque queda claro que el problema afectaba principalmente a los indios. La segunda parte del texto, en cambio, demuestra la preocupación del autor del mapa por precisar las dimensiones de la ciudad española. Aquí aclara que las manzanas y localización de los edificios están a escala, de acuerdo con el pitipié, a diferencia de la anchura de las calles (y el tamaño de los edificios) cuyas dimensiones son exageradas "por hacer mejor distinción". Además de que probablemente estamos ante el primer plano a escala de la Ciudad de México, lo asombroso de esta aclaración es el contraste con el comentario anterior sobre los indios anegados. Todo este texto viene a complementar el texto inmediatamente debajo del título del plan, colocado en la esquina izquierda superior, que da las dimensiones de la Ciudad:

Tiene la longitud de 4,500 varas que es desde el codo de la calzada de Guadalupe hasta St. Antón, y desde allí al otro codo delante de la calzada de St. Antón tiene 1,700 varas de Arrabal. De Sn., Antón tiene 3,500 varas que es desde el Albarrada de S. Lázaro hasta St. Hipólito.

Debajo de este texto viene la enumeración de los conventos, conventos de monjas, hospitales, parroquias, colegios y ermitas, de manera muy parecida que en la vista panorámica Forma y Levantado. El mensaje está claro: la Ciudad de México está en riesgo de inundarse, pero tiene dimensiones apreciables y cuenta con todas los elementos dignos de una polis moderna. La vista panorámica enfatiza la belleza y grado de consolidación de una ciudad que vale la pena salvar mediante las obras propuestas, principalmente las que propone Boot, como se puede ver al analizarlas en más detalle.

El texto de la declaración de Boot ante el Cabildo con su proyecto para la protección de las ciudad el 31 de enero de 1620 fue reproducido en la publicación de Fernando Cepeda y Fernando Carrillo (1637, II ff. 12–2).18 En este texto, después de sustentar su descalificación del proyecto de Martínez para Huehuetoca, Boot describe y sustenta su proyecto, en los términos siguientes:

Primeramente reforzar la calzada de San Lázaro con fajina y tierra, y en dicha calzada poner compuertas, propósito para desaguar el agua que está detenida entre la calzada de San Antón y la Piedad, y más la de Chapultepec, Tacuba hasta Nuestra Señora de Guadalupe. La cual agua es la que hace daño a esta Ciudad de México, atento a que todo el año está detenida al pie de ella y penetra todos los cimientos de los edificios, y causa humedad y enfermedad, peligro a la ciudad con algunas grandes aguas de anegarse y perderse totalmente. Y para evitar este daño será necesario desaguar las dichas detenidas aguas por canales o zanjas que se han de hacer para el efecto y por ellas echarlas en la laguna grande. Y así quitarán a la ciudad lo que le es dañoso, y dejarán lo que es menester, porque de quitar totalmente el agua sería dañar esta ciudad, por ser la tierra floja, los edificios pesados y no podrán sustentar los cimientos sino con ayuda del agua.

Por esto será necesario las compuertas, las cuales se han de hacer y poner a su peso y medida, que no desagüen más que el agua que es demasiada, y detengan la que es necesaria para la ciudad. Y de esta manera será México conservado, y también recibirán beneficio y provecho todas las tierras que están anegadas alrededor de esta ciudad, y las huertas de Tacuba, que están medio perdidas volverán otra vez en su primer estado y gozarán del agua que tienen menester y la demasiada agua correrá por las canales o zanjas a la laguna grande.

Mas todos los manantiales y aguas de la laguna de Chalco y las avenidas de Pachuca que pueden venir en algunos tiempos de grandes aguas, que vienen sobre esta ciudad, no podrán hacer daño ninguno por la fortificación de la calzada de San Lázaro, y las compuertas que se pondrán en dichas calzada, que serán de tal manera que cerrarán de sí mismas con las avenidas, que no podrá entrar el agua en México y con la menguante se abrirán y saldrán las aguas detenidas. Y de esta manera será esta ciudad maestre y señora del agua, y éste es el perfecto remedio, el más fácil y más seguro para la conservación de esta ciudad y fuera de esto no hay otro. En México a 31 de enero de 1620 años. Adrián Boot ingeniero.

Albarradones reforzados, compuertas y exclusas, huertas regadas, canales: todos ordenados para que la ciudad fuera "maestre y señora del agua". Ésta sí es la imagen proyectada en la vista panorámica de Trasmonte. Es una ciudad construida sobre el agua; que necesita de ella para sostener las construcciones, para navegar, para regar. Entre 1627 y 1628, Boot se encargó de la ejecución de una parte de las obras que propuso, pero de nada sirvieron para prevenir la gran inundación de 1629.

 

Los territorios son mapas: la Ciudad de México según los mapas de Juan Gómez de Trasmonte

Como se ha visto páginas atrás, el impacto inmediato de los planos de Trasmonte en la construcción social fue prácticamente nulo. Fue hasta 1922 cuando se conoció en México la vista panorámica Forma y Levantado. A la fecha no ha tenido impacto la versión ortogonal Planta y Sitio, ni siquiera en publicaciones académicas. Tampoco se implementó el proyecto de Boot de una ciudad "maestre del agua". Muy por el contrario, se impuso la idea de un Valle de México desecada, con las obras sucesivas del desagüe: el Tajo de Nochistongo, el Gran Canal y el Drenaje Profundo.

A pesar de lo anterior, la vista panorámica de Gómez de Trasmonte no ha dejado de influir de manera indirecta en la construcción posterior de imaginarios de la Ciudad de México, tanto en Europa del norte como en España y México. En este sentido, la conexión holandesa es la clave para comprender la influencia del plano de Gómez de Trasmonte en visualizaciones posteriores de la Ciudad de México. Es aceptado por varios expertos que las copias que Vingboons hizo del Forma y Levantado muy pronto se difundieron (Mayer, 2005:194; Kagen, 2000:91–93; Lombardo, 1996:291–2). Concretamente, se conoce de una interpretación libre de este mapa realizado por Arnoldus Montanus en 1670 o 1671, cuyo destino era publicarse en un atlas que nunca se terminó. Casi al mismo tiempo, el plano de Montanos fue plagiado y publicado por el inglés John Ogilby en un libro de amplia difusión intitulado America: Being and Accurate Description of the New World (Figura 10). Después, la misma imagen fue reproducida con ligeras variaciones en numerosas publicaciones europeas durante la segunda mitad del siglo XVII y hasta principios del XIX.19

Los libros con estas imágenes circularon ampliamente en Europa e inevitablemente se dieron a conocer en México antes de que se terminara el siglo XVII. De esta manera, el plano de Gómez de Trasmonte, que no se conoció aquí directamente, regresó con todas las imprecisiones, exageraciones y antojos de los grabadores europeos que nunca conocieron esta ciudad. Esta perspectiva —en el sentido literal y figurativo— rápidamente se asimiló al imaginario cartográfico de la Ciudad de México (Lombardo, 1996:291–307): un conjunto de imágenes que Richard Kagan (2000:154–67) ha llamado la "visión criolla" de la Ciudad de México. Es una visión de una ciudad ordenada, con traza ortogonal, llena de edificios y espacios públicos europeos y poblada exclusivamente por españoles peninsulares y criollos (Figura 11). Así, el análisis del mapa de Gómez de Trasmonte pasa también por su contribución a visiones posteriores de la Ciudad de México, tanto desde la óptica de Europa del norte, como de la clase criolla en México.

Finalmente, no hay que olvidar el impacto directo de la imagen original, difundida a través de la cromolitografía encargada por del Paso y Troncoso en 1907, a lo largo del siglo XX y hasta la fecha. Aquí se abre la posibilidad de una investigación extensísima, debido justamente a la amplia difusión que ha tenido, y sigue teniendo el mapa. Por lo pronto, y para terminar, un imaginario que indudablemente ha reforzado y reproducido es la mirada nostálgica a una ciudad de antaño en armonía con su entorno acuática. La adopción de la misma vista por Dr Atl en su panorama de Tenochitlán (Figura 12) se combina y se confunde con la visión de un proyecto utópico fallido, pintado por el maestro arquitecto en 1628.

 

A MANERA DE CONCLUSION

Nuestra revisión del plano "Forma y Levantado de la Ciudad de México" de Juan Gómez de Trasmonte ha permitido esclarecer alguna parte de la pregunta inicial sobre la compleja relación entre los mapas y los territorios que representan. En primer lugar, y partiendo de la idea de que el mapa es primeramente el mapa en sí mismo, el recorrido cartobibliográfico trata de poner en evidencia el contexto histórico de los principales actores que intervinieron en la elaboración y reproducción del plano–objeto: el propio Trasmonte, los Vingboons (padre e hijo), Blaeu, Troncoso, entre otros. En segundo lugar se constata la calidad cartográfica del plano, en el sentido moderno, como evidencia de la ciudad tal como existía en 1628. En seguida se desbarata la anterior noción de que el mapa es el territorio, o que lo puede representar objetivamente.

El plano de Trasmonte, tal como se conoce, fue elaborado para convencer a la Corona española de que la Ciudad de México era digna de rescatarse con costosas obras hidráulicas. Pero nunca llegó a su destino y su reelaboración en el estilo cartográfico flamenco tuvo por objeto glorificar las hazañas de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Finalmente, se exploran algunas conexiones entre la "Forma y Levantado" y nuestra percepción de la Ciudad de México en el pasado, presente y futuro, de cómo, el territorio sí es creado por el mapa.

 

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Notas

1 Este trabajo se elaboró durante una estancia sabática en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

2 En este texto, el término mapa se refiere a su acepción genérica convencional de "Representación geográfica de la Tierra o parte de ella en una superficie plana" (RAE, 2007). Tal definición excluye otros tipos de mapas no gráficos, como "mapas mentales", pero no se limita a un determinado tipo, medio o escala de representación; por lo tanto incluye planos y vistas de ciudades. Aquí es útil la definición de "mapa" que Harley y Woodward (1987:xvi) enunciaron en el prefacio de su obra fundamental sobre la historia de la cartografía: "Mapas son representaciones gráficas que faciliten la comprensión espacial de cosas, conceptos, procesos o eventos en el mundo humano".

3  Por ejemplo, su padre David Vinckboons (m. 1632) era pintor asociado con Blaeu; su hermano, Philips Vingboons (1607–1678) era arquitecto y otro hermano, Justus Vinkboons (1620/21–1698), era pintor.

4  Una muestra de 43 de estos planos conservados en el archivo Nacional de los Países Bajos en La Haya, puede consultarse en la página del Atlas of Mutual Heritage: (http://www.nationalalarchief.nl/AMH/).

5  Las versiones conservadas en Viena, Florencia y el Vaticano son reproducidas en Mayer (1998).

6  Su afirmación se basa en una carta de Troncoso a Gonzalo Esteva, fechada en abril de 1895, que menciona que el original del plano de Veracruz está en Viena y en una comunicación de Troncoso a la Secretaría de Instrucción Pública, que se refiere a dos planos en negro de ciudades mexicanas cuyos originales están en la Biblioteca Imperial de Viena. Por diferencias de caligrafía, Wieder (1925:33, IV, 133) consideró que los cuatro planos de México contenidos en el magnífico Atlas Blaeu–Van der Hem en Viena no eran obra del propio Vinckboons, aunque sí provenían del taller de Blaeu. Wieder no hace mención de los planos en París.

7 Aquí Mayer (1998:98) se basa en la referencia de Weider a estos óleos en 1930, como los probables originales de las acuarelas de Vingboons, haciendo notar que se encuentran en inventarios de ese sitio desde 1632 (Mayer, 1998:192; 2005:100). Zandvliet (2002:270) corrobora lo anterior y también comenta que "Weider no pudo poner fecha ni identificar el autor de estos cuadros".

8  Richard Kagan (2000:153), en cambio, supone que las versiones en óleo le fueron comisionadas por la Compañía Holandesa de las Indias occidentales a Vingboons, quien las copió de los dibujos originales, probablemente llevados a Holanda por Adrián Boot. Se sabe que Boot todavía estaba en la Capital en julio de 1630 (Wieder, 1952–1933, IV: 109) y en el mismo año fue enviado a Veracruz para trabajar en la fortificación de Ulúa (Musset, 1992:198–9). Se documenta su presencia en la Ciudad de México nuevamente en febrero de 1635, inspeccionando el desagüe (Cepeda y Carrillo, 1637, III, ff. 18–4) 19–III y otra vez en Veracruz en 1638, de donde mandó un informe al rey relativo a las obras de Ulúa, fechado el 18 de abril (AGN, Documentos de Jesuitas, vol. 1–14, exp. 5, citado en Sanz, 2002, anexo 2).

9 Por ejemplo, "Forest Scene with Robbery', David Vinckboons, óleo sobre tela, 70 x 113 cm, Rockox House, Antwer http://www.wga.hu/frames–e.html?html/v/vinckboo/index.html y "An Officer Preparing His Troops for an Ambush', c. 1612, David Vinckboons, óleo sobre tela, 59 x 83 cm, colección particular, (http://www.wga.hu/frames–e.html?html/v/vinckboo/index.html).

10 Agradezco a Guillermo Boils el haberme llamado la atención a este punto.

11 Agradezco a Roberto Mayer el haberme proporcionado la información relativa al "Inventario de los bienes de Adrián Boot", en el Archivo General de la Nación, Inquisición, V, 489, exp. 10, Fs, 75 y 76.

12  Sobre el orden jurídico en las colonias populares "irregulares" en la Ciudad de México del siglo XX, véase Azuela (1989, capítulo 2); sobre el orden urbanístico–arquitectónico Ribbeck y Padilla (2002).

13 La bibliografía sobre los problemas hidráulicos de la Ciudad de México es extensísima y ampliamente documentada debido al papel predominante que ocupaba en la agenda gubernamental a lo largo de la historia hasta la actualidad. Para una visión general véase González Obregón (2002); Gurría Lacroix (1978), Musset (1992) y Connolly (1997, cap. VI).

14  Sobre las discusiones antes y después de 1629 sobre la idoneidad de la ubicación de la capital de la Nueva España, véase Sala Catalá (1986).

15 Kagan no menciona el proyecto de Martínez ni las diferencias entre éste y los proyectos de Boot.

16 Los planos de Acapulco y Veracruz también representan proyectos de obras de fortificación relacionadas con Adrián Boot, que no existían en ese momento.

17 Según Mayer (2005:186), citando a Wieder, el texto en holandés de la copia en el Vaticano dice lo mismo pero agrega que los "indios son pobres y que la mayoría de ellos se ahogó".

18 El texto es una de las fuentes principales para la historiografía del desagüe y ha sido parcialmente reproducido en Trabulse (1984:207–8) y Rodríguez Salas (2002:274–5).

19 Algunas de la larga lista de publicaciones que reproducen la imagen editada por Ogilby, inspirada en la copia de Vingboons del plano de Gómez de Trasmonte son: en holandés, 1673: Arnoldo Montanus, De Nyeuwe en Onbekende Weerld: of Beschryving van America en V Ziud–Land, Ámterdam, Jacob von Muers traducido al alemán y publicado por la misma casa editorial en el mismo año (citado en Mayer, 2005:194). En francés, en 1729: Pieter van der Aa La Galería Agreable du Monde, leiden (Idem.) y también en varios idiomas, los mapas de Jacques Nicolas Bellin grabados por Chedel, para ilustrar el libro de Abbé Prevost, Histoire Generale des Voyages, publicado en 1747 pot L. Schey en La Haya y en 1754 por Scwabe, Leipzig, Alemania.

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